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Autor: Kesselman, Susana
Intervenciones corporales.
Conviven en las prácticas corporales variados conceptos de cuerpo, pensamientos corporales
heterogéneos, sin que se haga distinción entre ellos. Se dice cuerpo y damos por sobreentendido que se
sabe de qué cuerpo hablamos o al menos de que hablamos del cuerpo.
Las técnicas y terapias corporales (eutonía, Feldenkrais, Mathías Alexander, bioenergética,
vegetoterapia, canzaterapia, masajes de distintas corrientes) y otras, que no son consideradas terapias
o técnicas corporales, pero que utilizan intervenciones corporales (Gestalt, Transaccional, Familiar
Sistémica, etc.), facilitan instrumentos para el trabajo con el cuerpo, recursos que se utilizan para
promover estados creativos en la vida y en el trabajo. Así se puede construir una rica caja de
herramientas con recursos e intervenciones que denomino de modo general, corporales u operativas.
Entre estas: las espirales de movimiento, ejercicios para el desarrollo de la conciencia corporal, juegos
corporales, gestálticos, esculturas familiares, consignas de movimientos, respiraciones, meditaciones,
toques, etc., que toman consistencia en algunos conceptos de cuerpo que de modo esquemático se
podrían agrupar según líneas de predominio.
Cuerpo como matriz kinésica. Concepto ligado a la idea de un cuerpo muscular que se intenta
flexibilizar, mover, agilizar, adiestrar. Los ejercicios buscan ampliar los potenciales de plasticidad
muscular y expresiva de la fisonomía, de las posturas, de los patrones motores, para que las personas
puedan encarnar los variados cuerpos que la diversidad de roles exige en el tránsito por la escena
psicodramática. Así ciertos caldeamientos que incitan a correr, a bailar, a imitar la caminata de otra
persona, a producir gestos variados en el rostro, etc. Loa verbos que se utilizan por lo general apuntarán
a acciones ligadas con el hacer, el actuar.
Cuerpo como fuente emocional. A través de esta modalidad se busca movilizar las fuentes emotivas
e intervenir de modo activo sobre las emociones. Las personas son adiestradas en el contacto con las
emociones de rabia, ternura, miedo, enojo, y en sus variantes, con los matices que las tonalidades
afectivas requieren para expresarse. Estos caldeamientos insistirán en crear algunas situaciones que
lleven a las personas a atravesar por variadas emociones y modos expresivos. Los verbos en este caso
serán escogidos entre aquellos que indiquen un tipo de acción relacionada con el sentir de los
sentimientos, el afectarse, el resonar emocional.
Cuerpo como diapasón sensorial. Se intentan ampliar los umbrales perceptivos a través de
experiencias que tienen su eje en el desarrollo de una sensibilidad múltiple. Se busca que las personas
puedan hacer crecer su espontaneidad para reaccionar ante situaciones diversas y que vayan
desprendiéndose de gestos superfluos y estereotipados. Los caldeamientos buscarán estímulos
sensoriales variados para generar un buen “oído” para las pequeñas sensaciones. La sensibilización
sensorial trabaja con el concepto de que es posible modificar la historia vivida en el cuerpo y recrearla a
través de nuevas conexiones neuronales. Entre los verbos utilizados para estos caldeamientos
predominarán los de acciones como observar, captar, sensoriar, vinculadas con un sentir las
sensaciones. Se pondrá un mayor énfasis en el estar que en el hacer.
Cuerpo como potencia de pensamiento. El caldeamiento que se busca en este estilo de actividad
está orientado a producir una experiencia vivencial, casi sin acciones externas, que guiará la atención
hacia zonas del cuerpo con la idea de modificar el tono muscular y crear estados corporales y actitudes
variadas, influyendo sobre la musculatura profunda a través del pensar el cuerpo, el pensar el
movimiento, la intención de movimiento, etc. Los verbos que incluirá el inventario corporal estarán
dirigidos a acciones como: orientar la atención, prestar atención, atender, discriminar.
Estos modos de considerar el cuerpo, con mayor acento en el hacer, la emoción, la sensación, el
pensamiento, generan experimentaciones, caldeamientos, intervenciones operativas, que interrogan lo
obvio de las conductas corporales. A pesar de que nunca se dan de un modo puro, existen en la práctica
inclinaciones más en una línea que en otra que se revelan por el predominio de cierto tipo de consignas,
de exploraciones: del ser sobre el estar, del hacer sobre el sentir, del estar sobre el ser. Así, en el caso
del Psicodrama, metodología en la que he experimentado con mayor profundidad y a través de la que he
vivido variados caldeamientos, diría que el énfasis de la movilización y experimentación corporal está
fundamentalmente puesto en lo kinésico y en lo emocional, más que en la búsqueda del desarrollo de
una sensibilidad fina destinada al análisis de las sensaciones o a la escucha de los efectos en la conducta
corporal de una atención dirigida hacia diferentes zonas del cuerpo.
Si bien el Psicodrama pone en el cuerpo, en lo corporal, en la espontaneidad, en lo expresivo, un foco
para el análisis de la escena y de los comportamientos que allí se desarrollan, con frecuencia el
psicodramatista no profundiza en las disciplinas corporales, que sin duda le nutrirían de nuevos recursos,
de otras miradas para el trabajo. El psicodramatista encontraría en la investigación corporal una
oportunidad para ejercitar la autoobservación, para inventariar sus propios estereotipos posturales,
sensibles, motrices, aquellos que están en la matriz de la espontaneidad y de la flexibilidad y que tal vez
le obstaculicen el ejercicio de los diferentes roles que el pasaje por la escena psicodramática requiere.
En los caldeamientos se cocinan las intervenciones para la espontaneidad, para la expresividad, para la
flexibilidad de rol. En consecuencia, de la profundización que el psicodramatista haga sobre la
observación de expresiones no verbales, dependerá que el cuerpo, lo corporal, sea un mero aperitivo
para el “plato fuerte” de la representación dramática o que se transforme en una verdadera fábrica para
el despliegue de la complejidad humana.
• Muchas veces se utilizan consignas aprendidas, que se repiten y arrastran las mismas propuestas de
una experiencia a otra, independientemente de los estados del coordinador y de la gente (caminar,
gesticular, gritar “no” o “sí”, correr, etc.) Frente a este tipo de caldeamientos estimulo consignas que
interroguen las necesidades de movimiento que cada persona capta en su cuerpo, incluyendo aquéllas
del propio coordinador.
• En algunos caldeamientos se reiteran frases hechas en relación con el cuerpo, por ejemplo: “conecten
con el cuerpo”, “tomen conciencia del cuerpo”, que aunque nombran la palabra “cuerpo” pueden alejar a
la persona de las sensaciones que está experimentando en ese momento y llevarla a ciertos
estereotipos. Del mismo modo, habrá que tener en cuenta algunas simplificaciones con las que una
parte del cuerpo se asocia a un único significado. Por tal razón, trato a través del cooling que se tome
conciencia de este hecho y se investiguen recursos que abran las significaciones, que ayuden al
psicodramatista, al coordinador de la experiencia, a no caer en expresiones o interpretaciones corporales
estereotipadas
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