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La enseñanza por medio de la solución de problemas

Es habitual que en el marco de la enseñanza escolar se plantee la necesidad


de que el alumno resuelva problemas. Sin embargo, es importante que
aclaremos cuándo una actividad o tarea constituye un problema y cuándo dicha
tarea no es más que un ejercicio repetitivo y que supone para el alumno
la puesta en juego de respuestas automatizadas.
Seguramente todos recordemos cantidad de “problemas” matemáticos
que se nos plantearon frente a los cuales sólo pensábamos si serían “de
más o de menos” de “por o de dividir”, llegando a resultados sin sentido en
muchos casos.
Pero... ¿qué es un problema?
Para responder a esta pregunta transcribimos la definición que ofrece el
psicólogo español Manuel De la Vega:
“La expresión resolución de problemas en un sentido laxo es
aplicable a gran número de actividades heterogéneas. Los gatos
que aprenden a escapar de la caja de Thorndike, o las ratas que
corren por un laberinto hacia la comida, resuelven problemas; al
menos eso opinaban los psicólogos clásicos del aprendizaje. En
un sentido más restringido, se entiende por resolución de problemas aquellas tareas que exigen
procesos de razonamiento relativamente
complejos, y no una mera actividad asociativa y rutinaria.
Una persona se enfrenta a un problema cuando acepta
una tarea, pero no sabe de antemano como realizarla. Así, el mecánico
que intenta arreglar un motor, el estudiante que resuelve
una ecuación matemática, el jugador de ajedrez, o el ingeniero
que diseña una nave espacial para viajar a Júpiter, están implicados
en otras tantas tareas de resolución de problemas. El grado
de complejidad o dificultad de los problemas es muy variable.
Algunos requieren unos segundos, mientras que otros demandan
días o años de actividad mental más o menos continua.”
De la Vega, Manuel (1984)

Enseñar a resolver problemas constituye un contenido relevante en la enseñanza


escolar, supone la enseñanza de procedimientos, destrezas y estrategias
de resolución, pero también supone el desarrollo de actitudes hacia
el aprendizaje de valoración de la resolución de problemas como modo de
enfrentarlo. No podemos ni debemos olvidar que para solucionar problemas
es necesario un cierto bagaje de información; los contenidos conceptuales
son imprescindibles para poder solucionar los problemas, ya que sin comprensión
de la información básica es imposible hallar las estrategias apropiadas
para resolver un determinado problema. Resolver un problema implica
poner en marcha habilidades y conocimientos.

Clasificación de problemas
Una manera de clasificar los problemas es centrando la atención en las
características de la tarea que se propone. Hablamos de problemas bien definidos
o estructurados y problemas mal definidos.
Un problema bien definido es un tipo de problemas en el cual es sencillo
identificar si se ha alcanzado una solución. La meta en este tipo de problemas
está claramente definida desde el comienzo. Resulta claro el planteo
del problema, evidente la solución y se especifican claramente los pasos o
procedimientos que distan desde el planteo hasta la solución. En general,
los problemas matemáticos escolares tienen estas características.
Por el contrario, cuando el planteo y los pasos son menos claros, cuando
la definición de los objetivos forma parte del problema, cuando se evidencian
diferentes alternativas para hallar las soluciones, cuando las soluciones son
múltiples, decimos que nos encontramos ante problemas mal definidos. En
general, los problemas que se nos plantean en el campo de las ciencias sociales tienen estas
características y decimos que se trata de problemas mal estructurados.
Cabe aclarar que, como toda clasificación, la que acabamos de realizar muestra extremos. No suelen
presentarse problemas totalmente bien o mal definidos.-

Las etapas o pasos en la solución de un problema

El investigador húngaro George Polya realizó una serie de trabajos referentes a la solución de
problemas matemáticos y reconoció las siguientes etapas en la solución de problemas:
Etapa 1
_ Comprensión del problema
Etapa 2
_ Diseño de un plan
Etapa 3
_ Ejecución o desarrollo del plan
Etapa 4
_ Evaluación de los resultados

Etapa 1: Comprensión del problema


En esta etapa, lo fundamental es poder darse cuenta de que estamos ante
un problema. Para que un problema sea un problema, el alumno debe poder
concebirlo como tal. Es decir, que supone fundamentalmente conciencia de estar
en presencia de un problema. Esta conciencia es lo que permitirá poner en
marcha los diferentes recursos (conocimientos y habilidades) con los que cuenta
para intentar solucionarlo. En esta instancia, la claridad de las consignas es
un elemento de relevancia, así como también poder activar actitudes positivas
hacia la tarea y la búsqueda de alternativas y estrategias de solución.
Es imprescindible que en la representación mental del sujeto haya lagunas
o inconsistencias; de lo contrario no hay ningún problema. Cómo llegar
de nuestra casa a nuestro trabajo no representa más que una actividad rutinaria
porque conocemos la meta y la secuencia de conductas y estados mentales.
Un problema empieza a serlo cuando, a pesar de conocer la meta, los
estados intermedios son inciertos.

Etapa 2: Diseño de un plan


En la resolución de problemas se emplean procedimientos heurísticos o
algorítmicos. El heurístico es un procedimiento basado en el descubrimiento
de relaciones y normas. Supone la utilización de ensayos y tanteos, la utilización
de estrategias relacionadas con el razonamiento predictivo y la probabilidad
de los fenómenos.
Algunos heurísticos de solución de problemas son: dividir el problema en
subproblemas, buscar problemas análogos, ir de lo conocido a lo desconocido,
establecer submetas, etcétera.
El algoritmo por el contrario, supone una secuencia de reglas y operaciones
que permiten obtener la solución de un problema mediante la aplicación
de una serie de pasos y tareas bien definidas.

Etapa 3: Ejecución del plan


La puesta en marcha del plan hace que el problema se vaya transformando.
A medida que el alumno va desarrollando el plan que diseñó, encuentra
informaciones nuevas, preguntas o dudas sobre las que no había pensado
antes y que pueden hasta transformar la formulación del problema.

Etapa 4: Evaluación de los resultados


Es el momento en el que se analiza la solución encontrada, lo que exige
al alumno evaluar los procedimientos que utilizó. Es un momento muy importante
en el cual el docente puede orientar al estudiante para que explicite y
haga conscientes las estrategias empleadas, favoreciendo con este proceso
su capacidad para resolver problemas.
Son muchos los autores que al referirse a las fases en la resolución de un
problema destacan básicamente estas tres (las que el sujeto suele iniciar y reiniciar
varias veces en la búsqueda de solución para un mismo problema).
La fase de preparación supone el análisis y la interpretación de los datos
disponibles inicialmente, las limitaciones y restricciones iniciales y la definición
de un camino o criterio para encarar la solución. Nuevamente aquí destacamos
que el tiempo que cada sujeto dedica a esta fase es variable y la
experticia aparece nuevamente como una variable de peso.
La fase de producción es el momento en el que se recupera la información
de la memoria a largo plazo, se explora nueva información y cada sujeto
aplica sus estrategias y procedimientos heurísticos o algorítmicos.
La fase de enjuiciamiento es la instancia en la que se evalúa la solución
alcanzada y se contrasta con el criterio planteado en la fase de preparación.
Afirma Pozo:
“El rendimiento experto sería el modelo para la resolución eficiente
de un problema. Los físicos resuelven los problemas de
Física de manera más eficaz que el resto de las personas porque
disponen de conocimientos, tanto procedimentales como
conceptuales, específicos para la solución de esos problemas,
no porque difieran en sus capacidades de procesamiento o porque
posean estrategias generales diferentes del resto de las
personas. Otro tanto sucederá con los matemáticos, los científicos
sociales y los historiadores, los médicos o los ajedrecistas”.

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