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¿Qué es la Legionella?

La legionella, legionela o legionelosis es una infección pulmonar originada por


alguna bacteria de la familia Legionellaceae, especialmente la Legionella
pneumophila (que es la responsable del 90% de los casos), que se caracteriza
por neumonía con fiebre alta. También conocida como enfermedad del legionario,
su nombre deriva de que el brote original de esta bacteria aconteció durante una
Convención de la Legión Americana en Philadelphia, en 1976

✓ Fiebre, tos fuerte, diarrea, dolores musculares o dificultad para respirar son sus síntomas más
comunes.
✓ También puede darse otra forma clínica, no neumónica, conocida como 'Fiebre de Pontiac',
que se manifiesta como un síndrome febril agudo y autolimitado.
✓ Las bacterias que causan esta enfermedad tienen su hábitat natural en aguas estancadas, y
proliferan en general en ambientes cálidos y húmedos. La bacteria legionella puede sobrevivir
en un gran intervalo de condiciones físico-químicas y multiplicarse a temperaturas de entre
20ºC y 50ºC.
✓ La mayor fuente de contagio para las personas lo constituyen los sistemas de agua y aire
acondicionado de los grandes edificios como oficinas, hospitales, hoteles, centros
comerciales, spa. Las bacterias se inhalan al respirar y comienza la infección. Hay que
recordar que nunca se ha demostrado que exista riesgo de infección de una persona a otra.
Causas
La causa de las enfermedades por la
familia de Legionellaceae en más de un
90% son debidas a la Legionella
pneumophila. Esta bacteria reside Esta bacteria presenta una
en aguas de temperatura cálida y capacidad de multiplicación muy
estancada preferiblemente, partiendo de alta, difícil de contrarrestar por las
esta fuente el desarrollo de la infección. defensas locales del individuo y
Mediante estas aguas y a través de gotas haciéndola así poco vulnerable a
de aerosol se filtran por conductos de muchos antibióticos, tan solo
aires acondicionados en la mayor parte de sensible a unos pocos.
los brotes epidémicos, siendo inhaladas
por personas que, en su mayoría,
presentan alguno de los factores de
riesgo. Básicamente con algún tipo de
alteración de las barreras defensivas que
se hallan en el sistema respiratorio.
Factores de riesgo de la
legionella Entre los factores de riesgo individuales para padecer
legionela destacan:
Aunque cualquier persona puede
infectarse con la bacteria de la •Fumar (cualquier paciente que haya contraído la legionella debe
legionella, hay ciertos factores de dejar de fumar inmediatamente).
riesgo individuales y
ambientales que incrementan las •Alcoholismo.
posibilidades de contraer la
enfermedad y que, además, •Padecer algún tipo de afección pulmonar o del sistema respiratorio
complican el pronóstico y de carácter crónico (EPOC, asma).
dificultan el tratamiento.
•Edad avanzada.
•Los factores ambientales determinantes
para la adquisición de la legionelosis son: •Tener debilitado el sistema inmunológico a causa de alguna
•La exposición a aerosoles o duchas de enfermedad como el cáncer o el SIDA, o haber sido sometido a un
centros sanitarios o grandes edificios como trasplante.
hoteles.
•La infección de material sanitario como •Tomar fármacos que inhiben el sistema inmunitario (quimioterapia,
sondas nasogástricas, equipos de corticoides).
respiradores hospitalarios, material
sanitario infectado que se utiliza para •Pacientes con enfermedades como insuficiencia renal en estado
lavados de pacientes o de sus heridas… avanzado o diabetes mellitus.
Síntomas de la legionella
El periodo de incubación de la legionella, es decir, desde que se contrae la infección
hasta la aparición de los síntomas, está entre dos y diez días y, al principio, el
paciente puede sentirse cansado y débil.
Se pueden distinguir dos grupos de síntomas de la legionella en función de la
enfermedad que produzca. Así, la fiebre de Pontiac, que es la forma que no
produce neumonía, suele expresarse como un cuadro gripal, con cansancio,
debilidad, dolores articulares, cefalea, fiebre y tos. Suele resolverse en pocos días sin
ningún tipo de tratamiento, y de hecho, muchas infecciones de este tipo pasarán
inadvertidas o diagnosticadas de una falsa gripe.

En el caso de la neumonía por Legionella, llamada enfermedad del legionario, los


síntomas suelen ser más llamativos, con tos y expectoración, sensación de falta de aire o
disnea, malestar general con cefalea, a veces diarrea, dolores torácicos al respirar, y en
formas más graves, cierto grado de alteración de la conciencia. En la mayoría de los casos
predominan síntomas no respiratorios, por ejemplo, dolor abdominal, diarrea y fiebre.
Esto hace difícil la sospecha de legionela para el médico si no es por el contexto
epidemiológico.
Estos casos suelen aparecer en brotes epidémicos, relacionados con refrigeraciones
contaminadas, residencias de ancianos, hospitales, etcétera.
La mortalidad de la neumonía por Legionella puede llegar al 25% de los casos dado que
son pacientes en su mayoría con algún trastorno respiratorio o inmunitario previo. La
infección en otros individuos sin patologías previas y una administración precoz del
antibiótico adecuado hacen disminuir notablemente estas cifras.
Tratamiento de la legionella
Para tratar la legionella se utilizan antibióticos,
habitualmente quinolonas (levofloxacina, ciprofloxacina, moxifloxacina...)
y macrólidos (azitromicina, claritromicina, eritromicina).
Hoy por hoy, los estudios científicos demuestran que los antibióticos más eficaces
son la azitromicina y el levofloxacino, dado que penetran mejor en las células donde
se halla la Legionella a nivel pulmonar.

La duración del tratamiento antibiótico suele ser de 7 a 10 días para cualquiera


de los dos. Esta duración puede ampliarse en individuos con problemas
inmunológicos o en trasplantados.

El tratamiento de la legionella debe iniciarse en cuanto se


sospeche que se padece la enfermedad, ya que si se trata
adecuadamente y desde el principio el pronóstico es excelente

Sin embargo, no hay que olvidar que esta enfermedad puede ser
mortal, sobre todo para las personas que padezcan otras enfermedades,
o aquellas que contraigan la infección mientras permanecen
hospitalizadas por una intervención quirúrgica u otras causas.
Prevensión de la legionella
Para prevenir la legionella, es preciso adoptar medidas dirigidas a evitar
todas las condiciones que favorezcan que las bacterias de la
familia Legionellaceae –responsables de la enfermedad–, puedan colonizar
un medio, se multipliquen, y se dispersen en el ambiente. Las
temperaturas apropiadas para la proliferación de estas bacterias oscilan
entre los 25 y 45 ºC, y las aguas estancadas y sucias son su medio favorito.

Por lo tanto, las principales medidas que se deben adoptar para prevenir
la infección por legionella, y que son comunes a todas las instalaciones
susceptibles de ser colonizadas por bacterias de la
familia Legionellaceae son:
•Evitar estancamientos de agua, con un diseño adecuado de las
instalaciones.
•Eliminar o reducir la suciedad, siguiendo un programa de
mantenimiento.
•Impedir la proliferación y supervivencia de la bacteria en la instalación,
mediante una desinfección continua de la misma y el control de la
temperatura.
Prevensión en casa de la legionella
Las medidas que se pueden adoptar en el hogar para prevenir la infección
por legionella son:

•En caso de emplear filtros en grifos, duchas, u otros posibles elementos


terminales de la red de distribución de agua, mantenerlos siempre muy
limpios. Además, es aconsejable purgar una vez a la semana los grifos que
apenas se utilicen.

•Los difusores de la ducha, mejor si son de gotas gruesas.

•Una vez al año, desinfectar todos los filtros o difusores. Por ejemplo, se
pueden sumergir durante 30 minutos en un litro de agua al que se le añadan
previamente diez gotas de lejía.

•Los aparatos de aire acondicionado privados instalados en un domicilio


particular no conllevan ningún riesgo de transmisión de legionella, porque en
estos dispositivos no hay un circuito cerrado de agua, por lo que no existe la
posibilidad de que la bacteria se multiplique.
IMPORTANTE – Brote de Legonella en Tucumán

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