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PERSONA JURIDICA SOCIETARIA

1) Naturaleza jurídica del acto constitutivo de la sociedad:

Si bien la exposición de motivos de la ley 19.550 fueron suficientemente claras en cuanto a que: La
sociedad ha asumido la postura suficientemente clara en torno a la naturaleza juridica del acto
constitutivo de la sociedad enrolándose categóricamente en la teoría contractual. No puede dejarse
de señalar que fue precisamente la naturaleza y características de las compañías mercantiles y, en
especial la SA, las que pusieron en tela de juicio el carácter contractual del acto constitutivo, pues las
circunstancias de no existir prestaciones reciprocas o contrapuestas, sino yuxtapuestas y orientadas
hacia un fin común; y fundamentalmente el hecho que del mero acuerdo de voluntades o de la
inscripción registral del acto constitutivo pudiera surgir un nuevo sujeto de derecho con
personalidad juridica independiente a las de sus fundadores y con vida propia en el mundo de los
negocios. Todos estos fueron los elementos que llevaron a muchos autores a considerar a la
sociedad como un producto de un acto de naturaleza compleja que presenta notorias y
reconciliables diferencias con el tradicional concepto de contrato.

Precisamente la observancia de la realidad en materia societaria llevo a muchos estudiosos a


sostener la crisis de la doctrina contractual para explicar el fenómeno del acto constitutivo de la
sociedad desde otras perspectivas, elaborándose de tal modo la doctrina del acto complejo o acto
colectivo.

Entre todas estas doctrinas la que mayor predicamento tuvo fue la teoría de la institución, nacida del
derecho público pero adaptada al negocio societario. Y la cual, a diferencia de la tesis contractual,
que pone énfasis en la soberanía de la voluntad de los integrantes de la sociedad y en el principio
mayoritario como forma de adoptar resoluciones sociales, otorgaría preminencia al interés de la
empresa por sobre el interés de los socios o accionistas y del interés cooperativo, que todos los
integrantes de la sociedad deben respetar y al cual deben subordinarse.

Nuestra legislación societaria teniendo en cuenta fundamentalmente que, la adopción de la teoría


de la institución del negocio societario condujo en otras legislaciones a la subordinación del
empresario a las directivas de los gobiernos totalitarios. Por eso se enrolo sin reservas en la teoría
contractualista para explicar el acto constitutivo de la sociedad, entendiendo que las diferencias que
pueden existir entre la sociedad con contrato de cambio con prestaciones contrapuestas de las
partes, no justifica de manera alguna el abandono de las nociones clásicas del contrato.

Recordemos que al respecto que, tratándose de sociedades dedicadas a la actividad civil, ellas
fueron tratadas por el hoy derogado código civil como un contrato y ninguna disposición de dicho
ordenamiento incluía norma alguna que ponga en discusiones su naturaleza juridica. Se trata a la
sociedad (y esto vale para cualquier tipo societario) de un contrato de organización creado por el
legislador como medio de concertar capitales para realizar una actividad de carácter económico y a
través de la cual sus otorgantes disponen de un complejo de normas estructurales y funcionales
destinadas a regular permanentemente las relaciones emergentes del negocio jurídico cooperativo
(o constitutivo), por ello la opinión predominante dentro de la doctrina nacional y extranjera es que:
el negocio jurídico por cuya virtud se crea una sociedad es un contrato plurilateral de organización,
sin embargo y no obstante, las características de los legisladores en la exposición de motivos de la
ley 19.550 (en torno al carácter contractual del acto constitutivo de la sociedad), consagra algunas
soluciones propias de una concepción institucionalista del concepto de sociedad, por ejemplo:

1. el carácter restricto de las medidas cautelares sobre el funcionamiento del ente societario (art.
114)
2. los brevísimos plazos para la promoción de acciones judiciales de nulidad contra las decisiones del
órgano de gobierno de la entidad (art. 251)

3. la norma que dispone que en determinadas sociedades (como en comandita y en comandita


simple) los socios fundadores pueden prever en el contrato constitutivo que ante el fallecimiento de
uno de los socios la sociedad continue con sus herederos, pacto este, que obliga a todos sin
necesidad de un nuevo contrato. Es evidente que en este caso el legislador ha querido proteger a la
empresa en desmedro de la clara norma del hoy derogado art. 1195 del CC (hoy ratificado por el art.
1.021 de CCC) que prohíbe como principio general extender a los terceros los efectos de un
contrato, en tanto obliga a los herederos del socio fallecido a incorporarse a una sociedad en cuya
fundación no han participado.

Ahora bien, recientemente la incorporación de a la legislación societaria de las Sociedades


Unipersonales por parte de la ley 26.994 no ha hecho perder a la sociedad su naturaleza de contrato
plurilateral de la organización, pues en ella está vigente cuando en la constitución de la sociedad
participan dos o más personas. Ahora bien, la sociedad de un solo hombre, que puede obtener su
origen en una declaración unilateral de voluntad y hasta en el acontecimiento de un hecho en los
casos de unipersonalidad sobreviniente o derivada (art. 94), constituye una excepción al principio
general que caracteriza como contractual la constitución de una sociedad, como así tampoco la
existencia en la ley de sociedades de la fusión o excepción societaria o la existencia de sociedades
del Estado, constituyendo argumentos suficientes para alterar su especial naturaleza contractual del
contrato de sociedad.

2) _Elementos específicos del contrato de sociedad:

Se encuentran previstos en la definición del art. 1 de la ley de sociedades:

“Habrá sociedad comercial cuando una o más personas en forma organizada conforme a uno de los
tipos previstos en la ley se obliguen a realizar aportes para aplicarlos a la producción o intercambio
de bienes y servicios, participando en los beneficios y soportando las pérdidas.”

Los elementos son:

A_ La organización

B_ La tipicidad

C_ Los aportes

D_ El fin societario

E_ La participación en los beneficios y el soporte de pérdidas

*Debiendo recordarse que antes de la ley 26.994 era también un elemento específico la pluralidad
de socios, que era una de las características más importantes del contrato de sociedad; pero ello
aconteció hasta la admisión de las sociedades unipersonales. Y si bien actualmente la ley de
sociedades ha limitado la actuación y constitución de las sociedades unipersonales a numerosas
restricciones, lo cierto es que, mal podemos afirmar que hoy la pluralidad de socios constituye un
requisito en el contrato de sociedad.

La incorporación de las sociedades de un solo hombre fue un anhelo por parte de la doctrina
nacional, justificado en que el fin perseguido era brindar a los empresarios y comerciantes de un
instrumento ágil, sencillo y flexible para poder limitar su responsabilidad en el tráfico y favorecer el
desarrollo de las pymes, alentando las inversiones. Pero a esto, calificada doctrina sostuvo una
posición contraria a dicha admisión, no solo por cuestiones conceptuales, toda vez que hablar de
sociedades unipersonales, es como referirse al condominio de una sola persona sobre un mismo
bien, o la sociedad conyugal integrada por una persona soltera. Pero además de ello, no es cierto ni
admisible jurídicamente que las sociedades unipersonales constituyan una manera licita de
fraccionamiento del patrimonio de una persona física o juridica, porque nuestro ordenamiento
jurídico-civil nunca lo permitió ni lo hace tampoco el CCC: al ratificar en el art. 743 (que los bienes
presentes y futuros del deudor constituyen la garantía común de sus acreedores), lo cual constituye
la mejor definición de lo que se conoce como el principio de la universalidad del patrimonio de una
persona, que no permite su fraccionamiento, al respecto el art. siguiente, el 744 menciona los bienes
excluidos de la garantía común, pero en ningún momento hace referencia a la constitución de la
Sociedad unipersonal, y es obvio que este principio de derecho de indudable orden público y de base
fundamental de todas las relaciones patrimoniales no puede ser alterado por el engaño de permitir
la constitución de una sociedad unipersonal.

B) Tipicidad:

El art. 1 de la ley de sociedades ha insistido en el concepto de tipicidad, en virtud del cual los
contribuyentes no pueden apartarse de los tipos creados por el legislador si pretenden tener una
sociedad regularmente constituida. Se ha entendido en defensa de la tipicidad, que le brinda
seguridad al tráfico mercantil: pues los terceros saben cuándo contratan con una determinada
sociedad comercial, cual es el alcance de la responsabilidad de sus socios, quien se encuentra
facultado para representarlas y cuáles son las pautas de funcionamiento interno. En consecuencia,
con tal exigencia que compromete el orden público, el art. 17 de la ley de sociedades somete a las
sociedades que no reviertan los requisitos esenciales tipificantes o que contengan elementos
incompatibles con el tipo legal al régimen de sociedades no regulares, sociedades libres de
formación o residuales (está del art. 21 al 26).

A_ Organización:

El concepto de organización al que se refiere el art. 1 carece de claridad, se ha intentado explicarlo


en la existencia de la idea económica de empresa, que subyace en el concepto de sociedad
comercial. Calificada doctrina ha dicho que: la mención de organización en la definición de contrato
de sociedad nada agrega, pues parece muy difícil que se encuentre el supuesto de inexistencia de
empresa mercantil cuando es un elemento específico del contrato de sociedad comercial, por
expresa disposición del art. primero, osea la realización por el ente de una actividad mercantil de
producción o intercambio de bienes y servicios.

C_ Aportes:

_La realización de los aportes constituye un requisito de la existencia misma del contrato de
sociedad, de tal modo que sin aportes no puede haber socios, y, por ende, tampoco sociedad, pues
esta es onerosa por naturaleza.

_El aporte es la contribución de cada socio al fondo común que debe constituirse para el desarrollo
del objeto social y el conjunto de aportes en dinero o en especie estimados en una cifra
determinada, esto forma el capital social de la compañía.

_Los aportes pueden transferirse a la sociedad en propiedad o en uso y goce, según se convenga.
Asimismo, pueden consistir en dinero, créditos a cargo de terceros, cosas muebles e inmuebles,
mercaderías, patentes de invención, marcas, fabricas, comercios, fondos de comercio, trabajos
personales e incluso bienes sometidos a gravámenes. Pero, no todas esas aportaciones pueden ser
aportadas a cualquier tipo social, pues tratándose de sociedades en las cual los socios limitan su
responsabilidad al aporte y los terceros no cuentan con la posibilidad de agredir el patrimonio de los
socios por las obligaciones sociales, los aportes solo pueden consistir en dinero o en prestaciones de
dar bienes susceptibles de ejecución forzada.

_La formación del capital social a través de los aportes no adquiere relevancia únicamente por
permitir y facilitar la gestión económica, sino por otras razones no menos importantes: la de
establecer la participación de cada socio en las ganancias y en las pérdidas, y para determinar las
mayorías en las deliberaciones sociales.

_Bienes aportables art. 38: los aportes pueden consistir en obligaciones de dar - hacer, salvo para los
tipos de sociedad en los que se exigen obligaciones de dar. El aporte se define como la obligación de
dar o hacer algo, ahora el cumplimiento de tal promesa se llama integración.

_Mora del aporte art. 37: El socio que no cumpla con el aporte en las condiciones convenidas incurre
en mora por el mero vencimiento del plazo y debe resarcir daños e intereses. Si no tuviera plazo
fijado, el aporte es exigible desde la inscripción de la sociedad, la sociedad podrá excluirlo sin
perjuicio de la reclamación del afectado o exigirles el efectivo cumplimiento del aporte.

En las sociedades por acciones, no opera la exclusión (art. 193): los títulos en mora pueden
enajenarse en el mercado, continuando el accionista en su calidad de tal por las acciones integradas.

_Determinación del aporte art. 39: En las SRL y las de accionistas, el aporte debe de ser de bienes
determinados susceptibles de ejecución forzosa. Los aportes pueden hacerse en propiedad o en uso
y goce, pero por los mismos fundamentos, el aporte de uso y goce solo está autorizado en las
sociedades de interés.

En cuanto a cómo se hace, el legislador remite a los requisitos previstos por los respectivos
ordenamientos legales que rigen; si se trata, por ejemplo, de aportes de bienes registrables, la ley
admite la inscripción provisoria a nombre de la sociedad en formación. Esta inscripción preventiva
tuvo una doble finalidad: por un lado, para evitar la sustracción del bien por parte de los acreedores
del socio y por el otro lado, para preservar a los terceros que contratan con la sociedad en
formación.

_Valuación de los aportes en especies art. 51: los artículos en especie se valúan en la forma
prevenida en el contrato o, en su defecto, según los precios de plaza o por uno o más peritos que
designa el juez de la inscripción.

En las SRL y en comandita simple, para los aportes de los socios comanditados, se indicarán en el
contrato los antecedentes que justifiquen la valuación. En caso de insolvencia o quiebra de la
sociedad, los acreedores pueden impugnarla en un plazo de 5 años de realización del aporte, la
impugnación no procederá si la valuación se hizo judicialmente.

En tutela del interés de terceros y de los propios socios, se precisa sobre la forma de valuación de los
aportes en especies; en razón de tal fundamento la forma es menos estricta con respecto a los
socios con responsabilidad ilimitada.

_Valuación de las sociedades por acciones art. 53: En las sociedades por acciones la valuación debe
ser aprobada por la autoridad de control. Y se hará 1) por el valor de plaza cuando fueran bienes de
valor corriente. 2) Por la valuación pericial cuando a juicio de la autoridad de controlador no pueda
ser reemplazada por informes de las reparticiones estatales o bancos oficiales.
La ley admite la procedencia del aporte por un valor inferior, ya que ello no afecta el principio de
intangibilidad; no sucede lo mismo con la sobrevaluación de tales bienes, en cuyo caso se exige la
integración de la diferencia. El aportante afectado tiene derecho a solicitar la reducción del aporte al
valor resultante, siempre que los socios que representan el 75% acepten la reducción.

_Aporte de derechos, bienes intangibles art. 40: Los aportes de derechos deben estar debidamente
instrumentados, están referidos a bienes susceptibles a bienes de ejecución forzada y no ser
litigiosos.

_Aportes de créditos, art. 41: La sociedad es cesionaria por la sola constancia en el contrato social, el
aportante responde por la existencia y legitimidad del crédito, el cual, si no puede ser realizado a su
vencimiento, convierte la obligación del socio a aportar una suma de dinero equivalente, el que
deberá efectuarse en un plazo no mayor a 30 días.

_Aportes de títulos mobiliarios art. 42: La ley hace una distinción entre los títulos con cotización y los
que no fueran cotizables. Para los primeros, prevé que podrán ser aportados hasta el valor de la
cotización; para los segundos, establece que se valuarán según el procedimiento establecido para los
bienes no dinerarios especificados en el art. 51.

_Aportes de fondo de comercio, art. 44: La ley dispone que el socio aportante deberá previamente
efectuar un inventario y valuación de los bienes que integran y cumplir con las normas de publicidad
y oposición previstas por la ley 11.867.

_Aportes de bienes gravados, art. 43: solo pueden ser aportados por su valor con deducción de
gravamen, el cual debe ser especificado por el aportante, y la sociedad se hará cargo del gravamen
cualquiera fuere.

*Garantía de evicción y vicios reivinditorios del bien aportado, art. 46 y 47: la garantía de evicción es
la garantía que el vendedor a título oneroso de un bien determinado está obligado a garantizar a su
adquirente el uso y goce pacifico del mismo, libre de toda reclamación legitima de terceros que
pudieran efectuarle. La evicción autoriza la exclusión del socio (sin perjuicio) de su responsabilidad
por daños y perjuicios ocasionados, si no es excluido deberá el valor del bien y la indemnización de
los daños ocasionados; el socio responsable de dicción podrá evitar la exclusión si reemplaza el bien,
por supuesto cuando fuera susceptible por otro de igual especie y calidad, sin perjuicio por supuesto
de su obligación de indemnizar.

En materia de vicios reivinditorios la ley no contiene solución particular, coincidiendo la doctrina en


la aplicación de los mismos principios que gobierna la garantía de evicción.

Capital social y patrimonio social:

Ambos son conceptos que en el derecho societario no pueden ser materia de confusión. El capital
social está constituido por el conjunto de aportes de los socios, integrada en el acto constitutivo o en
oportunidad de su incremento; actos todos estos que están sometidos a estrictas formalidades
legales. Es decir que el capital de la sociedad es el principio fijo e invariable, salvo por supuesto, por
las modificaciones dispuestas por los socios en virtud de resoluciones societarias de aumento o
reducción de capital.

El patrimonio social en cambio, representa el conjunto de todos los bienes y de las deudas de toda la
sociedad, es esencialmente mutable, a tenor por supuesto, de las contingencias de los negocios
sociales. Por ello, se lo califica como una existencia de hecho, importa una noción empírica. El capital
social es a diferencia de ello una cifra que siempre debe estar en la sociedad, pues sirve de
instrumento de garantía para los acreedores por la exoneración de la responsabilidad que gozan los
patrimonios sociales de cada uno de los socios, en especial, en aquellas sociedades donde la
responsabilidad de los socios se limita a la integración de sus correspondientes participaciones.

Ello explica que, los derechos que el legislador le ha otorgado a los terceros, en el caso que la
sociedad resuelva reducir voluntariamente su capital (¿cómo?: en el art. 213 y 204).

Entonces el capital social es una cifra representativa de la suma del valor de los aportes en especie y
en dinero efectuado por todos los socios para complementar con el objeto social; figura, por lo
tanto, en el contrato constitutivo debiendo inscribirse con él, permanece invariable a lo largo de la
gestión social, solo puede ser alterado en los casos y, con los requisitos impuestos por la ley (art. 191
al 206). Por eso el capital social es un número que tiene un significado jurídico y contable, pero no
tiene un correlato económico: puede haberse perdido todos los bienes de la sociedad, pero, sin
embargo, el capital permanece inmutable.

_Prestaciones accesorias, art. 50:

Puede pactarse que los socios efectúen prestaciones accesorias: Estas no integran el capital social.
Tienen que resultar del contrato. Deben diferenciarse de los aportes. No pueden ser en dinero. Solo
pueden modificarse de acuerdo a lo convenido. Se establece la posibilidad de que los socios
efectúen otros tipos de prestaciones distintas del aporte, razón por la cual no integran el capital: por
ejemplo, la prestación de servicios personales, asistencia médica, usufructo de bienes de uso,
materias primas; estas constituyen prestaciones accesorias, que pueden ser la simple colaboración
del socio al mejor cumplimiento del objeto social hasta ser el eje central de la explotación.

D) El fin societario (la producción o intercambio de bienes y servicios):

La definición del art. 1 impone que la sociedad comercial deba dedicarse a la producción o
intercambio de bienes y servicios, lo cual constituye el fin societario. Ello impone concluir que la
sociedad debe tener vocación de ser titular de una empresa mercantil. La necesidad de que la
sociedad tenga por finalidad a la producción e intercambio de bienes y servicios descarta de nuestro
ordenamiento a las sociedades constituidas para ser titulares exclusivamente de bienes inmuebles o
de bienes registrales, pero sin administración o actividad comercial sobre ellos. Así también como a
las sociedades construidas para ser vendidas; así lo ha resuelto la jurisprudencia de nuestros
tribunales comerciales.

E) Participación en los resultados y causa del contrato de sociedad:

Si partimos de la idea de que el objeto o elemento causal del contrato de sociedad, cualquiera fuera
el tipo adoptado, no es otro que el de repartir entre los socios las ganancias que pudieran resultar de
la explotación del objeto social.

La participación en la distribución de las utilidades es uno de los derechos más importantes que
confiere el estado de socio; la ley de sociedades comerciales es categórica sobre esta cuestión: el art.
1 establece como uno de los elementos necesarios del contrato social la participación en las
utilidades o, como contrapartida, la suportación de las pérdidas. Y, el art. 13 fulmina con la nulidad
las estipulaciones de cláusula mediante las cuales se excluya a alguno o algunos de los socios de los
beneficios de la sociedad. También el art. 11 inc. 7, ordena que en el instrumento constitutivo de la
sociedad se establezcan las reglas para la distribución de utilidades y el soporte de pérdidas; en caso
del silencio, será en proporción a los aportes. Si se prevé solo la forma de distribuir las utilidades, se
aplicará para soportar las pérdidas.

Sin embargo, el derecho del socio a la distribución de utilidades no es absoluto ni puede ser ejercido
en cualquier tiempo, el respecto al sistema operativo de la sociedad que es obligación que pesa
sobre cualquier otro derecho, obliga a estos a ejercerlos en la forma que el ordenamiento societario
impone. La primera cuestión se centra en la oportunidad en la cual el socio pueda ejercer su derecho
al reparto de las utilidades, el derecho de socio a reclamar el reparto periódico de utilidades se
subordina a la existencia de ganancias al ejercicio que se trate.

Esto ha sido consagrado por la actual ley de sociedades, varias son las normas que justifican esta
conclusión (que se tienen que repartir beneficios en función de las utilidades):
1- en el art. 68, aplicable a todas las sociedades comerciales (en concordancia con el art. 224 de la
ley para SA) determina que los dividendos no pueden ser aprobados ni distribuidos a los socios, sino
por ganancias realizadas y liquidas, resultantes de un balance confeccionado de acuerdo con la ley,
el estatuto y aprobado por el órgano social competente.
2- Por otra parte, y pese a la omisión del art. 11 de la ley de sociedades, no caben dudas sobre la
fecha de cierre del ejercicio que es requisito de todo contrato sociedad. En el art. 10 inc. 10, ratifica
esta conclusión: la importancia de ello radica en que la obligatoriedad debe establecer en el estatuto
el cierre del ejercicio. El cierre del ejercicio determina la necesaria consideración de los accionistas
de los resultados del mismo.
3- En tal sentido, el art. 234 de la ley establece la necesidad de la convocatoria por parte del
directorio de la sociedad de una asamblea de accionistas para considerar el balance general, el
estado de resultados, la distribución de las ganancias, etc. Esta convocatoria que debe ser efectuada
dentro de los 4 meses del cierre del ejercicio.
4- la necesaria explicación por parte de los administradores de declarar en el memorial sobre las
razones que determinan la constitución de reservas y la distribución de ganancias en otras formas
que en efectivo (art. 66 inc. 3 y 4).
5- Finalmente, el art. 236 establece el derecho de los accionistas de solicitar la convocatoria de
asamblea en forma judicial cuando el directorio o la sindicatura omite hacerlo.

Todas estas normas son aplicables a la totalidad de los tipos societarios, aun cuando algunas de ellas
están previstas a la normativa dedicada a las sociedades por acciones. Serían:

A_ Los socios tienen derecho de exigir la convocatoria de reunión de socios o asamblea de


accionistas para considerar los estados contables, de los cuales surgirán los resultados del ejercicio y,
en el caso positivo, deliberar y resolver la distribución de ganancias.

B_ De existir ganancias liquidas las mismas tienen por destino final su distribución entre los socios,
salvo que por razones concretas y fundadas se resuelva otorgables a otro destino.

_El carácter irrevocable del dividendo aprobado: Mientras que el derecho a las utilidades es de
carácter inalienable y se encuentre en la misma esencia de la voluntad de constituir una empresa, el
derecho a la percepción de los dividendos solo puede ser ejercido por el socio cuando se presentan
los requisitos previstos por el ordenamiento societario en forma expresa: 1- que se haya
confeccionado un balance regular ajustado a los parámetros legales. 2- que de ese balance surja la
existencia de utilidades. 3- que por decisión de los socios se decida distribuirlas, en todo o en parte
(art. 68, 234 y siguientes de la ley de sociedades)

Ahora solo entonces cuando el órgano competente de la sociedad haya aprobado la distribución de
utilidades entre los integrantes de la sociedad nace el derecho del socio a la percepción del
dividendo, cuya entrega puede exigirse judicialmente, incluso por intereses por mora. Es decir que,
antes de su aprobación, las ganancias del ejercicio pertenecen a la sociedad, aunque su destino
natural es el reparto entre los socios en dinero en efectivo; pero una vez aprobadas, la distribución
de los dividendos: ellos ingresan automáticamente al patrimonio del socio o el accionista, y el ente
pierde todo derecho sobre esas sumas, aunque perdidas posteriores hicieran recomendable revocar
tal decisión.

_Límite a la percepción de los dividendos (el autofinanciamiento): el derecho de los socios periódico
a las utilidades y el carácter irrevocable de los mismos una vez aprobada su distribución, no autoriza
a sostener que aquellos gocen del derecho de exigir a la sociedad el reparto total de las ganancias
del ejercicio, pues de lo contrario, se negaría la posibilidad de la sociedad a que se procure
autofinanciamiento mediante la constitución de reservas destinada a afrontar gastos o a realizar
inversiones en procura del mejor desarrollo del objeto social.

Pero la cuestión debe ser aclarada pues, la posibilidad de la sociedad de constituir


autofinanciamiento no puede ir en desmedro de un sacrificio ilimitado de los socios, sino que ambos
derechos deben completarse para que el ente pueda desarrollar su objeto social y el socio obtenga
su dividendo. Estrictamente la sociedad para lograr el autofinanciamiento cuenta con dos caminos:
1- mediante el procedimiento de aumento de capital social con efectiva suscripción e integración de
los socios; o 2- mediante la constitución de reservas a través de la constitución de reservas libres o
facultativas. En ambos casos el legislador ha sido muy cuidadoso en la reglamentación de ambos
procedimientos, pues partiendo de la idea de autofinanciamiento, evitando el endeudamiento
externo, ha establecido mediante normas muy concretas los derechos de los accionistas.

Cuando la ley de sociedades contempla el aumento de capital social en la SA, confiere a los
accionistas el derecho de suscripción preferente, frente a las decisiones asamblearias que deciden
ese incremento (art. 194 ley 19.550), a fin de evitar que aquellos pierdan su proporción de capital
accionario y con ello la posibilidad de ejercer ciertos derechos, autorizando a los accionistas
decidentes el derecho de receso, cuando ese aumento supere el quíntuple del capital autorizado en
el estatuto (art. 245).

Si el aumento de capital se lleve a cabo a través de un procedimiento que no implique el efectivo


desembolso por parte de los socios, el art. 189 de la ley prescribe que deberá respetarse la
proporción de cada uno de ellos: “debe respetarse la proporción de cada accionista en la
capitalización de reservas y otros fondos esenciales inscriptos en el balance, en el pago de
dividendos con acciones y en procedimientos similares por los que deben entregarse acciones
integradas.”

El otro procedimiento es la constitución de reservas facultativas a través de una decisión


asamblearia que decida la no distribución de las utilidades entre los socios, a fin de afectar las
mismas a un destino expreso y determinado que debe ser efectivamente cumplido por los
administradores (art. 233). Para constitución de reservas que no sean las legales se establecen
importantes requisitos: 1- que las mismas sean razonables y respondan a una prudente
administración. 2- que el directorio aplique en el memorial las razones por las cuales se proponen la
constitución de reservas explicando clara y circunstancialmente las razones. 3- que se obtengan las
mayorías especiales previstas por el art. 244, cuando su monto exceda el capital social y las reservas
legales. 4-Reducción proporcional de las remuneraciones de los administradores, en la medida de la
constitución de las reservas, esto implica la no distribución de dividendos a los socios (art. 261, inc.
3).
Se tiende a evitar que la decisión mayoritaria de los socios que decidan constituir las reservas resulte
arbitraria o contraria a los fines societarios (art. 54), de lo contrario el socio cuenta con el derecho de
impugnar esa decisión en los términos del art. 251, sin perjuicio de las posteriores actuaciones de
responsabilidad que puedan ejercer contra los directores y cíclicos y fundadas en el incumplimiento
del destino de esas reservas (art. 274)

_Pago de dividendos en acciones: en cuanto al mal llamado pago de dividendos en acciones, esa
expresión encierra un verdadero contrasentido, en la medida que el dividendo debe ser por propia
definición abonado en efectivo. El dividendo jamás puede ser pagado en acciones, pues la sociedad
no puede emitirlas libremente, si las mismas no están precedidas de un aumento de capital que lo
justifique.

_Dividendos ficticios: La ley de sociedades en el art. 68 y 224, establecen que los dividendos no
pueden ser aprobados ni distribuidos entre los socios, sino por ganancias realizadas y liquidas,
resultantes de un balance confeccionado. Por lo tanto, se prohíbe la distribución de dividendos
ficticios, que son los llamados así por no corresponder a beneficios obtenidos por la sociedad, y su
sanción se justifica por afectar la intangibilidad del capital, pues mediante este reparto, se retribuye
a los socios el capital social sin respetarse los compromisos contraídos frente a terceros. El dividendo
ficticio puede ser el resultado de la falta de balance e inventario o por inexactitud de estos.

Las cantidades así distribuidas deben ser restituidas a la sociedad, sin perjuicio de la responsabilidad
de los administradores, no obstante a ello, hay excepciones al principio general en materia de
distribución de utilidades, autorizando su reparto anticipado, pero en las sociedades comprendidas
por el art. 299.

_Affectio societatis: Es la voluntad de cada socio de adecuar su conducta y sus intereses personales,
egoístas y no coincidentes a las necesidades de la sociedad. Sería la disposición anímica de
colaboración en todo lo que haga al objeto de la sociedad, vinculada a la existencia de una voluntad
común de los socios para la consecución del fin social y la constitución por una disposición anímica
activa de colaboración en todo lo que haga al objeto de la sociedad.

Debe identificar el affectio societatis al estado permanente de concordia entre los socios, pues se ha
esgrimido reiteradamente que el estado de conflicto entre los socios configura una causal de
disolución de la sociedad. Hay que rechazar toda identificación entre el referido elemento y la
amistad y la cordialidad; pues en la medida que el affectio societatis impone al socio una serie de
conductas como el ánimo de colaboración y la lealtad hacia los fines societarios. Ello supone
frecuentes y necesarios cambios de opinión y discrepancias lógicas en toda comunidad de intereses,
que no puede conducir fatalmente a la disolución de la sociedad.

En otras palabras, si bien el affectio societatis es un elemento característico del contrato social, su
inexistencia no puede ser en principio causal de disolución parcial del referido contrato, ni esgrimirlo
por ninguno de los socios para negarse a cumplir alguna de sus obligaciones sociales.

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