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La mama es una glándula par que está situada en la cara anterior del tórax entre la segunda y sexta
costilla, entre el borde del esternón y la línea axilar media. El tejido mamario se extiende hacia la
axila conformando la cola axilar de la mama. El contorno de la mama varía tendiendo a ser más
cónica en la mujer nulípara y más péndula en la multípara.
Debemos tener en cuenta que el tamaño y la consistencia de la mama son muy variados. Además de
presentar características individuales, estos se pueden modificar por los cambios hormonales del
ciclo menstrual, por el uso de anticonceptivos hormonales, por la terapia de reemplazo hormonal de
la menopausia, por el embarazo y por cambios importantes en el peso corporal.
La glándula mamaria está compuesta de piel, tejido adiposo subcutáneo, parénquima mamario
propiamente tal y tejido conectivo o estroma.
El tejido adiposo o grasa también se dispone entre el parénquima mamario al igual que el tejido
conectivo, contando ambos con vasos sanguíneos, linfáticos y nervios. La unidad funcional de la
mama está conformada por un lobulillo mamario y un conducto, como se muestra en el esquema y
se denomina unidad terminal ducto-lobulillar.
Los conductos se unen entre sí y convergen hacia el pezón formando aproximadamente 10
conductos principales que se abren en el pezón, por donde fluye la leche en el período de lactancia.
La aréola se ubica en el centro de la mama, tiene forma circular, su piel es pigmentada y en el centro
se encuentra una prominencia que corresponde al pezón, que contiene fibras musculares que al
contraerse colaboran con la lactancia. El tamaño de la aréola presenta importantes variaciones
individuales.
La mama está envuelta por la fascia pectoral superficial y entre el músculo pectoral mayor,
ubicándose en la fascia pectoral profunda. Ambas fascias están conectadas entre sí por bandas
fibrosas que constituyen el ligamento suspensorio de Cooper, que representa un medio natural de
sostén de la glándula.
Drenaje linfático
Cerca de un 75% de la linfa proveniente de las mamas viaja a los ganglios linfáticos de la axila del
mismo lado. El 25% restante viaja a los nódulos paraesternales, a la mama del lado opuesto y
finalmente hasta los ganglios linfáticos abdominales.
Este drenaje tiene particular importancia en el cáncer de mama, ya que las células tumorales
malignas, al desprenderse del tejido mamario, pueden infiltrar los ganglios linfáticos de la axila
principalmente y también los de la cadena mamaria interna.
La mayoría de las masas o protuberancias en la mama son benignas (no cancerosas). Los tumores
benignos de la mama son crecimientos anormales, pero no se propagan fuera de la mama y no
ponen en riesgo la vida.
Debemos tener en cuenta que la causa más frecuente de estas masas es causada por cambios
fibroquísticos o por condición fibroquística.
Sus síntomas son dolor y congestión mamaria premenstrual, nódulos de contenido líquido que se
denominan quistes y nódulos o áreas sólidas de consistencia aumentada que corresponde a la
fibrosis, que es la formación de tejido cicatricial debido a un exceso de tejido conectivo. Además,
puede que se sientan protuberancias en las mamas y en ocasiones pueden presentar una secreción
clara y escasa por el pezón.
Los fibroadenomas o los papilomas son otro tipo de tumores benignos de la mama bastante
comunes, sobre todo en la mujer joven. Los fibroadenomas pueden ser únicos o múltiple, son
consistencia ¨gomosa¨, bien delimitados, muy móviles, sin alteraciones en la piel y generalmente
indoloros.
Los papilomas tienden a ubicarse en la región central de la mama, retroareolar y uno de los síntomas
característicos es la descarga unilateral, espontánea ya sea serosa (agua de roca) o hemática. Cuando
esta descarga es en forma espontánea podría corresponder a un papiloma intraductal.
La inflamación de la mama se denomina mastitis. Estas pueden ser agudas o crónicas. Las más
frecuentes son las agudas. Dentro de este grupo se incluye la mastitis aguda puerperal que se
produce por infección bacteriana de la mama durante la lactancia. También existe la mastitis aguda
no puerperal que se presenta en mujeres que no están en lactancia, generalmente mayores de 40 o
50 años, secundarias a cuadros de ectasia ductal o ectasia de conductos.
La mastitis aguda no puerperal es una inflamación crónica de los conductos galactóforos que se
asocia al antecedente de lactancias numerosas y/o prolongadas. Se caracteriza por una descarga por
ambos pezones, de color amarillo verdosa o café, más bien espesa. Además, se acompaña de
dilatación de los conductos, los que acumulan la secreción antes mencionada, constituyendo un
factor predisponente a la mastitis aguda no puerperal.
Además de las patologías mencionadas existen otras afecciones benignas, entre las que encontramos
el pezón invertido o umbilicado, afecciones congénitas como la polimastia o mama supernumeraria,
principalmente de ubicación axilar.
Cáncer de mama
El cáncer de mama es una enfermedad muy grave, pero durante los últimos años su pronóstico ha
mejorado gracias al diagnóstico oportuno y al tratamiento multidisciplinario de los profesionales de
la salud.
Antes de hablar del cáncer de mama es importante entender qué es el cáncer. Según el National
Cancer Institute, esta enfermedad surge cuando las células se replican invadiendo tejidos cercanos y
afectando el correcto funcionamiento del organismo. Existen casos en que las células cancerosas se
desprenden del tumor y se propagan a otras partes del cuerpo, a través de la sangre o del sistema
linfático, estableciéndose en una región nueva y formando nuevos tumores, lo que recibe el nombre
de metástasis. Incluso, hay ocasiones en que el cáncer regresa después del tratamiento en una
persona que parecía haber superado la enfermedad. Esto se conoce como recurrencia.
Aunque existen muchos tipos de cáncer, todos tienen en común un crecimiento incontrolable de las
células.
El cáncer de mama es un tumor maligno (canceroso) que se origina en las células de la mama, que
puede presentarse en los conductos o lobulillos. Si bien esta enfermedad ocurre principalmente en
las mujeres, los hombres también pueden llegar a desarrollarla.
El cáncer de mama es considerado un problema de salud pública a nivel mundial, siendo reconocido
por la Organización Mundial de la Salud desde el año 2005. Incluso, es considerado como el cáncer
que más frecuentemente afecta a las mujeres en el mundo.
En nuestro país, de acuerdo a los datos del MINSAL y el último reporte de GLOBOCAN (2018), se
estima una tasa de incidencia ajustada de cáncer de mama de 40,9 pacientes por 100.000 habitantes,
lo que se traduce en cerca de 5.400 nuevos casos al año. Del total de pacientes con cáncer de mama,
cerca de 1.700 fallecen por esta causa anualmente, estimando una tasa de mortalidad de 11,1 por
100.000 habitantes.
Existen diversos tipos de cáncer de mama, algunos son más frecuentes que otros. A grandes rasgos,
los cánceres de mama tienen su origen en el conducto (ductal) o en el lobulillo (lobulillar), siendo el
más frecuente el tipo ductal.
El síntoma principal del cáncer de mama es la presencia de un tumor o masa palpable. Sin embargo,
lo ideal es detectarlo antes de esto, mediante la utilización de la mamografía periódica en mujeres
sanas.
Se trata de un tumor de consistencia dura, a veces pétrea, diferente a la consistencia de la mama. Sus
límites son poco precisos, irregulares, habitualmente indoloros (no siempre), que se pueden
acompañar de retracción de la piel que lo cubre o del pezón.
Cuando el cáncer es más avanzado aparecen signos como edema (piel de naranja), eritema (piel de
color rojo), ulceración, nódulos cutáneos de color rojo que son satélites al tumor principal. En
algunos casos avanzados el tumor se puede adherir al plano muscular profundo. Otro signo de mayor
avance de la enfermedad es la presencia de adenopatías axilares ipsilaterales (del mismo lado del
tumor), que se palpan como nódulos duros libres o adheridos entre sí.
Un tipo especial y afortunadamente infrecuente es el cáncer de mama inflamatorio, que se presenta
como eritema y edema difuso, el cual compromete toda la mama con o sin tumor palpable y que,
eventualmente, se puede confundir con una mastitis aguda.
Aunque todas las mujeres están en riesgo de padecer cáncer de mama, existen una serie de factores
que pueden aumentar las probabilidades de que una mujer desarrolle la enfermedad.
Uno de los principales factores es el sexo, ya que por el solo hecho de ser mujer aumenta la
probabilidad de padecer cáncer de mama, siendo cien veces más frecuente que en el caso de los
hombres. Otro factor importante es la edad, ya que a medida que se envejece las probabilidades de
desarrollar cáncer de mama aumentan. Alrededor de dos de cada tres mujeres con cáncer invasivo
de mama tienen 55 años o más al momento del diagnóstico.
Se ha observado que existe una mayor incidencia de cáncer de mama en mujeres que tienen mayor
densidad del parénquima mamario comprobado por mamografía. El aumento del riesgo ocurre tanto
en mujeres premenopáusicas como en las posmenopáusicas. En comparación con mujeres que
presentan radiológicamente un parénquima glandular poco denso, un aumento de la densidad
superior o igual al 75% se asocia, aproximadamente, con un riesgo cinco veces mayor.
Se estima que aquellas mujeres que comenzaron a menstruar antes de los 11 o 12 años, o que
llegaron a la menopausia después de los 55 años, tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de
mama. Esto se debe a que las células mamarias están expuestas al estrógeno y a la progesterona
durante un tiempo más prolongado. Estas hormonas femeninas controlan el desarrollo de las
características sexuales secundarias y del embarazo, pero su producción se reduce con la edad, con
una pronunciada disminución cerca del período de la menopausia.
Las mujeres que no han tenido hijos o aquellas que tuvieron su primer hijo después de los 30 años
tienen un riesgo ligeramente mayor de tener de cáncer de mama. Por otro lado, el haber tenido más
de un embarazo a una edad joven reduce el riesgo. El embarazo reduce el número total de ciclos
menstruales en la vida de una mujer, lo cual puede que sea una razón de este efecto.
Algunos estudios sugieren que los anticonceptivos orales aumentan levemente el riesgo de padecer
cáncer de mama, mientras que otros no han mostrado relación entre su uso y el desarrollo de este
tipo de cáncer. Este tema aún es objeto de investigación.
Evitar la lactancia
Algunos estudios indican que amamantar reduce ligeramente el riesgo de cáncer de mama,
especialmente si el periodo de lactancia es de 1½ a 2 años. La razón pudiera ser que la lactancia, al
igual que el embarazo, disminuye el número total de períodos menstruales y, por lo tanto, de
exposición hormonal.
Alcohol
Sobrepeso u obesidad
La relación entre la obesidad y el riesgo de cáncer de mama se debe, en parte, a la función de los
adipocitos, células que contribuyen a elevar la concentración de las hormonas circulantes y otros
factores. Los niveles de estrógenos de las mujeres también varían según su estado menopaúsico, así
que el efecto de la obesidad sobre el riesgo de cáncer de mama puede depender del estado
menopáusico de cada mujer; las mujeres posmenopáusicas se ven más afectadas que las
premenopáusicas. Algunos expertos indican que podrían evitarse hasta el 20% de los casos de cáncer
de mama si se aumentara la actividad física y se evitara subir de peso.
Falta de ejercicio
El ejercicio regular parece tener un efecto protector contra el cáncer de mama. Los estudios revelan
que es posible alcanzar una reducción promedio del riesgo del 25% al 40% entre las mujeres que se
mantienen físicamente activas por comparación con las menos activas.
Es importante tener en cuenta que existen una serie de factores, relacionados con el estilo de vida,
que pueden influir negativamente en las mujeres, sobre todo en las posmenopáusicas. Estos son el
aumento de peso, las dietas ricas en grasas y el consumo excesivo de alcohol. Sin embargo, no
parecen influir en la aparición del cáncer en mujeres con antecedentes familiares (cáncer de mama
hereditario) o con mutaciones genéticas.
Dieta
Existen antecedentes que demuestran que mantener una dieta baja en grasas durante años reduce
los niveles de estrógeno en mujeres posmenopáusicas, además de disminuir la densidad del tejido
mamario en las mamografías.
Si bien no existe forma segura de prevenir el cáncer de mama, las mujeres pueden tomar una serie
de medidas que podrían reducir el riesgo de padecerlo. Incluso, en el caso de que aparezca, estas
acciones podrían favorecer las probabilidades de detectarlo en sus etapas iniciales, es decir, cuando
es más tratable.
Las pruebas y exámenes de detección tienen el propósito de encontrar una enfermedad, como el
cáncer, en las personas que no tienen ningún síntoma. Mientras más temprano se detecte el cáncer
de mama, mejores son las probabilidades de que el tratamiento tenga éxito.
A partir de los 40 años, las mujeres deben someterse anualmente a un examen de la mama, el cual
debe ser realizado por un profesional de la salud (matrón/a o médico). Si la mujer tiene
antecedentes de cáncer de mama en la familia debe empezar 10 años antes de la edad de afectación
de su familiar.
Autoexamen de la mama
En las mujeres que ya han tenido su menopausia se recomienda realizarlo una vez al mes y fijar una
fecha para ello, por ejemplo, el primer día del mes. El autoexamen mamario debe enseñarse y
practicarse cuidadosamente.
Es importante destacar que, el estudio por imágenes de un nódulo palpable no difiere mayormente
del nódulo asintomático, lo ideal es su diagnóstico precoz, ya que si su tamaño es inferior a 10 mm y
se trata de un carcinoma invasivo, la sobrevida supera el 93% a los 10 años.
Existe controversia respecto a la edad de inicio del tamizaje y el tiempo en que debe efectuarse. El
colegio americano de radiólogos sugiere que se realice desde los 40 años, hasta que la salud de la
mujer lo permita y el MINSAL (2015), sugiere desde los 50 hasta los 69 años. En casos de mujeres con
factores de riesgo o antecedentes, el control y tamizaje puede hacerse antes de los 40 años.
Es importante destacar que, cifras en Chile reportan que el 30% del total de carcinomas
diagnosticados corresponden a lesiones no palpables, siendo en este grupo el 57% de las pacientes
menores a 50 años.
Para el estudio de nódulos mamarios por imágenes están: la mamografía, recomendada a partir de
los 40-50 años, la ecografía o ultrasonido antes de los 40 años, la cual también puede ser utilizada
como complemento de la mamografía y la resonancia magnética que se utiliza habitualmente luego
de haber realizado biopsias percutáneas y en pacientes con implantes mamarios.
Mamografía
La mamografía es un examen que utiliza rayos X para evaluar las mamas y es la principal técnica
utilizada, por ser la más efectiva y validada. En el estudio rutinario de mama se realizan en total
cuatro proyecciones: craneocaudales y oblicuas de cada mama. En ocasiones también es necesario
realizar proyecciones complementarias, lo cual no implica que se tenga una lesión sospechosa. Para
las pacientes portadoras de implantes se obtienen proyecciones adicionales que permiten una mejor
evaluación del tejido mamario.
Pese a que algunos cánceres pueden pasar desapercibidos por la mamografía, de acuerdo a la OMS,
este examen sigue siendo el mejor método de tamizaje para la detección temprana del cáncer de
mama. En casos de pacientes de alto riesgo no solo se hace mamografía, se agrega resonancia
magnética en forma alternada.
Es importante tener en cuenta que un nódulo palpado en una mama densa podría no verse reflejado
en la mamografía. Esto genera una tasa de falsos negativos cercana al 5%. Para estos casos, se debe
hacer uso de la mamografía digital junto con la tomosíntesis, que es la integración computacional de
imágenes en 3D, ambos estudios prometen mejorar la detección y los valores predictivos en este
grupo de pacientes.
Este estudio es utilizado como complemento de la mamografía al igual que el ultrasonido. Ambos
permiten discriminar si la densidad o nódulo visualizado en la mamografía es sólido o quístico,
además, se puede evaluar la axila y ser apoyo a procedimientos percutáneos.
Como se ha indicado anteriormente, la ecografía mamaria es particularmente útil en la mama densa
y es el examen de elección en pacientes jóvenes o en embarazadas.
Para los hallazgos detectados en ecografías, también se deben verificar ciertas características que son
propias de nódulos benignos o malignos. Cuando los nódulos son sólidos, mayormente son benignos,
sin embargo, es preciso diferenciarlos de los malignos.
Los quistes en su mayoría son frecuentemente asintomáticos. Pueden ser espesos cuando su
contenido es de mayor consistencia y en ambos casos se consideran sin riesgo de malignidad. En la
imagen se puede apreciar un quiste mamario simple asintomático de 2,7 mm con refuerzo posterior
del sonido en ecografía.
Para entrar más en detalle, verifica la siguiente tabla en la que se contemplan las características de
benignidad y malignidad para hallazgos de nódulos sólidos con ecografía.
En caso de que el nódulo resulte con características de un cáncer de mama, existen distintas
alternativas de manejo según la etapa en que este se encuentre, estas serán abordadas en la
siguiente unidad.
Ahora, si el diagnóstico resulta ser benigno, en ocasiones se requerirá solo seguimiento, como en el
caso de un fibroadenoma, mientras que para otros, se requerirá la resección quirúrgica pero ya
teniendo conocimiento, en forma más precisa, el tipo de cirugía que se realizará porque ya es
conocida la histología
En las siguientes imágenes podrás visualizar como se ven los nódulos benignos y malignos tanto en
mamografía como ecografía.
Diferencias entre un quiste y un tumor mamario
Quiste
Es un saco que podría estar lleno de aire, líquido u otro material y se puede formar en cualquier parte
del cuerpo, incluidos los huesos, órganos y tejidos blandos. La mayoría de los quistes no son
cancerosos (benignos), pero algunas veces el cáncer puede producir un quiste.
Tumor
Es cualquier masa anormal de tejido o hinchazón que puede ser benigno o canceroso (maligno). Al
igual que un quiste, un tumor se puede formar en cualquier parte del cuerpo.
Ya teniendo claras estas diferencias, veamos a continuación los tumores más frecuentes, sus
características, el tipo de estudio indicado para detectarlo y las diferencias entre los quistes simples y
complejos. Pero antes de entrar en detalle, revisa el siguiente material en el que se presenta un
resumen de estas patologías.
Tumor fibroadenoma
Este tumor sólido se caracteriza por su alta frecuencia y curso benigno e indolente, engloba junto con
el tumor filodes, los tumores fibroepiteliales, los cuales son un acotado grupo de neoplasias que
presentan componentes de origen tanto epitelial como estromal.
Es importante destacar que, la etiopatogenia de los fibroadenomas no está del todo clara, sin embargo,
se maneja como un proceso neoplásico benigno que se origina de las interacciones entre la unidad
ducto-lobulillar terminal y el estroma en el que están inmersos, generando proliferación de
componentes estromales y epiteliales.
Los fibroadenomas pueden ser identificados de acuerdo con las siguientes características clínicas:
● Generalmente únicos.
● Múltiples en 15-20%.
● Bilaterales en 10-15%.
● Asintomáticos, salvo percepción de masa.
● Desplazables.
● Forma ovoidea.
Los fibroadenomas frecuentemente miden menos de 3cm, sin embargo, su tamaño puede variar desde
milímetros a 20 cm según algunos reportes. En la imagen se puede apreciar un fibroadenoma de 35
mm enucleado, con crecimiento progresivo de un tumor retroareolar, extraído de una paciente de 20
años.
Cuando los tumores han presentado un rápido crecimiento, se han descrito complicaciones tales como:
hemorragia, infarto y necrosis. Este crecimiento ocurre principalmente durante el embarazo y la
lactancia. Es un cuadro que clínicamente se puede manifestar como dolor y sensibilidad a la palpación
en un nódulo mamario previamente asintomático.
También se han descrito variantes que son considerablemente más raras que el fibroadenoma simple.
Se trata del fibroadenoma juvenil, el cual tiene una edad de presentación menor que el promedio y
como su nombre lo indica, afecta principalmente a adolescentes.
Este tumor se caracteriza por alcanzar grandes tamaños que puede generar asimetría evidente a la
simple inspección y usualmente presentan rápido crecimiento. En la siguiente imagen, se aprecia a
una paciente de 18 años con tumor fibroadenoma derecho retroareolar que ocasiona alteración
cosmética por su tamaño.
¿Qué estudio está indicado?
La mamografía es el estudio indicado, sin embargo, en las pacientes jóvenes, especialmente en las
menores de 35 años y de mama muy densa, el estudio de elección es el ecográfico.
Con estos estudios se detecta una masa con características de benignidad, típicamente de forma oval y
con márgenes bien circunscritos. Pueden verse rodeados de un fino rodete radiolúcido denominado
“halo de seguridad”.
Estos criterios de benignidad, en su conjunto, tienen un valor predictivo negativo del 99,5%, por lo
que la histología, que es el método diagnóstico de certeza, se reserva para los casos en que existe duda
radiológica o crecimiento objetivado al seguimiento imagenológico.
Algunos fibroadenomas se calcifican en forma paulatina (calcificaciones gruesas de hasta 2-3 mm con
su disposición clásica), sobre todo hacia la menopausia, lo que los hace reconocibles a la mamografía
por su característico aspecto de “pop corn”.
-Seguimiento con ecografía semestral por 24 meses en los casos de fibroadenomas asintomáticos y
con diagnóstico reciente presuntivo de benignidad en las imágenes.
Tumor filodes
Tal como se mencionó en fibroadenoma, el tumor filodes es fibroepitelial. Su incidencia se ha
estimado en 0,3-1% de los tumores mamarios y su frecuencia es considerablemente inferior a la del
fibroadenoma, representando solo un 2,5% de todos los tumores fibroepiteliales2.
La importancia de este tumor radica en sus múltiples semejanzas clínicas y radiológicas con el
fibroadenoma, sin embargo, su comportamiento es muy distinto, por lo que es necesario considerarlo
dentro de los diagnósticos diferenciales.
Cuando el filodes benigno alcanza un tamaño de 10 centímetros o más, ya se consideran gigantes y las
alteraciones cosméticas van a ser notorias puesto que comenzarán a aparecer cambios cutáneos debido
a que el tumor genera un efecto de masa tal, que la piel va a tender a tensarse, adelgazarse y las venas
superficiales a distenderse.
Cuando se trata de filodes, no se registrará invasión de los tejidos vecinos por lo que no se espera que
produzcan signos propios de un cáncer de mama localmente avanzado en el cual se presentaría la piel
de naranja, un signo importante de distinguir. También será raro que exista ulceración de la piel o
adhesión a planos profundos, incluso en filodes maligno.
Debido al crecimiento que genera este tumor, las formas más comunes de detección suelen ser porque
el paciente consulta espontáneamente por una masa mamaria de crecimiento rápido indoloro o el
paciente con un presunto fibroadenoma evidencia crecimiento entre controles.
El filodes es un tumor único, se observa bilateralidad en menos del 1% de estos.
En relación a factores de riesgo, no se han identificado muchas relaciones. Uno de los pocos cuadros
en el que se describe una asociación es con el Síndrome de Li-Fraumeni.
¿Qué estudio está indicado?
Al igual que con las demás causas de nódulo mamario palpable, se inicia el estudio con imagenología,
ya sea mamografía y/o ecografía mamaria según la edad y características del paciente.
Cabe destacar que el tumor filodes es más difícil de distinguir, tanto en imágenes como en histología,
debido a que como se ha indicado, es muy similar al fibroadenoma, tanto morfológicamente como
patológicamente y la diferencia va a estar en la evolución y el tamaño.
En caso de una lesión sospechosa el paso siguiente es obtener una biopsia y se debe tener en cuenta
que, si ocurre que se objetiva crecimiento después de esta, pese a que en la histología de muestras
percutáneas la biopsia oriente más a fibroadenoma, se sugiere resección para descartar
fehacientemente un tumor filodes.
El tratamiento de un tumor filodes será siempre quirúrgico y se deben cubrir márgenes amplios debido
a que tiende a recurrir. El tratamiento adyuvante es un tema controversial, la gran mayoría solo
requiere seguimiento.
El pronóstico del tumor filodes es favorable en términos generales, pero requiere de seguimiento
prolongado por parte del especialista. Se ha observado asociación entre el tipo de tumor y la
probabilidad de recurrencia, estimándose la siguiente frecuencia de recidiva local (enfermedad que
aparece en el mismo sitio).
En la mamografía se hace difícil evaluar la región periareolar debido a que presenta mayor densidad y
esto hace que los papilomas intraductales que se localizan en dicha región puedan pasar
desapercibidos. Los mismos pueden verse como microcalcificaciones con características de
benignidad y raramente, en los papilomas grandes, como un nódulo periareolar de forma ovalada con
márgenes bien circunscritos. Además, puede observarse dilatación de los ductos.
En este tipo de tumor se debe hacer si o si un estudio histológico, debido a que el estudio radiológico
no es suficiente para diferenciar entre papilomas benignos y patología maligna.
Tratamiento
En algunos casos consiste en la resección del conducto enfermo, ya que se debe descartar carcinoma
papilar. Si bien no hay dudas en que el papiloma con atipias requiere escisión por considerarse una
lesión premaligna, el manejo del papiloma intraductal benigno es controversial.
Algunos grupos recomiendan un enfoque agresivo con resección en todos los casos por el riesgo de
que se haya subestimado el grado de la lesión en la biopsia core, otros proponen que los papilomas sin
atipias podrían solo observarse.
Existen múltiples cuadros, neoplásicos y no neoplásicos, que pueden manifestarse como nódulo
palpable y que deben ser considerados dentro de los diagnósticos diferenciales, pero por su baja
frecuencia y relevancia solo serán mencionadas sus generalidades.
Galactocele
También llamados quistes de retención láctea, su clínica y patogenia es similar al resto de los quistes
mamarios, pero el contexto en el que se producen es diferente. Son propios de la lactancia y su
contenido es leche. A la ecografía se ven como quistes simples o espesos.
Hamartoma
Se trata de una proliferación desorganizada de tejido mamario normal. No es una lesión neoplásica
propiamente tal. Se pueden presentar como un nódulo palpable con características de benignidad
constituyendo un diagnóstico diferencial del fibroadenoma.
Lipoma
Es un tumor benigno que se origina de adipocitos. Se manifiesta como nódulo palpable bien
circunscrito y móvil, de consistencia característicamente blanda.
Necrosis grasa
Adenoma
Son tumores benignos de baja frecuencia con clínica similar a la del fibroadenoma. A diferencia de
este no presentan proliferación de componentes estromales, solo epiteliales.
Mastitis granulomatosa
Mastitis recidivante de naturaleza autoinmune caracterizada por tumores que en ocasiones son
inflamatorios.
Sarcoidosis
Es una enfermedad sistémica poco frecuente con manifestación tumoral ocasional en la mama.
Te invitamos a continuar con el siguiente artículo en el que encontrarás detalles sobre los quistes
tanto simples como complejos.
Los quistes mamarios son una cavidad con contenido líquido y paredes revestidas de epitelio, que
pueden detectarse en hallazgos imagenológicos o como un nódulo palpable que motive la consulta.
Estos se producen por una distensión del acino glandular asociado a una obstrucción distal que es
frecuente en el periodo de involución del tejido mamario. También se muestran de la siguiente
forma:
Se cree además que su desarrollo y resolución depende de estímulos hormonales, debido a que se
han observado fluctuaciones en cuanto a tamaño en relación con las distintas etapas del ciclo ovárico
alcanzando mayor volumen en la fase lútea y son más frecuentes en mujeres premenopáusicas.
En la postmenopausia se ha observado que las que reciben terapia de restitución hormonal tienen
mayor prevalencia de quistes mamarios. Por lo general los quistes tienden a la resolución
espontánea.
La imagen corresponde a la ecografía de un quiste simple, anecogénico con refuerzo posterior, presenta
márgenes bien delimitados y se puede apreciar ausencia de componentes sólidos, paredes finas y flujo vascular
negativo al Doppler.
Los quistes a tensión o de gran tamaño son casos excepcionales, estos podrían ocasionar dolor y de
ser así se puede considerar punción y drenaje. Si la punción es hemorrágica o el líquido extraído es
transparente como el agua, o existe una reproducción rápida del quiste tras la punción, se debe
realizar un mayor estudio con biopsia.
Cabe destacar que los quistes asintomáticos son considerados parte del proceso del desarrollo e
involución normal de la mama, por lo que no requieren ser evaluados en forma particular.
La historia natural de los quistes simples es hacia la resolución espontánea. El antecedente personal
de quistes simples no confiere mayor riesgo de malignidad a futuro, por lo que estas pacientes
pueden continuar con control mamario habitual.
Son aquellos en los que al ultrasonido se observa alguna estructura sólida en su interior, paredes
gruesas o septos prominentes (>0.5 mm). Este tipo de quistes requieren de estudio histológico y
eventualmente cirugía para excluir malignidad, por lo que se sugiere su derivación a la Unidad de
Patología Mamaria (UPM)
La imagen corresponde a una ecografía de quiste complejo. En ella se observa estructura sólida en su interior y
los bordes no se visualizan bien delimitados.
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