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Anorexia y Covid-19

La pandemia de coronavirus ha llevado a un repunte de los trastornos de la


conducta alimentaria y, en particular, de la anorexia nerviosa. Olmo aporta las
cifras de su hospital: en 2020 se incrementaron un 50% los nuevos casos de
menores de 18 años atendidos en comparación con 2019 y en octubre de 2021
esta cifra ya había llegado a un aumento del 54% respecto a 2020. Las
hospitalizaciones también se incrementaron un 50% en 2020 y algo menos (40%)
en 2021 (40%).

Los motivos de este aumento son varios. A grandes rasgos, la pandemia ha


contribuido a exacerbar ciertos síntomas en las personalidades más obsesivas y
con tendencia al control o el excesivo autocuidado. Por otra parte, el
confinamiento y las restricciones han llevado a que muchas chicas, por esa
ausencia de actividades de ocio y socialización, se centren más en su imagen
corporal. 
Perfil de los afectados

La edad de inicio de la anorexia se sitúa en la primera adolescencia, en torno a


los 12 años, si bien la población más afectada se encuentra entre los 14 y 18
años. No obstante, los expertos advierten que están empezando a ver niñas algo
más jóvenes, en torno a los 9 o 10 años. En un 95 por ciento de los casos la
anorexia afecta a mujeres jóvenes, aunque en los últimos años se ha producido
un aumento en hombres, en mujeres adultas y en niños. Existen colectivos más
propensos a sufrir estos trastornos, es el caso de las gimnastas, las bailarinas o
las modelos
¿Qué es la vigorexia?
La vigorexia es un trastorno mental en el que la persona afectada se
obsesiona por su estado físico, afectando a su conducta alimentaria (ingesta
exagerada de proteínas y carbohidratos, acompañada del consumo de otras
sustancias, como los esteroides anabolizantes) y a sus hábitos de vida.
La persona con vigorexia tiene la creencia de que su cuerpo es
insuficientemente musculado y que debe mejorar constantemente su
apariencia. Por ello, se obsesiona por la actividad física, abandona las
relaciones sociales y descuida otros aspectos de su vida. Esta patología afecta
principalmente a hombres de entre 18 y 35 años.
 Pronóstico de la enfermedad
La vigorexia es un trastorno grave y su recuperación dependerá de diversos
factores como:
o El momento en que se inicie el tratamiento.
o La forma en que el paciente afronte el problema.
o Los medios que disponga el paciente para afrontar el problema.
o El apoyo que reciba por parte de la sociedad.
o La presencia de otros problemas emocionales asociados.
 No hay que olvidar que se trata de una afección que puede llegar a
cronificarse, doando lugar a síndromes más complejos, de manera que ya no
se podría hablar de recuperación, sino más bien de control del trastorno y de
evitar las recaídas.
Síntomas de vigorexia
Los síntomas más comunes de la vigorexia incluyen:
o Mirarse constantemente en el espejo.
o Comparar frecuentemente su cuerpo con el cuerpo de otra persona.
o Sentirse estresado cuando se salta una sesión de entrenamiento o una
comida.
o Preocupación frecuente por alcanzar su objetivo de ingesta diaria de
proteínas
o Descuidar a familiares y amigos, los estudios o el trabajo.
o Hacer que el ejercicio sea la prioridad central en la vida.

 Pruebas médicas para vigorexia


La dismorfia muscular se diagnostica cuando alguien muestra de forma
marcada uno o más de los siguientes comportamientos:
o Priorización de hacer ejercicio y mantenerse al día con la dieta por
encima de todo.
o Tener miedo de mostrar el cuerpo.
o Experimentar aislamiento social.
o Pérdida del trabajo, debido a la dedicación a un régimen de ejercicios.
o Hacer ejercicio independientemente de las lesiones físicas.
o Tomar esteroides anabólicos.
¿Cuáles son las causas de la vigorexia?
La principal causa de este trastorno es la idealización social y cultural del
cuerpo masculino y femenino, que puede provocar que algunas personas
desarrollen un complejo de inferioridad.
Cada vez existe un mayor número de personas sufre de
numerosos trastornos alimentarios, incluida la dismorfia muscular, aunque
los hombres entre 25 y 35 años están estadísticamente más afectados por
este trastorno.
¿Se puede prevenir?
Tener en cuenta estas recomendaciones puede ayudar para prevenir la
vigorexia:
o Si realiza un programa de ejercicios es necesario que esté supervisados
por un entrenador profesional.
o Es aconsejable realizarse exámenes  físicos que determinen el estado
de salud, además de las necesidades y capacidades del individuo para
adaptar los ejercicios a realizar.
o Establecer ejercicios que se adecúen al nivel físico de la persona,
evitando actividades que requieran sobreesfuerzos innecesarios.
o Es importante detener el ejercicio en el momento en el que se
presente fatiga, cansancio o dolor muscular excesivos.
o Es necesario que la persone evite pensamientos negativos acerca de su
estado físico, ya que pueden convertirse en obsesión.
 Tratamientos para la vigorexia
El tratamiento de la dismorfia muscular depende de la gravedad de la
afección.
o En el caso de síntomas relativamente leves, el médico de cabecera
puede recomendar la derivación para un tipo de terapia de
conversación llamada terapia cognitiva conductual (TCC).
o En casos con síntomas más severos el especialista puede recetar
un antidepresivo, solo o en combinación con TCC.
 ¿Qué especialista lo trata?
Si sufre de dismorfia muscular, puede hablar con un médico de cabecera para
obtener una referencia o reservar una cita directamente con
un psicoterapeuta.
Qué es

La ortorexia es un trastorno de la conducta alimentaria que consiste en


la obsesión por la comida sana. Las personas que sufren esta patología se
sienten obligadas a seguir una dieta restrictiva que, según los casos, puede
excluir la carne, las grasas, los alimentos sin etiquetado ecológico, los aditivos...
Puede acarrear carencias nutricionales y alterar la salud mental.

Causas

No están claros los factores que están detrás de la ortorexia, pero se ha


observado que suele manifestarse en personas con comportamientos obsesivos
y muy perfeccionistas. Este último rasgo es compartido con los sujetos que
sufren anorexia, bulimia u otros trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y,
de hecho, en algunos casos la ortorexia forma parte de la sintomatología
restrictiva de esas patologías. 

Psiquiatras y psicólogos observan con frecuencia que la preocupación excesiva


por la comida sana tiene que ver, en palabras de Marina Díaz Marsá, presidenta
de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, "con un malestar o una dificultad
personal que se intenta paliar controlando otros aspectos de la vida". En este
caso, a través de la comida.

Síntomas

El síntoma principal que caracteriza a esta enfermedad es la preocupación


excesiva por todo lo que se ingiere.

Los pacientes invierten un gran número de horas al día planificando y


preparando las comidas.

Suelen ser tan estrictos que incluso se sienten culpables cuando lo incumplen y


se castigan con dietas y ayunos aún más rígidos. Del mismo modo, eliminan por
completo determinados alimentos en su dieta, no sólo carnes y grasas, sino
también otras sustancias como el azúcar.

A diferencia de otros trastornos de la alimentación, los ortoréxicos suelen ser


personas muy abiertas a la hora de difundir sus reglas de alimentación y no se
abstienen en mostrarse orgullosos de ellas frente a otras personas.

Del mismo modo, menosprecian a aquellas que no siguen reglas dietéticas, por
lo que el paciente puede verse abocado al aislamiento social.

La ortorexia suele comenzar con hábitos de vida saludables que se convierten


en obsesión y puede provocar en los pacientes grandes pérdidas de peso.
Además, pueden perder la capacidad de comer intuitivamente, es decir, dejan
de saber cuándo tienen hambre o cuándo se encuentran saciados. 

Prevención

Para evitar llegar a la obsesión por la alimentación sana, los especialistas


recomiendan seguir los siguientes consejos:

 Regirse por una comida sana que incluya la cantidad y variedad de


alimentos que el organismo necesita para funcionar correctamente.
 
 Es importante que se incida en la educación de los niños a través de
consejos como el respeto a uno mismo y a los demás y educar
con modelos de belleza y conducta no estereotipados. 
Diagnóstico

Debido a que existe una fina línea entre el interés por la comida sana y la
obsesión por ella, se debe recordar que la clave para el diagnóstico de cualquier
enfermedad dmental es que el trastorno cause daño al paciente, tanto físico,
como social y emocional.
Para detectar la ortorexia, los especialistas incluyen en la entrevista
clínica preguntas destinadas a esclarecer la existencia de un comportamiento
patológico, como las siguientes:

 ¿Te preocupas más por las características saludables de lo que comes


que por el placer de comerlo?
 
 ¿Pasas más de tres horas al día pensando en comida saludable?
 
 ¿Te sientes superior respecto a otras personas que no comen como
tú?
 
 ¿Tu calidad de vida ha disminuído a medida de la calidad de su dieta
ha aumentado?
 
 ¿Te sientes culpable si te saltas la dieta que has decidido seguir?
Tratamientos

El tratamiento de las personas que sufren ortorexia se basa en la terapia


psicológica y la terapia farmacológica, según los casos. "El tratamiento se basa
en abordar lo que subyace a esa actitud tan patológica", precisa Díaz Marsá. De
ahí que se apoye fundamentalmente en la psicoterapia. "En algún momento,
depende de las consecuencias afectivas o de ansiedad que tenga el afectado, se
puede administrar algún regulador del estrés o de la ansiedad".

En muchos casos el trastorno se aborda de forma multidisciplinar, con un equipo


de profesionales que incluya psiquiatra, psicólogo y dietista-nutricionista. La
educación nutricional es esencial para que el paciente vuelva a recurrir a
la intuición: debe comer cuando tenga hambre y dejar de hacerlo cuando se
sienta satisfecho.

Se recomienda que se incorporen poco a poco todos los nutrientes que fueron
descartados y que se prosiga con una alimentación saludable en la que se
ingieran cantidades suficientes de todos los grupos de alimentos. 
Otros datos

Los ortoréxicos no se preocupan por la cantidad que ingieren, sino más por la


calidad de los alimentos, pues llegan a creer que una dieta saludable llevada al
extremo puede curar ciertas enfermedades.

La ortorexia avanzada puede suponer un peligro para la salud, sobre todo por
causar hiponatremia (niveles bajos en sodio), acidosis metabólica (cuando el
cuerpo produce demasiado ácido o cuando los riñones no están eliminando
suficiente ácido del cuerpo) y pancitopenia (en la que el paciente tiene bajos los
niveles de glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas).

En cuanto a las consecuencias psicológicas y sociales, Rocío Rodríguez, psicologa,


psicoterapeuta y coordinadora asistencial de Ita Avenir (Barcelona), señala que
quien sufre sufre esta patología llega a "dedicar mucho tiempo a pensar en qué
va a comer, hacer la compra, cocinar los alimentos, etc.", lo que implica "un
incremento del pensamiento obsesivo en torno a la comida, haciendo que la
persona se centre en su alimentación y se aisle y pierda el contacto social". Evitar
reuniones con familia y amigos por desconfiar de lo que se va a comer también
fomenta "que la persona se aisle, llegando a desarrollar ideas suspicaces y
paranoicas". Finalmente, ese aislamiento "genera sentimientos de tristeza, vacío
e insatisfacción vital. 

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