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- Imaginemos que contemplamos una flor: podríamos emitir el juicio: “Esta flor es roja”
o “Esta flor tiene 17 pétalos”. Esos son juicios lógicos (o de conocimiento) porque nos
referimos a aspectos del objeto (el color y la cantidad de pétalos).
- Ya no hablamos de la flor sino del sujeto que la contempla, del sentimiento de placer
que nos produce esa contemplación.
- Por eso decimos que la belleza ya no es algo objetivo, sino que es subjetivo. Ya no está
en el objeto, sino que ahora está en el sujeto (en su sentimiento de placer).
- ¿de dónde surge este placer? Mientras contemplamos la flor, se realiza en nuestra
mente el JUEGO LIBRE DE ENTENDIMIENTO E IMAGINACION. Ese libre juego produce
un placer, es un juego mental que produce un placer que se llama “placer de la
imaginación” (no es un placer sensual).
UMSA - Pablo Nicoletti
- Lo bello nos place porque la imaginación pone a jugar las categorías del entendimiento
con el objeto que contemplamos. El placer es el juego mental. Por eso podemos
quedarnos mucho tiempo contemplando una obra, mientras jugamos mentalmente
con nuestras categorías.
- En principio este objeto -la flor- es algo que podemos ENTENDER. Entender significa
poder captar el objeto con nuestras categorías a priori. Podemos aplicar por ejemplo
las categorías de sustancia y accidente, de causa y efecto, de unidad, pluralidad y
totalidad.
- Ese sentimiento de placer estético va de la mano del juicio estético, que podemos
enunciar (comunicar) con la proposición: “ESTA FLOR ES BELLA.”
- Por ejemplo, ante una inmensa montaña puede que no nos surja el tranquilo juicio
“qué bella montaña” (o sea “esta montaña es bella”), sino uno más emotivo como
“qué grandiosa montaña!” (o sea, “esta montaña es grandiosa”). La grandiosidad y lo
infinito son como formas de lo sublime. Lo sublime refiere a lo desmesurado, a lo
“fuera de forma”, “fuera de medida”, fuera de las categorías.
- Con esto “grandioso” estamos ante una experiencia de lo sublime: el objeto nos
produce placer -y queremos seguir contemplando- pero a la vez nos produce displacer
-porque desafía nuestro entendimiento, exige demasiado a nuestro entendimiento.
Por ejemplo, ante la inmensidad del mar o la grandiosidad de la montaña no podemos
aplicar la categoría sustancia, porque no podemos observar sus límites ni podemos
representárnoslos. El objeto excede nuestra capacidad de representación. Ante este
objeto el entendimiento se entrega porque ya no puede captarlo con sus categorías.
UMSA - Pablo Nicoletti
- Así es que es la facultad de la RAZÓN la que rescatará al sujeto y lo vinculará con las
IDEAS de la razón, con lo nouménico (Dios, alma, orden/cosmos), que no tiene una
forma o límite, sino que es más bien una idea.