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Son cada vez más evidentes las consecuencias de las acciones destructivas que
los seres humanos realizamos sobre la naturaleza. Tormentas, inundaciones y
sequías severas, incendios extensos, tierras desertificadas, una acelerada
extinción de especies y el surgimiento de nuevas enfermedades infecciosas —y
las grandes pérdidas humanas, sociales y económicas que acompañan a estos
fenómenos— son ejemplos de tales consecuencias.
*Si fueras un poeta, verías nubes flotando sobre esta hoja de papel. Sin las nubes
la lluvia no existiría; sin lluvia los árboles no pueden crecer; y sin árboles no
podemos hacer papel. Si miramos profundamente, podríamos ver los rayos del
sol alimentando al árbol, el leñador que cortó el árbol, el trigo que se convierte
en su pan, y los padres que lo criaron […]. Sin todas estas cosas, este papel no
podría existir.*
Este principio es básico en la ciencia, pero los seres humanos —en especial
aquellos que vivimos en áreas urbanas— rara vez reconocemos su importancia
en nuestra vida diaria.
Se calcula que los seres humanos hemos transformado más del 25% de la
superficie terrestre en sistemas agrícolas, incluidos los campos utilizados para
criar a los animales domésticos que consumimos.
Cuando se modifica alguna parte de esta red, se modifica en algún grado a todo
el sistema. El reto es identificar qué partes de estos sistemas son las más
sensibles, de manera que al intervenir en ellas podamos dar un viraje importante
hacia la sustentabilidad.
Si uno sigue la forma en que se produce tal lata y el proceso por el cual termina
en una mano humana, uno verá lo siguiente: varios litros de agua utilizados para
cada lata fabricada, la transformación de la selva tropical en campos de caña de
azúcar, ríos contaminados con agroquímicos, la contaminación atmosférica
producida en el transporte y la generación de enormes cantidades de basura.
A esto habría que añadirle las consecuencias negativas para la salud del consumo
de refrescos de alto contenido calórico. Haga usted la misma pregunta sobre
cualquier artículo que utilice en su vida cotidiana y analice las consecuencias
desde una perspectiva económica, social y ambiental, y sea así consciente de las
consecuencias del uso de tales recursos para la salud de la naturaleza y la de
usted mismo.
Miguel Martínez-Ramos