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Todos los problemas en la casa común hay que procurar una visión global y no sólo
en defensa de los intereses de algunos países. Las negociaciones
internacionales, no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los
países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. Una
advertencia de suma importancia es sobre la injusticia de exigir el mismo
compromiso de reducción de emisiones de gases contaminantes a países de
menores recursos que a los países más industrializados. De este modo, se agrega
una nueva injusticia envuelta en el ropaje del cuidado del medio ambiente.
Los países pobres, deben tener como prioridad la erradicación de la miseria, y el
desarrollo social de sus habitantes, aunque deban analizar el nivel escandaloso de
consumo de algunos sectores privilegiados de su población y controlar mejor la
corrupción. Hacen falta marcos regulatorios que impongan obligaciones e impidan
acciones intolerables, como el hecho de que empresas o países poderosos
expulsen a otros países residuos e industrias altamente contaminantes.
Papa Francisco destaca las cooperativas para la explotación de energías
renovables para el autoabastecimiento y la venta de excedentes. Sobre la economía
de consumo, propone se oriente a una economía de residuos y reciclaje, a la
producción de especies y a la programación de una agricultura de rotación de
cultivos, con sistemas de riego y técnicas agrícolas sostenibles, mediante formas
de organización comunitaria que defienda los intereses de los pequeños
productores y preserven los ecosistemas locales de la depredación.
Sobre política y economía, debe estar al servicio de la vida humana. En definitiva, lo
que no se afronta con energía es el problema de la economía real, la que hace
posible que se diversifique y mejore la producción, que las empresas funcionen
adecuadamente, que las pequeñas y medianas empresas se desarrollen y creen
empleo. En este marco, la responsabilidad social y ambiental de las empresas suele
reducirse a una serie de acciones de marketing e imagen. Si la política no es capaz
de romper una lógica perversa, y también queda sumida en discursos
empobrecidos, seguiremos sin afrontar los grandes problemas de la humanidad.
Al hablar de las religiones en diálogo con la ciencia, señala que la mayor parte de
los habitantes del planeta se declaran creyentes. Esto, debería provocar a las
religiones a entrar en un diálogo entre ellas, orientado al cuidado de la naturaleza, a
la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad.
La obsesión por un estilo de vida consumista, cuando sólo unos pocos pueden
sostenerla, provoca violencia y destrucción recíproca. Un cambio en los estilos de
vida, podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen el poder
político, económico y social, con el cual dañan el planeta. Cuando somos capaces
de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida
alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad.