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Revista de Literatura Hispanoamericana

No. 59, Julio-Diciembre, 2009: 9 - 24


ISSN 0252-9017 ~ Dep. legal pp 197102ZU50

La lectura literaria: breve panorama de los


enfoques cognitivos sobre la respuesta literaria
desde una perspectiva empírica

Daniel Israel
Universidad Nacional de Cuyo
Mendoza, Argentina
E-mail:adrianfliguer@yahoo.com.ar

Resumen

El presente estudio ofrece algunas consideraciones sobre cómo es


el papel que desempeña un lector de textos literarios. Fundamentalmen-
te, en cómo se activa la respuesta literaria, desde su perspectiva cogniti-
va, en el lector durante el proceso de lectura. A través de un estudio
empírico se muestra cómo los lectores ofrecen respuestas coherentes o
no durante el proceso de lectura, dependiendo del tipo de relación que
desarrollen con el texto.
Palabras clave: Cognitivo, empírico, competencia, emoción, lector.

Recibido: 19-10-09 • Aceptado: 20-11-09


Daniel Israel
10 Revista de Literatura Hispanoamericana No. 59, 2009

Literary Reading: brief overview of cognitive


approaches on literary response from
an empirical perspective

Abstract

This study offers some thoughts on how the role of a reader of li-
terary texts. Fundamentally, how literary response is activated, since
cognitive perspective on them during the reading process. Through an
empirical study demonstrates how to provide meaningful answers rea-
ders or not during the reading process, depending on the type of rela-
tionship they develop with the text.
Keywords: Cognitive, empirical, competition, emotion, reader.

1. Introducción: la problemática gentes en la academia norteamerica-


de la lectura literaria na), a quien el autor le reprocha una
excesiva politización que pone en
1.1. Para comenzar quisiera con- peligro la propia identidad de los es-
vocar dos imágenes sobre el lector tudios literarios. Bloom reivindica
de textos literarios. Se trata de dos airadamente - el tono polémico de la
opiniones, muy polarizadas entre sí, obra es evidente- la necesidad de re-
que parecen condensar las posicio- tornar al canon tradicional en los es-
nes que sobre la lectura literaria tudios literarios y la obligación de
existen en el imaginario occidental abandonar los enfoques socio-políti-
contemporáneo. La primera de ellas cos que, en su opinión, los han tergi-
es la imagen estética que expresa versado. Propone en cambio un re-
Harold Bloom en El canon occi- torno a los valores estéticos de la
dental. Recordemos brevemente el obra literaria y una desideologiza-
contexto de aparición de esta justa- ción de la tarea del lector literario,
mente célebre obra crítica: El ca- específicamente del crítico. En
non occidental aparece, en 1994, efecto, el problema para Bloom re-
como respuesta a lo que Bloom de- side en la confusión que llevó a la
nomina “La Escuela del Resenti- identificación de la estética con un
miento” (id est, las tendencias mul- asunto social. Entre los efectos de
ticulturales y deconstructivas vi- esa concepción figura la creencia,
La lectura literaria: breve panorama de los enfoques cognitivos sobre la respuesta
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errónea a juicio de Bloom, de que la currículum politizado, podemos abando-


lectura literaria podía convertirse en narlos a su suerte2.
un pilar de la educación democrática
El canon se presenta, en la con-
o de la mejora social. Para Bloom la
cepción conservadora de Bloom,
lectura literaria es un arte y como tal
como un arte de la memoria que re-
“siempre fue y será un fenómeno
gula la interacción lector individual-
elitista”. Por su lado, el valor estéti-
escritor individual. Pero el arte de la
co tiene un carácter individual, no
lectura literaria es una competencia
puede ser enseñado ni transmitido a
basada en principio en la competen-
“aquellos que son incapaces de cap-
cia lingüística y en la que pueden re-
tar sus sensaciones y percepcio-
conocerse varios niveles o grados,
nes”1. En este punto se inserta la
además de variadas subcompetencias
encendida defensa del canon tradi-
(Aguiar e Silva, 1980; García Berrio,
cional que realiza Bloom: la esfera
1994; Albaladejo, 1996, 1998-
de lo estético compete sólo a los
1999).3 Pero para Bloom, ni siquiera
lectores y escritores individuales.
los críticos literarios, orientados en
El canon, una vez lo consideremos como su gran mayoría a buscar una utili-
la relación de un lector y escritor indivi- dad de la literatura fuera de la litera-
dual con lo que se ha conservado de entre tura, pueden alcanzarla si se empe-
todo lo que se ha escrito, y nos olvide- ñan en darle un valor a la literatura
mos de él como lista de libros exigidos que no sea el estético: la lectura lite-
para un estudio determinado, será idénti- raria, postula el autor, es un fenóme-
co a un Arte de la Memoria literario, sin no de base estética que permite el ac-
nada que ver con un sentido religioso del ceso a los grandes problemas cogniti-
canon. Necesitamos enseñar más selecti- vos que entrañan como desafío las
vamente, buscar a aquellos pocos que po- obras del canon occidental, entendi-
seen la capacidad de convertirse en lecto- do como arte de la memoria4.
res y escritores muy individuales. A los Desde una perspectiva absoluta-
demás, a aquellos que se someten a un mente opuesta, Hans Magnus Enzens-
berger (1995), en un ensayo publica-

1 Ibidem, pp. 26 y 27
2 Ibidem, p. 27
3 Para la vinculación entre competencia lingüística, competencia literaria y competencia
retórica, véanse T. Albaladejo, 1996, pp. 226-229 y T. Albaladejo, 9-10, 1998-1999,
pp. 5-20.
4 H. Bloom, op. cit., p. 27.
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do en la década de los 80 afirmaba sis de las poéticas formalistas cen-


que la lectura es un acto anárquico y tradas en el concepto clave, proce-
reivindicaba la absoluta libertad del dente de la OPOIAZ, de la literarie-
lector contra el autoritarismo de la dad. Se realiza entonces una transi-
tradición crítica que representa el ción que lleva desde las perspectivas
canon. Según el autor alemán: formalistas, textocéntricas, ligadas a
una poética y a una lingüística tex-
El lector tiene siempre razón y nadie le
tual (Albaladejo y Chico Rico,
puede arrebatar la libertad de hacer de un
1994) a dos paradigmas en los que
texto el uso que quiera. Forma parte de
se privilegia la figura del lector: la
esa libertad hojear el libro por cualquier
Escuela de Constanza (Jauss y la es-
parte, saltarse pasajes completos, leer las
tética de la recepción; Iser y la feno-
frases al revés, alterarlas, reelaborarlas,
menología de la lectura) y el Rea-
continuar entrelazándolas y mejorándolas
der-Response criticism norteameri-
con todas las posibles asociaciones, reca-
cano (Fish, Hirsch y Holland)5.
var del texto conclusiones que el texto
Hablamos de transición, sin em-
ignora, enfadarse y alegrarse con él, olvi-
bargo, porque la problemática de la
darlo, plagiarlo, y en un momento dado,
lectura como objeto de sondeo surge
tirar el libro en cualquier rincón .
precisamente dentro de un tipo de
La polarización de estas dos imá- paradigma textocéntrico que deja su
genes del lector de literatura, que remanente en la imagen del lector
adquiere infinitos matices en la que plantea este tipo de acercamien-
práctica actual, obliga a plantear tos. Tanto Jauss como Iser, los dos
brevemente la configuración de la representantes más conspicuos de
lectura literaria como objeto de son- los movimientos de la estética de la
deo científico y elaborar una postura recepción y la fenomenología de la
en torno al problema de la respuesta lectura, comparten, a pesar de sus
literaria. diferencias, una misma base episte-
1.2. Para decirlo de manera senci- mológica, que consiste en “la expli-
lla, la lectura literaria, como objeto cación de las formas de recepción
de investigación de la teoría litera- como función de las formas del tex-
ria, emergió fuertemente con la cri- to.” (Pozuelo Yvancos, 1988).

5 Véase para una caracterización en contrapunto de ambas tendencias las entradas co-
rrespondientes en I. Makaryk (ed.), Encyclopedia of Contemporary Literary Theory;
Approaches, Scholars, Terms. Toronto, University of Toronto Press, 1993, pp. 14-18 y
170-174.
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La resolución del problema de la la fenomenología de la lectura y de


lectura en las ópticas textocéntricas la reader-response a las teorías psico-
deja sin embargo un espinoso tema lingüísticas y cognitivas sobre el pro-
sin resolver: ¿de qué manera se pro- cesamiento textual se interrogan sobre
duce en la práctica la interacción entre los modos de leer específicamente li-
el “lector implícito” y el lector empí- terarios por parte de lectores determi-
rico e histórico? ¿Se puede afirmar nados. Se trata de un recorrido teórico
con toda seguridad que este se pliega que, a partir de propuestas generales
necesariamente a las instrucciones del sobre la comprensión lectora, han de-
texto? Y si no lo hace ¿cómo dar sarrollado pautas que permiten señalar
cuenta de las transgresiones realizadas las desviaciones que el lector de tex-
por el lector empírico? ¿Constituyen tos literarios realiza respecto del pro-
estas transgresiones modos de leer no ceso usualmente activado con otro
regidos por la normatividad del texto, tipo de textos. En esta línea, hay que
y, por ende, sostenidas en última ins- ubicar los aportes de autores como
tancia, como quería Stanley Fish Kneepkens y Zwaan, Oatley y Miall y
(1999), por comunidades interpretati- Kuiken, cuya línea distintiva parece
vas legitimadas socialmente? ser, por un lado, la consideración de
Indudablemente, lo que se plantea que en la lectura literaria, además de
aquí es una pregunta de corte episte- un procesamiento cognitivo del texto
mológico cuya respuesta queda su- se debe hablar del procesamiento
peditado a la necesidad de constituir emocional del mismo, y por ende de
la lectura empírica como objeto de factores actitudinales y evaluativos
investigación. En ese sentido traba- que exceden el campo tradicional-
jan las teorías cognitivas que reseña- mente acotado por la fenomenología
mos a continuación. de la lectura. En segundo lugar, una
perspectiva metodológica común es la
2. Los enfoques cognitivos sobre la de considerar la investigación sobre la
lectura literaria: el rol de las lectura literaria como una investiga-
emociones ción empírica, realizada sobre la base
de métodos experimentales.
2.1. La teoría literaria no se ha El influyente artículo de
preocupado, hasta fechas muy recien- Kneepkens y Zwaan establece la ne-
tes, de los procesos que pautan la lec- cesidad de incorporar a los marcos
tura de un texto literario por parte de teóricos existentes sobre el procesa-
lectores concretos. Justamente, en la miento cognitivo de la lectura, un en-
década de los 90, surge una corriente foque que tenga en cuenta la integra-
que, adjuntando las bases teóricas de ción de los factores emocionales con
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los cognitivos para abordar de forma en la línea psicolingüística, la toman


específica la lectura de textos litera- del conocido trabajo de Kintsch y
rios. Los autores parten de una teo- van Dijk (1978) y, por ende, distin-
ría evaluativa de las emociones (co- guen cuatro niveles de representa-
nocida en inglés bajo el rótulo de ción (estructura superficial, texto
“appraisal theory”). Según esta teo- base, modelo situacional y modelo
ría, las emociones, definidas so- pragmático). Pero el objetivo básico
cio-culturalmente, son mecanismos del estudio, como advertíamos, es
de asignación de significado a una extender este modelo para dar cabi-
cierta situación, y por ende, una for- da al procesamiento emocional. Por
ma de cognición. Para las teorías ende, los autores señalan dos funcio-
evaluativas, el procesamiento cogni- nes atribuibles a las emociones en el
tivo de una situación determinada procesamiento general del texto: su
precede y determina la experiencia rol selectivo y su capacidad de re-
emocional, pero, también, la expe- emplazar a los procesos cognitivos.
riencia emocional dispara sus pro- La primera función es una conse-
pias estructuras cognitivas para, de cuencia directa del uso de la teoría
alguna manera, concentrar la aten- evaluativa de las emociones. El rol
ción en ciertos tipos de información selectivo de las emociones obliga al
que resultan congruentes con la ex- sujeto a solapar la acción de ciertos
periencia emocional activada. De tal procesos cognitivos al llevar su aten-
manera, la experiencia emocional ción a ciertos tipos de información
determina qué información resulta congruentes con el estado emocional
relevante para la situación y qué ti- activado. De tal manera, el sujeto
pos de conocimientos (esquemas) orienta su atención a determinados
deben ser activados6. Kneepkens y focos, a expensas de los objetivos de
Zwaan arguyen que en la lectura de lectura determinados originalmente.
textos literarios concurren procesos Los autores señalan, al respecto, la
básicos que llevan al sujeto a cons- correlación entre tipos de atención,
truir una representación mental cohe- interés y actitudes ante la lectura: “la
rente del texto, pero también procesos atención puede ser otorgada cons-
relacionados con las emociones. La cientemente y subjetivamente con
descripción de los procesos básicos, mucho esfuerzo o insconscientemen-

6 Para las teorías evaluativas de la emoción resulta una buena introducción el artículo de
A. Ortony y T. J. Turner, “What´s basic about basic emotions”, en Psychological Re-
view,97, 1990, pp. 315-331.
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te y de manera automatizada” según proposicional del texto, los lectores


la influencia de las emociones expe- generan, a partir de la impresión
rimentadas y el rol de los intereses emocional, un esquema provisorio
del lector7. Un corolario importante que permite sostener el trabajo de
de esta función es la necesidad de lectura hasta tanto el tema del texto
considerar que la lectura de textos li- se clarifique.
terarios involucra tipos de atención Pero el aporte más importante de
diferenciados cualitativamente (hipó- Kneepkens y Zwaan se relaciona
tesis que los autores demuestran por con el marco teórico que elaboran
vía experimental). para compatibilizar el modelo de
La segunda función es una conse- procesamiento textual de van Dijk y
cuencia y ampliación de la primera: Kintsch con el procesamiento emo-
las emociones suplantan a los proce- cional. Para ello, los autores co-
sos cognitivos cuando estos fallan a mienzan por diferenciar dos clases
la hora de crear representaciones de emociones: las emociones deriva-
mentales coherentes del texto y de la das de los eventos del mundo de fic-
situación descrita por el texto. De tal ción (“fiction emotions” o directa-
manera, la impresión emocional di- mente emociones F) y las emocio-
rige la atención de los lectores y los nes derivadas del artefacto textual
ayuda a decidir cuál es la informa- (“artefact-emotions” o directamente,
ción relevante. Esta función se ob- emociones-A). Aunque ambas se en-
serva especialmente en el caso en cuentran interrelacionadas8, su dife-
que el texto ofrezca alta ambigüe- renciación permitiría establecer una
dad, alta abstracción y pocas claves taxonomía útil para dar cuenta de la
textuales y contextuales (como por influencia de las emociones en la re-
ejemplo, en la poesía de vanguardia presentación mental que los lectores
o en el arranque de novelas como El realizan del texto literario.
Señor Presidente de Miguel Angel De tal manera, Kneepkens y
Asturias). En tal caso, ante la impo- Zwaan establecen una correlación
sibilidad de construir el contenido entre las emociones-F y las emocio-

7 E.W. Kneepkens and R. Zwaan, cit, p.129, nuestra traducción.


8 Los autores proponen el siguiente ejemplo: “cuando los lectores experimentan miedo
como consecuencia de los sucesos relatados en el mundo de ficción (F-emoción), pue-
den convertir esa experiencia en admiración por la habilidad del autor al crear suspen-
so (A-emoción) (Kneepkens y Zwaan,, cit. p. 130, nuestra traducción). Las emocio-
nes-A pueden disminuir el efecto diegético (la experiencia de estar en el mundo ficcio-
nal) y, consecuentemente, desempeñan un rol importante al controlar las emociones-F.
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nes-A con los cuatro niveles de re- En el segundo nivel, el del texto
presentación de un texto propuestos base (que es una representación, en
por el modelo de 1983 de van Dijk y formato proposicional, del conteni-
Kintsch. do semántico del texto) se produce
En el primer nivel de representa- una bifurcación en el procesamien-
ción, el de la estructura superficial to. Por un lado, se realiza la cons-
(es decir, la representación que se trucción del contenido proposicio-
obtiene de la manera en que el texto nal, es decir, el texto base propia-
expresa lo que dice y que, por lógi- mente dicho. Pero hay, en termino-
ca, se mantiene más cercana a las logía de van Dijk y Kintsch, eventos
características léxicas, gramaticales, y situaciones que, sin ser integradas
estilísticas y retóricas del texto leí- al texto base, son especialmente
do), el lector activa emociones del atendidas (y por ello mejor recorda-
tipo A. Dichas emociones son inci- das) debido a la intervención de fac-
tadas directamente por el material tores como el interés o la sorpresa.
verbal, es decir, por lo que tradicio- Investigaciones citadas por los auto-
nalmente se conoce como la forma res del artículo que reseñamos obli-
del texto: el estilo, la métrica, las gan a pensar que esta bifurcación
evaluaciones discursivas y las des- entre la información estructuralmen-
viaciones sintácticas y semánticas. te relevante y la que resulta intere-
El extrañamiento ante la aparición sante pero no central está orientada
de formas no convencionales y la por el procesamiento emocional.
consecuente ruptura de esquemas El tercer nivel de representación,
suscitan la emergencia de emocio- el del modelo de situación, resulta
nes-A, es decir, de emociones que se de gran interés para la propuesta. El
predican respecto del texto como ar- modelo de situación consiste en una
tefacto. La elaboración más detalla- representación de la situación deno-
da de la estructura superficial de un tada por el texto que incluye todas
texto parece ser más frecuente en los las inferencias que el lector realiza
casos en que se lee a ese texto desde mientras lee el texto, inferencias que
una intención literaria y resulta remiten a una estructura de la expe-
plausible asumir, como hacen los riencia propia del sujeto lector.
autores, que las emociones-A fre- Kneepkens y Zwaan arguyen que las
cuentes en este nivel (tales como emociones-F se representan en este
“disfrute del estilo, de la métrica”, nivel puesto que “se relacionan con
etc.) colaboran en la precisión y me- los contenidos de la historia y, más
jor representación de la estructura específicamente, con los protagonis-
superficial. tas y el curso de los acontecimientos
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narrados por el texto”9. Aunque no y para involucrarse con él (lo que se


está claro, empíricamente hablando, denomina usualmente “empatía”).
de qué manera inciden las emocio- Finalmente, el cuarto nivel de re-
nes-F en el procesamiento del texto, presentación, el modelo pragmáti-
los autores asumen que estas cum- co, representa el contexto comuni-
plen un rol en la construcción del cativo y contiene información sobre
modelo de situación. Y lo hace de la situación específica en la que el
dos maneras posibles: seleccionando texto es procesado, así como infor-
información que resulta importante mación sobre los objetivos y estra-
para el lector y usando su conoci- tegias del autor. En este nivel se
miento emocional representado en la ubican las emociones-A que el lec-
memoria semántica para, mediante tor ha desarrollado a lo largo de su
la inferencia, construir un modelo de experiencia con la literatura. Así,
situación coherente. Estas dos fun- por ejemplo, las expectativas que
ciones llevan a los autores a distin- un lector experimentado puede sen-
guir dos subtipos de emociones-F. tir ante determinado género o la
La investigación diferencia entonces predisposición de estos mismos lec-
entre emociones-F alterocéntricas, tores a considerar elementos inu-
bautizadas como “emociones-F(a)” suales del texto como procedimien-
para hablar de aquellas que son in- tos intencionales del autor sirven
ducidas por la acción representada y como indicador del grado de maes-
las características de los personajes tría alcanzada en la lectura literaria.
de la historia. La segunda clase, la 2.2. Una revisión interesante de la
de las emociones-F egocéntricas propuesta de Kneepkens y Zwaan es
-“emociones-F(e)”- consiste en la que se lleva a cabo en Miall y
aquellos esquemas emocionales ac- Kuiken (2001). Partiendo de la pro-
tivados por los lectores para dar sig- puesta de los autores citados, Miall
nificado al texto e integrar el mode- y Kuiken proponen una reclasifica-
lo de situación a sus propios esque- ción de las emociones suscitadas du-
mas experienciales. De todas mane- rante la lectura de textos literarios.
ras, aclaran los autores, el hecho de Se trata de una propuesta que consi-
que un lector experimente emocio- dera cuatro niveles posibles de
nes-F depende de su voluntad para descripción: el primer nivel incluye
verse inmerso en el mundo narrado emociones como el suspenso o la di-
versión, que no cumplen función al-

9 Kneepkens y Zwaan, cit. p. 132, nuestra traducción.


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guna, o participan en escasa medida, la comprensión del lector acerca de


en el procesamiento textual, sino los hechos de su mundo como la
que más bien son el resultado o la conciencia de sí mismo que posee el
respuesta de la interpretación que se lector. Este tipo de emoción es el ca-
va realizando. Así, por ejemplo, sen- racterístico, según los autores, de la
tir suspenso colabora para mantener respuesta literaria.
el acto de lectura pero no cumple un 2.3. De todas maneras, el interés
rol esencial en la comprensión del de esta teoría no descansa tanto en
texto. A estas emociones se las cla- las variadas taxonomías que hemos
sifica como evaluativas y se consi- esbozado sino en la relación entre
deran como una reacción al texto, las emociones, cualquiera sea su
considerado como un todo. tipo, y el proceso de lectura de un
Más importantes para el procesa- texto literario. Al respecto, la contri-
miento textual son las emociones bución más sobresaliente es la de
narrativas, tales como la empatía Oatley (1992, 1994), quien parte de
hacia un personaje, que son suscita- una reinterpretación del concepto
das por aspectos específicos de una aristotélico de mimesis. Oatley rein-
secuencia textual. Esta categoría se terpreta dicho concepto clave no
corresponde con las emociones-F de como una representación del mundo
Kneepkens y Zwaan. A la revisión propia del quehacer poético sino en
de Miall y Kuiken le parece útil términos de simulación. A partir de
mantener la propuesta de diferenciar este concepto, es posible sobreex-
entre las emociones narrativas alte- tender el significado habitual conce-
rocéntricas y egocéntricas puesto dido tradicionalmente al concepto
que permiten describir con precisión aristotélico para que sirva como
la lectura de textos literarios como apoyo teórico en la indagación del
un proceso de simulación basado en acto de leer literatura desde una
la mímesis que el texto de alguna perspectiva cognitiva. Así, el acto
manera prescribe y articula. El ter- de lectura aparece como un proceso
cer tipo de emociones que los auto- en el que, a partir de ciertas instruc-
res distinguen son las emociones es- ciones mediadas por el texto, un au-
téticas, similares a las emociones-A tor logra la consecución de una ima-
de Kneepkens y Zwaan, que apare- gen mental del mundo representado
cen como respuesta a las condicio- en el texto. Pero para que dicho pro-
nes formales del texto. Pero el máxi- ceso tenga lugar, es necesaria la in-
mo interés descansa sobre las emo- tervención activa, cognitivamente
ciones auto-estructurantes, que son hablando, del lector. Dicha interven-
las emociones que reorganizan tanto ción comienza cuando, movido por
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la emoción de la empatía, el lector que, sin embargo, pueden o no coin-


atraviesa la membrana del mundo cidir con las emociones que experi-
narrativo (como cuando Alicia se menta el personaje: a pesar de que el
adentra en el mundo del espejo) y plan de acción es simulado, las emo-
adopta como suyas las metas que un ciones pertenecen al lector.
personaje se propone en la acción de
una obra. El concepto de meta resul- 3. Un estudio de casos
ta central para Oatley puesto que se
relaciona con su conceptualización Desde estas bases teóricas, y si-
de la emoción, que presenta también guiendo de cerca los protocolos de
una clara impronta aristotélica. Con investigación habituales en psicolo-
justicia, este autor remite a Aristóte- gía cognitiva de la lectura y en los
les como el precursor de la teoría estudios sobre recepción, condujimos
que sostiene la existencia de una una investigación para sondear cómo
evaluación cognitiva en el origen de leen realmente un grupo de estudian-
la experiencia emocional y que pro- tes del primer año del profesorado de
clama la correlación entre emoción Letras de varios institutos de forma-
y comportamiento. Anteriormente, ción docente argentinos (nivel supe-
Johnson-Laird y Oatley (1987) ha- rior no universitario). El diseño del
bían defendido que la evaluación trabajo de investigación partió de una
cognitiva que está en el principio de premisa necesaria: escapar de las re-
la experiencia emocional produce un des conceptuales de la teorías sobre
acceso al “modelo de self”, lo que lectura y sobre la lectura literaria que
permite afectar nuestras intenciones obligan no tanto a verificar cuál es el
y, consecuentemente, el comporta- modo de leer de un lector real sino a
miento. proponer cómo debería ser, hallando
En la simulación que resulta de la en el texto la clave de la normativi-
lectura, el lector utiliza sus propios es- dad del acto de lectura sin constatar
quemas procedimentales para conec- lo que empíricamente ocurre en ca-
tar acciones de manera exitosa, guia- sos particulares. Presentamos a conti-
do de forma cercana por la trama na- nuación, y a modo de ilustración de
rrativa, que, de este modo cumple con lo expuesto, algunos ejemplos de lec-
una función cognitiva. Esto provoca turas empíricas realizados por los su-
que el lector experimente emociones, jetos entrevistados10.

10 Por supuesto, no se trata de un reporte de la investigación ni de la discusión de sus re-


sultados, sino de una mera ilustración de los procesos que hemos referido más arriba.
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Durante la entrevista, presenta- La tarea inicial que solicitamos a


mos a los sujetos seleccionados un los entrevistados fue la de leer el
breve cuento del autor mexicano texto en voz alta y relatar sus impre-
Juan José Arreola. El cuento, de ca- siones personales durante una pri-
rácter realista, se titula El discípu- mera lectura. Al final de la lectura,
lo.11 En él, un aspirante a pintor, en se le pedía hacer un breve comenta-
la Florencia del Renacimiento, narra rio oral sobre lo que acababa de leer.
la desilusión que lo asalta al descu- La evidencia que encontramos, al
brir que su maestro (Leonardo da entrevistar a los sujetos, permiten
Vinci, nunca nombrado en el cuen- adelantar las siguientes hipótesis. En
to, quien prefiere a otro de sus discí- primer lugar, el acto de lectura de
pulos, Andrés Salaino), lo incita a este texto literario permite visualizar
abandonar el arte de la pintura. Se- la confrontación, en la mente de los
gún el maestro, la obra del narrador lectores empíricos, de dos normati-
se ve demasiado dominada por un vidades: la que procede del texto y
ideal de belleza estética que consi- la derivada de la estructura de creen-
dera contraproducente para plasmar cias de los sujetos entrevistados.
con acierto la realidad que lo rodea. Sólo en aquellos casos, poco fre-
El narrador, desalentado, confirma cuentes en la muestra seleccionada,
que, a pesar de que no pueda ser en que los sujetos “entraron” en el
pintor, él seguirá advirtiendo la be- texto, es decir, iniciaron el proceso
lleza del mundo como espectador, y de simulación acordado por el cuen-
los párrafos finales del texto así lo to y empatizaron con el punto de
testimonian. El texto deja en suspen- vista del narrador (o incluso, aunque
so, es decir, en manos del lector, menos frecuente, con el del maes-
cuál de las ópticas encontradas (la tro), la confrontación se decide a fa-
del narrador o la del maestro) es la vor de la normativa del texto, aún
que se considera cierta. El cuento cuando las conclusiones a las que
puede leerse también como una pa- arriba el lector no sean inferencias
rábola del arte de la escritura, desde válidas según la lógica que sustenta
el punto de vista del lector (repre- al texto. Se trata, en este caso, de
sentado por el narrador) y desde el lectores con un cierto nivel de com-
punto de vista del creador (la pareja petencia, más elevado que la media,
conformada por el maestro y Andrés que siguieron la trama del cuento
Salaino). como un conjunto de instrucciones

11 J.J. Arreola, Confabulario personal. Madrid, Bruguera, pp. 26-27.


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literaria desde una perspectiva empírica 21

para unificar las acciones del relato, Más frecuente, sin embargo, re-
activando, para ello, esquemas per- sultó la negativa, por parte de los jó-
sonales relativamente apropiados al venes lectores, a enfrentar la propia
texto en cuestión. La lectora que estructura de creencias con la que
identificamos con la inicial B entra propone el texto. Una estrategia re-
en esta categoría. Obsérvese su co- petida consistió en defender, de ma-
mentario sobre la trama del texto y nera autoritaria, los propios puntos
el efecto emocional que le produjo: de vista, aún cuando existía eviden-
cia textual que los rebatía. El co-
B: Porque es todo una cadena, un montón
mentario de la lectora (que identifi-
de hechos que van desencadenando su
camos con la inicial G) ante la frase
angustia [la del narrador] y todo lo que él
del maestro al narrador es buena
admira se relaciona con lo que está pa-
prueba de ello:
sando, con lo que en realidad él está sin-
tiendo, esa sensación de que alguien le G (leyendo): “tú sigues creyendo en la
dice que debe destruir todo lo que él esti- belleza. Muy caro lo pagarás”. ¡Uy! pare-
ma. Esa sensación de destrucción se me ce contradictorio porque justamente la
contagia, me puso triste. belleza debería estar unida a la verdad y
al bien y es raro que alguien deba pagar
Resulta interesante corroborar la
por eso, por creer en la belleza, sino que
relación entre la función cognitiva
debería ser algo bueno.
de la trama, que la lectora pudo re-
construir apropiadamente, y la apa- Por supuesto, se trata de una es-
rición de emociones narrativas alte- tructura ideológica ausente en el
rocéntricas (la angustia del narra- texto, que la lectora defenderá a ul-
dor)12 que colaboran precisamente tranza, constituyéndose de esa ma-
en el trabajo de articulación de las nera en el eje de su interpretación y
secuencias del texto. Además, la obligándola a “olvidar” todos los
tristeza, en este caso una emoción datos que contradecían su postura y
estética según la terminología de a no realizar el proceso de simula-
Miall y Kuiken, se constituye en la ción exigido por el texto. En este
respuesta literaria de la lectora, que caso, y congruentemente con la teo-
reconoce el contagio que le produce ría, la aparición de emociones eva-
el proceso de simulación eficazmen- luativas es la dominante, dado que
te conducido durante la lectura. estas no cumplen una función en el

12 Importa marcar aquí que la emoción /angustia/ no aparece lexicalizada en el cuento,


por lo que ha sido inferida por la lectora.
Daniel Israel
22 Revista de Literatura Hispanoamericana No. 59, 2009

procesamiento del texto y resultan J: Es un cuento fantástico[...]porque está


respuestas que parcializan y sesgan entre la realidad y la fantasía, por la in-
la información obtenida. Frecuente- certidumbre que me crea.[El cuento] es
mente, en la muestra relevada, apa- totalmente incoherente. […]no sé si es la
recen casos en que esta confronta- palabra incoherente, pero[…] por eso veo
ción entre las propias estructuras de características de un cuento fantástico,
creencias y la que aporta el texto ni por eso de ir creando incertidumbre, el
siquiera se realiza: el lector acude a tema, esa vacilación que existe en este
fuentes de su propia experiencia tipo de cuentos. Eso, ese dejo de incohe-
para connotar el significado del tex- rencia, no le encuentro un, no le encuen-
to, desoyendo todas sus claves y tro el tema, aparte el tema es ese... Crear
apartándose radicalmente de la nor- eso en el lector, […]de todos maneras
matividad textual. Es el caso en que voy a rescatar que no me gusta lo que es-
el texto se convierte en pretexto toy leyendo. Porque no, no me gusta, me
para la (re)formulación de expe- gusta más todo lo realista, lo que yo pue-
riencias personales. Nuestra hipóte- do leer, entenderlo, explicarlo, que no ge-
sis, en este caso, es congruente con nera tanto volver atrás, y esa incoheren-
el marco teórico que hemos señala- cia no, no, no me gusta. Porque al final
do: al no poder componer correcta- me deja una sensación de nada.
mente la macroestructura del texto,
La incapacidad para experimentar
el lector acude a información pro-
una emoción diferente de la inicial in-
pia para, de alguna manera, dar
certidumbre, respuesta evaluativa típi-
coherencia a su acto de lectura, aún
ca de un momento inicial de la lectu-
apartándose o desviándose total-
ra, revela también la negación, por
mente de lo expresado en el texto.
parte del sujeto, a sumergirse en la ló-
En este caso, también la activa-
gica del relato. De ahí que la estrate-
ción de esquemas inapropiados so-
gia para fundamentar su respuesta ne-
bre literatura que el lector pueda
gativa al texto sea una herramienta
aportar obstaculiza y finalmente jus-
cognitiva inapropiada, en este caso, la
tifica la composición de una cohe-
adjudicación del género fantástico al
rencia en la lectura que no es la indi-
cuento realista (que sin embargo, el
cada por el texto, una verdadera
lector dice preferir). La ausencia de
misreading. Es el caso del lector J,
respuesta se justifica, paradójicamen-
que cifra de esta manera su descon-
te, en argumentos relacionados con el
cierto ante la imposibilidad de otor-
conocimiento de los géneros litera-
garle coherencia al texto:
rios, inadecuadamente utilizados.
La lectura literaria: breve panorama de los enfoques cognitivos sobre la respuesta
literaria desde una perspectiva empírica 23

4. Conclusiones como la didáctica de la lectura lite-


raria, sugieren un camino a seguir.
La polaridad que planteábamos al En la medida en que se logre com-
comienzo de este artículo entre las plementar la necesaria especulación
dos imágenes del lector literario qui- teórica sobre el fenómeno literario
zá sea una aporía que cueste resol- con observaciones empíricas de la
ver. Pero el aporte que los estudios lectura literaria, el camino para la
empíricos sobre el procesamiento formación de nuevos y mejores lec-
del texto literario pueden brindar a tores podrá quizá dejar de ser esa
la teoría literaria, y por su interme- zona de nadie en la que se ha trans-
dio, a disciplinas instrumentales formado en las últimas décadas.

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