La inteligencia del

sistema límbico
Cerebro y aprendizaje
CONTENIDO
1. Introducción.

2. Inteligencia afectiva.

3. La inteligencia del estado de ánimo.

4. La inteligencia motivacional.

5. Bibliografía.

Introducción
En el primer tema de esta unidad se explicaba cuáles son
las funciones de estas estructuras cerebrales y cómo
este cerebro es el encargado de emocionar y de que
se establezcan vínculos con los demás, con el objetivo
último de sobrevivir. Por lo tanto, las inteligencias
relacionadas con el sistema límbico o cerebro del
mamífero van a tener que ver con estas funciones.
Existen tres inteligencias correspondientes a este
cerebro: la inteligencia afectiva, la inteligencia del estado
de ánimo y la inteligencia motivacional.
Inteligencia afectiva
Como ya se ha dicho, el ser humano es un animal
social que va a estar en una continua interacción con el
otro. Los primeros vínculos se realizan con los padres
o cuidadores, pero durante toda la vida sigue vinculándose
a familiares, amigos, compañeros de trabajo, parejas,
etc. Todas estas personas con las que se tiene algún tipo
de relación, inevitablemente, van a generar emociones
y sentimientos, van a afectarlo emocionalmente. Se siente
atracción hacia determinadas personas, pasión, amor
y también, a veces, emociones y sentimientos que no son
tan agradables como asco, envidia o incluso se puede
llegar a odiar a alguien.
Pero no solamente afectan las personas, todo aquello
con lo que se interacciona puede alterar el nivel afectivo.
A medida que se crece y se va teniendo experiencias
con lo que se encuentra al alrededor, el sistema límbico
irá haciendo asociaciones, en términos de peligro
- seguridad, con todo tipo de estímulos (externos
e internos) a los que se irán asociando emociones, los
cuales se irán convirtiendo en aprendizajes, más o menos,
inconscientes y mantenidos en el tiempo, como se verá
en los temas siguientes con más profundidad. Cuando
se tiene un conflicto con la pareja o con el hijo va a haber
una reacción emocional desagradable, pero también la
habrá cuando se vea un gato, si el cerebro lo interpreta
como algo peligroso y, entonces, aparecerá el miedo,
o cuando un alumno tenga que hacer una exposición
en clase y suponga para él una situación amenazante
por el motivo que sea o lo que implique para él. Del
mismo modo, disfrutar de un concierto, de una cena
romántica con la pareja o conseguir un buen resultado
en un examen son cosas o situaciones que van a afectar
a nivel emocional.
La inteligencia del sistema límbico | 3
Por lo tanto, esta inteligencia tiene que ver con hacer
consciente de aquello por lo que se está dejando
afectar y poder discernir si es positivo o no desde ahí
poder cambiar lo que no sea beneficioso. La inteligencia
afectiva está muy relacionada con el amor, así como
con la capacidad de elegir con quién o con qué se
involucra la persona, hasta qué punto debe hacerlo
y cuándo se debe terminar o romper estos vínculos si
dejan de ser sanos.
La inteligencia del
estado de ánimo
Se vive en una sociedad muy mal educada desde un punto
de vista emocional. Desde pequeñitos se ha enseñado que
hay una serie de emociones que son negativas y que es
mejor no tener, o que hay que deshacerse de ellas lo antes
posible porque no son aceptadas. Afortunadamente, se
está en tiempos de cambio en este sentido, pero muy
lejos aún de la aceptación general de todo el espectro
emocional tan necesario para la supervivencia.
La inteligencia de los estados de ánimo será la que
permita vivir todas las emociones que se dan en el
mamífero, las agradables y también las desagradables.
Por lo tanto, tiene que ver con la aceptación y el
reconocimiento de todo el abanico de emociones, con
la no represión emocional y con su expresión a través
del cuerpo, porque sólo así se podrá descargar la
energía que generan. Se trata aquí de tener acceso a
toda la información emocional, porque la emoción está,
con independencia de lo que se sea capaz de aceptar.
Y esa emoción desagradable (con las agradables se
suele hacerse mejor) va a buscar una vía de salida por el
camino que se le permita y se va a manifestar, muchas
veces, a través de la enfermedad. Por lo tanto, desarrollar
esta inteligencia va a ayudar a preservar y mejorar la
salud física y mental.
A lo largo de este máster, se va a profundizar mucho
más en este abanico de emociones que existen en los
mamíferos, en su reconocimiento, su función y su mejor
gestión como camino fundamental hacia la salud.
La inteligencia motivacional
La palabra motivación deriva del latín “motivus” que
significa movimiento. La motivación es un motor para
el movimiento, para lograr una aproximación a algo
y trabajar en su consecución. Surge de un deseo o una
necesidad. Ir a buscar comida cuando se tiene hambre,
estudiar sacrificando tiempo de ocio durante años para
conseguir ser psicólogo o entrenar duro todos los días
para conseguir ganar una competición, son ejemplos
de este impulso que lleva a conseguir las metas que se
plantean. Cuando el deseo, o el ansia, que se tiene por
conseguir un objetivo es lo suficientemente importante,
se estará dispuesto a sacrificar cosas por el camino
y se pondrá toda la energía en ese proceso porque
se está motivado.

Pero la motivación también va a empujar a actuar para
evitar una consecuencia desagradable o aversiva y buscar
la seguridad. De hecho, las motivaciones más básicas van
a estar encaminadas a mantenernos vivos y, una vez que
se tengan garantizadas las necesidades más primarias,
se necesitará de otras motivaciones más complejas. En
cualquier caso, este orden o esta diferencia entre lo que
es más o menos básico o necesario va a variar de unas
personas a otras y, por supuesto, también será diferente lo
que a cada uno le da seguridad o le pone en una situación
que su cerebro interpreta como peligrosa.
Cuando se quiere algo, se siente motivación y se
actúa para poder conseguirlo, así que la inteligencia
motivacional va a ser la capacidad de reconocer lo que se
desea y lo que mueve a la persona a actuar. Tiene que ver
con poder enfocarnos en los sueños y marcar el camino
que se debe seguir para su consecución, pero también
va a ayudar a entender y reconocer necesidades, miedos
o creencias erróneas sobre la persona misma, los demás
o el mundo, los cuales pueden bloquear la motivación
y no permiten luchar por lo que se anhela, haciendo que
la persona se quede estancada.
La motivación implica tener metas u objetivos, implica
soñar despierto, visualizarse donde se quiere estar.
Si no se tiene un sitio al que ir, una meta, se puede
estar moviéndose mucho, pero sin ninguna dirección
determinada, sin llegar a ningún sitio. “En mi trabajo
con adolescentes veo muchas veces a chavales
absolutamente desmotivados, y cuando les pregunto
por lo que esperan hacer en unos años, por cómo les
gustaría que fuese su vida o cuáles son sus sueños, me
doy cuenta de que muchos de ellos no tienen ninguno”.
La inteligencia del sistema límbico | 4
Te propongo un pequeño ejercicio: cierra los ojos
y piensa en cómo te gustaría que fuese tu vida o algún
aspecto de ella en dos o tres años y déjate llevar, sin
más. Imagina que ya estás en ese momento, observa
lo que haces y, sobre todo, cómo te sientes habiendo
llegado ya a esa meta a la que te gustaría llegar.
Recréate en ella añadiendo todos los detalles que se
te ocurran. Después, cuando lo hayas disfrutado un
rato, abre los ojos y dibuja en un folio, en la parte
de arriba, un rectángulo que represente la meta,
y dentro de ella escribe algo que la identifique, ponle
un título. Cuando hayas hecho esto, dibuja un camino
desde la parte de abajo hasta la meta donde vas
a ir escribiendo los pasos que tendrías que dar hasta
llegar a tu destino, dibujándolos más grandes o más
pequeños, dependiendo del tiempo que creas que
se tarda en conseguirlos. Por último, valora si son
realistas, porque es cierto que se deben marcar metas
que sean realistas. Sin embargo la mayoría de las veces
no es que las metas no sean realistas, sino que los
miedos o las limitaciones que se ponen han hecho que
no se pueda avanzar. Si tienen dudas sobre este último
aspecto, se puede dejar dibujado el camino y, a medida
que se vaya avanzando en este máster, ir volviendo a él,
para poder ir comprobando si estos límites que se ven en
un principio son reales o los has creado tú. Si después
de haber hecho este análisis, se sigue pensando que la
meta no es realista o que no depende de ti su realización
(sobre todo esto último), siempre puede ser cambiada.
Si se mantiene, podrás ir centrándote en el primer paso,
y sólo en ese, aunque sin perder de vista la meta, que
será el motivo por el que lo estás haciendo. Cuando lo
hayas conseguido, lo marcas de alguna manera y se
continua con el siguiente, así irás viendo que cada vez
estás más cerca y te ayudará a motivarte más. ¡Suerte!

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