Está en la página 1de 44

Reino Nuevo

Tema 5

Introducción histórica

Con la expulsión de los hicsos y la nueva reunificación empieza la XVIII Dinastía. Se reinstaura el orden y la
realeza se impone como institución por encima del soberano como individuo. La victoria en el campo de ba-
talla de Ahmose introduce el concepto del monarca como jefe de una organización militar. Se llevó una amplia
política de expansión territorial mediante campañas bélicas y matrimonios diplomáticos. Egipto se convierte en
un verdadero imperio.

El esplendor económico propició la creación de monumentos y lujosas creaciones, con lo que a este periodo se
le considera la edad de oro de la cultura egipcia. La artes mantuvieron una unidad, a excepción del periodo de
Akhenatón (Amenofis IV), en el cual se introducen importantes cambios religiosos que repercutieron en el arte
al suprimir el culto de las deidades existentes e introducir el culto a Atón.

Las Dinastías XIX y XX son las conocidas como ramésidas. Seti I, inició una enérgica política expansionista
por Oriente tratando de recuperar la influencia en Siria y Palestina, y su hijo, Ramsés II, convirtió de nuevo a
Egipto en una gran potencia.

Bajo los último reyes y los conflictos políticos, los pueblos extranjeros volvieron a acosar las fronteras del país,
perdiendo el poder faraónico su autoridad en el extranjero y dando paso a la desaparición del estado unitario.

Arquitectura Reino Nuevo


La última pirámide real: el complejo de Ahmose en Abydos

Ahmose (Amosis I) fue el unificador de Egipto. Desarrolló una in-


tensa actividad arquitectónica. Restauró templos y construyó nuevas
edificaciones. Reabrió las canteras de Tura. En Abydos se encontró
su complejo funerario el cual es una combinación de monumentos.

Destaca su pirámide con recubrimiento de caliza, se discute si fue


su lugar de enterramiento o sólo un cenotafio. Parece que eligió
Abydos para asociar su culto al de Osiris. Se sabe que el culto
funerario al rey duró 250 años.

Junto a la pirámide se alza un templo funerario decorado con re-


lieves. Consiste en un patio central con columnas precedido por
una antesala y un ancho muro, una especie de pilono de ladrillos
de adobe.

Entre la pirámide y el templo se encontraba otro edificio de fun-


ción desconocida. Al oeste de la misma hay casas de los trabajado-
res que construyeron el complejo, de los sacerdotes y de los siervos
encargados de su culto funerario.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 1


Adyacentes al templo principal se han encontrado restos de otros
dos construidos por su esposa, la reina Ahmose-Nefertari, uno de
los cuales pudo ser una especie de cerramiento para una estructura
en forma de pirámide.

En las cercanías se encontró la pirámide de Tetisheri, abuela de


Ahmose. Un poco más al sur hay una tumba, o salsa tumba, ex-
cavada en la roca para el propio rey, cerca de la cual se encontraron
restos de un templo en terrazas inacabado. Su pirámide es impor-
tante porque es la última construida como parte de un comple-
jo funerario y la única construida en Abydos: esta tipología no
fue usada por los monarcas del Imperio Nuevo.

Arquitectura palacial del reino nuevo

Gracias a la prosperidad se realizaron grandes proyectos constructivos, sobre todo templos, y se remodelaron
ciudades como Tebas y Menfis. También se construyeron edificios en nuevas ubicaciones y de planta ordenada.

Uno de los palacios más tempranos procede de Deir El Ballas, está


considerado el primer ejemplo de lo que se llama “ciudad Real del
Reino Medio”.

Parece haber sido un cuartel general del ejército de algún príncipe


tebano. Se hallaron dos palacios: Palacio Norte y el Palacio Sur.

El Palacio Norte es de gran tamaño, se construyó con ladrillos de


adobe de tamaño grande. Constaba con una serie de patios con co-
lumnas y un amplio corredor de entrada que se organizaba en torno
a una plataforma central elevada. La plataforma estaba construida
sobre cimientos de casamatas (un tipo de bóvedas muy resistentes
que suelen usarse para instalar una o varias piezas de artillería). Este
grupo de casamatas sustentaba los apartamentos privados del pala-
cio, creando una imagen similar a la de una torre fortificada del tipo
“Migdol”. En la sala superior había la sala del trono y habitaciones.

El Palacio Sur era una plataforma rectangular de ladrillos de adobe, a cuya parte superior se accedía por un
largo tramo de escaleras, su función era la de torre vigía.

El palacio de Tell el-Dab, Avaris, es otro ejemplo de arquitectura palacial. Se han encontrado dos fases cons-
tructivas. La primera es de época tutmósida, se construyeron las estructuras palaciales F y G, que destacan
por la decoración de tipo minoica, con técnicas al fresco.

El palacio F es el más pequeño, parece ser un fuerte palacial, levantado sobre una alta plataforma en cuyo
centro hay un patio abierto. Es muy similar al palacio sur de Deir el-Ballas en cuanto a forma y proporciones.
Contaba con una rampa de acceso y una puerta monumental de granito.

El palacio G sigue la misma orientación que el F. Estaban separados por un enorme patio y rodeados por un
muro de cerramiento común. Junto al palacio se han encontrado varios edificios de gran tamaño, diseñados se-
gún una cuadrícula y similares a los complejos de Tell el Amarna.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 2


Complejo palacial de Malkata. Construido por Amenofis III en
la orilla occidental de Tebas. Sigue un modelo de gran palacio con
barrios diferenciados, que alojaban a distintos grupos de la pobla-
ción. Es una pequeña ciudad donde destaca el palacio, con zonas
bien diferenciadas como el vestíbulo con columnas y el salón del
trono, y una zona residencial destinada al faraón y sus familiares,
incluyendo la zona del harén.

Tenía, además, un edifico cuya función era conmemorativa con


motivo del jubileo de Amenofis III. Este edificio se desmanteló
poco tiempo después.

“Dividida en cuatro barrios, Malkata constaba de los siguientes edi-


ficios:

• Palacios residenciales independientes pero conectados entre sí [el


Palacio del Norte, el Palacio del Sur, el Palacio del Rey y el Pa-
lacio Medio].
• Capilla de culto a Amón en el extremo norte.
• Pabellón de audiencias.
• Viviendas para los altos funcionarios.
• Viviendas para los servidores del palacio.
• Villas para los cortesanos hacia el sur y el oeste.
• Viviendas para los trabajadores del palacio.
• Altar en el desierto [hoy conocido como Kom el-Samak]

Malkata. Amenofis III

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 3


Amenofis III (Amenhotep III) habría ocupado el Palacio Norte,
mientra que su Gran Esposa Real, la reina Tiyi, es probable que
hubiera residido en el Palacio Sur, el cual terminaba en una te-
rraza que desembocaba en un lago artificial con embarcadero y
puerto incluidos.

Para la construcción se optó por el uso del adobe, creando muros


muy gruesos de este material en los edificios principales, asegu-
rando así que la temperatura fuera más fresca en el interior de
los mismos. Además se utilizaron otros materiales pero en menor
medida: la madera, para columnas y techos; y la piedra para bases
de columnas, dinteles y algunos suelos.

Mientras que el exterior de los edificios fue pintado en blanco,


para el interior de los palacios y residencias de altos funcionarios,
se optó por brillantes colores en escenas de la naturaleza con ani-
males típicos del país del Nilo. En las estancias de Amenhotep
III sin embargo, prevalecían escenas de la diosa buitre Nekhbet
acompañada de los cartuchos con el nombre del faraón en la Sala
del Trono, así como cabezas de toro en las estancias privadas del
monarca.

En Malkata se construyó también un lago artificial que comuni-


caba por un canal con el río. Éste, conocido como Birket Habu,
comenzaba en la zona este del Palacio Real y se extendía hacia
el sur, y fue proyectado con forma de ‘T’ [forma típica de los
estanques de agua sagrada]. A finales del reinado de Amenhotep
III medía 2 km de largo por 1 de ancho [en su parte más ancha].
En Malkata la carrera sagrada que realizaba el monarca durante
el heb-sed se transforma y se realiza una ceremonia en el agua, en
el Birket Habu.

En la parte sur del Birket Habu se encontraba el altar hoy co-


nocido como Kom el-Samak [construido para la ceremonia heb-
sed]. Una vía conectaba el palacio del monarca con su «Templo
de Millones de Años» [donde se ubican los famosos colosos de
Memnón] y ésta conectaba con el altar Kom el-Samak, el cual era
utilizado durante los jubileos, desfiles militares e incluso como
zona de descanso para los días de cacería de Amenhotep III.

Akhenatón, hijo de Amenofis III, va a imitar el modelo de palacio


de su padre en el conjunto que edificó en Tel el Amarna, Aketa-
tón. Ahí se ha encontrado también un lago artificial de enormes
dimensiones donde se celebraba el jubileo del rey.

La ciudad palaciega que Ramsés II hace construir en el Delta,


Pi-Ramsés, en Qantir, sigue el modelo de ciudad palacial organi-
zada. Ocupa una gran extensión y ha sido excavado parcialmente,
pero se atestiguan calles ordenadas, casas, palacios, templos
y gigantescos establos.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 4


Ramsés III levantó en Medinet Habu un gran recinto con tem-
plo funerario y un gran palacio edificado en adobe. La entrada al
complejo era una especie de torre de acceso fortificada, en cuyo
piso superior estaría situado el harem del rey. El palacio se en-
contraba entre el primero y el segundo pilono y contaba con un
amplio patio, con una abertura en el centro del pórtico llamada
“Ventana de las apariciones”, la cual conectaba el palacio y el
templo. El palacio era utilizado por el rey para presidir desde la
tribuna las ceremonias religiosas celebradas en el patio. Otras es-
tancias eran la sala de audiencias y una sala para el aseo personal.
(¿¿¿Esto es el Templo de Millones de Años???)

“En Medinet Habu se halla uno de los templos más impresionan-


tes y mejor conservados de Egipto. Se trata de una gran extensión
que comprende el templo funerario de Ramsés III y una es-
tructura de dimensiones más pequeñas, pertenecientes a distintos
periodos, tanto anteriores como posteriores.
Antiguamente a Medinet Habu se le llamaba Djamet y, según la
tradición popular, en sus tierras fue enterrada la Ogdoada, es decir
las ochos divinidades primigenias. Debido a ello, antes de que
el faraón Ramsés III mandara construir su templo funerario, éste
lugar ya era sagrado.

Con Ramsés III, e incluso después, Medinet Habu funcionó


como centro administrativo de Tebas. Fue en este lugar, don-
de los obreros que construían las tumbas reales y que vivían en
Deir el-Medina, llevaron a cabo la primera huelga de la historia,
para reclamar sus pagas. Además, fue dentro de su gran comple-
jo fortificado donde la mayoría de los habitantes de la región se
refugiaron cuando en el Alto Egipto, a finales de la Dinastía XX,
estalló una guerra civil.

La importancia y el valor del lugar como centro administrativo y


estratégico, sobrevivieron con mucho al culto del monumento de
Ramsés III”.

Los grandes templos tebanos del Reino Nuevo: Karnak y Luxor

La idea básica de templo como una construcción tripartita ??? se


mantiene sin grandes cambios durante el Reino Nuevo. Se basan en
una disposición sucesiva de estancias que parecen expresar la idea
de viaje. Salvo la cella (sala cerrada y con una única puerta de ac-
ceso, donde se veneraba la imagen de un dios), todos los elementos
eran de paso. El templo era la morada de dios y lugar donde debían
realizarse los rituales de culto diarios y las procesiones anuales.
Ramsés II. Templo de Medinet Habu.
Se diferencian claramente una parte pública de una privada donde XIX Dinastía. Reino Nuevo
sólo podían acceder los sacerdotes.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 5


KARNAK, el gran santuario de Amón

Era el principal centro de culto en Egipto. Decenas de faraones fue-


ron creando y modelando el complejo en el cual los arqueólogos
han catalogado más de 200 estructuras.

Del National Geographic. “Los templo egipcios no eran lugares


donde el pueblo acudía a rezar, sino que constituían la residencia
del dios.

El primer ritual que se realizaba al inaugurar un templo era el «es-


tiramiento de la cuerda», pedj-sesh, que se documenta desde la
dinastía I (3065-2890 a.C.). Con este ritual, los sacerdotes busca-
ban orientar los ejes principales del templo hacia objetivos promi-
nentes, bien fueran accidentes geográficos o puntos astronómicos.
En el caso de Karnak, la orientación del eje este-oeste se hizo hacia
el punto por donde sale el sol en el solsticio de invierno (entre el
20 y el 23 de diciembre), de modo que, si nos situamos en el mue-
lle que hay ante la entrada del templo, ese día veremos salir el sol
sobre la puerta oriental, llamada de Bab el-Makhara, situada casi a
seiscientos metros de distancia.

A continuación, se esparcía yeso para purificar el área, se ex-


cavaban trincheras de fundación, se elaboraban los primeros
adobes y se colocaban los depósitos de fundación, materiales
enterrados en los cimientos de los edificios para conmemorar
su construcción y atraer el favor de los dioses. Una vez acabada
la construcción, se purificaba el edificio con fumigaciones y lectu-
ras de textos sacros, y quedaba listo para ser consagrado al dios que
iba a habitarlo.

LA RESIDENCIA DEL OCULTO


El dios que iba a habitar el templo de Karnak era Amón, también
llamado «el oculto». En su origen, Amón era el dios local de la
ciudad de Tebas, pero con el tiempo se convirtió en el dios prin-
cipal del panteón egipcio, asociado al dios solar Re. Su imagen
se guardaba en el sancta sanctórum, el espacio más reservado del
templo, en una gran barca llamada Userhat. En un texto del reinado
de Amenhotep III (1402-1364 a.C.) se dice que la barca de Amón
«está rematada con plata pura y toda ella está trabajada en oro, y
alberga en su interior un altar enorme de oro». Durante las grandes
festividades tebanas, como la fiesta de Opet y la Bella Fiesta del
Valle, la barca del dios se trasladaba hasta un punto del Nilo donde
se había construido un muelle que se conserva intacto. A través de
un canal, se unía con el río y permitía el atraque de las barcazas que
transportaban por el Nilo a la Userhat.

Una avenida de esfinges une este muelle con el templo. Las esfin-
ges de Karnak son crioesfinges, es decir, tienen cabeza de carne-
ro, pues éste es uno de los animales con los que se identificaba el
dios Amón, y actuaban como protectoras de las vías procesionales.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 6


Dado que los egipcios de a pie no podían entrar en el recinto sagra-
do, a veces se valían de intermediarios simbólicos para transmitir
sus peticiones a la divinidad. En Karnak, esta función la ejercían las
estatuas del sabio Amenhotep hijo de Hapu, escriba real y arqui-
tecto de Amenhotep III, situadas ante la entrada del templo, en las
que podemos leer: «¡Oh gentes de Karnak!, ¡vosotros los que de-
seáis ver a Amón, venid a mí! Yo comunicaré vuestras peticiones!»
Los numerosos tebanos que solicitaron su intervención pulieron las
estatuas con sus devotas caricias.

LAGOS, PILONOS Y OBELISCOS


El templo egipcio representa el universo recién creado. Refleja
el simbolismo del benben o colina primigenia que, con la creación,
emergió de las aguas del Nun, el caótico océano primordial. De ahí
que, en Karnak, el enorme muro de doce metros de altura que
rodea el espacio sagrado, de 550 por 523 metros, esté hecho no
con hiladas horizontales de adobes, sino formando ondas. De
esta forma se simbolizaba que el caos (las aguas del Nun, repre-
sentadas por las ondas) quedaba fuera del témenos o área sagrada.

Dentro del recinto de un templo, el espacio acuático más impor-


tante es el lago sagrado. El de Karnak, de 130 por 80 metros, fue
remodelado por orden del faraón Taharqa (690-664 a.C.), el más
activo de los faraones nubios de la dinastía XXV. El lago debía de
servir como escenario para muy diversas ceremonias, más que para
que los sacerdotes realizaran sus abluciones.

Al recinto se accedía a través de un pilono (bekhenet), una puerta


monumental con dos grandes torres a los lados. Un texto del reina-
do de Amenhotep III describe el tercer pilono, que entonces era la
fachada principal de Karnak: «Una enorme puerta ante Amón-
Re, cubierta totalmente de oro y labrada con la imagen del dios
bajo la forma de un carnero, decorada con lapislázuli verda-
dero y trabajada con oro y costosas piedras. Ninguna obra an-
terior la iguala. Está pavimentada con plata pura y en su cara
exterior está cubierta de estrellas de lapislázuli a ambos lados».
Ante los pilonos se erigían estatuas colosales; la de Amenhotep III
se alza frente al pilono décimo, de 21 metros de alto.

En Karnak podemos ver hasta diez pilonos, seis en el eje prin-


cipal y otros cuatro en dirección al templo de Mut, la consorte de
Amón. El más grande es, precisamente, el de su fachada principal,
obra de Nectanebo I (380-362 a.C.). Mide 113 metros de lado. Que-
dó inacabado, pero de haberse concluido hubiera alcanzado cuaren-
ta metros de altura. Los pilonos son símbolos solares, pues repre-
sentan las dos colinas del horizonte (akhet) por las que sale el
sol. La escena principal que los decora muestra al faraón venciendo
a sus enemigos, arrodillados ante él; es el triunfo del orden (el rey)
sobre el caos (los enemigos). En Karnak, esta escena aparece en los
pilonos séptimo y octavo.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 7


Los pilonos se rellenaban a veces con material procedente de es-
tructuras desmanteladas. Los bloques hallados en el tercer pilono
de Karnak, levantado por Amenhotep III, han permitido restaurar
la capilla Blanca de Sesostris I, la capilla de calcita de Amenhotep
I, el peristilo de Tutmosis IV y la capilla Roja de Hatshepsut. En
la fachada de los pilonos se colocaban altos mástiles de madera
de cedro, con los extremos cubiertos de electro (una aleación de
oro y plata) y banderolas de colores. Los mástiles se sujetaban con
grandes anclajes de bronce. En el primer pilono de Karnak aún se
ven grandes ventanas que indican el lugar donde se situaban estos
anclajes.

Otros elementos de simbología solar que embellecían el frente


de los pilonos eran los obeliscos, auténticos rayos petrificados,
normalmente dispuestos a pares. En Karnak se conserva uno de
casi veinte metros de alto, de Tutmosis I (hacia 1500 a.C.), para
cuyo transporte se construyó una barcaza de 62 metros de eslora. El
segundo que aún sobrevive, de casi treinta metros y 323 toneladas,
es de Hatshepsut. Fueron necesarios siete meses de trabajo en las
canteras de Asuán para extraerlo.

El transporte hasta Karnak, a 220 kilómetros, no fue sencillo. Una


representación hallada en Deir el-Bahari muestra la barcaza de
transporte tirada por 27 remolcadores, encabezados por tres naves
guía, en una operación en la que intervinieron más de mil marinos.
También data del reinado de Hatshepsut una inscripción en la que
se dice que Djehuty, Inspector de Todos los Trabajos de Karnak, su-
pervisó lo relativo a otros dos obeliscos de 108 codos de altura (56
metros), chapados completamente de electro. Tengamos en cuenta
que el mayor obelisco que se conoce, el «inacabado» de Asuán,
mide 43 metros y pesa 1.260 toneladas.

LA ZONA PRIVADA DEL DIOS


Con ocasión de las grandes festividades, las imágenes de los
dioses eran trasladadas en barcas en el curso de largas proce-
siones.
Tras el pilono de entrada viene un patio a cielo abierto. Simboliza
la apoteosis de Re, el Sol, con su victoria repetida cada noche so-
bre el caos y sobre la serpiente Apofis, su enemigo, a la que sigue
un nuevo amanecer. Aquí hallamos dos grandes santuarios que sir-
vieron como reposaderos de las barcas portátiles de la tríada tebana,
formada por Amón, su esposa Mut y el hijo de ambos, Khonsu. Con
ocasión de las grandes festividades, las imágenes de los dioses eran
trasladadas en barcas en el curso de largas procesiones, durante las
cuales se utilizaban los reposaderos para dar descanso a las divini-
dades. Fueron construidos en tiempos de Seti II (1200-1194 a.C.) y
Ramsés III (1184-1153 a.C.).

Después del patio, siguiendo el esquema típico de un templo, nos


encontramos con una sala hipóstila o columnada. Esta sala da la
idea de la espesura del cañaveral que rodeaba la colina emer-

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 8


gida del Nun, el océano primigenio. El ejemplo de Karnak, cuya
ejecución se remonta a Seti I (1305-1289 a.C.), es espectacular. La
sala, de 103 por 52 metros, contiene 134 columnas papiriformes,
de las que las doce centrales, con capiteles de más de cinco metros
de diámetro, alcanzan los 21 metros de alto frente a los 15 del resto
de columnas.

La diferencia en altura de las columnas centrales respecto a


las laterales permitía colocar grandes ventanas de piedra, que
eran la única fuente de luz. Por ello, del mismo modo que sólo
con la luz solar las plantas abren sus cálices, sólo los capiteles de
las columnas centrales están abiertos, mientras que los capiteles
de las columnas laterales, sumidas en la penumbra, están cerrados.
Esta sala se convirtió en el lugar de coronación de los reyes en
Tebas.

A medida que nos introducimos en el templo, no hacemos sino re-


producir el ascenso por la colina primordial, desde su orilla hasta
la cima. Por ello, con nuestro avance vamos subiendo a través
de pequeñas rampas y escalones, acercándonos al sancta sanc-
tórum, simbólica cima de la colina. Al mismo tiempo, los techos,
decorados con estrellas, son cada vez más bajos, para reflejar
que nuestro ascenso nos va acercando al cielo. Por desgracia, el
núcleo del templo de Amón en Karnak no está tan bien conservado
como para que podamos percibir este detalle, que sí podemos ad-
vertir en otros templos más tardíos, como el de Edfú.

Antes de acceder al lugar donde reposa el dios, llegamos al


principal santuario para su barca portátil. En Karnak, este es-
pacio se conserva perfectamente. Fue erigido en época de Filipo
Arrideo (siglo IV a.C.), en el mismo lugar donde mil años atrás se
levantaba, con la misma función, la famosa capilla Roja de Hats-
hepsut. Aquí se depositaba la barca portátil de Amón cuando éste
no participaba en las procesiones.

Más allá del santuario de la barca, donde ahora sólo hay un yermo,
se levantó el centro neurálgico del templo: una sala en penumbra,
donde una capilla o naos tallada en un monolito de piedra al-
bergaba la estatua de Amón. Era el sancta sanctórum, la cima
de la colina primordial, morada y trono del dios, el lugar más
sagrado del templo, al que sólo el faraón o el sumo sacerdote y
sus ayudantes más cercanos podían entrar. Todas las puertas que
llevaban a este espacio eran cerradas y selladas cada día, pues nadie
debía molestar a Amón en su morada)”. FIN.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 9


Representa el modelo de templo colosal que se construye en esta época, como manifestación de un gran imperio.
Es un inmenso lugar sagrado que ocupa más de un kilómetro cuadrado, rodeado de una muralla de ladrillos de
adobe con 8 puertas.

El templo de Amón es el lugar de culto principal, pero existen otros templos menores de distintas épocas
(Khonsu, Osiris, Ptah), así como templos reales como la “Sala de las Fiestas” de Tutmosis II o de Amenofis II.
También existen otros elementos necesarios para la celebración del culto como el lago sagrado, los almacenes y
las zonas residenciales de los sacerdotes.

Originalmente había ahí un templo de piedra caliza dedicado a Amón, edificado en tiempos de Sesostris I, del
cual no quedan restos. Posiblemente fueron demolidos por Tutmosis I (XVIII D) que comienza la gran polí-
tica constructiva en Karnak.

Es un templo complejo, con muchas fases y remodelaciones, que responden al deseo de cada faraón de dejar su
impronta en él.

El templo de Amón, orientado según un doble eje este-oeste y norte-sur, está precedido por un dromos (1. ave-
nida que precede a los pilonos en el templo egipcio. 2. corredor o pasillo de acceso, generalmente a una tumba)
de esfinges con cabeza de carnero, animal simbólico de Amón, construidas por Ramsés II, que unen el templo
de Karnak con el de Luxor, y con un embarcadero que comunica el templo con el canal que llega del Nilo, para
las barcas sagradas durante las fiestas religiosas.

Dos pequeños obelisco, construidos por Seti I (XIX D.), preceden al primer pilono, de época tardía, y posible-
mente inacabado. Consiste en dos bloque trapezoidales de muros en talud en los que se colocaban banderolas y
con escaleras interiores.

Los pilonos son un elemento destacado en los templos. Funcionan como una barrera monumental. Se creía que
la silueta simboliza las cordilleras que encierran el valle de Nilo.

A continuación se encuentra un inmenso patio conocido como “Gran patio de Amón”. Tiene un pórtico al
norte con 18 columnas de capiteles papiriformes cerrados y otro al sur con 11 columnas y 4 pilares. El pórtico
sur está cortado por el templo de Ramsés II, el cual es una copia en miniatura del de Medinet Habu, y en ambos
lados del pórtico hay dos hileras de esfinges.

En el patio se encuentra un pabellón construido por Taharka y un pequeño templo de forma tripartita cons-
truida por Seti I, con capillas consagradas a Amón, Mut y Jonsu.

La parte oriental del primer patio está delimitada por un segundo pilono y su puerta está flanqueada por estatuas
de grandes dimensiones de Ramsés II, dando paso a la sala hipóstila, construida en varias fases que van desde
el reinado de Amenofis III al de Ramsés II. Es la parte más extraordinaria y extensa del templo.

Sala hipóstila. Compuesta por un bosque de 153 columnas de piedra monumentales con capiteles papiriformes,
las cuales sustentaban un techo, hoy desaparecido. Que cerraba un espacio caracterizado por la angostura y la
oscuridad.

Atravesando un tercer pilono, que representaba la entrada al templo hasta el reinado de Horemheb, se llega una
zona que marca el punto de encuentro con el eje norte-sur y sonde se haya el patio de Amenofis III. En él se
encuentra la Capilla Blanca para el festival heb-sed de Sesostris I, las capillas de Amenofis I y II, la capilla roja
de Hatshepsut, y la de Tutmosis IV, de quien es obra también el pórtico.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 10


De cuatro los obelisco que señalaban la entrada al templo, de Tutmosis I y Tutmosis IV, sólo queda uno.

El cuarto pilono, construido por Tutmosis I, da paso a la parte más antigua del templo, edificada sobre los
restos de uno construido durante la Dinastía XII. Ahí hay una especie de vestíbulo adornado en origen con gran-
des columnas, donde Hatshepsut ordenó levantar dos obeliscos, de las cuales sólo que uno. Desde el vestíbulo
se accede al santuario de la barca sagrada, donde se colocaban las barcas de la tríada tebana (Mut, Amón y
Khonsu). A ambos lado de este santuario hay dos estancias construidas también por Hatshepsut.

Más al este hay otras zonas como el Akhmenu o templo festivo de Tutmosis III, siendo la ultima estancia de este
templo el santuario de Amon-Ra al que se accedía por un pasaje situado en el muro exterior.

Los ricos relieves que decoran profusamente los edificios de Karnak, muchos de temática bélica y ensalzando la
figura del faraón, contribuyen a la sensación de grandiosidad que en su época estaba acentuada por la policromía
que cubría el monumento.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 11


LUXOR

A unos tres kilómetros al sur de Karnak se encuentra Luxor, tam-


bién dedicado a Amón. Es más pequeño que Karnak y conserva
muy bien su disposición original.

Amenofis III construyó la parte interior sobre un edifico pre-


existente, y Ramsés II levantó el recinto exterior. Posteriormente
otros faraones encargaron decoraciones o edificios adyacentes.

En época de Nectábeno I el dromos que lo unía con Karnak se


adornó con esfinges de cabeza humana. Alejando Magno constru-
yó el templo de la barca sagrada.

En tiempos de Diocleciano la parte más meridional se utilizó para


el culto imperial estableciéndose el fuerte de la guarnición romana.

Luxor da la sensación de haberse construido de manera unitaria y


de una sola vez.

La planta de Amenosis III sigue una trayectoria axial y consta de


santuario, sala hipóstila, patio porticado y columnata de entrada.

A éste, en época de Ramsés, se añadió un patio porticado y un pi-


lono con colosos y obeliscos que preceden a la columnata. La zona
sagrada (sancta sanctorum) se decoró con relieves que narran el
nacimiento divino de Amenofis III.

Destacan los pórticos que rodean el patio peristilo en tres de sus


lados, que conforman un espacio ordenado y colosal formado por
dos hileras de esbeltas columnas papiriformes,

Tiene dos templos de Amón, Uno tripartito consagrado a Mut,


Khonsu y Amón-Min, y el santuario de Amenofis III que albergaba
la estatua de Amón, ubicado en lo más recóndito del templo.

Luxor está vinculado con el festival Opet, celebrado en la estación


de la inundaciones. Consistía en una procesión en la que se trasla-
daba la barca sagrada desde Karnak hasta Luxor. Este monumento
era accesible al público hasta el recinto que contenía la barca.

También funcionaba como templo de culto a la parte divina e in-


mortal del faraón, el ka real, símbolo de la legitimidad de su poder.
No estaba ligado a un único rey.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 12


Hatshepsut. XVII Dinastía
“Templos de millones de años” o templos conmemo-
rativos del Reino Nuevo

Antes del Reino Nuevo el modelo de complejo funerario se basaba


en una tumba asociada a un templo de culto al faraón difunto. A
partir del RN el lugar de culto va a estar separado del templo,
es un verdadero templo dedicado al culto al dios local Amón y al
faraón. Ya no son templos funerarios, sino religiosos.

Se crea un santuario destinado al rey para rendirle culto en vida,


pues era considerado hijo del propio dios. Son templos de culto real
y templos conmemorativos. Tenían dos estancias al sur y al norte,
que eran santuarios dedicados al padre del faraón y a Ra (su padre
divino).

Tutmosis III levantó tres templos conmemorativos. Uno en Tebas


occidental, otro en Karnak (el Akh-menu) y otro en Deir El Bahari
(el Dejese-Aket). El templo de Tebas occidental. Está configurado
como un templo en tres terrazas de suave pendiente. La primera
fase constructiva comprende un complejo compuesto por un tem-
plo dedicado a Amón y rodeado por un muro perimetral de adobe.
En una segunda fase se amplía con la construcción de un pórtico de
la terraza alta proyectada hacia el este y se construyen unas capillas
dedicadas a la diosa Hathor, construida en dos niveles distintos. El
templo de Ank-menu estaba relacionado con el culto a Amón en
agradecimiento por la victoria de Meggido o pudo ser un templo
para el festival heb-sed. El de Deir Bahari es un templo excavado
en la montaña, construido en tres terrazas a diferentes niveles.

Templo de Hatshepsut (D XVIII) en Deir el Bahari. Se conoce


como «Djeser-Djeseru» que significa «La maravilla de las mara-
villas». Es un templo conmemorativo único por su originalidad y
complejidad. Fue construido por su hombre de confianza, Senmut.
Está en parte excavado en la roca y en parte construido externa-
mente, con una estructura de terrazas de grandes dimensiones, con
columnas que se confunden con la ladera de montaña. Está al lado
del templo de Mantuhotep II y está inspirado en él.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 13


Se conservan los elementos tradicionales de un templo conmemo-
rativo, pero con un tipo de construcción más abierta y libre, for-
mando un edificio que se contempla en su totalidad en un solo gol-
pe de vista.

Se articula mediante una sucesión de patios, cada uno con un pór-


tico al fondo y un acceso al siguiente patio. Los patios están es-
calonados, siguiendo la inclinación de la montaña. Están unidos
mediante suaves rampas. Estas rampas están en la parte central de
cada patio y sirven como eje divisorio conformando un patio a la
derecha y otro a la izquierda en cada nivel.

En la segunda terraza, en la parte derecha, hay varios santuarios


menores que se unen al templo mediante la prolongación del pór-
tico. En la parte derecha hay un pequeño templo dedicado a Hator,
diosa del lugar. Se encuentran también unos relieves que muestran
la expedición que hizo la reina a Punt.

La tercera planta está excavada en la roca.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 14


Templo de Kom-el Hetal. Construido por Tutmosis III (D XVIII),
es el templo conmemorativo más grande. Tan sólo quedan los dos
grandes colosos lo cual nos da una idea de la grandioso que debe
haber sido, mayor incluso que Karnak.

Estaba dedicado a Amón y al culto del faraón. Se ha podido re-


construir el plano del edificio. Consistía en tres pares de pilonos
precedidos cada uno por un par de estatuas colosales de Tutmosis
III, que eran progresivamente más bajas, acentuado el efecto de
perspectiva. Se llega a una larga estancia que servía de camino pro-
cesional y que daba paso a un patio solar porticado tras el cual se
Colosos de Memnón. XVII Dinastía
llegaba al santuario.

El complejo estaba rodeado por un muro de ladrillos de adobe que


lo protegía de las crecidas del Nilo. Se construyó en una zona muy
baja para que el templo quedara rodeado de agua simulando la co-
lina primordial que surgió de las aguas.

De la Dinastía XVIII apenas quedan restos de más “Templos de


Millones de años”. De la época de los rámesidas sí que hay algunos
ejemplos.

Templo funerario de Seti I en Abydos o Gran Templo de Aby-


dos o Memnomium. Está dedicado a Osiris (dios local y divinidad
funeraria por excelencia) y no a Amón. Construido por Seti I y su
hijo Ramsés II.

“Es el más importante de los monumentos y el mayor de todos los


templos construidos en Abydos. Fue erigido por Seti I en honor a
Osiris. La importancia del templo se encuentra, no sólo en su arqui-
tectura sino en las grandes escenas representadas en torno a la vida
de Seti I y Ramsés II, que constituyen un importantísimo docu-
mento histórico y religioso. Es en este templo donde encontramos
una de las famosas Listas Reales que enumera 77 reyes de Egipto,
desde Menes, de la I Dinastía, hasta el propio Seti I.

El templo, construido sobre un terreno en pendiente, tiene una


planta inusual en forma de ‘L’. Aunque mantiene una distribu-
ción clásica, destaca por el hecho de contener siete santuarios
que lo convierten en único dentro de la arquitectura egipcia.

Además de las siete capillas, dedicadas a Seti I, Ptah, Ra-Horajty,


Amón-Ra, Osiris, Isis y Horus, consta de dos pilonos, uno de los
cuales se encuentra prácticamente destruido, dos patios, dos salas
hipóstilas y un conjunto de edificios auxiliares, como almacenes,
sala de las barcas o pequeñas capillas dedicadas a Nefertum y Ptah-
Sokar. Además todo el conjunto se encuentra rodeado por un
muro, delimitando así el espacio destinado a los oficios religiosos.
Para la construcción se empleó piedra caliza y arenisca, si bien en
el Osireión se utilizó, además, granito. Templo de Abydos Seti I. XVII Dinastía

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 15


Osireión. Detrás del recinto se encuentra el cenotafio, conocido
como Osireión. Se construyó como prolongación del eje longitu-
dinal del templo. El aspecto es el de una tumba real tanto en la
planta como en la decoración, realizada principalmente por Me-
renptah, hijo de Ramsés II, que incluye pasajes del Libro de las
Puertas, un texto religioso típico de las tumbas reales de la XIX
Dinastía. Parece que la construcción trata de reflejar la colina pri-
mordial sobre la que germina una mata de cebada como resurrec-
ción del dios Osiris, rodeada del agua primigenia que formaba el
abismo. Actualmente es imposible acceder al interior debido al
nivel de las aguas.

Se dice que los relieves de piedra de Seti son algunos de los me-
jores y más detallados de cualquier templo egipcio encontrado”.

Representa el prototipo de templos conmemorativos ramésidas.

Ramsés II (XIX D). Levantó templos conmemorativos en Aby-


dos y en Qurna, llamado Ramesseum.

El de Abydos es de menor tamaño que el de Seti I. El portal es de


granito y el pilono conduce a un impresionante peristilo. A con-
tinuación hay un pórtico y después dos salas hipóstilas sucesivas
que llevan al sancta sanctorum, de forma tripartita, y construido
en alabastro, donde están representados Seti I, Amón, Ramsés II
y dos diosas, todos en granito.

El Ramesseum es su templo funerario. Presenta la estructura clá-


sica y además incluye un palacio real a la izquierda del patio por-
ticado.

Del National Geographic: “Sus casi seis hectáreas de superficie


comprenden el templo principal, un templo dedicado a su esposa
Nefertari y a su madre Tuya, un palacio y las dependencias ane-
xas dedicadas a la administración del santuario. Se sabe que para
la construcción se reutilizaron algunos bloques de templos de la
dinastía XVIII. Este edificio, creado con los mejores materiales,
edificado en piedra y destinado a mantenerse en pie eternamente
quedó muy deteriorado a causa de un terremoto, y sus ruinas se Osireión. XVII Dinastía
emplearon como cantera de materiales para otros edificios, en es-
pecial el vecino templo del faraón Ramsés III en Medinet Habu.

PROTECTOR DE SU PUEBLO
La fiebre constructiva de Ramsés podría parecer una forma de megalomanía o de egocentrismo; pero en
realidad respondía a motivaciones más profundas. Por un lado, el rey quería que sus súbditos supieran que
era el brazo fuerte y dominador, aquel al que no se podía vencer. Así se refleja en la decoración grabada en
el Ramesseum, tanto en los muros exteriores como en los interiores: abundan las escenas de batallas, con el
rey conduciendo victorioso a su ejército y venciendo a las fuerzas del mal, personificadas por sus enemigos.
Como en otros templos, Ramsés hizo grabar en el Ramesseum episodios de la batalla de Qadesh y de otros
enfrentamientos contra pueblos extranjeros. Igualmente, reprodujo el desfile de algunos de sus numerosos
hijos e hijas.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 16


Algunas escenas del Ramesseum muestran al faraón junto a di-
versos dioses del panteón egipcio, e incluso él mismo aparece re-
presentado como un dios. En efecto, las edificaciones reales del
Imperio Nuevo no sólo mostraban el poder militar o político
de los faraones, sino también su condición divina, algo que re-
sulta patente en el Ramesseum. Como otros templos repartidos en
Tebas oeste, el Ramesseum era un lugar de culto tanto para el dios
Amón como para el rey divinizado. Mediante diversos rituales,
fiestas y ceremonias se simbolizaba la constante regeneración del
faraón. Estas ceremonias eran necesarias para que rejuveneciera y
se revitalizara tanto mientras estaba vivo como tras su muerte. El
Ramesseum quedaba así unido de un modo simbólico con la tum-
ba del faraón en la necrópolis real tebana; santuario y sepulcro,
pese a estar separados físicamente, formaban una unidad destina-
da a mantener al difunto en la inmortalidad.

RAMSÉS, IGUAL A LOS DIOSES


La identificación de Ramsés con Amón se traducía en las escultu-
ras. En la zona más interna del templo se alojaba la sagrada esta-
tua de Amón con los rasgos del soberano. La estatua era objeto de
un culto diario, en el que recibía alimento y se la vestía, enjoyaba
y perfumaba como si fuera un ser vivo, pues mediante el rito vol-
vía a cobrar vida. Otra importante fiesta local era la “Bella Fiesta
del Valle”, en la que la estatua de Amón partía de su residencia en
Karnak para visitar los templos de Millones de Años de los farao-
nes y revitalizar a los difuntos enterrados en la orilla occidental.
La imagen se trasladaba en barca, por el río y los canales, hasta
los muelles situados frente a los templos de Millones de Años.
Después se colocaba en un navío transportable que era acarreado
a hombros por los sacerdotes hasta el interior del Ramesseum,
donde se celebraban las ceremonias más secretas.

Si bien es cierto que los templos egipcios no estaban pensados


para acoger feligreses, el pueblo sí podía acceder a los primeros
patios. En estos lugares se alzaban grandes colosos del faraón a
los que el pueblo hacía ofrendas y elevaba sus súplicas en el trans-
curso de algunas fiestas. En el Ramesseum esta función la cumplía
un coloso de dimensiones extraordinarias, de 18 metros de altura
sin contar la base, colocado en el primer patio, justo ante el pilo-
no que da acceso al segundo patio del templo. Recibía el nombre
de “Ramsés Sol de los Soberanos”. Actualmente se ha puesto en
marcha un ambicioso proyecto para reconstruir el coloso caído a
partir de los más de quinientos fragmentos que se han localizado
de la estatua.

EL REY EN LA ETERNIDAD
La estructura del santuario refleja la creencia egipcia en la rege-
neración del faraón después de la muerte. A partir de la entrada,
conectada con el Nilo por un embarcadero, los distintos espacios
del templo –dos patios sucesivos, la sala hipóstila y la cámara de
la barca– se orientaban en una dirección este-oeste, siguiendo,
por tanto, el curso de la salida y la puesta de Sol. De este modo,
el rey acompañaría al Sol en su curso diario por toda la eterni-

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 17


dad, en una repetición diaria del milagro del renacimiento y la
renovación. Un significado parecido tienen los grandes “pilares
osiríacos” del segundo patio del santuario, situados a la entrada
de la sala hipóstila, en los que se representaba a Osiris envuelto
en un sudario; se evocaba así la regeneración del monarca tras su
muerte, como el resucitado Osiris, dios del más allá con el que el
faraón se identificaba.

Ramsés, como hombre piadoso que era, quiso rendir culto en su


templo a sus progenitores. De este modo, decidió integrar en su
Palacio de Millones de Años una pequeña edificación, conocida
como Mammisi, en honor de su madre Tuya. Esta muestra de
piedad filial respondía también a un fin propagandístico, el de
afirmar su nacimiento legítimo y divino, pues se consideraba que
el dios Amón se había encarnado en su padre, Seti I, para fecun-
dar a Tuya.

Asimismo, al sur del primer patio, Ramsés erigió un palacio en


piedra dotado con una “ventana de aparición” desde la que el rey
se mostraba a sus súbditos en ocasiones solemnes. Este palacio
sería imitado más tarde por Ramsés III en el cercano templo de
Medinet Habu.”
Ramesseum. XIX Dinastía

Templo de Medinet Habu. Ramsés III. Representa uno de los


más importantes edificios religiosos de Tebas. El templo se cons-
truyó imitando de forma intencionada el Ramesseum y se com-
pone de 2 pilonos, 2 patios y 3 salas hipóstilas, además de un
embarcadero y un canal que lo unía con el Nilo, destinado a llevar
a cabo las procesiones religiosas en barco del dios.

Medinet Habu, Ramsés II. XX Dinastía

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 18


Arquitectura del periodo de Amarna

Las particulares de este periodo obligan a tratarlo aparte. Akhe-


natón construye Akhetatón (“El horizonte del Dios Solar”), para
glorificar a Atón.

Los templos que construye Akhenatón incorpora nuevos aspectos


en la distribución, así como la desaparición del santuario cu-
bierto, ya que el rito solar era incompatible con la oscuridad. Se
mantiene el pilono a la entrada del templo y se crean grandes patios
descubiertos con altares destinados a los sacrificios en su honor.

La política constructiva de Akhenatón está centrada en su capital,


construida en Tell el Marna, a medio camino entre Tebas y Menfis.
La ciudad no está amurallada, tiene acantilados por un lado y el
Nilo por el otro.

Amarna sigue un trazado regular hipodámico (ortogonal). Era


una ciudad y nueva y para edificarla en menos tiempo se inventó un
sistema de edificación con pequeños sillares llamados talatats o
talatatos. Son pequeños bloque de piedra más fáciles de transportar
y colocar.

Se distinguen tres zonas: la primera zona incluye la zona de es-


telas y estatuas conocidas como “estelas de frontera”, las cuales
delimitan el perímetro. En esta misma zona se hallaban una serie
de tumbas cortadas en la roca, pertenecientes a altos funcionarios
y nobles de la corte de Akhenatón. Cerca de ellas se construyeron
unas tumbas para la familia real.

La segunda zona comprende una serie de altares desperdigados en


el desierto, destacando el llamado “poblado de los trabajadores”.
Éste incluye un asentamiento con muro de ladrillo que contiene 72
viviendas, de modelo similar y distribuidas en calle paralelas.

La tercera zona es la ciudad propiamente dicha. En la parte central


se ubicaban palacios, los templos dedicados al sol y los edificios
administrativos.

El “camino real”, era el eje principal de la ciudad, unía la parte


central con el barrio norte, y serviría como vía procesional para los
desfiles del rey. Hacia el sur se encontraba la ciudad principal, con
casas en un espacio densamente ocupado, y junto a ella lo que se
denomina “barro sur”. Al norte del centro, está el “barrio norte”, y
un poco más allá, al pie de los acantilados, la llamada “ciudad nor-
te”. Se sabe que se construyó un templo ajardinado en el área sur.

De todas estas construcciones interesan las de la parte central


por su monumentalidad y función.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 19


Templo del dios Atón. Orientado eje este-oeste, con una extensa su-
perficie y delimitado por un muro de adobe. Está conformado por dos
edificios de piedra. El Templo Largo y al fondo el Santuario. Dos
pilonos de ladrillo configuran el acceso, dando paso el Templo Largo
(Guem-Aton), hecho con bloques de piedra con un eje longitudinal. Un
pórtico con columnas monumentales precedía a una serie de patios. En
cada patio se han encontrado numerosos altares cuadrangulares de pie-
dra, los cuales recibían las ofrendas anuales. La zona se completa con
un altar de sacrificio ubicado junto a una estela y un campo de mesas de
ofrendas de ladrillo.

El santuario estaba en la parte trasera del cerramiento, formado por un


edifico de piedra rectangular a cielo abierto, subdividió por un pilono de
piedra y en el que se disponen también altares y mesas de ofrendas.

Otros edificios religiosos de la ciudad son el Pequeño Templo de Amón


y el Maru-Aton, de dimensiones más pequeñas.

El Gran Palacio, orientado hacia el norte, incluye una zona privada para
la familia real, con diversas salas y patios decorados con pinturas de gran
colorido. Se organiza en torno a un gran patio articulador adornado con
estatuas colosales del rey. Alrededor del mismo se disponen salas, patios
menores y otros monumentos. Destaca la presencia de un puente de la-
drillo reforzado con madera, que une el Gran Palacio con la Casa del Rey
(como las casa de Diego y Frida :-)).

La Casa del Rey incluía un patio con árboles, zona residencial con pe-
queños apartamentos de diferente tamaño y área de almacenaje. Gran Templo de Amarna

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 20


Los speos colosales de Abu Simbel

Ramsés II construye dos grande templos en la zona fronteriza con


Nubia a comienzos de su reinado. Los dos están en Abu Simbel y
reemplazaron a dos viejas cuevas consagradas a divinidades loca-
les. Se aprovecharon las cavidades existentes, ampliándolas para
adaptarlas a los nuevos usos.

Son dos templos tipo speo, término griego que significa cueva y
que alude a un templo rupestre.

El Templo Mayor está dedicado a Ra-Horakhte, Ptah y Amón-


Ra, y a Ramsés II como dios divinizado. Está orientado al Le-
vante. Tiene un pórtico de entrada a modo de gran pilono, con
paredes en talud, que conducen a un atrio y una terraza, donde
se encuentra la monumental fachada excavada en la roca, de 35 m
de anchura por 30 de alto.

Fachada
Cuatro colosos de Ramsés II, en su tiempo policromados, decoran
la fachada. Entre sus piernas se distribuyen pequeñas figuras de
familiares del rey. Los colosos representan a Ramsés II con dife-
rentes atributos reales: el nemes, la doble corona o la barba osiríaca
postiza.

Dos veces al año, cuando el sol salía por el horizonte, se proyecta-


ba en su interior, iluminando por completo las cuatro estatuas del
nicho del santuario.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 21


Sobre la entrada al templo hay un nicho con una pequeña es-
cultura del dios solar Ra, sosteniendo los símbolos del poder y
la verdad, formando simbólicamente el nombre de coronación de
Ramsés II, Usermaatra. La fachada se completa con bajorrelieves
a ambos lados del nicho que representan a Ramsés II, y una hilera
de estatuas de babuinos en la parte superior.

Bajo los colosos hay representaciones de cautivos negros y asiá-


ticos. Dos capillas encuadran la fachada del templo. En la parte
derecha se encuentra la septentrional. Es un templo solar que
consiste en un pequeño recinto a cielo abierto con dos estatuas de
divinidades y una representación de la barca solar. En la parte iz-
quierda se encuentra la capilla meridional excavada en la roca,
consagrada a Thot.

Sala hipóstila
La fachada da paso a una gran sala hipóstila con 8 pilares osiríacos,
dispuestos 4 en cada lado en forma de estatuas colosales que mues-
tran a Osiris con el rostro de Ramsés II. A ambos lados hay una se-
rie de pequeñas cámaras laterales, 4 a la derecha y 2 a la izquierda,
que pudieron servir como almacenes o para fiesta heb-sed.

Vestíbulo o segunda sala hipóstila


A continuación se llega a este espacio, con cuatro pilares cuadrados
con escenas del rey abrazado por divinidades, y a través de tres
puertas llevan a una sala de ofrendas.

Santuario
Finalmente se llega al santuario, un ambiente en penumbra donde
se ubican cuatro estatuas talladas en la roca que representan a Ptah,
Amón-Ra, Ramsés II divinizado y Ra-Horajti. A los lados del san-
tuario hay dos pequeñas capillas.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 22


El Templo Menor, construido poco después, está orientado al su-
deste y dedicado a Nefertari, esposa principal de Ramsés II, y a
Hator. También es un templo tipo speo, más pequeño, y con una
fachada a modo de pilono dividido por contrafuertes en rampa que
flanquean el portal en saledizo.

La fachada está compuesta por seis colosos excavados en la roca


dentro de hornacinas rectangulares. Es simétrica con tres colosos
a cada lado de la puerta, que representa a Ramsés II flanqueado por
Nefertari, representada con atributos de Hator. Los colosos de la
reina son del mismo tamaño que las del rey, todos con la posición
de la pierna izquierda adelantada. Al lado de las piernas de los co-
losos hay pequeñas esculturas de príncipes y princesas.

La puerta de acceso está decorada con cartuchos de Ramsés II y


con escenas suyas realizando ofrendas a Hator y a Isis.

La planta del templo es sencilla: sala hipóstila con seis columnas


hatóricas, vestíbulo con pequeñas salas a los lados destinadas a
custodiar objetos religiosos y al fondo el sancta sanctorum con un
nicho doble donde se guarda la estatua de Hator, diosa vaca protec-
tora de la realeza.

Entre 1964-68 los templos fueron desmontados y trasladados al este


del emplazamiento original para salvarlos de la subida del nivel de
las aguas producidas por la construcción de la presa de Asuán.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 23


Las necrópolis de Tebas del Reino Nuevo

En el Reino Nuevo las tumbas se separan del complejo funerario,


de manera que tienen emplazamientos distintos. Como consecuen-
cia de las profanaciones y el saqueo de las tumbas, se eligió una
nueva ubicación para construirlas. Al oeste de Tebas, las tumbas
se hayan al pie de una montaña con forma de pirámide llamada
El-Qurna, “El cuerno”, en el complejo que se llama Valle de lo
Reyes. Comprende el Valle de los Reyes, el Valle de las Reinas y
el Valle de los Nobles.

La tumbas van numeras según el orden en el que han ido encon-


trando, junto a las siglas KV (Kings Valley). Entra las más impor-
tantes están las de Tutmosis III, Amenofis II, Tutankhamón, Seti
I, Ramsés IV y Ramsés IX. Son de diferentes tamaños y mucha
están inacabadas por la muerte prematura del monarca. El exte-
rior se reduce a una pequeña entrada, que da paso a un corredor
descendente excavado en la roca, una antecámara y una cámara
funeraria con pilastras también excavadas en la roca. La cámara
donde se alojaba el sarcófago de piedra solía tener forma oval.

La mayoría han sido robadas, dañadas e incluso habitadas. De la


pocas que han llegado intactas están la de Seti I y la de Tutankha-
món. A partir de la Dinastía XIX las reinas también comenzaron
a enterrarse en el valle (QV). El Valle de las Reinas consta de 8
tumbas, como la de Titi. Del Valle de los Nobles encontramos una
variada y fresca decoración iconográfica. Una de ellas pertenece al
noble Djehuty (XVIII D).

En un valle adyacente se encuentran las tumbas de los artesanos


Seti I
que construyeron las tumbas reales, en Deir el-Medina. Ahí mismo
Tutmosis I fundó el poblado de los trabajadores. Es un asentamien-
to planificados con forma más o menos regular, y rodeado por una
muralla con dos puertas, con una calle principal orientada norte-sur
y dos calles perpendiculares más pequeñas. Las casa son de distin-
tos tamaños.

Tutankhamón

Deir el-Medina Djehuty

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 24


Arte figurativas - Reino Nuevo
Escultura exenta
La idealización de la imágenes regias

La escultura exenta antes del periodo de Amarna, retoma la tra-


dición de los reinos anteriores, pero enseguida muestra cambios
estilísticos.

— Escultura idealizada en un principio. Poco a poco se irán indivi-


dualizando las facciones.
— Se refina el canon de las figuras.
— Menos severidad en las formas.
— Los rasgos de los rostros presentan pequeños cambios.
— Las escenas bélicas muestran la faceta de conquistador del rey,
lo que conduce a representaciones a gran escala.
— Se esculpen estatuas colosales para situarlas en los templos de
culto construidos en las principales ciudades y en los templos
mortuorios de Tebas.
— Se representa a los reyes y reinas como seres vivos o asimilados
a Osiris.

Todas las esculturas, ya fueran de reyes, dioses o nobles, se realiza-


ron para las tumbas o para los complejos funerarios. Se utilizaron
en costosos materiales duros para las más pequeñas, y caliza y gra-
nito para las colosales.

En la primera mitad de la Dinastía XVIII las esculturas exentas


de carácter regio se muestran idealizadas, percibiéndose en los
rostro una expresión más delicada, amable y optimista que las
de finales del Reino Medio, como las estatuas de Tutmosis III y su
madrastra Hatshepsut.

A partir del reinado de Amenofis II las obras comienzan a mos-


trar rasgos específicos, que llegan a su punto culminante en las
esculturas de bulto redondo y en los relieves del periodo de Amar-
na, donde las figuras regias se apartan por completo de los cá-
nones tradicionales.

A partir del periodo de Hatshepsut las estatuas empiezan a ser nu-


merosas y de excelente calidad. Destacan las Colosales figuras osi-
ríacas y las Esfinges de su templo mortuorio en Deir el-Bahari- La
reina se muestra idealizada.

Estatua sedente de Hatshepsut, realizada en piedra caliza y de ta-


maño superior al natural, Museo Metropolitano de Nueva York. En
ella se hizo representar en su trono ataviada con la indumentaria y
las insignias propias del faraón, pero sin prescindir de sus rasgos.

Hatshepsut

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 25


Los últimos años de Tutmosis III, cuando Egipto se convierte en
una de las principales potencias de Oriente Próximo, el arte alcanza
su apogeo artístico.

Estatua de basalto verde, Museo del Cairo, en cuyo sonriente ros-


tro sin barba, en lo que se conoce como “sonrisa tutmósida”, se
percibe un clasicismo propio de comienzos del reino.

Estatua de Tutmosis arrodillado, Museo Egipcio de El Cairo. Hie-


rática y solemne obra de refinada ejecución y delicados rasgos que
evoca a las esculturas de su predecesora.

Será en el reinado de Amenofis III cuando desaparecerá por


completo esta idealización. La singularización de las imágenes
aumenta. En los retratos de este faraón se percibe un mayor refina-
miento y un mayor énfasis en plasmar sus rasgos específicos.

Cabeza de gran estatua de Amenofis III, Museo de Brooklyn de


N.Y., cuyas facciones se estilizan.

Al final de su reinado se le representa con rasgos infantiles:

Cabeza de estatua de Amenofis III, Museo Egipcio de El Cairo.


Arcilla estucada y pintada. Destacan sus ojos rasgados extremada-
mente alargados y una boca carnosa. Preludian la tendencia expre-
sionista del periodo de Amarna.

Tutmosis III se casó con una mujer africana que no era de estirpe
real, la reina Tiye, cuyo papel en la corte dicen que sobrepasó sus
funciones. De ella se conservan dos pequeñas creaciones:

Cabeza de estatuilla de Tiye, Museo Egipcio, realizada en esteatita


verde.

Cabeza de retrato de la reina Tiye, del Museo Egipcio de Berlín.


Madera policromada. Representa la obra culminante hacia la con-
secución del retrato realista, alejado de las convenciones del arte
egipcio. Sus ojos son oblicuos, labios carnosos y expresión despro-
vista de idealización.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 26


La estatuaria privada

En la estatuaria privada se percibe menos la idealización de la es-


cultura regia de los inicios de la D XVIII.

La cantidad de estatuas conservadas se debe a su función como


imágenes votivas ofrendadas en los templos. Conservan aún los
rasgos estéticos de la escultura del Reino Medio y se prefieren
las esculturas sentadas o agachadas, del tipo estatua-cubo, ya
que ofrece un espacio ideal para poder grabar dedicatorias votivas.

Suelen ser esculturas de civiles o militares que desempeñaron pues-


to de responsabilidad. Como las de Sennemut, arquitecto de Hats-
hepsut, y las de Amenhotep, superintendente de Amenofis III:

Estatua de Sennemut cubriendo con su capa a la princesa Nefe-


reru, Museo Británico, tallada en granito y de porte casi regio, en la
que se integra maravillosa e ingeniosamente la imagen de Nefereru.

Estatua de Sennemut con Neferure, Museo Egipcio de El Cairo.


Con la princesa sentada perpendicularmente al eje del cuerpo.

Estatua-cubo de Sennemut, Museo Egipcio de Berlín. Granito

Estatuas sedentes de Amenhotep, hijo de Hapu. Museo Egipcio


de El Cairo, en las cuales se le esculpe como un escriba y como un
anciano.

Amenhotep, hijo de Hapu.


XVIII Dinastía.

Sennemut y Neferure.
XVIII Dinastía.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 27


La revolución de la imágenes de Tell el Amarna

La relajación de los rígidos cánones de representación de comienzos


de la Dinastía XVIII, repercutió de manera importante en la revolu-
cionaria etapa del sucesor de Amenofis III, Amenofis III-Akhena-
tón. Eligió a Atón como único dios, lo que significó una ruptura y
determinó la aparición de nuevas reglas de expresión artística, que
se utilizaron como vehículo de sus ideas religiosas.

La influencia artística de este periodo influyó durante décadas. Las


manifestaciones de lo divino se centraron en el disco solar en lo
alto del cielo alumbrando con sus rayos. En este sentido el arte de
Akhenatón es atípico y único.

Las innovaciones de esta etapa afectaron a los temas y a la for-


ma de tratar a la familia real. Las idílicas imágenes regias, que
plasman momentos íntimos de la familia real, formaban parte de un
programa dogmático.

La estatuaria se caracteriza por su fuerte realismo, establecién-


dose un nuevo ideal de belleza en el que las formas se alargan, se
deforman y se contorsionan anormalmente; alejándose radicalmen-
te del canon tradicional:

Coloso de Amenofis IV, Museo Egipcio de El Cairo. Realizado en


arenisca y procedente del santuario dedicado a Atón en Karnak.
El extremado realismo de la primera fase se modifica en obras más
tardías:

Cabeza de retrato de una princesa, Museo Egipcio de El Cairo.

Busto de modelo de la reina Nefertiti. Museo Egipcio de El Cairo.


Se trata de un modelo de retrato oficial, esculpido en caliza enyesa-
da y pintada. Fue hallado en el taller de un escultor de la corte. Es
una imagen concebida totalmente simétrica y su expresión atem-
poral resulta atípica en el contexto de las imágenes de esa época.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 28


Los relieves aportan un nuevo aspecto. El soberano y las deidades
dejan de representarse a un mismo nivel, pasando el Sol a dominar
la escena desde lo alto del cielo.

Relieve de la familia real. Museo Egipcio de el Cairo. Pertenece a


una estela de piedra caliza. Las figuras se disponen de manera simé-
trica bajo el disco solar, careciendo de la severidad y la perfección
ideal de los ejemplares del pasado.

Losa con escenas de la adoración de Atón, Museo Egipcio de El


Cairo. Procede de su templo en Karnak. Se muestra al faraón y a su
familia celebrando los ritos en honor a Atón, cuyos rasgos finalizan
en pequeñas manos que se alargan envolviendo a ambos soberanos
y al altar de las ofrendas.

El regresos a la tradición figurativa

Pese a que el periodo de Akhenatón fue proscrito a nivel oficial, a


nivel social dejó profunda huellas. Se abandonó Tel Amarna. Men-
fis y Tebas recuperaron la importancia de periodos anteriores.

Su sucesor, Smenkhkaré, restableció el culto a Amón y el poder a


sus sacerdotes. La estética del periodo de Amarna siguió refleján-
dose en los tiempo de Tutankhamón, Ay y Horemheb.

TUTANKHAMÓN (XVIII D)

Relieve de una pareja real. Museo Egipcio de Berlín, cuyo trata-


miento de los juveniles rasgos de los rostros, de los cuerpo, y de
las plisadas vestimentas armonizan con el estilo de Amarna. Son
Tutankamón y su esposa.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 29


En el reinado de Tutankhamón se esculpen relieves de gran calidad.
Destacan los numeroso objetos que componen su ajuar funerario:
camas, tronos, cofres, arcas, cajas para ungüentos, carros, joyas,
etc; todos ellos en el Museo Egipcio de El Cairo.

Estatuas del ka de Tutankhamón. Halladas a ambos lados de la


cámara funeraria.

Tutankamón sobre una pantera

Tutankamón sobre una embarcación de papiro.

Trono. Fabricado en madera, pan de oro, plata, pasta vítrea y pie-


dras duras. La escenas que decora el respaldo está coronada el disco
solar, que se encuentra entre el faraón y su esposa, combinándose
la gracia de formas con la luminosidad de los colores, formando un
estilo puro amarniense.

Las piezas capitales del tesoro son la

Máscara funeraria de Tutankhamón, que reproduce sus rasgos


idealizados, realizada en oro macizo, piedras semipreciosas y pasta
vítrea.

Sarcófago interno, hecho con oro macizo, piedras semipreciosas y


pasta vítrea. Finamente cincelado. Resalta el joven rostro del faraón
con la barba postiza, el nemes con la cobra y el buitre, el cetro y el
flagelo, símbolos de la majestad regia.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 30


Durante la XIX y XX Dinastías, se pierden la libertad y el expre-
sionismo artístico de los años anteriores. Se retoman las tradicio-
nales pautas iconográficas de la época de Amenofis III. Pero, pese
a esto, el arte Ramésida evidencia una consciente conciliación
entre tradición e innovación. Sus imágenes muestran un gran ri-
gor formal matizado por un suave modelado de los cuerpos y por la
naturalidad de los atuendos.

El reinado de Seti I (XIX D) ha legado grandes piezas:

Estatua colosal de Seti I, procedente de Karnak, Museo Egipcio


de El Cairo.

Estatua de Seti I como portaestandarte, Museo Egipcio de El Cai-


ro. En esta pequeña obra los idealizados rasgos del rostro evocan
las imágenes del comienzo del Reino Nuevo, si bien la vestimenta
recuerda el estilo de Amarna.

De Ramsés II (XIX D) destacan sus estatuas colosales. Sus monu-


mentales construcciones arquitectónicas y escultóricas estuvieron
creadas para exaltar su figura y la función de la realeza.

Las imágenes que más caracterizan su reinado son Estatua colosal de Seti I y
Estatua de Seti I como portaes-
Estatuas sedentes de Ramsés II, Templo Mayor de Abu-Simbel, tandarte, Museo Egipcio de El
Cairo. XIX Dinastía. Reino Nuevo
tallada in situ en la piedra arenisca de Nubia. El monarca está dis-
puesto sentado en la entrada del templo, ejecutándose con una
técnica más somera y unas proporciones menos esbeltas que otras
imágenes de su reinado.

Estatuas de Nefertari, esposa principal de Ramsés II, talladas tam-


bién en la roca, y alternadas con otra dos imágenes del faraón.

Estatua de granito Negro, Museo Egipcio de Turín.

Estatua de Meritatón. Museo Egipcio de El Cairo. Realizada en


piedra caliza y bellamente pintada, muestra a la hija y esposa real
de Ramsés II, vestida de gala y tocada con la corona de uraeus.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 31


Durante la XX Dinastía la imágenes exentas regias imitan a las de
la dinastía anterior, está talladas con gran precisión en duras pie-
dras.

Estatua de Ramsés III como portaestandarte de Amó-Ra, Museo


Egipcio de El Cairo, cuyo juvenil e idealizado rostro posee un gran
parecido con Ramsés II.

Estatua del faraón Ramsés IX, Museo Escocés Real de Edimbur-


go, realizada en esquisto verde y en la que está arrodillado en acti-
tud oferente.

La calidad de las estatuas privadas de piedra de ambas dinas-


tías decae en general, realizándose estilizadas obras que retornan
al modelo estatua-cubo. Las imágenes de parejas son cada vez me-
nos frecuentes, realizándose figuritas de madera de ambos sexos
ataviadas según la moda del momento.

Relieve y pintura
Relieves regios del Reino Nuevo

Los modos de representación retoman los modelos clásicos. La me-


jore obras están talladas en las paredes de los templo de Amón en
Karnak y en las tumbas de la nobleza de la necrópolis tebana.

Entre los ejecutados por Hatshepsut están los de la capilla de Ha-


tor y los del pórtico sur de su templo funerario en Deir el-Ba-
hari, tallados en piedra caliza. Los últimos incluyen una temática
insólita hasta el momento: el viaje al país de Punt en busca de
perfumes, plantas, materia prima y animales exóticos.

Relieve del viaje a Punt ordenado por Hatshepsut, Museo Egipcio


de El Cairo. En el que aparecen los príncipes de este país y su cor-
pulenta reina seguidos por otros personajes. Se presentan con ras-
gos casi científicos a los animales y a las plantas, así como diversos
momentos de intercambio de objetos.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 32


Relieve de la reina Tiye, procedente de una gran estela del templo
funerario de Amenofis III en Tebas. Museo Egipcio de Berlín. Se la
representa con delicadas facciones que combinan una cierta ideali-
zación con el realismo de algunos detalles de su rostro. (XVIII D)

Después del periodo de Amarna, las obras de Tutankhamón, Ay y


Horemheb marcan la transición de la XVIII a la XIX Dinastía.

Horemheb presentando una ofrenda a la dios Hator (XVIII D),


de su tumba en el Valle de los Reyes, y cuyo colorido se mantiene Relieve de la reina Tiye.
Reino Nuevo, XVIII Dinas-
intacto. Las imágenes de vivos colores destacan sobre un fondo tía. Berlín. Museo Egipcio.
azul brillante, guardando todavía cierta influencia del arte arma-
niense.

La imágenes que decoran las paredes de las construcciones de fi-


nales Reino Nuevo son de gran calidad. Se percibe el mismo estilo
que en la estatuaria.

Relieves de Seti I de la sala hipóstila del templo de Karnak, en


cuyas escenas bélicas se esculpe al faraón enfrentado a libios e hi-
titas. Se mantiene la estructura compositiva tradicional mostrando
al soberano gigantesco en el momento de atacar a una masa indife-
renciada de enemigos.

Relieve de la Tumba de Horemheb.


Valle de los Reyes. Tebas.
Reino Nuevo. XVIII Dinastía.

Relieve mural de Seti I del templo de Amón. Karnak.


Reino Nuevo. XIX Dinastía.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 33


Los relieves realizados por Ramsés II (XIX D) en el templo de Ab-
ydos son de calidad similar. También son interesantes los del Tem-
plo Mayor de Abu-Simbel donde se relatan, a modo de crónica,
las batallas bélicas de la primera parte de su reinado. Destacan los
alusivos a la batalla de Qadesh, en los que se incluyen detalles por-
menorizados de la contienda, como las escena en la que el faraón
golpea a un jefe libio saltando por encima del enemigo muerto.

De Ramsés III (XX D), destacan los huecorrelieves con escenas de


guerra y de caza del templo mortuorio de Medinet Habu. Victoria
de Ramsés III sobre los libios y sobre los Pueblos del Mar, con
su figura de gran tamaño cogiendo del caballo a varios enemigos.
En otra se le esculpe como exterminador de animales salvajes, par-
ticipando en una cacería de toros bravos y de antílopes desde su
carro. Ambas composiciones constituyen las últimas grandes obras
de este género.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 34


El esplendor pictórico de las necrópolis

Son de gran calidad las pinturas que decoran los enterramientos


de Tebas, Menfis y Amarna. Pese a las convenciones, los pintores
expresan su personalidad. En ellas se fue perfeccionando el estilo
con respecto al tratamiento del cuerpo humano. Las formas se es-
tilizan, se vuelven menos rígidas y los colores están más logrados
permitiendo plasmar transparencias.

Tumba de Ramose (XVIII D) Ramose era alcalde de Tebas y Visir.


La tumba está en Luxor en el Valle de los Nobles (número TT 55).
Las imágenes reflejan el cambio de estilo hacia el arte de Amarna.
La decoración de los muros sólo reflejan el funeral de Ramose y su
relación con Akhenatón.

La tumba estaba sin terminar, probablemente porque Ramose co-


menzó la construcción de una nueva en Amarna. Es tradicional
en su diseño en forma de T. Una rampa-escalera conduce al patio.
Desde allí una corta escalera conduce a una gran sala hipóstila con
32 columnas. Esta es la única sala en la tumba que está decorada.

Al entrar en esta sala girando a la izquierda, encontramos un retrato


de invitados al banquete fúnebre de Ramose, entre ellos su madre,
padre, hermano y cuñada.

En la siguiente escena del muro un grupo de mujeres con los brazos


estirados a los cielos, lloran la pérdida de Ramose. Esta escena se
considera una obra maestra ya que representan un verdadero
sentimiento de agravio.

A la izquierda de la pared posterior de la sala hipóstila se puede ver


una escena de Akhenatón, Ramose y la diosa Maat, con hermosas
ofrendas de flores, mientras que en la pared derecha de la parte
trasera está la escena de Ramose al ser galardonado con el “oro de
honor” por Akhenatón y su esposa Nefertiti.

La segunda escena de esta pared es de Ramose recibiendo una de-


legación extranjera y también la recepción de las flores del templo.
También en esta sala podemos apreciar una escena que representa
al fallecido ante los sacerdotes y su familia, junto con una lista de
ofrendas y rituales mágicos. A continuación, aparece una escena
con tres doncellas con sistro ante Ramose y su esposa, purificando
la estatua del difunto. La última escena es de Ramose y su esposa
quemando incienso.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 35


Tumba de Menna, donde se representa al difunto pescando y ca-
zando en los pantanos.

La tumba de Menna, en la Necrópolis Tebana, conserva unas pin-


turas excepcionales. Entre las múltiples riquezas arqueológicas de
Luxor, esta tumba destaca por su belleza y por el interés de las es-
cenas que fueron representadas en sus paredes durante la Dinastía
XVIII, posiblemente durante el reinado de los faraones Tutmosis
IV y Amenhotep III.

Menna fue un escriba, trabajó como supervisor en los campos del


dios Amón y fue director del catastro. Su esposa, Henuttauy, fue
sacerdotisa “Cantante de Amón”. Se sabe que tuvieron tres hijas y
un hijo que continuó con la profesión del padre.

La capilla ornamentada con pintura en la tumba de Menna tiene


forma de T invertida. La temática principal de las representacio-
nes es de carácter ritual y se vinculan con las creencias funera-
rias. Al fondo, en un nicho, se conservan los restos de una escultura
que mostraba a Menna y a su esposa, y de la que solo se conserva
la parte inferior.

Este paseo virtual por la tumba de Menna ha sido creado por el


Ministry of Tourism and Antiquities en cooperación con American
Research Institute en El Cairo.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 36


ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 37
Tumba de Userhat (Neferhabef) Su tumba tiene dos escenas famo-
sas: La de los barberos y el de la caza de carros. Se dice que fue un
escriba durante el reinado de Amenhotep II.

Pintura mural de la tumba de Userhat. Tebas.


Reino Nuevo. XVIII Dinastía.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 38


Tumba de Rekhmiré o Rejmire (XVIII D). TT100. Fue Visir de Te-
bas y regente del templo de Amón, durante el reinado de Tutmosis
III. Su morada nunca pudo ser utilizada por su temprana muerte.
Nació en Tebas sobre el 1400 a.C.

La familia de Rejmire había ostentado cargos de poder en el go-


bierno y sacerdocio de Amón. El cargo de visir lo heredó de un
tío suyo. Utiliza su tumba de forma autobiográfica con un carácter
de propaganda política, nos presenta a su familia. Toda la tumba,
exceptuando el suelo, se encontraba cubierta de ornamentación pic-
tórica, de la cual se han perdido las áreas bajas principalmente.

En ella el visir habla de él mismo, su familia, sus derechos y debe-


res o su autobiografía, una forma de introducirnos en el personaje y
en su morada de eternidad.

Pintura mural de la tumba de Rekhmiré. Tebas.


Reino Nuevo. XVIII Dinastía.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 39


Tumba de Najt (XVIII D), con cuadros de música y danza a cargo de jóvenes mujeres.

Detalles de las figuras femeninas, que en tiempos anteriores eran nobles y austeras, son ahora jóvenes, sensuales y
sofisticadas. Sus proporciones redondeadas se revelan a través de las trenzas de sus cabellos y los vestidos transpa-
rentes, además de la forma de almendra de sus ojos, son diferentes de épocas anteriores. Todas estas cosas indican
que la decoración se completó durante el reinado de Amenhotep III. Al igual que muchas de las tumbas de la ne-
crópolis tebana de este periodo, el corto reinado de Tutmosis IV significó que muchas de las tumbas se completaron
en realidad en el reinado de su sucesor, Amenhotep III.

Nakht, cuyo nombre significa “fuerte”, ocupó los cargos / títulos de “escribano” y “sacerdote que sirve”. La
escasa información que se puede obtener de él a partir de este complejo no se complementa en ninguna otra
parte. Todo lo que se puede obtener de aquí es que su esposa, Tawy, era una cantante de Amón, y que su hijo se
llamaba Amenemapet.

Pintura mural de la tumba de Najt. Tebas.


Reino Nuevo. XVIII Dinastía.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 40


Tras la etapa amarniense, durante los ramésidas, se siguieron deco-
rando las tumbas. El punto culminante de las creaciones oficiales lo
constituyen los muros de la

Tumba de Nefertari (XIX D), esposa real de Ramsés II. En sus


paredes se disponen los dioses coloreados en modo clásico, mien-
tras que la reina se pinta con mayor naturalidad, empleándose por
primera vez la gradación tonal para dar volumen al cuerpo.

Sus bellas pinturas muestran las diferentes etapas del viaje de


la soberana hacia el reino de Osiris. Los artesanos del Antiguo
Egipto decoraron 5600 m2 de la superficie de la tumba con fórmu-
las mágicas procedentes del Libro de los muertos (capítulos 17,
144 y 146) para ayudar a la reina a alcanzar la inmortalidad y con
las diferentes etapas del viaje de la soberana hacia el Más Allá,
acompañada por diferentes dioses.

En todas las escenas la reina siempre aparece representada con un


vestido blanco plisado, la corona de la diosa-buitre Nekhbet, el co-
llar usekh y, a veces, portando el cetro sekhem. De todas, destaca
especialmente la escena del senet.

El senet era un juego de mesa muy popular entre la clase alta de


Egipto y, precisamente, una de las escenas más famosas de la tum-
ba de Nefertari, es en la que aparece ella jugando al senet con un
contrincante invisible.

Esta escena en el contexto funerario en el que se encuentra, va más


allá de lo lúdico. Aquí la soberana juega con un oponente invisible
al que tiene que derrotar para obtener la resurrección y la inmor-
talidad en el Más Allá, pues el senet simboliza el juicio de Osiris.

En general, la parte inferior de las paredes estaba pintada con una


franja de color negro sobre la que se colocaba otra franja de color
amarillo y rojo. Los techos, en cambio, representan el cielo noc-
turno pintado de color azul oscuro cubierto de estrellas doradas de
cinco puntas, con la sola excepción del techo de la puerta de entra-
da de la primera cámara.

Las escenas pueden leerse tanto en sentido descendente, siguiendo


el camino que realizaba el ataúd el día de su entierro, como en sen-
tido ascendente, dado que se creía que el espíritu de la reina renacía
a diario en la cámara sepulcral y remontaba hasta unirse con los
dioses en el horizonte oriental, por donde salía el sol; de ahí que
en el techo de la puerta de entrada Nefertari aparezca representada
como el disco solar, simbolizando el ascenso de Re hacia el hori-
zonte.

Las pinturas del primer nivel de la tumba muestran la momificación Pintura mural de la tumba de Nefertari. Tebas.
XIX Dinastía. Reino Nuevo
del cuerpo de Nefertari y cómo la reina es acogida por las diferentes
divinidades. Por ejemplo, en la pared sur de la antecámara, la reina

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 41


aparece representada en tres escenas distintas, correspondientes al
capítulo 17 del Libro de los Muertos. La primera de ellas nos mues-
tra a Nefertari sentada en una silla con respaldo alto dentro de una
especie de cabaña fabricada con cañas. Ante ella aparece una mesa
con un tablero del juego del senet, en el que la reina participa, ya
que con su mano izquierda adelantada parece que está a punto de
mover una ficha ante un contrincante imaginario. Toda la escena
se completa con jeroglíficos en los que aparecen el nombre y los
títulos de la soberana.

Relacionada con esta escena se muestra la siguiente representación


de Nefertari, como el pájaro-ba con cabeza humana sobre una pe-
queña capilla. En el contexto funerario, el juego del senet simboliza
la posibilidad de que el espíritu de Nefertari viaje durante el día
fuera de la tumba y vuelva durante la noche a la morada de eterni-
dad. La decoración finaliza con una imagen de la reina adorando la
representación del dios Aker, que simboliza el horizonte, situado
en un extremo de la pared oeste. Este muro se complementa con
la imagen de la momia de Nefertari sobre una cama funeraria con
cabeza de león, flanqueada por las plañideras divinas Isis y Neftis,
representadas aquí como dos milanos.

Ya en la cámara funeraria, la decoración de las paredes muestra a


los guardianes de las puertas del reino de Osiris y a los protecto-
res de los portales del inframundo, imágenes que van acompañadas
por las invocaciones rituales que el difunto debe hacer al atravesar
cada una de esas puertas y portales en su viaje al Más Allá, según
los capítulos 144 y 146 del Libro de los muertos. Así, junto a la
imagen de la «segunda puerta» se lee la identificación que hace
Nefertari del guardián, demostrando su poder sobre los enemigos y
el triunfo sobre la muerte: «El nombre de su portero es “el que abre
la marcha”. El nombre de su guardián es “cara de circunstancias”.
El nombre de su heraldo es “aserrador”». A lo que sigue una invo-
cación que hace la misma Nefertari: «Osiris, Gran Esposa Real,
señora de las dos tierras, Nefertari, justificada ante Osiris, rica en
ofrendas, en el momento de emprender su camino con una llama,
que derrota a los enemigos […] he emprendido el camino, deja que
pase, que me salve y que contemple como Re lo recorre».

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 42


En los enterramientos de los artesanos de Deir-el-Medina, que tra-
bajaban en la necrópolis tebana, se han encontrado ostrakas con nu-
merosos esbozos decorativos. En sus tumbas se plasma la maestría
de los pintores.

Tumba de Sendjem (XIX D). Es una de las tumbas más fascinantes


localizada en la necrópolis de Deir-el-Medina. Su estado de con-
servación es sorprendente. La viveza de su colorido es digno de
asombro. En cuya puerta de su cámara mortuoria se plasma en vi-
vos colores su viaje al más allá.

Pintura mural de la tumba de Sednejem. Dehir-el-Medina.


XIX Dinastía. Reino Nuevo

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 43


En la imágenes de la época ramésida existe un intento general de
independencia que se patentiza tanto en el trazo como en el colorido
y las expresiones de los rostros, permitiendo captar la realidad con
mayor libertad. Estos logros quedarán pronto codificados anulando
nuevamente el genio individual del dibujante y del pintor. Paulati-
namente este tipo de representaciones fueron desapareciendo.

Iconografía de la pintura palacial

Los temas para la decoración de las tumbas estaba condicionado


por el contexto funerario, pero las pinturas de los palacios muestras
otro tipo de temas y decoraciones mucho más libres.

Los primeros ejemplos encontrados de decoración son de inicios de


la XVIII Dinastía. Pintura mural del Palacio de Malkata
de Amenofis III. XVIII Dinastía. Reino Nuevo
En el palacio de Tell el Dab’a (Avaris), se han encontrado miles
de fragmentos pictóricos murales de época tutmósida, realizados
al fresco. En ellos se ve un variado colorido y una clara influencia
egea. El repertorio incluye humanos, felinos, acróbatas y toros, ro-
setas... que tiene una estrecha vinculación con Cnosos.

Amenofis III construyó el palacio de Malkata. Tiene un decora-


do diverso condicionado por la función de la sala donde se ubican
las pinturas. Encontramos temas tradicionales de la cultura egipcia
como la representación de cautivos, de estanques, junto con moti-
vos geométricos con espirales, toros con rosetas en los cuernos, etc.

El palacio de Akhenatón de Tel el-Amarna. Los fragmentos de


pinturas murales de la residencia real ofrecen vivas y dinámicas
escenas, algunas tomadas de la naturaleza. Pintura mural del Palacio de Tel el-Amarna.
XVIII Dinastía. Reino Nuevo
Fragmento de pintura mural del palacio Sur. Es una composición
de aves y plantas en suaves tonos degradados efectuados con una
pincelada cuidadosa y detallista.

Dos princesas sentadas, Museo de Ashmolean de Oxford. Las fi-


guras exhiben cráneos alargados y deformes cuerpos desnudos, co-
loreados con cálidos tonos, los cuales se alejan de las convenciones
pictóricas anteriores.

Pintura mural del Palacio de Tel el-Amarna.


XVIII Dinastía. Reino Nuevo. Ashmolean
Oxford Museum.

ARTE DE LAS GRANDES CIVILIZACIONES ANTIGUAS 44

También podría gustarte