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Corrales, Facundo Ezequiel

EL CONCEPTO DE ALOSTASIS:

UN PASO MÁS ALLÁ DEL ESTRÉS Y LA HOMEOSTASIS


Estrés: Es el conjunto de mecanismos de defensa del organismo frente a una agresión, cuyo
objetivo es mantener la homeostasis.
En 1936, se describe el síndrome de adaptación general o síndrome de estrés, el cual consta
de tres etapas:
1. Primer etapa o señal de alarma: El cuerpo se prepara para la “lucha o huida”;
2. Segunda etapa o de resistencia: Reacciones adaptativas con un alto consumo de energía,
si la duración del estrés se prolonga, el cuerpo entra en una;
3. Tercera etapa o de agotamiento: Ocurre el deterioro del organismo por mantener esa
resistencia.
La base de este síndrome previamente descrito es la homeostasis, es decir, la estabilidad de los
sistemas fisiológicos para mantener la vida, con un rango de variabilidad estrecho para mantener
dicho equilibrio.
En 1988 (Sterling) y en 2002 (McEwen) desarrollan el concepto de alostasis, que es el nivel de
actividad necesario del organismo para mantener la estabilidad en ambientes en constante
cambio, indispensable para la supervivencia. Ante un desafío se ponen en marcha dichos sistemas
alostáticos que inician una respuesta de adaptación hasta lograr un nuevo punto de equilibrio, o,
dicho de otra manera, es la necesidad a la que se ve forzado el organismo de cambiar los puntos
de estabilidad con el fin de mantener una adaptación ante demandas constantemente variables.
Cuando la alostasis es ineficaz o inadecuada o el agente que la motiva se prolonga en el tiempo,
no se alcanza la adaptación y se produce una activación desproporcionada o ineficaz lo que da
lugar a la “carga alostática”, la cual traduce el desgaste o agotamiento de los sistemas alostáticos
y a largo plazo es causa de patología tanto orgánica como psíquica.

¿Cómo puede incrementarse es carga alostática? Hay que tener en cuenta que a lo largo de
nuestra vida vamos acumulando carga alostática, pero existen algunos factores individuales que
favorecen una mayor carga alostática:
• Respuesta prolongada;
• Situaciones repetidas;
• Falta de adaptación;
• Respuesta inadecuada.
¿Qué sucede en nuestro organismo?
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La primera respuesta frente a un agente estresante es la activación del eje Hipotálamo-hipófiso-
adrenal, con un consiguiente aumento del cortisol que da una respuesta metabólica aumentando la
gluconeogénesis y la resistencia a la insulina (esto con el fin de aumentar la disponibilidad de
glucosa para el cuerpo), elevación de la presión arterial y la preparación del sistema inmunitario.
Se puede ver una inhibición de la liberación de gonadotrofinas a nivel hipotalámico e hipofisiario
(por catecolaminas, serotonina, etc.) debido a que en condiciones de estrés se priorizan los
sistemas indispensables para la supervivencia.
El SNA participa y es representado por el locus cerúleo y un grupo de neuronas noradrenérgica,
que estimulan la secreción de adrenalina por la médula suprarrenal.

La estimulación del SNA da lugar a un aumento de IL-6 favoreciendo la inflamación, se produce un


desvío en la diferenciación de linfocitos Th1 hacia células Th2, promoviendo la inmunidad humoral,
por lo que se sugiere en el estrés crónico una menor inmunidad celular con una consiguiente
mayor propensión al desarrollar cáncer.
Enfermedad y Carga alostática
La naturaleza nos ha brindado un sistema de defensa frente a la agresión, pero, dicho sistema
sostenido en el tiempo cede y nos termina enfermando.
Efectos sobre el cuerpo:
En el cerebro: Actúa sobre dos áreas importantes (hipotálamo y amígdala):
• En el hipotálamo puede causar atrofia de las células e incluso daño permanente, teniendo
influencia en funciones como el aprendizaje y la memoria.
En la conducta: Se puede ver ansiedad y depresión debido al aumento del cortisol.
En el aparato cardiovascular: Aumento de la agregación plaquetaria con aumento de
fibrinógeno y hemostasis, favoreciendo el riesgo de trombosis e infarto. El aumento de actividad
simpática de noradrenalina y cortisol general una vasoconstricción aumentando la resistencia
bascular lo que favorece el desarrollo de hipertensión arterial.
En el metabolismo: Aumento de la resistencia a la insulina, de la gluconeogénesis y la
glucogenólisis con riesgo de desarrollar síndrome metabólico y diabetes de tipo 2.
En el sistema inmune: Se produce un desequilibrio de la respuesta inmunitaria de Th1 a Th2,
priorizando la respuesta Th2 ya que esta nos prepara para el trauma, hemorragias, etc. Este
detrimento de la inmunidad celular, podría explicar el incremento de las enfermedades
autoinmunes e inflamatorias, y tal vez desempeñar un papel en la aparición de células
cancerígenas.

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CIRCULACIÓN CEREBRAL
El cerebro es un órgano que consume aproximadamente un 20% del consumo de oxígeno basal.
Para llevar una adecuada cantidad de oxígeno, el flujo sanguíneo cerebral necesita ser
relativamente alto, cerca de 50-60 ml/min cada 100 gr. de tejido. Y, aunque el cerebro representa
solo cerca del 2% del peso corporal, recibe aproximadamente un 14% del gasto cardíaco.
Del arco de la aorta, nacen:
• El tronco braquiocefálico, que posteriormente se divide en:
o Arteria carótida común derecha;
o Arteria subclavia derecha.
• La Arteria Carótida Común Izquierda;
• La Arteria Subclavia Izquierda.
Las arterias carótidas comunes a nivel cervical se dividen en una A. Carótida Interna y en una A.
Carótida Externa.
Arteria Carótida Interna: En su segmento inicial, encontramos al glomo carotídeo. Luego de
realizar todo su trayecto, la arteria carótida interna se divide en dos ramos principales: la arteria
cerebral media y la arteria cerebral anterior.
La arteria cerebral anterior va a dar ramos corticales, siendo estos los ramos orbitarios (parte
orbitaria del lóbulo frontal) y ramos frontales (de acá, la más prominente es la arteria frontopolar).
La arteria cerebral anterior se comunica con la del lado opuesto a través de la arteria
comunicante anterior. En algunas ocasiones existe un tronco único del cual nace la arteria
cerebral anterior para irrigar ambos territorios, denominándose entonces arteria bihemisférica.
La arteria cerebral media es la rama terminal más gruesa de la arteria carótida interna, y de
hecho, es la arteria más implicada en la generación de ACV. Esta arteria, tras su recorrido y en su
finalización, da ramos que se extienden por toda la superficie cortical cerebral:
• Ramas anteriores: Irrigan la superficie inferior del lóbulo frontal mediante las arterias
prefrontales.
• Ramas intermedias: Se compone de las arterias precentral del surco, la central del surco y
la arteria posterior central del surco. Estas arterias irrigan el lóbulo precentral (Donde
recordemos, se encuentra el área motora principal y de ahí que en un ACV se pueda
producir una hemiplejía), el lóbulo central y el lóbulo poscentral.
• Ramas posteriores: Irrigan el lóbulo parietal, los lóbulos temporales y el lóbulo occipital.
• Ramos descendentes: Irrigan el lóbulo temporal superior (arteria temporooccipital), el
lóbulo temporal medio e inferior (a través de la arteria temporal posterior y la temporal
media).
A su vez, recordemos que de las A. Subclavias nacen las arterias vertebrales, las cuales en su
trayecto ascendente ingresan en los agujeros transversos de las vértebras cervicales (desde C6
hasta C2), ingresan en el cráneo, ascienden por el clivus hasta su porción media donde terminan
anastomosándose con la A. Vertebral del lado opuesto, conformando así a la A. Basilar. Antes
de esto último, las A. Vertebrales dan ramos intracraneales (donde destaca la arteria cerebelosa
posteroinferior).
La Arteria Basilar es una arteria única que va a dirigirse anterior y superiormente y finaliza
dividiéndose en las dos arterias cerebrales posteriores.

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En el segmento interpeduncular, vamos a encontrar al Circulo Arterial Cerebral o Polígono de
Willis, el cual es un anillo vascular anastomótico que comunica la circulación carotídea de un lado
con el otro y a esta con la circulación vertebrobasilar.
El Polígono de Willis se encuentra formando por:
• La arteria comunicante anterior, que comunica la arteria cerebral anterior con la del
lado opuesto;
• La arteria comunicante posterior, que comunica la arteria cerebral posterior con la
arteria carótida interna del lado correspondiente.

La función de esta red interconectada de arterias es que provee un mecanismo de seguridad para
la perfusión cerebral. Si, por ejemplo, una arteria carótida se encuentra parcialmente ocluida y el
flujo a través de la misma es reducido, el flujo aumenta en las otras arterias interconectadas
ayudando a la perfusión de la porción afectada.
Como la circulación cerebral se encuentra ubicada en el cráneo (El cual es rígido), los cambios en
la presión intracraneal pueden tener efectos significativos en la perfusión cerebral, que pueden
llevar a la compresión de los vasos y a un flujo sanguíneo cerebral reducido. El rango normal de la
presión intracraneal es de 0 a 10 mmhg, pero si se vuelve elevada y especialmente si hay
hipotensión sistémica, la presión de perfusión cerebral (PAM – PIC) y el flujo sanguíneo puede
reducirse considerablemente,

El cerebro muestra una excelente autoregulación entre una PAM de 60 a 130 mmhg. Esto es
importante debido a que la función cerebral requiere de un adecuado abastecimiento de oxígeno y
no puede ser sujeto a una reducción en el flujo debido a una caída en la presión arterial. Si la
presión arterial cae por debajo de 60 mmHg, hay una depresión en la función neuronal,
confusión mental y perdida de consciencia. Si la presión arterial está por encima de 130 mmHg,

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el flujo sanguíneo y la presión en la microcirculación cerebral aumentan, lo que puede causar daño
endotelial y vascular, una ruptura en la barrera hematoencefálica y un ACV hemorrágico.
En la hipertensión crónica, la curva de autorregulación se “desvía” hacia la derecha, lo que ayuda
a proteger al cerebro a presiones arteriales altas, pero a su vez, esto hace que el cerebro sea más
susceptible a la reducción de la perfusión cuando la presión arterial cae por debajo del nuevo
límite inferior.

El flujo sanguíneo en el cerebro se encuentra fuertemente influenciado por la PCO2 y PO2, además
del ion H+, el cual es responsable de los cambios en la resistencia vascular ante los cambios en la
PCO2 arterial. Y, aunque los nervios simpáticos inerven a los vasos sanguíneos cerebrales, estos
no ejercen mucha influencia, debido a que los mecanismos metabólicos son dominantes en la
regulación del flujo sanguíneo cerebral.

ACCIDENTES CEREBROVASCULARES
Los accidentes cerebrovasculares o enfermedades cerebrovasculares son un grupo de
trastornos encefálicos causados por algún proceso patológico en uno o varios vasos sanguíneos
que irrigan el sistema nervioso central. Los ACV son heterogéneos, con más de 150 causas
identificadas hasta ahora. Hay diversas clasificaciones de los ACV de acuerdo a diferentes
criterios, siendo los más frecuentes:
• ACV isquémico, definido como la oclusión temporal o permanente de uno o varios vasos
sanguíneos que irrigan una parte o todo el encéfalo.
• ACV hemorrágico.
El término isquemia fue introducido por un patólogo alemán llamado R.L.K. Virchow, para referirse
al proceso de interrupción del flujo sanguíneo de un órgano o tejido.
Las causas principales de ACV isquémicos son:
• Trombosis: Es la obstrucción de un vaso sanguíneo en cierto punto del mismo. La
obstrucción puede ser aguda o gradual, y en muchos casos, una patología como la
ateroesclerosis puede causar estrechamiento de los vasos enfermos, lo que lleva a una
reducción gradual del flujo sanguíneo, o en algunos casos, las plaquetas pueden adherirse
a la placa de ateroma formando un coágulo que obstruye el vaso.
• Embolismo: Embolismo se refiere a un coágulo o cualquier otro material formado en
cualquier lado del sistema vascular que viaja desde el sitio de su formación y se aloja en
vasos distales causando un bloqueo de esos vasos e isquemia.
• Infarto lacunar: Se refiere a enfermedad de los vasos pequeños.
• Anormalidades no ateroescleróticas de la vasculatura cerebral.
El cerebro humano es muy sensible y susceptible incluso a las isquemias de corta duración.
Durante un ACV, la reducción del flujo sanguíneo a una parte o a todo el cerebro resulta en
privación de glucosa y oxígeno, lo que conduce a una caída drástica en el soporte energético y
genera una serie compleja de eventos fisiopatológicos que evolucionan progresivamente.
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En las áreas centrales del ACV, conocidas como foco isquémico, la caída del flujo sanguíneo es
severo y las células mueren rápidamente, mientras que en las áreas periféricas hay un flujo
sanguíneo moderado lo que permite que, si bien las neuronas pierden su capacidad de disparar
potenciales de acción, las mismas aún retengan su potencial de membrana en reposo. Si se
incrementa la presión sanguínea y con ello aumenta el flujo sanguíneo, estas áreas periféricas
(denominadas áreas de penumbra) se recuperan y vuelven a poder disparar potenciales de
acción. Pero, esta restauración es todavía dependiente del tiempo, debido a que luego de un
período prolongado de interrupción sanguínea, no es posible su recuperación.
INFLAMACIÓN
En etapas tempranas luego del ACV, el proceso inflamatorio comienza en el espacio intravascular
a partir de la oclusión del vaso. Al mismo tiempo, en el espacio perivascular, las células mastoideas
liberan diversos mediadores (Como histamina, proteasas y TNF), mientras que los macrófagos
activados producen citoquinas y quimiocinas proinflamatorias que refuerzan la inducción de
proteínas de adhesión endotelial, la ruptura de la BHE y la transmigración de células inflamatorias.
En el parénquima cerebral, la microglía y los astrocitos hipóxicos adquieren un estado
caracterizado por producción de citoquinas y quimiocinas que también contribuyen a la formación
de un ambiente proinflamatorio. La necrosis de las neuronas libera moléculas (DAMPS) que
activan a las células inflamatorias. Las células T entran al parénquima y producen IFN-Y que es
altamente tóxico para las neuronas.
MUERTE CELULAR
Al bloquearse completamente la producción de ATP por la mitocondria en las neuronas del foco
isquémico, estas mueren por necrosis, mientras que en las áreas de penumbra, se desencadena la
apoptosis.

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