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Adolescente
Jean Piaget llamó a la niñez temprana etapa preoperacional del desarrollo cognoscitivo
porque en esa etapa los niños todavía no están listos para realizar operaciones mentales
lógicas, como lo estarán en la etapa de las operaciones concretas de la niñez media.
Según Piaget, los niños entre los 2 y 7 años se encuentran en el periodo preoperacional. Los
niños preoperacionales pueden representar, manipular y actuar sobre objetos, personas y
sucesos que están ausentes (función simbólica). Esto se puede observar en las actividades que
realiza el niño preescolar como la imitación diferida, el juego simbólico, el dibujo y el uso de
imágenes mentales del lenguaje.
Su pensamiento es:
Los niños deben aprender que a pesar que sus acciones le ocasionan sentimientos de culpa
y malestar, esto no debe impedirles realizar otras acciones o interactuar con otros seres
humanos o con el medio ambiente en general. Los adultos que están en contacto con los
niños no deben reforzar el sentimiento de culpa inherente a esta etapa de la vida. Si los
adultos manejan adecuadamente este conflicto, el resultado positivo es un niño sociable,
con sentido de cooperación y que se identifica con sus padres y con otros adultos.
Cada etapa psicosocial tiene dos componentes, los aspectos favorable y desfavorable del
conflicto central, y el avance hacia la siguiente etapa depende de la resolución de este
conflicto. Ningún conflicto central se llega a dominar por completo, sino que sigue siendo
un problema recurrente durante toda la vida.
Freud indica que el niño preescolar se encuentra en el estadio fálico, donde el centro de
interés biológico es el área genital. El niño o niña empieza a percibir sensaciones
agradables a la estimulación de esta área, compara sus propios genitales con los de sus
padres, hermanos y compañeros de juego. Durante este periodo, se originan conflictos
entre el placer recibido por estas actividades y la censura de los padres y la sociedad.
En esta etapa los genitales (el pene en el varón; clítoris y genitales externos en la mujer)
constituyen zonas erógenas dominantes. La experimentación y curiosidad sexual se
acompañan de sensaciones por lo general placenteras: en el varón se manifiestan con
maniobras masturbadoras y en la niña pueden darse uniendo o frotando fuertemente sus
piernas, pasando inadvertidas.
La fase de estrecha relación emocional con ambos padres cambia en la fase que Freud
denomina: Complejos de Edipo y Electra. En estas dos grandes sensaciones
psicológicas, la fijación del amor se realiza sobre la figura del padre del sexo opuesto;
por lo que se desarrolla un sentimiento de rivalidad con el progenitor del mismo sexo.
El complejo de Edipo se refiere a la atracción sexual que el niño siente por su madre
durante la etapa fálica, al mismo tiempo que ve a su padre como un rival. Si el
desarrollo es normal, el niño renuncia a los deseos amorosos respecto a su madre,
asumiendo, en cambio, el papel masculino del padre. Es así que el afecto del hijo hacia
su madre pierde el aspecto sexual. Si ocurre lo contrario, el niño puede rechazar el papel
masculino o sobrevalorar su actividad sexual, volviéndose arrogante y egoísta en su
relación con mujeres.
Es una acción natural e inofensiva por lo que no se debe prestar mayor atención; si
no se le hacen indicaciones en el intento de corregir esa práctica, lo más probable es
que su curiosidad pronto se derive hacia otra cosa. Si por el contrario se le reprende,
fijará su atención e incluso llegará a asociar estas acciones con la maldad de los
órganos sexuales.
*Observar las relaciones sexuales adultas.- Ante esta conducta, deberá adoptarse una
actitud comprensiva y tolerante, haciéndole ver que son conductas íntimas de los
padres y que deben respetarse al igual que se respetan sus actividades y juegos. Es
necesario asimismo hacerle comprender que es una manifestación sana y deseable.
Hacia el tercer año de vida, el niño descubre, siempre que tenga ocasión de observarlas,
las diferencias anatómicas de los sexos. Anteriormente ya había explorado sus órganos
sexuales, más como objeto personal que como carácter propio de su sexo. A los 2 años
de edad, el niño ya sabía si era niño o niña, pero dicho conocimiento era más social que
anatómico, es decir, se basaba en el vestido, el pelo, etc.
Para el niño es fundamental el momento en que percibe la existencia de una diferencia
sexual. Antes de esto, el niño pasa por la fase de separación - individualización de la
madre. El niño se reconoce como individuo antes que reconocerse como sexo. Cuando
ya se ha establecido el sentimiento de individualidad, el niño debe reconocer su
pertenencia a un sexo. A los 3 años, el niño se relaciona e identifica sobre todo con la
madre, sintiéndola más en su dimensión afectiva que como persona de sexo femenino.
Mediante sus observaciones el niño toma plena conciencia de que existe una madre de
sexo femenino y un padre de sexo masculino.
Hacia los 4 años, el niño expresa una gran curiosidad por el sexo. Busca la causa de las
diferencias de estructura física, pero todavía no comprende la significación profunda de
los sexos. A los 5 años, está familiarizado con las diferencias de los sexos, pero está
poco interesado por ellas. A esta edad el niño realiza menos juegos sexuales y
exhibicionistas y se muestra desnudo con menos frecuencia.
Una vez que el niño ha descubierto su propio sexo, intentará por esa forma
discriminativa de su pensamiento, ver las semejanzas y diferencias que existen entre él y
los que son como él. Mediante la imitación, el niño asume el tipo de conducta que la
cultura le asigna a su sexo. El padre y la madre adquieren una importancia distinta para
sus hijos, según sean éstos varones o mujeres. Tanto unos como otros quieren mucho a
sus padres y tienen necesidad de ellos, pero los varones comienzan a comprender que
son del mismo sexo que el padre y las niñas toman conciencia de que ellas son como su
madre.
Cada sociedad y cada momento histórico tiene unas expectativas y unos roles asignados
a uno y otro sexo. Tales expectativas y roles son bastante difusos y pluriformes:
profesiones ligadas al sexo, comportamientos ligados al sexo, y toda una gama de
conductas tipificadas como masculinas y femeninas. Algunos de estos estereotipos son
evidentes y conocidos, mientras que en otros casos son más sutiles.
Al menos por lo que en las sociedades occidentales se refiere, los estereotipos ligados al
sexo no dejan de debilitarse, dando paso a situaciones y relaciones cada vez más
igualitarias. Para la teoría cognitiva sobre la diferenciación sexual, los niños y las niñas
se comportan de una manera sexualmente estereotipada, en parte porque ello les ayuda a
tener más clara su identidad en este aspecto, fortaleciendo así sus esquemas cognitivos
relativos a la identidad sexual. Cuando estos esquemas están ya bien elaborados, es
menos interesante y necesario servirse de ellos como la base de diferenciación,
apareciendo mayor flexibilidad.
ELLO, YO Y SUPERYÓ
*El Superyó: Instancia moral que enjuicia la actividad yoica. El Superyó es para
Freud una instancia que surge como resultado de la resolución del complejo de Edipo
y constituye la internalización de las normas, reglas y prohibiciones parentales.
CUIDADOS DE ENFERMERÍA
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS: