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HILJOT JANUCÁ

SEGÚN MARÁN HARAB OBADIA YOSEF Z"L


HILJOT JANUCÁ
JANUCÁ

Durante el periodo del Bet Hamikdash –sagrado Templo de


Jerusalén- el imperio romano emitió numerosos decretos
contra el pueblo judío, tratando de impedir que continuaran
con su particular estilo de vida, la observancia de los
preceptos y el estudio de la Torá, y llegaron incluso a ingresar
al santuario del Templo, el cual profanaron, constituyéndose
en una época singularmente difícil para el pueblo de Israel.
Entonces, el Eterno se apiadó de Su pueblo y los rescató de
manos de sus opresores por medio de una familia de cohanim,
los Jashmonaím, quienes lograron expulsar al enemigo de la
tierra de Israel y designaron un rey de su propia familia.
Cuando los Jashmonaím liberaron el Templo, ingresaron al
mismo para recomenzar los servicios. Uno de estos servicios,
era el encendido de la Menorá –el candelabro-, sin embargo,
no hallaron sino un solo recipiente pequeño conteniendo
aceite puro que no alcanzaba sino para el encendido de un
día; pero se produjo un milagro y dicha cantidad de aceite
alcanzó para encender el candelabro durante ocho días,
tiempo que necesitaban para procesar nuevamente aceite
puro.
El día en que encontraron el recipiente conteniendo aceite
puro fue el 25 de Kislev. Debido a este hecho, los sabios de
dicha generación instituyeron estos ocho días, a partir del 25
de Kislev, como días festivos, y en los que se deben encender
candelabros conmemorando aquel gran milagro. Esta
festividad se denomina Janucá.
Es preciso ser sumamente meticuloso en el cuidado de este
encendido, pues son días de trascendental importancia en los
que por medio del mismo se difunde el milagro con que el

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Eterno favoreció al pueblo de Israel y el agradecimiento que
sentimos. Afirmaron nuestros sabios, que la persona que
observa este precepto meticulosamente ameritará hijos
sabios en Torá (Shabat 23b), pues dice el versículo: Pues
luminaria es el precepto y la Torá, luz (Mishlé cap. 6), y
explica Rashí al respecto, que por medio del precepto de la
luminaria se genera la luz de la Torá. Y agrega el Meiri, que
se logra esto observando el precepto en forma meticulosa y
entusiasta.
¿Cuantas velas es preciso encender en Janucá? En principio
según la halajá, con una sola vela por noche en cada casa es
suficiente aún si los integrantes de la familia fuesen
numerosos. Sin embargo, es una tradición en Israel realzar el
precepto encendiendo una vela adicional cada noche, hasta
completar ocho velas la última noche de Janucá.
La costumbre entre las comunidades sefaraditas es la de
encender de acuerdo a lo legislado en el Shuljan Aruj, o sea
que uno de los integrantes de la familia eximiendo de esta
manera a todos los demás.
Los ashkenazim realizan un encendido por cada integrante de
la casa.

EL MILAGRO DE JANUCÁ

En los días de Janucá, nuestros sabios instituyeron el precepto


del encendido de las luminarias de Janucá, destinado a
difundir el milagro ocurrido en aquella época.
Sin embargo, este encendido sólo recuerda el milagro
ocurrido con la vasija de aceite destinada a durar un solo día
y aun así duró ocho para permitir el proceso de nuevo aceite

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puro para el encendido de la Menorá, pero el gran milagro
del triunfo bélico, en el que los Macabim se impusieron y
lograron expulsar a un enemigo numéricamente muy
superior, ¡así como el hecho de que el pueblo judío salvó su
existencia, no son recordados como milagros que debemos
difundir durante la festividad!
Por otro lado, nuestros sabios instituyeron el texto de “al
hanissim”, el cual se incluye en todas las plegarias y en el
Bircat hamazón que pronunciamos durante Janucá, y dentro
de este texto curiosamente sí hacemos referencia al éxito en
el campo de batalla, pero no hacemos referencia al
maravilloso milagro ocurrido con el aceite de la Menorá ¿Por
qué este milagro queda excluido en los textos de las
plegarias?

El Talmud (Taanit 25a) cita un episodio con el piadoso Rabí


Hanina ben Dosa. En cierta ocasión, la hija del sabio colocó en
las vasijas para el encendido de las velas de Shabat, vinagre
en lugar de aceite, por lo que comenzó a lamentarse ya que
las velas se apagarían inmediatamente y permanecerían en la
oscuridad todo el Shabat. Cuando su piadoso padre vio el
sufrimiento de su hija le preguntó: ¿Hija mía, por qué te
angustias? ¡Aquel que encomendó al aceite que encienda, lo
hará con el vinagre y encenderá! Y así realmente ocurrió, estas
velas encendidas con vinagre iluminaron durante todo el
Shabat. Observamos, que un milagro similar al ocurrido a los
Jashmonaím en Janucá ocurrió con Rabí Hanina ben Dosa, por
lo tanto, este milagro de Janucá no constituye un hecho tan
sorprendente, vemos que ya ocurrieron hechos similares. Por
lo tanto, es válido preguntarnos por qué nuestros sabios
vieron en el milagro del aceite un hecho a difundir, en tanto

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que el increíble y maravilloso triunfo militar no fue tomado en
cuenta para difundirlo e instituir una acción al respecto.
Podemos responder al respecto lo siguiente. En realidad, el
milagro fundamental de Janucá fue el triunfo de los
Jashmonaím sobre el imperio Seléucida. Sin embargo, este
milagro no escapaba en general a las reglas de los hechos
naturales, y podría aducirse que este triunfo se debió al arrojo
y la destreza para la guerra de los Jashmonaím quienes
lograron imponerse ante un enemigo numéricamente
superior (ver Rabenu Nissim sobre Holim 95b que es común
que dos o tres guerreros valientes y diestros puedan
imponerse a muchos enemigos). Pero el milagro del aceite
silencia todos estos argumentos apóstatas, pues este milagro
de hecho no puede justificarse con ningún tipo de argumento
racional. Por ello, justamente el milagro del aceite pone en
evidencia todos los demás milagros de Janucá y confirma que
todo cuanto ocurrió aquellos días fueron hechos milagrosos
dirigidos por el Eterno. Sólo que algunos de dichos milagros
fueron evidentes en tanto que otros fueron milagros
encubiertos, por ello el milagro del aceite debe difundirse,
pues nos muestra que todo lo ocurrido entonces fueron
milagros maravillosos.
Por este mismo motivo no festejamos los días de Janucá con
banquetes y bebidas como lo hacemos con los otros días
festivos, pues el milagro fundamental por el que
agradecemos al Eterno no es el de la salvación física, ya que
el imperio helénico no quería destruir o aniquilar al pueblo
judío, sino deseaba extinguir toda chispa espiritual del
judaísmo, deseaban destruir su alma, su espíritu. Por ello,
corresponde conmemorar el milagro ocurrido con algo
espiritual, el encendido de las luminarias que simbolizan el

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espíritu de Israel, su alma. E incluso el éxito bélico, que
ocurrió en aquellos días, tenía como objetivo la salvación
espiritual del pueblo, pues los Macabim podían haber optado
por someterse al imperio y asimilarse como muchos judíos
aceptaron hacerlo, pero de esa forma la Torá de Israel
hubiese desaparecido, D-os no lo permita.
Resulta, por lo tanto, que la alegría por el triunfo bélico fue
una alegría asimismo espiritual, por la salvación espiritual
experimentada en aquellos días, por ello nuestro recuerdo
fundamental lo realizamos con el encendido de las luminarias
remarcando la salvación espiritual.
Y esta luz espiritual de Janucá trasciende en el tiempo y llega
hasta nuestros días iluminando nuestras vidas e
impulsándonos a continuar nuestro servicio a D-os hasta la
pronta llegada del Mashíaj, Amen.

SOBRE JANUCÁ
Pregunta: Por qué en Janucá no festejamos realizando un
banquete como en Purim
Respuesta: A esta cuestión responde el Mishna Berurá
explicando que en Purim el decreto que se cernía sobre el
pueblo de Israel era de un exterminio físico y por ello el
festejo corresponde que se realice en el mismo ámbito, o sea
con algo físico como un banquete. Sin embargo, en Janucá se
perseguía socavar los cimientos espirituales del pueblo de
Israel y por ello debemos festejar con símbolos de
espiritualidad como las luminarias de esta fiesta.
El Hid”a, explica que el milagro de Purim ocurrió por medio
de un banquete, el que realizara el rey Ajashverosh a la reina

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Esther y por ello impera que festejemos por medio de un
banquete.
Nuestro maestro z”l explica que en Janucá conmemoramos el
nuevo compromiso con la Torá oral y siendo que esta se
adquiere disminuyendo la comida y la bebida, así lo hacemos
en la fiesta.
Pregunta: ¿Si no me alcanza el aceite de oliva para encender
las luminarias, puedo encender una con oliva y las demás con
aceite de canola, etc.?
Respuesta: En la obra Shaar Efraim cap. 29 escribe que no se
deben utilizar dos aceites distintos ya que ello aparentaría dos
encendidos, de dos personas diferentes. Sin embargo el
Hid”a (Birque Yosef cap. 673 inc. 2) escribe que según la
halajá no existe tal restricción, especialmente si se trata de
dos aceites líquidos en cuyo caso no se presenta como dos
encendidos.
Pregunta: Las mujeres ¿deben recitar el Halel en Janucá?
Respuesta: Las mujeres deben encender las luminarias de
Janucá ya que ellas también participaron de aquel milagro.
Por ello también pronuncian el Halel la noche de Pesaj ya que
también ellas salieron de Egipto. Sin embargo con respecto al
Halel en Janucá existe divergencia, ya que por un lado Rabí
Ben Tizón Aba Shaul z”l escribe que las mujeres deben
pronunciar el Halel pues también ellas fueron partícipes del
milagro. Pero nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l disiente
y cita a Maimónides de donde se concluye que las mujeres no
deben recitar el Halel en Janucá y por lo tanto tampoco
pronuncian la bendición correspondiente. Lo ideal es que las
mujeres oigan el Halel de un varón que lo pronuncia.

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EL ENCENDIDO DE JANUCÁ

Al encender las luminarias de Janucá, debe asegurarse de


que poseen suficiente aceite como para permanecer
encendidas durante media hora a partir del momento del
encendido, o sea, a partir de la salida de las estrellas. Lo
mismo aplica para aquellos que encienden con velas de cera,
deben ser suficientemente largas para permanecer
encendidas media hora. (En el mercado se distribuyen velas
de colores para el encendido en “Januquiot” –candelabros-
pequeños, sin embargo, no duran encendidas el tiempo
suficiente por lo que hay que evitar utilizarlas). En el
encendido del viernes debe colocarse mayor cantidad de
aceite ya que las velas deben permanecer encendidas por
más tiempo, como veremos en la halajá correspondiente.
Al encender las velas de Janucá, debe comenzar la primera
noche encendiendo la vela del extremo derecho, la segunda
noche comenzará encendiendo la vela adicional y continuará
con la que encendió ayer. Resultando, que el encendido de
las velas de Janucá se realiza de izquierda a derecha,
comenzando con la vela adicional que simboliza el
incremento del milagro que permitió que el aceite alcance
para los ocho días.
Dice el Talmud (Shabat 23a) que con el encendido se cumple
el precepto y si se apaga ya no requiere volver a encenderla.
O sea, que en principio se da cumplimiento al precepto al
encender la vela con el aceite suficiente para que dure el
tiempo necesario según la halajá, y si posteriormente surge
una situación eventual que provoca el apagado de las velas,
por ej. se abre una puerta o una ventana que estaba cerrada y
las velas se apagan, según la halajá no necesita volver a
encenderla, sin embargo es una actitud piadosa volver a

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encender las velas que se apagan dentro de la media hora de
haberse encendido (por supuesto, sin volver a pronunciar la
bendición).
Sin embargo, si al momento de encender las luminarias de
Janucá las mismas estaban destinadas a apagarse dentro del
tiempo necesario, por ej. si encendió las velas en un lugar
donde corre viento o no colocó suficiente aceite, debe volver
a encenderlas; de todas formas, no tiene que pronunciar
nuevamente la bendición.
Está prohibido hacer usufructo de la luz que arrojan las velas
de Janucá, por lo tanto, no se puede leer o contar dinero, etc.
a la luz de la luminaria de Janucá. Una vez cumplida media
hora del encendido se puede utilizar la luz de estas velas para
todo lo que necesite.
Las mujeres acostumbran no realizar labores durante el
tiempo en que las velas permanecen encendidas, o sea media
hora después de la salida de las estrellas. Uno de los motivos
de esta costumbre es que el milagro ocurrió por medio de una
mujer, por lo que no se debe desestimar esta costumbre.

EL TRABAJO DURANTE LOS DÍAS DE JANUCÁ

Acostumbran las mujeres a no realizar oficios, como coser,


bordar, etc., durante los días de Janucá mientras las velas se
hayan encendidas por un período de media hora. El motivo
por el que las mujeres suelen abstenerse de los oficios es
básicamente para señalar que no se debe utilizar la
iluminación de las velas de Janucá. Sin embargo, pueden
cocinar, hornear o realizar las tareas de cocina sin ninguna
restricción.

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Escribe Rabí Ovadiá Yosef, Shelit”a, que algunas mujeres
acostumbran a no realizar ninguna actividad en Janucá. Y aun
cuando esta costumbre posee fundamentos válidos, en la
obra Sefer Hahasidim, y la obra Shibule Haleket, de todas
formas, lo apropiado es anular dicha costumbre, pues la
inactividad provoca el hastío y este lleva al pecado, como
afirma el Talmud.
Maran, Rabí Yosef Caro z”l escribe, que siendo que no existe
ningún fundamento para prohibir la actividad de la mujer,
aquellas señoras que suelen abstenerse de trabajar es
permitido indicarles que cancelen dicha costumbre y realicen
sus actividades normalmente durante estos días. De todas
formas, existen opiniones que sostienen que es apropiado
que las mujeres se abstengan de realizar tareas pesadas estos
días, por ejemplo, lavar a mano, etc. actividades que suponen
cierto esfuerzo, por lo menos el primero y el último día de
Janucá. Los hombres no deben abstenerse de ningún tipo de
actividad.

EL ACEITE Y LAS MECHAS SOBRANTES EN JANUCÁ

Es de hecho conocido, que el aceite y las mechas de Janucá


no deben utilizarse para otra función, por ejemplo, para la
comida o el encendido de las velas de Shabat, pues fueron
destinadas –en el lenguaje rabínico huksú- para este
precepto. O sea, este aceite se halla específicamente
destinado al encendido de las luces de Janucá y por lo tanto
no debe utilizarse para otra función, sino debe incinerarlo sin
ninguna utilidad.
El Tur (al comienzo del cap. 672) tras indicar la cantidad de
aceite necesaria para el encendido de las luces de Janucá,

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escribe que tras haber transcurrido el tiempo indicado –
media hora- se puede utilizar la iluminación de dichas luces.
Esto aparentemente contradice lo que hemos citado que no se
debe utilizar el aceite restante de estas luces para otra
función.
Maran, Rabí Yosef Caro z”l escribe que no existe
contradicción alguna entre estas legislaciones, pues lo que
hemos afirmado con respecto a que el aceite se halla
destinado a este precepto y por lo tanto no se puede utilizar
para otra función, aplica a la cantidad de aceite necesaria para
el encendido estrictamente halájico, o sea, media hora, sin
embargo el aceite que sobra después que las luces
permanecieron encendidas media hora no posee ninguna
santidad, pues éste encendido no es parte del precepto de
Janucá y nunca éste aceite estuvo destinado al precepto del
encendido de las luces de Janucá
Concluimos, que el aceite que nos sobra después de haber
encendido las luces de Janucá durante el lapso halájicamente
necesario no posee santidad y por lo tanto es posible utilizarlo
para lo que desee. Sin embargo, si se hubiesen apagado las
velas de Janucá antes de la media hora prescripta en la halajá,
no se debe utilizar el aceite restante para ninguna otra función
y es preciso quemarlo.

EL MOMENTO CORRECTO PARA EL ENCENDIDO DE


JANUCÁ
Minha previo al encendido

Es adecuado rezar la plegaria de Minha la víspera de Shabat


de Janucá antes del encendido de las velas de la festividad,

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pues la plegaria de Minha recuerda el sacrificio vespertino
que se realizaba en el Templo, en tanto que el encendido de
Janucá representa el encendido de la Menorá –candelabro-
que se realizaba al atardecer. Por ello, es que la plegaria de
Minha debe preceder al encendido de las luminarias de
Janucá. Para facilitar esta cuestión, es que muchas personas
acostumbran rezar Minha el viernes de Janucá temprano, de
manera que puedan regresar a sus hogares para realizar los
preparativos de Shabat y posteriormente regresar a la
sinagoga para rezar Arbit.
De todas formas, si no encuentra un “minian” temprano para
rezar Minha el viernes por la tarde, es preferible que
encienda las velas de Janucá y rece Minha posteriormente en
la sinagoga, a que rece Minha en forma individual, ya que el
precepto de rezar con la congregación –minian- es superior a
darle prioridad al encendido de Janucá después de Minha.
Encendido de Janucá la víspera de Shabat

Durante la semana de Janucá, nuestra costumbre es encender


las velas con la salida de las estrellas; algunas comunidades
ashkenazitas suelen encender con la caída del sol.
La víspera de Shabat de Janucá, obviamente no podemos
encender en este momento ya que profanaríamos el Shabat.
Por lo tanto, debemos adelantar el encendido de Janucá la
víspera de Shabat; de todas formas, no se debe adelantar
demasiado sino aprox. unos veinte minutos. En todo caso, no
se debe adelantar el encendido antes del tiempo de “pelag
haminha” –una hora y cuarto antes de la noche-. Estos
horarios son horarios temporales y el cálculo de los mismos
ya se aclaró oportunamente.
Cantidad de aceite a utilizar

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Aun cuando la víspera de Shabat se adelanta el encendido de
las velas de Janucá antes de la caída del sol, o sea antes del
ingreso del Shabat, se debe colocar suficiente aceite para que
las mismas permanezcan encendidas durante media hora
después de la salida de las estrellas (o sea, que en este caso
las velas deben permanecer encendidas veinte minutos antes
de la puesta del sol y media hora después de la salida de las
estrellas). Por lo tanto, se debe colocar suficiente aceite o
utilizar velas suficientemente largas para que permanezcan
encendidas todo este tiempo. El momento de la salida de las
estrellas es aprox. un cuarto de hora después de la caída del
sol.
Muchas personas utilizan velas que se expenden en el
mercado especiales para Janucá y que generalmente no
cumplen con este requisito, o sea no permanecen encendidas
todo este tiempo, por ello, es preciso tomar las precauciones
que esto amerita y cumplir con el precepto de Janucá en forma
correcta.
En caso que no posea velas que cumplan con este requisito,
utilizará por lo menos una vela que dure todo el tiempo
necesario para cumplir con el precepto.

EL ORDEN EN EL ENCENDIDO DE LAS VELAS DE


JANUCA

Como ya hemos visto, nuestros sabios instituyeron el


encendido de las velas de Janucá como una forma de
publicitar el milagro ocurrido en aquellos días.
El primer día, previo al encendido de las luminarias de Janucá
se pronuncian tres bendiciones: 1) Baruj Ata… Elo-henu Melej

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Haolam, Asher kideshanu… Lehadlik ner Janucá. 2) Baruj Ata…
Elohenu…. Sheejeianu bekiemanu behigianu lazeman haze. 3)
Baruj Ata… Elohenu Melej Haolam… Sheasá nisim laabotenu
bayamim hahem bazeman haze.
La bendición de Sheejeianu se pronuncia sólo la primera
noche, posteriormente se pronuncian solamente las otras dos
bendiciones. De haber olvidado pronunciar Sheejeianu la
primera noche podrá hacerlo la siguiente o en las sucesivas
cuando lo recuerde.
Con respecto a la forma de encender las nerot de Janucá,
algunas personas suelen acercar el fuego a la mecha e
inmediatamente al ver que la misma prendió continúan con la
vela siguiente. Esto es un error ya que se debe encender la
mayor parte de la mecha, debido a que en la bendición que
recitamos en el encendido, Lehadlik ner Janucá, o sea
encender las velas de Janucá la palabra encender hace
referencia a un encendido completo, por lo tanto, se debe
encender la mayor parte de la mecha que flota sobre el aceite,
o de la vela en caso de encender con velas.
Todo esto aplica a las nerot de Shabat que enciende la mujer
por el mismo motivo que hemos expuesto, pues la bendición
sobre las velas sabáticas incluye la misma expresión,
Lehadlik, encender y por lo tanto debemos realizar un
encendido completo. Asi lo señala Rabí Ovadia Yosef, z”l.

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VELAS DE JANUCÁ EN LA SALIDA DE SHABAT.
ECENDIDO DE JANUCÁ CON ELECTRICIDAD

Motzae Shabat –la salida de Shabat- en la sinagoga, se


encienden las velas de Janucá antes de pronunciar la Habdalá
–rezo con que se culmina el Shabat-, para retrasar la salida del
Shabat en lo posible. Y aun cuando la persona que enciende
las velas de Janucá está desconectándose de la santidad del
Shabat, toda la congregación presente en la sinagoga que no
encienden, continúan en la santidad del Shabat hasta
pronunciar la Habdalá.
En su casa, cada persona adelantará la Habdalá ya que de
todas formas debe encender y por lo tanto está terminando de
hecho con el Shabat, por ello pronunciamos la Habdalá en
principio en cada casa debido a la regla halájica de “tadir
vesheeno tadir, tadir kodem” –o sea el precepto más habitual
debe preceder al que no lo es tanto-.

Aquellos que suelen extender su Shabat hasta el tiempo


establecido por Rabbenu Tam, una hora y cuarto después de
la caída del sol, también en este Shabat deben proceder de
esta forma, ya que no se trata simplemente de una conducta
piadosa sino de una halajá que incluso la dictamina Maran en
el Shuljan Aruj.
No se debe pronunciar la bendición de “meoré haesh” –sobre
el fuego- de la Habdalá, sobre las velas de Janucá, por ej. en
la sinagoga, donde estas se encienden antes de pronunciar la
Habdalá, o si por error en su casa encendió las velas de Janucá
antes de la Habdalá, pues está prohibido usufructuar la luz de
las velas de Janucá. Sin embargo, sobre la vela del “shamash”

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–adicional- que se enciende justamente para su usufructo- se
puede pronunciar la bendición de “meoré haesh”.
Con respecto al encendido de las luminarias de Janucá con
lámparas eléctricas, según el Rab Ovadiá Yosef, Shlit”a, no se
cumple el precepto con este encendido, ya que las lámparas
eléctricas carecen de aceite y mechas, y el milagro de Janucá
sucedió con el aceite que duró ocho días y se encendió con el
mismo el candelabro del Templo que se encendía con
mechas. Por lo tanto, aun cuando se puede utilizar para el
encendido de las velas de Janucá velas de parafina o
candelabros con combustión, estos poseen similitud al
encendido del Templo que se realizaba con aceite. Existen
asimismo otros motivos para prohibir el encendido de Janucá
con electricidad, como puede verse en la obra Jazón Ovadia
sobre Janucá.
De todas formas, escribe Rabí Ovadia Yosef, Shlit”a, que, si
por algún motivo la persona carece de velas para el
encendido de Janucá, podrá encender con un candelabro
eléctrico, siempre y cuando coloque el mismo en un lugar en
el que no se coloca durante todo el año, para evidenciar que
tal encendido es en honor a Janucá.
Ya hemos citado oportunamente en las Halajot sobre el
encendido de las velas de Shabat, que a los fines de
pronunciar la bendición de “meoré haesh” –sobre el fuego-
la salida del Shabat, se debe contar con un fuego descubierto,
no puede pronunciarse sobre la electricidad. Asimismo, allí
nos referimos a esta misma halajá con respecto a las velas de
Shabat.

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VELAS DE SHABBAT Y VELAS DE JANUCÁ

Existe divergencia entre las primeras grandes autoridades


halájicas con respecto al orden de encendido de las velas de
Shabat y de Janucá. Según la opinión de la obra Baal Halajot
Guedolot, se debe adelantar el encendido de las velas de
Janucá a las velas de Shabat. El motivo de este dictamen es
que con el encendido de las velas sabáticas las mujeres
reciben la santidad del Shabat y por lo tanto ya no se podrían
encender las velas de Janucá, por ello es preciso adelantarlas
a las de Shabat. El Tur, cita esta opinión de las Halajot
Guedolot.
Y aun cuando la regla halájica establece que un precepto más
habitual tiene primacía sobre uno que no lo es tanto, en el
lenguaje rabínico: tadir besheeno tadir, tadir kodem, y en este
caso las velas de Shabat que se encienden todas las semanas
deberían encenderse antes que las de Janucá que se
encienden una sola semana al año. Así como ocurre con la
bendición de “haguefen” –sobre el vino- del kidush, que
precede a este, pues se trata de una bendición más común
(ver Talmud Berajot 51a). De todas formas, en este caso
debido a que no pueden encenderse después de las velas de
Shabat pueden encenderse antes.
Sin embargo, otras autoridades como el Rashb”a y Ramba”n
no aceptaron este dictamen ya que el recibimiento del Shabat
no depende del encendido de las velas sabáticas. Por lo tanto,
la mujer que enciende las velas de Shabat la víspera del
mismo en Janucá con la intención de encender las velas de
Janucá, obviamente no recibe el Shabat con el encendido de
sus velas y por lo tanto podrá posteriormente encender las
luminarias de Janucá, ateniéndonos a la regla halájica arriba
citada de “tadir vesheeno tadir, tadir kodem”.

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A los efectos halájicos, dictaminamos según la opinión de
Maran en el Shuljan Aruj quien establece que la mujer no
asume el Shabat con el encendido de las velas sabáticas,
especialmente cuando su intención es la de continuar
realizando alguna actividad después del encendido. Por
supuesto, más aún aplica esto para el esposo quien
habitualmente enciende las velas de Janucá, y de hecho no
recibe el Shabat con el encendido de su esposa. Según esto,
deberíamos dictaminar de acuerdo la opinión del Ramba”n
arriba citada y encender las velas de Shabat previo a las velas
de Janucá.
Sin embargo, escribe el Radba”z (s. XV) que aún según la
opinión de acuerdo a la cual no se recibe el Shabat con el
encendido de las velas, de todas formas, y teniendo en cuenta
la divergencia rabínica que existe así como el hecho de que
el encendido de Janucá es un precepto sumamente apreciado
por el pueblo de Israel, se puede adelantar el encendido de
Janucá al de Shabat, aun cuando este es más habitual –tadir
vesheeno tadir…-. En este mismo sentido se expresa Maran,
quien escribe que a pesar de la opinión del Rashb”a y el
Ramba”n que escriben que deben adelantarse las velas de
Shabat a las de Janucá, de todas formas la persona que no
desea proceder así puede comenzar con el encendido de
Janucá.
Por todo lo anterior, es adecuado proceder según la opinión
del Baal Halajot Guedolot arriba citada y encender las velas e
Janucá antes que las velas de Shabat, y así lo dictamina Maran
en el Shuljan Aruj (ver Jazón Ovadia de Rabí Ovadia Yosef, z”l
sobre Janucá).
En síntesis, en principio se deben encender las velas de
Janucá antes que las velas de Shabat, si por error ya hubiese

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encendido las velas de Shabat podrá encender las velas de
Janucá según la costumbre sefaradí, ya que no se recibe el
Shabat con el encendido de las velas sabáticas. Incluso según
la tradición Ashkenazí, que la mujer recibe el Shabat con el
encendido de las velas sabáticas, de todas formas, su esposo
de hecho no recibe el Shabat con su encendido y por lo tanto
podrá encender las velas de Janucá posteriormente.

ACEITE Y VELAS ADECUADAS PARA JANUCA

Aun cuando se pueden encender las luminarias de Janucá con


cualquier tipo de mecha y aceite, lo ideal es dar cumplimiento
a este precepto con aceite de oliva y mechas de algodón,
pues este tipo de aceite y mecha proporcionan una luz nítida
y clara. De todas formas, teniendo en cuenta que el aceite de
oliva en determinados lugares es mucho más costoso que el
aceite común, en estos lugares se pueden observar el
precepto directamente con estos aceites o con velas de cera
o parafina que también proporcionan una buena luz.
El aceite de oliva aun cuando por motivos de salud no pueda
ser consumido, de todas formas, puede utilizarse para cumplir
con el precepto de Janucá.
En la actualidad existen mechas flotantes que se utilizan
habitualmente para encender las velas de Shabat, estas
mechas aun cuando están confeccionadas con algodón, se
hallan recubiertas con cera por lo que algunas autoridades
sostienen que no se cumple con el ideal del precepto que es
encender con mechas de algodón y aceite de oliva pues lo
que enciende al principio es la cera. Sin embargo, escriben
Rabí Ovadia Yosef z”l y Rabí Shmuel Vozner Shlit”a, que a los
efectos halájicos estas velas son consideradas aptas e ideales

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para el precepto pues todo se considera un solo encendido y
por lo tanto está encendiendo con el algodón de la mecha y el
aceite de oliva.
El aceite o mechas restantes de los que se hubiesen destinado
para Janucá no pueden ser utilizados en otra función, como
por ej. encendido de las velas de Shabat, etc. pues al haber
sido destinados para el precepto de Janucá se santificaron
para el mismo y no pueden utilizarse para otro fin. Por lo tanto,
deben incinerarse sin obtener de este fuego beneficio o
satisfacción alguna.
Se considera a estos efectos aceite “destinado” para el
encendido de Janucá el aceite que se colocó en las vasijas en
las que se enciende la luminaria de Janucá, no el aceite que
resta en las botellas.
Existe algunas autoridades halájicas que sostienen que la
prohibición de utilizar el aceite del encendido aplica
exclusivamente al aceite en el que arde la mecha durante la
primera media hora del encendido, ya que esta primera
media hora se considera básicamente el precepto de Janucá,
el aceite que continúa alimentando la mecha después de la
primera media hora no se considera afectado por la mitzvá de
Janucá y por lo tanto no está prohibido utilizarlo con otros
fines. Esta opinión es avalada por el Bet Yosef.
Otras autoridades, sin embargo, sostienen que también el
aceite que continúa ardiendo después de la primera media
hora está prohibido utilizarlo con otros fines. Por lo tanto, lo
ideal es condicionar previo al encendido que no se santifica
sino el aceite que arde durante la primera media hora. (ver
Jazón Ovadia Leyes sobre Januca folio 160)

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HILJOT JANUCÁ
En síntesis, es ideal observar el precepto del encendido de
Janucá con aceite de oliva y mechas de algodón, sin embargo,
si el aceite de oliva resulta mucho más costoso se puede
utilizar otro tipo de aceite comestible o velas comunes.
Es apropiado condicionar previo a Janucá, que el aceite que
se utilizará en el encendido no se santifica y de esta forma
todo el aceite restante tras la primera media hora del
encendido podrá utilizarse con otros fines.

EL SENTIDO DE JANUCA Y SUS IMPLICANCIAS HOY

Ya hemos citado la trascendencia de estos días de Janucá, en


los que el Eterno socorrió al pueblo de Israel ante el opresor
griego e hizo que un pequeño grupo de sacerdotes, la familia
de los Jashmonaím, venciera a un enemigo numéricamente
muy superior y designaran un rey de su propio linaje.
Desde que ocurriera el milagro de Janucá continuó Israel
gobernando en su tierra durante más de doscientos años
hasta la destrucción del segundo templo. Agrega Rabí Ovadia
Yosef, z”l, que, si analizamos el milagro de Janucá,
comprobaremos que toda la Torá oral como hoy la conocemos
(o sea el Talmud) podemos atribuirla a dicho milagro, pues si
observamos detenidamente veremos que nos ha quedado de
toda la Mishna y la Guemará, sólo las enseñanzas de los sabios
–Tanaítas- que vivieron después de la generación de Hilel, y
de sus enseñanzas pudimos inferir todo lo que hoy sabemos.
Sin embargo, de las generaciones anteriores a la de Hilel no
poseemos mayores conocimientos y prácticamente no hay
registros en el Talmud. Ciertamente, Hilel rigió los destinos
del pueblo de Israel aproximadamente cien años antes de la
destrucción del segundo templo, en tanto que el milagro de

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HILJOT JANUCÁ
Janucá ocurrió más de doscientos años antes de dicha
destrucción, como hemos citado, y si –D-os no lo permita-
aquel milagro no hubiese ocurrido no dispondríamos de
ninguno de los conocimientos de la Torá oral que hoy
tenemos. Por dicho motivo este milagro posee tanta
trascendencia, pues permitió la existencia de la Torá oral
como hoy la conocemos, por lo que aplica el versículo que
afirma: Farol es el precepto –de Janucá- y luz es la Torá, la
Torá oral.

JANUCÁ, FESTIVIDAD ETERNA

Citan varias obras sagradas, entre ellas el Maguid Mesharim,


libro que relata la experiencia de Rabí Yosef Caro z”l (Maran)
con su ángel instructor, que según nuestros sabios todas las
festividades quedarán nulas en el futuro, a excepción de
Janucá y Purim, lo cual se sugiere en el texto de la bendición
de Janucá, Lehadlik Ner Janucá, que posee una connotación
futura.
Escribe el Radba”z (Rabí David ben Zimra z”l,
contemporáneo de Maran, quien fuera rabino de la
comunidad y de Egipto. Falleció en Ia ciudad de Tzefat a los
ciento diez años), que obviamente ningún precepto de la Torá
quedará nulo jamás, como está escrito: No incrementarás y
no agregarás a ellos, sin embargo, en el futuro, se
incrementará la paz para el pueblo de Israel que vivirá en el
sosiego y la armonía, de manera que los días festivos se verán
eclipsados, ya que su regocijo no resaltará ante la dicha
general en que vivirá el pueblo. Lo mismo, evidentemente,
debería ocurrir con los días de Purim y Janucá, por ello nos

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enseñan nuestros sabios que estos días escapan a la regla y
siempre se festejarán con alegría y satisfacción.
Y en las Halajot correspondientes a Purim, citamos lo que
escribiera el Rashb”a (responsa 93) respecto a este Midrash,
que aun cuando las tragedias y los sufrimientos puedan hacer
que el pueblo judío prácticamente olvide sus días festivos, sin
embargo con respecto a Purim poseemos la certeza que
nunca se olvidará. Y lo mismo podemos afirmar en relación a
Janucá.

LAS MUJERES Y EL ENCENDIDO DE LAS LUMINARIAS DE


JANUCÁ

Las mujeres están incluidas en la obligación del encendido de


las luminarias de Janucá pues ellas fueron parte de aquel
milagro. Por ello, incluso las mujeres casadas cuyos esposos
por alguna eventualidad no pueden encender las velas,
deben realizar el encendido, para lo que será apropiado que
el hombre designe a su esposa como su emisario para realizar
el encendido. De esta forma, el hombre cumple con el
precepto aun cuando no se halle presente en el momento del
encendido.
Escribe nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef, z”l, que incluso si
el hombre sabe que regresará tarde por la noche, que
designe a su esposa en su lugar para que encienda las
luminarias de Janucá en el momento apropiado, o sea un
cuarto de hora después de la caída del sol y no realice él
mismo el encendido ya entrada la noche. Y aunque en
relación a los demás preceptos aplicamos el principio de que
es preferible cumplirlos en forma personal y no designar
emisarios, en este caso es diferente pues la mujer cumplirá

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HILJOT JANUCÁ
con el precepto en el momento apropiado según lo estipulado
por nuestros sabios. Por otro lado, el encendido de la esposa
es considerado como su propio encendido ya que la mujer es
considerada una parte integral del hombre, como afirman
nuestros sabios “ishtó quegufó”.
Según la costumbre de las comunidades ashkenazitas en las
que cada integrante de la casa realiza su propio encendido, si
el esposo se halla en un lugar en el que puede encender, debe
hacerlo sin recitar las bendiciones correspondientes ya que
la esposa las pronuncia con el encendido de la casa. Si le es
posible, al esposo, debe oír las bendiciones de alguien que
las pronuncie.
Y aunque las mujeres están incluidas en el precepto del
encendido, cuando el esposo lo realiza en la casa exime tanto
a su esposa como a sus hijas, por lo que estas no necesitan
realizar su propio encendido. Y aún de acuerdo a la
costumbre ashkenazita, en la que cada integrante de la casa
enciende su propia Janukiá, de todas formas, tanto la esposa
como las hijas no deben realizar su propio encendido. Sólo en
el caso que la mujer se halle sola en la casa, por ej. si es
soltera, o si su esposo no está presente en el momento del
encendido, debe encender por sí misma.
Es preciso aclarar otro punto. Cuando el esposo encomienda
a su mujer que realice el encendido de Janucá pues él llegará
tarde a su casa, queda eximido en el cumplimiento del
precepto y sus bendiciones con el encendido de su esposa.
Sin embargo, si ocurre la primera noche que debe regresar
tarde a su casa y designa a su mujer para realizar el
encendido, resultará que no oyó ni pronunció la bendición de
“Sheejeianu” por este precepto, por lo tanto, la segunda
noche cuando regrese a su casa y realice él mismo el

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encendido, debe pronunciar la bendición de “Sheejeianu”
pues se trata de su primer encendido.

JANUCA: DOS PERSONAS QUE COMPARTEN UNA CASA

Dos personas que comparten una vivienda, pero comen en


forma independiente, o sea que cada uno de ambos
residentes se procura su sustento y su comida, ambos deben
encender las velas de Janucá con su respectiva bendición y
no pueden eximirse con un solo encendido aun cuando el
aceite y las mechas les pertenezcan a ambos. Y aún si fuesen
una sola familia, por ejemplo, padre e hijo, madre e hija, etc.
deberá cada uno encender sus propias luminarias. En caso de
que no se hallan divididos en su sustento, o sea, que no se
preocupa cada uno exclusivamente por sus alimentos, se
asociarán en los gastos del aceite, las mechas, etc. y cada uno
de ellos pronunciará las bendiciones correspondientes
alternativamente.
Y aunque el menor que no alcanzó la edad del “Jinuj” -
educación- no tiene obligación de encender las luces de
Janucá, por lo que no puede encender él mismo las velas ya
que los mayores no pueden eximirse con dicho encendido, de
todas formas es bueno educar a los niños –que ya alcanzaron
una edad apropiada e instruirlos en los preceptos- y
permitirles el encendido de las velas adicionales que se
agregan cada noche, o sea, el padre encenderá la primera
vela –con la que se cumple el precepto del encendido- y los
niños encenderán las otras velas.
Sin embargo, si se tratase de niños muy pequeños que todavía
no han alcanzado la edad en la que deben ser educados en el
cumplimiento de los preceptos, no se les debe dar a encender

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incluso las velas adicionales; sólo la vela agregada
denominada “shamash” –oficiante- se podrá permitirle
encender ya que la misma no posee ninguna santidad, sino
que se agrega para utilizar su iluminación.
Existen opiniones que sostienen que incluso los niños que ya
alcanzaron la edad de la educación no deben encender
ninguna vela, ya que el encendido del menor no representa
ningún precepto, por lo que resultaría que no se ha encendido
sino una sola vela. Así es posible inferirlo de lo escrito por
Rabí Yosef Hayim z”l; por lo tanto, en principio lo ideal es
proceder como lo indica Rabí Ovadiá Yosef, z”l, y tras
encender el mayor la primera vela, colocará su mano sobre la
del pequeño y encenderá junto a él las velas adicionales, de
esta forma el padre enciende todas las velas y el niño recibe
su correspondiente “jinuj” –educación-.
Sin embargo, todo esto aplica según la costumbre sefaradí,
pero para la tradición Ashkenazí se le puede permitir al niño
menor que ya alcanzó la edad apropiada encender sus
propias velas de Janucá, pues entre las comunidades
ashkenazitas cada integrante de la casa enciende sus propias
luminarias.

HALEL EN JANUCÁ

Cada uno de los ocho días de Janucá pronunciamos el Halel –


alabanza- que instituyeron nuestros sabios para las fechas
festivas. Incluso las comunidades sefaraditas que no
pronuncian el Halel con su bendición correspondiente en
Rosh Jodesh –primer día del mes- en este caso sí la
pronuncian pues no se trata de una costumbre –como en el
caso de Rosh Jodesh en el que el Halel es una simple

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costumbre- sino de un pronunciamiento de institución
rabínica. Por eso, incluso en Rosh Jodesh Tevet –en medio de
Janucá, se pronuncia el Halel completo, o sea con su
correspondiente bendición.
Con respecto a la mujer y su pronunciación del Halel, en
principio podemos considerar el Halel como un precepto –
rabínico- que se lleva a cabo en un tiempo determinado –
mitzvat asé shehazeman geramá- del cual las mujeres están
exentas, en este caso aplicaría dicha exención ya que este
Halel se pronuncia sólo durante esta semana de Janucá.
Por otro lado, podemos concluir que las mujeres sí deberían
pronunciar el Halel con su respectiva bendición, así como lo
hacen la noche de Pesaj por el motivo de que ellas fueron
parte del milagro de la salida de Egipto y lo mismo en este
caso fueron parte del milagro de Janucá y por lo tanto
deberían pronunciar el Halel completo. El Talmud (Shabat
23a) afirma que las mujeres deben cumplir con el precepto
del encendido de las luminarias de Janucá aun cuando se trata
de un precepto determinado en el tiempo, pues ellas fueron
parte del aquel milagro, por lo tanto, lo mismo afirmaríamos
en el caso del Halel en Januca.
Sin embargo, se infiere de lo legislado por el Ramba”m y
otras autoridades halájicas que las mujeres están exentas de
pronunciar el Halel en Janucá. Explica Rabí Ovadia Yosef, z”l,
(Jazón Ovadia, Leyes sobre Janucá folio 214) que existe una
diferencia sustancial entre el Halel la noche de Pesaj y el Halel
en Janucá, pues, en principio, nuestros sabios estimaron
eximir a la mujer del Halel incluso en Pesaj, ya que todos los
preceptos de nuestros sabios fueron instituidos en forma
similar a como se procede en la Torá, por lo tanto, siendo que
la Torá eximió a la mujer de pronunciar el Halel, también los

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sabios entendieron que debían eximirla. Sin embargo,
debido a la obligación de tomar las cuatro copas de vino que
también compete a la mujer y teniendo en cuenta que la
última copa corresponde al pronunciamiento del Halel,
incluyeron a la mujer también en el mismo.
Por lo tanto, aun cuando nuestros sabios incluyeron a la mujer
en el precepto del encendido de Janucá no hicieron lo mismo
con la bendición del Halel, y aún las mujeres que deseasen
llevar a cabo una actitud piadosa no pueden pronunciar la
bendición pues no está obligada a hacerlo y por lo tanto no
debe pronunciarla, así como no pronuncia la bendición sobre
el Lulab en Sucot etc. a pesar de que si cumple el precepto se
considera una acción meritoria.
En conclusión, se pronuncia el Halel los ocho días de Janucá
con su correspondiente bendición. La mujer está exenta de
pronunciar el Halel y aun cuando desee hacerlo no es correcto
que lo haga.

ENCENDIDO DE VELAS EN LOS FESTEJOS DE JANUCÁ


EN LA SINAGOGA

Existe una antigua costumbre que establece el encendido de


las luminarias de Janucá en la sinagoga. Leemos en la obra
“Hamijtam” (Pesajim 101) que esta costumbre se origina en la
idea de propagar el milagro, ya que la sinagoga es un punto
de reunión comunitario y por otro lado el permitir que
aquellos que no pueden o no tienen como encender en sus
casas puedan hacerlo en la sinagoga. Y esta costumbre es
legislada por el Maran (Sh. Aruj 671).

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También en el Kotel Hamaaraví, el famoso muro oriental, se
encienden las luminarias de Janucá y es frecuente que se
invite a dicho encendido a los grandes eruditos de la
generación. En varias ocasiones fue invitado nuestro maestro
Rabí Ovadia Yosef z”l, quien a pesar de lo limitado de su
tiempo consideró que debía concurrir a dicho evento.
Y aquí se origina un nuevo interrogante con respecto a los
festejos multitudinarios que organizan en ocasión de Janucá,
con la presencia de grandes rabinos que dirigen sus mensajes
a los presentes, si está permitido en estos salones encender
las luminarias de Janucá con las respectivas bendiciones, o
sólo puede hacerse en las sinagogas que son asimismo un
santuario como lo era el sagrado templo de Jerusalén donde
ocurrió el milagro.
DE hecho, Rabí Shlomo Zalmen Awerbaj z”l, dictaminó que no
se debe bendecir sobre el encendido en estos lugares, pues
la misma costumbre de encender en la sinagoga no está
citada en el Talmud y se la lleva a cabo por ser sumamente
antigua, desde la época de los Gueonim z”l. Pero en los
salones de festejos no se puede pronunciar la bendición.
Sin embargo nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l escribió
que según la obra “Hamijtam” arriba mencionada, quien
explica que esta costumbre se origina en idea de divulgar el
milagro, así como en la de permitir que muchas personas que
no encienden puedan presenciar un encendido, también en
los casos de los salones aplican estos motivos y por lo tanto se
puede encender en estos festejos la velas de Janucá con sus
respectivas bendiciones.
El primado de Israel, Rabí Itzjak Yosef Shlit”a, escribe en su
obra Yalkut Yosef folio 224, que es apropiado, tras el

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encendido de velas en los salones recitar la plegaria de Arbit
en forma colectiva, y así lo solía hacer su padre Rabí Ovadia
Yosef z”l.

EL HUESPED EN JANUCÁ

La persona que se halla de viaje en Janucá y su esposa e hijos


no enciende en su casa pues lo acompañan en el viaje, de
hospedarse en casa de una persona a la que le paga por el
hospedaje y la comida, etc. debe asociarse con el dueño de
casa en el encendido de las velas, abonando una suma por el
aceite necesario para el encendido o por las velas, etc. o si el
dueño de casa le regala una parte del aceite, que debe
agregar en nombre del huésped, y de esta manera cumple
con el precepto por medio del encendido del dueño de casa.
En el caso que su esposa o hijos se hallan en su casa y
encienden las velas de Janucá allí, lo incluyen en el precepto
y por lo tanto no necesita asociarse con el dueño de casa.
Pues, como ya aclaramos anteriormente, el precepto del
encendido incluye al hombre y a los integrantes de la casa y
no se requiere estar presente en el momento del encendido
para cumplir con el mismo. Sin embargo, según la costumbre
Ashkenazí en la que cada persona realiza su propio
encendido, hay opiniones que sostienen que es adecuado que
encienda allí donde se encuentra, en tanto que otras
autoridades sostienen que no necesita hacerlo. A los efectos
halájicos, escribe Rabí David Yosef, Shlit”a, que aun cuando
es apropiado en este caso que no realice el encendido, si
desea excluirse del encendido que realizan en su casa,
condicionándolo mentalmente, podrá hacerlo y en este caso
podrá encender por sí mismo las luminarias de Janucá.

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Incluso si desea pronunciar las bendiciones tiene en quien
apoyarse.
Según la costumbre sefaradita, el hombre se exime con el
encendido que realizan en su casa y por lo tanto no puede
encender sus propias velas.
Si se halla hospedado en casa de un compañero y no abona
por los gastos de hospedaje y comida, etc. como
habitualmente ocurre con los huéspedes en la actualidad, hay
opiniones que sostienen que se halla incluido en el encendido
del dueño de casa y no necesita asociarse al mismo abonando
una parte del aceite, etc. como vimos más arriba. De todas
formas, escribe Rabí David Yosef Shlit”a, que será apropiado
asociarse con el dueño de casa abonando simbólicamente una
parte del aceite del encendido aun cuando no pague por el
hospedaje. Según la costumbre Ashkenazí, en este caso podrá
excluirse mentalmente del encendido que realiza el dueño de
casa y encender sus propias velas.

EL HUESPED EN LA SALIDA DEL SHABAT DE JANUCÁ


Pregunta: El hijo casado que se hospeda en casa de sus
padres en Shabat ¿Cómo debe proceder con el encendido de
las velas de Janucá la salida de Shabat?
Respuesta: Como hemos visto, según la costumbre sefaradí
el hijo casado que se hospeda en casa de su padre no necesita
encender velas de Janucá ya que lo exime el encendido del
padre. Según la costumbre Ashkenazí de todas formas cada
uno debe encender sus propias luminarias.
Nos resta aclarar cómo debe proceder este hijo en la salida
de Shabat. Es decir, cumple con el encendido que realiza su

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padre o debe encender más tarde al llegar a su casa. En otras
palabras, qué determina la obligación del encendido, el lugar
donde come o el sitio donde dormirá.
El gran erudito Rabí Yaacob Kaminetzki z”l (de las grandes
autoridades rabínicas en los EE.UU hace treinta años) escribe
(Emet LeYaacob cap. 677) que la persona que se hospeda en
casa de sus padres en Shabat, en la salida de Shabat debe
encender en la casa misma donde se hospedó, pues esa se
considera su casa hasta dejarla.
O sea, que la casa donde se hospeda se considera “su”
vivienda a los efectos del encendido de las luminarias de
Janucá hasta que retorne a su propia casa. Es de esta misma
opinión Rab Shlomo Zalmen Awerbaj z”l (Halijot Shelomo
279).
Sin embargo, nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef z”l nos
enseñó (Jazón Ovadia 155), según opina una de las grandes
autoridades de Cracovia en la época del Rama, Rabí Yosef
Katz z”l (Sheerit Yosef cap. 73) que quien se hospeda en casa
de un compañero o de sus padres y come allí, debe encender
en su casa al regresar a dormir pues el lugar donde dormirá
es el que determina la obligación del encendido. Y se
extendió nuestro maestro al respecto citando otras fuentes
para confirmar este dictamen.
Por lo tanto, quien se hospeda fuera de su casa en Shabat,
debe encender las velas de Janucá al retornar a su casa
incluso si lo hace mucho más tarde.

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