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Ser un estudiante universitario en el presente siglo, nos invita como educadores de éste nivel,
prestarles especial atención, para que los procesos que desarrollen en su formación académico
profesional, guarden consistentes relaciones en las interacciones del profesor-estudiante-
estudiante.
María Zúñiga, Sánchez (2012) manifiesta que el siglo XXI presenta una serie de trasformaciones
en la vida educativa, social, familiar, científica-tecnológica que impactan poderosamente en el
ámbito educativo, que han generado nuevos modelos educativos pedagógicos, mitológicos,
evaluativos, que hoy inciden en el estudiante rompan los paradigmas de predominio
positivista, en la que el estudiante evidentemente receptor se enfrenta a su nuevo rol de ser
crítico, autentico generador de cambios, e emanciparlos para participar activamente en su
propio aprendizaje, este estudiante en el que venimos desarrollando las experiencias
educativas de aprendizaje pone en aviso a las universidades a seguir modelos constructivistas,
por así demandarlo la realidad educativa del siglo XXI, lo que determina que los docentes
asuman su responsabilidad real y concreta y entre a un total proceso radical de cambio, para
buscar la armonía en el estudiante del presente siglo por su naturaleza, critica, autentica,
creativa, deliberativa, pues su rol de receptor pasivo del pasado ha cambiado a su nuevo rol de
actor activo en sus aprendizajes.
Mori, G (2013) establece que en el nuevo perfil del estudiante universitario, las universidades
deben buscar, que ellos triunfen en la vida, bajo los nuevos lineamientos que se vienen
potenciado en el presente siglo, identificándose los aprendizajes y características siguientes en
cada uno de ellos:
Aprender a aprender:
Aprender a Comprender:
Trabajar en Equipo.
Asumir liderazgo.
Aprender a protegerse.
Autorregulación.
Autogobierno.
Aprender a Ser:
El estudiantes bajo estos lineamientos y busca su éxito académico profesional, debe mantener
su responsabilidad de autoeficacia, confiar en sus capacidades y talentos para organizar y
ejecutar sus proyectos de vida que son sus aspiraciones de un desarrollo y desempeño
profesional con excelencia.
El mundo laboral demanda profesionales cada vez más competente, exigencia que obliga a las
universidades cambiar sus métodos de enseñanza-aprendizaje, corregir sus errores, potenciar
sus éxitos, y sobre todo, mantenerse en la vanguardia de la calidad académica.
Se dan sugerencias, que estimo válidas para que las universidades puedan consolidar la calidad
en la formación de los futuros profesionales, considerándose las siguientes:
Viajar y observar el mundo como una realidad diferente a la que estudia, viene a ser
una manera diferente de aprender, que bien puede ser potenciada por el modelo de
intercambio.
Estas recomendaciones tienen vigencia plena que se hacen más evidentes y reales, dada las
nuevas tendencias educativas, que se busca una integración formativa frente a las demandas
sociales que muestra una evolución y cambio permanente.
Capacidad para dialogar trabajar en equipo, ello implica: saber escuchar, respetar y
tolerar y, sobre todo, libertad de crítica y autocrítica consigo mismo y con otras
personas (docentes, estudiantes) el cómo alcanzarlos, es desarrollando los diferentes
tipos de procesos educativos activos.
Motivación y fuerte autoestima, con cuya competencia se alcanzaran las metas desde
las más elementales a las más complejas, es coherente en el aforismo “si se puede,
iníciala y alcanzarás tus metas”.
Curiosidad e interés por la investigación, hoy el estudiante del presente siglo no deber
ser consumidor de conocimiento (conocimiento estado) es su obligación generar
nuevos conocimientos (conocimiento proceso) que le dará los fundamentos de
conocer la verdad y proponer los cambios que el desarrollo científico-tecnológico
demandan para consolidar una sociedad en desarrollo.