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TEORÍA
El contacto físico no es solo agradable, es algo necesario. La investigación científica apoya la
teoría de que la estimulación temprana por el contacto físico es absolutamente necesaria para
nuestro bienestar físico y emocional.
El contacto terapéutico, reconocido como instrumento esencial para la curación, forma parte del
adiestramiento de las enfermeras, en la actualidad, en varios centros médicos de importancia. Se
lo emplea para aliviar el dolor, la depresión y la ansiedad; para acrecentar en los pacientes la
voluntad de vivir; para ayudar a los bebes prematuros (que se han visto privados de contacto en
sus incubadoras) a crecer y fortalecerse.
Con diversos experimentos se ha demostrado que el contacto físico:
- Nos hace ver con mejores ojos nuestra propia persona y nuestro ambiente.
- Tiene un efecto positivo en el desarrollo idiomático y en el coeficiente intelectual de los
niños.
- Provoca alteraciones fisiológicas mensurables en quien toca y en el tocado.
A penas comenzamos a comprender el poder que tiene el contacto físico.
Si bien hay muchas formas de tocar, sugerimos que el abrazo es una muy especial, y que
contribuye de un modo muy importante a la curación y la salud. Un abrazo hace que uno se
sienta bien todo el día.
GAY, NO GEY. La palabra gay viene de la comunidad jipi de San Francisco que quiso ver en
gay, alegre, el acrónimo de good as you, tan bueno como tú (se entiende, heterosexual). El
lexicógrafo Arturo del Hoyo documenta la palabra gay en España en la revista Interviú del año
1976 y la Academia la tiene admitida desde 2001: gay. Perteneciente o relativo a la
homosexualidad; hombre homosexual. Curiosamente, el Diccionario no da la etimología.
¿Pronunciaremos gay o [gey]? Apuesten por la a. Decir gay corresponde mejor con la escritura y
–hay que decir– con la etimología. Gay es de esas palabras romances de efecto búmeran que
desde el inglés nos vuelven fonetizadas o algo cambiadas pero que estaban en el idioma desde
siempre (como nos viene ahora pack, de paca, paquete o empacar). Busquen gayo o gaya, con y
griega y verán: alegre, vistoso, del provenzal gai, y este del latín gaudium: contento, gozo,
alegría, placer de los sentidos. Busquen gaya ciencia o gaya doctrina y verán que así se llamaba,
por asociación con el adorno y ceremonia, el arte de versificar, el arte de la poesía.
HAY QUE PACTAR UN LENGUAJE, hay que salir del tabú, del mal gusto y del eufemismo.
Porque la malicia no ha de parar. La malicia ha viciado verbos transitivos como meter o tirar,
que los hablantes sustituyen por entrar o caer, intransitivos: éntrate el banco o ha caído a la
hermana. En América y aquí, coger, tomar, pillar, son acciones muy comunes que han quedado
contaminadas. (La palabra América también quedó contaminada.) Como el problema está en los
significados, hacerle el juego al eufemismo es contaminar para mañana el significante que se use
hoy, y será el cuento de nunca acabar. Hay quien se queda tan a gusto diciendo pene, sin caer en
la cuenta de que está diciendo pluma o pincel (inglés pen) para al final volver a lo mismo, latín
penis: cola o rabo. Quien dice vagina, dice legumbre, vaina vegetal, doblete culto de judía verde
o habichuela. Así entendidas estas etimologías, ¿se representa la imaginación lo que dicen? La
única solución para que cursis, tímidos y enredadores no nos tomen el pelo, es pactar con nuestro
propio lenguaje, y decir con Góngora: hable yo inteligente y entiéndame la gente.
ARMARIOS, LOS DE LA ROPA. Es inadmisible, ni como gracia, que la mayoría pida pruebas
o aduanas, armarios más o menos, por donde salgan los mariquitas. Tiene sentido saber que
Lorca fue homosexual si es que eso me ayuda a entender a Yerma o a Bernarda Alba. Pero ¿qué
sentido tiene que quien no es nadie ni famoso tenga que hacer públicas sus preferencias, sus
gustos y disgustos sexuales? Bastante es que con armario o sin armario, con orilla o con acera, la
homosexualidad soporte ser la otra realidad, la realidad marcada, como ser zurdo es la otra
realidad frente a la mayoría diestra, y la silla de ruedas frente a las dos piernas.
LA LA LÁ. Artículos determinantes delante de nombres propios de mujer, cuidado con ellos. Mi
vicepresidenta es Fernández de la Vega, no la Fernández de la Vega. La vida es compleja pero en
lo académico y oficial lo tenemos más fácil: con evitar o prohibir nombres propios no
consensuados, tenemos bastante. Bastante si periódicos y medios, sobre todo la televisión, se
impusieran un libro de estilo de obligado cumplimiento, esa ley de defensa del idioma y de las
buenas prácticas lingüísticas.