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El aprendizaje de las ciencias como una necesidad en la sociedad.

Hoy en día en nuestra sociedad se le da un rechazo notable por parte de la mayoría de


los estudiantes al estudio de las ciencias básicas tales como la biología, física, química y las
matemáticas. Como la CONCYTEC (2018) lo refiere, estas ciencias son básicas ya que “son
el fundamento de otras ciencias, del desarrollo tecnológico y están íntimamente vinculadas
con el sector productivo del país como factor innovador partiendo de la investigación y
desarrollo”. También nos quejamos constantemente de nuestro estilo de vida, costumbres,
economía y carencias como país, sin embargo, somos responsables en gran medida de esta
situación, ya que como individuos necesitamos cambiar nuestra manera de pensar y no exigir
que nuestros gobernantes nos solucionen nuestros problemas en todo momento.

Como individuos, necesitamos aprender a desarrollar un pensamiento crítico,


planificar nuestras metas, objetivos y ejecutarlas de tal manera que vayan enfocados a
resolver problemas que se presentan en el entorno cambiante de nuestra sociedad. Para
lograrlo, necesitamos trabajar y poner en práctica nuestros valores, motivaciones, aptitudes,
ser más creativos, aprender a mover grandes masas, saber actuar y controlar situaciones que
demandan trabajo bajo presión (ya que estamos acostumbrados a querer todo fácil),
capacitarnos en la adquisición de más destrezas y ante todo actuar con ética y responsabilidad
en todo momento. (Arteaga, Armada & Del Sol, 2016, p1)

Los docentes tenemos una gran encomienda con los estudiantes, y esto no significa
que debamos forzarlos a desarrollar un gusto por la ciencia o que tengamos que enseñar con
un enfoque científico, simplemente, ser facilitadores del aprendizaje y guiarlos para que ellos
lo construyan y adquieran las habilidades y destrezas necesarias para poder solucionar
problemas de la vida. Al final los que hayan alcanzado tales destrezas y capacidades serán
los adecuados para contribuir al desarrollo y creación de ciencia.
Analizada la problemática podemos reflexionar acerca de lo siguiente: ¿Por qué les
resulta tan complicado abordar los contenidos de ciencias a los alumnos y muestran poco
interés en su estudio?
En el arduo camino de la enseñanza y aprendizaje de las ciencias se pueden apreciar
diferentes situaciones. Una de ellas es si el profesor se encuentra capacitado para llevar a
cabo su práctica docente de manera exitosa. Para ello, tal como lo menciona Castillo (2010),
debe considerar dos aspectos, dominar los contenidos disciplinares que enseñará y poseer las
capacidades relacionadas con los procedimientos para seleccionar, enseñar y evaluar esos
contenidos (estrategias de enseñanza didáctica). Por otro lado debemos prestar más atención
en conocer factores tales como las concepciones epistemológicas de los alumnos, sus
estrategias de razonamiento o a la metacognición (Campanario, J.M. & Moya, A. 1999).
Las concepciones epistemológicas se refieren a las ideas acerca del conocimiento en
general o, en nuestro caso, acerca del conocimiento científico: cómo se estructura, cómo
evoluciona y cómo se produce (Hammer, 1994). Las concepciones epistemológicas sobre la
ciencia guardan relación con las concepciones sobre cómo se aprende el conocimiento
científico. Por ejemplo, muchos alumnos piensan que el conocimiento científico consiste en
establecer ecuaciones y deducciones matemáticas y algunos conceptos aplicados a las
mismas que se deben memorizadas más que comprendidas. Esto puede ser un factor
importante que motiva al alumno a mostrar rechazo por las ciencias. Por otra parte, existe
amplia evidencia de que, cuando los alumnos abordan el análisis de problemas científicos,
utilizan estrategias de razonamiento y metodologías superficiales (Carrascosa y Gil, 1985) o
aplican heurísticos importados del contexto cotidiano pero de dudosa utilidad cuando se
trabaja con contenidos científicos (Pozo, Sanz, Gómez y Limón, 1991). En muchas ocasiones
cómo lo refiere Campanario & et (1999):
Las estrategias metacognitivas de los alumnos son realmente pobres. Uno de los
problemas detectados en los alumnos de ciencias es que aplican criterios de
comprensión limitados, de manera que no siempre son capaces de formular sus
dificultades como problemas de comprensión; es decir, no saben que no saben. (p.
180)

Aunado a lo anterior, el rechazo al estudio de las ciencias por parte de las mujeres y
la motivación a que sean los hombres quienes tienen que sobresalir en este ámbito tiene sus
orígenes en la educación y creencias que adoptaron durante su etapa de niñez, pues influye
en esto en gran medida, el hecho de que les inculquen a los niños que ese tipo de asignaturas
son pesadas y sólo los masculinos pueden afrontarlas. En el seno familiar algunos padres
conservadores no permiten que sus hijas estudien una carrera relacionada con la ingeniería o
ciencias pues eso es de hombres, son caras, no hay escuelas cercas, etc. o algunos profesores
tradicionalistas muchas veces de manera hiriente hacen comentarios machistas a sus alumnas,
cuando presentan dificultades en el aprendizaje de las ciencias, y en lugar de orientarlas para
que superen el problema las desmotivan con frases como: “ mejor ayuden en su casa con los
quehaceres”, haciendo alusión que no deberían estar ahí intentando comprender lo estudiado.
Un estudio publicado por la Revista Science (2017) sobre la percepción de las ciencias
en niños y niñas entre 4 y 6 años concluyó que a los 4 años no hay diferencias entre sexos. A
los 5 años las niñas piensan que las ciencias son más difíciles. A los 6 años, que son más para
los niños: comienzan entonces a abandonar la idea de que estas materias son para ellas. Es
aquí donde comienza a construirse este estereotipo y que desde el seno familiar y escolar se
sigue alimentando. Los profesores de hoy en día debemos trabajar arduamente en cambiar
este pensamiento, siempre fomentando la vocación científica en los alumnos sin importar su
género.
Por otro lado como profesores debemos preocuparnos por que todos nuestros alumnos
tengan una noción completa y significativa sobre el aprendizaje de las ciencias. En algunas
situaciones, elegimos al alumno más sobresaliente de la clase y nos enfocamos a prepararlo
para un concurso de ciencias, y depositamos todas nuestras energías en enseñarle más allá de
lo que se plantea en el programa de estudio, pero ¿qué sucede?, estamos discriminando al
resto del grupo por su falta de capacidades en dicha disciplina. Considero que una buena
estrategia puede ser que en lugar de buscar representantes para un concurso de ciencias
deberíamos utilizarlos para realizar dinámicas dentro del aula de clase y según la teoría
cognitiva social de Bandura (1986, 1997) sean un modelo a observar para el resto de los
alumnos de clase. Para incrementar la motivación del grupo al observar e imitar el
comportamiento del modelo debemos reconocer las consecuencias gratificando a nuestros
estudiantes con estímulos académicos para que el continúen realizando dicho
comportamiento.
Durante la puesta en marcha de este plan, debemos considerar que habrá algunos
alumnos que no puedan superar estos retos y conseguir todos los estímulos, sin embargo,
cómo profesores nos exigen un valor numérico para poder acreditar y hacer saber si el alumno
es competente o no en dicha disciplina; sin embargo, debemos motivarlos a no abandonar su
objetivo, y hacerles saber que el hecho de obtener un valor numérico en dichas actividades,
no los define como buenos o malos estudiantes de ciencias, pues, según como lo menciona
Piaget (1927), quizás aún no se encuentra desarrollada su etapa cognitiva para operaciones
concretas o formadoras y debemos trabajar en conjunto para que puedan desarrollarse.

En conclusión es difícil para un profesor abordar la enseñanza de las ciencias en


cualquier nivel de estudio, sin embargo, aunque existe la reveladora declaración de que un
profesor nace y no se hace, consideró que la vocación docente es innata, y durante el
desarrollo profesional es que se va puliendo y enriqueciendo de estrategias y herramientas
para poder ejecutarla de manera adecuada, sin embargo esas herramientas no sólo se
adquieren con la práctica, para poder lograrlo, debemos prepararnos o especializarnos en la
enseñanza de una disciplina específica. No debemos olvidar que siempre tenemos la gran
responsabilidad de guiar oportunamente a nuestros estudiantes y motivarlos en todo
momento por el gusto y desarrollo de las ciencias así como alimentarlo todos los días al estar
frente al aula de clases con contenidos atractivos que capturen su atención y los direccionen
al logro de sus objetivos sin importar los prejuicios y estereotipos que la sociedad
conservadora se resiste a superar.

De la Cruz, L. (2021). El aprendizaje de las ciencias como una necesidad en la sociedad. La


encomienda de los docentes. Ensenada, Baja California, México.
REFERENCIAS
Arteaga, E., Armada, L. & Del Sol, J. (2016). La enseñanza de las ciencias en el nuevo milenio.
Retos y sugerencias. Revista Universidad y Sociedad. 8(1). Cienfuegos, Cuba.
Recuperado de: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2218-
36202016000100025
Bandura, A. (1982). Teoría del aprendizaje social.

Bian, L., Leslie, S. J., & Cimpian, A. (2017). Gender stereotypes about intellectual ability emerge
early and influence children’s interests. Science, 355(6323), 389-391.

Campanario, J.M. y Moya, A. (1999). ¿Cómo enseñar ciencias? Las principales tendencias
y propuestas. Enseñanza de las Ciencias, 17(2), pp. 179-192.

Carrascosa, J. & GIL, D. (1985). La metodología de la superficialidad y el aprendizaje de las


ciencias. Enseñanza de las Ciencias, 3, pp. 113-120.

Castillo N.M. (2010). La profesión docente. Rev Med Chile; 138: 902-907. 902-907.

CONCYTEC (2018). Consejo Nacional de ciencia, tecnología e Innovación tecnológica.


Programa Nacional Transversal de Ciencias Básicas. Recuperado de:
http://portal.concytec.gob.pe/index.php/programas-nacionales-transversales-de-
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Hammer, D. (1994). Epistemological beliefs in introductory Physics. Cognition and Instruction,


12, pp. 151-183.

Piaget, J. (1981). La teoría de Piaget. Infancia y aprendizaje, 4(sup2), 13-54.

Pozo, J.I., Sanz, A., Gómez, M.A. & Limón, M. (1991). Las ideas de los alumnos sobre la ciencia:
Una interpretación desde la psicología cognitiva. Enseñanza de las Ciencias, 9, pp. 83-94

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