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Autoestima y adolescentes: consejos para fomentarla

Madres y padres tenemos un papel fundamental para que nuestros hijos tengan una buena
relación consigo mismos

Todos conocemos a alguien que tiene problemas de autoestima y eso le conlleva dificultades en


su vida diaria, ya sea para forjar relaciones, para aceptarse a sí mismo, para afrontar retos… Y
como todos conocemos a alguien así y hemos visto las consecuencias que una baja autoestima
puede tener en las personas, por nada del mundo queremos que eso le pase a nuestros hijos e
hijas.
Este tema nos preocupa especialmente cuando llegan a la adolescencia, ya que es una etapa de
cambios y búsqueda de identidad que les trae (y a nosotros también) bastantes quebraderos de
cabeza. ¡Y más aún en una época marcada por la preeminencia de las redes sociales!

Entonces, ¿qué podemos hacer madres y padres para ayudarles a forjar una autoestima sana?

Qué es y cómo se forma la autoestima


La autoestima es el conjunto de percepciones, valores y evaluaciones que tiene una persona de sí
misma sobre su físico, personalidad, carácter, etc. No es un aspecto inmutable en el tiempo, sino
que necesita de trabajo continuado y consciente para mantenerse.
Begoña Ibarrola, psicóloga y autora de cuentos infantiles, explica que “en los niños y niñas, hasta
los seis años, la aceptación que tienen de ellos mismos depende en exclusiva de la aceptación y
valoración de los adultos con quienes convive”. Es decir, en sus primeros 6 años de vida la
concepción que tienen los niños de sí mismos no es “auto”, sino que es un reflejo de la
concepción que tienen sus principales adultos de referencia sobre ellos. Por esta razón, las
palabras que les digamos, la forma de halagar sus virtudes o criticar sus errores, los ojos con los
que miremos a nuestros niños durante sus primeros años de vida configurarán la piedra angular de
la autoestima que acaben construyendo.
La autoestima y la toma de decisiones
Un aspecto muy importante que no podemos perder de vista es que la autoestima está
directamente relacionada con el sentimiento de capacidad. Por lo tanto, podemos entender que
si nuestros hijos e hijas se sienten capaces, autónomos y pueden tomar decisiones por sí mismos,
aceptando las consecuencias de las mismas, esto repercutirá directamente en su autoestima.
Begoña Ibarrola hace hincapié en que “depende de cómo respondan los adultos que le rodean, un
niño o niña crecerá con una sensación de confianza en sus capacidades o, por el contrario, con
una sensación de impotencia, que se suele traducir en una necesidad de que los adultos le hagan
todo en todo momento”.
Teniendo en cuenta esto, será muy importante ofrecer pequeños retos a nuestros hijos, adaptados
a su edad, que puedan ir superando y, por lo tanto, sintiéndose capaces. “Tenemos que ayudarles
a sentirse capaces de ir construyendo su propio mundo, porque ahí está la base de la
autoaceptación: sentirnos dueños de nuestras decisiones y de sus consecuencias”.
Redes sociales y autoestima en adolescentes
Como hemos visto, la percepción que tenemos de nuestros hijos, la autonomía que les
proporcionemos y el ejemplo que vean en nosotros son factores que van a afectar a la construcción
de la autoestima de nuestros niños y niñas desde que son pequeños. Por lo tanto, podemos
deducir que, en función de lo que hagamos desde que nacen hasta que son adolescentes, su
autoestima será más o menos sana cuando lleguen a la adolescencia.

Es muy importante todo este proceso previo ya que, en la actualidad, los adolescentes se ven
influenciados por el altavoz inmenso que reproduce ideales de belleza y estilos de vida muy
complicados de alcanzar: las redes sociales.
Como explica el psicólogo Santos Solano, “los cánones de belleza de antes solían ser ideales
bastante lejanos: una modelo, un actor, etc. Pero desde la inclusión de las redes sociales, los
ideales de belleza son más cercanos, parece que esa persona perfecta tiene una cuenta igual
que tú, y te puedes aplicar filtros que te acerquen más a ese ideal… Por lo tanto, sabemos que los
niveles de malestar referidos al cuerpo están aumentando en la actualidad”.
“Tenemos que entender que si existe a nivel cultural un ideal del cuerpo perfecto, lo que nosotros
hacemos a nivel psicológico es interiorizarlo. El punto de inicio de la interiorización y cuando
más peso tiene es durante la adolescencia” señala Santos Solano. Y añade: “Luego, una vez lo
hemos interiorizado, lo que hacemos es compararnos, lo que genera mayor satisfacción o
insatisfacción y, entonces, ponemos en marcha conductas para intentar acercarnos a ese ideal”.
Por las razones expuestas en los anteriores párrafos, es indispensable que dotemos a nuestros
hijos e hijas de la mejor herramienta para que las redes sociales no destruyan su autoestima:
el pensamiento crítico. “Lo que más previene este tipo de problemáticas de carácter emocional es
lo que llamamos actitud crítica, es decir, saber qué hay detrás de lo que yo estoy consumiendo.
Lo que ocurre es que muchas veces padres y madres no tienen esa capacidad porque nadie les ha
enseñado y porque también son víctimas del ideal estético”, apunta el psicólogo.
Qué hacer si mi adolescente tiene una baja autoestima
Si nuestro hijo o hija ya ha llegado a la adolescencia y lo ha hecho con una baja autoestima, de lo
primero que debemos ser conscientes es “estamos hablando de un problema emocional:
el malestar, la sobreevaluación y el intento de cambio son en sí el problema”, explica Santos
Solano. Esto es importante ya que la demanda de adolescentes y jóvenes que recurren a cirugías
para cambiar su físico, muchas veces intentando parecerse a su yo idealizado de las redes
sociales, ha ido en aumento en los últimos años.
“Hay un incremento de interés por parte de los adolescentes en todo lo relacionado con su cuerpo”,
explica Marisa Manzano, experta en cirugía para adolescentes. Con las redes sociales, explica la
doctora Manzano, “los adolescentes tienen la posibilidad de dar una imagen de lo que a ellos les
gustaría ser y de cómo les gustaría ser y, en ocasiones, quieren que su identidad real se asemeje
cada vez más a su identidad digital”.
Por eso es importante que sepamos que se trata de un problema emocional, y no físico, porque
“cuando haces el cambio físico al principio te puedes sentir bien, pero luego vas a continuar con
esas conductas de sobreevaluación y control, y va a volver el malestar”, como indica Santos
Solano.
Por lo tanto, si detectamos que nuestro hijo o hija tiene una baja autoestima y eso le está
repercutiendo negativamente en su día a día, deberíamos buscar ayuda y acudir a un
profesional que pueda acompañarle en este proceso, y no caer en recetas mágicas que
probablemente no le beneficie en absoluto. “Si yo tengo un problema económico y me ofrecen una
dieta o una cirugía estética, yo diría: no va a funcionar. Sin embargo, cuando tengo un problema
emocional y me ofrecen una dieta o una cirugía estética, nuestra cultura sí que nos ha enseñado
que el cuerpo perfecto es igual a éxito y felicidad, lo cual es mentira”, sentencia Santos
Solano.

Factores de riesgo y protección


Negligencia y abuso infantil

 Factores de riesgo para la victimización


 Factores de riesgo de perpetración
 Factores protectores
Los factores de riesgo son características que pueden aumentar la probabilidad de
experimentar o perpetrar abuso y negligencia infantil, pero pueden o no ser causas
directas. Una combinación de factores individuales, relacionales, comunitarios y
sociales contribuye al riesgo de abuso y negligencia infantil. Aunque los niños no
son responsables del daño que se les inflige, se ha descubierto que ciertos factores
aumentan el riesgo de sufrir abusos o negligencia.

Mire Avanzando para obtener más información sobre cómo aumentar lo que


protege a las personas de la violencia y reducir lo que pone a las personas en riesgo
beneficia a todos.
Factores de riesgo para la victimización

Factores de riesgo individuales

 Niños menores de 4 años


 Niños con necesidades especiales que pueden aumentar la carga del cuidador
(p. ej., discapacidades, problemas de salud mental y enfermedades físicas
crónicas)

Factores de riesgo de perpetración

Factores de riesgo individuales

 Cuidadores con problemas de drogas o alcohol


 Cuidadores con problemas de salud mental, incluida la depresión.
 Cuidadores que no entienden las necesidades o el desarrollo de los niños
 Cuidadores que fueron abusados o abandonados cuando eran niños
 Cuidadores que son padres jóvenes o solteros o padres con muchos hijos
 Cuidadores con baja educación o bajos ingresos
 Cuidadores que experimentan altos niveles de estrés parental o estrés
económico
 Cuidadores que usan nalgadas y otras formas de castigo corporal para
disciplinar
 Cuidadores en el hogar que no son padres biológicos
 Cuidadores con actitudes de aceptación o justificación de la violencia o agresión

Factores de riesgo familiares

 Familias que tienen miembros del hogar en la cárcel o prisión


 Familias que están aisladas y no conectadas con otras personas (familia
extendida, amigos, vecinos)
 Familias que experimentan otros tipos de violencia, incluida la violencia en las
relaciones
 Familias con alta conflictividad y estilos de comunicación negativos

Factores de riesgo de la comunidad

 Comunidades con altos índices de violencia y delincuencia


 Comunidades con altos índices de pobreza y limitadas oportunidades educativas
y económicas
 Comunidades con altas tasas de desempleo
 Comunidades con fácil acceso a drogas y alcohol
 Comunidades donde los vecinos no se conocen ni se cuidan entre sí y hay poca
participación comunitaria entre los residentes
 Comunidades con pocas actividades comunitarias para jóvenes
 Comunidades con viviendas inestables y donde los residentes se mudan con
frecuencia
 Comunidades donde las familias experimentan con frecuencia inseguridad
alimentaria
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Factores protectores para el abuso y la negligencia infantil

Los factores de protección pueden disminuir la probabilidad de que los niños sean
abusados o desatendidos. Identificar y comprender los factores de protección es tan
importante como investigar los factores de riesgo.

Factores de protección individuales

 Cuidadores que crean relaciones seguras y positivas con los niños


 Cuidadores que practican habilidades de crianza y brindan apoyo emocional
 Cuidadores que pueden satisfacer las necesidades básicas de alimentación,
vivienda, educación y servicios de salud
 Cuidadores que tienen un título universitario o superior y tienen un empleo
estable

Factores de Protección Familiar

 Familias con fuertes redes de apoyo social y relaciones estables y positivas con
las personas que los rodean.
 Familias donde los cuidadores están presentes e interesados en el niño
 Familias donde los cuidadores hacen cumplir las reglas del hogar y se involucran
en el monitoreo de los niños
 Familias con adultos afectuosos fuera de la familia que pueden servir como
modelos a seguir o mentores

Factores protectores de la comunidad

 Comunidades con acceso a viviendas seguras y estables


 Comunidades donde las familias tienen acceso a preescolar de alta calidad
 Comunidades donde las familias tienen acceso a cuidado infantil seguro y
afectuoso
 Comunidades donde las familias tienen acceso a actividades y programas
extracurriculares seguros y atractivos
 Comunidades donde las familias tienen acceso a atención médica y servicios de
salud mental
 Comunidades donde las familias tienen acceso a ayuda económica y financiera
 Comunidades donde los adultos tienen oportunidades de trabajo con políticas
favorables a la familia

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