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Madres y padres tenemos un papel fundamental para que nuestros hijos tengan una buena
relación consigo mismos
Entonces, ¿qué podemos hacer madres y padres para ayudarles a forjar una autoestima sana?
Es muy importante todo este proceso previo ya que, en la actualidad, los adolescentes se ven
influenciados por el altavoz inmenso que reproduce ideales de belleza y estilos de vida muy
complicados de alcanzar: las redes sociales.
Como explica el psicólogo Santos Solano, “los cánones de belleza de antes solían ser ideales
bastante lejanos: una modelo, un actor, etc. Pero desde la inclusión de las redes sociales, los
ideales de belleza son más cercanos, parece que esa persona perfecta tiene una cuenta igual
que tú, y te puedes aplicar filtros que te acerquen más a ese ideal… Por lo tanto, sabemos que los
niveles de malestar referidos al cuerpo están aumentando en la actualidad”.
“Tenemos que entender que si existe a nivel cultural un ideal del cuerpo perfecto, lo que nosotros
hacemos a nivel psicológico es interiorizarlo. El punto de inicio de la interiorización y cuando
más peso tiene es durante la adolescencia” señala Santos Solano. Y añade: “Luego, una vez lo
hemos interiorizado, lo que hacemos es compararnos, lo que genera mayor satisfacción o
insatisfacción y, entonces, ponemos en marcha conductas para intentar acercarnos a ese ideal”.
Por las razones expuestas en los anteriores párrafos, es indispensable que dotemos a nuestros
hijos e hijas de la mejor herramienta para que las redes sociales no destruyan su autoestima:
el pensamiento crítico. “Lo que más previene este tipo de problemáticas de carácter emocional es
lo que llamamos actitud crítica, es decir, saber qué hay detrás de lo que yo estoy consumiendo.
Lo que ocurre es que muchas veces padres y madres no tienen esa capacidad porque nadie les ha
enseñado y porque también son víctimas del ideal estético”, apunta el psicólogo.
Qué hacer si mi adolescente tiene una baja autoestima
Si nuestro hijo o hija ya ha llegado a la adolescencia y lo ha hecho con una baja autoestima, de lo
primero que debemos ser conscientes es “estamos hablando de un problema emocional:
el malestar, la sobreevaluación y el intento de cambio son en sí el problema”, explica Santos
Solano. Esto es importante ya que la demanda de adolescentes y jóvenes que recurren a cirugías
para cambiar su físico, muchas veces intentando parecerse a su yo idealizado de las redes
sociales, ha ido en aumento en los últimos años.
“Hay un incremento de interés por parte de los adolescentes en todo lo relacionado con su cuerpo”,
explica Marisa Manzano, experta en cirugía para adolescentes. Con las redes sociales, explica la
doctora Manzano, “los adolescentes tienen la posibilidad de dar una imagen de lo que a ellos les
gustaría ser y de cómo les gustaría ser y, en ocasiones, quieren que su identidad real se asemeje
cada vez más a su identidad digital”.
Por eso es importante que sepamos que se trata de un problema emocional, y no físico, porque
“cuando haces el cambio físico al principio te puedes sentir bien, pero luego vas a continuar con
esas conductas de sobreevaluación y control, y va a volver el malestar”, como indica Santos
Solano.
Por lo tanto, si detectamos que nuestro hijo o hija tiene una baja autoestima y eso le está
repercutiendo negativamente en su día a día, deberíamos buscar ayuda y acudir a un
profesional que pueda acompañarle en este proceso, y no caer en recetas mágicas que
probablemente no le beneficie en absoluto. “Si yo tengo un problema económico y me ofrecen una
dieta o una cirugía estética, yo diría: no va a funcionar. Sin embargo, cuando tengo un problema
emocional y me ofrecen una dieta o una cirugía estética, nuestra cultura sí que nos ha enseñado
que el cuerpo perfecto es igual a éxito y felicidad, lo cual es mentira”, sentencia Santos
Solano.
Los factores de protección pueden disminuir la probabilidad de que los niños sean
abusados o desatendidos. Identificar y comprender los factores de protección es tan
importante como investigar los factores de riesgo.
Familias con fuertes redes de apoyo social y relaciones estables y positivas con
las personas que los rodean.
Familias donde los cuidadores están presentes e interesados en el niño
Familias donde los cuidadores hacen cumplir las reglas del hogar y se involucran
en el monitoreo de los niños
Familias con adultos afectuosos fuera de la familia que pueden servir como
modelos a seguir o mentores