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Nadia Heredia
Introducción.
Nuestra mirada está atravesada por múltiples factores sociales, culturales e históricos que
nos constituyen, nos conforman, nos crean y recrean constantemente. El territorio y el
tiempo que habitamos, habilitan y a la vez marcan límites a nuestras miradas, al alcance de
nuestras miradas. Ese es precisamente el punto que nos interesa profundizar en este
trabajo, desde el enfoque que aporta la Filosofía de la Liberación: de qué forma la influencia
de nuestra historia colonial ha construído una sola forma de mirar que niega de antemano
toda otra racionalidad, política, economía, ser y cuales son sus posibles vínculos con el
ámbito educativo.
Si buscamos un punto de anclaje para iniciar este recorrido, hay un momento fundante
y determinante en lo que hace a la construcción de nuestras miradas colonizadas, que no
podemos dejar de mencionar, y es la imposición del discurso de la Modernidad Ilustrada
como momento fundacional de un Nuevo orden universal. Es a partir del impacto
determinante de este proceso colonizador en nuestros territorios que se inicia la
caracterización del denominado sujeto colonial, sustentado en una subjetividad colonial que
nos sitúa desde un principio de esta “Historia Universal” (exclusivamente europea) como un
Otrx, pero no cualquier Otrx, sino como un un Otrx diferente, y por eso mismo, inferior.
A partir de los aportes del filósofo Enrique Dussel nos proponemos, retomar los ejes
principales de su profunda crítica a la Modernidad para reflexionar sobre algunos aspectos
de las colonizaciones de nuestras formas de mirar-nos históricamente aprehendidas.
Las tesis de Dussel son contundentes: nuestra identidad fue negada desde ‘’afuera’’,
nuestro tiempo fue construído sin nosotrxs, nuestros idiomas fueron negados y nuestro
conocimiento no reconocido como tal, entre otros hechos históricos concretos que nos
constituyeron identitariamente. Fuimos el Otrx que Europa construyó como oposición, y no
como semejante, fuimos el Otrx que Europa construyó, sin más.
Algunos de los interrogantes que surgen de este planteo son por ejemplo: ¿Cómo evitar
lo que podríamos llamar la colonización de la mirada hacia todo Otrx, si toda imagen que
construimos, aún la de nosotrxs mismxs, ya es una imagen colonizada? ¿De qué forma
podemos mirar de Otras formas si nuestra mirada se mantiene teñida de pretensiones de
universalidades impuestas que nos constituyen, sin ser problematizadas? y ¿Cómo
reflexionar aquello que somos, si nos fue dicho sin posibilidad de ser cuestionado? Y si
miramos nuestros ámbitos educativos a partir de estos enfoques ¿Cuál es la lectura que
ofrecemos pedagógicamente de nuestra Historia? ¿Seguimos ofreciendo acaso miradas
colonizadas?
Sin ánimos de brindar respuestas, como premisa central de toda reflexión filosófica,
intentaremos como uno de los objetivos de este encuentro problematizar todo aquello que
pretenda autoafirmarse como universal, imponiendo a la vez la universalidad de esa mirada,
su mirada. Para lograr este objetivo, continuaremos con algunas irrupciones de la poeta
Excilia Saldaña, así como algunas escenas que nos permitirán reflexionar la propuesta ética
dusseliana. Iniciemos entonces.
Cuenta Enrique Dussel que a fines de la década del sesenta tuvo la oportunidad de
conocer y dialogar con Emmanuel Levinas en el inicio de su propio camino de empezar a
pensarse como un filósofo Latinoamericano. Cuenta también, que como cualquier discípulo
lector que legitima y valora la palabra de su maestro, le preguntó a Levinas qué podía decir
él, como sobreviviente del Totalitarismo nazi, sobre 1492 como otro tipo de Totalitarismo,
negado por la Historia como tal. Sabiamente, y mucho tiempo antes que esa idea siquiera
sea plausible de ser pensada por las Humanidades y las Ciencias Sociales, Levinas le
respondió a Enrique Dussel “yo no puedo decir nada sobre 1492, son ustedes quienes
tienen que empezar hablar de su propio genocidio”.
Irrupción, Escena 2: Abuela ¿me haces una torta de esas que me haces vos para
llevar mañana a la escuela?
- Bueno, pero ¿Qué pasó? ¿Qué festejan?
- El día de la raza me dijeron y hay feria de platos.
Colón pone poca atención a las lenguas extranjeras, hace explícito que la diversidad de
lenguas no existe, aunque él sea políglota. (…) Desconoce las diversidad de lenguas,
por lo cual, reconoce su diferencia, pero se niega a admitir que se trate de una lengua.
Con ayuda de la deformación auditiva, emprende diálogos imaginarios, el cree que
comprende, el ejemplo más notorio es cuando oye la palabra Cariba que es la palabra
con la cual se designaba a la gente del caribe, pero él entiende caniba, es decir, la gente
del Kan y que la gente tiene cabezas de perro(can). Cuando reconoce la extrañeza de la
lengua, quisiera que por lo menos sea igual a las demás, en un lado están las latinas, y
las otras son las extranjeras. (Todorov, 1982)
Pueblos enteros violentados y engañados desde sus propias creencias para facilitar el
saqueo económico sistemático y la esclavitud, la naturalización de las violaciones a los
cuerpos de las llamadas ‘’indias’’, las mutilaciones públicas de los cuerpos masculinos como
forma de castigo ejemplar, formaron parte de lo que el invasor llamó proceso civilizatorio, y
es lo que aún hoy seguimos enunciando y agradeciendo desde muchos sectores sociales
como Progreso.
Se cuenta que Michele de Cuneo recibió de Colón una doncella caribe de regalo: "Se metió en
su cuarto con su Briseida, y como ésta se hallaba desnuda según su costumbre, le vino en
gusto solazarse con ella. La fierecilla se defendió ásperamente con las uñas. Pero entonces
nuestro valiente Michele tomó una soga y se puso a darle una zurra tan buena y tan fuerte que
lanzaba unos gritos inauditos [...] hasta amaestrarla, sonríe satisfecho Michele [...] diciendo:
Hay que verla cuando se pone a hacer el amor" (Cita de Antonello Gerbi, La naturaleza de las
Indias Nuevas, FCE, México, 1978, p. 49; hemos traducido del italiano y eliminado textos).
(Dussel, 1994: p. 51)
¿Qué nos impide dimensionar los niveles de violencia que tuvieron que vivir nuestros
pueblos originarios, conformados ya en Naciones, frente a la llegada de los ejércitos
invasores con interés político y económico de dominio? Se nos impuso un mito civilizatorio,
al decir de Dussel, se nos creó un relato de bondad que sólo oculta la cruda y cruel violencia
vivida. Esta imposición interpretativa de los hechos se instaló política e ideológicamente en
nuestras construcciones identitarias como el momento que da inicio a la civilización.
Vale aclarar aquí un punto relevante. A quienes afirman que antes de la llegada de los
españoles a Abya Yala ya la habitaban pueblos guerreros, que se sometían entre sí en
busca de expansiones territoriales, les decimos que también, están en lo cierto. Que ‘’el mito
del buen salvaje’’ roussoniano también constituye una imagen degradada de una civilización
Otra, regida por sus leyes, sus Otras formas económicas, sus Otras organizaciones políticas,
su Otras cosmovisiones. Claro que había guerras y guerreros, claro que había vencedores y
vencidos, claro que había relaciones de opresión, pues bien, entonces asumamos, claro que
había también Otras civilizaciones.
Aristóteles dice ‘’el filósofo (filo- sofo) es el que crea, produce mito, mitopoiesis. El
sabio se expresa también por mitos. Entonces el pasaje del mito al logos que nos
pasan como si fuera la filosofía, es otra fabricación eurocéntrica. No se puede superar
el mito. Y por eso Hinkelammert muestra que toda la Modernidad está fundada sobre
ciertos mitos. Y la misma ciencia está fundada sobre mitos porque cree en el
Progreso, cree en una cantidad de cosas que no se prueban empíricamente, sino que
se suponen en el horizonte categorial.’’1 -
Irrupción, Saldaña 6:
-Abuela, qué es un mito, una leyenda?
-Una pregunta que te responde el pasado de la Tierra. Una mentira que no lo es.
1
Dussel E. (Octubre de 2016). Presentación Libro Filosofías del sur. Descolonizar el pensamiento. En
A. Velasco Gómez (Presidencia), Congreso AFM, Simposio de Filosofía de la Liberación, Conferencia
llevada a cabo en San Cristobal de las Casas, México.
Una verdad incompleta. La semilla de donde nacen
los más hermosos poemas. (Saldaña, E.; 2014: p. 6)
Fuimos desde el ‘’principio’’ el Otrx que estaba afuera de lo que había, el Otrx que
había que incorporar, por lo tanto, a la “civilización” y a la Historia misma ya iniciada desde
tiempo atrás. Este ingreso traumático al inicio de un relato fundador ajeno, nos construyó y
nos fijó desde lo que Enrique Dussel plantea como exterioridad. En términos del filósofo
Emmanuel Levinas, dado un sistema siempre hay un Otrx situado por el propio sistema en la
exterioridad, más allá, externo, extranjero a lo que es lo Mismo, es decir, al sistema. Dicho
de otra manera, el Otrx que queda fuera del sistema está en la exterioridad. Ese Otrx es
para Levinas el pobre, es la viuda, es el oprimido. Tal como afirma Dussel, es esta
perspectiva levinasiana la que les permite a la generación de filósofxs que conforman el
movimiento de la Filosofía de la Liberación ligar la filosofía con la realidad política, desde lxs
oprimidxs:
Hasta este momento nuestro discurso ha sido como un resumen de lo ya sabido. Desde ahora
comienza un nuevo discurso, que cuando sea implantado en su nivel político correspondiente y
con las mediaciones necesarias, que faltan en los filósofos del centro que usan estas mismas
categorías, podremos ahora sí decir que es un nuevo discurso en la historia de la filosofía
mundial. Esto no se debe a nuestra poca o mucha inteligencia, se debe a que simplemente
cuando nos volvemos a la realidad, como exterioridad, por el solo hecho de ser una realidad
histórica nueva, la filosofía que de ella se desprende, si es auténtica, no podrá menos que ser
igualmente nueva. Es la novedad de nuestros pueblos lo que se debe reflejar como novedad
filosófica y no a la inversa. (Dussel; 1977: p. 55)
Desde esta perspectiva dusseliana, la tarea de la filosofía es urgente: se trata de ser por
fuera de que nos dijeron que éramos. Se trata de pensarnos, pero también de sentirnos, de
mirarnos, de escucharnos, de empezar a hablar-nos dede nuestras voces, sin a sabiendas
que esa construcción ya es lo suficientemente compleja como para hacernos caer en el
simplismo de un ‘’nosotrxs’’, siempre ficticio. En este contexto, y otros de no menor
complejidad, es que Dussel se pregunta y nos interpela “¿Se dan cuenta que la filosofía
tiene una tarea urgente? ”.
Con el discurso racional Moderno, ese que filosóficamente situamos en el siglo XVII
con la premisa del cógito cartesiano pienso luego existo, se empiezan a configurar
explicaciones del mundo que parten desde Europa y van construyendo en ese relato
alteridades periféricas, coloniales. Se empieza a configurar el discurso Moderno que insiste
en que nos parió, sin registrar siquiera que teníamos mucha vida por detras.
Irrupción, Saldaña 7:
-Abuela, ¿por qué luchan los pueblos?
-Por el amor y el respeto.
-¿Y los poderosos?
-Por el oro y por el ocio. (Saldaña, E.; 2014: p. 30-35)
''Ninguna de las culturas «antiguas» (desde la China al Islam) pudo tener hegemonía
sobre culturas universales transoceánicas. China, el Indostán o el mundo musulmán
no tendrán ese tipo de subsistemas dependientes que la Modernidad europea llama
«colonias». Es una exclusiva particularidad del sistema económico, político y cultural
europeo, que le redituará muchos beneficios, y que instaurará una asimetría
«centro-periferia» hasta la actualidad.'' (Dussel E.; 2000: p. 27)
2
El subrayado es mío.
Si retomamos las preguntas ¿Cuál es la lectura que ofrecemos pedagógicamente de
nuestra Historia? ¿Seguimos ofreciendo acaso miradas colonizadas? Desde Otras miradas
decoloniales ¿Cómo podemos pensarnos en nuestro estar-siendo sin una supuesta
civilzación superior que nos diga qué es pensar y qué es ser?
Dicho interrogante abrió en su época un más que significativo debate, ya que plantea
un quiebre directo a una de las fortalezas de imposición de la razón ilustrada moderna: su
pretensión de universalidad. Sin profundizar en las diferentes líneas de pensar filosófico
Latinoamericano que generaron las respuestas a esta pregunta, sólo mencionaremos que
iniciar un camino filosófico Latinoamericano implicó desde el principio algo tan esencial como
interrogarse sobre la posibilidad misma de su existencia. Es decir, desde el mismo momento
en que osamos pensarnos desde la Filosofía, tuvimos que primero demostrar que somos.
Que no se interprete aquí, que justamente se cree necesario un cógito cartesiano Otro
para iniciar un pensar filosófico propio, lo que estamos intentando explicitar y cuestionar es
que el pensar Latinoamericano en general, y el filosófico en particular, tenga que justificar la
legitimidad de su existencia, mientras que el conocimiento europeo históricamente ha
gozado de esa legitimidad, no sólo sin tener que ‘’probarla’’, sino también ocultando la
violencia de su imposición.
Pensar a partir de las Pluriversidades que somos, también nos puede permitir pensar
las distintas colonialidades de las que somos parte, y éste es precisamente el desafío que
como un intento de cierre quisiéramos formular respecto de los interrogantes pedagógicos
que podemos plantear a este enfoque.
Ahí el desafío, en la responsabilidad y cuidado ético que debemos sostener hacia toda
dignidad Otra que podamos dañar desde una mirada Totalizadora, colonizadora. Recuperar
la voz de todo Otrx en cada relación, en cada encuentro implica lo que tanto Levinas como
Dussel han denominaron la ética de la escucha.
Construimos lo que miramos, ahí nuestro desafío ético. Desafío en recuperar el sentir
de la experiencia pedagógica, como forma de encuentro, de construcción de algo nuevo,
algo más bello. Desafío en asumir el riesgo de todo encuentro en la fraternidad y en
abandonar la calma y las seguridades como única comprobación de ir en el camino del
aprendizaje compartido.
Una abuela venida de un barco, literalmente. Escapadxs del hambre que también es
europeo. La otra abuela, mapuce, sobreviviente también de la corrida del genocidio nacional
denominado Campaña del Desierto..
Por mi parte, me quedo con las voces de mis abuelas, me quedo con la calidez de
aquella voz que unas pocas veces escuché que me llamaba ‘’tesorito’’, y me quedo también
con la emotividad del recuerdo de aquella voz de mi otra abuela, que me decía en aquellas
mañanas de dulce de membrillo y pan casero ‘’leeme hijita, leeme’’.
Bibliografía