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Pese a esto, el positivismo jurídico tiene ciertos méritos como las estructuras heredadas
de la sociedad feudal, que eran la base de un orden social inmóvil en las comunidades en
las cuales estos operaban o se desarrollaban. Este tipo de orden feudal se basaba más en
el hecho natural, como un ejemplo de que las personas eran desiguales desde el
nacimiento y estaban condenados a seguir siéndolo durante toda la vida. Para que se
disminuyera o terminara lo que es el orden feudal, fue necesario reducir el derecho natural
a un conjunto de preceptos filosóficos y morales (vínculos internos), los cuales eran
puestos por un legislador terrenal, y de esto surge la identificación del derecho con la ley,
única fuente capaz de producir vínculos externos y jurídicos, siendo esta identificación el
núcleo fundamental del positivismo.
En definitiva, admiten una única verdad jurídica4, una sola interpretación posible entre
las muchas que son propuestas en el seno de la comunidad científica o que la
jurisprudencia individualiza al aplicar la regla de derecho al caso concreto.
En cuanto al principio de la unicidad de la regla del derecho, lo identifica como el
conjunto de preceptos que, aún con la mediación de la ciencia jurídica, son atribuibles al
poder político, es decir, que el derecho es algo técnico. En su mayoría esas técnicas se
fundan en la posibilidad de reducir el derecho a la ley, esto es, a cuanto viene prescrito
por las fuentes formales de producción, también cuando esta reducción presupone el
recurso a ficciones.
El punto de vista interno sobre el derecho produce una imagen bien definida del
ordenamiento jurídico, que se supone capaz de ofrecer solución a todos los conflictos
producidos por esa sociedad que pretende representar en términos meramente formales.
El punto de vista externo que el comparatista tiene sobre el derecho le lleva a dirigir su
interés sobre todo a las fuentes que, en los países de derecho codificado, no son
consideradas como tales por la teoría de la separación de poderes: la jurisprudencia y la
doctrina, contempladas por el iuspositivismo como meras reproductoras de las palabras
del legislador.
Asumir un punto de vista externo no se atiende únicamente a las normas jurídicas, las que
lo son porque pueden reconducirse al legislador, aunque sea a través de la interpretación,
o sea, de una actividad no identificable con la mera reproducción de significados
predeterminados. Se consideran las normas de comportamiento no referibles al legislador,
como las de una comunidad, etc.
El derecho del que se ocupa el comparatista es el producido por todos los operadores que
de algún modo se miden con las palabras del legislador y que, por tanto, producen las
normas jurídicas y también el conjunto de normas sociales, normas no jurídicas desde un
punto de vista interno pero que pueden ser incluidas, de todos modos, en el elenco de
preceptos que condicionan el comportamiento del individuo y su ubicación en las
múltiples comunidades de las que es parte: preceptos que, desde un punto de vista externo
sobre el derecho, son plenamente jurídicos.