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Consiste en el vínculo jurídico entre dos sujetos de derecho nacido de un determinado hecho
condicionante, previsto en el derecho, en cuya virtud uno de ellos debe cumplir una
determinada prestación para con el otro, quien tiene la facultad correlativa de exigirla.
Los elementos que forman la estructura de la relación jurídica son seis: 1) los sujetos; 2) el
vínculo jurídico; 3) el objeto; 4) el deber jurídico; 5) el derecho subjetivo; 6) el hecho
condicionante.
Simple es la relación que presenta un solo derecho del sujeto activo y un solo deber del sujeto
pasivo.
La relación jurídica se establece entre dos o más sujetos, personas, físicas o jurídicas,
sean estas últimas públicas o privadas, esto es desde nuestra perspectiva de interés entes
capaces de adquirir derechos y contraer obligaciones jurídicas. La palabra sujeto proviene del
latín sub iectum, lo que yace dentro de la persona.
Sujeto activo es la persona a quien el ordenamiento jurídico atribuye la facultad de exigir algo
jurídicamente -derecho subjetivo-, denominado acreedor.
Sujeto pasivo o deudor, en tanto, es la persona que tiene la obligación o deber jurídico de
realizar una determinada conducta -prestación- a favor de otra - acreedor- quien tiene a su vez
la facultad correlativa de exigirla.
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Desde el punto de vista procesal los sujetos que integran la relación se denominan partes, en
contraposición a los terceros que, son aquellos que pueden intervenir en un juicio sin ser partes
en él por ejemplo, un tercerista de dominio.
1. 3. EL OBJETO:
Es la prestación, esto es, la conducta debida. Como se sabe, las conductas debidas
pueden consistir, de acuerdo a la doctrina clásica, en dar, hacer o no hacer una cosa, aunque tal
clasificación se encuentra en la actualidad en entredicho, toda vez que dar algo, no es más que
una forma de hacer, de acuerdo a lo que sólo existirían las prestaciones de hacer y no hacer.
Puede ser definido como la restricción de libertad que sufre el sujeto pasivo, de la relación
como consecuencia de la facultad jurídica concedida al sujeto activo.
1. 5. EL DERECHO SUBJETIVO:
Siguiendo la noción de Ihering, y aunque existen varias teorías que tratan de explicarlo,
nosotros lo entenderemos como la facultad de exigir algo protegida jurídicamente, en otras
palabras, es la aptitud para pedir algo que proviene -básicamente- de una norma de
derecho sustantivo, y de una acción procesal, que habilita al sujeto activo para solicitar el
amparo o la intervención del tribunal competente para el resguardo, en los hechos, de la
facultad concedida en teoría.
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Podemos dividirlas en dos grandes grupos; uno que afirma la existencia del derecho subjetivo,
y otras que lo niegan.
M. Duguit es quien ha negado en una forma más rotunda la existencia de los derechos
subjetivos: "Piensa que los individuos no tienen derechos y que la colectividad tampoco los
tiene; pero que todos los individuos, están obligados, por su calidad de seres sociales, a
obedecer la regla social; que todo acto violador de esta regla provoca de modo necesario una
reacción social que según los tiempos y los países reviste formas diversas, así como todo acto
individual, conforme a esa regla, recibe una sanción social variable también en las diversas
épocas y lugares, tal regla social está fundada en la solidaridad social, o sea, en la
interdependencia derivada de la comunidad de necesidades y de la división del trabajo que
existe entre los miembros de la humanidad y particularmente, entre los de una misma
agrupación social".
Kelsen estima falso y pernicioso oponer el derecho objetivo, de una parte, y el subjetivo, de
otra. El derecho subjetivo, dice, no es sino la resultante de la aplicación a los individuos del
derecho objetivo; es solo un aspecto de la subjetivización de la norma jurídica. Los derechos
subjetivos no pasan de ser posibilidades que la norma jurídica concede al sujeto, poniéndose a
disposición del mismo para que pueda hacer valer sus intereses y en definitiva, para que pueda
cumplir sus deberes.
Savigny y Windscheid este último define el derecho subjetivo como un poder o señorío cedido
a la voluntad por el ordenamiento jurídico.
La teoría del interés fue formulada por Ihering, teoría para la cual la existencia de los derechos
se da en razón de ciertos fines que el titular necesita y quiere alcanzar. Los fines no son sino los
intereses que la ley considera dignos de protección. Por eso puede decirse que el derecho
subjetivo "es un interés jurídicamente protegido".
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1) Naturales y positivos.
2) En absolutos y relativos;
3) En originarios y derivados, y
II.- Con relación a su objeto y contenido intrínseco, los derechos subjetivos pueden dividirse
en públicos y privados. Estos últimos admiten una gran clasificación, que es la siguiente:
a) Derechos patrimoniales, y
a) Derechos reales.
b) Derechos personales.
Derecho real (jure in re) es el que concede al titular un derecho inmediato sobre la cosa.
Derechos personales son los que nacen de una relación inmediata entre dos o más personas, en
virtud de la cual una (el deudor) es obligada a una determinada prestación (dar, hacer o no
hacer) en favor de otra.
Una de las principales diferencias entre ambas clases de derechos, consiste en que los reales
pueden hacerse valer contra toda persona, "erga omnes"; mientras que los personales sólo
pueden ejercerse en contra de la persona o personas obligadas. Los primeros son absolutos; los
segundos, relativos.
Consiste en el supuesto normativo previsto en el Derecho, dicho de otro modo es aquel hecho
contemplado en una norma determinada, que de verificarse por algunos sujetos de derecho,
genera el vínculo jurídico y la relación Jurídica en consecuencia.
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Es originaria cuando el derecho que se une al sujeto surge en éste directamente y de un modo
autónomo, es decir, independientemente de una relación jurídica con una determinada persona.
La adquisición es derivativa, cuando el derecho procede de una relación con otro sujeto,
relación de la cual deriva el derecho en favor del nuevo titular, ya sea que se traspase de uno a
otro el derecho mismo e íntegro que antes correspondía al primero (transferencia del dominio
de una cosa, adquisición de una herencia), ya sea que sobre el derecho del primero se
constituya en favor del adquirente un derecho nuevo que no existía en el otro como tal, sino que
era en él solamente el supuesto indispensable para la constitución del derecho nuevo.
En la adquisición derivativa hay que distinguir al autor o causante, que es la persona que
transfiere o transmite el derecho, y el sucesor o causahabiente, que es la persona que adquiere
un derecho u obligación de otra llamada su autor.
Entre los dos momentos extremos del nacer y del perecer de un derecho se desarrolla su vida
con múltiples vicisitudes, esto ocurre cada vez que el derecho que adquiere una persona se
pierde para otra, porque modificación también es el cambio de sujeto.
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Modificación subjetiva:
Cuando el cambio del titular se produce por acto entre vivos, se habla de transferencia, y
cuando se produce por causa de muerte se habla de transmisión.
La traslación o traspaso de los derechos puede ser a dos títulos, a título universal o a título
singular. Clasificación esta que se hace atendiendo a la indeterminación o determinación de los
bienes que se traspasan.
Modificación objetiva:
Las modificaciones objetivas se refieren al cambio cualitativo o cuantitativo del objeto del
derecho.
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- Incumplimiento.
- Responsabilidad.
- Indemnización de
Perjuicios.
DE LA NZA. CTTO.
CON INTENCIÓN
JURÍDICOS LÍCITOS NEGOCIO JDCO.
VOLUNTARIOS
C/INTENCIÓN DELITO
ILÍCITOS
S/INTENCIÓN CUASIDLTO
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Hecho Jurídico es todo suceso o acontecimiento -un hecho- que se encuentra previsto en una
norma jurídica como detonante de una relación jurídica, esto es, que de ocurrir genera derechos
y obligaciones -hecho condicionante-.
Acto jurídico, es una clase de hecho jurídico, pero esta vez realizado voluntariamente por el
hombre, con la finalidad de producir efectos jurídicos -derechos y obligaciones- queridos por
su autor y reconocidos (tutelados) por el ordenamiento jurídico.
2. REQUISITOS:
1) Voluntad de su autor.
4) Los efectos que en definitiva se producen deben ser los que quiso el autor.
Se debe distinguir entre los elementos y los requisitos de los actos jurídicos. Algunos elementos
pueden faltar, los requisitos no, sin recibir sanción de parte de la ley.
El Código Civil trata los elementos referidos sólo a los contratos en el artículo 1444, pero su
aplicación alcanza a los actos jurídicos.
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El artículo 1444, dispone: "Se distinguen en cada contrato aquellas cosas que son de la esencia,
las que son de su naturaleza y las puramente accidentales. Son de la esencia de un contrato
aquellas sin las cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro contrato diferente; son de
la naturaleza de un contrato las que no siendo esenciales en él, se entienden pertenecerle, sin
necesidad de una cláusula especial; son accidentales a un contrato aquellas que ni esencial ni
naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas especiales."
Son de la esencia de un contrato aquellos elementos sin las cuales o no produce efecto alguno,
o degenera en otro contrato diferente. Por ejemplo; cuando falta la cosa o el precio en dinero en
la compraventa -1793-, o la gratuidad del préstamo en el comodato -2174-, sociedad -2055-.
Además, los requisitos exigidos en el artículo 14451para todo contrato o acto jurídico, pueden
considerarse, como elementos esenciales genéricos de los mismos.
Elementos de la naturaleza son los que no siendo esenciales en él, se entienden pertenecerle, sin
necesidad de una cláusula especial.
A través de tales elementos el derecho privado suple el silencio de las partes estableciendo
derecho que será aplicable sólo si las partes no han resuelto regular de modo diverso lo que ya
está contemplado por la ley. Por eso este derecho se denomina dispositivo, ya que las partes
pueden disponer -en el sentido de renunciar- a él, por estar establecido en el sólo interés de los
particulares. Así, por ejemplo, en el contrato de sociedad la ley establece la división a prorrata -
artículos 2068 y 2066- y en el de mandato, la circunstancia de que se entienda remunerado, si
nada han dicho las partes -artículos 2158 N° 3 y 2117, pero tales disposiciones, que se basan en
soluciones lógicas y normales, pueden ser modificadas libremente por las partes sin necesidad
de expresar causa por ello.
Los elementos accidentales son aquellos que ni esencial ni naturalmente le pertenecen, y que se
le agregan por medio de cláusulas especiales, como por ejemplo las modalidades y toda otra
cláusula que deseen agregar los contratantes con la sola limitación de respetar la ley y derecho
ajeno.
- Acto jurídico unilateral es el generado por la manifestación de voluntad de un solo sujeto. Por
ejemplo, el testamento -artículo 1003- o el reconocimiento de un hijo.
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Para que una persona ve obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: 1 o que sea legalmente capaz,
2º que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio, 3º que recaiga sobre un objeto
lícito. 4º que tenga una causa licita
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- Acto jurídico bilateral es aquel que requiere por el concurso o acuerdo de dos o más
voluntades. Cada voluntad puede ser una o más personas.
Acto jurídico gratuito, es aquel en que una de las partes reporta todo el beneficio, sufriendo la
otra el gravamen. Ej.: Donación, comodato, en tanto que los onerosos, son aquellos en que
ambas partes se gravan y benefician recíprocamente. Por ejemplo los contratos de compraventa,
permuta, arrendamiento, entre otros.
Actos jurídicos entre vivos son aquellos cuyos efectos se realizan en vida del autor -
normalmente-, y para producirlos no requieren ni suponen la muerte de éste, en tanto que, acto
jurídico por causa de muerte es aquél en que para producir sus efectos supone la muerte, en
cuanto hecho condicionante previsto en la norma.
Los actos instantáneos, producen todos sus efectos en un solo instante, agotándose sus efectos
de inmediato, como por ejemplo la compraventa de un mueble al contado.
Los actos jurídicos de tracto sucesivo, producen sus efectos a lo largo del tiempo, como en el
caso del arriendo o del contrato de trabajo.
Los actos jurídicos puros y simples producen sus efectos normales desde su constitución y para
siempre, en tanto que en los actos jurídicos sujetos a modalidades los efectos normales son
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alterados por ciertas cláusulas agregadas por voluntad de las partes o por la ley, como sucede
en el caso de la las condiciones, plazos, modalidades la representación o la solidaridad.
- Actos jurídicos principales, los que pueden subsistir por si mismos sin - necesidad de otro al
cual acceder - y actos jurídicos accesorios, que son aquellos que dependen de otro acto jurídico
principal, de manera que no puede subsistir sin él.
El contrato es real cuando, para que sea perfecto, es necesaria la tradición de la cosa a que se
refiere; es solemne cuando está sujeto a la observancia de ciertas formalidades especiales, de
manera que sin ellas no produce ningún efecto civil; y es consensual cuando se perfecciona por
el solo consentimiento.
1) La Voluntad.
2) El Objeto.
3) La Causa.
4) Las Solemnidades.
3) El objeto lícito.
4) La causa lícita.
5. 2. LA VOLUNTAD:
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En cuanto elemento del intelecto, la voluntad se crea, se muda o se extingue en el fuero interno
del sujeto, en aquel que deambulan los pensamientos, las creencias, los valores y los sueños.
No todas las ideas, que viven en el mundo fantástico e inagotable de la imaginación son
relevantes jurídicamente, para eso será necesario que la idea haya sido adoptada seriamente por
el sujeto, que este tenga el firme propósito de llevarla a cabo y que para tales propósitos, de
algún modo haya sido exteriorizada. En tal sentido enseña Flume que: "...el contenido del
negocio jurídico no es querer cualquier resultado o fin, sino que algo valga y ciertamente que
deba valer conforme a Derecho", y continúa: "La voluntad jurídico-negocial no es la voluntad
en toda su complejidad, sino la voluntad en la medida en que forme parte del supuesto de hecho
determinado por el ordenamiento jurídico. La voluntad jurídico - negocial rige el deber jurídico
propio del negocio"'.
Dicho en otras palabras, sólo la declaración de una voluntad que esté contemplada como hecho
condicionante o supuesto de hecho, para dar inicio a una relación jurídica y poseen, por tanto,
la aptitud causal de producir el nacimiento de derechos y obligaciones.
Según lo dicho, la voluntad debe ser pertinente, en cuanto declaración relevante para el
Derecho, para diferenciarla de aquellas que no lo son por no dar inicio a una relación jurídica al
no estar contempladas como supuesto normativo en norma alguna y declarada o manifestada.
La doctrina es pacífica en la necesidad de exteriorización del querer interno del sujeto para que
la voluntad pueda producir efectos jurídicos''.
Sin embargo, a la hora de determinar que en qué consiste la declaración y cómo debe
formularse aparecen las primeras divergencias.
La historia del Derecho muestra el desarrollo que a través de los siglos han experimentado las
distintas formas de expresión de la voluntad, desde aquellas que suponen un nivel menor de
abstracción y, por tanto, se vinculan a actos externos rituales que sobreviven con independencia
a cualquier declaración de voluntad que pudiera acreditarse, más bien en estos casos, podría
decirse que el rito es la voluntad en sí misma, hasta otras épocas más cercanas a la nuestra en
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donde la constatación de que la voluntad era el elemento central a la noción negocial jurídica,
ha llevado -en gran medida- a prescindir de las formas externas privilegiando la verdadera
intención o voluntad, en una corriente que se ha denominado espiritualista.
5.2.3. REQUISITOS:
Que se manifieste con el fin de producir el efecto jurídico que se persigue. Artículos 1478-
2121.
2) Que se exteriorice.
La manifestación tácita de la voluntad por la pasividad del deudor ha sido llamada el silencio
como manifestación de voluntad -1230-1449 inc. 20-1654.
Las dos etapas necesarias para la formación del consentimiento son la oferta y la aceptación.
Nuestro código no regula esta materia, pero si lo hace el Código de Comercio en su mensaje y
en los artículos 97 a 106.
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5.3.1. LA OFERTA:
De las definiciones consultadas puede concluirse que los requisitos básicos de la oferta son:
1º Debe ser seria. Debe existir el propósito serio del oferente de vincularse contractualmente
con carácter definitivo, lo que supone que la oferta debe presentarse como la propia voluntad
del oferente que consiente en el negocio jurídico y consiente, asimismo, en exteriorizar su
voluntad para tal propósito. Lo expresado se opone a otras clases de comunicaciones -incluso
de carácter mercantil o jurídicas- que no tengan por objeto preciso la manifestación de voluntad
con fines negociales definitivos.
2o Debe ser inequívoca. En el sentido de que no debe dar lugar a interpretaciones diversas. En
la misma línea el artículo 14 de la Convención de Viena exige precisión en la oferta
encargándose, además, de determinar en qué consiste la precisión exigida al señalar: "Una
propuesta es suficientemente precisa si indica las mercaderías y, expresa o tácitamente, señala
la cantidad y el precio o prevé un medio para determinarlos". La característica de la precisión
se relaciona estrechamente con la exigencia de la determinación de la oferta que pasamos a ver.
3º La oferta debe ser completa o determinada, es decir, debe contener todos los elementos
esenciales del futuro negocio do modo que con la simple aceptación el contrato sea perfecto -97
y 98 C. de Comercio-.
En esta materia, según se ha dicho, rige el principio general de libertad de forma, sin embargo,
como excepción podrá ser; "exigida cierta forma para la oferta (sólo para ésta, y no para la
aceptación) o para el contrato, en cuyo caso también ha de observar la oferta".
Además, según hemos señalado, la oferta es una declaración de voluntad recepticia destinada
por naturaleza a recabar la aceptación de otro sujeto con la finalidad de perfeccionar un negocio
jurídico bilateral, de lo que se colige que será presupuesto de validez de la misma la
circunstancia de que llegue efectivamente a conocimiento del destinatario de la misma.
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- Se discute si la oferta produce efectos jurídicos por sí sola. La doctrina clásica francesa señala
que carece de valor, la moderna alemana lo contrario. Nuestra legislación ha adoptado un
sistema intermedio.
La revocación debe ser expresa, pero el proponente debe indemnizar los gastos en que hubiere
incurrido alguna persona con ocasión de la oferta.
La oferta caduca en los casos señalados en al artículo 101: por muerte, quiebra o incapacidad
del proponente.
-Vigencia de la Oferta.:
Si hay plazo hasta su vencimiento, si no se debe distinguir entre la oferta verbal y escrita. La
oferta verbal dura hasta que es conocida. La oferta escrita 24 horas si la persona vive en el
mismo lugar, o hasta vuelta de correo si vive en otro distinto -98 C. de Comercio-.
5.3.2. LA ACEPTACIÓN:
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Recordando conceptos generales podemos señalar que la aceptación puede ser entendida como
aquella declaración de voluntad realizada por el destinatario de la oferta por medio de la
cual declara su conformidad en todos los aspectos con la oferta y, por tanto, manifiesta su
voluntad de perfeccionar el negocio jurídico.
Sabido es que la aceptación debe coincidir con los términos indicados en la oferta, pues, en
caso que altere alguno de sus contenidos será considerada como una nueva oferta. La
denominada coincidencia o simplicidad de la aceptación es, sin embargo, un asunto relativo, ya
que como bien advierte Martínez de Aguirre el contenido de la aceptación puede ser tan amplio
y tan complejo como lo permita la oferta. En tal sentido, piénsese en una oferta que permita
elegir entre varios productos, precios y modalidades de pago, pues, en el caso propuesto la
verdadera determinación del negocio vendrá efectuada, por excepción, en la aceptación y no en
la oferta.
1ª Debe ser pura y simple en el sentido de no condicionada y coincidente, por tanto, en todas
sus características esenciales con la oferta. Como hemos señalado, si la aceptación es
condicionada se entenderá como una nueva oferta, o contraoferta, realizada esta vez al primer
oferente, que será considerado nuevo destinatario de la segunda oferta.
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2º Debe suponer una voluntad de contratar seria o definitiva. No basta cualquier respuesta
a la oferta ya que: "No constituyen aceptación en sentido técnico las manifestaciones realizadas
por el destinatario de la oferta que no incorpore la voluntad contractual, aun cuando en ellas no
haya rechazo de la oferta. No constituyen, por tanto, aceptación los meros acuses de recibos de
la oferta, la expresión del interés que ello puede haber despertado en el destinatario o cualquier
otra comunicación que signifique que continúa abierto el periodo de negociación".
3o Debe exteriorizarse a través de cualquier medio idóneo que no necesariamente debe ser
el mismo que el utilizado para formular la oferta. Tal declaración, en virtud del principio de
libertad de forma, puede ser efectuada de cualquier modo, pero que en lo que a nosotros
respecta, deberá necesariamente producirse electrónicamente por constituir el elemento esencial
para situarnos dentro del ámbito del negocio jurídico electrónico.
- La aceptación también, de acuerdo a las reglas generales que gobiernan la teoría del negocio
jurídico, puede ser materializada en virtud de una declaración de voluntad expresa o tácita. Para
que exista aceptación tácita, se requiere que los actos del destinatario de la oferta, en su
consideración objetiva o social, signifiquen conformidad con la oferta.
4º Debe ser tempestiva. Es decir producirse mientras la oferta este vigente, esto es, antes de
que haya sido revocada o haya caducado por cumplimiento de plazo o condición establecida
para su vigencia.
- A pesar de que el Código civil no contiene disposición alguna que se refiera a éste respecto,
podemos usar como elemento interpretativo la Convención de Viena sobre compraventa
Internacional, cuerpo que dispone en su artículo 18.2) que: "La aceptación de la oferta surtirá
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En principio, una aceptación intempestiva carece de toda eficacia, sin embargo, puede suceder
que el oferente siga interesado en la celebración del negocio, en cuyo caso la doctrina propone
dos soluciones divergentes: "considerar la eventual <aceptación> eficaz, a pesar del retraso, o
estimar que es una contraoferta que precisa de una nueva aceptación". En general, podemos
afirmar que tanto la doctrina como la Convención de Viena sobre compraventa Internacional
permiten al oferente la posibilidad de considerar perfeccionado el negocio en virtud de una
aceptación tardía bajo determinadas condiciones.
5o Por último, la aceptación debe llegar a conocimiento del oferente como declaración de
voluntad recepticia que es.
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Como puede colegirse de todo lo dicho no basta, por regla general, que la aceptación haya sido
emitida sino que será necesario que llegue efectivamente a conocimiento del oferente mientras
la oferta este vigente, ello salvo excepciones que hemos revisado al tratar sobre la
tempestividad de la aceptación.
Para nuestro Código de Comercio la aceptación es la conformidad con la oferta por parte de la
persona a quien va dirigida. Puede ser expresa o tácita. - 103 Código de Comercio-
En este momento se forma el consentimiento. Siempre que la aceptación hubiere sido oportuna
y pura y simple.
Especie de voluntad tácita que se realiza por deducción de la ley, donde se determina la
conducta probable, ya que la conducta que se ha observado corresponde normalmente a la
voluntad presumida.
6.2. EL SILENCIO:
Por regla general no significa nada, pero por excepción según el contexto puede deducirse una
voluntad. Es preciso que tal silencio se considere como hecho condicionante.
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Ejmplo mandato,
Señala el artículo 1451 que "los vicios de que puede adolecer el consentimiento, son error,
fuerza y dolo." En realidad son vicios que pueden afectar a la voluntad en general, sea como
actos jurídicos unilaterales o bilaterales. Su sanción genérica es la nulidad relativa.
EL ERROR:
El error es el falso concepto de la realidad. Dicho desde un punto de vista de la teoría del
estudio de conocimiento -gnoseología- es la falta de concordancia entre el conocimiento
obtenido y el objeto que se ha intentado conocer por un sujeto.
El error puede ser de hecho o de derecho. Error de derecho es el falso concepto de la ley, en
tanto que error de hecho es el falso concepto respecto de persona, de una cosa o de una
situación.
Art.1452 "El error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento". Con todo, a pesar de
la aparente amplitud de la norma el único Derecho que se presume conocido es el que debe o es
publicado, por lo que el Derecho sobre el que no se admite error quedaría circunscrito a la ley,
en sentido amplio.
Debido a que el Derecho está conformado diversas fuentes formales que no integran el
concepto de ley, podemos concluir que es posible alegar error de Derecho, ello sin olvidar
todas las demás excepciones estudiadas al momento de ocuparnos de la presunción de
conocimiento de la ley contenida en el artículo 8.
El error de hecho puede recaer en la persona del otro contratante así como en cualquier otra
circunstancia. Por eso hablaremos, para distinguirlos, de error de hecho en sentido estricto y
error en la persona.
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Hay que dejar bien claro que la regla general es que el error de hecho no vicia la voluntad. Por
excepción algunos errores pueden viciarla. Así, en esta materia el Código Civil reconoce el
error esencial, el substancial y el accidental.
- ERROR ESENCIAL:
El artículo 1453 dispone: "El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre la
especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiese
empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa especifica de que se trata,
como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa determinada, y
el comprador entendiese comprar otra."
Como en las dos hipótesis contempladas en el artículo 1453 las voluntades de los contratantes
no han coincidido sobre aspectos relevantes de modo que no se puede entender que se ha
formado un acuerdo, la doctrina denomina a esta clase de error obstáculo, ya que más que
viciar el consentimiento impide que éste se forme. Por lo mismo, como diremos más adelante,
la sanción no será la nulidad relativa, sino que la inexistencia.
c) Cuando recae sobre la especie del acto o contrato que se ejecuta o celebra.
Los ejemplos expuestos por Bello en la disposición trascrita son suficientemente gráficos como
para ahondar más en la explicación de la misma.
Sanción del acto jurídico viciado por error esencial u obstáculo: Lo cierto es que no hay
acuerdo en la doctrina sobre cuál es la sanción precisa para este error. Tres posiciones se
enfrentan:
1ª posición: Algunos piensan que la sanción debiera ser la inexistencia porque como en estos
casos no puede haber un consentimiento verdadero no hay voluntad jurídica
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a.- Por aplicación del art.1682 que señala las únicas causales de nulidad absoluta y entre ellas
no menciona el error esencial.
b.- Del mismo 1682 se colige entonces que la regla general es la nulidad relativa.
c.- La parte del encabezado del Art.1454 que regula el error sustancial dice que el error vicia
así mismo el consentimiento y todos los autores están de acuerdo en considerar que la sanción
al error sustancial es la nulidad relativa.
- ERROR SUBSTANCIAL:
Dispone el artículo 1454: "El error de hecho vicia asimismo el consentimiento cuando la
sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato, es diversa de lo
que se cree; como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una barra de
plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante".
En este caso no hay error sobre la clase de contrato o acto que se ejecuta o se celebra ni sobre la
identidad de la cosa, sino que respecto de la sustancia o calidad esencial del objeto, no basta el
error sobre cualquier calidad del objeto, sino que esta debe ser esencial.
NULIDAD RELATIVA.
- ERROR ACCIDENTAL:
Por último, señala el inc. 2o del artículo 1454 que: "El error acerca de otra cualquiera
calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad
es el principal motivo de una de ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la
otra parte".
Un caso frecuente de error esencial seria por ejemplo, que el Código Civil que se compra y por
el que se paga más hubiera efectivamente pertenecido a Andrés Bello. Para que esta clase error
vicie el consentimiento -ya que la regla general es que no lo vicia- debe:
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NULIDAD RELATIVA.
B) ERROR EN LA PERSONA:
Como es muy importante ordenar de conceptos generales a especiales el estudio, debemos decir
que también en esta materia la regla general es que el error en la persona no vicia el
consentimiento. Por lo general es indiferente la identidad de los contratantes sino que lo que
importará será el acuerdo sobre el contrato, la cosa y calidades esenciales. Tal regla general se
encuentra enunciada en términos explícitos en el artículo 1455, que dispone: "El error acerca de
la persona con quién se tiene intención de contratar no vicia el consentimiento, salvo que la
consideración de esta persona sea la causa principal del contrato.
Pero en este caso, la persona con quién erradamente se ha contratado, tendrá derecho a ser
indemnizada de los perjuicios en que de buena fe haya incurrido por la nulidad del contrato.
El error en las personas cuando excepcionalmente vicia la voluntad, también tiene como
sanción la nulidad relativa.
El error común, esto es, el que afecta a la generalidad de una sociedad, y debe tener un
fundamento lógico o plausible, es decir algo que pueda llevar a considerar verdadera una
situación falsa debiendo, además, existir buena fe del que lo invoca.
El Código Civil reconoce los efectos del error común. Así sucede en los artículos 1013, 1576 y
2058.
Para que el error común excuse, la doctrina señala que debe cumplir determinados requisitos:
2. Debe haber un motivo legítimo que autorice a considerar verdadera una situación falsa.
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LA LESION:
La lesión es el perjuicio pecuniario que sufren las partes de un contrato oneroso conmutativo
como consecuencia de la falta de equivalencia de las prestaciones recíprocas.
Para que pueda hablarse de lesión es que el contrato, por su propia naturaleza exija
equivalencia en las prestaciones, pues hay ciertas clases de contratos -como los aleatorios- que
no los exigen, así por ejemplo el contrato de seguro.
Art.1441 "El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes se obliga a dar o
hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer a su vez; y
si el equivalente consiste en una contingencia incierta de ganancia o pérdida, se llama
aleatorio"
En Chile sólo se sanciona la lesión en los casos expresamente determinados por la ley.
1. Art. 1888: "El contrato de compraventa podrá rescindirse por lesión enorme" Pero el art.
1891 agrega que no hay lesión enorme en la compraventa de bienes muebles, ni en las que se
hacen por ministerio de la justicia y las compraventas de minas". -Art.77 Código de Minería-.
Art. 1889: "El vendedor sufre lesión enorme, cuando el precio que recibe es inferior a la
mitad del justo precio de la cosa que vende; y el comprador a su vez sufre lesión enorme,
cuando el justo precio de la cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga
por ella.
Decretada la rescisión del contrato puede el afectado evitarla reparando la lesión, así el
comprador deberá completar el justo precio con deducción de una décima parte y el vendedor
deberá restituir el exceso del justo precio aumentado en una décima parte.
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- Que la venta sea susceptible de rescindirse por causa de lesión, o sea sólo respecto de las
ventas de bienes inmuebles, pero no de las ventas judiciales forzadas y tampoco en el caso de
minas aunque sean inmuebles.
- Que la lesión sea enorme según la ley, sufre lesión enorme el vendedor cuando recibe un
precio inferior a la mitad del justo precio de la cosa, por su parte el comprador sufre lesión
cuando paga un precio superior al doble del justo precio de la cosa, el justo precio se refiere al
tiempo del contrato; la prueba de la lesión incumbe al que deduce la acción correspondiente.
- Que la cosa no haya perecido en poder del comprador, esto porque el efecto de la rescisión del
contrato por lesión será la restitución, lo que es imposible si la cosa no existe.
- Que el comprador no haya enajenado la cosa, así lo señala el artículo 1893 inc.2°, pero en el
caso que el comprador haya enajenado la cosa por más de lo que había pagado por ella podrá el
vendedor reclamar el exceso deducida una décima parte, pero sólo hasta la concurrencia del
justo valor de la cosa.
- Que la acción correspondiente se entable en tiempo oportuno, es decir antes que prescriba la
acción rescisoria por lesión enorme. Tal acción prescribe en el plazo de cuatro años contados
desde la fecha del contrato -art. 1.896- y tal prescripción corre contra toda clase de personas.
La acción rescisoria por lesión enorme es irrenunciable, así lo señala expresamente el artículo
1892.
El efecto de la rescisión por lesión enorme es que retrotrae las cosas al estado anterior, es decir,
el vendedor recobra la cosa y el comprador su dinero, con intereses y frutos, pero sólo desde la
demanda.
1. La rescisión por lesión enorme no afecta los derechos reales constituidos por el comprador
en favor de terceros. Pero antes de restituir la cosa debe el comprador purificarla de cualquier
hipoteca u otro derecho real que hubiere constituido en ella.
Se entiende por lesión grave la que disminuyere el valor total de la asignación en más de la
mitad. En este caso no existe norma que establezca el plazo de prescripción por lo que se rige
por las normas generales de prescripción.
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En la partición de bienes; Art. 1348 "Las particiones se anulan o rescinden de la misma manera
y según las mismas reglas que los contratos".
La rescisión por causa de lesión se concede al que ha sido perjudicado en más de la mitad de su
cuota.
LA FUERZA:
Lo cierto es que más que la fuerza lo que vicia la voluntad es el temor que experimenta una
persona debido a una presión física o psicológica, y que la obliga a manifestar su voluntad en
un sentido determinado. Artículos 1456 y 1457.
No debe olvidarse que las presiones que se ejercen en la vida negocial son, en la mayoría de los
casos, licitas, como por ejemplo la que realiza el vendedor sobre el cliente al que señala que el
producto está por terminarse, o la novia o novio que pone a su "contraparte" plazo para el
matrimonio so pena de terminar la relación.
Requisitos:
1. Ser causa determinante del acto o contrato en que la voluntad se presta. De lo contrario
sería una de aquellas presiones permitidas.
2. Ser injusta o antijurídica, en el sentido de no se encuentra viciada por ejemplo, una venta
forzada hecha por el ministerio de la justicia.
3. Ser grave. En los términos del artículo 1456 "La fuerza no vicia el consentimiento, sino
cuando es capaz de producir una impresión fuerte en una persona de sano juicio, tomando en
cuenta su edad sexo y condición. Se mira como una fuerza de este género todo acto que infunde
a una persona un justo temor de verse expuesta ella, su consorte o alguno de sus ascendientes o
descendientes a un mal irreparable y grave.
La misma disposición aclara que "El temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a
las personas a quienes se debe sumisión y respeto, no basta para viciar el consentimiento".
De acuerdo al artículo 1457 no es necesario que la fuerza la ejerza el beneficiado con ella, basta
que se haya empleado la fuerza por cualquier persona para conseguir el consentimiento.
EL DOLO:
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El dolo se encuentra definido, con carácter general -para todo el Código Civil- en el inciso final
del artículo 44 como "La intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro",
dicho en palabras más sencillas el dolo consiste en causar daño intencionalmente.
Pero tal definición es muy genérica, se aplica por ejemplo al que quiebra a propósito un
ventanal arrojando una piedra -responsabilidad extracontractual- o al que después de celebrado
un contrato dejar de cumplir dolosamente sus obligaciones. Tales ámbitos no son los que nos
interesan en esta sede, sino que el dolo que se emplea para inducir a una persona a obligarse
precisamente, como vicio de la voluntad. De lo dicho anteriormente se desprende que el dolo se
estudia en tres ámbitos-como elemento de la responsabilidad extracontractual; de la
responsabilidad contractual y como vicio de la voluntad.
Circunscribiendo el dolo vicio de la voluntad este puede ser entendido como la maquinación
fraudulenta empleada para engañar al autor de un acto jurídico induciéndolo a
manifestar su voluntad cuando no quería a hacerlo o a manifestarla de modo muy
diferente a la que hubiera sido su voluntad real.
Nos gusta, sin embargo, entender el dolo como un error inducido, ya que lo que intenta el
responsable del dolo es que su víctima entienda mal la realidad.
Es necesario señalar que el Código Civil no impone una obligación genérica de informar, lo
que si ocurre en el importante ámbito de los contratos de consumo y en el caso del contrato de
seguro, sin embargo, según varios autores este deber de informar se desprende de la obligación
general de buena fe a que se encuentran sujetos los contratantes -artículo 1546-.
Art. 1458 "El dolo no vicia el consentimiento sino cuando es obra de una de las partes, y
cuando además aparece claramente que sin él no hubieran contratado."
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Requisitos:
1. El dolo debe ser determinante del acto de modo que si no hubiera mediado el engaño no se
hubiera contratado o lo hubiera sido en condiciones muy diferentes.
2. Debe recaer en un acto o contrato, ya que el dolo que estamos estudiando, según lo
explicado, es precisamente el que recae en la voluntad negocial.
- DOLO INCIDENTAL:
El dolo incidental no vicia el consentimiento. Es aquél que no reúne los requisitos anteriores.
El inciso 2o del artículo 1458 dispone: "En los demás casos el dolo da lugar solamente a la
acción de perjuicios contra la persona o personas que lo han fraguado o que se han aprovechado
de él; contra las primeras por el total valor de los perjuicios, y contra las segundas hasta
concurrencia del provecho que han reportado del dolo".
En síntesis, el dolo incidental si bien no habilita para solicitar la nulidad del acto o contrato da
derecho para demandar indemnización de perjuicios contra dos clases de personas:
a. Contra los que idearon el fraude -responsables directos- por el total valor de los perjuicios.
b. Contra los que sin haberlo ideado han recibido beneficio de él, pero sólo hasta el monto del
beneficio recibido.
Debe precisarse que lo que presume el ordenamiento jurídico es la buena fe,el buen actuar, lo
que constituye un presupuesto lógico para poder sancionar las conductas que se consideran
anómalas, las de mala fe o dolosas.
Tal regla general se encuentra consagrada en el artículo 1459: "El dolo no se presume salvo, en
los casos especialmente previstos por la ley. En los demás debe probarse."
2. Art. 965 N° 5: En las indignidades para suceder se presume dolo en el caso de detener u
ocultar un testamento.
El artículo 1465 dispone que: "el pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no
vale en cuanto al dolo contenido en ella, si no se ha condonado expresamente. La condonación
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del dolo futuro no vale". Tal disposición consagra el principio de que la regulación del dolo es
de orden público y, por lo tanto, no entregado a la libre disposición de los particulares.
El dolo ya ocurrido, en cuanto daño ya cuantificado, puede ser renunciado en los términos del
artículo 12, pero permitir que se pudiera renunciar el fraude futuro implicaría graves abusos de
las partes contractuales y económicas más fuertes que el Derecho no permite.
Del artículo 1465 también se desprende la exigencia de que la condonación del dolo debe ser
realizada en términos explícitos, no bastaría en este caso una voluntad tácita.
"Sí de parte del incapaz ha habido dolo para inducir al acto o contrato, ni él ni sus herederos o
cesionarios podrán alegar nulidad". El incapaz no puede intentar la acción de nulidad, porque
nadie puede aprovecharse de su propio dolo.
LA CAPACIDAD:
En el derecho la capacidad se define como "la aptitud legal para adquirir derechos y
ejercitarlos"
A) CAPACIDAD DE GOCE:
Existe una serie de incapacidades de goce relativamente a un derecho determinado, que son
más bien prohibiciones impuestas por la ley en atención a diversas razones. Así, los artículos
963 a 965 establecen algunas incapacidades para suceder, para adquirir derechos hereditarios.
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B) CAPACIDAD DE EJERCICIO:
Capacidad de ejercicio, llamada también capacidad de obrar, es la aptitud legal de una persona
para ejercer por sí misma los derechos que le competen y sin el ministerio o la autorización de
otra persona -artículo 1445. inciso 2o.
Las incapacidades sólo existen cuando así lo declara expresamente la ley. De ahí que no sea
necesario estudiar quiénes son capaces, porque la capacidad es la regla, sino quiénes son
incapaces. "Él artículo 1446 prescribe que "toda persona es legalmente capaz, excepto aquellas
que la ley declara incapaces".
La incapacidad puede ser absoluta o relativa. La primera impide ejecutar acto jurídico alguno.
La incapacidad relativa permite la celebración de actos jurídicos bajo ciertas circunstancias.
a. Los dementes;
b. Los impúberes, y
Sus actos no producen ni aun obligaciones naturales, y no admiten caución -artículo 1447.
incisos 1o y 2°-.
De acuerdo con el artículo 1682, los actos y contratos de los absolutamente incapaces adolecen
de nulidad absoluta. Pero en estricto Derecho, tales actos son inexistentes, por falta de
voluntad, que es una de las condiciones de existencia de todo acto jurídico.
La palabra demente está tomada por A. Bello en sentido amplio, es decir, como toda
enfermedad mental privativa de razón. Podemos decir que la nueva ley de matrimonio civil
caracteriza la demencia en sentido amplio en el art.5º Nº3 cuando señala que no pueden
contraer matrimonio: Los que se hallaren privados del uso de razón y los que por un trastorno o
anomalía psíquica, sean incapaces de modo absoluto para formar la comunidad de vida que
implica el matrimonio.
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Son relativamente incapaces: los menores adultos y los disipadores que se hallan bajo
interdicción de administrar lo suyo -art. 1447, inciso 3°-.
a. Los menores adultos, son el hombre mayor de catorce años y a la mujer mayor de doce que
no han cumplido los dieciocho años.
Para el Código Civil -art. 445-, pródigo o disipador es el sujeto que efectúa repetidos hechos de
dilapidación, demostrativos de una falta total de prudencia en el empleo de sus bienes
patrimoniales: juego habitual en que se arriesgan sumas considerables de dinero, gastos
ruinosos, donaciones cuantiosas sin causa adecuada. Hoy en día hay otros trastornos de la
personalidad que pueden llevar a considerar disipador a un sujeto, como por ejemplo los
compradores compulsivos.
Para que el disipador se considere incapaz es necesario que sea declarado en interdicción por
decreto judicial.
La ley determina las formalidades a que deben sujetarse estas personas en la celebración de los
actos jurídicos.
Todas estas formalidades, que se llaman habilitantes, son exigidas en consideración al estado o
calidad de las personas; de manera que si en el acto se observan las formalidades, el acto es
válido. Pero si se omiten, es nulo de nulidad relativa, porque de conformidad con el artículo
1682 produce nulidad relativa la omisión de los requisitos que la ley exige en consideración al
estado o calidad de las personas.
El incapaz debe actuar en la vida jurídica representado o autorizado por su representante legal.
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Los incapaces absolutos, por la naturaleza misma de su inhabilidad, sólo pueden actuar
representados, jamás autorizados.
Para celebrar válidamente un acto jurídico no basta que las partes tengan capacidad de
ejercicio, por plena que ésta sea; es necesario, además, que posean legitimación específica para
el tipo de negocio jurídico de que se trata.
Puede faltar la legitimación para el acto jurídico cuando una persona, aunque tenga plena
capacidad de ejercicio, esté sometida a un impedimento legal a causa de su situación jurídica
respecto a la persona con la cual celebre el acto o respecto al objeto de éste.
Es así como el mismo artículo 1447 inc. final dispone: "además de estas incapacidades
(absoluta y relativa) hay otras particulares que consisten en la prohibición que la ley ha
impuesto a ciertas personas para ejecutar ciertos actos" -art. 1447. inciso final-.
Por ejemplo, la disposición que declara nulo el contrato de compraventa entre cónyuges no
divorciados perpetuamente, y entre el padre o madre y el hijo de familia -art. 1796-
En algunos casos la falta de legitimación para el acto o negocio jurídico no invalida a éste: así
ocurre cuando procede aplicar el principio o doctrina de la apariencia. Se ha definido la
apariencia como un estado de hecho que no corresponde al estado de derecho, acompañado del
convencimiento de los terceros que el estado de hecho corresponde a la realidad jurídica,
convencimiento derivado de un error excusable y por ende, exento de culpa.
Son absolutamente incapaces los dementes, los impúberes y los sordos o sordomudos que no
puedan darse a entender claramente.
Sus actos no producen ni aun obligaciones naturales y no admiten caución.
Los absolutamente incapaces sólo pueden actuar en la vida del derecho representados. El
Art.43 señala quienes son representantes legales: “Son representantes legales de una persona el
padre o la madre, el adoptante y su tutor o curador”
La sanción a los actos ejecutados por los incapaces absolutos es la nulidad absoluta, según lo
prescribe el Art.1682 inc.2º.
Como se advierte del Art. 1447 el efecto de los actos de los absolutamente incapaces es que
ellos no producen ni aun obligaciones naturales y no admiten caución.
Para entender lo anterior debemos avanzar un poco en la materia.
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LA INTERDICCIÓN Y LA DEMENCIA:
La interdicción de una persona se produce por resolución judicial en que el tribunal declara la
incapacidad a petición de las personas habilitadas que la ley señala para solicitarla. (Art. 456 en
relación con el 459).
La demencia evidentemente debe ser probada.
Lo importante es advertir que la interdicción no configura la incapacidad, sólo sirve para
efectos probatorios y en general una vez declarada, inscrita en los registros respectivos y
publicada en un diario comunal, provincial, regional o nacional, sirve para hacer oponible ese
estado de incapacidad respecto de todos aquellos que quieran contratar con el demente...
De conformidad con lo dispuesto en el Art.461 ciertas reglas aplicables a la curaduría del
disipador se aplican al demente (Arts.443, 446 y 447). Esto permite concluir que la resolución
judicial que declara la interdicción (sea provisoria o definitiva) debe inscribirse en el Registro
de Interdicciones y prohibiciones del Conservador de Bienes Raíces.
La regla consagrada en el inc.1º del Art. 445 consiste en una presunción de derecho, y como tal
no admite prueba en contrario.
De lo anterior se colige que el valor probatorio del decreto de interdicción consiste en permitir
presumir de derecho la incapacidad del interdicto (en este caso por demencia).
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Señala el Art.456 que el adulto que se halla en estado habitual de demencia deberá ser privado
de la administración de sus bienes, aunque tenga intervalos lúcidos.
De acuerdo con la ciencia psiquiátrica es muy difícil que un demente tenga intervalos lúcidos.
Si no existen los intervalos lúcidos la prueba se reduce a acreditar que a la época de la
celebración del acto la persona del contratante estaba demente.
Los tribunales han resuelto que se puede utilizar cualquier medio de prueba, especialmente el
informe de peritos.
De toda evidencia probar que a la hora precisa del día preciso en que se celebró el acto es una
prueba bastante irreal incluso para el mejor de los peritos, pero el establecer el estado de
demencia antes y después de la celebración del acto, constituyen hechos que permiten presumir
la demencia a la fecha de la ejecución del acto.
Según don Manuel Somarriva, la regla del Art.465 inc.1, sólo es aplicable a los actos y
contratos patrimoniales, excluyéndose los actos jurídicos de familia, respecto de los cuales
podría alegarse la validez de aquellos actos realizados en intervalos lúcidos; por ejemplo, un
demente podría contraer matrimonio si alega un intervalo lúcido.
La verdad es que esta opinión nos parece un poco débil pues de partida el matrimonio por muy
acto de familia es un contrato, genera si nada dicen los contrayentes, por el sólo ministerio de la
ley, el régimen de sociedad conyugal, donde el marido es el jefe de la sociedad conyugal y
administrador de los bienes sociales y de la mujer, por lo tanto tarde o temprano llegamos a la
privación de la facultad de administrar bien jurídico al que se refiere el Art.456.
Se llama impúber, al varón que no ha cumplido catorce años y la mujer que no ha cumplido
doce años (Art.26).
Dentro de la clasificación del impúber la ley distingue al infante o niño, que es todo el que no
ha cumplido siete años, distinción que jurídicamente no reviste mayor importancia, salvo lo
dispuesto en el Art.723, según el cual los dementes y los infantes son incapaces de adquirir por
su voluntad la posesión, sea por sí mismos o para otros (bienes muebles) o en materia
extracontractual donde el Art.2319 prescribe que no son capaces de delito o cuasidelito los
menores de siete años ni los dementes; pero serán responsables de los daños causados por ellos
las personas a cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles negligencia.
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La inscripción y notificación deberán reducirse a expresar que tal individuo, designado por su
nombre, apellido y domicilio, no tiene la libre administración de sus bienes.
Según se desprende del Art.443 sólo determinadas personas, previa prueba de la prodigalidad o
disipación, pueden provocar el juicio de disipación.
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negocio, que nuestro Código hace equivalente a la prohibición impuesta por la ley a ciertas
personas para ejecutar ciertos actos.
La legitimación para el negocio ha sido definida como la idoneidad jurídica del agente para ser
sujeto de la relación que se desarrolla en un determinado y concreto acto jurídico.
C.- PUEDE LA LEY ESTABLECER OTRAS SANCIONES DIVERSAS. Por ej. no hay
nulidad sino otra sanción en el caso del que no habiendo cumplido 18 años se casare sin el
consentimiento de un ascendiente, estando obligado a obtenerlo (Art.114), la ley señala que
podrá ser desheredado, no sólo por aquél o por aquellos cuyo consentimiento le fue necesario,
sino que por todos los otros ascendientes. Si alguno de estos muriere sin hacer testamento, no
tendrá el descendiente más que la mitad de la porción de bienes que le hubiere correspondido
en la sucesión del difunto.
Hay opiniones sin embargo que se sustentan en el tenor del Art.1682 que no distinguen la
naturaleza del precepto infringido para determinar la sanción, la que no sería diferente a las
contempladas para las incapacidades relativas, que como sabemos es la regla general en materia
de sanciones civiles de ineficacia.
EL OBJETO:
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Habíamos visto que uno de los requisitos de existencia del acto jurídico lo constituía el objeto y
que, a su vez, uno de los requisitos de validez del acto jurídico era la concurrencia de objeto
lícito.
La regulación del objeto contenida en el Código Civil, incurre en algunas imprecisiones y
presenta ciertas imperfecciones que han suscitado muchas dudas sobre dicha importante
materia.
El Art.1445 Nº3 señala que es requisito de validez del acto jurídico, el objeto lícito.
Por su parte el Art.1460 expresa que toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o
más cosas que se trata de dar hacer o no hacer.
Veremos entonces que desde un punto de vista doctrinario al menos, debe distinguirse
claramente la existencia del objeto, que es requisito de existencia del acto jurídico, y la licitud
del objeto que es requisito de validez.
Existen tres conceptos relacionados con el objeto que no deben confundirse: Objeto del acto
jurídico, objeto de la obligación y objeto de la prestación.
Analicemos brevemente cada uno de ellos.
Por objeto del acto jurídico ha de entenderse los efectos jurídicos que de él emanan. En
general, la creación, modificación o extinción de derechos y obligaciones.
Así los contratos generan obligaciones y derechos que de él nacen. En otros actos jurídicos será
el derecho que el acto ha creado, modificado o extinguido (las convenciones nacen para
extinguir obligaciones).
El objeto de la obligación en cambio, es la prestación o comportamiento que debe cumplir
el deudor en favor de su acreedor.
El objeto de la prestación será la cosa que se trate de dar, o los hechos o abstenciones a que
debe ceñirse el deudor si la obligación es de hacer o no hacer.
En algunos textos se omite toda referencia al objeto de la prestación y sólo se alude al objeto
del acto jurídico y al objeto de la obligación, entendiendo por esto último lo que el deudor debe
dar hacer o no hacer. Es decir utilizan un sólo concepto para englobar lo que nosotros hemos
denominado separadamente objeto de la prestación y objeto de la obligación.
Analicemos un ejemplo.
Compramos un auto Peugeot 206. El acto jurídico bilateral, oneroso, conmutativo, principal,
nominado, etc., se llama compraventa de cosa mueble.
El objeto del acto jurídico son la creación, modificación o extinción que la manifestación de
voluntad pretendió producir. En nuestro ejemplo es el derecho que nace para el comprador de
exigir la entrega del auto y el derecho que nace para el vendedor de exigir el pago del precio.
El objeto de las obligaciones serán las prestaciones o comportamientos debidos a que están
sujetas las partes del contrato. Del lado del vendedor el objeto de la obligación será la entrega
de la cosa y del lado del comprador el pago del precio.
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El objeto de las prestaciones estará constituido por el automóvil vendido en el caso del
vendedor y por el dinero que constituye el precio en el caso del comprador.
El Código, sin embargo no sigue esta claridad doctrinaria.
En efecto, al regular y definir el objeto del acto, se está refiriendo al objeto de las
prestaciones que las partes deben, es decir las cosas que deben darse, o los hechos que
deben hacerse o no hacerse (Art.1460).
Resulta obvio que la expresión cosa que dicho artículo utiliza está tomada en su acepción
amplia, tanto para aludir a la cosa que se debe dar, como al hecho que se debe ejecutar o a la
abstención que se debe cumplir.
Se ve entonces que el Código confundió el objeto del acto jurídico con el objeto de la
prestación.
Sin embargo la confusión carece de real significación pues, en definitiva, todo acto jurídico se
refiere a las cosas o hechos que han de darse o ejecutarse y que constituyen el contenido
económico y práctico de éste.
Todo acto jurídico produce efectos jurídicos, es decir, crea, modifica o extingue derechos y
obligaciones. La obligación a su vez tiene un objeto, que consiste en la prestación que se debe
dar, hacer o no hacer. De este modo el objeto no sería un elemento constitutivo del acto
jurídico: según algunos autores, se confundiría al objeto de la obligación con el objeto del acto
o contrato. Pero a decir verdad, nuestro código no confunde los objetos, sino que trata el objeto
del acto o contrato como un elemento del acto o contrato y lo identifica con el objeto de la
prestación. Atribuye el objeto de la obligación (técnicamente cierto) al acto o contrato. Dice
toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se trata de dar, hacer o
no hacer. El mero uso de la cosa o su tenencia puede ser objeto de la declaración (Art. 1460).
Con la expresión “cosas” se comprende tanto a cosas materiales como a hechos positivos
(ejecución) y negativos (abstención).
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1.- Que sea Real: Significa que debe existir al tiempo de celebrarse el acto o contrato, o que se
espera que exista. Si el objeto no existe pero se espera que exista de deben distinguir dos
situaciones:
a.- Si la cosa existe pero perece antes de contratar, no hay obligación, porque carece de
objeto. La venta de una cosa que al tiempo de perfeccionarse el contrato se supone
existente y no existe, no produce efecto alguno (Art. 1814 inc.1).
b.- Si la cosa no existe pero se espera que exista o cosa futura, el acto o contrato puede
ser puro y simple aleatorio o sujeto a condición.
La venta de cosas que no existen, pero se espera que existan, se entenderá hecha bajo la
condición de existir, salvo que se exprese lo contrario, o que por la naturaleza del contrato
aparezca que se compró la suerte. (Art.1813).
Cuando se vende una cosa que no existe, pero se espera que exista (cosa futura), el contrato es
condicional, y se reputa celebrado bajo la condición suspensiva de que la cosa llegue a existir.
Pero si lo que se vende no es cosa futura sino la suerte, o la contingencia de que una cosa llegue
a existir, el contrato es puro y simple-aleatorio.
Según se desprende del Art. 1813, en caso de dudas se entiende que la venta es de cosa futura.
2.- Que sea Comerciable: Se entiende por comerciable el que la cosa sea susceptible de
dominio y posesión privada. El principio general es que todas las cosas son comerciables, es
decir, susceptibles de dominio o posesión privada. Excepcionalmente no son comerciables
algunas cosas en razón de su naturaleza misma (como las comunes a todos los hombres: alta
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mar, aire Art.585), las que son absolutamente incomerciables; a virtud de su destinación (como
los bienes nacionales de uso público Art.589) las que son relativamente incomerciables, pues su
uso exclusivo puede entregarse, en determinadas circunstancias, a ciertos particulares.
3.- Que sea Determinada: La cosa sobre que versa el acto o contrato debe ser determinada, a
lo menos, en cuanto a su género (Art.1461 inc.1).
2.- En cuanto a su género: es la clase que tiene mayor extensión; se halla, pues, extensivamente
encima de la especie (Ferrater Mora, José). La determinación en género exige una doble
limitación:
El género debe limitarse cualitativamente. Si se admitiera la determinación en cuanto a un
género ilimitado cualitativamente, no podría decirse que hay una declaración seria de voluntad.
Así, si sólo se dice que se debe un animal, bien puede entregarse un elefante como una mosca.
El género debe limitarse cuantitativamente, pero la cantidad puede ser incierta con tal que el
acto o contrato fije reglas o contenga datos que sirvan que sirvan para determinarla. (Art. 1461
inc.2).
Según se desprende de este precepto, el objeto puede ser determinable, esto es, susceptible de
una determinación posterior. Así lo permite la ley al referirse a la cantidad.
En la obligación de género, el acreedor no puede pedir determinadamente ningún individuo, y
el deudor queda libre de ella, entregando cualquiera individuo del género, con tal que sea de
una calidad a lo menos mediana. (Art. 1509).
Si el objeto no está determinado en la forma exigida por la ley, falta un requisito de existencia
del acto o contrato: carece de objeto.
El objeto de la obligación y por ende del acto puede ser una ejecución (hacer) o una abstención
(no hacer), es decir, puede ser un hecho positivo o un hecho negativo.
Si el objeto es un hecho, es necesario que sea física y moralmente posible. Es físicamente
imposible el que es contrario a la naturaleza, y moralmente imposible el prohibido por las
leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público. (Art.1461 inc.3).
- Debe ser determinado o posible de determinar; porque de lo contrario no habría
declaración seria de voluntad.
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Para que el acto jurídico sea válido, el objeto no sólo debe existir, sino que además debe ser
lícito, ya que según lo establece el Art.1445 N.3, para que una persona se obligue a otra por un
acto o declaración de voluntad es necesario, que recaiga sobre un objeto lícito.
La noción de objeto lícito sólo se observa en el Proyecto Inédito, lo que explica la falta de
definición del mismo.
Los autores discrepan en cuanto a lo que debe entenderse por objeto ilícito:
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a) Para CLARO SOLAR, objeto lícito es el que está conforme a la ley, reconocido y amparado
por ella.
b) Para SOMARRIVA, objeto lícito es el conforme a la ley, las buenas costumbres y el orden
público.
c) Para ALESSANDRI el término lícito es sinónimo de comerciable.
d) Para VELASCO LETELIER, el objeto lícito es aquel que está conforme con la ley, es decir,
que cumple con todas las cualidades determinadas por ellas (en el art. 1461). No obstante, en
los artículos 1464 y 1466 el legislador no da al concepto de objeto ilícito su verdadera
acepción, pues lo hace sinónimo de cosas incomerciables, en cuanto dichas disposiciones llevan
envuelto, a más del significado verdadero, la idea de la causal de ilicitud a que aluden.
e) Para LEÓN HURTADO, el objeto ilícito es el que versa sobre cosas incomerciables o sobre
hechos o contratos prohibidos por las leyes o sobre hechos contrarios a las buenas costumbres o
al orden público. Cuando el objeto es indeterminado o físicamente imposible, el acto carece de
objeto por omitir un requisito de existencia.
No obstante las opiniones anteriores, hay que estarse a los casos de objeto ilícito que
concretamente ha señalado el legislador.
Sea lo que fuere, hay que estarse a los casos de objeto ilícito que concretamente ha señalado el
legislador. La idea del legislador en cuanto a objeto lícito, es aquel conforme a la ley, las
buenas costumbres y el orden público.
Hay un objeto ilícito en todo lo que contraviene al derecho público chileno. Así la promesa de
someterse en Chile a una jurisdicción no reconocida por las leyes chilenas, es nula por el vicio
del objeto.
El derecho público es el conjunto de normas que rigen la organización y la actividad del Estado
y demás órganos públicos y las relaciones entre los particulares y estos organismos, en cuanto
actúan en su calidad de poder político o soberano.
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TUTORÍA EXAMEN DE GRADO AÑO 2020 CLAUDIA CORNEJO KOCK
Regla General: El derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no puede ser
objeto de una donación o contrato, aun cuando intervenga el consentimiento de la misma
persona. (Inc.1).
Con la expresión donación o contrato, el legislador ha querido significar que el derecho de
suceder a una persona viva no puede ser objeto de una convención, sea gratuito o a título
oneroso, ya que la donación también es un contrato. La prohibición comprende a los actos
unilaterales (aceptación o repudiación) y a los actos bilaterales (contratos).
Los pactos de sucesión futura o contractual son convenciones que tienen por objeto el derecho
de suceder por causa de muerte, a título de heredero o legatario, a una persona viva, sea ésta
una de las partes o un tercero. El objeto ilícito se encuentra en la sucesión de una persona viva,
pero no en lo relativo a la disposición de la sucesión de una persona fallecida, lo que es
perfectamente lícito.
Así, según lo prescriben los Arts. 956 y 1226, no se puede repudiar o aceptar antes de fallecer
el causante.
El fundamento de la prohibición de los pactos sobre sucesión futura se encuentra en la
inmoralidad que encierran, porque se especula con la muerte de una persona y en la
peligrosidad, que envuelven, pues las partes, movidas por el interés, podrían precipitar o
favorecer la ocurrencia del hecho.
En nuestro país no tiene cabida la sucesión contractual, así se desprende del Art. 952. No
obstante, este sistema existe aún en algunos países, ejemplo: Alemania.
Excepción a la Regla General: Las convenciones entre la persona que debe una legítima y el
legitimario, relativa a la misma legítimas a mejoras, están sujetas a las reglas especiales
contenidas en el título ‘De las asignaciones forzosas’. (Inc.2).
En toda asignación existen asignatarios forzosos, que en tal virtud no pueden ser excluidos de
la sucesión del causante.
Además, la ley hace una distribución de la herencia en una mitad legitimaria, una cuarta de
mejoras y una cuarta de libre disposición. El causante puede disponer de la cuarta de mejoras a
su entera voluntad para mejorar a sus hijos legítimos o naturales o a los descendientes legítimos
de éstos. No obstante ser asignación forzosa, el causante dispone de ella, pero puede privarse de
tal disposición si ha convenido a virtud de un pacto con alguno de los asignatarios forzosos a
no disponer de ella. (Pacto de no disponer o de no mejorar).
Este pacto consiste en que un legitimario comprometa al causante a no disponer de la cuarta de
mejoras. El objeto de este pacto es privar al testador de la facultad de efectuar asignaciones en
la cuarta de mejoras.
Porque el causante, al señalar las personas a quienes les favorece con dicha asignación forzosa,
pudo haber prescindido de aquel legitimario; en cambio, si el testador no dispone de la cuarta
de mejoras, ella se reparte entre todos los legitimarios que sean descendientes.
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Este pacto viene entonces a asegurarle al legitimario que lo celebra una parte de la cuarta de
mejoras.
Ver Arts. 1.184 y 1.195 sobre cuartas de mejoras y Arts. 1.181 y 1.182 sobre legitimas.
El pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no vale en cuanto al dolo contenido
en ella, si no se ha condenado expresamente. La condonación del dolo futuro no vale.
Esta norma es más bien propia del mandato. La condonación del dolo futuro no vale, porque
perdonar anticipadamente los actos dolosos que pueda cometer una parte sería sancionar una
inmoralidad y proteger la mala fe. El dolo sólo puede condonarse después de cometido, nunca
antes, y además el perdón debe ser expreso, según se deduce de la primera parte del Art.
1465.
El Art. 1466 dice: Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juegos de azar.
Los juegos de azar son aquellos en que no interviene la destreza, la fuerza o el ingenio, sino la
casualidad. Según se desprende del Art. 2259 no sólo se sanciona el juego de azar, sino que
también las apuestas.
La razón de la prohibición se encuentra en que como fuente de lucro, es contrario a las buenas
costumbres y al orden social, porque fomenta las pasiones e impele a los individuos a confiar,
no en el trabajo, sino en el acaso como medio de lograr bienes.
La ley acepta los juegos de azar cuando en ella interviene la destreza, así lo señala el CC: Sin
embargo de lo dispuesto en el Art.2260, producirán acción los juegos de fuerza o destreza
corporal como el de armas, carreras a pie o a caballo, pelota, bolas, y otros semejantes, con tal
que en ellos no se contravenga a las leyes o a los reglamentos de policía.
En caso de contravención desechará el juez la demanda en el todo. (Art.2263).
Hay juegos de azar que la ley permite a fin de atender con su producto fines de beneficencia o
de interés general:
Lotería de la Universidad de Concepción, Polla Chilena de Beneficencia, Polla Gol, etc.,
entendiendo que las normas que regulan estos juegos derogan tácitamente el Art. 1466 (Véase
Eugenio Velasco L., El Objeto en la Jurisprudencia, págs. 138 y 139; Antonio Vodanovic,
Derecho de Obligaciones, Tomo I, pág. 61).
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Es esta una norma genérica que no sólo comprende a los contratos sino que a todo acto
prohibido por la ley.
Se ha criticado esta disposición porque en muchos casos el objeto de un contrato prohibido por
la ley, la cosa o el hecho sobre el que recae la obligación que engendra el acto o contrato, nada
de ilícito tiene. Así, el Art.1796 prohíbe el contrato de compraventa entre cónyuges y si el
contrato se efectuara no podría afirmarse que la cosa vendida y el precio, en sí mismos son
ilícitos, lo que ocurre es que la ley prohíbe el contrato por las circunstancias en que se celebra.
Por esto, algunos autores sostienen que la ley debió limitarse a sancionar con la nulidad
absoluta los actos que prohíbe, sin establecer que ellos adolecen de objeto ilícito, afirmación
que, doctrinariamente puede ser errada en muchos casos. (Eugenio Velasco Letelier).
a.- Sentido Amplio: enajenación significa todo acto de disposición entre vivos por el cual el
titular transfiere su derecho a otra persona, o constituye sobre él un nuevo derecho a favor de
un tercero que viene a limitar o gravar el suyo ya existente (constitución de un derecho real
sobre la cosa).
b.- Sentido Restringido: enajenación es el acto por el cual el titular transfiere su derecho a otra
persona. Es decir, la enajenación strictu sensu es el acto que hace salir de un patrimonio un
derecho para que pase a formar parte de otro patrimonio diverso.
En la acepción amplia, tanto se enajena cuando se transfiere el dominio como cuando se
hipoteca, empeña o constituye una servidumbre; en el sentido técnico y propio, sólo se enajena
cuando se transfiere el derecho: en los demás casos sólo debe hablarse de limitar o gravar el
derecho.
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LA VENTA NO ES ENAJENACIÓN:
La compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a
pagarla en dinero. (Art. 1793).
En Chile el sistema de transferencia del dominio (al igual que la constitución de los derechos
reales) opera a través de la dualidad título-modo. El título es el contrato, del que nace una
acción personal de cumplimiento de contrato, y surge además la obligación de hacer la
tradición de la cosa vendida. El modo de adquirir está constituido por la tradición que es la
segunda etapa de la transferencia del dominio. De esta manera el solo título no transfiere
derecho real alguno si no ha operado el modo.
Si sólo se otorga el contrato (venta, donación, etc.) de las cosas mencionadas en el Art.1464 no
habrá enajenación y por tanto el contrato no adolecerá de objeto ilícito.
La enajenación se producirá cuando opere el modo de adquirir.
De la definición misma, se deduce que la venta no es enajenación, ya que el vendedor, por el
solo hecho de celebrar el contrato, no transfiere el dominio de la cosa ni constituye sobre ella
un derecho real que lo limite; sólo se obliga a transferir el dominio de la cosa. La enajenación
viene a estar constituida por la tradición, que sigue a la compraventa y mediante la cual el
vendedor cumple su obligación de dar la cosa vendida.
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Autores como Alessandri y Somarriva y la mayor parte de las sentencias de los tribunales,
responden afirmativamente. La razón no está en el Art.1464, dentro del cual la palabra
enajenación no comprende a la venta, sino en la referencia implícita que el Art.1810 hace al
Art.1464. En efecto, el Art. 1810 dice: Pueden venderse las cosas corporales o incorporales,
cuya enajenación no esté prohibida por ley.
Si se realiza un contrato de compraventa sobre cosas cuya enajenación se prohíbe (1464), se
contraviene un precepto prohibitivo (1810), y según el Art.1466 tal contrato adolece de objeto
ilícito y según el Art. 1682 tiene por sanción la nulidad absoluta.
Pero otros no aceptan esta interpretación, y hacen una distinción. Empiezan por recordar que un
acto es prohibido por la ley cuando no se puede realizar en forma alguna, en ninguna
circunstancia, ni bajo respecto alguno.
Ahora bien, siendo así, el Art.1464 sólo sería prohibitivo en las disposiciones de sus dos
primeros números, que dicen que hay objeto ilícito en la enajenación de las cosas que no están
en el comercio y en la de los derechos y privilegios que no pueden transferirse a otra persona.
Pero tratándose de los números 3 y 4 el Art.1464 no sería prohibitivo sino imperativo, porque
permite bajo ciertas circunstancias la enajenación de las cosas que ahí señala, esto es, si el juez
lo autoriza o el acreedor consiente en ello, según los casos.
Todavía, agregan los sostenedores de esta última interpretación, no se divisa la razón para
prohibir la venta de las cosas embargadas o litigiosas, desde que el impedimento para ser
transferidas puede cesar una vez que se alce la prohibición de enajenar.
Las partes podrían por diversas razones querer celebrar el contrato, a sabiendas de que la
tradición sólo se podrá efectuar una vez que se cumplan los requisitos para que desaparezca el
impedimento legal que se opone a la transferencia inmediata.
La doctrina señalada es sostenida por Eugenio Velasco Letelier y por la Corte de Valdivia.
Véase: Gaceta de los Tribunales, Tomo II, N° 1013, pág.226; Revista de Derecho y
Jurisprudencia, Tomo XXIX, segunda parte, pág. 273.
Se agrega en pro de ella que si el vendedor oculta la calidad litigiosa o de embargada que tiene
la cosa, el comprador podría pedir la nulidad de la venta por dolo negativo, por reticencia del
vendedor. Así, pues, en todo caso esta solución resguarda al comprador. Concluye Velasco que
la compraventa de las cosas contempladas en los números 1 y 2 son nulas, de nulidad absoluta,
por adolecer de objeto ilícito. No sucede lo mismo tratándose de las cosas a que se refieren los
números 3 y 4.
Especial importancia reviste determinar si la compraventa es válida o no. Si se compra una cosa
embargada o una cosa litigiosa, según la opinión mayoritaria, el contrato es nulo y al levantarse
el embargo se presentaría el problema de la validez de la tradición. No sucede lo mismo si se
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sigue la teoría de Velasco, según el cual, el contrato de compraventa sobre las cosas referidas
en los números 3 y 4 es válido, de manera que al levantarse la prohibición respectiva, se podría
efectuar la tradición, operando el título y modo requerido para que opere la enajenación, la cual
sería plenamente válida. Pero si antes de levantarse el impedimento se efectúa la tradición, el
contrato sería nulo por cuanto habría enajenación de objeto ilícito.
Es importante esta tesis porque se logra el fin propio que es transferir el dominio de la cosa una
vez levantado el impedimento.
La situación referida solo se presenta en el contrato de compraventa, ya que a este contrato en
particular (título) se refiere el Art. 1810.
Don Esteban Iturra sostenía que el Art.1810, cuando establece que la enajenación no esté
prohibida por la ley, se está refiriendo a leyes especiales y no a leyes generales como es el caso
del Art.1464; porque si el legislador hubiera querido que el Art.1810 se hubiera referido a la
enajenación prohibida por leyes de carácter general, habría cambiado la redacción y habría
hablado de prohibición por la ley.
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La adjudicación es el acto por el cual el derecho que cada comunero tenía en su totalidad de la
cosa o el conjunto de cosas se singulariza o determina en forma exclusiva con respecto a un
bien.
Cabe preguntarse si la adjudicación constituye enajenación.
La jurisprudencia responde negativamente: de diversas disposiciones (Arts. 703 inc.4, 718,
1344 y 2417) aparece que la adjudicación no importa enajenación, pues es simplemente
declarativa de dominio y no traslaticia. Con la adjudicación (título declarativo con efecto
retroactivo) se declara un dominio preexistente. Por consiguiente, la adjudicación de alguno de
los bienes señalados en el Art.1464 NO ADOLECE de objeto ilícito.
Es decir, de las cosas que no pueden ser objeto de dominio o posesión privada (cosas comunes
a todos los hombres y los bienes nacionales de uso público).
Aquí se suscita un problema que se ha producido con el avance de la medicina y que es la
comercialidad de partes del cuerpo humano. El problema es que el cuerpo humano es
incomerciable, no pudiendo nadie disponer del mismo por ser contrario al orden público, moral
y buenas costumbres. La enajenación del cuerpo humano es ilícita. Pero si una persona acepta
la donación de un órgano propio a otra persona no persigue un beneficio personal, el problema
varía si la persona pretende obtener un beneficio patrimonial por dicha donación. (Ver León
Hurtado, Avelino: El objeto en los actos jurídicos).
Imperfección del N.1 del Art.1464: Según Claro Solar, existe un contrasentido entre el
Art.1461 que considera la comercialidad del objeto como requisito de existencia y el Art.1464
N.1 que la considera como requisito de validez. Claro Solar sostiene que el Art.1461 está en lo
cierto.
Por su parte, Velasco estima que el Art.1464 N.1 repite la misma idea que el Art.1461, en
cuanto a que el objeto que es incomerciable es ilícito. Pero, a diferencia de Claro Solar, no los
considera contradictorios, ya que en los términos del Art.1461 aparece la comerciabilidad como
requisito de validez, esto es, como requisito de cosas que existen o se espera que existan. Así, si
las cosas son incomerciables hacen que el objeto sea ilícito.
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Es decir, de los derechos personalísimos como los derechos de uso o habitación (Art.819), el de
alimentos (Art.334), el que nace del pacto de retroventa (Art.1884), etc.
Según Velasco, los derechos personalísimos por intransferibles son incomerciables, en
consecuencia, caben en el N.1 del Art.1464; el N.2 estaría demás.
Otros autores, en cambio, sostienen que incomerciabilidad no es sinónimo de inalienabilidad,
porque si las cosas fuera del comercio son inalienables, la inversa no es verdadera pudiendo
una cosa no ser susceptible de enajenación y, sin embargo, encontrarse en propiedad privada.
La incomerciabilidad es sustracción del régimen jurídico privado en la totalidad de sus
relaciones, ineptitud para formar parte del patrimonio. Así, hay cosas que están en el
patrimonio individual, pero cuya transmisión o transferencia está impedida o limitada, sea en
interés general, sea en interés de determinadas personas especialmente protegidas o por razones
particulares. (Ferrara: Trattato de Diritto Civile Italiano. Tomo I, N.162).
No existirá redundancia al consignarse el N.2 del Art.1464, pues resulta claro que don Andrés
Bello siguió esta última tendencia conforme al derecho romano.
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Pero hay una acepción más amplia que según la doctrina es la que considera el Art.1464, según
esta concepción se comprende dentro del término embargo al embargo propiamente tal y otras
instituciones que persiguen el mismo fin de asegurar el resultado del juicio: medidas
precautorias de enajenar y gravar bienes, de secuestro, retención de bienes muebles y en el
sentir mayoritario de los autores, la prohibición judicial de celebrar actos y contratos sobre
bienes determinados. Medidas que son propias del juicio ordinario (Art.290, 296, 297 y 298 del
CPC).
Todas estas medidas permiten que el acreedor logre sacar determinados bienes del tráfico
jurídico.
Existe unanimidad entre los autores en considerar todas estas medidas como propias del
embargo, menos en cuanto a la prohibición judicial de celebrar actos y contratos respecto de
determinados bienes. En este punto Velasco disiente de los demás autores.
En efecto, dice el Art.1464 regla la enajenación de las cosas que señala, determinando que en
ella hay objeto ilícito y si es cierto e indiscutible que muchos y muy importantes contratos (a
compraventa y el arrendamiento, por ejemplo) no constituyen enajenación, no vemos como la
prohibición de celebrar los que pueda dictar el juez, debe regirse por este artículo.
Si se prohíbe judicialmente, como en ciertos fallos se ha declarado (Gaceta de los Tribunales:
1875 Nº2348, pp. 1066; 1884, N° 996, pp.629), arrendar una propiedad y el deudor violando la
prohibición la arrienda, no es posible sostener que en tal contrato hay objeto ilícito en
conformidad al Nº3 del Art.1464, porque éste se refiere exclusivamente a la enajenación y el
arrendamiento está muy lejos de constituirlo; ni podría afirmarse que lo hay de acuerdo con el
Art.1466, puesto que esta disposición alude a los contratos prohibidos por las leyes, y no por
las autoridades judiciales.
Tratándose de la compraventa y en el supuesto de aceptar la doctrina que dice que hay objeto
ilícito en la compraventa de las cosas y derechos enumerados en el Art.1464, prosigue Velasco,
no sería tampoco valedero el argumento de que según el Art.1810 no pueden venderse las cosas
que se prohíbe enajenar porque este Art. dice en forma expresa que pueden venderse las cosas
cuya enajenación no esté prohibida por la ley, y no por la justicia.
Desde cuándo y hasta cuándo hay embargo: Según se desprende de los arts.297 y 493 del CPC,
respecto de las partes, el embargo y la prohibición de celebrar actos y contratos, ya se refieran a
muebles o inmuebles, producen sus efectos desde que llegan a noticia del afectado por la
notificación hecha con arreglo a la ley.
Respecto de terceros, hay que distinguir entre bienes muebles e inmuebles.
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Si la medida recae sobre un mueble sólo afecta a los terceros desde que toman conocimiento
del embargo o la prohibición; si recae sobre un inmueble el embargo o la prohibición empece a
los terceros, le es oponible desde la fecha en que se inscribe en el Registro de Prohibiciones e
Interdicciones del Conservador de Bienes Raíces donde está situado ese inmueble (formalidad
por vía de publicidad, Art.53 N.3 del Reglamento del Registro Conservatorio). En
consecuencia, si el deudor vende a un tercero el bien raíz embargado, el acreedor puede
oponerse a la inscripción de dicha venta, para así impedir la enajenación aunque el embargo no
se hubiera inscrito todavía, porque respecto de las partes litigantes el embargo existe desde que
es notificado al deudor; la inscripción del mismo sólo cuenta para surtir efectos frente a
terceros: es una medida de publicidad en protección de éstos.
Si el embargo no se ha inscrito y si ya lo ha sido la compraventa del inmueble embargado, el
tercero adquiere la cosa, porque el embargo no inscrito le es inoponible y el acreedor ya nada
podrá hacer en cuanto a la persecución de ese bien.
¿Es nula la compraventa una vez inscrito el embargo? Se tendrá que examinar la opinión
mayoritaria y minoritaria citada con anterioridad.
A debe a B y a C $100.000 a cada uno, ambos con título ejecutivo: letras de cambio aceptadas
ante notario. B demanda a A ejecutivamente y le embarga la casa. En otro juzgado C demanda
a A y le reembarga la casa (lo que sólo se puede hacer desde el año 1944).
Ambos embargos están inscritos y C terminó el procedimiento ejecutivo y logró la enajenación
forzada (remate en público, subasta). El tercero adquirió el bien embargado.
Claro Solar (opinión mayoritaria) sostiene que la ley se refiere sólo a la enajenación que el
deudor pudiera realizar privadamente y no a la enajenación forzada en pública subasta de la
cosa embargada.
Somarriva y Velasco piensan que, por el contrario, que el N° 3 del Art.1464 se aplica tanto a
las enajenaciones voluntarias como a las forzadas porque:
a.- La ley no distingue y por lo tanto no es lícito al intérprete distinguir (comprendiéndose
ambas formas de enajenación).
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b.- La única manera de lograr el fin perseguido por la ley (evitar que el derecho que el acreedor
ha puesto en ejercicio sea burlado mediante la enajenación que el deudor pueda hacer de sus
bienes), está en sancionar tanto la enajenación voluntaria como la forzada.
Según Claro Solar no adolece de objeto ilícito y es válida la enajenación forzada que se realice
en otro juicio. Tal conclusión deriva del Art.528 del CPC (modificado por la Ley N° 7.760, del
5 de febrero de 1944). Del contexto de éste resulta que puede haber dos o más ejecuciones y la
enajenación que se haga en cualquiera de ellas es válida. El acreedor que hubiere embargado
primero el mismo bien, no sufre perjuicio alguno, pues la ley le permite hacer valer sus
derechos de acuerdo con los dispuesto en el mencionado Art.528 y, en general, mediante el
procedimiento de las tercerías (León H., Avelino: El Objeto en los Actos Jurídicos. págs. 139-
142).
La jurisprudencia última sostiene la misma tesis: Decretado un embargo en una ejecución y
trabado éste sobre un bien del deudor, nada impide que otros deudores traben un nuevo
embargo sobre el mismo bien; es legalmente permitida la realización de él en cualquiera de las
ejecuciones que lleguen primero a la etapa de venta, sin perjuicio de que los demás acreedores
hagan uso de los derechos que les confieren los arts. 527, 528 y 529 del CPC.
No obstante lo anterior, se cree que el objeto ilícito alcanza incluso a las enajenaciones
forzadas. Si bien es cierto que los demás acreedores pueden acogerse al Art.528 del CPC, no es
menos cierto que para esto es necesario estar en conocimiento de los demás embargos, lo que
se sabe por certificado del Registro de Prohibiciones e Interdicciones del Conservador de
Bienes Raíces.
Esto implica una preferencia por quien remate primero ya que ¿cómo saben los demás
acreedores embargantes que se está rematando un bien?
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4.- DE ESPECIES CUYA PROPIEDAD SE LITIGA, SIN PERMISO DEL JUEZ QUE
CONOCE DEL LITIGIO:
Cosas litigiosas: Cosas o especies litigiosas son los muebles o inmuebles sobre cuyo dominio
discuten en un juicio demandante y demandado. La cosa debe considerarse litigiosa desde que
está trabada la litis, lo que ocurre una vez contestada la demanda. No debe confundirse la cosa
litigiosa con los derechos litigiosos, estos son los que se debaten o discuten en un juicio, son
cosas incorporales a diferencia de las cosas litigiosas que son corporales.
El que enajena un derecho litigioso, no enajena la cosa misma, sino el evento incierto de la litis
(Art.1911). La enajenación de los derechos litigiosos sólo puede hacerla el demandante (arts.
1912 y 1913).
El demandado no puede hacer esa cesión sino cuando entabla reconvención, pues entonces
asume la calidad de demandante o actor. Esta cesión no requiere autorización judicial.
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la cosa, no existiría diferencia entre los bienes embargados y las cosas cuya propiedad se litiga,
ya que siendo necesario que el juez decrete prohibición para que las cosas se consideren
comprendidas en el N° 4 del Art.1464 y considerando el alcance que a la locución cosas
embargadas le ha dado la jurisprudencia, en el sentido de que en ella se comprenden los bienes
sobre los cuales pesa prohibición de enajenar resulta que el N° 4 está de más, las cosas
litigiosas deben comprenderse en el N° 3 de dicho artículo.
Pero esta apreciación es errónea, ya que el N° 4 se refiere a cosas litigiosas, cosas que son
objeto directo del pleito. En el N° 3, en cambio, no se discute el dominio de la cosa embargada,
ésta sólo servirá para satisfacer el crédito del acreedor.
Las cosas a que se refiere el N° 3 pueden enajenarse válidamente previa autorización judicial o
de él o los acreedores. La de este último puede ser tácita, según se vio.
Las cosas litigiosas, en cambio, pueden enajenarse válidamente cuando el juez que conoce del
litigio da su permiso previo conocimiento de la causa.
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Estas prohibiciones no pueden ser violadas, sin incurrir en nulidad por ilicitud del objeto, por
ejemplo: préstamos para adquirir viviendas (SERVIU).
La ley regula los requisitos del objeto distinguiendo según si se trata de una cosa o de un hecho,
entendido este último ya como hecho positivo o como hecho negativo o abstención. Dicho de
otra manera los requisitos del objeto difieren según se trate de obligaciones de dar -que son las
que tienen por objeto la cosa dada- y obligaciones de hacer y no hacer, que son los que tienen
por objeto un hecho.
LA CAUSA:
Sabemos que la causa es un requisito de existencia del acto jurídico y sabemos también que la
causa lícita es un requisito de validez del mismo.
En general la causa de un acto o contrato se determina respondiendo a la pregunta ¿por qué se
debe? Si pudiéramos hacer una pegunta para determinar el objeto nos preguntaríamos ¿qué se
debe?
Nuestro código sigue la teoría clásica de la causa que veremos en un momento. Con ello emula
al código civil francés que regula la causa en los contratos, pero la causa ¿es un requisito del
acto jurídico en general o del contrato o es un requisito de la obligación?
El código civil se refiere a la causa como un requisito de la declaración de voluntad
(entendemos del acto jurídico en general) y también como requisito de la obligación. Como
requisito de la declaración de voluntad la encontramos en el Art.1445 y en el Art.1467 como
causa de la obligación pues nos dice que es la obligación la que debe tener una causa lícita.
De ahí entonces que se fomente la discusión doctrinaria generándose una opinión doctrinaria
interesante que señala que la causa tiene cabida tratándose de aquellos actos jurídicos que
generan obligaciones y que, en cambio, el elemento causa no sería exigible respecto de aquellos
actos jurídicos que no generan obligaciones.
Estrictamente considerada la causa como el fin que tienen las partes en vista al momento de
celebrar el contrato, cabe sólo en las obligaciones. Pero hay quienes sostienen que hay una
naturaleza determinante no en la obligación, sino que en la declaración de voluntad, porque las
partes realizan el acto en consideración a una causa que la obligación está destinada a realizar.
CONCEPTO:
La causa está regulada en el Art.1467 y a diferencia de lo que ocurre con el objeto la causa es
definida por la ley: La causa es el motivo que induce al acto o contrato.
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1.- Debe ser Real: es decir, debe tener una existencia efectiva.
Si la causa no existe se dice que hay ausencia de causa y la sanción sería la nulidad absoluta o
la inexistencia.
Si la causa verdadera no corresponde a la expresada, si bien que hay causa falsa o errónea pero
hay causa al fin y al cabo. Esto nos lleva a vincular el estudio de la causa con la simulación que
en términos muy generales consiste en que las partes expresan algo que no corresponde a lo
realmente querido por ellas, por lo que se producen dos situaciones:
a.- Puede ser que las partes no quieran celebrar ningún acto jurídico pero aparentan celebrara
uno. Por ej., si vendo mis bienes no con el fin de intercambiarlos por dinero sino sólo para
burlar a mis acreedores. En este caso se habla de simulación absoluta.
b.- Puede ocurrir que las partes quieran celebrar un acto jurídico, pero fingen celebrar otro
distinto. En este caso la simulación es relativa y lo encontramos por ej. En la donación que se
hace para descontar impuestos o evitar los trámites de la compraventa.
En el caso de la simulación absoluta, como se aprecia no hay causa, la sanción entonces es la
nulidad absoluta o la inexistencia. El caso de la simulación relativa la persona ha señalado que
el acto jurídico verdadero es el que vale, no el simulado, siempre y cuando el verdadero tenga
una causa real y licita. ¿Qué pasa con el segundo, el simulado? Ese lo podemos atacar de
nulidad (relativa).
2.- Debe ser Lícita: esto demuestra que es un requisito de validez. La ley define causa ilícita,
señalando que es la prohibida por la ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público.
La ley señala que la causa se presume, es decir no es necesario expresarlo, esta presunción es
simplemente legal pues admite prueba en contrario. Además la ley señala que la sola libertad o
beneficencia es causa suficiente.
Con ello nuestro código siguió la teoría clásica que, luego lo veremos, señala en síntesis “que la
causa de los actos jurídicos es siempre la misma, es –como decíamos- la respuesta a la pregunta
¿por qué se debe? La causa es, entonces, para esta postura el fin inmediato y directo en virtud
del cual se contrata.
Por ello que la causa se determina según el tipo de acto, así entonces:
a.- En los actos jurídicos bilaterales en general, la causa de la obligación de una de las partes
es el objeto de la obligación de la otra. Por ej. ¿Cuál es la causa de la obligación del
comprador? El automóvil que adquiere. ¿Cuál es la causa de la obligación del vendedor? El
dinero que recibe.
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b.- Cuando el acto jurídico es real, la causa de la obligación de una de las partes está
representada por la entrega o tradición de la cosa Por ej. En el contrato de comodato la causa de
la obligación de restituir la cosa, se encuentra en la entrega de esa cosa para usarla que me han
hecho previamente.
c.- Cuando el acto jurídico es gratuito, acá la ley se encarga de señalar, como vimos en el
1467 inc.1º, parte final, que la pura libertad es causa suficiente.
Para los partidarios de esta teoría clásica la causa es estática, siempre es la misma en un mismo
tipo de acto jurídico, o sea no varía.
LA TEORÍA DE LA CAUSA:
1) CAUSALISTAS:
Tiene su origen en los contratos innominados del derecho romano. Fue moldeada como teoría
por el francés Jean Domat, y perfeccionada por Joseph Pothier de ahí pasaron al Código de
Napoleón, exponentes son Aubry et Rau, Duranton, Demolombe, entre otros (todos autores
clásicos franceses).
Domat y Pothier no definieron ni precisaron el concepto de causa, y por eso, la jurisprudencia y
la doctrina francesa, sin alterar la ley, han podido darle el contenido cambiante que las
circunstancias determinan.
Esta doctrina parte haciendo la distinción entre causa y motivo.
La causa es el fin en vista de cual una parte celebra el acto jurídico, es la consideración que
determina a la parte a obligarse. En otras palabras, es el fin directo e inmediato que la persona
desea obtener al contraer la obligación. Esta causa va inserta en el contrato mismo,
constituyendo un elemento esencial de él, y siempre es la misma para cada especie de contrato.
El motivo, en cambio, es el fin más o menos lejano perseguido por las partes. Puede indicarse
que el motivo es el fin concreto de carácter subjetivo que las partes quieren alcanzar por medio
del acto jurídico. Este no va envuelto en el acto jurídico y es variable, varía según las partes y
las circunstancias.
La causa entonces, es el motivo inmediato o próximo, y el motivo estaría más lejano.
Es necesario distinguir entre causa y motivo porque la ausencia de causa o el error en la causa
obstan la existencia misma del acto jurídico. En cambio, la ausencia de motivo o el error en el
motivo no influye en la existencia del acto jurídico.
Es importante resaltar que para la teoría clásica, la causa es siempre la misma, tratándose de
especies iguales de contratos, y en consideración a ello, y para determinar la causa, agrupa los
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contratos y distingue entre contratos a título gratuito y contratos a título oneroso, divididos a su
vez en contratos onerosos bilaterales y unilaterales, como ya vimos recién.
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Es una derivación de la teoría de los motivos antes analizada. Descansa en la teoría del motivo
pero constatando que es difícil precisar el motivo determinante, este autor afirma que basta
cualquier motivo ilícito para viciar el acto, aun cuando ese motivo no sea conocido de la otra
parte.
Esta teoría se enmarca dentro del movimiento moralizador del contrato.
2) ANTICAUSALISTAS:
3) TEORÍAS NEOCAUSALISTAS:
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Estas teorías surgen como una reacción a la posición anticausalista y defienden la idea de causa
y estiman que debe conservarse en los actos jurídicos como un elemento distinto del objeto.
Estas doctrinas tienen como característica el que miran al aspecto subjetivo de la causa, se
adentran en el móvil, que en la causa clásica está fuera de la estructura del contrato. En la
doctrina clásica la causa aparece limitada, petrifica al derecho al no permitir entrar al motivo
subjetivo, de manera que resulta casi imposible concebir la noción de causa ilícita.
Si la causa es siempre la obligación de la contraparte, independientemente de sus motivos, la
causa va a ser siempre la misma.
Estas teorías neocausalistas son las siguientes:
1.- Teoría de Henri Capitant.
2.- Teoría de Louis Josserand
3.- Teoría de George Ripert
Nosotros analizaremos por lo novedoso que resulta sólo la posición de H. Capitant.
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2.- En los contratos unilaterales, sustenta una teoría bastante novedosa, porque tradicionalmente
se señala como contratos unilaterales los contratos reales (mutuo, prenda, comodato), esto es,
aquellos que se perfeccionan por la entrega de la cosa. Capitant afirma que los contratos reales,
salvo el caso del depósito, no son unilaterales, sino que se trata de contratos bilaterales con una
particularidad muy especial, que la prestación de una de las partes se realiza en el momento
mismo en que se perfecciona el contrato.
La causa de la obligación del comodatario, mutuario y acreedor prendario de devolver la cosa
que se le entregó, radica en la entrega de la cosa que le hizo la otra parte. Pero, en cuanto a la
causa de la obligación, hay que hacer distinciones:
En el comodato y en el mutuo son intereses, la causa del comodante y mutuante es doble: por
un lado, hacer el servicio al comodatario o mutuario; y por otro, recobrar la cosa que el entregó.
En el mutuo con interés, la causa de la obligación del mutuante es obtener el cumplimiento de
la obligación de pagar intereses.
En la prenda, la causa de la obligación del deudor prendario es obtener un crédito del acreedor.
El deudor prendario entrega la cosa en prenda con el objeto de que el acreedor le otorgue un
crédito.
En cuanto al depósito, que sería el único contrato unilateral, ya que el único obligado sería el
depositario, siendo su obligación la de devolver la cosa que se le entregó en depósito.
La causa de su obligación sería la de prestar un servicio al depositante, ya que eso fue lo que lo
motivó a recibir la cosa que se entregó en depósito.
3.- En los contratos a título gratuito sigue por regla general la teoría clásica en el sentido que la
causa sería la intención de liberalidad. Sin embargo, hay ciertos casos específicos que la causa
obedece a otra clase de fines de carácter más concreto, como sucede por ejemplo en la dote o
donación por causa de matrimonio, la causa es el matrimonio y no la mera liberalidad, de tal
modo que si el matrimonio no se celebra la dote carece de causa.
NUESTRO DERECHO:
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Las solemnidades son requisitos externos de que puede estar rodeado un acto jurídico y
son requisitos de existencia sólo en aquellos casos en que la ley los exige por la naturaleza
del acto o contrato.
Decíamos que la regla general en el derecho patrimonial es que los actos jurídicos sean
consensuales, es decir, basta el mero consentimiento para que sea perfecto, pero
excepcionalmente en ciertos actos la ley exige para el perfeccionamiento el cumplimiento de
una determinada solemnidad y en esos casos el acto jurídico es solemne.
En la doctrina hay una discusión respecto si formalidad y solemnidad son lo mismo.
Adelantemos que la Corte Suprema ha sostenido que ambos términos sinónimos. Nuestro
código también los usa indistintamente.
Sin embargo en doctrina no existe el mismo consenso. Hay autores que diferencian la
solemnidad de la formalidad. La solemnidad sería el género y la formalidad la especie. Para
otros, formalidad y solemnidad son términos sinónimos y consisten en las exterioridades
perceptibles para los sentidos en que se materializa o concreta y consta la voluntad.
La verdad es que la relación de género a especie puede ser delicada de situar. Pues ello
implicaría que toda formalidad es solemnidad pero no toda solemnidad es formalidad, lo que no
es muy claro y entenderemos luego con ejemplos.
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Quedémonos con la idea que nuestro Código emplea indistintamente ambas expresiones, lo que
aparece en el Art. 1443 cuando señala que el contrato es solemne cuando está sujeto a la
observancia de ciertas formalidades especiales.
Decíamos que en ciertos casos, la sola manifestación de voluntad no es suficiente para la
perfección del acto, por lo que la ley, en atención a la naturaleza del acto que se celebra, exige
que la manifestación de voluntad sea hecha con ciertas solemnidades, es decir que la voluntad
se exteriorice a través del cumplimiento de una forma determinada, que de no cumplirse hacen
que el acto no produzca ningún efecto civil. La solemnidad es la forma como debe manifestarse
la voluntad según la ley.
Las solemnidades o formalidades sólo pueden tener su origen en la ley aquí, por lo que existe
una limitación a la autonomía de la voluntad, es decir, las partes convencionalmente no pueden
crear solemnidades, lo que si pueden hacer es hacer uso de las solemnidades que regula ley y
aplicarlas a un acto jurídico que sea de naturaleza consensual, en ese caso ese acto jurídico por
autonomía de la voluntad se convierte en un acto solemne. Ante un acuerdo para solemnizar un
acto consensual se concluye que para que el acto se entienda perfeccionado se necesita el
cumplimiento de las solemnidades que las partes fijaron. Eso sí, si el acto comienza a producir
sus efectos sin que se haya cumplido con la solemnidad, se entiende que las partes han
renunciado tácitamente a ella.
Esto lo vemos por ej., en el arrendamiento (Art.1921) y con la compraventa de cosas muebles
(Art.1802) cuando se pactan que se harán por escrito.
Dice el Art.1802 que “si los contratantes estipularen que la venta de otras cosas que las
enumeradas en el inc.2 del artículo precedente no se repute perfecta hasta el otorgamiento de
escritura pública o privada, podrá cualquiera de las partes retractarse mientras no se otorgue la
escritura o no haya principiado la entrega de la cosa vendida.”
El Art. 1921 señala por su lado que “si se pactare que el arrendamiento no se repute perfecto
mientras no se firme escritura, podrá cualquiera de las partes arrepentirse hasta que así se haga
o hasta que se haya procedido a la entrega de la cosa arrendada; si intervienen arras, se seguirán
bajo este respecto las mismas reglas que en el contrato de compraventa.”
Pero un acto solemne no es lo mismo por mandato de la ley que por voluntad de las partes.
Mientras en el primer caso la omisión de las solemnidades acarrea la nulidad absoluta o
inexistencia del acto, en el segundo caso el acto puede producir efectos, aun cuando falten las
solemnidades, si se ejecutan hechos que importen renuncia de éstas.
La sanción para el caso de infracción de la solemnidad acordada por las partes, será la que
hayan determinado las mismas, en virtud del principio de la autonomía de la voluntad. En
ningún caso será la nulidad.
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A.- COMO REQUISITO DE EXISTENCIA: Lo que ocurre precisamente con los actos
solemnes. En estos casos su cumplimiento es esencial para que el acto exista y la sanción es la
inexistencia o nulidad absoluta. Por ej. La compraventa de un bien raíz debe constar en
escritura pública, sin el cumplimiento de esa formalidad no produce efecto alguno. Esta
solemnidad se conoce como ad solemnizaren.
Las formalidades ad validitatem son entonces requisitos que la ley, velando por los intereses de
los incapaces, exige para la validez o eficacia de ciertos actos que los afectan y que tienden a
integrar la voluntad de aquéllos o el poder de sus representantes legales y, consecuentemente, a
remover la incapacidad o falta de poder.
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guardador que quiere enajenar un bien raíz del pupilo, debe obtener por exigencia de la ley
autorización judicial.
La sanción en este caso varía, porque la regla general es que en este caso esta formalidad se
exige en atención al estado o calidad de las personas que actúan y por lo tanto la sanción es la
nulidad relativa (regla general), pero si la exigencia de la autoridad está contenida en una
norma prohibitiva la sanción seria la nulidad absoluta (Art.412). El juez no actúa como
representante legal ni aún en la autorización general supletoria.
D.- POR VÍA DE PRUEBA: Es decir, a fin de probar un acto jurídico determinado. Estas
formalidades se llaman ad probationem. Si no se cumple la solemnidad, la sanción no es la
nulidad ni absoluta ni relativa, la sanción es que se limitan las posibilidades de probar el acto.
Leamos el Art.1709 que nos enseña que se deben constar por escrito los actos que contengan la
entrega o promesa de una cosa que valga más de 2 UTM.
La ley exige la solemnidad para dejar constancia de la celebración de un acto. En estos casos si
no se cumple con la solemnidad el acto es válido pero se limita la libertad de probar. Por ej. el
contrato de arrendamiento de predios urbanos regulado por la ley 18.101 señala si el acto de
arrendamiento no consta por escrito el arrendamiento vale, pero va a ser creído el arrendatario
en todo lo relativo a las cláusulas del mismo.
Lo mismo sucede con el contrato de trabajo, si no consta por escrito es creído el trabajador.
E.- POR VÍA DE PUBLICIDAD: Hay ciertos actos que a la ley, por su importancia, procura
que se hagan públicos a fin que los terceros tomen conocimiento de él. Lo que pretende la ley
es dar seguridad jurídica o certeza jurídica al tráfico jurídico.
Por ej. El contrato de matrimonio cuando nada se ha expresado sobre el régimen patrimonial se
entiende celebrado bajo sociedad conyugal, las partes, sin embargo, pueden sustituir ese
régimen por el de separación total de bienes. Para ello la ley señala que este pacto de
separación de bienes tiene que subscribirse al margen de la inscripción del matrimonio a fin
que los acreedores anteriores al pacto sepan el patrimonio que tiene ahora su deudor.
Otros ejemplos los encontramos en los arts.447 y 461, relativos a los decretos de interdicción
del pródigo y del demente, en el Nº4 del Art.4 y 8 de la ley 4.808 sobre Registro Civil, respecto
de sucesos que influyen en el estado civil de las personas.
Digamos para mejor ordenar las ideas que existen dos tipos de formalidades por vía de
publicidad:
a.- Formalidades de simple noticia que son las que tienen por objeto poner en conocimiento de
terceros la realización de un acto.
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b.- Formalidades substanciales que no sólo persiguen publicitar la celebración de un acto, sino
que también proteger a los terceros interesados, es decir, aquellos que están o estarán en
relación con las partes.
El ejemplo clásico es el que se ofrece a propósito de la cesión de un crédito personal en que se
produce nítidamente la sucesión de dos etapas:
Mientras no se haga la entrega del título, la cesión no produce efectos ni siquiera entre el
cedente y el cesionario (Art.1901); verificada esa entrega, la cesión no produce efecto respecto
del deudor ni de terceros mientras aquél no ha sido notificado de la cesión o la haya aceptado
(Art.1902). La notificación de la cesión es un requisito de publicidad para que pueda afectar a
terceros.
También se cita como caso de aplicación el del Art.1707 sobre las escrituras privadas hechas
por los contratantes para alterar lo pactado en escritura pública, no producirán efectos contra
terceros. (Tampoco lo producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón
de su contenido al margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la
contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero.)
En otros casos, la falta de formalidad, determina que el acto no pueda invocarse ni hacerse
valer en juicio. El Art.8 inc.1° de la ley 4.808 sobre Registro Civil expresa que: Las sentencias
judiciales y los instrumentos que, en conformidad a esta ley, deben ser inscritos en los registros,
no podrán hacerse valer en juicio sin que haya precedido la inscripción que corresponda. Se
comprende en esta situación, el reconocimiento de un hijo natural, la sentencia que declara la
nulidad de matrimonio, etc.
La subinscripción es una solemnidad que la ley lo exige por vía de publicidad. Si no se cumple
con la subinscripción la sanción que le asigna la ley es la inoponibilidad, sanción de ineficacia
en que no obstante el acto ser válido, no afecta a los terceros. LA misma situación se puede
explicar con el embargo de bienes raíces.
El Art.1443 se refiere a las solemnidades especiales, ya que la ley señala expresamente para
cada caso.
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4.- Presencia de ciertos funcionarios y testigos. Por ejemplo el matrimonio, cuya celebración
requiere la presencia del oficial del Registro Civil y dos testigos.
5.- Según algunos autores también constituyen solemnidades la inscripción del usufructo
y del derecho real de hipoteca a que se refieren los arts.2409 y 2410. La hipoteca deberá
otorgarse por escritura pública. Podrá ser una misma la escritura pública de la hipoteca y la del
contrato a que acceda (Art.2409).
La hipoteca deberá además ser inscrita en el Registro Conservatorio sin este requisito no tendrá
valor alguno; ni se contará su fecha sino desde la inscripción (Art.2410).
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El Art.1681 señala que es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la
ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad o estado de
las partes. La nulidad puede ser absoluta o relativa.
Asimismo, el Art.1682 establece que La omisión de algún requisito o formalidad que las leyes
prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y
no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas, ya
que al faltar la solemnidad, falta la voluntad. Como ejemplo de esto se puede citar el Art.1801.
Claro Solar sostenía que la omisión de la formalidad produce la inexistencia del acto, lo que no
es otra cosa que la carencia de efectos civiles (Art.1443), que no es lo mismo que la nulidad
absoluta.
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