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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán.

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Bolilla 1
1) INTRODUCCIÓN.
La definición legal de obligación.
Art. 724: “Definición. La obligación es una relación jurídica en virtud de la cual el acreedor tiene derecho a exigir
del deudor una prestación destinada a satisfacer un interés lícito y, ante el incumplimiento, a obtener forzadamente
la satisfacción de dicho interés.”
El código define la obligación como aquella relación jurídica que otorga derecho al acreedor de exigir una
prestación con el fin de satisfacer un interés lícito y, ante su incumplimiento, a recurrir a los medios legales para
obtener dicho fin.

1) Se distinguen los derechos personales y los derechos reales.


El Código siguió el criterio de distinción de las relaciones jurídicas de carácter patrimonial que Vélez eligió para la
ordenación de los derechos con contenido económico.
Los derechos personales u obligacionales son aquellos que nacen de relaciones que vinculan a dos partes, con
efectos relativos, que generan deberes y derechos entre quienes se vinculan.
Los derechos reales nacen de las relaciones entre las personas con las cosas. Son absolutos, pues las facultades que
se reconocen en virtud de ellos deben ser respetadas por todos, sin existir una persona determinada que deba una
conducta a favor de su titular.
Los derechos personales son regulados en el Libro Tercero y los derechos reales en el Libro Cuarto.

2) El concepto de obligación.
La obligación es aquella relación jurídica que genera el derecho de una persona, acreedor, a exigir de otra, deudor,
una conducta llamada prestación, a través de la cual persigue satisfacer un interés legítimo.
Si el deudor no cumple con la prestación, el acreedor puede recurrir a los medios que el derecho les concede para
obtener la satisfacción de dicho interés.
Se destacan los elementos que estructuran el derecho personal u obligación:
 La relación entre dos personas que el derecho permite y regula;
 La existencia de un derecho de una de las parte, llamado acreedor, de exigir a la otra parte, llamado deudor, el
cumplimiento de una prestación;
 El fin satisfactorio de un interés legítimo;
 La posibilidad del cumplimiento forzado de las prestaciones.
La palabra relación, en su sentido más amplio, designa toda conexión, correspondencia o comunicación entre los
seres vivientes. Cuando los hombres se relacionan entre sí, se constituye una relación social.
Toda relación social captada por el derecho objetivo es llamada relación jurídica. Esta relación queda configurada
cuando el derecho objetivo capta una relación entre personas, establecida para consecución de fines considerados
dignos de tutela, y le atribuye a una (o varias) de esas personas un poder y le impone a otra (u otras) el deber
correlativo. Poder y deber son emanaciones del orden jurídico.
La obligación es una relación jurídica en virtud de la cual una persona (deudor) tiene el deber de cumplir una
prestación con valor patrimonial en favor de otra (acreedor), que tiene un interés tutelable (puede o no ser patrimonial)
en obtener aquella prestación. La obligación es una relación jurídica porque para que ella exista es necesario que una
persona haya entrado en contacto con otra, ya por actos lícitos, ya por actos ilícitos, ya por simples hechos; ese
contacto constituye una relación social, que al ser reconocida y regulada por el derecho se transforma en una típica
relación jurídica. Una relación jurídica es “de obligación” cuando las normas le imponen a una de esas personas el
deber de cumplir (deudor), y le atribuyen a la otra el poder para exigir el cumplimiento (acreedor).
Toda relación jurídica contiene el binomio poder- deber, pero éstos varían según las necesidades y los
requerimientos humanos.
El titular del derecho subjetivo derivado de la obligación se llama acreedor, y la especie de derecho que tiene se
denomina crédito.

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El sujeto obligado a cumplir se llama deudor, y el específico deber que le incumbe, deuda. La actividad o el
comportamiento que debe observar el deudor para satisfacer al acreedor se llama prestación.
El objeto del derecho de crédito se denomina bien debido.

3) La prestación debida.
La prestación es una conducta debida por el deudor, que puede consistir en:
 Entregar una cosa o trasmitir o poner a disposición bienes que no son cosas (obligación de dar);
 La prestación de un servicio, o la realización de un hecho (obligación de hacer);
 Y la abstención del deudor de una conducta permitida o tolerar una actividad ajena (obligación de no hacer).

4) El interés del acreedor.


La conducta debida por el deudor debe estar destinada a satisfacer un interés lícito del acreedor.
La doctrina ha identificado al interés del acreedor como “una necesidad objetivamente valorable de bienes o de
servicios que la prestación del deudor debe satisfacer”, y puede ser patrimonial o extrapatrimonial.
El interés que el acreedor persigue debe ser lícito, no debe estar prohibido por el Derecho. Este interés lícito debe
existir cuando la obligación nace, y subsistir mientras no se extinga.

5) Ejecución voluntaria y ejecución forzada.


El código incorpora a la definición de obligación la posibilidad de ejecución forzada de la prestación. Es el
elemento coactivo de la obligación.
Se distingue así entre el débito, deber que recae sobre el deudor y que, generalmente, cumple voluntariamente; y la
responsabilidad, momento en el que, ante el incumplimiento, el acreedor puede recurrir a los medios que el Derecho le
proporciona para obtener la satisfacción del interés perseguido.

La obligación como relación jurídica.


Los atributos del poder, así como las modalidades del deber, varían según las necesidades y los requerimientos
humanos. Las dos especies más importantes de relaciones jurídicas de contenido patrimonial son:
 La relación real.
El poder es ejercido inmediatamente sobre las cosas, y sólo por elipsis alcanza a las personas. El poder sobre las
cosas es tal, que quien lo tiene puede, por sí mismo, satisfacer sus necesidades o servir a sus intereses sin que sea
necesaria la cooperación directa de persona alguna.
Esta especie de relación aparece dominada por la figura del sujeto activo, que se llamará: “propietario”,
“usufructuario”, “usuario”, etc., según el contenido y la extensión del poder que tenga. Los sujetos pasivos, en cambio,
quedan relegados a un segundo plano, y deben limitarse a respetar el poder ajeno.
No se establece entre poder y deber un vínculo jurídico individual y personalizado, pues el deber no se localiza en
determinado sujeto, sino que recae sobre todos los miembros de la comunidad, que conforman una especie de “sujeto
pasivo universal”.
 La relación de obligación.
El poder sólo puede ser ejercido frente a determinada persona, que está obligada a satisfacer el interés de aquel
que goza del poder. Se requiere la cooperación del sujeto pasivo porque es precisamente el comportamiento de éste el
que habrá de satisfacer, normalmente, el interés de quien ostenta el poder.
La relación es de obligación porque poder y deber materializan un vínculo jurídico concreto y perfectamente
localizado entre dos personas o centros de interés: el sujeto activo tiene derecho a exigir que el sujeto pasivo le
proporcione el bien que le es debido, y éste está obligado a proporcionarle ese específico objeto.

Relación entre la persona y el orden jurídico.


La relación jurídica se establece, no directamente entre dos sujetos, sino entre “la persona” y el “ordenamiento
jurídico”.
La sumisión de las personas al ordenamiento jurídico les impone deberes o les atribuye poderes, según las
necesidades de la convivencia humana. Ni el deudor se halla “sometido” al acreedor, ni el derecho de éste es ejercido
“sobre” o “contra” aquel, sino que ambos se hallan “frente a frente”, obligados a respetar los mandatos normativos.

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El acreedor esta “relacionado” con el orden jurídico, del cual recibe el derecho de exigir de otra persona una
prestación. En la obligación quedan involucradas dos relaciones jurídicas conexas: la relación de crédito y la
relación de deuda.
En el derecho real, en cambio, la relación se materializa entre el ordenamiento y un sujeto: éste recibe de la ley el
poder o derecho de usar, gozar o disponer de una cosa.

Terminología.
La relación de obligación recibe diversas denominaciones. Wayar no le asigna importancia a la cuestión
terminológica, la llama simplemente obligación. Aunque se presentan dos inconvenientes:
 Se diría que es incompleta, pues parece involucrar sólo el lado pasivo de la relación. Si así fuera, se estaría
identificando “obligación” con “deuda”, con olvido de que el vínculo también se integra con el “crédito”.
 Se diría que es equívoca, pues por tener la palabra obligación diversas acepciones se suele designar con ella
una serie de deberes jurídicos que no son técnicamente obligaciones.
Sin embargo utiliza la palabra obligación para individualizar con ella la típica y completa relación jurídica que se
establece entre un acreedor y un deudor. Con la voz obligación, se está refiriendo a una especial categoría de
derechos subjetivos: el derecho de crédito, que se localiza en el polo activo; y a una peculiar especie de deberes
jurídicos: la deuda, que se sitúa en cabeza del sujeto pasivo de la relación, en el entendimiento de que ambos extremos
integran un fenómeno jurídico único.

La obligación como instrumento de cooperación.


Inspirados en una concepción solidarista del orden social, juristas y pensadores afirman que la relación de
obligación es un instrumento jurídico destinado a promover y concretar una efectiva cooperación social
mediante el intercambio de bienes y servicios.
Se concibe una sociedad fraterna y solidaria, pues en toda comunidad es necesario y de suma importancia que sus
miembros se presten recíproca asistencia.
La prestación debida por el deudor se trata de un comportamiento de cooperación, ya sea que se trate de
obligaciones de dar, de hacer o de no hacer. Es un deber jurídico de cooperación que se le impone al deudor.
Pero esto no quiere decir que el acreedor no deba ofrecer cooperación recíproca; por el contrario, a él también se le
exige (si bien, como un deber jurídico secundario) cooperar con el deudor a fin de que la relación se desarrolle con
normalidad.
La relación de obligación tiene por objeto una cooperación debida por un miembro social en el interés típico de otro
miembro social. La cooperación se refiere al comportamiento integro que acreedor y deudor están obligados a observar
desde antes de la concertación y hasta después de la extinción de la relación jurídica obligacional. Acreedor y deudor
deben cooperar para que sea posible la concreción del fin social que se persigue con los derechos personales o de
crédito.

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2) LA OMISIÓN DE LAS OBLIGACIONES NATURALES.

La cuestión en el Código Civil derogado.


El Código derogado reguló las obligaciones naturales en el Título 2, Parte Primera (De las obligaciones en general),
Sección Primera del Libro Segundo, en los artículos 515 a 518.
Definía en su art. 515 a las obligaciones naturales como “…las que, fundadas sólo en el derecho natural y en la
equidad, no confieren acción para exigir su cumplimiento, pero que cumplidas por el deudor, autorizan para
retener lo que se ha dado por razón de ellas, tales son:
a) Las contraídas por personas que teniendo suficiente juicio y discernimiento, son incapaces por derecho para
obligarse. Por ejemplo, la mujer casada, en los casos en que necesita la autorización del marido.
b) Las obligaciones que principian por ser obligaciones civiles, y que se hallan extinguidas por la prescripción.
c) Las que proceden de actos jurídicos, a los cuales faltan las solemnidades que la ley exige para que produzcan
efectos civiles, como es la obligación de pagar un legado dejado en testamento.” Por ejemplo, la obligación de
pagar un legado dejado en un testamento, al cual faltan formas substanciales.
d) Las que no han sido reconocidas en juicio por falta de prueba, o cuando el pleito se ha perdido, por error o
malicia del juez.
e) Las que derivan de una convención que reúne las condiciones generales requeridas en materia de contratos;
pero a las cuales la ley, por razones de utilidad social, les ha denegado toda acción.” Tales son las deudas de
juego, por ejemplo.

Obligaciones civiles y naturales.


Las obligaciones naturales, jurídicamente, son aquellas que crean un vínculo cuasi moral o cuasi legal, ya que
oscila en un plano intermedio entre ambos órdenes. Se generan entre acreedor y deudor, y no se le permite al primero
recurrir a órganos judiciales si el deudor no cumple lo pactado. Es decir, que tienen sujeto, objeto y causa, pero el
vínculo no está dotado de exigibilidad. Por ejemplo, las obligaciones que nacen de actos jurídicos a los cuales les
faltan solemnidades que la ley exige para que produzcan los efectos civiles.
Las obligaciones son civiles cuando puede exigirse su cumplimiento; es decir, cuando el vínculo es fuerte,
vigoroso, y en consecuencia, el acreedor puede accionar judicialmente para exigir su cumplimiento.
Las obligaciones naturales están fundadas en el derecho natural y la equidad, no confieren acción para exigir su
cumplimiento pero, sin embargo, cuando el deudor las cumple se autoriza a retener lo que es dado en razón de ellas.
Todo esto queda suprimido por el deber moral que se dispone en el art. 728.

Obligaciones civiles Obligaciones naturales


Dan derecho al acreedor para exigir su cumplimiento. No confieren acción alguna para exigir ese
cumplimiento.
Están tuteladas por el derecho positivo, que reconoce la Están fundadas solo en el derecho natural y la equidad.
plenitud de su eficacia y efectos. Si bien no confieren acción para exigir su cumplimento,
una vez cumplidas por el deudor, autorizan para retener
lo que se ha dado en razón de ellas.

Distintas teorías sobre la naturaleza de la obligación natural.

 Teoría que niega la obligación natural: La denominada obligación natural no constituye una verdadera
relación jurídica, ya que el acreedor está privado de acción, por lo cual, se estaría ante una obligación que
carece de coerción, es decir, una obligación no obligatoria. Por otro lado, el deudor no está obligado a pagar,
por lo cual no puede decirse que exista una deuda, ya que no hay causa.
 Teoría que asimila la obligación natural con los deberes morales: Sostiene que todas las hipótesis que se
presentan como de obligaciones naturales son simples deberes morales, a los cuales la ley toma en
consideración para imputarles limitados efectos jurídicos. Por ello, el pago que se hace en virtud de una
obligación natural, no es tal, sino una liberalidad o donación. Para rebatir a esa postura, sería suficiente
demostrar que hay casos de obligaciones naturales que se cumplen a través de un acto a título gratuito, pues así
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quedaría demostrado que no siempre que se ejecuta un acto a título gratuito no hay pago de una obligación
preexistente, sino cumplimiento de un deber moral. Y tal caso es, por ejemplo el de donatario, que pretende
formalizar la donación de un inmueble en instrumento privado, lo que estaría viciado de nulidad por carecer de
forma solemne (instrumento público). Sin embargo, entre el donante y el donatario queda establecida una
obligación natural, y si el donante decide luego cumplir con una obligación y dona el inmueble, nadie podrá
negar que haya cumplido una obligación natural preexistente.
 Teoría de la obligación natural como puro débito: Las obligaciones naturales muestran a una persona
vinculada por un débito, pero que no puede ser constreñida al cumplimiento. En la obligación natural hay
deuda, pero no responsabilidad.
 Teoría de la obligación natural como expresión del derecho natural: Las obligaciones naturales son
verdaderas obligaciones jurídicas, en razón de estar fundadas en el derecho natural y equidad.

El art. 728 del Código Civil y Comercial. Diferencias entre obligación natural y deber moral.

Art. 728: “Deber moral. Lo entregado en cumplimiento de deberes morales o de conciencia es irrepetible.”

“Deber moral” es el género y “obligaciones naturales” la especie. Ambos términos, además, se diferencian en lo
siguiente:
 En las obligaciones naturales existe un vínculo jurídico; el deber moral carece de los elementos propios de
una obligación;
 El cumplimiento de una obligación natural es siempre el pago; el cumplimiento de un deber moral es
siempre un acto de liberalidad;
 La obligación natural puede extinguirse por cualquiera de los medios extintivos de las obligaciones;
mientras que el deber moral no puede extinguirse por esas vías;
 La obligación natural puede transformarse en civil por efecto de la novación; mientras que eso no puede
suceder con el deber moral;
 Los deberes morales son intrasmisibles; mientras que las obligaciones naturales se trasmiten por actos
entre vivos o por causa de muerte;
 La obligación natural puede asegurarse con fianza, prenda o hipoteca; no así el deber moral.
Sin embargo el Código Civil y Comercial tiende a la equiparación de los conceptos de deber moral y de
obligación natural.
Como se dijo anteriormente, el Código determina la regla general de que toda atribución patrimonial realizada
en cumplimiento de deberes morales o de conciencia es irrepetible, adoptando así una formula amplia en la cual
podrán caber diversas situaciones, en la que se encuentren razones suficientes para decretar la irrepetibilidad de la
atribución. El principio de irrepetibilidad de las atribuciones patrimoniales realizadas en virtud de deberes morales o de
conciencia, formula amplia capaz de captar supuestos en que se estime razonable justificar la retención de lo recibido.

Alcances de la supresión. Distintos casos.


La doctrina moderna tiende a la equiparación de los conceptos de deber moral y de obligación natural, y
también nos dice que dicha equivalencia se traduciría en la no necesidad de distinguir.
El Código Civil y Comercial adopta la teoría que niega el carácter autónomo de las obligaciones naturales, y
determina la regla general de que toda atribución patrimonial realizada en cumplimiento de deberes morales o de
conciencia es irrepetible, adoptando así una fórmula amplia en la cual podrán caber distintas situaciones (entre las que
pueden incluirse las previstas por el código derogado como obligaciones naturales) en las que se encuentren razones
suficientes para decretar la irrepetibilidad de la atribución, es decir, aquellos supuestos en que se estime razonable
justificar la retención de lo recibido en virtud de la obligación.
Los distintos casos se encuentran enumerados en el art. 515 del Código derogado.

3) LA NATURALEZA DE LA OBLIGACIÓN.

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Cuando se indaga acerca de la “naturaleza” de la obligación”, se busca resolver ciertas incógnitas que envuelven
tanto al derecho de crédito como al deber de prestación. Existen así diferentes posiciones que han debatido a lo largo
del tiempo con respecto a la naturaleza de la obligación.

a) LA CONCEPCIÓN SUBJETIVA: LA TEORIA CLÁSICA.


Concibe al derecho de crédito como derecho “sobre” un acto del deudor.
Los pandectistas alemanes, inspirados en las definiciones romanas, concibieron al derecho de crédito como un
poder o señorío atribuido por la norma jurídica al acreedor para que lo ejerciera sobre determinados actos del
deudor.
Para diferenciar el derecho personal o de crédito del derecho real, Savigny sostuvo que en el derecho de crédito se
ejerce un poder o señorío (al igual que en el derecho real), pero no sobre una cosa o sobre una persona, sino sobre
determinados actos de una persona, que es el deudor.
Esta doctrina fue seriamente cuestionada y prácticamente desechada por los juristas. Se le reprocha que el
comportamiento del deudor no puede constituir el objeto del derecho de crédito, como pretendía Savigny, por diversas
razones:
1. La conducta del deudor es incoercible. No se puede ejercer violencia sobre su persona para obligarlo a realizar
tal o cual acto;
2. El comportamiento es transitorio. Antes de que el deudor realice el acto, éste no tiene existencia, y una vez
realizado deja de existir; por lo tanto, según la tesis savigniana el derecho del acreedor tendría por objeto un
fugaz momento de la vida del deudor, que únicamente seria aprehensible cuando este último cumpliera de
forma voluntaria.

Brinz Brunetti Sohm Windscheid Giorgianni Vallet de


Goytisolo
Criticaron la teoría de Savigny. Procurando salvar las críticas que se Analiza la Analiza la
le habían formulado a Savigny, posición de posición de
aportaron nuevas ideas. Sohm. Windscheid.

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El Siendo la El acreedor tiene El acreedor no Las Windscheid


comportamiento, conducta del un derecho a un tiene derecho observaciones definió el crédito
en tanto deudor acto libre del “sobre” sino que de Sohm han como el derecho
trascurso incoercible, si deudor. tiene derecho orientado las “a” un acto del
temporal, no éste no quiere Existe una “a” un acto del investigaciones deudor, lo cual
puede ser cumplir impotencia del deudor. hacia la es contradictorio
aprehendido por voluntariamente, acreedor frente a búsqueda de un con la teoría del
ninguna especie el derecho del la arrogancia del elemento más derecho
de señorío, ya acreedor queda deudor, quien es concreto (que la subjetivo como
que no se sin objeto, salvo libre de cumplir simple actividad “poder o
concibe un que se admita o dejar de del deudor) para señorío de la
derecho que que la pretensión hacerlo. erigirlo en voluntad”, que
tenga por objeto está dirigida a Precisamente, en “objeto” del él mismo
un puro sus bienes. la impotencia se derecho de propició; esto
suceder. halla la crédito. Si el pasa porque al
diferencia entre deudor es libre afirmar que se
el crédito y el de cumplir o no, tiene derecho a
derecho real. como parece un acto, se niega
Este último está reconocerlo que el acreedor
caracterizado Sohm, las tenga “poder”
por la potencia críticas de para exigir del
de su titular, Brunetti y la deudor la
autorizado a tesis por él producción de
ejercer su construida eran tal acto, y se
señorío sobre las correctas. debe conformar
cosas de manera con el producto
directa e de ese acto cuya
inmediata, libre existencia
de obstáculos. El siempre
derecho de dependerá del
crédito, en libre querer del
cambio, es deudor.
impotencia.

La teoría clásica cedió su lugar a las teorías patrimonialistas primero, y luego a la concepción germana del débito y
la responsabilidad.

b) LA CONCEPCIÓN OBJETIVA: LAS TEORÍAS PATRIMONIALISTAS.


Los juristas, impulsados por la necesidad de sustraer a la persona del deudor de la categoría de “objeto” del derecho
en que aparecía colocada según la teoría clásica, y por la intención de justificar el derecho del acreedor sobre los bienes
del deudor incumpliente; por tal motivo, aparecieron diversas teorías que es posible agrupar bajo la denominación
común de teorías patrimonialistas.
Todas las teorías patrimonialistas, ya sea en mayor o en menor medida, ponen el acento no en la persona, sino en el
patrimonio del deudor.

El crédito como un derecho al “valor económico”.


Es una de las teorías patrimonialistas que identifica el crédito con el derecho al valor económico.
Ya que no es posible concebir a la obligación como un derecho dirigido a obtener del deudor un comportamiento
determinado debido a su incoercibilidad, se pensó que el crédito otorga el derecho a obtener el “valor económico”
del comportamiento del deudor, ya que siempre es posible traducir el comportamiento a un valor económico
determinado.

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Koppen definió a la obligación como “un derecho al valor económico de la cosa debida”, derecho que se puede
ejercer sobre todo el patrimonio del deudor.
La crítica a esta teoría es que el valor no es otra cosa que una medida; es decir, sirve para indicar el mayor o
menor grado de aptitud o utilidad que las cosas tienen para satisfacer las necesidades humanas. No puede ser objeto del
derecho del acreedor. Objeto del crédito podría ser el contenido valorado, pero no el valor, que es sólo una medida.

La obligación como un vínculo “entre patrimonios”.


El vínculo que se establece en virtud de la obligación es un vínculo entre el patrimonio del acreedor y el
patrimonio del deudor; como consecuencia, la relación queda despersonalizada por completo.
Sostiene que el crédito es un interés exclusivamente patrimonial; mientras que la deuda es la necesidad
patrimonial del deudor de satisfacer aquel interés. La persona del deudor y su comportamiento son irrelevantes; el
interés del acreedor apunta al patrimonio de su deudor, porque es el único que le puede proporcionar la satisfacción
buscada.
La conducta del deudor es incoercible, por lo que con lo único seguro con que cuenta el acreedor es el patrimonio
del deudor. El crédito, entonces, debe dirigirse al patrimonio.

Dulckeit Gaudemet Polacco Rocco


El crédito equivale a un “Es el patrimonio el que La obligación es un Pretendió equiparar el
derecho de propiedad debe al patrimonio”. Las vínculo “entre derecho de crédito al
sobre el objeto debido, personas (acreedor y patrimonios”, los cuales derecho real de prenda,
con la particularidad de deudor) han cedido su deben ser considerados argumentando que el
que esta “especie” de lugar a los patrimonios. como “personalidades acreedor ejerce sobre el
propiedad solo es oponible abstractas”. patrimonio del deudor
al deudor. una “prenda”, con la cual
Crítica. Compromete el éste garantiza la efectiva
concepto tradicional del realización del crédito.
derecho de propiedad, sin
justificación alguna.

Todas estas doctrinas muestran una relación de obligación puramente objetiva, al prescindir casi por completo del
elemento personal. Por eso se ha dicho que son inconvincentes, pues la conducta del deudor podrá ser incoercible,
pero es insustituible, la “persona” del deudor continúa siendo esencial; él fue y seguirá siendo el protagonista principal
del derecho de obligaciones. En materia de responsabilidad civil es su patrimonio el que pasa a ocupar el centro del
escenario jurídico, pero esto es una consecuencia mediata de la obligación, no la obligación misma, entendida como
auténtico deber de prestación.

La obligación como un “deber libre” del deudor.


Las críticas a la teoría de Savigny llegaron al extremo de poner en duda la juridicidad del débito. Se pensó que el
deudor no está sometido al deber jurídico de cumplir sino que, al contrario, el deudor es libre de cumplir o no.
La conducta es incoercible, no puede ser arrancada por la fuerza. El deudor se halla en condiciones, si quiere, de
dejar de cumplir. Él sabe que si no cumple, la acción del acreedor se dirigirá a su patrimonio; pero esto demuestre que
es libre para elegir entre cumplir o dejarse ejecutar. Y si es libre, el deber a él impuesto por la obligación no es un
deber jurídico, sino un deber moral.
Solo se tiene un derecho o se debe observar un deber cuando una norma jurídica lo dispone.
Binder sostiene que las normas jurídicas nunca le imponen deberes a los ciudadanos, sino que se los imponen a los
órganos jurisdiccionales encargados de hacer cumplir las leyes y sus mandatos. Por eso, ningún deudor, al ser un
simple ciudadano, tiene deber jurídico alguno frente al acreedor. En cambio, el juez si tiene el deber jurídico de
autorizar la ejecución patrimonial del deudor si este no cumple voluntariamente la obligación.
Brunetti dice que las normas jurídicas pueden ser: absolutas, cuando limitan verdaderamente la libertad de las
personas o ciudadanos, imponiéndoles deberes que necesariamente deben cumplir; se encuentran garantizadas por una
sanción o pena; debido a su carácter absoluto, son auténticos deberes jurídicos; y relativas, cuando las normas se
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limitan a indicarles a los ciudadanos la conveniencia de observar determinado comportamiento si desean evitar
consecuencias desfavorables, pero no prevén una sanción o pena. Las normas que gobiernan la relación obligatoria son
normas relativas, ya que a la conducta del deudor, al ser incoercible, solo se le pueden imponer deberes libres, es
decir, cuyo cumplimiento depende de su libre voluntad.
La obligación impone un “deber libre”, no un “deber jurídico”.
Críticas. La teoría de Brunetti ha tenido dos grandes críticas:
 Parte de una base falsa al sustentar la diversa naturaleza de las normas. Si todo deber jurídico puede ser
violado, siempre que el sujeto es libre de cumplir o no el mandato de la norma, entonces queda prácticamente
sin sustento la afirmación según la cual hay normas que imponen deberes jurídicos y otras que solo imponen
deberes libres; en todo caso, todo deber sería libre si se atiende a la posibilidad de ser incumplido.
 No es verdad que el deudor tenga verdadera libertad para incumplir, ya que cuando de hecho lo haga, jamás
habrá tenido la libertad jurídica de hacerlo. No hace uso de su libertad (más bien, abusa de ella) aquel que
desobedece el mandato legal.
 ¿Cómo se podría afirmar que las normas referidas a la relación de obligación no ordenan cumplir? En cualquier
sistema legislativo, es posible hallar una norma que le ordene al deudor cumplir; y si esa norma expresa no
existiera, el mandato derivaría de todo el sistema.

La obligación como “deber de tolerar”.


Carnelutti concibió la idea de que la obligación importa para el deudor el deber de tolerar que el acreedor
satisfaga su interés por sí mismo o por medio de la actuación judicial.
Es necesario distinguir entre objeto y contenido de la relación obligatoria.

En las obligaciones de dar En las obligaciones de hacer En las obligaciones de no


hacer
Objeto de la Es la cosa que se debe. Es la energía humana que el
obligación despliegue de conducta del deudor -
supone.
Contenido Es la prestación, que consiste en El contenido está dado por el La conducta que debe
(conducta la conducta que debe observar el deber del deudor de tolerar que el observar el deudor se
que debe deudor: acción de entregar la acreedor aproveche aquella consuma con el simple
observar el cosa. energía. hecho de tolerar que el
deudor) acreedor aproveche los
beneficios que le reporta
su abstención.

El derecho del acreedor se dirige a la prestación del deudor, y ésta consiste en el deber de tolerar que el acreedor
satisfaga su interés. Esa “conducta” del obligado constituye el contenido de la obligación. El objeto, en cambio, es
la cosa o la energía humana, aquello que el acreedor obtiene en virtud del cumplimiento de la prestación, a lo que
Carnelutti denominó “bien debido”.
Si el deudor incumple la prestación, el derecho del acreedor se convierte en pretensión procesal o acción, cuyo
ejercicio le permite poner en movimiento los órganos jurisdiccionales del Estado para obtener una ejecución forzada de
la prestación o, en su defecto, la sanción pecuniaria pertinente.
La teoría expuesta por Carneluttii contribuyó a esclarecer la diferencia conceptual entre “contenido” y “objeto” de
la relación obligatoria.

El crédito como derecho al “bien debido”.


Concibe al crédito como el derecho que se tiene al bien debido (cosa o servicio) que el deudor debe prestar. Ya
no se apunta al comportamiento, sino a la cosa o al servicio que se obtendrá, directamente del actuar del deudor o por
otros medios que lo subroguen.
Nicoló explicó esta concepción de la obligación a través de una figura singular: el pago por tercero. En efecto: si el
acreedor tiene derecho al “bien debido” (cosa o servicio), es indiferente que éste provenga del propio deudor o de un
tercero; lo que interesa es la obtención del bien debido, sin que importe quién sea el sujeto prestante.
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Hartman sostuvo que el acreedor tiene derecho, no al comportamiento del deudor, sino al resultado de ese
comportamiento.

c) LA CONCEPCIÓN GERMANA. LA TEORÍA DEL DÉBITO (SCHULD) Y LA RESPONSABILIDAD


(HAFTUNG).
La teoría del débito y la responsabilidad concibe a la obligación como una doble relación: una de puro débito y
otra de responsabilidad.
Constituida una obligación, nace una deuda o puro débito.
La obligación se desarrolla durante dos momentos vitales y sucesivos, aunque puede extinguirse al concluir el
primer momento.
Durante el desarrollo de su primer momento (relación de deuda o puro débito), el deudor siente la necesidad o la
presión psicológica de cumplir voluntariamente, mientras el acreedor se mantiene en expectativa, a la espera de que su
interés sea satisfecho sin necesidad de compulsión, conservando sus poderes en potencia. Si la prestación se verifica, la
obligación se extingue sin que tenga lugar el segundo momento.
Pero si la prestación no se cumple, se abre el segundo momento (el de la responsabilidad), durante el cual las
facultades que el acreedor conservaba en potencia se transforman en verdaderas armas de agresión patrimonial. El
acreedor puede promover la ejecución judicial para obtener el cumplimiento forzado de la obligación o la
indemnización sustitutiva de la prestación.

d) LA TEORÍA INTEGRADORA DEL DÉBITO Y DE LA RESPONSABILIDAD.


Partiendo de la base de que no es posible dividir la obligación en dos relaciones autónomas, pero admitiendo los
aciertos de la teoría del débito y la responsabilidad, surge una nueva explicación de la naturaleza de la obligación,
procurando integrar ambos elementos en un solo concepto.
Es inexacto separar la obligación en dos conceptos diferentes (deuda y responsabilidad), pues además de tratarse de
una distinción inútil, con ella se obtiene una visión parcial del fenómeno. La obligación es siempre deuda y
responsabilidad al mismo tiempo, siendo imposible que haya un deudor sin responsabilidad o una persona
responsable sin que haya asumido antes la condición de deudor: si alguien debe es porque es responsable, y es
responsable porque debe.
Un análisis crítico de la concepción que ve en la obligación una relación de “puro débito” (tesis subjetiva), como de
aquella que la reduce a una pura situación de “responsabilidad patrimonial” (tesis objetiva) demuestra la ineficacia de
ambas para describir la totalidad del fenómeno, y la necesidad de elaborar una teoría que reúna “la deuda” y “la
responsabilidad” en un solo concepto.

 La obligación como deber.


Nadie duda de que la obligación le impone al deudor el deber jurídico de observar determinada conducta
(prestación) en interés del acreedor. Se trata de una concepción ética que mira exclusivamente la posición jurídica
del deudor, la cual se basa en la posibilidad de éste de cumplir voluntariamente la prestación.
La obligación es un deber que se extingue con el cumplimiento voluntario.
¿Qué ocurre si el deudor no cumple? Se producen consecuencias que ya no derivan de la obligación, sino del
incumplimiento. El incumplimiento es fuente de una nueva obligación: indemnizar al acreedor. La
responsabilidad se sitúa fuera de la obligación, ya que no deriva de ella.
A esta conclusión llega la tesis que afirma que la obligación es un “puro débito”.
Crítica. El incumplimiento no necesariamente desemboca en la indemnización, ya que también puede dar lugar a la
ejecución forzada, por medio de la cual el acreedor recibirá el objeto específicamente debido. Si la obligación se
agotara en el mero deber de cumplir voluntariamente, entonces la ejecución forzada no forma parte del concepto de
obligación. Esto es así porque la ejecución forzada supone el incumplimiento del deudor.

 La obligación como responsabilidad.


El deudor es responsable frente al acreedor si llega a incumplir su deber. Pero de ahí a sostener que la
obligación es exclusivamente responsabilidad, subestimando la importancia del deber, lleva al mismo error que se le
reprocha a la tesis anterior: parcializa la visión del fenómeno obligatorio.

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 La obligación como deber y como responsabilidad.


Tanto el “deber” como la “responsabilidad” deben estar en el concepto de obligación, y así poder tener una visión
íntegra y completa de dicho fenómeno jurídico.
El hecho de que la obligación sea esencialmente deber no significa que lo sea única y exclusivamente. El deber es
el fundamento de todas las consecuencias jurídicas en que se traduce la obligación: sin deber no hay obligación.
La responsabilidad, a su hora, refleja la total sanción que incorpora el ordenamiento jurídico al deber asumido.

La obligación como puro débito. (Explicado en el punto anterior: la obligación como deber).

La obligación y la ejecución forzada.


En toda obligación, el deudor tiene el deber jurídico de realizar una prestación mediante la cual debe
proporcionarle al acreedor el bien que le es debido.
La obligación se desarrolla con normalidad cuando el deudor realiza la prestación espontáneamente, produciendo:
 Satisfacción del acreedor, ya que obtuvo el bien que se le debía;
 Extinción del vínculo;
 Liberación del deudor.
¿Qué ocurre cuando el deudor no realiza la prestación? Será necesario indagar si el acreedor mantiene su interés
en el objeto, y si la obtención de éste es materialmente posible.
Si la respuesta es negativa, en cualquier caso, la obligación se agota, es decir, se extingue o se transforma, lo cual
dependerá de otras circunstancias.
Si la respuesta es afirmativa, en ambos casos, se abre la etapa llamada “de ejecución forzada”, en la cual con la
intervención del juez, el acreedor podrá obtener el bien debido. La obligación no se agotó, ni se transformó, a pesar de
que el deudor se apartó del comportamiento debido. Simplemente, la obligación se cumplió por la fuerza.
Cuando hay ejecución forzada, la satisfacción del crédito noes ya obra del deudor, sino que el bien debido fue
obtenido por otros medios. Entonces, es posible afirmar que el derecho del acreedor no se dirige exclusivamente a la
prestación (obrar del deudor), sino más bien al resultado de esa prestación (bien debido). Solo así se explica por qué
cuando hay ejecución forzada se obtiene el resultado aunque el deudor no cumpla la prestación.

Incumplimiento definitivo y responsabilidad.

 Incumplimiento.
El cumplimiento, ya sea voluntario o forzado, provoca la extinción del vínculo y la liberación del deudor ya que el
acreedor ha sido satisfecho.
Pero cuando el deudor no presta la cooperación debida, con ello desaparece toda posibilidad de cumplimiento, al
cual no puede obtenérselo ni siquiera por ejecución forzada. En tal caso, se está ante una situación de incumplimiento
que se caracteriza por el hecho de que el acreedor deberá resignarse a recibir una indemnización pecuniaria en
sustitución del objeto que se le debía.
Aquí se extingue el deber de prestación y nace el deber de reparar, que no se origina por la obligación, sino en
el hecho ilícito del incumplimiento. La obligación se extingue, pero el deudor no queda liberado ya que pesa sobre él el
deber de reparar el daño causado.
Pero también puede ocurrir que el incumplimiento libere al deudor. Esto sucede cuando el incumplimiento no es
imputable al deudor, presentándose así como una forma de “imposibilidad de pago” que extingue el vínculo sin
responsabilidad para el deudor.
Entonces, el incumplimiento puede o no generar responsabilidad, según sea imputable o inimputable al deudor.
Por tal motivo, no debe considerarse un aspecto secundario de la relación de obligación.
Ha sido la doctrina del debido y la responsabilidad la que ha permitido alumbrar la teoría del incumplimiento
obligacional, a partir de la cual se puede concluir que la obligación comprende el cumplimiento voluntario y la
ejecución forzada, para dejar luego su lugar a la responsabilidad civil por incumplimiento.
El incumplimiento constituye un acto ilícito generador de responsabilidad.

 Responsabilidad.
El incumplimiento marca el momento de transición entre “la obligación” y “la responsabilidad” del deudor.

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Los partidarios de la teoría integradora sostienen, al contrario, que la responsabilidad no es una fase de la obligación
en la cual se penetra solo mediante el incumplimiento, sino que el fenómeno es inverso: el deudor responde del
cumplimiento, es decir, la responsabilidad la contrae, no porque se ha incumplido, sino porque se ha asumido el deber
de cumplir.
Esta afirmación no es verdad: no se responde por sola y única razón de haber asumido un deber, sino porque se ha
incumplido ese deber. Además, el deber puede ser violado y, sin embargo, no haber responsabilidad para el deudor
(cuando el incumplimiento no le es imputable).
Toda responsabilidad tiene su génesis en la violación de un deber jurídico. La infracción (hecho ilícito) genera una
obligación nueva.

4) CONTENIDO DE LA OBLIGACIÓN.

Obligación y deber jurídico.


Si bien toda obligación contiene un deber jurídico, no todos los deberes jurídicos son “obligaciones”. Los deberes
jurídicos conforman un género, y la relación de obligación es sólo una de sus especies.
Los deberes jurídicos les imponen a las personas la necesidad de observar determinada conducta.
Para distinguir el deber jurídico propio de la relación de obligación, es decir, el deber de obligación, de aquellos
otros que no son técnicamente “obligaciones”, es necesario señalar los caracteres típicos y específicos del deber de
obligación:
 La relación de obligación crea un vínculo jurídico entre acreedor y deudor: el deber que pesa sobre el deudor
lo obliga a desplegar parte de su actividad en beneficio del acreedor. El comportamiento del deudor tiene un
destinatario preciso y determinado. La obligación es una relación entre “personas determinadas”;
 El comportamiento debido por el deudor tiene que tener valor económico para el deudor. Esta es una de las
particularidades más importantes de la obligación: la patrimonialidad de la prestación;
 El deber de prestación se dirige a satisfacer el interés, patrimonial o no, del acreedor, y éste está autorizado
para exigir el cumplimiento.

Deberes jurídicos que no son obligaciones.


Por ausencia de alguna de las características nombradas anteriormente, no constituyen obligaciones las siguientes:
 Deberes jurídicos genéricos, en los cuales no existe un sujeto activo determinado.
El ordenamiento jurídico impone deberes que incumben a todos los miembros de la sociedad, tales como no
dañar a otro o respetar los derechos ajenos.
En principio, no es posible localizar al sujeto pasivo (que debe cumplir el deber) ni tampoco al sujeto activo (ya
que no existe; salvo que se atribuya tal carácter a la sociedad toda) mientras el deber no es violado.
Es decir, antes de la violación del deber no hay vínculo jurídico alguno, con la consiguiente ausencia de acreedor
y deudor.
 Deberes jurídicos sin contenido patrimonial.
Hay deberes jurídicos que, si bien se establecen entre personas determinadas, carecen de contenido económico o
patrimonial. Por ejemplo, los deberes impuestos por las relaciones de familia, como es el caso de la relación jurídico-
matrimonial, la cual crea entre los esposos un complejo conjunto de derechos y deberes como el de cohabitar, recíproca
fidelidad, asistencia moral, etc. Tales relaciones familiares crean lazos espirituales, no económicos; de ahí que no se
pueda hablar de una “prestación” para hacer referencia al comportamiento debido por uno de los cónyuges al otro. Lo
mismo sucede con las relaciones paterno-filiales, que general deberes sin contenido económico.

El crédito y la deuda.
La relación de obligación es una relación bipolar, pues vincula a un acreedor con un deudor. El acreedor es el
titular de un derecho subjetivo (de crédito) que lo dota de poder para exigir el bien que le es debido. Sobre el deudor
pesa el deber jurídico de satisfacer ese interés.
Derecho subjetivo y deber jurídico (crédito y deuda) constituyen el núcleo fundamental de la obligación.
Sin embargo, esto es solo un simple análisis de la relación de obligación, puesto que no se agota con el deber de uno
y el poder de otro; un examen más detenido la muestra como una relación jurídica compleja, integrada por una
verdadera trata de deberes y derechos recíprocos.

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Se destacan principalmente el crédito y la deuda, pero los restantes deberes y facultades (accesorios a estos) tienen
que ser necesariamente considerados, pues de lo contrario, se obtiene una visión parcial de la obligación.

Relación “contractual” y relación “de obligación”.


Se ha pretendido explicar la existencia de facultades accesorias y de deberes secundarios recurriendo a la distinción
entre relación contractual y relación de obligación, otorgándole a la primera mayor amplitud de efectos, y limitando
la segunda al simple crédito-deuda.
Mediante esta dualidad de conceptos se afirma que las facultades accesorias y los deberes secundarios derivan
del contrato o relación contractual, no de la relación de obligación.
Sin negar el valor teórico práctico que la distinción entre relación contractual y relación de obligación ofrece, no
brinda una explicación satisfactoria acerca de la naturaleza y el origen de las facultades y deberes accesorios. Si se
admitiera esta tesis, se limitaría la vigencia de las conductas secundarias a la esfera contractual, con lo que quedaría
sin explicación una serie de hipótesis que se plantean en relaciones de origen extracontractual. Cuando la obligación
proviniese de un acto ilícito, de la ley, o de cualquiera de las fuentes que no sean un contrato, no habría para las partes
facultades y deberes accesorios, pues faltaría la relación contractual que los impusiera.
Las conductas secundarias son impuestas, no por la relación contractual o fuente de la obligación, sino por el
principio de buena fe imperante en toda relación de obligación por mandato expreso de la ley. La relación de
obligación, nacida de cualquiera de las fuentes aceptadas, es siempre compleja. El deber de cooperación recíproca es
engendrado por obligación, con total prescindencia de su origen contractual o extracontractual.

La situación jurídica del acreedor.


Para comprender en qué posición jurídica se halla el acreedor será necesario examinar las siguientes cuestiones:

 El derecho de crédito.
El derecho de crédito, en sentido estricto, es el que ostenta el acreedor con poder o facultad para exigir del
deudor el bien que le es debido.
Es un verdadero derecho subjetivo, en virtud del cual el acreedor está en condiciones de obtener la satisfacción de
su propio interés mediante la actuación del deudor (prestación) o mediante la ejecución forzada. El derecho de crédito
se dirige a la obtención del objeto específicamente debido.
En caso de incumplimiento absoluto nace una nueva obligación, en virtud de la cual el acreedor puede dirigirse al
patrimonio del deudor para tomar de él la indemnización pertinente. Lo que decide si el derecho del acreedor se ha de
dirigir al bien debido o si se ha de orientar al patrimonio del deudor es el hecho del incumplimiento imputable.
Desde el punto de vista de la sociología del derecho, se piensa que el acreedor se halla en una situación de poder
que va mucho más allá del simple derecho subjetivo de exigir el bien debido.
Desde la perspectiva sociológica, el derecho de crédito refleja toda la situación de poder (jurídico, económico y
social) que el acreedor puede hacer valer contra el deudor. La situación acreedora se presenta como un centro de
imputación y unificación de facultades y prerrogativas, especialmente jurídicas, cuyo beneficiario es el acreedor.

 Facultades y derechos que integran la “situación acreedora”.


La situación jurídica del acreedor no se agota con el derecho de crédito, considerado en sentido estricto.
Si bien el núcleo central de la situación acreedora lo constituye el poder de que goza el acreedor para exigir lo que
se le debe, aquella se integra con una serie de facultades y derechos que la complementan, los cuales pueden ser de la
más variada índole y naturaleza.
A título de ejemplo, tenemos las siguientes:
 Facultades de disposición sobre el crédito.
El acreedor tiene amplias facultades de disposición sobre el crédito:
-Puede enajenarlo (cederlo) a terceras personas por actos inter vivos mediante el contrato de cesión de crédito, por
título gratuito u oneroso, o por actos mortis causa mediante el legado de crédito;
-Puede darlo en garantía de una obligación propia;
-Constituir una prenda sobre él;
-Renunciar a los derechos que el crédito le confiere.
 Facultades de conservación y tutela preventiva del crédito. El acreedor tiene facultades que le permiten:

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-Controlar el desarrollo de la relación obligatoria. Se puede mencionar aquella facultad que el acreedor puede
reservarse para efectuar la elección del objeto en las obligaciones alternativas, o la de rechazar el pago cuando éste sea
parcial o incompleto.
-Tomar medidas preventivas para tutelar el crédito. Aquí se encuentra la facultad de provocar un vencimiento
anticipado de los plazos por insolvencia o inconducta del deudor, o la de peticionar y obtener medidas cautelares,
embargos, inhibiciones, secuestros, etc. Sobre los bienes del deudor, según lo autorizan los códigos de procedimiento.

 Cargas y deberes. El deber de cooperar.


La situación jurídica del acreedor es compleja. Conforme a la idea de cooperación y a las pautas de valoración de la
conducta que proporciona el principio jurídico de buena fe, el acreedor ha dejado de ser el sujeto investido
exclusivamente de poderes y facultades, para convertirse en sujeto pasivo de ciertos deberes de conducta
jurídicamente obligatorios, cuya inobservancia implica una verdadera transgresión al derecho de crédito por parte del
acreedor.
Los deberes de cooperación que se le impone al acreedor son, como las facultades accesorias, de la más variada
índole y naturaleza, que dependen generalmente de la relación de obligación de la cual derivan. Una enunciación de los
supuestos más importantes:
 Deber de no agravar la situación del deudor. El acreedor debe abstenerse de todo comportamiento que
conduzca a hacer más onerosa la obligación del deudor. Por lo tanto, no puede impedir ni hacer imposible la
realización de la prestación. Su deber es facilitar la liberación del deudor.
 Deber de contribuir a la materialización del pago. La realización del pago exige, según la naturaleza de
ciertas obligaciones, la expresa cooperación del acreedor, y éste no puede negarse a prestarla.
En las obligaciones de dar, la aceptación de la prestación por parte del acreedor es ineludible; el deudor no
podrá cumplir, normalmente, si el acreedor no recibe el pago. En las obligaciones de hacer es también
necesaria la aceptación del acreedor, sólo las obligaciones de no hacer es aparentemente innecesaria
actividad alguna del acreedor; basta el comportamiento del deudor para poner fin al vínculo.
En determinadas relaciones, el deudor sólo podrá verificar la prestación si el acreedor realiza actos de
cooperación con carácter previo o simultáneo al pago. Por ejemplo: si el acreedor asume el deber de
designar el lugar de pago y omite hacerlo, no puede pretender que el deudor sea responsable ante un
eventual retardo en el cumplimiento; en dicho caso, la infracción del deber de cooperar por parte del
acreedor impide o borra la responsabilidad del deudor.

La situación jurídica del deudor. El “deber de prestación”.


Para describir la situación jurídica en que se halla el deudor, es necesario precisar tres cuestiones:

 El deber de proporcionar el bien debido (el “deber de prestación”).


La obligación importa, para el deudor, el deber de satisfacer el interés del acreedor. Es deber se cumple cuando el
deudor despliega un comportamiento útil y patrimonialmente valioso especialmente previsto para satisfacer al
acreedor. Puesto que ese “comportamiento” se denomina “prestación”, el deber de que aquí se trata suele ser llamado
deber de prestación.
Este deber no comprende exclusivamente el comportamiento especialmente previsto, ya que si el deudor no
observa la conducta debida, el acreedor tiene derecho a satisfacer su interés mediante la ejecución forzada
prescindiendo de ese “especial comportamiento” del deudor. Entonces, el deber de prestación también comprende el
deber de soportar la ejecución.
El deber de prestación reconoce: una acepción estricta, referida a la conducta específicamente debida; y una
acepción amplia, que comprende la ejecución forzada, ya que aquí el comportamiento debido consiste en soportar esa
ejecución.
El deber de proporcionar el bien debido o deber de prestación es un verdadero deber jurídico. Este deber es
una especie calificada dentro de la categoría de deberes jurídicos, ya que toda obligación contiene un deber jurídico,
aunque no todos los deberes jurídicos son obligaciones.

 Deberes secundarios de conducta.


Se parcializaría la situación del deudor si se afirma que a él le incumbe únicamente el deber de prestación.

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La “situación deudora”, al igual que la acreedora, es mucho más compleja, ya que el deudor está obligado a
cumplir ciertos deberes secundarios que acompañan o complementan el primario deber de prestación. Los
deberes secundarios dependen de las particulares circunstancias de cada caso.
Algunos ejemplos que ilustran con claridad cómo funciona el principio de buena fe y qué deberes secundarios
derivan de él:
-Si el deudor se ha reservado la facultad de fijar el día y la hora en que ha de cumplir la prestación, no podría
realizarla a medianoche o al amanecer, pues es ésa la forma como obraría un hombre recto (buena fe objetiva), aun
cuando estuviera persuadido de la legitimidad de su conducta 8buena fe subjetiva);
-Si se fija como lugar de pago el propio domicilio, el deudor deberá permanecer en él, o dejar en su lugar a una
persona autorizada, para esperar al acreedor a fin de que la prestación pueda ser realizada.
La inobservancia de estos deberes secundarios constituye, en todos los casos, un “incumplimiento”, el cual podrá
ser absoluto o relativo, o bien conduce a un cumplimiento parcial, defectuoso, etc., según la gravedad de la falta
cometida.

 Las facultades del deudor.


La situación jurídica del deudor no se agota en la suma de deberes que se le impone; también es titular de un
conjunto de facultades que el ordenamiento jurídico le reconoce en resguardo de sus propios intereses:
-Derecho de pagar o de cumplir.
El deudor es titular del derecho a liberarse de la obligación, aún contra la voluntad del acreedor. Éste último tiene,
además, el deber de facilitar la disolución del vínculo. Si el deudor enfrenta obstáculos para liberarse, porque el
acreedor no quiere o no puede recibir el pago, el ordenamiento jurídico le proporciona los medios para que su derecho
tenga efectiva realización por medio del pago por consignación.
-Derecho de oponer defensas.
El deudor está facultado para oponerse a toda pretensión abusiva o desproporcionada que el acreedor intente
en su contra. Estas facultades son ejercidas mediante:
 Interposición de excepciones, como sucede, por ejemplo, cuando se le reclama al deudor el pago de una
deuda cuyo plazo aún no ha vencido, o cuyo monto es mayor que el realmente adeudado. En estos supuestos, el
deudor tiene la facultad de suspender el pago.
 Por medio de acciones, como cuando el deudor invoca los beneficios de la teoría de la imprevisión, o los de la
lesión.
-Derechos del deudor insolvente.
Incluso al deudor en estado de insolvencia (que no dispone de dinero para pagar o no puede hacerse cargo de una
obligación) se le reconoce ciertos derechos:
 Puede solicitar que se decrete la inembargabilidad de sus bienes cuando éstos integral el “lecho cotidiano de
él y de su familia”, o cuando se trata de “las ropas y muebles de su uso indispensable”, o de “los instrumentos
necesarios para su profesión, arte u oficio”;
 Puede solicitar también la convocatoria de sus acreedores mediante el procedimiento concursal.

La obligación y el derecho real.


El derecho real y la obligación difieren en las siguientes cuestiones:

Se diferencian Derecho real Derechos personales


por:
Al ejercerse directa e inmediatamente sobre la Supone la facultad de uno para exigir de otro
cosa, sin la intervención de intermediarios, sus determinada conducta, sus elementos son
Los elementos elementos integrativos son solo dos: el sujeto tres: sujeto activo o acreedor, sujeto pasivo
activo, o titular del derecho, y la cosa sobre la o deudor, y la cosa o hecho que éste debe
cual ejerce su señorío. entregar o realizar.
Al derecho real se lo ejerce sobre cosas. Las Tienen por objeto una prestación, es decir,
El objeto y el cosas son su objeto, y deben tener existencia una conducta futura del deudor. Pueden
contenido actual, existir en el momento en que el derecho recaer sobre cosas inexistentes al momento
es ejercido.

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de ser constituido el vínculo, siempre que


puedan existir luego.

La tutela que el Los derechos reales son absolutos ya que Son relativos, ya que sólo pueden ser
ordenamiento pueden ser invocados por su titular contra invocados frente al deudor.
jurídico les todos los miembros de la comunidad; son
proporciona oponibles erga omnes, pudiendo el titular
demandar a cualquier persona que lo perturbe
o pretenda privarlo de su derecho.
Puesto que se los ejerce sobre cosas, le otorgan El acreedor está obligado a respetar la
El modo de a su titular un poder discrecional. El derecho persona del deudor y la incoercibilidad de su
ejercicio real se consolida cuando es ejercido, ya que conducta. Si el acreedor ejerce su derecho,
con ello el sujeto activo reafirma su condición la obligación se extingue, pues tal ejercicio
de tal. supone el cumplimiento de la prestación.
El ordenamiento jurídico determina el Su número y especies dependen de la
El número número de tipos o especies de derechos reales autonomía privada (sistema numerus
que los particulares pueden ejercer (sistema apertus), siempre que la obligación sea lícita
numerus clausus). y no contravenga la moral o las buenas
costumbres.
Las acciones del acreedor para exigir el
Se adquieren por el transcurso del tiempo cumplimiento de la obligación se extinguen
(prescripción adquisitiva). por el transcurso del tiempo (prescripción
liberatoria).
No se extinguen aunque desaparezca la
Se extinguen cuando perece la cosa sobre la cosa que constituye su objeto, o aunque se
cual se los ejerce. pierdan todos los bienes del obligado.

Otras Puesto que son oponibles erga omnes,


diferencias requieren publicidad porque así lo exige una Por su carácter relativo, no requieren, en
adecuada protección de los terceros. principio, la misma publicidad.

Tienen vocación de perpetuidad, es decir, Son siempre temporales, tienden a


tienden a permanecer en el tiempo. extinguirse.

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BOLILLA II - REQUISITOS DE LA OBLIGACIÓN

ENUMERACIÓN DE LOS REQUISITOS DE LA OBLIGACIÓN


◊ Concepto: Son aquellos sin los cuales la obligación no puede tener existencia y validez. Se puede decir que son
elementos constitutivos de la obligación. Para Wayar, existen elementos esenciales y elementos no esenciales:

ELEMENTOS ESENCIALES ELEMENTOS NO ESENCIALES


1. Sujetos: activo y pasivo 5. Causa fin
2. Vínculo 6. Compulsión
3. Objeto (distinguirlo de la prestación)
4. Causa fuente

1. SUJETOS: CAPACIDAD Y DETERMINACIÓN


◊ Concepto: Constituyen el requisito subjetivo. Son los protagonistas del vínculo –es decir, titulares de derechos y
obligaciones-son aquellos sobre quienes recaen los efectos de la obligación. Solo puede ser sujetos de obligaciones
LAS PERSONAS tanto las personas humanas como las personas jurídicas pueden ser acreedoras o deudoras.
Los sujetos tanto el acreedor como el deudor pueden ser únicos o plurales
◊ Clases de sujetos:
- Activo: a quien el ordenamiento le reconoce el derecho de exigir la prestación  ACREEDOR
- Pasivo: a quien el ordenamiento le impone el deber de cumplir la prestación  DEUDOR

Aplicación de las normas referidas a las personas: Remisión al Libro I del CCyC:
- Concepto de persona - Titulares de derechos y obligaciones - Persona humana y persona jurídica - Sujetos
únicos o plurales
ART. 141 “Definición. Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les
confiere aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines
de su creación”
ART. 22 “Capacidad de derecho. Toda persona humana goza de la aptitud para ser titular de derechos y
deberes jurídicos. La ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos, o actos
jurídicos determinados.”
ART. 23 “Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos, excepto las
limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial.”

◊ Condiciones requeridas:
Capacidad – Se requiere capacidad de derecho, es decir, poder gozar de la postura de acreedor o de deudor. No se
exige capacidad de ejercicio porque tales incapaces pueden actuar por sus representantes.
Determinación – Ambos deben ser personas determinadas o determinables. Esto se refiere a la individualización de
la persona del acreedor y del deudor. Por lo general ambos se hallan individualizados desde el nacimiento de la
obligación y esta situación no varía hasta su extinción (personas determinadas); otras veces, luego de constituido el
vínculo, se desconoce quién será el acreedor o quien será el deudor, pero esta indeterminación, siempre que sea
relativa, pasajera o transitoria, no afecta su validez (persona determinable); por ejemplo con los títulos emitidos al
portador, que confiere la calidad de acreedor a quien los posee.
Si en el tiempo del cumplimiento la indeterminación se disipa y queda determinado el acreedor y el deudor, la
obligación tendrá plena eficacia. Esta es la regla general. Por excepción si se desconoce quién es el acreedor hasta
llegado al día de cumplimiento/pago, la obligación es igualmente válida, ya que el deudor puede recurrir al
procedimiento previsto para el pago por consignación y obtener así, su liberación.
En cambio, si la indeterminación afecta al deudor, la obligación carece de eficacia y no surte efecto alguno. La ley no
ha previsto mecanismos que posibilite exigir el cumplimiento a una persona desconocida. La determinación del
deudor es esencial para que la obligación sea válida, el acreedor puede ser excepcionalmente, una persona
desconocida.

OBLIGACIONES “PROPTER REM”


Concepto: Son las que descansan sobre determinada relación de señorío sobre la cosa. La obligación nada, se
desplaza y se extingue con la cosa. Se caracterizan porque el deber de prestación se le impone a la persona,
exclusivamente, en tanto ese sujeto sea titular de una relación real, por lo que está en una relación de señorío sobre la

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cosa (propiedad, posesión, usufructo, etc.) Es decir, la persona del deudor queda determinada por tener la cosa en su
poder, o sea que la cosa es el elemento que determina el sujeto obligado. Por esta razón se ha dicho que el deber de
prestación sigue la cosa, va adosado a ella y que la obligación nace, se trasmite y se extingue junto con la cosa.

Caracteres: Según Wayar, son

- Dependen de una relación real  Sólo es acreedor o deudor propter rem aquel que está jurídicamente relacionado
con una cosa, sobre la cual ejerce determinado señorío. No es necesario que ejerza sobre la cosa algún derecho real, lo
esencial es que el sujeto este en relación con la cosa, cualquiera que sea el título que lo ostente (propietario o
poseedor) Por ej. el comprador de un inmueble solo se vuelve propietario con la escritura pública, pero el hecho de
ser poseedor de la cosa, ya es considerado deudor de las expensas comunes en el régimen de propiedad horizontal.

- Se las constituye en razón de la cosa y con referencia a ella  Las prestaciones que deben cumplir se originan, la
mayoría de las veces, en los gastos que realizaron los acreedores para construir, conservar o mejorar la “cosa” sobre la
cual ejercen una especie de señorío. La cosa es la que requiere dichos gastos, inversiones que generan créditos –a
favor del inversor- y deudas –a cargo de quien se beneficia. Por ej. atender los gastos que demande la conservación de
la cosa que se tiene en condominio.

-Pueden consistir en un dar, un hacer o un no hacer  Es una de las mayores diferencias con las cargas reales porque
éstas constituyen en un tolerar/soportar que otro ejerza su derecho en uno de sus bienes.

-El crédito y la deuda se transmiten a los sucesivos titulares  Ya que al crédito o deuda se los tiene en razón de la
cosa, ésta transforma en acreedor o deudor a los sucesivos adquirientes o poseedores. Por ej. compro un inmueble
cuyos muros medianeros fueron hechos por el anterior propietario, sin que el vecino aportara lo que le correspondía y
yo puedo exigirle a éste el pago de lo que corresponde. La posesión de la cosa me convirtió en acreedor.

-Se extinguen cuando cesa la relación con la cosa  Cuando cesa, por cualquier motivo, la relación de la persona con
la cosa, desaparece también el crédito o la deuda que le incumbían a aquella. Quien se desprende de la cosa se
desobliga; quien la adquiere se vincula. El abandono, entonces, provoca la extinción de la obligación, pero ¿en qué
momento debe darse para liberar al deudor? El abandono tiene eficacia aunque se concrete después de efectuados los
gastos. Si esta obligación se asume en razón de la cosa, cuando cesa su posesión, también cesa la obligación, sino no
sería propter rem. Si poseo un auto en condominio con Pedro, y Pedro le hace reparaciones, el hecho de que yo
abandone la cosa (el auto) ya es suficiente para liberarme de mi obligación de colaborar en dichas reparaciones.

-En el supuesto de incumplimiento, el deudor responde con todo el patrimonio  El deudor propter rem no limita su
responsabilidad al valor de la cosa en virtud de la cual se inicia la relación. En caso de incumplimiento responde con
todo su patrimonio, porque el principio general es que todo deudor responde con la totalidad de su patrimonio que
constituye la <prenda común> de los acreedores; para limitar su responsabilidad al valor de la cosa, el deudor debe ser
expresamente autorizado por la ley y en el caso de las obligaciones propter rem, dicha autorización prácticamente no
existe.
Cabe aclarar que la responsabilidad ilimitada será únicamente cuando el deudor incumple: cuando manteniéndose en
relación con la cosa, se niega a satisfacer al acreedor.

-Son creadas por la ley  La obligaciones propter rem, derivan de la ley, ya que sólo el legislador puede crearlas. Los
particulares no podrán nunca crear un obligación que tenga por deudor o acreedor a todo ulterior (futuro) poseedor de
una cosa determinada.; entre otras razones, porque los contratos no pueden vincular a los terceros que no intervinieron
en su celebración.

Existen muchos supuestos con caracteres afines pero sin ser “propter rem” Por ejemplo, el impuesto
automotor/inmobiliario, no se extingue por el abandono.

La cuestión en el Código civil de Vélez


La doctrina discutió si esta clase de obligaciones fue o no acogida en el sistema del código civil.
ART. 497 del Código civil de Vélez: “A todo derecho personal corresponde una obligación personal. No hay
obligación que corresponda a derechos reales.”

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a. Tesis negativa  Según una corriente, las obligaciones propter rem no habrían sido adoptadas en el código civil,
porque se razona así:
I) El derecho personal crea una relación entre personas determinadas, acreedor y deudor. Entre ambos hay una
armónica correlación: “A todo derecho personal corresponde una obligación personal…”
II) El derecho real, no se integra con una obligación que corresponda a una persona determinada. Frente al
titular de la potestad real se sitúa la sociedad toda, pero el deber de respeto universal no es una verdadera
obligación. Tampoco se debe ver una obligación en el deber de ciertas personas de soportar que otra ejerza
un derecho real sobre uno de sus bienes: “…No hay obligación que corresponda a derechos reales”
III) Si éste es el sistema aceptado por el código civil, es absurdo pensar que una persona pueda estar obligada
por el hecho de ser titular del derecho real, o por el hecho de tener que soportarlo, puesto que no hay
obligación que les corresponda. Esta tesis ha sido superada.

b. Tesis positivaEs innegable que las obligaciones reales o propter rem tienen cabida en el código civil, por los
siguientes fundamentos:
I) El art 497 no se refiere a las obligaciones propter rem. El codificador se refirió al deber jurídico que les
incumbe a todos de respetar el derecho real. El deber general de respeto, si bien es el correlato de todo
derecho real, no constituyen obligación. Además el art 497 alude a las cargas reales, entendidas como
gravámenes que debe asumir el sujeto pasivo de un derecho real, sobre cuyos bienes otra persona ejercen
algún derecho real, y nada dice de las obligaciones propter rem. Éstas no están comprendidas en dicho
artículo. “…No hay obligación que corresponda a derechos reales”
II) De los distintos supuestos comprendidos en el art 497, es posible imaginar diversas hipótesis pero las
obligaciones propter rem no están comprendidas en él.
• Juan es propietario de un inmueble. Pedro, Pablo, Diego, toda la comunidad, deben respetar ese derecho,
pero éste NO es una obligación correlativa al derecho de propiedad.
• Juan tiene un derecho de hipoteca sobre un inmueble de Pedro, en virtud de un crédito que le ha
concedido. Hay dos relaciones: de obligación (crédito-deuda) y de derecho real (derecho de hipoteca-
carga o gravamen) En el derecho real está el sujeto activo que es el titular de la hipoteca: Juan, y uno
pasivo que es Pedro porque soporta la carga de tener un mueble suyo gravado con hipoteca, no se halla
obligado.
• Juan compra un inmueble y está obligado a pagar el valor de los muros medianeros, asume esta
obligación por hallarse en relación con la cosa (muros) entonces NO se aplica el art. 497. Se asienta en el
derecho real pero no “forma parte” de él, hay dos relaciones jurídicas independientes: la de derecho real
de propiedad del inmueble y la de obligación propter rem de los muros medianeros.
III) El art 497 es de carácter doctrinal, carece de contenido normativo; pues pretende introducir conceptos
jurídicos en el código civil.

Algunos supuestos de obligaciones propter rem


 DE DAR:
Obligaciones derivadas de medianería (arts. 2007, 2008, 2014, 2018, 2027, 2028 , 2031, 2032 del CCyC )
Recompensar a quien encuentra una cosa perdida (art 2533 CCV)
Pagar expensas comunes (art 2048 y 2050 CCyC)
Contribuir en los gastos de conservación de la cosa común en el condominio (art 2685 CV; art 1991 CCyC)
 DE HACER
Construir un contramuro cuando se edifique un fogón (art 2622 CCV)
Reconstruir la pared medianera
 DE NO HACER
No hacer excavaciones cuando puede causar ruinas (art 2615 CCV)
No plantar árboles a menos de 3 metros (1982 CCyC)

Diferencia con las cargas reales


En sentido estricto, las cargas reales son entendidas como rentas, donde el poseedor de un bien inmueble está obligado
a cumplir prestaciones periódicas de dar o hacer a favor de determinada persona. La asimilación es imposible en
nuestro derecho, porque constituyen resabio de del derecho medieval de la época feudal.
En sentido amplio, la expresión carga real es empleada como sinónimo de gravámenes reales, que no deben ser
identificados con las obligaciones propter rem. Desde este punto de vista, carga real equivale al deber jurídico que
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

tiene una persona de soportar que sobre uno de sus bienes, ejerza un derecho real otra persona. Así, el deudor
hipotecario debe tolerar que el acreedor hipotecario ejerza su derecho sobre el inmueble hipotecado, lo cual constituye
para el primero una carga real. Lo mismo sucede los derechos reales que se ejercen sobre la cosa ajena. La carga real
es el correlato o lado pasivo de un derecho real.
¿Cómo pueden confundirse? Habrá problemas si se tiene en cuenta que en los derechos reales también existe un sujeto
pasivo, que no siempre es universal. En ciertos casos, el ordenamiento le impone una persona determinada el
específico deber jurídico de tolerar que otra persona ejerza sobre uno de sus bienes un derecho real. Lo típico de este
deber jurídico es su carácter real; es decir, se impone en razón de la cosa gravada y se mantiene con ella donde quiera
que vaya. Si el deudor hipotecario vende la cosa, el deber jurídico va con ella, y el nuevo propietario tiene que tolerar
o sufrir el derecho de hipoteca. La relación con la cosa determina la persona que es sujeto pasivo. De ahí el parentesco
de este deber jurídico real con la obligación propter rem. Sin embargo, entre ambas figuras hay notables diferencias,
basándonos en la situación jurídica en que se halla el tercer poseedor de un inmueble hipotecado. Han sostenido
algunos autores que en tal caso se está ante una obligación propter rem, por ende, el tercer poseedor es tratado como
deudor u obligado a pagar el crédito, pues está en relación con la cosa y puede liberarse abandonándola. Sin
embargo:
a. El tercer poseedor no puede ser considerado deudor, desde el momento en que la ley descarta la posibilidad de
que incumpla la obligación. El tercer poseedor no responde con sus otros bienes, lo cual desmiente que se
trate de un obligado propter rem, porque éste tiene responsabilidad ilimitada en caso de incumplimiento.
b. Tampoco el hecho de que tanto el deudor propter rem como el tercer poseedor puedan liberarse mediante el
abandono de la cosa autoriza a identificarlos. El abandono en uno y otro caso, tienen distinta naturaleza
jurídica; así, el tercer poseedor que hace abandono de la cosa no abdica ni pierde el derecho de dominio, sino
hasta tanto se adjudique ese derecho a otro por sentencia judicial. En el ínterin entre el abandono y la
sentencia el tercero sigue siendo propietario. En la obligación propter rem, en cambio, el abandono tiene
carácter definitivo, libera al deudor desde su consumación y sus efectos se proyectan hacia el futuro.
Dichas diferencias bastan para demostrar que el deber del tercer poseedor hipotecario, considerado como la carga real,
si bien podría ubicarlo en la situación de sujeto pasivo respecto del derecho real de hipoteca, NO puede ser asimilado
a la ob. propter rem. Lo mismo se aplica a los demás supuestos de cargas reales (usufructo, uso, etc.)

2. EL VÍNCULO JURÍDICO

-Concepto: Es el elemento inmaterial o puramente jurídico en el sentido que sólo es aprehensible por medio de las
normas que “enlazan” al acreedor con el deudor. Este lazo jurídico tiene manifestaciones reales y concretas:
Pedro/deudor se debe comportar de determinado modo porque está jurídicamente vinculado a Juan/acreedor, a quien
el ordenamiento le reconoce el derecho de exigir tal comportamiento.
Es temporario/transitorio, porque toda obligación nace para ser extinguida. El deudor tiene derecho a desvincularse.
-Importancia: Es el elemento tipificante porque revela el carácter personal de la relación. Explicita el crédito y la
deuda y explica por qué el acreedor tiene el derecho de exigir y el deudor el deber de cumplir:
La fuerza jurídica del vínculo se siente sobre el acreedor y el deudor. Es en virtud del vínculo que el acreedor tiene
derecho de exigir determinado comportamiento y hasta de ejercer medidas legítimas de compulsión si fuera necesario.
Y es razón del vínculo que el deudor está obligado a ese cumplir con dicho comportamiento
Con apego a las teorías clásicas, se dice que el vínculo es el elemento que explica y justifica la situación de
sometimiento en que se halla el deudor, esto debe ser revisado. Acreedor y deudor deben situarse en un plano de
igualdad jurídica y prestarse recíproca asistencia. Por ello, el principio favor debitoris quedó desdibujado
reemplazándolo por “favorecer al más débil” sea deudor o acreedor: esto se explica porque cada vez es más patente
que muchas veces el acreedor es el que está “en desventaja” por ej. en los contratos de seguro por adhesión a
cláusulas fuertes predispuestas por empresas “fuertes”.

-El vínculo y su correspondencia con el débito y la responsabilidad: Remitiéndonos a las teorías sobre el débito y
la responsabilidad, esto se relaciona con el vínculo en el momento de explicar la coacción. (*)

-El vínculo como elemento común a toda relación jurídica: Se ha dicho que no es esencial de la obligación porque
es un elemento común a todo derecho subjetivo: el vínculo está presente en toda relación jurídica y no se justifica
considerarlo tipificante de la obligación. Esto es errado. Con este razonamiento, los sujetos y el objeto que también
integran toda relación jurídica tampoco serían esenciales en la obligación, y ésta quedaría despojada de elementos
hasta desaparecer como especie particular del género de la relación jurídica.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

-Ligamen entre personas: Se establece entre <personas>. El hombre siempre fue y será el protagonista de las
relaciones jurídicas. Aquí se critica a las teorías patrimonialistas que afirman que el vínculo se establece entre los
patrimonios, porque ello hace perder a la obligación su carácter de humanidad (deshumanización) y supone un cierto
sometimiento del deudor a manos del acreedor, cuando en realidad se busca la igualdad en esta relación. Que el
acreedor este vinculado al deudor, no quiere decir que tenga un derecho sobre él, ni que el deudor esté sometido al
acreedor. El acreedor tiene derecho a obtener algo del deudor, pero no es él mismo, sino uno de sus bienes o el
resultado de una conducta. El acreedor sólo puede “exigir” al deudor mediante los medios legales previstos, y no por
ejemplo, por uso de fuerza. Que sea entre personas explica que deba ser ejercido de buena fe y sin abusos y respetando
los derechos esenciales de las personas obligadas.

-La coacción: Sirve para reclamar judicialmente el cumplimiento de la obligación. Fue considerada como uno de los
elementos propios de la obligación, pero cuando (*) cobró auge la teoría alemana del debito y la responsabilidad se
advirtió que no era así, al comprobarse que la coacción sólo actuaba en caso de responsabilidad: si la obligación se
cumple no había responsabilidad ni coacción. Los partidarios de la teoría integradora insistieron en la importancia de
la coacción, pero como virtualidad del vínculo jurídico. Como un elemento del vínculo, que sólo actúa en caso de
incumplimiento, y que antes de que éste se produzca se mantiene en potencia. Ya sea en potencia (sin incumplimiento)
o en acción (con incumplimiento), integra el vínculo jurídico.
Se debe realizar una distinción en la obligación. En la deuda/débito, la coacción está LATENTE, como en potencia,
porque si bien existe la posibilidad de que se concretice, no lo hará si el deudor cumple con su prestación. En la
responsabilidad, la coacción es ya PATENTE, porque el deudor no cumplió y esos poderes en potencia del acreedor,
ahora se efectivizan para el cumplimiento forzado de la obligación o bien, para la indemnización.
Para Wayar no es un elemento autónomo/esencial de la obligación, y esto se observa en el cumplimiento voluntario y
en las obligaciones naturales (los deberes morales en el CCyC)
Cumplimiento voluntario  No existe compulsión si el deudor cumple voluntariamente. Se argumentó en contra que
la coacción es esencial porque siempre existe la posibilidad de ejercerla, sin embargo para que la coacción pase de la
potencia al acto es condición sine qua non que el deudor no cumpla y la coacción en potencia no tiene verdadera
función, aunque se diga que es para presión psicológica al deudor, los motivos por los que cumplen son variados y es
exagerado decir que es por la posibilidad de coacción futura.
Obligaciones naturales (deberes morales en el CCyC)  Como no tienen coacción, quienes niegan que las
obligaciones naturales contengan deberes jurídicos afirman que la coacción integra necesariamente el vínculo
obligatorio, pero el hecho de que no haya coacción no significa que no haya vínculo. Si bien el acreedor carece de
acción para exigir el cumplimiento, el deudor está dotado para pagar.

3. EL PROBLEMA DEL OBJETO


Existe un debate con respeto a la distinción –o no- entre objeto y prestación. Para autores como Wayar, Zannoni,
Compagnucci de Caso, afirman que es necesaria tal distinción, así:

- El objeto: Es el bien debido (material o inmaterial) al que tiene derecho el acreedor. Es toda entidad material o
inmaterial que tiene valor económico para el deudor y es para apta satisfacer el interés del acreedor. Es el
resultado de la conducta del deudor. Varía según la clase de obligación de la que se trate.

Clase de obligación Objeto


De DAR La cosa
De HACER (prestación sustituible o insustituible/intuitu personae)
Encaminadas a la producción de un resultado La cosa
De puro hacer La utilidad que deriva de la conducta
De NO HACER La utilidad que deriva de la abstención

- La prestación: Es la conducta o comportamiento que el deudor debe desplegar para producir el “bien” que
habrá de satisfacer el interés del acreedor. Constituye el medio por el cual el acreedor alcanzará el objeto al
que tiene derecho. También difiere según la clase de obligación.

Clase de obligación Prestación


De DAR La acción de entregar
De HACER (prestación sustituible o insustituible/intuitu personae) La conducta del deudor
De NO HACER La abstención
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El acreedor tiene derecho al OBJETO (es decir, al resultado de la conducta del deudor) no tiene derecho a la
PRESTACIÓN (es decir, a la conducta en sí)

Pero para autores como Salvat, Llambías, Borda, Cazaeux, Trigo; la diferenciación perdió utilidad o nunca la tuvo, por
lo que el objeto de la obligación es la prestación.

ARTÍCULO 725: “Requisitos. La prestación que constituye el objeto de la obligación debe ser material y
jurídicamente posible, lícita, determinada o determinable, susceptible de valoración económica y debe corresponder
a un interés patrimonial o extrapatrimonial del acreedor”
Para que la prestación pueda ser objeto de la obligación debe reunir ciertos requisitos que el Código determina:
-Ser material y jurídicamente posible
-Lícita
-Determinada o determinable
-Susceptible de valoración económica
-Debe corresponder a un interés del acreedor
Estos requisitos hacen a la constitución válida de una obligación y a su dinámica funcional, los que deben presentarse
al momento del nacimiento de la obligación y subsistir durante su vigencia. Los requisitos enumerados han sido
generalmente reconocidos por la doctrina.

Examen de algunos textos legales en particular - Distintos textos referidos a la prestación:


a. Prestación como conducta del deudor – ART. 773 “Concepto. La obligación de hacer es aquella cuyo
objeto consiste en la prestación de un servicio o en la realización de un hecho, en el tiempo, lugar
y modo acordados por las partes.”
Toda obligación supone la realización de una conducta por parte del deudor. Este comportamiento puede
consistir en una acción (dar o hacer) o en una omisión (no hacer). La diferencia entre dar y hacer tiene bases
ontológicas. Ambas son conductas positivas, esto es, acciones. En la obligación de dar, el interés está puesto
fundamentalmente sobre la entrega de la cosa. En las de hacer, la cuestión reposa en una actividad del hombre
que puede o no producir una cosa. Sólo si esto último acontece, se aplicarán las reglas de las obligaciones de
dar (art. 774 in fine del Código) Las obligaciones de hacer, en la actualidad, tienen una importancia capital en
la vida negocial. Pueden surgir tanto de la voluntad de las partes como de la ley. Por ello se justifica esta parte
general aquí regulada, sin perjuicio de las disposiciones específicas, sobre todo en materia contractual. Estas
normas son también aplicables, supletoriamente, a deberes no obligacionales en los que se imponen conductas
de hacer.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar de cumplimiento no se rigen sólo por lo que las partes hayan
dispuesto, sino también por lo que establezcan las normas imperativas en los casos en los que la autonomía de
la voluntad se encuentra vedada, y las supletorias a falta de previsión convencional. También, en su caso, por
lo que el juez determine en los casos sometidos a su decisión.

b. Prestación ejecutada por un tercero – ART. 776 “Incorporación de terceros. La prestación puede ser
ejecutada por persona distinta del deudor, a no ser que de la convención, de la naturaleza de la obligación o
de las circunstancias resulte que éste fue elegido por sus cualidades para realizarla personalmente. Esta
elección se presume en los contratos que suponen una confianza especial.”
Las prestaciones de hacer pueden ser fungibles e infungibles. En las primeras el interés del acreedor se
satisface con la realización de la actividad debida, con total independencia de quién sea el sujeto que las
realiza; en las segundas, tal interés sólo se satisface si es el propio deudor quien la practica. La regla es que el
deudor puede reemplazar su persona por un tercero, pero se encuentra fuertemente limitada, no sólo por el
principio de buena fe y el del ejercicio regular de los derechos, sino también porque puede existir previsión
convencional en contrario, surgir in re ipsa (cosa evidente) que se ha elegido al deudor y no a otra persona
(por la naturaleza de la obligación y otras circunstancias), o bien por tratarse de un contrato que supone una
confianza especial en la persona del obligado, caso en el cual la infungibilidad se presume. Por ello es que el
concepto no es netamente objetivo, sino que también las partes pueden determinar, en este ámbito, la
naturaleza de la prestación.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

c. Prestación como cosas – ART. 746 “Efectos. El deudor de una cosa cierta está obligado a conservarla en el
mismo estado en que se encontraba cuando contrajo la obligación, y entregarla con sus accesorios, aunque
hayan sido momentáneamente separados de ella.”
La obligación de dar cosa cierta es aquella en la cual el contenido de la prestación se encuentra perfectamente
determinado en su singularidad al momento de constituirse la obligación. La razón de ser de las diversas
categorías de las obligaciones de dar es, en esencia, la mayor o menor determinación de la cosa, que trae
aparejado un régimen diferenciado antes de la individualización, si se produce la pérdida o el deterioro de la
cosa (Las diversas especies de las obligaciones de dar son: a) de dar cosa cierta; b) de género; c) de dar bienes
que no son cosas; d) de dar dinero.)
El CCyC impone al deudor de una cosa cierta el deber de conservarla en el mismo estado en que se
encontraba al momento de contraer la obligación. Este deber se extiende desde el nacimiento de la obligación
hasta la oportunidad fijada para su cumplimiento e implica la adopción de determinadas conductas tendientes
a evitar el deterioro de la cosa y la abstención de introducirle modificaciones que alteren definitivamente su
estructura y valor, siempre y cuando no hayan sido motivadas por la necesidad de conservarla.
En la norma se contemplan dos cuestiones esenciales:
-La extensión de la obligación: Comprende la cosa principal y sus accesorios. Se mantiene el principio de la
accesoriedad, consagrado —en materia de cosas— en los artículos 229 y 230 del Código
-El deber de conservación de la cosa: Consagrado de manera genérica, en principio a costo y cargo del deudor.

d. Prestación como actividad más cosas – ART. 774 “Prestación de un servicio. La prestación de un servicio
puede consistir:
a) en realizar cierta actividad, con la diligencia apropiada, independientemente de su éxito. Las cláusulas
que comprometen a los buenos oficios, o a aplicar los mejores esfuerzos están comprendidas en este inciso;
b) en procurar al acreedor cierto resultado concreto, con independencia de su eficacia;
c) en procurar al acreedor el resultado eficaz prometido. La cláusula llave en mano o producto en mano está
comprendida en este inciso.
Si el resultado de la actividad del deudor consiste en una cosa, para su entrega se aplican las reglas de las
obligaciones de dar cosas ciertas para constituir derechos reales.”
Se distinguen claramente dos modalidades de la prestación de hacer, cuya diversa naturaleza motiva una
regulación diferenciada: la prestación de un servicio y la ejecución de un hecho. En el plano contractual, ello
se refleja en dos tipos diferenciados: el contrato de servicios y el contrato de obra. Los conceptos se trasladan
a esta parte general de las obligaciones de hacer. El servicio es una actividad intangible, y desde el punto de
vista del receptor se agota con el consumo inicial y desaparece, no se traduce en una cosa, si bien
eventualmente puede haberlas, pero éstas son sólo instrumentales y accesorias. En cambio la obra es resultado
reproducible de la actividad y susceptible de entrega, en donde se combinan actividad y su producido, tan
importante como la primera. En los servicios la responsabilidad puede ser subjetiva u objetiva, según los
alcances de la obligación del deudor. En las obras (o "hechos"), sólo objetiva. Si de la actividad del deudor se
produce una cosa, las cuestiones atinentes a su entrega y régimen jurídico se rigen por las reglas de las
obligaciones de dar, con el fin de constituir derechos reales.

e. Prestación como bien debido - La prestación es una conducta debida por el deudor, que puede consistir en:
Obligación de DAR  Entregar una cosa o trasmitir o poner a disposición bienes que no son cosas
Obligación de HACER  La prestación de un servicio, o la realización de un hecho
Obligación de NO HACER  Y la abstención del deudor de una conducta permitida o tolerar una actividad
ajena

Requisitos de la prestación (Artículo 725)


a. POSIBILIDAD “Debe ser material y jurídicamente posibles”  Deben ser de existencia posible. Hay dos
clases de imposibilidad, una física y otra jurídica. La física o material se refiere a un comportamiento u
objeto que no puede realizarse materialmente, por ej. Tocar el cielo con las manos. La imposibilidad jurídica
es un impedimento impuesto por el ordenamiento jurídico, que puede ser entendido más bien como ilicitud.
Dicha imposibilidad debe ser absoluta, es decir, de imposible realización para cualquier persona; no hay
imposibilidad cuando sólo el deudor no puede cumplirla.
Además debe ser originaria, es decir, existir al momento en que la obligación nace. Si la imposibilidad
sobreviene luego de la formación de la obligación, ésta sí existió, sólo su cumplimiento se volvió imposible.

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Esa imposibilidad desembocaría en la extinción de la obligación o en la indemnización del acreedor (según si


el deudor haya obrado con culpa o no)

b. LICITUD “Debe ser… lícita” Esto es que su tráfico debe estar permitido por el ordenamiento jurídico, es
decir, debe guardar adecuación con la ley. Si no existiera, se produce la nulidad de la obligación.
No pueden constituirse en objeto de una obligación: Las cosas que están fuera del comercio; las cosas sobre
las cuales pesa una prohibición legal que impide que integren determinada obligación.
No pueden constituirse como prestaciones de una obligación: Las acciones prohibidas o reprimidas como
delitos; las acciones contrarias a la moral y a las buenas costumbres; las acciones que impliquen una
limitación o restricción indebida de la libertad del obligado.
La innovación de la ilicitud de la conducta debe ser realizada por el deudor y corre a su cargo la prueba.

c. DETERMINACIÓN “Debe ser… determinada o determinable” Se refiere a la individualización originaria o


posterior al nacimiento de la obligación: la prestación debe estar determinada al momento del nacimiento de la
obligación, o poder ser determinada en un momento posterior, antes del plazo fijado para el cumplimiento. Es
determinada cuando desde el comienzo se la conoce; y es determinable cuando al inicio sólo se conocen los
mecanismos legales o convencionales que permiten su individualización posterior.

d. PATRIMONIALIDAD DE LA PRESTACIÓN E INTERÉS DEL ACREEDOR “Debe ser… susceptible de


valoración económica y debe corresponder a un interés patrimonial o extrapatrimonial del acreedor” La
patrimonialidad, es decir, que sea susceptible de valuación dineraria, sólo es requerida para la prestación y,
especialmente, para el objeto, pero no para el interés.

ANTECEDENTES Y EVOLUCIÓN
- Opinión de Savigny: Toda obligación debe tener un objeto y una obligación que necesariamente puede
traducirse en una suma de dinero, de modo contrario el acreedor se verá frustrado si el deudor no cumple con
su prestación, porque ¿Cómo estimar el valor de su condena? Se fundamenta en las Institutas de Gayo, según
la cual, en el marco del procedimiento romano, el demandante debía estimar pecuniariamente cuánto dinero le
costaría la condena al demandado, aunque el objeto debido fuera un objeto corporal, un esclavo, etc.
- Opinión de Ihering: Se opone a Savigny porque dice que esto convertiría al derecho a un amparo de los
intereses del bolsillo, sin tener en cuenta la importancia de otros intereses como espirituales. Por lo que aún a
falta de contenido económico estricto, la obligación es válida, en tanto el derecho debe proteger todos los
intereses del acreedor, aun los que no tuvieran patrimonialidad.
- Opinión posterior Windscheid –Scialoja: Distinción de conceptos  La prestación sería la conducta, por
ejemplo, esculpir. El objeto sería la cosa, por ejemplo, un monumento. Y se añade el interés, que sería, honrar
a los muertos. Así se concilian ambas posturas. Tanto la prestación como el objeto deben poder traducirse en
una cantidad dineraria, pero el interés, puede o no ser de carácter patrimonial. Así el ordenamiento jurídico
ampara cualquier interés que tenga el acreedor y esto se expone claramente en el art. 725 citado.
(“…susceptible de valoración económica y debe corresponder a un interés patrimonial o extrapatrimonial del
acreedor”)
• La patrimonialidad del interés: el que puede no existir
• Valoración económica en el objeto y en la prestación: que siempre debe presentarse

Patrimonialidad e interés en las obligaciones nacidas de hechos ilícitos


En el campo extracontractual también es posible distinguir interés y prestación. Los intereses que la indemnización
tiende a satisfacer no siempre son económicos, como ocurre en los delitos de violación, injurias, calumnias, etc. A
intereses no patrimoniales también le corresponde una prestación pecuniaria.

4. LA CAUSA FUENTE
Concepto: Es el hecho capaz de generar obligaciones, y esa virtualidad para crear la obligación es reconocida por el
ordenamiento jurídico, esto no se debe confundir y pensar que la fuente es la norma. La norma cumple la función de
juridizar el vínculo ya creado por el hecho.
Entonces toda obligación deriva de uno o de varios hechos que tienen virtualidad suficiente para dar nacimiento a un
vínculo considerado obligatorio por el ordenamiento. El hecho generador como sabemos pueden ser hechos jurídicos
(art. 257), simples actos lícitos (art. 258) o actos jurídicos (art. 259)

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Caracter esencial: Constituye otro de los elementos esenciales de la obligación. Regulado en el art. 499 del CCV y el
726 del CCyC. “No hay obligación sin causa, es decir, sin que derive de algún hecho idóneo para producirla, de
conformidad con el ordenamiento jurídico” Expresa la indispensable necesidad de una causa que lo justifique. Se trata
de destacar la importancia de la delimitación de un suceso de la vida cuando de él depende el nacimiento de un
vínculo jurídico obligatorio. (por ej. la muerte, si es homicidio, su autor está obligado a indemnizar; distinto sería si
fue suicidio) Se debe determinar bien el hecho y sus circunstancias, porque de ello depende no sólo la existencia de la
obligación sino la responsabilidad del obligado.

Prueba de existencia de la obligación: La teoría del hecho-fuente está estrechamente vinculado con la teoría de las
pruebas, porque según la regla onus probandi, quien afirma la existencia de un hecho debe probarlo.

Existencia de la obligación y presunción de causa:


Artículo 727  “Prueba de la existencia de la obligación. Presunción de fuente legítima. La existencia de la
obligación no se presume. La interpretación respecto de la existencia y extensión de la obligación es restrictiva.
Probada la obligación, se presume que nace de fuente legítima mientras no se acredite lo contrario.” De lo que
inferimos:

◊ La existencia de la obligación no se presume: se debe probar la existencia de la obligación, y tal tarea recae
en quien la obligación beneficia, por lo que la carga de la prueba, incumbe al acreedor.

◊ Interpretación restrictiva: se adopta un criterio restrictivo por la existencia del vínculo y de sus efectos
jurídicos. En caso de duda, se aplica el principio de favor debitoris, es decir, a favor del deudor; tanto en la
existencia misma de la obligación como en su extensión.
(Cód. Comentado: El código determina que ya no se trata de un favor debitoris, sino de un favor debilis,
ajustando el principio a las nuevas demandas que presenta la sociedad.
Ante una relación en la cual existan dudas sobre la existencia de deberes de conducta con contenido
patrimonial, de una persona a favor de otra, debe interpretarse como que no existe obligación.
Probada la existencia de una obligación, si existen dudas sobre la extensión de los deberes del deudor o de los
derechos del acreedor, debe estarse siempre por la interpretación más favorable al deudor, esto es, a favor de
su liberación)

◊ Presunción de la existencia de una causa legítima: probada la existencia de la obligación, se presume la


existencia de una causa válida. Se admite prueba en contrario, es decir, de probar la ilegitimidad y por lo tanto
invalidez, de la causa fuente. Dicha prueba incumbe al deudor.

RECONOCIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES


ART. 733 “Reconocimiento de la obligación. El reconocimiento consiste en una manifestación de voluntad, expresa o
tácita, por la que el deudor admite estar obligado al cumplimiento de una prestación.”

La cuestión en nuestro derecho: La palabra “reconocimiento” se usa en dos sentidos:


1. como sinónimo de confesión
2. o como sinónimo de título o fuente.
El Código civil de Vélez reconocía solo como sinónimo de confesión y un medio apto para interrumpir la
prescripción.

Derecho comparado: El reconocimiento confesión es admitido por varias legislaciones, el reconocimiento título, en
cambio, solo es admitido por algunas, como Suiza y Alemania.

Concepto: Es el acto desplegado por el deudor que permite admitir la existencia de un vínculo obligatorio respecto del
acreedor.

Importancia práctica: Es que constituye la prueba de la existencia de la obligación (suple la ausencia de otra prueba)
y además, interrumpe el curso de la prescripción (comienza a correr un nuevo plazo desde el momento del
reconocimiento) Es siempre un acto jurídico unilateral, ya que para su eficacia basta con la voluntad del otorgante;
quien reconoce o acepta que existe una causa concreta de deber.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Comentario de Lorenzetti  La admisión por parte del deudor de encontrarse obligado tiene importantes
consecuencias prácticas, pues suple la carencia de pruebas por parte del acreedor, que es su principal efecto, mas
también tiene efectos sobre el curso de la prescripción liberatoria, el que se interrumpe desde el acto de
reconocimiento. El reconocimiento en principio tiene efectos declarativos, no constituyendo un título nuevo, ni
produce cambios en la obligación originaria (art. 735), sin perjuicio de que las partes puedan otorgarle el carácter de
promesa autónoma (art. 734).

Naturaleza: El reconocimiento es siempre un acto jurídico, aunque se diga que es un acto lícito o una declaración. Es
un acto jurídico cuando se expresa por medio de una declaración de voluntad, porque persigue una finalidad jurídica
inmediata: la modificación de la relación jurídica existente entre las partes. No deja de ser un acto, aunque la voluntad
del agente se manifieste tácitamente.

Caracteres:
1. es un acto unilateral
2. irrevocable
3. declarativo (no constitutivo)
4. gratuito u oneroso

Requisitos: El artículo 719 del código derogado determinaba que "El acto del reconocimiento de las obligaciones
está sujeto a todas las condiciones y formalidades de los actos jurídicos". En su aplicación se dijo que la declaración
de voluntad que contiene un reconocimiento, además de establecer la obligación reconocida, debe reunir ciertos
requisitos:
a) debe ser un acto voluntario;
b) la voluntad no debe estar viciada; (La voluntad puede ser expresa o tácita)
c) la persona que otorga el reconocimiento debe ser capaz.
El Código no reproduce esta disposición, pero los requisitos subsisten. Toda manifestación de voluntad, para producir
efectos, debe emanar de persona capaz, y ser realizada sin vicios que obsten su validez.

Comparación con otras figuras:

1. Novación: La novación extingue la obligación anterior y hace nacer una nueva. En el reconocimiento no hay
extinción, ya que el deudor se limita a aceptar que está obligado, pero siempre con referencia a una obligación
preexistente.
2. Renuncia: El deudor que reconoce la obligación, está renunciando al beneficio que supone para él, la posible
prescripción liberatoria de la deuda. Sin embargo cuando se renuncia a los beneficios de la prescripción, la
voluntad del renunciante se dirige directamente a producir ese efecto; en el reconocimiento, en cambio, la
voluntad del sujeto se dirige a admitir que está obligado. Por otro lado, la renuncia es revocable mientras no
sea aceptada, por el contrario el reconociendo es irrevocable.
3. Confirmación: Esta tiene la finalidad de purgar los vicios de los que adolece un acto para evitar su nulidad,
mientras que el reconocimiento busca admitir que la obligación existe, no purgarla de vicios.
4. Transacción: La transacción es un acto bilateral, mientas que el reconocimiento es un acto unilateral.

Forma: El artículo 720 del CCV, expresaba que podía ser hecho por actos entre vivos o disposición de última
voluntad, por instrumentos públicos o privados, en forma expresa o tácita. En el CCyC establece que el
reconocimiento puede ser hecho en forma expresa o tácita, pero no determina de manera precisa cuales son las formas
en que puede ser hecho; eso permite considerar acto de reconocimiento a cualquier declaración de voluntad del
deudor.
a. Expresa: manifestación explicita
b. Tácita: por actos de los que se infiere ese reconocimiento (por ej. pago parcial)

Efectos del reconocimiento: El efecto esencial del acto de reconocimiento consiste en configurar un medio de prueba
para el acreedor. Además interrumpe el plazo de prescripción que estuviere corriendo, también se ha otorgado al
reconocimiento el carácter de renuncia de la prescripción cumplida.

ART. 734 “Reconocimiento y promesa autónoma. El reconocimiento puede referirse a un título o causa anterior;
también puede constituir una promesa autónoma de deuda”

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ART. 735 “Reconocimiento causal. Si el acto del reconocimiento agrava la prestación original, o la modifica en
perjuicio del deudor, debe estarse al título originario, si no hay una nueva y lícita causa de deber.”

Reconocimiento y promesa autónoma Se pueden distinguir dos modos de regular el reconocimiento. Uno y
otro se regulan de manera diferente:

-Como mera confesión de una obligación anterior:


Si el reconocimiento tiene como antecedente otra obligación (que es la reconocida), se trata de una confesión como
medio de prueba y el título de reconocimiento debe expresar la causa, la importancia y la época de la obligación (los
elementos de la obligación) El reconocimiento causal no puede agravar la situación del deudor; si así lo hiciere debe
estarse a la obligación original. Queda a salvo el reconocimiento que constituyera una nueva obligación, aunque se
refiera de alguna manera a la original (art. 735)

-Como título autónomo, generador de derechos nuevos:


Es la novedad que incorpora el CCyC. Constituye un nuevo título de la obligación. El reconocimiento como causa o
título de una nueva obligación no requiere, obviamente, las referencias a otra obligación que la precede. Se trata, como
lo expresa el artículo 734, de una promesa autónoma de deuda. Así, el deudor puede otorgarle un carácter diferente y
desvincularlo de cualquier obligación anterior, constituyendo una causa nueva y autónoma, con poder jurígeno
(jurídico) originario. El Código reconoce a la declaración unilateral de voluntad como fuente de obligaciones.

Reconocimiento causal: diferencia entre el título anterior y el nuevo

Reconocimiento causal – título anterior Reconocimiento autónomo – título nuevo


Es el referido de una obligación preexistente Constituye un nuevo título de la obligación
Debe remitir a los elementos de la obligación que le sirve No requiere referencia alguna respecto de la obligación
de antecedente, expresando la causa, importancia y época que la precede
de la obligación
No puede agravar la situación del deudor, en caso La promesa autónoma de deuda tiene relación con la
contrario, debe estarse al título originario declaración unilateral de voluntad.

Forma: El reconocimiento puede ser hecho en forma expresa o tácita, pero no determina de manera precisa cuales son
las formas en que puede ser hecho; eso permite considerar acto de reconocimiento a cualquier declaración de voluntad
del deudor.

Efecto del reconocimiento: El efecto esencial del acto de reconocimiento consiste en configurar un medio de prueba
para el acreedor (reconocimiento causal). Además interrumpe el plazo de prescripción que estuviere corriendo,
también se ha otorgado al reconocimiento el carácter de renuncia de la prescripción cumplida. El reconocimiento
autónomo de la obligación constituye la causa de la obligación, haciéndola nacer con todos los efectos propios de esta
relación.

5. CAUSA FIN
Como dijimos, no constituye como elemento esencial de la obligación. Se trata de un ingrediente psicológico
que puede ser localizado en los actos jurídicos, contractuales o no. Más bien se encuentra en la voluntad de
sus creadores y mediante el cual se descubre la finalidad que éstos persiguen. Ekl hecho de que algunas
obligaciones de fuente contractual sean asumidas con el propósito de alcanzar un fin específico, no significa
que ese fin integre el derecho de crédito.
Puede ser clasificada desde dos perspectivas:
- Objetiva: un fin abstracto o inmediato. Es idéntico e invariable en todos los actos de la misma especie. Por
ejemplo, si yo decido poner en alquiler mi propiedad, la causa fin objetiva sería la renta que obtengo de ello.
- Subjetiva: un fin concreto o mediato. Depende de los motivos particulares de los sujetos. Son plurales,
distintos y variables. Por ejemplo, si yo decido poner en alquiler mi propiedad, puede ser que de esa renta que
obtengo (que es la causa fin objetiva), busco irme de viaje y éste será la causa fin subjetiva.
Wayar dice que es un elemento esencial pero del acto voluntario. Toma relevancia en el estudio de la t.
general de los actos jurídicos y del contrato. Por ejemplo, si las circunstancias en las que me obligue con un
contrato, cambian, y mi causa fin subjetiva/concreto/mediato no puede realizarse, ¿puedo o no rescindir el
contrato?
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6. COMPULSIÓN
La compulsión es uno de los atributos del poder que ostenta el acreedor, resultado del vínculo que crea la
relación de obligación entre acreedor y deudor. En virtud de tal vínculo es que el acreedor puede ejercer sobre
el deudor cierta “compulsión”, pero sólo en los casos en que la obligación NO sigue su curso normal y NO se
cumple voluntaria y espontáneamente. En caso que siga su curso normal, no se la requiere, y por ello no es un
elemento esencial.

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Bolilla 3.
1- CLASIFICACION DE LAS FUENTES:
Clasificación clásica o histórica
El derecho primitivo solo conocía dos grandes categorías de fuentes: el contrato y el delito. Con el avance de la
civilización jurídica se comprobó que otros hechos también creaban obligaciones; Gayo agrupo esta tercera categoría bajo
la denominación “otras varias causas”. Más tarde esta clasificación fue subdividida en dos grupos cuasicontratos y
cuasidelitos. En la época de los glosadores se añadió la ley. Quedó así conformada la división clásica que distingue cinco
fuentes: el contrato, el cuasicontrato, el delito, el cuasidelito y la ley. No obstante a esta división se le ha objetado lo
siguiente:

Crítica
a) Es incompleta: porque deja afuera una serie de hechos que no están comprendidos en sus categorías, por ej. el
enriquecimiento sin causa y la declaración unilateral de la voluntad. Por otro lado se considera que esta crítica es
injusta porque si la ley es fuente debe reconocérsele su valor residual, es decir los hechos no comprendidos en las otras
categorías de todos modos serán fuentes si la ley le reconoce fuerza vinculante.
b) Subdivide los hechos ilícitos: los delitos y cuasidelitos son dos especies de un mismo género (los hechos ilícitos). De
allí el error de nominarlos como fuentes autónomas y distintas, cuando en realidad es suficiente la indicación del
género.
c) Incluye el cuasicontrato: el cuasicontrato es un nombre vacío de contenido, no hay una figura que corresponda a lo
que con esa palabra se quiere designar. Se lo ha definido como el acto ilícito al cual la ley le asigna los mismos efectos
que el contrato, pese a que no media acuerdo de voluntades. Su aparición es explicable solo por el afán de reunir bajo
una denominación figuras que no eran contratos. Pero que no era suficiente para agruparlas bajo un mismo nombre ya
que entre ellas habían diferencias que impedían toda asimilación.
Fuentes en particular
a) El contrato: es un acto jurídico bilateral de contenido patrimonial; puede concertárselo para crear, modificar, trasmitir
o extinguir obligaciones. No obstante cabe aclarar que solo son fuentes los contratos que crean obligaciones
(compraventa, la permuta la locación etc). De ahí la impropiedad de afirmar que “el contrato” es fuente de
obligaciones ya que solo una especie de ese género merece esa calificación y son los contratos creditorios.
b) El delito: está comprendido dentro del género de los actos ilícitos y se caracterizan por el hecho de que se lo ejecuta a
sabiendas y con intención de dañar la persona o los derechos de otros. Es la intencionalidad del daño lo que tífica el
delito civil, de él nace la obligación de reparar el perjuicio material y moral que se causare.
c) El cuasidelito: es otra especie de acto ilícito, que se caracteriza porque se lo ejecuta sin intención, pero con culpa o
negligencia. Obliga a la reparación del daño que con él se cause a otra persona. Se diferencia del delito por la ausencia
de intencionalidad ya que aquí el daño es el resultado de un obrar negligente.
d) Hechos que provocan daños sin culpa del autor: además del delito y cuasidelito que hacen nacer la obligación de
indemnizar por los daños causados ya sea por dolo o culpa; existen otros hechos que también generan esta obligación.
Aunque sus autores no se les pueda imputar dolo o culpa el orden jurídico le atribuye responsabilidad objetiva porque
con su accionar causo un daño. Por ejemplo los daños causados por cosas riesgosas o viciosas cuyo propietario deberá
indemnizar a pesar de que no actuó con culpabilidad.
e) La declaración unilateral de voluntad: surge la siguiente cuestión, cuando una persona declara unilateralmente que
se obliga a tal cosa ¿queda obligada por su sola declaración o es necesaria la aceptación de la otra parte para constituir
la obligación? Se dieron dos opiniones. Para unos la voluntad unilateral no es fuente autónoma, porque antes de la
aceptación el acreedor no existe y sin él no puede haber obligación, después de la aceptación lo que se configura es un
contrato, por lo tanto la declaración unilateral es un tramo hacia el contrato.
Otros consideran que si es una fuente, por ej en el ámbito del derecho civil nace una obligación en el momento
que alguien ofrece una recompensa por el hallazgo de una cosa extraviada.
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f) El enriquecimiento sin causa: sucede cuando se produce el desplazamiento de un bien desde el patrimonio de
una persona hacia el patrimonio de otra, sin una causa que lo justifique. Cuando se habla de desplazamiento no se
refiere solo a la traslación material de la cosa sino al simple hecho de que el patrimonio de uno se vea favorecido
mientras el otro se vea empobrecido o signifique una pérdida para la persona. Cuando esto sucede nace la obligación, a
cargo de la persona a cuyo patrimonio ingreso el bien, de restituirlo al patrimonio desde el cual se desplazó. De ahí que
el desplazamiento incausado es una fuente de obligación.
g) La gestión de negocios: se produce cuando persona, voluntaria o espontáneamente, se encarga, sin estar obligada, de un
negocio que directa o indirectamente se refiere al patrimonio de otra. El hecho de intervenir en un negocio ajeno
constituye una fuente de importante obligaciones, que tienen por sujetos pasivos tanto al gestor como al dueño del
negocio. El hecho generador de obligaciones en la actuación unilateral del gestor. No debe asimilarse a la gestión como
cuasicontrato. Si bien se asemeja al mandato no lo es, sino que es un instituto autónomo con utilidad propia.
h) Los propios actos: la regla según la cual está prohibido “venir contra el acto propio” significa que cuando los actos de
una persona suscitan en otra una fundada confianza en la realización de cierta conducta futura; la primera no debe defraudar
esa confianza y es inadmisible toda actuación incompatible con lo esperado por la segunda. El acto propio constituye una
obligación para el mismo sujeto cuya prestación consiste en no contradecir la propia conducta. El fundamento de esta
obligación se radica en el principio de buena fe.
i) Otros hechos reglamentados por la ley: cuando se afirma que la ley es fuente de obligaciones significa que ningún
hecho puede generar un vínculo obligatorio sin una norma legal que le reconozca dicho vínculo. Se puede concluir que la
ley es fuente mediata de las obligaciones, pero la fuente inmediata de la cual derivan es siempre un hecho jurídico. A la
ley se le debe equiparar la sentencia judicial ya que es una norma jurídica creada por el juez con esencia y contenido
distinto de la ley y que genera vínculos obligatorios.
j) Supuestos controvertidos: no se deben considerar como fuentes autónomas ni las relaciones contractuales de hecho, la
equidad ni el abuso del derecho.
Critica a esta clasificación y método del ccyc. (falta)

2- GESTIÓN DE NEGOCIOS: DEFINICIÓN LEGAL.


Art. 1781. “Hay gestión de negocios cuando una persona asume oficiosamente la gestión de un negocio ajeno
por un motivo razonable, sin intención de hacer una liberalidad y sin estar autorizada ni obligada, convencional
o legalmente.
Análisis del Art. 1781.
En el cc redactado por Vélez Sarsfield se legislaba a esta figura entre las normas que regulaban las obligaciones nacidas
de los contratos. Esta ubicación en aquel código generaba una discusión en la doctrina respecto de su naturaleza jurídica.
El ccyc regula el instituto como una fuente autónoma de obligaciones y lo hace con una redacción simple y más
comprensible que el régimen anterior.
La regla general es que nadie debe entrometerse en la esfera jurídica ajena, aunque aparece una excepción que es la
gestión de negocios ajenos. Son aquellos casos en los que una persona humana (llamada “gestor”) asume
espontáneamente y de manera diligente un negocio referido al patrimonio que pertenece a otro (el dueño del negocio o
gestionado), quien se halla ausente (no tiene conocimiento) o imposibilitado de hacerse cargo o de oponerse. El gestor
actúa en el interés exclusivo del dueño del negocio, y debe cumplir con ciertos requisitos para que proceda la
configuración de este instituto, que son:
a) debe mediar un motivo razonable;
b) no debe haber intención de hacer una liberalidad; y
c) la persona que asume el negocio no debe estar autorizada ni obligada, sea por convención o por imposición legal

La gestión de negocios ajenos puede dividirse en tres etapas: el comienzo, la continuación y la conclusión. Solo en la
primera etapa el gestor actúa de manera espontánea, y en interés del gestionado. En la siguiente fase existe un deber jurídico
de continuar la gestión de manera diligente y según la conveniencia e intención del dueño del negocio. En el último estadio
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se ubica la finalización de la gestión que puede suceder por conclusión del negocio o porque el gestionado asume por sí el
negocio o, en algunos casos, porque se opone a la actuación del gestor
Requisitos.
Ahora, para que la actividad desplegada para otro pueda encuadrar bajo la figura de la gestión de negocios deben
presentarse los siguientes requisitos.

a) Que una persona asuma la gestión de un negocio ajeno. Para cumplir con esta exigencia no debe haber
conocimiento del gestionado de la actuación del gestor, o aquel debe estar con una imposibilidad de asumir ese
negocio, u oponerse. En este último supuesto, debe tratarse de una imposibilidad de oposición, ya que si guarda
silencio, es decir, no se opone pudiendo hacerlo, se configura un mandato tácito, por la tanto, el gestor actúa en interés
y por cuenta del dueño del negocio.
b) Debe ser realizada oficiosamente: esto significa que una persona asume la realización de un negocio que no le es
propio, voluntariamente, de forma espontánea y con intención de proteger un patrimonio que pertenece a otra persona,
sin tener representación alguna y por un acto unilateral.
c) Ausencia de una liberalidad (cualidad de una persona que ayuda o da sin esperar nada a cambio): con la gestión se
intenta beneficiar al dueño del negocio, por el motivo que sea, sin que eso signifique actuar por gratitud u obtener un
lucro a través del gestionado; sino todo lo contrario, el gestor actúa con la intención de obligar al dueño del negocio a
que se le rembolsen los gastos más los intereses desde la fecha en que fueron hechos.
d) Falta de autorización, mandato o representación legal: si la persona que realiza el negocio estaba autorizada por
medio de una convención con el dueño de aquel, lo que existe entre las partes es un mandato y no una gestión de
negocios ajenos. Lo mismo sucede si es la ley la que impone que la persona que realiza el negocio deba hacerlo en
determinados casos, pues en esos supuestos no existen los restantes requisitos a los que se hizo referencia con
anterioridad. En síntesis, no debe existir una relación jurídica prexistente entre el gestor y el dueño del negocio, ni
tratarse de una gestión en cumplimiento de una obligación legal.
e) Motivación razonable: Quien lleve a cabo la gestión debe tener una justificación para comenzar un negocio ajeno, de
lo contrario estaría vedada su intromisión por la prohibición de injerencia en los negocios ajenos. Es decir, el motivo
razonable al que se hace referencia es lo que le da licitud a la actuación del gestor. Ese motivo puede ser un acto
espontáneo, de amistad, de humanidad, etc. Se tiende a evitar, con la razonabilidad, que el gestor haga una invasión en
la esfera privada del gestionado, lo que sería una intromisión ilícita. Es por ese motivo que su actuación deberá ser en
interés del dueño del negocio
Obligaciones que nacen de la gestión.
Obligaciones del gestor: de esperar y avisar; actuar en interés del dueño; de continuar la gestión; de informar y
rendir cuentas.
“El gestor está obligado a:
a)Avisar sin demora al dueño del negocio que asumió la gestión, y aguardar su respuesta, siempre que esperarla no
resulte perjudicial: este inciso establece que el gestor tiene que comunicar al gestionado lo antes posible que lleva a cabo
un negocio que le pertenece, para que este resuelva que quiere hacer al respecto. El gestor debe esperar instrucciones del
dueño del negocio y está obligado a abstenerse de continuar con su actividad hasta que el gestionado indique cómo seguir.
Todo eso es siempre y cuando la espera no traiga aparejado un perjuicio para el dueño del negocio.
La importancia de dar aviso sin demora al dueño del negocio radica en que se debe poner a este en la posibilidad de hacerse
cargo de su negocio por sí mismo y, asimismo, actúa como un límite a las decisiones que tome el gestor en su actuación
b) Actuar conforme a la conveniencia y a la intención, real o presunta, del dueño del negocio: este inciso se refiere a que
el gestor debe actuar como lo hubiese hecho el dueño del negocio y según el interés y conveniencia de este último. Por lo
tanto, deberá analizarse la conducta del gestor in abstracto y compararla con lo que hubiese hecho el verdadero dueño del
negocio. Por eso se refiere a “real” o a “presunta”, porque a veces el gestor no conoce al gestionado o no sabe qué haría en
el caso concreto.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

c) Continuar la gestión hasta que el dueño del negocio tenga posibilidad de asumirla por si mismo o, en su caso, hasta
concluirla: se exige que el gestor continúe el negocio a fin de que no se produzcan perjuicios en el patrimonio del dueño
del negocio. Esta obligación que se impone al gestor está íntimamente vinculada con la diligencia que debe tener en el
negocio, ya que abandonarlo hará responsable al gestor por los daños y perjuicios que provoque al dueño del negocio.
La norma nos dice solo puede finalizar su actuación antes de la culminación del negocio en dos supuestos:
 cuando el gestionado ratifica la gestión y asume sus negocios, lo que incluye las obligaciones contraídas por el
gestor;
 cuando el gestionado prohíba la continuación del gestor.
De lo contrario, si no sucede ninguno de los casos mencionados, el gestor deberá culminar el negocio
d) Proporcionar al dueño del negocio información adecuada respecto de la gestión: establece que el gestor tiene el deber
de brindar una información veraz al dueño del negocio. Esto es consecuencia del principio de buena fe. La información se
refiere a los actos llevados a cabo por el gestor, cuáles se encuentran concluidos o pendientes, y cuál fue el objetivo que
tuvo en cuenta con cada uno de esos actos, a fin de que el gestionado tome una decisión sobre cómo continuar el negocio
en caso de que aún no se haya terminado.
Si la gestión ya estuviese concluida, la información adecuada deberá estar reflejada en la rendición de cuentas que tiene que
realizar el gestor
e) Una vez concluida la gestión, rendir cuentas al dueño del negocio: El principal objetivo de la rendición de cuentas es
que el dueño del negocio tenga un acabado conocimiento de los actos cumplidos, como fueron conducidas las diferentes
tareas y, además, para saber si lo que recibió de aquella gestión es lo debido por el gestor.
La rendición consiste en mostrar la documentación que respalda las cuentas que presente el gestor al dueño del negocio y,
una vez aprobadas, concluirá definitivamente su actuación. Cabe aclarar que no basta con presentar las cuentas al dueño
del negocio para dar por concluida su gestión, sino que debe esperar su aprobación, sea aquella privada o judicial.
En el caso de que el gestor no presente la rendición de cuenta, el dueño del negocio podrá exigirla judicialmente

Responsabilidad por culpa.


Art. 1786: “El gestor es responsable ante el dueño del negocio por el daño que le haya causado por su culpa. Su
diligencia se aprecia con referencia concreta a su actuación en los asuntos propios; son pautas a considerar, entre
otras, si se trata de una gestión urgente, si procura librar al dueño al negocio de un perjuicio, y si actúa por motivos de
amistad o de afección.”
El gestor deberá actuar con la mayor diligencia posible, ya que responde por el daño que le haya causado al dueño del
negocio como consecuencia de su culpa. Por lo tanto, el factor de atribución de responsabilidad en la gestión de negocios
ajenos es la culpa.
Para considerar si hubo culpa del gestor, deberá analizarse la diligencia que aquel tiene en sus propios asuntos. Se
evaluará su actuación no solo respecto del negocio principal, sino que también se incluyen aquellos negocios accesorios
que debe concretar para conseguir el primero.
Por consiguiente, la persona que asume la gestión de un negocio que pertenece a otro debe emplear la máxima diligencia
en su ejercicio, salvo supuestos de excepción en donde la exigencia se relativiza, es decir, es menor, ya que se trató de un
caso de urgencia, de amistad, o de afección, o de un perjuicio al patrimonio del gestionado
Responsabilidad del gestor por caso fortuito.
Art. 1787: “El gestor es responsable ante el dueño del negocio, aun por el daño que resulte de caso fortuito, excepto en
cuanto la gestión le haya sido útil a aquél:
a) Si actúa contra su voluntad expresa;
b) Si emprende actividades arriesgadas, ajenas a las habituales del dueño del negocio;
c) Si pospone el interés del dueño del negocio frente al suyo;
d) Si no tiene las aptitudes necesarias para el negocio, o su intervención impide la de otra persona más
idónea.”
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Cuando en el transcurso de la gestión el dueño del negocio sufre algún daño por caso fortuito, no hay responsabilidad del
gestor, salvo los supuestos enumerados en este artículo, en cuyo caso el gestor deberá responder, a no ser que demuestre
que la gestión ha sido útil al gestionado.
En este artículo la expresión “útil” está empleada en función del dueño del negocio y, por lo tanto, en la utilidad o
aprovechamiento que el gestionado logró de la gestión.
Supuestos en los que el gestor responde por caso fortuito si no demuestra que la gestión fue útil para el
gestionado
El INC. A se refiere a la actuación que lleva adelante el gestor cuando el dueño del negocio expresamente le prohibió que
realizase tal actividad. Al actuar contra la voluntad del gestionado, se produciría una injerencia en la esfera privada de
aquel y, de este modo, la gestión sería ilícita. o bien, se puede interpretar que la persona que actúa de esta manera, es
decir, en contra de la voluntad del dueño del negocio, lo hace con intención de hacer una liberalidad.
De allí que el gestor no tenga derecho a reclamar suma alguna desembolsada después de la negativa del dueño del
negocio y, además, que deba responder por los daños generados a este último por el caso fortuito, salvo que demuestre
que hubo un beneficio del gestionado a raíz de su actuación.
El INC B.es cuando el gestor encara una gestión de manera imprudente, al hacer operaciones arriesgadas y peligrosas que
el dueño del negocio no hubiese emprendido, y con ella se genera daños al gestionado, los que deberán ser resarcidos. Por
más que luego el gestor demuestre que en esa maniobra arriesgada y peligrosa prestó la mayor diligencia posible, deberá
igualmente responder. En estos casos, el gestor del negocio ajeno también responderá por las consecuencias que no son
previsibles, es decir, por caso fortuito, a no ser que esas operaciones representaron algún provecho para el gestionado.
Ahora, si el dueño del negocio acostumbraba a realizar este tipo de actividades (arriesgadas o ajenas a las habituales), la
gestión se considerará útil con las consecuencias que esto significa.
INC. C hay que señalar que aquí se desnaturaliza el instituto, pues el gestor deja de actuar en interés del dueño del
negocio para hacerlo en el suyo propio. Esta conducta es claramente indebida y, por lo tanto, el gestor responderá por los
daños ocasionados al gestionado, por su culpa. No puede invocar el caso fortuito para liberarse, a no ser que su actividad
haya sido útil para el dueño del negocio.
INC. D, es evidente que llevar adelante un negocio cuando no se tiene la idoneidad para hacerlo es un obrar culposo,.
Por ese motivo, si el gestor no es competente para llevar adelante el negocio deberá abstenerse de hacerlo, ya que corre el
riesgo no solo de responder por los perjuicios que genere al gestionado, sino también por caso fortuito.
Por lo dicho, queda claro que si el gestionado obtuvo algún beneficio por la gestión, también quedará liberado el gestor.

Responsabilidad solidaria.
Art. 1788: “Son solidariamente responsables:
a) los gestores que asumen conjuntamente el negocio ajeno;
b) los varios dueños del negocio, frente al gestor.
El ccyc dispone la solidaridad de la responsabilidad de los distintos gestores que asumen conjuntamente el negocio ajeno.
Es decir, el gestor responde por su actuación y por la de aquellas personas que haya escogido para continuar con la
gestión.
Por lo tanto, todos los gestores que hayan actuado en el negocio serán solidariamente responsables tanto frente a
terceros como ante el dueño del negocio. Esto quiere decir que el perjudicado por la actuación de cualquiera de los
gestores podrá ir contra uno o contra todos ellos para satisfacer sus derechos. Una vez satisfecho el acreedor, el gestor que
hubiese respondido tendrá una acción de repetición contra el o los gestores que considere pertinente.
El fundamento de la solidaridad radica en que la actividad que emprendieron todos los gestores que actuaron en la
gestión de negocios ajenos es un acto ilícito pero que se encuentra justificado. Por lo que al provocarse daños al
gestionado o a terceros como consecuencia de la gestión se pierde esa justificación y se configura un acto antijurídico.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En los casos en el que el gestor emprende un negocio que es ajeno y que aquel tiene varios dueños también se consagra
la responsabilidad solidaria de los varios dueños del negocio, por lo que el gestor podrá ir contra cualquiera de ellos por el
total de su reclamo.
Después, una vez satisfecho el gestor, el gestionado que haya respondido tendrá una acción de repetición contra los
otros dueños del negocio.
Las obligaciones del dueño.
Art. 1785: “Si la gestión es conducida útilmente, el dueño del negocio está obligado frente al gestor, aunque la ventaja
que debía resultar no se haya producido, o haya cesado:
a) a reembolsarle el valor de los gastos necesarios y útiles, con los intereses legales desde el día en que fueron
hechos;
b) a liberarlo de las obligaciones personales que haya contraído a causa de la gestión;
c) repararle los daños que, por causas ajenas a su responsabilidad, haya sufrido en el ejercicio de la gestión;
d) a remunerarlo, si la gestión corresponde al ejercicio de su actividad profesional, o si es equitativo en las
circunstancias del caso.
El artículo se refiere a la conducción de la gestión, por lo que la expresión “útilmente” es claramente sinónimo de
diligencia, eficacia, y no se refiere a la utilidad o ganancia alcanzada por la actividad del gestor. No interesa el resultado
de la gestión siempre y cuando aquella se haya ejercido con eficacia y diligencia. Demostrada que la gestión del negocio
fue realizada de manera útil, surgen en cabeza del gestionado una serie de obligaciones frente a quien llevó a cabo las
tareas
Obligaciones del gestionado frente al gestor:
1) El reembolso del valor de los gastos necesarios y útiles. El gestor puede reclamar al dueño del negocio todos los
gastos necesarios y útiles en los que incurrió para llevar adelante su gestión. El detalle de los gastos y la fecha en que
fueron realizados surgirá de la rendición de cuentas que debe efectuar el gestor. Dos son los requisitos que necesita
acreditar el gestor del negocio ante cada gasto realizado:
a) que aquel debía desembolsarse necesariamente, de lo contrario la gestión no hubiese podido llevarse adelante; y
b) que fue útil para el negocio, que son los gastos realizados para conseguir el mejor resultado por el gestor. De lo
contrario, ante la falta de esta prueba, el dueño del negocio no tiene la obligación de rembolsar al gestor, y este último
tendrá la acción de enriquecimiento ilícito contra el primero.

2) La liberación por las obligaciones personales que haya contraído a causa de la gestión: el dueño del negocio
deberá liberar al gestor de todas aquellas obligaciones que haya contraído como consecuencia de la gestión del negocio
conducido útilmente, ya sea que las haya asumido a nombre propio o del gestionado.
Si se trata de obligaciones ya concluidas al momento de la liberación por parte del dueño del negocio, estas deberán ser
incluidas en la rendición de cuentas que debe realizar el gestor. Si se trata de obligaciones aún pendientes, será el
gestionado quien tiene la obligación de asumirlas y cumplirlas, y de esa forma dejar liberado al gestor.
Sin embargo, los terceros de buena fe tienen acción tanto contra el gestor como contra el gestionado por lo que ante ellos
no se libera quien llevó a cabo la gestión de un negocio ajeno

3) La reparación de los daños que, por causas ajenas a su responsabilidad haya sufrido en el ejercicio de la gestión:
A diferencia del sistema anterior, que establecía que el dueño del negocio no debía responder por los perjuicios que
resultasen al gestor. En el ccyc se consagra la regla contraria. Así, el dueño del negocio debe reparar los daños sufridos
por el gestor como consecuencia del ejercicio de su gestión. Será el gestor quien deberá acreditar el perjuicio y que aquel
se produjo como consecuencia de la gestión desarrollada, y por causas ajenas a su responsabilidad
4) La remuneración si la gestión corresponde al ejercicio de su actividad profesional o si es equitativo en el caso.
Como la gestión de negocio se realiza sin el consentimiento del dueño del negocio, no cabe una remuneración al gestor
por sus tareas. Sin embargo establece una excepción: el gestor de negocio podrá reclamarle una suma de dinero en dos
supuestos:
a) cuando la gestión sea el ejercicio de su actividad profesional; ya que los actos realizados son trabajos que suele hacer
como medio de vida.
b) cuando sea equitativo según las circunstancias del caso.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El fundamento radica en que el gestor realizó una actividad en beneficio del dueño del negocio que de haberla hecho para
otra persona hubiese cobrado una retribución. Además, el gestionado, si hubiese contratado a alguien de las características
del gestor, habría abonado sus honorarios. Por ese motivo, la remuneración del gestor se la incluye dentro de los gastos de
la gestión.

Efectos de la gestión respecto de terceros.


Art. 1784: “El gestor queda personalmente obligado frente a terceros. Sólo se libera si el dueño del negocio ratifica su
gestión, asume sus obligaciones; y siempre que ello no afecte a terceros de buena fe.”
Mientras que el dueño del negocio no haya ratificado la gestión o hasta que no asuma las obligaciones que aquella
genera, el obligado frente a los terceros es el gestor. No importa si el gestor se obliga en su propio nombre o a nombre del
gestionado. Y los terceros tienen acción contra este hasta tanto el dueño del negocio no aparezca en la relación existente.
Una vez realizada la ratificación, los efectos se asimilan a los del contrato de mandato y es el gestionado quien queda
obligado frente a los terceros desde el día en que comenzó la actividad del gestor. Si el gestor había contratado a nombre
del gestionado, entonces queda liberado. En cambio, si lo había hecho a nombre propio, el dueño del negocio, además de
ratificar la gestión, deberá asumir esas obligaciones para liberar al gestor.
Ratificación.
Art. 1789: “El dueño del negocio queda obligado frente a los terceros por los actos cumplidos en su nombre, si ratifica
la gestión, si asume las obligaciones del gestor o si la gestión es útilmente conducida.”
Prevé tres tipos de circunstancias que hacen nacer la obligación del dueño frente a terceros por actos cumplidos en su
nombre: a) su ratificación de la gestión; b) su asunción de las obligaciones del gestor; y c) la circunstancia objetiva de
haberle sido útil el negocio conducido por el gestor.
El dueño del negocio queda obligado frente a los terceros por los actos concretados por el gestor en su nombre. En
consecuencia, si ocurre alguno de los tres supuestos enumerados en esta norma, el gestor quedará liberado de
responsabilidad frente a terceros y será el dueño del negocio quien pasará a ocupar el lugar de aquel.

Conclusión de la gestión.
Art. 1783: “La gestión concluye: a) cuando el dueño le prohíbe al gestor continuar actuando. El gestor, sin embargo,
puede continuarla, bajo su responsabilidad, en la medida en que lo haga por un interés propio; b) cuando el negocio
concluye.
La gestión termina cuando el dueño del negocio impide al gestor que prosiga lo comenzado, o bien cuando finaliza el
negocio en sí.
Para el primer caso, se prevé una excepción, que permite que al gestor continuar a pesar de la oposición del dueño,
cuando hay un interés propio de aquél y bajo su responsabilidad. Si el gestor continúa su actividad ya anoticiado de la
prohibición de hacerlo por el dueño del negocio y no demuestra un interés legítimo, será responsable del daño patrimonial
y extrapatrimonial que sufra el gestionado como consecuencia de la gestión, y no tiene derecho al rembolso de los gastos
que haya realizado, ni a que se lo libere de las obligaciones contraídas con terceros, y mucho menos a que se le
indemnicen los daños y perjuicios generados como consecuencia de su actividad en el negocio.
En el segundo caso termina la actuación del gestor cuando el negocio ajeno se agota o finaliza. En efecto, el gestor
está obligado a rendir cuentas de su actividad. Por lo que el dueño del negocio tiene derecho a exigir la rendición de
cuentas de los actos llevados a cabo por el gestor y a que se le entreguen las cosas y documentos que la gestión produjo.
También puede iniciar una acción de daños y perjuicios contra el gestor por los actos que lo perjudicaron como
consecuencia de la culpa de este último. Por su parte, el gestor tiene derecho a que el dueño del negocio rembolse el saldo
que surja a su favor de la rendición de cuentas, y a que se lo libere de las obligaciones que haya asumido como
consecuencia de la gestión.
EMPLEO UTIL. ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA Y PAGO INDEBIDO.
Empleo útil.Art. 1791: “Quien, sin ser gestor de negocios ni mandatario, realiza un gasto, en interés total o
parcialmente ajeno, tiene derecho a que le sea reembolsado su valor, en cuanto haya resultado de utilidad, aunque
después ésta llegue a cesar. El reembolso incluye los intereses, desde la fecha en que el gasto se efectúa.”
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Es cuando una persona realiza un gasto que beneficia a determinada persona sin tener mandato de este último, ni ser un
gestor de negocios ajenos. En este supuesto, quien hizo la erogación tendrá derecho a reclamar de quien aprovecha el
empleo útil (beneficiario) el rembolso de su valor, siempre que aquel haya resultado de utilidad en algún momento,
aunque luego esa utilidad haya cesado. Lo importante del empleo útil es que se refiere a un gasto, y no a la administración
o la gestión de negocios, ni tampoco hay intención de obligar al beneficiario con terceros. Es un gasto que realiza una
persona y que tendrá esta figura para reclamar que se le devuelva el dinero gastado, más sus intereses desde que se hizo la
erogación. Ej: cuando un apersona realiza gastos necesarios y urgentes de asistencia médica y alimento.
El fundamento de este instituto es el enriquecimiento sin causa en el que estaría inmerso el beneficiario del gasto
realizado. Por lo tanto, es una subespecie del enriquecimiento sin causa.
Efectos.
Si se dan los requisitos anteriores, es decir, alguien realiza un gasto, en interés total o parcialmente ajeno, sin ser
mandatario ni gestor de negocios ajenos, esa persona tendrá derecho a que le sea rembolsado su valor, en cuanto haya
resultado de utilidad para el beneficiario. Ya se dijo que la utilidad es evaluada al inicio, sin importar si luego aquella
cesa. El rembolso se refiere a aquel dinero que se haya efectuado en el correspondiente gasto, y sus intereses serán desde
que se hizo la erogación
Gastos funerarios.
Art. 1792: “Están comprendidos en el art. 1791 los gastos funerarios que tienen relación razonable con las
circunstancias de la persona y los usos del hogar.”
Los gastos funerarios realizados por una persona en beneficio de otra es un caso de empleo útil. Por tal motivo, quien
haya realizado la erogación tendrá derecho al rembolso del valor por parte de los beneficiarios, que son los obligados a
soportar aquellos.
Este caso específico de empleo útil se refiere a las erogaciones vinculadas con la inhumación de los restos de una
persona. Como ejemplos de estos gastos se pueden incluir: el velatorio, el coche fúnebre y los automóviles que
acompañan la caravana hasta el cementerio, el entierro y la sepultura,etc. El fundamento de esta figura radica en el ahorro
que representa para el beneficiario el gasto realizado por quien hizo la erogación.
Para que esos gastos puedan ser peticionados por quien los hizo, tendrán que haber sido razonables “con las
circunstancias de la persona y los usos del lugar”, como la condición socioeconómica del difunto (si era humilde los
gastos serán económicos) pero también se deberá tener en cuenta que un gasto puede ser apreciado innecesario y extra en
algún lugar; pero en otros, ser algo común que no puede faltar.

Obligados al reembolso.
Art. 1793: “El acreedor tiene derecho a demandar el reembolso: a) a quien recibe la utilidad; b) a los herederos del
difunto, en el caso de gastos funerarios; c) al tercero adquirente a título gratuito del bien que recibe la utilidad, pero
sólo hasta el valor de ella al tiempo de la adquisición.”
La ley establece ciertos límites en cuanto quienes pueden ser deudores del reembolso con fundamento en el empleo útil,
disponiendo que el acreedor puede reclamarlo a las siguientes personas:
1. A quien recibe la utilidad: el beneficiario de la erogación o quien obtuvo un provecho de ella. Se trata de una
disposición bien amplia, que involucra a cualquier beneficiario.
2. A los herederos del difunto, en el caso de los gastos funerarios: al ser ellos los responsables directos de su costo, el
acreedor puede reclamar el reembolso. Los herederos cumplirán la obligación de reembolso, con los bienes de la
herencia y en proporción de lo que le corresponda a cada uno. Si los bienes son insuficientes, igualmente deberán
pagar al acreedor
3. Al tercero adquirente a título gratuito del bien que recibe utilidad, pero sólo hasta el valor de ella al tiempo de la
adquisición: este supuesto se da cuando la cosa que se incrementa en su valor como consecuencia del empleo útil, es
transferida a un tercero a título gratuito. En ese caso, el acreedor podrá reclamar el valor de los gastos y sus intereses
a quien lo posee, pero con la limitación de que aquel importe no deberá exceder el valor de la cosa al tiempo de la
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

adquisición. El fundamento de poder perseguir la cosa en manos de quien la recibe de manera gratuita, radica en que
este obtuvo el beneficio alcanzado por la cosa por el empleo útil, lo que no estaría presente si se abona un precio, ya
que en este último supuesto el tercero adquirente se hizo cargo de ese beneficio al abonar el precio
Enriquecimiento sin causa: método del CCyC.
Art. 1794: “Toda persona que sin una causa licita se enriquezca a expensas de otro, está obligada, en la medida de su
beneficio, a resarcir el detrimento patrimonial del empobrecido. Si el enriquecimiento consiste en la incorporación a
su patrimonio de un bien determinado, debe restituirlo si subsiste en su poder al tiempo de la demanda.”
Habrá enriquecimiento sin causa cuando medie el desplazamiento de un bien, o un valor, del patrimonio de una
persona, al patrimonio de otra, sin que exista un título o causa jurídica que justifique ese traspaso.
En sí, el instituto del enriquecimiento sin causa puede definirse como aquel principio general del derecho por el cual
nadie puede enriquecerse a expensas del patrimonio de otro, sin ningún motivo legítimo.
La figura en estudio representa una fuente autónoma de obligaciones ya que origina un deber de restitución o reintegro.
El empobrecido cuenta con la llamada acción in rem verso, cuyo objetivo es la restitución del bien o cosa, o en su caso, su
valor cuando no se encontrare la cosa en ese patrimonio. La norma dispone la reparación del daño patrimonial causado en
tal supuesto, pero con un doble límite: el perjuicio sufrido por el empobrecido y el del beneficio obtenido por quien se
enriqueció.
Los requisitos para el ejercicio de esta acción han venido delineándose:
 Enriquecimiento del demandado: el enriquecimiento constituye toda ventaja, utilidad o provecho apreciable en dinero
de una persona y consiste no solo en un aumento en el activo del patrimonio, sea por el ingreso de un bien o por la
revalorización del mismo (por ejemplo, el ingreso de una suma de dinero o la refacción de un inmueble que conlleva un
mayor valor), sino también en una disminución del pasivo, tal como sucede con la cancelación total o parcial de una
deuda. Asimismo, se entiende que hay enriquecimiento cuando se evita una disminución en el activo (por ejemplo,
ahorro de un gasto que habría tenido que efectuarse).Del código civil y comercial se desprende que el enriquecimiento
puede originarse por el hecho del enriquecido por el hecho del empobrecido; por el hecho de un tercero, o bien por un
hecho natural.
 Empobrecimiento del actor: empobrecimiento comprende las mermas causadas por el egreso de bienes del patrimonio, o
la destrucción o deterioro injustificado de los mismos, así como también el no ingreso de las ganancias que deberían
incorporarse. (256)
Al igual que el enriquecimiento, el empobrecimiento puede proceder de un hecho del enriquecido, del empobrecido, de
un tercero o de la naturaleza. El empobrecimiento debe ser cuantificado al momento en que la merma tuvo lugar.
 Relación causal entre el enriquecimiento y el empobrecimiento: el enriquecimiento debe ser “a expensas de otro”, lo
cual implica que debe haber una relación de causalidad entre el empobrecimiento y el enriquecimiento.
 Ausencia de justa causa: este requisito se verifica cuando en el cambio de titularidad de los bienes del patrimonio de
una persona no media un título o causa legítima que lo justifique. Habrá causa lícita cuando el desplazamiento
patrimonial se origine en una ley, un contrato u otra fuente. Por el contario, no la habrá cuando el enriquecido carezca
de un título justificativo que le permita mantener el bien en su patrimonio
 Inexistencia de otra acción más útil. Subsidiariedad: no debe tener el empobrecido otra acción o vía de derecho a su
disposición para obtener la debida indemnización de su perjuicio.

Improcedencia de la acción: naturaleza y fundamentos de la acción “in rem verso”. Régimen.


Art. 1795: “La acción no es procedente si el ordenamiento jurídico concede al damnificado otra acción para obtener la
reparación del empobrecimiento sufrido.”
La acción, conocida como actio in rem verso se identifica con la idea de “volver las cosas al estado anterior” y es la que
se ejerce típicamente en supuestos de enriquecimiento sin causa. Sin embargo esta acción no procede, cuando el acreedor
cuenta con otra herramienta contra el deudor para reparar el menoscabo. Esto se fundamenta en la idea de que este
instituto se consagra como una acción de cierre solo ejercitable para cubrir alguna laguna legal.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Es que la actio in rem verso no debe ser una fuente de provecho para el actor, ni de perdida para el demandado. La
presente acción puede ser interpuesta por el empobrecido, por sus sucesores e incluso por los acreedores por via de acción
subrogatoria. Se aplica a su prescripción el plazo genérico de cinco años.
Pago indebido.
Concepto. Se denomina “pago indebido” a aquel que no habilita al acreedor para retener lo pagado y que por el contrario
faculta al solvens para iniciar una acción de repetición para que aquel le restituya lo dado en pago.
De conformidad con la metodología del presente código habrá pago indebido cuando se verifique alguno de los supuestos
descriptos en la siguiente norma.
Casos art 1796.
Articuló 1796: casos. El pago es repetible, sí:
1. la causa de deber no existe, o subsiste, porque no hay obligación válida; esa causa deja de existir; o es realizada
en consideración alguna causa futura, que no se va a producir;
2. para quien no está obligado, o no lo está en los alcances en que paga, a menos que lo haga como tercero;
3. recibe el pago quien no es acreedor, a menos que se entregue como liberalidad;
4. la causa del pago es ilícita o inmoral;
5. el pago es obtenido por medios ilícitos.
Si no hay razón para el pago efectuado, éste no produce efectos extintivos ya que no existe obligación antecedente a
cumplir. A su vez, quien efectuó el desembolso tiene derecho recuperarlo y nace la obligación de restituir, a cargo de
quien recibió la prestación.
La norma bajo análisis regula el pago del indebido como fuente de las obligaciones y especie de enriquecimiento sin
causa, debiendo encontrarse su fundamento en la equidad. Reúne en ella los distintos supuestos representativos de esta
figura. Por lo demás, cuando el pago carece de causa fuente, bastará con la demostración de la transferencia patrimonial y
de la falta de dicha causa.
El pago sin causa se configura cuando se realice una traslación patrimonial y con aspecto de pago que luzca orientada a
extinguir una obligación que no existe válidamente. Sin perjuicio de ello, el artículo 1796 prevé específicamente los
distintos casos en los que el pago resulta repetible:
1) Pago por una causa inexistente o no subsistente: tiene lugar cuando no hay una obligación válida (por lo tanto el
acreedor carece de título y está obligado a devolver lo pagado); cuando la obligación existía en el momento de pagar, pero
con posterioridad y a raíz de un hecho sobreviniente, la obligación se desvanece en forma retroactiva, y de esta manera el
pago resulta sin causa (ej cuando una compañía de seguro paga la indemnización por el robo de un auto pero luego este
aparece y por lo tanto el pago queda sin causa) o cuando el pago se realiza en consideración a una causa futura, que no se
va a producir. (EJ Se paga una suma de dinero de carácter dotal, destinado a un matrimonio ulterior pero este en el futuro
no se puede llevar acabo, entonces el pago se ve frustrado.)
2) Pago por quien no está obligado o no lo está en los alcances en que paga, es el caso cuando quien paga no es el
deudor o si bien lo es, no está obligado en la misma medida en que efectuó el pago salvo que lo haga como tercero; o bien
aquel pago recibido por quien no es acreedor, en este caso, el accipiens carece de título para recibir el pago. Sin
embargo, cuando el pago haya sido entregado como liberalidad, el solvens no tendrá derecho a repetir. En este supuesto el
pago tiene por causa el animus donandi.
3) Pago de causa ilícita o inmoral: requiere torpeza por parte del solvens, además de falta de conciencia sobre el carácter
ilícito del pago, si se pretende la repetición de lo abonado. Aquí lo que importa es que el deudor sea inocente (no sabe) de
la ilicitud de la obligación. Por ej cuando un contribuyente abona un impuesto ilícito o inconstitucional y solicita la
repetición.
4) Pago tenido por medios ilícitos: se trata de un supuesto en el que la causa del pago es lícita pero en virtud de la
ilicitud de los medios utilizados para conseguirlo —violencia física o moral hacia el solvens— el ordenamiento legal lo
invalida. La ley no quiere consentir los efectos legales de un procedimiento ilícito, aun cuando el accipiens tenía derecho
a recibir el pago porque había una causa lícita. Así, quien ha obtenido el pago deberá devolverlo, y luego reclamar su
crédito.
Artículo 1797: irrelevancia del deudor. La repetición del pago no está sujeta a que haya sido hecho con error.
El error no es un requisito y tampoco hace a una especie de pago indebido. El error como vicio de la voluntad del
deudor y como fuente de repetición de un pago indebido responde a fundamentos bien diferentes, razón por la cual se
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

justifica un régimen legal también distinto para uno y otro caso. No corresponde analizar si el error es excusable ya que el
fundamento de la acción de repetición reside en el principio del enriquecimiento sin causa y se basa en la falta de título
justificativo que legitime la permanencia de un valor ajeno al patrimonio del accipiens
La acción de repetición: alcances.
Artículo 1798: “La repetición obliga a restituir lo recibido, conforme a las reglas de las obligaciones de dar para
restituir.”
Se aplica en estos supuestos el régimen de las obligaciones cuya finalidad es la restitución de una cosa cierta a su
dueño, quien es a la vez acreedor de la obligación de repetir. Constituyen ejemplos de estas obligaciones la de locatarios
de restituir la cosa al finalizar la locación, la del depositario de entregar la cosa al concluir el depósito etcétera.
En las relaciones internas entre acreedor y deudor, se aplican las disposiciones generales sobre conservación, pérdida
y deterioro de la cosa debida, en las obligaciones de dar cosas ciertas.
En cuanto a los efectos de estas obligaciones frente a terceros, la ley prevé un régimen de prioridades citaciones, que
contempla la naturaleza registrable o no registrable de los bienes comprometidos.

Supuestos especiales: análisis en particular.


Articulo 1799: se prevén soluciones especiales para el presupuesto dos.
Pagos indebidos a personas incapaces capacidad restringida: la obligación de restitución se limita a la utilidad recibida
por causa del pago, a pesar de la falta de algunos de sus elementos esenciales. En supuestos en los cuales que recibió el
pago indebido de buena fe destruyó el título representativo de la deuda, o bien renunció a las garantías en virtud de dicho
pago, no corresponde la restitución.
En el caso del pago de causa ilícita o inmoral, sólo la parte que no actúa con torpeza tiene derecho a la restitución y si
ambas partes actúa torpemente, el crédito tiene mismo destino que las diferencias bastante.
Declaración unilateral de voluntad.
Artículo 1800. Regla general. La declaración unilateral de voluntad causa una obligación jurídicamente exigible
en los casos previstos por la ley o por los usos y costumbres. Se le aplican subsidiariamente las normas relativas a los
contratos.
La voluntad unilateral como fuente autónoma de obligaciones. El código civil derogado no reconoció como fuente
autónoma de obligaciones a la voluntad unilateral, sin perjuicio de las manifestaciones particulares de la doctrina y la
jurisprudencia solían señalar. Desde la perspectiva de la construcción jurídica, la posibilidad de aceptar a la voluntad
unilateral como fuente de obligaciones, la admisión normativa y aceptación de la doctrina ha sido desde hace tiempo
ampliamente mayoritaria, y reflejada en los proyectos de unificación previos al código, jornadas académicas y
ordenamientos jurídicos extranjeros.
Concepto: la declaración unilateral de voluntad consiste en el poder de la sola voluntad del deudor para crearse
obligaciones a su cargo perfectamente válidas y exigibles, antes de la concurrencia de la voluntad del acreedor; y cuyo
apartamiento, lógicamente, le impondrá responsabilidad civil por los perjuicios ocasionados.
De acuerdo a este instituto alguien puede quedar obligado por su sola voluntad y prescindir de la voluntad de otro. Sin
embargo, cabe aclarar que siempre es necesaria la existencia del acreedor. La diferencia con el contrato radicaría en que
este hace nacer la obligación en el momento de la aceptación de la oferta, mientras que en la declaración unilateral de la
voluntad, la obligación surgiría cuando se emite la declaración.
De acuerdo al ccyc, para que la declaración unilateral sea una fuente de obligación debe encontrarse prevista por la ley o
por los usos y costumbres
La parte final de la norma e prevé la aplicación de la declaración unilateral de voluntad de las disposiciones relativas
a los contratos. La disposición se explica primariamente porque se trata, en ambos casos, de obligaciones que reconocen al
acto voluntario como elemento común.

Diferencias con otras figuras: Reconocimiento y promesa de pago.


Artículo 1801: la promesa de pago de una obligación realizada unilateralmente hace presumir la existencia de una
fuente válida, excepto prueba en contrario. Para el reconocimiento se aplica el artículo 733.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

1). La promesa de pago: es una manifestación particular de declaración unilateral de voluntad. Consiste, básicamente, en
la asunción no contractual pero voluntaria de una obligación, con cualquier contenido admisible como prestación. Se
promete un hecho personal, y no la actividad de un tercero. La presunción de pago, goza de la presunción de fuente
legítima y como especie de declaración unilateral de voluntad.
2). El reconocimiento como declaración unilateral de voluntad: el reconocimiento de la obligación es un acto jurídico
unilateral por el cual alguien admite que se encuentra obligado con respecto a otra persona, lo que implica la existencia de
una fuente o causa válida de la obligación. Es un acto unilateral porque no depende de la aceptación del acreedor para su
configuración ya que es suficiente con la manifestación de voluntad del deudor de reconocer la deuda. Es irrevocable, en
la medida que una vez realizada la declaración, no cabría revocarla. Es declarativo, porque devela la existencia de una
obligación prexistente que sería la razón determinante del acto jurídico. Requiere que se identifique el acreedor y el
crédito. En cuanto a la forma del reconocimiento la norma remite al art. 733 ccyc que trata al reconocimiento de una
obligación como una manifestación de voluntad expresa o tácita, por la que el deudor admite estar obligado al
cumplimiento de una prestación.

Cartas de crédito.
Artículo 1802. Las obligaciones que resultan para el emisor o con firmantes de las cartas de crédito emitidas por
bancos y otras entidades autorizadas son declaraciones unilaterales de voluntad. En estos casos puede utilizarse
cualquier clase de instrumento particular.
La carta de crédito es un instrumento comercial en virtud del cual un sujeto, designado “dador”, lo expide y entrega a
otro, designado “tomador”, otorgándole un mandato para que en ejercicio de este retire de manos de terceros —uno o
varios—, designados “destinatarios”, dinero (o mercaderías) hasta cierto límite y dentro de un plazo determinado. En
otras palabras, el banco o una entidad financiera por cuenta y orden de un cliente se obliga a pagar a un tercero una suma
de dinero, o a aceptar y descontar letras de cambio, etc, en la medida que se cumplan los términos y las condiciones
contenidos en la carta de crédito. Justamente, esta obligación del banco emisor tiene su fuente en su voluntad unilateral.
Es muy utilizada la figura en las operaciones de compraventa internacionales y existen diferentes tipos de cartas de crédito
en el circuito financiero.
Por último, la norma establece que para la instrumentación de esta figura se puede utilizar cualquier tipo de
documentación particular
Promesa pública de recompensas: conceptos.
Articuló 1803: obligatoriedad. “El que mediante anuncio público promete recompensar, con una prestación
pecuniaria o una distinción, a quien ejecute determinado acto, cumplan determinados requisitos o se encuentre cierta
situación, queda obligado por esa promesa desde el momento en que llegan a conocimiento del público.”
La promesa pública de recompensa es una declaración unilateral de voluntad, mediante la cual una persona se
obliga a cumplir una prestación a favor de la persona que obtenga un determinado resultado o preste un cierto servicio,
generalmente de índole afectiva o extrapatrimonial. (268)
Su finalidad es la obtención de un resultado como una creación científica, el hallazgo de un objeto perdido, el
descubrimiento de un crimen
El oferente debe mantener la promesa por un determinado tiempo en razón de que hace a la seriedad de los actos, al
principio de buena fe que los rige, y a crear la confianza en los destinatarios de la declaración.
Elementos

Promesa: Es la prestación a la que el oferente está obligado a cumplir a favor de quien realice determinado acto, cumpla
determinados requisitos o se encuentre en cierta situación. La prestación en que consiste la recompensa puede ser de dar
(una suma de dinero, una cosa cierta) o de hacer (v. gr. otorgar una beca).
Publicidad: la promesa debe efectuarse a través de anuncios públicos. Si bien no requiere de formalidad alguna, lo que
permite que pueda canalizarse a través de cualquier vía (carteles en la vía pública, conferencias, radio, televisión,
periódico), debe tenerse en cuenta que en caso de que el promitente decida revocar la promesa tendrá que utilizar los
mismos medios de publicidad.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Indeterminación del sujeto: la promesa no debe estar dirigida a una persona determinada. Será acreedor de la prestación
quien cumpla con la condición anunciada. Es irrelevante que haya procedido o no con intención de obtener ese beneficio.
Obligatoriedad: El oferente queda vinculado por la promesa desde el momento que llega a conocimiento del público y
no a partir de la aceptación.
Plazos.
Artículo 1804: “la promesas formuladas sin plazo, expreso ni tácito, caduca dentro del plazo de seis meses del
último acto de publicidad, si nadie comunica al promitente el acaecimiento del hecho o de la situación prevista.”
La promesa puede tener un plazo de manera expresa o en forma tácita cuando resulta de la naturaleza o fin de aquella.
Cuando la promesa fue realizada sin plazo, el artículo prevé que aquella caduca a los seis meses desde el último acto
de publicidad, siempre que nadie comunique al promitente el acaecimiento del hecho o de la situación prevista.
Para que proceda la recompensa, no basta que el acaecimiento del hecho o del cumplimiento de los requisitos se
produzca antes de cumplirse los seis meses, sino que es necesario que el promitente se encuentre notificado con
anterioridad al vencimiento del plazo de caducidad.
Una vez transcurrido los seis meses, el promitente queda desvinculado de la obligación a la que se había obligado.

Revocación.
Artículo 1805: “la promesas en plazo puede ser retractada en todo tiempo por el promitente. Si tiene plazo, sólo
puede revocarse antes del vencimiento, con justa causa. En ambos casos, la revocación surte efecto desde que es hecha
pública por un medio de publicidad idéntico o equivalente al utilizado para la promesa. Es inoponible a quien ha
efectuado el hecho o verificado la situación prevista antes del primer acto de publicidad de la revocación.”
Al tratar la revocación la normativa distingue si la promesa fue fijada con o sin plazo. Si aquella carece de término, el
oferente tendrá derecho a revocarla en cualquier momento. Si en cambio existe un plazo, la promesa solo podrá ser
revocada antes de su vencimiento, si hay una justa causa.
La norma no define qué debe considerarse como justa causa, con lo cual deberá analizarse cada caso en particular,
según las condiciones personales del promitente y de las circunstancias en que la promesa fue emitida y revocada.
Para que la revocación surta efectos deberá ser dada a publicidad por el mismo medio o equivalente al utilizado para
anunciar la promesa. En el caso de que la promesa se haya dado a conocer por diferentes modos (v. gr. en la radio y en la
televisión), la retractación deberá hacerse en cada uno de los medios utilizados.
Sin embargo, no operará la revocación si antes de ser publicada se produce el cumplimiento del hecho o la situación
que procuraba la recompensa.
Supuesto en el que cooperan varias personas.
Artículo 1806:
Supuesto de conflicto en el pago de la recompensas: el artículo 1806 el artículo prevé el mecanismo para atribuir la
recompensa en el caso de que concurran varios acreedores solicitando la recompensa.
Primer supuesto: “Pluralidad de acreedores que cumplieron por separado el hecho o la situación prevista en la
promesa” Este supuesto se verifica cuando se requiere la prestación que pueden realizar varios a la vez (v. gr. se pide
datos sobre un asesinato y concurren varias personas con información relativa al crimen).
Se atribuye la recompensa a quien primero notifica al promitente que ha cumplido con el hecho o situación previstos en la
promesa y no a quien primero realiza el acto premiado. Esta solución se basa en el principio de prelación temporal
“primero en el tiempo, mejor en el derecho”.
Para que el promitente pueda conocer a quien deberá adjudicar la recompensa, la notificación tiene que ser cursada de
una forma fehaciente (carta documento, notificación notarial, etc.).
En el caso de que varios acreedores comuniquen en forma simultánea el cumplimiento del hecho o situación, el
promitente debe distribuir la recompensa en partes iguales. En el caso que el bien sea indivisible y por consiguiente no sea
posible distribuirlo entre todos los acreedores, la norma prevé que se asigne por sorteo. De esta forma se evita que el
promitente se vea obligado a realizar un esfuerzo mayor al que se comprometió.
Segundo supuesto: “Pluralidad de acreedores que contribuyeron a un mismo” La solución por defecto, es respetar lo
convenido por los cooperantes, en tanto se haya comunicado de modo fehaciente al promitente lo acordado. En caso de
ausencia de convenios con su notificación fehaciente, la recompensa debe dividirse en partes iguales, o entregarse por
sorteo para el supuesto de indivisibilidad.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Concurso público.
Articuló 1807: “la promesa de recompensa al vencedor de un concurso, requiere para su validez que el anuncio
respectivo contenga el plazo de presentación de los interesados y de realización de los trabajos previstos. El dictamen
del jurado designado en los anuncios obliga a los interesados. A falta de designación, se entiende que la adjudicación
queda reservada al promitente. El promitente no puede exigir la cesión de los derechos pecuniarios sobre la obra
premiada y esa transmisión no fue prevista en las bases del concurso.”
 Concepto: El concurso configura una promesa dirigida a quienes acrediten cierta experiencia o solvencia en alguna
rama científica, reúnan ciertas condiciones o desarrollen alguna actividad especial; quien convoca al concurso promete a
los participantes que al que resulte ganador en la competencia, se le adjudicará un determinado premio, previa
apreciación de méritos efectuado por un jurado designado al efecto.
 Plazo: Para que el concurso resulte válido el anuncio debe contener el plazo de presentación de los concursados y el de
realización de los trabajos previstos para evitar que el promitente retarde su prestación con el pretexto de esperar más
concursantes. Los competidores están obligados a inscribirse con anterioridad al vencimiento del plazo fijado en la
convocatoria, de lo contrario los otros concursantes podrán impugnar su participación.
 Jurado: Por lo general, la designación del jurado la efectúa el promitente en forma imparcial y de buena fe y lo
especifica en las bases de la convocatoria. Sus integrantes no pueden ser remplazados arbitrariamente. Eventualmente,
en ausencia de un jurado, el promitente se reserva la facultad de hacer la adjudicación del premio o el discernimiento del
cargo.
La elección del ganador está reservada a un jurado, designado en las bases del concurso y dado a conocer en los
anuncios, que actúa discrecionalmente en la apreciación de los méritos de los concursantes. El dictamen es vinculante
para los participantes, lo que implica que deben acatar la decisión. Sin embargo, puede ser objeto de impugnación si se
aparta de las reglas de las bases del concurso.
 Bases del concurso: las bases del concurso se encuentran insertas en la convocatoria y constituyen las reglas en la que se
va a regir el mismo. En ellas se establecen el plazo del concurso, los requisitos que deben reunir los postulantes, la
realización de los trabajos previstos, el jurado, etc.
GARANTIAS UNILATRERALES:
La garantía unilateral constituye un instrumento que contiene una declaración unilateral de voluntad a través de la cual
una persona con una sólida posición financiera, denominada “garante” (generalmente un banco o una entidad financiera),
se obliga a pagar un determinado importe a otra (beneficiario), a efectos de garantizar la prestación de un tercero
(ordenante o principal) a simple demanda del beneficiario mismo. . El pago es incondicionado a las defensas o
excepciones derivadas del contrato principal.

El garante no debe entrometerse en las cuestiones que se suscitan entre el ordenante y el beneficiario. Solo debe limitarse
a controlar las condiciones de validez externas del requerimiento y, en principio, no puede oponer al beneficiario ni las
defensas que nacen del contrato base, ni las excepciones que surgen del vínculo que lo une al ordenante.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Bolilla 4.
1) EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES. CONCEPTO.
Efectos de la obligación son todas las consecuencias jurídicas derivadas de ellas. Tales consecuencias se traducen en
derechos y deberes, que el ordenamiento jurídico atribuye e impone, respectivamente, al acreedor y deudor. De alli que
al acreedor le asista el derecho de exigir la prestación y que al deudor le incumba el deber de cumplirla. Ese derecho y ese
deber no existirian si entre aquellas personas no se hubiese establecido un vínculo obligacional.
Pero más preciso es decir que la obligación trae como consecuencia un cúmulo de derechos y deberes. Es más: al acreedor
no sólo se reconoce derechos; también se impone ciertos derechos; y al deudor, no sólo se le impone deberes; también se
reconoce derechos. El acreedor tiene derecho de exigir el cumplimiento y también tiene el derecho de ejercer acciones
tendientes a conservar el patrimonio de su deudor; el deudor parte, tiene el deber de cumplir y observar las conductas
accesorias que exija la naturaleza de las prestaciones.
Partes, sucesores y terceros.
Por aplicación del principio de efecto relativo la regla es que las consecuencias de una obligación sólo alcanzan al
acreedor y deudor. Y, no pueden afectar a los terceros. Si bien esta regla, la cual estaba fijada en el art 503 del Código de
Vélez, no se reprodujo en el nuevo CCYC, ello no quiere decir que tal principio no existe, innegablemente sigue vigente.
A). Partes: Son aquellos sujetos (activo y pasivo) que concurren a constituir o dar nacimiento a la relación jurídica de
obligación; por tal razón, es lógico que sean esos mismos sujetos, y no otros, los que sientan los efectos del vínculo que
los une.
B). Sucesores: Los derechos y los deberes de las partes se pueden transmitir a otras personas, llamada sucesores, quienes
una vez operada la transmisión pasan a ocupar el lugar de la parte a la cual suceden, de manera que en adelante ejercerán u
observarán los derechos o deberes en nombre propio. Un ejemplo de sucesores es el heredero. Por último, cabe reiterar
que ciertas obligaciones son intransmisibles; así ocurre, por ejemplo, con aquellas que son inherentes a la persona
obligada.
C). Terceros: Es todo sujeto extraño o ajeno a una relación de obligación dada. Cabe afirmar que los efectos de una
obligación no pueden perjudicar ni beneficiar directamente a los terceros. Es decir, sólo el acreedor y el deudor están
vinculados; por tanto los terceros se sitúan fuera de los alcances del vínculo Sin embargo, es posible hablar de cierta
influencia refleja o indirecta de la relación de obligación sobre la esfera patrimonial de ciertos terceros. En efecto, no
todos los terceros tienen el mismo interés jurídico respecto de la situación en que se encuentran en el acreedor o el deudor,
hay terceros no interesados y terceros interesados. Para ser tercero interesado es necesario estar vinculado con algunos de
los sujetos de la obligación, o con su objeto, pero en virtud de una relación distinta y separada de aquella obligación. Se
produce una suerte de enlace entre dos relaciones jurídicas distintas. Por otra parte, el hecho de que las consecuencias
directas de la obligación alcancen sólo acreedor y deudor no significa que algún tercero pueda intervenir en esa relación,
situación que se presenta cuando el pago es efectuado por un tercero, o cuando se lo efectúa a un tercero.
Efectos de la obligación y efectos del contrato.
1). La obligación y sus fuentes: En primer lugar cabe destacar que la obligación puede nacer de distintas fuentes .El
contrato es solo una de las fuentes. De aquí se deduce lo siguiente: en primer lugar, para hablar de efectos de las
obligaciones no es necesario que haya un contrato previo, ya que las obligaciones pueden provenir de otras fuentes; en
segundo lugar una buena técnica legislativa aconseja dictar reglas generales para todas las obligaciones, cualquiera sea la
fuente que las origine.
2). El contrato “creador” de obligaciones: sus efectos. Es válido afirmar que los contratos crean, modifican, transfieren
o extinguen derechos u obligaciones. La diferencia entre los efectos del contrato y los efectos de la obligación debe ser
buscada, en opinión del Doctor Wayar, a partir de la naturaleza jurídica del primero. El contrato es un acto jurídico cuyo
fin inmediato consiste en producir derecho objetivo, por medio de la cual las partes adquieren derechos y obligaciones que
generan, como efectos propios, la necesidad de su cumplimiento voluntario, forzado o subrogado.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En definitiva, el contrato produce derecho objetivo, ese es su efecto; la obligación despliega o pone en funcionamiento un
cúmulo de derechos subjetivos, de facultades y de deberes, todo lo cual constituye “su efecto”.
Clasificación de los efectos. Método
Clasificación tradicional.
A). Respecto del acreedor: Los efectos de la obligación se dividen en principales y secundarios.
1. Los efectos principales están constituidos por los derechos con que cuenta el acreedor para exigir y obtener la
satisfacción de su interés. Tienden directamente a satisfacer ese interés.
a) Los efectos principales normales tienen lugar cuando al acreedor obtiene exactamente aquello que se le debía, es
decir, cuando se produce el cumplimiento en especie de la prestación. Este efecto “normal” puede ser obtenido
por tres vías: cumplimiento voluntario; ejecución forzada y ejecución por otro a costa del deudor. Esto quiere
decir que la obtención específica de la cosa se logra ya sea por actuación espontánea y voluntaria del deudor o
mediante el accionar del juez que haya ordenado la ejecución forzada o la ejecución por un tercero.
b) Los efectos principales anormales, en cambio, se producen cuando el acreedor ve frustrada su pretensión de
obtener lo que específicamente se le debe y tiene que conformarse con una prestación subsidiaria consistente en el
valor pecuniario equivalente a la prestación frustrada. Es decir, el acreedor no recibe la prestación esperada, pero
se le entrega como indemnización una suma de dinero.
2. Los efectos secundarios están constituidos por los derechos con que cuenta el acreedor, no ya para lograr la
satisfacción directa de su crédito, sino para conservarlo, protegerlo o asegurarlo. Estos efectos no siempre se producen;
operan sólo cuando el patrimonio del deudor atraviesa por situaciones que ponen en peligro el derecho del acreedor. Así el
acreedor puede resguardar su crédito, solicitando medidas de conservación y de aseguramiento.
b). Respecto del deudor. Los efectos de la obligación consiste en darle una serie de derechos, como el de exigir la
cooperación del acreedor, el de que se le acepte el pago (en su defecto, el de recurrir a la consignación judicial), el de
desobligarse luego de efectuado el pago, etc.
Los efectos normales. Análisis critico
El criterio seguido para dividir los efectos normales y anormales está dado por la circunstancia de que el acreedor obtenga
o no la específica prestación debida. Si la obtiene se han producido los efectos normales; en caso contrario, el hecho de
que el acreedor tenga que aceptar la indemnización sustitutiva constituye un efecto anormal.
También se ve que en esta primera división se prescinde por completo de los medios gracias a los cuales se obtienen las
prestaciones en especie, ya que no interesa si ese resultado es logrado por cumplimiento voluntario, por ejecución forzada
o por ejecución por un tercero. Y aquí está el primer error, el cual consiste en no distinguir aquellas tres figuras, las cuales
diferenciándolas no conducen a un mismo resultado. El desarrollo normal de la relación de obligación concluye con un
cumplimiento voluntario, esto es, cuando el deudor adopta la conducta esperada por el acreedor; cuando esto no ocurre la
obligación desemboca en una situación de incumplimiento. A partir de aquí habrá que indagar si la prestación debida es,
pese al incumplimiento, de factible realización, y si el acreedor mantiene su interés en recibirla; comprobado esto, se
podrá pensar en una ejecución forzada o por otros. No se puede decir que conducen a un mismo resultado puesto que
incumplimiento culpable provoca, un daño al patrimonio del acreedor, por lo tanto aun cuando éste consiga la prestación
debida mediante la ejecución forzada, su interés no quedará plenamente satisfecho si, además, no se le indemniza el daño
sufrido. Se trata del daño moratorio, es decir el daño que se causa cuando se cumple tardíamente. Queda claro, entonces la
inconveniencia de reunir en una misma categoría el cumplimiento voluntario y las formas de ejecución forzada, el primero
si se trata de un efecto normal, en cambio lo segundo puede ser reputado como un efecto anormal.
Los efectos anormales. Análisis critico
Cuando la prestación específica se frustra, el acreedor sufre un daño cuya reparación corre por cuenta del deudor; cuando
esto sucede se dice que la obligación produjo efectos anormales ya que la prestación específica es reemplazada por una
indemnización pecuniaria equivalente. Los requisitos que deben concurrir para que exista el “deber de indemnizar”; son a)
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

el incumplimiento; b) la imputabilidad; c) el daño; y d) la relación de causalidad. Estos requisitos son los mismos que se
exige para la responsabilidad civil (responsabilidad extracontractual) Por ejemplo, si contrato a una persona para que
cuide 1 caballo fino que poseo, y a causa de un descuido de su parte el animal muere, sufro un daño que deberá ser
indemnizado por el incumplido; asimismo si una persona armada dispara sobre caballo y lo mata, comete un delito que me
causa un daño que deberá indemnizar el que hizo el daño. En uno y otro caso existe el deber de reparar, cuyos
presupuestos son idénticos. No se justifica mantener esta dualidad: de un lado la responsabilidad por incumplimiento
considerada como un efecto “anormal” de la obligación; del otro, la responsabilidad por hechos ilícitos, considerados
como “fuentes” de la obligación de indemnizar. Ambas especies de responsabilidad deben ser tratadas en conjunto, ya que
la responsabilidad civil es única, provenga del incumplimiento o de la comisión de un hecho ilícito. Los fundamentos son
los siguientes:
a) Se evitará, así, una inútil reiteración de conceptos.
b) Ambas especies de responsabilidad parten de presupuestos comunes y se orientan hacia un objetivo único que es
unificar la disciplina jurídica del “derecho de daños”.
c) No es exacto que la indemnización sustitutiva constituye un efecto anormal de la obligación. En realidad, deriva
del incumplimiento y puesto que éste es una especie de hecho ilícito se debe admitir que constituye la verdadera
fuente del deber de reparar.
d) Por otra parte, cabe hablar de indemnización no solo en caso de incumplimiento absoluto, que es el que se
presenta cuando la prestación específica ya no puede ser realizada, sino también se debe indemnización en los
casos de ejecución forzada o por otro. Y aquí es posible extraer dos conclusiones: en primer lugar, si los efectos
son anormales porque el acreedor debe contentarse con la indemnización pecuniaria, también en la ejecución
forzada o por otro se observa esa anormalidad, dado que el acreedor tiene derecho a ser indemnizado por todas las
consecuencias de la falta de cumplimiento voluntario. En segundo lugar, cuando se reclama indemnización por
daño moratorio derivado de la ejecución forzada, en donde el acreedor recibe la prestación específica más la
indemnización, para obtener esta última se ejerce también una acción típica de responsabilidad, que supone
incumplimiento, daño, relación causal imputabilidad.
Clasificación adoptada. Principales y secundarios. Enumeración de los efectos.
RESPECTO DEL ACREEDOR: el acreedor, como consecuencia de ser tal queda investido de una serie de derechos,
facultades y también deberes que en conjunto constituyen “los efectos” del obligación. Ese cúmulo de derechos y deberes
se divide, según que sirvan para la satisfacción directa o indirecta de crédito, en principales y secundarios.
Efectos principales: se materializan mediante los derechos con que cuenta el acreedor para obtener la satisfacción
DIRECTA de su interés. Estos efectos difieren según que el acreedor obtenga la prestación específica por medio del
cumplimiento voluntario y espontáneo del deudor, o que la obtenga mediando inejecución del deudor, recurriendo a los
mecanismos de ejecución forzada o ejecución por un tercero.
1. Efecto principal y normal: el cumplimiento. Cuando la obligación se desarrolla con normalidad se extingue con
el cumplimiento; así el derecho de crédito se realiza con plenitud, el acreedor queda satisfecho, y el deudor,
desobligado.
2. El efecto principal e inejecución. Efectos anormales. Cuando el deudor no realiza la conducta debida incurre en
incumplimiento; si no obstante esa inconducta la prestación específica es todavía posible y útil, cabe hablar de
inejecución. Esta intensifica los efectos compulsivos de la obligación, ya que el acreedor queda autorizado a
emplear los medios legales con el fin de lograr la ejecución forzada o la ejecución por un tercero a costa del
deudor. Entonces, estos efectos presuponen, inejecución y mora.
3. Si la inejecución se transforma en incumplimiento absoluto, esto es, si desaparece la posibilidad de cumplir la
prestación en especie y el acreedor debe perseguir la indemnización sustitutiva, no cabe hablar de efectos
anormales sino de responsabilidad por incumplimiento.
Efectos secundarios: Son aquellos medios que le permiten al acreedor, no ya la satisfacción directa de sus derechos
créditos sino su preservación o seguridad. Entre ellos figuran:
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1. Emplear los medios legales para que el deudor le procure aquello a que se ha obligado
2. Hacérselo procurar por otro a costa del deudor
3. Obtener del deudor las indemnizaciones correspondientes
RESPECTO DEL DEUDOR: Consisten en un cúmulo de deberes y facultades que ubican al deudor en una situación
jurídica especial. Entre los derechos del deudor cabe destacar:
1. El de solicitar la cooperación del acreedor cuando la naturaleza de la prestación, o su cumplimiento, así lo exija;
2. El de efectuar el pago voluntario o coactivo;
3. El de obligarse después de efectuado el pago, exigir el otorgamiento de recibo.
4. Rechazar las acciones del acreedor.

2) CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN. EL PAGO COMO EFECTO NORMAL O NECESARIO:


Definición legal. Artículo 865: “Pago es el cumplimiento de la prestación que constituye el objeto del obligación”.
Concepto: Es el cumplimiento por excelencia de la obligación, y por ende, su modo de extinción natural ya que pone fin a
la relación jurídica satisfaciendo el interés del acreedor. Si bien puede ser definido de diferentes maneras, habrá pago
cuando el deudor realiza la prestación debida a favor del acreedor que comporta al mismo tiempo la extinción de la
obligación.
Acepciones del término “pago”. Existen en el derecho comparado y en la doctrina distintas acepciones de pago, según
diferentes enfoques:
1). Desde un punto de vista restringido, el pago es considerado como el cumplimiento de las obligaciones por medio de la
entrega de una suma de dinero. (Teoría alemana)
2). En sentido amplio, el pago es sinónimo de extinción de la obligación por cualquier medio que importe la liberación del
deudor, por lo cual comprendería a todos los modos instintivos, aun cuando no se satisfaga el interés del acreedor. Se diría
que hay pago cuando la obligación se extingue por transacción, compensación, etc.
3). Según la noción estricta, el pago es el acto de ejecución de una prestación debida en virtud de una relación obligatoria
y el cumplimiento específico de la prestación adeuda. Con este significado pago y cumplimiento son expresiones
equivalentes.
Funciones jurídicas: Por excelencia, el modo más natural de cumplir con las obligaciones es el pago, que por su propia
fuerza consume el vínculo, extingue la obligación, libera al deudor y satisface los intereses del acreedor (efectos del
pago).
Su función primordial es la de extinguir la obligación, agotando con ello el vínculo que une al deudor con el acreedor. De
esa función primordial derivan consecuencias importantes. Como se dijo, con relación al deudor, el pago es un acto de
conservación de su patrimonio y de transformación de él; respecto del acreedor, es un acto de disposición del crédito y
también de transformación de su patrimonio; y respecto de terceros, es un acto permitido para quienes tienen derecho a
pagar por el deudor.
Importancia económica y social: Según la moderna concepción del derecho de obligaciones, la relación obligacional
constituye un instrumento para la cooperación social, lo que hace resaltar la necesidad de asistencia entre los diferentes
miembros del cuerpo social, ya que sirve para facilitar el intercambio de bienes y servicios.
Por ello, el cumplimiento de las conductas programadas adquiere vital importancia para que los miembros del cuerpo
social vivan en armonía. Ahora bien, si se admite la proyección social del cumplimiento se entenderá que el pago no solo
satisface el interés del acreedor o supone el deber jurídico del deudor, sino que influye de manera esencial en el desarrollo
normal del sistema económico general; de allí que el incumplimiento constituya un serio obstáculo para el funcionamiento
regular de cualquier sistema. Cuando el incumplimiento se generaliza y los acreedores quedan insatisfechos, con igual
frustración quedarán, los acreedores de éstos; toda esa cadena de incumplimientos repercute de modo directo en la
economía general, que sufrirá, serios quebrantos.
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En una economía de intercambio masivo de géneros y servicios donde las prestaciones se engranan en un ciclo
económico, el factor tiempo va adquiriendo relevancia primordial, cuando es esencial para la satisfacción del interés de las
partes.

Naturaleza jurídica del pago. Distintas teorías.


Teoría del acto jurídico: Sostiene que el pago es un acto jurídico, porque es un acto voluntario y lícito que tiene por fin
inmediato extinguir la obligación. Ésa es la posición de Salvat, que infiere en Vélez Sarsfield para quien el pago es un
acto jurídico. Este punto de vista, es compartido por Freitas, por Machado que había comentado el art 1184 del Codigo
derogado, y por Segovia.
Teoría del acto jurídico unilateral: se afirma que el pago es un acto jurídico unilateral porque proviene sólo de la
voluntad del deudor, y que para perfeccionarlo es irrelevante “la voluntad pasiva del acreedor, quien no puede dejar de
recibir la prestación ofrecida, mientras exista identidad con el objeto debido, tal es la opinión de Llambias quien agrega
que el deudor desempeña un papel protagónico incuestionable para el acreedor, ya que si este obra de distinta manera, su
posición seria ilegitima.
Teoría del acto jurídico bilateral: Busso dice que el pago es un acto jurídico bilateral porque “solvens y accipiens
deben actuar con la intención de extinguir la deuda, para que la ley consagre ese efecto. De ello no se puede concluir que
el pago sea un contrato, ya que hay una serie de diferencias: a) el contrato es una declaración normativa; el pago en
cambio, implica un comportamiento o actividad; b) el contrato se proyecta hacia el futuro, el pago queda referido a
situaciones preexistentes, y c) el contrato es espontáneo y su misión consiste en crear vínculos; el pago es algo necesario,
está predeterminado por la existencia de vínculos cuya extinción persigue.
Teoría mixta: Neppi, aceptando que el pago es un acto jurídico, agrega que el pago puede ser unilateral, como aquellas
obligaciones que se pueden cumplir sin actividad del acreedor. En cambio, cuando se requiere la intervención del
acreedor. El pago se presenta como un acto jurídico bilateral.
Teoría del contrato: Spota, luego de señalar que al pago se lo ha aprehendido como un simple hecho jurídico, o como un
acto jurídico bilateral, es decir, como contrato, agrega que la esencia jurídica del pago resulta de esa declaración de
voluntad común de ofrecerlo y de aceptarlo. Así, el acuerdo a los fines de que resulte el “pago” aparece de esa oferta y de
esa aceptación, en prestar el hacer o el no hacer y en “recibir” lo uno o lo otro.
Insiste en que el pago es un contrato, con la excepción del supuesto que se presenta en el pago por consignación; y añade
que si bien es un contrato, no es dable caracterizar el pago como una convención.

Teoría del hecho jurídico: el pago es un hecho jurídico en tanto que para la producción de sus efectos propios no se
requiere que la actividad del deudor sea calificada por su destino. Lo esencial del pago no es la voluntad con la que obra
el deudor sino la adecuación de la conducta objetiva de éste a los términos de la obligación. Salas afirma que el pago es
un hecho jurídico, por medio del cual se realiza el contenido de la obligación. Trigo Represas sostiene que en las
obligaciones de no hacer el deudor se libera por su conducta negativa. Algo similar ocurre con las obligaciones de hacer,
en las cuales el pago consiste en la ejecución de un hecho material y puede estar ausente la finalidad de extinguir la
obligación. Y en las de dar, ocurre que cuando el deudor incapaz ha cumplido la prestación con estricto ajuste a sus
modalidades y circunstancias, se le niega el derecho de reclamar la nulidad del pago y repetir lo pagado. Todo esto
demuestra que la voluntad del acto no es requisito esencial para la eficacia del pago; y al no ser necesario, va
implícitamente negada la intención de pagar.
Teoría del acto debido: Carnelutti, sostuvo que el pago es un acto debido, como consecuencia del deber jurídico que
pesa sobre el deudor, éste carece de libertad jurídica para ejecutarlo o no; es decir, el pago no es un acto libre que el
deudor puede cumplir o incumplir según su antojo, sino que es un acto debido, en el sentido que el deudor siempre estará
obligado a cumplir, si, no cumple, deberá sufrir las sanciones previstas en el ordenamiento.
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Galli y Zannoni adoptan la teoría del acto debido. Para el primero, la teoría se explica porque las normas legales imponen
el deber de realizar el pago. Agrega que bien el deudor tendrá libertad psicológica de pagar o no, no tiene libertad jurídica
de hacerlo. La libertad del deudor no le da más posibilidad que obrar de mala fe, omitiendo o impidiendo el pago. Así el
deudor que usa su libertad psicológica para no pagar es pasible de sanciones en el ámbito civil. Para Zannoni, la teoría del
acto debido es útil a los efectos de explicar el llamado “pago por terceros”, si acto debido equivale a cumplimiento del
“contenido de la obligación”, cada vez que se realiza ese contenido y el acreedor obtiene el objeto que le es debido hay
jurídicamente pago, y así hay pago cuando cumple un tercero y este realiza contenido de la obligación”.
Teorías eclécticas: El pago constituye una figura jurídica múltiple o compleja que varía según las obligaciones a
extinguir. Así, cuando es necesaria la actuación conjunta de acreedor y deudor, se estará ante un acto jurídico bilateral; si
las partes celebran un precontrato por el cual se obligan a concluir otro que esta vez será definitivo, cuando este último
tiene lugar se puede decir que la obligación surgida del preliminar fue pagada, ese pago consistió en la celebración de un
contrato, con el cual el “pago” y “contrato” se identifican. En otros casos el pago consistirá en un simple hecho jurídico,
cómo sucede cuando es realizado por un incapaz.
Reglas aplicables. Artículo 866: “Las reglas de los actos jurídicos se aplican al pago, con sujeción a las disposiciones de
este Capítulo”

3) LOS SUJETOS DEL PAGO.


Al tratarse el pago de un acto jurídico, para su validez deben concurrir cuatro elementos esenciales que no pueden omitir:
sujetos, objetos, causa fuente y causa final.
Sujetos: Pueden clasificarse en activo, que es el deudor y pasivo, que es el acreedor. En la relación de obligación, el
deudor es el sujeto pasivo, porque él es el obligado; el creedor es el sujeto activo, porque es el titular del derecho de
crédito. El deudor goza de ciertos derechos; el más importantes de esos derechos es de derecho de pagar (ius solvendi).
Por eso, por ser titular del derecho de pagar, se lo considera sujeto activo del pago; el acreedor es el sujeto pasivo de ese
derecho y está obligado a respetarlo.
1). Sujeto activo del pago o solvens: es la persona que realiza o ejecuta el pago, esta calidad le corresponde al deudor y a
sus auxiliares.
Auxiliares del deudor. Principio de equiparación. Art 732: “El incumplimiento de las personas de las que el deudor se
sirve para la ejecución de la obligación se equipan al derivado del propio hecho del obligado”
En determinadas obligaciones el deudor puede recurrir a auxiliares. Sin embargo la utilización de un tercero en la
actividad de cumplimiento no supone una sustitución del sujeto responsable; de modo que si dicho auxiliares incumplen
equivale al incumplimiento por parte del deudor originario, es decir que él será el responsable de la no ejecución de la
obligación.
Capacidad. Art 875:“Validez. El pago debe ser realizado por persona con capacidad para disponer.”
Quien paga debe tener capacidad para realizar dicho acto, ya que el pago efectuado por persona incapaz será inválido
CAPACIDAD PARA REALIZAR PAGOS: es posible señalar tres corrientes de pensamiento.
A. Para quienes piensan que el pago es un simple hecho jurídico, puede actuar como solvens una persona incapaz,
ya que para materializar hechos jurídicos no se requiere capacidad. Su fundamento es el siguiente: En las
obligaciones de hacer y en las de no hacer, el pago es concretado mediante hechos materiales o abstenciones,
da lo mismo que cumpla una persona capaz o que lo haga un incapaz. Tampoco importaría que trabaje con o sin
intención de cumplir; lo único que interesa para tener por configurado el pago es la efectiva realización del
hecho. Por lo que sería una herejía pretender la nulidad de estos pagos invocando la incapacidad del solvens. Aun
en las obligaciones de dar, la capacidad es irrelevante.
B. Otro sector de la doctrina afirma que nuestro código civil establece que sólo pueden efectuar pagos las personas
dotadas de capacidad. El pago de cualquier obligación supone la capacidad del pagador. Admiten, sin embargo,
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una serie de excepciones que relativizan el valor del principio. Pero según esta tesis el pago hecho a un incapaz es
nulo.
C. Una tercera corriente sostiene que para resolver el problema de la capacidad del solvens, es necesario distinguir
las obligaciones según la naturaleza de la prestación a cumplir. Toman como punto de partida la naturaleza del
pago y dicen si el pago puede ser presentado como un simple hecho, o con la forma de un acto jurídico afirman
que la capacidad sólo será requerida cuando el pago deba materializárselo mediante un acto jurídico y que será
irrelevante cuando deba concretárselo mediante un simple hecho material. En consecuencia la capacidad exigida
para pagar no puede ser la misma en las obligaciones de dar que en las obligaciones de hacer.
Capacidad para pagar en las obligaciones de hacer y en las de no hacer: Primero cabe aclarar que la capacidad de la que
se trata es la llamada capacidad de hecho, la de obrar por sí mismo, que puede ostentar un sujeto que es titular de
determinado derecho. Lo que aquí se trata de saber es si un solvens debe tener capacidad para ejercer por sí mismo ese
derecho, o si puede pagar aunque no tenga esa capacidad de obrar.
Según unos, toda especie de pago supone capacidad de obrar; incluso, el de las obligaciones de hacer u omitir. Si el
solvens es un incapaz, el pago será, nulo. Sólo por excepción es posible convalidad el hecho del incapaz. Según otros, el
pago que consiste en “hacer” u “omitir” se concreta siempre por medio de simples hechos materiales, para cuya
consumación no se requiere capacidad de obrar por sí. Para resolver el problema hay que distinguir dos situaciones:
1) Pago consumado: cuando el pago ya ha sido consumado, el problema de la capacidad se torna irrelevante, es decir,
después de que el hecho se ha cumplido, poco interesa si la persona que actuó como solvens era capaz o incapaz.
Razones.
a) No se podrá deshacer lo hecho por imposibilidad física. Si se hecho era el que el acreedor esperaba, su derecho
habrá quedado satisfecho. Ej si una persona se obligó a cantar, luego de sucedido será imposible deshacerlo.
b) Otras veces, deshacer lo hecho será antieconómico, así si debía pintar una pared, si este hecho fue cumplido
según lo convenido, nadie podría justificar su destrucción alegando la incapacidad del solvens.
c) Si el hecho se cumplió con exactitud, no cabe otorgarle al solvens incapaz la acción de nulidad, porque ésta sólo
se justificaría en caso de que el incapaz hubiese sufrido un perjuicio. Al contrario, si se le otorga al hecho
realizado, la fuerza y eficacia del pago, el patrimonio del incapaz disminuirá su pasivo.
2) Requerimiento de pago y pago en curso de ejecución: en este caso, si el pago no tuvo todavía inicio y el accipiens
pretende exigir su cumplimiento, la cuestión se torna diferente. Para reclamar la realización del pago el accipiens puede
dirigirse al solvens cuando éste está dotado de capacidad para obrar, porque si carece de esa capacidad la
interpretación o la demanda deberán ser dirigidas al representante del obligado.
Cabe aclara que no se debe confundir la capacidad para contraer obligaciones con la capacidad para realizar el pago. Para
la primera se requiere ineludiblemente la actuación del representante del incapaz; ningún incapaz puede adquirir por sí
mismo la calidad de deudor. Pero una vez adquirida esa condición puede pagar por sí mismo si el hecho es realizado, en
este caso se tendrá por consumado el pago pese a la incapacidad del solvens. En cambio, si el pago no ha tenido inicio y
se pretende su cumplimiento, todo requerimiento deberá dirigirse al representante.
Si el pago está en curso de ejecución hay que observar las mismas reglas; es decir, los pagos parciales realizados quedan
firmes, pero si el cumplimiento se interrumpe no se podrá exigir su continuación sin darle debida participación al
representante del incapaz. Si el incapaz paga mal, siempre tendrá a su alcance los instrumentos para remediar esa
situación. Pero esa protección no le será dada en razón de su incapacidad, porque esa protección es la misma que se le
otorga a todo el que paga mal perjudicándose a sí mismo.
3) Cumplimiento de la obligación de hacer nacida de un contrato preliminar: Aquí el solvens debe ser siempre una
persona capaz; si es incapaz, deberá actuar por medio de su representante.
En virtud de un contrato preliminar, ambas partes se obligan a celebrar un nuevo contrato, que esta vez será definitivo y
tendrá como base al anterior. Esto significa que el preliminar se cumple cuando las partes obligadas emiten una
declaración de voluntad destinada a integrar el consentimiento necesario para formar el contrato definitivo. Para expresar
esa declaración se requiere de capacidad.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Capacidad para pagar en las obligaciones de dar: Aquí el pago supone un acuerdo entre el acreedor y el deudor. En
virtud de ello el pago adopta la forma de un acto jurídico bilateral. Para efectuar esta clase de pagos el solvens debe ser
capaz de obrar; si no lo es, tiene que actuar su representante. Ese es el principio general.
Por aplicación de este principio el pago realizado por un incapaz será nulo, se trata de una nulidad relativa puesto que ha
sido instituida para proteger al incapaz. Si se llegara a declarar la nulidad del pago, el accipiens que recibió la cosa deberá
restituirla, ya que ese es el efecto típico de la anulación del acto. Sin embargo, la restitución no siempre es procedente. En
efecto: la nulidad no da lugar a la restitución de lo pagado en los siguientes casos:
1). Cuando la obligación de restituir se compensa con el crédito que el accipiens tiene sobre la misma cosa: si el
solvens es el propio deudor y la cosa que entregó es exactamente la que debía, la incapacidad de aquél no bastará para
exigir del accipiens la restitución de lo que recibió. La obligación de restituir quedará neutralizada por efecto de la
compensación. Es decir, como consecuencia de la nulidad el accipiens queda obligado a restituir, es decir, se convierte en
deudor del solvens, al mismo tiempo, continúa siendo acreedor de la cosa en virtud del título anterior. Por otra parte el
solvens se convirtió en acreedor del accipiens, pero continúa siendo su deudor. Es asi que, el solvens y accipiens son, al
mismo tiempo y recíprocamente, acreedor y deudor el uno del otro, relación que tiene por objeto la misma cosa. Pues
bien, si el representante del solvens exigiera la restitución, el accipiens podría oponerle la compensación de su deuda con
el crédito que tiene en contra del solvens por la misma cosa, con lo cual ambas obligaciones se extinguirían.
2). Cuando la cosa ha sido consumida por el accipiens: Tampoco procede la restitución de lo pagado cuando la cosa
entregada por el incapaz ha sido consumida de buena fe por el accipiens. Para que el pago sea irrepetible: 1. Tiene que
tratarse de cosas fungibles o consumibles. 2. El accipiens debe haberlas consumido, material o jurídicamente. Hay
consumo material cuando la cosa se extingue en razón del uso que se ha hecho de ella o cuando se transforma en otra
cosa; también hay consumo cuando el accipiens dispone de la cosa transfiriéndola a un tercero. 3. El accipiens debe haber
obrado de buena fe, ignorando que quien paga era incapaz. La buena fe debe existir al tiempo en que el accipiens decide
consumir la cosa, y es irrelevante la buena fe o mala fe de su obrar al momento de recibirla.
Una vez materializado el consumo, el incapaz habrá perdido la acción de repetición, será imposbible restituir la cosa
consumida. La buena o mala fe del accipiens determinará si éste es o no responsable; si es de mala fe deberá indemnizar
los daños y perjuicios que éste haya sufrido como consecuencia de su acción.
3). Importancia de mantener vigente el principio que exige capacidad: en razón de que el solvens debe ser capaz: 1.
El accipiens tiene derecho de rechazar el pago si éste le es ofrecido por un incapaz. 2. Si la obligación preexistente
presenta un vicio que la invalida, el pago realizado por el incapaz no puede tener efecto confirmatorio. 3. Si el incapaz
sufre un perjuicio en razón del pago realizado, podrá repetir lo pagado, que en estos casos, y en otros similares, la acción
de repetición no se funda en la incapacidad del solvens, sino en el pago por error o sin causa. Sin embargo para hacer
funcionar el pago por error o el pago sin causa es necesario probar la existencia del error o la ausencia de la causa. 4. Si
actúa como solvens un tercero incapaz, el accipiens no podrá oponerle la compensación, ya que el crédito para reclamar la
entrega de la cosa no lo tiene contra ese tercero, sino contra el deudor.
CAPACIDAD PARA RECIBIR PAGO:
Obligaciones de hacer y de no hacer: La incapacidad del accipiens tampoco tiene influencia: 1. Porque tratándose de un
hecho o abstención en cuya realización interviene únicamente el solvens, la incapacidad que podría afectar al accipiens en
nada influye sobre la eficacia del hecho cumplido; 2. No hay posibilidad de dilapidación por parte del accipiens incapaz,
porque no se trata de cosas que recibe y que puede dilapidar, sino que se trata de servicios que otra persona puede realizar
en su beneficio, servicios que acrecientan su patrimonio y sobre los cuales no tiene un directo poder de disposición, y 3.
Una vez cumplido con exactitud el hecho debido, el incapaz no podrá demostrar un verdadero interés como para justificar
la procedencia de la acción de nulidad.
Sin embargo si el hecho no ha tenido todavía ejecución y se pretende ofrecer su cumplimiento, entonces si será necesario
que el accipiens esté dotado de capacidad para recibir, si es incapaz, el ofrecimiento deberá ser efectuado a su
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representante. Esto sucede cuando por ejemplo el deudor tiene dudas sobre algunas modalidades con que se debe efectuar
el cumplimiento, y a fin de aclararlas solicite la cooperación del accipiens y no lo podrá hacer si éste es incapaz.
Obligaciones de dar. Principio general: El accipiens debe ser capaz. En realidad, no sólo los incapaces carecen de
aptitud para recibir válidamente un pago. Según nuestro ordenamiento, ciertas personas, no obstante ser capaces, están
impedidas de actuar como accipiens, es decir, no pueden recibir pagos; estas personas son las que no pueden administrar
sus bienes.
Por lo tanto no pueden recibir pagos ni los incapaces ni quienes están inhabilitados para administrar sus bienes.
1). Incapaces: no pueden recibir ninguna especie de pago los incapaces absolutos. Quienes padecen una incapacidad
relativa, solo pueden recibir pagos que se relacionen con aquellos actos para los cuales la ley les reconoce capacidad.
2). Personas privadas de administrar sus bienes: entre estas clases de personas se cuentan las sometidas a proceso
concursal y los inhabilitados.
A) entre las personas sometidas a proceso concursal cabe una distinción, según que se trate de
1. En el concurso preventivo, el concursado no pierde la administración de sus bienes, aunque debe admitir la
vigilancia del síndico. Está autorizado a recibir pagos que no excedan la “administración ordinaria”; en cambio no
podrá aceptar pagos que impliquen administración extraordinaria o disposición sin autorización judicial e
intervención del síndico.
2. En la quiebra, la situación del concursado es muy diversa, no sólo pierde la administración, sino que sufre
desapoderamiento de sus bienes; en tal situación la sentencia que declaró la quiebra deba prohibirles a los
deudores “hacer pagos al fallido”, surge su imposibilidad de recibir pagos. Los pagos hechos al fallido no son
nulos, se trata de actos inoponibles a la masa de acreedores del fallido. El pago hecho al fallido no libera al
solvens; éste podrá ser requerido por el síndico. Podrá ser obligado a pagar de nuevo. Conservará el derecho de
exigir del quebrantado el reembolso del primer pago.
B) Inhabilitados: La inhabilitación no los priva de aptitud para recibir pagos. Sin embargo, esa facultad de administrar
puede ser limitada e incluso suprimida por la sentencia que declare la inhabilitación. Será el juez, quien decida la situación
de estas personas.
Pagos hechos a un incapaz. Sanción: el pago hecho a un incapaz es, en principio, nulo. Cuando el pago es efectuado a
una persona impedida de administrar sus bienes, no cabe la sanción de nulidad, porque no se está frente a un acto viciado,
ya que, solvens y accipiens son capaces. Corresponderá, declarar la Inoponibilidad de ese pago. El pago hecho al fallido
es inoponible a la masa de sus acreedores, que son terceros respecto de la relación solvens-accipiens.
Situación en que se halla en solvens que efectuó el pago al incapaz: En el código derogado habia una norma que les
prohibia a los deudores efectuar pagos a incapaces o impedidas de administrar sus bienes. Es asi que si violando la
prohibición el deudor le paga al incapaz, puede verse obligado a pagar de nuevo. Pagar de nuevo le significaría la pérdida
de lo que hubiese dado en la primera entrega.
Para que proceda el doble pago es necesario que el accipiens haya dilapidado o gastado sin provecho de lo que recibió,
ese pago será nulo y el solvens tendrá que volver a pagar. Una vez que el acreedor incapaz ha recibido el pago pueden
presentarse las siguientes situaciones:
1. Puede haberle dado un empleo útil o haber obtenido provecho de las cosas recibidas, el pago es válido, no se
podrá pedir su nulidad y el deudor habrá quedado liberado.
2. Puede haber dilapidado o malgastado lo que recibió. El pago es nulo si así lo pide el incapaz; declarada la
nulidad, el deudor deberá volver a pagar, y no tendrá derecho a pedir la restitución del primer pago.
3. También es posible que las cosas recibidas por el accipiens incapaz se conserven dentro de su patrimonio, sin
que les haya dado un aprovechamiento útil y sin que hayan sido tampoco malgastadas, la situación jurídica del
solvens es precaria, ya que depende de lo que decida hacer el accipiens: si se decide un aprovechamiento útil, el
pago será válido; pero si decide dilapidar, el pago será nulo y aquél podrá exigir un nuevo pago.
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La doctrina se ha empeñado en hallar una solución que contemple el interés del deudor.
Primera tesis: el solvens puede pedir la confirmación del acto. El deudor estaría en condiciones de tomar la iniciativa y de
demandar al representante del acreedor para que confirme del acto de pago. El pago surtiría plenos efectos; entre ellos, el
de liberar al deudor. En efecto: el derecho de confirmar un acto nulo le corresponde al incapaz; él puede ejercerlo, y nunca
puede ser obligado a confirmar.
Segunda tesis: Se puede demandar la imputación del pago. Se ha pensado que al deudor le asiste la posibilidad de
demandar por imputación de pago. La demanda, deberá ser dirigida al representante de éste. La presente tesis parte de la
idea de que al deudor le conviene afirmar la validez del pago, si es válido, es legítimo que pueda pedir la cancelación por
medio del mecanismo de imputación. De ese modo evitará que el acreedor distraiga las sumas o cosas recibidas para otros
fines que no sean útiles.
Las dos anteriores pretenden otorgarle al deudor que ha pagado mal una acción que la ley no le reconoce, pues no se
puede dudar de que la nulidad y la confirmación sólo pueden ser perdidas por el incapaz.
De ahí la conveniencia de defender la tesis de Llambías: el deudor puede demandar la imputación del pago efectuado a
la cancelación de la deuda que mantenía con el incapaz, para evitar así que éste dilapide lo que recibió.
Cabe remarcar que si es el incapaz quien toma la iniciativa y demanda la nulidad del pago, sin haber dilapidado, lo que se
le dio, el deudor puede solicitar la restitución, ya que sin despilfarro no hay perjuicio para el incapaz.

Supuestos en que el pago hecho al incapaz es válido:


I. Cuando ha sido útil al incapaz: el fundamento de la nulidad del pago hecho al incapaz radica en la necesidad de
evitar que éste despilfarre lo que se le entregue. Por eso, cuando no hay dispendios sino que, el producto del pago
se convierte en utilidad o beneficio para el accipiens, desaparece la razón de la nulidad. De ahí que el pago útil sea
un pago válido. Se entiende que hay utilidad, cuando el pago da lugar a un incremento del activo o a una
reducción del pasivo. Ocurre lo primero cuando los fondos son invertidos en la adquisición de determinado bien,
o en la realización de mejoras útiles o necesarias, que acrecientan el valor de los bienes que posee el incapaz. Hay
utilidad por reducción del pasivo cuando los fondos son destinados al pago de deudas
II. Cuando la incapacidad del accipiens es sobreviniente a la constitución de la obligación y el solvens actúa de
buena fe: Si el deudor conoce la incapacidad sobreviniente, el pago que haga no será válido. Pero, en caso de
desconocimiento el pago es válido.
Para demandar con éxito la validez de un pago, el solvens debe probar que la incapacidad que afecta al acreedor
fue sobreviniente al nacimiento de la obligación, es decir, debe acreditar que al tiempo de ser constituido el
vínculo obligatorio al acreedor gozaba de capacidad, y luego se convirtió en incapaz. No deberá, en cambio,
probar su buena fe, porque ésta se presume. Le corresponderá al incapaz destruir esa presunción, acreditando que
el solvens sí conocía el estado en que se hallaba al tiempo de recibir el pago.
III. Cuando el pago es confirmado por el representante del incapaz: el pago hecho al incapaz es válido cuando el
representante del incapaz se aviene a confirmar el acto viciado. La posibilidad de solicitar la confirmación sólo
corresponde al incapaz.
IV. Cuando prescribe la acción de nulidad: el pago es válido después de que ha tenido lugar la prescripción de la
acción de nulidad. Por tanto, si el representante del incapaz no pide la nulidad antes de la prescripción, el pago
debe ser considerado válido.
El derecho de pagar: es conocido como el llamado “ius solvendi”.
Art. 879 Legitimación activa. El deudor tiene el derecho de pagar. Si hay varios deudores, el derecho de pagar de cada
uno de ellos se rige por las disposiciones correspondientes a la categoría de su obligación.
El primer legitimado para efectuar el pago es el propio deudor de esa obligación, ya que solo a él se le puede exigir el
cumplimiento de esa aquella; además de él, están legitimados los terceros interesados, en razón de que si se les permite
pagar es porque se les reconoce un interés que justifica su intromisión en la relación deudor-acreedor, y otros terceros no
interesados también pueden hacer. El deudor, entonces, es el primer sujeto con derecho a pagar, o sus sucesores
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universales o singulares según sea el caso. No obstante ello, se debe mencionar algunas circunstancias que merecen ser
destacadas en cuanto a la legitimación activa del pago
a) Supuestos de varios deudores: El ejercicio del ius solvendi ofrece ciertas particularidades cuando el deudor integra
una relación de obligación con pluralidad de sujeto. Por lo que será preciso saber si esa mancomunidad es simple o es
solidaria. En el primero, cada uno de ellos sólo tiene el derecho de pagar la parte que le corresponda en la deuda. Si la
mancomunidad es solidaria, cada uno de los deudores puede ser obligado a pagar la totalidad de la deuda, puesto que este
es el principal efecto de la solidaridad. El pago de toda la deuda podrá obtener su liberación. Aquel que pagó la totalidad
tiene derecho a reclamar de los otros codeudores el reembolso de la parte que a cada deudor le corresponda.
b). El ius solvendi puede ser ejercido por medio de representante. El pago puede ser efectuado a través de un
representante (legal, judicial o voluntario), en tanto en cuanto no se trate de una obligación intuitu personae en donde la
calidad del sujeto que debía realizar la prestación constituyó un factor esencial y determinante al momento de contraerla
(ej: la realización de una obra de arte por un artista determinado). Para realizar pagos el representante debe contar con
poder especial.
Efectos del pago realizado por el deudor. Artículo 880: “ El pago realizado por el deudor que satisface el interés del
acreedor, extingue el crédito y lo libera”.
Según los artículo 879 y 880 el deudor es quien posee la legitimación activa de pago por lo cual, cuando el pago es
realizado por el, extingue crédito, satisface el interés del acreedor, y provoca su liberación a tenor de la finalidad de la
obligación que se persigue con el pago.
La prestación ejecutada por un tercero. Artículo 881: “ La prestación también puede ser ejecutada por un tercero,
excepto que se hayan tenido en cuenta las condiciones especiales del deudor, o hubiere oposición conjunta del acreedor y
el deudor. Tercero interesado es la persona a quien el incumplimiento del deudor puede causar un menoscabo
patrimonial, y puede pagar contra la oposición individual o conjunta del acreedor y el deudor.”
Como sabemos, el deudor es el primer sujeto con derecho a pagar, pero por excepción la ley autoriza a pagar a toda
aquella persona que tenga un interés en el cumplimiento de la obligación: que es el caso de terceros, a lo que se refiere el
artículo 881, salvo que se trate de obligaciones intuitu personae, que son aquellas contraídas en virtud de las cualidades
personales del deudor. Para conocer la situación de los terceros es necesario distinguirlos, según sean interesados o no
interesados.
Tercero interesado: Es aquel a quien el incumplimiento del deudor puede causar un menoscabo patrimonial, y puede
pagar contra la oposición individual o conjunta del acreedor y del deudor. Es decir todo aquel que puede sufrir perjuicio
propio si el deudor no cumple la obligación. En razón de ello, la ley les reconoce el derecho de pagar.
Los supuestos más importantes: La doctrina admite que son terceros interesados los siguientes: El tercer poseedor de un
inmueble hipotecado, un condómino, un fiador en un contrato de locación, etcétera.
Derecho del tercero interesado frente a la oposición de las partes: Puesto que la ley le reconoce el derecho a pagar, en
virtud que este puede sufrir un perjuicio patrimonial si el deudor no cumple la obligación, puede hacerlo aún contra la
voluntad del deudor y del acreedor, y además de cubrir al pago por consignación ante la negativa del accipiens al
recibirse.
a). Oposición del deudor: el deudor no puede enervar o paralizar el derecho del tercero, manifestando su oposición al
pago. sin embargo si tiene influencia sobre el derecho a la restitución que más tarde podrá ejercer ese tercero, ya que la
oposición del deudor tiene la virtud de limitar el derecho de reintegro solo a aquello en que le hubiese sido útil al pago.
b). Oposición del acreedor: el acreedor tampoco podrá oponerse, en principio a recibir el pago del tercero. Sin embargo,
la oposición impedirá el pago cuando el acreedor la funde en razones justificadas. Así, si el tercero pretende cumplir
violando los principios de integridad o identidad, tendrá razón el acreedor en negarse a recibir la prestación. Siempre que
la actuación del deudor haya sido el motivo determinante de la constitución de la obligación (obligación intuitu personae),
no se admitirá la intervención de un tercero, porque ello implicaría alterar el derecho de crédito en desmedro del acreedor.
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I. En las obligaciones de dar. Se ha dicho que la oposición del acreedor es posible si la pretensión que pretende
cumplir el tercero no respeta los principios de identidad o integridad. Empero, si se ofrece exactamente lo que se
debía, el acreedor no tendrá motivo alguno para negarse a recibir. Si se trata de obligaciones mixtas, el acreedor
puede rechazar el pago que le ofrezca un tercero si la cosa que pretende entregarle no ha sido fabricada por el
propio deudor, cuyas cualidades personales han sido tenidas en mira por el accipiens.
II. Insolvencia para garantizar la evicción por parte del tercero. Si el acreedor es desposeído o pierde la cosa
que recibió del tercero por evicción, renace la obligación primitiva, y podrá exigir nuevamente el cumplimiento
del deudor originario.
C. Oposición conjunta del deudor y del acreedor: el tercero si tiene derecho a pagar, no obstante la oposición conjunta.
El deudor no se beneficia si se opone; al contrario, la falta de pago puede agravar su situación patrimonial. Tampoco se
beneficia al acreedor, ya que ante el incumplimiento su crédito no se verá satisfecho. El interés del tercero también se verá
lesionado, pues el incumplimiento lo perjudica, por lo tanto prevalece su derecho ante la actitud tomadas por las partes.
Efectos del pago realizado por el tercero: Se produce un desdoblamiento de los efectos del pago, ya que algunos se
cumplen y otro no. Así, se cumple la satisfacción del acreedor, pero no la extinción del vínculo, ni la liberación del
deudor.
Tercero no interesado: A tal concepto se lo obtiene por exclusión: es tal quien no es parte ni tercero interesado. A
diferencia de este último, al no interesado el pago de la obligación debe serle patrimonialmente irrelevante. Es decir que
para ser “no interesado” hay que hallarse fuera del alcance de los efectos jurídicos de la obligación.
Situación jurídica: Si bien todos los terceros poseen el derecho de pagar, este derecho sufre una disminución en el caso
del tercero no interesado, quien verá reducido su ius solvendi a una mera expectativa de pago, si es que, en forma
conjunta, acreedor y deudor se niegan a recibírselo, ya que se estaría ante un contrato celebrado por los opositores, pues la
oposición supone un acuerdo de voluntades de contenido patrimonial, mediante el cual deciden mantener viva la
obligación anterior. Frente a esa situación, debe negársele ese derecho; de lo contrario significaría admitir la intervención
de extraños en las relaciones contractuales, sin ninguna razón que lo justifique. Caso contrario, de no existir esta oposición
de ambas partes de la obligación, el tercero podrá pagar, e, inclusive, efectuar el pago por consignación, cuestión que le
estaba completamente vedada en el anterior código civil derogado.
Efectos del pago del tercero. Artículo 882
Sujeto pasivo del pago
Legitimación para recibir pagos. Artículo 883: Tiene efecto extintivo del crédito el pago hecho:
a) al acreedor, o a su cesionario o subrogante; si hay varios acreedores, el derecho al cobro de cada uno de ellos se rige
por las disposiciones correspondientes a la categoría de su obligación;
b) a la orden del juez que dispuso el embargo del crédito;
c) al tercero indicado para recibir el pago, en todo o en parte;
d) a quien posee el título de crédito extendido al portador, o endosado en blanco, excepto sospecha fundada de no
pertenecerle el documento, o de no estar autorizado para el cobro;
e) al acreedor aparente, si quien realiza el pago actúa de buena fe y de las circunstancias resulta verosímil el derecho
invocado; el pago es válido, aunque después sea vencido en juicio sobre el derecho que invoca

Pueden recibir el pago: a) el acreedor o sus representantes, cesionario o subrogante; b) los terceros, que se dividen en
distintas categorías, según la mayor o menor injerencia con que el orden jurídico les permite actuar en la recepción del
pago. (Tercero indicado o autorizado, tenedor del título de crédito, acreedor aparente)
INC A:
Acreedor: No cabe duda cabe de que ante la existencia de un único acreedor, a él deberá efectuarse el pago. Ahora bien,
si existe pluralidad de acreedores, deberá apreciarse si se trata de una obligación simplemente mancomunada o solidaria:
en el primer caso, si el objeto es divisible, el pago deberá ser efectuado a cada uno de los coacreedores según la parte que
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tengan en el crédito ; en cambio, si se trata de una obligación solidaria de objeto divisible o indivisible, el pago debe
efectuarse íntegramente a cualquiera de los acreedores, rigiendo en tal supuesto los principios de prevención, propagación
y contribución establecidos para supuestos de obligaciones indivisibles. Si el acreedor originario fallece, quedan
legitimados para reclamar el pago sus herederos, tal como lo dispone el artículo 849.
Representantes: En reemplazo del acreedor puede actuar un representante. La representación hace posible que otra
persona, en nombre del acreedor, intervenga en la recepción del pago. La representación puede ser:
a) Voluntaria o convencional es aquella que nace por acuerdo de voluntades entre el acreedor y el sujeto que lo
representa, que se configura a través del contrato de mandato.
b) Legal, por su parte, es aquella que ha sido establecida por la ley para suplir la actividad de las personas que se
encuentran impedidas de actuar por sí mismas.
c) Por último representante judicial será quien es designado por el juez en el curso de un proceso para que reciba el
pago por cuenta de alguno de los litigantes
Cesionario: es aquella persona a quien se ha transmitido el crédito por parte del acreedor cedente, recibe el ius accipiendi,
quedando de tal modo legitimado frente al deudor a recibir el pago que deba efectuar éste.
Acreedor subrogante: es aquel que efectúa el pago en sustitución del deudor, desinteresando de tal modo al acreedor
originario y ocupando su lugar en la obligación. En tal supuesto, si bien el interés del acreedor primitivo queda satisfecho,
no se produce la extinción de la deuda, ya que ésta subsistirá en cabeza del deudor, debiendo éste abonarla entonces al
subrogante que ocupó el lugar del acreedor.
A la orden del juez que dispuso el embargo del crédito (inc B): Dicha circunstancia será posible en tanto exista un
proceso judicial en el cual el magistrado a su cargo hubiera ordenado el embargo del crédito y su producido deba ser
depositado judicialmente.
Pago al tercero:
Tercero indicado (inc C): Es aquel, a la cual el acreedor ha designado para recibir el pago y aprovecharlo para sí. Una
vez que la designación ha sido notificada al deudor se torna irrevocable y éste no puede pagarle a otro que no sea el
designado. Si es nombrado por voluntad concurrente de ambas partes, no puede ser dejada sin efecto su designación por la
voluntad unilateral de cualquiera de ellas.
Régimen jurídico: El adjectus (tercer indicado) tiene la facultad de cobrarle al deudor y de ejecutarlo en caso de
incumplimiento. Pero cabe destacar que, el tercero indicado no se transforma jamás en acreedor de la obligación, y por
ende, no tiene la libre disponibilidad del crédito que percibe.
Tenedor del título de crédito al portador (Inc D): Los títulos al portador son aquellos que facultan su cobro a quien los
tenga en su poder, sin que exista un beneficiario individualizado en el documento. No hay que olvidar que uno de los
pilares del derecho privado es que el hecho de la posesión genera una presunción de propiedad, por lo tanto se presume
que el portador del título es el propietario del crédito. Idéntico temperamento habrá de adoptarse para supuestos en que se
trate de un título endosado blanco, ya que podrá su portador presentarlo al cobro y percibir el crédito. Cuando se dice que
el tenedor del título debe obrar como tercero, se quiere significar que lo consiguió por medio irregulares, que no lo
convierten en acreedor, sino en mero tenedor con apariencia de serlo en virtud de la tendencia que ostenta. Si el Código
convalida el pago que hace el deudor a este especie de tenedor, lo hace en merito a la buena fe con la que obro éste último,
en efecto si se presentó ante el deudor una persona llevando consigo el título de crédito, no se puede dudar de la validez
del pago que ese deudor pudo realizar. Es claro que el verdadero acreedor no quedara satisfecho con ese pago y solo le
cabe el derecho de accionar contra el tercero que utilizo el título para obtener el pago.
Régimen jurídico: Como se dijo, la validez del pago hecho al tenedor del título de crédito se basa en la presunta buena fe
del deudor, el pago hecho de buena fe es cancelatorio y desobliga al deudor y el acreedor tiene acción contra el tercero
para obtener la indemnización del perjuicio que hay sufrido. El pago será inválido si es hecho de mala fe y esto sucede
cuando el deudor sospecha que el titulo no pertenece a quien lo porta o éste no está autorizado para el cobro.
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El acreedor aparente (Inc E): Es quien goza pacífica y públicamente de la calidad de acreedor, aunque no lo es en
realidad, es decir adopta comportamientos respecto de los créditos como si fuera su verdadero titular, pero no resulta ser
tal.
Requisitos: Para que el pago efectuado al acreedor aparente sea válido se requiere lo siguiente:
1) El deudor tiene que haber pagado de buena fe, es decir convencido de que él estaba pagando al verdadero
acreedor, y poder demostrar que la apariencia que denotaba el falso acreedor eran públicas y notorias.
2) El deudor tiene que haberle pagado al acreedor aparente al incurrir en un error de hecho excusable, si se trataría
de un error de derecho perjudicaría al deudor, quien deberá pagar de nuevo (pagarle al hermano mayor por creer
que la ley así lo dispone, como resabio del mayorazgo feudal).
Efectos:
a) El deudor queda desobligado; el vínculo que lo unía al acreedor se extingue, a pasar de la no participación de
éste, como consecuencia de esa extinción, el verdadero acreedor pierde toda acción contra el deudor. La
cancelación de la deuda, comprende los accesorios y garantías que la acompañaban;
b) Para el verdadero acreedor nace un nuevo crédito, cuyo deudor es ahora el acreedor aparente. La fuente de esta
nueva obligación puede ser el enriquecimiento sin causa o un hecho ilícito.
 Si el aparente obro de buena fe, estará obligado a restituirle a quien era el verdadero acreedor el valor obtenido en
virtud del desplazamiento patrimonial que se dio desde el patrimonio del deudor hacia el suyo, cuando en
realidad ese desplazamiento debió dirigirse hacia el patrimonio del verdadero acreedor. Como no hay causa que lo
justifique, se produce un enriquecimiento para el aparente y un empobrecimiento para verdadero, lo cual otorga a
éste la acción para restablecer la pérdida sufrida.
 Si el aparente obro de mala fe, cometió un hecho ilícito en perjuicio del verdadero acreedor, a quien debe,
entonces indemnizar los daños.
Pago a persona incapaz, con capacidad restringida o tercero no autorizado: La norma establece que el pago
efectuado a un incapaz no resulta válido. Surgen como fundamento de ello dos razones esenciales: la protección al incapaz
y la protección al crédito. Así, se encuentran absolutamente impedidos de recibir el pago los incapaces de ejercicio, como
así también las personas con capacidad restringida y las no autorizadas por el juez para recibir pagos. Sin embargo, la
norma establece, como excepción a la invalidez del pago efectuado de tal modo, que el acto sea ratificado posteriormente
por el acreedor. En tales supuestos, el pago adquirirá validez y será eficaz. La ratificación hace presumir que el acreedor
está satisfecho con el pago realizado o bien que no ha sufrido perjuicio alguno
Como dijimos, entonces, la invalidez del pago hecho a una persona incapaz o con capacidad restringida se establece en
beneficio y protección de éste. Pero, si el cumplimiento de la obligación resultó beneficioso para el acreedor, esta
invalidez protectoria carece de razón de ser ya que, de mantenerse, conllevaría un verdadero enriquecimiento sin causa
para éste.
Derechos del acreedor contra el tercero. Art 884: “El acreedor tiene derecho a reclamar al tercero el valor de lo que
ha recibido:
a) En el caso del inciso c) del artículo 883, conforme a los términos de la relación interna entre ambos;
b) En los casos de los incisos d) y e) del artículo 883, conforme a las reglas del pago indebido”
El artículo 884 del Código aporta las soluciones a favor del acreedor, para el caso en que no sea éste quien reciba el pago.
En tal sentido, dispone:
a) Que si quien recibe el pago ha sido un tercero indicado por el acreedor, éste está facultado para reclamar el pago a
quien lo recibió en su nombre y por indicación suya.
b) En los supuestos de los incisos d, y e, del artículo 883, el acreedor está legitimado a reclamar al deudor el pago
efectuado, de acuerdo a la normativa del pago indebido. Y ello tiene coherencia ya que que quien realizó un pago a un
acreedor aparente, no cancela la obligación ni satisface el interés del verdadero acreedor, razón por la cual deben aplicarse
al caso las reglas del pago indebido.
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EL OBJETO Y LAS CIRCUNSTANCIAS DEL PAGO.


Concepto: como sabemos el CCYC asimila prestación con objeto. Cabe decir, entonces que el objeto del pago es la
prestación cumplida por el deudor que constituye el objeto de la obligación. En consecuencia
El objeto del derecho del acreedor debe ser igual al objeto del pago: esto quiere decir que el bien que constituye el
objeto del crédito es el mismo que el deudor debe producir y que será objeto del pago.
Los principios de pago:
Principio de identidad. Artículo 868-“el acreedor no está obligado a recibir y el deudor no tiene derecho a cumplir una
prestación distinta a las debida, cualquiera sea su valor.”
Concepto: En virtud de este principio, existirá identidad del pago cuando lo que se da en pago coincide con el objeto de la
obligación: de tal modo, el deudor debe pagar entregando exactamente la cosa prometida o realizando el hecho objeto de
la obligación. Por ende, la identidad expresa la relación de igualdad entre el objeto de la obligación y el del cumplimiento.
Fundamentos:
1) En las obligaciones nacidas de los contratos, el principio de identidad se explica porque lo que las partes deciden,
no puede ser luego, al tiempo del cumplimiento, alterado unilateralmente por alguna de ellas.
2) En las obligaciones nacidas de fuentes distintas del contrato, este principio se explica en virtud del mandato
imperativo de la ley, en efecto cuando la ley ordena el cumplimiento de una obligación, el deudor no puede
apartarse de ese mandato y dar una cosa o ejecutar un hecho distinto del que está dispuesto en esa orden.
3) Con alcance general, se dijo que dicho principio tiene su razón de ser en la naturaleza bilateral de la relación
obligatoria. La obligación es bilateral porque supone la concurrencia de dos “partes” (acreedor y deudor) de
donde se sigue que ninguna de ellas puede modificar el contenido del deber.
Aplicaciones:
1) Rige para toda clase de obligaciones, cualquiera sea la fuente de la cual derive y cualquiera que sea su objeto.
2) Es invocable tanto por el acreedor como por el deudor, ni uno ni otro pueden apartarse unilateralmente de este
principio.
Las excepciones al principio son: Las obligaciones facultativas, en la que deudor se reserva la facultad de sustituir. En las
obligaciones de dar dinero, cuando el pago puede ser hecho en moneda distinta de la especificada en el título.
Principio de integridad: Artículo 869-“El acreedor no está obligado a recibir pagos parciales, excepto disposición
legal o convencional en contrario. Si la obligación es en parte líquida y en parte ilíquida, el deudor puede pagar la parte
liquida.”
El pago es integro cuando se proporciona al acreedor la totalidad del objeto debido en un solo acto. Debe existir, entonces
una identidad cuantitativa entre objeto del crédito y objeto del pago Se transgrede este principio cuando el deudor no
cumple la prestación adecuada en su totalidad, y pretende efectuar el cumplimiento mediante pagos parciales. Es así que si
el acreedor no acepta voluntariamente esta posibilidad de cumplimiento parcial propuesta por el solvens o por un tercero
legitimado para el pago, éste no puede llevarse a cabo esa manera. Se aplica a todo tipo de obligaciones.
Efectos: El acreedor no puede ser obligado a recibir pagos parciales; por otra parte, el deudor no puede ser obligado a
efectuar pagos parciales.
Obligación con intereses: artículo 870-“obligación con intereses. Si la obligación es de dar una suma de dinero con
intereses, el pago sólo es integro si incluye el capital más los intereses”.
Dicho artículo que no se considerará íntegro el pago de una suma de dinero con intereses, si sólo se pretende abonar el
capital. Ello es totalmente acertado, ya que los intereses constituyen un accesorio del capital, por lo cual ambos conforman
una única deuda; en razón de dicha disposición, puede el acreedor rehusar recibir el pago intentado por el deudor, si éste
no alcanza para saldar la totalidad de lo debido, incluidos los intereses devengados y exigibles.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Excepciones al principio de integridad:


 Todo acuerdo entre las partes que hayan pactado voluntariamente la realización de pagos parciales.
 Si la deuda fuese en parte líquida (se sabe qué se debe y la cantidad debida) y en parte ilíquida (se conoce qué se
debe pero no su cuantía), se estima que, en tal caso, el pago de la parte líquida es exigible tanto por iniciativa del
acreedor como del deudor, aun antes de que pueda tener lugar el pago de la parte ilíquida. En tal caso, el deudor
puede exigir al acreedor que acepte el pago de la parte líquida (es decir, aquella cuya existencia es cierta y su
cantidad está determinada), no pudiendo éste rechazar su aceptación aduciendo que se trata de un pago parcial,
quedando habilitado el deudor —en tal caso— a efectuar el pago por consignación de dicha parte.
 El caso del beneficio de competencia: es el que la ley concede a ciertos deudores —enumerados taxativamente
por la ley, para no pagar más de lo que está dentro de sus posibilidades.
 En los casos que así lo establezca una disposición judicial, como el pago a mejor fortuna.

El beneficio de competencia.
Artículo 892: Definición: “el beneficio de competencia es un derecho que se otorga a ciertos deudores, para que pague
lo que buenamente puedan, según las circunstancias, y hasta que mejoren de fortuna.”
Art. 893 Personas incluidas. El acreedor debe conceder este beneficio:
a) a sus ascendientes, descendientes y colaterales hasta el segundo grado, si no han incurrido en alguna causal de
indignidad para suceder;
b) a su cónyuge o conviviente;
c) al donante en cuanto a hacerle cumplir la donación.
El beneficio de competencia es una concesión legal que se realiza a favor de ciertos deudores. La norma determina que
deberán pagar los deudores alcanzados por este beneficio lo que buenamente puedan, entendiéndose por esto aquello que
no afecte sus ingresos necesarios para subsistir dignamente; Por último, la norma dispone que el beneficio se concederá
hasta que el deudor mejore de fortuna. Está claro entonces que aquel saldo impago por el deudor no podrá ser exigido por
el acreedor de modo inmediato, razón por la cual ello se encontrará sometido a un plazo incierto. P Debe quedar claro, en
consecuencia, que el resto impago de la deuda no se extingue ni se transforma en una obligación natural.
Si las partes no se pusieran de acuerdo en torno al monto que pagará el deudor en este caso, y a la forma en que lo
afrontará, deberá disponerlo el juez. Es importante destacar que el beneficio es de carácter personalísimo e intransmisible
y, por sobre todas las cosas, de carácter excepcional, por lo cual en caso de duda sobre si debe proceder o no, habrá de
estarse por la negativa a su concesión.
También es importante destacar que el otorgamiento del beneficio no es definitivo, por lo cual si cambiara la situación
patrimonial del deudor beneficiado, estará a cargo del acreedor la prueba de dicha situación, a fin del cese del beneficio.
En cuanto a los deudores legitimados para obtener este beneficio de competencia puede verse que son deudores que
pertenecen a un círculo íntimo o familiar del acreedor, teniendo gran importancia para ello el grado de parentesco, siempre
que no mediaran causas de indignidad para suceder. De ocurrir esto último, no sería justo ni razonable que el deudor
fuera alcanzado por dicho beneficio. Respecto de la situación del donante, debe entenderse que resulta aplicable a
cualquier clase de donación.
El principio de localización: Para que la prestación del deudor constituya un verdadero pago, debe efectuarla en
determinado lugar, así lo exige dicho principio.
Concepto de lugar de pago: Es aquel donde el deudor realiza la prestación, es decir despliega su comportamiento, bien
entendido que también en ese lugar el acreedor obtiene la satisfacción de su crédito. La mayorías de las veces, el lugar de
realización de la prestación y satisfacción del acreedor coinciden, lo cual evita cualquier confusión ya que en ese mismo
lugar el deudor entrega y el acreedor recibe. Pero hay ciertas obligaciones en las cuales ambos lugares no coinciden, es
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

estos casos para el doctor Wayar, el lugar de pago, es aquel donde el acreedor obtiene la satisfacción de su interés,
porque es allí donde el pago se consuma, salvo que la ley, los usos mercantiles o un pacto expreso dispongan otra cosa.
La importancia jurídica del lugar de pago:
a) Es en ese lugar donde las partes tienen que prestar sus deberes de cooperación; así, si el pago hay que hacerlo en
el domicilio del deudor, el acreedor debe concurrir a ese domicilio a recibirlo y si el pago se lo hará en el
domicilio del acreedor, es el deudor quien debe trasladarse hasta allí. La parte que no concurra o no esté presente
en el lugar de pago tiene que asumir las consecuencias de la frustración del cumplimiento.
b) En materia de derecho internacional privado, es dable afirmar que el pago se regirá, en lo referente a forma y
validez sustancial, por leyes del lugar donde debe realizárselo.
c) El lugar de pago determina cual es el juez competente en caso de controversia.
Regla para determinar el lugar de pago:
El principio general es que las partes pueden pactarlo y convenir libremente el lugar de pago ; ello resulta ser una
consecuencia lógica y natural del principio de autonomía de voluntad de las partes. En razón de ello, una vez que ambas
partes restablecen de común acuerdo, ninguna de ellas puede modificarlo de modo unilateral. La designación de lugar
puede ser fijado libremente por las partes tanto al momento de constituirse la obligación, como así también con
posterioridad a la misma. Una novedad del nuevo Codigo es que el lugar de pago pueda ser establecido también
tácitamente, cuando, por ejemplo, el deudor se compromete a pintar la casa del acreedor; es indudable que en tal caso el
lugar de pago emana de la propia naturaleza de la obligación.
Sólo con carácter residual y subsidiario, en caso de silencio, es decir cuando las partes no lo han efectuado, se dispone
que la prestación deberá ejecutar en el domicilio del deudor al tiempo del cumplimiento de la obligación. Salvo que se
trate de obligaciones de dar cosa cierta; porque en este caso, el lugar de pago es donde las cosas se encuentra
habitualmente. Tampoco se aplica a las obligaciones bilaterales de cumplimiento simultáneo; en este supuesto, el lugar
de pago es donde debe cumplirse la prestación principal.
Si el deudor se muda, el acreedor tiene el derecho a exigir el pago en el domicilio actual o anterior del deudor, es decir que
los cambios de éste no les son opuestos al acreedor. Otra innovación del Código es que igual opción le corresponde al
deudor, de modo que se lo posibilita a éste a efectuar el pago en el antiguo o en el nuevo domicilio del accipiens, cuando
se haya establecido éste como lugar de pago.
Principio de puntualidad: el pago debe ser puntual, es decir que debe ser ejecutado en la oportunidad en que fue
convenido, ni antes, ni después.
Concepto de exigibilidad: se refiere al momento en que llegado, el tiempo de pago, el acreedor actualiza sus poderes de
agresión patrimonial y está facultado para reclamar compulsivamente la realización de la prestación debida
Concepto de ejecutabilidad: se refiera al momento en que el deudor puede ejercer la facultad de ejecutar la prestación y
exigir la liberación.
Concepto de cumplibilidad: se refiere al momento en que la obligación deviene exigible y el deudor se encuentra en
situación de cumplir. Se tiene que tener en cuenta, que pueden presentarse situaciones en las cuales una obligación
exigible no sea cumplible, como ocurriría por ejemplo, si se pierde el objeto que el deudor debía dar. En este caso, la
obligación puede ser exigible pero no es cumplible.
Tiempo de pago en las diferentes clases de obligaciones:
Articulo 871: “Tiempo del pago. El pago debe hacerse:
a) si la obligación de exigibilidad inmediata, en el momento de su nacimiento;
b) si hay un plazo determinado, cierto o incierto, el día de su vencimiento;
c) si el plazo es tácito, en el tiempo en que, según la naturaleza y circunstancias de la obligación, debe cumplirse;
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d) si el plazo es indeterminado, en el tiempo que fije el juez, a solicitud de cualquiera de las partes, mediante el
procedimiento más breve que prevea la ley local.
Como establece el inciso a en las obligaciones puras simples o de exigibilidad inmediata, el pago debe efectuarse en
forma inmediata y contemporáneamente al nacimiento de la obligación. Este tipo de obligaciones no están afectadas por
ninguna modalidad.
Por otro lado encontramos las obligaciones modales, las cuales están afectadas por modalidades, como el cargo, el plazo,
y condición.
En las obligaciones sujetas a plazo, la exigibilidad se subordina a un acontecimiento futuro y cierto.
Plazo: es el transcurso que culmina cuando sucede un acontecimiento futuro e inevitable, a partir del cual comienza (en
el caso del plazo suspensivo) o hasta el cual dura (en el caso de plazo resolutorio) la eficacia de un negocio jurídico. El
límite final del plazo indica que el tiempo de pagar ha llegado, es decir que el plazo siempre es cierto, en el sentido de que
el vencimiento habrá de llegar fatal y necesariamente. El Código establece diferentes clases de plazos:
Plazo esencial: es aquel que permite cumplir útilmente la obligación pues su inobservancia determina el incumplimiento
definitivo de la misma. Es decir, es esencial cuando el cumplimiento solo puede tener lugar en un tiempo perfectamente
determinado; si no se cumple, una ejecución posterior, aunque sea posible, carecerá en absoluto de utilidad para el
acreedor. Por ejemplo: un astrónomo que contrata con una empresa la instalación de un telescopio para observar un
eclipse de sol que ocurrirá en un día señalado, si la empresa no instala el telescopio para esa fecha, la instalación posterior
carecerá de utilidad para el astrónomo que lo contrato.
Plazo accidental: es aquel cuyo transcurso no degenera, en una situación de incumplimiento definitivo, sino que subsiste
la posibilidad de cumplimiento, aun después del vencimiento, es decir que la obligación aún puede ser cumplida con
utilidad para el acreedor.
El inc b dispone que si hay un plazo determinado, cierto e incierto el pago debe hacerse en el momento de su vencimiento.
Plazo determinado: es determinado cuando en el titulo o acto constitutivo de la obligación queda previsto cual será el
acontecimiento, futuro e inevitable, que indicara la llegada del límite final del pago. La determinación debe ser expresa,
sino la obligación queda configurada como de plazo indeterminado. Este tipo de plazo a su vez admite una subdivisión:
a) Plazo cierto: es cierto cuando se sabe exactamente la época en que habrá de ocurrir el acontecimiento previsto
como límite final de aquel. Por ejemplo cuando me obligo a pagar el 31 de octubre de 2016 o para la próxima
navidad.
b) Plazo incierto: es incierto cuando no se conoce la época en que habrá de ocurrir el acontecimiento previsto como
límite final. Es decir se prevé el acontecimiento pero se desconoce el día en que ocurrirá. Por ejemplo cuando me
obligo a cumplir el día en que fallezca Pedro o para la próxima lluvia.
Plazo indeterminado: es cuando en el título de la obligación no se prevé cual será el acontecimiento que indicara su
finalización. No hay que confundirlo con el plazo incierto, porque en éste último si se prevé el acontecimiento. Se divide
en dos especies:
a) Plazo tácito: es aquel en el cual, pese a la ausencia de determinación de su límite final, de la naturaleza y
circunstancias de la obligación se puede inferir el momento o la época a partir de la cual ella se torna exigible.
Entonces: es la naturaleza y las circunstancias de la obligación las que tipifican el plazo tácito, a este se refiere el
inc c.
b) Plazo indeterminado propiamente dicho: es cuando la indeterminación es total, porque ni siquiera es posible
acudir a la naturaleza y a las circunstancias de la obligación para inferir la época en que el deber es exigible y solo
cabe solicitarle al juez para que fije el plazo. A este se refiere el inc d.
El pago anticipado: artículo 872: “el pago anterior al vencimiento del plazo no da derecho a exigir descuentos.”
El pago anticipado es aquel efectuado con anterioridad al vencimiento de la obligación.
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Debe quedar claro, que el acreedor no está obligado a recibir el pago que intente efectuar el deudor antes del vencimiento
del plazo, aunque sí se encuentra facultado para ello. De ocurrir ello, debe interpretarse que el deudor ha renunciado a los
beneficios del plazo que poseía desde el momento del nacimiento de la obligación. Así, si el deudor paga antes del
vencimiento originario de la prestación, ello no le concede ningún derecho adicional, como el de intentar obtener algún
descuento por haber cumplido antes de tiempo o no abonar los intereses oportunamente pactados pero no devengados.
El pago a mejor fortuna.
Art 889: “Principio. Las partes pueden acordar que el deudor pague cuando pueda, o mejores de fortuna; en este
supuesto, se aplican las reglas de las obligaciones a plazo indeterminado.”
Art 890:“Carga de la prueba. El acreedor puede reclamar el cumplimiento de la prestación, y corresponde al deudor
demostrar que su estado patrimonial le impide pagar. En caso de condena, jueves puede fijar el pago en cuotas.”
Art 891: “Muerte del deudor. Se presume que la cláusula de pago a mejor fortuna se establece en beneficio exclusivo del
deudor; las deudas se transmite a los herederos como obligación pura y simple.”
Si bien el deudor está obligado a cumplir con la prestación en el tiempo establecido en la obligación, el nuevo artículo 889
establece como principio que el acreedor y el deudor pueden ponerse de acuerdo en que este último pueda abonar cuando
pueda o mejore de fortuna, quedando así constituida la obligación como si fuera de plazo indeterminado.
Para que se tome operativa la cláusula de pago "a mejor fortuna" deberá ser el deudor quien demuestre que su situación
patrimonial es insuficiente para afrontar el pago de la deuda que mantiene con el acreedor, ya que, de lo contrario, el
acreedor puede reclamar el cumplimiento de la prestación en el plazo establecido inicialmente (si lo hubiera), o bien, en
forma inmediata (si se tratara de una obligación pura y simple).
De acreditarse la insuficiencia patrimonial del solvens, queda claro que no podrá reputarse como incumplida la obligación,
ya que ésta será sometida, como se vio, a los principios propios de las obligaciones a plazo indeterminado. Entonces, será
el juez quien deberá fijar el plazo del cumplimiento, atendiendo para ello a las circunstancias del caso y a la condición
económica del deudor. El artículo 890 establece que, en caso de condena, “el juez puede fijar el pago en cuotas". Ello, si
bien es una facultad del magistrado, en caso de darse, se trataría de una excepción al principio de integridad.
Por último, ya que el pago a mejor fortuna es un beneficio que recibe personalmente el deudor que logra acreditar su
condición económica insuficiente para cumplir con la prestación asumida. Es obvio que ante el fallecimiento del deudor,
dicho beneficio no se extienda a los herederos, resultando ser para estos últimos, entonces, una obligación pura y simple,
que deben cancelar sin dilación alguna.
Caducidad de los plazos: Se trata de una excepción al principio de puntualidad, ya que hay situaciones en las que el
acreedor está autorizado por la ley a exigir el pago antes del vencimiento, por haber sucedido hechos que determinan,
precipitan la caducidad de los plazos. Ocurre en los siguientes casos:

a) Cuando el deudor ha caído en quiebra: En este caso el acreedor puede exigir el pago antes del vencimiento del
plazo, como si la obligación fuera a considerarse pura, es decir de exigibilidad inmediata. En el código anterior la
caducidad del plazo operaba, entre otros supuestos, cuando el deudor se hallaba en estado de insolvencia (art.
572). Se entendía que era suficiente a tal efecto que el deudor se encontrara en concurso preventivo. Actualmente,
se requiere que se encuentre en estado de quiebra, porque la apertura del concurso del obligado no hace caducar el
plazo.
b) Si el deudor disminuye las seguridades otorgadas al acreedor. Como sabemos las cosas sobre las cuales se
asienta una hipoteca o una prenda deben conservar su valor. Por esa razón, sobre el deudor hipotecario o
prendario pesa el deber jurídico real de evitar todo deterioro de las cosas agravadas. Cuando incumple ese deber,
los acreedores podrán demandar que el deudor sea privado del beneficio que el contrato le daba.
c) Cuando los bienes dados en garantía, hipoteca o prenda, no fueren suficientes o cuando se subasten para satisfacer
otros créditos.
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d) Si el acreedor recibió una cosa en garantía que era ajena pero que creía del deudor y el tercero exige su
restitución, aquél puede exigir se le entregue otra cosa en prenda de igual valor y si no lo hiciere, puede pedir el
cumplimiento de la obligación principal, aunque el plazo se encuentre pendiente.
5) OTRAS CUESTIONES:
Propiedad de la cosa con que se paga: Artículo 878: “Propiedad de la cosa. En cumplimiento de una obligación de dar
cosas ciertas para construir derechos reales requiere que el deudor sea propietario de la cosa. El pago mediante una
cosa que no pertenece al deudor se rige por las normas relativas a la compraventa de cosa ajena.”
Al ser el pago un acto jurídico, es indudable que además de la capacidad exigible en las partes, en las obligaciones de dar
el deudor debe encontrarse legitimado para disponer de la cosa que pretende entregar en pago. Sin embargo, puede
suceder, como lo prevé la parte final del artículo, que se intente realizar el pago a través de una cosa ajena. Pueden
diferentes situaciones de ello.
1). Si el acreedor hubiera tomado conocimiento antes de la entrega que la cosa no es de propiedad del deudor, puede
negarse a su recepción y exigir al solvens el pago de la prestación en debida forma.
2. Si el acreedor es de buena fe y le es entregada por el deudor una cosa que no es de propiedad sin que el accipiens lo
supiera, pueden brindarse dos opiniones: O bien considerarse que el pago es nulo de nulidad relativa o, como lo sostiene
otra opinión, en tal caso no se presentan supuestos de nulidad, sino de incumplimiento por falta de adecuación entre la
prestación debida y la conducta cumplida por el solvens.
3. Por último, si el pago hubiese consistido en la entrega de una cosa que no pertenece al deudor, dispone en la parte final
del artículo que debe regirse la cuestión por lo dispuesto en las normas relativas a la compraventa de cosa ajena. En razón
de ello, resultara lo dispuesto en el artículo 1008, que no sólo admite que los bienes ajenos pueden ser objeto de los
contratos sino también que el que ha contratado sobre bienes ajenos como propios es responsable de los daños si no hace
entrega de ellos; y también será aplicable lo dispuesto en el artículo 1132 que se refiere a la validez de la venta de una
cosa total o parcialmente ajena.
Pago en fraude de los acreedores: artículo 876: “El pago debe hacerse sin fraude a los acreedores. En este supuesto, se
aplica la normativa de la acción revocatoria y, en su caso, las de la ley concursal”
La regla es que todos los deudores al momento de realizar el pago, deben hacerlo de buena fe. Como sabemos, al ser el
pago un acto jurídico, resulta obvio que su validez exige que se encuentre libre de todo vicio; por ende, todo pago que se
realice con fraude a los acreedores resultará ineficaz e inoponible a éstos. Se considerará, fraudulento, aquel pago que
realice de mala fe el deudor y que con él provoque su insolvencia o la agrave, frustrando, de esa manera, el derecho de los
demás acreedores de obtener la satisfacción de su interés ya que menoscaban la garantía patrimonial que les debe,
mediante la realización de ese pago.
En razón de que el patrimonio del deudor es la garantía común de los acreedores, la ley los faculta a éstos velar por su
integridad, concediéndoles acciones (acción revocatoria y la ley concursal) y otros medios procesales que les permitirán,
en definitiva, asegurar el cobro de sus créditos. Asimismo, mediante estos dispositivos legales que hemos llamado efectos
auxiliares o secundarios de la obligación, los acreedores podrán superar y remediar cualquier situación de insolvencia en
la que pretenda incurrir el deudor fraudulentamente, permitiéndoseles recomponer el patrimonio de éste en caso de que
ello ocurra.
El pago de créditos embargados ofrendados: artículo 877: “El crédito debe encontrarse expedito. El pago de un crédito
embargados ofrendado es sin oponible al acreedor prendario o embargar.”
La eficacia del pago dependerá de que quien lo efectúa posea la libre disponibilidad de las cosas de interés: es por ello que
si la cosa estuviera embargada, dichas circunstancias debe ser comunicada al acreedor, puesto que caso contrario, el pago
no será eficaz y el deudor que ha abonado de tal modo no quedará liberado.
Los gastos del pago: ¿a quién corresponde afrontar los gastos del pago?
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

La regla es que las partes debieran acordar quien asume los gastos del pago, pero en caso de silencio, es decir cuando las
partes nada hayan acordado, los gatos del pago le corresponden al deudor, el fundamento de este último es el principio de
integridad, ya que los gastos del pago son un accesorio de la obligación principal. Por ej: si Ignacio compro un auto en
una concesionaria de buenos aires y deposito la suma correspondiente del valor del auto, bien la empresa tiene la
obligación de entregar el auto, ahora si las partes han acordado quien afrontara los gastos resulta claro, pueden haber
establecido mitad para cada uno, sino lo han establecido, es la concesionaria quien deber afrontar el traslado del auto y
otros gastos, y esto es porque la obligación de pagar, es una obligación accesoria de otra principal que es la obligación de
entregar y como sabemos lo accesorio sigue a lo principal, por lo que a quien debe entregar el auto le corresponde pagar
los gastos.

La prueba del pago.


Carga de la prueba: artículo 894. “La carga de la prueba incumbe:
a) En las obligaciones de dar y de hacer, sobre quien invoca el pago;
b) En las obligaciones de no hacer, sobre el acreedor que invoca el incumplimiento.”

Como sabemos el pago no se presume por lo que la prueba del mismo resulta fundamental para quien pretende extinguir
la obligación y liberarse definitivamente. En razón de ello, el Código establece reglas que se encuentran referidas a su
carga probatoria:
En las obligaciones de dar y de hacer, la carga de la prueba del pago recae sobre quien lo invoca. Es decir que recae
sobre el deudor, o sobre los terceros que aleguen haber pagado. En tales casos, al acreedor sólo le bastara acreditar la
existencia de la relación jurídica y la entidad de la obligación. Sin embargo, la excepción a este principio lo establece el
segundo inciso que dispone que "en las obligaciones de no hacer" la prueba del pago recae sobre el acreedor. Ello
también resulta razonable, ya que si se dispone lo contrario se estaría haciendo pesar sobre el deudor la prueba de un
hecho negativo, lo cual, procesalmente, resulta inadmisible, ya que la prueba deber siempre recaer sobre quien afirma y no
sobre quien niega. En tal sentido, será el acreedor quien deberá demostrar que el deudor ha incumplido con el deber de no
hacer asumido, y mientras ello no sea probado, el deudor gozará de la presunción de que lo ha cumplido con su
prestación. Ej: si yo soy dueño de una marca de shampoo y contrato una modelo para la publicidad y en ese contrato se
estableció una cláusula de exclusividad, en virtud de la cual esa modelo no puede ser la cara de ningún otro producto del
mismo rubro, si la modelo incumple, le cabe al acreedor probar el no pago por parte del deudor, es decir el
incumplimiento.

Objeto y medios de prueba. Artículo 895:. “Medios de prueba. El pago puede ser probado por cualquier medio excepto
que de la estipulación o de la ley resulte previsto el empleo de uno determinado, o revestido de ciertas formalidades.”
El Código dispone que el pago "puede ser probado por cualquier medio", lo cual brinda amplia libertad en materia
probatoria del pago, no pudiéndose descartar tampoco la prueba presuncional, cuando se hayan acreditado al menos
indicios de que el pago fue realizado. Sin embargo, deberá ser el magistrado quien, ante cada caso, deberá apreciar esas
presunciones con criterio restrictivo a fin de extraer de ellas la prueba del pago. La parte final del artículo sólo fija como
excepción a la amplitud probatoria en materia de pago la de aquellos supuestos en que "de la estipulación o de la ley
resulte previsto el empleo de uno determinado, o revestido de ciertas formalidades". Ello resulta totalmente lógico y
apropiado, ya que nos encontraremos en determinados casos en que el pago sólo puede hacerse cumpliendo ciertas
formalidades, por lo cual la prueba del mismo no puede ser ajena al cumplimiento de esas formas establecidas, por
ejemplo un pago efectuado a favor de un menor de edad durante el trámite de un proceso judicial sólo puede ser
acreditado mediante la boleta del depósito efectuado en la cuenta bancaria de titularidad del beneficiario
Recibo: importancia, forma y contenido.
Artículo 896: “Recibo. El recibo es un instrumento público o privado en el que el acreedor reconoce haber recibido la
prestación debida.”

El recibo es la prueba por excelencia, pero además su obtención constituye un derecho para el deudor, ya que a través
de él, tendrá la prueba de su liberación y la defensa idónea para oponer a todos aquellos que pretendan volver a
reclamarle por la prestación ya cancelada.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Es una constancia escrita emanada del acreedor, destinada a documentar el pago realizado. Es un simple documento
firmado por el acreedor que permite acreditar la recepción de la prestación debida, y posee el carácter de confesión
extrajudicial por medio de la cual la persona que tiene facultad para recibir el pago da cuenta de que lo ha recibido.
También se ha sostenido que quien emite recibo de pago debe contar con capacidad para ello.
Por regla general, no posee formalidad alguna, aunque la doctrina mayoritaria entiende que debe realizarse por escrito, ya
que de otro modo se dibujaría su eficacia y su validez como instrumento probatorio. La excepción a esta regla general de
libertad de formas, la constituyen los supuestos en los cuales recibo deba realizarse por escritura pública, porque así lo
establece la ley.
Es requisito que el recibo esté firmado por quien lo emite, si quien lo emite no pudiera firmar deben aplicarse las normas
de la firma a ruego.
En cuanto a la exigencia respecto de que si el recibo debe contener fecha cierta, se ha dicho que cuando el recibo es
utilizado entre las partes, parece obvio que el efecto probatorio de recibo abarca también la fecha, por lo que resulta
necesario dicha exigencia.
Derecho a exigir el recibo: Artículo 897: “el cumplimiento de la obligación confiere al deudor derecho de obtener la
constancia de la liberación correspondiente. El acreedor también puede exigir un recibo que pruebe la recepción.”
El articulo dispone que así como el deudor tiene derecho a obtener el recibe también establece que el acreedor puede
exigir un recibo que pruebe la recepción por parte del deudor. Esta posibilidad que prevé la norma es conocida como
"contrarecibo", que consiste en una constancia emitida por el deudor por medio de la cual manifiesta que le ha sido
entregado el recibo por el acreedor. En la práctica, a fin de posibilitar que el acreedor también pueda obtener una prueba
de la entrega del recibo, se suele expedir el recibo en doble ejemplar, haciéndosele firmar al deudor la copia que queda en
poder del acreedor, es muy frecuente esto en el pago de sueldos.
Presunciones relativas al pago. Artículo 899: “Se presume, excepto prueba en contrario que:
a. Si se otorga un recibo por saldo, quedan canceladas todas las deudas correspondientes al obligación por la cual
fue otorgar;
b. si se recibe el pago correspondiente a uno de los períodos, están cancelados los anteriores, sea que se deba una
prestación única de ejecución diferida cuyo cumplimiento se realiza mediante pagos parciales, o que se trate de
prestaciones sucesivas que nacen por el transcurso del tiempo;
c. si se extiende recibo por el pago de la prestación principal, sin los accesorios de crédito, y no se hace reserva,
éstos quedan extinguidos;
d. si se debe daño moratorio, y a recibir el pago el acreedor no hace reserva a su respecto, la deuda por ese daño
está extinguida.”
a) El recibo por saldo implica la cancelación de todas las deudas, existentes con anterioridad al momento del pago,
respecto de la obligación por el cual el recibo se otorga. Se estima que si quien expidió el recibo logra demostrar a
posteriori la existencia de un error excusable o de algún otro vicio al momento de expedir el recibo, la cuestión
sería revisable.
b) Recibo en caso de pago de un período en prestaciones periódicas. También dispone la norma que si se trata de
una obligación con prestaciones periódicas, el pago efectuado del último período hace presumir —salvo prueba en
contrario— que los anteriores también han sido cancelados. Esto se aplica en cualquiera de los dos supuestos allí
establecidos: 1) si se trata de una prestación única, descompuesta en cuotas a abonarse en fechas diferentes (v. gr.:
la construcción de una obra, que se abonará 1/3 al contratarse, 1/3 a los 120 días de ello y 1/3 al finalizar la
misma), y 2) si se trata de obligaciones periódicas, que se abonan en forma sucesiva y que se van tomando
exigibles con el paso del tiempo (v. gr.: pago de alquileres en un contrato de locación).
c) Recibo por la prestación principal, sin los accesorios. Daño moratorio. También la norma presume que
cuando se adeude una prestación principal con sus accesorios (v. gr.: capital con intereses), y se realice el recibo
por la principal sin reserva alguna de los accesorios del crédito por parte de quien lo expide, se presume que éstos
han quedado extinguidos. Idéntico temperamento adopta el Código, para el supuesto en que se deba
indemnización por el daño moratorio, y si al recibir el pago el acreedor no hace reserva de reclamarlo en el futuro,
se presume que ha renunciado a hacerlo en adelante.
Imputación de pago
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Concepto: Puede ser definida como el conjunto de reglas y normas que permiten brindar solución a los problemas que se
suscitan cuando el deudor debe cumplir con varias obligaciones de la misma naturaleza que se encuentra pendiente de
cumplimiento, y el pago que efectúa a tal fin no es suficiente para cancelar a todas ellas. En consecuencia, cuando ello
ocurre, dichas normas determinan cuál es el procedimiento que debe seguirse en tal caso.
Requisitos de aplicación: El procedimiento de la imputación de pago sólo procederá cuando se cumplan los siguientes
requisitos.
a. Debe existir varias obligaciones pendientes de pago y que dichas obligaciones vinculen a las mismas partes, es
decir que el acreedor y deudor son los mismos.
b. Las prestaciones deben ser todas de la misma naturaleza, debiendo guardar homogeneidad entre sí, por ejemplo
que todas las obligaciones sean de dar dinero
c. El pago efectuado por el deudor debe ser insuficiente para extinguir todas las prestaciones pendientes de pago.

Quien dispone la imputación:


La facultad de imputar el pago le corresponde, en primer lugar, al deudor, en su defecto, la imputación puede ser hecha
por el acreedor. Finalmente, si ni uno ni otro hacen uso de esa facultad, la imputación será efectuada conforme a las
disposiciones de la ley.

IMPUTACIÓN POR EL DEUDOR: Artículo 900: “Si las obligaciones para con un solo acreedor tienen por objeto
prestaciones de la misma naturaleza, el deudor tiene la facultad de declarar, al tiempo de hacer el pago, por cuál de ellas
debe entenderse que lo hace. La elección debe recaer sobre deuda líquida y de plazo vencido. Si adeuda capital e
intereses, el pago no puede imputarse a la deuda principal sin consentimiento del acreedor.”
La regla general es que el deudor es quien tiene la facultad de declarar, al tiempo de hacer el pago, por cuál de las
obligaciones lo efectúa. No obstante este principio general tiene ciertas limitaciones.
1) La imputación debe recaer sobre deudas liquidas: esta solución es lógica, puesto que de otro modo, si aún no se ha
definido el monto de la deuda, no se podrá conocer si el pago efectuado por el solvens es íntegro o no.
2) El deudor no puede imputar el pago a una deuda de plazo no vencido y que, por ende, no fuera exigible. Sin embargo
se estima que resulta quizás una disposición excesiva para el deudor, ya que a de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 351
del Código actual, "El plazo se presume establecido en beneficio del obligado a cumplir o a restituir a su vencimiento, a
no ser qué, por la naturaleza del acto, o por otras circunstancias, resulte que ha sido previsto a favor del acreedor o de
ambas partes". En razón de ello, no habría inconveniente en que el deudor pretendiera imputar un pago a una deuda de
plazo no vencido, ya que no estaría con ello afectando ningún derecho del acreedor.
3) "Si adeuda capital con intereses, el pago no puede imputarse a la deuda principal sin consentimiento del acreedor".
Ello resulta lógico, puesto que si se imputara el pago al capital estando pendiente de cancelación los intereses de cualquier
tipo, podría considerarse que la emisión de recibo del capital por el acreedor sin reserva alguna sobre los intereses implica
una renuncia tácita respecto de éstos, o bien que los ha percibido anticipadamente.
Excepciones a la regla general: (imputacion por acreedor e imputación legal)
IMPUTACIÓN A CARGO DEL ACREEDOR: Artículo 901: Si el deudor no importa el pago, el acreedor se
encuentra facultado para hacerlo en el momento de recibirlo, conforme a estas reglas:
a. Debe imputarlo a alguna de las deudas líquidas y exigibles;
b. una vez canceladas totalmente una o varias deudas, puede aplicar el saldo a la cancelación parcial de
cualquiera de las otras.”
Cuando el deudor no hace uso de su facultad de imputar el pago, tal derecho se traslada al acreedor. Se trata de una
atribución subsidiaria, ya que, como la norma lo indica, sólo podrá hacerlo "si el deudor no imputa el pago". Se trata de
un acto unilateral, pues depende exclusivamente de su voluntad, a la cual debe someterse el deudor.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

La imputación por parte del acreedor debe realizarse al momento de recibirlo, por lo cual será el recibo la prueba por
excelencia de qué las deudas serán canceladas a través del pago del deudor. Sin embargo, esta facultad de la que goza el
accipiens sólo podrá ejercerla siguiendo estas directivas:
a) La imputación debe realizarse respecto de deudas líquidas y exigibles. Ello también resulta lógico, ya que resultaría
contario a la buena fe, que el acreedor pretendiera imputar lo dado en pago a obligaciones que aún no han vencido o cuyo
monto no estuviera determinado. Se estima que sólo podría llevarse a cabo la imputación en contradicción a esta directiva,
si existiera acuerdo entre ambas partes para ello.
b) Una vez canceladas totalmente una o varias deudas, puede aplicar el saldo a la cancelación parcial de cualquiera de
las otras. Ello resulta razonable, considerando que es el accipiens quien tiene la facultad de elección al momento de
imputar el pago.
IMPUTACIÓN LEGAL: Articulo 902: “Si el deudor o el acreedor no hacen imputación del pago, se lo imputa:
a) En primer término, al obligación de plazo vencido más onerosa para el deudor;
b) cuando las deudas son igualmente onerosas, el pago se imputa prorrata”
Este artículo dispone que cuando ni el deudor ni el acreedor efectúan la imputación, ésta se llevará a cabo respetando los
principios dispuestos en la norma:
a) La obligación de plazo vencido más onerosa será la primera en cancelarse. Se estima lógica la solución legal, aunque
no debe considerarse más onerosa sólo la obligación que genere mayores intereses para el deudor, sino también aquella
que puede agravar su situación (por ejemplo, si existe ligada a ella una cláusula penal o una fianza, lo cual, ante el
incumplimiento, podría poner en riesgo su patrimonio).
b) Si son igualmente onerosas, el pago se imputa a prorrata. En este supuesto se deberá imputar el pago
proporcionalmente a todas las deudas existentes. Ello, claro está, requiere previamente que las deudas sean de plazo
vencido.
Pago a cuenta de capital e intereses: Articulo 903: “Si el pago se hace a cuenta de capital e intereses y no se precisa su
orden, se imputa en primer término a intereses, a no ser que el acreedor dé recibo por cuenta de capital.”
El artículo 903 del Código constituye una limitación a las facultades de imputación de las partes, ya que el Código
establece como directiva a seguir que, si se debiesen capital con intereses, la imputación debe realizarse en primer lugar a
los intereses.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Bolilla 5
1) LA TEORÍA DEL INCUMPLIMENTO.
El incumplimiento debe ser estudiado como lo que es: una situación antijurídica que se presenta cuando el
deudor o el acreedor falta al tenor de la obligación. De este modo, se puede elaborar una teoría integral que permita
una correcta descripción de esta figura y de sus consecuencias.

si el deudor cumple satisface el interés del acreedor


la prestación se extingue el vínculo

Obligación se ha perdido la posibilidad la obligación se


absoluto de cumplir en especie o extingue o
despareció el interés del acreedor transforma
si el deudor se aparta incumplimiento
del comportamiento no se ha perdido la posibilidad la obligación
debido relativo de ejecución en especie y el subsiste
acreedor mantiene su interés

Importancia y necesidad de una teoría del incumplimiento.


Al hablar de incumplimiento, se examinan distintas instituciones sobre las cuales aquel tiene influencia directa:
 La ejecución forzada o subrogada;
 La indemnización compensatoria;
 La llamada excepción de incumplimiento;
 La cláusula penal;
 La resolución de los contratos por pacto o causa comisoria;
 Las condenaciones conminatorias:
 La imprevisión contractual;
 La señal o arras;
 La imposibilidad de pago; etc.
Es necesario indagar qué es el incumplimiento de la obligación, cuáles son las formas en que se puede presentar,
cuáles sus efectos y cuáles las normas aplicables.

Concepto de incumplimiento.
El incumplimiento es, ante todo, un acto ilícito, es decir, un obrar del sujeto contrario al derecho. Los actos ilícitos
han sido divididos en dos clases:

órbita el comportamiento del sujeto viola


contractual un deber jurídico impuesto por una incumplimiento
relación de obligación preexistente
Actos ilícitos

órbita el comportamiento del sujeto es violatorio infracción, porque falta NO es incumplimiento,


extracontractual del deber general de no dañar el vínculo jurídico previo entre sino un acto ilítico stricto sensu
el agente y otra persona

Entonces, el incumplimiento, a diferencia de los actos ilícitos stricto sensu, supone la preexistencia de una
obligación, es decir, un vínculo jurídico entre acreedor y deudor. La preexistencia del vínculo es lo que tipifica el
incumplimiento, diferenciándolo de la ilicitud llamada “extracontractual”.
Del incumplimiento solo cabe hablar respecto de una obligación constituida con anterioridad.
Si la obligación no es ejecutada normalmente, respetando los principios que gobiernan el pago, se produce como
consecuencia inmediata y contrapuesta, un estado de inejecución o incumplimiento.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El incumplimiento puede ser provocado tanto por el deudor como por el acreedor. En efecto, al tonarse exigible la
obligación, si el deudor no realiza la prestación, es decir, un comportamiento determinado que satisfaga el interés del
acreedor; o el acreedor no presta la colaboración que requiere la naturaleza de la obligación, se está en presencia de un
incumplimiento.
Establecer si hay o no un factor de atribución es vital para determinar las consecuencias sancionatorias del orden
jurídico: si no cumple porque no quiere, el incumplimiento es imputable y el sujeto será responsable; si no cumple
porque no puede, el incumplimiento no es imputable y el agente estará exento de responsabilidad.
La imputabilidad es el elemento clave, sin el cual no habrá ejecución forzada ni responsabilidad.
Para ofrecer un concepto objetivo de incumplimiento, es necesario tener en cuenta tres aspectos:
 Se trata de un accionar contrario al derecho;
 Es violatorio de una obligación preexistente;
 Modifica el curso normal de la obligación.
Entonces, se puede definir al incumplimiento como “la situación anormal de la relación de obligación, originada
en la conducta antijurídica de cualquiera de los sujetos vinculados, que impide u obstaculiza su realización”.
Tal incumplimiento influye sobre el vínculo jurídico en dos sentidos: extinguiéndolo, frustrando al acreedor; o
prolongándolo, impidiendo la liberación del deudor.

Elementos del incumplimiento.


El incumplimiento requiere los siguientes elementos:
1) Un obrar humano, puesto que es siempre una conducta, un comportamiento del sujeto que se manifiesta por
un hecho exterior, positivo o negativo;
2) El comportamiento del sujeto debe ser contrario al derecho, integrado no solo por la ley en sentido lato
(incluyendo las cláusulas contractuales) sino también por los principios jurídicos superiores.
3) La preexistencia de una obligación anterior, ya que hay incumplimiento cuando se debe la prestación y no
se la efectúa.

Clasificación del incumplimiento.


Para cumplir hay que observar una conducta de total cumplimiento, ajustándola a la naturaleza de la obligación y a
las directivas que imparte el principio de buena fe.
El incumplimiento es también conducta, pero desacomodada o disconforme (antijurídica) con el tenor de aquella.
Este obrar antijurídico puede desembocar en un incumplimiento:
 absoluto o relativo;
 parcial, tardío o defectuoso;
 imputable o inimputable;
 puede exteriorizarse por medio de actos positivos o de abstención.
Así, estas categorías que se obtiene no se excluyen, sino que pueden combinarse.

Según la posibilidad o imposibilidad de ejecución de la prestación y el interés del acreedor:


Incumplimiento absoluto Incumplimiento relativo
La obligación se torna de ejecución imposible, y tal La imposibilidad solo es temporaria, que afecta
ejecución es definitiva, ya sea por razones físicas o parcialmente a la prestación o se origina en otras
jurídicas sobrevinientes a la formación del vínculo. imperfecciones que alteran la exactitud del objeto. No
obstante, es siempre posible el cumplimiento, aún con
las fallas indicadas.
La prestación carece de interés utilidad para el El acreedor mantiene un interés jurídico en recibir la
destinatario del pago. Es decir, el cumplimiento de la prestación. De lo contrario, a pesar de que el cumplimiento
prestación es inútil para satisfacer la expectativa del sea posible, si no hay interés por parte del acreedor el
acreedor, ya que perdió todo interés en percibirla. incumplimiento se torna absoluto.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Si se trata de un incumplimiento relativo, la prestación puede verificarse de modo parcial, defectuoso tardío:
En relación a la INTEGRIDAD del En relación a la IDENTIDAD del En relación al TIEMPO:
objeto: objeto y al LUGAR de pago: Cumplimiento tardío
Cumplimiento parcial Cumplimiento defectuoso
Se da cuando llegado el
Cuando la conducta del obligado lesiona el El comportamiento del sujeto viola momento en que debe tener
principio de integridad del objeto, pero los principios de identidad o de lugar la prestación, si el sujeto
aun así cumple. localización, sin que por ello deje no realiza el comportamiento
de cumplir. adecuado al objeto de la
prestación.
Sucede cuando se cumple la
prestación exacta, en el lugar y el
El deudor entrega una cosa disminuida tiempo convenidos, pero No desaparece la posibilidad
materialmente, lo cual implica un defectuosamente (por ej: animales de realizar la prestación; ésta
deterioro de la cosa debida. enfermos). se verifica con posterioridad.
También es el caso de aquel que
pretende cumplir en un lugar
distinto del convenido.
Los efectos de esta situación dependen de Se caracteriza por la
las causas. perdurabilidad del vínculo
-En las obligaciones de dar cosas ciertas durante todo el tiempo que
para transferir sobre ellas derechos Los efectos que genera un dure el retraso del obligado.
reales, si el objeto se deteriora sin culpa del cumplimiento defectuoso dependen En tanto sea posible ejecutar la
deudor, el acreedor podrá disolver la de las causas: prestación, el deudor estará
obligación o recibir la cosa en el estado en -Si es imputable al sujeto, éste obligado a cumplir, aunque la
que se halle, con disminución proporcional cargará con la responsabilidad de su demora no sea atribuible a
del precio; si el deterioro se debe a la culpa accionar; dolo o culpa.
del deudor, el acreedor tiene derecho a -Si no es imputable al sujeto, En cambio, si la demora le es
exigir una cosa equivalente, con la estará exento del deber de imputable, no solo tendrá que
indemnización de los perjuicios e intereses, indemnizar. cumplir, sino también resarcir
o recibir la cosa en el estado en que se halle En cualquier caso estará obligado a los daños y perjuicios que el
más la indemnización compensatoria. cumplir, ya que la imputabilidad o atraso haya ocasionado.
-En las obligaciones de dar cosa cierta a inimputabilidad definen la
fin de restituirla a su dueño y se responsabilidad del sujeto, sin
deteriora sin culpa del deudor, su dueño la extinguir el vínculo.
recibirá en el estado en que se halle, y el
deudor no estará obligado a ninguna
indemnización.

subjetivo es el caso de quien actua con dolo o


con culpa.

Imputabilidad da lugar a la responsabilidad del sujeto porque hay un


FACTOR DE ATRIBUCIÓN

no hay responsabilidad si NO hay factor de atribución


por parte del sujeto objetivo cuando la ley crea factores de atribución
(inimputabilidad) de responsabilidad que nada tienen que ver
con la culpa tradicional;
como el deber de garantía, la equidad, etc.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Si el incumplimiento da o no lugar a responsabilidad según concurra o no un factor de atribución:


Cuando hay un factor atributivo: Cuando no hay factor que atribuya responsabilidad:
Incumplimiento imputable Incumplimiento inimputable
Imputar: atribuir determinado accionar al sujeto del
cual proviene, considerándolo su autor. Falta un factor que permita atribuirle responsabilidad
Existe un factor de atribución que determina la al sujeto que actuó ilícitamente por las consecuencias
responsabilidad del autor del incumplimiento. perjudiciales que se hayan producido.

Se da cuando el incumplimiento es atribuible al dolo o En algunos casos, la ausencia de imputabilidad lleva a la


culpa del sujeto; o cuando, a pesar de que la conducta es extinción del vínculo y la liberación del deudor.
irreprochable, existe un factor de atribución objetivo Otras veces, el vínculo subsiste entre las partes, aunque
(deber de seguridad, garantía, etc.) la prestación se cumplirá profundamente modificada.
El ordenamiento jurídico le impone al incumpliente el
deber de resarcir los daños y perjuicios que haya
ocasionado; y si su conducta es de tal gravedad que ha
sido descrita por la ley penal como delito, a la sanción
civil se sumará la pena.
El incumplimiento imputable faculta al acreedor a:
-Emplear los medios legales, dirigiéndolos a la
obtención que le es debida;
-Obtenerla de un tercero a costa del deudor;
-Conseguir las indemnizaciones correspondientes
mediante el pago de los daños e intereses.

se extingue la obligación principal, y nace así una


nueva obligación: reparar los daños e intereses

imputable obligación de pagar la prestación no puede efectuarse por una causa se produce una mutación o transformación en el
daños y perjuicios atribuible al deudor objeto debido: el infractor está obligado a pagar
absoluto un valor económicamente equivalente , aunque
esencialmente distinto.

no imputable medio de extinción la causa sobreviniente que torna la imposibilidad de cumplimiento debe
de las obligaciones imposible el cumplimiento de la prestación ser absoluta, definitiva, sobreviniente e
Incumplimiento es extraña a la voluntad del agente . inimputable

la ley le otorga al acreedor el derecho de optar


el deudor está obligado se debe a un obrar culpable de su parte; entre recibir la prestación en el estado en que se
imputable a cumplir, aunque lo ademas del deber de cumplir, también carga halle, tras los daños y perjuicios, o resolver el
haga defectuosamente con la obligación de reparar los daños causados contrato aceptando solo la indemnización
relativo

no imputable la prestación se las dificultades que entorpezcan la ejecución tales dificultades no son imputables al agente, el
verificará, pero de deben darse al tiempo del cumplimiento , ya que cual está eximido de responsabilidad, aunque
forma irregular si hubieran sido conocidas al momento de nacer permanece ligado a su acreedor, pues el
(parcial, defectuoso la obligación, el infractor no podría pretender vínculo no se disuelve.
o tardío) eximirse de responsabilidad.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El incumplimiento puede exteriorizarse por medio de:


Actos “positivos” Actos “omisivos” o de abstención
Se trata del deudor que hace lo que no debe. Así, Es el caso del deudor que deja de hacer lo que debe,
comete una infracción positiva. incumpliendo por omisión.
El deudor omite lo que debía haber hecho cuando
incumple totalmente o no cumple puntualmente.
El que por un acto positivo viola culposamente un derecho de crédito, tiene que indemnizar al acreedor los
daños por ello causados. Exactamente igual que el deudor que omite culposamente una prestación positiva debida.

2) LA MORA DEL DEUDOR.

Método del CCyCN.


El incumplimiento de obligaciones, además de poder ser total y absoluto, también puede ser relativo, cuando el
deudor cumple con la prestación asumida pero con un defecto en las circunstancias de modo, tiempo o lugar de
cumplimiento pactado. Sin embargo, cuando ello ocurre y a pesar del incumplimiento parcial de la prestación, se
admite una posibilidad de cumplimiento específico tardío, por ser material y jurídicamente posible, y
fundamentalmente por ser apto todavía para satisfacer el interés del acreedor. Aquí es donde cobra importancia el
Instituto de la mora del deudor.
Es un Instituto que si bien no ha variado en su concepto, si ha mutado en cuanto a qué clase de mora impera en el
derecho argentino.
También por primera vez en el ordenamiento jurídico argentino, se brinda tratamiento expreso a la mora del
acreedor. El régimen adoptado por el Código es básicamente el siguiente:
Mora automática:
1) Obligaciones de exigibilidad inmediata: la mora se produce automáticamente por el solo transcurso del
tiempo fijado para su cumplimiento. El tiempo de cumplimiento que la ley fija para las obligaciones de
exigibilidad inmediata no es otro que “el momento de su nacimiento”; queda claro que si el deudor no
cumple en ese momento quedará incurso en mora.
2) Obligaciones sujetas a plazos determinados cierto o incierto: conforme lo que dispone el art. 871, si hay un
plazo determinado, ya sea cierto o incierto, el pago debe hacerse “el día de su vencimiento”; en ambos casos
la mora opera automáticamente por el sólo transcurso del tiempo fijado para su cumplimiento. Fijado por las
partes por la ley o por el juez.
El código reconoce sólo dos excepciones al principio de mora automática:
1) Las obligaciones sujetas a plazo tácito: donde es menester interpelar al deudor para constituirlo en dicho
estado;
2) Las obligaciones a plazo indeterminado propiamente dicho: supuesto en el cual debe requerirse fijación
judicial de plazo.

Art. 886: “Mora del deudor. Principio. Mora automática. Mora del acreedor. La mora del deudor se produce por el
solo transcurso del tiempo fijado para el cumplimiento de la obligación.
El acreedor incurre en mora si el deudor le efectúa una oferta de pago de conformidad con el artículo 867 y se
rehúsa injustificadamente a recibirlo.”

Definición.
La mora es un instituto jurídico de difícil definición, ya que no debe ser confundida con la simple demora en el
cumplimiento. La mora no es el simple retraso en el cumplimiento de la obligación, sino el retraso cualificado por la
concurrencia de determinadas circunstancias.
En nuestro país se ha definido a la mora como “aquel en el cual el incumplimiento material se hace jurídicamente
relevante” (Alterini); o bien, como “un retardo jurídicamente calificado” (Bustamante Alsina).
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Una de las características jurídicas más relevantes que presenta la mora es que el retraso no impide el
cumplimiento tardío por el deudor. De allí que la mora solo es aplicable en los supuestos de incumplimiento relativo
de la obligación.

Requisitos.
Para que se configure la mora del deudor, se deben reunir los siguientes requisitos:
1) El retardo en el cumplimiento;
2) Que dicho retardo sea imputable (subjetiva u objetivamente) al deudor;
3) La constitución en mora del deudor.

Retardo o demora en el Imputabilidad del retardo al Constitución en mora


cumplimiento deudor
Ocurre cuando el deudor no ha El retardo en el cumplimiento no El deudor debe ser constituido en
realizado el comportamiento basta para configurar la mora del mora para que se produzcan los
debido en el tiempo en que la deudor, sino que además debe existir efectos previstos por el ordenamiento
prestación debía ejecutarse, tal un factor de imputación de dicha jurídico.
como fue convenido con el acreedor. demora hacia el deudor.
Sin embargo, se trata de una Este factor de imputación puede ser Dicha constitución en mora puede
situación transitoria, ya que la subjetivo, como el dolo o la culpa, u producirse por el mero transcurso
obligación aún es susceptible de ser objetivo, como la garantía, equidad, del tiempo o mediante un
cumplida y apta para satisfacer el deber calificado de seguridad, etc. requerimiento expreso por parte del
interés del acreedor. acreedor.
La mora, a diferencia del simple La diferencia entre la mora objetiva
retardo o demora, requiere ser y la mora subjetiva tiene importancia
objetiva y subjetivamente a la hora de que el deudor pretenda
imputada al deudor para provocar liberarse de responsabilidad:
los efectos previstos por el -Si la mora es subjetiva, le bastará al
ordenamiento jurídico. deudor demostrar su ausencia de
culpabilidad para acreditar que el
retraso no le es imputable;
-Si la mora es objetiva, el deudor
solo podrá eximirse de sus efectos
acreditando la existencia de una
causa ajena (hecho o culpa del
acreedor, o de un tercero por quien
no deba responder, caso fortuito o
fuerza mayor).

La imputabilidad, entonces, puede ser:


 Imputabilidad del retardo objetivo: es el supuesto más frecuente, y es lo que se configura sobre todo en las
obligaciones en las cuales el deudor se ha comprometido a la obtención de un resultado determinado y
especifico, en donde el incumplimiento mismo de la prestación conforma el estado de mora del deudor, a
menos que éste acredite la imposibilidad de pago;
 Imputabilidad del retardo subjetivo: en cambio, cuando el deudor no ha prometido la obtención de la
finalidad perseguida por el acreedor, sino de adoptar una conducta diligente con el fin de obtenerla, la
imputación había el deudor debe ser subjetiva, fundada en su culpa o dolo.

El sistema de constitución en mora.


Existen dos sistemas de constitución en mora:
1) Mora “ex re”.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

También llamada mora automática. Se produce por el solo transcurso del tiempo, sin que sea necesario que el
acreedor efectúe interpelación (exigir el cumplimiento) alguna al deudor.
Esta concepción de la mora era concebida ya en el Derecho Romano, donde la regla general era que la mora se
configuraba por la sola fuerza de las cosas, como ocurría generalmente en los casos de obligaciones a plazo y de
obligaciones nacidas de delitos, también si el deudor se ausentaba sin dejar representante, entre otros casos.
2) Mora “ex persona”.
Este sistema requiere de un acto previo del acreedor, llamado interpelación, para constituir en mora al deudor.
Reconoce sus orígenes en el Código francés, el cual determinó la necesidad de que el acreedor requiera el pago al
deudor en forma previa para que éste último quede en estado de mora. En este sistema, el siempre paso del tiempo no
constituye morosidad alguna en el deudor incumplidor.
Se argumentaba en favor de este sistema que la ausencia de interpelación permitiría deducir que el acreedor no ha
sufrido daño alguno ante el incumplimiento del deudor, y que además, al existir el requerimiento previo, se le estaba
brindando al deudor una última oportunidad para que cumpliera y así evitar los graves efectos que provocaría una mora
automática.

Excepciones al principio de mora automática.


El art. 886 establece como regla general la mora automática al disponer que la mora del deudor se configura por
el sólo transcurso del tiempo para su cumplimiento.
En razón de ello, una vez operado el vencimiento de la obligación, el deudor quedará en estado de morosidad, sin
que sea necesario requerimiento alguno por la parte del acreedor para su constitución en mora.
Sin embargo, el código reconoce excepciones en su art. 887.

Art. 887: “Excepciones al principio de mora automática. La regla de la mora automática no rige respecto de las
obligaciones:
a) Sujetas a plazo tácito; si el plazo no está expresamente determinado, pero resulta tácitamente de la
naturaleza y circunstancias de la obligación, en la fecha que conforme a los usos y a la buena fe, debe
cumplirse;
b) Sujetas a plazo indeterminado propiamente dicho; si no hay plazo, el juez a pedido de parte, lo debe fijar
mediante el procedimiento más breve que prevea la ley local, a menos que el acreedor opte por acumular las
acciones de fijación de plazo y de cumplimiento, en cuyo caso el deudor queda constituido en mora en la
fecha indicada por la sentencia para el cumplimiento de la obligación.
En caso de duda respecto a si el plazo es tácito o indeterminado propiamente dicho, se considera que es tácito.”

Entonces, la mora automática no regirá en las siguientes obligaciones:


 En aquellas sujetas a plazo tácito: si el plazo no está expresamente determinado, pero resulta tácitamente de
la naturaleza y circunstancias de la obligación, en la fecha que conforme a los usos y a la buena fe, debe
cumplirse. En estos casos, el acreedor deberá interpelar al deudor para constituirlo en mora.
 En los casos de obligaciones sujetas a plazo indeterminado: si no hay plazo, el juez, a pedido de parte, lo
debe fijar el plazo mediante el procedimiento más breve que prevea la ley local, a menos que el acreedor opte
por acumular las acciones de fijación de plazo y cumplimiento. Aquí el deudor incurrirá en mora sólo en la
fecha indicada por la sentencia, y no en la fecha en que sea dictada la sentencia.
En caso de duda respecto a si el plazo es tácito o indeterminado propiamente dicho, se considera que es tácito.

Mora y lugar de cumplimiento.


El pago deberá efectuarse en determinado lugar y con puntualidad. En cuanto al lugar, la regla de valor
residual es la que indica que debe hacerse en el domicilio del deudor si otra cosa no resulta de la fuente. Se trata de
saber cuál es el régimen de constitución en mora en que se encuentra sometido el deudor de una obligación a plazo,
cuando ésta deba pagarse en su domicilio.
Por imperio del principio de buena fe, el acreedor debe cooperar con el deudor presentándose a recibir el pago en el
domicilio de éste. La no cooperación del acreedor impide la mora del deudor.

Eximición de responsabilidad.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Art. 888: “Eximición. Para eximirse de las consecuencias jurídicas derivadas de la mora, el deudor debe probar que
no le es imputable, cualquiera sea el lugar de pago de la obligación.”

Uno de los recaudos exigidos para la configuración de la mora, a diferencia del simple retardo en el cumplimiento,
es que la tardanza sea imputable al deudor: allí radica lo fundamental de la norma.
Sin embargo, la norma no dice nada sobre si esta imputación al deudor debe ser a través de un factor de imputación
subjetivo u objetivo, por lo cual se debe interpretar que puede ser de ambas clases.
Así, cuando la mora es subjetiva, el deudor deberá acreditar su ausencia de culpabilidad para demostrar que el
retardo en el cumplimiento no le es imputable.
En cambio, cuando la mora es objetiva, la imputación se efectúa con abstracción de toda idea de culpabilidad, y en
base a un parámetro objetivo de imputación (riesgo creado, garantía, equidad, etc.), por lo cual la única manera que
tiene el deudor de eximirse es acreditando una causa ajena: hecho del acreedor, hecho de un tercero por quien no debe
responder, por caso fortuito.

Casos particulares.

1) Obligaciones de exigibilidad inmediata.


El código pone punto final a la polémica con respecto al art. 509 del Código derogado, sobre la mora del deudor en
las obligaciones de exigibilidad inmediata. La mora se produce automáticamente por el transcurso del tiempo fijado
para su cumplimiento. El tiempo de cumplimiento que la ley fija para las obligaciones de exigibilidad inmediata no es
otro que el momento de su nacimiento; queda claro que si el deudor no cumple en ese momento quedará incurso en
mora.

2) Obligaciones de no hacer.

Art. 778: “Es aquella que tiene por objeto una abstención del deudor o tolerar una actividad ajena. Su
incumplimiento imputable permite reclamar la destrucción física de lo hecho, y los daños y perjuicios.”

Las obligaciones de no hacer son aquellas en la que el deudor debe abstenerse de algo, que de no existir el
derecho creditorio, hubiera podido normalmente obrar. Se manifiesta de dos maneras:
a) En la privación en el ejercicio de una conducta positiva, sea de hacer o dar.
b) O en soportar una actividad ejecutada por el acreedor.

3) Obligaciones nacidas de hechos ilícitos.


Según una tesis, el obligado a reparar los daños causados por los hechos ilícitos se encuentran en mora desde que
ha ocasionado el perjuicio, sin que sea necesaria la interpelación del acreedor.
Lo que sucede es que aun siendo una obligación pura, el deudor está obligado a pagar intereses desde que la
obligación nace, aunque no se encuentre en mora.
Es así, porque cuando corresponde pagar dinero en concepto de indemnización, ese pago está regido por el
principio de reparación integral; no tiene carácter moratorio. Las obligaciones nacidas de hechos ilícitos sólo pueden
ser satisfechas mediante la compensación, por medio de la entrega de la suma de dinero equivalente al perjuicio sufrido
por la víctima.

Consecuencias de la situación de mora.


La mora se configura a partir del incumplimiento relativo de la obligación imputada al deudor, por lo cual a partir
de él se producen una serie de efectos o consecuencias que deberá asumir el moroso. Los principales son:
 Se produce la apertura de las acciones de responsabilidad contra el deudor, ya que este debe indemnizar al
acreedor por los daños e intereses moratorios. Sin perjuicio de ello, el acreedor puede, a su libre elección,
intentar la ejecución forzada o la ejecución por otro de la obligación; si no obtiene el ejercicio forzado, tendrá
derecho a acumular la indemnización por los daños ocasionados por la mora del deudor al equivalente
pecuniario de la prestación más la indemnización de los mayores daños provocados por el incumplimiento total
de la obligación;
 La indemnización del daño moratorio. Ante la constitución en mora, l deudor queda obligado al pago del
daño ocasionado por su morosidad.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

 Cláusula penal. La mora erige en un presupuesto esencial para que proceda la cláusula penal, tal como la
dispone el art. 792 del Código: “El deudor que no cumple la obligación en el tiempo convenido debe la
pena, si no prueba la causa extraña que suprime la relación causal. La eximente del caso fortuito debe ser
interpretada y aplicada restrictivamente.”

Cesación de la mora.
La situación de mora del deudor se extingue:
 Por el pago efectuado por el deudor o por la consignación del mismo. El pago íntegro del deudor pone fin a
su estado de mora y por ende, a los efectos derivados de ella. Constituye un principio en la materia que el
deudor moroso tiene derecho a pagar y, ante la negativa del acreedor a recibir el pago, a consignarlo
jurídicamente. Sin embargo, el pago debe ser total, comprensivo no sólo de la prestación adeudada sino
también de los intereses moratorios. Éste derecho de pagar del deudor para poner fin a su estado de mora no
es viable cuando ya ha operado la resolución contractual (ya que se estaría ante un supuesto de
incumplimiento, y no de mora), o bien cuando se trata de obligaciones sometidas a plazo esencial.
 Por la renuncia del acreedor a hacer valer los efectos de la mora: esto es una facultad del acreedor, aunque
debe destacarse que la renuncia, si bien puede ser expresa o tácita, debe ser inequívoca y apreciada con
criterios restrictivos, por lo cual no pueden hacerse interpretaciones extensivas o análogas a situaciones no
previstas en ella. Este derecho de renuncia del acreedor solo cede ante prohibiciones legales expresas.
 Ante la configuración de la imposibilidad de pago: cuando la prestación deviene imposible con posterioridad
a la constitución del estado de mora, la mora del deudor se transforma en incumplimiento total y
definitivo. No obstante, el deudor incumplidor seguirá adeudando al acreedor el daño moratorio que su mora
ha ocasionado hasta el momento en que la obligación se transformó de imposible cumplimiento.

3) EJECUCIÓN FORZADA Y MEDIOS COMPULSIVOS.

Conceptos.

Art. 777: “Ejecución forzada. El incumplimiento imputable de la prestación le da derecho al acreedor a:


a) Exigir el cumplimiento específico;
b) Hacerlo cumplir por terceros a costa del deudor;
c) Reclamar los daños y perjuicios.”

Hay ejecución forzada cuando el acreedor, frente a una situación de inejecución, hace uso del poder jurídico que la
ley le reconoce en cuanto tal y, mediante el empleo de medios legales, obtiene el específico bien que le es debido. El
acreedor debe acudir ante el juez para que éste ordene llevar adelante la ejecución.
Si esta ejecución ya no es posible, o es inútil, entonces se habla de un incumplimiento que solo deja lugar a al
indemnización sustitutiva.
La ejecución forzada de la prestación supone aún la posibilidad de cumplimiento; de no ser así, se trataría de un
incumplimiento definitivo, imputable o no al deudor.
Para activar los mecanismos de la norma, el incumplimiento debe haber sido imputable al deudor, antijurídico
y razón de un factor de atribución subjetivo u objetivo. Estas tres circunstancias deben concurrir, ya que de lo
contrario no existirá incumplimiento imputable y el deudor aún no se encontraría en mora.
La norma permite al acreedor optar, en forma alternativa por dos variantes para lograrlo: el cumplimiento
específico y el cumplimiento por terceros. La ejecución forzada admite dos especies: ejecución directa y ejecución
por otro. Ambas son especies de “ejecución” porque proceden en defecto de cumplimiento voluntario y pueden
llevarse a cabo con el auxilio de la fuerza pública. La ejecución forzada se caracteriza, además porque el acreedor
pretende el bien que le es debido y no un objeto sustituto.

Ejecución directa.
La ejecución directa es aquella especie de ejecución forzada que se concreta cuando el juez ordena que el
acreedor incorpore a su patrimonio el bien que le es debido, tomándolo directamente del patrimonio del deudor,
aunque ello deba hacerse con el auxilio de la fuerza pública, siempre que no se ejerza violencia ni física ni moral sobre
la persona obligada.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Para saber cuándo es posible la ejecución forzada directa cabe distinguir según se trate de obligaciones de dar, de
hacer o de no hacer.

1) Obligaciones de dar.
En las obligaciones de dar es donde mejor se explica la ejecución forzada directa, porque aquí el comportamiento
debido consiste en entregar, y tal conducta es esencialmente subrogable, es decir, se la puede reemplazar sin que eso
signifique violentar al deudor.
La regla “no ejercer violencia sobre la persona” debe ser entendida como prohibición de exigir compulsivamente
del obligado una determinada conducta.
Es útil distinguir tres hipótesis:
-Cuando se trata de cosas individualmente determinadas, el éxito de la ejecución forzada directa está supeditado a
tres condiciones:
 Que la cosa exista, pues de lo contrario, ya no habría inejecución sino incumplimiento, razón por la cual el
derecho del acreedor ya no podría dirigirse a la obtención del objeto específico, sino a la indemnización
sustitutiva;
 Que la cosa se encuentre en el patrimonio del deudor, pues si ha pasado al patrimonio de un tercero, el
acreedor no tiene, en principio, derecho para dirigirse contra éste.
 Que no exista otra persona con derecho preferente sobre el mismo objeto, pues si así ocurre, primero debe
ser satisfecho el titular del derecho preferente.
-Cuando se trata de obligaciones de dar cosas genéricas, ya que “el género nunca perece”, la ejecución forzada
será siempre factible pues, o están en el patrimonio del deudor y de allí se las toma, o se las adquiere en el mercado o
de un tercero a costa del deudor, pero el acreedor obtendrá en cualquier caso el objeto específico.
-Cuando se trata de obligaciones de dar dinero, en tanto existan bienes en el patrimonio del deudor, la ejecución
forzada será siempre posible, pues no es necesario que el juez tome dinero de cuentas, depósitos bancarios o del
domicilio del deudor. Es suficiente que incaute (tomar posesión legal de dinero o determinados bienes de una persona)
bienes cuya venta permita convertirlos en dinero, que es el objeto pretendido por el acreedor.

2) Obligaciones de hacer.
Tratándose de “hacer”, se debe tener en cuenta que no se puede ejercer violencia sobre el deudor para obligarlo a
cumplir.
Entonces, ¿Cómo es posible forzar el cumplimiento sin violentar a la persona? Se debe acudir a la distinción entre
“prestación” y “objeto”.
El “hacer” del deudor es siempre prestación, es decir, el medio para producir el bien a que el acreedor tiene
derecho. El objeto del crédito es “ese” bien. Por lo tanto, siempre que sea posible la obtención del objeto por un medio
distinto de la prestación del deudor, esa obligación de hacer será susceptible de ejecución forzada porque en tales casos
la ejecución no se dirigirá al “hacer” del deudor, sino a la obtención del objeto por otro medio.
Cuando la obtención del objeto no puede lograrse sino por medio de la prestación del deudor, como ocurre con las
obligaciones denominadas intuitu personae, la ejecución forzada es imposible. Por lo tanto, el acreedor solo puede
esperar el bien debido de la prestación del deudor, y si éste se niega o no quiere cumplir, la obligación se resolverá en
la de pagar daños e intereses.

3) Obligaciones de no hacer.
Se dice que las obligaciones de no hacer se rigen por las mismas reglas que las de hacer, es decir, en tanto no se
ejerza violencia sobre el deudor, el acreedor puede pretender la ejecución forzada.
La ejecución solo es posible en aquellos casos en que el deudor incurre en mora, pero no cuando la violación del
débito importa un incumplimiento definitivo. En efecto, en los casos en los que puede haber mora, la ejecución forzada
consiste en destruir lo hecho o hacer cesas la actividad que el deudor se comprometió a no realizar.
Si la abstención consiste en “no dar” ciertas cosas, y el deudor viola la prohibición, cabe la ejecución forzada
mediante el secuestro de esas cosas.

La ejecución por otro.


La ejecución por otro tiene lugar cuando el acreedor, previa autorización judicial, obtiene el bien debido
recurriendo a un tercero, a costa del deudor. Sin embargo, hay situaciones en las que la autorización judicial no es
necesaria; esto depende de las circunstancias de cada caso en concreto.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

¿CUÁNDO PROCEDE?
Primero, es importante tener en cuenta que la ejecución por otro es una facultad del acreedor que, por ende, puede
dejar de usar y optar por la indemnización sustitutiva.
Será entonces el acreedor quien decidirá, en principio, si la ejecución por un tercero es o no conveniente a sus
intereses.
Esta forma de ejecución procede únicamente cuando la prestación del deudor es subrogable (se puede
sustituir) y el objeto del crédito puede ser proporcionado por un tercero. Si la conducta del deudor no puede ser
reemplazada, es obvio que solo él podrá satisfacer el interés específico del acreedor.

LA AUTORIZACIÓN JUDICIAL.
Puesto que nadie puede hacer justicia por mano propia, no le está permitido al acreedor solicitar a un tercero que le
proporcione el bien en lugar del deudor sin antes requerir autorización al juez competente.
El juez debe verificar si la pretensión del acreedor es legítima. Una vez comprobada la legitimidad, el juez no podrá
negar la autorización.
Si de acuerdo con las circunstancias del caso es urgente la actuación del tercero, se puede admitir que éste satisfaga
al acreedor sin esperar autorización del juez; en estos casos el control judicial debe verificarse con posterioridad, pues
el deudor tiene derecho a que se verifique si lo que debe pagar al tercero, desde que la actuación de éste es a su costo,
no es excesivo o arbitrario.

Los medios compulsivos.

CONCEPTO E IMPORTANCIA.
El deber del deudor no es un deber libre. Él no goza de la libertad jurídica que lo autorice a optar entre cumplir o
indemnizar al acreedor; no es libre, todo lo contrario, el deudor está obligado a satisfacer el interés del acreedor
proporcionándole el objeto específico.
Cuando no cumple su prestación, el acreedor puede recurrir al procedimiento de ejecución forzada procurando
obtener aquel objeto.
Sin embargo, la ejecución específica no es siempre posible, porque encuentra un límite: no se puede ejercer
violencia sobre el deudor. Entonces, ¿esto debilita el vínculo obligacional cuanto más impotente es el acreedor para
obtener el objeto? Es aquí precisamente donde aparecen los medios compulsivos.
Los medios compulsivos son “instrumentos jurídicos con que cuenta el acreedor ante una situación de
inejecución, para constreñir o conminar al deudor a que cumpla en especie, bajo la amenaza de que si no lo hace
sufrirá una pérdida patrimonial, no una sanción corporal, en beneficio del propio acreedor.”
La importancia de los medios compulsivos es notable:
 Desde el punto de vista del acreedor, fortalecen el vínculo obligatorio, porque tienden al cumplimiento en
especie;
 Desde el punto de vista del deudor, lo sustraen de sanciones corporales, ya que si bien operan sobre la
voluntad de aquel, sus consecuencias se darán solo en su patrimonio;
 La vigencia de estos medios confirma que el crédito es un derecho al bien debido, porque están diseñados para
forzar la ejecución en especie.

CARACTERES.
En general, los medios compulsivos presentan estas características:
 Están reconocidos por el ordenamiento jurídico, entendido como totalidad de normas y principios;
 Son facultativos del acreedor, que puede prescindir de ellos;
 No se excluyen entre sí, de manera que el juez puede, por ejemplo imponer astreintes*, aunque las partes
hubiesen pactado una clausula penal. Por cierto, el juez no puede tolerar excesos contra el deudor, como
ocurriría si el acreedor pretende, con ellos, provocar su quiebra;
 Constriñen la voluntad del deudor bajo la amenaza de una pérdida patrimonial;
 Se establecen en beneficio del acreedor.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

*astreintes: sanciones valuadas en dinero contra el deudor que demora el cumplimiento de una orden judicial, y
que son requeridas por el juez a razón de una suma de dinero por cada día, cada semana o cada mes en que un deudor
retarda el cumplimiento de una obligación determinada mediante una resolución judicial. A diferencia de la multa
simple, las astreintes tienen como característica un incremento periódico según el tiempo de retardo en que incurre el
deudor, mientras la multa determina el pago de una suma fija no aumentable en el tiempo.

ENUMERACIÓN.
Son medios compulsivos las condenaciones conminatorias, la cláusula penal, la señal o arras, la excepción de
incumplimiento, los intereses punitorios y el derecho de retención.
 Señal o arras: se trata de una estipulación contractual por la cual una de las partes entrega a la otra una
cosa, estipulando que la entrega podrá tener por objetivo cualquiera de los siguientes:
-Constreñir, a la parte que entrego la seña, a cumplir el contrato, bajo amenaza de perder lo que dio; funciona como
un medio de compulsión;
-Permitir el arrepentimiento de cualquiera de las partes mediante la perdida de la seña para quien la dio o mediante
su restitución para quien la recibió, funciona como una cláusula de arrepentimiento.
 La excepción de incumplimiento: se trata de una institución típica del derecho contractual que si bien puede
cumplir por decisión de las partes una función compulsiva, no debe ser desplazada de ese derecho.
 Los intereses punitorios: su estudio debe hacerse junto a las demás especies de intereses.
 El derecho de retención: por sus características, el derecho de retención debe ser tratado como una
institución autónoma.

La cláusula penal.

CONCEPTO Y NATURALEZA JURÍDICA.

Art. 790: “Concepto. La cláusula penal es aquella por la cual una persona, para asegurar el cumplimiento de una
obligación, se sujeta a una pena o multa en caso de retardar o de no ejecutar la obligación.”

Las partes pueden acordar los efectos en caso de un eventual incumplimiento de una obligación presente o futura,
mediante una cláusula penal, prefijando la indemnización de los daños derivados del incumplimiento obligacional, y a
la vez, generando un elemento extra de compulsión en el ánimo del deudor, pues no sólo ya sabe cuáles serán los
concretos efectos de una eventual inconducta, sino que además, la cláusula penal actúa como un castigo frente a dicha
inconducta. Excepcionalmente puede pactarse una en la que sólo se castiga el incumplimiento, lo cual permite reclamar
la indemnización de los daños.
Emana, necesariamente, de un acuerdo de partes. Por tales razones, el acto por el cual se constituye una cláusula
penal es un acto jurídico.
Es voluntaria, accesoria, condicional, preventiva, subsidiaria, definitiva, relativamente inmutable y de
interpretación estricta. Sus especies son dos: compensatoria y moratoria.

FUNCIONES.
 Función indemnizatoria.
La pena o multa impuesta en la obligación entra en lugar de la indemnización de perjuicios e intereses cuando
el deudor se hubiese constituido en mora; y el acreedor no tendrá derecho a otra indemnización, aunque pruebe que la
pena no es indemnización suficiente.
 Función compulsiva.
En el ámbito del derecho privado existen ciertas figuras que tienen componentes punitivos. Esto es, que castiga
ciertas conductas. En el ámbito obligacional este rol es mayúsculo, pues los medios de compulsión subrayan que el
derecho del acreedor es, fundamentalmente, un derecho a la prestación, puesto que sólo con la prestación debida
se satisface plenamente al acreedor. Frente a este derecho, la negativa del deudor no es suficiente para frustrarlo.
Es el caso de los astreintes y de los daños punitivos.
Estas figuras, de alguna manera, desnaturalizan el vínculo obligacional por generar una presión mayor en el
ánimo del deudor. El elemento responsabilidad se materializa con una serie de instrumentos que el ordenamiento
jurídico le otorga al acreedor para hacer efectivo su interés.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

La compulsión es de la misma esencia de la obligación. En los casos que nos ocupan, se trata de otros
mecanismos que se suman a los ya existentes, cuando son activados de acuerdo a las reglas que el propio ordenamiento
fija, y que sin vulnerar derecho alguno del deudor, se orientan a que éste cumpla lo que debe.
Por tales razones, es incorrecto afirmar que tales situaciones generan miedo o temor en la persona del deudor, ni que
constituyen desde el plano jurídico una amenaza que vicie la voluntad del acto del pago obrado en razón de la
existencia de estos mecanismos.

CARACTERES.
Los caracteres de la cláusula penal son:

 Voluntaria: surge necesariamente de la voluntad de las partes;


 Accesoria: está ligada de manera indisoluble a la existencia y eficacia de una obligación principal a la cual
acompaña;
 Condicional: en el sentido de que su ejecutar habilidad queda supeditada al incumplimiento de la obligación
principal;
 Preventiva: prefija anticipadamente la liquidación de daños y perjuicios y, en su caso, establece una pena
privada determinando su entidad;
 Subsidiaria: desde que debe cumplirse la obligación principal, y sólo entra en su lugar en caso de
incumplimiento;
 Definitiva: operado el incumplimiento, el acreedor tiene derecho a optar por ella, sin que importe el haber
perdido el interés por la prestación principal;
 Relativamente inmutable: no es revisable, salvo casos excepcionales, cuando es abusiva o ínfima;
 De interpretación estricta: por ser un derecho de excepción del acreedor, con lo cual no se presume,
debiendo ser alegadas y probado por quien la invoca.

CLASIFICACIÓN.
La cláusula penal puede ser de dos especies:
1) Cláusula penal compensatoria: es la que entra en lugar de la indemnización en caso de incumplimiento
definitivo de la obligación; esto es, para el caso de que, por razones físicas o jurídicas sobrevinientes a la
formación del vínculo, ya no sea posible (o bien, sea inútil por pérdida del interés del acreedor) el
cumplimiento de la obligación. Si el cumplimiento ya no es posible o es inútil, el acreedor podrá exigir el
pago de la pena que vendrá así a llenar su función indemnizatoria. La pena sustituye, en tanto indemnización
compensatoria, a la obligación principal.
2) Cláusula penal moratoria: tiene por función el resarcimiento del daño derivado de la mora. Son aquellas
cláusulas que han sido previstas por las partes para el caso en que el deudor retarde el cumplimiento de la
obligación. Cuando el deudor incurra en mora, ingresa en una nueva situación jurídica, que lo coloca en
estado de incumplimiento imputable, pero no se encuentra eximido de cumplir y de hecho continúa obligado,
salvo que con posterioridad a su ingreso al estado moratorio, la prestación se torne imposible, o bien,
desaparezca el interés del acreedor en el cumplimiento. El ingreso al estado moratorio agrava notablemente
la situación del deudor, por la traslación de los riesgos de la prestación en su cabeza, y la responsabilidad por
los daños que genera el incumplimiento imputable en tiempo oportuno, se habla allí, del daño moratorio.
Como la mora supone la posibilidad de cumplimiento de la prestación principal, nada obsta a que pueda
acumularse la pretensión de cumplimiento con la del resarcimiento de los daños ocasionados; esto quiere decir
que en el caso de las cláusulas moratorias, además del pago de la obligación principal, el deudor debe pagar
también la pena.

INMUTABILIDAD DE LA CLÁUSULA PENAL.


Entre los caracteres de la cláusula penal se destaca el de la inmutabilidad.
Cuando se afirma que la cláusula penal es inmutable, quiere decir que puesto que por naturaleza debe ser el
producto de una libre voluntad de las partes, no es posible modificar (salvo un nuevo acuerdo de partes) ni su
contenido, pretendiendo cambiar el objeto de la pena, ni su cuantía, pretendiendo incrementar o disminuir la pena
estipulada.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El fundamento de este carácter inmutable está dado por la autonomía de la voluntad: nadie mejor que las propias
partes para fijar la cuantía de una posible pena por indemnización en caso de inejecución o incumplimiento; además, el
acuerdo previo sobre el monto de la pena seguramente evitará discusiones y pleitos tendientes a establecer esa cuantía.
La inmutabilidad favorece tanto al deudor como al acreedor; al deudor porque no le es permitido al acreedor
pretender una cantidad mayor ni siquiera probando que la pena estipulada es insuficiente para reparar el daño sufrido;
al acreedor lo favorece porque tampoco le permite al deudor liberarse de la pena ni aun probando que el acreedor no
sufrió daño alguno.
Inmutabilidad relativa (art. 794). Por regla, cuando la cláusula penal es fruto de un acuerdo de voluntades sin
vicios constructivos que afectan su validez, una vez que se torna exigible, las partes deben atenerse a lo pactado. En
consecuencia, el acreedor no puede reclamar daños mayores que el acordado; y en caso contrario, el deudor no puede
eximirse de pagar la cláusula penal si el acreedor no sufrió daño alguno.
La inmutabilidad de la cláusula penal no es absoluta, sino relativa; esto quiere decir que ante la existencia de un
abuso del acreedor en perjuicio del deudor, la regla cede y la cláusula penal pueda ser reajustada.

EXIGIBILIDAD.
La cláusula penal será exigible cuando se encuentren reunidos los siguientes requisitos:

a) Incumplimiento de la obligación principal.


Cualquiera que sea la función para la que hubiese sido estipulada la cláusula penal, sea moratoria o compensatoria,
el primer requisito que debe concurrir para que la pena sea luego exigible es el incumplimiento de la obligación
principal. Este incumplimiento puede ser total o parcial o defectuoso; además, debe ser relevante, ya que si se trata de
cuestiones meramente accidentales o sin proyecciones de cierta entidad, no deben ser consideradas.
Si la cláusula pactada es moratoria, será suficiente que se produzca una inejecución (incumplimiento relativo) para
que se de este primer requisito; es decir, subsistiendo la posibilidad de ejecución tardía, el acreedor tendrá derecho al
objeto principal más el objeto de la pena.
Si la cláusula pactada es compensatoria, para que la pena sea exigible el incumplimiento deberá ser absoluto o
definitivo; esto es, debe desaparecer la posibilidad de ejecución tardía del objeto principal o bien, que el acreedor
pierda interés en obtenerlo. Es así porque la pena entra en sustitución de ese objeto, lo compensa.

b) Constitución en mora del incumplidor respecto de la obligación principal.


Para que la pena sea exigible, ¿es necesario que quien incumplió la obligación principal haya sido constituido en
mora? ¿Bastará el mero retardo? ¿Cuál de estas dos figuras debe prevalecer en nuestro sistema: el mero retardo o la
situación jurídica de mora?
Para algunos autores enrolados en la corriente objetivista, la situación de mora es irrelevante, porque para que la
pena sea exigible solo es suficiente el mero retardo del obligado respecto de la obligación principal. Es decir, que el
solo retardo, aunque no medie ningún factor de atribución de responsabilidad ni constitución en mora (con o sin
interpelación), torna exigible la pena, ya sea en cualquier tipo de obligación.
La doctrina mayoritaria afirma que la exigibilidad de la pena está supeditada a la previa constitución en mora
del obligado respecto de la obligación principal.

c) Imputabilidad del incumplimiento de la obligación principal.


La mora del deudor debe ser imputable a él ya sea por dolo o culpa; el caso fortuito lo exime de responsabilidad.
Esto es así porque:
-La cláusula penal compensatoria se rige por las mismas normas que gobiernan la indemnización de daños e interés,
donde es necesario la imputabilidad;
-La exigibilidad de la pena supone la previa mora del deudor, y ésta situación es esencialmente culpable;
-Aunque el deudor sea de buena fe, la inejecución lo hace pasible de la pena.
La cláusula penal supone que el deudor incurrió en mora, lo que equivale también a sostener que si se prueba la
falta de culpa, el deudor quedará liberado de las consecuencias derivadas de la mora, entre las que se encuentra la
obligación de pagar la pena.

d) El daño.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

No es necesario probar ni la existencia ni la cuantía de los daños causados por el incumplimiento. Esto es así porque
el daño es uno de los elementos aleatorios que en la cláusula penal se disipan: si no hay daños (y la cláusula penal es
válida), el deudor no puede eximirse del cumplimiento de la obligación.

EFECTOS.
Una vez reunidos los requisitos que tornan exigible la cláusula penal, se deben analizar los efectos, es decir, las
consecuencias jurídicas que derivan de esa exigibilidad. Es conveniente analizar tales efectos según la cláusula sea
compensatoria o moratoria:

1) Cláusula compensatoria.
Si la cláusula tiene carácter compensatorio, los efectos se producirán bajo la influencia de dos principios generales
directamente vinculados:
a) El principio de opción.
Este principio favorece el interés del acreedor.
El art. 797: “El acreedor no puede pedir el cumplimiento de la obligación y la pena, sino una de las dos cosas, a
su arbitrio…”
Ante el incumplimiento, el acreedor tiene la posibilidad de elegir cuál de las dos obligaciones exigir: la
obligación principal o la cláusula penal.
En el caso de la cláusula penal compensatoria, la pena ingresa en reemplazo de la indemnización por el
incumplimiento absoluto y definitivo de la obligación. Por tal motivo, no es posible acumular una pretensión de
cumplimiento de la prestación con la indemnizatoria derivada de la cláusula penal. Ambas, pues, son excluyentes.
Cuando la obligación se torna exigible, y se la incumple definitivamente, no queda más que reclamar el pago de la
cláusula penal. En cambio, si el deudor cae en mora, el acreedor tiene dos opciones: o exige el cumplimiento de la
obligación principal o exige el cumplimiento de la cláusula penal.
b) El principio de no acumulación.
También se encuentra expresado en el art. 797 que dispone que el acreedor no puede pedir el cumplimiento de la
obligación y la pena.
Este principio no es una reiteración del anterior, más bien, su mención tiene importancia porque permite precisar
una importante excepción: cuando las partes convienen y autorizan la acumulación.
La acumulación para el deudor, en caso de una pena compensatoria, es grave y onerosa, pues se vería obligado a
cumplir con la obligación principal y además, a pagar la pena cuyo monto podría llegar a ser (precisamente por ser
compensatorio) igual o equivalente al de la pena principal. Por tal motivo, dada la gravedad de la acumulación, la
cláusula debe pactarse en forma expresa e inequívoca.

2) Cláusula moratoria.
Si la pena ha sido establecida, no para compensar un eventual incumplimiento definitivo, sino sólo para sancionar
un incumplimiento relativo (tardío, parcial, irregular o defectuoso), los efectos que se producen son los siguientes:
a) Principio de acumulabilidad.
A diferencia de la compensatoria, la cláusula moratoria está sujeta al principio de acumulabilidad, es decir, el
acreedor tiene derecho a que se le pague la obligación principal y, además, la pena.
Es decir, la pena es debida por la mora, sin perjuicio del derecho del acreedor de perseguir el cumplimiento de la
obligación principal.

3) Efectos particulares en las obligaciones con pluralidad de sujetos.


Cuando la relación de la obligación principal está establecida con pluralidad de sujetos, ya sea la pluralidad activa
o pasiva, es necesario efectuar una serie de distinciones:
a) Objetos de la misma naturaleza o carácter.
Cuando el objeto de la obligación principal y el objeto de la pena son de la misma naturaleza, por ejemplo, en
ambos casos se trata de cosas divisibles (suma de dinero) o indivisibles (por la obligación principal se debe un
inmueble y como pena se deberá entregar un automóvil), la cuestión debe regirse por las reglas pertinentes para
cada especie.
b) Objetos de distinta naturaleza u obligaciones de distinto carácter.
Se aplican las siguientes reglas: sea divisible o indivisible la obligación principal, cada uno de los codeudores o de
los herederos del deudor, no incurrirá en la pena sino en proporción de su parte, siempre que sea divisible la obligación
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

de la cláusula penal; si la obligación de la cláusula penal fuera indivisible, o si fuere solidaria aunque divisible, cada
uno de los codeudores o de los coherederos del deudor, queda obligado a satisfacer la pena entera.

EXTINCIÓN.
La obligación de pagar la pena está sujeta a las mismas reglas que sobre prescripción se aplican a la obligación
principal. Sin embargo, si la pena consiste en el pago periódico, por años o períodos cortos, de sumas de dinero, la
prescripción es de 5 años.
Con relación al comienzo de la prescripción, por aplicación de las reglas generales, su cómputo tendrá inicio a
partir de su exigibilidad, debiendo considerarse la particularidad de que la obligación de pagar la pena, susceptible de
prescripción, está sujeta a la conducta de que el deudor incurra en incumplimiento de la obligación principal. De allí
que, en principio, a partir del incumplimiento de la principal se torne exigible la obligación de pagar la pena, salvo que
las partes hubiesen dispuesto otra cosa.

Las sanciones conminatorias.

Art. 804: “Sanciones conminatorias. Los jueces pueden imponer en beneficio del titular del derecho,
condenaciones conminatorias de carácter pecuniario a quienes no cumplen deberes jurídicos impuestos en una
resolución judicial. Las condenas se deben graduar en proporción al caudal económico de quien debe satisfacerlas
y pueden ser dejadas sin efecto o reajustadas si aquel desiste de su resistencia y justifica total o parcialmente su
proceder.
La observancia de los mandatos judiciales impartidos a las autoridades públicas se rige por las normas propias del
derecho administrativo.”

Las astreintes son sanciones económicas que tienen como finalidad la de hacer efectivas las decisiones judiciales
frente a la renuncia injustificada de sus destinatarios, aunque de una forma particular: mediante una condena
dineraria.
“Mediante un medio de coerción patrimonial lo que se pretende es que, con esta manera de coacción psicológica,
las decisiones de los jueces que han adquirido firmeza sean plenamente acatadas y cumplidas, cuando existe
renuncia de aquel a quien se le ha impuesto.”
Constituyen una herramienta de suma utilidad para compeler (obligar por la fuerza o con el poder de la autoridad a
que se haga una cosa aún en contra de su voluntad) a las personas al cumplimiento de cualquier deber jurídico. Se
rige por las reglas que gobiernan el cumplimiento e incumplimiento de las obligaciones de dar dinero.
Claramente, deben ser distinguidas de la indemnización por daños y perjuicios, pues se originan por distintas causas
y sus condiciones de procedencia, requisitos y determinación difieren notablemente.
Basta con que exista una resolución jurídica que se encuentre firme y consentida, y que haya sido incumplida. En el
último párrafo del artículo se excluye a las autoridades públicas como sujetos pasivos de aplicación de astreintes; se
refiere tanto al Estado nacional, provincial y municipal, como a los funcionarios públicos.
No son retroactivas. No corresponde su aplicación en forma retroactiva, es decir, por incumplimientos pasados.
Debe existir la posibilidad de que el obligado pueda cumplir aún con el deber jurídico a su cargo. El incumplimiento
debe ser doloso o culposo; es decir, debe haber una conducta imputable al sujeto incumpliente.
Son discrecionales debido a dos motivos: porque el juez acudirá a ellas solo si las considera necesarias para
asegurar su decisión; y también porque, en cuanto al monto, los jueces tienen un amplio margen.
Son progresivas en el sentido de que se devengan a razón de cierta suma de dinero en diversas unidades de tiempo:
por día, por semana, por mes, etc.
No son subsidiarias (no sirven de ayuda o apoyo), pues están concebidas como un “elemento fundamental para el
respeto al orden jurídico y el acatamiento de los deberes que el mismo impone”.
La aplicación de oficio se encuentra vedada.
Para fijar la condena concreta se debe tener en cuenta la gravedad de la falta cometida, y el caudal económico de
quien deba satisfacerla. Pueden ser dejadas sin efecto o reajustadas si el obligado desistiese de su resistencia y justifica
total o parcialmente su proceder.

4) LAS ACCIONES CON QUE CUENTA EL ACREEDOR.

Enunciación.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El código regula dos tipos de acciones con las que dispone el acreedor para hacer efectivo su crédito:
1) Acción directa;
2) Acción subrogatoria.
También determina qué bienes del deudor constituyen la garantía sobre la cual puede hacer efectivo su crédito en
caso de incumplimiento.

La acción directa.

Art. 736: “Acción directa. Acción directa es la que compete al acreedor para percibir lo que un tercero debe a su
deudor, hasta el importe propio del crédito. El acreedor la ejerce por derecho propio y en su exclusivo beneficio.
Tiene carácter excepcional, es de interpretación restrictiva, y sólo procede en los casos expresamente previstos por
la ley.”

La acción directa es aquella concedida al acreedor para percibir lo que un tercero debe a su deudor y, de este modo,
ver satisfecho su crédito.
El resultado de la acción directa favorece exclusivamente al acreedor que la ejerció y se puede ejercer sólo en los
casos en los que la ley lo prevé de forma expresa.

CONCEPTO.
El artículo define a la acción directa como aquella que permite al acreedor cobrar de un tercero lo que éste le
debe al deudor hasta el límite del crédito del que el acreedor es titular.
El código derogado carecía de normas sobre la acción directa, aunque las concedía en ciertos supuestos.
La noción se compone a partir de la existencia de tres partes: el acreedor, su deudor y un tercero (quien es
deudor de su deudor), y la posibilidad de que el acreedor accione en contra del patrimonio de ese tercero para el
cobro de su crédito.

CARÁCTER EXCEPCIONAL.
El carácter excepcional es consecuencia de que estas acciones se dirigen en contra de terceros con quien el
acreedor no tiene relación contractual, por lo que constituye una excepción al principio general de que los contratos
no benefician ni perjudican a terceros.
En ciertos supuestos se permite la acción que pone en contacto a personas sin un vínculo obligacional previo,
con fundamento en cuestiones de orden práctico y de causa común de los créditos en juego.
En consecuencia, solo puede ejercerse acción directa cuando lo disponga una norma expresamente y, ante la
duda, debe interpretarse que el acreedor no puede ejercer los derechos de su deudor.
Además, el acreedor solo puede perseguir al tercero hasta el límite de su propio crédito, más allá de que la deuda
del tercero para con el deudor sea mayor.

REQUISITOS.

Art. 737: “Requisitos de ejercicio. El ejercicio de la acción directa por el acreedor requiere el cumplimiento de los
siguientes requisitos:
a) Un crédito exigible del acreedor contra su propio deudor;
b) Una deuda correlativa exigible del tercero demandado a favor del deudor;
c) Homogeneidad de ambos créditos entre sí;
d) Ninguno de los dos créditos debe haber sido objeto de embargo anterior a la promoción de la acción directa;
e) Citación del deudor a juicio.”

Créditos homogéneos del acreedor y del deudor. Para que la acción directa proceda es necesario que el acreedor
accionante sea titular de un crédito en contra de su deudor, y que este deudor, a su vez, sea titular de un crédito en
contra del tercero accionado.
Ambos créditos deben ser exigibles; no será procedente la acción si alguno de los créditos está sujeto a plazo no
vencido o condición no cumplida, o se halle extinguido de cualquier modo. Es decir, que si acreedor accionante es
titular de un crédito condicional o a plazo, o si por otra razón todavía no es exigible, no estará habilitado para intentar
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

la acción directa, ya que éste consiste en que el demandado pague el crédito, pero, ¿cómo va a pagar si el crédito del
accionante aún no es exigible?
Además, ambos créditos deben ser homogéneos, es decir, de la misma naturaleza; por ejemplo, ambas deudas
deben ser dinerarias, o de la misma especie y calidad de cosas fungibles. Si el objeto del crédito y el objeto del pago no
coinciden, debe descartarse la acción directa, salvo que la obligación se resuelva en una obligación de dar dinero o que
las partes (actor y demandado) se pongan de acuerdo sobre el objeto.
Ambos créditos deben estar expeditos. Tanto el crédito del acreedor accionante como el de su deudor para con el
tercero deben estar expeditos, libre de embargos u otra restricción que impida su ejercicio.
Citación al deudor. A pesar de que el acreedor actúa a título propio y no del deudor, se ha considerado necesario
imponer esta citación a fin de que el deudor pueda exponer u oponer las defensas que tuviere en contra de su
acreedor.

EFECTOS.

Art. 738: “Efectos. La acción directa produce los siguientes efectos:


a) La notificación de la demanda causa el embargo del crédito a favor del demandante;
b) El reclamo sólo puede prosperar hasta el monto menor de las dos obligaciones;
c) El tercero demandado puede oponer al progreso de la acción todas las defensas que tenga contra su propio
acreedor y contra el demandante;
d) El monto percibido por el actor ingresa directamente a su patrimonio;
e) El deudor se libera frente a su acreedor en la medida en que corresponda en función del pago efectuado por
el demandado.”

La notificación de la demanda causa el embargo del crédito a favor del demandante. Desde el momento en que
el tercero demandado es notificado de la demanda se produce el embargo del crédito a favor del acreedor
accionante, por lo cual adquiere preferencia de pago sobre otros acreedores del deudor y el demandado no puede
pagarle ese crédito a su deudor. Se trata de un cobro directo.
Defensas oponibles. El tercero demandado puede oponerle al acreedor accionante todas las defensas que tuviere
en contra de su propio acreedor (el deudor de la obligación que origina la acción directa), y las propias que tuviera en
contra del propio acreedor.
Límite de la condena. La condena tiene como límite el monto menor de ambas obligaciones. Por ejemplo, si el
acreedor A es acreedor de $100.000, y su deudor B es acreedor de C por $150.000; la condena a C puede ascender solo
a $100.000, ya que la acción directa persigue el cobro de la acreencia y beneficia exclusivamente al accionante.
Destino de la condena. El monto que se obtenga ingresa directamente al patrimonio del acreedor accionante,
pues se trata de una acción ejecutiva en beneficio exclusivo de quien demanda.
Liberación del deudor. El deudor se libera de su obligación hasta el monto en que el acreedor obtenga por el
ejercicio de la acción directa.

DISTINTOS CASOS DE ACCIÓN DIRECTA.


Con carácter excepcional, se encuentran los siguientes casos de acciones directas:
 En el contrato de locación de cosas, cuando el locatario cede a un tercero (sublocatario) el contrato, el
locador tendrá acción directa contra este tercero para exigir de él el cumplimiento de las obligaciones
emergentes de la locación. El tercero también tendrá acción directa contra el locador para exigirle el
cumplimiento del contrato;
 En los contratos de obra, cuando el dueño de la obra adeuda todo o parte del precio al empresario que ha
ejecutado la construcción y éste, a su vez, adeuda el precio de los materiales empleados o la remuneración por
la mano de obra prestada por los trabajadores, tanto el comerciante que puso los materiales como los
trabajadores tendrán acción directa contra el dueño de la obra para exigirle el cobro de sus créditos hasta el
límite de lo que él le debe al empresario;
 En el contrato de mandato, en los casos en que el mandatario puede sustituir sus poderes en un tercero, el
mandante tiene acción directa contra el sustituido y éste la tiene contra el mandante, por las obligaciones que
correspondieren a la ejecución del mandato.

La acción subrogatoria.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

CONCEPTO Y FUNDAMENTOS.

Art. 739: “Acción subrogatoria. El acreedor de un crédito cierto, exigible o no, puede ejercer judicialmente los
derechos patrimoniales de su deudor, si éste es remiso en hacerlo y esa omisión afecta el cobro de su acreencia.
El acreedor no goza de preferencia alguna sobre los bienes obtenidos por ese medio.”

La acción subrogatoria, también llamada oblicua, es aquella que concede al acreedor el ejercicio de los derechos
patrimoniales de su deudor, cuando éste no está dispuesto en gestionarlos o de dicha omisión surgen perjuicios al
acreedor.
En otras palabras, puede ocurrir que el deudor se encuentre en estado de insolvencia (que no dispone de dinero para
pagar o no puede hacerse cargo de una obligación), que podría desaparecer o atenuarse si ese deudor cobrara, a su vez,
un crédito que tiene a su favor o si ejerciera derechos de los que es titular y con los cuales conservaría o incrementaría
su patrimonio. Sin embargo, es negligente y no realiza las gestiones necesarias para ejercer sus derechos; y no lo hace
porque sabe que lo que obtenga no quedará en su patrimonio, sino que pasará a manos de sus acreedores, ya que se
encuentra endeudado. Este comportamiento negligente y omisivo del deudor perjudicará a sus acreedores.
Es por ello que la ley le concede la facultad a los acreedores del deudor inoperante el ejercicio de los derechos de
que es titular su deudor y que éste ha dejado de gestionar. Así, los acreedores tienen el derecho de subrogarse en los
derechos del deudor y de intentar en nombre de éste las acciones que posee contra terceros.
Se trata de una facultad (por lo tanto se puede dejar de usar) conferida por la ley (solo la ley puede autorizar a
inmiscuirse en asuntos patrimoniales ajenos) a quienes tienen interés legítimo (por aquello de que el interés es “la
medida de las acciones”).
La acción supone una inacción del deudor, por lo que el acreedor subrogante o sustituto ocupa su lugar y gestiona
por éste aquellos derechos que el deudor subrogado o sustituido ha dejado de usar. Aquellas contra quienes se dirige la
acción se denominan terceros demandados.
¿Por qué razón la ley confiere esta facultad a los acreedores? La razón está dada por el principio de que el
patrimonio del deudor es la prenda común de los acreedores. Por lo tanto, si la inoperancia o desidia del deudor
atenta contra la integridad o conservación de la garantía, es lógico que se autorice a los acreedores a intentar las
acciones que están destinadas, precisamente, a evitar el deterioro o la desintegración del patrimonio.

NATURALEZA Y CARACTERES.
Sobre la naturaleza de la acción subrogatoria se han expuesto opiniones diversas:

Se trata de una Concebida como una representación Es una especie de Es el ejercicio de un


cesión tácita legal en interés del representante mandato legal derecho propio de
carácter conservatorio
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Esta cesión se Se está diciendo que el subrogante Afirma que el Sostiene que el acreedor
verifica entre el actuaría como procurador de sí mismo. subrogante actúa que ejerce la acción
deudor subrogado La tesis no es aceptable por las como mandatario subrogatoria, ejerce un
(cedente) y el siguientes razones: del subrogado. derecho propio de
acreedor subrogante -Es dudoso que el subrogante actúe en Esta tesis no es carácter conservatorio,
(cesionario). su exclusivo interés, si bien se ve, la admisible, pues no derecho que le reconoce la
En nuestro derecho gestión de éste también beneficiará al explica por qué es el ley y que le permite
esta tesis es subrogado, pues si el subrogante triunfa subrogante (presunto reemplazar a su deudor
inadmisible, pues: será su patrimonio el que resulte mandatario) quien inoperante, con el objeto de
-No se puede decir favorecido. Todo lo que el subrogante debe soportar los evitar una disminución del
que hay un obtenga estará destinado a pagar las gastos y costas del patrimonio de éste y así
“contrato” de cesión, deudas del subrogado; por ello, no se juicio en caso de ser conservar la garantía del
porque para que el puede negar que éste resultará derrotado; si fuese un crédito del subrogante.
acreedor ejerza la beneficiado, y después de pagar al mandato, tales gastos Si la acción tiene éxito,
acción subrogatoria acreedor subrogante, liberándose así de deberían ser asumidos tanto el subrogado como el
no necesita del una obligación. por el subrogado subrogante se verán
acuerdo o -No se tiene en cuenta el interés del (mandante) y no por beneficiados.
consentimiento del subrogado (supuesto representado) con el subrogante Si la acción fracasa, los
deudor; es más, está olvido de que él es y continúa siendo (mandatario). gastos y costas del juicio
autorizado a actuar durante el juicio, el dueño de los deberán ser soportados por
aun en contra de su derechos y acciones que se ejercen en su el subrogante, porque éste
voluntad; nombre. No puede haber “subrogación” no actúa como
-No puede haber allí donde no se toma en cuenta el representante del
cesión porque no interés del subrogado. subrogado, sino que ejerce
hay transmisión de -Aun cuando en un caso concreto el un derecho propio.
un derecho, ya que subrogante actúe en su propio interés, no
el deudor subrogado podría ser considerado como
continúa siendo el mandatario, ya que la ley le prohíbe
titular. actuar en su exclusivo interés.

La acción subrogatoria presenta los siguientes caracteres:


a) Es facultativa, porque es el acreedor quien decide si la intenta o no; no se le puede impedir que demande,
como tampoco se lo puede obligar a que lo haga;
b) Es individual, porque puede ser ejercida por cualquier acreedor, sin que sea necesario que otros acreedores lo
autoricen o que presten acuerdo. Ni siquiera es necesario que el deudor tenga varios acreedores; es suficiente
que existe un solo acreedor y que el deudor sea omiso en ejercer sus derechos con los que podría procurarse
medios para pagar sus propias obligaciones;
c) Proporciona un beneficio indirecto, porque lo que obtenga el subrogante ingresará, primero, al patrimonio
del subrogado; luego, aquel podrá satisfacer su crédito del patrimonio de éste. Su beneficio es, pues indirecto.

DERECHOS Y ACCIONES SUBROGABLES: REGLA GENERAL Y EXCEPCIONES.

Art. 741: “Derechos excluidos. Están excluidos de la acción subrogatoria:


a) Los derechos y acciones que, por su naturaleza o por disposición de la ley, sólo pueden ser ejercidos por su
titular;
b) Los derechos y acciones sustraídos de la garantía colectiva de los acreedores;
c) Las meras facultades, excepto que de su ejercicio pueda resultar una mejora en la situación patrimonial del
deudor.”

Por regla general, como lo dispone el art. 739, todo derecho patrimonial del deudor puede ser ejercido por el
acreedor a través de la acción subrogatoria; se entiende que el acreedor puede ejercer “todo lo que su deudor pueda
exigir patrimonialmente a un tercero”. Así quedan comprendidos:
 Los derechos patrimoniales (créditos, derechos subjetivos o relaciones jurídicas);
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

 Las acciones (conjunto de poderes emergentes de los actos jurídicos, contratos, obligaciones);
 Las vías de ejecución (actos tendientes al cumplimiento de una sentencia judicial favorable al deudor
subrogado);
 Las excepciones (articulación de las defensas oponibles a terceros para enervar o repeler pretensiones dirigidas
contra el deudor subrogado).

Excepciones. El Código enumera aquellos derechos no ejercitables por vía subrogatoria. Ellos son:
 Los derechos y acciones que, por su naturaleza o por disposición de la ley, solo pueden ser ejercidos por
su titular. La doctrina considera que estos derechos son “inherentes a la persona”. Se enumera como tales a
los derechos de la personalidad, cumplir un mandato otorgado por otro, la acción para revocar una donación
por causa de ingratitud del donatario, la acción de revocación de una donación por incumplimiento del cargo
impuesto al beneficiario, la acción de exclusión de herencia por indignidad del heredero, los derechos
patrimoniales subordinados a una acción de Estado, el derecho del vendedor de hacer valer el pacto de
preferencia, el derecho de los autores a publicar o hacer representar sus obras literarias o teatrales.
 Los derechos y acciones sustraídos de la garantía colectiva de los acreedores. Se trata de aquellos bienes
que quedan exentos de la acción de los acreedores y que regula el art. 744: Bienes excluidos de la garantía
común.
 Las meras facultades. Se refiere a aquellas situaciones en las cuales el deudor tiene la libertad de actuar o no
actuar con relación a derechos, a facultades aún no incorporadas al patrimonio del deudor. Sin embargo,
aun en presencia de meras facultades, el Código admite que el acreedor subrogue en los derechos del deudor
cuando de su ejercicio pueda resultar una mejora patrimonial del deudor. Se enumeran entre estos
supuestos la facultad de aceptar una herencia o legado, la facultad de ejercer un derecho de retroventa
ventajoso para el deudor, la facultad de ejercitar un pacto comisorio y, en general, la facultad de ejercer
opciones contractuales o legales de las cuales se reporten ventajas económicas manifiestas.

SUPUESTOS CONTROVERTIDOS.
En algunos casos concretos se ha dudado si los acreedores tienen o no derecho a subrogar al deudor. Así:

 Respecto de daños sufridos por el deudor como consecuencia de hechos ilícitos cometidos por terceros.
En este caso, es necesario distinguir los daños materiales y los daños morales.
-En los casos de daños causados a las cosas materiales, la acción para demandar la indemnización es
subrogable, ya que se trata de cosas materiales, su reparación es una cuestión puramente patrimonial que los
acreedores no pueden desaprovechar.
-En los casos de daños causados en el cuerpo o en la salud del deudor, la doctrina estableció que la acción no
es subrogable por dos razones: esta acción tiende a satisfacer al menos el rencor de la persona que ha sufrido el
daño, por lo cual exclusivamente el deudor podría decidir si entablarla o no; tratándose de daños físicos, la
acción para obtener su reparación sería inherente a la persona que los sufrió, y por eso insubrogable.
Actualmente, esta doctrina ha sido superada, y la mayoría de los autores admiten que aun tratándose de daños
en el cuerpo o en la salud del deudor, la acción para reclamar su reparación es subrogable porque:
-Se debe aceptar que la demanda tiene por finalidad la reparación patrimonial de las lesiones;
-Los daños físicos que sufra el deudor redundarán en perjuicio de su capacidad de producción y por ello
pueden convertirse en el factor desencadenante de la disminución o desintegración de su patrimonio; es
innegable el derecho de sus acreedores a reclamar, por vía subrogatoria, la íntegra reparación del daño causado.
Respecto del daño moral la cuestión es distinta. En este caso sí se admite que la acción para obtener su
reparación es inherente a la persona del deudor, sólo él debe decidir si reclamará o no la indemnización. Los
acreedores no están autorizados a reemplazarlo, ya que ello equivaldría a reemplazar la conciencia del deudor y
permitir que extraños pongan precio a su dolor y sufrimiento.

 Respecto de las acciones de nulidad de actos jurídicos celebrados por el deudor. Se debe distinguir entre la
nulidad absoluta y la nulidad relativa.
-Si es absoluta, los acreedores podrán actuar como terceros interesados y ejercer la acción de nulidad por
derecho propio sin necesidad de subrogar o representar al deudor;
-Si es relativa, y puesto que solo puede ser alegada por “aquellos en cuyo beneficio la han establecido las
leyes” (pues tutelan un interés particular), se sostiene que los acreedor si pueden actuar por vía subrogatoria
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

por los siguientes motivos: si la nulidad va a reparar o, en su caso, incrementar el patrimonio del deudor, sería
injusto negar a los acreedores el derecho de intentar la acción si el deudor se muestra omiso; además el art.
739 permite a los acreedores ejercer todos los derechos y acciones del deudor, quedando excluidos solo
aquellos inherentes a su persona; la última razón es que sólo se declarará improcedente la subrogación si la
nulidad se refiere a cuestiones inherentes a la persona del deudor o a asuntos que carecen de contenido
patrimonial.

CONDICIONES PARA EL EJERCICIO DE LA ACCIÓN SUBROGATORIA.

Titularidad de un crédito cierto, Inacción del deudor Perjuicio para el acreedor. prueba
aunque no sea exigible de insolvencia
El acreedor que ejerce los derechos Se debe demostrar la inacción La omisión de ejercicio de sus
patrimoniales de su deudor por medio de del deudor, pues solo la derechos debe causar perjuicio para
la acción subrogatoria debe ser titular inactividad o renuencia (poca el acreedor accionante, por lo cual
de un crédito: disposición en hacer lo que se le éste se interesa en actuar.
-Cierto (cuya existencia puede dice o manda) en hacer valer Si el deudor es solvente (que puede
probarse); sus derechos justifica la responder a una deuda económica y
-Válido (no afectado por alguna causa intromisión de los acreedores. hacerse cargo de una obligación) y
de nulidad); Se debe tratar de una omisión de tiene otros bienes sobre los cuales el
-Vigente (no extinguido) actuar que no esté justificada en acreedor puede ejercer sus derechos,
La no exigibilidad del crédito impedimentos jurídicos (por ej: entonces carece de interés legítimo
diferencia a la acción subrogatoria de la porque el deudor fue para accionar.
acción directa, y tiene su fundamento en desapoderado por su estado de El artículo no pronuncia sobre quién
que el acreedor solo persigue acrecentar quiebra); y es indiferente que se debe probar la insolvencia del
el patrimonio del deudor a través de la deba a culpa o dolo del deudor, deudor.
incorporación de bienes debidos por o por una razón ajena a su
terceros, pero no obtiene el cobro de su voluntad.
propio crédito.

DEFENSAS OPONIBLES.

Art. 742: “Defensas oponibles. Pueden oponerse al acreedor todas las excepciones y causas de extinción de su
crédito, aun cuando provengan de hechos del deudor posteriores a la demanda, siempre que éstos no sean en fraude
de los derechos del acreedor.”

El acreedor ejerce la acción subrogatoria persiguiendo el cobro de lo adeudado a su deudor, para hacer ingresar el
producto al patrimonio de éste.
Si el crédito se halla extinguido, la acción no procede.
El artículo aclara que el tercero demandado puede oponerle al acreedor las excepciones y causales de extinción
del crédito producidas por hechos anteriores o posteriores a la demanda. Esto significa que, si el crédito se
extinguió por un hecho posterior a la demanda, la acción no puede prosperar.
El límite de esta acción defensiva es que el hecho extintivo, alegado por el demandado, se hubiese producido por
conductas fraudulentas entre deudor y tercero para frustrar la acción subrogatoria planteada.

EFECTOS DE LA ACCIÓN SUBROGATORIA.


Los bienes obtenidos por el ejercicio de la acción subrogatoria ingresan al patrimonio del deudor y quedan
expuestos al ejercicio de los derechos de los demás acreedores.
El artículo aclara este aspecto, expresando que el ejercicio de la acción no concede preferencia alguna al acreedor
accionante.

COMPARACIÓN ENTRE ACCIÓN DIRECTA Y ACCIÓN SUBROGATORIA.

Acción subrogatoria Acción directa


RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El beneficio que se obtenga ingresará al patrimonio del El beneficio podrá ser incautado por el accionante sin
subrogado. pasar primero por el patrimonio del deudor originario.

La gestión subrogante favorecerá a todos los El accionante es el beneficiario exclusivo de su gestión.


acreedores del subrogado.
El subrogado conserva el poder de disposición sobre el A partir de la notificación de la demanda, el deudor
crédito (salvo que hubiese sido embargado) en tanto no originario (acreedor del demandado) queda impedido de
sea desapoderado por el juez. ejercer actos de disposición sobre el crédito, como
recibir pagos, transar, compensar, etc. Y en caso de que
los hiciera, tales actos serán inoponibles al demandante.
El subrogante debe demandar la totalidad del crédito El demandante debe limitar su demanda al monto de su
que el demandado adeuda al deudor originario. crédito contra el deudor originario.

5) EL PATRIMONIO DEL DEUDOR COMO GARANTÍA COMÚN.

El principio en nuestro derecho.

Art. 743: “Bienes que constituyen la garantía. Los bienes presentes y futuros del deudor constituyen la garantía
común de sus acreedores. El acreedor puede exigir la venta judicial de los bienes del deudor, pero sólo en la medida
necesaria para satisfacer su crédito. Todos los acreedores pueden ejecutar estos bienes en posición igualitaria,
excepto que exista una causa legal de preferencia.”

El principio sentado en el Derecho patrimonial es que el deudor responde por sus deudas con todo su
patrimonio. El patrimonio se concibe, con un criterio dinámico, como los bienes presentes y futuros de los cuales es
propietario su titular.
Este artículo ratifica y recepta en forma expresa dicho principio, reiterando lo dispuesto en el art. 242: “Garantía
común. Todos los bienes del deudor están afectados al cumplimiento de sus obligaciones y constituyen la garantía
común de sus acreedores, con excepción de aquellos que este Código o leyes especiales declaran inembargables o
inejecutables…”
Entonces, salvo disposición legal en contrario, todos los bienes del deudor de naturaleza patrimonial están
sujetos a la agresión patrimonial de sus acreedores.

Bienes excluidos de la garantía común.

Art. 744: “Bienes excluidos de la garantía común. Quedan excluidos de la garantía prevista en el artículo 743:
a) Las ropas y muebles de uso indispensable del deudor, de su cónyuge o conviviente, y de sus hijos;
b) Los instrumentos necesarios para el ejercicio personal de la profesión, arte u oficio del deudor;
c) Los sepulcros afectados a su destino, excepto que se reclame su precio de venta, construcción o reparación;
d) Los bienes afectados a cualquier religión reconocida por el Estado;
e) Los derechos de usufructo, uso y habitación, así como las de servidumbres prediales, que solo pueden
ejecutarse en los términos de los artículos 2.144, 2.157 y 2.178;
f) Las indemnizaciones que corresponden al deudor por daño moral y por daño material derivado de lesiones
a su integridad psicofísica;
g) La indemnización por alimentos que corresponde al cónyuge, al conviviente y a los hijos con derecho
alimentario, en caso de homicidio;
h) Los demás bienes declarados inembargables o excluidos por otras leyes.”

El artículo determina qué bienes del deudor no pueden ser agredidos por sus acreedores para obtener el cobro de sus
créditos.
 Ropa y muebles de uso indispensable. El Código derogado también preveía esta excepción. Se trata de
conceptos dinámicos pues lo usos y costumbres van mutando la noción de indispensabilidad, que califica a la
ropa y muebles excluidos de la posibilidad de ejecución. Comprende los bienes del deudor, de su cónyuge o
conviviente y los de sus hijos;
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

 Instrumentos de trabajo. No pueden ser embargados ni ejecutados los instrumentos necesarios para el
ejercicio personal de la profesión, arte u oficio del deudor. Su alcance depende de cada caso en particular,
teniendo en cuenta las circunstancias personales del deudor, dirigida la interpretación por los principios de
razonabilidad de exclusión y prohibición de abuso por parte de los acreedores;
 Sepulcros. Los sepulcros no pueden ser embargados ni ejecutados en tanto están destinados al fin que le son
propios.
 Bienes afectados a cualquier religión reconocida por el Estado. Constan como bienes inembargables en
códigos procesales. Ahora se constituye la excepción como norma sustancial general.
 Derechos de usufructo, uso y habitación, así como las servidumbres prediales. Son inembargables los
derechos en sí mismos, pero no el producto que pudiera obtener el deudor de su ejercicio.
 Indemnizaciones que corresponden al deudor por daño moral y por daño material derivado de lesiones a
su integridad psicofísica.
 Indemnizaciones por alimentos que corresponde al cónyuge, al conviviente y a los hijos con derecho
alimentario, en caso de homicidio. La excepción se muestra como la consecuencia lógica del carácter
alimentario y asistencial de las indemnizaciones.
 Demás bienes declarados inembargables o excluidos por otras leyes. Existen numerosas leyes que excluyen
determinados bienes del poder de agresión patrimonial de los acreedores, bajo ciertas condiciones. Por
ejemplo: los salarios e indemnizaciones; los sueldos y beneficios previsionales de los empleados de la
administración pública y de las entidades autárquicas del Estado por deudas emergentes de préstamos o por
compra de mercaderías; los bienes agravados a favor del Banco Hipotecario SA con el fin de obtener o
construir una vivienda propia; las indemnizaciones por enfermedades y accidentes de trabajo, conforme a la
normativa propia de éste ámbito; los bienes del deudor quebrado previstos como inembargables por la Ley
Concursal; y además, el Capítulo 3 del Título III del Libro Primero regula la protección de la vivienda y su
inejecutabilidad en los términos y con los alcances fijados por las normas contenidas en el capítulo.

PLURALIDAD DE PATRIMONIOS.
La teoría clásica del patrimonio conduce a negar que un deudor pueda tener más de un patrimonio, es decir, niega
que una persona pueda ser titular de una pluralidad de patrimonios; y esto es, en última síntesis, impide limitar la
responsabilidad patrimonial de las personas individualmente consideradas.
Se ha dicho que creer que el patrimonio es uno e indivisible y que no se puede ser titular más que de un solo
patrimonio choca con las necesidades de la vida. Poderosas razones justifican que la ley permita que una misma
persona pueda ser titular de varios patrimonios:
 El fraccionamiento patrimonial favorece los emprendimientos económicos, ya que el empresario individual no
se ve obligado a comprometer todos sus bienes ante un solo emprendimiento, sino que limita su
responsabilidad a los bienes afectados a ese emprendimiento;
 Ante la falta de un sistema jurídico que permita a las personas individuales limitar su responsabilidad, se
recurre a la constitución de sociedades de capital (anónimas o de responsabilidad limitada) que sólo lo son en
apariencia, porque en realidad lo que se busca es comprometer la responsabilidad solo hasta el límite del
capital aportado y no todo el patrimonio.
En nuestro país, el camino hacia la aceptación de la pluralidad de patrimonios está abierto.
En efecto:
1) De lege lata. La ley 24.441, al legislar sobre el contrato de fideicomiso, crea un patrimonio separado y
distinto del patrimonio de las partes: el patrimonio fideicomitido. Por el contrato de fideicomiso, una
persona, el fiduciante, transmite el dominio limitado de determinados bienes a otra persona, el fiduciario, quien
se obliga a explotarlo en beneficio de la persona que se designe en el contrato, que es el beneficiario, debiendo
luego restituir el dominio recibido. Los bienes trasmitidos (bienes fideicomitidos) constituyen un patrimonio
separado del patrimonio del fiduciario y del fiduciante. Ese “patrimonio separado” garantiza las
obligaciones que se contraigan con motivo de la ejecución del fideicomiso, no puede ser aprovechado ni por
los acreedores del fiduciante, ni por lo acreedores del fiduciario.
2) De lege ferenda. Es aconsejable que en una futura reforma el legislador autorice la figura de la “empresa
individual de responsabilidad limitada” que vendría a llenar el vacío que hoy existe en la materia; empresa
individual caracterizada porque los bienes que forman su capital constituirán un patrimonio separado e
independiente de los demás bienes pertenecientes a la persona física y destinados a responder por las
obligaciones de la empresa.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

LA PRIORIDAD DEL PRIMER EMBARGANTE.

Art. 745: “Prioridad del primer embargante. El acreedor que obtuvo el embargo de bienes de su deudor tiene
derecho a cobrar su crédito, intereses y costas, con preferencia a otros acreedores.
Esta prioridad solo es oponible a los acreedores quirografarios en los procesos individuales.
Si varios acreedores embargan el mismo bien del deudor, el rango entre ellos se determina por la fecha de la traba
de la medida.
Los embargos posteriores deben afectar únicamente el sobrante que quede después de pagados los créditos que
hayan obtenido los embargos anteriores.”

La prioridad del primer embargante. Antes de la sanción del CCyCN no existían normas sustanciales que dieran
solución al problema planteado ante la traba de embargo* por parte de un acreedor y el otorgamiento de preferencias
por dicha medida, o ante la concurrencia de varios acreedores que hubieran obtenido embargos sobre los mismos
bienes del deudor.
En vigencia del Código derogado, se discutió si el primer embargante tenía prioridad de pago; ante la falta de una
norma expresa que otorgara dicho privilegio, se buscó en las leyes procesales y en la interpretación de ciertas
disposiciones sobre el pago. La solución fue lógica: quien primero embargó debe tener prioridad de cobro sobre
quienes no lo hicieron o lo hicieron con posterioridad. Así, la jurisprudencia admitió la preferencia, lo que se tradujo
en la incorporación de normas expresas en las leyes procedimentales.
El artículo recepta casi textualmente la solución prevista por el ordenamiento procesal nacional
Alcance de la prioridad. El primer embargante tiene derecho preferente de cobro hasta cubrir el monto de su
crédito, los intereses y las costas del juicio.
Ámbito de actuación de la preferencia. La preferencia solo es invocable frente a acreedores quirografarios*, y
declina frente a otros acreedores cuyos créditos gocen de privilegio de cobro.
La prioridad solo tiene relevancia en los juicios individuales. En los universales, rigen las leyes correspondientes
a dichos procesos.
Concurrencia de varios acreedores. Si varios acreedores obtienen embargo sobre el mismo bien, tiene
preferencia aquel que hubiera trabado el embargo en primer término temporal. Este acreedor tendrá derecho al
cobro de su crédito, intereses y costas, y sólo sobre el remanente* del producto de la ejecución concurrirán los demás
embargantes.

*embargo: retención por orden judicial de un bien perteneciente a una persona, para asegurar la satisfacción de
una deuda, el pago de las costas judiciales o el pago de la responsabilidad derivada de un delito.
*acreedor quirografario: no todos los acreedores tienen la misma jerarquía y, por ende, no todos concurren en
paridad de condiciones frente al deudor. Existen dos categorías de acreedores: privilegiados (la ley les reconoce el
derecho de ser pagados con preferencia a otros) y quirografarios (no gozan de preferencia y, por lo tanto, cobrarán
después de que hayan sido satisfechos los privilegiados y lo harán a prorrata (según lo que le toque de la división
proporcional de los bienes) sobre el remanente, si es que quedare.
*remanente: es algo que sobra; que queda o se reserva para algo.

Tutela de la garantía: las medidas cautelares.

CONCEPTO.
En general, las medidas cautelares son aquellas que se solicitan al juez y consisten en “actos procesales que el
juez ordena en el curso de un proceso o previamente a él, para asegurar bienes o pruebas o mantener situaciones de
hecho, con el fin de garantizar la eficacia de la sentencia a dictarse”. Tienden a facilitar otro proceso garantizando la
eficacia de sus resultados.
Para que las medidas cautelares sean decretadas por el juez es necesario que quien las solicite acredite que el
derecho que pretende proteger es verosímil y que existe un peligro cierto e inminente de que se altere la
situación existente en perjuicio del solicitante.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En el derecho de obligaciones en particular, interesan aquellas medidas cautelares cuya finalidad específica consiste
en asegurar el resultado de una ejecución forzada.

ENUMERACIÓN.

1) El embargo preventivo.
Es una medida cautelar por la cual se ordena la afectación de un bien del patrimonio del deudor del crédito
cuya ejecución está por iniciarse o ya ha sido iniciada. Consiste en la individualización de uno o más bienes del
deudor y en la declaración judicial de que el bien afectado es indisponible para el deudor, de tal manera que si la
sentencia es favorable para el acreedor, el juez ordenará la venta de ese bien en pública subasta y el importe que se
obtenga será aplicado a satisfacer al acreedor que lo ha solicitado.
Tratándose de inmuebles, automotores como otras cosas registrales, el embargo se obtiene mediante la inscripción
de la orden judicial en el Registro respectivo; tratándose de bienes muebles no registrales, el embargo se obtiene
mediante la designación del propio deudor, o de un tercero, como depositario judicial de los bienes embargados; el
designado asume la obligación de conservarlos y ponerlos a disposición del juez cuando lo requiera.

2) El secuestro.
Es la orden judicial de desapoderar al deudor de determinados bienes, designando a un tercero como
depositario judicial, generalmente un martillero autorizado hasta cuando se dicte sentencia definitiva en el juicio de
ejecución y se ordene la venta del bien en pública subasta. Esta medida puede ser especialmente útil cuando recaiga
sobre cosas que eventualmente pueden desaparecer o desvalorizarse.

3) La inhibición general de bienes.


Es una medida cautelar que puede ser decretada en caso de que fracase el embargo. En efecto, si no es posible
localizar bienes susceptibles de embargo y ante la eventualidad de que el deudor pueda disponer o gravar bienes
registrales no localizados, el juez dicta una resolución judicial por la cual prohíbe al deudor el ejercer actos de
disposición de bienes registrales, medida que cesará si el deudor presenta bienes para que sean embargados.
La medida se cumple mediante la comunicación que el juez remite a los registros respectivos a fin de que tomen
nota de que el deudor, correctamente individualizado, no está habilitado para realizar ninguna especie de
transmisión registral, ni enajenando ni incorporando bienes a su patrimonio. Esta medida sólo impide disponer de
los bienes registrales, ya que los muebles registrales no pueden ser afectados por la medida. No otorga prioridad de
cobro al acreedor que solicitó la inhibición.

4) La anotación del litis.


Esta anotación cautelar no provoca la indisponibilidad del bien sino que tiene por objeto dar a publicidad la
existencia de un juicio sobre el bien al que se refiere la anotación y, si a pesar de la existencia del pleito, los
terceros celebran actos jurídicos con relación a ese bien, ya no podrá ser considerado de buena fe porque no podrán
alegar que desconocían la preexistencia del juicio anotado. La medida judicial se inscribe en los registros de la
propiedad a los efectos de su publicidad.

5) La intervención judicial.
Es la medida cautelar que consiste en la designación por el juez de una persona para que sustituya a quien
tiene la administración de los negocios del deudor, asignándoles atribuciones específicas, pudiendo limitarse
exclusivamente a la recaudación de fondos de hasta el 50% de las entradas o ingresos que se registren, de las que debe
rendir cuentas al juez que lo designó. Tales retenciones se destinan a satisfacer el interés del acreedor.
6) La prohibición de innovar.
Tiene lugar cuando el juez ordena a petición del acreedor que no se modifique la situación de hecho existente
respecto del patrimonio del deudor, siempre que se haya probado, que existen serios motivos para temer que una
modificación de la situación podría ser perjudicial para los derechos que se quieren tutelar.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

BOLILLA VI

1. EFECTOS DE LA OBLIGACIÓN RESPECTO DEL DEUDOR: MORA DEL ACREEDOR

La cuestión en el Código derogado


A modo de introducción, como ya sabemos, la obligación trae como consecuencia un cúmulo de derechos y deberes
para ambas partes. Al referirnos sólo al deudor, éste tiene los siguientes derechos:
-Efectuar el pago voluntario
-Solicitar la cooperación del acreedor cuando la naturaleza de la obligación o su cumplimiento así lo exija
-Obtener liberación activa mediante el pago por consignación

Antes de ser regulado en el CCyC, la existencia o no de la mora del acreedor (mora creditoris o accipiendi) generaba
cierto debate. Había una postura negativa que negaba su existencia (establece que el acreedor sólo tiene derechos, no
está obligado, si lo estuviera se convertiría en el absurdo de deudor de su deudor; el “recibir el pago” es un derecho,
por lo que al no poder “incumplirlo”, no incurre en mora) y otra positiva que la aceptaba (No hay por qué
sorprenderse que el acreedor sea deudor de su deudor: si bien el recibir el pago –y no cooperar para recibirlo- no
constituye una obligación propiamente dicha –es decir, con respecto al deber de prestación del deudor- no se duda que
tiene el deber jurídico de hacerlo, y en el marco de la cooperación y de la buena fe, que no cumpla con ese deber
jurídico, es una transgresión que lo constituirá en mora)
También se debatió sobre la unidad o dualidad entre la mora del acreedor y la mora del deudor: Por ello hubo tesis de
UNIDAD (a la que adhiere Wayar, en que mora es un concepto único que admite a la mora del acreedor y a la del
deudor, en tanto es el retardo en el cumplimiento imputable subjetivamente a uno de los sujetos de obligación) y de
DUALIDAD (aunque exista una notable analogía, son dos institutos distintos)

En el código de Vélez había ausencia de definición de mora creditoris (del acreedor), por ello lo que la doctrina
enseñaba en relación con la mora debitoris (que sí estaba regulada en el CCV), servía de base para explicar la
situación de la mora del acreedor. La aplicación analógica de los principios y reglas de la mora debitoris se hacía
respecto al acreedor, con la corrección y modificaciones que las particularidades propias de la situación acreedora
imponen en este instituto.

Tanto la mora del acreedor como el pago por consignación se vinculan porque son efectos que la obligación produce
respecto del deudor, pero la falta de definición de mora del acreedor en el CCV, llevó a pensar que la única alternativa
que tiene el deudor ante la falta de cooperación del acreedor, es la de recurrir al pago por consignación, siendo la
oferta de pago, irrelevante. Wayar adhería a la postura que establecía que basta con la oferta de pago del deudor para
constituir al acreedor en mora. Por ej., yo soy deudor de la prestación de dar un mesa; al momento en que se lo entrego
a mi acreedor (oferta de pago), éste no lo recibe o no coopera para recibirlo injustificadamente. El sólo probar mi
oferta de pago y el consiguiente rechazo de mi acreedor, lo constituiría en mora; mi acreedor no me permite extinguir
la obligación y liberarme, está faltando a sus deberes jurídicos nacidos de la obligación y a la buena fe. Además, para
que el deudor pruebe que el acreedor se ha negado a recibir el pago es indispensable una oferta previa, entonces la
oferta es también el paso previo a proceder a la consignación. Así, la consignación del deudor se constituye como una
facultad y no un deber.

Su incorporación a nuestro derecho


La llamada mora del acreedor se encuentra legislada ahora expresamente en la parte final del artículo 886 del nuevo
código. Si bien con el instituto de “mora” nos referimos generalmente al incumplimiento relativo por parte del deudor,
no se debe pasar por alto que puede ocurrir que si la obligación no se cumple en tiempo oportuno, ello se deba a la
conducta del acreedor (y no del deudor) que imposibilita con su proceder la ejecución de la obligación, como puede
suceder ante la falta de cooperación o rechazo injustificado por parte del acreedor en la recepción del pago
cancelatorio de la prestación.

ART. 886  “Mora del deudor. Principio. Mora automática. Mora del acreedor. La mora del deudor se produce por
el solo transcurso del tiempo fijado para el cumplimiento de la obligación.
El acreedor incurre en mora si el deudor le efectúa una oferta de pago de conformidad con el artículo 867 y se
rehúsa injustificadamente a recibirlo.”
Concepto de mora del acreedor
Es la situación anormal de retraso en el cumplimiento por la que atraviesa una obligación cumplible, cuando por una
causa imputable el acreedor, éste no coopera o rechaza injustificadamente las ofertas reales que formula el deudor,
y que subsiste, mientras la aceptación del objeto debido, aunque tardía, sea posible y útil. (Concepto de Wayar con la
ausencia de definición en el CCV)
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

• La “cumplibilidad” sería en la mora del acreedor, lo que es la “exigibilidad” a la mora del deudor.
Ser cumplible designa a la situación en que está el deudor de una obligación, dispuesto a cumplir y en situación y
posibilidad material y jurídica de hacerlo; significa que el momento en que pretende el deudor ejercer su
derecho/facultad de liberarse, es actual y no potencial; es el momento de la obligación en que el crédito es realizable.
Ser exigible es el momento de vencimiento de la obligación donde el acreedor puede exigir la prestación demandando
su cumplimiento. Ambos pueden coincidir, o cualquiera de ellos ser anterior al otro.
• Ya dijimos que la oferta real rechazada puede ser usada para constituir el acreedor en mora y/o como paso previo al
pago por consignación. La oferta real es a la mora creditoris, lo que la interpelación es a la mora debitoris. Quienes
niegan esta equivalencia dicen que como el mero vencimiento es suficiente para constituir en mora al deudor; el mero
vencimiento debería poner en mora al acreedor que no copera sin necesidad de oferta del deudor, pero esto es un error:
porque la presunción de culpa recae sobre el deudor (porque se presume que el acreedor está dispuesto a recibir el
pago), de allí que éste deba desmentir la presunción a través de la oferta.
• Permite la aceptación posterior del objeto de crédito, aunque tardía, pero útil y posible.

FUNDAMENTOS: Lo usual en una relación acreedor-deudor es que el acreedor muestre siempre interés en la
ejecución de la prestación y que las eventuales complicaciones se originen por el deudor. Esta tendencia natural en las
obligaciones es lo que justifica la mayoría de las instituciones del derecho de obligaciones, como el cumplimiento
forzoso, la cláusula penal, el otorgamiento de garantías, la constitución en mora del deudor, etc. Sin embargo, pueden
existir motivos ajenos a la relación obligacional que determinen que el acreedor desee mantener su condición de tal,
en vez de extinguirla recibiendo el pago o colaborando para recibirlo. Ante estas circunstancias, nuestro
ordenamiento no admite que el cumplimiento de la obligación quede librado al arbitrio del acreedor, ya que ello
importaría someter al deudor a asumir todos los costos y contingencias de una situación de incumplimiento. Es
entonces cuando aparece la figura de la mora del acreedor.
Por otra parte, sin perjuicio de constituir en mora a su acreedor, nuestro ordenamiento concede al deudor la posibilidad
de consignar la prestación debida. En efecto, como consecuencia de la consignación “el deudor queda libre de su
obligación” Sin embargo, la consignación es un mecanismo que resulta a menudo impracticable cuando las
prestaciones son de hacer, o puede tornarse complicada cuando la prestación conlleva la ejecución de prestaciones que
requieren de la indispensable cooperación del acreedor. De este modo, la constitución en mora se convierte en un
mecanismo que permite trasladar al acreedor los costos y las contingencias que se ve obligado a enfrentar el deudor
ante la negativa del acreedor que imposibilita el cumplimiento.

Requisitos: Presupuestos, elementos y circunstancias


PRESUPUESTOS
a. Que preexista el deber jurídico de cooperar impuesto al acreedor. Al acreedor le corresponde la carga de
prestar toda colaboración que exija la obligación. Su falta de cooperación impedirá que el deudor quede
incurso en mora aún llegado el vencimiento de la ob. y puede originar la mora del propio acreedor si ha
formulado una oferta real de pago.
b. Que la obligación sea cumplible, es decir, que el deudor pueda cumplir porque la obligación está en estado de
poder ser cumplida, es decir, llegado el tiempo de pago.
c. Que la aceptación del bien debido al acreedor, aunque tardía, sea posible y útil. Si durante la mora creditoris
por algún hecho se produce la imposibilidad de cumplimiento, la obligación se extingue y el deudor se libera.
ELEMENTOS ESENCIALES: Por su relevancia, los explicaremos más abajo
a. Que el deudor haya formulado una oferta real de cumplimiento
b. Que se acredite la falta de cooperación del acreedor
c. Que la falta de cooperación sea imputable al acreedor
CIRCUNSTANCIAS
Todos aquellos factores que deben valorarse para verificar si se ha configurado la mora del acreedor y que tienen
origen en la ausencia de alguno de los presupuestos o de los elementos. Por ej. no hay mora creditoris con la
circunstancia de que la obligación NO sea cumplible.

a. Que el deudor haya formulado una OFERTA REAL DE PAGO


Concepto: Este ofrecimiento debe ser real, es decir un acto no ficticio o aparente, y donde NO basta la mera
declaración de querer cumplir, sino que el deudor ponga en disposición del acreedor el objeto de la obligación,
de manera tal que sólo del acreedor dependa que se concrete el pago. La sola negativa del acreedor a recibir el
pago (elemento objetivo/material), no lo constituye en mora, es indispensable que se concretice esta oferta real
de pago (objetivo formal) por parte del deudor. La oferta sería para el acreedor lo que la interpelación
(cuando se requiere) es al deudor.
Requisitos: La oferta debe ser
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

-Categórica e inequívoca: proposición afirmativa expuesta de manera clara, absoluta y decisiva.


-Coercitiva y no meramente declarativa.
-Íntegra, exacta y con referencias al tiempo y lugar de cumplimiento: todos los requisitos del pago.
Naturaleza: es un acto jurídico de declaración de voluntad unilateral de carácter recipticio dirigido al
acreedor por el deudor.
Sobre si el deudor constituido en mora puede realizar ofertas de pago, se dijo, por un lado (Llambías y Borda)
que como en el ordenamiento no existía regulación de la mora creditoris, la única opción para el deudor
moroso era recurrir al pago por consignación. Por otro lado, ya Wayar, apoyaba que el deudor moroso
estuviera habilitado para formular una oferta, que siendo real y completa, provocaría la extinción de la mora
del deudor, y si el acreedor se rehusara a aceptar la oferta, se constituiría él en mora.
b. Falta de cooperación del acreedor  Como se presume que el acreedor está dispuesto a recibir, y si el pago no
se produce, se presume que el incumplimiento es por el deudor, el deudor, para demostrar lo contrario, debe
necesariamente probar que el acreedor se negó a recibir el pago. Por la dificultad de demostrar un hecho
negativo (que no recibió el pago) el deudor debe demostrar entonces que se presentó ante el acreedor y le
formuló una oferta real, seria y efectiva de pago y que el acreedor no quiso aceptarla. El rechazo injustificado
de una oferta real de pago, acreditará la falta de cooperación del acreedor.
c. Que la falta de cooperación sea imputable al acreedor Una primera opinión objetiva, establece que no se
requiere la culpa del acreedor; es la misma doctrina que afirma que el recibir el pago no es una obligación del
acreedor, por lo que omitirlo, no puede imputársele.
Una segunda opinión, siguiendo la primera, dice que el acreedor no tiene obligaciones respecto del deudor,
solo derechos, por ello, el no recibir el pago no sería una transgresión por parte del acreedor, y que si lo
hiciera, el deudor sí tiene la OBLIGACIÓN de recurrir al pago por consignación.
En una tercera opinión, que Wayar comparte, la mora de acreedor, requiere que éste haya obrado con culpa,
asentándose en la idea de la falta de cooperación del acreedor. Así, la culpa es un factor indispensable, pues si
el acreedor no es reprochable, no nacerán los efectos jurídicos de la mora.

Ámbito de aplicación de la mora creditoris


Tiene plena vigencia en las obligaciones de dar. En las de hacer es necesario distinguir:
- en las de hacer (puro hacer) donde resulta indiferente el comportamiento del acreedor – No aplica
- en las de hacer para cuyo cumplimiento se requiere la colaboración del acreedor – Sí aplica
- en las de hacer que consisten en la ejecución de una obra destinada a ser entregada al acreedor – Sí aplica,
igual que en las de dar
- en las obligaciones de no hacer – No aplica

Efectos
I. Cesa, en su caso, la mora del deudor
En las obligaciones de plazo expreso y cierto, el solo vencimiento del plazo importa la mora del deudor.
El deudor tiene el derecho de purgar su mora ofreciendo cumplir; esas ofertas de pago íntegro, no sólo
purgan la mora del deudor, sino también provocan la del acreedor si se rehúsa a aceptar la oferta.

II. Transfiere los riesgos al patrimonio del acreedor


Desde que el acreedor queda incurso de mora, los riesgos de deterioro, pérdida o destrucción de la cosa
objeto de la obligación corren por su cuenta, asume pues, los riegos del caso fortuito. Por regla, los riesgos
de la cosa debida por caso fortuito extinguen la obligación, salvo que alguno esté en mora, entonces
dichos riesgos serían soportados por el moroso.
Excepto que el deudor decida consignar judicialmente, el deudor continúa obligado a cumplir la
obligación y por lo tanto, debe conservar y vigilar la cosa. Si se deteriora por culpa del deudor, éste será
responsable.

III. Detiene el curso de intereses a cargo del deudor


En rigor, la mora creditoris libera al deudor de las consecuencias gravosas que para él le impondría una
eventual situación de incumplimiento que le fuera imputable. La suspensión de intereses se opera desde la
fecha en que el acreedor incurre en mora, aún si la mora preceda o no la demanda por consignación. En
relación a los intereses compensatorios, una tesis dice que la suspensión solo alcanza los intereses
moratorios/punitorios, no así a los compensatorios porque el deudor conserva en su poder el capital y es
justo que pague el precio por ese capital a través de los intereses compensatorios. En cambio, Wayar,
apoya la tesis que la suspensión alcanza a los intereses compensatorios, porque éstos son debidos en razón
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

del USO del capital ajena, y a menos que se pruebe que el deudor usó el capital que mantuvo en su poder,
no se le puede atribuir dichos intereses.

IV. Consignación. Daños y perjuicios


El deudor queda habilitado para pagar por consignación y así, extinguir la obligación. Como ya dijimos, el
deudor no está obligado a consignar, sino que ésta es su facultad que puede o no usar según su criterio.
Puede limitarse a constituir al acreedor en mora oferta mediante, asegurándose de no soportar los
intereses, los riesgos y la eventual responsabilidad por daños; pero aún así continúa obligado a cumplir.
La negativa del acreedor a recibir el pago constituye una infracción que puede determinar si concurren la
responsabilidad civil del acreedor frente al deudor.

V. Extinción de la mora del acreedor cuando


-El acreedor decide aceptar el pago luego de haber sido constituido en mora.
-El deudor renuncia expresa o tácitamente a valerse de los efectos de la mora accipiendi.
-Se produce una imposibilidad de cumplimiento de la prestación, sin perjuicio de que el deudor quede
habilitado a reclamar los daños moratorios sufridos.
-Cuando la obligación se extingue por haberse considerado válido el pago por la consignación efectuado
por el deudor.

Situación de débito sin responsabilidad


Situaciones jurídicas donde el acreedor no goza del poder jurídico de constreñir, compeler, intimar, apremiar o
forzar al deudor, para que cumpla la prestación por vía judicial (tribunales - demanda - embargo - aprehensión). Se
identifica por la ausencia de la coacción, la obligación no podrá ser ejecutada de forma forzosa. Así ocurre por
ejemplo en las OBLIGACIONES NATURALES, en ellas, el legislador no proporciona acción de cobro al
acreedor, i.e., la Ley no otorga acción para exigir de forma judicial o forzosa las deudas derivadas de juego, envite o
azar, Art.1.801 del Código Civil. La Ley no confiere acción al acreedor, visto el carácter inmoral de la causa de la
obligación. También se encuentran en este particular las OBLIGACIONES PRESCRITAS, aquel acreedor que por
cualquier motivo, permite el transcurrir de diez años, contados a partir de la fecha en que se hizo exigible el crédito,
sin ejercer el reclamo del pago o sin accionar el cobro de la obligación al deudor; en otras palabras, sin haber
interrumpido el lapso de la prescripción decenal. Son los efectos legales de la prescripción extintiva. Debemos resaltar
en este sentido, que en los dos ejemplos citados ut supra: “Obligaciones Naturales y Obligaciones Prescritas”, si el
deudor paga, ha pagado bien. Significa que, si el deudor cumple de forma voluntaria, se entiende que ha pagado
bien y no podrá alegarse que hubo PAGO DE LO INDEBIDO ni la repetición. Coincidimos con otros autores patrios
en relación a que hay más ejemplos de “DEUDAS SIN RESPONSABILIDAD”. Manifestados en las
llamadas CLÁUSULAS LIMITATIVAS DE RESPONSABILIDAD CIVIL; y con mayor fuerza,
las CLÁUSULAS EXONERATIVAS DE RESPONSABILIDAD CIVIL.
((((Sería en el caso que se constituya la mora del acreedor, entonces éste tiene responsabilidad civil frente al deudor
(porque es una de las consecuencias de la mora creditoris) si el acreedor le ocasiona daños al deudor, este debe
afrontar el resarcimiento correspondiente. Claro que para su reclamo el deudor deberá probar dichos daños. En tal
caso, si el deudor no demandó el pago por consignación, sigue obligado a cumplir con su prestación entonces se
configuraría una situación de débito/deuda (porque el deudor sigue obligado porque no procedió con la consignación)
pero sin responsabilidad (porque desde la oferta de pago realizada por el deudor y rechazada injustificadamente por el
acreedor, éste incurre en mora y se transfiere la responsabilidad civil de los posibles daños))))

2. PAGO POR CONSIGNACIÓN JUDICIAL

Como sabemos, el pago es el modo normal o natural de disolución de la obligación. Por ello, el orden jurídico permite
que el interés de los acreedores se satisfaga por una serie de procedimientos que cumplen la función del pago, aunque
el deudor omita realizar los comportamientos prometidos (cumplimiento por un tercero, ejecución forzada, etc.) Y
atendiendo el interés del deudor, el orden jurídico pone a su disposición procedimientos que permitan su liberación,
aunque el interés del acreedor no quede íntegramente satisfecho. Este último grupo de procedimientos se los agrupa
bajo la denominación de subrogados de cumplimiento, donde se destaca:
-La liberación forzosa del deudor, mediante la CONSIGNACIÓN de los objetos adeudados
-El cumplimiento por un comportamiento diferente del prometido al nacer la obligación (el acreedor acepta una
prestación distinta a la prevista)
-La compensación, la remisión o condonación de la deuda
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Entonces como vimos, cuando el acreedor no presta la cooperación necesaria impidiendo la liberación del deudor, éste
tendría tres opciones:
a. realizar ofertas reales, serias y efectivas de cumplimiento
b. proceder directamente a la consignación judicial de las cosas u objetos adeudados
c. efectuar ofertas, y en caso de negativa a recibir, proceder a la consignación judicial

Concepto
Funciona cuando el deudor, deseoso de poner fin a la obligación, encuentra obstáculos que impiden la realización de
un pago normal. Entonces recurre a su liberación coactiva, que supone la intervención judicial promovida por el
solvens o persona autorizada a efectuar el pago.
El pago por consignación es el modo de ejercer coactivamente el derecho a librarse de la obligación que la ley le
concede al deudor de una obligación, a fin de que pueda efectuar el pago mediante depósito judicial, y
consecuentemente, extinguir la obligación y obtener su liberación, en determinadas situaciones, para suplir la falta de
cooperación del acreedor o para salvar obstáculos que imposibilitan el pago directo y espontáneo.

Caracteres:
Debe ser judicial  Se traduce en un procedimiento judicial, en tanto es el ejercicio coactivo de un derecho que sólo
será legítimo con la intervención del órgano jurisdiccional.
Es facultativo  Reiteramos que el deudor no está obligado a efectuar al pago por consignación, se trata de una
facultad que puede dejar de usar. Queda a su criterio.
Debe respetar los principios generales que gobiernan el pago La consignación no tendrá fuerza de pago si no
concurren en cuanto a las personas, objeto, modo y tiempo, todos los requisitos para que el pago sea válido.
Es excepcional  Sólo se puede acudir a él cuando el acreedor se niegue a recibir el pago o existan obstáculos
insalvables que impidan el pago directo.
Es contencioso  Es necesario que se respete el principio de contradicción, por ello no puede ser considerado como
consignación cualquier depósito en escribanía u oficinas de notarios sin juicio contencioso.

Fundamento
Ha sido instituido atendiendo especialmente para proteger al interés del deudor, ya que se le proporciona el
instrumento para ejercer su derecho de liberarse. Cuando el deudor actúa con diligencia y buena fe, y no obstante sus
esfuerzos no pueden lograr su liberación por causas no imputables a él, es injusto que continúe vinculado
indefinidamente. Es justo entonces, proporcionarle un mecanismo que permita su liberación coactiva, aún contra la
voluntad del acreedor.
Si bien la norma pareciera referirse únicamente a las obligaciones de sumas de dinero, la consignación no se limita
sólo a ellas sino que es aplicable de igual modo a las obligaciones de dar cosas ciertas y de cosas indeterminadas a
elección del acreedor.
Sin embargo, el instituto no resulta aplicable a las obligaciones de hacer, ni a las de no hacer. Puede estimarse que la
consignación podría aplicarse en aquellas obligaciones de hacer en las que el deudor debe procurar al acreedor cierto
resultado concreto consistente en una cosa.

Naturaleza jurídica – Distintas teorías


a. La consignación tiene “valor propio”, es decir se configuraría como un negocio jurídico específico (depósito)
cuya validez y eficacia no dependen de la aceptación del acreedor, prescinde de su voluntad (del A) y por ello
tiene “valor propio”. Esta postura es inaplicable en nuestro derecho porque para que la consignación sea
válida y eficaz, es necesario que el acreedor no la impugne o si lo hace, que el juez sentencie su validez y
eficacia.
b. La consignación es un “negocio jurídico a favor de tercero”, porque la consignación que realiza el deudor ante
el órgano jurisdiccional está destinada a producir sus efectos respecto a un tercero: el acreedor. Respecto del
deudor, la eficacia liberatoria dependerá de la aceptación del acreedor, o, de la convalidación judicial. Se le
objeta que en los negocios a favor de terceros, el derecho de éstos a obtener la prestación nace desde que ellos
aceptan la estipulación que se les promete (por ej., en un contrato de seguros, yo tengo el derecho de dicho
contrato sólo cuando lo acepto) pero en el pago por consignación, el acreedor tiene derecho a que se cumpla la
prestación desde el nacimiento de la obligación, es decir, con anterioridad a la consignación. Además en los
contratos a favor de terceros es indispensable la aceptación de dicho tercero (si mi papá contrata con una
empresa de seguros, pero yo no acepto ese derecho al seguro, no tiene eficacia conmigo), en cambio en la
consignación, por más que el acreedor la rechace, ésta puede tener eficacia si el juez la convalida, y la
voluntad del acreedor se vuelve irrelevante.
c. La consignación (postura que adhiere Wayar) es un acto jurídico complejo, que tiene dos etapas:
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I. El depósito judicial realizado por el deudor, que sería el acto preparatorio que pone en movimiento el
procedimiento judicial
II. La aceptación del acreedor, o si éste la rechaza, la sentencia judicial que lo declare valido y eficaz; ambas
extinguen el vínculo y liberan al deudor. Por ello el depósito debe realizarse según los principios jurídicos del
pago, porque la consignación debe ser apta para satisfacer el interés del acreedor aún contra su voluntad.

Cuándo procede la consignación: la enumeración del art. 904 del CCyC


ART. 904 “Casos en que procede. El pago por consignación procede cuando:
a) el acreedor fue constituido en mora;
b) existe incertidumbre sobre la persona del acreedor;
c) el deudor no puede realizar un pago seguro y válido por causa que no le es imputable.”

La consignación judicial procederá en los casos en los cuales el Código enumera en su artículo 904, supuestos en los
cuales se habilita al solvens esta forma de pago. Se estima, sin embargo, que dicha enumeración no es taxativa, sino
enunciativa, contemplando la posibilidad de que puedan presentarse otros supuestos que habiliten la consignación,
más allá de los previstos en la norma citada.
Los que se encuentran mencionados en el Código son:
a) Si el acreedor fue constituido en mora. La llamada mora del acreedor (mora accipiendi/creditoris), que si bien no
está legislada expresamente en el Código, le resulta aplicable, por analogía, lo dispuesto para la mora del deudor.
b) Incertidumbre sobre la persona del acreedor. Cuando el deudor posea una duda razonable respecto de la titularidad
del crédito, está habilitado a consignar: ello así, toda vez que si el deudor paga mal, puede verse obligado a pagar dos
veces. De igual modo también está autorizado a pagar consignando el deudor, cuando no sabe quién es su acreedor
aun cuando tenga certeza de su existencia (por ej.: en el caso de un sucesorio, en donde no conoce con certeza quiénes
son los herederos). También quedarían incorporados en este supuesto los casos en los cuales, al momento de intentar
efectuar el pago el deudor, el acreedor sea incapaz, ya que de no poderse realizar el mismo a un representante de éste,
el pago sería nulo.
c) Dificultad del deudor para hacer un pago seguro. Se cree que dicho supuesto es comprensivo de todas aquellas
situaciones en las cuales el deudor posea dudas razonables para asegurar el pago, por lo cual quedaría habilitado —
cuando ello sea acreditado— a efectuar el pago por vía de la consignación judicial.

Otros supuestos no comprendidos en la norma Al no ser una enumeración taxativa, podría también llevarse a cabo
la consignación judicial:
a) cuando el acreedor estuviere ausente, ya que aun cuando se sepa de su existencia, se ignore su actual paradero
(no es aplicable al caso de una ausencia declarada en juicio, puesto que el pago debe efectuarse en tal caso al
curador designado en dicho proceso);
b) en caso de que la deuda estuviere embargada, ya que el embargo del crédito impide al deudor pagar, por lo
cual si él quisiera exonerarse y declinar su responsabilidad por los riesgos de la cosa, puede efectuar la
consignación;
c) si el acreedor ha perdido el título del crédito (o no lo presenta al deudor al momento de que éste intenta
efectuar el pago, agregase), por lo cual queda facultado el solvens —a fin de evitar tener que afrontar
eventualmente un nuevo pago— a consignar en favor de quien resulte acreedor de dicha obligación;
d) existencia de un litigio sobre el objeto de pago;
e) existencia de controversias entre acreedor y deudor sobre el crédito; etcétera.

Requisitos
ART. 905: “Requisitos. El pago por consignación está sujeto a los mismos requisitos del pago.”

Dispone el artículo 905 del Código que el pago por consignación está sujeto a los mismos requisitos del pago. En
consecuencia, la consignación, para tener fuerza de pago, tiene que ser efectuada respetando lo convenido por las
partes de la obligación en cuanto a las personas, objeto, modo y tiempo. Caso contrario, la consignación resultará
inválida y no tendrá el efecto liberatorio que persigue el solvens al realizarla.
a) En cuanto a las personas, para que una consignación pueda ser considerada válida, debe ser efectuada por todos
aquellos SUJETOS están legitimados para efectuar el pago. Los legitimados activamente para promover una demanda
judicial por consignación son todos aquellos que tienen el derecho a pagar: el deudor y cualquier tercero interesado.
(También incluye, según Wayar, a los fiadores o avalistas y al mandatario del deudor) Los legitimados pasivamente,
es decir, las personas contra las cuales se puede intentar la consignación son el acreedor o el tercero autorizado a
recibirlo.
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b) Respecto del OBJETO, debe efectuarse la consignación respetando los principios de identidad y de integridad que
afectan al objeto de la obligación (arts. 868 y 869, Código): caso contrario, ella será rechazada.
c) El requisito relativo al TIEMPO de pago consiste en que la consignación —para ser válida— debe efectuarse en el
tiempo que se habían pactado la voluntad de las partes o lo que dispone la ley. Ni antes ni después.
No será válida, pues, una consignación prematura en los casos en que el plazo de la obligación fuera pactado en
beneficio de ambas partes o del acreedor (cuando el deudor pretende imponer el pago antes del tiempo pactado para el
cumplimiento de la obligación). Ni una consignación tardía si al tiempo de hacerse quien la efectúa carece del derecho
de pagar (por ej.: si ante el incumplimiento en término del solvens, el acreedor ha resuelto la obligación)
- Con respecto a si puede ser tardía, incluyo una aclaración de Wayar: el principio de puntualidad de pago no puede
aplicarse absolutamente en la consignación, de lo contrario, se podría afirmar que la consignación nunca podría
funcionar, porque siendo la mora automática al vencimiento del plazo, llegado el incumplimiento del pago al
momento previsto, automáticamente el deudor estaría en mora, y cualquier pago (o sea la consignación) que realice
después, sería tardío e inválido. Entonces tenemos que entender que las obligaciones de plazo cierto, la consignación
puede ser intentada después de vencido el plazo, tardíamente.
d) Wayar añade también, respecto al LUGAR que si se pretendiera una consignación en un lugar distinto al que
correspondiere, también sería rechazada.
e) El MODO, es más que la manera de cumplir acorde a la exigencia de conducta que la obligación imponía al deudor,
según haya sido la intención de las partes al darle nacimiento o en la forma que normalmente corresponde según la
naturaleza y circunstancias de la obligación.

Obligaciones en las que se puede consignar: forma


ART. 906: “Forma. El pago por consignación se rige por las siguientes reglas:
a) si la prestación consiste en una suma de dinero, se requiere su depósito a la orden del juez interviniente, en el
banco que dispongan las normas procesales;
b) si se debe una cosa indeterminada a elección del acreedor y éste es moroso en practicar la elección, una vez
vencido el término del emplazamiento judicial hecho al acreedor, el juez autoriza al deudor a realizarla;
c) si las cosas debidas no pueden ser conservadas o su custodia origina gastos excesivos, el juez puede autorizar la
venta en subasta, y ordenar el depósito del precio que se obtenga.”

¿Cómo se instrumenta la consignación del pago? Como pauta general, resulta evidente que quien desea efectuar el
pago de este modo lo hace a través de una demanda, poniendo el objeto debido a disposición del juez, a fin de que éste
lo atribuya al acreedor dando fuerza de pago al depósito efectuado por el deudor, provocando —por ende— su
liberación. El acreedor puede aceptar o impugnar la consignación efectuada; en este último caso, se hará necesario el
dictado de una sentencia judicial que se expida respecto a la legitimidad o no del pago intentado por el deudor de tal
modo. Sin embargo, la norma establece formalidades que no pueden ignorarse, y si bien el artículo no expresa cuál es
la sanción en caso de omisión de ellas, se estima que es la invalidez de la consignación intentada.
1) En primer lugar, se establece que si la prestación consiste en una suma de dinero, se requiere su depósito a la orden
del juez interviniente, en el banco que dispongan las normas procesales. Ello así, puesto que el depósito judicial de la
deuda constituye una oferta de pago real, que requeriría la posterior aceptación del acreedor para extinguir la
obligación. Debe mediar, entonces, un verdadero animus solvendi en quien realiza la consignación judicial, ya que
debe evidenciar a través de ella la verdadera intención de pagar y de liberarse mediante dicho pago. Además hasta que
no medie aceptación del acreedor o exista una sentencia judicial respecto del depósito, el pago por consignación no se
habrá configurado, ya que lo depositado no sale del patrimonio del deudor. Así, pues, el primer paso a llevar a cabo en
una consignación judicial de una suma de dinero es el depósito judicial en el banco oficial correspondiente, a la orden
del tribunal interviniente en el juicio por consignación. En el ámbito de la justicia nacional el depósito se llevará a
cabo en la sucursal correspondiente del Banco de la Nación Argentina-, y en las justicias provinciales en las
instituciones bancarias habilitadas para ello (v. gr.: en la Provincia de Buenos Aires, en el Banco de la Provincia de
Buenos Aires). Quien realiza la consignación deberá adjuntar la boleta de depósito a la demanda de consignación:
ambas circunstancias —depósito y demanda— deben ser notificadas al acreedor. El depósito judicial debe llevarse a
cabo por iniciativa del depositante (debe encontrarse legitimado activamente para el pago —deudor o tercero
interesado—), razón por la cual no se consideran consignaciones los depósitos efectuados por requerimiento judicial
previo'', como así tampoco el pago que efectúe mediante depósito bancario un adquirente de un bien en subasta
judicial.
2) Si el objeto que debe darse en pago es una cosa cierta, aún cuando la norma no prevé expresamente este supuesto,
debe efectuarse en primer lugar la intimación judicial al acreedor para que reciba el pago. Esa intimación —que se
efectúa, claro está, a pedido del deudor— surte todos los efectos de la consignación: si el acreedor no recibe la cosa
debida, puede ser depositada en otra parte con autorización judicial. En materia de contratos de alquiler de inmuebles,
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en cambio, es de destacar que el locatario llevará a cabo la consignación con la entrega de las llaves del bien en el
tribunal
3) Si se trata de una obligación de dar cosas inciertas, y la elección le corresponde al acreedor, de no elegir éste la
prestación debida, el juez autoriza al deudor a que la realice. Por ende, una vez que ello sucede, la consignación debe
regirse por el mismo procedimiento aplicable a la consignación de cosas ciertas. Así, en tal supuesto, efectuada la
elección por el deudor, e intimando previamente éste al acreedor a recibir la cosa elegida, de no hacerlo queda
legitimado a consignarla. En tal caso, a diferencia de la consignación de sumas de dinero, el depósito es reemplazado
por la intimación judicial al acreedor a que reciba la cosa que se le debe entregar. Por ello, es menester que el deudor
requiera ante la autoridad judicial correspondiente que se intime judicialmente al acreedor a su recepción, bajo
apercibimiento de producir los efectos de la consignación. Esa intimación judicial constituye un acto de desposesión
jurídica del deudor a favor del acreedor, pasando a ser el deudor, a partir de dicho momento, un mero depositario de la
cosa, con el deber de conservación de ella hasta la entrega al acreedor; es de destacar, en tal sentido, que todos los
gastos que se originen a raíz de dicha conservación (v. gr.: gastos de depósito) serán a cargo de quien deba soportar las
costas del juicio de consignación.
4) Si se trata de cosas perecederas, que no pueden ser conservadas, o bien si se trata de cosas cuya custodia irroga
gastos excesivos para el deudor, puede el juez disponer la subasta de la cosa, debiendo depositarse el dinero obtenido
de ella en el expediente judicial, con los mismos pasos y procedimientos previstos para la consignación de sumas de
dinero.

PRESUPUESTOS Existencia de un deber de cumplimiento


El deber de prestación impuesto al deudor esté en condiciones de EJECUTABILIDAD
Que el deudor esté frente a alguna de las causales que impidan el pago directo

IMPUTABILIDAD de dichas causales

Presupuesto de EJECUTABILIDAD de la obligación


La obligación debe entrar en la etapa de ejecutabilidad, es decir, cuando la deuda se torna cumplible. Depende en
primer lugar del tiempo de pago; por ello interesa saber cuándo puede ser ejecutado el pago por el deudor. Entonces
nos remitimos al principio de puntualidad para saber en qué momento la obligación entra en la etapa de ejecutabilidad.
a) Los sujetos deben estar determinados, si el acreedor no está determinado, la consignación está subordinada a la
previa individualización de éste. También se debe determinar el objeto de la prestación, éste debe estar determinado al
momento de intentarse la consignación. (En los casos de objeto alternativo, cuya elección corresponda al acreedor,
como vimos, deberá previamente intimarse para que se decida y luego, si se niega a recibir, también procede la
consignación. Si se niega a elegir, el deudor puede elegir por él y depositar lo que corresponda. Cuando la elección
corresponde al deudor, no se presentarían problemas)
b) La iliquidez de la deuda no perjudica a la acción de consignación, pudiendo el deudor depositar la cantidad líquida
y ofrecer cumplir con el saldo una vez realizada la liquidación.

Presupuesto de causales que impidan el pago directo ¿Es la IMPUTABILIDAD al acreedor una de esas
causales?
El deudor para proceder con la consignación debe demostrara que el pago directo y espontáneo es de imposible
realización, por la existencia de obstáculos insalvables, serias y reales.
La culpabilidad –o no- del acreedor en la consignación se vincula en que si es o no necesaria la culpa del acreedor
para su constitución en mora. Se estima que en la mora del acreedor, por regla general, debe haber culpa; pero en el
pago por consignación la regla es que la consignación procede con prescindencia de la culpa del acreedor. No hay que
ver una contradicción en esto: la razón de la constitución en mora creditoris es la oferta real rechazada
injustificadamente por el deudor que supone “culpa” y podrá verse reflejada también como causal en la consignación
si es que el deudor procede con el pago por consignación. Pero en la consignación, pueden ocurrir otras causales por
ej., que el acreedor se vuelva incapaz en un accidente (no es su culpa) y el deudor no sepa a quién pagarle, entonces
recurre a la consignación.

ELEMENTOS DILIGENCIAS PREVIAS al depósito judicial. OFERTAS REALES


CARACTERES que debe reunir el depósito - Relaciones entre el depositante y el acreedor
Iniciativa el deudor - Relaciones entre depositante y depositario
“Animus solvendi”
Diligencias previas al depósito judicial. Ofertas reales – La negativa del acreedor a recibir
Se sostuvo, equivocadamente, que cuando la causal es la negativa del acreedor a recibir el pago, el trámite de
consignación comienza directamente con el depósito de las sumas adeudadas; no se requieren ofertas previas. Pero
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¿Cómo se puede hablar de negativa si no hubo oferta? ¿A qué se negó entonces el acreedor? Si el acreedor se niega a
recibir, ya se presupone que hubo ofertas previas. Sin ellas sería casi imposible determinar si el acreedor aceptó o no
el pago o la misma conducta del deudor. Las ofertas reales evitan dichas dudas.
Se dijo que el deudor debe aproximar el objeto de la prestación al acreedor en tal forma que éste no tenga otra cosa
que hacer más que tomarlo, que sólo dependa de su voluntad. Es decir, no basta a declaración de voluntad del deudor
de “querer” cumplir con su pago, sino que se necesita de una oferta REAL.
Es destacable mencionar que como la consignación es de carácter excepcional, el deudor debe agotar todas las
posibilidades de pagar de modo directos antes de recurrir a ella.

La oferta real: concepto, requisitos y naturaleza (Explicados entre los elementos esenciales de la mora del
acreedor)

Caracteres del depósito


El depósito constituye el acto que da inicio al procedimiento judicial, ya que la pretensión de liberarse del deudor debe
ser articulada por medio de una demanda, reconvención o excepción a la cual se le debe adjuntar el instrumento que
acredite la realización del depósito en los bancos oficiales o autorizadas a recibirlo.
I. Relaciones entre el depositante y el acreedor – Se presenta como un acto unilateral. Por ello, la oferta –en
tanto no haya sido aceptada- puede ser revocada por el depositante. También se dijo que es un acto
condicional, porque su eficacia está condicionada a la aceptación del acreedor o la convalidación judicial.
II. Relaciones entre depositante y depositario – Se trata de un acto jurídico bilateral porque para su
conclusión concurren ambos centros de interés, pero la particularidad es que se lo efectúa a favor de un
tercero, el acreedor, que aunque no interviene en la conclusión del deposito, adquiere el derecho de
obtener del depositario (banco oficial) la de entrega de las sumas depositadas (por el depositante) Siempre
requiere de una declaración judicial que autorice el retiro de los fondos.

Los sujetos legitimados. (Ya lo dijimos en “REQUISITOS” ART. 905)


-Legitimación activa: se hayan legitimados activamente para promover una demanda judicial por consignación todos
aquellos que tienen derecho a pagar. Pero ¿Quién tiene derecho a pagar? En primer lugar, el deudor; en segundo lugar,
cualquier tercero interesado.
-Legitimación pasiva: las personas contra las cuales se puede intentar la consignación son el acreedor o el tercero
autorizado por este a recibir el pago. Ellos son los destinatarios del pago, por tanto es que ellos a quienes hay que
demandar.

Requisitos atinentes al objeto (Ya lo dijimos en “REQUISITOS” ART. 905)


Para que la consignación sea plenamente eficaz, debe verificarse respetando los principios de identidad e integridad,
pues con ello se resguarda la exactitud del objeto.
•Respecto del principio de identidad: se ha dicho que carece de fundamento el pago por consignación, si el deudor
pretende pagar una suma distinta de la de vida. Por esta razón no puede dársele el valor de pago a una consignación de
un monto estimado en forma aproximada por no reunir los requisitos del art. 758 del viejo art. Del código de Vélez.
Salvo que por razones justificadas, no le sea posible al deudor liquidar exactamente su deuda y por ello, deposita una
suma aproximada.
•Respecto del principio de integridad: se ha declarado que para que el pago por consignación sea procedente, el
deudor debe depositar el capital más los intereses que sean exigibles. Es más, en un caso se resolvió que incluso si
estima que los intereses que se le reclama son excesivos, debe de todos los modos depositarlos y expresar reserva de
demandar su restitución, sea en el mismo juicio de consignación o en otro.
•Integridad del pago y abuso del derecho: para evitar abuso es importante considerar que en esta materia resulta
fundamental el principio de buena fe en cuya virtud el juez debe impedir el ejercicio abusivo del derecho de crédito.

ART. 907: “Efectos. La consignación judicial, no impugnada por el acreedor, o declarada válida por reunir
los requisitos del pago, extingue la deuda desde el día en que se notifica la demanda.
Si la consignación es defectuosa, y el deudor subsana ulteriormente sus defectos, la extinción de la deuda se produce
desde la fecha de notificación de la sentencia que la admite.”

Efectos de la consignación
Es de destacar que la consignación válida —al ser una forma de pago— produce idénticos efectos que los que provoca
el pago. Sin embargo, son tres las consecuencias de mayor importancia que ocasiona la consignación:
a) Extingue la obligación con todos sus accesorios;
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b) detiene el curso de los intereses moratorios o compensatorios, y


c) traslada los riesgos de la prestación consignada hacia el acreedor a favor de quien se efectuó la compensación (en
razón de la mora accipiendi)

¿Desde qué momento surte efectos la consignación?


La norma anotada prevé dos supuestos distintos para poder determinar el momento desde el cual dichas consecuencias
se producirán:
a) Si el acreedor acepta la consignación, expresa o tácitamente, es decir, no la impugna, la consignación surtirá
todos los efectos del verdadero pago, desde el día en que se notifica la demanda (art. 907, P parte, Código)
Esta redacción es novedosa y viene a poner a salvo una deficiencia que poseía el código derogado, ya que
guardaba silencio respecto al momento desde que comienzan a aplicarse dichos efectos. Es indudable que el
legislador ha fijado postura respecto de esta cuestión, que tanta controversia ha suscitado en la doctrina
argentina en el pasado.
b) Si la consignación fuera defectuosa, reza la segunda parte del artículo 907 del Código, y el deudor subsana
con posterioridad sus efectos, la extinción de la deuda se produce desde la fecha de notificación de la
sentencia que la admite. Puede ocurrir que el acreedor, al ser notificado de la consignación intentada por el
deudor, la objete por la razón que considere pertinente: por resultar insuficiente, por no respetar los principios
de integridad e identidad de la obligación convenida. Si ello ocurriera, podrá luego el solvens subsanar los
defectos en que ha incurrido al momento de intentar la consignación; en este supuesto, los efectos
cancelatorios del pago efectuado de tal modo se producirán desde el momento en que la sentencia es
notificada.
c) Aún cuando la norma guarde silencio al respecto, se entiende que la consignación realizada por el deudor, y
que es rechazada injustificadamente por el acreedor, debería surtir efectos desde el momento en que el
depósito fue realizado, o como mínimo, desde el momento en que es notificada la demanda (arg. art. 907,
primer párrafo). Ello así, ya que resulta lógico que el acreedor que ha obstaculizado indebidamente el pago
intentado por el solvens, sea quien deba soportar las consecuencias de su actitud (y, claro está, las costas del
proceso)

Efectos de la consignación ANTES de ser aceptada por el acreedor o declarada válida por sentencia judicial
a. Sobre a quién pertenece la cosa u objeto depositado  Se ensayaron diversas teorías:
- Teoría según al cual el depositante pierde el dominio de la cosa depositada y produce los efectos del pago. El
error se nota claro en cómo explicar el derecho del depositante a retirar el depósito, se responde que es
revocable, sería una pérdida patrimonial no definitiva sujeta a condición.
- Teoría según la cual el depósito no significa la pérdida de dominio para el depositante, porque es sólo una
oferta de pago que por sí sola no hace perder el dominio de la cosa depositada.
- Solución en nuestro derecho, se trata de una simple oferta que puede ser aceptada o rechazada. No cabe duda
que la consignación no tendrá fuerza de pago si no es aceptada por el acreedor o convalidada por sentencia.
Entonces el deudor está autorizado a retirar el depósito mientras el acreedor no lo acepte o no se convalide.
b. Si bien la cosa depositada no sale del patrimonio del deudor, queda a disposición del acreedor  El deudor no
perdió por el depósito la propiedad de la cosa, pero puede perderla cuando el acreedor lo decida. La cosa
depositada tiene siempre una ubicación patrimonial cierta: antes de la aceptación por el acreedor o la
convalidación por sentencia, pertenece al deudor; después de dicha perfección, pasa a pertenecer al acreedor.

Impugnación: Consignación impugnada por el acreedor


Si el acreedor se presenta a juicio e impugna el depósito pidiendo el rechazo de la demanda, la cuestión deberá
resolverla el juez en su sentencia. Si la sentencia declara válida la consignación nos preguntamos desde cuándo se
producen los efectos del pago. Pero antes de ello veremos qué puede ocurrir con el depósito mientras tanto.
a. Retiro del depósito por el consignante: mientras la consignación no se perfeccione, el deudor tiene el derecho
de retirar el depósito. Wayar menciona que él sostiene que los demás acreedores del deudor consignante, están
en condiciones de retirar el depósito antes de su perfeccionamiento, por regla general (su patrimonio
constituye su prenda común; y antes del perfeccionamiento de la consignación, el depósito se mantiene en su
patrimonio)
b. Supuestos en los cuales el depositante no puede retirar lo depositado:
-Cuando la prestación consignada ha sido embargado, ya sea a pedido del acreedor consignado, o de los
acreedores del consignante o del consignado
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-Cuando lo depositado no tiene carácter de consignación, por ej. en los juicios ejecutivos antes el
requerimiento formulado por el oficial de justicia
c. Efectos del retiro de los fondos por el consignante:
-Actualiza los poderes de agresión patrimonial del acreedor
-Implica el desistimiento del juicio de consignación y por éste, el acreedor queda liberado y en condiciones de
liberar al deudor
-El retiro de la oferta puede provocar la mora del deudor consignante si éste estaba en mora y había purgado
su estado mediante las ofertas y posterior demanda de consignación
d. Los efectos que subsisten, pese al retiro del depósito: por ej. la interrupción de la prescripción; el
reconocimiento de la obligación que implica todo demanda de consignación, etc.

La sentencia que convalida la consignación


Si el acreedor demandado impugna la consignación, la cuestión queda en manos de juez. Si la demanda es rechazada,
el depósito no surtirá los efectos del pago y el acreedor podrá reclamar la íntegra prestación a que tenga derecho. Si se
admite la pretensión de deudor, la sentencia declarará que el depósito tiene fuerza cancelatoria, o sea que es un acto
equivalente al pago y surte sus efectos desde el día de la sentencia que lo declare legal.
El CCV generó un debate acerca desde cuando en realidad se producen los efectos, Wayar adhirió a la tesis que
establece que cuando la impugnación es justificada pero los defectos de la demanda del deudor se subsanan en el
proceso, la sentencia debe declara la validez de la consignación y los efectos del pago se computarán desde el
momento en que la pretensión se haya subsanado. Cuando la impugnación del acreedor es injustificada, se debe
considerar consumado el pago desde el día en que se efectuó el depósito.

Efectos de la consignación después de su perfeccionamiento


♦ Suspensión del curso de intereses. Imposibilidad de incrementar la cuantía del depósito:
La consignación es una forma de pago, por lo que desde su perfeccionamiento cesa el curso de intereses de cualquier
clase; de allí la importancia de cuándo se considera consumada una consignación.
El perfeccionamiento de la consignación impide que el capital depositado se incremente, distinto sería que el acreedor
acepte la consignación con reservas.
♦ Traslación de los riesgos:
Antes del perfeccionamiento, los riesgos del depósito están a cargo del deudor, sin embargo, es más exacto decir que
el régimen de riesgos se resuelve conforme a la regla de la situación de mora. Es el moroso quien deba soportar los
riesgos; en consecuencia: desde que el acreedor queda constituido en mora, los riesgos de la cosa quedan a su cargo.
Con posterioridad al perfeccionamiento, es el acreedor quien debe tomarlos a su cargo.
♦ Retiro del depósito después del perfeccionamiento de la consignación:
Perfeccionada/consuma la consignación (sea por aceptación o por sentencia) el pago se torna irrevocable. No se puede
retirar el depósito, aún con el consentimiento del acreedor (podría perjudicar a codeudores o fiadores del deudor) Pese
a la prohibición, puede ocurrir, y en ese caso, la obligación que produjo la consignación se extingue y nace una nueva.
(nacida de hecho ilícito?)
♦ Gastos del depósito y costas del juicio:
Se imponen las costas a quien resulta derrotado en el juicio, guardando coherencia con la regla sobre costas de todas
las legislaciones provinciales. Es principio general, en materia de consignación, que el sujeto que debe cargar con las
costas de ella, es quien, con su conducta, ha ocasionado injustamente la necesidad de efectuar el juicio de
consignación para poder pagar. Si bien el Código guarda silencio respecto de ello, queda claro que —por principios
propios del Derecho Procesal— quien sea vencido en el juicio de consignación deberá soportar los gastos y costas que
haya causado el proceso.
ART. 908 “Deudor moroso. El deudor moroso puede consignar la prestación debida con los accesorios devengados
hasta el día de la consignación”
El artículo 908 establece la posibilidad de que sea un deudor moroso quien realice el pago por consignación. Ello
puede ocurrir, tal vez, porque habiendo vencido el plazo para realizar el pago el acreedor se niegue a recibírselo,
pretendiendo alegar con posterioridad su incumplimiento total y absoluto. Sin embargo, la norma en cuestión coloca al
solvens a salvo de dicha situación: si -el 'deudo): moroso quisiera pagar, deberá hacerlo con todos los accesorios
derivados de su mora (intereses punitorios o moratorios, según el caso), y también, por supuesto, estará legitimado
para consignar el pago si es que lo efectúa con esos accesorios devengados hasta el momento de la consignación.

ART. 909 “Desistimiento. El deudor tiene derecho a desistir de la consignación antes de que la acepte el acreedor o
de que haya sido declarada válida. Con posterioridad sólo puede desistir con la conformidad expresa del acreedor,
quien en ese caso pierde la acción contra los codeudores, los garantes y los fiadores”
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Dispone el artículo 909 que mientras el acreedor no hubiese aceptado la consignación o no hubiese recaído
declaración judicial teniéndola por válida, podrá el deudor desistir de la consignación. Pero también podrá hacerlo con
posterioridad a la aceptación del acreedor o la declaración judicial de validez de la consignación siempre y cuando,
logre la conformidad expresa del acreedor. Si el acreedor aceptara el retiro de lo depositado por parte del deudor,
luego de ser declarada válida la consignación, no podrá el acreedor aprovecharse de las garantías o de las obligaciones
que mantenía con codeudores o fiadores ya que al declararse válida la consignación, la relación jurídica se extingue, y
con ella, todos los sujetos coobligados quedan liberados.

Influencia de la consignación sobre otros juicios entre las mismas partes:


Juicio ejecutivo  Si un deudor promueve juicio por consignación y luego es notificado de un juicio ejecutivo que su
acreedor (el mismo que el deudor demanda en el primer juicio) ha iniciado por el cobro de la misma deuda, ¿Qué
ocurre?
-Excepción de “litispendencia”: tiende a impedir que haya dos sentencia sobre el mismo asunto con el consiguiente
peligro de contradicción. Wayar dice que si la consignación se notificó con anterioridad a la intimación de pago
ordenada en el juicio ejecutivo, y ya que el deudor moroso tiene el derecho subjetivo a pagar y librarse mediante
consignación y si dicha consignación tiene los requisitos necesarios y el monto es más o menos equivalente al
pretendido por el acreedor ejecutante, se debe admitir dicha excepción.
-Excepción de pago: la consignación solo puede servir como excepción de pago cuando se hubiere perfeccionado (por
aceptación o por sentencia); si estuviere en trámite la consignación al momento de interponer excepciones, no es
viable, salvo que haya entre ambos juicios, identidad de objeto.
-Posibilidad de consignar luego de la intimación de pago ordenada en el juicio ejecutivo: El juicio ejecutivo es
sumario, y en esta clase de procesos no está permitido la reconvención (proceso civil y comercial), de allí que el citado
de remate no podría pretender a promoción de una reconvención en ese proceso. Puede depositar la cantidad que se le
reclama dentro del plazo para oponer excepciones evitando peores consecuencias, pero ese depósito no es de
consignación sino cumplimiento un mandato judicial.

Juicio de desalojo En dos supuestos


-Cobro de alquileres: Cuando existen dos juicios entre las partes, una por cobro de alquileres y el otro por
consignación, surgen problemas. Si una persona demandada por cobro de alquileres con posterioridad a su demanda
de consignación, podrá detener el primero exponiendo excepción de litispendencia porque la identidad del objeto es
evidente. Si la demanda por cobro de alquileres es iniciada primero, el deudor no podrá paralizar ese juicio con
consignaciones posteriores.
-Juicio de desalojo por falta de pago: Iniciado un juicio de desalojo por falta de pago, pendiente de resolución otro
juicio de consignación; el primero queda paralizado por el segundo. Si es al contrario, la consignación no puede
paralizar el desalojo.

3. CONSGINACIÓN EXTRAJUDICIAL
Antecedentes
Wayar explica que el pago por consignación debe ser judicial y contencioso, pero si así lo decidiera el legislador, se le
pueden atribuir ciertos efectos a depósitos extrajudiciales de dinero, pudiendo llegar a constituir un pago si respeta
ciertos requisitos. De lege ferenda, así ha sido sugerido por los autores del Proyecto de Código Civil preparado por la
comisión designada por decreto 468/1992, quienes propusieron el siguiente sistema:
El deudor o un tercero, podrá depositar lo debido, a nombre del acreedor, ante un escribano de registro o en banco de
depósitos judiciales, observando requisitos (haber hecho saber previa y circunstanciadamente al acreedor que
efectuará el pago en determinado día, hora y lugar; depositar la suma debida más los intereses devengados hasta el día
del deposito)
Dicho depósito debe ser notificado en forma fehaciente por escribano o el banco dentro de las 24 hs. de realizado. Si
fuera imposible la notificación, solo procede consignación judicial.
Notificado el depósito el deudor podrá: retirar la suma depositada inmediatamente. El retiro sin reserva implica
aceptación y el pago produce efecto desde la fecha del depósito. Sea que no haya retirado el depósito o lo haya
retirado con reserva, el acreedor podrá iniciar juicio dentro de los die días hábiles judiciales de haber sido notificado,
si lo considera insuficiente. De no promover juicio en ese plazo, se estimará que aceptó el pago y la obligación se
considera extinguida desde el día del depósito. También podrá rechazar explícitamente el depósito, haciéndolo saber a
la otra parte por medio fehaciente; el deudor podrá consignar judicialmente. Lo depositado podrá ser transferido al
juez interviniente o retiradas por el depositante mientras no exista sentencia o consentimiento del acreedor al pago
realizado.
No se podrá acudir al depósito extrajudicial si el acreedor hubiese optado, antes del depósito, por la resolución del
contrato o demandado el cumplimiento de la obligación.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

ART. 910 “Procedencia y trámite. Sin perjuicio de las disposiciones del Parágrafo 1°, el deudor de una suma de
dinero puede optar por el trámite de consignación extrajudicial. A tal fin, debe depositar la suma adeudada ante un
escribano de registro, a nombre y a disposición del acreedor, cumpliendo los siguientes recaudos:
a) notificar previamente al acreedor, en forma fehaciente, del día, la hora y el lugar en que será efectuado el
depósito; b) efectuar el depósito de la suma debida con más los intereses devengados hasta el día del depósito; este
depósito debe ser notificado fehacientemente al acreedor por el escribano dentro de las cuarenta y ocho horas
hábiles de realizado; si es imposible practicar la notificación, el deudor debe consignar judicialmente”

ART. 911 “Derechos del acreedor. Una vez notificado del depósito, dentro del quinto día hábil de notificado, el
acreedor tiene derecho a:
a) aceptar el procedimiento y retirar el depósito, estando a cargo del deudor el pago de los gastos y honorarios del
escribano; b) rechazar el procedimiento y retirar el depósito, estando a cargo del acreedor el pago de los gastos y
honorarios del escribano; c) rechazar el procedimiento y el depósito, o no expedirse. En ambos casos el deudor puede
disponer de la suma depositada para consignarla judicialmente.”

ART. 912 “Derechos del acreedor que retira el depósito. Si el acreedor retira lo depositado y rechaza el pago,
puede reclamar judicialmente un importe mayor o considerarlo insuficiente o exigir la repetición de lo pagado por
gastos y honorarios por considerar que no se encontraba en mora, o ambas cosas. En el recibo debe hacer reserva de
su derecho, caso contrario se considera que el pago es liberatorio desde el día del depósito. Para demandar tiene un
término de caducidad de treinta días computados a partir del recibo con reserva.”

ART. 913 “Impedimentos. No se puede acudir al procedimiento previsto en este Parágrafo si antes del depósito, el
acreedor optó por la resolución del contrato o demandó el cumplimiento de la obligación.”

Concepto y caracteres: El instituto de la consignación privada está previsto únicamente para el caso de obligaciones de
dar suma de dinero, y es una opción que se le brinda al deudor. La finalidad del instituto es evitar que por una
consignación que importe el depósito de una suma de dinero, se tenga que acudir a los estados judiciales.

Procedencia y trámite:

1. Que la suma de dinero sea depositada ante un escribano de registro, a nombre y a disposición del acreedor (es
escribano de registro quien poseyendo titulo o diploma universitario, previa habilitación de la autoridad
competente para el ejercicio de la función fedante, es titular o adscripto de un registro)
2. Notificaciones que deben realizarse: Debe notificarse al acreedor en forma previa a realizar el depósito,
indicándole todas sus circunstancias; constituye un deber para el deudor que, antes de efectuar el pago por
consignación privada, notifique al acreedor el día, la hora y el lugar en que se hará el depósito. Es también
fundamental indicarle el nombre del escribano de registro interviniente.
3. Debe depositar la totalidad de lo adeudado y ser ello notificado al acreedor: el deudor debe depositar la suma
debida con más los intereses devengados hasta el día del depósito. Una vez realizado el depósito ante el
escribano, será obligación del notario notificar de ello al acreedor dentro de las 48 hs. de realizarlo.

Derecho del acreedor después de la notificación: una vez notificado el acreedor del depósito efectuado por el
deudor ante el escribano público, en carácter de consignación, quedará facultado para:

1. Aceptar el procedimiento y retirar el depósito estando a cargo del deudor el pago de los gastos y honorarios
del escribano.
2. Rechazar el procedimiento y retirar el depósito, estando a cargo del acreedor el pago de los gastos y
honorarios del escribano: el accipiens se estaría beneficiando con la obtención de las sumas depositadas, sin
aceptar el procedimiento propuesto por el deudor para la extinción de la obligación.
3. Rechazar el procedimiento y el depósito o no expedirse. En ambos casos, el deudor puede disponer de la suma
depositada para consignarla judicialmente.

Derecho del acreedor que retira el depósito: el art. 912 prevé la posibilidad de que el acreedor retire la depositada
por el deudor, sin darle el carácter de pago ya sea porque:
a) Considera que el depósito efectuado por el deudor es insuficiente.
b) Porque considera que no se encontraba en mora.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

De ocurrir ello, el acreedor al retirar de la escribanía el dinero depositado por el deudor, debe emitir un recibo donde
se haga expresa reserva de su derecho, ya que, caso contrario, se presume que el deudor ha pagado lo que le adeudaba,
y por ende quedaría liberado.
La norma establece que una vez que el acreedor retira la suma depositada y expide el recibo con reservas, cuenta con
un plazo de 30 días para efectuar el reclamo judicial que motivo su reserva, caso contrario, caducara su derecho.

Caso en que no procede el depósito extrajudicial. Impedimentos: si antes del depósito efectuado por el deudor, el
acreedor hubiera optado por la resolución del contrato o demandado judicialmente el cumplimiento de la obligación,
no podrá este último acudir al procedimiento de la consignación judicial. Se entiende que ello resultar ser totalmente
razonable, ya que sería ilógico que si cierta cuestiones relativas a las obligaciones se han judicializado, otras,
íntimamente relacionadas con ellas, como el tema del pago, se debaten en el ámbito privado.

4. TRANSMISION DEL CREDITO. EL PAGO POR SUBROGACION

Nociones generales
La palabra transmisión se vincula con sucesión, que a su vez, según el diccionario significa en su acepción general
“entrada o continuación de una persona en lugar de otra” se puede decir que habrá transmisión, en una determinada
relación de obligación, cuando tenga lugar una sucesión en la persona del acreedor o del deudor, de tal manera que por
efecto de la transmisión la obligación ahora aparece con un nuevo acreedor un nuevo deudor.

Enunciación de los medios de transmisión


La transmisión del crédito o de la deuda puede tener lugar por actos entre vivos o por causa de muerte.

♦ La transmisión entre vivos tiene lugar en vida de quien transmite y de quien los use, puede nacer:
a. Del acuerdo de las partes, por ejemplo, del contrato de cesion de crédito;
b. De una disposición de la ley.
La transmisión entre vivos que siempre es singular, sólo puede estar referida a uno o varios créditos o deudas
determinadas y no puede comprender la totalidad de los créditos o deudas que están el patrimonio del transmitente.

♦La transmisión por causa de muerte, tiene lugar por muerte del titular del crédito o de la deuda, puede ser universal o
singular, es decir que puede comprender la totalidad de los créditos y deudas de que hubiese sido titular el fallecido,
como sucede, por ejemplo con la transmisión de herencia de los herederos forzosos del causante, o únicamente
créditos o deudas determinadas, como sucede por ejemplo con el legado de un crédito.

Principio y excepciones
En principio general se puede decir que todos los derechos de los que puede ser titular una persona pueden ser objeto
de una sesión, es decir, que son transmisibles. Para el derecho de obligaciones, corresponde afirmar que todo crédito y
toda deuda son, en principio, transmisibles, sea por un acto entre vivos o sea por causa de muerte.
Pero este principio no es absoluto y se conocen excepciones:
 En primer lugar no son transmisibles aquellas obligaciones que se han contraído teniendo en cuenta las
condiciones personales del deudor siendo éste insustituible (intuitu personae)
 En otros casos es la propia ley la que, por razones de interés social, prohíbe la transmisión, como ocurre con
los créditos por jubilaciones y pensiones.
 Por último, las partes en ejercicio de su autonomía privada pueden prohibir, estipulando no así en el contrato
la transmisión de los créditos o deudas que ellas mismas hubiesen concertado.

El pago con subrogación


ART. 914: “Pago por subrogación. El pago por subrogación transmite al tercero que paga todos los derechos y
acciones del acreedor. La subrogación puede ser legal o convencional”

Concepto
El término subrogación nos brinda la idea de sustitución; en el Derecho, suele hablarse de subrogación REAL, cuando
se sustituye una cosa por otra en el patrimonio de una persona; o bien de subrogación PERSONAL, cuando se
sustituye alguno de los sujetos de la relación jurídica creditoria, es decir, respecto del acreedor o del deudor.
El pago por subrogación (también llamado subrogación por ejecución de la prestación por un tercero) tiene lugar
cuando (al pago) lo efectúa un tercero, y por ello, ese tercero sustituye al acreedor en la obligación que lo une respecto
del deudor. Porque cuando el tercero es quien paga en lugar del deudor, se produce la satisfacción del interés del
acreedor, pero no la extinción de la deuda, ya que ésta subsiste en cabeza del deudor: por ende, el crédito del
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

accipiens, a quien el tercero le ha pagado, se traslada al patrimonio de este último, quien puede exigir al deudor el
pago de lo que ha efectuado por él. (el deudor ahora le debe al tercero que pagó en su lugar, es su nuevo “acreedor”)
A través del pago por subrogación, se produce la liberación del deudor respecto del acreedor originario, pero no se
extingue la obligación, ya que ésta continúa subsistiendo respecto del tercero que efectúa el pago. Para que pueda
llevar a cabo el pago por subrogación, deben reunirse los siguientes requisitos:
— Que el tercero cumpla con la prestación, por lo cual debe dar satisfacción al acreedor con el objeto de la obligación.
— El tercero que paga debe tener capacidad para efectuar dicho pago a través de la subrogación, ya que esta figura
requiere también de la presencia de todos los elementos esenciales del acto jurídico, ya que de otro modo sería
ineficaz.
— El tercero debe efectuar el pago con fondos propios o ajenos, pero que no sean del deudor,
— Que el crédito que satisface el tercero exista y sea susceptible de transmisión, ya que a través del pago por
subrogación se traspasan los derechos del antiguo acreedor al tercero que paga.
— Que la transmisión del crédito se realice a partir del momento del pago, en la medida del desembolso efectuado, a
fin de que el tercero pueda situarse en la misma posición jurídica que poseía el acreedor, pudiendo ejercer entonces los
derechos y acciones que éste tenía contra su deudor.

Naturaleza del pago con subrogación


Esta cuestión no ha sido pacifica, ya que se trata de un supuesto en el que se acumula un pago con una transmisión de
derechos del acreedor. Se mencionarán las posturas mas relevantes:

— Algunos autores franceses, como Pothier, en una postura ya superada, expresaban que a través de esta figura el
crédito quedaba extinguido definitivamente con el pago realizado, por lo cual no se realizaba ninguna transmisión al
tercero; en cambio, sólo se transmitían las garantías personales y reales que se encontraban ligadas al crédito principal.
Se le critica a esta postura, con acierto, que si las garantías personales y reales del crédito subsisten, es porque el
crédito principal en realidad nunca se ha extinguido, ya que dichas garantías constituirían un accesorio de él. Para esta
teoría, la acción del tercero para reclamar al deudor el reembolso de lo pagado no era la del antiguo acreedor, sino la
derivada del mandato, de la gestión de negocios o del préstamo.

— Para otros juristas, esta figura es una cesión de crédito: en Argentina, ha sido Colmo quien sostuvo que la
subrogación convencional con el acreedor es una cesión de derechos.

— Se trata de un pago sui géneris, puesto que a. entre el antiguo acreedor y el tercero que pagó la deuda, se da un
pago con efectos limitados, puesto que extingue la obligación sólo respecto de aquél; b. se transmiten al tercero el
crédito del antiguo acreedor y sus accesorios.

— Una calificada doctrina (Llambías en Argentina) sostiene que es una institución compleja y dual que funde dos
figuras distintas: un pago relativo y una sucesión singular de derechos que afecta a alguien ajeno a aquel pago (al
deudor), del que no puede aprovechar sin causa legítima para ello.
— Es una sucesión a título singular que establece la ley fundada en una razón de justicia

En cuanto a la importancia de este instituto, es indudable que posee una gran finalidad práctica, ya que facilita la
satisfacción de las deudas beneficiando a todos. Ello así, toda vez que el acreedor logra la satisfacción de su interés sin
tener que acudir a un estrado judicial para conseguir la ejecución forzada; el deudor evita tal situación, y puede
renegociar la forma de pago con el tercero que desinteresó al acreedor originario; y el tercero, al efectuar el pago
ocupa el lugar del acreedor en la relación jurídica, mantiene inalterable su situación patrimonial. En cuanto al resto de
los acreedores del deudor, no sufre perjuicio alguno, ya que el patrimonio del deudor no se altera luego del pago por
subrogación.

Comparación con la novación por cambio de acreedor

Clases
La subrogación puede ser legal o convencional. Según la misma se realice por voluntad de las partes o bien, por
disposición de la ley.

Subrogación legal
ART. 915 “Subrogación legal. La subrogación legal tiene lugar a favor:
a) del que paga una deuda a la que estaba obligado con otros, o por otros;
b) del tercero, interesado o no, que paga con asentimiento del deudor o en su ignorancia;
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

c) del tercero interesado que paga aun con la oposición del deudor;
d) del heredero con responsabilidad limitada que paga con fondos propios una deuda del causante.”

Los distintos casos previstos en el art. 915 del CCyCN


Surge expresamente de la norma anotada cuáles serán los casos en los cuales tendrá lugar la subrogación legal.
Entiéndese que se trata de una enumeración taxativa, y no meramente enunciativa. Ello así, puesto que al ser la
subrogación una excepción al principio de la extinción de la obligación por el pago, no puede ser admitida sino en los
casos previstos expresamente por el legislador. Será detallado cada uno de ellos.
a. del que paga una deuda a la que estaba obligado con otros, o por otros: En caso de una deuda a la que estaba
obligado con otros, el coobligado que paga el total de lo adeudado se subroga contra sus codeudores, en todo
aquello que exceda el límite de la cuota parte de su crédito. En cambio, los codeudores simplemente
mancomunados no ingresan en esta categoría, ya que deben sólo su cuota parte. El caso de la deuda a la que
estaba obligado por otros sería el del fiador simple, que está constreñido ante el incumplimiento del pago por
parte del deudor principal, por quien se ha obligado (ej.: en un contrato de locación de inmueble)
b. del tercero, interesado o no, que paga con asentimiento del deudor o en su ignorancia: Aquí se introduce
como novedad, la posibilidad de que el pago se realice también a favor de un tercero interesado, toda vez que
en el código derogado sólo se legislaba el supuesto del pago a un tercero no interesado. Es de destacar que
pese al silencio que guardaba el código anterior, nunca estuvo excluido el tercero interesado, ya que su
situación jurídica posee mayor protección que la del tercero no interesado. En conclusión, con la actual
redacción del artículo 915, sólo quedarían imposibilitados de efectuar el pago por subrogación, los terceros no
interesados que pagan contra la voluntad del deudor (no así los terceros interesados, ya que, por su carácter,
pueden pagar contra la oposición individual o conjunta del acreedor y del deudor, tal como lo dispone el art.);
sin embargo, cuando el tercero no interesado pague y no cuente con la aprobación del deudor, si bien no se
considerará operado el pago por subrogación, tendrá a su favor la posibilidad de ejercitar la acción in rem
verso que nace del enriquecimiento sin causa (en este caso, del acreedor, quien recibió el pago) Finalmente, es
de destacar que resulta indiferente que el pago efectuado por el tercero sea a nombre propio o a nombre del
deudor (en cualquier caso habría subrogación legal del pago), y que es necesario que el tercero pague la deuda
ajena a sabiendas de ello, ya que, de otro modo, se estaría frente a un acto anulable por error, en donde se
tomaría procedente la repetición de tercero contra el acreedor por lo que entregó en carácter de pago.
c. El tercero interesado, tal como lo define el artículo 881 in fine, es aquel "a quien el incumplimiento del deudor
puede causar un menoscabo patrimonial, y puede pagar contra la oposición individual o conjunta del acreedor
y del deudor". Al respecto, el pago efectuado por el tercero no reviste el carácter de cumplimiento de la
obligación (art. 882), sino que solamente a través de él se da satisfacción al interés del acreedor, quien queda
de tal modo desinteresado. Como fue visto precedentemente, en el caso de los terceros interesados ellos
poseen el ius solvendi o derecho de pagar, y pueden efectuar el pago aun contra la voluntad del deudor y del
acreedor, y recurrir inclusive al pago por consignación ante la negativa del accipiens a recibírselo.
d. Ninguna duda cabe de que la aceptación de la herencia con beneficio de inventario constituye un supuesto de
aceptación de herencia con responsabilidad limitada, ya que implica ello una separación de los patrimonios
del heredero y del causante. Este supuesto de pago a través de subrogación legal reconoce como antecedente
el Derecho francés antiguo, y se funda en que el heredero puede poseer interés en efectuar el pago para evitar
la venta de bienes pertenecientes al acervo sucesorio.

Subrogación convencional por el acreedor


ART. 916 “Subrogación convencional por el acreedor. El acreedor puede subrogar en sus derechos al tercero que
paga.”

Este supuesto de subrogación convencional constituye una facultad del acreedor, ya que éste, si bien está obligado a
recibir el pago efectuado por un tercero, no está compelido a subrogarlo en sus derechos, como lo establece el artículo
916, que determina expresamente una prerrogativa del accipiens en tal sentido. Si bien la norma es escueta, y no
abunda en cuanto a los recaudos a acreditarse en caso de subrogación convencional, es indudable que para que ella se
pueda llevar a cabo en este supuesto, deben reunirse los siguientes requisitos:
— La subrogación debe ser expresa, ya que no debe quedar duda alguna de la intención de subrogar, por lo cual debe
evidenciarse el acuerdo de voluntades entre el acreedor originario y quien paga.
— Debe realizarse con anterioridad al pago o en forma simultánea a él; es inadmisible que se pueda realizar la
subrogación con posterioridad al pago, ya que, de ser así, la obligación estaría ya extinguida.
— Debe efectuarse por escrito, y puede ser realizada en el mismo recibo de pago o en instrumento por separado. Aun
cuando existen notorias diferencias entre el pago por subrogación y la cesión de derechos, y no debe confundirse con
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

ella, ante ciertas similitudes se estima que deberían respetarse las formas previstas en el Código para esta última (art.
1618) y ser aplicables al pago por subrogación.
— Una vez realizada, debe serle notificada al deudor para que la subrogación surta efectos; se busca a través de ello
impedir el fraude contra terceros, mediante el acto de antedatar el instrumento de subrogación.

Subrogación convencional por el deudor


ART. 917 “Subrogación convencional por el deudor. El deudor que paga al acreedor con fondos de terceros puede
subrogar al prestamista. Para que tenga los efectos previstos en estas normas es necesario que:
a) tanto el préstamo como el pago consten en instrumentos con fecha cierta anterior;
b) en el recibo conste que los fondos pertenecen al subrogado;
c) en el instrumento del préstamo conste que con ese dinero se cumplirá la obligación del deudor.”

La subrogación puede ser llevada a cabo por el deudor cuando éste paga a su acreedor, transmitiéndole a un tercero
que le ha suministrado los medios para efectuar el pago, los derechos del acreedor contra él. Es decir, la subrogación
se produce a instancias del deudor, ya que al desinteresar al acreedor con fondos que no son propios, le transmite a su
prestamista los derechos y acciones que le correspondían al accipiens originario.
Si bien esta figura ha sido bastante criticada en la doctrina (se la considera ilógica dado que siendo el crédito un bien
de propiedad del acreedor, resulta llamativo que el deudor pueda transferirlo a un tercero por su propia voluntad), lo
cierto es que ha sido receptada en las legislaciones más modernas del mundo, ya que no afecta los derechos de
ninguna de las partes. Quizás a través de esta figura, puede el deudor renegociar su deuda con un nuevo acreedor (el
prestamista), obteniendo otras facilidades de pago que el anterior acreedor no le brindaba.
Requisitos:
— Que tanto el préstamo como el pago consten en instrumentos con fecha cierta anterior. Resulta totalmente lógica
esta exigencia, puesto que, de no ser así, no podría nunca el prestamista hacer valer su derecho frente a otros
acreedores que pudiera tener el deudor.
— Que en el recibo conste que los fondos pertenecen al subrogado. Ello resulta esencial para que se pueda configurar
la subrogación, ya que si se expide el recibo y nada se alega al respecto, podría interpretarse que los fondos entregados
por el deudor al acreedor constituyen lisa y llanamente un pago.
— Que en el instrumento del préstamo conste que con ese dinero se cumplirá la obligación del deudor. Este recaudo
legal resulta fundamental a los fines de acreditar de tal modo la relación causal existente entre el préstamo efectuado
por el tercero y la afectación de dicho dinero al pago de la deuda.

Efectos de la subrogación – Limites de la subrogación


ART. 918 “Efectos. El pago por subrogación transmite al tercero todos los derechos y acciones del acreedor, y los
accesorios del crédito. El tercero subrogante mantiene las acciones contra los coobligados, fiadores, y garantes
personales y reales, y los privilegios y el derecho de retención si lo hay”
ART. 919 “Límites. La transmisión del crédito tiene las siguientes limitaciones:
a) el subrogado sólo puede ejercer el derecho transferido hasta el valor de lo pagado;
b) el codeudor de una obligación de sujeto plural solamente puede reclamar a los demás codeudores la parte que a
cada uno de ellos les corresponde cumplir;
c) la subrogación convencional puede quedar limitada a ciertos derechos o acciones”

Queda claro, luego de haber estudiado este instituto, que el pago con subrogación, ya sea legal o convencional,
produce la transmisión del crédito a favor del tercero subrogante, comprendiendo dicho traspaso:
a) todos los derechos que tenía el antiguo acreedor inherentes al crédito transmitido (ej. privilegios, intereses, etc.)
b) todas las acciones que le correspondían al acreedor desinteresado (ej. rescisión o resolución contractual, etc.)
c) todas las garantías del crédito (hipotecas, prendas, derecho de retención, etc.)
De tal modo, tal como lo establece el artículo 918 del Código "el tercero subrogante mantiene las acciones contra los
coobligados, fiadores, y garantes personales y reales, y los privilegios y el derecho de retención si lo hay".
No son alcanzados, en cambio, por los efectos de la subrogación por pago, todos aquellos derechos inherentes a la
persona del acreedor (ej: el tercero que cumple con el cargo impuesto por el donante al donatario no puede revocar la
donación por incumplimiento), así como todos aquellos otros que por una prohibición legal expresa no puedan ser
objeto de transmisión alguna.

Es importante destacar, asimismo, que el artículo 919 del Código dispone en forma expresa ciertas limitaciones a la
transmisión del crédito:
— El subrogado sólo puede ejercer el derecho transferido hasta el valor de lo pagado. Ello resulta totalmente lógico,
dado que en el pago por subrogación, no existe ánimo de lucro por parte del tercero que efectúa el desembolso, a
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

diferencia de lo que ocurre en la cesión de créditos. Por ende, resulta lógico que la transmisión del derecho se limite al
desembolso efectivamente efectuado, conservando el acreedor originario el derecho a reclamar el remanente si no ha
sido desinteresado en su totalidad, ya que la subrogación tiende únicamente a asegurarle al tercero el recupero de lo
que ha desembolsado.
— El codeudor de una obligación de sujeto plural solamente puede reclamar a los demás codeudores la parte que a
cada uno de ellos les corresponde cumplir. El obligado junto con otros de una obligación indivisible o solidaria que
paga al acreedor primitivo desinteresándolo, y subrogándose en sus derechos; sólo puede exigir a cada uno de los
coobligados la cuota parte que a cada uno de ellos le corresponde. Se entiende que resulta totalmente lógico, ya que de
autorizarse una subrogación por el remanente del crédito, con la acción del solvens contra cualquiera de los
codeudores, provocaría una cadena ilimitada de acciones de reembolso, que conspiraría contra la finalidad práctica
que presenta este instituto.
— La subrogación convencional puede quedar limitada a ciertos derechos y acciones. En ejercicio de la autonomía
de la voluntad de las partes, éstas pueden pactar libremente los derechos y acciones que se transmitirán luego de
efectuado el pago por subrogación. De tal modo, las partes pueden limitar los alcances de la subrogación, sin que por
ello se afecte el orden público, por lo cual es perfectamente lícita cualquier convención en tal sentido.

Subrogación parcial
ART. 920 “Subrogación parcial. Si el pago es parcial, el tercero y el acreedor concurren frente al deudor de manera
proporcional”
También es de destacar que si el pago es parcial, el tercero y el acreedor originario concurrirán con igual derecho por
la parte que el deudor les debiese. Es posible creer que es una solución justa, ya que ambos créditos poseen en este
caso la misma causa, por lo cual no cabe hacer diferencias entre uno y otro. Este supuesto se tomará operativo cuando
los bienes del deudor no alcanzaren a pagar la parte restante del acreedor y la del subrogado.

5. TRANSMISIÓN DE DEUDA

Ubicación de esta materia

Método del Código Civil y Comercial


LIBRO TERCERO - DERECHOS PERSONALES
TITULO IV: Contratos en particular
CAPITULO 26: Cesión de derechos
SECCION 2ª: Cesión de deudas

La definición legal
ART. 1632 “Cesión de deuda. Hay cesión de deuda si el acreedor, el deudor y un tercero, acuerdan que éste debe
pagar la deuda, sin que haya novación.
Si el acreedor no presta conformidad para la liberación del deudor, el tercero queda como codeudor subsidiario”

La asunción de deudas
ART. 1633 “Asunción de deuda. Hay asunción de deuda si un tercero acuerda con el acreedor pagar la deuda de su
deudor, sin que haya novación.
Si el acreedor no presta conformidad para la liberación del deudor, la asunción se tiene por rechazada”

Requisitos para la liberación del deudor – Los contratos por adhesión


ART. 1634 “Conformidad para la liberación del deudor. En los casos de los dos artículos anteriores el deudor sólo
queda liberado si el acreedor lo admite expresamente. Esta conformidad puede ser anterior, simultánea, o posterior a
la cesión; pero es ineficaz si ha sido prestada en un contrato celebrado por adhesión”

La promesa de liberación: concepto y efectos


ART. 1636 “Promesa de liberación. Hay promesa de liberación si el tercero se obliga frente al deudor a cumplir la
deuda en su lugar. Esta promesa sólo vincula al tercero con el deudor, excepto que haya sido pactada como
estipulación a favor de tercero”

El nuevo Código se ocupa de regular las convenciones relativas a la transmisión de deudas, que en el código derogado
carecían de una regulación específica. Tipifica tres categorías de convenios: a) la cesión de deuda, que exige
intervención del deudor (cedente), de un tercero (cesionario) y del acreedor (cedido); b) la asunción de deuda como
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

acto bilateral, en la que participan un tercero y el acreedor, y c) la promesa de liberación, como acto que vincula al
deudor con un tercero, y que sólo proyectará los efectos propios de la transmisión de deuda al acreedor, si las partes le
dieran intervención a través de la figura de la estipulación a favor de terceros.

Comparación con la novación: En cualquier supuesto, el deudor sólo quedará liberado si el acreedor lo admite
expresamente. En tal caso, la regulación consagrada diferencia la transmisión de la deuda con liberación del deudor de
la novación de la obligación.

La asunción de deudas
La asunción de deuda se configura cuando un tercero acuerda con el acreedor pagar la deuda de su deudor. La relación
que se da en el caso es sólo bilateral —entre el acreedor y el tercero— puesto que el deudor originario no participa en
la negociación. Es decir, el tercero, sin que medie concurso de la voluntad del deudor, asume la obligación de éste, y
lo desplaza y sustituye, ocupando su lugar. Debe tenerse presente que, en el régimen vigente, la asunción de deuda
sólo es admitida cuando el acreedor libere al deudor, de lo contrario, se la tiene por rechazada.

Contrariamente a lo que ocurre con la cesión de deuda, la asunción de deuda sin liberación del deudor no constituye
una modalidad tipificada por el Código. En tal sentido, puede ocurrir que el acreedor convenga con el tercero que éste
asume la deuda que pesa sobre el deudor originario, manifestando aquél su intención de no liberar a este último o
guardando silencio al respecto. En tal caso, a pesar del convenio celebrado, la asunción de deuda se considerará
rechazada por imperio de la ley. Pero, nada impide que el acreedor libere al deudor con posterioridad si no lo hubiere
hecho antes o simultáneamente a la asunción de deudas convenida con el tercero (art. 1634)
Especial mención merece, como ya se manifestó, que la liberación del deudor originario por el acreedor no significa
que se produzca la novación de la obligación. Por el contrario, tal como surge expresamente del artículo 1633, esta
figura exige, justamente, que no haya novación. Es propio de la asunción de deudas que la relación obligacional
permanece intacta salvo en lo que concierne a la mutación del deudor que es sustituido por el tercero con anuencia del
acreedor. No media aquí extinción de la obligación, sino sólo una modificación subjetiva. Si el tercero no ha obrado
con el ánimo de realizar una liberalidad, una vez que haya cumplido la obligación asumida tiene derecho a repetir
contra el deudor. Si éste conocía la obligación asumida, el tercero tendrá contra él una acción con fundamento en el
mandato (art. 1319); si lo ignoraba, la repetición se justifica en virtud de la gestión de negocios (art. 1781) y, por
último, si se produce contra la voluntad del deudor tendrá la acción de empleo útil (art. 1791), fundada en el
enriquecimiento sin causa, en la medida del acrecentamiento patrimonial (art. 1794)

Interpretación de las normas


En un sentido amplísimo, la transmisión o traspaso de deudas engloba a aquellas convenciones por las cuales se
transmite a un tercero la calidad de deudor, operándose sólo una mutación subjetiva en la relación obligacional
primigenia, sin causar su extinción.
Bajo el título de Cesión de deudas se regula en realidad diversos tipos contractuales que cumplen esa función
económica social de viabilizar el traspaso de una deuda sin extinguir la obligación originaria. Así aparecen
contempladas:
a) la cesión de deuda propiamente dicha o en sentido estricto, que supone un acuerdo entre el acreedor, el deudor
y un tercero en virtud del cual éste se obliga a pagar la deuda, sin que haya novación (art. 1632)
b) la asunción de deuda, que se configura cuando un tercero acuerda con el acreedor pagar la deuda de su deudor,
sin que haya novación (1633).
c) La promesa de liberación, que regula el artículo 1635, como acto bilateral en el cual participan el deudor y un
tercero, no constituye en principio un negocio apto para provocar la modificación subjetiva de la obligación
primigenia, sólo producirá algunos efectos propios de la transmisión de deuda si las partes dan intervención al
acreedor a través de una estipulación a favor de terceros.

Los elementos comunes y tipificantes de todas ellas son:


a) La modificación del sujeto pasivo de la relación obligatoria, que podrá configurarse tanto a través de la
sucesión a título particular en la deuda como así también por medio de la adición de un nuevo deudor según el
caso.
b) La ausencia de novación: la figura en estudio exige que el acuerdo traslaticio no implique novación de la
obligación por cambio de deudor, es decir que no debe existir la voluntad de extinguir el vínculo originario.
La novación exige animus novandi (art. 934), y se diferencia de la figura de la transmisión de deuda por que
en ésta la obligación cedida permanece intacta excepto en lo referente a la mutación del sujeto pasivo de la
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

relación jurídica. El hecho de que la obligación trasmitida se mantenga con vida torna factible su extinción por
algún otro medio extintivo diferente, por ejemplo, el pago, la confusión, la compensación, etcétera.
c) El concurso de la voluntad del acreedor: la significación que la persona del deudor posee en el vínculo
obligatorio —en especial por su solvencia— conduce a exigir siempre el consentimiento del acreedor para que
la cesión de deudas se configure.

Conformidad del acreedor: modalidades


El Código preceptúa en el artículo 1634 que la cesión de deuda, en sentido amplio, sólo produce la liberación del
deudor si media conformidad expresa del acreedor, señalándose que puede ser anterior, concomitante o posterior a la
transmisión de la deuda. Se recepta así el criterio predominante en nuestra doctrina. Sin embargo, la norma establece
que dicha conformidad del acreedor, siendo anticipada, resulta ineficaz si fue prestada en un contrato celebrado por
adhesión. La solución que consagra el artículo 1634, in fine, es coherente con lo dispuesto por el artículo 988 cuando
considera como no escritas —por reputarlas abusivas— las cláusulas que implican restricción o renuncia de los
derechos del adherente. Precisamente, la conformidad anticipada del acreedor para liberar al deudor implica una
renuncia a accionar contra él. Esto significa que la conformidad prestada de manera anticipada por el acreedor será
eficaz si se inserta en un contrato paritario, negociado o discrecional

El contrato de cesión de deuda "stricto sensu"


De conformidad con lo dispuesto en el artículo 1632, la cesión de deuda es un contrato que exige la intervención de
tres sujetos", el deudor o cedente, el cesionario —ajeno a la relación creditoria— y el acreedor (cedido), por el cual se
acuerda que el tercero pagará la deuda del deudor originario al acreedor. Según el régimen vigente admite dos
variantes: a) que el acreedor además de consentir la cesión preste su conformidad para liberar al deudor, o b) que el
acreedor consienta la cesión pero no preste dicha conformidad y, por ende, el deudor continuará obligado. Cabe
destacar que sea que el acreedor libere o no al deudor la modificación subjetiva no tiene efectos novatorios, es decir
que la obligación originaria permanece con vida.

Efectos de la cesión de deuda con liberación del deudor - Requisitos


El efecto propio del contrato, en este caso, reside en que el tercero sustituye por completo a la persona del deudor,
quien queda exonerado. Por ende, el acreedor ya no podrá dirigir contra él la acción del cumplimiento de la
obligación. La producción de tal efecto liberatorio sólo puede resultar de la voluntad expresa del acreedor,
manifestación que puede producirse en oportunidad de la cesión, antes o con posterioridad a la misma (art. 1634).
El nuevo deudor o cesionario queda obligado en la misma medida y modalidades que su antecesor. La cesión implica
una sucesión, vale decir, un simple cambio de persona, por lo tanto el contenido de la deuda permanece invariable. En
consecuencia, el cesionario es deudor de los intereses vencidos en caso de estar impagos, de las cláusulas penales y del
resarcimiento de los daños y perjuicios.
Puede oponer al acreedor todas las defensas y excepciones que deriven de la relación de derecho existente entre el
acreedor y el deudor primitivo, pero no puede hacer valer las defensas exclusivamente personales del anterior deudor.
Por contrapartida, le asisten al tercero-cesionario las defensas nacidas en su persona contra el acreedor".
El régimen no especifica las consecuencias de la cesión de deudas en relación con las fianzas y las garantías reales
constituidas por terceros en seguridad de la deuda. Tradicionalmente nuestra doctrina ha considerado que sólo
subsisten después del cambio de deudor si el fiador o la persona a quien pertenece el bien gravado prestan su
consentimiento.
Pese a la falta de previsión legal, esa solución puede predicarse con sustento en el artículo 1640, que la admite
expresamente en el contrato de cesión de posición contractual, precisamente para resguardar a los terceros que se han
obligado como garantes frente a un cambio de deudor.
Distinta es la situación respecto de los derechos reales de garantía, verbigracia, hipoteca o prenda, constituidos por el
deudor originario. Frente a ello, y en ausencia de pactos, señala con razón Díez Picazo que corresponde analizar si el
consentimiento liberatorio prestado, por el acreedor ha tenido por objeto sólo la deuda o también la responsabilidad
emergente de las garantías constituidas por el deudor. En la duda, se impone una interpretación favorable al deudor,
pues no cabe recortar los alcances de la liberación si no media reserva expresa del acreedor.
Requisitos para la liberación del deudor:
El artículo 1634 refrenda como regla general lo establecido indirectamente en los artículos anteriores. La conformidad
del acreedor es necesaria para liberar al deudor, aunque aquí se determine que la misma no puede ni deducirse ni
suponerse, esto es, tiene que ser expresa. Para prestar la conformidad expresamente habrá que recurrir a medios
fehacientes de comprobación y de prueba de esa voluntad -declaraciones hechas frente a notario, cualquiera de los
medios de notificación expresa prevista en los códigos de procedimientos, etc.-. Precisamente por tener carácter
especialísimo y además, su exteriorización debe ser expresa, es que no puede admitirse como implícita bajo ninguna
circunstancia.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Promesa de liberación
En el artículo 1635 se admite la promesa de liberación, también llamada por la doctrina promesa de cumplimiento. a.
Concepto: Se trata de un convenio celebrado entre el deudor y un tercero, en virtud del cual éste asume el deber de
liberarlo de las responsabilidades que emergen de un vínculo obligacional. La figura importa una relación interna entre
dichas partes, a la cual es ajeno el acreedor. Por ende, no puede ser invocada por él y tampoco serle opuesta. El
tercero-promitente sólo queda obligado frente al deudor, y en caso de inejecución, el deudor podrá ejercitar las
pertinentes acciones de cumplimiento o, en su caso, resolver el negocio por incumplimiento, con más los daños que
deriven de tal situación.
b. Efectos: Es por ello que la promesa de liberación no constituye, en principio, un contrato que produzca el traspaso
de la deuda a un tercero, pues al no concurrir el consentimiento del acreedor, el negocio no le es oponible ni puede
tampoco invocarlo para demandar cumplimiento al tercero.
Sin embargo, y por excepción, en el supuesto de que el acuerdo entre tercero y deudor adoptara la estructura de la
estipulación a favor del tercero (donde el acreedor sería el beneficiario), podría el instituto tener efectos similares a la
cesión en cuanto confiere al acreedor una acción directa contra el tercero que ha asumido el compromiso de liberar al
deudor (art. 1635 in fine) Entiéndase que cuando la promesa sea pactada como estipulación a favor de terceros, el
deudor cumpliría la función de estipulante, el tercero de promitente y el acreedor de beneficiario, quien con la
aceptación adquiere directamente los derechos y facultades resultantes de la estipulación a su favor (art. 1027)Es decir
que aceptado el beneficio, el acreedor podrá prevalecerse de dicha estipulación y exigir el cumplimiento de la deuda al
tercero promitente.
Aun en el supuesto de mediar estipulación a favor de terceros, el acreedor siempre podrá dirigir su acción de
cumplimiento contra el deudor originario, es decir, no pierde en modo alguno esta potestad.
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Bolilla 7.
Según la naturaleza del objeto. Obligaciones de dar cosa cierta.
Concepto y reglas generales.
La obligación de dar cosa cierta es aquella en la cual el contenido de la prestación se encuentra perfectamente
determinado en su singularidad al momento de constituirse la obligación. La razón de ser de las diversas categorías de las
obligaciones de dar es, la mayor o menor determinación de la cosa, que trae aparejado un régimen de tipo diferenciado
antes de la individualización, si se produce la pérdida o el deterioro de la cosa. En la norma se contemplan dos cuestiones
esenciales: la extensión y el deber de conservación de la cosa.
Extensión y deberes del deudor.
Se mantiene el principio de la accesoria edad, consagrado en los artículos 229,230 del código. En la gran mayoría de los
casos, determinar cuáles son las cosas haces accesorios era una cuestión de hecho, que es valorada a la luz de lo dispuesto
en las normas generales sobre accesoriedad. Se trata, en definitiva de una cuestión cuyos contornos se dibujan con una
cierta variedad a falta de concreción o de puntualización, hay que entender que el deudor debe entregar todo aquello que
la buena fe y los usos del tráfico imponen como necesario para que la cosa entregada pueda serle útil al acreedor de
acuerdo con su destino económico.
A veces las leyes indican, qué cosas deben entenderse como accesorias y por ende, tienen que quedar comprendidas en la
entrega. En el artículo 1146 del código se establece la obligación del vendedor entregar los documentos relacionados con
las cosas vendidas; y en el artículo anterior se dispone sobre la entrega de la factura. Respecto de los inmuebles, cabe
destacar que en el artículo 226 los inmuebles por sección son ahora únicamente aquellos muebles inmovilizados por su
agresión física al suelo con carácter perdura, descartándose a los inmuebles por accesión moral. Por lo tanto la accesoria
da únicamente es la física, y se evidencia debido al código derogado.
Si al momento de contraerse la obligación existía alguna cosa que se encontraba juntamente con la principal, pero que
razonablemente debe entenderse que formaba parte de aquella, queda también comprendida en la entrega.
La separación momentánea “implica el propósito de reintegrar las cosas separadas al todo que complementaban y quedar
así comprendidas dentro del entrega que debe cumplirse”, aunque la prueba es muy difícil.
Deberes del deudor: se incorpora en forma expresa el deber de preservar el estado material de la cosa en esta parte
general de las obligaciones de dar. La conservación no importa el mejorar el estado de la cosa, sino su mantenimiento
material evitando que sufra detrimentos, y sin producirle cambios respecto al estado en que se encontraba al nacer la
obligación, o bien de acuerdo a la que se hubiera pactado. Es un deber de resultado. Tal deber accesorio de conducta
puede materializarse en las más variadas maneras y va de suyo que por tratarse de gastos necesarios, son en principio a
cargo del deudor sin derecho a reembolso alguno.
Salvo normas imperativas, es posible pactar lo contrario, existen algunas excepciones de origen legal como en la
anticrecista, donde el titular del objeto grabado debe al acreedor anticresita los gastos necesarios para la conservación del
objeto.

Obligación de entregar.
Artículo 747: “entrega. Cualquiera de las partes tiene derecho a requerir la inspección de la cosa en el acto de entrega.
La recepción de la cosa por el acreedor hace presumir la inexistencia de vicios aparentes y la calidad adecuado de la
cosa, sin perjuicio de lo dispuesto sobre la obligación de saneamiento en la sección 4°, capítulo 9, título II del libro
tercero.”
El cumplimiento debe ser fiel y exacta motivo por el cual se consagra a favor de cualquiera de las partes la facultad de
solicitar un examen sobre la cosa. La recepción sin reservas importa una manifestación tácita de voluntad en relación con
las dos cuestiones indicadas en honor, lo que no obsta para la aplicación de la responsabilidad por saneamiento.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El pago de esta obligación se materializa con la entrega de la cosa por el deudor al acreedor, esto es, la tradición.
Comprende además todos los deberes accesorios de colaboración a cargo de ambas partes para concretar, por ejemplo el
concurso lugar de pago, efectuar las gestiones administrativas que impongan la ley, etcétera.

Cosa mueble cerrada o bajo cubierta.

Artículo 748: “entrega de cosa mueble cerrada o bajo cubierta. Cuando se entregue una cosa mueble bajo cubierta y sin
inspeccionar al tiempo de la tradición, el acreedor tiene un plazo de caducidad de tres días desde la recepción para
reclamar por defectos de cantidad, calidad o vicios aparentes.”
Cuando se trata de cosas que se encuentren cubierta, empacadas o embaladas, o de cualquier otra manera que impida la
inspección in situ al momento de la tradición, se otorga al acreedor un plazo de caducidad para el reclamo por cuestiones
que, no de tornaría necesaria la solución de la norma.
Se trata, de situaciones que razonablemente no permiten a simple vista comprobar, al que recibe la cosa, si las cosas son
de calidad convenida, o si se remiten en menor cantidad o peso.
En la práctica comercial y de consumo, es usual que la entrega se produzca bajo la modalidad aquí prevista, lo que
justifica que en un plazo breve que recibe la cosa pueda acudir cuestionar los defectos aquí aludido. La solución se
extiende ahora a cualquier caso en el cual entrega se produjo en las condiciones aquí indicadas. Se encuentra excluida la
cuestión vinculada a la responsabilidad por evicción y vicios ocultos. Es que un defecto oculto o interno no podrá ser
conocido por las partes al momento del reconocimiento de la mercadería y, por ende no se encuentre comprendido la
norma.
En materia de compraventa, el plazo de caducidad es de 10 días, agregándose que el comprador tiene derecho de exigir en
el acto de la entrega de reconocimientos íntegro de las cosas, caso en el cual se extingue el derecho al reclamo aquí
consagrado.
Si el deudor exige el reconocimiento y el acreedor se niega a hacerlo, en principio se pierde el derecho consagrado en la
norma, desde que bastaría que el comprador se negara por cualquier causa, efecto de reconocimiento para que el vendedor
se viera privado del derecho de liberarse de toda responsabilidad. Si se trata de varias cosas, la apertura de una de ellas, de
la que surge que se encuentre en condiciones no impide la reclamación por la restante, en caso de que, existieran las
deficiencias, debe aceptarse la presunción de que existen fallas en los otros cajones, y eso podrá ratificarse por otros
medios de prueba.

Distintas efectos según la finalidad de la entrega:


1. Entrega para transferir, uso o tenencia.
Artículo 749: “obligación de dar cosas ciertas para transferir el uso o la tenencia. Remisión. Cuando la obligación de
dar una cosa determinada tenga por objeto transferir solamente el uso o la tenencia de ella, se aplican las normas
contenidas en los títulos especiales.”
En esta parte del código se dispone sobre las obligaciones de dar que tengan como finalidad la constitución de un derecho
real y la restitución de cosas al dueño, quedando por ende excluido de esta disposición de todos aquellos casos en los que
debe producirse la entrega de una cosa en el marco de situaciones jurídicas diferentes, como son la transferencia del mero
uso por la tenencia. En el caso en que un tenedor o usuario deba restituir la cosa al dueño concurren dos situaciones. El
tenedor o el usuario únicamente pueden transferir el derecho que tiene, y la relación de poder que ostentan puede haberle
sido transmitida por un dueño o no.
En otras palabras, lo que se encuentra excluido del presente régimen son las reglas de la transmisión del uso o la tenencia,
sea para constituir la relación de poder, o para restituir la cosa. Acreditada la entrega, si existe duda sobre su finalidad el
artículo 1911 del código resuelve las cosas a favor de la posesión.
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2. Entrega para constituir un derecho real. Teoría del título y el modo.


Artículo 750: “tradición. El acreedor no adquiere ningún derecho real sobre la cosa antes de la tradición, excepto
disposición legal en contrario.”
La adquisición del derecho real por el acreedor importa el pago o cumplimiento de la obligación de dar bajo análisis, y la
consecuente liberación del deudor.
El código combina el tradicional sistema de adquisición de los derechos reales mediando título y tradición, con los
restantes situaciones en las que se dispone que la entrega de la cosa no produce per se la adquisición del derecho real, sino
que es necesario otro acto distinto.
El título es el acto jurídico de que surge la voluntad de transmisión del derecho real por su titular, y la consecuente y
correlativa adquisición por otra persona. El modo, acto que materializa lo determinado por el título, no se agota en la
tradición, sino que también quedan emplazados en aquella categoría la inscripción registral y el primer uso en el caso de la
adquisición de una servidumbre positiva. Se mantiene, en materia de inmuebles, el sistema de inscripción registral
declarativa.
La publicidad de la adquisición es condición de su oponible y dar, salvo para aquellas personas que conocieron o debieron
conocer la transferencia.

Efectos entre partes: los efectos que entrega de acreedor y deudor, entre partes, produce una obligación de dar una cosa
cierta deben ser analizados discriminando los siguientes rubros: los riesgos de la cosa; los aumentos y mejoras que pueden
incrementar su valor; y los frutos que ella produce.
Los aumentos y mejoras de las cosas. Principio crescit domino.
Artículo 751: “mejoras. Concepto y clases. Mejora es el aumento del valor intrínseco de la cosa. Las mejoras pueden ser
naturales o artificiales. Las artificiales, provenientes de hecho del hombre, se clasifican en necesarias, útiles y de mero
lujo, recreo o suntuarias.”
Se establecen los conceptos de mejoras y sus diversas variedades, las mejoras constituyen modificaciones de tipo
estructural, intrínseco o materia, que traen aparejado un aumento de valor de la cosa, o que ésta no lo pierde. Son dos sus
grandes especies: aquellas producidas por obra y gracia de la naturaleza, y las hechas por la mano del hombre abrir
paréntesis humanas o artificiales).
En cuanto a las mejoras naturales, en el ámbito de los derechos reales se dispone sobre diversos casos en los que la
naturaleza produce tales efectos en materia de inmuebles: aluvión y avulsión.
La conceptuación de la mejoras artificiales surge de lo dispuesto en el artículo 1934 del código. Allí se distingue a la
mejora de mero mantenimiento de la mejora necesaria. La primera consiste en la reparación de aquellos deterioros de
escasa entidad que se producen por el uso ordinario de la cosa, como podría ser tapar la hendidura que un clavo deja en
una pared, removiendo un poco de pintura y concreto. En otras palabras, se trata de los arreglos comunes que no
acrecientan el valor de la cosa. La segunda tiene una mayor entidad, es aquella indispensable para la conservación de la
cosa, que puede hacerla aumentar de valor.
La mejora necesaria no se practica, la cosa puede sufrir deterioros de importancia, en tanto que en el caso de la de mero
mantenimiento la cosa sufre una minoración, pero no le impide ser usado de acuerdos naturales. Deben distinguirse estos
conceptos desde expensas necesarias, que son las que no aumenta su valor y no incide materialmente en la cosa.
Las mejoras útiles son las que benefician a cualquier sujeto de la relación posee sobre. Se definen, en cierta manera, por
exclusión. No son necesarias, pero tampoco suntuarias.
Por último, las de mero lujo, recreo o suntuarias sordas de provecho exclusivo para quien la hizo, concepto en el cual se
encuentra un claro elemento finalista.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Artículo 752: “mejora natural. Efectos. La mejora natural autoriza al deudor a exigir un mayor valor. Si el acreedor no
lo acepta, la obligación quede extinguida, sin responsabilidad para ninguna de las partes.”
La mejora natural produce una modificación intrínseca en la cosa que se traduce en un aumento de su valor. Tales
acrecentamientos pertenecen al dueño del inmueble y por tal razón los beneficios.
Se trata de hechos externos, que son extraordinarios e imprevisible, en el sentido de que si bien podría llegar anticiparse la
existencia de un tornado un desastre natural de importancia, es imposible prever sus consecuencias. En otras palabras, es
como un caso fortuito, pero con efecto inverso.
La solución del artículo es, permitirle al acreedor exigir la diferencia entre lo debido y el actual valor de la cosa. El deudor
por su parte, y por las mismas razones, no sólo no tiene derecho exigir la entrega de la cosa sin pagar por el mayor valor,
sino que tampoco puede ser obligado a recibirla pagando por éste. En consecuencia, en caso de desacuerdo la obligación
se extingue con los mismos efectos de la imposibilidad de cumplimiento. Si las partes están de acuerdo en mantener la
obligación, pero no en el valor de la mejoras, la cuestión debe ser resuelta en sede judicial.

Artículo 753: “mejoras artificiales el deudor está obligado a realizar las mejoras necesarias, sin derecho a percibir su
valor. No tiene derecho a reclamar indemnización por las mejoras útiles y por las de mero lujo, recreo o suntuarias, pero
puede retirarlas en tanto no deterioren las cosas.”
Las mejoras necesarias quien está obligado entregar para constituir o transferir un derecho real las tiene a su cargo y costo,
no pudiendo exigir reembolso alguno. La solución legal es consecuencia de la existencia del deber de conservar la cosa
que pesa sobre el deudor de todo obligación de dar. En las útiles, la norma bodega derecho alguno al deudor que
voluntariamente las ha introducido las cosas, quien puede retirarlas si no afecta a la cosa. En caso contrario, el acreedor
puede resolver el contrato, o bien recibir la cosa, pagando el mayor valor.
Imperan idénticas reglas que en el primer supuesto del caso anterior para las mejoras suntuarias introducidas
voluntariamente por el deudor.

Frutos:
Artículo 754: “hasta el día de la tradición los frutos percibidos le pertenecen al deudor; a partir de esa fecha, los frutos
devengados y los no percibidos le corresponde al acreedor.”
En el artículo 233 del código se definen a los frutos como los objetos que un bien produce de modo renovable, sin que se
altere o disminuye su sustancia.
Existen tres clases de frutos. Los naturales son las producciones espontáneas de la naturaleza. Los industriales, los que se
producen por la industria del hombre o la cultura de la tierra. Los civiles, las ventas que las cosas producen, asimilándose
a esta última categoría las remuneraciones provenientes del trabajo.
Rige el principio que postula que la propiedad de los frutos se adquiere con su percepción. Cabe distinguir, el fruto
percibido del producto pendiente. En el caso de los frutos naturales e industriales, la percepción acontece cuando es
materialmente separado de la cosa fluctuar, pasando a ser objeto de una nueva relación posee Soria. De lo contrario,
mientras no haya sido retirado, el fruto forma un todo con la cosa, es parte de la cosa y se lo considera fruto pendiente.
En el caso de los frutos civiles, se dispone ahora que la percepción se materializa con él,: el fruto civil es percibidos y se
ha devengado y cobrado. En tanto que el fruto civil es pendiente si se ha devengado, pero no se ha cobrado.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Los riesgos: el principio “res perit domino”.


Artículo 755: riesgos de la curso. “El propietario soporta los riesgos de la cosa. Los casos de deterioro o pérdida, con o
sin culpa, se rigen por lo dispuesto sobre la imposibilidad de cumplimiento.”
El principio res perit et crescit domino adquiere consagración legal, y de él se deriva la circunstancia de que si luego de la
constitución de la obligación y antes de la entrega la cosa se pierde o se deteriora, el perjudicado será el deudor y no el
acreedor.
La cuestión radica en determinar la responsabilidad por el incumplimiento de la obligación. Se distinguen dos supuestos.
Si el objeto se torna imposible en forma absoluta y definitiva luego del nacimiento de la obligación, la obligación
naturalmente se extingue por falta de objeto. El hecho ajeno y responsabiliza al deudor. En el artículo 955 del código hace
referencia al caso fortuito o la fuerza mayor.
En el caso de el deterioro con relación a la posible del acreedor exigir la cosa deteriorada con disminución proporcional
del precio en tal caso la ley ahora nada dice general, el acreedor tiene la facultad de optar por estas variantes, a lo que no
puede ser conferida, ya que el detrimento afecta la identidad del objeto.
Cuando la obligación de dar emana de un contrato de compraventa, si la cosa ha dejado de existir parcialmente, el
comprador puede demandar la parte existente con reducción del precio. Puede trasladarse, por analogía, a todo tipo de
obligación de dar con el fin de constituir un derecho real. Si el deterioro es atribuible al deudor, nada obsta también a que
pueda solicitar una cosa equivalente.

Concurrencia de varios acreedores:


a. Bienes inmuebles.
Artículo 756: “concurrencia de varios acreedores. Bienes inmuebles. Si varios acreedores reclaman la misma cosa
inmueble prometida por el deudor, son todos de buena fe y a título oneroso, tiene mejor derecho:
El que tiene emplazamiento registral y tradición;
el que ha recibido la tradición;
el que tiene emplazamiento registral precedente;
en los demás supuestos, el que tiene título de fecha cierta anterior.”

La norma resuelve el siempre dificultoso conflicto entre varios pretensores de una cosa, cuando el deudor se obligado
transferirla a todos ellos.
Se trata de establecer quién tiene mejor derecho a la cosa, por lo que en rigor de verdad la cuestión esencial transita por
determinar la o punibilidad entre ellos de las distintas situaciones. Los que quedan relegados, si son de buena fe, tienen
derecho a reclamar los daños derivados del incumplimiento obligación, sin perjuicio de la eventual comisión del delito de
estafa por parte del deudor infiel.
Cualquiera sea la situación del adquiriente, si es de mala fe, no puede invocar derecho alguno. El actuar de mala fe no
concede derecho alguno, salvo excepciones. La mala fe consiste en el conocimiento efectivo de la existencia del otro acto.
E incluye el poder haberlo conocido, cuestión que cobra altísima relevancia cuando existe emplazamiento registral.
Cuando existe posesión la buena fe se presume iuris tantum.
Se excluyen de las reglas que resuelven el conflicto las adquisiciones a título gratuito, lo cual lleva a concluir que éstas
serían inoponibles para los adquirientes a título oneroso y de buena fe.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

b. Bienes muebles.
Artículo 757: “concurrencia de varios acreedores. Bienes muebles. Si varios acreedores reclaman la misma cosa mueble
prometida por el deudor, son todos de buena fe y a título oneroso, tiene mejor derecho:
El que tiene emplazamiento registral precedente, si se trata de bienes muebles registrables;
el que ha recibido la tradición, si fuese no registrable;
en los demás supuestos, el que tiene título de fecha cierta anterior.”
El conflicto de derechos es el mismo que en el artículo anterior, pero ahora en materia de bienes muebles. La regla se
adaptan en función de la naturaleza de la adquisición (por tradición o por inscripción registral constitutiva).
Respecto a las adquisiciones a título gratuito, en materia de bienes muebles registrales son aplicables mutatis mutandis las
reglas enunciadas respecto de los inmuebles, desde que el efecto de la inscripción respecto de los terceros no varía según
la naturaleza de las cosas.

c. Acreedor frustrado.
Artículo 758: acreedor frustrado. “El acreedor de buena fe que resulta frustrado su derecho, conserva su acción contra
el deudor para reclamar los daños y perjuicios sufridos.”
Cualquier acreedor pretensor de la cosa que no ha podido hacerse de ella puede reclamar todos los daños y perjuicios
derivados del incumplimiento, si se verifica los presupuestos de la obligación de indemnizar.
También podría serlo si, pese haber recuperado la cosa ha sufrido algún daño por esta razón. Se trata, de un acto ilícito
que, si reúne los restantes presupuestos de la acción resarcitoria, la habilita.
La protección del acreedor debe llevar siempre la solución que más se aproxime a la ejecución directa, esto es al
cumplimiento de la prestación convenida. Si la variedad de circunstancias y matices del mundo de las transacciones,
permite configurar cosas o cumplimientos equivalentes a los que en principio y por definición son únicos y no tienen
sustituto en especie, nadie podría sostener que la solución no sea legal.

Entrega para restituirla a su dueño. Regla general.


Artículo 759: “el obligación de dar para restituir, el deudor debe entregar la cosa al acreedor, quien por su parte puede
exigir.
Si quien debe restituir se obligó a entregar la cosa a más de un acreedor, el deudor debe entregarla al dueño, previa
citación fehaciente a los otros que la hayan pretendido.”
La situación jurídica del acreedor y deudor, en estas obligaciones, es la inversa a la de las obligaciones de dar con el fin de
constituir derechos reales. Aquí el dueño es el acreedor.
La norma contempla así todos los casos en que por la razón que sea, una persona debe entregar (restituir) la cosa dueño.
De acuerdo a la calidad que detente el deudor, se aplicarán las normas de la posesión o la tenencia, y en este último caso
las normas especiales que lo hicieran en razón de la causa que dio origen a la relación de poder.. Resta señalar que por
aplicación del principio res perit et crescit domino, todas las vicisitudes materiales que experimente la cosa por hechos
extraños a las partes corren por cuenta del acreedor, quien será beneficiado o perjudicado, sin derecho alguno entre las
partes.

Entrega a quien no es propietario.


RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Artículo 760: “entrega de la cosa a que no es propietario. Bienes no registral. Con relación a tercero, cuando la
obligación de dar cosas ciertas tiene por fin restituirlas a su dueño, si la cosa es un mueble no registrarle y el deudor
hace, a título oneroso, tradición de ella a otro por transferencia o constitución de prenda, el acreedor no tiene derecho
contra los poseedores de buena fe, sino solamente cuando la cosa robada o se ha perdido. En todos los casos los tiene
contra los poseedores de mala fe.”
En materia de cosas muebles registrables, si el deudor la entrega efectivamente a un tercero de buena fe y a título oneroso,
el acreedor pierde todo derecho siempre y cuando la cosa no sea robada o perdida. El conflicto de intereses entre el dueño
y el tercero se resuelve en principio a favor de este último siempre y cuando se verifiquen los siguientes requisitos: que
haya habido tradición; que el acto haya sido a título oneroso; que el tercero sea de buena fe. La buena fe se presume por lo
cual quien alegue la mala fe deberá probar: que la cosa no haya sido robada o no se ha perdido.
La acción del dueño, en este caso es la reivindicatoria.

Entrega de la cosa aquí no es propietario. Bienes registrables.


Efectos con relación a terceros.
Artículo 761: “si la cosa es inmueble o mueble registrable, el acreedor tiene acción real contra terceros que sobre ella
aparentemente adquirieron derechos reales, o que la tengan en su oposición por cualquier contrato hecho con el
deudor.”
Como nadie puede transmitir un derecho mejor que el que tiene, cuando se trate de bienes registrales en manera alguna el
tercero que ha recibido la cosa podrá alegar la buena fe, pues el transmitente no será, en lo que a él respecta, su dueño.
Ahora, luego de la incorporación al código derogado del artículo 2105, la solución del artículo 599 se mantuvo invariable,
aunque ahora justificada en los efectos de la inscripción declarativa: el adquirente no puede invocar buena fe. Idéntica
solución caviar popular, incluso antes de esta circunstancia, con motivo de la incorporación de la inscripción constitutiva
para la adquisición de automotores. El dueño, en consecuencia es titular de la acción reivindicatoria.

Obligaciones de dar cosas genéricas: noción y división.


Artículo 762. Individualización. “La obligación de dar este género si recae sobre cosas determinadas sólo por su especie
y cantidad. Las cosas debidas en un obligación de género deben ser individualizadas. La elección corresponde al deudor,
excepto que lo contrario resulte de la convención de las partes. La elección debe recaer sobre cosa de calidad media, y
puede ser hecha mediante manifestación de voluntad expresa o tácita.”
En esta teoría que eran emplazadas las cosas que además de estar determinadas por su propia naturaleza, lo están en
función de que se debe una cierta cantidad, pudiendo comprender un solo individuo del género, o bien varios.
El género o la especie puede tener una mayor o menor extensión, según el caso. De todas maneras es de la esencia de este
tipo de obligaciones que exista una indeterminación in obligatione respecto a la cosa individual que deberá entregarse, la
que in solutione debe haber cesado.
La posibilidad puede ser perfecta o imperfecta, pero lo que importa es que sea indistinto para las partes cualquiera de
ellas. De todas maneras, en el segundo caso la elección deberá practicarse sobre cosa de calidad media, esto es, ni la mejor
ni la peor.
Antes del individualización los efectos no varían según cuál sea la finalidad, y una vez determinada la cosa en su
individualidad, rige lo dispuesto para las obligaciones de dar cosas ciertas. La individualización es un acto jurídico
unilateral y precipicio, puede ser retractado hasta tanto haya sido conocido por la otra parte. Por regla la práctica el
deudor, pero puede pactarse que lo haga el acreedor un tercero.
La demora en la elección se rige por los principios generales, y en caso de que esté a cargo del acreedor, debe emplazarse.
Si hace caso omiso, el deudor puede practicarla, previa autorización judicial.
Elección:
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El código emplea el vocablo individualizar, suficientemente comprensivo de elección, contar, pesar o medir. Es un acto
jurídico en el cual otorgante realiza el individuo de la especie, concretando cuál es la cosa que deberá entregarse en
cumplimiento de la obligación de dar.
El principio favor debitoris justifica la facultad del deudor a practicar el acto de individualización, sin perjuicio de que las
partes pacten lo contrario. Es un acto unilateral, motivo por el cual no es necesario para su formación el concurso de la
voluntad de la otra parte, o de ambas.
El acto es no formar, y se prevé que la manifestación de voluntad sea expresa, oralmente, por escrito, mediante signos
inequívocos por la ejecución de un hecho material, o tácita, esto es cuando de un acto que no se encuentra diseccionado
inequívocamente a lo que aquí interesa pueda de todas maneras conocerse con certidumbre la voluntad de su otorgante.
Cuando se entiende realizada la elección. Efectos.
Las partes pueden pactar un plazo cierto o incierto, o bien este surgir de la naturaleza y circunstancias del obligación, o
será que el indeterminado propiamente dicho.
La constitución en mora de quien tiene a su cargo en el individualización, se rige por las normas generales. Cuando la
elección es a cargo del acreedor, el deudor debe emplazarse, y vencido el plazo de la intimación, es necesaria la
autorización judicial para que el deudor la practique.
Artículo 763. “Periodo anterior a la individualización. “Antes del individualización de la cosa debida, el caso fortuito no
libera al deudor. Después de hecha la elección, se aplican las reglas o la obligación de dar cosas ciertas”
El principio que reza “el género nunca perece” queda claramente plasmado en la norma, y la división de aguas que es el
otorgamiento de la individualización.
Hasta ese momento, los riesgos son a cargo del deudor, aún mediando caso fortuito, sin perjuicio de que pueden existir
situaciones de excepción que motiven soluciones diferentes.
Luego de la individualización, cesa el régimen intrínsecamente temporario de las obligaciones de género, para entrar en
vigencia el de las obligaciones de dar cosas ciertas, según cuál sea su finalidad.
Sin embargo, podrían presentarse situaciones en las que pese a que materialmente las cosas existan, hacerse de ella resulte
sumamente dificultoso, oneroso o incluso de imposible concreción.
Las dos primeras situaciones van de la mano por ejemplo una epidemia que produce la muerte de un sin número de
animales en un vasto territorio, lo que trae aparejado para el deudor la necesidad de procurárselos efectuando gestiones y
erogaciones que razonablemente no debía quedar comprendidas en el marco de los deberes accesorios de conducta su
cargo. En tal caso puede aplicarse la precisión o adecuación del contrato.
También puede suceder que pese a que el género nunca perece, se torna virtualmente imposible para el deudor hacerse la
cosa debida. Por ejemplo, si por disposición de la autoridad se prohíbe su importación, y el elemento no se producen el
país.

Obligaciones de hacer y de no hacer:


La obligación “de hacer”. Definición legal (artículos 773 código nuevo).
Artículo 773. “Concepto. La obligación de hacer es aquella cuyo objeto consiste en la prestación un servicio o la
realización de un hecho, en el tiempo, lugar y modo acordado por las partes.”
Toda obligación supone la realización de una conducta por parte del deudor. Este comportamiento puede consistir en una
acción ya sea dar o hacer o en una omisión que sería no hacer.
Si bien existen aristas difusas, la diferenciación entre dar y hacer tiene bases oncológicas. Ambas son conductas positivas
virtudes acciones. El obligación de dar la mirada y el interés están puestos fundamentalmente sobre la entrega de la cosa.
En las de hacer la cuestión reposa esencialmente en una actividad del hombre que puede o no producir una cosa.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Las obligaciones de hacer, en la actualidad, tienen una importancia capital en la vida negociar. Erigiéndose como una
figura de alto protagonismo en múltiples situaciones.
Pueden surgir tanto de la voluntad de las partes como de la ley. Por ello se justifica plenamente esta parte general a que
regula, sin perjuicio de las disposiciones específicas, sobre todo en materia contractual. Estas normas son también
aplicables, supletoriamente, a deberes no obligacionales en los que se imponen conductas de hacer.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar de cumplimiento no se rigen sólo por lo que las partes hayan dispuesto, sino
también por lo que establezcan las normas imperativas en los casos en los que la autonomía de la voluntad se encuentra de
edad, y las supletorias a falta de previsión convencional. También, en su caso, por lo que es juez determine en los casos
sometidos a su decisión.

Prestacion de un servicio: ¿en qué puede consistir el servicio?


Artículo 774. “Prestación del servicio. La prestación del servicio puede consistir:
a. El realizar cierta actividad, con la diligencia apropiada, independientemente de su éxito. Las cláusulas que
comprometen a los buenos oficios, o aplicar los mejores esfuerzos están comprendidas en este inciso;
b. en procurar al acreedor cierto resultado concreto, con independencia de su eficaz;
c. en procurar al acreedor el resultado eficaz prometido. La cláusula llave en mano o producto hermano está
comprendida en este inciso.
Si el resultado de la actividad del deudor consiste en una cosa, para su entrega se aplican las reglas de las
obligaciones de dar cosas ciertas para constituir derechos reales.”
Se distinguen claramente dos modalidades de la prestación de hacer: la prestación del servicio y la ejecución de un
hecho. En el plano contractual, ello se refleja en dos tipos diferenciados: el contrato de servicios y el contrato de obra.
Los conceptos se trasladan a esa parte general de las obligaciones de hacer.
El servicio es una actividad intangible, y en el punto de vista del receptor se agota con el consumo inicial y
desapareces en cambio la obra el resultado reproducible de la actividad y susceptible de entrega, en donde se
combinan actividad y su producido, tan importante como la primera.
En los servicios la responsabilidad puede ser subjetiva u objetiva, según los alcances de la obligación del deudor. En
las obras sólo es objetivo.
Si de la actividad del deudor se produce una cosa, las cuestiones atinentes a su entrega y régimen jurídico se rigen por
las reglas de las obligaciones de dar, con el fin de constituir derechos reales.

Obligaciones de medios y resultados. Caracterización y responsabilidad.


La norma diferencia tres niveles distintos de los alcances del deber prestación al del deudor. En el artículo 1723 del
código se establece que cuando de las circunstancias del obligación, o de lo convenido por las partes, surge que el
deudor debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad es objetiva.
Lo dicho significa que en el caso del inciso a, la responsabilidad es subjetiva (obligación de medios, para quienes
aceptan la distinción), y únicamente es aplicable a los servicios, desde que en las obras se persigue el logro de un
resultado determinado.
En el caso del inciso B, el factor de atribución es objetivo (obligación de resultados) y se aplica sólo a los servicios.
Es que en el artículo 1252 del código se dispone que abrir comillas si hay dudas sobre la calificación del contrato, se
entiende que hay contrato de servicios cuando la obligación de hacer consiste realizar cierta actividad independiente
de su eficacia. Se considera que el contrato de obra cuando se promete un resultado eficaz, reproducible o susceptibles
entre”.
El inciso c, por tratarse de un resultado eficaz, es aplicable a las obras y su factor de atribución es objetivo (obligación
de resultado).
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Las consecuencias en cada caso son claras: para determinar si hubo o no incumplimiento imputable, la prueba de la
diligencia no liberara al deudor en las obligaciones de resultado.
En los casos en que es de la actividad del deudor se produzca una cosa, las cuestiones en cuanto su entrega y régimen
jurídico servicio por las reglas de las obligaciones de dar, con el fin de constituir derechos reales.

Realización de un hecho.
Artículo 775. “El obligado a realizar un hecho debe cumplirlo en tiempo y modo acordes con la intención de las
partes o con la índole del obligación. Si lo hace de otra manera, la prestación se tiene por incumplida, y el acreedor
puede exigir la destrucción de lo mal hecho, siempre que tal exigencia no sea abusiva.”
Cuando el deudor no cumple la obligación de acuerdo al plan de conducta establecido en la prestación, ingresa en la
situación de incumplimiento, que puede o no serle atribuida. La mirada puede ser cuantitativa o cualitativa, y en el
ámbito de las obligaciones de hacer, por lo general los mayores conflictos se presentan en los aspectos cualitativos.
El acreedor cuenta con un importante arsenal jurídico para lograr la ejecución forzada y también puede activar los
mecanismos de resolución del contrato, cuando la obligación emerge de dicha fuente.
Cuando el bien producto de la actividad el deudor no se adecua a lo que era el plan de conducta, para las obligaciones
de hacer se otorga al acreedor una facultad particular: la posibilidad de solicitar la destrucción de lo mal hecho. La
cuestión depende de las circunstancias concretas que la situación presente, ya que en algunos casos bastará al acreedor
con rechazar la entrega. Pero en otras circunstancias puede exigir su destrucción, siempre y cuando no incurra en
abuso del derecho. En caso de negativa deberá solicitarlo al juez, pues no puede proceder de propia autoridad. La
fórmula abierta de la norma permite la valoración de todas las circunstancias que rodean la situación, para la adecuada
protección y justo equilibrio de todos los intereses que pueden entrar en conflicto.

Ejecución forzada.
Artículo 777. “ejecución forzada. El incumplimiento imputable de la prestación de le da derecho al acreedor a:
a. Exigir el cumplimiento específico;
b. hacerlo cumplir por terceros a costa del deudor;
c. reclamar los daños y perjuicios.”
La ejecución forzada de la prestación supone aún la posibilidad de cumplimiento, su contrario se ubican las reglas de
los artículos 955 y 1900 y muy difícil cubrir. Para activar los mecanismos de la norma, el incumplimiento debe haber
sido imputable al deudor, de su autoría, antijurídico y en razón de un factor de atribución subjetivo u objetiva. Estas
tres circunstancias deben concurrir ya que de lo contrario no existirá incumplimiento imputable, y el deudor a uno se
encontrará en mora, por lo que el acreedor no podrá activar los instrumentos de la tutela satisface iba del crédito.
La norma permite al acreedor optar, por dos variantes para lograr: el cumplimiento específico y el cumplimiento por
terceros, además puede reclamar el pago de los daños que ello le ocasiona.
Ejecución por terceros.
El acreedor no puede quedar atado a la voluntad del deudor, cuando el incumplimiento es imputable este último. Por
tales razones, puede su elección obtener la satisfacción de su interés mediante el cumplimiento por un tercero lo que
deberá ser soportado económicamente por el deudor incumpliente.
Esta facultad debe efectuarse en el marco del ejercicio regular de los derechos. En principio debe ser autorizado por el
juez para concretarlo. Sin embargo si las circunstancias del caso motivaran que no puedan existir dilaciones os y ante
el incumplimiento el acreedor lo haga ser por un tercero con conocimientos deudor, la autorización judicial no será
necesario y el deudor deberá cargar con las consecuencias dispuestas en honor.
Por otra parte, en no pocos casos se impondrá la necesidad de intimar previamente al deudor al cumplimiento, bajo
apercibimiento de hacer cumplir la prestación por un tercero.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Obligación de no hacer.
Artículo 778. Obligación de no hacer. “Es aquella que tiene por objeto una abstención del deudor o tolerar una
actividad ajena. Su incumplimiento imputable permite reclamar la destrucción física de lo hecho, y los daños y
perjuicios.”
Las obligaciones de no hacer son aquellas en las que el deudor deberá abstenerse de algo que de no existir el derecho
escritorio hubiera podido normalmente obra. Se manifiesta de dos maneras: en la privación en el ejercicio de una
conducta positiva, se ha de hacer o de dar, o en soportar una actividad ejecutada por el acreedor. Sin perjuicio de ello,
nada obsta que otros deberes de abstención no obligacionales, se les apliquen las reglas de las obligaciones de no
hacer.
Pueden tener fuente convencional o legal. Las normas de las obligaciones de hacer sean aplicables a las de no hacer,
en forma supletoria y adaptadas a la situación que se presenta.
El no hacer eso resultado. Por ende, el factor de atribución es objetivo. Rigen en su totalidad, las normas particulares
de las obligaciones de hacer, y la generales que disponen sobre el cumplimiento y el incumplimiento obligacionales y
sus efectos.
Imposibilidad de cumplimiento.
Rigen en su totalidad las normas particulares de las obligaciones de hacer líneas generales que disponen sobre el
cumplimiento y el incumplimiento de obligación y sus efectos. Por tales razones se ha se acontece la imposibilidad de
cumplimiento.
Cuando el incumplimiento es imputable al deudor, se puede promover la ejecución forzada, en tanto en cuanto ello
sea materialmente posible, y el acreedor aún tenga interés en la inactividad del deudor. Los límites del ejecución
forzada son los mismos que en las obligaciones de hacer. La destrucción de lo hecho si fuere posible, se rige también
por los mismos parámetros que los de la obligación de hacer, no debiendo ser abusiva o disfuncional.
Por último, en todos los casos en que el incumplimiento sea imputable, puede el acreedor solicitar los daños y
perjuicios ocasionados.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Bolilla 8.
1) OBLIGACIONES DE DAR DINERO
La economía y el derecho. Incumbencias sobre el dinero El dinero es objeto de consideración por la economía y por el
derecho. Si bien cada una de ellas lo estudia según su punto de vista, ambas se implican mutuamente, en el sentido de que
existe entre ellos un recíproco condicionamiento aunque no dependencia de una respecto de la otra. Esta coincidencia se da
por ejemplo cuando el Estado, mediante una ley, establece el valor de la moneda y lo hace fundado en determinadas razones
económicas; luego, si esas razones desaparecen, el Estado afrontará un problema económico y si considera que puede
superarlo mediante una devaluación, tomar esa decisión y dictará otra norma que, directamente o por elipsis, dará un menor
valor a la moneda, en la que quedará así despreciada, devaluada. Sean cuales sean los motivos con lo que se quiere justificar
la devaluación, lo cierto es que la pérdida de valor de la moneda produce un importante impacto en el campo jurídico.
Los problemas jurídicos que las decisiones de política económica referidas al dinero tren consigo son complejas .El principal
problema consistirá en determinar en qué situación jurídica se encuentran los acreedores y deudores de obligaciones “de dar
dinero” frente a tales situaciones. Estos problemas deben resolverse según los principios jurídicos, aunque sus soluciones
no satisfagan los objetivos perseguidos por la economía política. Por eso es exigible al jurista el máximo de prudencia para
discriminar hasta donde llega el ámbito de dominio propio de la economía y dónde el orden jurídico debe imperar
reestableciendo la equidad, la justicia conmutativa y el respeto por los derechos esenciales.
Concepto de dinero. Importancia
Se puede definir como dinero “aquellas cosas fungibles que en el tráfico jurídico se entregan o reciben, no como lo que
físicamente son, sino como una fracción de una unidad ideal de moneda emitida y autorizada por el Estado”. El dinero es
el medio útil y necesario para facilitar el intercambio y distribución de bienes y servicios.
Es conocido por todos que en lo más diversos contratos el valor de los bienes o servicios que una parte debe dar o prestar
se mide por cierta cantidad de dinero que la otra parte debe pagar como precio o contraprestación. De ahí que el mayor
problema jurídico que plantea el dinero es la alteración de su valor, que torna imprecisa su función de medida de valor de
los bienes objetos de intercambios.
En definitiva, a través del dinero el hombre construye, desarrolla, modifica y hasta destruye su vida social. Esta sería su
importancia.
Obligaciones de dar dinero: ( ver punto 3)
Desde el punto de vista jurídico, cuando el dinero es utilizado como objeto en una relación de obligación, surge la llamada
obligación de dar una suma de dinero u obligación pecuniaria. Estas son aquellas que desde su origen tienen por objeto la
entrega de una suma de dinero, entendido éste como la moneda autorizada por el Estado. Cabe aclarar que siendo el dinero
una cosa representativa de un valor, el objeto de la obligación pecuniaria es el valor que el dinero entregado como precio
representa. El dinero cumple realmente su función de tal, cuando su valor se mantiene estable.
Caracteres del dinero.
1. Es una cosa mueble.
2. Es representativa de un valor.
3. Es fungible, por cuanto cualquier billete o pieza metálica es intercambiable por otro de la misma especie, siempre
que sea igual valor.
4. Es consumible, porque una vez usado deja de existir para quien lo usa. Este carácter se asocia a gasto, es así que se
consume cuando se gasta.
5. Es divisible, porque puede ser fraccionado indefinidamente, aunque falten los billetes o piezas correspondientes a
las fracciones resultantes. Por ejemplo es posible pactar que una cosa cuyo precio es de $10 se pagara en 3 cuotas
de $3,33 cada una, aunque no exista un único billete o pieza metálica que represente exactamente ese valor.
6. El papel moneda de curso legal, en el sentido de que de su nominación y valor debe estar determinado por una ley
del Congreso y su circulación autorizada de controlada por el Estado. Tiene fuerza cancelatoria y es irrecusable, es
decir que los particulares están obligados a entregar y recibir la moneda de curso legal, como medio de pago.
7. El papel moneda de curso forzoso, cuando es en inconvertible. Esto significa que el tenedor del dinero no puede
dirigirse al emisor y exigirle que le el equivalente en metálico o en la divida (por ejemplo el dolor) que sirve de
respaldo a ese dinero. El dinero inconvertible debe, forzosamente, circular
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En conclusión, el dinero es una cosa mueble valiosa, fungible, consumible y divisible, a la cual la autoridad pública le
ha atribuido la función de unidad de medida del valor de todos los bienes, razón por la cual tiene curso legal y forzoso.

Funciones del dinero.


Según la teoría jurídica tradicional, el papel moneda dinero cumple tres funciones esenciales:
1. Es medida del valor de los bienes o servicios; ya que permite que el valor de los bienes o servicios se exprese en
determinado número de unidades monetarias. Es en este sentido que el dinero sirve como patrón que mide el valor
de los bienes.
2. Es un instrumento de cambio. Se dice que la utilidad específica del dinero es servir como instrumento de intercambio
y como portador de opciones. Su aceptación por la comunidad lo convierte en el medio apto para facilitar los
intercambios.
3. Es un medio de pago, en razón del poder cancelatorio que le confiere el Estado al dotarlo de curso legal y forzoso.
Reseña histórica de la moneda.
a). Del trueque a la aparición de la moneda.
Cuando el hombre primitivo comenzó a agruparse en comunidades más o menos pobladas, recurrió para satisfacer sus
necesidades elementales al trueque o cambio de cosa por cosa. Esta simple combinación económica (permuta o trueque), se
nos presenta como el contrato de cambio más antiguo de la historia. La permuta pronto mostró sus limitaciones. Para superar
esas dificultades, apareció la moneda, para facilitar el intercambio. Así, se tomaron el hierro, la plata u otra sustancia similar,
cuya dimensión y peso se fijaron, luego se las marco con un sello particular, que es signo de su valor.
b). De la moneda metálica a la moneda de papel.
El volumen de la moneda metálica en circulación comenzó a aumentar considerablemente después de la Revolución
Industrial. Debido a los riesgos inherentes al uso de metales y a las dificultades en el transporte, empezaron a surgir serias
complicaciones lo que dio lugar al florecimiento de casas de custodia y depósito, los cuales operaban de esta manera: el
depositante dejaba allí su oro para resguardo y se le daba un certificado, luego, cuando necesitaba el metal, tenía que
presentar el certificado, pagar una pequeña suma por la custodia y el oro le era restituido Este proceso terminó cuando los
certificados de depósito dejaron de ser nominativos y las casas de depósito comenzaron a emitirlos al portador. El público
puesto que confiaba en el total respaldo de los certificados, comenzó a hacerlos circular y ante su aceptación, cobró forma
un nuevo instrumento monetario: la moneda de papel, que contaba con pleno respaldo porque el valor total de los certificados
en circulación era igual al valor total del metálico depositado
c). De la moneda de papel al papel moneda.
Generalizado el uso de la moneda papel, pronto se advirtió que la cantidad de oro que debía permanecer guardada como
respaldo para garantizar los retiros de los depósitos no debía ser necesariamente igual al total de los certificados en
circulación, puesto que nunca ocurría que todos los depositantes fueran al mismo tiempo a retirar el oro y ademas si bien se
realizaban retiros, también se registraban nuevos retiros. A partir de entonces, las casas de depósito se convirtieron en casas
bancarias, comenzaron a otorgar créditos, dentro de ciertos límites, extendiendo certificados o notas bancarias a personas
que no habían depositado el metal. Las personas a quienes se entregan estos documentos se convertían en portadores de
papeles que podían ser canjeados por la cantidad de metal que en ellos se mencionaba, mediante su presentación ante la
entidad emisora. Nació así el papel moneda o moneda fiduciara, nombre que indica su aceptación se fundaba en la confianza
que los ciudadanos tenían en que las casas emisoras tenían el metálico suficiente para responder por esos papeles emitidos
sin previo depósito.

D). La moneda de curso legal y forzoso.


El sistema de la moneda fiduciaria funcionó aceptablemente hasta que se incurrió en emisiones excesivas. Cuando el valor
representado en los papeles bancarios en circulación pasó a ser notablemente mayor que el valor del metálico depositado,
desapareció la plena garantía de convertibilidad, es decir de cambiar aquellos papeles por metal. Sumado al uso imprudente
de las emisiones, generó incertidumbre en la población que corrió a los bancos a retirar sus depósitos en oro y ante la
imposibilidad de atender todos los reclamos, se produjo el derrumbe del sistema, con cierres y quiebras de bancos. El Estado
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

decidió reglamentar la emisión de papel moneda, creando con ese fin una entidad oficial, llamada en casi todos los países
Banco Central, controlada por el Estado. Al comienzo, las emisiones del banco central tuvieron respaldo metálico, luego
dejaron de tener ese respaldo y pasaron a tener un valor garantizado por el propio Estado mediante una ley específica
funcionando por esa razón como papel moneda de curso legal, al mismo tiempo el Estado decidió que esta fuera
inconvertible, es decir no canjeable por metalico, razón por la cual se le asigno curso forzoso, y así se llegó al papel moneda
que hoy se conoce.
Clases de monedas
Moneda metálica: es la acuñada en metales nobles, oro, plata u otro. Tiene un valor intrínseco es decir, vale por sí misma
según el valor del metal en que está hecha. En rigor, vale un poco menos porque nunca el metal empleado es puro sino que
contiene otros elementos necesarios para la aleación. En la actualidad esta monedad tiene escasa circulación. Cuando dejo
de ser usada como moneda circulante, paso a cumplir la función de respaldar a la moneda papel.
Moneda de papel. En su origen, fue un certificado de depósito en donde constaba que su titular tenía una determinada
cantidad de metal a su disposición que podía retirar con la sola presentación de ese papel. Luego pasó a ser un billete cuyo
ente emisor garantizaba al portador conversión por la cantidad de oro, plata o de metales que se refiriese el billete.
Tratándose de una moneda con pleno respaldo metálico, es convertible, en oro, plata etc., según el metal que la respalde.
Moneda fiduciaria. Cuando los agentes emisores de moneda papel comenzaron a emitir papeles sin respaldo, esos papeles
pasaron a ser moneda fiduciaria, ya que su aceptación se generalizó en razón de que los ciudadanos confiaban en que podían
ser convertidos en metálico. Esta moneda constituyó un puente entre la moneda papel y papel moneda.
Papel moneda. Es el billete emitido por el Estado, sin respaldo metálico y por ende, inconvertible. El Estado garantiza el
valor que le atribuye al billete, dándole poder cancelatorio de las deudas de dinero, es por eso que tiene curso legal y forzoso
Moneda escritural, giral, bancaria. Al papel moneda y a las monedas metálicas en poder de los particulares se los
denomina efectivo. Los papeles bancarios, cheques, letras de cambio, existentes en los bancos se lo conoce como moneda
bancaria o escritural. Si bien estos papeles no constituyen dinero cumplen una importante función facilitando el intercambio
y las transacciones.
Cuasimoneda: A este concepto se llega considerando la importancia que tienen determinados “activos financieros” de alta
liquidez, como son los capitales que se forman con depósitos de dinero efectuados por los particulares en bancos y entidades
financieras, tales como los depósitos a plazo fijo, en cajas de ahorro, etc. Estos activos son de alta liquidez en el sentido de
que el tenedor de un certificado de depósito de esta clase puede convertirlo en moneda con bajo costo y por lo general sin
pérdida de valor.
Síntesis del sistema monetario argentino.
Una visión diacrónica de nuestro régimen monetario, con referencia a las monedas de los argentinos desde fines del siglo
XIX hasta el presente, podría sintetizarse así:
1. En 1881 se dictó la ley 1130 que creó un sistema monetario bimetalista, ordenando la emisión como moneda
metálica del peso dl oro y del peso de plata.
2. En 1885 se dictó la ley 1734 que decretó la incovertibilidad de la moneda, con esta ley los billetes circulantes se
hicieron de curso legal y forzoso. Desde entonces existieron dos especies de moneda de curso legal: el peso oro de
la Ley 1130 y el peso moneda nacional, inconvertible de la Ley 1734.
3. Por efecto de la inflación, el peso moneda nacional se despreció a tal punto que en 1970 se dictó la ley 18.188, por
la que se creó el “peso ley 18.188” que reemplazó al peso moneda nacional a una paridad 1 peso ley 18188 = 100
pesos moneda nacional.
4. El peso ley también se despreció y fue reemplazado a partir de 1983 por el “peso argentino”. Así un 1 peso argentino
= 10 mil pesos ley 18188.
5. El peso argentino subsistió hasta 1985 en que fue reemplazado por el austral., a una paridad 1 austral = 1000 pesos
argentinos.
6. En 1991 entró a regir la ley 23. 928 que declaró la convertibilidad del austral con el dólar norteamericano a una
paridad 1 dólar = 10000 australes. Luego, el austral convertible fue reemplazado por el peso convertible a una
paridad 10.000 australes = 1 peso. A partir de entonces el peso circuló como moneda convertible con el dólar
norteamericano a una paridad de 1 peso = 1 dólar.
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7. La convertibilidad del peso a la paridad uno a uno con el dólar subsistió hasta 2002 en que entró en vigencia la ley
25.561 que declaro la inconvertibilidad del peso, para permitir la emisión monetaria sin desprender de la existencia
de reservas en dólares.
Régimen monetario a través de tres periodos:
I. Periodo anterior a la convertibilidad: a) salvo el peso oro de la ley 1130, nuestra moneda fue papel moneda
inconvertible, de curso legal y forzoso; b) esa moneda estuvo regida estuvo regida por el nominalismo, aunque
durante las décadas de los 70 y 80 fue reemplazado por el valorismo; c) la obligación en moneda extranjera era
considerada como obligación de dar cantidad de cosas ciertas.
II. Periodo en que rigió la Ley de Convertibilidad: entro en vigencia el 1 de abril de 1991. En este periodo se
constataba que: a) el austral, luego reemplazado por el peso, era moneda de curso legal y convertible con el dólar,
a la paridad un peso= un dólar; b) esa moneda estuvo sometida a un nominalismo rígido, se prohibió el uso de
mecanismos indexatorios o de cláusulas de actualización; c) la moneda extranjera fue considerada como obligación
de dar dinero (ver sobre obligación en moneda extranjera).
III. La legislación de emergencia de 2002: a) se decretó la inconvertibilidad del peso, con lo cual este vuelve a ser
moneda de curso legal y forzoso no con convertible; b) se pretender mantener el principio nominalista, pero con
carácter flexible; c) las obligaciones en dólares contraídas con anterioridad a la ley 25.561 fueron pesificadas a la
paridad 1 peso= 1 dólar o 1 dólar= 1,40 pesos.
La inflación y el papel moneda. Qué es la inflación.
Con la palabra “inflación” se designa el fenómeno que tiene lugar cuando se desprecia el valor del papel moneda,
depreciación que se traduce en la pérdida de su poder adquisitivo. El asunto suele ser explicado en los siguientes términos:
en toda economía regularmente organizada, la cantidad de papel moneda circulante, más los depósitos existentes en bancos
y entidades financieras, debe guardar equivalencia con el volumen total de los bienes y servicios que se ofrecen en el
mercado. Cuando esa equivalencia se rompe, se producen importantes distorsiones en el valor de la moneda y en los precios.
En ese marco, se puede decir que hay inflación cuando se incrementa la cantidad de papel moneda en circulación o en
depósitos bancarios superando el volumen de los bienes existentes, con lo cual la cantidad de circulante excede las
necesidades normales del comercio.
La inflación es uno de los fenómenos económicos más antiguos y polémicos, la expansión de los medios de pago se produce
por la decisión del gobierno de incrementar la emisión de papel moneda. Ese aumento de la cantidad de papel moneda en
circulación, cuando no va acompañado de un aumento equivalente o proporcional del volumen de los bienes existentes,
tiene inevitables efectos inflacionarios. Se ha señalado que una de las causas principales por las que se decide aumentar la
emisión del dinero, es la necesidad de cubrir el déficit presupuestario del Estado provocado por diversas causas, que van
desde la realización de fuertes inversiones hasta la irresponsable administración de los fondos públicos.
Clases de inflación.
No todos los procesos inflacionarios tienen la misma intensidad, y se desarrollan de la misma manera. Así, la historia
registra:
1). Inflaciones moderadas: caracterizadas porque la pérdida del valor de la moneda es mínima incluso en algunos
llega a ser casi imperceptible.
2). Inflación galopante: caracterizadas por una importante y sostenida variación en alza del nivel general de los precios.
Es la forma de inflación más frecuente y perniciosa ya que se extiende durante largo tiempo, desquiciando el dinero
como medida de valor y como medio de pago.
3). Hiperinflaciones: caracterizadas por el estallido de los precios que llegan a niveles inalcanzables en breve lapso.
Destruye las bases de la organización económica, porque prácticamente hace desaparecer la moneda como instrumento
de cambio, tornando forzoso el retorno al trueque.
Efectos económicos de la inflación.
 La inflación produce el crecimiento generalizado de los precios, con la disminución o pérdida del poder
adquisitivo del papel moneda. Esto es una consecuencia que padecen con rigor todas aquellas personas que
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viven de un ingreso fijo, ya que por lo general los sueldos o salarios se mantienen sin incrementos, pese a la
persistente alza de los precios.
 Otra de las consecuencias es el profundo trastorno que acaece en el mercado de créditos y el sistema financiero.
Los procesos inflacionarios tienden a hacer desaparecer el crédito al consumo, con el consiguiente efecto
recesivo.
 Se ven afectadas las inversiones y en general los procesos de producción de bienes; al caer la inversión y la
producción, se acentúa la disminución del empleo.
Efectos jurídicos de la inflación.
La inflación afecta la relación de obligación, al quebrar el equilibrio patrimonial que debe existir entre acreedor y
deudor. La distorsión favorece siempre a uno y perjudica a otro. Es una fuente constante de injusticia. Es así que desde
el punto de vista del derecho, se combate la inflación procurando el restablecimiento del equilibrio patrimonial perdido.
Es por eso que la tarea consiste en encontrar los instrumentos jurídicos que sean eficientes para alcanzar ese objetivo.
Perjuicio para el acreedor: Cuando la inflación irrumpe como hecho extraordinario e imprevisible, dejando atrás un
periodo en que el valor de la moneda se ha mantenido más o menos estable, el directo perjudicado es el acreedor. Es así
que si, por ejemplo, después de haber pactado un contrato bajo un régimen de moneda estable se produce, una
devaluación del %60, el acreedor que esperaba recibir $1000 de la moneda estable, si se lo obliga a recibir esos $1000
sin actualización estará recibiendo, en realidad, apenas $ 400 en razón de la pérdida del poder adquisitivo provocada
por la devaluación.
Una vez iniciada la inflación, los nuevos acreedores, seguramente pactaran cláusulas que les permitirán actualizar
periódicamente sus créditos y quedar así a salvo de los efectos de la depreciación de la moneda. Sin embargo no a todos
los acreedores se le es posible la actualización, ya que aquí en Argentina se mantiene vigente la prohibición de actualizar
deudas de dinero.
Perjuicio para el deudor: Cuando el proceso inflacionario se torna crónico, los acreedores buscan resguardar el valor
de sus créditos recurriendo a cláusulas de ajuste o mecanismo de indexación mediante los cuales se revaloriza
periódicamente el monto de los créditos. Sin embargo el uso y abuso de estos mecanismos ha provocado verdaderas
situaciones de despojo respecto de los deudores obligados a pagar precios que superan ampliamente el valor real de la
cosa objeto del contrato. A tal punto llego el abuso de estos mecanismos en la Argentina en la década del 80 que fue
necesario el dictado de la ley 24.283, llamada “Ley de desindexacion”, cuyas normas tenían por objeto limitar los
excesos de la indexación.
2) TEORÍAS SOBRE EL VALOR DE LA MONEDA
Metalismo o teoría del valor metálico según la cual el valor de la moneda es el del metal en que está acuñada, por lo tanto
su valor estará determinado por la cantidad de oro o plata que contempla. Esta teoría sólo es eficaz en un sistema cuya
moneda fuese de metal, sistema que ha desaparecido en el mundo.
Nominalismo, o teoría del valor nominal: según la cual el valor de la moneda es el que le atribuye el Estado.
Valorismo o teoría del valor de cambio o corriente según la cual el valor de la moneda es el que resulta del precio que
la moneda tiene en el mercado, medido en función del valor de los bienes. Hay que distinguir valor interior, que es el poder
adquisitivo que la moneda tiene dentro del país y valor exterior, que es la cotización de la moneda nacional con respecto a
las monedas extranjeras.
El nominalismo. Definición.
Se llama nominalismo al sistema monetario en el cual una obligación de dinero se paga entregando la misma cantidad o
suma que se encuentra consignada en el título como debida, aunque la moneda que se entregue haya sufrido variaciones
en su valor o haya perdido poder adquisitivo. Para el nominalismo, el valor de la moneda está determinado por el Estado;
se trata por lo tanto, de un valor legal, siempre constante e igual a sí mismo. Le permite, entonces al deudor liberarse pagando
una suma numéricamente igual a la que se obligó, aunque económicamente su valor sea inferior.
El principio nominalista: un peso vale siempre un peso; porque para este sistema el valor de la moneda es el que
expresa la cifra o número inscrito en la moneda o billete.
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Fundamentos del nominalismo.


a. La prerrogativa que tiene el Estado para crear, por ley, el signo monetario y atribuirle un valor determinado. En
nuestro derecho, esa potestad estatal está consagrada en el artículo 75 inciso 6 de la Constitución Nacional.
b. La voluntad de las partes. Se sostiene que si las partes han contratado sobre la base del valor nominal del dinero.
Es decir, cuando en el contrato se estipula pagar 100, se deben pagar 100.
c. El principal y más importante argumento que invoca el nominalismo es la seguridad física. Se afirma que la
seguridad se veía constantemente amenazada si el deudor concreto desconoce qué cantidad de dinero deberá pagar.
En definitiva, de los dos valores fundamentales en que se polariza el derecho, justicia y seguridad, el nominalismo
prefiere a la seguridad.
Valorismo: es una respuesta de oposición al nominalismo. Se sustenta en que el objeto de la obligación dineraria esta dado
no por una suma nominal de moneda, sino por el valor real de esa moneda, que es el que tiene en el mercado en función
de su poder adquisitivo. Este sistema lo que busca es garantizar que el acreedor reciba, en el momento de pago, una cantidad
de dinero que sea suficiente para adquirir la misma cantidad de cosas que habría podido adquirir con el importe nominal
que el crédito tenia al momento en que nació la obligación.
En el plano axiológico, el valorismo afirma darle prioridad a la justicia, antes que a la seguridad que dice resguardar el
nominalismo.
Los sistemas indexactorios.
Con la palabra indexación se puede designar la acción y el efecto de corregir o reajustar los números de una obligación
dineraria, con el objeto de que éstos, una vez reajustados, representen el mismo valor que antes se expresaba con un número
menor.
Los procedimientos indexatorios, fueron utilizados por los jueces para corregir el nominalismo que, en épocas de inflación,
afectaba a las obligaciones de dinero. Al comienzo estos procedimientos no se aplicaban a las deudas dinerarias cuyo
cumplimiento se verificaba en término, eran utilizados únicamente para reajustar aquellas deudas en las que el deudor se
encontraba en mora. Así se asociaba la idea de indexación a la de indemnización por el daño que le causaba al acreedor la
pérdida del poder adquisitivo del dinero, como consecuencia de la mora en el pago. Sin embargo, ante la persistencia de la
inflación, se dijo que la indexación era procedente en toda clase de deuda dineraria, estuviera o no en mora el deudor. Es
así que la indexación dejó de ser considerada como una indemnización, y se dijo que ella era simplemente la expresión del
valor del dinero en números distintos. Llegó un momento en que toda obligación de dinero era sometida a distintos
procedimientos de manera que mes a mes, el deudor debía pagar una suma cada vez mayor.
El sistema en el código civil derogado y en la ley de convertibilidad.
El sistema nominalista ha quedado consagrado en nuestro derecho positivo. El código derogado establecía en su art 619
que “Si la obligación del deudor fuese de entregar una suma determinada especie o calidad de moneda corriente nacional,
cumple la obligación dando la especie designada, u otra especie de moneda nacional al cambio que corra en el lugar el
día del vencimiento de la obligación”. El nominalismo, en esta versión, subsistió desde la entrada de vigencia del Código
Civil en 1871, hasta abril de 1991, en que entro a regir la Ley de Convertibilidad 23.928. Dicha Ley modifico el art 619
el cual quedo redacto de esta manera: “Si la obligación del deudor fuese de entregar una suma de determinada de especie
o calidad de moneda, cumple la obligación dando la especie designada, el día de su vencimiento”. Como vemos, la Ley
suprimió toda referencia a la moneda corriente nacional, pero confirmo el principio según el cual una obligación de
pagar cierta cantidad de dinero, se cancela pagando esa misma cantidad de dinero (nominalismo).
La ley 25.561 que entro a regir el 6 de enero de 2002, dejo vigente el art 619 con la intención de mantener el nominalismo
procurando preservar cierta estabilidad, pese a la fuerte devaluación operada.
3) LA CUESTIÓN EN EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN.
La definición legal de obligaciones de dar dinero:
Artículo 765. “Concepto. La obligación es de dar dinero si el deudor debe cierta cantidad de moneda, determinada o
determinar, al momento de constitución de la obligación. Si por el acto por el que se ha constituido el obligación, se
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estipuló dar moneda que no sea de curso legal de la República, la obligación debe considerarse como de dar cantidades
de cosas y el deudor puede liberarse dando el equivalente en moneda de curso legal”.
Art. 766 Obligación del deudor. El deudor debe entregar la cantidad correspondiente de la especie designada.
Las obligaciones dinerarias son aquellas cuyo objeto es la entrega de una suma de dinero. El dinero es lo debido y es el
modo de pago. Por ello se dice que el dinero esta in obligationi y además esta in solutione, ello significa que desde el origen
de la obligación, se debe dinero y solo se cumplirá si se paga dinero. Y ello porque rige el principio nominalista, con la
consiguiente prohibición de las cláusulas de estabilización (ley 23.928). En supuestos de inflación o deterioro monetario, se
recurrirá a las obligaciones de valor, o a los intereses impuros (que contemplan la compensación del uso del dinero más el
deterioro monetario) o a las obligaciones en moneda extranjera.
OBLIGACIÓN EN MONEDA EXTRANJERA:
En cuanto a la moneda extranjera, cabe decir que no es dinero en nuestro país y carece, por ende, de curso lega189. Ello
quiere decir que la única moneda que tiene aptitud para ser impuesta como medio de pago es el peso y no el dólar; el único
medio de pago con poder cancelatorio es el peso. Pero nada impide que la moneda extranjera sea impuesta por una
obligación, porque las partes utilizan la divisa extranjera como medio de pago y le dan una función dineraria a una cosa que
no es dinero.
Código Civil: La obligación de dar moneda nacional se regía por el artículo 619 del código derogado. El art 617 establecía
que “Si por el acto por el que se ha constituido la obligación, se hubiera estipulado dar moneda que no sea de curso legal en
la Republica, la obligación debe considerarse como de dar cantidades de cosas”. Aquí, la obligación de dar moneda
extranjera no era considerada como de dar dinero, sino como de dar cantidades de cosas.
Ley de Convertibilidad 23.928: dicha Ley modifico el art 617 el cual quedo redacto así: “Si por el acto por el cual se ha
constituido la obligación, se hubiere estipulado dar moneda que no sea de curso legal en la Republica, la obligación debe
ser considerarse como dar sumas de dinero”. Aquí, la obligación de dar moneda extranjera dejo de ser considera como de
dar cantidades de cosas y paso a ser considerada como de dar dinero. La principal consecuencia que derivo de esta reforma
fue la supresión del derecho de conversión que antes se le reconocía al deudor.
Derecho de conversión: en virtud de este derecho, el deudor de moneda extranjera podía desobligarse pagando el
equivalente en moneda nacional, al cambio existente el día del pago. La ley de Convertibilidad lo suprimió estableciendo
en el art 619 que el deudor de moneda extranjera cumple la obligación dando la especie designada, el día de su vencimiento.
La legislación de emergencia de enero de 2002: decidió mantener la redacción que la Ley de Convertibilidad le dio al art
617 por lo que la obligación de dar moneda extranjera se consideraba como de dar dinero.
Fundamentos del Anteproyecto: La redacción original del Anteproyecto disponía: "Art. 765 — Concepto. La obligación
es de dar dinero si el deudor debe cierta cantidad de moneda, determinada o determinable, al momento de constitución de
la obligación. Si por el acto por el que se ha constituido la obligación, se estipuló dar moneda que no sea de curso legal en
la República, la obligación debe considerarse como de dar sumas de dinero. "Art. 766 — Obligación del deudor. El deudor
debe entregar la cantidad correspondiente de la especie designada, tanto si la moneda tiene curso legal en la República como
si no lo tiene".
En el Anteproyecto se continuó con el régimen de la convertibilidad, considerando el nominalismo para las obligaciones de
dar dinero, y el carácter dinerario para la moneda extranjera.
El Código Civil y Comercial: El Anteproyecto fue modificado por el Poder Ejecutivo y quedo como actualmente están
redactados los artículos 765 y 766.
A raíz de los nuevos artículos, la moneda extranjera no tiene carácter dinerario, como lo preveía la Ley de
Convertibilidad 23.928 y el anteproyecto del Código. Por el contrario es una cosa no dineraria y por lo tanto si la obligación
se pacta en moneda extranjera, es considerada como de dar cantidades de cosas (art. 765). Cabe destacar que la obligación
en moneda extranjera no está prohibida, sino que puede ser usada como lo prevé el Código en numerosos supuestos.
Sin embargo la obligación que tiene por objeto una prestación en moneda extranjera presenta el problema del pago.
Conforme con el régimen del Código, la regla es que el deudor tiene la opción de liberarse dando el equivalente en moneda
de curso legal.
Esta regla tiene las siguientes excepciones:
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a) Que las partes hayan pactado expresamente el pago en moneda extranjera y la renuncia a la opción.
b) Que esté previsto expresamente otra solución (ej.: contratos bancarios)
Cabe resaltar que hay una contradicción ya que si bien el art 765 establece que el deudor se libera pagando en moneda de
cuso legal. Y el art 766 establece que se debe entregar la cantidad de la especie designada, sin embargo podemos decir que
a la luz de que el legislador adopta un criterio diverso para con las obligaciones en moneda extranjera pactadas en los
diferentes contratos nominados que están vinculados al crédito monetario, no habría inconvenientes en que las partes, en
uso de la autonomía de la voluntad pacten, como dice el art 766, que el que deudor debe entregar la cantidad
correspondiente de la especie designada.
Las reglas que se adoptaron por la doctrina y la jurisprudencia generalizadas fueron:
a) El deudor puede pagar en moneda extranjera o mediante el equivalente en moneda nacional;
b) En los contratos que producían sus efectos fuera del territorio nacional, había que cumplir en la moneda extranjera
sin opción alguna;
c) En los contratos en que el uso de la moneda extranjera era considerado esencial, debía entregarse esa moneda-
mercancía sin opción.
Los usos de la moneda extranjera: Las partes pueden usar la divisa extranjera dándole dos sentidos diferentes:
a) Según que la moneda extranjera se haya introducido en el contrato como medio estabilizador de la prestación dineraria
debida; aquí hablamos de la utilización de la moneda como cláusula de actualización. En este caso, las partes utilizan la
divisa extranjera como moneda de cuenta, es decir, para contar, para medir el objeto de la obligación cuando la moneda
nacional se devalúa. Se trata de una cláusula de actualización prohibida por la legislación vigente. Sin embargo, como no
está prohibida la obligación de dar sumas de dinero en dólares, bastará que se pacte en esa moneda para dar a la moneda
extranjera una función de estabilidad monetaria.
b) Según que la moneda extranjera sea cabalmente el objeto contractual o prestación debida, aquí hablamos del uso esencial
de la moneda. En efecto, Las partes pueden referirse a la moneda extranjera como objeto de la prestación debida, siendo el
cumplimiento in natura esencial al contrato celebrado; si se diera otra cosa se desnaturalizaría. Aquí la intención de las
partes es que se restituya la moneda extranjera y no otra cosa diferente.
4) INTERESES
Concepto económico: Los economistas suelen decir que el interés es la “retribución del capital”. Por capital debe entenderse
no solo el dinero en sí mismo, sino todo aquello capaz de producir bienes o prestar servicios como una maquina cosechadora
o aparatos para un gimnasio, etc. La utilidad o ganancia que ese capital puesto a producir debe reportar, sea que consista en
dinero o en otros bienes, es “interés”.
Concepto jurídico: Es la cantidad de dinero o de otras cosas fungibles que el acreedor puede exigir al deudor de un capital
(dinero u otras cosas consumibles o fungibles), como compensación o indemnización y en proporción al valor adecuado y
al tiempo en el acreedor se vio privado de ese capital.
Cabe destacar de nuevo que el interés no solo consiste en dinero, sino también en cosas.
Caracteres:
1. Accesoriedad: Son accesorios del capital que se adeuda, de allí que por aplicación de la regla de la accesoriedad, se
tiene, estas consecuencias:
a) El pago de intereses implica el reconocimiento de adeudar el capital;
b) Si el acreedor recibe la cárcel capital sin reserva de cobrar accesorios, quede extinguida la obligación de pagar
intereses.
2. Proporcionalidad: Deben guardar, siempre razonable proporción con el capital y con el tiempo en que el acreedor se
ve privado de él.
3. Periodicidad: Se miden y se computan, siempre por periodos.
Distintas especies:
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 INTERESES COMPENSATORIOS. Concepto.


Artículo 767. “Intereses compensatorios. La obligación puede llevar intereses y son válidos los que se han convenido
entre el deudor y el acreedor, como también la tasa fijada para su liquidación. Si no fue acordada por las partes, ni por
las leyes, ni resulta de los usos, la tasa de interés compensatorio puede ser fijada por los jueces.”
El interés compensatorio o lucrativo es el que se paga por tener un capital dinerario que, o no es propio (porque nos ha sido
prestado), o debe ser entregado a otra persona (porque se lo debemos por imperio de la ley), y ello con independencia de la
existencia de mora del deudor, es decir que no está relacionado con el incumplimiento de la obligación ni con la culpa o
dolo del deudor. En suma, se lo debe por utilizar un capital ajeno.
Régimen. Forma de determinar la tasa: Como regla general los intereses compensatorios no se deben, salvo pacto de
partes o cuando la ley los establece en situaciones especiales.
Así las partes están facultadas para fijar la tasa de interés compensatorio, siempre teniendo en cuenta los límites impuestos
por la buena fe y el ejercicio regular de los derechos. Puede surgir también de la ley, o de los usos y costumbres. Si resulta
excesiva, rige lo establecido en el artículo 771 del Código.

 INTERESES MORATORIOS. Concepto.


Artículo 768. “Intereses moratorios. A partir de su mora el deudor debe los intereses correspondientes. La tasa se
determina:
a. Por lo que acuerden las partes;
b. por lo que dispongan las leyes especiales;
c. en subsidio, por tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central.
Los intereses por mora pueden ser o bien moratorios, o bien punitorios. Ambos se devengan cuando el deudor ingresa en
estado moratorio, es decir por no haber cumplido en tiempo su obligación. Pero aun compartiendo este origen común, tiene
una diferencia esencial: el interés moratorio constituye exclusivamente la indemnización por el retardo injustificado en el
cumplimiento de la obligación dineraria; en tanto que el interés punitorio representa algo más, tiene un componente
punitivo, de sanción que pesa sobre el deudor por no haber cumplido.
Régimen: la tasa de interés moratorio puede ser fijada
a) Por acuerdo de partes. Aunque por lo general el interés por mora emanado de acuerdo de partes es el punitorio,
de todas maneras podría pactarse una tasa de interés moratorio, esto es sin el plus de sanción que es de la
esencia del punitorio.
b) Las leyes especiales también pueden fijar la tasa, y las partes podrán establecer una diferente, en tanto la norma
no sea de orden público.
c) Con respecto al tercer ítem se innova. En el artículo 622 del código derogado, en defecto del pacto de las partes
o de una disposición de la ley, es el juez quien debe establecerla. Ahora, para tal supuesto, lo hace el Banco
Central de la República Argentina.
 INTERESES PUNITORIOS. Concepto. Régimen de la cláusula penal.
Artículo 769. Intereses punitorios. “Los intereses punitorios convencionales se rigen por las normas que regulan la
cláusula penal.”
Los intereses punitorios, no se agotan exclusivamente en el resarcimiento del daño derivado de la mora, sino que además
tienen un componente de sanción: castigar el incumplimiento. Ello debe quedar reflejado en su tasa, que necesariamente
ha de ser mayor a la del interés moratorio. Suele existir una tendencia a señalar que este interés es el moratorio pactado,
lo cual no es del todo acertado. Es que el interés moratorio no nace de acuerdo alguno, sino que se aplica por imperio de la
ley.
Cuando su origen es voluntario se aplican las normas de la cláusula penal. En el caso de existencia de un daño distinto al
interés punitorio, rige el principio de inmutabilidad relativa propio de la cláusula penal
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TASAS. Concepto: Con la palabra tasa se hace referencia al porcentaje del capital que, según una determinada unidad de
tiempo, debe pagarse en concepto de interés. Según quien sea el que imponga las tasas, esta puede ser, convencional, legal
o judicial.
Tasas activa y pasiva: la pasiva es la que los bancos o entidades financieras pagan a sus clientes por la captación de
depósitos o ahorros; se llama pasiva, porque el banco es, en este caso el deudor. La tasa de interés activa es la que los bancos
o entidades financieras cobran a sus clientes por los préstamos que les otorgan, se llama activa, porque el banco es en este
caso, el acreedor. La diferencia entre la tasa activa y la pasiva se llama SPREAD, que es la ganancia o utilidad del banco
por su actividad de intermediación.
Tasas positiva y negativa: se llama tasa de interés positiva a aquella que supera la tasa de inflación, por ejemplo si la
inflación es del 30% anual, una tasa establecida en el 37% anual será positiva. Por el contrario, la tasa de interés negativa
es cuando es inferior a la tasa de inflación.
Tasas nominal y real: la tasa es nominal, cuando la suma de intereses se expresa en una cantidad determinada de dinero.
La tasa real cuando la cantidad de intereses a percibir no se expresa en una suma determinada, sino a determinar en el
momento del pago y de acuerdo con el rendimiento del capital medido en función del valor de determinados bienes o
servicios.
Tasa simple e interés compuesto: La tasa de interés es simple cuando el capital al que se aplica se mantiene invariable
desde el inicio de la operación, es decir los intereses que se van devengando periódicamente no se capitalizan. En la tasa de
interés compuesto en cambio, los intereses se van capitalizando períodos previos, de manera que el capital al que se le aplica
la tasa crece en la misma proporción que el monto de intereses que se le suma.
Tasa de interés anticipado y tasa de interés vencido. Existe consenso en que el interés anticipado es el que se cobra al
inicio de la operación o al celebrarse el contrato, por eso se los llama también descuento. El interés vencido, en cambio es
aquel que debe ser pagado o, en su caso capitalizado, a la finalización de un periodo determinado e incluso a la finalización
del contrato.
Tasa de interés fijo y tasa variable. Se dice que el interés es fijo, cuando la tasa aplicable se mantiene inmutable desde el
inicio hasta la finalización de la operación. La tasa es en cambio variable, cuando para su determinación es necesario
remitirse a otras tasas o cuando se ha pactado que para fijar la tasa se tendrá en cuenta la evolución periódica de la tasa de
interés de plaza. Será legítima solo cuando sea establecida de acuerdo con “pautas objetivas de mercado” y no cuando sea
el producto de la sola voluntad del acreedor.
Tasa de interés directo y sobre saldos: dado un préstamo que debe ser restituido en cuotas, el interés puede ser pactado a
tasa directa o sobre saldos. Es a tasa directa, cuando la totalidad de los intereses se calculan sobre el capital inicialmente
adeudado, que a los fines del cálculo de intereses se mantiene inmutable. Es obvio que esta tasa resulta siempre más onerosa
para el deudor. La tasa de interés es sobre saldos, cuando el cálculo se hace sobre capital que efectivamente se adeude, es
decir se van descontando del capital, a los fines del cómputo de interés, los pagos parciales de capital que vaya siendo el
deudor.
Tasa de interés puro y tasa de interés productos: el interés es puro cuando no contiene las escorias según. El interés es
un producto cuando contiene aquellas escorias: tasa de inflación, costo financiero, seguro de caución, gastos administrativos
etc.
Tasa de referencia: son tasas de referencia aquellas que suelen mencionarse en los contratos con el propósito de utilizarla
como parámetros comparativos con la tasa pactada por las partes, para verificar su conveniencia o razonabilidad o bien para
adaptarla al respectivo contrato.
Intereses sobre intereses:
Usura: Es la situación que se presenta cuando por la aplicación de altas tasas, los intereses adecuados llegan a montos que,
comparados con el capital que los ha devengado, son tan elevados, que ofenden la moral, las buenas costumbres y las normas
jurídicas que prohíben los abusos. El derecho ha reprobado la usura en todo tiempo y lugar.
Anatocismo. Noción. Interpretación del artículo 770 del Nuevo Codigo.
Artículo 770. “No se deben intereses de los intereses, excepto que:
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a. Una cláusula expresa autorice la acumulación de los intereses al capital con una periodicidad no inferior a seis
meses;
b. la obligación se demande judicialmente; en este caso, la acumulación opera desde la fecha de la notificación de
la demanda;
c. la obligación se liquide judicialmente; en este caso, la capitalización se produce desde que el juez manda a pagar
la suma resultante y el deudor es moroso en hacerlo;
d. otras disposiciones legales prevean la acumulación.”
El anatocismo consiste en la capitalización del interés, que pasa también a devengar interés: Esto quiere decir que hay
acumulación de intereses cuando por acuerdo de partes, por disposición de la ley o por decisión judicial, los intereses se van
devengando, es decir, se van sumando periodo a periodo al capital para devengar en lo sucesivo nuevo intereses, es por eso
que se dice que el anatocismo, permite que los “intereses produzcan nuevos intereses”. Es una práctica que si bien es
impuesta por las necesidades del tráfico, produce el efecto de acrecentar en forma notable la deuda de dar dinero, ya que,
en definitiva, el interés se convierte en capital. De allí que "la capitalización de los intereses” no puede ser admitida cuando
su aplicación lleva a una consecuencia patrimonial que equivale a un despojo del deudor, acrecentando su obligación hasta
un límite que excede los de la moral y las buenas costumbres
La regla es que no se deben intereses de los intereses. Pero existen las cuatro excepciones indicadas en la norma.
 La primera es la voluntad de las partes, el pacto puede ser anterior o posterior al nacimiento de la obligación.
Sin embargo, se limita el lapso de la capitalización, estableciéndose que no puede ser menor a seis meses, con
ello se evita la comisión de conductas abusivas. La prohibición es de orden público, en consecuencia, será nula
y de nulidad absoluta una cláusula que la vulnere.
 En cuanto a la segunda excepción, el código establece que solo existe la posibilidad de aplicar el anatocismo
desde la fecha de notificación de la demanda y no es requisito que los intereses se adeuden por algún periodo
determinado.
 La tercera réplica de la solución del artículo 523 del código derogado. En casos particulares las leyes establecen
la posibilidad de capitalizar intereses. En el código existen algunas reglas especiales: en la cuenta corriente
bancaria y en la cuenta corriente.
Facultades judiciales.
Artículo 771. “Los jueces pueden reducir los intereses cuando la tasa fijada por resultado que provoque la capitalización
de intereses excede, sin justificación y desproporcionadamente, el costo medio del dinero para deudores y operaciones
similares en el lugar donde se contrajo la obligación. Los intereses pagados en exceso se imputan al capital y, una vez
extinguido este, pueden ser repetidos.”
Lo dispuesto en esta norma se aplica a los intereses compensatorios, a los intereses moratorios, a los punitorios legales y al
resultado de la aplicación del anatocismo.
Se establece un criterio netamente objetivo para proceder a la readecuación de la tasa de interés que resulta excesiva. La
comparación se efectúa con "el costo medio" del dinero en situaciones similares a la de la obligación bajo análisis, en el
lugar donde se contrajo la obligación. Estas circunstancias son trascendentes. Por una parte, surge de la norma que la
reducción no debe hacerse a una sola tasa de interés o tipos predeterminado, sino que debe tenerse en cuenta para la
reducción el tipo de obligación y su causa, ya que las tasas varían de acuerdo a estos dos componentes. Por otra parte, y
como en nuestro país, existen en ciertos casos escenarios muy diferentes en función de distintos contextos socioeconómicos,
es la situación del lugar en donde se contrajo la obligación la que debe ser tenida en cuenta por el juez para establecer la
medida de la reducción.
Además, la distorsión debe ser desproporcionada y sin justificación, estas dos calidades que deben confluir. La ausencia
de justificación importa la inexistencia de una razón suficiente de la tasa de interés.
Si bien la cuestión demanda la mayor prudencia, el juez no sólo puede (a pedido de las partes) morigerar la tasa, sino que
también debe hacerlo, de oficio, cuando las condiciones previstas en la norma surgen de manera evidente, y ello en razón
del orden público.
Reducido la tasa de interés, si previamente se había efectuado algún pago, la ley le imputa lo entregado a capital. Si las
condiciones económicas se modifican, la tasa de interés mandada a pagar por una resolución judicial puede ser modificada,
y sin que ello afecte la cosa juzgada.
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5) OBLIGACIONES DE VALOR
Una de las modificaciones más importantes en la materia obligación es el de la regulación de las obligaciones de valor,
aplicada durante muchos años por la jurisprudencia y la doctrina argentina.
Como sabemos las obligaciones dinerarias son aquellas cuyo objeto es la entrega de una suma de dinero. El dinero es lo
debido y es el modo de pago. Por ello se dice el dinero esta in obligationi y además esta in solutione, ello significa que
desde el origen de la obligación, se debe dinero y solo se cumplirá si se paga dinero En la actividad económica son
numerosísimas: el precio de la compraventa, la de pagar la prima en el seguro, la renta vitalicia, la que surge de títulos
valores como el pagaré, el cheque, la letra de cambio etc.
La obligación de valor es aquella en que el objeto es un bien que es medido por el dinero. Es decir que al nacer la
obligación, no se debe dinero, sino un valor abstracto, que se apreciara en dinero al tiempo del cumplimiento. Aquí, el
dinero no es el objeto, sino el modo de pagar; por lo que a diferencia del caso anterior, no está in obligatione, sino in
solutione.
Un ejemplo típico de obligación de valor es la de indemnizar los daños causados por un hecho ilícito; si bien esa obligación
naca cuando se comete el ilícito, en ese momento no se debe una determinada suma de dinero, sino el “valor” del daño
causado; luego cuando se cuantifique ese daño, se sabrá cuánto dinero deberá pagar el deudor.
Diferencias:
En las primeras, el dinero es expresado mediante una suma determinada o determinable al momento del nacimiento de la
obligación; en las de valor, en cambio ello no ocurre al principio sino posteriormente, cuando es precisa la cuantificación.
Las obligaciones de valor adquieren una trascendencia mayor cuando el sistema es nominalista y hay inflación. En las
obligaciones de dar dinero siempre se debe la misma cantidad de dinero, aunque el mismo se desprecia, mientras que en la
de valor, lo debido es el bien, que se valoriza al momento del pago en una cantidad de dinero.
Art 772.”Cuantificacion de un valor. Si la deuda consiste en cierto valor, el monto resultante debe referirse al valor real
al momento que corresponda tomar en cuenta para la evaluación de la deuda. Puede ser expresada en una moneda sin
curso legal que sea usada habitualmente en el tráfico. Una vez que el valor es cuantificado en dinero se aplican las
disposiciones de esta Sección.”
El artículo 772 establece una serie de criterios para la cuantificación, que son los que han receptado la doctrina y
jurisprudencia.
El primero es que la obligación nace con una prestación que consiste en un valor, que luego se transforma en dinero.
Esa transformación debe tomar en cuenta el valor real, que, en la mayoría de los casos es el precio de mercado del bien de
que se trata. En cuanto al momento, el artículo no adopta un criterio específico pero hay numerosas situaciones en que la
ley lo fija (medianería, colación, etc.).Una vez producida esta cuantificación en dinero, se transforma en una obligación
dineraria y se aplican las disposiciones de la sección.
Si bien el artículo indica que la cuantificación de la obligación puede ser expresada "en una moneda sin curso legal
que sea usada habitualmente en el tráfico", lo cierto es que debido a las modificaciones introducidas por el Poder Ejecutivo
en los artículos 765 y 766 del Código, tal previsión es de imposible concreción. Ya que de lo que aquí se trata es de establecer
el monto de una obligación de dar dinero, y las obligaciones de dar moneda que no sea de curso legal en la República son
obligaciones de género. En consecuencia, siempre la evaluación de la deuda deberá ser practicada en moneda de curso
legal.

Distintos casos de obligaciones de valor:


 La indemnización de daños y perjuicios, tanto en la responsabilidad por incumplimiento contractual como en la
extracontractual;
 la obligación proveniente del enriquecimiento sin causa;
 la indemnización por expropiación; la deuda de medianería;
 La obligación de alimentos;
 las recompensas en la sociedad conyugal;
 La obligación de colacionar.
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Bolilla 9
1) OBLIGACIONES ALTERNATIVAS.
Definición legal.

Art. 779: “Concepto. La obligación alternativa tiene por objeto una prestación entre varias que son independientes
y distintas entre sí. El deudor está obligado a cumplir una sola de ellas.”

La obligación alternativa importa la existencia de una relación jurídica creditoria en el cual su objeto se
encuentra indeterminado de entre una pluralidad de prestaciones determinadas y que, por un acto posterior al
nacimiento, la elección, finalmente se vuelve una prestación determinada.
Se trata de una obligación, no varias, por lo que existe unidad de vínculo y no pluralidad. En cuanto al objeto,
existe pluralidad in obligatione (porque se deben varias cosas), y unidad de objeto in solutione, (porque la ejecución de
una de esas cosas libera al deudor de la ejecución de las otras); esto es lo que las diferencia de las obligaciones
facultativas.
Cada una de las prestaciones deben ser diferentes entre sí e independientes las unas de las otras y reunir los
requisitos generales del objeto de las obligaciones. En caso de que alguna carezca de ellos, las otras igual son válidas y
se deben; es decir, que la idoneidad originaria de una prestación se proyecta únicamente sobre ella, y no arrasa a la
obligación.
La alternatividad es parte de la vida negocial, en especial en el marco del comercio actual. Puede tener origen
convencional o legal.

Caracteres.
Alternar es sinónimo de cambiar, variar o reemplazar.
 Las obligaciones son válidas mientras su objeto pueda ser determinado o determinable; en las obligaciones
alternativas el objeto es determinable;
 Se trata de una obligación, y no de varias;
 Por tal motivo, existe unidad de vínculo y no pluralidad;
 Su objeto es plural in obligatione y único in solutione.
 La determinación o individualización del objeto se concreta mediante un acto jurídico que puede ser
otorgado por el deudor (obligación alternativa regular), por el acreedor (obligación alternativa irregular), o
un tercero.

En la dinámica negocial actual se presentan múltiples casos de obligaciones alternativas, lo que revela su utilidad.
 En primer lugar para ambas partes, pues el deudor cuenta con más posibilidades para liberarse, y el acreedor,
correlativamente, ve restringido notablemente (en comparación con las obligaciones de objeto único) el riesgo
de no poder cobrar.
 También favorece el intercambio patrimonial, brindando a los involucrados la posibilidad de satisfacer sus
necesidades de las más variadas maneras, en el marco de una vida negocial cada vez más compleja. En
definitiva, las obligaciones son un instrumento para la satisfacción de intereses, y estos últimos asumen
muchas veces una diversidad tal que se justifica otorgar la facultad de poder optar entre varios caminos.
 Una razón más que justifica la existencia de la categoría: la protección de la debilidad negocial. En efecto, ésta
es una proyección concreta que el Derecho instrumenta para el efectivo logro de los intereses de la parte débil
de la obligación, que podría verse frustrado de no existir una gama de opciones que le permitan, finalmente
concretarlos.
 Las posibilidades son innumerables y favorecen notablemente el intercambio de bienes y servicios.

Diferencias con otras obligaciones.

 Con las de género limitado:

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-En las de género limitado se deben una o varias cosas individuales que no son idénticas entre sí pero forman parte de
una misma especie, y por tales razones se entienden intercambiables;
-En las alternativas se debe elegir entre varias cosas heterogéneas y determinadas que forman un conjunto;

 Con las facultativas:


-En la alternativa, el objeto está compuesto por varias cosas, cualquiera de las cuales podrá ser dada en pago; en la
facultativa se debe una cosa determinada como prestación principal.
-En las alternativas, si una de las cosas perece o se pierde, el deudor estará obligado a entregar otra de las cosas que
integran el conjunto; en la facultativa, si es imposible de cumplimiento el objeto principal sin culpa del deudor, no está
obligado a entregar la accesoria.
-Además, en las alternativas, la elección de la cosa puede corresponder al deudor; al acreedor o a un tercero; en la
facultativa, la facultad de reemplazar el objeto principal por el accesorio le corresponde al deudor.

La elección.

Art. 780: “Elección. Sujetos. Efectos. Excepto estipulación en contrario, la facultad de elección corresponde al
deudor. La opción que corresponde a varias personas requiere unanimidad. Si la parte a quien corresponde la
elección no se pronuncia oportunamente, la facultad de opción pasa a la otra. Si esa facultad se ha deferido a un
tercero y éste no opta en el plazo fijado, corresponde al deudor designar el objeto del pago.
En las obligaciones periódicas, la elección realizada una vez no implica renuncia a la facultad de optar en lo
sucesivo.
La elección es irrevocable desde que se le comunica a la otra parte o desde que el deudor ejecuta alguna de las
prestaciones, aunque sea parcialmente.
Una vez realizada, la prestación escogida se considera única desde su origen, y se aplican las reglas de las
obligaciones de dar, de hacer o de no hacer, según corresponda.”

Características.
La elección es el acto que hace cesar la indeterminación inicial de la prestación y, en definitiva, la concreta,
produciéndose la eliminación de las prestaciones restantes en cuanto objeto de la obligación, considerándose que desde
el origen la prestación de la obligación es la elegida.
Se trata de:
 Un acto jurídico;
 Unilateral;
 Recipticio;
 Irrevocable;
 Y Puede ser invocado en forma expresa o tácita.
En el caso de las obligaciones periódicas, la elección para una etapa no condiciona a las restantes.

Sujetos.
La regla general es que la elección corresponde al deudor, salvo estipulación en contrario, pudiendo ser deferida
al acreedor o, incluso, a un tercero.
Rigen las normas generales relativas al tiempo en que debe otorgarse y, en caso de mora en la elección, si estaba en
cabeza de una de las partes, pasa a la otra; para el supuesto de que el designado hubiera sido un tercero, pasa al deudor.
Cuando la elección se ha puesto en cabeza de varias personas, constituye un acto que, si bien eventualmente
podrá ser otorgado en diferentes momentos por cada una de ellas (si las circunstancias lo permitieran), de todas
maneras requiere unanimidad. En caso contrario, el Código claramente resuelve las cosas a favor del deudor, quien
queda a cargo de practicar la elección.

Forma.
Rige el principio de libertad de formas, pudiendo ser expresa o tácita.
Una de las maneras de manifestación (que debe interpretarse como un signo inequívoco) es la ejecución de una de
las prestaciones por el deudor, sea en forma total o parcial, tal cual se prevé en la norma.

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También podría suceder que quien tiene a su cargo la elección comience a otorgar los actos preparatorios que
corresponden a sus deberes accesorios de conducta para el cumplimiento o la recepción de la prestación (según
quién sea el titular de la elección). En este caso, si tales actos son comunicados por la forma que sea a la otra parte
(esto es, si llegan a conocimiento de la otra parte) y han generado una razón suficiente para inducir que se ha tomado
un camino definido, debe considerarse que existe tal manifestación de voluntad y, por ende, la elección debe tenerse
por otorgada. La cuestión debe ser valorada a la luz del principio de buena fe y de confianza en la apariencia
desplegada.
Tiempo de la elección y mora.
La norma requiere que la elección sea producida "oportunamente”.
Producida la mora en la elección, ya no es necesaria la intervención judicial: en el caso en que haya estado en
cabeza de una de las partes, pasa a la otra; para el supuesto de que el designado hubiera sido un tercero, pasa al
deudor. Por ende, no se aplica lo establecido en el artículo 906, inciso b, del Código (mora del acreedor en la elección
de una cosa indeterminada), que únicamente rige para las obligaciones de género (art. 762 del Código).
Tal solución es acorde con una mayor dinámica negocial, y evita judicializar una cuestión innecesaria.

Irrevocabilidad.
La revocación es un acto excepcional, desde que importa un volver atrás con lo hecho con anterioridad, lo cual
puede (y normalmente lo hace) afectar derechos de terceros. Por tales razones, el Derecho sólo la permite en casos
puntuales, estableciendo sus condiciones de procedencia y sus efectos.
En el caso de las obligaciones alternativas, la revocación de la elección puede tener lugar, pero únicamente hasta
el momento en que se la comunicó a la otra parte, o hasta que se comienza a ejecutar la prestación (si la elección
está en cabeza del deudor).

Nulidad de la elección.
Como en todo acto jurídico, si existe algún vicio o defecto constitutivo, puede acontecer su invalidez.
La nulidad, que por lo general será relativa, vuelve las cosas al estado anterior, lo que significa que deberá
practicarse nuevamente la elección en las mismas condiciones establecidas en el origen, sin perjuicio de las
eventuales indemnizaciones que correspondan.

Efectos de la elección.
La elección produce dos consecuencias:
1. La primera es la determinación de la prestación adeudada, la concentración que produce el descarte de las
restantes (principio de concentración). Por ello, "la prestación escogida se considera única desde su
origen, y se aplican las reglas de las obligaciones de dar, de hacer o de no hacer, según corresponda". Si
se presenta un supuesto de evicción o vicios redhibitorios, la elección no queda sin efecto, y deben aplicarse las
reglas referidas a estas vicisitudes. De todas maneras, si la elección fue practicada de mala fe por el deudor
(conocedor de alguna circunstancia que invalidaba o, eventualmente, producía algún desequilibrio importante
no previsto), podrá dicho acto ser atacado de nulidad.
2. La segunda, como lo prevé la norma, es que en el caso de prestaciones periódicas (ya no anuales como se
indicaba en el código derogado), la elección para una etapa no condiciona a las restantes. Es un caso en el
que la ley entiende que no hay renuncia del derecho a elegir otra prestación en lo sucesivo. Sin perjuicio de
ello, las partes podrían pactar lo contrario.

Obligación alternativa regular. Obligación alternativa irregular. Supuestos especiales.

Art. 781: “Obligación alternativa regular. En los casos en que la elección corresponda al deudor y la alternativa se
da entre dos prestaciones, se aplican las siguientes reglas:
a) Si una de las prestaciones resulta imposible por causas ajenas a la responsabilidad de las partes, o
atribuibles a la responsabilidad del deudor, la obligación se concentra en la restante; si la imposibilidad
proviene de causas atribuibles a la responsabilidad del acreedor, el deudor tiene derecho a optar entre dar
por cumplida su obligación; o cumplir la prestación que todavía es posible y reclamar los daños y perjuicios
emergentes de la mayor onerosidad que le cause el pago realizado, con relación al que resultó imposible;

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b) Si todas las prestaciones resultan imposibles, y la imposibilidad es sucesiva, la obligación se concentra en


esta última, excepto si la imposibilidad de alguna de ellas obedece a causas que comprometen la
responsabilidad del acreedor; en este caso, el deudor tiene derecho a elegir con cuál queda liberado;
c) Si todas las prestaciones resultan imposibles por causas atribuibles a la responsabilidad del deudor, y la
imposibilidad es simultánea, se libera entregando el valor de cualquiera de ella; si lo son por causas
atribuibles a la responsabilidad del acreedor, el deudor tiene derecho a dar por cumplida su obligación con
una y reclamar los daños y perjuicios emergentes de la mayor onerosidad que le ocasione el pago realizado,
con relación al que resultó imposible;
d) Si todas las prestaciones resultan imposibles por causas ajenas a la responsabilidad de las partes, la
obligación se extingue.”

Art. 782: “Obligación alternativa irregular. En los casos en que la elección corresponde al acreedor y la alternativa
se da entre dos prestaciones, se aplican las siguientes reglas:
a) Si una de las prestaciones resulta imposible por causas ajenas a la responsabilidad de las partes, o
atribuibles a la responsabilidad del acreedor, la obligación se concentra en la restante; si la imposibilidad
proviene de causas atribuibles a la responsabilidad del deudor, el acreedor tiene derecho a optar entre
reclamar la prestación que es posible, o el valor de la que resulta imposible;
b) Si todas las prestaciones resultan imposibles y la imposibilidad es sucesiva, la obligación se concentra en la
última, excepto que la imposibilidad de la primera obedezca a causas que comprometan la responsabilidad
del deudor; en este caso el acreedor tiene derecho a reclamar el valor de cualquiera de las prestaciones;
c) Si todas las prestaciones resultan imposibles por causas atribuibles a la responsabilidad del acreedor, y la
imposibilidad es simultánea, el acreedor tiene derecho a elegir con cuál de ellas queda satisfecho, y debe al
deudor los daños y perjuicios emergentes de la mayor onerosidad que le reporte el pago realizado; si lo son
por causas atribuibles a la responsabilidad del deudor, el acreedor tiene derecho a elegir con el valor de
cuál de ellas queda satisfecho;
d) Si todas las prestaciones resultan imposibles por causas ajenas a la responsabilidad de las partes, la
obligación se extingue.”

Art. 783: “Elección por un tercero. Las opciones conferidas al deudor y al acreedor en los artículos 781 y 782
también pueden ser ejercidas, a favor de aquellos, por un tercero a quien le haya sido encargada la elección.”

Estas normas expresan los distintos sucesos que pueden darse en las diferentes prestaciones desde el nacimiento de
la obligación y hasta el momento en que se practica la elección. Esto es, durante la vigencia de la alternatividad.
En los artículos 781 y 782 del Código se prevén todas y cada una de las situaciones que pueden presentarse para el
caso de imposibilidad de una o todas las prestaciones (sea o no por causas imputables a algunas de las partes),
considerándose por separado la obligación alternativa regular (elección a cargo del deudor) y de la irregular (elección a
cargo del acreedor). Cuando la elección ha sido conferida a un tercero, las soluciones de los artículos anteriores se
extienden a ellos. Se hace referencia a la "atribución de responsabilidad", dejándose de lado las referencias a la culpa
de alguna de las partes, desde que, dependiendo del caso, el factor de atribución puede ser subjetivo u objetivo.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

por causas ajenas a la resp


la obligación
de las partes
se concentra
por causas atribuibles a la
en la restante
resp del deudor
S i UNA de las
dar por cumplida su
prestaciones resulta
obligación
imposible
por causas atribuibles a la
el deudor puede
resp del acreedor
cumplir la reclamar los
prestación que daños y
todavia es posible perjuicios

si la imposibilidad el deudor elige


S i TODAS las la obligación se
de una de ellas con cual
prestaciones resultan la imposibilidad es sucesiva concentra en
compromete la resp prestación queda
imposibles esta última
del acreedor liberado

se libera
causas
entregando el valor
atribuibles a la
de cualquiera de
resp del deudor
ellas
OBLIGACIÓN la elección alternativa S i TODAS las
la imposibilidad es
ALTERNATIVA corresponde al entre dos prestaciones resultan
simultánea
REGULAR deudor prestaciones imposibles
causas
dar por cumplida reclamar los
atribuibles a la el deudor tiene
su obligación con daños y
resp del derecho
una perjuiccios
acreedor

S i TODAS las
por causas ajenas a la resp la obligación se
prestaciones resultan
de las partes extingue
imposibles

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

por causas ajenas a la resp


la obligación
de las partes
se concentra
por causas atribuibles a la
en la restante
resp del acreedor
Si UNA de las reclamar la
prestaciones resulta prestación que es
imposible posible
por causas atribuibles a la el acreedor puede
resp del deudor optar entre

reclamar el valor de
la prestación que
resulta imposible

si la imposibilidad el acreedor tiene d°


Si TODAS las la obligación se
de una de ellas a reclamar el valor
prestaciones resultan la imposibilidad es sucesiva concentra en esta
compromete la resp de cualquiera de las
imposibles última
del deudor prestaciones

el acreedor tiene d°
causas
a elegir con cual de debe al deudor los
atribuibles a la
ellas queda daños y perjuicios
resp del acreedor
satisfecho
OBLIGACIÓN la elección alternativa Si TODAS las
la imposibilidad es
ALTERNATIVA corresponde al entre dos prestaciones resultan
simultánea
IRREGULAR acreedor prestaciones imposibles
el acreedor tiene d°
causas
a elegir con el valor
atribuibles a la
de cual de ellas
resp del deudor
queda satisfecho

Si TODAS las
por causas ajenas a la resp la obligación se
prestaciones resultan
de las partes extingue
imposibles
Art. 784: “Elección de modalidades o circunstancias. Si en la obligación se autoriza la elección respecto de sus
modalidades o circunstancias, se aplican las reglas precedentes sobre el derecho de realizar la opción y sus efectos
legales.”

Como bien se ha dicho, "en nuestro derecho, la indeterminación característica de la obligación alternativa puede existir
entre prestaciones objetivamente diferentes o entre dos formas o modos de deber una misma prestación. Dichos
modos pueden guardar relación con el lugar de pago, con el tiempo, etcétera".
Es que, si es posible que existan obligaciones de objeto inicialmente indeterminado, debe también ser viable la
alternatividad en las restantes cuestiones que hacen al cumplimiento (en definitiva, ello facilita notablemente el pago), o
incluso a la adopción de ciertos mecanismos alternativos en razón del incumplimiento (promover la ejecución forzada o
resolver la obligación).
Además de la validez de las diversas posibilidades, es también requisito (como en toda obligación alternativa) que las
opciones sean diferentes entre sí. Pueden tener, también, origen convencional o legal. Pueden referirse al lugar de pago; al
tiempo del pago; modo de ejecutar la prestación (sobre todo en las obligaciones de hacer); eventuales accesorios a entregar
con la cosa principal; extinción e ineficacias funcionales; etc.
La norma se refiere todas aquellas otras situaciones de la obligación ajenas a la alternatividad propia (la referida a la
indeterminación inicial del objeto).

Art. 785: “Obligaciones de género limitado. Las disposiciones de esta Sección se aplican a las obligaciones en las
que el deudor debe entregar una cosa incierta pero comprendida dentro de un número de cosas ciertas de la misma
especie.”

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La norma define claramente lo que se entiende por "género limitado": se trata de prestaciones de dar en las que
(contrariamente a lo que ocurre en las típicas obligaciones alternativas), existe fungibilidad de las diversas cosas entre sí y
son intercambiables.
Esta fungibilidad no es perfecta, porque si así lo fuera, existiría una falsa disyunción. En consecuencia, dichas cosas no
son idénticas entre sí, pero de todas maneras forman parte de una misma especie, y por tales razones se entienden
intercambiables.
Además, es condición esencial que las cosas que integran este lote estén identificadas. Es que, el deudor debe una
prestación (en el caso, todas las prestaciones son de dar), de entre dos o más que están determinadas.
Dos son las consecuencias que se proyectan ante esta situación.
1. La primera es que, por no tratarse de una obligación de género, no rige el principio el género nunca perece (art.
763 del Código), sino las disposiciones sobre los riesgos de las diversas prestaciones contenidas en esta sección
(arts. 781 y 782 del Código). Si todas las cosas que integran el lote perecen por caso fortuito, el deudor queda
desobligado.
2. La segunda es que tampoco rige el principio de la calidad media que impera en las obligaciones de género para la
determinación de la cosa (art. 762 del Código), ya que en el artículo 780 nada se dispone sobre tal circunstancia.
En caso de ser dificultoso determinar si la obligación es de género o de género limitado, es decisivo tener en cuenta
en la voluntad implícita de los contratantes, y los usos y costumbres.

2) OBLIGACIONES FACULTATIVAS.

Concepto.

Art. 786: “Concepto. La obligación facultativa tiene una prestación principal y otra accesoria. El acreedor solo
puede exigir la principal, pero el deudor puede liberarse cumpliendo la accesoria. El deudor dispone hasta el
momento del pago para ejercitar la facultad de optar.”

Caracteres y ámbito.
Las obligaciones facultativas son aquellas en las cuales el deudor debe cumplir con una prestación (denominada
"principal"), pero que al momento del pago, o con anterioridad, y a su sola voluntad, puede extinguirla
mediante el cumplimiento de una prestación diferente (denominada "accesoria").
Se trata de una relación jurídica obligatoria, con la peculiaridad de que el deudor puede mutar la prestación, es
decir, tiene la posibilidad de sustituir el objeto de dicha obligación.
Existe unidad de prestación debida in obligatione y pluralidad de prestaciones idóneas para satisfacer el
interés del acreedor in solutione. Si bien el interés del acreedor puede ser satisfecho mediante la prestación
facultativa, de todas maneras, en razón de la unidad in obligatione, sólo tiene derecho a exigir la principal.
La diferencia esencial con las obligaciones alternativas es que en estas últimas existe in obligatione pluralidad de
objeto (que luego deberá ser determinado por el acreedor o el deudor), en tanto que en las facultativas el objeto es
únicamente el principal. La prestación facultativa debe reunir los requisitos del objeto de la obligación.

Forma y tiempo de la opción para el deudor.


Se indica en la norma que "hasta el momento del pago" puede ejercitarse la facultad de optar, lo cual lleva a
considerar que puede ejercer dicha facultad con anterioridad a este momento, y el deudor no podría variar el camino
elegido.
La cuestión, sin embargo, no se encuentra exenta de polémicas. Para algunos, cualquier anuncio anterior al pago
sería irrelevante, "pues no podría el deudor cambiar unilateralmente la índole de su deuda, alterando el objeto debido
por una manifestación de su voluntad, lo cual sería una novación objetiva inconcebible", por lo cual es necesario el
pago para que haya legítimo ejercicio de la opción.
Otros, en cambio, sostienen que la facultad se rige por principios similares a los de la elección en las obligaciones
alternativas, por lo que la opción quedaría configurada mediante la manifestación de voluntad comunicada al acreedor,
agregándose que "el deudor dispone hasta el momento del pago para ejercitar la facultad de optar”. Dado que nada le
impide hacerlo con anterioridad al momento del pago, no hay razones para postergar la virtualidad de dicho acto hasta
entonces.”

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Esta última es la solución que se ha adoptado, y que tiene también su razón de ser en el principio de buena fe y de
ejercicio regular de los derechos.
El acto jurídico de la opción es no formal, pues la ley no impone solemnidades, y puede ser incluso tácito. Por
eso, "la opción se realiza cuando el deudor notifica al acreedor que pagará tal o cual prestación, cuando ha
comenzado a pagar una u otra, o cuando, como es obvio, paga íntegramente una de ellas.”
También puede el deudor renunciar a ejercer la opción.

Casos de duda.

Art. 788: “Caso de duda. En caso de duda respecto a si la obligación es alternativa o facultativa, se la tiene por
alternativa.”

Pese a que, desde lo conceptual, es clara la distinción entre obligaciones facultativas y alternativas, en los hechos
puede resultar dificultoso si se está en presencia de una obligación alternativa o facultativa. Tales cercanías motivan
que la ley se pronuncie por la existencia de una obligación alternativa.
Algunos autores sostienen que ello es criticable, pues en la obligación facultativa la situación del deudor es más
favorable que en la alternativa, siendo "innegable que con el sistema adverso se facilita la exoneración (liberación), en
beneficio del deudor.”
Otros, en cambio, entienden que es preferible la solución de la norma, porque se favorece el cumplimiento si es que
no hay duda de que existe una obligación, además de que la facultad de sustitución es excepcional y que por ello
necesita de consagración expresa, por lo que, en caso de duda, se la debe tener por no conferida.

¿Cuándo debe considerarse ejercida la opción por el deudor?

1. Tesis de la declaración: El deudor ejerce la opción cuando su declaración, en tal sentido, es recibida por el
acreedor. Sin embargo, no se trata de un problema de elección del objeto debido. Lo que ocurre en la
facultativa es que el deudor está autorizado a modificar el principio de identidad de pago.
2. Tesis del cumplimiento: La facultad del deudor solo puede ser ejercida en el momento del pago, ya que si
el objeto accesorio no está en la “obligación”, lo lógico es que solamente pueda hacer uso de el en la
oportunidad del pago.
3. Renuncia del deudor a su facultad: el deudor puede hacerlo en tiempos inequívocos.

Efectos
a) Respecto de la nulidad, si el vínculo obligatorio se ha constituido con un vicio inherente a la prestación
principal, la obligación es íntegramente nula aunque la prestación accesoria no tenga vicio alguno; si la
prestación accesoria presenta algún vicio, no induce nulidad en cuanto a la prestación principal.
b) El acreedor de una obligación facultativa únicamente puede demandar el cumplimiento de la “prestación
principal”, no puede pretender que se le pague la accesoria.
c) En caso de pérdida total o de imposibilidad de cumplimento sin culpa del deudor es necesario distinguir: si
la contingencia afecta la cosa principal, “el acreedor puede pedir el precio de la que ha parecido o la cosa que
era el objeto de la prestación accesoria”; si la contingencia afecta la prestación accesoria, ninguna influencia
ejercerá sobre la principal, que producirá sus efectos normales.

Opción entre modalidades y circunstancias.

Art. 789: “Opción entre modalidades y circunstancias. Si en la obligación se autoriza la opción respecto de sus
modalidades o circunstancias, se aplican las reglas precedentes.”

La situación contemplada en la norma es análoga a la que surge con la creación de una obligación facultativa,
aunque no se refiera a la prestación en sí, sino a otros aspectos de su cumplimiento.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Señala Llambías que "igualmente la facultad de sustitución puede referirse a las modalidades y circunstancias
de la ejecución (la opción del pago al contado, o en cuotas periódicas con el recargo de intereses, en tal o cual lugar,
etc.)
Siempre, claro está, tal potestad debe ser de titularidad exclusiva del deudor, y no encontrarse in obligatione (en
caso contrario, regirá el art. 784 del Código, en el marco de las obligaciones alternativas).
Nada obsta a que estas circunstancias puedan pactarse con posterioridad al nacimiento de la obligación.
Ésta es, tal vez, la mayor utilidad de la figura, pues si bien son pocos los casos en los que se crea una obligación
facultativa, la variedad de escenarios particulares que se presentan en el tráfico negocial motiva el empleo de diversas
modalidades.

Extinción de la obligación facultativa.

Art. 787: “Extinción. La obligación facultativa se extingue si la prestación principal resulta imposible, sin perjuicio
de la responsabilidad que pueda corresponder.”

En razón del principio de accesoriedad (arts. 856 y 857 del Código), la extinción de la obligación principal por
imposibilidad de cumplimiento posterior a la constitución de la obligación trae aparejada la extinción de la
prestación facultativa.
A la inversa, cualquier vicisitud que afecte a la prestación facultativa en nada afecta a la principal, que sigue
su curso en las mismas condiciones, aunque desapareciendo la posibilidad para el deudor de efectuar la opción.
Vale aclarar que si la prestación principal no podía ser objeto de una obligación, ello arrastra (por causa de la
accesoriedad) a la facultativa, desde que esta última no accederá a obligación alguna.
Por cierto que en caso de que la imposibilidad de cumplimiento de la prestación principal sea imputable al deudor,
éste deberá resarcir los daños ocasionados al acreedor, para cuya evaluación únicamente deberá valorarse la situación
de la prestación principal, y no de la accesoria.

3) OBLIGACIONES DIVISIBLES.

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activa varios acreedores


1) PLURALIDAD
pasiva varios deudores
DE S UJETOS
varios acreedores y
mixta
deudores
la oblig nace con
originaria concurrencia de
sujetos.
con posterioridad a la
tiempo formación formación de una
oblig singular
es debido a se le incorpora un
varios sobreviniente nuevo deudor o un
acreedores nuevo acreedor
uno de ellos paga o es
el la concurrencia de los
Obligaciones carácterísticas es sólo pagado, los demás
mismo disyunta distintos deudores o
mancomunadas típicas: alternativa quedan excluidos del
objeto acreedores
vínculo. divisible
es debido por según si el objeto es
la pluralidad
varios susceptible de
puede ser
deudores fraccionamiento
recae sobre indivisible
el deber de cumplir o todos los
conjunta
la facultad de exigir deudores o
acreedores
el deber de según si el crédito o la simplemente
recae sobre el mismo
2) UNIDAD DEL los deudores o deuda se distribuyan o mancomunada
objeto (sea singular o
OBJETO el d° de los no entre los
plural)
acreedores. participantes
los deudores solidaria
3) UNIDAD DE son deudores
CAUS A en virtud de
la misma causa
los acreedores
fuente
son
acreedores

Método del Código Civil y Comercial.


El Código mantiene la clasificación en Obligaciones divisibles e indivisibles, estableciendo la distinción según la
naturaleza del objeto debido y la susceptibilidad de cumplimiento parcial.
Más adelante, en la Sección 7, trata las Obligaciones de sujeto plural, clasificándolas en simplemente
mancomunadas y solidarias. Al separarlas en diferentes secciones, no cabe duda de que se ha tenido en cuenta un
criterio de clasificación diverso: el objeto en las obligaciones divisibles e indivisibles, y la pluralidad de personas
que aparecen como sujetos de la relación obligatoria, en las obligaciones simplemente mancomunadas y solidarias.
El código derogado fue criticado por la doctrina en cuanto trató a las obligaciones divisibles e indivisibles como si
nada tuvieran que ver con la pluralidad de sujetos, cuando precisamente los fenómenos de la divisibilidad e
indivisibilidad tienen sentido únicamente cuando hay pluralidad de acreedores o deudores.
Cuando la obligación es de sujeto único o singular, la prestación debe cumplirse como si fuera indivisible.
Por ello se ha dicho que la divisibilidad y la indivisibilidad son subdivisiones de la mancomunación, y que el
método recomendable es comenzar con el examen de la divisibilidad, que es el principio general en las obligaciones de
sujeto múltiple o conjunto, pasando luego a tratar las dos excepciones: la indivisibilidad y la solidaridad, que es el
método seguido por el Código alemán.
El nuevo Código sigue esta última orientación, dividiendo el tratamiento del tema de la siguiente forma:
 Sección 6°: Obligaciones divisibles e indivisibles (arts. 805 a 824).
 Sección 7°: Obligaciones de sujeto plural.
Parágrafo 1°: Obligaciones simplemente mancomunadas.
Parágrafo 2°: Obligaciones solidarias.
El cambio que trae el nuevo Código, respecto del derogado, está en que las obligaciones mancomunadas son
tratadas mediante remisión a las obligaciones divisibles e indivisibles.
Así, establece en el art. 826 que los efectos de las obligaciones simplemente mancomunadas se rigen por lo
dispuesto en la Sección 6°, según su objeto sea divisible o indivisible.
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pluralidad de el objeto de la prestación


REGLA Principio de
toda obligación deudores o de sometida debe fraccionarse en tantas
GENERAL fraccionamiento
acreedores partes como sujetos existan

indivisibilidad
EXCEPCIONES
solidaridad
Obligaciones divisibles: concepto y requisitos.

Art. 805: “Concepto. Obligación divisible es la que tiene por objeto prestaciones susceptibles de cumplimiento
parcial.”

Para determinar la divisibilidad de la prestación, nuestro sistema jurídico se inclina por la divisibilidad física o
material, desechando la divisibilidad intelectual, que es la división ideal de una prestación físicamente indivisible.
El criterio de la divisibilidad intelectual concibe que aun los cuerpos ciertos, como un caballo o un automóvil, si
bien no pueden ser naturalmente divididos sin ser destruidos, si podrían ser fraccionados intelectualmente, aclarando
que no se fraccionaría el objeto mismo, sino el derecho que se ejerce sobre él. Es decir, no se trata de una división
física de la cosa, sino del derecho de propiedad sobre ella. Este criterio, bastante utilizado por los jurisconsultos
romanos, en nuestros días ya no es necesario.
Por lo tanto, en nuestro sistema legal la divisibilidad está determinada por la posibilidad de fraccionar la
prestación a cumplir.
La obligación es divisible cuando su objeto, por naturaleza, puede ser dividido en varias partes, siempre que
cada una de ellas mantenga, en proporción, las cualidades y el valor que tenía el todo.
El objeto de la obligación debe tener aptitud para ser dividido, sin perder su sustancia, y para satisfacer, en
fracciones, el interés del acreedor.

Art. 806: “Requisitos. La prestación jurídicamente divisible exige la concurrencia de los siguientes requisitos:
a) Ser materialmente fraccionable, de modo que cada una de sus partes tenga la misma calidad del todo;
b) No quedar afectado significativamente el valor del objeto, ni ser antieconómico su uso y goce, por efecto de
la división.”

La norma recoge los recaudos que la doctrina exige sobre la divisibilidad.


El inciso b, cuando se refiere a que la división no altere significativamente el valor del objeto, está confrontando
la posibilidad material de división del objeto contra la intención o finalidad perseguida por las partes, ya que si, según
éstas, para una construcción sobre un terreno determinado hace falta todo el terreno, su división física hará perder
valor al objeto por quedar afectado significativamente ese valor. Es decir, el terreno si es materialmente fraccionable,
pero pierde su valor, lo cual no coincide con la finalidad perseguida por las partes.
Lo mismo si su división material es posible, pero ello la transforma en antieconómica, por ejemplo, la división
de un terreno en partes que contengan una superficie menor a la de la unidad económica, que permita satisfacer las
necesidades familiares, o a una evolución favorable de la empresa.

Obligación de sujeto singular.

Art. 807: “Deudor y acreedor singulares. Si solo hay un deudor y un acreedor, la prestación debe ser cumplida por
entero, aunque su objeto sea divisible.”

Como se expresó anteriormente al analizar el art. 805, los fenómenos de la divisibilidad e indivisibilidad tienen
sentido únicamente cuando hay pluralidad de acreedores o deudores. Cuando la obligación es de sujeto único o
singular, la prestación debe cumplirse como si fuera indivisible.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El principio de fraccionamiento. Naturaleza de cada fracción.

Art. 808: “Principio de división. Si la obligación divisible tiene más de un acreedor o más de un deudor, se debe
fraccionar en tantos créditos o deudas iguales, como acreedores o deudores haya, siempre que el título constitutivo
no determine proporciones distintas.
Cada una de las partes equivale a una prestación diversa e independiente. Los acreedores tienen derecho a su cuota
y los deudores no responden por la insolvencia de los demás.”

Las obligaciones simplemente mancomunadas (con pluralidad de deudores o acreedores) están gobernadas por el
principio general de la división o fraccionamiento, en virtud del cual el crédito o la deuda se divide en tantas
partes iguales como acreedores o deudores haya, siempre que no se estipule una proporción distinta.
Esto quiere decir que, la obligación sólo en apariencia es una sola, ya que por efecto del fraccionamiento del objeto,
se descompone o desdobla en otras obligaciones distintas las unas de las otras, según el número de deudores o de
acreedores que haya.
Como resultado de la independencia entre las distintas prestaciones, no se responde por la insolvencia de los demás
(si algún deudor no puede pagar).

Límite.

Art. 809: “Límite de la divisibilidad. La divisibilidad de la obligación no puede invocarse por el codeudor a cuyo
cargo se deja el pago de toda la deuda.”

Surge de la norma que es posible que pese a la divisibilidad del objeto, que implica que cada deudor debe responder
sólo por su parte, puede dejarse de lado este principio, y establecerse convencionalmente que pesa sobre un solo
codeudor el pago de toda la deuda.
No se altera el carácter divisible de la obligación, sólo se ha modificado uno de sus efectos propios.

Efectos.

En las obligaciones de sujeto plural con objeto divisible, cobra especial importancia el régimen de los efectos.
Es también necesario discriminar, por un lado, los efectos que se producen entre partes, es decir, entre acreedores y
deudores y, por otro, los que producen las relaciones de los distintos codeudores o coacreedores entre sí.
Por los efectos de la divisibilidad entre partes, se verá:
 Exigibilidad, pago de insolvencia de uno de los deudores;
 Prescripción y cosa juzgada;
 Mora, culpa y cláusula penal;
 Efectos del fraccionamiento en los otros medios de extinción (innovación, revisión de la deuda, transacción y
compensación).
Y por los efectos entre los distintos con deudores y con acreedores serán tratados al final.

1. Exigibilidad: como consecuencia del fraccionamiento, si la pluralidad fuese activa, “cada uno de los
acreedores sólo tendrá derecho para exigir su parte en el crédito”; a la inversa, si la pluralidad fuese pasiva,
“cada uno de los deudores sólo podrá estar obligado a pagar la parte que le corresponde en el crédito”. En
definitiva, el fraccionamiento hace a los codeudores y a los coacreedores extraños entre sí, ya que cada
deudor responde por su propia porción de deuda y cada acreedor sólo tiene derecho a su porción de crédito. Por
regla general, el fraccionamiento debe hacerse en porciones iguales, salvo que:
 Las partes, en el título, hubiesen dispuesto un fraccionamiento desigual;
 Que, por muerte del titular, sus herederos deban dividir el crédito o la deuda, en cuyo caso no lo harán en
partes iguales, sino en proporción a la porción hereditaria de cada uno.

2. La regla general es que dividida la deuda o el crédito, cada deudor se libera pagando su parte la deuda y
cada acreedor satisface su interés cobrando su cuota. Cada pago tiene efecto cancelatorio respecto de la
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

parte debida. Puede ocurrir, sin embargo, que un deudor pague más de lo que corresponde. Situación en
la cual cabe distinguir distintas hipótesis:
a. pago de la totalidad de la deuda por uno de los deudores por encargo de los otros: no importante
es que exista autorización, mandato o convenio de partes, sea que conste en el título de la obligación o
por actos separados. Esta hipótesis da lugar a las siguientes consecuencias:
 El acreedor tiene acción para demandar judicialmente al deudor encargado de pagar, exigiéndole la
totalidad de la deuda;
 Se ha dicho que el acreedor podrá rechazar el pago ateniéndose al fraccionamiento del crédito contra cada
deudor (el Dr. Wayar no admite esta afirmación, ya que el derecho de pagar del deudor debe prevalecer sobre
el derecho del acreedor a hacer valer el fraccionamiento);
 El deudor que ha pagado la totalidad de la deuda tiene acción para reclamar, luego, el reembolso de sus
respectivas cuotas a los otros codeudores. No tiene acción de repetición contra el acreedor.
b. pago en exceso de su parte por uno de los deudores por error o sin causa: en este caso el deudor
tiene derecho a repetir lo pagado en exceso al acreedor, por aplicación de los principios del pago
indebido o del enriquecimiento sin causa. Pero también podrán dirigirse contra sus codeudores y
exigirles el reembolso de lo pagado en exceso de su parte, porque de lo contrario se verían
beneficiados sin causa por un error de quien pago de más.
c. subrogación: en términos del artículo 693 del código derogado, “el deudor que pagase integra la
deuda no será subrogado en los derechos del acreedor contra los otros deudores”. Actualmente, esta
prohibición fue dejada de lado y en el art. 810 se admite la subrogación legal para el deudor de una
obligación divisible que haya pagado en exceso.

3. Insolvencia de uno de los deudores. También como consecuencia del fraccionamiento, si uno o varios de los
codeudores fueran insolventes, los otros codeudores no están obligados a satisfacer la parte de la deuda
que a aquellos correspondía.

4. Prescripción: si por el fraccionamiento existen tantos créditos o deudas como acreedores o deudores haya,
la prescripción corre separadamente para cada uno de ellos. En consecuencia:
 La suspensión de la prescripción respecto a algunos de los deudores no beneficia y perjudica a los otros
acreedores o deudores;
 La interrupción de la prescripción hecha por uno de los coacreedores o dirigida a uno de los codeudores
tampoco beneficia y perjudica a los demás acreedores o deudores.

5. Cosa juzgada. La sentencia dictada en contra de uno de los deudores, o a favor de uno de los acreedores, no
produce los efectos de la cosa juzgada respecto de los otros acreedores o deudores que no intervinieron
en el juicio.

6. Otros efectos:

a. Mora y culpa: la mora o la culpa de uno de los deudores no tiene efecto respecto de los otros.
b. Cláusula penal: el fraccionamiento también alcanza a la cláusula penal: no incurrirá en la pena sino el
deudor que contraviniese en la obligación, y solamente por la parte que le correspondía de la obligación.
c. Otros medios de extinción: la renovación, la remisión de la deuda, la transacción y la compensación operada
entre uno de los deudores con el único acreedor (pluralidad pasiva) o entre uno de los acreedores con el único
deudor (pluralidad activa), no producen efecto alguno, ni perjudica ni aprovechan a los restantes deudores
o acreedores.

Derecho de reintegro en caso de que el deudor paga más de su parte.


Art. 810: “Derecho al reintegro. En los casos en que el deudor paga más de su parte en la deuda:
a) Si lo hace sabiendo que en la demasía paga una deuda ajena, se aplican las reglas de la subrogación por
ejecución de la prestación por un tercero;
b) Si lo hace sin causa, porque cree ser deudor del todo, o porque el acreedor ya percibió la demasía, se
aplican las reglas del pago indebido.”
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El artículo regula las acciones que tiene el deudor, para recuperar la parte que pagó en exceso.
En el inciso a elimina la prohibición del artículo 693 del código derogado, que no admitía la subrogación legal para
el deudor de una obligación divisible que había pagado en exceso, lo que estaba en contradicción con lo dispuesto en el
artículo 768, inciso 3°, del código derogado, que otorgaba la subrogación legal al tercero no interesado que hace el
pago, con conocimiento o en ignorancia del deudor.
Se regula con claridad para todos los casos en que el deudor paga en exceso, diferenciando si el pago fue hecho
conociendo que pagaba una deuda ajena, o fue sin causa, estableciendo las reglas que se aplican para el reintegro:
 Las reglas de la subrogación en el inciso a;
 Y las reglas del pago indebido en el inciso b.
En el caso del inciso b, en realidad debió decir las reglas del enriquecimiento sin causa, ya que el nuevo Código
(art. 1796) coloca el pago indebido como un supuesto particular del enriquecimiento sin causa.
En el caso del inciso a, además de la subrogación, también puede reclamar de los otros codeudores el pago
realizado en exceso, en virtud de las acciones de mandato, de gestión de negocios y de enriquecimiento sin causa en los
términos del artículo 882 del nuevo Código.

Determinación de las partes de los distintos deudores.

Art. 811: “Participación. La participación entre los acreedores de lo que uno de ellos percibe de más se determina
conforme a lo dispuesto por el artículo 841.”

Se trata el supuesto en que uno de los acreedores percibe más que su cuota en el crédito.
Remite al art. 841, en el que se establecen las reglas aplicables a la contribución entre deudores y acreedores según
la relación interna que los liga. Rige residualrnente el principio de la contribución por partes iguales.

Obligación divisible y solidaria.

Art. 812: “Caso de solidaridad. Si la obligación divisible es además solidaria, se aplican las reglas de las
obligaciones solidarias, y la solidaridad activa o pasiva, según corresponda.”

La norma aclara que cuando la obligación divisible es además solidaria, rige el régimen de la solidaridad sea
activa o pasiva.
Es un reforzamiento del método seguido por el Código, que considera a la divisibilidad como principio general y
a la indivisibilidad y a la solidaridad como las excepciones, según se explicó en el comentario al art. 805.

4) OBLIGACIONES INDIVISIBLES.
Concepto y requisitos.

Art. 813: “Concepto. Son indivisibles las obligaciones no susceptibles de cumplimiento parcial.”

Las obligaciones son indivisibles cuando las prestaciones no pudiesen ser cumplidas sino por entero, debido a
que tienen por objeto cosas o hechos no susceptibles de fraccionamiento.
Habrá indivisibilidad si se cumplen los siguientes requisitos:
1. Debe haber pluralidad de sujetos;
2. Según el criterio de divisibilidad natural, el objeto de la obligación, por naturaleza, no debe ser susceptible
de división;
3. No admiten un cumplimiento parcial; por el contrario, su cancelación solo podrá llevarse a cabo si el pago se
hace “por entero”.
Es fundamental tener en cuenta que la indivisibilidad es una excepción al principio de fraccionamiento que resulta
de la naturaleza del objeto debido.

Clases de indivisibilidad.

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Art. 814: “Casos de indivisibilidad. Hay indivisibilidad:


a) Si la prestación no puede ser materialmente dividida;
b) Si la indivisibilidad es convenida; en caso de duda sobre si se convino que la obligación sea indivisible o
solidaria, se considera solidaria;
c) Si lo dispone la ley.”

Las prestaciones son indivisibles si no se pueden cumplir parcialmente, sino en su totalidad.


Esa indivisibilidad puede asumir diferentes formas: material, convencional o legal.
 Material: cuando obedece a un criterio de la realidad, ya que por su propia naturaleza la prestación u objeto
debido no es susceptible de división sin que se altere su sustancia, o es imposible dividirlo en partes
homogéneas al todo;
 Convencional o ideal o voluntaria: independientemente de la naturaleza de la prestación, es la voluntad de
las partes la que transforma en indivisible la prestación, aunque la misma sea materialmente divisible;
 Legal: surge de la ley.

Diferencias entre indivisibilidad y solidaridad. Presunción de solidaridad.


Existe un aspecto común a ambas, que es el derecho de cada uno de los acreedores a reclamar el cumplimiento
íntegro de la prestación a cualquiera de los deudores.
La diferencia es que la indivisibilidad no crea una asociación de intereses entre los coacreedores o codeudores,
sino que resulta de una imposición de los hechos o de la voluntad de las partes; cada deudor permanece extraño a los
demás y sólo responde por sus propios hechos/actos y no por los ajenos.
Es diferente en la solidaridad, en la que por el carácter asociativo de los vínculos, hay una mayor propagación de
los efectos ocurridos en uno de ellos a todos los otros
El inciso b, del artículo, al tratar la indivisibilidad convencional, establece que en caso de duda sobre si se
convino que la obligación sea indivisible o solidaria, se considerará solidaria, Salvo que lo contrario surja de la ley o
de la voluntad de las partes.

Prestaciones indivisibles.

Art. 815: “Prestaciones indivisibles. Se consideran indivisibles las prestaciones correspondientes a las obligaciones:
a) De dar una cosa cierta;
b) De hacer, excepto si han sido convenidas por unidad de medida y el deudor tiene derecho a la liberación
parcial;
c) De no hacer;
d) Accesorias, si la principal es indivisible.”

El artículo establece las prestaciones que se consideran indivisibles.


a. Dar una cosa cierta.
Es un caso de indivisibilidad material, y que el cumplimiento no puede ser fraccionado sin alterar la esencia y
el valor de la cosa.
Ello es independiente de que sea divisible el derecho real de dominio (por ej, si la cosa cierta a entregar pertenece a
tres propietarios). El derecho real de dominio es divisible (divisibilidad intelectual), porque uno de los deudores
podría ceder su derecho, pero la obligación de entregar la cosa cierta es indivisible, porque no puede ser cumplida en
forma fraccionada.
No está previsto el caso de la obligación de entregar varios cuerpos ciertos. Al no estar contemplada
específicamente esta situación se considera que rige la regla general de la indivisibilidad, como también establece
parte de la doctrina.
b. Obligaciones de hacer.
Se mantiene el criterio del código derogado. La regla es la indivisibilidad, salvo excepciones, como la que
establece la norma.
c. Obligaciones de no hacer.
En estas obligaciones se cambia el principio existente en el código derogado, estableciendo que siempre son
indivisibles.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El art. 671 del código derogado establecía que en las obligaciones de no hacer, la divisibilidad o indivisibilidad de
la obligación se decidía por el carácter natural de la prestación, en cada caso particular.
En la interpretación de ese artículo la doctrina está dividida en dos posturas:
 Son siempre indivisibles, que es la que adopta el nuevo Código.
 La regla es la indivisibilidad, aunque muy excepcionalmente pueda considerárselas divisibles si el interés del
acreedor no se frustra por la división.
d. Accesorias, si la principal es indivisible.
Esta categoría no estaba incluida en el código derogado. Aunque la obligación accesoria sea divisible
materialmente, será indivisible si lo es la principal, por el principio de que lo accesorio sigue la suerte de lo
principal.

Indivisibilidad convencional.

La indivisibilidad puede ser natural o convencional. Nuestro derecho sigue el criterio de la divisibilidad natural, en
virtud del cual la divisibilidad o indivisibilidad de una obligación depende de la naturaleza de su objeto.
Sin embargo, por imperio de la autonomía de la voluntad, las partes también pueden establecer una
indivisibilidad convencional.
Como consecuencia, un objeto por naturaleza divisible puede convertirse, por voluntad de las partes, en indivisible;
por ejemplo, una obligación de dar dinero, que por la naturaleza de su objeto es esencialmente divisible, puede ser
pactada como indivisible.
Pero como la voluntad humana no puede alzarse contra la naturaleza, si el objeto de la obligación es indivisible, por
ejemplo un automóvil, no podrán las partes, por contrato, convertirlo en divisible.

La cuestión en nuestro derecho.

 En nuestro derecho, como ya se dijo, quedó consagrado el criterio de la divisibilidad natural. Las
obligaciones son divisibles cuando tienen por objeto prestaciones susceptibles de cumplimiento parcial; son
indivisibles si las prestaciones no pueden ser cumplidas sino por entero. La divisibilidad natural es la regla
general.
 Se ha desechado el criterio de la divisibilidad intelectual. Toda obligación de dar un cuerpo cierto, por
ejemplo un caballo o un automóvil, es indivisible, incluso cuando el derecho sobre él, por pertenecer a varias
personas, deba dividirse en partes diferentes. Que el derecho sobre una cosa pueda dividirse no significa que la
obligación de entregarla sea divisible si la cosa misma no lo es.
 La indivisibilidad convencional equivale a someter una obligación divisible al régimen jurídico de la
solidaridad. Esto es así porque las partes pactan que una obligación divisible se cumpla como indivisible; no
crean una especie de indivisibilidad distinta de la natural, sino que someten esa obligación, por naturaleza
divisible, al régimen de las obligaciones solidarias. La indivisibilidad “convencional” y la indivisibilidad “de la
solidaridad”, por derivar de idéntica fuente (voluntad de las partes) deben someterse al mismo régimen jurídico
para evitar errores, confusiones y soluciones desiguales para situaciones prácticamente idénticas.

Efecto principal: derecho al pago total.

Art. 816: “Derecho de los acreedores al pago total. Cada uno de los acreedores tiene derecho de exigir la totalidad
del pago a cualquiera de los codeudores, o a todos ellos, simultánea o sucesivamente.”

El artículo establece el efecto principal de las obligaciones indivisibles con respecto al lado activo (acreedor).
El principio es correcto y consecuencia lógica del carácter compacto de la prestación.
Se deduce que la insolvencia de alguno de los deudores la soportan los codeudores y no el acreedor, que puede
ir contra los restantes en forma sucesiva hasta agotar su interés.

Legitimación para pagar.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Art. 817: “Derecho a pagar. Cualquiera de los codeudores tiene derecho a pagar la totalidad de la deuda a
cualquiera de los acreedores.”

La norma establece que cualquiera de los codeudores tiene derecho a pagar la totalidad de la deuda a cualquiera de
los acreedores. Lo que equivale a decir que está obligado al pago total a cualquiera de los acreedores.
Modos extintivos: cuando se requiere unanimidad.

Art. 818: “Modos extintivos. La unanimidad de los acreedores es requerida para extinguir el crédito por
transacción, novación, dación en pago y remisión. Igual recaudo exige la cesión del crédito, no así la
compensación.”

El artículo establece los medios de extinción de las obligaciones que necesitan unanimidad de los acreedores.
Es importante tener en cuenta que en las obligaciones indivisibles la propagación de efectos se relaciona con el
carácter compacto e insusceptible de fraccionamiento del objeto debido, y por tal motivo asume sus principales
proyecciones en el plano del cumplimiento obligacional.
En cambio, los efectos de aquellos hechos que sean independientes de la prestación, ocurridos entre algún
coacreedor y algún codeudor, sólo producen consecuencias personales.
En el artículo se prevé el caso de pluralidad de acreedores y los siguientes modos de extinción:
 Transacción.
 Novación.
 Dación en pago.
 Remisión.
Se incluye la cesión del crédito aunque no es técnicamente un modo extintivo.
Para los cinco casos se requiere la unanimidad de acreedores. Esto, en otras palabras, equivale a decir que el
principio general es que no hay propagación de efectos a los otros vínculos, en las obligaciones indivisibles. Para
que esta propagación se produzca es necesaria la unanimidad de los acreedores, por lo que si un acreedor no
intervino en el acto, tal propagación de efectos no se produce.
En el nuevo Código no se requiere en cambio la unanimidad de los acreedores, respecto de la compensación
legal, ya que por efecto de ella, se provoca el aniquilamiento total o parcial del crédito, según corresponda. Quiere
decir que este medio de extinción también produce efectos propagatorios con relación a los demás acreedores, sin
perjuicio de la participación interna que corresponda entre ellos.

El régimen de las obligaciones divisibles está gobernado por el principio de fraccionamiento.


En cambio, el régimen de las obligaciones indivisibles está dominado por el principio de propagación, en
virtud del cual los efectos de la obligación sucedidos respecto de uno de los deudores o uno de los acreedores se
propagan o trasladan hacia los demás. Esta propagación de los efectos se relaciona con la naturaleza compacta y
unitaria del objeto de la obligación indivisible: siendo el objeto indivisible, lo que uno de los deudores o acreedores
haga con ese objeto afecta necesariamente a los demás.

Distribución y contribución. Conceptos. Criterio legal.

El régimen previsto para regular las relaciones entre los codeudores o de los coacreedores entre sí es común
tanto para las obligaciones divisibles como para las obligaciones indivisibles.
La hipótesis que se presenta es: uno de los deudores ha pagado la totalidad de la deuda a uno de los acreedores (esto
debe pasar siempre en las obligaciones indivisibles; mientras que en las divisibles puede ocurrir cuando uno de los
deudores, por cualquier causa, paga toda la deuda o paga más de lo que le correspondía). Una vez producido el pago
total, sea la obligación divisible o indivisible, se tiene que resolver el problema:
 ¿Cómo se distribuirá entre todos los acreedores el crédito que ha sido cobrado por uno de ellos?
 ¿Cómo deberán los codeudores contribuir con el que ha pagado para que no termine éste soportando todo el
peso de la deuda?

Distribución.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Cuando la pluralidad es activa (pluralidad de acreedores), cada uno de los acreedores tiene derecho a su parte en
el crédito. El reparto del crédito entre sus titulares, respetando la cuota que a cada uno corresponde se denomina
“distribución” o “participación”.
 En la obligación divisible, la distribución será en especie, ya que pudiendo dividirse el objeto específico, a
cada acreedor le corresponde una cuota o parte de ese objeto.
 En la obligación indivisible, no siendo posible el fraccionamiento del objeto, tampoco es posible la
distribución en especie; por lo que sólo queda establecer el valor que ese objeto tiene “en dinero” para
proceder, luego, a la distribución.

Art. 821: “Participación. Si uno de los acreedores recibe la totalidad del crédito o de la reparación de los daños, o
más que su cuota, los demás tienen derecho a que se les pague el valor de lo que les corresponde conforme a la
cuota de participación de cada uno de ellos, con los alcances que determina el artículo 841.
Tienen igual derecho si el crédito se extingue total o parcialmente, por compensación legal.”

Contribución.
Cuando la pluralidad es pasiva (pluralidad de deudores), cada uno de los deudores tiene el deber de pagar su
parte en la deuda.
En este caso, la operación de reintegro al deudor que pagó, de la parte que a cada uno de los otros codeudores le
correspondía pagar, se llama “contribución”.
También en este caso, si la obligación es divisible, el reintegro deberá hacerse en especie; si es indivisible, deberá
hacerse en dinero.

Art. 820: “Contribución. Si uno de los deudores paga la totalidad de la deuda, o repara la totalidad de los daños, o
realiza gastos en interés común, tiene derecho a reclamar a los demás la contribución del valor de lo que ha
invertido en interés de ellos, con los alcances que determina el artículo 841.”

Criterio legal para distribuir o para contribuir.


¿Cómo debe hacerse la distribución o la contribución? ¿Cuánto “recibe” cada acreedor en la distribución y cuánto
debe “poner” cada deudor en la contribución”?

Art. 841: “Determinación de la cuota de contribución. Las cuotas de contribución se determinan sucesivamente de
acuerdo con:
a) Lo pactado;
b) La fuente y finalidad de la obligación o, en su caso, la causa de la responsabilidad;
c) Las relaciones de los interesados entre sí;
d) Las demás circunstancias.
Si por aplicación de estos criterios no es posible determinar las cuotas de contribución, se entiende que participan
en partes iguales.”

Art. 848: “Cuotas de participación. Las cuotas de participación de los acreedores solidarios se determinan
conforma lo dispuesto en el artículo 841.”

Régimen de la mora e imputabilidad.

Art. 819: “Responsabilidad de cada codeudor. La mora de uno de los deudores o de uno de los acreedores, y los
factores de atribución de responsabilidad de uno u otro, no perjudican a los demás.”

Establece un claro principio de no propagación de los factores de atribución de responsabilidad, sean


subjetivos u objetivos.
Innova, con relación al código derogado, ya que incorpora los factores objetivos de responsabilidad, pero mantiene
el principio establecido en el artículo 685 de dicho código, en cuanto a que la responsabilidad es personal del que
incumple.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Por aplicación de los principios generales y de las normas previstas para situaciones análogas, se observan las
siguientes reglas:
a. La situación de mora en que incurra uno de ellos debe ser apreciada como una situación personal, no
transferible a los demás. Por lo tanto, los efectos de la mora de un deudor no afectan a los demás;
b. Si la obligación indivisible está sujeta a un plazo expreso de cumplimiento común a todos los deudores, el solo
vencimiento de dicho plazo determinará la mora de todos los deudores. El vencimiento del plazo pone a todos
los deudores en mora, porque el plazo se vence para todos igual. Pero la mora sigue siendo una situación
personal de cada uno. Por ello, si el plazo no es común, cada uno quedará en mora al vencimiento de su
respectivo plazo;
c. Solo estará en mora aquel deudor que haya sido interpelado por el acreedor (pues es necesario para que
éste incurra en mora) y no los demás deudores. En definitiva, aunque en razón de la indivisibilidad del objeto
la obligación deba cumplirse íntegramente por cualquiera de los deudores, solo quedará constituido en mora
aquel que fuera interpelado; sus efectos no se propagan a los otros codeudores;
d. Las soluciones deben ser las mismas en caso de mora de uno de los acreedores:
 Si un deudor formula ofrecimiento real de pago a un acreedor y éste lo rechaza sin justificación válida,
habrá incurrido en mora creditoris, pero los efectos de esta mora se extenderán hacia los otros acreedores;
 Si el ofrecimiento se dirige a todos los acreedores conjuntamente, todos quedarán en mora; pero si uno de
ellos tiene motivos válidos para rechazar la oferta, justificando su negativa a recibir quedará liberado de los
efectos de la mora, aunque ese beneficio no podrá ser aprovechado por los otros coacreedores.

Prescripción extintiva.

Art. 822: “Prescripción extintiva. La prescripción extintiva cumplida es invocable por cualquiera de los deudores
contra cualquiera de los acreedores.
La interrupción y la suspensión del curso de la prescripción extintiva se rigen por lo dispuesto en el Libro Sexto.”
Se mantiene, como en el código derogado, la propagación de efectos de la prescripción cumplida y de la
interrupción de la prescripción. Se innova respecto del código derogado en cuanto otorga efectos propagatorios a la
suspensión de la prescripción.
En el primer párrafo del artículo, al igual que en el código derogado, artículo 688, se mantiene la propagación de
efectos de la prescripción cumplida.
En el segundo párrafo se remite a lo dispuesto en el Libro Sexto respecto de la interrupción y suspensión de la
prescripción.
En el Libro Sexto, Título I, Capítulo 1, Secciones 2a y 3a, artículos 2540 y 2549, respectivamente, se establece el
efecto propagatorio de la interrupción y suspensión de la prescripción en las obligaciones solidarias e
indivisibles.
De lo expuesto surge que el nuevo Código establece la misma solución que el código derogado para la interrupción
de la prescripción (propagación de efectos según artículo 688 derogado). No así con relación a la suspensión de la
prescripción, ya que en virtud de lo establecido en el artículo 2540 se le concede efectos propagatorios, a diferencia de
lo previsto en el artículo 3982 del código derogado.

Indivisibilidad impropia.

Art. 824: “Indivisibilidad impropia. Las disposiciones de este parágrafo se aplican a las obligaciones cuyo
cumplimiento solo puede ser exigido por todos los acreedores en conjunto, o realizado por todos los deudores en
conjunto, excepto las que otorgan a cada uno el derecho de cobrar o a pagar individualmente.”

Las obligaciones de indivisibilidad impropia se caracterizan porque, a diferencia de lo que ocurre con las
obligaciones indivisibles propiamente dichas, su cumplimiento requiere la colaboración organizada de todos los
deudores y en consecuencia sólo puede demandarse a todos ellos en conjunto.
Son incorporadas como norma positiva. Antes eran estudiadas por la doctrina y jurisprudencia.
Se las llama también de indivisibilidad irregular o imperfecta, por oposición a las de indivisibilidad propia, donde la
prestación puede ser exigida por cualquiera de los acreedores a cualquiera de los deudores y viceversa.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El deudor demandado por una obligación indivisible impropia tiene el derecho de citar a sus codeudores, no
aplicándose los artículos 816 y 817 del Código.
Se caracterizan por: los actos de uno benefician o perjudican a los demás; la constitución en mora debe efectuarse
respecto de todos los obligados; el pago debe hacerse por todos los deudores en conjunto a todos los acreedores en
conjunto.
Son casos de indivisibilidad impropia: la obligación de escriturar cuando el inmueble vendido pertenece a varias
personas; la obligación de otorgar el reglamento de copropiedad y administración; la obligación de rendir cuentas; la
obligación de restituir a cosa depositada cuando sean varios los depositantes.
La regulación legal resulta acertada al excluir la aplicación de las normas de las obligaciones indivisibles en lo
relativo a la facultad de cobrar o pagar individualmente el total de lo debido.

5) OBLIGACIONES SEGÚN EL NÚMERO DE SUJETOS.

Las obligaciones con relación al número de sujetos.

Método del código derogado. Crítica.


Se ocupó de las obligaciones de sujeto múltiple empleando un método que la doctrina ha criticado.
Al tratar las obligaciones en cuanto a su objeto, incluyó en un título especial (el XII) las disposiciones relativas a
las obligaciones divisibles e indivisibles (arts. 667 a 689).
Más adelante, al tratar sobre las obligaciones con relación a las personas, trata de la mancomunación simple en el
Título XIII (arts. 690 a 698) y de la solidaria en el Título XIV (arts. 699 a 717).
Dicho método induce a error, ya que un lector desprevenido podría creer que las obligaciones de sujeto singular
con objeto divisible poco tienen que ver con las de sujeto múltiple, cuyo objeto también es divisible.
Sin embargo, el propio Código se encarga de demostrar que esto no es así, ya que la regulación prevista para las
obligaciones de sujeto singular con objeto divisible (arts. 677 a 678) es idéntica a la prevista para las de sujeto plural
cuyo objeto también es divisible (arts. 694 a 696). Es necesario señalar la inutilidad de esta doble legislación.

Método del Código Civil y Comercial.


Aparece un cambio con respecto del código derogado: las obligaciones mancomunadas no tienen regulación propia
y son tratadas mediante remisión a las obligaciones divisibles e indivisibles, tal como dispone el art. 826.
Es también el método seguido por el Proyecto de Reformas al código civil, elaborado por la Comisión designada
por decreto 468/92, que trata sólo las obligaciones divisibles, indivisibles y solidarias.
Ello, además de mayor claridad, ha redundado en una importante reducción de la cantidad de artículos, ya que
normas similares se encontraban replicadas en el código derogado en las obligaciones divisibles y en las obligaciones
mancomunadas.
Se considera beneficiosa y muy acertada la denominación de la Sección 7° con el título de Obligaciones de sujeto
plural, en vez de Obligaciones mancomunadas del Proyecto de 1998; tal denominación era confusa, porque llevaba a
pensar en uno solo de sus tipos, el de la mancomunación simple, y sin embargo abarca también a las obligaciones
solidarias y a las obligaciones concurrentes.
El Código alemán trae un título similar al adoptado, llamado Pluralidad de deudores y acreedores. Al mismo
tiempo, Obligaciones de sujeto plural es una denominación clásica utilizada por la mayoría de la doctrina.
Respecto del Proyecto de 1998, en el nuevo Código se ha mejorado la metodología, ya que se legisla primero sobre
las obligaciones divisibles e indivisibles y luego sobre las mancomunadas y solidarias.
Ello es lo que permite que en las obligaciones simplemente mancomunadas se haga, posteriormente, una remisión a
las obligaciones divisibles e indivisibles.

Obligaciones simplemente mancomunadas. Concepto.

Art. 825: “Concepto. La obligación simplemente mancomunada es aquella en la que el crédito o la deuda se
fracciona en tantas relaciones particulares independientes entre sí como acreedores o deudores haya. Las cuotas
respectivas se consideran deudas o créditos distintos los unos de los otros.”

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Art. 826: “Efectos. Los efectos de la obligación simplemente mancomunada se rigen, por lo dispuesto en la Sección
6° de este Capítulo, según que su objeto sea divisible o indivisible.”

Se las denomina simplemente mancomunadas porque a pesar de coexistir en la obligación varios acreedores o
deudores, no existe asociación de intereses entre ellos. La obligación sigue gobernada por el principio general de
división o fraccionamiento que determina la existencia de una pluralidad de relaciones jurídicas funcionalmente
independientes.
Sus características son: (ver cuadro pág. 9)
 La pluralidad de sujetos en la faz activa o pasiva, o en ambas;
 La unidad de objetos;
 Causa fuente única;
 Pluralidad de vínculos disociados o independientes.

El art. 826 hace una remisión a las normas de las obligaciones divisibles o indivisibles, porque esta clasificación
sólo tiene sentido en tanto haya mancomunación.
De este modo se evita una repetición o doble regulación y se eliminan artículos innecesarios.

Mancomunación simple y divisibilidad.

Si bien la divisibilidad o indivisibilidad sólo puede predicarse respecto del objeto, la mayor importancia práctica de
la clasificación se presenta en las obligaciones con sujeto múltiple.
Cuando hay un solo deudor y un solo acreedor, la obligación, aun cuando su objeto sea divisible, debe cumplirse
como si fuera indivisible.
Es posible distinguir la divisibilidad e indivisibilidad por un lado, y la mancomunación simple y solidaria por el
otro. Pero es importante reiterar que la divisibilidad y la indivisibilidad son especies que si bien pueden presentarse en
una obligación con sujeto singular, cobran verdadera relevancia jurídica cuando la obligación tiene pluralidad de
sujetos.
La divisibilidad cobra relevancia jurídica cuando la obligación es de simple mancomunación, es decir, cuando su
objeto es repartible entre varios deudores o a favor de varios acreedores. Llamar a estas obligaciones “simplemente
mancomunadas con objeto divisible” sería inútil, ya que bastaría con decir simplemente mancomunada pues, siendo tal,
por regla general es divisible; la indivisibilidad es una excepción a la mancomunación simple.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Bolilla 10
1) OBLIGACIONES SOLIDARIAS.
La definición legal.

Art. 827: “Concepto. Hay solidaridad en las obligaciones con pluralidad de sujetos y originadas en una causa única
cuando, en razón del título constitutivo o de la ley, su cumplimiento total puede exigirse a cualquiera de los
deudores, por cualquiera de los acreedores.”

Los elementos de las obligaciones solidarias son:


 La pluralidad de sujetos;
 La causa fuente única. Se debe destacar que la pluralidad de causas generadoras de la obligación significa que
existen varias obligaciones distintas, lo cual es incompatible con la idea de solidaridad;
 La unidad de objeto;
 La pluralidad de vínculos. Estos vínculos tienen una particular estructura: se presentan coligados o
concentrados, dando a la obligación una estructura unitaria, y como consecuencia, lo que suceda a uno de los
vínculos se propaga, en principio, a los demás vínculos paralelos.
El carácter específico y a la vez efecto principal de las obligaciones solidarias es que cada coacreedor puede
demandar a cada deudor el cumplimiento total del objeto debido, con prescindencia de su carácter divisible o
indivisible. Es decir, que no se fracciona el objeto, aunque este sea por naturaleza divisible, por lo que cualquiera de
los acreedores tiene derecho a exigir el cumplimiento íntegro y cualquiera de los deudores está obligado al pago
íntegro. El pago efectuado por un codeudor extingue totalmente la obligación.

Fundamentos de la solidaridad.

Se han expuesto diversas explicaciones:

 Teoría del mandato tácito.


Según esta teoría, la solidaridad se asocia a la idea de representación recíproca, ya que siempre la actuación de
uno de los acreedores o de uno de los deudores beneficia o perjudica a los restantes.
Considera que los codeudores se han dado un poder recíproco en interés del acreedor.
Así, se formula la siguiente regla general: todo acto cumplido contra cualquier deudor solidario se considera
realizado contra todos los demás, debiendo estos soportar sus consecuencias.

 Teoría del interés común.


La teoría del mandato tácito ha sido duramente criticada, a tal punto que se ha llegado a sostener que es una pura
explicación doctrinal de la ley, concepto falso en sí mismo y contrario a la realidad de las cosas.
No se justifica recurrir a dicha construcción jurídica para explicar por qué en las obligaciones solidarias todos los
deudores son responsables frente al acreedor en caso de inejecución.
Son varias las razones que fundamentan esta consecuencia:
 En todas aquellas situaciones en las que varias personas se constituyen en parte acreedora o deudora, inspiradas
en un interés común, la solidaridad es el instrumento jurídico útil y necesario para tutelar esa comunidad
de intereses;
 Con la solidaridad pasiva se tiende a asegurar al acreedor que cobrara su crédito, ya que la insolvencia u
otra contingencia que pudiera afectar a uno de los deudores, no le impedirá dirigirse contra los otros deudores y
reclamar la totalidad de la deuda;
 La seguridad jurídica que ello representa ha favorecido notablemente el comercio jurídico, y mientras así
sea la ley no puede dejar de alentarla; tampoco es necesario elaborar falsas teorías, pues hay suficientes
razones de política jurídica que la sustentan;
 Con la solidaridad activa se tiende a facilitar el pago.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Caracteres.

La obligación solidaria presenta, por un lado, las características de toda obligación mancomunada y, por otro,
caracteres específicos.

Como obligación mancomunada tiene:


 Pluralidad de sujetos, la solidaridad puede ser activa, pasiva o mixta;
 Unidad de objeto;
 Unidad de causa.

Sus caracteres específicos son dos:


 Pluralidad de vínculos coligados.
La primera característica típica y propia de la obligación solidaria es la pluralidad de vínculos coligados (unidos),
es decir, que los vínculos se encuentran en relativa independencia uno de otros.
Es esta la nota esencial de la solidaridad a partir de la cual se explica la peculiaridad de su régimen jurídico.
 Carácter excepcional. La solidaridad no se presume.
Toda obligación con pluralidad de sujetos, o mancomunada, está sometida al principio de fraccionamiento o
división del objeto. La indivisibilidad y la solidaridad son excepciones a esa regla.
Una obligación mancomunada sola será calificada como solidaria, cuando así haya sido dispuesto expresamente
en su título o fuente, sea la voluntad de las partes o una disposición de la ley. No cabe la posibilidad de inferir la
existencia de una solidaridad tácita o inducida por analogía.

Fuentes.

Art. 828: “Fuentes. La solidaridad no se presume y debe surgir inequívocamente de la ley o del título constitutivo de
la obligación.”

Establece la norma que sólo puede provenir de la ley o del título constitutivo; no hay solidaridad tácita o
inducida por analogía.
Esto es así, porque la solidaridad es una excepción a los principios del Derecho común, que indican que ante la
pluralidad de obligados la regla es el fraccionamiento de la deuda entre los deudores y del crédito entre los acreedores.
La voluntad de las partes es sin duda la fuente más importante de la solidaridad, y puede ser constituida por
contrato o unilateralmente por voluntad del testador.
La solidaridad legal surge de normas existentes en el mismo Código y en leyes especiales. Son algunos casos:
 Varias personas que participan en la producción del daño que tiene una causa única. (por ej: delitos y
cuasidelitos;
 Responsabilidad de los padres por los daños causados por los hijos menores;
 Responsabilidad de los tutores y curadores por los daños causados por las personas que están a su cargo;
 Los dueños y ocupantes de un edificio, por cosas suspendidas y arrojadas;
 Todos los integrantes de un grupo que causa daño a terceros;
 Los gestores que asumen conjuntamente un negocio ajeno; entre otros.

Naturaleza jurídica: unidad y pluralidad de vínculos. Capacidad.

Art. 830: “Circunstancias de los vínculos. La incapacidad y la capacidad restringida de alguno de los acreedores o
deudores solidarios no perjudica ni beneficia la situación de los demás; tampoco la existencia de modalidades a su
respecto.”

El artículo reafirma la existencia de pluralidad de vínculos, tanto como sujetos activos o pasivos existan, y es lo
que permite que puedan existir algunas defensas personales, solo oponibles por o frente a quienes benefician o
perjudican.

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Lo expresado en el artículo surgía de varias normas el código derogado, que han sido refundidas en una sola,
aportando mayor claridad.

Defensas oponibles.

Art. 831: “Defensas. Cada uno de los deudores puede oponer al acreedor las defensas comunes a todos ellos.
Las defensas personales pueden oponerse exclusivamente por el deudor o acreedor a quien correspondan, y sólo
tienen valor frente al coacreedor a quien se refieran. Sin embargo, pueden expandir limitadamente sus efectos
hacia los demás codeudores, y posibilitar una reducción del monto total de la deuda que se les reclama, hasta la
concurrencia de la parte perteneciente en la deuda al codeudor que las puede invocar.”

El artículo establece los tipos de defensas oponibles y sus efectos. La redacción es mucho más precisa que la
existente en el código derogado.
Se deriva la existencia de diferentes defensas:
 Comunes a todos los sujetos: las puede oponer cualquiera y favorecen a todos (por ej: pago, novación,
compensación, remisión, dación en pago, etc., que producen la extinción de la obligación);
 Personales: Sólo oponibles por los sujetos a quienes se refieren y benefician sólo a esos sujetos. (por ej:
nulidad por vicio de la voluntad o incapacidad que afecta a un solo sujeto). Estas defensas nunca expanden
sus efectos;
 Personales que favorecen limitadamente los intereses de toda la comunidad: Estas defensas si bien son
personales, son oponibles a toda la comunidad, pero expanden limitadamente sus efectos hacia ella,
produciendo una reducción de la deuda, hasta la concurrencia de la parte perteneciente al que la puede invocar.
(por ej: remisión parcial de la deuda, la dispensa parcial de la solidaridad, la confusión entre un coacreedor y
un codeudor solidario, que extinguen la obligación sólo en la parte correspondiente a ese deudor o acreedor).

Cosa juzgada.

Art. 832: “Cosa juzgada. La sentencia dictada contra uno de los codeudores no es oponible a los demás, pero éstos
pueden invocarla cuando no se funda en circunstancias personales del codeudor demandado.
El deudor no puede oponer a los demás coacreedores la sentencia obtenida contra uno de ellos; pero los
coacreedores pueden oponerla al deudor, sin perjuicio de las excepciones personales que éste tenga frente a cada
uno de ellos.

Como principio general, la cosa juzgada siempre tiene un efecto personal, no expande sus efectos a los codeudores
o coacreedores que no han intervenido en el juicio.
El artículo 715 del código derogado en las obligaciones solidarias siguió el criterio del beneficio exclusivo, según el
cual, la cosa juzgada no era oponible, en general, al codeudor o coacreedor que no fue parte en el juicio, pero era
invocable por ellos, sólo si les era favorable.
El nuevo Código establece un criterio más amplio: no tiene en cuenta el beneficio exclusivo, y en cambio establece
un principio general, si la cosa juzgada se funda en defensas comunes.
El criterio del beneficio exclusivo es reemplazado por el del carácter común de la defensa, lo que parece más
justo y equilibrado. De este modo se garantiza el derecho de defensa en juicio de las partes y se establece un equilibrio
razonable en la expansión de los efectos de la cosa juzgada, que toma en cuenta la pluralidad de vínculos
coligados y asimismo el carácter común o personal de las defensas.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Clases.
la situación
de los pasiva
deudores

la situación
la solidaridad
de los activa
incida
acreedores

en ambos al
mixta
mismo tiempo
Obligaciones
según contratos
soldiarias
nace de la
voluntaria voluntad de
las partes
la fuente de la
testamentos
que derive
por
legal disposición
de la ley

2) SOLIDARIDAD PASIVA.

La solidaridad pasiva se presenta cuando la relación de obligación tiene pluralidad de deudores. Es un eficaz
instrumento jurídico para garantizar al acreedor el cobro de su crédito ya que, entre otras cosas, lo pone a salvo de
la insolvencia en que pueda caer uno de los deudores, y en tal caso, podrá perseguir de los otros deudores el pago
íntegro.
El acreedor suma tantos “patrimonios” de garantía como deudores solidarios existan.

Efecto principal de la solidaridad pasiva: el derecho del acreedor a cobrar; el derecho de cualquier deudor a
pagar.

Art. 833: “Derecho a cobrar. El acreedor tiene derecho a requerir el pago a uno, a varios o a todos los codeudores,
simultánea o sucesivamente.”

Art. 834: “Derecho a pagar. Cualquiera de los deudores solidarios tiene derecho a pagar la totalidad de la deuda,
sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 837.”

En el art. 833 se establece en forma breve y clara el derecho del acreedor al cobro total respecto de uno, varios
o todos los codeudores.
Se agrega, al igual que en el caso de las obligaciones indivisibles, que ello puede ser en forma simultánea o
sucesiva. Con ello queda claro que la insolvencia del deudor la soportan los codeudores.

Por su parte, el art. 834 establece el derecho de los deudores a pagar la totalidad de la deuda. Sería más propio
decir "la obligación" de los deudores de pagar el total de la deuda.
Se deja a salvo el caso de que haya extinción relativa de la solidaridad (art. 837).
No se habla aquí del principio de prevención, pero el mismo se mantiene para la solidaridad, ya que es regulado en
el art. 845, al tratar la solidaridad activa.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Modos extintivos de la obligación.

Art. 835: “Modos extintivos. Con sujeción a disposiciones especiales, los modos extintivos inciden, según el caso,
sobre la obligación, o sobre la cuota de algún deudor solidario, conforme a las siguientes reglas:
a) La obligación se extingue en el todo cuando uno de los deudores solidarios paga la deuda;
b) La obligación también se extingue en el todo si el acreedor renuncia a su crédito a favor de uno de los
deudores solidarios, o si se produce novación, dación en pago o compensación entre el acreedor y uno de los
deudores solidarios;
c) La confusión entre el acreedor y uno de los deudores solidarios sólo extingue la cuota de la deuda que
corresponde a éste. La obligación subsistente conserva el carácter de solidario;
d) La transacción hecha con uno de los codeudores solidarios, aprovecha a los otros, pero no puede serles
opuesta.”

Se regulan de manera más sistemática los efectos de los diversos modos extintivos, agregando expresamente modos
no previstos en el art. 707 derogado, ni en otros artículos del mismo, como son el propio pago, la dación en pago y la
confusión.

El pago.
El pago total realizado por uno de los deudores al único acreedor común o, en su caso, a cualquiera de los
acreedores, tiene virtualidad suficiente para extinguir la obligación respecto de todos los deudores.
Es una consecuencia lógica de la unidad del objeto debido.
Si el pago fuera parcial, su virtualidad extintiva también será parcial. Sobre el saldo impago, la obligación continúa
siendo solidaria.

Renuncia del crédito, novación, dación en pago o compensación.


Se deja bien en claro la propagación a los demás vínculos de los efectos extintivos de la obligación, en los casos de
pago, renuncia al crédito a favor de uno de los deudores, novación, dación en pago y compensación, entre el
acreedor y uno de los deudores.

Confusión.
En el inciso c, se agrega el caso de la confusión entre el acreedor y uno de los deudores solidarios, determinando
que extingue la cuota de la deuda que corresponde a ese deudor beneficiado por la confusión, pero aclarando que la
obligación subsistente sigue siendo solidaria.
La solución adoptada es la correcta y elimina las dudas que se suscitaban sobre su efecto expansivo en el código
derogado, por no estar dicho mencionado expresamente. La reforma entonces reafirma el carácter personal de la
confusión, que no extiende sus efectos a los demás vínculos, con la única excepción de la deducción, al monto total de
la obligación solidaria, de la parte en que operó la confusión.

Transacción.
En el inciso d se regulan los efectos de la transacción, repitiéndose la solución que traía el código derogado. Se
establece que la transacción hecha con uno de los codeudores solidarios aprovecha a los otros, pero no puede serles
opuesta.
En este sentido el Código se aparta de lo previsto en el art. 759, inciso b, del Proyecto de 1998, que establecía que la
transacción entre el acreedor y uno de los deudores solidarios extingue la obligación en el todo.

Extinción de la solidaridad.

a. Renuncia total;
b. Renuncia parcial.

a. Renuncia total.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Art. 836: “Extinción absoluta de la solidaridad. Si el acreedor, sin renunciar al crédito, renuncia expresamente a la
solidaridad en beneficio de todos los deudores solidarios, consintiendo la división de la deuda, ésta se transforma en
simplemente mancomunada.”

No debe confundirse la renuncia a la solidaridad con la renuncia al crédito. Cuando el acreedor renuncia a la
solidaridad, la obligación subsiste, con modificaciones en el vínculo jurídico, que deja de ser solidario para
transformarse en simplemente mancomunado. En cambio, cuando renuncia al crédito, opera lisa y llanamente la
extinción total de la obligación.
La renuncia a la solidaridad puede ser también tácita, cuando el acreedor se limita a demandar a cada codeudor la
parte que le corresponde en la deuda, o acepta un pago parcial realizado por un codeudor solidario sin formular
reservas, o documenta la deuda mediante la suscripción de distintos pagarés librados individualmente por cada
codeudor y por la parte que a cada uno corresponde.

b. Renuncia parcial.

Art. 837: “Extinción relativa de la solidaridad. Si el acreedor, sin renunciar al crédito, renuncia expresa o
tácitamente a la solidaridad en beneficio de uno solo de los deudores solidarios, la deuda continúa siendo solidaria
respecto de los demás, con deducción de la cuota correspondiente al deudor beneficiario.”

La renuncia parcial a la solidaridad hecha en beneficio de uno solo de los deudores sólo produce efectos en la
relación externa entre acreedores y deudores, pero en la relación interna conservan los deudores derecho a los
reajustes, conforme la relación base que los vincule.
Puede ocurrir que a pesar de que un deudor ha sido liberado de la solidaridad, tenga que contribuir con los demás
codeudores a pagar la parte de un codeudor insolvente.

Responsabilidad por mora e incumplimiento imputable.

Art. 838: “Responsabilidad. La mora de uno de los deudores solidarios perjudica a los demás. Si el cumplimiento se
hace imposible por causas imputables a un codeudor, los demás responden por el equivalente de la prestación
debida y la indemnización de daños y perjuicios. Las consecuencias propias del incumplimiento doloso de uno de
los deudores no son soportadas por los otros.”

Establece la propagación a todos los vínculos de la mora y de la responsabilidad por incumplimiento


imputable a un codeudor.
Correctamente se expresa que el dolo no se propaga. Pero si el incumplimiento de la obligación es doloso, se debe
hacer una distinción respecto de la extensión del resarcimiento: todos los deudores responden por el valor de la
prestación incumplida y por los daños y perjuicios. Si el codeudor dolosamente incumplió la obligación, deberá
responder además por las consecuencias existentes al momento del incumplimiento de la obligación.

Contribución entre los codeudores. Distribución de la cuota de contribución.

Art. 840: “Contribución. El deudor que efectúa el pago puede repetirlo de los demás codeudores según la
participación que cada uno tiene en la deuda. La acción de regreso no procede en caso de haberse remitido
gratuitamente la deuda.”

Art. 841: “Determinación de la cuota de contribución. Las cuotas de contribución se determinan sucesivamente de
acuerdo con:
a) Lo pactado;
b) La fuente y la finalidad de la obligación o, en su caso, la causa de la responsabilidad;
c) Las relaciones de los interesados entre sí;
d) Las demás circunstancias.
Si por aplicación de estos criterios no es posible determinar las cuotas de contribución, se entiende que participan
en partes iguales.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En el art. 840 se regula la acción interna de contribución entre los codeudores y en el art. 841 las reglas que rigen
la contribución.
Los artículos son aplicables a las obligaciones indivisibles y a las obligaciones solidarias.
La forma de determinar las cuotas de contribución es muy similar a lo que establecía el art. 689 del código
derogado, agregando en el art. 841 la finalidad de la obligación o en su caso la causa de la responsabilidad. Pareciera
que la mención a la finalidad de la obligación se refiere a la causa fin que llevó a las partes a obligarse solidariamente,
que podría llevar a una contribución diferenciada. En cuanto a la causa de la responsabilidad, también podría haber
una contribución diferenciada si el incumplimiento fue doloso por parte de uno de los codeudores, conforme se expuso
en el art. 838.

Caso de insolvencia.

Art. 842: “Caso de insolvencia. La cuota correspondiente a los codeudores insolventes es cubierta por todos los
obligados.”

No interesa en qué momento se produce la insolvencia, pues la solución es aplicable ya sea que aquélla fuera
anterior o posterior al pago realizado.
Todos los deudores responden por la insolvencia de uno, lo cual es una solución lógica, pues si la solidaridad se
funda en un interés asociativo o comunidad de fines, la pérdida debe repartirse.

Muerte de un deudor.

Art. 843: “Muerte de un deudor. Si muere uno de los deudores solidarios y deja varios herederos, la deuda ingresa
en la masa indivisa y cualquiera de los acreedores puede oponerse a que los bienes se entreguen a los herederos o
legatarios sin haber sido previamente pagado. Después de la partición, cada heredero está obligado a pagar según
la cuota que le corresponde en el haber hereditario.”

El art. 712 del código derogado establecía que la solidaridad no se extendía a los herederos del deudor, que sólo
debían en proporción a su parte en la herencia. Resultaba de esta forma una limitación a la solidaridad en caso de
muerte de uno de los deudores solidarios.
Los herederos seguían respondiendo solidariamente con los codeudores primitivos por la proporción de la deuda de
su causante que correspondía a su porción hereditaria.
La norma actual mantiene el principio de la división de la deuda (deja de ser solidaria) entre los coherederos,
pero se efectiviza recién después de la partición (reparto o división de un todo en varias partes). Antes de la partición
subsiste la solidaridad y el artículo establece expresamente el derecho de los acreedores a oponerse a la entrega de
los bienes a los herederos o legatarios sin haber sido previamente pagado, es decir, los acreedores pueden oponerse
a la división de la deuda hasta que se les realice el pago íntegro.
Recién cuando opera la partición, y una vez desinteresado el acreedor, cada heredero está obligado a pagar según la
cuota que corresponda en el haber hereditario.

3) SOLIDARIDAD ACTIVA.

La solidaridad activa se presenta cuando una relación de obligación tiene pluralidad de acreedores y en cuya
virtud cualquiera de ellos puede reclamar del deudor el cumplimiento íntegro del objeto debido.
Es de uso menos frecuente que la solidaridad pasiva. Su menor importancia práctica se explica porque no tiene,
como la pasiva, la finalidad de asegurar el cumplimiento, sino sólo el de posibilitar que cualquier acreedor pueda
cobrar la totalidad del crédito.

Efecto principal: derecho al cobro.

Art. 844: “Derecho al cobro. El acreedor, o cada acreedor, o todos ellos conjuntamente, pueden reclamar al deudor
la totalidad de la obligación.”
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En forma simétrica al caso de la solidaridad pasiva, se prevé expresamente el derecho de cada acreedor o de todos
juntos a reclamar la totalidad de la obligación al deudor común.
El deudor queda liberado efectuando el pago a uno solo.
Constituye un instrumento de utilidad para facilitar el cobro del crédito por los acreedores, ya que legitima a
cualquiera de ellos a reclamar y percibir la totalidad del mismo, pero encierra riesgos para los demás acreedores, por la
insolvencia posible del que recibe el crédito.
Ello conspira contra su aplicación práctica, ya que se reduce a supuestos en los que existe entre las partes una
relación de confianza.
La solidaridad activa sólo es convencional, no existe solidaridad activa de carácter legal.

El principio de prevención. Efectos.

Art. 845: “Prevención de un acreedor. Si uno de los acreedores solidarios ha demandado judicialmente el cobro al
deudor, el pago sólo puede ser hecho por éste al acreedor demandante.”

Se establece el principio de prevención, manteniéndose él mismo sistema del art. 706 del código derogado.
Si el pago se realiza en manos de otro coacreedor, carecerá de efectos liberatorios y será inoponible al que
previno.
La razón de ser del principio de prevención ha de verse en la toma de posesión del crédito que implica la
demanda judicial, y en que el acreedor que lo ha demandado lo ha hecho en nombre y representación de todos.
Las condiciones que deben darse para que opere el derecho de prevención son: la existencia de una demanda
judicial y la notificación de la demanda al deudor. Si existen varias demandas iniciadas por distintos acreedores, tendrá
el derecho de prevención el acreedor que haya notificado primero.

Medios de extinción de la obligación.

Art. 846: “Modos extintivos. Sujeto a disposiciones especiales, los modos extintivos inciden, según el caso, sobre la
obligación, o sobre la cuota de algún acreedor solidario, conforme a las siguientes reglas:
a) La obligación se extingue en el todo cuando uno de los acreedores solidarios recibe el pago del crédito;
b) En tanto alguno de los acreedores solidarios no haya demandado el pago al deudor, la obligación también
se extingue en el todo si uno de ellos renuncia a su crédito a favor del deudor, o si se produce novación,
dación en pago o compensación entre uno de ellos y el deudor;
c) La confusión entre el deudor y uno de los acreedores solidarios sólo extingue la cuota del crédito que
corresponde a éste;
d) La transacción hecha por uno de los coacreedores solidarios con el deudor no es oponible a los otros
acreedores, excepto que éstos quieran aprovecharse de ésta.”

La regulación de los efectos de los modos extintivos es simétrica a la establecida en el art. 835 para la solidaridad
pasiva.
La única diferencia es que en el inciso b se subordina la extinción en el todo de la obligación en los casos de
renuncia al crédito, novación, dación en pago o compensación entre alguno de los acreedores y el deudor, a que
alguno de los acreedores solidarios no haya demandado el pago al deudor, ya que en ese caso rige el derecho de
prevención. Se considera que ello no obstaría al efecto extintivo, si el acreedor demandante desistiera de la demanda
iniciada.
Conforme al inciso d, la transacción no es oponible a los otros acreedores, excepto que éstos quieran
aprovecharse de ella.

Medios de extinción de la cuota de algún acreedor solidario. El derecho de participación. Determinación de las
cuotas de participación.

Art. 847: “Participación. Los acreedores solidarios tienen derecho a la participación con los siguientes alcances:

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

a) Si uno de los acreedores solidarios recibe la totalidad del crédito o de la reparación del daño, o más que su
cuota, los demás tienen derecho a que les pague el valor de lo que les corresponde conforme a la cuota de
participación de cada uno;
b) en los casos del inciso b) del artículo 846, los demás acreedores solidarios tienen derecho a la participación,
si hubo renuncia al crédito o compensación legal por la cuota de cada uno en el crédito original; y si hubo
compensación convencional o facultativa, novación, dación en pago o transacción, por la cuota de cada uno
en el crédito original, o por la que correspondería a cada uno conforme lo resultante de los actos extintivos,
a su elección;
c) El acreedor solidario que realiza gastos razonables en interés común tiene derecho a reclamar a los demás
la participación en el reembolso de su valor.”
Art. 848: “Cuotas de participación. Las cuotas de participación de los acreedores solidarios se determinan
conforme lo dispuesto en el artículo 841.”

Se establecen los alcances de la participación entre los acreedores, según el medio de extinción que haya operado
(art. 847), y según las relaciones internas existentes (art. 848).

Se regula en el art. 847, expresamente, el derecho a la participación de los acreedores solidarios en el crédito
que fuera percibido por uno solo de ellos. Se extiende también el derecho a participar por lo percibido en
concepto de reparación del daño.
En forma equivalente, el acreedor que realizó gastos razonables en interés común tiene derecho a solicitar a los
demás la participación en el reembolso de esos gastos (inc. c).
El inciso a es una reproducción de lo establecido en el art. 821: “Si uno de los acreedores recibe la totalidad del
crédito o de la reparación de los daños, o más que su cuota, los demás tienen derecho a que se les pague el valor de lo
que les corresponde conforme a la cuota de participación de cada uno de ellos…”
En el inciso b se establecen cuotas de participación específicas, según cuál sea el acto realizado por el acreedor,
que haya producido la extinción de la obligación con efecto expansivo para los demás acreedores.
Así, en los casos de renuncia al crédito o compensación legal, la forma de contribución se determinará por la
cuota de cada uno en el crédito original. Esto es así porque a través de estos medios extintivos, no se altera el monto
del crédito de la obligación original, que sigue siendo el mismo (por ej: dos acreedores, A y B, y un crédito de $ 2.000,
correspondiendo el 50% a cada uno. El acreedor A renunció al crédito, o lo compensó con una deuda suya por $ 2.000.
No hay variación de la suma en el crédito original).
En cambio, si el crédito se extinguió por compensación convencional o facultativa, novación, dación en pago o
transacción, se otorga un derecho a los acreedores de elegir entre participar en el crédito según la cuota que les
correspondería en la deuda original o según lo que le correspondería percibir a cada uno conforme lo resultante
de los actos extintivos (por ejemplo, se trató de una transacción por un valor menor a los $ 2.000, en el caso, $ 1.600,
el acreedor podrá optar entre reclamar los $ 1.000 de la obligación original o los $ 800 resultantes de la transacción. El
riesgo de tener que participar por una mayor suma lo corre el acreedor que realizó la transacción, salvo que hubiera
obtenido la conformidad del otro acreedor).
En el inciso c se dispone que el acreedor que realizó gastos razonables en interés común tiene derecho a solicitar a
los demás la participación en el reembolso de esos gastos.

Según el art. 848, las cuotas de participación se determinarán, en general, conforme a lo previsto en el art.
841 para la solidaridad pasiva, por lo que se remite al comentario a ese artículo. Es decir, según “lo pactado; la fuente y
la finalidad de la obligación o, en su caso, la causa de la responsabilidad; las relaciones de los interesados entre sí;
las demás circunstancias. Si por aplicación de estos criterios no es posible determinar las cuotas de participación, se
entiende que participan en partes iguales.”

Muerte de uno de los acreedores. Efectos.

Art. 849: “Muerte de un acreedor. Si muere uno de los acreedores solidarios, el crédito se divide entre sus
herederos en proporción a su participación en la herencia. Después de la partición, cada heredero tiene derecho a
percibir según la cuota que le corresponde en el haber hereditario.”

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Si bien se establece la división del crédito entre los herederos del coacreedor solidario en proporción a su parte
en el haber hereditario, hasta la partición subsiste la solidaridad por lo que es válido el pago hecho a uno solo de los
herederos.
Y también en forma similar a lo que se legisla para la solidaridad pasiva en el art. 843, recién después de la
partición cada heredero tiene derecho a percibir la cuota que le corresponde.

4) LAS OBLIGACIONES CONCURRENTES Y LAS DISYUNTIVAS.

Obligaciones concurrentes. Antecedentes en nuestro derecho.

Estas obligaciones son reguladas por primera vez en el Código y dentro de las obligaciones de sujeto plural, ya que
se caracterizan porque tienen un mismo acreedor, un mismo objeto, pero pluralidad de deudores obligados por
diversas causas.
Se les ha otorgado una regulación completa en los arts. 850 a 852, a diferencia del Proyecto de 1998 y del Proyecto
de 1993 elaborado por la Comisión designada por el Poder Ejecutivo, en los que se las legisla con gran semejanza a las
obligaciones solidarias.
En el Proyecto de 1998 se les dedicaban dos cortos artículos, uno para la definición y otro para explicitar que se le
aplican lisa y llanamente las normas de las obligaciones de mancomunación solidaria.
Es una innovación de importancia la incorporación de estas obligaciones en la legislación de fondo argentina, ya
que no se encuentran receptadas en otros cuerpos legales.
Se considera que la regulación de estas obligaciones debe ser independiente a la de las obligaciones solidarias,
porque, pese a su aparente similitud dada por sus efectos frente al acreedor (posibilidad de reclamar el total del crédito
a cualquiera de los deudores), poseen algunas diferencias de importancia que justifican una regulación separada y con
régimen propio.
En la doctrina nacional y extranjera son conocidas también con otras denominaciones como: obligaciones
indistintas, o conexas, o in solidum.
El término "concurrentes" proviene del hecho de que las diversas obligaciones están conectadas entre sí por el
hecho de concurrir respecto a un mismo objeto y acreedor.

La definición legal. Requisitos.

Art. 850: “Concepto. Obligaciones concurrentes son aquellas en las que varios deudores deben el mismo objeto en
razón de causas diferentes.”

En la definición del artículo se dan tres requisitos:


 Pluralidad dé deudores;
 Mismo objeto debido;
 Causa fuente diferente para cada obligado concurrente.
La doctrina incluye un cuarto requisito, la identidad de acreedor.
Los dos primeros son comunes a las obligaciones solidarias; no así el tercero, que es el que realmente distingue a
las obligaciones concurrentes de las obligaciones solidarias, y que al mismo tiempo justifica algunos efectos
particulares.
En la definición se remarca la esencia de estas obligaciones, que es la diversidad de causas del deber para cada
obligado concurrente, o, lo que es lo mismo, la diferente razón en virtud de la cual se responde frente al acreedor; en
resumen, la causa fuente de cada obligación.
La característica principal de estas obligaciones es que son distintas para cada uno de los deudores; cada obligado
debe en virtud de una causa fuente diferente.

Ámbito de aplicación.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En el Código, expresamente se disponen aplicaciones específicas de obligaciones concurrentes en los artículos:


 1751 (pluralidad de responsables en la producción de un hecho que derive de causas distintas);
 1753 (principal y dependiente);
 1754 (padres e hijos en los casos que este último resulte imputable);
 1758 (dueño y guardián de la cosa);
 1243 (dador y tomador del leasing cuando no se haya contratado seguro);
 1274 (constructor, contratista, subcontratista, proyectista, director de obra y cualquier otro profesional ligado al
comitente, en caso de obra en ruina o impropia para su destino).

Efectos.

Art. 851: “Efectos. Excepto disposición especial en contrario, las obligaciones concurrentes se rigen por las
siguientes reglas:
a) El acreedor tiene derecho a requerir el pago a uno, a varios o a todos los codeudores, simultánea o
sucesivamente;
b) El pago realizado por uno de los deudores extingue la obligación de los otros obligados concurrentes;
c) La dación en pago, la transacción, la novación y la compensación realizadas con uno de los deudores
concurrentes, en tanto satisfagan íntegramente el interés del acreedor, extinguen la obligación de los otros
obligados concurrentes o, en su caso, la extinguen parcialmente en la medida de lo satisfecho;
d) La confusión entre el acreedor y uno de los deudores concurrentes y la renuncia al crédito a favor de uno
de los deudores no extingue la deuda de los otros obligados concurrentes;
e) La prescripción cumplida y la interrupción y suspensión de su curso no producen efectos expansivos
respecto de los otros obligados concurrentes;
f) La mora de uno de los deudores no produce efectos expansivos con respecto a los otros codeudores;
g) La sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada dictada contra uno de los codeudores no es oponible a los
demás, pero éstos pueden invocarla cuando no se funda en circunstancias personales del codeudor
demandado;
h) La acción de contribución del deudor que paga la deuda contra los otros obligados concurrentes se rige por
las relaciones causales que originan la concurrencia.”

Se establece de qué forma repercuten en cada uno de los vínculos los efectos que se produzcan en el otro u otros,
siempre teniendo en cuenta que las causas del deber son distintas, pero el objeto debido es único.
Regula en forma separada los efectos de cada uno de los medios de extinción, con reglas especiales que se
enumeran y que rigen salvo disposición legal en contrario.
El régimen adoptado aporta seguridad jurídica, al prever una solución precisa para cada uno de los medios
extintivos.
En los incisos a, y b, se establece el derecho del acreedor a requerir el pago a uno, varios o a todos los
codeudores, simultánea o sucesivamente, y se prevé que el pago realizado por uno de los deudores extingue la
obligación de los otros obligados concurrentes.
En el inciso c, se prevén cuatro modos extintivos: dación en pago, transacción, novación y compensación,
celebradas con uno de los deudores concurrentes y se establece que, en tanto satisfagan íntegramente el interés
del acreedor, extinguen la obligación para los otros obligados concurrentes. Se observa la inclusión de la dación
en pago, considerándose que este modo extintivo pudo ser tratado del mismo modo que el pago, porque aceptar recibir
en pago algo distinto de lo debido equivale al pago, y siempre satisface íntegramente el interés del acreedor. La dación
en pago sólo afecta a la identidad, pero no a la integridad del pago.
Con respecto a la transacción y la compensación, se considera que la solución es correcta, ya que por definición,
estos modos extintivos podrían no agotar totalmente el derecho del acreedor al no resultar plenamente satisfactivos de
su interés. Siendo ello así y si el acreedor considerara no satisfecho íntegramente su interés a través de la transacción o
compensación realizadas con uno de los deudores, podrá dejarlo establecido expresamente, y así reservar su derecho a
reclamar la diferencia respecto de los restantes codeudores. Obviamente, estará a cargo del acreedor demostrar que su
derecho no se vio agotado, por resultar mayor el daño efectivamente sufrido. En esta situación el saldo adeudado

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

quedará condicionado a la valuación del daño que realice el juez en la sentencia, pudiendo estimar un valor del daño
inferior o superior al monto percibido por el acreedor.
Con respecto a la novación, habrá que tener en cuenta las diferentes situaciones que se presenten y los tipos de
novación existentes en nuestro Derecho. Así en el caso de la novación objetiva, en la que el acreedor aceptó el cambio
de la obligación primitiva por otra diferente en cuanto al objeto debido, la satisfacción siempre resultará íntegra y la
obligación se extinguirá respecto de todos los codeudores. En el caso de novación subjetiva, ante el cambio de alguno
de los sujetos de la obligación sin alterar el objeto debido, pareciera subsistir, en principio, la obligación del otro
obligado concurrente.
En el inciso d, se establece que la confusión entre el acreedor y uno de los deudores concurrentes y la renuncia
al crédito a favor de uno de los deudores no extinguen la deuda de los otros obligados.
Se considera que el principio general es correcto; esto porque en la renuncia hay abdicación del derecho y no
satisfacción del mismo, bien puede el acreedor renunciar respecto de un deudor sin hacerlo respecto de los restantes.
Igualmente para el caso de la confusión, dado su carácter estrictamente personal. Pero cabe aclarar que si la
confusión se produce respecto del codeudor responsable directo y exclusivo del hecho, una vez determinada esa
calidad, en definitiva, se extinguirá también la obligación del coobligado concurrente. Si así no fuera, se presentaría el
absurdo de que el acreedor —en tanto sucesor del causante del daño— tendría derecho a reclamar al codeudor lo
mismo que a su vez le estaría obligado a reintegrar en la acción de regreso. Parece que en tal caso los créditos y deudas
se neutralizan recíprocamente.
En el inciso e, se trata la prescripción y la suspensión e interrupción de su curso; y en el inciso f, la mora: es
correcta la solución adoptada en cuanto a que no producen efectos expansivos por tratarse de obligaciones distintas
que funcionan independientemente.
En el inciso g, se establece que la cosa juzgada no es oponible a los codeudores que no fueron parte en el juicio,
pero que éstos pueden invocarla cuando no se funde en circunstancias personales del codeudor demandado. La
solución es correcta, y es igual a la adoptada para el caso de la solidaridad. No se toma el criterio del beneficio, sino el
basado en el carácter de la defensa, que debe ser común y no exclusivamente personal, para que el codeudor no
demandado pueda invocarla en su favor, sin perjuicio obviamente de las personales que él pueda tener. Se asegura
asimismo de esta forma el derecho de defensa de los codeudores que no fueron parte, a quienes no les es
oponible, pero sí se les permite a ellos invocarla.
En el inciso h, del artículo se establece que la acción de contribución del deudor que pagó la deuda contra los
otros obligados concurrentes se regirá por las relaciones causales que originaron la concurrencia.
La solución es correcta y resulta coherente con lo que tiene dicho la CSJN en forma reiterada y es a su vez una
importante diferencia con las obligaciones solidarias, ya que difiere la forma de contribución entre los codeudores. Así,
puede suceder que la deuda la deba soportar íntegramente quien pagó, o sólo parcialmente, o que pueda procurar el
reintegro completo de lo abonado.

Comparación con la solidaridad.

Obligaciones solidarias Obligaciones concurrentes


Pluralidad de sujetos pasivos.
Unidad de objeto debido.
Similitudes Pluralidad de vínculos
Derecho del acreedor a requerir el pago total a cualquiera de los deudores, simultánea o
sucesivamente.

Causa fuente única: la ley o la voluntad de las Causa fuente de la obligación es diferente
Diferencias partes crean vínculos coligados o concentrados, para cada uno de los obligados, lo que hace
de manera tal que infunden a la obligación una que los vínculos sean independientes entre sí.
estructura unitaria.

Normas subsidiarias.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Art. 852: “Normas subsidiarias. Las normas relativas a las obligaciones solidarias son subsidiariamente aplicables
a las obligaciones concurrentes.”

La norma ratifica la regulación independiente y autónoma de las obligaciones concurrentes, respecto de las
obligaciones solidarias.
La solidaridad solo es aplicable subsidiariamente.

Obligaciones disyuntivas. Concepto.

Las obligaciones disyuntivas, también llamadas de sujeto alternativo, son aquellas en las que el deudor, o en su
caso el acreedor, puede ser una persona, inicialmente indeterminada, que habrá de surgir de entre varias
determinadas.
Estas hipótesis, bien se ha dicho, se presentan siempre que en la fuente de la obligación, especialmente la voluntad
de las partes o la ley, se utilice la conjunción “o”, o una fórmula equivalente (por ej: cuando una cuenta corriente
bancaria se abre a nombre de dos personas indistintas, o cuando se estipula que Juan pagará a Pedro “o” a Diego “o” a
Pablo $10.000. si se hubiese empleado la conjunción “y”, se estaría ante una especie de mancomunación simple, salvo
que se hubiese dispuesto que sea solidaria).
No son obligaciones de sujeto múltiple, ya que al momento del pago es uno solo el obligado, pese a la aparente
pluralidad inicial.
Se ha dicho que son obligaciones de sujeto indeterminado. Hasta tanto no se determine la persona del acreedor o
del deudor, los diversos beneficiarios o los diversos obligados son sólo candidatos a acreedores o deudores. Una vez
hecha la opción, sólo revestirá la correspondiente calidad aquel que haya sido designado. Los sujetos que integran el
nexo obligacional se encuentran sometidos a una condición resolutoria de que sea elegido para recibir el pago otro
acreedor, si la disyunción es activa, u otro deudor para satisfacer la deuda, si la disyunción es pasiva.

Disyunción pasiva.

Art. 853: “Alcances. Si la obligación debe ser cumplida por uno de varios sujetos, excepto estipulación en
contrario, el acreedor elige cuál de ellos debe realizar el pago. Mientras el acreedor no demande a uno de los
sujetos, cualquiera de ellos tiene derecho de pagar. El que paga no tiene derecho de exigir contribución o reembolso
de los otros sujetos obligados.”

La ley dispone que corresponde al acreedor la elección de aquel que debe realizar el pago.
Una vez hecha la elección, son obligaciones de sujeto único y no existe derecho de reembolso ni contribución con
relación a los otros sujetos obligados.
El artículo se refiere a la disyunción pasiva, estableciendo que en este caso la elección la hace el acreedor, salvo
estipulación en contrario.
Sin embargo, hasta el momento en que el acreedor no determine quién efectuará el pago, cualquiera de los sujetos
tiene derecho a pagar.
El que paga no tiene derecho a exigir contribución o reembolso de los demás sujetos obligados.

Disyunción activa.

Art. 854: “Disyunción activa. Si la obligación debe ser cumplida a favor de uno de varios sujetos, excepto
estipulación en contrario, el deudor elige a cuál de éstos realiza el pago. La demanda de uno de los acreedores al
deudor no extingue el derecho de éste a pagar a cualquiera de ellos. El que recibe el pago no está obligado a
participarlo con los demás.”

En caso de disyunción activa, como bien expresa el artículo, la elección la hace el deudor, salvo también
estipulación en contrario.
Puede elegir a quién pagar, aun en caso de haber sido demandado por otro acreedor, con lo que no rige el derecho
de prevención.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El pago debe ser efectuado a cualquiera de ellos que lo reclame.


Cabría agregar que como no son acreedores, antes de la elección no pueden demandar en forma aislada, sino
sólo en forma conjunta percibiendo el crédito aquel que sea elegido por el deudor.

Reglas aplicables en subsidio.

Art. 855: “Reglas aplicables. Se aplican, subsidiariamente, las reglas de las obligaciones simplemente
mancomunadas.”

El artículo establece la aplicación subsidiaria de las reglas de las obligaciones simplemente mancomunadas.
Esto es un acierto porque había opiniones divididas y alguna doctrina decía que regían subsidiariamente las normas de
las obligaciones solidarias, lo que no parecía muy coherente, porque nada tienen que ver en verdad con estas
obligaciones por tratarse en definitiva de obligaciones de sujeto singular.

5) CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES EN PRINCIPALES Y ACCESORIAS.

Obligaciones principales y accesorias: importancia de la clasificación.

La mayoría de los códigos civiles omite clasificar las obligaciones en principales y accesorias. Dicha omisión
podría hacer pensar que la clasificación es innecesaria, como lo afirmaron algunos autores.
Sin embargo, cuando se presenta una hipótesis de pluralidad de obligaciones vinculadas entre sí por algunos de sus
elementos (sujetos, objeto, causa-fuente o vínculo), se torna necesario determinar si existe una razón que justifique la
conveniencia de atribuir efectos jurídicos a dicha conexión.
La hipótesis de pluralidad de obligaciones se acentuó en estos tiempos con la aparición de la denominada conexidad
contractual. Si se presenta un caso de pluralidad de obligaciones, conectadas entre sí por una causa jurídicamente
relevante, se hará necesario reglar la existencia, validez, eficacia y extinción de cada una de las obligaciones
vinculadas y si se detecta que entre ellas existe algún grado de interdependencia, entonces se deberá admitir la
conveniencia de discriminar cuál de tales obligaciones deberá ser reputada principal, a cuya suerte estará atada la
segunda, denominada secundaria.
Por ello, la inclusión en nuestro Código en los arts. 856 y 857, que se refieren a las obligaciones principales y
accesorias, es útil, pues nos brinda un régimen jurídico que sienta los principios generales de la interdependencia y
contiene reglas que gradúan la relación y los efectos de lo principal y lo accesorio.

El criterio para establecer la clasificación.

La palabra conexión significa “enlace, relación entre ideas, personas o cosas”. Si a la palabra conexión se le agrega
el adjetivo obligacional, se obtendrá como resultado que con la expresión compuesta “conexión obligacional” se
pueden designar todas aquellas hipótesis en que dos obligaciones distintas, o más de dos, aparecen vinculadas entre
sí.
Pero no toda vinculación importa interdependencia, y no toda interdependencia interesa a los fines de la
clasificación en principales y accesorias. La interdependencia que sí interesa es aquella en la que una obligación
aparece como principal, respecto de la otra, que se presenta como accesoria (por ej: la obligación de pagar una
cláusula penal o la obligación del simple fiador, son casos que reconocen expresamente la existencia de una obligación
principal).
El criterio para saber cuándo se está ante un caso de obligaciones interdependientes, de las cuales una es
principal y la otra accesoria, ha de buscarse en el interés del acreedor: aquella obligación cuyo cumplimiento
satisface directamente ese interés es principal, mientras que aquella cuyo cumplimiento sólo indirectamente (e incluso
puede no ser necesario) sirve al interés del acreedor, es secundaria.

Conceptos de obligación principal y obligación accesoria.

Art. 856: “Definición. Obligaciones principales son aquellas cuya existencia, régimen jurídico, eficacia y desarrollo
funcional son autónomos e independientes de cualquier otro vínculo obligacional. Los derechos y obligaciones son
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

accesorios a una obligación principal cuando dependen de ella en cualquiera de los aspectos precedentemente
indicados, o cuando resultan esenciales para satisfacer el interés del acreedor.”

El nuevo Código proporciona un concepto general de obligaciones principales y obligaciones accesorias.


Se abarca lo relativo a la validez, eficacia, desarrollo funcional y régimen legal del vínculo obligacional.
Una obligación accesoria tiene lugar cuando se constituye una obligación, con la finalidad de agregar algo al objeto
de la principal para hacerla más provechosa, ya que las razones de la subordinación pueden ser económicas o
prácticas.
Modernamente se entiende que el concepto de accesoriedad obligacional se expande a la luz de una perspectiva de
interdependencia funcional y económica más amplia, realista y dinámica.
Desde esta perspectiva, a la función de garantía considerada tradicionalmente, debe agregarse la elongación de la
utilidad o beneficio que recibe el acreedor en virtud del deber accesorio, que se suma a la prestación principal, y,
paralelamente, debe considerarse el valor de cada una de las prestaciones (la principal y las complementarias) y la
manera en que ellas operan para satisfacer el interés del acreedor.

Principio general. Excepciones.

Art. 857: “Efectos. La extinción, nulidad o ineficacia del crédito principal, extinguen los derechos y obligaciones
accesorios, excepto disposición legal o convencional en contrario.”

Se establece el principio general: la obligación accesoria sigue la suerte de la obligación principal.


Esto significa que las contingencias que afectan a las obligaciones principales, relativas a su existencia, validez
y eficacia, se extienden a las accesorias y, por el contrario, las contingencias de este tipo que se afecten a las
obligaciones accesorias son ineficaces para determinar la normativa, legitimidad y subsistencia de las principales.
El fenómeno de interdependencia de la obligación accesoria con relación a la principal implica que la vida y
contingencias de la obligación accesoria dependen de la obligación principal. Esto es así porque, en definitiva, la
obligación accesoria está sujeta al mismo régimen jurídico que la principal.
El principio tiene aplicaciones en todo el Código. Son algunas de ellas:
 En materia de pago, el recibo de capital sin reservas hace presumir la extinción de los intereses;
 El pago de una obligación afianzada extingue la obligación del fiador;
 La novación que afecte a la obligación principal extingue las obligaciones accesorias;
 La nulidad de la obligación principal causa la de la cláusula penal; entre otros.
Sin embargo, el principio general de que lo accesorio sigue a lo principal tiene excepciones, en casos en que la
obligación accesoria tiene mayor virtualidad que la principal, o bien presenta un régimen normativo distinto o, más
todavía, sin dejar de ser una obligación accesoria, determina la suerte de la obligación principal, lo que se justifica por
la mayor eficacia jurídica, económica o funcional de las obligaciones accesorias en ciertos supuestos.
Existen varios ejemplos legales:
 La obligación accesoria tiene mayor virtualidad o eficacia jurídica que la principal: por ejemplo, el caso de
los arts. 518/666 del código derogado, cuando una cláusula penal se establece para garantizar el cumplimiento
de una obligación natural; la obligación principal no puede exigirse y la accesoria sí;
 La obligación accesoria tiene un régimen normativo distinto que la principal: el plazo de prescripción de los
intereses es de dos años, mientras que el plazo de prescripción genérico es de cinco años;
 Cláusula penal contraída por un tercero para el caso de que la principal fuese nula por falta de capacidad del
deudor;
 Cláusula penal, hipoteca o prenda que garantizan el cumplimiento de un deber moral;
 Novación producida por el acuerdo preventivo homologado del deudor, no extingue la obligación del fiador.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Bolilla 11
1) OTROS MEDIOS DE EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES.
Método. Enunciación de los modos de extinción en el Código Civil y Comercial.

La relación de obligación, entendida como un proceso, transcurre entre dos límites temporales; siempre es posible
ubicar el punto de partida o nacimiento del vínculo y el momento de su aniquilamiento o extinción. La obligación nace,
vive un lapso durante el cual se producen sus efectos para, fatalmente, morir luego. De ahí que una de sus
características esenciales sea la temporalidad.
La extinción y consiguiente disolución del vínculo es un momento necesario dentro de su desarrollo temporal.
Todas las obligaciones deben extinguirse.
¿Cuáles son en nuestro derecho los modos o medios por los cuales se extinguen las obligaciones?
1. Novación;
2. Dación de pago;
3. Renuncia de los derechos del acreedor;
4. Remisión de la deuda;
5. Transacción;
6. Compensación;
7. Confusión;
8. Imposibilidad de pago.

Es importante aclarar:
 La condición resolutoria y el plazo extintivo son, en efecto, medios de extinción. En cuanto al primero, si se
cumple el hecho previsto como condición resolutoria, deberá restituirse lo que se hubiese recibido en virtud de
la obligación; en el segundo caso, porque al vencimiento del plazo resolutorio cesa la eficacia del vínculo
obligatorio, lo que equivale a decir que se extingue.
 La anulación de los actos jurídicos no puede ser considerada como un medio de extinción de las
obligaciones, pues es claro que al presentarse dicha situación, los actos jurídicos que están viciados de nulidad
no pueden producir sus efectos propios; por lo tanto, si entre los efectos queridos por las partes se encontraba
la creación de obligaciones, éstas no habrán nacido, por ser nulo el acto. Si las obligaciones no nacieron, es
incorrecto decir que la declaración de nulidad del acto las pudo extinguir.
 En cuanto a la prescripción liberatoria, si bien se la estudia junto a los medios de extinción, está claro que no
extingue la obligación, sino que solo extingue la acción o el derecho para exigir su cumplimiento, pero la
obligación subsiste como obligación natural.

Los modos no enumerados.

Por cierto, las obligaciones no se extinguen únicamente por medios enumerados en el CCyC; la doctrina ha
señalado otros varios posibles causales; así:
a. Respecto de las obligaciones contractuales, se dice que se extinguen cuando se disuelve el contrato que les
ha servido de fuente, sea por resolución, revocación o rescisión (porque afectan los efectos normales del
contrato, pudiendo incluso extinguir las obligaciones nacidas de él).
b. Se suelen mencionar también a la muerte y a la incapacidad sobreviviente del deudor, como causas de
extinción de obligaciones. Es necesario dejar establecido que la regla general es que ni una ni otra extinguen el
vínculo, porque, en el caso de la muerte, los efectos de las obligaciones se transmiten a los sucesores
universales de las partes; y, en el caso de la incapacidad sobreviviente, la obligación debe continuar
desarrollándose con el representante del incapaz. Esta regla reconoce una importante excepción, que se
presenta en materia de obligaciones intuito personae, caracterizadas como aquella que sólo pueden ser
cumplidas por una concreta y determinada persona, quien el acreedor ha tenido en cuenta en razón de sus
cualidades particulares intransferibles: en esta clase de obligaciones, la muerte del deudor importa la extinción
de la obligación.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

c. También el abandono de la cosa sobre la que recae el crédito suele ser mencionado como extintivo de
obligaciones. Sin embargo, la regla general indica que el abandono no es una causa de extinción, sino sólo en
supuestos de excepción.

Clasificación de los modos de extinción. Diversos criterios.

Se conocen diversas clasificaciones:


a. Del cotejo de las fuentes romanas, se puede extraer que sus juristas conocieron las distintas causales de
extinción de las obligaciones, las cuales según que el efecto extintivo tuviera lugar directamente o por vía de
consecuencia fueron divididas en dos categorías:
 Las que funcionaban ipso iure, de pleno derecho, que se caracterizaban porque extinguían la obligación
por su sola virtualidad; por ej: el pago;
 Las que operaban excepcionis ope, por vía de excepción o de defensa, que se caracterizaban porque
funcionaban solo si el deudor las invocaba o alegaba contra el acreedor; por ej: la prescripción.
b. Teniendo en cuenta si el interés del acreedor queda satisfecho o frustrado, las causales de extinción se
dividen en dos grupos:
 Las denominadas satisfactorias, suponen que el deudor ha satisfecho el interés del acreedor; por ej: el
pago;
 Las llamadas frustratorias, las cuales dejan insatisfecho al acreedor; por ej: la prescripción o la
imposibilidad de pago.
c. Según su naturaleza, una importante doctrina señala que los medios extintivos se clasifican en hechos y en
actos jurídicos:
 Hay causales de extinción que son verdaderos hechos jurídicos, ya que tienen eficacia extintiva con total
prescindencia de la voluntad de los sujetos intervinientes. Por ej: la imposibilidad de pago;
 Otras causales, por el contrario, se presentan como actos voluntarios lícitos cuyo fin es provocar la
extinción del vínculo jurídico. Por ej: el pago, la novación, la transacción, etc.
d. Siguiendo a Galli, Llambías: Si bien, los medios extintivos son actos o hechos jurídicos, los actos pueden ser
subdivididos en unilaterales y bilaterales, de donde resultan los siguientes grupos:
 Actos jurídicos extintivos unilaterales son los que emanan de la sola voluntad del deudor. Por ej: el pago,
la revocación, la recisión, etc;
 Actos jurídicos extintivos bilaterales son verdaderas convenciones liberatorias. Por ej: la novación, la
dación en pago, la transacción, etc;
 Los hechos jurídicos extintivos, finalmente, serían la confusión, la imposibilidad de pago, la prescripción,
etc.

Método elegido.

Para facilitar la exposición de los distintos medios de extinción, serán divididos en dos especies:
1. Contratos extintivos;
2. Hechos extintivos.

Contratos extintivos.
En todas aquellas hipótesis en que el deudor y el acreedor se han puesto de acuerdo, exteriorizando una voluntad
común destinada a extinguir la obligación, habrán celebrado un contrato.
Son contratos tanto los actos que “crean” como los que “extinguen” obligaciones. Son contratos los siguientes
medios de extinción:
 El pago;
 La novación;
 La dación en pago;
 La renuncia de los derechos del acreedor;
 La remisión de la deuda;
 La transacción.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Hechos extintivos.
Con ese nombre se identifican aquellos acontecimientos que, si bien tienen fuerza extintiva, no requieren un
acuerdo entre deudor y acreedor.
Quedan comprendidos:
 La compensación;
 La confusión;
 La imposibilidad de pago;
 La prescripción liberatoria.

2) LOS CONTRATOS EXTINTIVOS.

NOVACIÓN

Definición.

Art. 933: “Definición. La novación es la extinción de una obligación por la creación de otra nueva, destinada a
reemplazarla.”

La novación es un modo de extinción de las obligaciones, que consiste en sustituir una obligación preexistente,
que se extingue, por una nueva, que nace para sustituirla. Hay, simultáneamente, extinción y creación de
obligaciones, resultando ser totalmente incompatible la coexistencia de ambas.
Es importante destacar que la extinción de la obligación primitiva no es sólo el efecto del nacimiento de la nueva
obligación llamada a sustituirla, sino su causa, de modo tal que nacimiento y extinción se condicionan
recíprocamente, al punto que la nueva obligación no se produce si la primitiva era nula, y viceversa: se extingue la
obligación primitiva porque nace la nueva, pero la razón de ser del nacimiento de la nueva obligación consiste en
extinguir la anterior y ocupar su lugar.

Requisitos.

Elementos esenciales de la novación:


Existencia de Creación de Capacidad para novar Animus novandi o
una obligación una obligación voluntad de efectuar la
anterior nueva novación
Resulta menester Resulta El código derogado de establecía en su art. Para que exista novación
la existencia de imprescindible 805 que "Sólo pueden hacer novación en se requiere que las partes
una primera que, las obligaciones, los que pueden pagar y manifiesten su voluntad de
obligación que simultáneamente los que tienen capacidad para contratar". sustituir la obligación
será extinguida con la extinción En consecuencia, pese al silencio del nuevo primitiva por la nueva, es
mediante la de la primera texto legal, se estima que regirá igualmente decir, que expresen su
creación de otra obligación, se la normativa general establecida en materia intención de novar o
nueva. Caso produzca el de capacidad para contratar. animus novandi.
contrario, resulta nacimiento de Al igual que la gran mayoría de los actos Se encuentra establecido
imposible que una nueva jurídicos, la novación puede ser efectuada en el art. 934.
exista novación, obligación por intermedio de un representante, sea éste
ya que ella destinada a necesario o voluntario. Aun cuando el texto
supone una sustituir a legal guarde silencio al respecto, se considera
obligación aquella. que el apoderado debe contar con un poder
anterior que le especial para efectuar novación de
sirve de causa. obligaciones, dada la gravedad e importancia
del acto de novación.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Art. 934: “Voluntad de novar. La voluntad de novar es requisito esencial de la novación. En caso de duda, se
presume que la nueva obligación contraída para cumplir la anterior no causa su extinción.”

La voluntad de las partes en cuanto a su intención de novar debe ser manifestada "claramente".
Sin embargo, ello no impide que la manifestación del animus novandi pueda ser realizada en forma expresa o
tácita: será expresa cuando las partes claramente manifiestan su intención de novar; será tácita, por el contrario,
cuando la existencia de la nueva obligación sea totalmente incompatible con la existencia de la obligación primitiva.
Finalmente, es importante destacar que la prueba del animus novandi puede efectuarse por cualquier medio
probatorio.

Naturaleza.

Son contratos todos los actos jurídicos bilaterales de contenido patrimonial, incluidos aquellos que extinguen
obligación; por lo que se concluye que la novación es un contrato.
Cabe formular dos aclaraciones:
 Esa naturaleza contractual le corresponde a la novación típica, regulada en el Código Civil; es decir, sin
perjuicio de que existen casos de novación legal a los que se les aplicará el régimen previsto en la ley civil;
 Cuando la obligación novada ha nacido de un contrato (por ej: la de pagar el precio en la compraventa), por la
novación se extingue esa obligación, pero el contrato de compraventa que le ha servido de causa fuente
subsistirá, salvo que se trate de una novación causal, en cuyo caso lo que se altera es, precisamente, el contrato
(causa o título) de la obligación novada.
En tanto contrato, presenta las siguientes características:
 Es nominado porque tiene nombre propio;
 Es típico, pues está dotado de un régimen jurídico propio; nuestro Código le ha dedicado los artículos 933 a
941;
 Es consensual, porque se perfecciona con el solo consentimiento de las partes. Cabe destacar que, si bien es
suficiente para que exista novación (por ser consensual) la voluntad de las partes, dicha voluntad debe ser
claramente manifestada.
 Es no formal, ya que para su celebración las partes no están obligadas a observar una solemnidad
determinada; la voluntad de acreedor y deudor puede exteriorizarse por cualquier forma.
 Es mixto, ya que por un lado extingue una obligación, y por otro, crea una nueva que reemplaza a la anterior.
Ésta es su principal característica: la novación extingue y crea al mismo tiempo, se extingue una obligación
para dejar su lugar a la nueva; ésta obligación nueva nace porque se extinguió la primera.
 En principio, tiene carácter creditorio y unilateral. Lo primero, porque hace nacer una obligación y lo
segundo porque sólo una de las partes continua obligada.

Importancia actual.

La novación tuvo entre los romanos una importancia singular, en tanto era el instrumento jurídico que permitía el
cambio del acreedor o del deudor de una determinada obligación, modificación de sujetos que no podía hacerse
directamente dado el carácter personalísimo con que era concebida la obligación.
Precisamente, por ese carácter personal, si se reemplazaba alguno de los sujetos, la obligación no podría subsistir;
de allí la utilidad de la novación, en tanto producía la extinción de la obligación anterior y el nacimiento de una nueva,
integrada ahora con el nuevo sujeto.
A esto se suma que, en razón de que en la actualidad se admite ampliamente la transmisión de créditos y deudas por
voluntad de las partes, ya no es necesario recurrir a la novación para obtener ese resultado, de donde se concluye que
ésta habría declinado su importancia.

Elementos.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Se considera elemento a todo aquello que es constitutivo del contrato, intrínseco a él. Se estima que son
elementos el contenido y la forma. El contenido es “lo que se prescribe”; la forma “cómo se prescribe”.

Forma y prueba.
La novación es un contrato consensual y no formal. Si bien la voluntad de novar puede exteriorizarse con
cualquier medio (por ello es no formal), es necesario que “se manifieste claramente”. Pero existe una alternativa ya
que, se requiere o que la voluntad sea clara, o que “la existencia de la anterior obligación sea incompatible con la
nueva”. Determinar cuándo se presenta esta incompatibilidad es una cuestión de hecho que dependerá de las
circunstancias de cada caso concreto; sin embargo, se entiende que hay incompatibilidad cuando la nueva obligación es
creada en reemplazo de la anterior, resultando asó imposible la coexistencia temporal de ambas.
En cuanto a la prueba, es importante señalar lo siguiente:
 Por aplicación de las reglas generales, la carga de probar la existencia de la novación incumbe a quien la
invoca;
 Calificada como contrato, le caben a la novación las mismas limitaciones probatorias de todo contrato;
 Esto no significa, sin embargo, que la intención de novar, conducida a través del consentimiento, pueda
ser probada por cualquier medio, incluso presunciones; es más, la creación de la nueva obligación, en sí
misma, es una presunción de que se ha querido novar la anterior, extinguiéndola.

Clases.

Para que exista novación deben producirse modificaciones sustanciales en la obligación primitiva que produzcan
el nacimiento de la nueva.
La doctrina a distingue entre supuestos de novación objetiva (novación por cambio del objeto principal, por
cambio de la causa y por alteraciones sustanciales en el vínculo) y novación subjetiva (novación por cambios
respecto de los sujetos de la relación jurídica).

Novación objetiva.

La novación objetiva es aquella que se relaciona con los elementos objetivos de la obligación, debiendo ser éstos
de carácter esencial. Se considera que constituyen novación objetiva los siguientes cambios:
1. Modificaciones relacionadas con el objeto principal. Cuando existe un cambio en el objeto de la
obligación, se produce una novación aun cuando la voluntad de las partes estuviera dirigida a la mera
modificación. Asimismo, existirá de igual modo novación cuando una obligación de dar cosa cierta se
convierta en una de dar sumas de dinero, o cuando una obligación pura y simple se convierta en una obligación
alternativa.
2. Cambio de causa fuente. Existirá novación también cuando se produzca una alteración en la causa fuente
de la obligación. Es decir, en este caso no existe un cambio en el objeto ni en la prestación, sino que lo que se
ha modificado es el hecho generador de la obligación. Por ejemplo: el cambio de causa de la siguiente
manera: si una persona se encontraba obligada a la entrega de una cosa a otra en razón de un contrato de
compraventa, y luego conviene con aquélla transformar la compraventa en un contrato de permuta, su
obligación de entregar la cosa subsistirá, pero no en su carácter de vendedor sino de permutante. Se ha
mantenido inalterado, entonces, el objeto de la obligación, los sujetos de la misma, pero se ha transformado la
causa fuente: la compraventa fue reemplazada por la permuta. En tal caso, ha existido una novación por
cambio en la causa fuente.
3. Cambio por mutación de vínculo jurídico o naturaleza. Habrá novación también cuando al producirse la
extinción de la obligación primitiva, siendo reemplazada por otra, se ha modificado el vínculo jurídico de la
primera obligación. En tal caso, la alteración es sustancial y por ello implica novación y no una mera
modificación.
Se estima, dentro de esta categoría, que importan novación los siguientes supuestos:

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

a) Incorporación de una condición suspensiva o resolutoria a una obligación pura y simple: porque el
acreedor de una obligación pura y simple goza de un derecho cierto, mientras que quien lo es en razón de una
obligación condicional, posee un derecho supeditado al cumplimiento o no de un hecho condicionante.
b) Agregado o supresión de un cargo resolutorio: de igual modo al supuesto anterior, el cargo resolutorio
convierte a un derecho cierto en otro resoluble o revocable.
c) La obligación solidaria que se convierte en simplemente mancomunada y viceversa.

Cambios que no producen novación.

Art. 935: “Modificaciones que no importan novación. La entrega de documentos suscriptos por el deudor en pago
de la deuda y, en general, cualquier modificación accesoria de la obligación primitiva, no comporta novación.”

Existen muchos casos en los cuales, si bien existen modificaciones que provocan cambios en la obligación, no
revisten el carácter de novación.
El legislador ha normado en el art. 935 del Código, el supuesto particular de la entrega de documentos suscriptos
por el deudor en pago de la deuda, y, luego, ha establecido en forma genérica que tampoco implica novación
cualquier modificación accesoria que se produzca en la relación jurídica.
A modo de enumeración enunciativa, y sin agotar la lista de modificaciones que no implican novación, puede
afirmarse que los siguientes cambios que sufra una obligación no significarán novación alguna al no afectar partes
sustanciales de la relación jurídica:
1. Las relacionadas con el tiempo, lugar o modo de cumplimiento de la obligación;
2. La agregación o supresión de un cargo que no revista el carácter de condición resolutoria;
3. La documentación de la deuda en pagarés u otros títulos de crédito, cuando la causa de la deuda fuese la
misma en una y otra obligación;
4. Las relativas a los intereses;
5. El otorgamiento o sustitución de un título de crédito;
6. Las referidas al monto de la deuda, ya sea en virtud de una quita o remisión parcial de la misma;
7. La agregación o supresión de fianzas o garantías reales.

Novación subjetiva.

Es aquella que se produce cuando se cambia alguno de los sujetos de la obligación, o ambos, aunque este último
supuesto es más difícil que suceda. En esta clase de novación permanecen inalterados los elementos objetivos de la
misma, es decir, el objeto, la causa y el vínculo.
Deben, pues, como lo efectúa el Código, analizarse dos situaciones posibles.

Novación subjetiva por cambio de deudor.

Art. 936: “Novación por cambio de deudor. La novación por cambio de deudor requiere el consentimiento del
acreedor.”

El artículo contempla la posibilidad de novación por cambio de deudor, imponiendo como requisito esencial el
consentimiento del acreedor. Ello resulta totalmente lógico y razonable, ya que al liberar al deudor primitivo, el
acreedor está renunciando al derecho que tenía contra él, lo que repercute en su patrimonio. Si se prescindiera de la
conformidad del acreedor, podría ocurrir que el deudor traspasara su deuda a un nuevo deudor insolvente, lo cual
acarrearía un grave perjuicio patrimonial al acreedor.
Aunque el texto no distinga al respecto, se puede dar el cambio de deudor en una obligación de dos modos bien
diferenciados: por iniciativa del deudor primitivo, quien ofrece al acreedor un nuevo deudor en su lugar (que el
derogado código civil denominaba delegación), o por iniciativa de un tercero, quien ofrece al acreedor tomar a su
cargo la obligación del deudor primitivo (conocida en el antiguo Código como expromisión). En ambos casos, existe la
extinción de la obligación primitiva y el nacimiento de una nueva obligación.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Delegación: clases.

La primera posibilidad mencionada es la delegación, que reconoce su origen en el instituto romano de la dele gatio,
consiste en un acto plurilateral que requiere el concurso de tres partes:
1. El deudor primitivo o delegante;
2. El nuevo deudor o delegado (que se convierte en el deudor de la nueva obligación);
3. El acreedor o delegatario.

Se contemplan, entonces, tres relaciones:


1. Una entre el delegante que invita u ordena y el delegado destinatario de la orden o invitación (relación de
cobertura);
2. Otra entre el delegante y el delegatario que recibirá la prestación o promesa ordenada por aquél (relación de
valuta);
3. Y otra, finalmente, entre el delegado que presta o promete y el delegatario que recibe (relación final).

Finalmente, para que se provoque novación en este caso, resultan necesarios dos requisitos ineludibles:
1. Que haya conformidad por parte del delegado (nuevo deudor) y del delegatario (acreedor);
2. Y que el delegatario (acreedor) declare en forma expresa su decisión de liberar al delegante (deudor
primitivo).

La expromisión.

Por otra parte, la otra posibilidad de novación por cambio de deudor es la que el código derogado denominaba
expromisión.
Se da cuando un tercero, mediante un acuerdo celebrado con el acreedor, se obliga a satisfacer la deuda que
mantiene con éste el deudor primitivo, quien de ese modo quedará liberado respecto de la obligación originaria.
Pero para que dicha modificación en la persona del deudor sea de carácter novatorio, además de los requisitos
propios de la novación, deben configurarse los siguientes extremos:
 Que el acuerdo entre el tercero y el acreedor se realice con total prescindencia de la voluntad del deudor
primitivo: podría consignarse que no hace falta la ignorancia total del acuerdo por parte de este último sino la
indiferencia hacia la realización del acto, sin brindar al respecto su consentimiento u oposición. Ello así, puesto
que si hubiera voluntad del deudor primitivo se estaría frente a una dele gatio, razón por la cual para que exista
novación basta el acuerdo entre el acreedor y el tercero.
 Que el acreedor declare expresamente su voluntad de desobligar al deudor primitivo: si ello no ocurre, no
existiría novación alguna, ya que la obligación primitiva quedaría subsistente, agregándose a ella la concebida
entre el tercero y el acreedor; sin la liberación del deudor primitivo, el nuevo acuerdo reviste el carácter de
asunción de deudas pero no de novación. Debe quedar claro, asimismo, que una vez ocurrida la liberación del
antiguo deudor, éste pasa a estar totalmente afuera de la nueva relación jurídica, razón por la cual ante la
insolvencia del nuevo deudor no renace el derecho del acreedor a reclamar la deuda al deudor primitivo.

Novación subjetiva por cambio de acreedor.

Art. 937: “Novación por cambio de acreedor. La novación por cambio de acreedor requiere el consentimiento del
deudor. Si este consentimiento no es prestado, hay cesión de crédito.”

Para que exista novación subjetiva por cambio de acreedor, se deben dar dos requisitos sustanciales:
1. La sustitución de un acreedor por otro;
2. Y que dicha sustitución se haga con el consentimiento del deudor, el que puede ser brindado en forma
expresa o tácita, ya que la ley no impone ninguna exigencia en tal sentido.
Recuérdese que en la cesión de créditos, únicamente, eran partes del acto jurídico el cedente y el cesionario, sin
que el deudor cedido fuera llamado a prestar conformidad o aceptación alguna. Por eso, resulta lógico lo dispuesto en
la parte final por el artículo 937 (que no se requiere el consentimiento del deudor para la cesión de crédito).
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Efectos de la novación.

Art. 940: “Efectos. La novación extingue la obligación originaria con sus accesorios. El acreedor puede impedir la
extinción de las garantías personales o reales del antiguo crédito mediante reserva; en tal caso, las garantías pasan
a la nueva obligación sólo si quien las constituyó participó en el acuerdo novatorio.”

La novación provoca dos efectos fundamentales:


 Extingue la obligación anterior con sus accesorios;
 Da origen a una obligación nueva.
Extinción de la obligación anterior con sus accesorios.
Este efecto de la novación emana en forma clara de la primera parte del art. 940 del Código. Resulta lógica la
extinción de los Accesorios, ya que es una consecuencia natural de su carácter, porque extinguida la deuda principal,
sus accesorios no pueden correr otra suerte distinta.
Se consideran accesorios de la obligación principal: los privilegios, los intereses debidos, las garantías reales y
personales, etc.
En cuanto a la mora (tanto del deudor como del acreedor), como consecuencia de la extinción de la obligación
principal y su sustitución por una nueva, la misma queda purgada; aunque no existe una norma que expresamente así lo
estipule, por aplicación de los principios generales de la novación, no puede existir otro tipo de solución al respecto.
Por otra parte, si bien la extinción de la obligación principal y sus accesorios se produce con carácter
definitivo, se estima que deben reconocerse dos excepciones, al menos, a este principio general:
 En el caso de que la nueva obligación estuviese subordinada a una condición suspensiva o resolutoria: si
no se produce la primera o se cumple la segunda, la novación queda sin efecto, por lo cual la obligación
primitiva renace con todos sus accesorios;
 En la novación por cambio de deudor, cuando el nuevo obligado se encontrare en estado de insolvencia,
ello debe soportarlo el acreedor, ya que no le da derecho a reclamar la deuda al primer deudor. Salvo que el
deudor sustituido fuese incapaz de contratar por hallarse fallido, y en tal caso, la novación no se ha producido,
y el acreedor tiene el derecho de volver contra el deudor primitivo.

Posibilidad de conservación de las garantías personales o reales de la obligación primitiva.


Si bien es principio general que la novación extingue la obligación primitiva con sus accesorios, dicho principio
reconoce una excepción prevista en la segunda parte del art.940 del Código: "El acreedor puede impedir la
extinción de las garantías personales o reales del antiguo crédito mediante reserva; en tal caso, las garantías pasan a
la nueva obligación sólo si quien las constituyó participó en el acuerdo novatorio". Como puede verse, lo previsto en
este artículo constituye una facultad del acreedor, para lo cual deben darse dos requisitos:
a. Debe ser realizada en el mismo acto de celebración de la novación;
b. Debe ser expresa, no pudiendo presumirse su voluntad en tal sentido.
También es importante destacar que para que el acreedor pueda hacer uso de esta facultad, debe tratarse de
garantías que no hayan sido constituidas por terceros.
Finalmente, es determinante lo establecido por el art. 940 in fine, en cuanto a que "las garantías pasan a la nueva
obligación sólo si quien las constituyó participó en el acuerdo novatorio". Con ello queda claro que si existía una
garantía respecto de la obligación primitiva, y ésta se extingue por novación, aquélla no subsistirá sino sólo en el caso
de quien la ha prestado haya participado del acto de novación y decidido afianzar también la nueva relación jurídica
que nace de ese acto.

Otros efectos de la novación ante supuestos particulares.


Aun cuando no estén expresamente regulados, la novación también producirá consecuencias en determinados
supuestos que se analizan a continuación.
 Pluralidad de deudores o de acreedores en obligaciones solidarias.
Cuáles serán los efectos o alcances de la novación hecha por uno de los acreedores con uno de los deudores de una
obligación solidaria en la cual existe pluralidad de ellos.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

a) Para el caso de pluralidad de acreedores, la novación entre uno de los acreedores solidarios y el deudor
extingue la obligación de éste para con los otros acreedores; constituye una consecuencia del principio de la unidad de
objeto o prestación debida en las obligaciones solidarias.
b) Para el caso de pluralidad de deudores, el art. 835, inciso b del Código dispone que si se produce novación
entre el acreedor y uno de los deudores solidarios, la obligación se extingue en el todo. También aquí resulta ser la
solución legal una consecuencia del principio de la unidad de objeto o prestación debida en las obligaciones solidarias.

Efectos de la novación con respecto al fiador.


La novación entre el deudor y el acreedor extingue la obligación del fiador. Ello surge expresamente de lo
dispuesto por el art. 1597 del Código: "La fianza (cantidad de dinero u objeto de valor que se da para asegurar el
cumplimiento de una obligación o un pago) se extingue por la novación de la obligación principal aunque el
acreedor haga reserva de conservar sus derechos contra el fiador. La fianza no se extingue por la novación producida
por el acuerdo preventivo homologado del deudor, aun cuando no se haya hecho reserva de las acciones o derechos
contra el fiador".

Reglas aplicables a la novación legal.

Art. 941: “Novación legal. Las disposiciones de esta Sección se aplican supletoriamente cuando la novación se
produce por disposición de la ley.”

Queda claro, pues, que cuando la novación está impuesta por la ley, debe primar lo dispuesto por la norma que la
determina por sobre cualquier otra disposición de la Sección 3°, Capítulo 5, Título I, Libro Tercero, del Código.

DACIÓN DE PAGO
Definición.

Art. 942: “Definición. La obligación se extingue cuando el acreedor voluntariamente acepta en pago una
prestación diversa de la adeudada.”

La dación en pago es un modo extintivo de las obligaciones que se produce cuando las partes deciden, de común
acuerdo, aceptar, en calidad de pago, una prestación distinta a la originalmente pactada.
Reconoce su fundamento en el principio de autonomía de la voluntad y de libertad de las convenciones.
En razón del principio de identidad que rige en materia de pago no se puede obligar al acreedor a recibir una cosa
distinta a la que tiene derecho en virtud de la obligación convenida; sin embargo, el acreedor puede aceptar una
prestación distinta a la debida, extinguiéndose de tal modo la obligación. Es así como se configura la "dación en pago"
contemplada en los artículos 942 y 943 del Código.

Naturaleza jurídica.

Se han elaborado numerosas teorías con respecto a la naturaleza jurídica de la dación en pago, siendo algunas
de ellas las siguientes:
a) Mera variedad del pago.
Esta postura ha sido sostenida por algunos autores franceses (Pothier, Planiol), quienes sostenían que la dación en
pago no era otra cosa más que una simple variedad o modalidad del pago, en la cual el acreedor presta su
conformidad en recibir una prestación distinta a la originalmente adeudada.
b) Novación objetiva.
Otros autores sostienen que la dación en pago constituye una novación objetiva, pues el acreedor es quien presta
su conformidad para que se reemplace la prestación originariamente debida por otra distinta, y esta última es cumplida
por el deudor con la finalidad de extinguir su deuda.
c) Contrato oneroso asimilable a la compraventa.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Hay quienes sostienen que se trata de un contrato asimilable a la compraventa, en donde la cosa dada en pago
ocuparía el lugar de la cosa vendida. Es importante mencionar que si bien existe cierta familiaridad entre ambos
institutos, no se trata de la misma cosa: mientras el contrato de compraventa se erige en fuente de obligaciones, la
dación en pago está destinada a la extinción de obligaciones preexistentes.
d) Convención liberatoria.
Una doctrina más moderna ha sostenido que la dación en pago es sólo un contrato solutorio, puesto que no
provoca ningún cambio en la obligación, la que permanece inalterada hasta el momento preciso de su extinción.
e) Nuestra opinión.
Por nuestra parte, debemos concebir a la dación en pago como una figura compleja, en donde coexisten elementos
de la novación y del pago.
En la dación en pago existe una novación objetiva previa de la obligación primitiva (cambio de prestación) y un
pago (de carácter inmediato) que extingue la nueva obligación.
Sin embargo, debemos manifestar que existen diferencias entre la dación en pago y dichos institutos:
 Mientras la novación crea una nueva obligación en reemplazo de la primitiva, en la dación de pago se
extingue una obligación originaria mediante el cumplimiento de una prestación distinta de la adeudada,
habiendo prestado el acreedor conformidad para ello;
 Con respecto al pago, mientras en éste se realiza la conducta debida y se efectúa el cumplimiento de la
prestación originalmente convenida, en la dación en pago se satisface el interés del acreedor cumpliendo el
deudor una prestación diferente a la oportunamente convenida.

Requisitos.

Son varios los elementos o requisitos que se deben configurar para que resulte procedente la dación en pago. Ellos
son:
1. Existencia de una obligación válida.
Ya que todo medio extintivo presupone una obligación (de dar, de hacer o de no hacer) que le sirva de causa.
Sin este requisito, cualquier prestación ejecutada en esas condiciones constituiría un pago indebido.
2. Cumplimiento de una prestación distinta a la debida.
Una vez que ha mediado el consentimiento del acreedor, el principio general indica que el deudor debe cumplir
con una prestación diferente a la debida.
3. Acuerdo de voluntades entre acreedor y deudor.
Es necesaria la conformidad del acreedor para recibir una prestación diferente a la originariamente
convenida, ya que no se lo puede obligar en ese sentido. Por ello, a diferencia del pago (que se realiza únicamente con
la ejecución del deudor de la conducta debida), en la dación en pago resulta indispensable que haya acuerdo de
voluntades a fin de extinguir la obligación con otra prestación diferente a la originariamente convenida.
4. Intención de pago.
Es imprescindible, además, que exista la intención de cancelar la deuda (animus solvendi), ya que de otro modo
no habrá dación en pago: ello requiere, en consecuencia, que cuando se entrega una cosa distinta a la prestación debida
en la obligación, debe efectuarse en calidad de pago, transfiriendo su dominio, a fin de cancelar esa deuda; si la
transmisión no se efectúa con dicha finalidad no habrá dación en pago.
5. Capacidad.
Al requerir la dación en pago un acuerdo de voluntades entre acreedor y deudor, siendo ella un acto jurídico
bilateral, es necesario que ambas partes posean capacidad para contratar.
Con respecto a la posibilidad de efectuar la dación en pago por medio de representantes, ante la ausencia de una
norma específica que determine su procedencia y viabilidad, se estima que resulta necesario, en caso de representación
voluntaria, un poder especial con facultades expresas de efectuar la dación en pago, no bastando un poder de carácter
general.

Reglas aplicables. Efectos. La garantía de evicción.

Art. 943: “Reglas aplicables. La dación en pago se rige por las disposiciones aplicables al contrato con el que tenga
mayor afinidad.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El deudor responde por la evicción y los vicios redhibitorios de lo entregado; estos efectos no hacen renacer la
obligación primitiva, excepto pacto expreso y sin perjuicio de terceros.”

La dación en pago trae aparejados los efectos del pago: extingue la obligación preexistente y libera al deudor.
Pero, la dación en pago produce efectos especiales propios en razón de su particular naturaleza jurídica, los que
varían según cuál sea la naturaleza de la prestación que es realizada en reemplazo de la originariamente convenida. En
consecuencia, se aplicarán diferentes normas legales según sea la prestación cumplida. Esto surge claramente de la
primera parte del art. 943 del Código, en cuanto dispone que "La dación en pago se rige por las disposiciones
aplicables al contrato con el que tenga mayor afinidad". No obstante, aun ante la ausencia de toda disposición
normativa, se puede mencionar, a título ejemplificativo, que:
 Si lo que se entrega en cambio de la prestación originaria es un crédito a favor del deudor, regirán las
normas de la cesión de derechos. En razón de ello:
-el deudor responde por la existencia y legitimidad del crédito que entrega;
-la extinción de la obligación operará sólo ante el cobro efectivo del crédito cedido, evitándose de tal modo que se
perjudique al acreedor ante la insolvencia de quien cedió el crédito.
 Si la dación en pago consiste en la entrega de una cosa, regirán las normas de la compraventa. El deudor
será asimilable al vendedor y el acreedor al comprador, con las obligaciones que le competen a cada uno de
ellos; en tal sentido, es importante destacar que el deudor, que efectúa la dación en pago mediante la entrega de
una cosa, responderá por evicción y vicios redhibitorios, excepto pacto expreso y sin perjuicio de terceros.

Respecto de la evicción (pérdida de un derecho), el art. 943 dispone en su parte final que "El deudor responde por
la evicción y los vicios redhibitorios de lo entregado; estos efectos no hacen renacer la obligación primitiva, excepto
pacto expreso y sin perjuicio de terceros". Es decir, la norma determina que la evicción de la cosa dada en pago no
altera la extinción operada, la que tiene el carácter de definitivo; en tal caso, sólo podrá reclamar el acreedor
perjudicado las indemnizaciones que correspondan, pero nunca revivir la obligación extinguida.
En materia de fianzas, aun ante el silencio que guarda el Código al respecto, por aplicación de los principios
generales que rigen en la materia, si el acreedor acepta en pago de la deuda otra cosa que la que le era debida, aunque
después la pierda por evicción, queda libre el fiador. Esta solución resulta lógica, puesto que la dación en pago provoca
no sólo la extinción de la obligación sino también todas las garantías y accesorios de la misma, por lo que la fianza
indefectiblemente corre idéntica suerte.
Por último, cabe mencionar que la dación en pago puede ser objeto de impugnación por parte de los
acreedores, cuando el deudor que la realiza es insolvente, siempre que con dicha dación se afecte el principio de
igualdad que debe regir entre los acreedores. En tal sentido, los acreedores perjudicados cuentan con dos mecanismos
legales a fin de salvaguardar sus derechos:
 Si el deudor no ha sido concursado, a través de la acción revocatoria o pauliana, pueden impugnar (solicitar
la nulidad) la dación en pago, en la medida que se cumplan los requisitos para su procedencia;
 Y si el deudor se encuentra concursado, se debe demostrar que quien recibió la cosa en pago conocía el estado
de cesación de pagos de su deudor, y que con dicha entrega se estaba perjudicando al resto de los acreedores.

RENUNCIA DE LOS DERECHOS DEL ACREEDOR


Concepto.

Art. 944: “Caracteres. Toda persona puede renunciar a los derechos conferidos por la ley cuando la renuncia no
está prohibida y sólo afecta intereses privados. No se admite la renuncia anticipada de las defensas que puedan
hacerse valer en juicio.”

La renuncia también es un modo extintivo de las obligaciones.


En un sentido amplio, la renuncia es un acto por el cual una persona abdica (renuncia) o abandona un derecho
que le pertenece, en forma voluntaria y espontánea.
En cambio, en un sentido restringido, la renuncia es el acto de abdicación, voluntario y espontáneo, del derecho
de crédito. Este último criterio constituye el concepto jurídico de remisión de deuda.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Así, el artículo expresa que cualquier persona puede renunciar a sus derechos, siempre y cuando ella no se
encuentre prohibida y afecte sólo intereses privados. Lo dispuesto en la norma resulta lógico y razonable, ya que no
se pueden renunciar a derechos, si ello estuviera expresamente prohibido por las leyes por afectar intereses que
trascienden lo privado.
En síntesis, la renuncia reviste el carácter de género, abarcando todo acto de abdicación de cualquier derecho
susceptible de abandono, mientras que la remisión de deuda (que consiste en la renuncia a un derecho de crédito)
constituye una especie de renuncia.

Renuncia gratuita u onerosa.

Art. 945: “Renuncia onerosa y gratuita. Si la renuncia se hace por un precio, o a cambio de una ventaja
cualquiera, es regida por los principios de los contratos onerosos. La renuncia gratuita de un derecho sólo puede
ser hecha por quien tiene capacidad para donar.”

La renuncia puede efectuarse por:


 Actos entre vivos;
 Por disposiciones de última voluntad (mortis causa), constituyendo un legado de liberación.
También, según surge del propio artículo, la renuncia puede ser:
 Gratuita, cuando quien renuncia no recibe contraprestación alguna en su favor, constituyendo así una
liberalidad (ayudar o dar sin recibir nada a cambio);
 Onerosa, cuando es realizada a cambio de un precio o prestación cualquiera, resultando aplicables en este
caso las normas que rigen los contratos onerosos.

Naturaleza y requisitos.

Si bien no se cuestiona que la renuncia es un acto jurídico, lo que significa que es voluntaria, lícita y posee la
finalidad inmediata de aniquilar derechos.
Lo que si se ha discutido es su carácter bilateral o unilateral.
1. Acto jurídico bilateral.
La renuncia tiene carácter bilateral porque hasta que no se produzca la aceptación de la persona en favor de la
cual se hubiese efectuado la renuncia, la misma no produce efectos jurídicos, "quedando a salvo los derechos
adquiridos por terceros". Ello emana del art. 946 del Código que establece: "La aceptación de la renuncia por el
beneficiario causa la extinción del derecho".
2. Acto jurídico unilateral.
Sin embargo, para otros autores, la renuncia es un acto jurídico unilateral, puesto que sólo requiere para lograr su
eficacia de la voluntad del acreedor. Esto es así porque la aceptación a que se refiere el art. 946 del Código no hace a
la existencia misma de la renuncia sino a su irrevocabilidad; una vez aceptada, deja firme sus efectos. Además, nada
impide que el acreedor pueda abstenerse por su sola voluntad de reclamar el pago de la deuda y posibilitar así que se
opere la prescripción (renuncia tácita) o desprenderse manifiestamente del derecho (renuncia expresa).
Finalmente, cuando la renuncia aparece como onerosa (fruto de un acuerdo entre partes), se está en presencia de un
contrato oneroso, pero no propiamente de una renuncia.

Requisitos
CAPACIDAD OBJETO FORMA
Si se trata de una renuncia gratuita, el Puesto que la renuncia es un acto jurídico, todo Ver comentario del
art. 945 expresa que solo puede ser hecha lo referido a su objeto deberá regirse por lo art. 949: “Forma.”
por quien tiene capacidad para efectuar dispuesto en el art. 279: “El objeto del acto
o recibir donaciones, según se trate del jurídico.”
renunciante o del deudor favorecido con En consecuencia, el objeto de la renuncia deberá
la abdicación del derecho. ser:

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

 Lícito (no prohibido por la ley);


En caso de ser una renuncia onerosa, la  Posible;
capacidad del que la hace y la de aquel a  Determinado o determinable;
cuyo favor es hecha se determina por las  No contrario ni al orden público, la
reglas relativas a los contratos moral ni las buenas costumbres, ni
onerosos. lesionar derechos ajenos;

Retractación de la renuncia.

Art. 947: “Retractación. La renuncia puede ser retractada mientras no haya sido aceptada, quedando a salvo los
derechos adquiridos por terceros.”

Corresponde analizar los efectos de la renuncia y también la situación creada cuando se produce una
retractación de ella.
a. La renuncia extingue el crédito con todos sus accesorios y garantías, una vez que es aceptada por el
beneficiario. Ella sólo produce efectos entre partes, no pudiendo perjudicar a terceros; si ello ocurriera, los
afectados pueden interponer la acción revocatoria o pauliana.
b. La renuncia puede ser retractada mientras no haya sido aceptada por el deudor. La retractación, al igual
que la renuncia, también puede ser expresa o tácita: en el primer caso, quien ha renunciado le comunica al
deudor la revocación de la renuncia; en cambio, habrá retractación tácita cuando de la conducta del renunciante
se pueda deducir que no tiene intención de renunciar. La retractación de la renuncia no puede afectar los
derechos adquiridos por terceros, desde el momento en que tuvo lugar.

Forma y prueba.

Art. 948: “Prueba. La voluntad de renunciar no se presume y la interpretación de los actos que permiten inducirla
es restrictiva.”

Art. 949: “Forma. La renuncia no está sujeta a formas especiales, aun cuando se refiera a derechos que constan en
un instrumento público.”

La renuncia es un acto no formal, ya que no está sujeta a ninguna forma exterior, por lo cual se rige por el
principio de la libertad de las formas pudiendo exteriorizarse de cualquier manera, ya sea verbal o escrita, por
instrumento público o privado. En consecuencia, se admite todo tipo de medio probatorio a fin de acreditar su
existencia.
Sin embargo, teniendo en cuenta lo dispuesto en el art. 948, la voluntad de renunciar no se presume y la
interpretación de los actos que permiten inducirla es restrictiva. Ello quiere decir que en caso de duda respecto a la
existencia o no de la renuncia, habrá de estarse siempre en favor de la perdurabilidad del derecho. En tal sentido, para
que una renuncia pueda ser admitida como efectuada en forma tácita, tal circunstancia debe emanar en forma clara e
ineludible de la conducta del renunciante.

REMISIÓN DE LA DEUDA

Concepto y caracteres.

Art. 950: “Remisión. Se considera remitida la deuda, excepto prueba en contrario, cuando el acreedor entrega
voluntariamente al deudor el documento original en que consta la deuda. Si el documento es un instrumento
protocolizado y su testimonio o copia se halla en poder del deudor sin anotación del pago o remisión, y tampoco
consta el pago o la remisión en el documento original, el deudor debe probar que el acreedor le entregó el
testimonio de la copia como remisión de la deuda.”

Remisión: liberar a alguien de una obligación.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

La remisión de deudas es una especie dentro del género "renuncia", siendo definida como el acto jurídico
unilateral por el cual el acreedor abdica de sus derechos de crédito, liberando en consecuencia al deudor sin ver
satisfecho su interés.
En razón de ello, es que el art. 951 del Código determina que las disposiciones referidas a la renuncia también son
aplicables a la remisión.
El art. 950, deja claro que la remisión implica la renuncia a un derecho de crédito, la que quedará evidenciada y
configurada, cuando el acreedor entregue al deudor el título en el cual consta la deuda (ej.: pagaré, cheque, etc.)
Sus caracteres son:
 Es nominado y típico, porque tiene nombre y régimen jurídico propio;
 Es consensual, porque se perfecciona con el solo consentimiento de las partes;
 Es no formal, porque la voluntad puede expresarse por cualquier medio;
 Es gratuito, porque el acreedor no recibe una contraprestación a cambio de la liberación del deudor;
 Por excepción, puede ser oneroso;
 Tiene finalidad extintiva;
 Produce los efectos jurídicos del pago.

Normas aplicables.

Art. 951: “Normas aplicables. Las disposiciones sobre la renuncia se aplican a la remisión de la deuda hecha por el
acreedor.”

Se aplican a la remisión las mismas normas que rigen a la renuncia y que se encuentran en el Código en los
artículos 944 a 949.
Esto es así porque la remisión de deuda se trata de un acto jurídico en el cual el acreedor renuncia a sus
derechos de crédito, liberando así al deudor.

Efectos.

Art. 952: “Efectos. La remisión de la deuda produce los efectos del pago. Sin embargo, la remisión en favor del
fiador no aprovecha al deudor. La hecha a favor de uno de varios fiadores no aprovecha a los demás.”

La remisión de la deuda constituye un modo extintivo de las obligaciones, y por ende, pone fin a la relación jurídica.
Es importante analizar los alcances de los efectos extintivos.
El efecto principal de la remisión de deudas es la extinción del crédito con todos sus accesorios y garantías y,
como efecto reflejo, el aniquilamiento de la deuda correspondiente, por lo que el deudor queda liberado.
Es decir, los efectos de la remisión de deuda son: la extinción del vínculo y la liberación del deudor, no así la
satisfacción del interés del acreedor.
Sin embargo, si la remisión no fuera total sino parcial, se extinguen sólo en parte el crédito y la deuda, subsistiendo
la relación obligatoria con distinto contenido.

Pago parcial del fiador.

Art. 953: “Pago parcial del fiador. El fiador que pagó una parte de la deuda antes de la remisión hecha al deudor,
no puede repetir el pago contra el acreedor.”

El Código contiene disposiciones relativas a los alcances de la remisión frente a la fianza.


Existe un principio general establecido en el art. 952 del Código que regla: "La remisión en favor del fiador no
aprovecha al deudor". Ello resulta ser una consecuencia lógica del principio de interdependencia entre las
obligaciones principales y accesorias.
Asimismo, también se analiza cómo opera la remisión frente a la existencia de pluralidad de fiadores, en el art. 952
in fine: "La [remisión] hecha a favor de uno de varios fiadores no aprovecha a los demás".
Finalmente, el art. 953 del Código regula el supuesto de que hubiera habido un pago parcial de la deuda por
parte del fiador, en forma previa a la remisión. En tal caso, el ordenamiento dispone que todo pago que hubiera
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

hecho el fiador con anterioridad a que la deuda fuera remitida al deudor, no le concede el derecho a reembolsar del
acreedor aquello que hubiera dado en pago.

TRANSACCIÓN
Definición legal.

Art. 1641: “Concepto. La transacción es un contrato por el cual las partes, para evitar un litigio, o ponerle fin,
haciéndose concesiones recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o litigiosas.”

La norma apunta a definir al contrato de transacción a través de identificar y enunciar los elementos tipificantes de
la figura, a saber:
 las concesiones recíprocas;
 la res dubia (derechos litigiosos o dudosos);
 la finalidad extintiva.
Se ha afirmado en doctrina que la transacción es un contrato extintivo de derechos disponibles mediante la
fijación o declaración de certidumbre de la situación existente entre las partes.
El concepto adoptado ahora por el Código guarda semejanza con la noción que proponía el Proyecto de Reforma al
Código Civil de 1998, el cual establecía que hay contrato de transacción si las partes, para evitar un litigio, o
ponerle fin, extinguen derechos mediante concesiones recíprocas.
En la práctica, la transacción contiene renuncias o reconocimientos de derechos, que las partes realizan de manera
correspectiva e indivisible, lo cual determina que se trate de un negocio declarativo y no constitutivo o atributivo
de derecho.

Naturaleza.

Una de las cuestiones que ha sido objeto de discusiones en materia de transacción fue aquella relacionada con su
naturaleza jurídica. En este sentido, se perfilaron dos posiciones bien delimitadas; una, sostenida por quienes
consideraban que se trataba de un contrato y otra, que la ubicaba dentro de la categoría más genérica de la "convención
liberatoria”.
Adherir a una u otra tesis estaba en relación directa con la concepción más amplia o restringida que se tuviere del
contrato. Así, le negaron carácter contractual a la transacción quienes restrictivamente entendían que el efecto propio
del contrato, o su finalidad inmediata, es generar obligaciones y no extinguirlas, como sucede en la transacción.
En cambio, para aquellos doctrinarios que compartían una concepción más amplia del contrato, éste no sólo es
instrumento útil para crear obligaciones, sino también para modificarlas o extinguirlas, por lo tanto, la transacción
podía encuadrarse dentro de esta categoría.
El nuevo código clausura esa discusión en tanto dispone expresamente que la transacción es un contrato. Además,
metodológicamente, la regula como un tipo contractual, en el Título IV, referido a los contratos en particular.

Elementos.

Es posible identificar como elementos tipificantes de la transacción a los siguientes:

 Existencia de concesiones recíprocas.


La norma exige que las partes se hagan "concesiones" y que éstas sean "recíprocas". El verbo "conceder"
significa dar, otorgar, reconocer o atribuir una cualidad o condición a alguien o algo. Por ello, la transacción exige
que cada parte realice un sacrificio, en alguna medida, de sus derechos o pretensiones en beneficio de la otra.
Las concesiones recíprocas constituyen la nota de mayor significación en la caracterización de la transacción; pues
representa la pauta diferenciadora con otras figuras jurídicas, tales como la renuncia, el allanamiento o el
desistimiento, en las cuales si bien existe un abandono de derechos, el mismo proviene exclusivamente de la parte que
lo efectúa.
Sin embargo, la doctrina es coincidente en afirmar que no es indispensable que las concesiones realizadas por
cada parte sean equivalentes, o de igual valor, a las ventajas obtenidas a cambio.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

 Debe referirse a obligaciones litigiosas o dudosas ("res dubia").


Las obligaciones litigiosas o dudosas constituyen la materia sobre la cual recaen los reconocimientos o sacrificios.
En realidad, la transacción puede tener por objeto cualquier situación o relación jurídica controvertida, es
decir, no se aplica sólo a los derechos creditorios, sino que se extiende a todo tipo de derechos, sean reales,
intelectuales, o a algunos derechos extra patrimoniales, en tanto sean disponibles.
La expresión "obligaciones litigiosas" refiere, a aquellas obligaciones que son materia de un proceso judicial y
cuya existencia y/o alcances esperan ser dilucidados por los tribunales.
La expresión "obligaciones dudosas" resulta más difícil de definir, ya que se controvierte si comprenden sólo a
aquellas obligaciones que subjetivamente las partes consideran como tales o si son dudosas cuando objetivamente, y a
través de la opinión de especialistas formados en derecho, pudieran parecerlo. Tanto la mayoría de la doctrina como así
también la jurisprudencia entienden que es suficiente que lo sean subjetivamente para conformar la res dubia y validar
el negocio transaccional.

 Finalidad de evitar el litigio o ponerle fin (finalidad extintiva):


La transacción presupone la existencia de una relación o situación jurídica objeto de controversia entre las
partes, a la cual se pretende poner término con el acuerdo transaccional. La expresa enunciación de esa finalidad
contenida en el art.1641 sitúa a la función extintiva del instituto como uno de los elementos tipificantes.
Los derechos litigiosos o dudosos importan una inseguridad a la que se busca poner fin para evitar un conflicto, o
bien para extinguirlo. Cuando se trata de un derecho dudoso, el propósito buscado será evitar el litigio; en cambio, si
se trata de derechos litigiosos, la finalidad consistirá en poner término al mismo.
Por tanto, las partes buscan componer o solucionar esa controversia por sí mismas, renunciando recíprocamente
a derechos y obligaciones de carácter dudoso o litigioso; así, el acuerdo alcanzado tiene efectos extintivos, y las partes
se verán impedidas de plantear nuevamente la cuestión en el futuro.

Forma y prueba.

Art. 1643: “Forma. La transacción debe hacerse por escrito. Si recae sobre derechos litigiosos sólo es eficaz a partir
de la presentación del instrumento firmado por los interesados ante el juez en que tramita la causa. Mientras el
instrumento no sea presentado, las partes pueden desistir de ella.”

Como regla general, la transacción es regulada como contrato formal, dado que el artículo le impone la forma
escrita para su eficacia.
En el supuesto de transacción extrajudicial, es decir, aquella que recae sobre derechos dudosos, la forma escrita
aparece como la única solemnidad requerida, tratándose de una forma no solemne.
En cambio, la transacción judicial, o sea aquella relativa a derechos litigiosos, se sujeta a formalidades más
exigentes, pues se requiere la presentación del instrumento ante el juez donde tramita la causa.
Por último, si la transacción tiene por objeto derechos dudosos o litigiosos sobre inmuebles, debe ser hecha por
escritura pública.
Puede afirmarse que, en cualquiera de los casos, la transacción es un contrato formal no solemne ya que la
forma escrita no se exige bajo pena de nulidad. Por ello, si la transacción no se celebra por escrito, no producirá los
efectos propios, pero sí otros diferentes. La transacción celebrada verbalmente, o en instrumento privado en caso de
inmuebles, va a valer como acto en que las partes se han obligado a cumplir con la formalidad exigida por la ley
pudiendo elevarse a la forma requerida y alcanzar así su plena eficacia.

Efectos.

Art. 1642: “Caracteres y efectos. La transacción produce los efectos de la cosa juzgada sin necesidad de
homologación judicial. Es de interpretación restrictiva.”

Esta disposición, reafirmando criterios ya vigentes en el código derogado, sienta una regla fundamental en materia
de efectos de la transacción al reconocerle efectos de cosa juzgada, ya se trate de transacción judicial o
extrajudicial.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Además, la norma dispone la interpretación restrictiva, lo cual significa que la interpretación debe hacerse
teniendo en cuenta la literalidad de los términos empleados por las partes para manifestar la voluntad, sin que sea
dable presumir renuncias, desistimientos o pérdidas de derechos.

Los efectos de cosa juzgada de la transacción.


En el caso de la transacción, las partes quedan vinculadas a la composición de intereses alcanzada en ejercicio de su
autonomía privada; por tanto, se verán impedidas de replantear la cuestión y volver a discutir sobre los derechos
materia de transacción, siendo este efecto común tanto a la transacción judicial como a la extrajudicial.
La regla legal guarda coherencia con la función extintiva del instituto; tratándose de un contrato por el cual se
persigue la resolución de una controversia, el acuerdo compositivo alcanzado por las partes respecto de los
derechos controvertidos extingue el diferendo y no admite una controversia entre las mismas partes.
En el supuesto de que alguna de ellas pretendiera desconocer el acuerdo y reabrir el conflicto sobre la cuestión
cansada, sería procedente la excepción de transacción. Esta excepción de transacción tendrá el carácter de excepción
previa y de especial pronunciamiento en el caso en que el acuerdo haya versado sobre derechos litigiosos, y el carácter
de defensa de fondo que resolverá el juez en la sentencia en el caso de que la transacción recayera sobre derechos
dudosos.
El efecto de cosa juzgada se produce sin necesidad de homologación judicial. Debe tenerse presente que la
transacción no homologada judicialmente no da lugar a la ejecución de sentencia, en cuyo caso los interesados tendrán
que articular su pretensión de cumplimiento de contrato por vía ordinaria, salvo que el instrumento en el que aquella
conste sea de los que traen aparejada ejecución.
En resumen, tanto la transacción judicial como la extrajudicial producen los efectos de cosa juzgada quedando
cerrada la posibilidad de volver a plantear en juicio la misma controversia, o de desconocer el acuerdo
compositivo alcanzado.

Interpretación restrictiva.
La transacción es de interpretación restrictiva no presumiéndose las renuncias, los desistimientos o la pérdida
de los derechos, que forman la sustancia de ella.
La transacción sólo comprende y extingue los derechos litigiosos o dudosos exclusivamente considerados en
ella según la común intención de las partes; debiendo entenderse en caso de duda que no alcanza a los derechos no
incluidos en la misma de manera absolutamente inequívoca.

Nulidad de la transacción.

Art. 1645: “Nulidad de la obligación transada. Si la obligación transada adolece de un vicio que causa su nulidad
absoluta, la transacción es inválida. Si es de nulidad relativa, las partes conocen el vicio, y tratan sobre la nulidad,
la transacción es válida.”

La disposición regula sobre la nulidad de la transacción como consecuencia de la nulidad de los derechos que
constituyen su objeto.
Ello es así, pues la obligación controvertida constituye presupuesto y causa del acuerdo transaccional, lo cual
requiere la validez de la obligación respecto de la cual versa el acuerdo transaccional.
Si la nulidad que le afecta fuere absoluta, la transacción siempre será inválida, puesto que tal nulidad no es
susceptible de subsanación; en cambio, si la nulidad fuere relativa, el vicio fuere conocido por las partes y la nulidad es
tenida en cuenta en la transacción, se admite la validez de la transacción, que viene a actuar como confirmación de la
relación jurídica nula que le sirve de antecedente.
Las relaciones jurídicas materia de transacción pueden ser nulas porque adolecen de algún vicio o defecto en alguno
de sus elementos necesarios: sujetos, objeto, fuente y finalidad (por ej: en cuanto a los sujetos, la obligación puede ser
nula porque éstos carezcan de capacidad o legitimación para obrar).
Cualquiera sea el caso, la nulidad de la relación jurídica sobre la cual versa la transacción se proyecta sobre su
propia eficacia, pues el negocio transaccional se verá privado de objeto y de causa.
Como bien se ha dicho, la transacción requiere como elemento esencial la existencia de derechos, sean dudosos o
litigiosos, sobre los cuales pueda recaer el acuerdo extintivo. Al fallar la existencia de tales derechos, falla, como
consecuencia, la transacción misma. Confluyen aquí dos razones que conducen a privar de efectos a la transacción: la
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

primera es la ausencia de objeto ya que la relación jurídica litigiosa o dudosa es nula, y la segunda es que tampoco
existe causa fin pues la finalidad de extinguir derechos litigiosos o dudosos no puede operar respecto de relaciones
jurídicas carentes de eficacia.
La confirmación posterior a la transacción del acto o relación jurídica sobre la cual se transigió implica renuncia a la
acción de nulidad por parte del autor de la confirmación' y, por consiguiente, por el efecto declarativo de la
confirmación, la transacción queda consolidada en su eficacia, sin perjuicio de los derechos de terceros de buena fe a
quienes la confirmación pudiera perjudicar.

3) LOS HECHOS EXTINTIVOS.

COMPENSACIÓN
Definición.

Art. 921: “Definición. La compensación de las obligaciones tiene lugar cuando dos personas, por derecho propio,
reúnen la calidad de acreedor y deudor recíprocamente, cualesquiera que sean las causas de una y de otra.
Extingue con fuerza de pago las dos deudas, hasta el monto de la menor, desde el tiempo en que ambas obligaciones
comenzaron a coexistir en condiciones de ser compensables.”

La compensación es un medio de extinción de obligaciones que se produce por la mutua neutralización de dos
obligaciones, cuando quien tiene que cumplir es, al mismo tiempo, acreedor de quien tiene que recibir la
satisfacción. Es el balance entre dos obligaciones que se extinguen recíprocamente, si ambas son de igual valor, o
sólo hasta donde alcance la menor, cuando ellas son de un valor diferente.
La compensación supone la existencia de dos obligaciones distintas entre las mismas personas; dichas personas
poseen calidades de deudor y acreedor al mismo tiempo; cada uno de los sujetos será acreedor en una de las
obligaciones y deudor en la otra.
A modo de ejemplo: si "A" le debe $ 500 a "B" a raíz de un préstamo de dinero que éste le efectuó, y si "B" le
adeuda a "A" idéntica cantidad por la compra de un televisor, resulta innecesario que "A" le entregue a "B" los $ 500
que le debe en razón del préstamo y éste, finalmente, le pague seguidamente con esos mismos $ 500 el televisor que le
ha vendido "A". Es lógico y razonable, en este caso, que ninguno entregue nada al otro y que se consideren saldadas
ambas obligaciones. De ser diferentes las cantidades adeudadas por uno y otro, el que debe más deberá pagar al otro la
diferencia entre las dos sumas que se adeudan recíprocamente.

Diversas clases.

Art. 922: “Especies. La compensación puede ser legal, convencional, facultativa o judicial.”

Si bien el código derogado sólo legislaba sobre la compensación legal, nuestra doctrina siempre ha estado de
acuerdo en reconocer al menos cuatro formas de compensación (legal, facultativa, convencional y judicial).
El Código recepta esta clasificación:
1. Convencional. También llamada voluntaria o contractual, se constituye por el acuerdo de voluntades de las
partes, que son acreedor y deudor recíprocamente.
2. Facultativa. Es la que depende de la voluntad de una sola de las partes, ya que tiene derecho a oponerla en razón
de existir una ventaja en su favor, a la cual sólo ella puede renunciar.
3. Judicial. Es la que determina el juez en su sentencia, declarando admisible (total o parcialmente) un crédito
alegado por el deudor demandado.
4. Legal. Es la que tiene lugar por la fuerza de la ley.

Compensación legal. Condiciones necesarias. Cuándo procede.

Art. 923: “Requisitos para la compensación legal. Para que haya compensación legal:
a) Ambas partes deben ser deudoras de prestaciones de dar;
b) Los objetos comprendidos en las prestaciones deben ser homogéneos entre sí;
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c) Los créditos deben ser exigibles y disponibles libremente, sin que resulte afectado el derecho de terceros.”

La compensación legal es la que se produce, por la sola fuerza de la ley y de pleno derecho, cuando se configuran
todos los requisitos que la ley exige a tal fin; en ella, se prescinde de la voluntad de las partes, aunque no puede ser
declarada de oficio y debe ser alegada por la parte interesada.
La compensación legal, sin embargo, para poder efectuarse requiere la presencia de ciertos requisitos, los cuales una
vez acreditados producen el efecto extintivo perseguido. Ellos son:
1. Ambas partes deben ser deudoras de prestaciones de dar.
Por lo tanto, no existe compensación alguna en una obligación de hacer o de no hacer.
Aunque no lo diga expresamente el texto legal, de su redacción se desprende el requisito de la reciprocidad, ya
que como lo dispone el art. 921 del Código, las partes deben reunir la calidad de deudor y acreedor recíprocamente.
Además, el crédito que se compensa debe ser un derecho propio de aquel que efectúa su compensación: esto quiere
decir que la deuda opuesta en compensación sea debida a la misma persona que la alega, y que lo sea por la misma
persona a la cual es opuesta.
No hay reciprocidad, y por ende no puede proceder la compensación legal, entre el crédito y la deuda de una
persona con otra, cuando no se cumpla el requisito de "derecho propio" (por ej: el padre no puede oponer
compensación a un acreedor suyo por una deuda que éste tenga con su hijo sometido a patria potestad).
Por último, no se requiere que las deudas provengan de la misma causa o relación jurídica, y menos que sean
recíprocas en el sentido de que deriven de un contrato bilateral (contrato que genera obligaciones recíprocas para
ambas partes).
2. Los objetos comprendidos en las prestaciones deben ser homogéneos entre sí.
Se refiere a que las prestaciones sean fungibles entre sí y que pertenezcan al mismo género.
Debe aclararse, sin embargo, que aquí no se exige que las dos prestaciones consistan en dar cosas fungibles, sino
que, por el contrario, el requisito de la fungibilidad consiste en que la prestación adeudada por uno de los obligados
sea "fungible" con relación a la debida por el otro (por ej: que si uno adeuda al otro 80 kg de maíz, este último le
adeude al primero también una cantidad de maíz determinada); de otro modo, no habrá compensación legal posible,
aun cuando individualmente consideradas ambas prestaciones sean fungibles.
3. Los créditos deben ser exigibles y disponibles libremente, sin que resulte afectado el derecho de terceros.
Tal como surge del art. 922, inciso c, para que la compensación pueda realizarse, los dos créditos (y, por ende,
ambas deudas) deben ser exigibles, es decir, ser susceptibles de poder ser reclamados judicialmente por parte del
acreedor. En consecuencia, no pueden ser compensadas por carecer de este requisito de exigibilidad:
 Las obligaciones a plazo suspensivo: mientras no opere su vencimiento, ya que el acreedor no tiene el
derecho de exigir el pago de la obligación hasta ese momento. En cambio, sí pueden ser compensables las
obligaciones sometidas a plazos extintivos o resolutorios, siempre que éstos se encuentren pendientes de
cumplimiento.
 Las obligaciones condicionales: en tanto estén sometidas a condición suspensiva, puesto que encontrándose
pendiente ésta, el acreedor no tiene el derecho de exigir el cumplimiento de la obligación. Hay que hacer una
salvedad respecto de las obligaciones sometidas a condición resolutoria, ya que si bien hasta que no se
cumpla la condición la obligación tiene plena existencia y es exigible (y por ende compensable), el
cumplimiento del hecho condicionante extinguirá la obligación con carácter retroactivo aniquilando el derecho
del acreedor, por lo cual la compensación (si se ha efectuado) también se extingue.
También la norma determina que para que pueda llevarse a cabo la compensación, los créditos deben estar
libremente disponibles, sin que resulte afectado el derecho de terceros, lo cual requiere que sus titulares puedan
disponer de ellos sin traba alguna.
Se consideran, pues, créditos expeditos, aquellos que están libres de todo estorbo o traba legal, y por lo tanto pueden
disponerse libremente o hacerse efectivos sin afectación de los derechos de terceros.
En consecuencia, no son compensables por estar ausente este requisito: los créditos embargados o prendados, dado
que son indisponibles, y todo pago que se haga de ellos son inoponibles al tercero acreedor embargante o pignoraticio.
Es de destacar que la libre disponibilidad presupone la liquidez del crédito: una deuda es líquida cuando consta
lo que es debido y cuánto es debido (su cuantía está deteminada). Lo cierto es que, para que exista liquidez, deben
concurrir dos elementos esenciales e imprescindibles:
 Que se trate de una deuda cierta en cuanto a su existencia;

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 Que esté determinada en cuanto a su cantidad. La liquidez debe guardar correspondencia con los principios
de identidad (qué se debe pagar) e integridad (cuánto se debe pagar) del pago.
Por último, no se exige expresamente el requisito de la embargabilidad, como tampoco lo hacía el código civil
derogado.
Sin embargo, se estima que resulta necesario que el crédito que se pretende someter a compensación legal sea
embargable, ya que existen determinados créditos a los cuales la ley les ha impuesto el carácter de inembargables a fin
de proteger ciertos intereses (por ej: créditos por alimentos legales que no pueden ser embargados por los acreedores
del alimentado; los créditos provenientes de accidentes de trabajo; los créditos por jubilaciones y pensiones; los
créditos por indemnizaciones por despido; etc.). La imposibilidad de compensar legalmente esta clase de créditos
inembargables reside en el hecho de que, si se admitiera su aniquilamiento por vía de compensación, ello conduciría a
idéntico resultado al que se intentaba privar mediante la inembargabilidad. Es también importante mencionar que como
la inembargabilidad puede ser parcial, la imposibilidad de compensar existe únicamente en la medida de aquélla.

Compensación facultativa. Concepto y efectos.

Art. 927: “Compensación facultativa. La compensación facultativa actúa por la voluntad de una sola de las partes
cuando ella renuncia a un requisito faltante para la compensación legal que juega a favor suyo. Produce sus
efectos desde el momento en que es comunicada a la otra parte.”

La compensación facultativa es la que depende exclusivamente de la voluntad de una de las partes, que es la
única que puede alegarla, sin que la otra pueda oponerse, por lo cual se prescinde de su voluntad.
Esta forma de compensación tiene lugar siempre que no sea posible llevar a cabo la compensación legal, ya sea
por no hallarse reunidos todos los requisitos para ello, o por existir una norma que obsta a ella en interés del acreedor.
Aquí, es la voluntad de una de las partes la cual podría oponerse a la compensación, y que renunciando a tal
posibilidad o facultad suya (porque, su obligación no ha vencido todavía o es ilíquida) opta por la compensación, que
por su exclusiva voluntad se produce. Ello provoca que la otra parte no pueda oponerse a la compensación, ni tampoco
tomar cualquier medida tendiente a impedirla.
Es importante destacar que, si bien los efectos de la compensación facultativa son los mismos que los de la
compensación legal, en la compensación legal los efectos comenzarán a regir desde que ambas deudas comenzaron a
coexistir, mientras que en la compensación facultativa, los efectos correrán desde el momento en que ella ha sido
opuesta o invocada.
Se exige que la declaración de la voluntad del acreedor de oponer la compensación facultativa debe ser
comunicada a la otra parte.

Compensación judicial. Concepto y efectos.

Art. 928: “Compensación judicial. Cualquiera de las partes tiene derecho a requerir al juez la declaración de la
compensación que se ha producido. La pretensión puede ser deducida simultáneamente con las defensas relativas al
crédito de la otra parte o, subsidiariamente, para el caso de que esas defensas no prosperen.”

Cualquiera de las partes tiene derecho a requerir a un juez la declaración de la compensación que se ha
producido.
Generalmente ocurre cuando el juez, en la sentencia, dispone hacer lugar a la demanda y, al mismo tiempo, a la
reconvención (demanda judicial que ejerce el demandado, en el mismo proceso judicial, al momento de contestar la
demanda de la que ha sido objeto), lo cual determina una condena de objeto homogéneo. En tal caso, el magistrado
puede neutralizar ambas pretensiones hasta el monto de la menor de ellas y condenar a satisfacer el excedente. Ello
así, puesto que sería injusto obligar al demandado a pagar al actor y que después gestione, en otro juicio, el cobro de su
propio crédito.
Sin embargo, es importante destacar que excepto el requisito de la liquidez, la compensación judicial exige la
presencia del resto de los recaudos necesarios para la compensación legal, especialmente el de la exigibilidad.
Con respecto al momento a partir del cual produce efectos la compensación judicial, que son los mismos de la
compensación legal, se han establecido dos posturas diferentes en nuestra doctrina:

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a. A partir de la fecha de la sentencia judicial que declara la compensación, ya que a partir de ella se
remueve el obstáculo que impide la procedencia de la compensación legal;
b. A partir del momento en que se traba la litis (momento procesal que se produce cuando se entabla la
demanda, se traslada la misma al demandado y éste la contesta), ya que la sentencia judicial sólo tiene
efectos declarativos en estos casos. A esta postura se le critica el hecho de que una sentencia puede extinguir
por compensación una obligación nacida después de haberse trabado la litis, por lo cual se tomaría inaplicable.
Según lo dispuesto en el artículo, se estima que resulta necesaria la reconvención por parte del demandado para
que pueda procederse a la compensación judicial si los créditos son ilíquidos, aunque se comparte la opinión
doctrinaria mayoritaria que establece que, cuando se trata de créditos líquidos y concurren los demás requisitos de la
compensación legal, el juez tiene facultades para declararla ya que no se está en presencia de una compensación
judicial sino de una de carácter legal.

Exclusión convencional.

Art. 929: “Exclusión convencional. La compensación puede ser excluida convencionalmente.”

Esta clase de compensación, también denominada contractual o voluntaria, no tiene regulación específica en el
Código, aunque el art. 922 la considera como una de las clases de compensación. Sin embargo, no puede negarse que
encuentra su fundamento normativo en el principio de autonomía de la voluntad que ejercen las partes.
La compensación convencional puede ser definida como el acto jurídico bilateral por el cual acreedor y deudor
extinguen dos obligaciones recíprocas provenientes de distintas causas, cuando existen obstáculos para que opere
la compensación lega; ello puede ocurrir cuando una parte le debe a la otra una computadora, y la otra le adeuda a ésta
una suma de dinero: en tal caso, ante la imposibilidad de acudir a la compensación legal por falta de homogeneidad
entre las prestaciones, sólo es posible extinguir ambas obligaciones mediante la compensación convencional.
Es decir, aquí es indiferente el monto de ambas deudas, su liquidez, su exigibilidad y los restantes requisitos
de la compensación legal, puesto que en la compensación convencional son las partes quienes acuerdan la
extinción recíproca de los créditos, efectuando de tal modo una renuncia expresa a sus derechos.
Este tipo de compensación se rige por las normas aplicables en materia contractual, por lo que habrá de atenerse
(en cuanto a los efectos que produce) a lo que las partes han convenido al respecto en un ámbito de plena libertad
negocial, siempre que eso no afecte el orden público.
En cuanto a la exclusión de la compensación, se debe destacar la importancia de la voluntad de las partes en
materia de compensación; el art. 929, dispone que las partes pueden excluir la compensación convencionalmente.
Es decir, las partes pueden, en forma expresa o tácitamente, acordar excluir la compensación, resultando éste ser
un pacto válido que debe ser respetado por la autoridad judicial, siempre que ello no altere el orden público.

Obligaciones no compensables.

Art. 930: “Obligaciones no compensables. No son compensables:


a) Las deudas por alimentos;
b) Las obligaciones de hacer o no hacer;
c) La obligación de pagar daños e intereses por no poderse restituir la cosa de que el propietario o poseedor
legítimo fue despojado;
d) Las deudas que el legatario tenga con el causante si los bienes de la herencia son insuficientes para
satisfacer las obligaciones y los legados restantes;
e) Las deudas y créditos entre los particulares y el Estado nacional, provincial o municipal, cuando:
i) Las deudas de los particulares provienen del remate de bienes pertenecientes a la Nación,
provincia o municipio; de rentas fiscales, contribuciones directas o indirectas o de otros pagos
que deben efectuarse en las aduanas, como los derechos de almacenaje o depósito;
ii) Las deudas y créditos pertenecen a distintos ministerios o departamentos;
iii) Los créditos de los particulares se hallan comprendidos en la consolidación de acreencias
contra el Estado dispuesta por la ley;
f) Los créditos y las deudas en el concurso y quiebra, excepto en los alcances en que lo prevé la ley especial;
g) La deuda del obligado a restituir un depósito irregular.”
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El Código prohíbe que se pueda llevar a cabo la compensación, en cualquiera de sus formas, en determinadas
obligaciones:
a) Deudas por alimentos.
Dispone textualmente el art. 539 del Código que "La obligación de prestar alimentos no puede ser compensada, ni
el derecho a reclamarlos o percibirlos, ser objeto de transacción, renuncia, cesión, gravamen o embargo alguno".
En consecuencia, ya que la obligación alimentaria tiende a satisfacer necesidades primordiales, debe quedar
fuera del alcance de cualquier acreedor, y ello impide que pueda ser susceptible de ser compensada.

b) Obligaciones de hacer o no hacer.


Si bien el instituto de la compensación está previsto para obligaciones de dar, y existe una prohibición expresa
respecto de que pueda llevarse a cabo en las obligaciones de hacer y de no hacer, es posible considerar que de no haber
existido una prohibición expresa en tal sentido, sólo resultaría imposible llevar a cabo una compensación en las
obligaciones de hacer intuitu personae, ya que en dichas relaciones jurídicas está ausente el requisito de la
homogeneidad; ello no ocurriría, en cambio, si se tratara de una prestación de hacer fungible, ya que no habría causa
válida ni justificable para impedirla, cuando se estuviera frente a dos prestaciones referidas a un mismo hecho fungible.

c) La obligación de pagar daños e intereses por no poderse restituir la cosa de que el propietario o
poseedor legítimo fue despojado.
A través de esta prohibición se trata de impedir la justicia por mano propia de quien siendo acreedor tome por la
fuerza una cosa de su deudor, para luego pretender compensar los consecuentes daños con su crédito.
En este artículo se contempla el caso de quien ha despojado de una cosa a otra persona y, siendo luego obligado a
restituirla por sentencia judicial, no puede realizarlo en razón de la destrucción de la cosa (o por haberla enajenado o
consumido). En tal caso, como la restitución no es posible, el despojante debe indemnizar al despojado; sin embargo, la
ley no permite que el despojante pueda compensar la obligación de indemnizar con cualquier otro crédito que pudiere
tener, a su vez, contra el despojado perjudicado.

d) Deudas que el legatario tenga con el causante si los bienes de la herencia son insuficientes para satisfacer
las obligaciones y los legados restantes.
Ello tiene su razón de ser en que, de admitirse la compensación en tal caso, se estaría perjudicando al resto de los
legatarios (persona a la que se le deja algo en el testamento), beneficiándose únicamente quien realiza la
compensación.

e) Deudas y créditos del Estado.


1) “Las deudas de los particulares provienen del remate de bienes pertenecientes a la Nación, provincia o municipio;
de rentas fiscales, contribuciones directas o indirectas o de otros pagos que deben efectuarse en las aduanas,
como los derechos de almacenaje o depósito”. En este inciso, se destaca la prohibición de compensar las deudas
de los particulares con el Estado por impuestos, en cuyo caso la actuación del Estado es como poder público y,
en razón de ello, con lo recaudado debe solventar exigencias y necesidades de la comunidad.
2) “Las deudas y créditos pertenecen a distintos ministerios o departamentos". Posee idéntica finalidad que el inciso
anterior.
3) “Los créditos de los particulares se hallan comprendidos en la consolidación de acreencias contra el Estado
dispuesta por ley". En este último inciso, si bien la deuda podría llegar a ser compensable puesto que el Estado
actúa como un sujeto de Derecho Privado, la compensación no puede llevarse a cabo porque existen leyes
especiales que han determinado la consolidación de acreencias contra el Estado, y, por ende, debe seguirse el
procedimiento establecido en dichas normas para perseguir su cobro. La consolidación de deudas es un
diferimiento temporal para la exigibilidad de ciertas deudas, dispuesto por la ley. En razón de ello, si no es exigible
la deuda consolidada contra el Estado, no se produce la compensación.

f) Los créditos y las deudas en el concurso y quiebra, excepto en los alcances que prevé la ley especial.
La Ley 24.522 de Concursos y Quiebras dispone en su art. 130, que "La compensación sólo se produce cuando
se ha operado antes de la declaración de la quiebra". En razón de ello, ha de destacarse que:

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 Si la compensación se ha producido antes de la sentencia que declara la quiebra del fallido, es


perfectamente válida y produce el efecto extintivo propio de ella, siempre que se den los requisitos propios
de la compensación legal.
 Si la compensación no se ha producido al momento de decretarse la quiebra del fallido, ella no opera, por
lo cual el acreedor debe verificar su crédito en el concurso.

g) La deuda del obligado a restituir un depósito irregular.


Se fundamenta en la relación de confianza que posee el depósito irregular (por ej: que el depositante conceda al
depositario el uso de la cosa dada en depósito), por lo cual quedaría evidenciado un grave abuso si se resistiera a
restituir lo que le fue entregado en depósito.
Solamente se estima la viabilidad de la compensación, si el crédito de la otra parte reconociera también su causa en
razón del mismo depósito.

CONFUSIÓN
Concepto.

Art. 931: “Definición. La obligación se extingue por confusión cuando las calidades de acreedor y de deudor se
reúnen en una misma persona y en un mismo patrimonio.”

La confusión constituye un modo de extinción de las obligaciones al reunirse en una misma persona las calidades
de deudor y acreedor de una misma relación jurídica, por cualquier causa que sea, lo cual provoca que la relación
jurídica llegue a su fin con todos sus accesorios.
Cuando ello ocurre, se produce una imposibilidad de cumplimiento, puesto que nadie puede exigirse a sí mismo
la realización de la prestación debida, por lo cual la ley declara extinguida la obligación.
El fundamento normativo del art. 931 surge a primera vista: si cualquier obligación requiere de un sujeto pasivo y
de un sujeto activo, al reducirse la relación jurídica a un solo sujeto, desaparece por imposibilidad lógica y
estructural, ya que una persona no puede cobrarse o pagarse a sí misma.

Requisitos.

Para que pueda configurarse la confusión y de tal modo producirse la extinción de la obligación, deben reunirse los
siguientes requisitos:
1. Debe existir una sucesión del deudor en la posición del acreedor, o del acreedor en la postura del deudor,
ocupando íntegramente la misma. Dicha sucesión puede darse a título universal o a título singular.
2. Las calidades de acreedor y de deudor deben ser reunidas en una única obligación.
3. El crédito y la deuda deben corresponder a una misma persona y a un mismo patrimonio.

Diversos casos. Formas.

La confusión puede producirse de dos formas diferentes:


1. Cuando el deudor de una persona sucede a ésta en el crédito, o viceversa;
2. Cuando un tercero sucede al deudor y al acreedor en el crédito.
La sucesión puede ser universal o singular.

Sucesión universal Sucesión singular

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Es el supuesto más común en materia de confusión. Esta posibilidad, si bien no es muy común, puede
Para que ello ocurra, el deudor debe heredar en la presentarse en la práctica, por ejemplo: si el librador de
plena propiedad del crédito al acreedor. un cheque o de una letra de cambio, luego de que los
Es importante mencionar, también, que la confusión mismos hayan sido transmitidos
puede producirse total o parcialmente. por vía de endoso, vuelve a recibir tales instrumentos en
carácter de pago de una deuda. En tal caso, se convierte
en acreedor (portador del cheque o de la letra de
cambio) y deudor (librador de dichos títulos de crédito)
al mismo tiempo.

Efectos.

Art. 932: “Efectos. La obligación queda extinguida, total o parcialmente, en proporción a la parte de la deuda en
que se produce la confusión.”

La confusión es un modo extintivo de la obligación y, como tal, aniquila la relación jurídica preexistente. Las
consecuencias de la extinción pueden afectar total o parcialmente a la obligación.
El principal y primordial efecto de la confusión, tal como se dispone en el art. 931, es la extinción de la
obligación, la que se extiende (aun cuando no lo diga expresamente la norma) a todos sus accesorios, aunque dicha
extensión variará según la confusión sea total o parcial:
Los efectos de la confusión quedan circunscriptos a la cuota parte del deudor o acreedor en cuyas cabezas
llegan a coexistir las dos calidades, en las obligaciones simplemente mancomunadas de objeto divisible. Esto es
lógico, ya que la confusión sólo debe afectar a la obligación en la medida de esa cuota parte, ya que, respecto de
ella, se daría la imposibilidad material de exigirse a sí mismo el cumplimiento de la obligación.
Sin embargo, si se tratara de obligaciones simplemente mancomunadas de objeto indivisible, sucedería lo mismo,
aunque el resultado obedezca a otra motivación jurídica: la confusión entre uno de los deudores y el acreedor común
crea la imposibilidad de la subsistencia de la deuda con respecto a ese deudor, pero no con relación a los demás que
continúan obligados a satisfacer la prestación debida en su integridad.

Cese de la confusión.

Puede ocurrir que por un acontecimiento posterior cesen las causas que motivaron la confusión.
Como consecuencia de ello, las partes interesadas sean restituidas a los derechos temporalmente extinguidos, y
a todos los accesorios de la obligación, por lo cual, cesando la confusión, renace el estatus jurídico del vínculo
obligacional extinguido por ella.

IMPOSIBILIDAD DE PAGO
Definición.

Art. 955: “Definición. La imposibilidad sobrevenida, objetiva, absoluta y definitiva de la prestación, producida por
caso fortuito o fuerza mayor, extingue la obligación, sin responsabilidad. Si la imposibilidad sobreviene debido a
causas imputables al deudor, la obligación modifica su objeto y se convierte en la de pagar una indemnización de
los daños causados.”

Si bien la regla general que impera en la materia determina que el deudor es responsable del incumplimiento de la
obligación a su cargo, su responsabilidad se torna inexistente cuando la prestación resulta imposible de ejecutar
debido a caso fortuito o fuerza mayor.
El efecto principal de la imposibilidad de cumplimiento sobrevenida, objetiva, absoluta y definitiva de la obligación
es la extinción de la obligación y la consecuente liberación del deudor, siempre que la imposibilidad sea producida
por un caso fortuito o fuerza mayor, y resulte totalmente ajena a la conducta del deudor.

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El acreedor de una obligación preexistente persigue la realización de su interés, y, por ende, el deudor está
constreñido a cumplir con la prestación prometida; de no cumplirse ello, el deudor estará obligado a resarcir los daños
provocados por su incumplimiento, a no ser que éste haya sido provocado por una causa que no le es imputable. Aquí
es donde se toma relevante el instituto de la imposibilidad de pago.

Requisitos.

Para que medie imposibilidad de cumplimiento como causa de extinción de la obligación, se deben dar los
siguientes requisitos:
1. Que la prestación se haya tornado efectivamente imposible, en razón de una causa sobrevenida.
La imposibilidad puede ser física o jurídica. Habrá imposibilidad física cuando la prestación sea de realización
físicamente imposible, como suele suceder en las obligaciones de hacer intuitu personae ante el fallecimiento del
deudor obligado (por ej: muerte del pintor famoso obligado a pintar un cuadro determinado).
En cambio, habrá imposibilidad jurídica cuando aparece un obstáculo legal que se opone a la realización de la
prestación debida, aun cuando ella sea materialmente posible de ser cumplida (por ej: la venta de una cosa que haya
sido puesta fuera del comercio).
La mera dificultad, por más complicada que ella sea, no da lugar a esta causal de extinción; por el contrario, debe
tratarse de una verdadera imposibilidad.
La imposibilidad de cumplimiento debe ser sobrevenida, es decir, debe ser posterior al acto que ha generado la
obligación, ya que si fuera contemporánea al otorgamiento del acto o contrato, existiría un defecto originario
fundamental por la falta de objeto (la prestación), por lo que el problema sería la validez o no de la relación obligatoria,
es decir, una cuestión de nulidad.
Debe quedar claro también, como lo establece el art. 955, que dicha imposibilidad debe ser objetiva, absoluta y
definitiva:
 por objetiva, debe entenderse que el impedimento esté referido al contenido de la prestación en sí y por sí
considerada, con abstracción de todo elemento que sea extrínseco a la prestación misma;
 por absoluta, aquella que no puede ser vencida por las fuerzas humanas, por lo cual la prestación no puede
ser llevada a cabo por nadie;
 por definitiva, que la prestación no puede ser cumplida con posterioridad a la ocurrencia del hecho
impeditivo.

2. Que la imposibilidad se haya producido sin culpa o dolo del deudor.


La imposibilidad no debe ser imputable al deudor, ya que de ser así, además de extinguir la obligación, agravaría
la situación de éste, quien además deberá pagar los daños y perjuicios que ocasione por ello al acreedor.
Por el contrario, la prestación debe tornarse imposible en razón del caso fortuito o fuerza mayor, es decir, sin
culpa o dolo del deudor.

3. Que el deudor no responda por caso fortuito.


Si el deudor ha asumido a su cargo el responder aun por caso fortuito, no podrá liberarse de su responsabilidad y
responderá por el incumplimiento.

Supuesto de imposibilidad sobrevenida por causas imputables al deudor.

Establece el art. 955 en su parte final que "Si la imposibilidad sobreviene debido a causas imputables al deudor,
la obligación modifica su objeto y se convierte en la de pagar una indemnización de los daños causados".
Esta norma resulta aplicable ante la posibilidad de que el incumplimiento sea imputable al deudor, ya sea por un
factor de atribución subjetivo u objetivo, o bien que el deudor haya asumido el caso fortuito o exista una disposición
legal que lo ponga a su cargo.
El Código establece que en tal caso "la obligación modifica su objeto y se convierte en la de pagar una
indemnización de daños y perjuicios". Al respecto hay que decir que no nace una nueva obligación, sino que subsiste
la obligación primitiva, que sólo sufre una mutación en su objeto, el que va a ser sustituido por el valor de los daños
sufridos por el acreedor como consecuencia del incumplimiento. Es el llamado id quod interest.

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Para comprender esta problemática, es importante entender que deuda y responsabilidad constituyen tramos
inseparables de la obligación, ambos hacen a la esencia misma del vínculo obligacional: si ellos se separaran, la
obligación se distorsionaría. Esto es así porque la responsabilidad posibilita que el incumplimiento del deudor no
quede impune: en el caso de la obligación, la sanción hacia el deudor tendrá como finalidad la satisfacción del crédito
del acreedor; de lo contrario, de no haber responsabilidad, el deber del deudor sería sólo moral o social. Con la
responsabilidad queda claro que el deudor ha asumido un verdadero deber jurídico.
Así, el derecho subjetivo del acreedor, que nace al momento de crearse la obligación, no se encuentra limitado
únicamente a exigir un comportamiento determinado al deudor, sino que también se extiende a la posibilidad de que su
titular pueda acudir a los mecanismos legales destinados a agredir el patrimonio del deudor a fin de forzar el
cumplimiento de la prestación en caso de que éste voluntariamente no lo haga. De darse este último supuesto, es
cuando se ingresa en el tramo de responsabilidad que le permitirá al acreedor ver satisfecho su interés en especie por
una vía compulsiva (ejecución forzada), o en su defecto, por una indemnización equivalente (id quod interest).
Tanto la ejecución forzada como el id quod interest son etapas o tramos de la misma obligación, ya que se está
siempre en presencia del mismo derecho subjetivo del acreedor y del mismo deber del deudor. El id quod interest no es
otra cosa más que el sustitutivo de la prestación específica expresado en dinero: es decir que, cuando exista prestación
convenida y ésta no pueda ejecutarse por vía forzosa, siempre habrá id quod interest. Ello no obsta a que el acreedor
pueda reclamar además el resarcimiento por los daños sufridos (si es que los sufrió) con motivo de dicho
incumplimiento.
Es decir, no debe confundirse el id quod interest (contravalor dinerario de la prestación debida) con la
indemnización de los daños y perjuicios que puede reclamar el acreedor con independencia del contravalor
dinerario de la prestación.
Para el id quod interest sólo es necesario acreditar la existencia del vínculo obligacional y el incumplimiento de la
obligación, sin requerirse la prueba del "daño" en sí. El id quod interest deriva de la falta de la prestación debida y no
requiere de otra prueba más que el incumplimiento de la prestación debida.
Los mayores daños que sufra el acreedor con motivo de la falta de cumplimiento de la prestación requieren de éste
una prueba efectiva de los perjuicios, de la relación causal y del factor de atribución.

La imposibilidad transitoria.

Art. 956: “Imposibilidad temporaria. La imposibilidad sobrevenida, objetiva, absoluta y temporaria de la prestación
tiene efecto extintivo cuando el plazo es esencial, o cuando su duración frustra el interés del acreedor de modo
irreversible.”

Se ha mencionado, al analizar el artículo anterior, que la imposibilidad de cumplimiento que extinguía la obligación
era aquella que revestía el carácter de sobrevenida, absoluta, objetiva y definitiva.
Sin embargo puede ocurrir que la imposibilidad reúna esos mismos recaudos, pero en lugar de ser definitiva, sea
temporal o temporaria.
Ante ello, cabe preguntarse: ¿Debe el acreedor soportar que desaparezca esa causa de impedimento temporaria
para poder ver satisfecha la prestación asumida por el deudor? Algunos autores han manifestado al respecto que de
contestarse afirmativamente tal interrogante, podría prolongarse el tiempo de cumplimiento, pudiendo llegar a
constituir incluso un abuso del deudor el mantener incumplida la obligación sin ningún tipo de consecuencia para él.
En tal caso, sostiene Llambías, debe reconocérsele al acreedor la facultad de asimilar la imposibilidad
temporaria a la definitiva para obtener la disolución del vínculo obligacional, aun sin cargo alguno para el deudor,
si es que el acreedor no tiene interés en el cumplimiento, luego de que ello ocurra. Ésta es la solución que recoge el
nuevo Código en el art. 956, al establecer que la imposibilidad temporal tendrá efecto extintivo cuando "su
duración frustra el interés del acreedor de modo irreversible".
También dispone la citada norma que el efecto extintivo se producirá cuando el plazo previsto en la obligación
sea esencial: el plazo es esencial cuando el tiempo en que debe cumplirse la prestación ha sido un elemento
determinante para que el acreedor la celebre, ya que de no cumplirse en dicha fecha, la prestación no le será útil,
porque carece de interés para él (por ej: se contrata un servicio de lunch para la fecha en que se celebra la fiesta de
casamiento del acreedor).

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El plazo esencial no admite la posibilidad de incumplimiento relativo (cumplimiento tardío) por carecer de
utilidad para el acreedor, por lo cual su falta de cumplimiento en término provoca el incumplimiento absoluto de la
obligación por parte del deudor.

4) LA PRESCRIPCIÓN LIBERATORIA.

Conceptos generales sobre la prescripción.

La palabra “prescripción” se asocia a la idea de “tiempo”.


Se considera que el “tiempo jurídico” es “el descrito por el derecho, y al que el derecho adscribe una consecuencia
jurídica”.
Es decir, el derecho toma en cuenta ciertos transcursos, describiéndolos en normas, y les atribuye determinadas
consecuencias jurídicas.
Todo hecho jurídico se compone de dos partes: un supuesto de hecho y una consecuencia jurídica que tiene lugar
cuando se da el supuesto previsto.
En cuanto a la prescripción, en general, el supuesto de hecho es el transcurso del tiempo que, sucedido y sumado
a otras circunstancias, da lugar a importantes consecuencias jurídicas. Estas consecuencias serán distintas según que
el hecho jurídico “transcurso” sea tomado en cuenta por el ordenamiento jurídico para permitir la adquisición de un
derecho o para privar al sujeto del derecho no ejercido, o en nuestro caso, para hacer perder al acreedor la acción para
exigir el cumplimiento de la obligación que se le debe.

Existen dos tipos de prescripción:


1. La adquisitiva o usucapión, que constituye un medio de adquirir derechos reales, propiedad, dominio, u otros
derechos reales de goce como el usufructo, mediante la posesión continuada de la cosa sobre la que se ejerce
ese derecho, durante el tiempo fijado por la ley.
2. La liberatoria o extintiva, que implica la pérdida para el acreedor del derecho de la acción para exigir el
cumplimiento de la obligación que se le debe por haber dejado transcurrir el tiempo fijado por la ley sin ejercer
su derecho de crédito.

 Hay entre la prescripción liberatoria y la adquisitiva diferencias de presupuestos y de efectos:


-La primera, llamada también extintiva, supone inercia o inactividad del titular del derecho; en tanto que la
segunda, llamada también usucapión, supone actividad, es decir, posesión de la cosa sobre la que se quiere adquirir
el derecho;
-En lo que atañe a los efectos, la liberatoria da lugar a la extinción o pérdida de una prerrogativa jurídica; la
adquisitiva, por el contrario, importa adquisición de un derecho real sobre la cosa poseída.
 Tanto la prescripción adquisitiva como la prescripción liberatoria tienen en común: de un hecho
consistente en la inacción del titular de un derecho (sea el acreedor, o sea el dueño frente a la posesión que
ejercita un tercero) por obra y transcurso del tiempo, surge otro derecho, consistente en la liberación del
deudor o en la adquisición de la propiedad o de otro derecho real, según el tipo de prescripción.

La prescripción liberatoria.

La prescripción liberatoria suele ser enumerada y estudiada junto a los “medios de extinción de las obligaciones”.
Sin embargo, es necesario aclarar que la prescripción, a pesar de ser calificada como extintiva, no extingue la
obligación, sino que sólo hace perder al acreedor la acción para exigir su cumplimiento coactivo.
Llambías define: “la prescripción es el medio por el cual el transcurso del tiempo opera la modificación
substancial de un derecho en razón de la inacción de su titular, quien pierde la facultad de exigirlo
compulsivamente”.

Caracteres.

La prescripción liberatoria presenta los siguientes caracteres:

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 Es una institución que pertenece al derecho civil, es decir, al derecho sustancial, no al procesal. Esa pérdida
de la acción o pretensión es considerada por nuestro ordenamiento como un medio de liberación del deudor,
por lo que sus normas no tienen por finalidad “ordenar el procedimiento” sino reglar los derechos de fondo;
 Es un medio de defensa que el deudor puede usar para paralizar o evitar la acción judicial del acreedor, si
dicha acción no ha sido ejercida en tiempo útil;
 Las normas que la rigen son de orden público;
 El juez únicamente puede declarar prescripta una obligación a petición de parte; es más, no sólo puede
hacerlo de oficio, sino que antes de resolver si cabe o no admitir la petición, debe darle participación al
acreedor;
 Es de interpretación restrictiva. Partiendo del principio general según el cual “las obligaciones nacen para
ser cumplidas”, se entiende que la prescripción (que supone que la obligación quedará incumplida) debe
interpretarse con sentido restringido. En caso de duda, entonces, debe tenérsela por no sucedida,
manteniéndose el deudor obligado;
 La prescripción operada no es presuntiva de pago; es decir, no porque el acreedor haya permanecido sin
reclamar el cumplimiento durante el lapso previsto se debe presumir que el deudor haya pagado. La
prescripción se basa únicamente en el transcurso del tiempo y el silencio del acreedor;
 Es irrelevante la buena o mala fe del obligado para que la prescripción sea declarada por el juez. Es decir,
que el deudor ignore (buena fe) o tenga conocimiento (mala fe) de que la obligación no ha sido pagada, no
influye sobre la decisión judicial, que se limitará a comprobar la inactividad del acreedor durante el tiempo
previsto para declarar, en ese caso, prescripta la obligación.

Sujetos.

Como principio general, la prescripción puede ser invocada y opuesta por cualquier persona física o jurídica,
pública o privada.

Elementos.

De la definición expuesta, resulta que son dos sus elementos esenciales:


 El transcurso de un período determinado de tiempo, establecido por la ley, que se computa desde que la
obligación es exigible;
 La inacción del acreedor durante el tiempo señalado; es decir, deja transcurrir el plazo previsto en la norma
sin ejercer su derecho de crédito.

Diferencia con la caducidad.

Prescripción liberatoria Caducidad


En la prescripción liberatoria el acreedor pierde La caducidad “es la pérdida de un derecho por
la acción para ejercer su derecho de crédito por su no ejercicio durante el plazo señalado por
haber permanecido inactivo durante el transcurso la ley o por la voluntad de las partes”.
del plazo establecido por la ley.
En ambos casos, el transcurso del tiempo y la inactividad del sujeto traen como consecuencia una
Notas
pérdida que afecta al titular del derecho o de la acción no ejercida.
comunes
Ambas figuras tienen efecto extintivo.
- La prescripción extingue la acción;
- La caducidad extingue el derecho.
Ambas tienen por finalidad impedir que los derechos permanezcan inciertos indefinidamente.

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El transcurso del tiempo extingue solamente la Hay caducidad en aquellos casos en que por la
acción o pretensión, dejando subsistente (aunque ley o por la convención, se otorga al sujeto un
transformado) el derecho no ejercido. plazo determinado para el ejercicio de un
derecho; pasado dicho plazo, el derecho no
usado y con él la acción que lo tutela, se pierden.
El transcurso del plazo previsto puede ser El transcurso del plazo es continuo, pues no
suspendido o interrumpido por las causales que cabe posibilidad de suspensión o interrupción.
la misma ley prevé.
Diferencias Los plazos de prescripción deben ser establecidos Los plazos de caducidad pueden provenir tanto
por la ley. de la ley como de la voluntad de las partes.

En caso de prescripción, la consecuencia aunque La ley dispone la pérdida del derecho


no se trate de una sanción o pena, se presume que apreciando objetivamente el hecho de que el
el acreedor se mantuvo inactivo por causas sujeto no hubiese ejercido su derecho en el
imputables a él. tiempo previsto, desinteresándose del aspecto
subjetivo.
Los efectos de la prescripción solo tienen lugar Debe ser declarada de oficio por el juez al
si la parte interesada la invoca o alega, constar que ha transcurrido el tiempo previsto sin
obteniendo así la declaración judicial favorable. que el derecho hubiese sido usado.

Fundamentos que la justifican.

La prescripción liberatoria tiene una gran importancia en la teoría del derecho, que se torna primordial en el derecho
de las obligaciones; esto es así por los siguientes fundamentos:
1. Permite dar certeza a las relaciones jurídicas, ya que pone límites temporales al ejercicio de los derechos
creditorios. Satisface así, por un lado, el interés social de que los vínculos obligatorios no sean eternos, y
por otro, el interés particular del deudor que sabe hasta cuándo podrá ser sometido a un proceso coactivo
de ejecución.
2. Contribuye a la “seguridad general y la paz social”, ya que el transcurso del tiempo puede borrar los
medios de prueba con que podía contar el deudor si era demandado en tiempo oportuno; siempre es más
difícil defenderse cuando se plantean pretensiones jurídicas envejecidas. “Nadie estaría cubierto si no se
pusieran esos límites temporales al ejercicio de las acciones”.
3. Es indispensable por exigencias del tráfico, ya que todo ordenamiento jurídico debe brindar certeza,
claridad y seguridad a las relaciones jurídicas, evitando la prolongación indefinida de los vínculos.

Pago espontáneo.

Art. 2538: “Pago espontáneo. El pago espontáneo de una obligación prescripta no es repetible.”

El Código elimina la categoría de obligaciones naturales, las cuales son reemplazadas por los deberes morales o
de conciencia del art. 728: “Lo entregado en cumplimiento de deberes morales o de conciencia es irrepetible.”
Esto lleva a concluir que, una vez prescripta la obligación, la deuda se extingue y sólo queda en cabeza del deudor
un deber moral o de conciencia y así, lo que entregue a su acreedor no puede ser considerado como pago (ya que no
hay deuda) sino como liberalidad.
Ante ello, el artículo aclara que el pago espontáneo de una deuda no es repetible. Esto es necesario, ya que en
caso de que no subsista una obligación natural luego de que una deuda prescribe, el deudor que paga por error podría
intentar repetir el pago (ya que no hubo animus donandi, ni cumplimiento de un deber moral o de conciencia, sino un
error) y el acreedor no podría evitarlo, ya que no tendría causa para retener lo entregado. La solución, entonces como se
dijo, es que el pago efectuado en dichas situaciones no se repite.
Por otro lado, el deudor de una obligación prescripta no tiene derecho a obligar a su acreedor a recibir el pago;
por lo tanto, tampoco puede consignarlo judicialmente.
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Renuncia.

Si bien no es posible renunciar a una prescripción que pueda tener lugar en el futuro, como tampoco se puede
renunciar al derecho a hacer valer una prescripción, sí es válida la renuncia de la prescripción ya ganada, porque se
trata de un derecho patrimonial disponible.

Suspensión de la prescripción. Concepto. Efectos.

Art. 2539: “Efectos. La suspensión de la prescripción detiene el cómputo del tiempo por el lapso que dura pero
aprovecha el período transcurrido hasta que ella comenzó.”

La suspensión de la prescripción consiste en "la paralización de su curso por causas contemporáneas o


sobrevinientes a su comienzo, establecidas por la ley".
La suspensión detiene, adormece o paraliza temporariamente, el curso de la prescripción, pero no ataca ni destruye
los efectos que ésta venía produciendo: resulta inútil y no se computa el tiempo que dura la suspensión, pero ésta no
borra el tiempo ya transcurrido, el cual es computado cuando la suspensión cesa y la prescripción vuelve a correr.

Alcance.

Art. 2540: “Alcance subjetivo. La suspensión de la prescripción no se extiende a favor ni en contra de los
interesados, excepto que se trate de obligaciones solidarias o indivisibles.”

Generalmente, las cusas de suspensión de la prescripción prevén circunstancias personales de los interesados que
justifican la paralización del cómputo del curso. Por tal motivo, se expone como regla general la relatividad de la
suspensión de la prescripción, pues esa paralización beneficia o perjudica únicamente a los sujetos directamente
relacionados con ella.
Sin embargo, este principio reconoce dos excepciones:
 En obligaciones solidarias, por la naturaleza de éstas. Como consecuencia, la prescripción emanada de uno de
los acreedores solidarios, aprovecha a los coacreedores; y recíprocamente, la que se ha causado contra uno de
los deudores solidarios puede oponerse a los otros;
 En las obligaciones con objeto indivisible, pues siendo así “la interrupción de la prescripción, hecha por uno
solo de los interesados, aprovecha y puede oponerse a los otros”.

Suspensión:

a. Por interpelación fehaciente;


b. Por pedido de mediación;
c. Casos especiales de suspensión.

a. Suspensión por interpelación fehaciente.

Art. 2541: “Suspensión por interpelación fehaciente. El curso de la prescripción se suspende, por una sola vez, por
la interpelación fehaciente hecha por el titular del derecho contra el deudor o poseedor. Esta suspensión sólo tiene
efecto durante seis meses o el plazo menor que corresponda a la prescripción de la acción.”

Fehaciente: que prueba o da fe de algo de forma ineludible.


El Código consagra normativamente lo ya sostenido por la jurisprudencia respecto de que la suspensión se producía
igual aunque el deudor ya estuviese en mora.
Suspensión por única vez. La interpelación al deudor suspende por única vez el plazo de prescripción, no contando
con dicho efecto las posteriores interpelaciones que se le efectúen.

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La solución es correcta, ya que de permitirse que ante cada interpelación la prescripción quede suspendida, el
acreedor o propietario podrían convertir ese beneficio en un modo de ampliar indebidamente los plazos de prescripción
y hasta convertir a la acción en imprescriptible.
El plazo durante el cual se encuentra suspendida la prescripción. El tiempo durante el cual se encontrará
suspendida la prescripción es de seis meses o el plazo menor que corresponda a la prescripción de la acción. Es decir,
la suspensión puede durar menos tiempo, pero no más del que establece la norma.

b. Suspensión por pedido de mediación.

Art. 2542: “Suspensión por pedido de mediación. El curso de la prescripción se suspende desde la expedición por
medio fehaciente de la comunicación de la fecha de la audiencia de mediación o desde su celebración, lo que ocurra
primero.
El plazo de prescripción se reanuda a partir de los veinte días contados desde el momento en que el acta de cierre
del procedimiento de mediación se encuentre a disposición de las partes.”

El código derogado no contaba con ninguna norma que indicase que la mediación suspendía el curso de la
prescripción.
En numerosas legislaciones del país se exige como requisito previo al inicio de la acción judicial que las partes del
proceso atraviesen un proceso de mediación obligatoria, lo cual lleva a que el acreedor se vea imposibilitado de
iniciar una demanda; por lo que dada esa imposibilidad de actuar que tiene el acreedor, es correcto que el Código haya
receptado esta causal de suspensión.
Momento a partir del cual queda suspendida la prescripción. Es un desacierto titular este artículo como
“suspensión por medio de mediación”, porque así se sugiere que el simple pedido de mediación suspende el curso de la
prescripción, lo cual no es cierto.
El artículo expone que el curso de la prescripción se suspende desde la expedición por medio fehaciente de la
comunicación de la fecha de la audiencia de mediación o desde su celebración, lo que ocurra primero.
Momento a partir del cual se reanuda el curso de la prescripción. El plazo de prescripción se reanuda a los
veinte días desde que las partes ya tienen a su disposición el acta de cierre de procedimiento de mediación.
Esto es lógico, ya que hay jurisdicciones donde la mediación es obligatoria (de acuerdo al tipo de proceso), por lo
que el único modo que tiene el actor para conseguir que le den curso a su demanda es acompañar en el expediente el
acta que demuestre que el proceso de mediación ya concluyó; recién luego de contar con dicha acta podrá, o no, iniciar
juicio o correr traslado de la demanda al deudor y, por ende, debe ser a partir de dicho momento que vuelva a correr el
plazo de prescripción.

c. Casos especiales de suspensión.

Art. 2543: “Casos especiales. El curso de la prescripción se suspende:


a) Entre cónyuges, durante el matrimonio;
b) Entre convivientes, durante la unión convivencial;
c) Entre las personas incapaces y con capacidad restringida y sus padres, tutores, curadores o apoyos, durante
la responsabilidad parental, la tutela, la curatela o la medida de apoyo;
d) Entre las personas jurídicas y sus administradores o integrantes de sus órganos de fiscalización, mientras
continúan en el ejercicio del cargo;
e) A favor y en contra del heredero con responsabilidad limitada, respecto de los reclamos que tienen por
causa la defensa de derechos sobre bienes del acervo hereditario.”

La prescripción se suspende:
a. Entre cónyuges, durante el matrimonio.
La prescripción no corre entre cónyuges durante el matrimonio, recoge el principio sentado en la primera parte del
art. 3969 del código derogado. Las razones de dicha suspensión las explica Vélez en la nota al art. 3969 al decir:
"Aunque haya separación de bienes, la prescripción debe suspenderse entre los esposos. A ninguno de ellos se le
puede culpar de no haber cobrado al otro lo que le debiese".

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El Código nuevo no recepta la aclaración de que la suspensión de la prescripción entre cónyuges se mantiene
durante la separación de bienes y aunque estén divorciados por autoridad competente, ya que dicha aclaración había
quedado fuera de contexto. Señala Borda que: “Al hablar de divorcio, está claro que se alude al único previsto en el
Código, que era la separación de cuerpos, sin disolución de vínculos; pero introducido el divorcio vincular por la ley
23.515, resulta evidente que los matrimonios disueltos no están sujetos al régimen de suspensión, desde que los
cónyuges han dejado de ser tales.”
b. Entre convivientes, durante la unión convivencial.
La prescripción, al igual que el caso de matrimonio, se encuentra suspendida durante el tiempo que dure la unión
convivencial. Esta causal de suspensión es nueva.
Ahora bien, un problema será distinguir a partir de qué momento comienza la suspensión de la prescripción en el
caso de las uniones convivenciales; así, se puede sostener que comienza:
 Inmediatamente desde que éstos comienzan a convivir en forma efectiva;
 O desde que la unión convivencial tiene efectos jurídicos, esto es, a los dos años según el art. 510 del Código
Civil y Comercial, posición que sostenemos.
Los mismos principios que gobiernan la suspensión del matrimonio se aplican a la suspensión de la unión
convivencial.
c. Entre las personas incapaces y con capacidad restringida y sus padres, tutores, curadores o apoyos,
durante la responsabilidad parental, la tutela, la curatela o la medida de apoyo.
El artículo, a diferencia del código derogado que solo se refería a los curadores y tutores, incorpora a los padres y a
los apoyos, lo cual es un acierto ya que la solución en estos casos debe ser la misma por tener fundamentos idénticos.
Borda sostenía: “Esta disposición se propone: por una parte, no obligar a los tutores y curadores a demandar a sus
representados, colocándolos en una situación de violencia moral y que probablemente, signifique un perjuicio para el
incapaz; y por otro lado, no colocar a los incapaces en el riesgo de que su representante deje transcurrir
deliberadamente los términos legales de la prescripción.”
d. Entre las personas jurídicas y sus administradores o integrantes de sus órganos de fiscalización,
mientras continúan en ejercicio del cargo.
Esta causal de suspensión se justifica plenamente debido a la situación de incompatibilidad en que se encuentran
estas personas con la sociedad que dirigen o controlan.
La ley 19.550 de Sociedades Comerciales, consagra la vía judicial para demandar al administrador o a los miembros
del consejo de vigilancia por los daños que se haya causado a la sociedad, a los accionistas o a terceros. Para ello, la ley
distingue entre la acción social (que es la concedida a la sociedad para obtener la reparación de los daños que el obrar
de su director o de los miembros de vigilancia le hayan causado) y la acción individual (concedida a los accionistas y
terceros con el mismo propósito).
Villegas entendía que respecto al inicio del dies a quo (día inicial en el cómputo de los plazos de prescripción) había
que distinguir si se trataba de:
 La acción social: el plazo de prescripción de la misma comienza desde la resolución de la asamblea que
determinó la responsabilidad del director;
 La acción individual: el plazo de prescripción de la misma comenzará a correr a partir del hecho que produjo
el daño.
El inciso d del art. 2543 incorpora esta causal de suspensión únicamente para la acción social y establece que el
cómputo del plazo de prescripción corre desde que los administradores o integrantes de sus órganos de
fiscalización cesaron en sus cargos.
e. A favor y en contra del heredero beneficiario mientras dura su calidad de tal, respecto de los reclamos
que tienen por causa la defensa de derechos sobre bienes del acervo hereditario.
Con respecto al heredero beneficiario, se mantienen las soluciones dadas por el código derogado.
La razón de esta suspensión se funda en que “sería inútil forzar al heredero beneficiario a provocar condenaciones
contra la sucesión que está encargado de administrar. Representante de la sucesión, la acción se dirigiría contra el
mismo haría el papel de demandante y demandado.”

La interrupción de la prescripción.

Hay interrupción cuando se produce uno de los hechos previstos en la ley que corta el plazo que está corriendo,
aniquilando o suprimiendo el tiempo transcurrido hasta ese momento, tiempo que no se tendrá en cuenta al
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computar la prescripción, cuyo plazo deberá comenzar a correr nuevamente cuando cesen los efectos del hecho que
motivó la interrupción.
Se diferencia de la suspensión porque en ésta se aprovecha todo el tiempo transcurrido hasta que se produjo la
suspensión y por lo tanto debe ser tenida en cuenta a los fines del cómputo, de manera que cuando cesa la suspensión,
se reanuda el curso de la prescripción, debiendo sumarse el tiempo anterior con el posterior a la suspensión; mientras
que en la interrupción, el tiempo transcurrido con anterioridad al hecho interruptivo no se cuenta, ni forma parte del
plazo de prescripción, el tiempo empieza a correr a partir del cese de la interrupción.

Efectos.

Art. 2544: “Efectos. El efecto de la interrupción de la prescripción es tener por no sucedido el lapso que la precede
e iniciar un nuevo plazo.”

El artículo expresa el efecto de la interrupción, que es inutilizar el tiempo transcurrido con anterioridad al
hecho interruptivo, por lo cual no se computará al plazo de la prescripción; como consecuencia, al cesar la
interrupción, comienza a correr una nueva prescripción.
La característica distintiva de los actos interruptivos es que “por regla, el plazo de prescripción comienza
nuevamente a partir del día siguiente al que tienen lugar”.
El acto interruptivo de la prescripción puede ser de carácter “instantáneo”, los cuales son hechos que agotan sus
efectos interruptivos en el momento mismo de su realización, comenzando a correr el nuevo plazo de prescripción sin
retraso alguno (por ej: el reconocimiento de la deuda); cuando ese acto interruptivo no se extingue en un único
momento, sino que se prolonga en el tiempo y el plazo de prescripción se encuentra paralizado hasta que se ponga fin a
dicho acto interruptivo, se denomina “duración prolongada” (por ej: la demanda o el proceso arbitral y el derecho de
retención).

Duración.

Art. 2547: “Duración de los efectos. Los efectos interruptivos del curso de la prescripción permanecen hasta que
deviene firme la resolución que pone fin a la cuestión, con autoridad de cosa juzgada formal.
La interrupción del curso de la prescripción se tiene por no sucedida si se desiste del proceso o caduca la instancia.”

La norma aclara que la interrupción se mantiene “hasta que deviene firme la resolución que pone fin a la cuestión,
con autoridad de cosa juzgada formal.” A partir de ese momento, comienza otra prescripción, la cual prescribe en el
plazo ordinario y se interrumpe por todos los actos de ejecución que realiza el actor, como por ejemplo, un embargo o
su reinscripción, diligencias posteriores a la sentencia tendientes a la averiguación de bienes del deudor, reinscripción
de inhibiciones.
En caso de desistimiento del proceso o caducidad de la sentencia, la interrupción se tendrá como no sucedida.

A quiénes comprende.

Art. 2549: “Alcance subjetivo. La interrupción de la prescripción no se extiende a favor ni en contra de los
interesados, excepto que se trae de obligaciones solidarias o indivisibles.”

Ya se dijo anteriormente, que los efectos de la prescripción, por regla general, tienen carácter relativo, es decir
que sólo benefician o perjudican a las personas directamente relacionadas con ella.
Sin embargo, esta regla cede (es decir, los efectos se propagan hacia otras personas) en materia de obligaciones
solidarias, por su naturaleza; y en el caso de que la obligación sea de objeto divisible.

Interrupción:

a. Por reconocimiento;
b. Por petición judicial;
c. Por solicitud de arbitraje.
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a. Interrupción por reconocimiento.

Art. 2545: “Interrupción por reconocimiento. El curso de la prescripción se interrumpe por el reconocimiento que
el deudor o poseedor efectúa del derecho de aquel contra quien prescribe.”

El reconocimiento implica la renuncia del deudor a adquirir un derecho por el transcurso del tiempo, e implica una
reafirmación de su carácter de obligado, y una confesión del derecho del acreedor.
El reconocimiento es una causal de interrupción que se origina únicamente en la persona del deudor, pues su
naturaleza jurídica es la de ser un acto jurídico unilateral, emanado del deudor si es expreso, o bien un hecho
jurídico, si es tácito.

Requisitos.
 Al ser un acto interruptivo proveniente del obligado, no está sometido a ninguna condición de forma y
puede ser exteriorizado por una manifestación de voluntad expresa o tácita.
 Siendo unilateral, no necesita ser aceptado por el beneficiario para tener efectos; por tal motivo, a diferencia
de la renuncia, no puede ser retractado antes de la aceptación del beneficiario. El reconocimiento, una vez
efectuado, interrumpe inmediatamente el curso de la prescripción.
 Para que sea válido, debe ser hecho por persona capaz de disponer del derecho al que se refiere el
reconocimiento.

Efecto instantáneo de la interrupción.


El reconocimiento es un acto interruptivo de carácter instantáneo, el cual agota su efecto en el momento mismo de
su realización, comenzando a correr inmediatamente y sin duda alguna el plazo de prescripción.

b. Interrupción por petición judicial.

Art. 2546: “Interrupción por petición judicial. El curso de la prescripción se interrumpe por toda petición del titular
del derecho ante autoridad judicial que traduce la intención de no abandonarlo, contra el poseedor, su
representante en la posesión, o el deudor, aunque sea defectuosa, realizada por persona incapaz, ante tribunal
incompetente, o en el plazo de gracia previsto en el ordenamiento procesal aplicable.”

El artículo regula la interrupción por petición judicial, la cual se refiere a toda petición ante la jurisdicción,
dirigida contra el deudor o poseedor (o su representante) que exteriorice en forma clara la voluntad de no
abandonar el derecho que se trate, por parte de su titular.
En este sentido, se ha regulado como causal de interrupción de la prescripción comprendiendo diversos supuestos
que no configuran “demanda” en sentido técnico-procesal, pero que revelan la actitud del interesado de perseguir la
tutela jurisdiccional.
Permite englobar a todos los actos que la jurisprudencia actual considera equiparados a una demanda, como ser:
medidas preparatorias, medidas cautelares, pruebas anticipadas, preparación de la vía ejecutiva, pedido de verificación
del crédito, etc.
Se agrega a los supuestos de demanda presentada por persona incapaz ante juez incompetente o de manera
defectuosa, la posibilidad de que la misma sea presentada dentro del plazo de gracia previsto en el ordenamiento
procesal aplicable; con esto, se termina con la discusión respecto de si la demanda presentada con cargo extraordinario
tiene efecto interruptivo o no.

c. Por solicitud de arbitraje.

Art. 2548: “Interrupción por solicitud de arbitraje. El curso de la prescripción se interrumpe por la solicitud de
arbitraje. Los efectos de esta causal se rigen por lo dispuesto para la interrupción de la prescripción por petición
judicial, en cuanto sea aplicable.”

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Compromiso arbitral: contrato atípico en virtud del cual dos o más personas llamadas compromitentes se obligan
a sujetas sus diferencias jurídicas de un asunto determinado y llegar a un acuerdo.
El compromiso hecho en escritura pública o privada, sujetando la cuestión de la posesión o propiedad a juicio de
árbitros, interrumpe la prescripción.
De este modo se pueden dar dos situaciones:
a. Que las partes en pugna decidan someter su problema a la solución de árbitros en lugar de ir a la
justicia ordinaria.
En este caso, el compromiso que suscriban los antagonistas a esos efectos tendrá el efecto de interrumpir el curso de
la prescripción y perdurará toda la tramitación del juicio arbitral;
b. El compromiso arbitral fue pactado por las partes previo al nacimiento del crédito.
En este caso, el compromiso o cláusula arbitral es anterior a la deuda, con lo que la acción ya habría nacido
interrumpida o lo que es peor, sería imprescriptible, lo cual es inaceptable. La interrupción se produce a partir del
primer acto por el cual una de las partes pone en movimiento la cláusula arbitral pactada.

Ahora bien, el art. 2548 dice que el curso de la prescripción se interrumpe por la solicitud de arbitraje, lo cual da la
pauta de que la única situación que contempla la norma es la descrita en el punto b, es decir, cuando existió una
cláusula de arbitraje pactada con anterioridad al nacimiento del crédito.
En cuanto al tiempo en que se encuentra interrumpida la prescripción, la norma establece que se rige por lo
dispuesto para la interrupción por petición judicial, en cuanto sea aplicable. Así, la prescripción se encontrará
interrumpida durante todo el tiempo que dure el proceso arbitral.

Dispensa de la prescripción.

Art. 2550: “Requisitos. El juez puede dispensar de la prescripción ya cumplida al titular de la acción, si dificultades
de hecho o maniobras dolosas le obstaculizan temporalmente el ejercicio de la acción, y el titular hace valer sus
derechos dentro de los seis meses siguientes a la cesación de los obstáculos.
En el caso de personas incapaces, sin representantes el plazo de seis meses se computa desde la cesación de la
incapacidad o la aceptación del cargo por el representante.
Esta disposición es aplicable a las sucesiones que permanecen vacantes sin curador, si el que es designado hace
valer los derechos dentro de los seis meses de haber aceptado el cargo.”

Dispensa: permiso que autoriza a una persona para el incumplimiento de lo ordenado por alguna ley o norma.
La dispensa de la prescripción es un instituto que puede ser definido como “una excepcional causa de
excusabilidad del transcurso del tiempo, por la existencia de algún impedimento legal o fáctico, por considerarse
que la inactividad incurrida al tiempo de operarse la prescripción es inimputable.”
El impedimento puede ser tanto de hecho como de derecho.

Borda señala que no se está en presencia de una suspensión de la prescripción, por los siguientes motivos:
 Porque la suspensión se opera por una causa legal, rígida, cuya existencia el juez se limita a comprobar;
mientras que la dispensa la concede el juez en virtud de una imposibilidad cuya gravedad aprecia
soberanamente.
 Porque la imposibilidad de obrar no detiene el curso de la prescripción que, por hipótesis, ya está cumplida,
sino que prolonga la vida de la acción más allá del término de la prescripción.

Plazo.
El plazo para iniciar la acción judicial es ampliado a tres meses.

Maniobras dolosas.
López Herrera destaca que en el código derogado se disponía que las maniobras dolosas debían provenir del deudor.
El art. 2550 del nuevo Código solo hace referencia a las “maniobras dolosas”, por lo que López Herrera se pregunta
si dichas maniobras podrían ser obra de alguien que no sea el deudor y que con ellas se pudiera invocar o solicitar la
dispensa de la prescripción.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Incapaces sin representantes.


El CCyC, a diferencia del código derogado, no contiene una norma donde se dé tratamiento individual al caso de los
incapaces con o sin representación legal.
En el código de Vélez se sentó el principio de que la prescripción corre siempre contra los incapaces, tengan
éstos representantes legales o no, brindando como alternativa para este último caso el poder solicitar la dispensa de la
prescripción.
El Código nuevo recepta esta construcción jurídica, plasmándola directamente en un solo artículo.

Sucesiones vacantes.
López Herrera, explicaba que la razón de que la falta de curador no hace suspender la prescripción está dada por
el hecho de que los acreedores pueden pedir su nombramiento y que, si se diere la situación de que entre la muerte del
causante y la designación de un curador hubiese prescripto la deuda, como los acreedores no tienen a quién demandar
porque el deudor ha muerto, no tiene herederos y tampoco todavía hay curador, la solución que brinda la doctrina es la
invocación de la imposibilidad de hecho para solicitar la dispensa de la prescripción cumplida.
La postura de la doctrina fue receptada por el art. 2550 del Código Civil y Comercial.

5) LA PRESCRIPCIÓN.

Plazo de prescripción. Comienzo del cómputo. Regla general.

Art. 2554: “Regla general. El transcurso del plazo de prescripción comienza el día en que la prestación es exigible.”

Para computarse el término de la prescripción resulta necesario un punto de partida y un punto final.
Se denomina “curso de la prescripción” precisamente a ese tiempo que transcurre entre un punto y otro; durante
ese tiempo pueden impactar las consecuencias de determinados hechos o actos jurídicos que conllevan a la suspensión
o interrupción.
En nuestro derecho rige el principio general de que la prescripción comienza a correr desde que la obligación es
exigible, ya que si la prescripción supone inacción del acreedor, esa omisión solo se puede computar desde que,
pudiendo exigir el cumplimiento, no lo hizo.
Al conceptuar la exigibilidad, se dijo que se presenta cuando “el acreedor actualiza sus poderes de agresión
patrimonial, encontrándose facultado para exigir compulsivamente el cumplimiento, lo que indicia que el tiempo de
pagar ha llegado”. Es el momento en que el acreedor puede hacer valer ese poder jurídico que el ordenamiento jurídico
ampara.

Distintos supuestos.

Si bien, desde el momento en que el acreedor puede exigir el pago comienza a correr el plazo de prescripción, la
determinación precisa de ese momento depende de las particularidades de cada caso.
Nuestro Código contiene varios artículos que se refieren al inicio de la prescripción, tomando en cuenta las
circunstancias de algunas obligaciones.

a. Rendición de cuentas.

Art. 2555: “Rendición de cuentas. El transcurso del plazo de prescripción para reclamar la rendición de cuentas
comienza el día que el obligado debe rendirlas o, en su defecto, cuando cesa en la función respectiva. Para
demandar el cobro del resultado líquido de la cuenta, el plazo comienza el día que hubo conformidad de parte o
decisión pasada en autoridad de cosa juzgada.”

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El curso de la prescripción comienza a correr en la oportunidad en que las cuentas deben ser rendidas: cuando
lo estipularon las partes o cuando lo dispone la ley, o en su defecto, al concluir el negocio o cada período (en caso de
que el negocio sea de ejecución continuada).
Las partes pueden establecer pautas y tiempos de tal rendición, además de poder revelarse de dicha obligación
también.

Resultado líquido de la cuenta, prescripción y caducidad.


El artículo presenta dos momentos diferentes del plazo de prescripción: uno para reclamar la rendición de cuentas y
el otro para demandar el cobro del resultado líquido de la cuenta.
Cuando la rendición fue efectuada, ya no hay plazo alguno que corra para ese reclamo, ni para el cobro del resultado
líquido que ha sido satisfecho.
Sin embargo, aun cuando se hayan dado estas circunstancias (la rendición efectuada y aprobada), el art. 862
dispone que puede aún ser observada por errores de cálculo o de registración, y en este caso, trae un supuesto de
caducidad: un año de recibida.

b. Prestaciones periódicas.

Art. 2556: “Prestaciones periódicas. El transcurso del plazo de prescripción para reclamar la contraprestación por
servicios o suministros periódicos comienza a partir de que cada retribución se torne exigible.”

Los contratos que originan obligaciones recíprocas que consisten en prestaciones continuadas o periódicas de
servicios o suministros a cambio de contraprestaciones también periódicas, traen consigo el problema de
determinar cuál es el comienzo del término de la prescripción del crédito relativo a esas prestaciones.

Presencia de las obligaciones de dar y de hacer en los servicios o suministros periódicos.


Cuando se trata de periodicidad de las prestaciones, por lo general, se está ante obligaciones cuyo objeto lo
constituyen prestaciones de dar que han de satisfacerse en distintos períodos, o ante obligaciones de hacer cuando se
trata de suministros periódicos.

Inicio del curso de la prescripción.


Cuando se trata de prestaciones continuas, el curso de la prescripción comienza a partir de que cada retribución
se torna exigible.
El diez a quo (día inicial del cómputo del plazo de prescripción) lo constituye el vencimiento del término convenido
para el pago, y que ese término es establecido por las partes o por la ley.

c. Prestaciones a intermediarios.

Art. 2557: “Prestaciones a intermediarios. El transcurso del plazo de prescripción para reclamar la retribución por
servicio de corredores, comisionistas y otros intermediarios se cuenta, si no existe plazo convenido para el pago,
desde que concluye la actividad.”

Corredores y comisionistas.
El Código establece en el art. 1345 que hay contrato de corretaje "cuando una persona, denominada corredor, se
obliga ante otra, a mediar en la negociación y conclusión de uno o varios negocios, sin tener relación de dependencia o
representación con ninguna de las partes".
Además, el artículo parece abarcar en la figura genérica de la intermediación, no sólo a los corredores y
comisionistas, sino a "otros intermediarios", por lo que la figura, no sólo es amplia, sino que engloba a mandatarios
(civiles y comerciales), comerciantes, martilleros, gestores, etc.

Inicio del curso de la prescripción.


Tanto en el corretaje como en la comisión se está frente a un encargo para realizar un negocio determinado, no
obstante existen diferencias entre ambas figuras en cuanto a la manera de actuar del corredor y del comisionista.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Si bien no toda actuación implica intermediación y no toda intermediación es propia del corredor o comisionista, el
artículo se refiere de manera genérica al transcurso del plazo de prescripción para reclamar la retribución, y así dispone
que si no existe plazo convenido para el pago, el tiempo comienza a correr desde que concluye la actividad.

d. Honorarios.

Art. 2558: “Honorarios por servicios prestados en procedimientos. El transcurso del plazo de prescripción para
reclamar honorarios por servicios que han sido prestados en procedimientos judiciales, arbitrales o de mediación,
comienza a correr desde que vence el plazo fijado en resolución firme que los regula; si no fija plazo, desde que
adquiere firmeza.
Si los honorarios no son regulados, el plazo comienza a correr desde que queda firme la resolución que pone fin al
proceso; si la prestación del servicio profesional concluye antes, desde que el acreedor tiene conocimiento de esa
circunstancia.”

Con suficiente amplitud, el artículo abarca los servicios prestados en procedimientos judiciales, arbitrales o de
mediación.
En todos los supuestos, se trata de actividad desarrollada en “procedimientos”, por lo que se diferencia entre
honorarios devengados en un proceso y aquellos honorarios que tienen su origen en consultas, gestiones fuera de juicio
y otras tareas profesionales.
Quedan así incluidos los honorarios de árbitros, arbitradores o amigables componedores, mediadores, peritos,
abogados, procuradores, etc.

Inicio del curso de la prescripción.


 El curso de la prescripción cuando se trata de servicios prestados en procedimientos judiciales, arbitrales o de
mediación, comienza a correr desde que vence el plazo fijado en resolución firme que los regula.
 Si no se fija un plazo, desde que adquiere firmeza.
 Si los honorarios no son regulados, el plazo comienza a correr desde que queda firme la resolución que pone
fin al proceso.
 Si la prestación del servicio profesional concluye antes, desde que el acreedor tiene conocimiento de esa
circunstancia.
Esta norma brinda la regla de que el plazo corre desde que el proceso se extinguió, cualquiera que sea su causa, o
desde que cesó la relación jurídica entre el abogado y su patrocinado, entre el procurador y su representado, etc.
Las causales de extinción del proceso pueden ser: la sentencia irrecurrible, el desistimiento del juicio, la misma
caducidad de la instancia.

e. Créditos con plazo indeterminado.

Art. 2559: “Créditos sujetos a plazo indeterminado. Si el crédito está sujeto a plazo indeterminado, se considera
exigible a partir de su determinación. El plazo de prescripción para deducir la acción para la fijación judicial del
plazo se computa desde la celebración del acto. Si prescribe esta acción, también prescribe la del cumplimiento.”

El plazo en los negocios jurídicos.


Cuando existe un plazo en los negocios jurídicos obligatorios, un derecho queda subordinado a su vencimiento
en cuanto lo suspende (plazo suspensivo) o lo resuelve (plazo resolutorio).
En ambos casos, sin embargo, el derecho ha sido adquirido. No hay derecho en expectativa, solo suspensión del
ejercicio del derecho.
Cuando el plazo es indeterminado, no significa que el derecho no existe, sino que el derecho está supeditado a
que ese plazo se determine. Cuando eso ocurra, comenzará a correr el plazo de prescripción.
Conforme al artículo, si el plazo es indeterminado, el pago debe efectivizarse, a solicitud de cualquiera de las
partes, en el tiempo que el juez fije, y es a partir de esa determinación cuando el crédito se considera exigible y
empieza a correr el plazo de prescripción.

Los plazos de prescripción.


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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

a. Plazo genérico.

Art. 2560: “Plazo genérico. El plazo de la prescripción es de cinco años, excepto que esté previsto uno diferente en
la legislación local.”

La tendencia del derecho comparado consiste en reducir los plazos de prescripción producto, entre otros motivos,
del avance en las comunicaciones.
El nuevo Código reduce el plazo ordinario de diez años de los códigos derogados.

b. Plazos especiales.

Art. 2561: “Plazos especiales. El reclamo del resarcimiento de daños por agresiones sexuales infligidas a personas
incapaces, prescribe a los diez años. El cómputo de plazo de prescripción comienza a partir del cese de la
incapacidad.
El reclamo de la indemnización de daños derivados de la responsabilidad civil prescribe a los tres años.
Las acciones civiles derivados de delitos de lesa humanidad son imprescriptibles.”

El art. 2554 concluye que la iniciación del curso de la prescripción se produce desde el instante en que el derecho
está amparado con una pretensión demandable que permita a su titular hacer valer ese poder jurídico que el
ordenamiento le otorga; es decir, desde que la obligación es exigible.
El art. 2561 si bien denomina “plazos especiales”, trata no solo un supuesto distinto que admite exceptuar el plazo
genérico de cinco años, sino que además contempla un caso donde también es especial el inicio del curso de la
prescripción.
Se trata así el reclamo del resarcimiento de daños por agresiones sexuales infligidas a personas incapaces. Para
tales supuestos, el artículo establece un plazo especial de diez años, y que su cómputo empieza a correr a partir del cese
de la incapacidad.
Se hace referencia a agresiones sexuales sufridas por menores de edad; dicha incapacidad cesa cuando se alcanza la
mayoría de edad.
Pueden existir otros casos, como el cese de la incapacidad previsto en el art. 47 (por declaración de un juez que
considere que la persona ya está restablecida) o el de las personas con padecimiento mental (de cualquier edad) que
conforme al art. 7°, inciso n, de la ley 26.657 tienen derecho a que el padecimiento mental no sea considerado un
estado inmodificable.

c. Plazo de prescripción de dos años

Art. 2562: “Plazo de prescripción de dos años. Prescriben a los dos años:
a) El pedido de declaración de nulidad relativa y de revisión de actos jurídicos;
b) El reclamo de derecho común de daños derivados de accidentes y enfermedades del trabajo;
c) El reclamo de todo lo que se devenga por años o plazos periódicos más cortos, excepto que se trate del
reintegro de un capital en cuotas;
d) El reclamo de los daños derivados del contrato de transporte de personas o cosas;
e) El pedido de renovación de la donación por ingratitud o del legado por indignidad;
f) El pedido de declaración de inoponibilidad nacido del fraude.”

El Código resume en dos años la prescripción que en el Código derogado se desplegaba entre un año y diez años.

a. Nulidad relativa, revisión e inoponibilidad de los actos jurídicos.


El art. 386 establece que son de nulidad absoluta "los actos que contravienen el orden público, la moral o las
buenas costumbres" y son de nulidad relativa "los actos a los cuales la ley impone esta sanción sólo en protección del
interés de ciertas personas". El art. 387 expone que la nulidad absoluta, puede "declararse por el juez, aun sin mediar
petición de parte, si es manifiesta en el momento de dictar sentencia", puede "alegarse por el Ministerio Público y por

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

cualquier interesado, excepto por la parte que invoque la propia torpeza para lograr un provecho" y no puede "sanearse
por la confirmación del acto ni por la prescripción".
Por su parte, y de acuerdo al art. 388, la nulidad relativa "sólo puede declararse a instancia de las personas en
cuyo beneficio se establece", y "excepcionalmente puede invocarla la otra parte, si es de buena fe y ha experimentado
un perjuicio importante". A diferencia de la nulidad absoluta, "puede sanearse por la confirmación del acto y por la
prescripción de la acción", y la parte que obró con ausencia de capacidad de ejercicio para el acto "no puede alegarla
si obró con dolo".
Con estos alcances, la nulidad absoluta es imprescriptible, y de allí que el plazo para invocar la prescripción de
un acto lo sea sólo en el supuesto de que éste esté afectado de nulidad relativa.

Inicio del plazo de la prescripción.

Art. 2563: “Cómputo de plazo de dos años. En la acción de declaración de nulidad relativa, de revisión y de
inoponibilidad de actos jurídicos, el plazo se cuenta:
a) Si se trata de vicios de voluntad, desde que cesó la violencia o desde que el error o el dolo se conocieron o
pudieron ser conocidos;
b) La simulación entre partes, desde que, requerida una de ellas se negó a dejar sin efecto el acto simulado;
c) En la simulación ejercida por tercero desde que conoció o pudo conocer el vicio del acto jurídico;
d) En la nulidad por incapacidad, desde que ésta cesó;
e) En la lesión, desde la fecha en que la obligación a cargo del lesionado debía ser cumplida;
f) En la acción de fraude, desde que se conoció o pudo conocer el vicio del acto;
g) En la revisión de actos jurídicos, desde que se conoció o pudo conocer la causa de revisión.”

El Código establece desde cuándo comienza a correr el plazo de prescripción para la declaración de nulidad
relativa, de revisión y de inoponibilidad de actos jurídicos:
1. Vicios de la voluntad: el cómputo se inicia desde que cesó la violencia o desde que el error o el dolo se
conocieron o pudieron ser conocidos.
2. Simulación: El art. 333 dispone que "la simulación tiene lugar cuando se encubre el carácter jurídico de un
acto bajo la apariencia de otro, o cuando el acto contiene cláusulas que no son sinceras, o fechas que no son
verdaderas, o cuando por él se constituyen o transmiten derechos a personas interpuestas, que no son aquellas
para quienes en realidad se constituyen o transmiten". Los incisos b y c del artículo ubican el inicio de plazo
de prescripción, en la simulación entre partes, desde que, requerida una de ellas, se negó a dejar sin efecto
el acto simulado y en la simulación ejercida por tercero, desde que conoció o pudo conocer el vicio del acto
jurídico.
3. Nulidad de actos celebrados por incapaces: El art. 44 dispone la nulidad de los actos de la persona incapaz y
con capacidad restringida que contrarían lo dispuesto en la sentencia y realizados con posterioridad a su
inscripción en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas. El inciso dispone que en la nulidad por
incapacidad, el plazo de la prescripción empieza a correr desde que ésta cesó. El procedimiento del cese
está establecido en el art. 47 (cuando es decretada por el juez).
4. Lesión: Por el art. 332 puede demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando una de las
partes explotando la necesidad, debilidad psíquica o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos
una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación. Tal desproporción debe subsistir
en el momento de la demanda, donde el afectado tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste
equitativo del convenio. El plazo de la prescripción por nulidad empieza a correr desde la fecha en que la
obligación a cargo del lesionado debía ser cumplida. Sólo el lesionado o sus herederos pueden ejercer la
acción.

b. Prescripción del reclamo de derecho común de daños derivados de accidentes y enfermedades del
trabajo.
La situación es expresamente contemplada en el art. 2562, con un plazo de prescripción de dos años.

c. Prescripción del reclamo de todo lo que se devenga por años o plazos periódicos más cortos, excepto que
se trate del reintegro de un capital en cuotas.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Se entiende, que, al igual que lo que ocurría en el supuesto del art. 4027 inc.3 del código derogado:
 Debe mediar, ante todo, periodicidad de las prestaciones; por lo común, se está ante obligaciones cuyo
objeto lo constituyan prestaciones de dar que han de satisfacerse en períodos de años o en plazos más cortos;
 Esas prestaciones, por lo general, consisten en un "dar". Pero las obligaciones de hacer también caen en el
campo de aplicación cuando se traducen en suministro periódico, si no constituyen otro tipo de actos;
 Las prestaciones deben implicar el accesorio de una obligación principal, es decir, que aquellas
prestaciones reconozcan en ésta su causa;
 La ley no impone que la prestación periódicamente debida tenga los caracteres de fijeza, o que sean
determinadas previamente: ellas pueden variar como ocurre con algunas prestaciones periódicas de
suministro;
 Los períodos en los cuales las prestaciones deben efectuarse no pueden exceder del año.
Ante la similitud del inciso c del art. 2562 con el inciso 3 del derogado art. 4027, inc. 3°, conviene, a modo de
ejemplo, señalar los siguientes supuestos de aplicación:
 Los intereses quedan subsumidos en ese precepto, ya sean compensatorios, punitorios, pactados o moratorios;
 Los créditos laborales de la relación de empleo;
 Las prestaciones periódicas que impliquen suministros;
 Las expensas que son devengadas en el régimen de propiedad horizontal y que contribuyen a pagar los gastos
de mantenimiento de un consorcio también. Se deben distinguir en expensas ordinarias (sujetas al plazo de dos
años) y expensas extraordinarias (sujetas al plazo de cinco años). Se incluyen también las expensas de los
countries, barrios privados o cerrados, clubes de campo, etc.
También se deben señalar las hipótesis a las cuales no cabe aplicar el inciso c del art. 2562:
 La obligación de restituir un capital, que queda subsumida en el plazo genérico de cinco años;
 El precio de la locación de obra material que se dividió en cuotas;
 Las cuotas relativas a contribuciones por mejoras;
 La obligación de restituir los frutos, de la cosa percibida o de los que por su culpa dejo de percibir el poseedor
de mala fe;
 Derecho a la repetición del pago indebido;
 El convenio de común acuerdo que brinde a los intereses o rentas ya sobrevenidos la condición de capital.

d. Prescripción del reclamo de los daños derivados del contrato de transporte de personas o cosas.
De acuerdo al art. 1280, hay contrato de transporte cuando una parte llamada transportista o porteador se obliga a
trasladar personas o cosas de un lugar a otro, y la otra, llamada pasajero o cargador, se obliga a pagar un precio o flete.
El Código fija en dos años el plazo de prescripción de la acción para reclamar la indemnización de daños por
la circulación terrestre de vehículos de toda especie, y de todas las acciones derivadas del contrato de transporte.

e. Prescripción del pedido de revocación de la donación por ingratitud o del legado por indignidad.
El art. 1569 dispone que la donación aceptada sólo pueda ser revocada por inejecución de los cargos, por
ingratitud del donatario, y, en caso de habérselo estipulado expresamente, por supernacencia (que nazcan hijos
del donante posteriores a la donación) de hijos del donante.
Si la donación es onerosa, el donante debe reembolsar el valor de los cargos satisfechos o de los servicios prestados
por el donatario.
El actual Código ha elevado de un año a dos el plazo de prescripción para pedir la revocación de la donación
por ingratitud o del legado por indignidad.

f. Prescripción del pedido de declaración de inoponibilidad nacido del fraude.


De conformidad al art. 338, todo acreedor puede solicitar la declaración de inoponibilidad de los actos
celebrados por su deudor en fraude de sus derechos, y de las renuncias al ejercicio de derechos o facultades con los
que hubiese podido mejorar o evitado empeorar su estado de fortuna.
Tradicionalmente se entendió como anulable el acto celebrado en fraude de los acreedores. Sin embargo, el negocio
jurídico, más que anulable, resultaba inoponible a los acreedores. Esto, porque tanto en el Código derogado, como
en el sancionado la revocación se declara sólo en favor de los acreedores que dedujeron la pretensión "y hasta el
importe de sus créditos", extinguiéndose esa pretensión si el tercer adquirente los satisface o afianza.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Para estos supuestos, y de acuerdo al art. 2563, inciso f: el plazo de la prescripción empieza a correr (en la
acción de fraude), desde que se conoció o pudo conocer el vicio del acto.

d. Plazo de prescripción de un año.

Art. 2564: “Plazo de prescripción de un año. Prescriben al año:


a) El reclamo por vicios redhibitorios;
b) Las acciones posesorias;
c) El reclamo contra el constructor por responsabilidad por ruina total o parcial, sea por vicio de construcción,
del suelo o de mala calidad de los materiales, siempre que se trate de obras destinadas a larga duración. El
plazo se cuenta desde que se produjo la ruina;
d) Los reclamos procedentes de cualquier documento endosable o al portador, cuyo plazo comienza a correr
desde el día del vencimiento de la obligación;
e) Los reclamos a los otros obligados por repetición de lo pagado en concepto de alimentos;
f) La acción autónoma de la revisión de la cosa juzgada.”

La prescripción anual se establece para:

a. El reclamo por vicios redhibitorios.


Redhibición: acción de deshacer una venta por no haber manifestado el vendedor el defecto o el gravamen de lo
que se vende.
Los vicios redhibitorios son "defectos que hacen a la cosa impropia para su destino por razones estructurales o
funcionales, o disminuyen su utilidad a tal extremo que, de haberlos conocido, el adquirente no la habría adquirido, o
su contraprestación hubiese sido significativamente menor".
Por el art. 1052 se considera que “un defecto es vicio redhibitorio:
a) Si lo estipulan las partes con referencia a ciertos defectos específicos, aunque el adquirente debiera
haberlos conocido;
b) Si el enajenante garantiza la inexistencia de defectos, o cierta calidad de la cosa transmitida, aunque el
adquirente debiera haber conocido el defecto o la falta de calidad;
c) Si el que interviene en la fabricación o en la comercialización de la cosa otorga garantías especiales.”
Sin embargo, excepto estipulación en contrario, el adquirente puede optar por ejercer los derechos resultantes de la
garantía conforme a los términos en que fue otorgada.
La prueba de su existencia incumbe al adquirente, excepto si el transmitente actúa profesionalmente en la actividad
a la que corresponde la transmisión.
Para el ejercicio de la responsabilidad por defectos ocultos (art. 1053), el adquirente tiene la carga de denunciar
expresamente la existencia del defecto oculto al garante dentro de los sesenta días de haberse manifestado y si el
defecto se manifiesta gradualmente, el plazo se cuenta desde que el adquirente pudo advertirlo. Si el adquiriente no
cumple esta carga, se extingue la responsabilidad por defectos ocultos, excepto que el enajenante haya conocido o
debido conocer, la existencia de los defectos.
Aunque el art. 1055 expresa que la responsabilidad por defectos ocultos caduca a los tres años desde que se recibió
la cosa inmueble y a los seis meses que se recibió la cosa mueble (plazos que pueden ser aumentados
convencionalmente), también dispone que "la prescripción de la acción está sujeta a lo dispuesto en el Libro Sexto".
Ahora bien, si se trata de un vicio redhibitorio o si medió una ampliación convencional de la garantía, el acreedor de
la garantía dispone del derecho a declarar la resolución del contrato (art. 1056); el adquirente no tiene derecho a
resolver el contrato si el defecto es subsanable, el garante ofrece subsanarlo y él no lo acepta (art. 1057) quedando a
salvo la reparación de daños.
Se advierte así que de los supuestos de extinción total o parcial del contrato que trae el art. 1077 (rescisión
unilateral, revocación o resolución) para el supuesto de los vicios redhibitorios se opta por la resolución, en cuyo caso
produce efectos retroactivos entre las partes, y no afecta el derecho adquirido a título oneroso por terceros de buena fe.

b. Las acciones posesorias.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Las acciones posesorias tienen por finalidad mantener o recuperar el objeto sobre el que se tiene una relación
de poder (art. 2238). Se otorgan ante actos materiales, producidos o de inminente producción, ejecutados con
intención de tomar la posesión, contra la voluntad del poseedor o tenedor.
Para recuperar la tenencia o la posesión, corresponde la acción de despojo; mientras que corresponde la acción de
mantener la tenencia o la posesión a todo tenedor o poseedor sobre una cosa o una universalidad de hecho, aunque sea
vicioso, contra quien lo turba en todo o en parte del objeto (art. 2242).
Los actos ejecutados sin intención de hacerse poseedor no deben ser juzgados como acción posesoria sino como
acción de daños, para la cual no rige el plazo anual.
Para establecer cuándo empieza a correr el referido curso de la prescripción se cuenta "desde que se produjo la
lesión".

c. El reclamo contra el constructor por responsabilidad por ruina total o parcial, sea por vicio de
construcción, del suelo o de mala calidad de los materiales, siempre que se trate de obras destinadas a
larga duración. El plazo se cuenta desde que se produjo la ruina.
Sea por vicio de construcción, del suelo o de mala calidad de los materiales, siempre que se trate de obras
destinadas a larga duración. El plazo se cuenta desde que se produjo la ruina.
De acuerdo al art. 1251 hay contrato de obra cuando una persona, actuando independientemente, se obliga a favor
de otra, llamada comitente, a realizar una obra material o intelectual mediante una retribución. Por su parte (art.1273),
el constructor de una obra realizada en inmueble destinada por su naturaleza a tener larga duración responde al
comitente y al adquirente de la obra por los daños que comprometen su solidez y por los que la hacen impropia para
su destino, salvo que pruebe la incidencia de una causa ajena, quedando excluido de este supuesto el vicio del suelo,
aunque el terreno pertenezca al comitente o a un tercero y el vicio de los materiales, aunque no sean provistos por el
contratista.
Así, prescribe al año el reclamo contra el constructor por responsabilidad por ruina total o parcial, sea por
vicio de construcción, del suelo o de mala calidad de los materiales, siempre que se trate de obras destinadas a larga
duración y el plazo se cuenta desde que se produjo la ruina.
Si bien prescribe al año el reclamo enunciado precedentemente, debe tenerse en cuenta que para que sea aplicable la
responsabilidad el daño debe producirse dentro de los diez años de aceptada la obra (plazo de caducidad).

d. Los reclamos procedentes de cualquier documento endosable o al portador.


En concordancia con el art. 2554, por el cual el transcurso del plazo de prescripción comienza el día en que la
prestación es exigible, el Código dispone que para los reclamos procedentes de cualquier documento endosable o al
portador el plazo comienza a correr desde el día del vencimiento de la obligación.

e. Los reclamos a los otros obligados por repetición de lo pagado en concepto de alimentos.
Debe señalarse, finalmente, y a los fines del análisis del artículo en comentario, que el art. 537 enumera “los
parientes se deben alimentos en el siguiente orden:
a) los ascendientes y descendientes. Entre ellos, están obligados preferentemente los más próximos en grado;
b) los hermanos bilaterales y unilaterales.
En cualquiera de los supuestos, los alimentos son debidos por los que están en mejores condiciones para
proporcionarlos. Si dos o más de ellos están en condiciones de hacerlo, están obligados por partes iguales, pero el
juez puede fijar cuotas diferentes, según la cuantía de los bienes y cargas familiares de cada obligado.”
La prescripción anual de los reclamos, a los otros obligados por repetición de lo pagado en concepto de alimentos
debe correlacionarse con el art. 539, por el cual la obligación de prestar alimentos no puede ser compensada, ni el
derecho a reclamarlos o percibirlos, ser objeto de transacción, renuncia, cesión, gravamen o embargo alguno. No es
repetible lo pagado en concepto de alimentos.”

f. La acción autónoma de revisión de la cosa juzgada.


El artículo, además de traer un plazo de prescripción para la revisión de la cosa juzgada, resuelve el dilema de la
naturaleza jurídica, optando por la acción autónoma y dejando de lado las teorías que la consideran un recurso o un
remedio excepcional.
Así, excepcionalmente puede dejarse sin efecto una sentencia firme cuando ésta, al no reflejar la verdadera
voluntad del ordenamiento jurídico, es causa directa de un perjuicio.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En ciertas ocasiones, cuando se modifican las circunstancias que dieron origen al fallo, se admite que semejante
mutación lleva consigo no la ineficacia absoluta del decisorio pero sí la posibilidad de que ésta deje de ser inatacable y
se permita abrir un nuevo litigio sobre el tema central antes juzgado aunque con distintos elementos fácticos.
El Código actual trae un plazo de un año para el inicio de la acción, pero no aclara desde cuándo empieza a
correr. Puede considerarse que, como lo dispone la Ley de Enjuiciamiento Civil española, se trata de período máximo
desde la fecha de la publicación de la sentencia y si el perjudicado toma conocimiento del vicio con posterioridad al
año, no tendrá ya oportunidad de impugnar la sentencia.

Reglas procesales.

a. Vías procesales;
b. Facultad judicial;
c. Oportunidad de oponerla.

a. Vías procesales.

Art. 2551: “Vías procesales. La prescripción puede ser articulada por vía de acción o de excepción.”

Si bien en el código derogado se trató a la prescripción únicamente como una excepción a ser interpuesta por el
deudor, la doctrina mayoritaria coincidía en que también podía ser intentada como acción.
Sin embargo, existía entre ellos una discrepancia acerca si el deudor debía demostrar un interés legítimo en la
declaración de la prescripción como presupuesto de procedencia para su uso como acción.
Rezzónico sostenía que la prescripción podía ser invocada "por vía de acción", siempre que el deudor pueda invocar
un interés legítimo.
Borda, quien afirmaba que el principio debía ser que la prescripción sólo puede ser opuesta por vía de excepción,
admitía la posibilidad de ejercerla por vía de acción cada vez que sea necesaria para remover un obstáculo al ejercicio
de un derecho.
Spota y Leiva Fernández, por su parte, se sitúan en una postura intermedia, ya que si bien indican que debe existir
un interés serio y legítimo, encuentran el mismo en la simple declaración de la prescripción.
El Código Civil y Comercial, por su parte, al establecer en el art. 2551 que la prescripción puede articularse como
vía de excepción o de acción, no exige para el ejercicio de esta última la acreditación de la demostración del
perjuicio que la deuda prescripta causa al deudor.

b. Facultad judicial.

Art. 2552: “Facultades judiciales. El juez no puede declarar de oficio la prescripción.”

El Código Civil y Comercial se apartó de la solución propuesta por el Proyecto de 1998 (al cual siguió en gran parte
de los artículos de la parte general de la prescripción) y receptó en el art. 2552 casi textualmente el art. 3964 del
Código de Vélez.
Por nuestra parte, pensamos que son tantas las posibilidades que se pueden dar en cada expediente, que la solución
brindada por el Código Civil y Comercial es correcta, ya que permitirá al juez apreciar en cada caso concreto la
conveniencia o no de echar mano al principio iura novit curia (el juez conoce el derecho), cuidándose de no violar
el derecho de defensa en juicio de ninguna de las partes.

c. Oportunidad de oponerla.

Art. 2553: “Oportunidad procesal para oponerla. La prescripción debe oponerse dentro del plazo para contestar la
demanda en los procesos de conocimiento, y para oponer excepciones en los procesos de ejecución.
Los terceros interesados que comparecen al juicio vencidos los términos aplicables a las partes, deben hacerlo en su
primera presentación.”

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

La nueva regulación de la oportunidad procesal para interponer la prescripción como excepción viene a dar claridad
a numerosas controversias suscitadas respecto del tema.
El sistema es el siguiente:
1. En los procesos de conocimiento debe ser interpuesta al contestar demanda.
A diferencia del sistema del Código de Vélez, que mandaba a oponerla en la primera presentación, de acuerdo al
modo que se encuentra redactada esta norma en el Código Civil y Comercial, cualquier escrito o presentación que
haya sido efectuada antes de la oportunidad de contestar demanda no extinguirá el derecho a oponer la
prescripción.
2. En los procesos de ejecución debe ser interpuesta al oponer excepciones.
El sistema es idéntico al de los procesos de conocimiento, la distinción es únicamente por una cuestión de
precisión semántica-procesal, ya que en los procesos de conocimiento no hay traslado (y, por ende, no hay
contestación) de demanda.
3. Respecto de los terceros interesados.
Si comparecieron al juicio una vez vencidos los términos para contestar demanda u oponer excepciones, deben
interponer la prescripción en su primera presentación.
Como bien remarca López Herrera, los terceros a los que se refiere la última parte de la norma son los terceros de
intervención no obligada, ya que a ellos se les corre traslado de la demanda, quedando la primera presentación, por
ejemplo, para casos en que se presente un fiador, un acreedor por vía subrogatoria, un tercer poseedor hipotecario o el
síndico de la quiebra.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Bolilla 12
1) LA RESPONSABILIDAD CIVIL. CONCEPTOS INTRODUCTORIOS.
Concepto de responsabilidad civil.

El Anteproyecto adoptó la denominación responsabilidad civil porque organiza el sistema en base al


reconocimiento de tres funciones: preventiva, resarcitoria y punitiva.
En la función preventiva, la acción se promueve antes de que el daño se produzca, y por eso la denominación
"responsabilidad por daños" resulta confusa en un área donde no se necesita demostrar su existencia.
Del mismo modo, en la función punitiva, el monto que se impone al deudor, no tiene relación con el daño, sino
con la sanción.
Por eso es que se pensó en un sistema más amplio y una denominación más comprensiva de las tres funciones.
Responsabilidad es un sustantivo que, junto con responsable, deriva del verbo "responder", y de sus muchas
significaciones una de las más difundidas es la que dice que la responsabilidad civil implica "dar cuenta a otro" o
"hacerse cargo del daño que se le ha causado".
La responsabilidad civil se sustenta en cuatro presupuestos o elementos esenciales:
 La antijuridicidad, que consiste en la violación del deber de no dañar a otro o en el incumplimiento de una
obligación;
 Los factores de atribución o de imputación, que es la razón o el fundamento para adjudicar el deber de
afrontar el daño;
 El daño, que consiste en la lesión a un derecho o interés lícito;
 La relación de causalidad, que vincula jurídicamente el hecho con el resultado.

Breve reseña histórica.

La reacción humana frente al daño.

1. El imperio de la fuerza. En las comunidades primitivas todo daño causado a la persona o bienes de otro
despertaba en la víctima el instinto de la venganza. El hombre devolvía el mal por el mal que había sufrido.
Dos características destacan la conducta de la víctima frente al autor del hecho lesivo en aquellos primitivos
tiempos:
 Por una parte, la pasión dominante hace perder de vista la culpabilidad;
 Por otra, interesa más el castigo del ofensor para satisfacer el espíritu vengativo de la víctima, que perseguirlo
para obtener la reparación del daño sufrido por ella.
A la violencia se opone la violencia. El mal se paga con el mal. Por el daño recibido se causa un daño
semejante. Es la Ley del Talión: "ojo por ojo y diente por diente". Es éste el período de la venganza privada,
la forma más imperfecta y más antigua de represión de la injusticia.

2. Organización jurídica de la sanción: de la venganza a la composición. En una época posterior a la pasión


humana; la víctima del daño que tiene el derecho de venganza también puede perdonar mediante la entrega
por el ofensor de una suma de dinero libremente consentida.
Es ya la época de la composición voluntaria, de la pena privada. Las composiciones son puramente
voluntarias. El ofendido si quiere puede aún vengarse; no está obligado a la pena. El ofensor puede ofrecer la
entrega de dinero para rescatarse de soportar la venganza de la víctima en su propio cuerpo. Si ésta acepta
deberán acordar el monto de la pena.
Cuando las organizaciones políticas se consolidan y la autoridad se afirma, se ve la necesidad de
institucionalizar el sistema de las composiciones haciéndolas obligatorias para asegurar la tranquilidad pública.
Este es el período de la composición legal y del delito privado. El Estado fija para cada delito una cierta
suma de dinero que el ofendido debe aceptar y el ofensor está obligado a pagar.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

3. La diferenciación de las sanciones: la represión del delito y la reparación del daño. Finalmente el Estado
no solamente va a fijar las composiciones sino que también va a intervenir en el castigo de los culpables.
Cuando el Estado es bastante fuerte suprime la composición como ha suprimido la venganza; procede por sí
mismo a la represión, erige los delitos privados en delitos públicos. Es lo que hacen los Estados modernos.
El Estado asume la función de aplicar las sanciones represivas castigando a los culpables, se produce una
notable transformación del concepto de responsabilidad, esta noción se desdobla: por un lado, la
responsabilidad penal que persigue el castigo del delincuente y, por otro, la responsabilidad civil que tiende
a resarcir a la víctima del daño sufrido.
En otros tiempos tan sólo la víctima tenía la carga de sancionar con una pena al autor del daño: primero una
pena corporal, luego pecuniaria (composición), pero que constituía siempre la expresión de la venganza.
Finalmente, es el Estado es el que pena.
¿Quiere decir esto que ha terminado el papel de la víctima? No, sino que se ha transformado; la víctima pide
sólo una indemnización, ya no es cuestión de venganza sino de reparación. Al Estado incumbe la
responsabilidad penal; la acción represiva ya no corresponde a la víctima.

Las etapas del proceso.

1. El derecho romano;
2. El sistema francés;
3. Otros sistemas;
4. La evolución en nuestro derecho.

1. El derecho romano.
El derecho romano es el mayor legado que este pueblo extraordinario hizo a la humanidad. Las etapas del proceso
que han sido expuestas anteriormente se hallan bien demarcadas en Roma.
A los primitivos tiempos de la venganza privada sigue la época de la composición voluntaria cuando el Estado trata
de poner fin a aquélla reemplazándola por una suma de dinero que valía tanto como el rescate del daño padecido. La
autoridad fue de esa manera tomando en consideración los hechos lesivos que más frecuentemente se producían, y así
fue describiendo las primeras figuras de los delitos privados más comunes y fijando su reparación en montos
variables.
La Ley de las XII Tablas, dictada el año 305 de Roma nos muestra la transición de la composición voluntaria a
la composición legal.
La suma (poena) que constituye la composición legal sigue siendo el precio de la venganza; es una pena privada.
Los principales delitos del ius civile eran:
 La injuria (iniuria): ataques a la persona física, al honor y a la consideración, y aún al libre ejercicio de los
derechos o actividades de una persona;
 El robo (furtum): apoderarse de la cosa de otro o utilizarla en provecho propio;
 El daño causado injustamente (damnum iniuria datum);
 La rapiña: aparece posteriormente, reprimiendo los daños causados en banda o con armas.
Uno de los caracteres de los delitos era precisamente que el hecho fuese prohibido por una disposición expresa de la
ley (nulla poena sine lege).
Dentro de los delitos privados que sancionaba la Ley de las Doce Tablas se hallaban otros que no entraban en la
noción de injuria porque eran delitos contra los bienes (no contra las personas); pero tampoco entraban en la noción de
furtum porque no comportaban propósito alguno de lucro en sus autores. Tales eran aquellos actos que se traducían en
daños a los bienes ajenos. Para reprimir estos daños, se dictó un plebiscito propuesto por el tribuno Aquilius.
La Ley Aquilia era una ley que sobre todo reglamentaba la revancha o venganza; instituía contra el autor de ciertos
daños una acción única que tenía por objeto causar al responsable los mismos daños económicos sufridos. El monto
del perjuicio era calculado sobre el más alto valor que la cosa destruida o deteriorada había tenido tiempo anterior al
delito.
Posteriormente, en la época de Justiniano, se llega a distinguir entre las acciones puramente penales y las acciones
por daños y perjuicios. Se reconoce, además, la categoría de cuasidelitos.
Sin embargo, a pesar de todo, no puede decirse con propiedad que los romanos hayan establecido un principio
general de responsabilidad, aunque delinearon los conceptos de acto ilícito y reparación integral.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En la Edad Media también se nota la influencia de la Iglesia Católica y del derecho canónico, y en cuanto a la
responsabilidad civil, se intenta dotarla de un sentido moral similar al pecado, por lo que la culpa pasa a tener un papel
cada vez más importante. Así, con posterioridad a los glosadores hace su aparición la escuela del derecho natural,
que produce una profunda transformación en el derecho romano.

2. El sistema francés.
Antes de la codificación, se había separado casi por completo la responsabilidad civil de la responsabilidad
penal; y por lo tanto, se estuvo en condiciones de establecer un principio general de responsabilidad civil. Con la
ayuda de las teorías de los jurisconsultos romanos, más o menos exactamente interpretados, consiguieron un resultado
que los romanos no habían podido alcanzar.
A su vez, el derecho francés otorga a la culpa el lugar de elemento de la responsabilidad civil, que no se había
tenido en el derecho romano. Este lugar preeminente que ocupa la culpa hasta nuestros días se justificó en ese
momento en dos hechos: en primer lugar, la culpa es la expresión jurídica del principio económico del laissezfaire; y
en segundo lugar, culpa significa en el ámbito social lo que traduce el pecado en la moral. Como consecuencia, la
culpa justifica la sanción y crea una responsabilidad.
La Revolución Francesa no sólo marca el fin de la monarquía, no es un mero cambio de gobierno, sino también el
triunfo del Iluminismo. Esta corriente de pensamiento tuvo en la Enciclopedia su correlato científico y en la
codificación, el jurídico, y entre los códigos dictados por la Revolución Francesa, el Código Civil es el código estrella.
Fue la principal fuente legislativa de inspiración de Vélez Sarsfield.
El Código Civil francés tiene las siguientes características en cuanto a la responsabilidad extracontractual:
 Obligación general de responder por el daño causado a otro;
 La imputabilidad del daño al autor del hecho no tiene otro fundamento que la culpa: no hay responsabilidad
sin culpa;
 La culpa tanto puede ser intencional como por simple negligencia o imprudencia;
 Siendo la culpa la violación del deber genérico de no dañar a otro, ella convierte en ilícito él acto ejecutado
en tales condiciones;
 Sin daño no hay responsabilidad civil;
 La obligación de responder es una sanción resarcitoria y no represiva del daño causado.
En cuanto a la responsabilidad contractual, los principios son:
 El deudor debe responder de los daños y perjuicios que ocasiona al acreedor el incumplimiento de la
obligación;
 El incumplimiento de la obligación importa la presunción de culpa del deudor;
 La culpa se juzga en abstracto;
 No existe graduación de la culpa en relación al mayor o menor provecho que el contrato reporta al deudor.
Si tuviéramos que definir a la responsabilidad civil del Código Civil francés en pocas palabras diríamos que “es un
sistema de atipicidad del ilícito, o con cláusula abierta, centrado en la culpa y con dualidad de regímenes contractual
y extracontractual”.

3. Otros sistemas.

El Common Low.
El primitivo derecho inglés estaba lleno de formalismos.
Una persona que tuviera derecho, debía obtener un writ por parte del rey. El writ en los primeros tiempos consistía,
previo pago de una suma de dinero, en una orden del rey a un funcionario local para que hiciera respetar el
derecho de aquel que se había procurado el writ. En un primer tiempo, el derecho se establecía con una cause of
action y el remedio con un writ. Esto cambió más adelante cuando, los writs se restringieron.
Los principales writs que se desarrollan allá por el siglo XIII son dos: trespass y case. El trespass, equivalía
probablemente al concepto romano de injuria. En ambos casos se trataba de figuras netamente penales, porque se
requería que la conducta fuese directa e intencional. Ambas tenían por objeto restablecer la “paz del Rey”,
impidiendo todo comportamiento que pudiera provocar venganza. El writ era el remedio para todos los daños directos,
inmediatos y causados por la fuerza a la víctima, ya sea en su persona, a su tierra, o a sus bienes.
El trespass to persons, se subdividió en tres clases:
 Battery: era el uso de la fuerza contra otra persona, cualquiera fuera el instrumento;
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

 Assault: consiste en la acción destinada a cometer battery; es una figura muy parecida a la amenaza;
 False imprisonment: cualquier situación por la que se priva de la libertad a una persona, aunque sea
temporariamente, sin tener una causa válida.
El trespass to land consistía en la injustificada intrusión en la propiedad de otra persona, aunque no se causara
daño. Es muy parecido a la violación de domicilio.
El case o trespass on the case, fue una figura que se desarrolló como un remedio para aquellas situaciones que no
entraran en la categoría del trespass, pero que al haber sufrido un daño debiera encontrarse una solución justa.
La principal distinción que existía entre las dos figuras era que el trespass no requería prueba del daño porque éste
se presumía como consecuencia necesaria y directa del ilícito. En cambio, para que procediera el case era necesaria la
prueba de los daños reales.
La segunda gran distinción, es que en el tresspass la intrusión o turbación se consideraba ilegítima, estando a cargo
del demandado probar una causa de justificación, como podía ser la defensa propia o el estado de necesidad. El case,
en cambio, imponía al actor la prueba de la intención ilegal o la negligencia de parte del demandado.
Más tarde, el common law comienza a distinguir entre tutela penal y civil. Cuando hacen su aparición las
felonies (para delitos intencionales) y las misdemeanors (para delitos menores y culposos), estas figuras netamente
penales desplazan al trespass que se convierte en un tort civil. Sin embargo, la separación nunca fue total.

El Código alemán.
El Código alemán siguió una evolución distinta a la del Código francés.
Sus principales características en cuanto a la reparación de actos ilícitos son:
 No existe una cláusula general de responsabilidad por culpa como en el sistema francés;
 Sí existe un principio de responsabilidad general por dolo;
 El daño moral también es muy limitado.
Las razones de esta reglamentación fuertemente individualista y restrictiva con la víctima no sólo se explican por
razones jurídicas, sino porque al igual que en el common law, y en el derecho francés, el objetivo “era impedir que
resultara extraordinariamente gravoso para el capitalismo, un sistema de responsabilidad que fuera
especialmente riguroso”.
Otros autores también coinciden en que el liberalismo político y económico ejercieron fuerte influencia en la
redacción del Código y que “la protección de la propiedad y la del patrimonio predominó ampliamente sobre la
idea de la reparación, de la compensación y de la intimidación”.

La evolución en nuestro derecho.

Cuando Vélez Sarsfield redactó nuestro Código Civil, la culpa era el único fundamento de la responsabilidad
civil.
Inspirado en el Código francés, el eje sobre el cual giraba nuestro sistema de responsabilidad extracontractual se
hallaba en el art. 1109: “solo la culpa justifica la responsabilidad; todo el que viola el deber genérico de no dañar es
culpable, comete un acto ilícito y debe responder por el daño que ocasiona.”
Cuando el daño se ha producido por el hecho propio debe probarse la culpa del autor; si la víctima no aporta la
prueba de la culpa que imputa al demandado, éste no ha de responder del daño que aquélla hubiere sufrido.
Cuando el daño proviene de otras personas por las cuales debe responderse, o cuando ha sido causado por las cosas
inanimadas o por los animales, mejora notablemente la condición de la víctima mediante el juego de las presunciones
legales de culpa, que invierten la carga de la prueba en algunos casos e imponen, en otros, una responsabilidad que no
puede excusarse.
La doctrina tradicional no se hizo eco de la corriente positivista, que veía en la teoría del riesgo creado la solución
integral de los nuevos problemas que se suscitaban por la necesidad de acordar indemnizaciones a las víctimas
cuando el sistema clásico de la culpa parecía ya insuficiente.
Durante mucho tiempo nuestros autores siguieron viendo en la culpa la única justificación de la responsabilidad
civil, y si alguno trató de introducir a través de los textos vigentes principios de responsabilidad objetiva, fueron
muchos los que se alzaron para mantener el principio de la culpa.
La jurisprudencia, a su vez, no dio cabida a la teoría objetiva del riesgo, siguiendo a la jurisprudencia francesa,
hizo prevalecer siempre la teoría tradicional. Particularmente en los casos de accidentes de automóviles fue, por la

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

frecuencia creciente de los mismos, que tuvo ocasión de pronunciarse conciliando los textos con las exigencias de una
justicia que imponía urgentemente la necesidad de socorrer a las víctimas cada vez más numerosas.
El prudente criterio de nuestros jueces conformó, sin embargo, una jurisprudencia funcional que, con el debido
apoyo en las normas legales, facilitó grandemente la acción de la víctima favoreciendo la necesidad de indemnizarla
sin alterar el principio de la culpa.

LA SANCIÓN RESARCITORIA.
La sanción resarcitoria tiende a restablecer las cosas al estado anterior en cuanto fuere posible.
La ley se preocupa de reparar los efectos del acto ilícito ya sucedido, sean los daños presentes o futuros. El art.
1067 decía: “No habrá acto ilícito punible para los efectos de este Código, si no hubiese daño causado, u otro acto
exterior que lo pueda causar, y sin que a sus agentes se les pueda imputar dolo, culpa o negligencia”. No autoriza la
ley, sin embargo, a reclamar ninguna garantía para asegurar la indemnización por el daño eventual que se pueda
ocasionar.
Posteriormente, la reforma de la ley 17.711 al art. 2499 del Código Civil faculta ahora a pedir judicialmente
medidas preventivas de seguridad para evitar el hecho dañoso allí previsto.
La sanción resarcitoria tiende a suprimir el daño y, actuando como contradaño, obliga al autor a reponer en el
patrimonio del damnificado los elementos que sufrieron menoscabo. El patrimonio se repone haciendo restitución
de los bienes de los que fue despojado el titular, si existieren, y reponiendo las cosas dañadas al estado anterior, si
fuere posible.

LA REPARACIÓN EN ESPECIE.
Adoptado por el Código alemán, se incorporó al sistema jurídico argentino para los actos ilícitos por la reforma
introducida al art. 1083 del Código Civil por la ley 17.711, cuyo nuevo texto disponía: "El resarcimiento de daños
consistirá en la reposición de las cosas a su estado anterior, excepto si fuere imposible, en cuyo caso la indemnización
se fijará en dinero.
También podrá el damnificado optar por la indemnización en dinero.”
Conforme con el texto transcripto, este sistema constituiría el modo normal de reparar el daño, salvo cuando
fuere imposible por la índole del mismo, o si el damnificado optare por la indemnización.
Es, sin duda, el sistema más perfecto de resarcimiento. Sin embargo, en la práctica pone a cargo del deudor una
obligación de hacer, sobre cuyo preciso cumplimiento puede suscitarse entre las partes una serie de cuestiones que
tornan complicada e insatisfactoria esa solución. Por ejemplo, en el caso de daños ocasionados a un automóvil, el autor
debería tomar a su cargo el trabajo de reparar y reacondicionar el motor, arreglar la carrocería, etc. Se trata de trabajos
que deben ser aceptados por el damnificado, pues, en caso contrario, se reabre una nueva discusión sobre el exacto
cumplimiento de aquella obligación.

LA INDEMNIZACIÓN.
La indemnización consiste en el pago de una suma de dinero equivalente al daño sufrido por el damnificado en
su patrimonio.
Constituye una obligación de dar una suma de dinero y, por consiguiente, se halla sujeta al régimen de estas
últimas. En cuanto a la naturaleza de la prestación, ha de tenerse en cuenta la fuente que le da origen, sea el acto ilícito,
sea el incumplimiento contractual.
No constituye una deuda pura de dinero, u obligación de suma o dineraria, sino una deuda de las llamadas de
deudas de valor no sujeta al principio nominalista y, por lo tanto, reajustable al tiempo del pago en consideración a
la depreciación monetaria.
El resarcimiento por equivalente o indemnización constituye el sistema tradicional del derecho romano, seguido
por el derecho francés y adoptado por nuestro codificador tanto para los actos ilícitos, como para el incumplimiento de
los contratos.
El sistema de la indemnización en dinero ofrece ventajas indudables con respecto a la reposición en especie.
La indemnización constituye una obligación autónoma cuando se trata de reparar los daños y perjuicios originados
por la ejecución de un acto ilícito, y tiene en éste su fuente directa.
En cambio cuando los daños y perjuicios se producen con motivo de la inejecuci6n de un contrato, la
indemnización, como obligación resarcitoria o reparadora, tiene carácter subsidiario y reconoce en la violaci6n del
contrato su fuente directa, y su fuente indirecta en el contrato mismo.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En cualquier caso, el derecho a obtener la debida indemnización reconocida a quien sufre un daño por el hecho de
otro, halla suficiente fundamento en el principio de justicia que impone la necesidad de restablecer el estado
anterior a la lesión causada injustamente.
Siendo la indemnización el resarcimiento del daño causado, su valuación se determina por la valuación del
perjuicio.

El método del Código Civil y Comercial.

Sistema y funciones de la responsabilidad civil.


El Anteproyecto presenta una sistematización innovadora e importantísima en la materia que consiste en dos tipos
de articulaciones:
a. Se regulan diferentes tipos de derechos: aquéllos que recaen sobre la persona, el patrimonio; como derechos
individuales, los derechos individuales homogéneos y los derechos de incidencia colectiva;
b. Se reconocen tres funciones: preventiva, punitiva y resarcitoria.
La regulación de la responsabilidad civil comienza con dos normas fundamentales: una que establece las funciones
del sistema (art. 1708) y la segunda alude a la prelación normativa (art. 1709).
Tanto en el derecho comparado como en nuestro país existen discusiones doctrinales acerca de si la prevención y la
punición integran o no la noción de responsabilidad; es necesario, pues, que la ley resuelva la controversia. Por ello, el
primer artículo señala que las normas son aplicables a los tres supuestos.
La necesidad de una diversidad de finalidades se aprecia si se considera que en este Anteproyecto no sólo se tutela
el patrimonio; sino también la persona y los derechos de incidencia colectiva.
Cuando se trata de la persona, hay resarcimiento pero también prevención, y en muchos aspectos, como el honor,
la privacidad, la identidad, la prevención es mucho más eficaz.
En los derechos de incidencia colectiva, surge con claridad que la prevención es prioritaria y precede a la
reparación, sobre todo cuando se trata de bienes que no se pueden recomponer fácilmente.

La unificación de la responsabilidad contractual y extracontractual.


En materia de reparación, y siguiendo a los proyectos anteriores, se recepta la unificación de los ámbitos de
responsabilidad contractual y extracontractual.
También los proyectos anteriores se inclinan por la misma tesis.
Esto confiere unicidad al régimen de la responsabilidad contractual y extracontractual. Comparando con el Proyecto
de 1991, se suprime la referencia al “deber de cumplir”, ya que esa mención (deber de cumplir) excede el ámbito de la
responsabilidad civil y es materia de las obligaciones en general.
La tesis que se adopta es la unidad del fenómeno de la ilicitud, lo cual no implica la homogeneidad, ya que hay
diferencias que subsisten. Se unifican claramente los supuestos que han generado dificultades serias, como ocurre con
los daños a la persona en el ámbito de la responsabilidad contractual (ejemplo, responsabilidad médica).
En cuanto a la problemática derivada del incumplimiento, queda regulada en el campo obligacional y contractual.
Frente al incumplimiento, el acreedor persigue la ejecución forzada para obtener la prestación, y, si no es posible o no
lo desea, pretende una indemnización sustitutiva. Ello exige diferenciar, dentro de los daños resarcibles, el valor de la
prestación originariamente pactada, de los otros perjuicios que se sufren. La primera indemnización es el equivalente
de la prestación debida. La naturaleza de esta pretensión ha dado lugar a dos posiciones diferentes:
a. La tesis de la autonomía: considera que el derecho del acreedor a obtener el valor de la prestación es una
acción previa e independiente de la indemnización adicional por daños y perjuicios. Es simplemente la
obligación originaria, que devino de imposible cumplimiento, que se transforma en dinero; es una forma de
cumplimiento de la obligación por equivalente. En cambio, los demás daños forman parte de una acción de
responsabilidad en sentido estricto, porque surge una nueva obligación a partir del hecho ilícito
(incumplimiento), ya que antes no existían esos perjuicios;
b. La tesis de la unidad: entiende que la ilicitud es un único fenómeno y comprende tanto la acción de
cumplimiento por equivalente como la del resarcimiento de los demás daños. Cuando el acreedor se decide por
la ejecución forzada, es la misma obligación la que se perpetúa, pero cuando se trata de indemnización, hay un
cambio de objeto y ello es una mutación esencial. Se trata siempre de una nueva obligación creada a partir
de un hecho antijurídico que es el incumplimiento. Este último es una calificación de la conducta del

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

deudor, y no de su patrimonio, por lo tanto no se trata de una mera modificación del objeto de una situación
patrimonial objetiva, sino un nuevo comportamiento del deudor que, en forma personal, genera un ilícito.
La doctrina argentina está dividida entre ambas posiciones.
Tratando de superar las discusiones teóricas, el problema tiene solución práctica si establecemos una regla general
para la unificación de los ámbitos de responsabilidad y una regulación especial para el cumplimiento de la prestación
comprometida mediante un contrato.
En la propuesta que se hace, se distingue, la problemática del incumplimiento y su ejecución, regulada en el campo
de las obligaciones y contratos, de los demás aspectos, que se incluyen en la responsabilidad por daños.

Función preventiva.
El artículo que define los alcances del deber de prevención adopta el modelo del Proyecto de 1998.
Se consagra el deber de prevención para toda persona con los siguientes alcances:
 En cuanto dependa de ella, es decir, que la posibilidad de prevenir se encuentre en su esfera de control, ya
que de lo contrario se puede convertir en una carga excesiva que afecta la libertad;
 Se deben adoptar las diligencias conforme a lo que haría una persona que obrara de buena fe,
disponiendo medidas razonables para evitar el daño o disminuir su magnitud o no agravarlo, si ya se ha
producido;
 Se reconoce el derecho al reembolso del valor de los gastos en que ha ocurrido siguiendo las reglas del
enriquecimiento sin causa.
Se propone una regulación más completa de la función preventiva incluyendo la acción, la legitimación y las
facultades judiciales, conforme los criterios señalados por la doctrina, que se explican a continuación.
La omisión del deber de prevención da lugar a la acción judicial preventiva, cuyos presupuestos son:
a. Autoría: puede consistir en un hecho o una omisión de quien tiene a su cargo un deber de prevención del
daño;
b. Antijuridicidad: porque constituye una violación del deber de prevención;
c. Causalidad: porque la amenaza de daño debe ser previsible de acuerdo con el régimen causal que se define en
artículos siguientes;
d. No es exigible la concurrencia de ningún factor de atribución, que es lo que, además de la función,
diferencia a esta acción de la obligación de resarcir.
Se reconoce legitimación sustancial para peticionar judicialmente por la prevención a quienes acrediten un
interés razonable en la prevención del derecho amenazado.
Se delimitan los siguientes criterios para la sentencia de finalidad preventiva:
 Se distingue entre la tutela definitiva que surge de un proceso autónomo cuya finalidad es únicamente la
prevención, de aquéllos en que es provisoria;
 En ambos supuestos, la sentencia puede establecer obligaciones de dar, hacer o de no hacer, según los casos;
 El contenido y extensión de estas obligaciones debe estar guiado por la necesidad de evitar el daño con la
menor restricción de derechos posible utilizando el medio más idóneo;
 El juez puede disponer esas medidas a pedido de parte o de oficio.

2) LAS FUNCIONES DE LA RESPONSABILIDAD.

La función preventiva. Concepto e importancia.

Art. 1708: “Funciones de la responsabilidad. Las disposiciones de este Título son aplicables a la prevención del
daño y a su reparación.”

El Código consagra la función bipartita de la responsabilidad civil: prevenir y reparar.


De este modo la responsabilidad comprende dos etapas del daño:
 La prevención, que implica actuar para impedir la producción, continuación o agravamiento del daño,
estableciéndose un deber general de hacer (realizar una acción positiva para evitar causarlo) o de abstención
(omitir ejecutar una conducta potencialmente lesiva);
 La reparación, cuando acaecido el hecho, se presenta la clásica función resarcitoria que cuantitativamente
es la más importante.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En el trámite parlamentario, se eliminó la regulación sistemática de la función punitiva. Sin embargo, se reconocen
facultades judiciales para moderar la punición excesiva, lo cual implica reconocer que esa función existe.
Por otro lado, el código derogado preveía expresamente la función resarcitoria y la doctrina y jurisprudencia
sostuvo que la función preventiva resulta de la interpretación armónica de varias de sus disposiciones, de leyes
especiales y de normas de derecho procesal. La función sancionadora, del modo ahora concebida, no está contemplada
en el derecho privado argentino salvo para el microsistema del consumo que regula los daños punitivos.
En el derecho argentino el nuevo Código definió la función bipartita de la responsabilidad civil. Las dos funciones
tienen la misma jerarquía normativa aunque, por su naturaleza, la reparatoria será la de aplicación más usual o
prevalente si el bien protegido es el patrimonio, ya que cuando se trata de bienes que tienen un precio en dinero el
resarcimiento es el mecanismo fundamental.
En cambio cuando se tutela la persona humana puede resultar más eficaz la prevención (por ej: evitando ataques a
los derechos personalísimos, a la dignidad: intimidad personal o familiar, honra o reputación, imagen o identidad, etc.)
Cuando se afectan derechos de los consumidores se puede disponer el cese de la publicidad ilícita (por abusiva,
discriminatoria, falsa, engañosa, errónea o perjudicial para la salud y seguridad del consumidor), y la publicación de
anuncios rectificatorios o de la sentencia, además de la indemnización correspondiente. También es viable la
publicación de la sentencia en las acciones de protección del nombre.
En el ámbito contractual la tutela preventiva permite a una parte suspender su propio cumplimiento "si sus derechos
sufriesen una grave amenaza de daño porque la otra parte ha sufrido un menoscabo significativo en su aptitud para
cumplir, o en su solvencia", y hasta que la otra parte cumpla o dé "seguridades suficientes".
En los derechos colectivos (del ambiente, la competencia, el consumo) la prevención actúa como incentivo de
conducta en el cuidado y protección de los bienes comunes, los que, por ser de todos, no son de nadie en exclusividad;
se trata de "la tragedia de los bienes colectivos". Muchas veces la acción de prevención es prioritaria y precede a la
reparación y (en el ambiente) a su recomposición al estado anterior.
Es importante destacar que las dos funciones de la responsabilidad no son excluyentes y, llegado el caso, pueden
concurrir total o parcialmente.

Deber de prevención.

Art. 1710: “Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella dependa, de:
a) Evitar causar un daño no justificado;
b) Adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca
un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un
tercero sería responsable, tiene derecho a que éste le reembolse el valor de los gastos en que incurrió,
conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa;
c) No agravar el daño, si ya se produjo.”

Lingüísticamente, la prevención se ocupa de "preparar las cosas necesarias para evitar daños".
La Real Academia define al verbo "evitar" como "apartar algún daño, peligro o molestia, impidiendo que suceda";
por su lado, "impedir" significa "huir de incurrir en algo", y "huir", "alejarse de personas, animales o cosas para
evitar un daño".
El deber de actuar por acción u omisión puede consistir en evitar o impedir el daño futuro, hacer cesar el daño
actual, disminuir la magnitud y disminuir la extensión de las consecuencias del daño que comenzó a producirse. (incs.
a y b). Hacer lo prohibido (acción) y no hacer lo exigible (omisión) convierten la conducta obrada y la omitida en
acción y omisión antijurídica por vulneración del deber general de no dañar y del deber particular de no dañar en el
caso en concreto cuando, pudiendo, no se evitó el daño.
Esa conducta ilícita de acción o abstención puede dar lugar a la tutela resarcitoria si se configuran los restantes
presupuestos de la responsabilidad civil y media relación de causalidad adecuada.
Agravar un daño es un supuesto que puede comprender varias situaciones ya que el agravamiento puede aumentar
su magnitud, extensión o prolongar sus efectos temporales o espaciales.
La magnitud del daño se relaciona con el aspecto cualitativo (la medida del perjuicio) pero también con su
extensión o su prolongación por lo que se advierte que la tutela preventiva comprende todas las etapas y supuestos de
evitación de la dañosidad.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El deber de prevención-evitación comprende el daño causado por un tercero. Una vez que el daño se produjo
comienza a operar autónomamente la tutela resarcitoria y, de ser posible, la tutela preventiva para detener el perjuicio
o evitar su agravación. Si las medidas preventivas adoptadas importan un beneficio económico para quien hubiera
padecido el daño que se evitó producir o agravar, el sujeto que ejecutó las medidas tiene derecho al reembolso de los
gastos según el régimen del enriquecimiento sin causa.
También se prevé el supuesto de que en el marco de una situación jurídica la víctima impida el agravamiento del
daño que ya comenzó a producir efectos nocivos (inc. c).

La acción preventiva. Concepto. Cuándo procede.

Art. 1711: “Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica hace
previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún
factor de atribución.”

La tutela de prevención es un instituto de derecho sustancial y constituye una de las dos funciones de la
responsabilidad civil.
La acción preventiva es aquella que tiene como objeto directo la prevención del daño mediante una orden para
impedir (en caso de amenaza de lesión) o bien para que cese su producción (si la actividad ofensiva ya se ha
iniciado y es previsible su continuación o reiteración).
Inhibir equivale entonces a “prohibir, suspender, estorbar, hacer cesar o paralizar el factor detonante de una
lesión actual o futura". Constituye una protección judicial de urgencia sustantiva, y no cautelar, y cuyos presupuestos
son un comportamiento lesivo, un daño injusto y una relación de causalidad adecuada entre dicho comportamiento y el
daño causado.

Requisitos.

Los requisitos de procedencia de la acción preventiva son los siguientes:


1. Una conducta antijurídica ("acción u omisión antijurídica"), es decir, el hecho generador debe ser ilícito;
2. Interés del peticionante individual, individual homogéneo o colectivo, patrimonial o extrapatrimonial:
3. Posibilidad concreta de adoptar una conducta positiva o de abstención para evitar el daño o sus efectos;
4. Adecuada relación de causalidad entre la conducta debida y el resultado probable, es decir, con el
perjuicio esperable según el curso normal de las cosas.
Resulta indiferente la gravedad del daño futuro. Tampoco es necesario que concurra un factor de atribución
(subjetivo u objetivo) y la pretensión puede recaer sobre bienes de terceros, ajenos a la litis.
Procede contra actos de los particulares o del poder público y también puede tener por objeto la protección de
bienes de los particulares o del dominio público o privado del Estado.
Además la tutela de prevención está fuertemente vinculada con la protección de la persona humana, de su vida
e integridad psicofísica, de jerarquía constitucional y supraconstitucional.
Para la valoración de la diligencia exigible se debe tener en cuenta el deber medio de obrar con cuidado y pleno
conocimiento de las cosas, atendiendo a que los hechos suceden de ordinario, conforme las pautas de razonabilidad y
buena fe, de acuerdo a las circunstancias del caso.
Sin embargo se requiere una mayor diligencia si el agente tiene una condición o facultad especial que, en
concreto, le exigía un plus de diligencia y de previsibilidad de las consecuencias; por ej: un profesional de la
construcción tiene mayor deber de obrar evitando daños a terceros en razón de sus conocimientos y especialidad.
En materia contractual, la previsibilidad del contratante se valora al momento de contratar, mientras que en materia
extracontractual, la previsibilidad se valora al momento del hecho.

Sujetos legitimados.

Art. 1712: “Legitimación. Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable en la prevención
del daño.”
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

La norma regula las personas habilitadas para ejercitar la tutela de prevención.


La legitimación activa para interponer la acción de prevención es más amplia que la legitimación de la tutela
resarcitoria.
La regla es la siguiente: se presume el interés de quienes sufrieron o pueden sufrir un daño individual o
colectivo en su carácter de víctimas actuales o potenciales; los otros damnificados indirectos deben demostrar su
interés.
El interés puede ser individual o colectivo, tal como se desprende también del art. 14 que comprende a los
derechos colectivos, por lo que resulta útil la clasificación de los legitimados colectivos del art. 43 de la Constitución
Nacional que la confiere "al afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones legalmente reconocidas". Ello se
corresponde también con lo previsto en legislaciones especiales como la Ley General del Ambiente 25.675 (art. 30)
que la extiende (además de otorgarla a esos sujetos) “al Estado nacional, provincial o municipal” y la Ley de Defensa
del Consumidor 24.240 (art. 52) que adiciona también al Ministerio Público Fiscal.

Contenido de la sentencia. Sus alcances.

Art. 1713: “Sentencia. La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de parte o de oficio, en
forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según corresponda; debe ponderar los criterios
de menor restricción posible y de medio más idóneo para asegurar la eficacia en la obtención de la finalidad.”

La sentencia puede ser dictada de modo provisorio (medidas cautelares típicas) o definitivo (sentencia definitiva),
principal (es decir autónoma, como las medidas autosatisfactivas) o accesorio (como la tutela preventiva), a pedido
de parte o de oficio, en un proceso ya iniciado (juicio ordinario o sumario) o promovido sólo a esos efectos (como
las medidas autosatisfactivas), otorgándose al juez amplias facultades para dictar mandatos de dar, hacer o no hacer.
La norma dice que el juez "debe" disponer las medidas, lo que no debe entenderse como imperativo ya que la
admisión procesal y sustancial de la pretensión depende de la concurrencia de los restantes requisitos.
Además, y dada la naturaleza de las facultades judiciales, el juez también puede modificar la pretensión y
adecuarla a las circunstancias del caso (por ej: una obligación de dar sumas de dinero modificarla por una obligación
de hacer). Rige el principio del art. 204 del Código Procesal de la Nación, que establece que el juez "podrá disponer
una medida precautoria distinta de la solicitada, o limitada, teniendo en cuenta la importancia del derecho que se
intente proteger”.
La facultad oficiosa del juez sólo puede actuar en el marco de un proceso iniciado o en curso.
El objeto de la sentencia es impedir la producción o agravamiento del daño por lo que las medidas a disponer
serán de lo más variadas de acuerdo a las circunstancias y consistirán en detener o frenar un hecho, hacer cesar la
realización de una actividad, asegurar o modificar una situación de hecho o de derecho, imponer obligaciones de
hacer (por ej: asegurar una pared con riesgo de caída a la vía pública) o de no hacer (por ej: paralizar una
construcción) o de dar (por ej: entregar dinero para efectuar la reparación).
El juez debe examinar la cuestión atendiendo a la menor restricción posible del derecho limitado y a la
idoneidad de la restricción con relación a la obtención de la eficacia del resultado. Se trata del juicio de
comparación entre la entidad y atendibilidad de los derechos en pugna, debiendo prevalecer los extrapatrimoniales
sobre los patrimoniales y, según la naturaleza de los derechos en conflicto, los de incidencia colectiva sobre los
derechos individuales, y la tutela de la persona a la del patrimonio.
El texto en análisis da cabida al mandato preventivo que es el dictado oficiosamente por el juez, al pronunciar
sentencia definitiva en el marco de un proceso, cuya sustanciación le permitió conocer la probabilidad objetiva de que,
de mantenerse la situación de hecho, el daño se producirá, repetirá o agravará. Es particularmente aplicable cuando
está en juego el derecho a la seguridad y el derecho de las personas a la vida, salud e integridad física y psíquica.

Punición excesiva: facultad de los jueces.

Art. 1714: “Punición excesiva. Si la aplicación de condenaciones pecuniarias administrativas, penales o civiles
respecto de un hecho provoca una punición irrazonable o excesiva, el juez debe computarla a los fines de fijar
prudencialmente su monto.”

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Art. 1715: “Facultad del juez. En el supuesto previsto en el artículo 1714 el juez puede dejar sin efecto, total o
parcialmente, la medida.”

Ambas normas receptan las facultades judiciales para moderar o suprimir el monto que debe afrontar el
obligado al pago en caso de que la acumulación de las condenaciones de distinta naturaleza (civil, administrativa,
penal) las torne irrazonables o abusivas.

La interpretación de los arts. 1714 y 1715 remite, necesariamente, a los antecedentes del trámite legislativo para
poder entender su significado y alcances.
El texto originario, tanto de la Comisión de Reformas como del Proyecto del Poder Ejecutivo, establecía en su art.
1714 la sanción pecuniaria disuasiva, la cual puede ser aplicada por el juez a quien actúa con grave menosprecio
hacia los derechos de incidencia colectiva; su monto se fija prudencialmente, teniendo en cuenta las circunstancias del
caso.
Disuadir: convencer a una persona (con argumentos o por la fuerza de los hechos) para que cambie su manera de
actuar, pensar o sentir.
La "sanción pecuniaria disuasiva" se trata de sumas de dinero que los tribunales mandan a pagar a la víctima de
ciertos ilícitos, que se suman a las indemnizaciones por daños realmente experimentados por el damnificado, que están
destinadas a punir graves inconductas del demandado y a prevenir hechos similares en el futuro. Lo que se castiga es la
conducta (y no el daño). La sanción pecuniaria disuasiva es una expresión que denota que se trata de una sanción.
De este modo se receptaba la función punitiva o sancionatoria de la responsabilidad civil que se sumaba a la
prevención y al resarcimiento, consagrando una función tripartita.
Ahora, en el Código vigente se mantienen sólo las dos primeras (la prevención y el resarcimiento).
Por otro lado, el art. 1715 actuaba como contrapeso de eventuales excesos en la aplicación y cuantificación de la
sanción disuasiva: si a raíz de un hecho concurren varias sanciones de distinta naturaleza (condenaciones pecuniarias
administrativas, penales o civiles) que provocan una punición irrazonable o excesiva, el juez debe computar el
resultado de esa acumulación; puede reducir la cuantía o dejar sin efecto, total o parcialmente, la sanción
pecuniaria.
En la doctrina argentina calificados autores se han pronunciado en contra de la admisión de la sanción pecuniaria
disuasiva; otra postura participa de un criterio intermedio, y un tercer criterio es favorable a su recepción.

3) FUNCIÓN RESARCITORIA.

El deber de reparar.

Art. 1716: “Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una obligación, da
lugar a la reparación del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código.”

A diferencia del régimen anterior, el Código ha unificado la responsabilidad civil: cualquiera sea la fuente del deber
de reparar el daño, la responsabilidad se rige, en principio, por las mismas reglas.
Lo que se produce es una unificación de la responsabilidad civil contractual y extracontractual, a las cuales se
aplican las mismas normas.
 La responsabilidad extracontractual surge de e la violación del deber general de no dañar a otro;
 La responsabilidad contractual surge del incumplimiento de una obligación.

La función resarcitoria consiste en el deber de reparar un daño causado por un hecho ilícito o por el
incumplimiento de una obligación. En principio, todo daño es antijurídico salvo que se encuentre justificado.
El daño como toda lesión a un derecho o un interés. El objeto del daño puede ser tanto la persona, como el
patrimonio o un derecho de incidencia colectiva, por ejemplo el daño que sufren los consumidores o el que se causa al
medio ambiente, el que cobra especial protección en el Código.
El deber general de no dañar es un principio general que tiene rango constitucional, pues se encuentra implícito
en el art. 19 de la Constitución Nacional, que prohíbe las acciones que perjudican a terceros.
Se encuentra expresamente previsto en el art. 1710, inc. a, y también es mencionado en el art. 1716.

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La referencia al "daño no justificado" debe entenderse en el sentido de que el hecho que daña no debe estar
expresamente permitido por la ley (es decir, no debe mediar una causa de justificación).

Antijuridicidad.

Art. 1717: “Antijuridicidad. Cualquier acción y omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está
justificada.”

La antijuridicidad es uno de los elementos de la responsabilidad civil.


La antijuridicidad es la contrariedad entre un hecho y el ordenamiento jurídico considerado en su totalidad,
incluyendo los principios generales del Derecho, con abstracción de la voluntariedad o involuntariedad de la
conducta del agente, o de la existencia de culpa.
La antijuridicidad cobra importancia porque el principio que prohíbe dañar a otro es cardinal del ordenamiento
jurídico, por lo que es antijurídico todo hecho que daña, salvo que exista una causa de justificación, y sin necesidad
de que exista una expresa prohibición legal en cada caso.
Esto último significa que es antijurídica cualquier acción u omisión que causa daño, con lo que para que se
configure este presupuesto basta con que se viole el deber general de no dañar a otro. Es decir que, a diferencia de
lo que sucede en el derecho penal, el ilícito civil es atípico, porque no es necesario que la ley describa en cada caso con
detalle la conducta prohibida.
Sin embargo, cabe hacer excepción a este principio en el caso de la responsabilidad contractual, dado que allí el
daño resaltará necesariamente del incumplimiento de una obligación preexistente, que precisa la conducta que el
deudor estaba obligado a ejecutar.
El Código recoge una concepción material y objetiva de la antijuridicidad: es ilícito cualquier hecho u omisión
que daña, sin necesidad de prohibición expresa, e independientemente de que pueda o no efectuarse un reproche
subjetivo al agente. Se diferencia así de la redacción del código derogado, que exigía expresa prohibición legal (u
obligación de actuar, para la omisión) y que el agente obrara con culpa o dolo.
Por último, "acto" u “omisión” deben entenderse en sentido amplio, como comprensiva no sólo de los actos
humanos, sino también del hecho de los animales y las cosas, o la actuación de los grupos en sí mismos, pues se trata
de casos que la ley también contempla como fuentes de responsabilidad

Las conductas justificadas.

Art. 1718: “Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho. Está justificado el hecho que
causa un daño:
a) En ejercicio regular de un derecho;
b) En legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una agresión
actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como
consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación plena;
c) Para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que amenaza al agente o a un tercero, si el
peligro no se origina en un hecho suyo; el hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita es
mayor que el que se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la medida en
que el juez lo considere equitativo.”

De conformidad con el art. 1717, todo hecho u omisión que cause un daño es antijurídico.
La excepción a este principio está constituida por las causas de justificación, que son circunstancias en las cuales el
ordenamiento jurídico otorga un permiso para dañar. En tales casos, el hecho u omisión dañosos son lícitos, y no
antijurídicos, sin perjuicio de que en algún caso, como sucede en el estado de necesidad, pueda de todos modos ser
procedente el pago de una indemnización (responsabilidad por acto lícito).
El código derogado no regulaba las causas de justificación, razón por la cual la doctrina aplicaba por analogía las
mencionadas en el art. 34 del Código Penal.
Las causas de justificación no son un numerus clausus; el Código se ha limitado a regular las más importantes, pero
ello no obsta a que en un caso concreto los jueces puedan valorar la existencia de alguna otra no mencionada.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

1. Ejercicio regular de un derecho.


De acuerdo a lo dispuesto por el inciso a, el ejercicio regular de un derecho funciona como una causa de
justificación de los daños que puedan resultar de él (por ej: los daños sufridos por un deudor a raíz de que su
acreedor embarga y remata sus bienes, o por un comerciante como consecuencia de que otro instala un negocio del
mismo ramo cerca del suyo y compite con él, etc.)
Sin embargo, esa justificación tiene como límite el ejercicio abusivo del derecho. De acuerdo a lo establecido en
el art. 10 del Código, el derecho debe ser ejercido de conformidad con los fines del ordenamiento jurídico y los
límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres. Cuando esos límites se transgreden se
configura el abuso, que funciona así como "la excepción de la excepción": al no jugar la causa de justificación, el
hecho dañoso se torna antijurídico (por ej: si el comerciante del ejemplo anterior incurre en competencia desleal).

2. Legítima defensa.
El inciso b se refiere a los daños causados en legítima defensa, ya sea propia o de terceros.
La aplicación de esta causa de justificación requiere de la configuración de ciertos requisitos enumerados por la
norma, a saber:
a. Existencia de una agresión ilícita, actual o inminente. Dado que es ilícito dañar (art. 1716), la agresión
tendiente a causar daño a quien se defiende o a un tercero será ilícita en los términos de la norma, salvo que
quien agrede actúe a su vez en ejercicio de una causa de justificación. La doctrina debatió en su momento si la
agresión de una persona sin discernimiento, de animales, o de cosas, podía ser considerada ilícita a efectos de
habilitar la legítima defensa: no cabe duda de que así es, ya que en el sistema del Código, la antijuridicidad es
objetiva y no requiere de la existencia de un acto humano, y mucho menos de un acto voluntario o culposo;
b. Ausencia de provocación de parte de quien se defiende, o del tercero contra quien se dirige la agresión;
c. Empleo de un medio racionalmente proporcionado para defenderse, en relación con el usado por el
atacante (por ej: no actúa en legítima defensa quien responde con disparos de arma de fuego a un simple
empujón propinado por el agresor). El empleo de medios excesivos impide prevalerse de la causa de
justificación, y convierte en antijurídico al acto dañoso.
La última parte del inciso que se está analizando se refiere a los daños causados a terceros por quien actúa en
legítima defensa (por ej: un agente de la policía que al repeler a balazos la agresión de un delincuente hiere a un
tercero que pasaba por el lugar). El Código considera que la legítima defensa justifica los daños que se causan a
quien es agresor, mas no los sufridos por terceros ajenos a ese ataque.
Por eso dice que “el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como consecuencia de un hecho realizado
en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación plena”.

3. Estado de necesidad.
El estado de necesidad se configura cuando una persona causa un daño para evitar otro mayor, actual o
inminente, al que ha sido extraña, y que amenaza al agente o a un tercero.
De acuerdo a lo prescripto por el inciso c, el agente debe encontrarse frente a una situación de peligro que él no ha
contribuido a causar, y que genera la amenaza, para él o para un tercero, de sufrir un mal (un daño) actual o
inminente.
La única posibilidad de evitar ese daño debe ser la producción de otro de menor entidad; en tal caso, si el agente
opta por causar este último perjuicio habrá obrado en legítima defensa, y su acción no será antijurídica (por ej: quien
para salvar la vida de otra persona que está en un edificio incendiado destroza la puerta y una ventana del inmueble
lindero, único modo seguro de ingresar a aquel lugar).
Cabe resaltar que la ley dispone que el hecho se halla justificado únicamente si el mal (el daño) que se evita es
mayor que el que se causa, razón por la cual no rige la justificación si ambos daños son de igual entidad.
Finalmente, el Código establece expresamente que pese a configurarse los presupuestos del estado de necesidad, el
damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la medida en que el juez lo considere equitativo. Se trata de un
caso de responsabilidad por acto lícito, pues aunque el hecho dañoso está autorizado por la ley se debe una
indemnización, que puede no ser plena en función de las circunstancias.
Cuando el beneficiado por el daño causado en estado de necesidad es un tercero, éste deberá la
indemnización, al menos en la medida de su enriquecimiento.

Supuestos particulares.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Art. 1719: “Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro no
justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a menos que, por las circunstancias del caso, ella pueda
calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal.
Quien voluntariamente se expone a una situación de peligro para salvar la persona o los bienes de otro tiene
derecho, en caso de resultar dañado, a ser indemnizado por quien creó la situación de peligro, o por el beneficiado
por el acto de abnegación. En este último caso, la reparación procede únicamente en la medida del enriquecimiento
por él obtenido.”

a. La asunción del riesgo.


La doctrina ha debatido largamente acerca de si el hecho de que una persona se exponga voluntariamente a una
situación de peligro constituye una causa de justificación de los daños que resulten de ella.
Quienes se manifiestan a favor de esta posibilidad consideran, en general, que existiría en esos casos una suerte de
cláusula tácita de irresponsabilidad por la cual el damnificado renunciaría anticipadamente a reclamar una reparación.
Muchas veces, la idea de la aceptación de riesgos es empleada no para excluir totalmente la responsabilidad, sino
para impedir la aplicación de un factor objetivo de atribución. Así ocurre en el caso del transporte benévolo o de
cortesía, donde tradicionalmente se interpretó que el pasajero que acepta ser transportado en esas condiciones asume el
riesgo propio del vehículo en el que viaja, lo que excluiría la posibilidad de hacer valer la responsabilidad por riesgo
frente al dueño o guardián del automotor en caso de un accidente; también se da el caso cuando el organizador de
ciertos deportes que implican riesgos (autos chocadores, alquiler de motos o kartings, explotador de pistas de esquí,
etc.) estaría sujeto únicamente a una obligación de seguridad de medios, pues quienes practican tales deportes
aceptarían los riesgos propios de esas actividades.
Sin embargo, la doctrina argentina mayoritaria se ha manifestado en contra de conferir a la aceptación de
riesgos el carácter de una causa de justificación o de fundar en ella la exclusión del factor de atribución objetivo
que resulte aplicable en el caso. Se dice, en ese sentido. Que no es lo mismo exponerse a un riesgo que aceptarlo;
que la naturaleza humana es reacia a los sufrimientos, razón por la cual no podría presumirse que se ha aceptado
tácitamente sufrir un daño, ya que la aceptación de riesgos implicaría una cláusula de irresponsabilidad prohibida en la
esfera extracontractual, y que además, importaría un pacto sobre bienes indisponibles, como la vida o la integridad
física, con lo que no tendría valor alguno.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró reiteradamente que conferir a la aceptación de riesgos eficacia
para eximir de responsabilidad, implica añadir a la ley una eximente que ella no contempla, lo que tomaría
arbitrarias las decisiones fundadas en tales argumentos.
La asunción de riesgos genéricos no implica relevar de responsabilidad al eventual dañador. En materia de
riesgos, como principio general, asumir el riesgo no significa asumir el daño; la sola asunción del riesgo no permite
la liberación del responsable.
Como se advierte, el Código ha seguido estas ideas, y establece con toda claridad que la exposición voluntaria por
parte de la víctima a una situación de peligro no justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad. Entonces,
la aceptación de riesgos por la víctima no excusa la responsabilidad del dañador (o de los responsables indirectos), o
bien, no excluye la aplicación de un factor de atribución objetivo expresamente establecido por la ley.
La única excepción que contempla el artículo se refiere a aquellos supuestos en los cuales la supuesta
"aceptación de riesgos" pueda calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente
el nexo causal". En este caso, la exoneración no se producirá a nivel de la antijuridicidad (porque la aceptación de
riesgos no es una causa de justificación), sino de la relación causal, y resultará aplicable el art. 1729.
Aquí no se trata ya de la mera exposición voluntaria a una situación de peligro, sino de la exposición imprudente a
un peligro concreto (por ej: aceptar ser transportado por quien conduce manifiestamente en estado de ebriedad, o en la
caja descubierta de una camioneta).

b. El acto de abnegación.
El segundo párrafo de la norma que se comenta se refiere a los denominados "actos de abnegación o altruismo",
constituidos por aquellos casos en los cuales alguien se expone voluntariamente a una situación de peligro para
salvar la persona o los bienes de otro (por ej: quien ingresa en un inmueble incendiado para rescatar a sus ocupantes,
y sufre quemaduras).

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En este caso puntual, hay acuerdo en la doctrina en el sentido de que el agente tiene derecho a ser indemnizado, y
así lo establece expresamente el Código. Se precisa que el responsable es quien creó la situación de peligro, o el
beneficiado por el acto de abnegación, pero en este último caso la acción prosperará únicamente en la medida del
enriquecimiento por él obtenido.

4) CONSENTIMIENTO DEL DAMNIFICADO.

El consentimiento informado.

Art. 1720: “Consentimiento del damnificado. Sin perjuicio de disposiciones especiales, el consentimiento libre e
informado del damnificado, en la medida en que no constituya una cláusula abusiva, libera de la responsabilidad
por los daños derivados de la lesión de bienes disponibles.”

De acuerdo a la interpretación jurisprudencial del art. 19 de la Constitución Nacional, las personas físicas tienen
garantizado por la ley un ámbito de libertad donde pueden adoptar las decisiones que hacen a su plan vital. Este
denominado "principio de autodeterminación" pone en un primer plano a la voluntad de cada individuo, y valida las
decisiones que adopte conscientemente en lo referente a la disposición de sus propios derechos.
En el Derecho Civil esos postulados se traducen, entre otras cosas, en el principio de la autonomía de la voluntad
y en la facultad de cada sujeto de disponer, con ciertos límites, de sus derechos personalísimos.
Por eso es lógico que la voluntad libre de la víctima constituya, en principio, una causa de justificación del
daño que ella pueda experimentar, tal como lo establece el artículo.
De todos modos, se exigen ciertos requisitos para que la voluntad de la víctima quite antijuridicidad al daño
por ella sufrido, lo que es coherente con el principio constitucional según el cual la autodeterminación encuentra su
límite en los derechos de terceros y el orden público (art. 19, Constitución Nacional).
Ellos son:
 Que el consentimiento del damnificado sea libre e informado.
Que sea "libre" significa aquí que debe tratarse de un acto voluntario en los términos del art. 260 (ejecutado con
discernimiento, intención y libertad, que se manifiesta por un hecho exterior).
El carácter de "informado" hace referencia a aquellas situaciones en las cuales, por existir una desigualdad real
entre las partes (de conocimientos, poder económico, etc.), la ley pone a cargo de una de ellas (la parte "fuerte") el
deber de suministrar información a la otra. En estos supuestos, el consentimiento únicamente operará como causa
de justificación si previamente se hubiera cumplido debidamente con aquel deber de información, con las
características y en la extensión fijadas por la ley en cada caso.
 Que la cláusula que instrumenta ese consentimiento no sea abusiva.
De acuerdo al art. 119, es abusiva la cláusula que tiene por objeto o por efecto provocar un desequilibrio
significativo entre los derechos y las obligaciones de las partes, en perjuicio del consumidor.
 Que el consentimiento recaiga sobre bienes disponibles.
En ese sentido, cabe señalar que mientras que en materia patrimonial las personas gozan de facultades de
disposición muy amplias (por ej: quien consiente la destrucción de todo o parte de un inmueble de su propiedad),
no ocurre lo mismo con los derechos personalísimos, que son relativamente indisponibles.
Finalmente, cabe señalar que en numerosos casos existen disposiciones específicas que regulan bajo qué
condiciones puede el consentimiento constituir una causa de justificación (particularmente en materia médica).
Por tal motivo, el art. 1720 tendrá carácter subsidiario de la legislación especial que pueda resultar aplicable,
como lo indica expresamente en su primera oración.

5) LA PRELACIÓN NORMATIVA.

Concurrencias de las disposiciones del CCyCN y de leyes especiales.

Art. 1709: “Prelación normativa. En los casos en que concurran las disposiciones de este Código y las de alguna
ley especial relativa a responsabilidad civil, son aplicables, en el siguiente orden de prelación:
a) Las normas indisponibles de este Código y de la ley especial;
b) La autonomía de la voluntad;
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

c) Las normas supletorias de la ley especial;


d) Las normas supletorias de este Código.”

El pluralismo jurídico consiste en la existencia simultánea de sistemas jurídicos diferentes aplicados a


situaciones idénticas dentro de un mismo orden jurídico, y también en la coexistencia de una pluralidad de
ordenamientos jurídicos distintos que establecen, o no, relaciones de derecho entre ellos.
En el ámbito de derecho privado patrimonial, y particularmente cuando se trata de situaciones regidas por la
legislación especial (por ej: el derecho ambiental, el derecho del consumo, el derecho del seguro), la compatibilización
de las normas que regulan una cuestión se efectúa en base a un orden normativo jerárquico.
En materia de responsabilidad civil puede señalarse como ejemplo de posibles colisiones la determinación de cuál
es la norma aplicable en caso de concurrencia del régimen específico de ciertas responsabilidades agravadas (por
ej: la legislación especial en materia ambiental o de residuos industriales o de residuos peligrosos, con el sistema
general de la responsabilidad objetiva previsto en el Código para la intervención de cosas y de ciertas actividades).
También pueden plantear colisión de normas supuestos de tensión entre la aplicación de los principios de la prevención
y precaución ambiental y los propios de la legislación general de derecho privado patrimonial.
No hay dudas de que prevalece siempre la regla especial por sobre la regla general.
El artículo establece una jerarquía en la aplicación de las normas, determinando el siguiente orden de prioridad:
1) Se aplican las normas indisponibles de la ley especial y las indisponibles del Código.
La referencia de los textos a las normas indisponibles alude a las normas imperativas, que están por encima de
la autonomía de la voluntad y no pueden ser dejadas de lado por las partes (por ej: la vida y la integridad psíquica
y física no son disponibles o renunciables por lo que el consentimiento del damnificado no opera como eximente de
responsabilidad, como en el caso de transporte de personas y cosas; salvo en materia de responsabilidad médica y en la
realización de ciertas prácticas licitas, por ej: deportes riesgosos).
2) Las normas de la autonomía de la voluntad y las propias o particulares de cada tipo contractual.
Se tiene en cuenta lo que las partes acuerdan libremente y la regulación específica de cada contrato que
prevalecen por sobre las normas supletorias.
3) Las normas supletorias de la ley especial y las supletorias del Código, que rigen cuando las partes no
acordaron nada.

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BOLILLA 13

1. FACTORES DE ATRIBUCION DE RESPONSABILIDAD.

Requisitos de la obligación de resarcir (presupuestos que determinan la responsabilidad civil.bol.12)


Como ya sabemos, para que surja la obligación de resarcir se tienen que dar los siguientes requisitos:
 Antijuricidad: Acción u omisión contraria al ordenamiento jurídico, infracción a la ley (material u objetivo) o ilicitud
en sentido amplio.
 Factores de atribución o imputación: es la razón o el fundamento para adjudicar el deber de afrontar el daño. Es el
motivo jurídicamente relevante que justifica el deber de resarcir.
 El daño: consiste en la lesión a un derecho o en un interés ilícito que tienen por objeto a las personas, patrimonio o
un derecho de incidencia colectiva.
 Relación de causalidad: vincula jurídicamente el hecho con el resultado. Es una causa que enlace el hecho generado
por el sujeto responsable y el daño sufrido por la víctima.
Los factores de atribución. Conceptos generales:
El factor de atribución o imputación es aquel elemento valorativo o axiológico que determina quién pagara el daño y por
qué razón o título lo hará. Esta cuestión de imputar o atribuir un daño a una persona es netamente jurídica. Se responsabiliza
al autor porque no hizo aquello que era necesario, ya que si lo hubiera hecho el daño no hubiera ocurrido.
Los factores de atribución se distinguen en:

 Subjetivos: Pueden ser dolo o culpa. Para adjudicar responsabilidad, se hace necesario la demostración de un
elemento psicológico que se traduce en la omisión de cierta actitud (pj. diligencia), que el Derecho impone a una
conducta social.
 Objetivos, son aquellos establecidos por la ley, en los cuales basta la demostración del nexo causal entre la conducta
prohibida y el daño, para responsabilizar al autor. Caben dentro de este factor el riesgo creado por una cosa o
actividad, garantía, equidad, abuso del derecho, etc.
Regla del art. 1721: interpretación.
ART. 1721. FACTORES DE ATRIBUCION. La atribución de un daño al responsable puede basarse en factores objetivos
o subjetivos. En ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa.
En el código anterior el fundamento de la responsabilidad civil era subjetivo, fundado en la culpa: “sin culpa no hay
responsabilidad”. Fue la reforma de la ley 17.711 que introdujo definitivamente la responsabilidad por riesgo creado en la
concepción admitida actualmente.
El nuevo código no establece jerarquías de los factores de atribución, los que tienen la misma importancia cualitativa. La
diferencia es cuantitativa ya que en la práctica, se presentan mayor cantidad de casos de responsabilidad objetiva en razón de
que comprende un número superior de supuestos facticos.
El código prevé que los factores pueden ser subjetivos u objetivos. Una de las polémicas más vivas de la doctrina argentina
fue si estaban en plano de igualdad ambos factores o si los subjetivos tenían una primacía.
El código opta por considerar que la culpa (subjetivos) es la norma de clausura del sistema. Esto quiere decir que: a). los
factores objetivos son excepcionales y deben estar creados por la ley. b). si no es aplicable un factor objetivo, solo habrá
responsabilidad si se aprueba la culpa.
La culpa reviste el carácter de norma de clausura, lo que implica que ante la inexistencia o duda de otro factor legal de
atribución, debe buscarse, antes de imponer la obligación de resarcir, si hubo culpa en el sujeto. Esta previsión legal no
desprotege a la víctima ni presenta riesgos de que no se apliquen los factores objetivos.

Factor objetivo. Concepto. Interpretación del art. 1722.


ART. 1722. FACTOR OBJETIVO. El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente es irrelevante a los
efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos el responsable se libera demostrado la causa ajena, excepto disposición
legal en contrario.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

La responsabilidad es objetiva cuando la culpa no es necesaria para atribuir responsabilidad, en realidad la culpa del agente
es indiferente y se prescinde de ella, por lo que la obligación de reparar se efectúa con abstracción de la imputación subjetiva.
Se señala como rasgo característico de la responsabilidad objetiva la forma que operan las eximentes: el sujeto se exonera
de reparar el daño si acredita la causa ajena es decir la ruptura, total o parcial, entre el resultado dañoso y el hecho ilícito.
Por eso se afirma que operan en el ámbito de la causalidad. Y esa causa ajena puede ser: el hecho del damnificado; el hecho
de un tercero por el que no debe responder y el caso fortuito o fuerza mayor.
Por último la norma dispone que el responsable se exonera de responsabilidad salvo disposición legal en contrario. En efecto,
tanto en el Código como en la legislación especial se registran numerosos supuestos de responsabilidades agravadas en las
que las eximentes son más rigurosas. Por ejemplo, para el constructor de una obra de larga duración no constituye causa ajena
el vicio del suelo ni de los materiales.
El nuevo texto implica un avance significativo ya que define las circunstancias que configura la responsabilidad objetiva y
precisa cómo opera la eximición de la responsabilidad, total o parcial, en el terreno de la causalidad.
Cuando la culpa es irrelevante. Si alguna duda pudiera caber en que la culpa es irrelevante cuando el factor es objetivo, el
nuevo código termina de despejarla. Sobre todo porque la distinción entre responsabilidad contractual y extracontractual ha
desaparecido.
Examen de algunos textos del CCyCN:
En el nuevo código se prevén, entre otros, los siguientes supuestos de responsabilidad objetiva:

 Los daños causados por los actos involuntarios: art. 260, 261, 1750.
 Por el riesgo y vicio de las cosas, incorporándose expresamente las actividades riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por
los medios empleados o por las circunstancias de su realización: art. 1757, 1758, 1733 inc. E.
 En las obligación de no hacer (art. 778)
 En las obligación de dar art. 746
 El daño causado por animales: art. 1759
 La responsabilidad del dueño y del ocupante de un edificio por las cosas arrogadas o caídas. Art. 1760.
 Los daños derivados de los accidentes de tránsito. Art. 1769
 La responsabilidad de los titulares de los establecimientos educativos.
 La responsabilidad de los padres por un hecho de sus hijos, etc.
Responsabilidad objetiva en la obligación de resultado. Fundamentos. Ámbito de aplicación.

ART. 1723. RESPONSABILIADAD OBJETIVA: cuando de las circunstancia de la obligación, o de lo convenido por las
partes, surge que el deudor debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad es objetiva.
La teoria de las obligaciones de medios y de resultado ha sido utilizada por la doctrina argentina, con numerosas posiciones
distintas, que, en el plano de su aplicación, dio lugar a soluciones dispares. Por esta razón no se las incluyó expresamente ni
se las reguló, sino que se estableció reglas normativas antes que clasificaciones. Así el art 1723 afirma que cuando se promete
un resultado determinado, ya sea porque expresamente se lo pacto o porque surge de las circunstancias de la obligación, la
responsabilidad es objetiva.
Según Lorenzetti, la responsabilidad contractual tiene como presupuesto fundamental al incumplimiento de una
obligación. Probada la existencia de un incumplimiento, y de daños que están en relación de causalidad adecuada con él,
habrá responsabilidad del deudor, salvo que éste demuestre, que la obligación se ha extinguido por algún motivo, y en
particular por imposibilidad de cumplimiento (art 955 y 1732 CCYC).
El incumplimiento se define por contraposición a lo que el obligado debía hacer para cumplir, para determinar su existencia
es preciso establecer en cada caso qué era lo debido por el deudor. Esto conduce necesariamente a la conocida clasificación
de las obligaciones “de medios” y “de resultado”, aceptada por la mayoría de la doctrina.
 En las obligaciones de medios el sujeto se compromete simplemente a desarrollar un plan prestacional diligente tendiente
a satisfacer un interés del acreedor, pero sin asegurar este último resultado (ej. El médico no se compromete a curar al
paciente, sino a desarrollar una conducta acorde a los dictados de la ciencia, encaminada a lograr su curación.
 En las obligaciones de fines, el deudor afianza o garantiza un resultado y únicamente puede considerarse que ha cumplido
cuando aquel se alcanza efectivamente (el locador de obra se compromete a lograr un resultado, “obra construida”, en el
tiempo fijado al efecto).

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Es decir que el incumplimiento de la obligación se producirá de manera diferente según que nos encontremos ante una u otra
clase de deberes.
En las obligaciones de medios, el incumplimiento equivale a la culpa del deudor porque estando este precisado de prestar
una conducta diligente, la inejecución de la obligación consistirá en actuar negligentemente, es decir de manera culpable. En
los deberes de fines, en cambio resultara indiferente la existencia de culpa por parte del obligado, si su deber era alcanzar el
resultado comprometido, la sola falta de consecución de dicho resultado configura su incumplimiento.

Por eso, a diferencia a lo que sucede en el terreno extracontractual, en la responsabilidad contractual el factor de
atribución no se extrae del análisis del hecho que produjo el daño, sino de la extensión de lo debido por el obligado. En
las obligaciones de medios el factor de atribución será subjetivo mientras que en las obligaciones de resultado será objetivo
Fundamentos
En los fundamentos del código se alude al distingo entre las obligaciones de medios y de resultado, como parte de la
construcción dogmática pero se sostiene que se ha prescindido de hacer referencia a él en la definición de la imputación
objetiva, en razón de las controversias que ha suscitado en la doctrina argentina.
No obstante queda claro que cuando lo debido es un resultado se aplica el artículo 1723, razón por la cual el
incumplimiento y la consiguiente responsabilidad del deudor se configura por su sola falta de obtención. Cuando, en cambio,
el plan prestacional consiste en una conducta diligente juega el artículo 1724 y la configuración del incumplimiento y de la
responsabilidad del obligado requiere de la presencia de culpa del solvens.
Es importante establecer qué criterios deben seguirse para saber si se está ante uno u otro caso. En principio, si se
trata de obligaciones surgidas de un contrato habrá de estarse a “lo convenido por las partes”, como lo señala el artículo en
comentario. Si la extensión de lo debido no resulta claramente dé lo pactado, entonces rige el otro criterio sentado por el
artículo 1723: deberá estarse a lo que surja "de las circunstancias de la obligación". Como pauta general, puede decirse que
las obligaciones de dar y de no hacer tendrán, en principio, el carácter de deberes de resultado, mientras que en materia de
obligaciones de hacer habrá que desentrañar si se empeñaron medios o fines.
Otro criterio adicional muy empleado por la doctrina y la jurisprudencia para establecer si se está o no ante la promesa
de un resultado, en el caso concreto, consiste en tener en cuenta el grado de aleatoriedad de ese resultado en relación con el
obrar del deudor. Si aquél puede alcanzarse normalmente mediante la conducta del obligado, se estará ante una obligación
de resultado, mientras que ella será de medios en el caso contrario.
Finalmente, es necesario dejar en claro que esta cuestión del factor de atribución no tiene nada que ver con la carga
de la prueba, que está regida por otras normas.

Debate en la doctrina:
Si bien tanto la doctrina como la jurisprudencia ampliamente mayoritarias aceptan desde hace mucho tiempo que
cuando el deudor debe obtener un resultado su responsabilidad es objetiva, esa conclusión no estaba claramente consagrada
en el código derogado.
Por el contrario, varias de sus normas parecían dar entender que el deudor únicamente respondía por culpa, aunque
también se apreciaba en su articulado una confusión entre el caso fortuito y la falta de culpa. El CCYCN en cambio, recoge
los criterios actuales y aclara que el factor de atribución en la responsabilidad contractual está determinado por la extensión
del compromiso que haya asumido el deudor, pues la responsabilidad es subjetiva en las obligaciones de medios y es objetivas
en los de resultado.

2. LOS FACTORES SUBJETIVOS DE ATRIBUCION. Los factores subjetivos: concepto y enumeración.

ART. 1724: FACTORES SUBJETIVOS. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo. La culpa consiste en la
omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo y el
lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión. El dolo se configura por la
producción de un daño de manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.

Según el código, un factor de atribución es objetivo cuando la prueba de la diligencia no alcanza para eximirse de responder.
Haciendo un paralelismo, para el código el factor es subjetivo, cuando el agente no responde si no se prueba su culpa.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En la responsabilidad subjetiva media autoría material e imputabilidad moral, es decir voluntariedad (discernimiento,
intención y libertad) en el agente que ejecuta el hecho por acción u omisión y que es merecedor de un juicio de reproche.
Los dos factores de atribución de responsabilidad subjetivos previstos expresamente son la culpa y el dolo, aunque también
se regulan supuestos especiales de culpa agravada.
En la culpa no media intención de dañar; en cambio en el dolo el daño se produce de manera intencional o con
manifiesta indiferencia por los derechos ajenos. Las tres modalidades de la culpa son: la imprudencia, la negligencia y la
impericia en el arte o profesión. Además en ausencia de otro factor de atribución, la culpa actúa como norma de cierre del
sistema (art. 1721).

Culpa. Definición:
La magistral definición de Vélez sigue intacta en el nuevo código. La culpa es la omisión de un estándar de conducta
exigible. Es la inobservancia o infracción de los deberes de precaución o cuidado que impone el tráfico jurídico en una
situación determinada.
La innovación del código es que ahora reconoce los tres tipos de culpa, que la doctrina y la jurisprudencia habían distinguido,
por lo tanto la culpa puede consistir en:
a) Negligencia: cuando el agente omite los cuidados debidos, o no prevé lo que es previsible objetivamente para una persona
en su misma situación. Por ej. El conductor que sale a la calle con el auto en malas condiciones.
b) Imprudencia: esta también relacionada con la omisión de cuidados debidos, pero esa omisión es consecuencia de una
conducta precipitada, irreflexiva, o de asunción de riesgos innecesarios. Por ej la persona que conduce a una alta velocidad
para llegar a su casa después de trabajar.
c) Impericia: importa desconocer las reglas propias del arte, ciencia o profesión; se actúa con incapacidad técnica, apartándose
de estándar del comportamiento medio del buen profesional. Por ej. El conductor profesional que infringe las normas de
tránsito esenciales.
Las cuatro directivas básicas previstas para ponderar la culpa son las siguientes:
1. Las circunstancias de la obligación o en las que se produjo el hecho: asi por ej. la prudencia requerida al conductor es
mayor al pasar frente a una escuela de la que salen niños que cuando transita en una zona despoblada,
2. Las circunstancias de las personas: no es igual la diligencia esperada de un chofer experimentado que de uno principiante;
3. Las circunstancias del tiempo: el conductor debe extremar las precauciones si está lloviendo;
4. Las circunstancias del lugar: requiere mayor grado de cautela conducir en un camino montañoso que hacerlo en una ruta
desértica.
Por ultimo cabe destacar la valoración de la culpa, para la cual existen dos sistemas:

 En abstracto: significa que la diligencia desplegada por el sujeto demandado se juzga en comparación con lo que, en las
mismas circunstancias, haría una persona que se compota correctamente.
 En concreto: aquí la actuación del sujeto se juzga, sin recurrir a un modelo de conducta, sino apreciando lo que sucedió
en esa particular situación.
Si bien el juez, en principio valora la culpa en concreto, teniendo en cuenta la naturaleza de la obligación y las circunstancias
de tiempo y lugar, en base a esos elementos elaborará un tipo abstracto de comparación, que represente la conducta que debió
obrar el agente en la situación dada.
Dolo. Definición:
El dolo es la máxima expresión de un factor subjetivo, que se caracteriza porque el agente obra con la intención de
producir un daño que prevé, en base al conocimiento que tiene de las circunstancias que rodean la realización del hecho.
En el código de Vélez la definición que se daba de delito equivalía a la de dolo “el acto ilícito ejecutado a sabiendas
y con intención de dañar a la persona o los derechos de otros”. Por lo tanto se exigía dos elementos para su configuración,
uno era cognoscitivo (acto ejecutado a sabiendas) y el otro volitivo (con intención).

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En el régimen actual el dolo se configura cuando el daño es producido "de manera intencional". El sujeto se
representa el resultado necesario y de todas formas decide actuar. En base a ello se sostiene que el dolo puede configurarse
aun cuando el sujeto no haya tenido intención de dañar, basta que el resultado se haya previsto y buscado en base al
conocimiento de todas las circunstancias que rodearon al acto, sin requerirse el ánimo de perjudicar asi por ej cuando el
deudor teniendo el dinero suficiente decide pagar un viaje.
Por ello se afirma que el fundamento del agravamiento de la responsabilidad del deudor en caso de dolo, no radica
sólo en la magnitud de los daños causados, ni resulta suficiente considerar que se debe castigar más severamente a quien
tiene intención de dañar; sino que se agrava su responsabilidad subjetiva cuando actúa en el ámbito de la previsibilidad de
las consecuencias, es decir cuando ha previsto el resultado e igual actuó.
Ámbito de aplicación: La prueba del dolo incumbe a quien lo alega y son admisibles todos los medios de prueba. El dolo
agrava la responsabilidad del deudor; por ejemplo en los contratos se responde por las consecuencias que no sólo la parte
previeron al contratar sino también por los existentes al momento del incumplimiento; en caso de deudores solidarios las
consecuencias propias del incumplimiento doloso de uno de los deudores solidarios no son soportados por los otros; si media
dolo, no opera el consentimiento del damnificado como eximentes ni la atenuación de la responsabilidad por equidad.

Obligaciones de medios
Como ya dijimos anteriormente el deudor se compromete simplemente a desarrollar un plan prestacional diligente, tendiente,
a satisfacer un interés del acreedor pero sin asegurar este último resultado (ej. El médico no se compromete a curar al paciente,
sino a desarrollar una conducta acorde a los dictados de la ciencia, encaminada a lograr su curación). Aquí el factor de
atribución es subjetivo, ya que el incumplimiento equivale a la culpa del deudor, porque estando este precisado de prestar
una conducta diligente, la inejecución de la obligación consistirá en actuar negligentemente, es decir de manera culpable.

La valoración de la conducta. El art. 1725 del CCyCN. A) regla general. B) confianza especial. C) pauta de valoración.

ART. 1725: VALORACION DE LA CONDUCTA. Cuanto mayor sea el deber de obrar prudencia y pleno conocimiento
de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias.
Cuando existe una confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones particulares de las
partes.
Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial, o la facultad intelectual de una persona determinada,
a no ser en los contratos que suponen una confianza especial entre las partes. En estos casos, se estima el grado de
responsabilidad, por la condición especial del agente.
El artículo alude a un estándar de conducta general fundado en los principios de normalidad, buena fe, razonabilidad,
apariencia y confianza. Se sientan varios parámetros para valorar la conducta de la persona física o jurídica que causó daños
injustificados, sean de origen contractual o extracontractual. La norma resalta la previsión, particularmente en el ámbito de
la relación de causalidad, la confianza negocial y las condiciones especiales del agente si se tuvieron en cuenta al momento
de celebrar el negocio jurídico. Por ello, en el ámbito obligacional, a la exigencia de actuar como un "contratante cuidadoso
y previsor y de buena fe" se le añade el "plus" derivado de la confianza.

Las reglas vertebrales que sienta el artículo 1725 son las siguientes:

1. Debe obrarse con prudencia y pleno conocimiento de las cosas evitando causar un daño injustificado. Se trata del
comportamiento regularmente observado, conforme a los conocimientos razonablemente requeridos al tiempo de su
realización por el arte, la ciencia y la técnica correspondientes a la actividad desarrollada.
La regla general es la previsibilidad media. Dicha regla parte de la base de lo que es previsible para un hombre medio con
criterio abstracto. Es decir, lo que acostumbra a suceder de acuerdo al curso natural y ordinario de las cosas, es algo que
puede ser conocido por todos. Sin embargo se sienta una regla excepcional cuando la persona tiene mayores conocimientos:
2. Cuando mayor es el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, también es mayor la diligencia
exigible a la gente y la rigurosidad en la valoración de la previsibilidad de las consecuencias.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

3. Cuando existe una confianza especial se deben tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones particulares de las
partes.
4. Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial o la facultad intelectual de una persona determinada
sino la regla general de diligencia y previsibilidad ordinaria. O sea no está en mejor situación la víctima del torpe o del
ignorante que la del sabio o fuerte. Cuando existe "una confianza especial entre las partes, se estima el grado de
responsabilidad por la condición especial del agente", tenida en miras al contratar.

3. LA RELACION DE CAUSALIDAD. Relación de causalidad. Concepto

ART. 1726. RELACION DE CAUSALIDAD. Son responsables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de
causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en contrario, se indemnizan las consecuencias
inmediatas y mediatas previsibles.
Nuestro régimen exige un nexo de causalidad entre el hecho y el daño. Esa relación causal es un elemento o presupuesto
indispensable de la responsabilidad civil.
Puramente, el empleo del término "relación causal" se presta a equívocos, porque puede llevar a confusiones entre la
causalidad "material" y la "jurídica". Normalmente, el Derecho no asigna el carácter de -causa (de un determinado efecto) a
hechos que según las leyes de la física no poseen ese carácter, sino que se asienta sobre la causalidad material. De allí se
entiende que la llamada causalidad jurídica es en realidad una relación de imputación, que tiene lugar únicamente luego de
establecida la existencia de causalidad material.
La relación de causalidad tiene fundamental importancia en dos aspectos: permite determinar quién es el autor material de
un daño. Y, una vez establecida la autoría de una conducta, determinar la extensión del daño, es decir que consecuencias de
su conducta le son imputables.
Distintas teorías.
Las teorías jurídicas acerca de la denominada "relación de causalidad" son reglas que permiten imputar determinados
resultados a ciertos hechos desde un punto de vista conceptual. Podemos distinguir las siguientes:
a) Teoría de la equivalencia de condiciones:
Propuesta por Maximilian von Buri, para quien, si desde el punto de vista filosófico todas las fuerzas tienen la
eficacia para causar el nacimiento de un fenómeno, lo mismo debería suceder en lo jurídico.
Se la conoce como la “teoría generalizadora”, porque no distingue entre las distintas causas que condicionan la
producción de un resultado. Por ello concluía que todas las condiciones son equivalentes, por lo tanto son causas del
resultado y si faltase una de ellas el hecho no se hubiera producido. Por ej. A atropella a B, y luego a raíz de ello, B muere al
generarse un incendio en el hospital donde fue internado. Entonces según este punto de vista tanto la acción del automovilista
y el incendio son causas de la muerte de B.
La fórmula que se utiliza para determinar la causalidad es la “supresión mental hipotética”, según la cual, la causa
es aquella conducta que suprimida mentalmente, lleva a que el resultado no se hubiera producido jamás. Así, si A no hubiera
atropellado a B, este no hubiera necesitado internarse en el hospital cuyo incendio le causó la muerte. Por lo tanto la acción
de A es causa del resultado.
La principal crítica que se le formula es que no distingue entre causa y aquellas condiciones que favorecen la
operatividad de la causa eficiente; por lo que la responsabilidad puede extenderse al infinito, transformándose en una carga
impagable para el responsable.
b) Teorías individualizadoras:
Son teorías que tienen en común, señalar entre todas las condiciones, la que debe ser considerada como causa del resultado.
Aquí causa y condición no son sinónimos como en la teoría e la equivalencia.
1. Teoría de la causa próxima: asigna el rango de “causa del daño" al hecho temporalmente más próximo al daño. Por lo
tanto la causa sería la más próxima al resultado y las demás son condiciones. Esta teoría tiene el inconveniente de que no
siempre es fácil saber cuál ha sido el último acontecimiento en la cadena causal. Así por ej. Una persona que intercambia el
medicamento de un paciente y la enferma los suministra sin tener conocimiento del intercambio. Según esta teoría la
enfermera es causante de la muerte del paciente.
2. Teoría de la condición preponderante: asigna el rango de causa a aquella condición que rompe el equilibrio entre factores
favorables y desfavorables a la producción del daño, y es la que influye decisivamente en la producción del resultado. Critica.
No explica como determinar la “preponderancia”.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

3. Teoría de la causa eficiente: conceptualmente es idéntica a la anterior. Recurre a la noción de eficacia, es causa del daño el
hecho más eficiente para la producción del resultado dañoso. Critica. No explica como determinar cuál es la más eficiente,
cuando concurren varias causas.
4. Teoría de la causa adecuada:
Para esta teoría lo que permite diferenciar una causa de la otra es lo que sucede en la generalidad de los casos. Por lo
tanto será causa del daño la que según el curso natural y ordinario de las cosas, es idónea para la producción del
resultado dañoso. Así por ej. Conducir alcoholizado produce la pérdida de los reflejos que aumentan la probabilidad de un
accidente.
No basta, entonces, con que entre ambos extremos (hecho y resultado) medie una relación causal desde el punto de
vista físico, sino que es preciso además, que el resultado aparezca como una consecuencia previsible del hecho. Esta
previsibilidad se mide en abstracto, teniendo en cuenta no lo que efectivamente previó o pudo prever el agente sino lo que
habría previsto un "hombre medio" puesto hipotéticamente en el momento del hecho.
Para ello el intérprete debe efectuar un juicio de "prognosis póstuma", que consiste en preguntarse si un hombre
medio podría haber previsto que aquel hecho iba a generar ese resultado y si la acción que se juzga era por si sola apta para
provocar normalmente esa consecuencia. Así el disparo de un arma de fuego es la causa adecuada de la muerte o las lesiones
provocadas sobre una persona, porque la experiencia nos enseña que eso es lo que suele suceder en tales casos.
Causalidad adecuada (art1726) Sentado ello, cabe señalar que el Código adopta la teoría de la "causalidad
adecuada", siguiendo en esto el sistema que implícitamente había adoptado Vélez Sarsfield. El artículo 1726 dice
expresamente que son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor
del daño.

Distintas clases de consecuencias. Concepto:


ART. 1727. TIPOS DE CONSECUENCIAS. Las consecuencias de un hecho que acostumbran a suceder según el curso
natural y ordinario de las cosas, se llaman en este código “consecuencias inmediatas. Las consecuencias que resultan
solamente de la conexión de un hecho con un acontecimiento distinto, se llaman consecuencias “mediatas”. Las
consecuencias inmediatas que no pueden preverse se llaman “consecuencias casuales.
Desde un punto de vista general son las prolongaciones de un acto; se refieren a la repercusión del hecho en la
esfera de la víctima.
Como sabemos todo hecho genera, desde el punto de vista físico, un sin número de consecuencias, pero no todas
ellas son reguladas por el Derecho. Por ej. el disparo del arma de fuego hirió gravemente a la víctima, y la incapacitó
parcialmente para el ejercicio de actividades económicamente apreciables. También generó la necesidad de realizar ciertos
tratamientos médicos, con los gastos consiguientes. Asimismo uno de los hijos del lesionado canceló —ante la necesidad de
cuidar y acompañar a su padre— un viaje de estudios al exterior, que le habría permitido obtener un valioso título de posgrado
y le habría dado la chance de ser contratado por una empresa importante.
Todas estas consecuencias están causalmente conectadas con el hecho de disparar el arma desde un punto de vista
físico, pero no todas ellas son jurídicamente imputables al responsable. Sino que solo serán resarcibles las consecuencias que
estén en relación causal adecuada con el hecho. Desde este punto de vista serán resarcibles los gastos médicos en los que
incurrió el lesionado, pero no la chance que tenía el hijo de ser contratado por la empresa.
El artículo 1726 declara resarcibles las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles, salvo disposición
legal en contrario. En cuanto a las consecuencias casuales no pueden, en principio, ser puestas a cargo del responsable.
El artículo 1727 define las distintas clases de consecuencias, así
a) Consecuencias inmediatas: son las que acostumbran a suceder según el curso natural y ordinario de las cosas. En
realidad, esa circunstancia (que acostumbran a suceder) es común tanto en las consecuencias inmediatas como en las mediatas
previsibles, en razón de que en ambos casos hay relación de causalidad adecuada. La característica propia de las inmediatas
es que, además de ser previsibles resultan "directamente del acto mismo", sin que medie un hecho distinto Son siempre
imputables al autor del comportamiento. Siguiendo el ejemplo: los gastos médicos por disparo del arma y daño moral.
b) Consecuencias mediatas: resultan solamente de la conexión del hecho con un acontecimiento distinto. Existe una
conexión indirecta entre la conducta y el daño. Si este segundo acontecimiento es previsible, la consecuencia que resulta
también lo es, y se imputa igualmente al responsable. En el ejemplo del disparo del arma del fuego: es una consecuencia
mediata el lucro cesante sufrido durante la convalecencia de la víctima, pues resulta de la conjunción del hecho original
(lesión de la víctima) con otro distinto pero igual previsible (que el sujeto se desempañaba en una actividad remunerable).

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

c) Consecuencias casuales: son las consecuencias mediatas que no pueden preverse. Aquí ya no hay una relación causal
adecuada, porque entre el hecho originario y el daño se interpone otro u otros hechos que son imprevisibles de acuerdo al
acontecimiento normal del hecho. Asi por ej. la pérdida de chance del hijo de ser contratado por una empresa importante. La
regla sostiene que son inimputables al autor, salvo que hubieran sido tenidas en miras, es decir que el sujeto haya tenido la
intención de llegar a esas consecuencias. Por lo tanto se resarcen solo cuando hubo dolo.

Previsibilidad contractual. Regla general. Buena fe.

ART. 1728. PREVISIBILIDAD CONTRACTUAL. En los contratos se responde por las consecuencias que las partes
previeron o pudieron haber previsto al momento de su celebración. Cuando existe dolo del deudor, la responsabilidad se
fija tomando en cuenta estas consecuencias también al momento del incumplimiento.
La regla según la cual entre el hecho y el daño debe haber una relación causal adecuada sufre una excepción cuando
se está ante un contrato negociado. En tales casos, la regla es distinta: el deudor responde por las consecuencias que los
contratantes previeron o pudieron prever al momento de la celebración del contrato.
La razón de ser de esta regla especial se encuentra en el respeto del esquema de riesgos y beneficios que los
contratantes reflejaron en su acuerdo, que se vería desvirtuado si se aplicara el criterio de la causalidad adecuada
A diferencia de la causalidad adecuada, se trata de un criterio subjetivo porque se consideran las finalidades o valores
que se tuvieron en miras al celebrar el contrato; y además se tiene en cuenta (al efecto de determinar si una consecuencia era
previsible o no) el momento de la celebración del contrato (y no el del incumplimiento), aunque esta última distinción queda
sin efecto en caso de incumplimiento doloso. En estos casos basta con el incumplimiento deliberado para responsabilizar al
autor, aunque este no haya tenido la intención de dañar al acreedor. (Remitirse a dolo como factor subjetivo).
4.EXIMENTES Y LIMITES DE RESPONSABILIDAD:
Son circunstancias o hechos que modifican los presupuestos de responsabilidad, menos el daño. En este caso
nos interesa la eximente de la relación de causalidad.
Como sabemos todo hecho que produce un resultado dañoso es una sumatoria de factores, circunstancias,
condiciones que cuando se desencadenan de determinada manera desembocan en un determinado resultado. Ahora,
cuando la cadena de sucesos se ve alterada o desviada por un factor o causa ajena que desconecta, el hecho originario del
resultado final, decimos que estamos ante la interrupción del nexo causal.
Entonces la relación de causalidad puede ser excluida total o parcialmente por esa “causa ajena”, definida
como todo hecho o acontecimiento extraño y no imputable al responsable, que tiene por efecto esencial alterar el nexo
causal, exonerando de responsabilidad o al menos atenuándola. Tales causas pueden ser: el hecho de la víctima, el
caso fortuito o fuerza mayor, y el hecho de un tercero por quien no se deba responder.

El hecho del damnificado. Concepto


ART 1729. EL HECHO DEL DAMNIFICADO. La responsabilidad puede ser excluida o limitada por la incidencia del
hecho del damnificado en la producción del daño, excepto que la ley o el contrato dispongan que debe tratarse de su
culpa, de su dolo, o de cualquier otra circunstancia especial.

Concepto. Puede ocurrir que el propio damnificado haya contribuido causalmente a la producción del daño que sufre: el
peatón que cruza la calle con el semáforo en verde, el paciente que no sigue las prescripciones médicas, o abandona el
tratamiento, etc. En todos estos casos, existe un aporte causal de la víctima que o bien destruye la relación causal entre el
hecho y el daño —con lo que exime a autor de responsabilidad—, o bien concurre con él y actúa como concausa del
perjuicio, lo que justifica la reducción de la indemnización conforme a la incidencia causal del hecho del damnificado.
Requisitos: Para que el hecho de la víctima desplace totalmente al autoría del agente, y se constituya en la causa exclusiva
del perjuicio, es preciso que reúna los caracteres del caso fortuito (deber ser imprevisible e inevitable y exterior). Y esto
es así porque únicamente el caso fortuito rompe totalmente el nexo causal adecuado entre el hecho y el daño.
Si el hecho de la víctima no reúne los caracteres del caso fortuito, se constituye en una concausa adecuada del daño, y justifica
la reducción de la indemnización, en función de la incidencia causal del hecho del damnificado.
Regla general: Basta para excluir la responsabilidad, la conducta material del damnificado pero habrá excepciones cuando
la ley o el contrato exija (para eximir de responsabilidad) culpa o dolo por parte del damnificado u otra circunstancia especial.

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 Incidencia del dolo: Como ya dijimos para que el hecho de la víctima se constituya en causa exclusiva del daño y
desplace la autoría del agente, debe reunir los caracteres del caso fortuito. Sin embargo, si la víctima ha buscado
intencionalmente el daño, en esos casos, el dolo absorbe la total eficacia causal y desplaza al hecho del responsable.
 Incidencia de la culpa: en algunos casos se exige una culpa calificada del damnificado, lo cual opera como una
forma de protección para él. Así por ej. la ley de tránsito dispone que el peatón goza de duda y presunciones, siempre
que no incurra en violaciones graves a la reglas de tránsito. Ahora si el sujeto viola gravemente dichas reglas, se
entiende que hubo culpa (calificada) de su parte y por lo tanto su conducta tiene virtualidad exoneratoria.
 Circunstancias especiales: en otros casos ni la culpa o el dolo de la víctima son suficientes para eximir al
responsable, como en la responsabilidad de los propietarios de establecimientos escolares en que el responsable se
exime solo con la prueba del caso fortuito.
Hecho de un tercero
ART. 1731. HECHO DE UN TERCERO. Para eximir de responsabilidad, total o parcialmente, el hecho de un tercero
por quien no se debe responder deben reunir los caracteres del caso fortuito.
Concepto: es la actuación de un tercero que desvía el íter de los sucesos. El hecho de un tercero, por quien no se debe
responder, únicamente exime de responsabilidad cuando reúne los caracteres del caso fortuito (imprevisible, inevitable, ajeno
al deudor o autor del hecho). En caso contrario, es decir cuando el hecho del tercero concurre causalmente con el del
demandado, ambos responderán, solidaria o concurrentemente, por el total de la indemnización frente a la víctima, sin
perjuicio de las acciones de regreso o de contribución que corresponda.
Condiciones:
 Que no pueda ser prevista la interferencia del tercero (casos de riesgos propios de la actividad)
 Que sea un hecho insuperable, inevitable.
 Que sea un tercero ajeno al demandado, por quien no se deba responder, el tercero no debe depender del demandado (padre
e hijo) o el demandado no debe garantizar la actuación del tercero.
Caso fortuito o fuerza mayor:
ART.1730. CASO FORTUITO. Fuerza mayor. Se considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no ha podido ser
previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser evitado. El caso fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad,
excepto disposición en contrario.

Concepto: El caso fortuito o de fuerza mayor se presenta como un acontecimiento imprevisible o inevitable, exterior al
riesgo de la cosa o la actividad, y que no tiene por antecedente una culpa del damnificado. Rompe la cadena causal porque
se trata de hechos que no acostumbran a suceder de acuerdo al curso normal y ordinario de las cosas. Escapan a la
previsibilidad normal de un sujeto, o, si bien pueden ser previsibles, son inevitables porque no se sabe el momento exacto de
ocurrencia, o porque aun sabiéndose es imposible resistirlos. Por lo tanto se constituye la verdadera causa adecuada de los
daños sufridos por la víctima.
De ahí que el caso fortuito produce un quiebre total de la relación causal entre el hecho del agente y el daño, y por esa razón
lo libera totalmente de responsabilidad
A diferencia del Código de Vélez, este código emplea los términos “caso fortuito” (hecho natural) y “fuerza mayor” (hecho
del hombre) como sinónimos, consiguientemente producen los mismos efectos.
Caracteres generales.
Imprevisibilidad: el caso fortuito debe ser imposible de pronosticar o prever, que ocurrirá porque es un hecho sumamente
extraño. La imposibilidad debe ser apreciada objetivamente (lo normal)
Inevitabilidad: puede que un hecho sea susceptible de ser previsto, como un terremoto, pero imposible de resistir o evitar,
ya sea porque no se sabe el momento en que sucederá o porque aun sabiéndolo es de tal magnitud que el ser humano no tiene
fuerza para hacerle frente. Esto es importante porque es un rasgo definitorio del caso fortuito, dado que la imprevisibilidad
desemboca en la inevitabilidad
Ajeneidad: solo hay caso fortuito cuando el agente no ha colocado ningún antecedente idóneo (por acción o por omisión)
que haga posible el suceso lesivo sobreviniente. Eso implica que el daño no debe haber sido facilitado por la culpa del
responsable (como por ej que el animal se lo haya dejado abandonado en un campo bajo, y muere a causa de una inundación
extraordinaria) tampoco el “supuesto” caso fortuito se debe constituir como una contingencia propia del riesgo de la cosa o
la actividad (caso del automóvil que a causa de un defecto de diseño presenta dificultades en el frenado, por lo que embiste
a un peatón).

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Efectos: si reúne los requisitos nombrados anteriormente, exime de responsabilidad al demandado, excepto disposición en
contrario.
a) En la esfera contractual: exime al deudor de la responsabilidad derivada del incumplimiento de la obligación.
b) En la esfera extracontractual: exime al autor material del hecho ilícito por las consecuencias de su actuación.

Imposibilidad de incumplimiento.

ART. 1732. IMPOSIBILIDAD DE CUMPLIMIENTO. El deudor de una obligación queda eximido del cumplimiento, y
no es responsable, si la obligación se ha extinguido por imposibilidad de cumplimiento objetiva y absoluta no imputable
al obligado. La existencia de esa imposibilidad debe apreciarse teniendo en cuenta las exigencias de la buena fe y la
prohibición del ejercicio abusivo de los derechos.
Ya sabemos que el fundamento de la responsabilidad "contractual" es el incumplimiento: en tanto exista una obligación
incumplida, el deudor debe responder por los daños que el acreedor sufra como consecuencia de esa inejecución. Sin embargo
cuando el objeto de la obligación resulta de cumplimiento imposible para el deudor, material o jurídicamente, por una causa
sobreviniente al nacimiento del vínculo, sin culpa suya, se configura la imposibilidad de cumplimiento. Si la dificultad ya
existe al momento de contraer la obligación, no puede ser alegada porque se supone que el deudor la tuvo en cuenta al calcular
el costo de su prestación. La imposibilidad de cumplimiento es una consecuencia del caso fortuito.
Ámbito de aplicación: se aplica en las obligaciones de da cosa cierta o incierta de genero limitado. Ej. Vender un caballo de
carrera.
Requisitos: Se requiere que la imposibilidad cuente con los siguientes requisitos:
 Sobreviniente: La imposibilidad debe haber acaecido con posterioridad al nacimiento del vínculo obligatorio, pues
si fuera concomitante a él la obligación sería nula por imposibilidad de su objeto.
 Objetiva: es decir debe estar constituida por un impedimento inherente a la prestación en sí y por si considerada,
será subjetiva, en cambio, cuando ese impedimento, se relaciona con las condiciones personales o patrimoniales
propias del deudor, por ej que el deudor este en una situación de insolvencia. El clásico ejemplo de imposibilidad
objetiva es el del pintor que pierde un ojo por un accidente, en este caso las condiciones personales del deudor están
relacionada con la prestación en si.
 Absoluta: la prestación no debe ser cumplida en modo alguno, si cualquier persona puede cumplirla, no hay
imposibilidad.
 Definitiva: Únicamente la imposibilidad definitiva libera al obligado. La meramente transitoria podrá, a lo sumo,
eximirlo de responsabilidad por el daño moratorio que pueda experimentar el acreedor.
 No imputable al deudor: Finalmente, para que la imposibilidad tenga efecto liberatorio es necesario que no resulte
imputable a culpa del obligado. Esto es así porque en todas las obligaciones, ya sean de medios o de resultado, el
deudor asume, como deber complementario de la prestación principal, el accesorio de preservar diligentemente la
posibilidad del cumplimiento. Si el incumplimiento del deber se debe a la culpa de deudor, este deberá responder por
ello.
Sin embargo, la existencia de esa imposibilidad debe apreciarse, también, teniendo en cuenta las exigencias de la buena fe
y la prohibición del ejercicio abusivo de los derechos, con lo cual proporciona una especie de escape para aquellos casos
en los que sostener el criterio de la imposibilidad absoluta conduciría a exigencias desproporcionadas. En base a esos
parámetros el juez podrá evaluar la situación y declarar la imposibilidad de incumplimiento sin responsabilidad del deudor.
Efectos: si la imposibilidad reúne los requisitos enumerados se produce un doble efecto, la obligación se extingue, y el
deudor se libera de responsabilidad.
Criterio de apreciación: se analizará si concurren los caracteres de la imposibilidad como así también las exigencias de la
buena fe y la prohibición del ejercicio abusivo de los derechos.

Responsabilidad no obstante el caso fortuito o la imposibilidad. Análisis del art. 1733. Distintos casos en los que se
responde
ART. 1733. RESPONSABILIDAD POR CASO FORTUITO O POR IMPOSIBILIDAD DE CUMPLIMIENTO. Aunque
ocurra el caso fortuito o la imposibilidad de cumplimiento, el deudor es responsable en los siguientes casos:
a) si ha asumido el cumplimiento aunque ocurra un caso fortuito o una imposibilidad;
b) si de una disposición legal resulta que no se libera por caso fortuito o por imposibilidad de cumplimiento;

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c) si está en mora, a no ser que ésta sea indiferente para la producción de caso fortuito o de la imposibilidad de cumplimiento;
d) si el caso fortuito o la imposibilidad de cumplimiento sobrevienen por su culpa;
e) si el caso fortuito y, en su caso, la imposibilidad de cumplimiento que de él resulta, constituyen una contingencia propia
del riesgo de la cosa o la actividad;
f) si está obligado a restituir como consecuencia de un hecho ilícito.

El artículo menciona diversos casos en los cuales, pese a existir un caso fortuito o una imposibilidad de cumplimiento
derivado de aquel, no se produce la liberación del deudor. Ello puede ocurrir porque así se pactó contractualmente, porque
lo dispone la ley, porque el deudor estaba mora, porque el caso fortuito no reúna requisitos de ajenidad, o bien porque el
demandado está obligado a restituir como consecuencia de un hecho ilícito.
Cabe mencionar a continuación las distintas hipótesis previstas por la norma:
 Asunción contractual de caso fortuito: en función de la autonomía de voluntad, las partes pueden poner a cargo del deudor
alguno de los hechos que, con los caracteres del caso fortuito, podría obstar a la ejecución de la obligación; como convenir,
directamente que el obligado garantiza el resarcimiento de los daños en cualquier circunstancia (aunque no se haya
presentado un c.f.)
 Disposición de la ley: excepcionalmente, la ley dispone que el caso fortuito no exonera; esto es lo que ocurre con el supuesto
previsto en el inciso c que prevé el caso de que el sujeto esté en mora con anterioridad al acaecimiento del c.f. En otras
ocasiones la ley no se contenta con el caso fortuito ordinario, y exige una eximente calificada.
 Mora del deudor: uno de los efectos de la mora es la traslación de los riesgos de la prestación, que a partir de ese momento
pasan a estar en cabeza del deudor incumplidor, por ese motivo el obligado no se libera si está en mora en el momento en
que sobreviene la imposibilidad de cumplimiento. Sin embargo la ley permite que, aun en ese supuesto, el deudor demuestre
que su estado de mora fue indiferente para la producción de la imposibilidad de pago.
 Existencia de culpa previa del responsable. No existe caso fortuito, por la falta de la condición de ajenidad; el evento
imprevisible o irresistible carece de toda virtualidad al ser absorbido por la culpa del agente. Así no hay fuerza mayor si el
deudor que debía prestar servicios personales se enferma con motivo de su ebriedad.
 Contingencia propia al riesgo de la cosa o la actividad: como ya sabemos el caso fortuito debe ser exterior o ajeno al
responsable. Es decir que debe ser extraño a la esfera económica del agente, a sus actividades, a su empresa o a las cosas
de su propiedad No hay ajenidad si un automóvil se desplaza y daña a un tercero en el contexto de una fuerte tormenta, pero
la imposibilidad de controlar el vehículo se debe a un vicio en los frenos; la contingencia en cuestión es propia al riesgo de
la cosa, ya que el automóvil puede presentar fallas mecánicas o de diseño.
Una contingencia propia del riesgo de la actividad del fabricante de medicamentos la posibilidad de que sus productos
presenten vicios imposibles de detectar de acuerdo al estado de los conocimientos científicos y técnicos en el momento en
que ellos son lanzados al mercado.
 Obligación de restituir como consecuencia de un hecho ilícito: cuando la obligación de restituir es consecuencia de un
hecho ilícito, el deudor no se exonera ni siquiera por imposibilidad de cumplimiento objetiva y absoluta causado por caso
fortuito.
5. PRUEBA DE LOS FACTORES DE ATRIBUCION DE RESPONSABILIDAD, EXIMENTES Y DE LA
RELACION DE CAUSALIDAD.

Prueba de los factores y eximentes: carga de la prueba


ART. 1734. PRUEBA DE LOS FACTORES DE ATRIBUCIÓN Y EXIMENTES. Es esta disposición legal, la carga de
la prueba de los factores de atribución y de las circunstancias eximentes corresponde a quien lo alega.
El artículo contiene la regla general en materia de carga de la prueba de los factores de atribución y las eximentes, y en ese
sentido establece que ella pesa sobre quien los alega. Así a la víctima le corresponderá, en principio, probar el factor de
atribución (subjetivo u objetivo), mientras que el demandado correrá con la prueba de las eximentes.
Esta regla se complementa con la prevista en el artículo siguiente, que faculta al juez para alterar en ciertos casos aquel
principio general.
Medios de prueba.
 Carga de la prueba del factor de atribución:

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Siendo el factor de atribución un elemento valorativo, no es éste el que habrá de probarse, sino las circunstancias
fácticas. Como sabemos cada factor de atribución se encuentra previsto abstractamente por la ley y requiere, para su
aplicación, la configuración de ciertas circunstancias de hecho; son estas circunstancias las que deberán ser objeto de
prueba en el proceso. Así, si el factor aplicable es la culpa, la prueba deberá recaer sobre los hechos que demuestren que el
demandado actuó de manera negligente; si es el riesgo, deberá acreditarse la existencia de una cosa o actividad riesgosa, y
la causalidad material entre aquélla y el daño.
En el caso de la responsabilidad contractual, esta tiene al incumplimiento como presupuesto fundamental. Por lo tanto, en
este caso, la prueba del factor de atribución se confunde con la del incumplimiento: el acreedor debe probar tanto la
existencia misma de la obligación como el incumplimiento.
 Carga de la prueba de las eximentes
La norma añade que también la prueba de las eximentes está a cargo de quien las alegue, lo cual equivale a disponer que
será el demandado —quien las invocará para intentar exonerarse de responsabilidad— el encargado de acreditarlas. Ahora
bien, las eximentes más usuales en materia de responsabilidad objetiva están constituidas por la causa ajena, por lo que en
realidad no se refieren, en sí, al factor de atribución, sino al nexo de causalidad adecuada. Por lo tanto, cuando frente a la
imputación de una responsabilidad objetiva el demandado invoque el hecho de la víctima, el de un tercero por quien no
debe responder, o el caso fortuito o la fuerza mayor, le corresponderá acreditar esas circunstancias.
Facultades juez. Distribución de la prueba y Procedimiento.
ART. 1735. FACULTAD DEL JUEZ. No obstante, el juez puede distribuir la carga de la prueba de la culpa o de haber
actuado con la diligencia debida, ponderando cual de las partes se hallan en mejor situación para aportarla. Si el juez lo
considera pertinente, durante el proceso debe comunicar a las partes que aplicará este criterio, de modo de |permitir a los
litigantes ofrecer y producir los elementos de convicción que hagan a su defensa.

a) Sabemos que la regla general es que, quien afirma un hecho debe probarlo. Sin embargo, esa regla a veces agrava
la situación procesal de la víctima de un daño, puesto que le corresponde acreditar todos y cada uno de los elementos de la
responsabilidad civil.
Particularmente, cuando se tiene que probar la culpa, muchas veces el damnificado carece de los conocimientos o los
elementos necesarios como para acreditar ese factor de atribución, asi por ej. el paciente que imputa mala praxis a los
médicos que lo atendieron no sabe, qué ocurrió en el quirófano, mientras que los facultativos demandados podrían explicar
y acreditar con mucha mayor facilidad su eventual obrar diligente.
Por tal motivo, se ha expandido en la doctrina y la jurisprudencia argentina la aplicación de la doctrina
denominada "de la cargas probatorias dinámicas", que postula que la carga de la prueba de un hecho debe ser puesta
en cabeza de quien se encuentre en mejores condiciones de producirla. En el caso del ejemplo, en vez, la víctima de
probar que hubo culpa por parte del demandado, será esté el que deberá probar que actuó diligentemente. La carga
probatoria es, entonces, dinámica, porque no se encuentra atada a principios rígidos, sino que todo va depender de la
situación del caso concreto.
b) Procedimiento: No obstante, la norma prevé ciertos recaudos a efectos de preservar el derecho de defensa del
demandado. En tal sentido dispone que si el juez considera pertinente hacer uso de la facultad que le concede la ley,
e invertir en un caso concreto la carga de la prueba de la culpa, debe hacer saber a las partes que aplicará ese criterio,
de modo de permitirles ofrecer y producir los elementos de convicción que hagan a su defensa. Es importante resaltar
que esta comunicación a las partes no es una mera facultad del juez, sino que se trata de una obligación que le impone la
ley, una vez que decidido distribuir las pruebas.

Prueba de la relación de causalidad. Carga de la prueba: regla general.


ART. 1736. La carga de la prueba de la relación de causalidad corresponde a quien la alega, excepto que la ley le impute
o la presuma. La carga de la prueba de la causa ajena, o de la imposibilidad de cumplimiento, recae sobre quien la invoca.

Regla general. Carga de la prueba.

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El Código sigue el principio general ya mencionado: la prueba de la relación de causalidad, o de las circunstancias que
la excluyen, se encuentra a cargo de quien alegue su existencia. Es decir que será, en principio, el actor quien deberá probar
el vínculo causal, mientras que el demandado deberá acreditar la causa ajena.
Probar le vinculo causal implica, ante todo, acreditar la existencia de una relación de causalidad material (desde el punto
de vista de las ciencias naturales) entre el hecho y el daño, a lo que debe sumarse la prueba de que ella es, además, adecuada
(es decir que ese resultado dañoso era previsible para un hombre medio puesto en el momento del hecho).
Si se está en presencia de una consecuencia mediata, será preciso, acreditar el carácter previsible del o los sucesos que se
hayan interpuesto entre el daño y el hecho original.
Si el perjuicio fue causado por el incumplimiento de un contrato, además de la existencia de causalidad material entre ese
incumplimiento y el daño, será menester probar que esa consecuencia había sido prevista por las partes, o bien que ellas
pudieron haberla previsto, al momento de celebrar el negocio.
Presunción e imputación legal.
La norma hace una excepción de los casos en los que la ley impute o presuma causalidad. Se trata en realidad de una misma
situación, constituida por aquellos supuestos en los que median presunciones legales de causalidad o bien presunciones de
adecuación causal.
El primer caso es más raro, y se presenta frente al daño proveniente de un miembro no identificado de un grupo
determinado, la ley presume que todos los integrantes de ese grupo son autores, con lo cual la presunción recae tanto sobre
la existencia de una relación de causalidad material como sobre el carácter adecuado de ese vínculo.
La segunda situación se da sobre todo en el terreno de los daños causados por el hecho de las cosas y actividades
riesgosas. El demandante debe probar la causalidad material entre el daño y la cosa o actividad riesgosa pero una vez
acreditado ese nexo surge una presunción legal de adecuación causal que pone al dueño o guardián de la cosa o al explotador
de la actividad en la necesidad de probar la ruptura del nexo causal para eximirse de responder.

Prueba de la causa ajena o de la imposibilidad de pago.


Al demandado le corresponde acreditar la causa ajena que rompe el nexo causal, por lo tanto deberá acreditar la
existencia de un caso fortuito o bien de un hecho de la víctima que desplace la causalidad o al menos atenué su
responsabilidad.
Aunque la norma trate separadamente la prueba de la causa ajena y la de la imposibilidad de pago, se trata del mismo
fenómeno, porque, como ya se dijo, la imposibilidad solo libera, si ha sido consecuencia de una fuerza mayor. Por lo tanto,
una vez constatado el incumplimiento, el deudor únicamente podrá liberarse si prueba la existencia de un imposibilidad de
cumplimiento objetiva, absoluta y no imputable causada por caso fortuito.

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BOLILLA 14
1) EL DAÑO RESARCIBLE
▪ ANÁLISIS DE LA DEFINICION LEGAL
ART 1737: “Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento
jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva”
Se diferencia el daño como lesión que atiende a la materia afectada (daño-evento o daño-lesión) de la
indemnización como consecuencia o resultado de dicha afectación (daño-consecuencia)

Posturas El concepto de "daño jurídico" ha sido objeto de varias caracterizaciones

1ra El daño se identifica con el BIEN JURÍDICO -cosas o derechos patrimonales


afectado o menoscabado -bienes extrapatrimoniales como la vida, el honor, la intimidad

2da El daño es la afectación de un Dº SUBJETIVO Según la naturaleza de ese derecho el daño será
(Dº expresamente reconocido por el el Dº y del que -patrimonial
el sujeto es titular) no es un interés “cualquiera”, -extrapatrimonial.
está tutelado

3ra El daño atiende a las CONSECUENCIAS de la -Será patrimonial cuando repercute en los bienes patrimoniales
lesión o detrimento -Será moral si afecta la integridad extrapatrimonial o espiritual

Finalmente el Código recoge el siguiente criterio de MAYOR AMPLITUD que los anteriores "el concepto
jurídico de daño, salvo restricciones particulares del legislador, ABARCA LA PROTECCIÓN DE TODO INTERÉS NO
REPROBADO POR LA LEY”. El daño consiste en la lesión a un interés simple, merecedor de tutela, que priva al sujeto
de la facultad de su actuar lícito, es decir, no reprobado por el Derecho (o sea basta que sea lícito) Es una postura
arraigada desde hace tiempo en la jurisprudencia y en la doctrina.
Esta tesis prevalente afirma que no es exigible que el interés tenga categoría de derecho subjetivo ya que "se
protege al interés lícito, aunque no surja de norma legal o convencional, pero a condición de que sea UN INTERÉS
LÍCITO, CIERTO Y DE MAGNITUD O RELEVANCIA" Así es que por ejemplo se admite la legitimación de la
conviviente para reclamar el resarcimiento del daño derivado del fallecimiento de su compañero: no se trata de un derecho
subjetivo, (no está expresamente previsto en una norma) sino de un interés que no es ilícito por no resultar contrario ni a la
moral ni a las buenas costumbres.
La segunda característica que tipifica al daño es la inclusión de los bienes tutelados. Según el diccionario,
"bienes" son las cosas materiales e inmateriales objeto de derechos, y el Código señala cuáles son los bienes protegidos
como asiento u objeto sobre el que recae el perjuicio: la PERSONA, el PATRIMONIO y los BIENES COLECTIVOS.
Se destaca la incorporación de bienes colectivos, que son los que afectan a bienes de incidencia colectiva (medio
ambiente es un bien que “pertenece a todos”. Se incluyen en estos bienes colectivos, a los bienes individuales
homogéneos, que tienen en común la causa que provoca el daño (contaminación de un río, que forma parte del ambiente)
pero los daños son individuales, diferenciados para cada damnificado al corresponderse a un derecho subjetivo de cada
uno (cada persona se ve afectada en su saludo por la contaminación del río)

En síntesis:
El daño – LESIÓN (como materia afectada) consiste en:
♣ La lesión de un derecho subjetivo o de un interés lícito (legítimo o simple: NO contrario a derecho)
♣ Cuyo objeto lesionado son BIENES (materiales e inmateriales)  PERSONA - PATRIMONIO - Dº COLECTIVO.
El daño – INDEMNIZACIÓN (resultado o consecuencia de la afectación) consiste en:
♣ Admite sólo dos especies: patrimonial y extra-patrimonial/moral o ambas
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

DAÑO POR L. HERRERA


El elemento fundamental que distingue a la responsabilidad civil de otras responsabilidades, es que es
imprescindible la existencia de un daño. También cuando hablamos del acto ilícito stricto sensu, hemos dicho que éste
necesita para configurarse como tal la presencia de un daño. Por eso podemos decir que el daño es el centro de gravedad y
primer elemento de la responsabilidad civil, porque recién ante la ocurrencia de un daño comienza el jurista a preguntarse
si hay ilicitud, causalidad y culpabilidad. En términos más simples, SIN DAÑO NO HAY RESPONSABILIDAD CIVIL.
Es tal la importancia que se le adjudica que muchas veces se centran mucho en acreditar el daño, dejando en segundo
plano los otros presupuestos de responsabilidad que son igualmente importantes (antijuricidad, causalidad…)

Concepto
De acuerdo al diccionario de la Real Academia, dañar es "causar detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o
molestia". Ese concepto es precisado para servir al ámbito jurídico, diciendo que el daño es el menoscabo, la pérdida, el
mal, o el perjuicio que sufre una persona por la lesión en los bienes que componen el patrimonio (materiales o
inmateriales) y también la molestia, el dolor o la lesión o mal a los sentimientos o afecciones legítimas. El daño en
sentido amplio repercute negativamente no sólo patrimonial sino también extrapatrimonialmente.

Para que el daño sea una reacción del derecho, debe constar de dos ELEMENTOS:
1) Uno material o interior que está representado por un hecho físico, material o inmaterial, como por ejemplo
un golpe que lastima a un vecino.
2) Uno formal o externo que proviene del derecho, es decir esa reacción ya mencionada ante la injusticia del
daño. Para hacer un paralelo con los ejemplos dados, este elemento formal es el que p.ej. garantiza la integridad corporal,
lo que hace que sea ilícita la lesión.

Sin embargo, la presencia de daño es más rica aún, y debe ser analizada con respecto a los demás elementos que
componen la responsabilidad civil. Así tenemos:
Si falta el requisito de antijuridicidad porque la conducta desplegada es legítima, la causa de justificación hace
que el daño sufrido sea irrelevante para la responsabilidad civil. Se suele hablar en esos casos de daño justificado, de daño
no indemnizable por existir una causa de justificación.
En otros casos el daño existe y se indemniza pese a no existir antijuridicidad. Es lo que se conoce como daño
lícito o indemnización por sacrificio.
También puede suceder que el daño sea causado por un demente y falta el requisito de voluntariedad de la
acción. En nuestro sistema esto se conoce como daño involuntario y se repara mediante la equidad y el enriquecimiento
sin causa, pero no con una acción típica de responsabilidad civil.
Hay otros supuestos donde existe daño, pero no es indemnizable por no existir interés jurídico tutelable, como el
delincuente que no puede demandar a un cómplice que no cumple con el pacto de entregarle su parte del botín producto de
un atraco. El hecho ilícito objetivo del incumplimiento contractual no produce un daño indemnizable para el derecho
cuando no es imputable. Se suele hablar en estos casos de daño no jurídico. No es que no exista antijuridicidad de la
conducta, es que el daño en sí mismo no tiene entidad jurídica.
El daño también puede haber sido desencadenado por causas desconocidas, imprevisibles o irresistibles. Es el
daño fortuito, como sería el que tiene lugar cuando, pese a toda la diligencia y ciencia puesta por el médico, el paciente no
alcanza la curación.
Finalmente, hay daños anónimos, o de autor anónimo o desconocido, la tendencia mundial es a crear fondos
especiales de indemnización o a tomar directamente el Estado a su cargo el pago de la indemnización.
También para los casos de grandes catástrofes es el Estado el que tiene el deber, como garante del bien común,
de ayudar a los ciudadanos. Es lo que se conoce como daño catastrófico, que a veces puede ser imputable a alguien como
la tragedia de la discoteca Cromagnon o puede ser irresistible como un terremoto o un tsunami.

El daño que interesa a la responsabilidad civil es lo que se conoce como DAÑO RESARCIBLE, el que en un
sentido amplio abarca tanto al daño patrimonial como el daño moral. Pero, este concepto de daño resarcible, no quiere
decir que todos y cada uno de los daños que padece una persona en forma directa o indirecta deban o vayan a ser
resarcidos. Requiere de los otros presupuestos de responsabilidad.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

▪ CLASIFICACIÓN DEL DAÑO


Daño patrimonial y extrapatrimonial/moral: Luego de una lectura de la forma en que está redactado el art. 1738
pareciera que los dos primeros casos son de daños patrimoniales (daño emergente y lucro cesante) y luego lo que queda es
daño moral.
El daño resarcible entonces sólo puede subvidirse en dos especies, daño patrimonial o material y daño moral.
Fuera de esas dos grandes divisiones no hay terceras posibilidades, tertium genus, como suele repetidamente afirmarlo la
doctrina nacional. El criterio rector de la subdivisión es la repercusión del ilícito, y no la naturaleza del derecho o interés
lesionado, como ampliaremos al tratar el daño moral.
Por ahora diremos que el daño patrimonial es el que repercute en el patrimonio (la propiedad, el trabajo, la
capacidad laboral, las expectativas legítimas de lucro, las posibilidades ciertas de una ganancia, etc.) y daño moral el que
repercute sobre intereses que están fuera del patrimonio, como la vida, la libertad sexual, la tranquilidad. Esto quiere decir
dos cosas:
1) Un mismo hecho puede causar daño patrimonial y moral a la vez, como por ejemplo la lesión estética que en
principio será daño moral, pero si se trata de una actriz de cine o de una modelo, quizás lo prevalente sea el lucro cesante
o la incapacidad de trabajar en su profesión.
2) La lesión al patrimonio, puede causar también daño patrimonial y viceversa, p. ej. una persona abusada
sexualmente sufre un gran daño moral, porque se lesiona su derecho a la libertad sexual, que está claramente fuera del
patrimonio, pero si como consecuencia de ello queda psíquicamente incapacitada para trabajar o debe pagar a un terapeuta
para intentar superar el trauma sufrido hay un claro daño patrimonial.
COMPUESTO POR
Daño PATRIMONIAL O MATERIAL Daño emergente
DAÑO
RESARCIBLE
Lucro cesante
Daño EXTRA-PATRIMONIAL O
MORAL
Pérdida de chance: Depende del autor que se lo
incluye en D. patrimonial o D. moral.

EL DAÑO MATERIAL O PATRIMONIAL  Es el que recae sobre al patrimonio. Puede ser directo si afecta
cosas o bienes (materiales o inmateriales) o indirecto si repercute sobre la persona o sus derecho o facultades. Está
compuesto por dos grandes rubros:

- El daño emergente (damnum emergens) El daño emergente produce un empobrecimiento en el patrimonio de


la víctima. Puede consistir en un gasto o en la destrucción de la propiedad. Por eso el código lo conceptúa correctamente
como disminución o pérdida en el patrimonio. Hay empobrecimiento.
- El lucro cesante (lucrum cessans) El lucro cesante es la frustración de un enriquecimiento legítimo. No
cualquier sueño de ganancia es un lucro cesante, sino que deben demostrarse pautas objetivas y ciertas de que se podía
obtener, como lo requiere el artículo. Es la ganancia cierta que el damnificado iba a obtener y que ya no podrá. Hay
frustración de enriquecimiento. A veces puede estar comprendida la incapacidad que sufre una persona por un accidentes,
pero es más correcto distinguirlos, porque la incapacidad sería un rubro indemnizable por sí mismo.
DAÑO PATRIMONIAL

Según el carácter de Según el momento en que se


las consecuencias den las consecuencias

ACTUAL se concreta en el momento del reclamo


MEDIATO resulta por la conexión del hecho con otro
acontecimiento distinto Daño emergente
Lucro cesante
INMEDIATO resulta del curso natural de las cosas
Pérdida de chance
SE PRESUME
EVENTUAL es hipotético, no resarcible
EVENTUAL es hipotético o conjetural, es no resarcible
ente
PREVISTO
FUTURO se lo reclama porque con seguridad se producirá
IMPREVISTO es
no resarcible
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

ESPECIE
SÓLO CON DEBIDO CUIDADOES
Sobrevenido/ nuevo: en el proceso o posterior a la sentencia. No fue
reclamado porque no es previsible. Excepción al no resarcimiento de daños
imprevisibles.

Clasificación del daño patrimonial


Daño inmediato y mediato: El inmediato es el que resulta del curso natural y ordinario de las cosas, es mediato
cuando el daño ocurre por conexión del hecho con un acontecimiento distinto.
Daño previsto o imprevisto: En principio, solo se indemniza el daño que es previsible, que suceda como
consecuencia de un accionar empleando la debida atención y conocimiento de las cosas. El daño inmediato se presume
previsto porque es la forma en que acostumbran a suceder las cosas (un disparo en la cabeza suele producir la muerte) el
daño mediato es aquel que es previsible empleando debida atención y cuidado (en una accidente de transito lo inmediato
son las lesiones del conductor y los daños al auto; lo mediato es que el vehículo sea usado como taxi y se genere lucro
cesante; es también un daño previsible) Es imprevisto un daño que es imposible de prever (que por la demora del taxi, el
hombre pierde su vuelo, toma otro avión y ese avión se accidenta y mueren todos. Es una consecuencia causal de la
demora del taxista, pero no es responsable de la muerte de su pasajero)
Daño actual, futuro o eventual: Actual es el que al momento del reclamo existe concretamente, puede ser daño
emergente, lucro cesante o pérdida de chance. (gastos médicos luego del accidente) El futuro es el que no existe al
momento del reclamo pero que con seguridad se producirá, si bien no ocurrió, es cierto porque resulta como consecuencia
previsible (cirugía reconstructiva por las lesiones estéticas producidas por el accidente) El eventual no es resarcible,
porque es hipotético o conjetural, puede suceder o no. (daños de mala praxis en el supuesto anterior de la cirugía estética)
Daño sobrevenido o daño nuevo: Es una especie de daño futuro. Se manifiesta luego de que el juicio concluya
y que por sus características no fue reclamado por no ser previsible. (una persona que consuma ciertos medicamentes que
le produce una determinada molestia que se le indemniza, pero varios años después tiene nuevas secuelas) El principio es
que el juez tiene en cuenta solo los daños que las partes conocen y someten a su decisión hasta la sentencia. Pero en este
caso, son posibles dos situaciones, que los daños se manifiesten en el proceso o que se los conozca luego de sentencia
firme. En ambos casos el daño es indemnizable
Perdida de chance: Se relaciona íntimamente con lo desarrollado. Se lo explica mas adelante.

DAÑO EXTRAPATRIMONIAL O MORAL  Se lo desarrolla mas adelante.

▪ REQUISITOS DEL DAÑO RESARCIBLE


ART. 1739: Requisitos. “Para la procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto, actual o
futuro, cierto y subsistente. La pérdida de chance es indemnizable en la medida en que su contingencia sea razonable y
guarde una adecuada relación de causalidad con el hecho generador.”
Unificando criterios de Lorenzetti (personalidad, subsistencia, certeza) y de L. Herrera (los de Loren + el resto).
Como señalamos, no todo daño significa que éste vaya a ser indemnizado, sino que requiere de las siguientes condiciones:
1. Lesión a un interés: En realidad más que requisito es elemento constitutivo del daño como presupuesto de la
responsabilidad civil. El daño que las normas tienden a evitar es únicamente aquel que frustra expectativas aseguradas
por el derecho. El ordenamiento protege intereses, entonces ante la lesión de un bien protegido, la ley reconoce otro
interés: el de ser reparado. Así el daño queda reducido fundamentalmente a una lesión disvaliosa de un interés sobre un
bien jurídicamente protegido.
El concepto de interés es inescindible del de bien jurídico. El bien jurídico tiene aptitud genérica, siendo todo
aquello que es apto para satisfacer una necesidad humana (vida, propiedad, honor, libertad) El interés es la posibilidad de
que una necesidad de uno o varios sujetos determinados venga satisfecha mediante un bien (mi vida, mi propiedad, mi
honor, mi libertad) Así el interés seria la materialización del bien jurídico protegido, y por ello no solo se entiende referida
a un sujeto determinado, sino de los intereses de una comunidad, grupo o sociedad (intereses colectivos)
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Recordemos que en la definición de daño, vimos que es la lesión de un derecho subjetivo o de un interés licito,
legítimo o simple, que pone fin al debate existente entre que la lesión a un interés simple, que no todos lo aceptaban como
daño resarcible, sino que exigían que sea interés legítimo merecedor de tutela como derecho subjetivo.
2. Relación de causalidad entre hecho y daño: No todos los daños son indemnizados, sino aquellos que guardan
relación de causalidad adecuada con la conducta desplegada.
3. Personalidad del daño: El principio es que toda persona está facultada para reclamar los daños que ha sufrido
(daño personal), pero no los que ha padecido otra persona.
La personalidad del daño significa que se afecta un interés propio, directo o indirecto, individual o colectivo, de la
víctima que resulta titular del interés lesionado y que obtiene legitimación para demandar su reparación.
El damnificado directo es la víctima inmediata, aquel - sobre el cual recae el daño en sus bienes o persona (el
menor con severa discapacidad permanente a raíz de una mala praxis médica) y el indirecto, la víctima mediata, o sea los
terceros cuyos intereses lícitos también resultan afectados; son los damnificados sobre los que el detrimento repercute
"por rebote" (los padres de ese menor).
Pueden coexistir varios damnificados directos con varios indirectos, todos los que tienen acciones independientes.
El interés conculcado siempre es personal, aun en los supuestos de daños colectivos en los que el requisito de la
personalidad del daño está presente porque ese interés es común o compartido, aunque la titularidad del bien no sea
propia.
4. Certeza: El daño no debe ser una hipótesis, una conjetura o fantasía de la victima. La certeza o certidumbre del
daño alude a su existencia, esto es que el daño debe ser real y efectivo. Debe poder ser acreditado. Deben ser daños que
previsiblemente surjan de la actuación dañosa, o sea, que guarden relación de causalidad (adquiere relevancia)
Por otro lado no debe confundirse la certeza del daño con el daño futuro: el daño cierto puede ser PRESENTE O
ACTUAL si ya se produjo al momento del reclamo, o FUTURO cuando se producirá con seguridad con posterioridad a
la sentencia. La sentencia es la que determina su futuridad.
La pérdida de chance también reúne el presupuesto de la certeza porque la frustración de la probabilidad u
oportunidad de su realización siempre es cierta.
Cabe acotar que en los intereses difusos o colectivos el daño es igualmente cierto aunque su titularidad sea
compartida y el objeto de la lesión no sea exclusivo o excluyente de uno o varios.
En algunos casos hay certeza absoluta por ej. si se tiene la facturas de lo pagado; en otros, certeza relativa pero
suficiente, por ej. mediante presupuestos de gastos por presunciones de lo que normalmente acostumbre suceder.
5. Subsistencia: Se refiere a si el daño ha sido reparado. Si hubo daño, éste debe ser indemnizado. Si el
responsable ya ha pagado, por la razón que fuere, la compensación, ya no hay responsabilidad civil, porque hay consumo
jurídico de la situación dañosa.
El daño es subsistente si no desapareció, es decir si no se reparó al momento en que debería ser resarcido. Se
mantiene vigente el daño si la propia víctima afrontó por sí (por ejemplo el damnificado que hizo reparar y pagó los gastos
del auto chocado) o si lo hizo un tercero que puede subrogarse en sus derechos, por ejemplo, los sueldos que pagó el
empleador a su dependiente durante el lapso de convalecencia de un accidente provocado por un tercero; el asegurador
que paga el siniestro o la aseguradora de riesgos del trabajo que pagó las prestaciones a las que estaba obligada y puede
repetir del autor del daño. Si el dañador o responsable no indemnizó el daño, queda subsistente porque no se lo
canceló y se mantiene con independencia de que la víctima o un tercero hubieran logrado el reestablecirniento de la
situación material al momento anterior al hecho lesivo.
La Dra. Wayar analiza solo lo que aparece en el artículo, el PERJUICIO debe ser :
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

- directo o indirecto (según si la relación de causalidad entre hecho generador y el daño sea directa o no. por
ejemplo la incapacidad que me produjo un accidente es daño directo, pero que no pueda dedicarme nunca más
a mi profesión por esa incapacidad es un daño indirecto)
- actual o futuro: explicados en CERTEZA del daño como requisito
- cierto o subsistente: son requisitos previstos por Loren y por L. Herrera: CERTEZA y SUBSISTENCIA

▪ LA PÉRDIDA DE CHANCE: CONCEPTO Y CONDICIONES DE SU PROCEDENCIA


En la pérdida de chances lo que SE FRUSTRA ES LA PROBABILIDAD O EXPECTATIVA DE GANANCIAS
FUTURAS; el ejemplo típico del caballo de carrera que no llega a tiempo para la competencia hípica privando a su dueño
de la expectativa de ganar el premio; el empleado que por las secuelas permanentes no podrá ascender en el escalafón
laboral; el jugador de fútbol que no pudo continuar con su carrera deportiva ascendente; el daño material de los padres por
la muerte de su hijo menor. Por ej. queda la duda sobre si el caballo hubiera ganado la carrera pero de lo que sí hay
certeza es que se ha perdido la oportunidad. La pérdida de chance seria aquel daño cuya característica es ser más que
una posibilidad pero menos que una certeza. Se diferencia del lucro cesante, en que en éste hay total certeza de que el
perjuicio se producirá, en cambio, la pérdida de chance es daño emergente porque la probabilidad de pérdida es
considerada un valor en sí mismo.
La pérdida de chances puede tener repercusiones patrimoniales o no patrimoniales como el padecimiento y
aflicción por la pérdida de la probabilidad de contraer matrimonio o constituir pareja.
El monto o cuantía de la chance indemnizable no es el equivalente a todo el beneficio esperado como en el lucro
cesante; por ejemplo todos los sueldos no percibidos durante la convalecencia de la víctima. En la chance frustrada lo
indemnizable no es la ventaja misma (el total del premio de la competencia hípica no cobrado por la imposibilidad de que
el caballo participe en el evento), sino la probabilidad de obtener el beneficio, el que siempre será más reducido o más
bajo que la totalidad de la ventaja (el porcentaje de probabilidad de ganar el premio, por ejemplo del 30%, 45%, etc.,
dadas las menores condiciones del caballo para ganar la carrera en comparación con los restantes que compitieron).
Aquí, la indemnización consiste en el valor de la posibilidad, por lo que la indemnización será
necesariamente menor que el resarcimiento. Lo reparable no es el beneficio esperado sino la certeza de la probabilidad
perdida.
Requiere un grado de certeza que conforme al orden natural o curso ordinario de las cosas, las previsiones
tenidas en mira ofrecen posibilidades serias de concretarse, pues de lo contrario se convierte en daño eventual no
alcanzado por la ob. de reparar. , por ejemplo que de la muerte que de un menor vaya a resultar perjuicio. Se puede
admitir frustración de una posibilidad de ayuda futura y sostén para los padres, lo que resulta verosímil según el curso
ordinario de las cosas, particularmente en medios familiares de condición humilde. En otras palabras, en la chance se
frustró la PROBABILIDAD OBJETIVA CIERTA —y no la mera posibilidad— de obtener una ganancia o de evitar una
pérdida, a condición de que esa probabilidad sea suficiente pero superando el grado de mera conjetura o hipótesis.
▪ LA INDEMNIZACIÓN Daño emergente

ART. 1738: “Indemnización. La indemnización comprende la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el
lucro cesante en el beneficio económico esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de
chances. Incluye especialmente las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su
integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su
proyecto de vida.”
Concepto La indemnización es la consecuencia, resultado, efecto o repercusión del daño como lesión o
detrimento a la persona, al patrimonio o a un derecho de incidencia colectiva. Y esa indemnización es patrimonial o no
patrimonial.
El objetivo de la indemnización es restablecer a la víctima a la situación anterior al hecho dañoso, fundada en la
noción de justicia. Su finalidad es resarcitoria. Sin embargo un sector, más bien minoritario, de la doctrina y
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

jurisprudencia sostiene que el daño moral tiene naturaleza punitiva o mixta (retributiva y sancionatoria) aunque la mayoría
participa de la tesis de la función compensatoria del daño moral
La indemnización tiene carácter patrimonial porque consiste en una obligación de dar (dinero o cosas) o de hacer
(reparar el daño, publicar la sentencia condenatoria por daños a la intimidad, etc.)
Se sostiene que es subsidiaria porque la víctima puede optar por la reparación en especie, aunque con los alcances
que fija el artículo 1740. Se acota también que es accesoria porque su existencia depende de una obligación previa
incumplida, sea que se sostenga que se trata de la misma obligación precedente o que ésta modifica su objeto y se
convierte en indemnización de los daños causados, tal como lo prevé el artículo 955 para la imposibilidad de
cumplimiento contractual por causas imputables al deudor.
La indemnización comprende los supuestos clásicos de reparación sobre los que media acuerdo en la doctrina y
jurisprudencia, aunque esta norma no clasifica expresamente a los daños en patrimoniales y no patrimoniales, tarea
doctrinaria. Se distingue y enumera varios de los supuestos indemnizatorios previstos en el código derogado.
Es necesario diferenciar la existencia del daño, que se refiere a su contenido; de la indemnización, reparación o
cualificación que alude a su medida o cuantía, la que puede ser judicial (la que se determina en la sentencia), legal (por
caso los arts. 15 y 16 de la Ley 24.557' de Riesgos del Trabajo), arbitral o convencional (cuando se pacta una pena o
multa, arts. 791, 792, 793, 1082)
Rubros que comprende

DAÑO SE BIFURCA Daño emergente


INDEMNIZACIÓN PATRIMONIAL
Lucro cesante
DAÑO MORAL
Pérdida de chance, depende del autor que se lo
incluye en patrimonial o en moral.

La primera parte del artículo 1738 menciona al daño patrimonial cuando se refiere a la pérdida o disminución del
patrimonio, que seria el daño emergente, y al lucro cesante. En la segunda parte el artículo enuncia los daños a la
persona humana (violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica,
sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida); entonces está
mencionando a ambos: al patrimonial y al moral.
La pérdida de chances también puede ser patrimonial o no patrimonial. El daño al patrimonio afecta o conculca
intereses patrimoniales individuales o colectivos que integran la esfera de actuación lícita del damnificado.
El daño patrimonial se bifurca en el daño emergente y el lucro cesante. Según la clásica diferenciación, el daño
emergente consiste en el perjuicio efectivamente sufrido, en el empobrecimiento, disminución o minoración patrimonial
que produjo el hecho nocivo. El lucro cesante se configura con la pérdida del enriquecimiento patrimonial razonablemente
esperado, o sea la frustración de las ventajas, utilidades, ganancias o beneficios de los que se privó al damnificado. Rige
aquí el parámetro de la razonabilidad, conforme el curso natural y ordinario de las cosas (art. 1727) en orden a la
previsibilidad de las consecuencias (arts. 1725 y 1726). Por ej. las ganancias que no percibirá el dueño de un taxi el
tiempo en el que el auto estará fuera de circulación para ser reparado. Ambos tipos de daños (emergente y lucro cesante)
pueden concurrir de modo conjunto o por separado.
El daño es no patrimonial, como lo define el artículo 1741, cuando la afectación recae sobre bienes
extrapatrimoniales o sobre el denominado patrimonio moral o afectivo de la víctima (por ejemplo, las angustias y
aflicciones por las lesiones sufridas en un accidente de tránsito). La denominación daño no patrimonial es equivalente a la
de daño moral o extrapatrimonial. Y la lesión de la persona humana en su integridad y plenitud puede generar
indemnización patrimonial (daño emergente y lucro cesante) y moral.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En la pérdida de chances lo que se frustra es la probabilidad o expectativa de ganancias futuras, en las que lo que
se indemniza no es todo el beneficio esperado (caso del lucro cesante) sino de la oportunidad perdida; el ejemplo típico
del caballo de carrera que no llega a tiempo para la competencia hípica privando a su dueño de la expectativa de ganar el
premio; el empleado que por las secuelas permanentes no podrá ascender en el escalafón laboral; el jugador de fútbol que
no pudo continuar con su carrera deportiva ascendente; el daño material de los padres por la muerte de su hijo menor. La
pérdida de chances puede tener repercusiones patrimoniales o no patrimoniales, como el padecimiento y aflicción por la
pérdida de la capacidad de engendrar.
▪ LA REPARACIÓN PLENA
ART. 1740: “Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de la situación del
damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie. La víctima puede optar por el
reintegro específico, excepto que sea parcial o totalmente imposible, excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se
debe fijar en dinero. En el caso de daños derivados de la lesión del honor, la intimidad o la identidad personal, el juez
puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del responsable.”
Concepto La reparación del daño debe ser plena o íntegra, en dinero o en especie, recayendo en la víctima la
opción por una u otra modalidad, salvo que la restitución en especie resulte abusiva para el deudor en cuyo caso sólo
procederá en dinero. Además, y cuando se trata de la violación de los derechos personalísimos, dada la primacía de la
tutela de la persona humana, la condena comprende también la publicación de la sentencia condenatoria.
El principio de la reparación plena presenta algunas dificultades conceptuales y prácticas. Inicialmente debe
distinguirse la valoración del daño de la cuantificación de su indemnización:
□ Valorar el daño importa la determinación cualitativa previa de su existencia, naturaleza, contenido intrínseco y
extensión
□ Cuantificar la indemnización significa establecer el monto reparatorio
Por eso cuando se afirma que la reparación debe ser plena, íntegra o integral se sostiene que debe indemnizarse
todo el daño causado. Pero todo el daño no significa la totalidad del daño material y moral, sino que se alude a todo el
daño jurídico. Ésta es una precisión necesaria: "la plenitud del resarcimiento no quiere decir plenitud material sino, como
es obvio, jurídica, es decir siempre dentro de los límites que la ley ha fijado, con carácter general, para la responsabilidad
en derecho'''.
De este modo el daño jurídico reconoce como primer limite la relación de causalidad adecuada que constituye una
valla al alcance o extensión de las consecuencias resarcibles, conforme el sistema de los artículos 1726 y 1727. Además
de la relación causal, otra limitación aparece en la intensidad del interés tutelado ya que en varios supuestos taxativamente
previstos puede haber daño pero no indemnización cuando no existe interés jurídico tutelable, en cuyo caso se suele hablar
de "daño no jurídico". También debe ponderarse que, como lo expresan los Fundamentos del Código, en el derecho
comparado existen diversas soluciones legislativas para el mismo problema, por ejemplo los accidentes de la circulación
en algunos países son incluidos en la seguridad social y en otros en un régimen especial en el seguro.
▪ REPARACIÓN EN ESPECIE Y REPARACIÓN EN DINERO
En especie: Entendida como la reposición al estado anterior, reparación in natura, o restitución. Es de hacer
normalmente, aunque puede ser de dar o no hacer. Para algunos es el sistema más perfecto de perfeccionamiento. Por
ejemplo, si hay un choque de autos, esta reparación consistiría en que el deudor tome a su cargo los gastos del taller y
arregle el automóvil que ha chocado.
En algunos tipos de daños la obligación de reparar en especie fue elevada a rango constitucional, como daños al
medio ambiente.
Normalmente consistirá en obligación de hacer, en los que la elección de quién hará la reparación casi siempre
corresponde al damnificado pero no se le permite abusar (elegir los talleres mas caros) Pero como dijimos también puede
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

consistir en una obligación de dar, como seria en el caso de destrucción total del auto y la compañía de seguros entrega
uno nuevo; o de no hacer, como sería el cese de competencia desleal, de ruidos molestos o de intrusiones a la intimidad.
La reparación, como la indemnización, puede efectuarse por un tercero, quien se subrogará en los derechos del
acreedor.
No debe confundirse la reparación en especie con la ejecución forzada o por otro de la prestación, porque esto
seria el cumplimiento in natura, es decir, que el acreedor obtiene el bien especifico que le es debido; no hay reparación
alguna.
No esta libre de críticas: obliga al juez a supervisar la validad de las reparaciones, prolonga los pleitos hasta que el
demandado queda satisfecho, puede volver anti-económico cuando la reparación es mas costosa que la cosa nueva. Por
ello, la indemnización en dinero aparece como más fácil y rápida de aplicar.
El actor puede elegir entre uno y otro sistema en el mismo juicio, por ej. un taxista puede demandar la reparación
del vehículo con el que trabaja y también la indemnización en dinero del lucro cesante.
El principio de reparación integral exige asimismo que la reparación contenga intereses que nacen desde que la
victima sufre el perjuicio y no desde el hecho generador. No son intereses moratorios, sino compensatorios, porque
completan precisamente la reparación integral.
En dinero: La reparación en especie no procede si:
-Cuando fuere imposible. La imposibilidad puede ser material, por ej. en los daños por homicidio. También se da
en los daños morales, lucro cesante o indemnización por pérdida de chance. La imposibilidad puede ser jurídica, como en
el incumplimiento de una obligación de hacer en que el deudor no quiere o no puede ejecutar el hecho.
-Cuando el damnificado optase por la indemnización en dinero. El damnificado no tiene que expresar ningún
motivo para solicitar el pago en dinero, e incluso puede ser posible la reparación in natura y lo mismo prevalece la opción
(salvo abuso de derecho)
La reparación en dinero es mucho más conveniente para la generalidad de los casos que la alternativa en especie.
Es por otro lado más fácil de aplicar y permite abarcar mayor número de casos. La indemnización es una ob. de dar, de
valor y no dineraria, por lo que se reajusta aun en épocas de inflación. Es siempre divisible, por más que pueda ser
solidaria si hay delito o cuasidelito, porque puede pagarse en partes o por varios responsables. Es además autónoma y
nada impide que la realice un tercero interesado.
El principio es que se abona en forma única, aunque no hay prohibición de que sea pagada en forma de renta.
▪ EL DAÑO MORAL
El denominado daño moral comprende todas las repercusiones no patrimoniales, algunas de las que el artículo
1738 enumera enunciativamente: los derechos personalismos de la víctima, su integridad personal, su salud psicofísica,
sus afecciones espirituales legítimas y la interferencia de su proyecto de vida o plan existencial vital de la persona. Se
trata, en definitiva, de las amplias derivaciones de la lesión de los derechos personalísimos o de la personalidad cuando se
afecta la plenitud de la vida, su dignidad o la vida privada, la integridad corporal o incolumnidad psicofísica, la intimidad,
el honor, etcétera. La referencia del texto a las afecciones espirituales legítimas le confiere al daño moral un contenido
amplio, abarcativo de todas las consecuencias no patrimoniales. En ese sentido ha descendido notoriamente el "piso" o
"umbral" a partir del cual las angustias, molestias, inquietudes, zozobras, dolor, padecimientos, etcétera, determinan el
nacimiento del daño moral, acentuándose la protección de la persona humana. Incluso el eje ha girado desde el inicial
"precio del dolo” al actual "precio del consuelo", llegándose también a sostener la existencia de "daños morales mínimos",
en base a la constitucionalización de la tutela de la persona humana.
Concepto Puede suceder a veces, que el patrimonio no sufra merma alguna y la persona sufra un daño clarísimo.
Por ej. en la calumnia, el damnificado tiene la misma cantidad de dinero pero ha sido perjudicado en su honor, autoestima,
reputación, y seguramente sufrió bronca, insomnio, depresión, vergüenza, etc.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En el daño patrimonial, la reparación tiene función de equivalencia. En el daño moral, el dinero que se otorga
como indemnización tiene función de satisfacción. Esta finalidad satisfactiva debe permitir al dañado la adquisición de
sensaciones placenteras tendientes a eliminar o atenuar aquellas dolorosas que el ilícito le ha causado y que son las que
hacen nacer el derecho al cobro del daño moral. Algunas autores por ello afirman que el daño patrimonial es propiamente
“resarcido” mientras que el daño moral es, de algún modo, “compensado”. (L. Herrera)
En la actualidad se superó el criterio que sostenía que en el daño moral se indemnizaba "el precio del dolor" para
aceptarse que lo resarcible es el "precio del consuelo" que procura "la mitigación del dolor de la víctima a través de
bienes deleitables que conjugan la tristeza, la desazón o las penurias"; se trata "de proporcionarle a la víctima recursos
aptos para menguar el detrimento causado", de permitirle "acceder a gratificaciones viables", confortando el padecimiento
con bienes idóneos para consolarlo, o sea para proporcionarle alegría, gozo, alivio, descanso de la pena. En definitiva se
trata de afectar el dinero a la compra de bienes o la realización de actividades recreativas, artísticas, sociales, de
esparcimiento que le confieran al damnificado consuelo, deleites, contentamientos para compensar e indemnizar el
padecimiento, inquietud, dolor, sufrimiento, o sea para restaurar las repercusiones que minoran la esfera no patrimonial de
la persona (comprar electrodomésticos, viajar, pasear, distraerse, escuchar música, etc.) (Lorenzetti)
En realidad la previsión legal sólo alude a la legitimación y no menciona los aspectos conceptuales del daño
moral, cuestión que queda librada al aporte doctrinario y jurisprudencial. Así, se sostuvo que el daño moral es "la lesión
en los sentimientos que determina dolor o sufrimiento físicos, inquietud espiritual, o agravio a las afecciones legítimas y
en general toda clase de padecimientos insusceptibles de apreciación pecuniaria" También que "el daño moral se traduce
en el sentimiento de dolor que experimenta la víctima o sus parientes, generalmente en los delitos que lesionan los bienes
personales —vida, integridad física o moral, honor, libertad—" Otra opinión afirma que el daño moral consiste en toda
"modificación disvaliosa del espíritu en el desenvolvimiento de su capacidad de querer o sentir, que se traduce en un
modo de estar de la persona diferente, a consecuencia del hecho y anímicamente perjudicial" (Lorenzetti)
En base al concepto de daño jurídico del artículo 1737 actual se puede concebir al daño no patrimonial, moral o
extrapatrimonial como la lesión a los derechos y a los intereses lícitos no reprobados por la ley que repercuten en la esfera
extrapatrimonial de la persona; se conjugan la tesis del daño-lesión (al interés lícito) y el daño-consecuencia (que atiende
a las repercusiones, efectos o consecuencias en el patrimonio moral de la persona). (Lorenzetti)
Requisitos El daño moral debe cumplir todos los requisitos del daño resarcible en cuanto a la certeza, lesión a un
interés, causalidad. En cuanto a las personas damnificadas el daño moral es directo y personal, lo que quiere decir que
únicamente el damnificado, puede reclamarlo, con las precisiones que formularemos al tratar el régimen jurídico.
Reparación. Teorías resarcitorias. (L. Herrera)
La tesis resarcitoria, seguida en la actualidad por la mayoría de la doctrina y la jurisprudencia argentinas, parte del
supuesto de que el daño moral sí es cuantificable aunque sea por aproximación al sufrimiento real de la víctima, y que se
debe precisamente por haber ésta experimentado una lesión de carácter espiritual, aunque provenga de manera indirecta de
un daño patrimonial. No se debe entonces el daño moral como castigo, sino como reparación. La dificultad que pueda
existir para mensurar el daño moral no debe ser óbice para su reparación, ni mucho menos para explicarlo mediante la
tesis punitiva, dicen sus sostenedores.
Esta teoría tiene implicancias prácticas que la caracterizan:
a) Para la postura resarcitoria el hecho generador no tiene ninguna importancia.
b) Se indemniza siempre y cuando el daño produzca una lesión espiritual, se trate de un delito, cuasidelito o contrato.
c) La acción indemnizatoria se transmite a los herederos
d) El pago a uno de los damnificados no extingue la obligación de pagar a los demás damnificados porque el perjuicio es
personal, si fuere una pena se extinguiría con el pago a cualquiera de los damnificados.
e) La gravedad de la falta no tiene incidencia, sino la gravedad del daño.
En vez de que se utilice el daño moral para un fin para el cual se debe forzar su naturaleza, es que postulamos la
instrumentación de indemnizaciones a la manera de los daños punitivos.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

La Corte de la Nación ha destacado —en consideraciones que mantienen vigor— que para la valoración del daño moral
debe tenerse en cuenta:
-El estado de incertidumbre y preocupación que produjo el hecho,
-La lesión en los sentimientos afectivos,
-La entidad del sufrimiento,
-Su carácter resarcitorio,
-La índole del hecho generador de la responsabilidad,
-Que no tiene necesariamente que guardar relación con el daño material, pues no se trata de un daño accesorio a éste.

▪ INDEMNIZACIÓN DE LAS CONSECUENCIAS NO PATRIMONIALES


ART. 1741: “Indemnización de las consecuencias no patrimoniales. Está legitimado para reclamar la indemnización
de las consecuencias no patrimoniales el damnificado directo. Si del hecho resulta su muerte o sufre gran discapacidad
también tienen legitimación a título personal, según las circunstancias, los ascendientes, los descendientes, el cónyuge y
quienes convivían con aquél recibiendo trato familiar ostensible. La acción sólo se transmite a los sucesores universales
del legitimado si es interpuesta por éste. El monto de la indemnización debe fijarse ponderando las satisfacciones
sustitutivas y compensatorias que pueden procurar las sumas reconocidas.”
El artículo regula la legitimación activa para reclamar el daño moral. Se mantiene la legitimación del
damnificado directo y incluye la del indirecto sólo en dos supuestos: si la víctima sufre gran discapacidad o en caso de
muerte, en cuyos casos se confiere la habilitación legal a titulo personal (antes no se regulaba así) a los ascendientes,
descendientes, cónyuge y quienes convivían con la víctima recibiendo trato familiar ostensible. Además se fija como
parámetro para cuantificar el daño moral el denominado "precio del consuelo", o sea las satisfacciones sustitutivas y
compensatorias de índole espiritual, recreativo o de esparcimiento que el damnificado puede obtener mediante el dinero.
La acción es transmisible sólo si la promovió el legitimado en vida
La legitimación ampliada
El damnificado directo El artículo 1741 circunscribe la legitimación activa sólo al damnificado directo del hecho
nocivo, con exclusión del indirecto; damnificado directo es la persona que sufre un daño moral en calidad de víctima
inmediata del suceso; damnificados indirectos son los demás sujetos distintos de la víctima inmediata que también
experimentan un perjuicio a raíz del hecho. O sea, en definitiva, subsiste el criterio restrictivo que habilita a reclamar daño
moral sólo al damnificado inmediato, salvo las excepciones.
El damnificado indirecto Se establecen dos excepciones que autorizan el reclamo del damnificado indirecto: en
caso de fallecimiento de la víctima o de gran incapacidad, supuestos en las que la incapacidad permanente es muy severa.
En tales casos el afectado requiere habitualmente de la asistencia de terceros y de prestaciones médicas, kinesiológicas,
etcétera, de por vida.
Los únicos dos casos que autorizan el reclamo del damnificado indirecto por daño moral propio como
consecuencia del daño de la victima (muerta o incapacitada) son el fallecimiento y la gran discapacidad de la víctima
inmediata; en este último caso concurren ambos conjuntamente —directo e indirecto— (por ej. los padres con el menor en
estado de incapacidad por tetrapléjico. Por un lado, está el lado moral EVIDENTE del menor, y por otro, el daño moral de
los padres, que además de las obvios sentimientos, también se ven obligados de por vida a prestarle servicios especiales).
Los damnificados indirectos o mediatos que admite la ley "a título personal, según las circunstancias" son: el cónyuge, los
ascendientes, los descendientes y "quienes convivían con él recibiendo trato familiar ostensible". Este supuesto faculta el
reclamo del conviviente de uno u otro sexo, los hijos de crianza de las familias ensambladas, los hermanos con los que
convivía, etcétera.
▪ INDEMNIZACIÓN POR FALLECIMIENTO: RUBROS COMPRENDIDOS.
ART. 1745: “Indemnización por fallecimiento. En caso de muerte, la indemnización debe consistir en:
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

a) los gastos necesarios para asistencia y posterior funeral de la víctima. El derecho a repetirlos incumbe a quien los
paga, aunque sea en razón de una obligación legal;
b) lo necesario para alimentos del cónyuge, del conviviente, de los hijos menores de veintiún años de edad con derecho
alimentario, de los hijos incapaces o con capacidad restringida, aunque no hayan sido declarados tales judicialmente;
esta indemnización procede aun cuando otra persona deba prestar alimentos al damnificado indirecto; el juez, para fijar
la reparación, debe tener en cuenta el tiempo probable de vida de la víctima, sus condiciones personales y las de los
reclamantes;
c) la pérdida de chance de ayuda futura como consecuencia de la muerte de los hijos: este derecho también compete a
quien tenga la guarda del menor fallecido”
El texto fija los criterios para ponderar el daño material en caso de fallecimiento, es decir el denominado "valor de
la vida humana", la que no tiene valor económico intrínseco o por sí misma, sino que considera indemnizables los lucros
que el fallecido destinaba en vida a los legitimados activos. Se admite la pérdida de chances por la muerte de los hijos
menores. En los incisos se establecen las pautas de valoración que se tienen en cuenta.
En el inciso a, se prevé el primer daño material resarcible antes de la muerte, que es "el gasto necesario para la
asistencia de la víctima" (médica, farmacéutica, internación, transporte, etc.) en el tiempo comprendido entre el hecho
dañoso y su fallecimiento. Son legitimados activos quienes hubieran asumido esas erogaciones.
El segundo daño material ante la muerte es el "gasto de funeral" o sepelio que el responsable debe reintegrar al
damnificado directo (cónyuge, conviviente, hijos menores) o al tercero que los efectuó, aun si éste tiene la obligación
legal de pagarlos (por ejemplo, la aseguradora, el empleador en su caso, etc.
En el inciso b, se contemplan los denominados lucros o ganancias del fallecido. La prestación indemnizatoria
trata, en definitiva, de los aportes económicos concretos que recibía el reclamante y que abarcan todos los aspectos
materiales, espirituales, recreativos y sociales.
La vida humana no tiene valor económico per se, sino en consideración a lo que produce o puede producir. La
supresión de una vida, aparte de las obvias consecuencias afectivas que produce, ocasiona indudables efectos de orden
patrimonial. Lo que se mide en signos económicos no es la vida misma que ha cesado, sino las consecuencias
económicas en otras personas: Los legitimados activos reciben la indemnización a título iure proprio, como daño
emergente, por las consecuencias patrimoniales propias por la supresión de la vida ajena, por el apoyo económico que
les brindaba el fallecido, teniendo en cuenta todas las circunstancias de la víctima (capacidad productiva, edad probable de
vida, sexo, relaciones de familia etc) y la de los damnificados (asistencia que recibía, edad, necesidades asistenciales,
tiempo probable de ayuda, etc.)
Los legitimados activos presumidos, es decir respecto de quienes rige la presunción legal iuris tantum de daño,
son el cónyuge, el conviviente, los hijos menores de 21 años o con derecho alimentario, los incapaces o con capacidad
restringida. Porque se presume que todos ellos efectivamente dependían económicamente del muerto.
Los restantes legitimados eventuales (hijos mayores, ascendientes, etc.) deberán acreditar el perjuicio.
En caso de muerte de los hijos menores la presunción comprende la pérdida de chance de asistencia material y espiritual
en la ancianidad y en caso de necesidad de los padres.
Para fijar la indemnización por el valor vida, es menester computar las circunstancias particulares de la vida y
de los damnificados: edad, grado de parentesco, profesión, posición económica, expectativa de vida, etcétera. Deben
considerarse los ingresos económicos de la víctima —presentes o futuros— Finalmente los montos resarcitorios serán
diferentes para cada damnificado atendiendo a la distinta situación vivencial de cada uno de ellos (por ejemplo, la
indemnización para el hijo pequeño es diferente a la de quien está por llegar a la mayoría de edad).
▪ INDEMNIZACION POR INCAPACIDAD.
ART. 1746: “Indemnización por lesiones o incapacidadfísica o psíquica. En caso de lesiones o incapacidad
permanente, física o psíquica, total o parcial, la indemnización debe ser evaluada mediante la determinación de un
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capital, de tal modo que sus rentas cubran la disminución de la aptitud del damnificado para realizar actividades
productivas o económicamente valorables, y que se agote al término del plazo en que razonablemente
pudo continuar realizando tales actividades. Se presumen los gastos médicos, farmacéuticos y por transporte que resultan
razonables en función de la índole de las lesiones o la incapacidad. En el supuesto de incapacidad permanente se debe
indemnizar el daño aunque el damnificado continúe ejerciendo una tarea remunerada. Esta indemnización procede aun
cuando otra persona deba prestar alimentos al damnificado.”
La norma prevé la indemnización del daño patrimonial por alteración, afectación o minoración, total o parcial, de
la integridad física y psíquica de la persona, admitiendo que su cuantificación pueda también ser fijada por aplicación de
un criterio matemático, como parámetro orientativo sujeto al arbitrio judicial.
En caso de incapacidad permanente la indemnización es procedente aunque la víctima siga trabajando porque lo
que se tutela es la integridad de la persona, su plenitud, aun cuando no desarrolle en concreto tareas remuneradas o
productoras de bienes (caso de ancianos, discapacitados, desocupados al momento del hecho, etc.). Porque la integridad
de la persona que tiene valor económico en sí misma y por su aptitud potencial o concreta para producir
ganancias.
La incapacidad permanente El texto contempla el daño patrimonial por incapacidad permanente. El artículo se
refiere a "lesiones e incapacidad permanente, física o psíquica, total o parcial”
La incapacidad sobreviniente comprende esencialmente la alteración, minoración, detrimento o supresión de:
1) la capacidad laborativa o productiva, o sea la que repercute en la pérdida de ingresos por la afectación a la
concreta aptitud productiva o generadora de ingresos, rentas o ganancias específicas. Se trata de un daño que debe
acreditarse en cada caso y su procedencia y cuantía depende de las ganancias que pierde la víctima en base a sus
condiciones personales (cuantía de los sueldos o ingresos, edad y vida útil restante, relaciones de familia, etc.);
2) la capacidad vital o la aptitud y potencialidad genérica, es decir la que no es estrictamente laboral y recae en la
idoneidad intrínseca del sujeto para trabajar o para producir bienes o ingresos. Se trata de un daño que puede presumirse
porque la regla, que debe ser desvirtuada por prueba en contra a cargo del responsable, es que todas las personas tienen
aptitud o potencialidad intrínseca con valor mensurable económicamente;
3) el daño a la vida de relación o a la actividad social estrechamente vinculado con la capacidad intrínseca del
sujeto. La doctrina mayoritaria sostiene que cuando la víctima resulta disminuida en sus aptitudes físicas o psíquicas de
manera permanente, esta incapacidad debe ser objeto de reparación al margen de que desempeñe o no una actividad
productiva pues la integridad física tiene en sí misma un valor indemnizable y su lesión afecta diversos aspectos de la
personalidad que hacen al ámbito doméstico, social, cultural y deportivo, con la consiguiente frustración del desarrollo
pleno del proyecto de vida.
En definitiva, tienen cabida todos los detrimentos patrimoniales que afectan a la integridad física, incluidos los
denominados nuevos daños (al proyecto de vida, daño biológico, a la integridad sexual, a la intimidad, .etc.)
conceptualmente autónomos pero resarcitoriarnente dependientes del daño moral o del patrimonial.

2) LA VALUACIÓN DEL DAÑO


▪ CRITERIOS PARA DETERMINAR LA CUANTÍA DE LA INDEMNIZACIÓN EN CADA CASO
Existen tres grandes sistemas de valuación del daño:
A. Valuación convencional. Es la que tiene lugar por acuerdo previo o posterior sobre el daño. En forma previa
tiene lugar únicamente cuando existe responsabilidad contractual y consiste en lo que se denomina cláusula penal
indemnizatoria, que es aquella en la cual de antemano las partes han previsto el valor de los daños para el caso de
mora o incumplimiento. Por acuerdo posterior puede darse en ambos tipos de responsabilidades. Tiene lugar
cuando las partes arriban a un convenio transaccional una vez que se ha producido el daño. Normalmente consiste
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en la determinación del daño y la forma de pago del mismo. Es bastante común cuando intervienen compañías de
seguro.
B. Valuación legal. También es conocida como valuación tarifada. En estos casos la ley fija la indemnización, en
regímenes que casi siempre establecen responsabilidad objetiva, como los accidentes nucleares, accidentes
aeronáuticos, ruptura del contrato de trabajo, accidentes de trabajo. Por ejemplo, en los casos de extravío de
equipaje en el transporte aéreo internacional el monto de la indemnización equivale a una cantidad fija por los
kilos que pesaba el equipaje. Este tipo de fijación del daño tiene además la característica de ser casi siempre una
responsabilidad limitada.
C. Valuación judicial. Ésta es la que realiza el juez en ausencia de convenio o de ley específica. Sin embargo, hay
casos en que aun en presencia de ley que determina la indemnización, ante el desacuerdo de partes es el
magistrado quien debe zanjar la cuestión. Tal como hemos ya expuesto al tratar la prueba de los daños, las partes
deben probar el monto de los daños, y si no lo hacen el juez está facultado, si le han probado los perjuicios
sufridos pero no su cuantía, a fijar prudencialmente el quantum.

▪ EL DAÑO EN LA RESPONSABILIDAD POR INCUMPLIMIENTO:


A. Acumulación del daño moratorio
ART 1747 “Acumulabilidad del daño moratorio. El resarcimiento del daño moratorio es acumulable al del daño
compensatorio o al valor de la prestación y, en su caso, a la cláusula penal compensatoria, sin perjuicio de la facultad
morigeradora del juez cuando esa acumulación resulte abusiva”.
El texto aclara expresamente que el daño moratorio —o, con más precisión, la indemnización moratoria— es
acumulable al daño compensatorio, al valor de la prestación y a la cláusula penal compensatoria, según los casos, y sin
perjuicio de la facultad judicial de morigerar cuando esa acumulación se traduce en un ejercicio abusivo de derechos.
♥ La distinción entre daño compensatorio y moratorio es más propia del ámbito contractual;
DAÑO COMPENSATORIO es el que se deriva del incumplimiento total y definitivo de la prestación. Este
supuesto ahora está expresamente contemplado en el artículo 955, que dispone que en caso de imposibilidad objetiva,
absoluta y definitiva producida por caso fortuito o fuerza mayor se extingue la obligación sin responsabilidad, pero si la
imposibilidad obedece a causas imputables al deudor la obligación modifica su objeto y se convierte en la de pagar una
indemnización por los daños causados. Éstos son los daños compensatorios. La indemnización por daños
compensatorios no puede acumularse a la ejecución efectiva de la prestación porque son incompatibles: la indemnización
compensatoria sustituye a la original. Por eso en caso de inejecución definitiva de la obligación por causas imputables
el deudor debe el valor de la prestación frustrada (cumplimiento por equivalente) más los daños del incumplimiento
(daños compensatorios)
El DAÑO MORATORIO, por su lado, es el que resulta del retardo o mora del deudor en el cumplimiento de
la obligación. El daño moratorio es acumulable a la indemnización por la prestación principal, generalmente mediante el
pago de intereses, precisamente a partir de la constitución en mora.
♥ En el ámbito extracontractual;
El DAÑO COMPENSATORIO es el perjuicio principal a resarcir, la prestación misma adeudada (el valor del
automóvil destrozado) y el DAÑO MORATORIO el que deriva de la mora o retardo en su pago (los intereses adeudados
durante la tardanza) y es contado a partir desde que se produjo cada perjuicio. (a partir del hecho generador del daño)
El artículo sienta la directiva de la acumulabilidad de los distintos tipos de daños con el tope o límite derivado de
su abusividad. De modo que al daño moratorio se puede adicionar el daño compensatorio, el valor de la prestación
principal y la cláusula penal, pero en todos los casos opera la facultad judicial de morigerar el monto si es abusivo.
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En tal sentido los artículos 793 y 794 establecen que la multa o cláusula penal pactada suple la indemnización de
daños durante la mora, sin derecho al acreedor de acreditar que son insuficientes ni al deudor de que el acreedor no sufrió
perjuicio, salvo la facultad del juez de reducción si el monto es desproporcionado.
Algunos ejemplos resultan ilustrativos: al valor del automóvil afectado en un accidente de tránsito (el valor de la
prestación) puede adicionarse la indemnización moratoria durante el período de demora en cancelar ese daño. A la
cláusula penal pactada por falta de devolución del inmueble alquilado (art. 794) o a los intereses punitorios convenidos
(art. 769) se le pueden agregar los daños moratorios, con el límite del aprovechamiento abusivo. Incluso al daño
compensatorio por la falta de pago de los alquileres se le pueden añadir los daños moratorios (el interés sobre las sumas
impagas) y hasta el resarcimiento del daño compensatorio por la pérdida de chance de alquilar el inmueble a un tercero.
Una cuestión planteada, incluso actualmente, es si la facultad morigeradora puede ejercerse de oficio, que es la
tesis que prevalece, o si requiere petición expresa de parte. También opera la facultad morigeradora en caso de pacto de
intereses abusivos (art. 771). En todos los casos- los jueces pueden reducir los intereses pactados cuando su tasa o el
resultado exceda sin justificación y desproporcionadamente el costo medio del dinero de operaciones similares del lugar.
B. Curso de los intereses

ART 1748 “Curso de los intereses. El curso de los intereses comienza desde que se produce cada perjuicio.”

La norma determina desde cuándo se deben los intereses moratorios en caso de responsabilidad que no sea de
fuente obligacional. Siguiendo la postura predominante se determina que los intereses se devengan desde la fecha de cada
perjuicio. En el ámbito obligacional rige el pacto de las partes o en su caso el de la mora.
Las razones que se habían dado, bajo la vigencia del Código Civil para fundar la fecha desde la cual procedían los
daños eran dos.
La explicación mayoritaria era que los intereses se deben por la mora en la obligación de reparar el hecho ilícito
porque como el sujeto está obligado desde el mismo momento en que produce el hecho ilícito es desde ese mismo
momento que corren los intereses. Se la entendía también como una obligación de pago INSTANTÁNEO.
Otra posición sostenía que la obligación de pagar intereses desde la fecha del hecho ilícito no era la mora, sino el
principio de reparación integral (Wayar).
Ambas sostenían, con distintos fundamentos, un mismo límite inicial para el curso de los intereses en los juicios
de daños y perjuicios.

La fecha desde la que corren los intereses


Si el juez valúa el daño a la fecha de la sentencia, los intereses corren desde la fecha del daño. Si la valuación
judicial incluyera el daño, el juez deberá aclararlo. Pero la posibilidad parece contraria al texto de la ley que claramente
dice " desde la fecha en que se produce cada perjuicio”.

▪ LA PRUEBA DEL DAÑO: MEDIOS DE PRUEBA

ART. 1744 “Prueba del daño. El daño debe ser acreditado por quien lo invoca, excepto que la ley lo impute o presuma, o
que surja notorio de los propios hechos”.

La norma aplica a la prueba del daño el principio general: la carga recae en la parte que lo invoca, sea actora o
demandada, salvo que se trate de daños presumidos o surjan de su propia notoriedad.

LA CARGA DE PROBAR: REGLA GENERAL Y EXCEPCIONES


Regla general. Se siguen los criterios usuales de distribución de la carga de la prueba: el onus probandi recae en
cabeza de quien alega o afirma la existencia del daño o su cuantía. También corresponde la carga de la prueba a quien
invoca la existencia de los factores de atribución y de las eximentes de responsabilidad (art. 1734). Igualmente la carga de
la prueba de la relación de causalidad corresponde a quien la invoca —salvo que la ley la atribuya o la presuma— y la
carga de la prueba de la causa ajena (que interrumpe total o parcialmente la relación causal) o de la imposibilidad de
cumplimiento (art. 955) corresponde a quien la alega o invoca (art. 1736).
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Excepción. La norma deja a salvo dos supuestos en los que no rige esa regla:
1) los daños presumidos o imputados por la ley, y
2) los hechos notorios.

La prueba de PRESUNCIONES permite que el juez arribe a un convencimiento indirecto de los hechos ante la
ausencia o insuficiencia de los medios de prueba. Las presunciones legales son las directamente establecidas por la ley de
fondo o procesal y pueden ser absolutas (iuris et de iure) o admitir prueba en contrario (relativas o iuris tantum).
Las presunciones judiciales, a diferencia de las legales, son creación de la jurisprudencia. Por ejemplo la excesiva
velocidad del automóvil impide su frenado en tiempo adecuado; se presume iuris et de jure que la cuantía de la reparación
plena es la prevista en la multa o cláusula penal, la que salvo abuso no admite prueba en contrario (arts. 793 y 794).

En lo relativo al segundo supuesto de excepción a la regla de la carga de la prueba (LOS HECHOS NOTORIOS),
se trata de los que surgen per se de los mismos hechos: los daños que surgen notoriamente de su propia existencia. Por
ejemplo, la muerte de un ser querido presupone daño moral in re ipsa. Los hechos notorios son los conocidos y tenidos
por ciertos por la generalidad de las personas de mediana cultura en el lugar y en el tiempo en que se desenvuelve el
proceso.
Ello así porque resultan operativas muchas presunciones hominis; por ejemplo de que toda persona tiene
capacidad intrínseca para trabajar, que las afecciones físicas producen daño moral, que el fallecimiento de parientes
cercanos produce aflicción. En esos supuestos el demandado deberá probar que, en concreto y en el caso, el daño no se
produjo (por caso que el distanciamiento con su familiar determinó que el fallecimiento no acarreó daño moral).
Los hechos presumidos por la ley no requieren prueba adicional, verbigracia, que el fallecimiento acarrea gastos
de sepelio (art. 1745) o que las lesiones o incapacidad conllevan gastos médicos, farmacéuticos y de transporte (art. 1746),
aunque resulta conveniente acreditar su monto, máxime si es superior al ordinario o común, pues de lo contrario el juez lo
fijará según su arbitrio judicial.

▪ ATENUACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD: FACULTADES DEL JUEZ


ART. 1742 “Atenuación de la responsabilidad. El juez, al fijar la indemnización, puede atenuarla si es equitativo en
función del patrimonio del deudor, la situación personal de la víctima y las circunstancias del hecho. Esta facultad no es
aplicable en caso de dolo del responsable.”

La discusión anterior respecto de si el instituto resultaba de aplicación para ambas esferas, se despejó ante su
unificación y ante el silencio en contrario de la norma, se entiende que rige para las dos: contractual y extracontractual.
La atenuación no consiste sólo en la reducción o disminución de la cuantía de la reparación, sino que comprende
también otras modalidades de adecuación de la condena a la equidad, por ejemplo admitiendo el pago en cuotas. Si bien el
título del artículo menciona a la atenuación de la responsabilidad (y no de la indemnización), ello no significa que el juez
por razones de equidad pueda modificar el factor de atribución o el porcentaje final de responsabilidad.
La autorización de la ley se refiere a la atenuación de la indemnización del daño resarcible o sea que una vez
que se pronunció sobre la procedencia de la pretensión, puede atenuar —es decir morigerar, reducir, adaptar— su cuantía.
Se mantiene el criterio prevaleciente de que no procede la declaración de oficio, y que por tratarse de la excepción al
principio general su interpretación es restrictiva. Si la obligación tiene pluralidad de obligados pasivos, concurrentes o
solidarios, la atenuación favorecerá sólo a quien reúna los requisitos legales, sin extender sus efectos a los restantes
porque se trata de un beneficio personal.

El Código actual determina que deben tenerse en cuenta tres parámetros:


1) el patrimonio del deudor, esto es su concreto y real estado económico; el objetivo de la ley es que el
responsable de pagar no quede en la ruina.
2) la situación de la víctima, que es un concepto más flexible y elástico que la situación patrimonial del
responsable y exige la ponderación de todas las restantes circunstancias que hacen a su "situación". De modo que ante la
concurrencia de dos estados patrimoniales de similar, la norma se inclina, a priori y en abstracto, por darle primacía al
damnificado porque la referencia a la situación personal de la víctima permite atender a distintas circunstancias suyas a
diferencia de la situación del deudor, del que se debe ponderar sólo el estado patrimonial;
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

3) el último parámetro de valoración son las circunstancias del hecho, procede incluso en caso de
responsabilidad objetiva, porque la ley no distingue respecto de a cuál "indemnización" se refiere.

No procede la atenuación de la responsabilidad del deudor que incurrió en dolo. En tal caso la conducta del
dañador que se representó el resultado posible e igualmente actuó opera como impedimento legal para hacer jugar la
equidad.
No puede invocarse de oficio, con lo que se aclara una duda que existía en el anterior régimen que guardaba
silencio y la prueba está a cargo de quien solicita la atenuación. Si la parte no lo pide es porque no lo necesita o porque
pagará su deuda.

▪ DISPENSA ANTICIPADA DE LA RESPONSABILIDAD: VALIDEZ DE LAS CLÁUSULAS

ART. 1743 “Dispensa anticipada de la responsabilidad. Son inválidas las cláusulas que eximen o limitan la obligación
de indemnizar cuando afectan derechos indisponibles, atentan contra la buena fe, las buenas costumbres o leyes
imperativas, o son abusivas. Son también inválidas si liberan anticipadamente, en forma total o parcial, del daño sufrido
por dolo del deudor o de las personas por las cuales debe responder”.

Validez de las cláusulas limitativas y exoneratorias


El código regula los casos en que las cláusulas limitativas y exoneratorias son inválidas. A contrario sensu debe
entenderse que, como regla, son válidas y liberan o eximen de pagar el daño. La cláusula es limitativa cuando pone un
tope a todo el daño o a un tipo de daño. Por ejemplo puede pactarse que se garantizan los daños que asciendan hasta tal
cifra, o que sólo se pagará el daño patrimonial pero no el extrapatrimonial. La cláusula es exoneratoria cuando el deudor
se libera de tener que indemnizar si no cumple el contrato por su culpa. Equivale a dispensa de culpa.

Invalidez de las cláusulas limitativas y exoneratorias


Por excepción son inválidas las cláusulas limitativas o exoneratorias cuando:
a) afectan derechos indisponibles: Por regla los derechos disponibles son los patrimoniales, salvo una ley especial
protectoria lo prohíba. Los derechos indisponibles, como la vida o la integridad física, no pueden ser objeto de cláusulas
exoneratorias, pero sí de un consentimiento informado, que traslade los riesgos de una intervención quirúrgica, por
ejemplo. El médico informa al paciente de los riesgos, y el paciente los toma a su cargo, pero lo que no entra en el
contrato es la diligencia del médico. El paciente sólo se hace cargo de riesgos que sobrevienen por ála terapéutica, pero no
de la culpa del médico.
b) atentan contra la buena fe, las buenas costumbres o leyes imperativas: Por ejemplo serían las cláusulas que
desnaturalizan la esencia de un contrato, o cuando están prohibidas como en el contrato de hotelería. En otros casos son
las leyes éticas de la profesión las que impiden pactar este tipo de cláusulas. Por ejemplo un abogado que pretendiese
eximirse de responsabilidad si pierde el pleito por su culpa, o el médico, si por su culpa un paciente fallece en una
operación quirúrgica, ya que ambas profesiones están reglamentadas en cuanto a sus incumbencias por ley.
c) cuando son abusivas: Por ej. el abuso del derecho, deberá ser juzgado por las reglas de este código. El código tiene
algunos ejemplos de cláusulas prohibidas o abusivas que se tienen por no escritas, a saber: daños por muerte o daños
corporales en el transporte de personas, art. 1292; en el contrato de caja de seguridad, es inválida la cláusula que exime de
responsabilidad al prestador, pero es válida la de limitación hasta un monto máximo sólo si el usuario es debidamente
informado y el límite no importa una desnaturalización de las obligaciones del prestador, etc.

Dispensa del dolo y de la culpa de los dependientes: Si se pudiera dispensar el dolo, la obligación se convertiría en
potestativa. La novedad es que se prohíbe expresamente la dispensa del dolo del dependiente. La razón no es difícil de
entender. Si se permitiera la dispensa del dependiente, sería muy fácil evadir la prohibición legal. El patrón contrataría
dependientes insolventes a quienes ordenaría no cumplir. También a contrario sensu debe interpretarse que la dispensa de
la culpa, sea propia o del dependiente, está permitida, siempre que se cumplan los demás requisitos.

3) RESPONSABILIDAD DIRECTA

▪ LA RESPONSABILIDAD POR EL HECHO PROPIO


En la responsabilidad directa, el deber de reparar es impuesto a quien causó un daño por su hecho propio
culposo o doloso, o bien al deudor de una obligación incumplida, ya sea que ese incumplimiento haya sido
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materializado por él mismo o por terceros. La obligación de reparar es impuesta a quien causó el daño por una acción u
omisión suyas.
El incumplimiento de una obligación siempre da lugar a responsabilidad directa, —no porque haya sido
necesariamente el deudor quien incumplió por su propio hecho, pues bien podría haberlo hecho un tercero que aquél puso
a ejecutar la prestación en su lugar— sino porque en virtud del principio de efecto relativo de las obligaciones y los
contratos (art. 1201) el incumplimiento es siempre imputable al deudor. No es posible, entonces, hablar de
responsabilidad contractual indirecta.

▪ SUJETOS RESPONSABLES
ART. 1749 “Sujetos responsables. Es responsable directo quien incumple una obligación u ocasiona un daño
injustificado por acción u omisión”

Seguidamente se analizarán los dos supuestos de responsabilidad directa a los que se refiere el artículo que se
analiza.
Incumplimiento de una obligación
De conformidad con los artículos 1716 y 1746, el incumplimiento es el presupuesto indispensable para que exista
responsabilidad del deudor de una obligación. Probada la existencia de un incumplimiento, y de daños que están en
relación de causalidad adecuada con él, habrá responsabilidad del solvens, salvo que éste demuestre, que la obligación se
ha extinguido por algún motivo ajeno a su responsabilidad.
Ahora bien, dado que el incumplimiento consiste en "el comportamiento opuesto a aquel en que se concreta el
cumplimiento, y en consecuencia, falta de ejecución, o ejecución inexacta de la prestación", para determinar su existencia
es preciso establecer, en cada caso, qué era "lo debido" por el deudor.
Esto conduce necesariamente a la conocida clasificación de las obligaciones "de medios" y "de resultado".
Si el deudor asumió una obligación de medios —se comprometió simplemente un plan de conducta diligente,
tendiente a satisfacer el interés del acreedor, pero sin asegurarlo— entonces la configuración del incumplimiento requiere
de la prueba de su culpa, o sea la falta de la diligencia requerida
Si, en cambio, se comprometió un resultado —es decir, se garantizó la satisfacción del interés del acreedor—, se
aplica el artículo 1723, y el deudor responde ante la mera falta de consecución del resultado, con independencia de toda
culpa de su parte.
Es importante resaltar que el incumplimiento al que se refiere el artículo 1749 hace responsable directamente al
deudor en todos los casos, independientemente de si la prestación fue materialmente ejecutada por él o por un tercero. A
diferencia de lo que ocurre en la responsabilidad extracontractual —donde el responsable indirecto responde por el hecho
de otro, como sucede con el principal por el hecho de su dependiente, o con los padres por el hecho de sus hijos (arts.
1753 y 1754) —, en la responsabilidad contractual el análisis no se centra en el hecho que daña sino en el
incumplimiento, que en tanto tal es siempre imputable al deudor, de manera directa (y no refleja). Por eso, el hecho de
que el obligado introduzca a un tercero para ejecutar la prestación en su lugar en nada altera la naturaleza o el fundamento
de dicha responsabilidad (por ej. que yo llame a un servimoto para que pague mis deudas, sigo siendo yo el responsable
directo del incumplimiento si es que por algún motivo el servimoto no las paga)
En este punto, la norma en comentario debe ser puesta en relación con el artículo 732, que establece que el
incumplimiento de las personas de las que el deudor se sirve para la ejecución de la obligación se equipara al derivado del
hecho del propio obligado. El fundamento de esa solución está en la estructura del vínculo obligatorio: la irrelevancia
jurídica de la sustitución del deudor por el tercero, y la equivalencia de los comportamientos de ambos.
El mencionado artículo 1753 se aplicará entonces, únicamente, a los supuestos de responsabilidad
extracontractual por daños causados por el ejecutor material de la obligación, quedando excluida la responsabilidad
propiamente contractual (la derivada del incumplimiento materializado por el tercero), que se rige por el artículo 1749.

Producción de un daño extracontractual por acción u omisión dolosa o culposa


El segundo caso de responsabilidad directa mencionado por el artículo que se comenta abarca los daños que causa
una persona por su acción u omisión. Para comprender claramente los alcances de esta categoría, es preciso efectuar
algunas precisiones.
Ante todo, está claro que este segundo supuesto se refiere a los casos de responsabilidad extracontractual, es
decir, aquellos en los cuales el perjuicio no se produce como consecuencia del incumplimiento de una obligación
preexistente entre el dañador y la víctima.
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En segundo lugar, cabe resaltar que la ley se refiere a quien causa "un daño injustificado", es decir, sin que medie
una causa de justificación del hecho dañoso.
En tercer término, si en la producción del daño intervienen cosas riesgosas o viciosas, o si el perjuicio se produce
como consecuencia de una actividad peligrosa. se aplican los artículos 1757 a 1759 —que estructuran un régimen de
responsabilidad objetiva—, razón por la cual el supuesto previsto por el artículo 1749 abarca los daños causados sin cosas
(por el cuerpo "desnudo": golpes de puño, empujones, etc.; o sin contacto físico: injurias, divulgación no consentida de la
imagen, intrusión en la intimidad, etc.), o con el empleo de cosas que, por responder dócilmente al obrar humano, no son
riesgosas ni viciosas (cosas "instrumentales")
En este último caso se aplica el artículo que ahora se comenta. Aunque el Código no lo diga expresamente, está
claro que el factor de atribución aplicable en el caso que se está analizando no puede ser otro que el dolo o la culpa. Es
que ninguna norma del Código —con excepción del artículo 1750, supuesto especial de los daños por actos
involuntarios— prevé un factor objetivo para los daños causados por el hecho propio..
En conclusión puede afirmarse que, en los términos del artículo 1749, segundo supuesto, del Código, toda acción
u omisión dolosa o culposa que causa un daño extracontractual, sin que medie una causa de justificación, compromete la
responsabilidad directa de su autor.

▪ PLURALIDAD DE RESPONSABLES: NORMAS APLICABLES


ART. 1751 “Pluralidad de responsables. Si varias personas participan en la producción del daño que tiene una causa
única, se aplican las reglas de las obligaciones solidarias. Si la pluralidad deriva de causas distintas, se aplican las
reglas de las obligaciones concurrentes”.

En los supuestos en que el daño es causado por varias personas, la obligación de responder de todas ellas se regirá
por las normas relativas a las obligaciones solidarias, mientras que si cada una de ellas debe responder por una causa
distinta, resultarán aplicables las reglas de las obligaciones concurrentes.

Supuestos de responsabilidad solidaria - Solidaridad como regla


El Código contempla, en primer lugar, los supuestos en que la obligación de resarcir tiene una causa única,
aplicando las reglas referidas a las obligaciones solidarias. Es necesario tener en cuenta que cuando el artículo 1751 se
refiere a quienes "participan" está incluyendo tanto a todos los autores (es decir, quienes llevan adelante el hecho ilícito, o
toman parte en su realización) como a los consejeros (aquellos que, sin ser partícipes, estimulan la comisión del hecho) y
cómplices (los que prestan al autor o a los autores colaboración o auxilio antes o después de la comisión del hecho).
Igualmente, dicha enumeración no excluye que otros intervinientes, pues no es una enumeración taxativa.
Resultan aplicables en la materia las disposiciones referidas a las obligaciones solidarias (arts. 833 y ss.) Sin
perjuicio de ello, resulta necesario resaltar algunas de las particularidades de este tipo de obligaciones.
En primer lugar, el pago por parte de uno de los codeudores de la totalidad de la obligación produce su extinción
respecto de todos (art. 835, inc. a).
También el Código prevé expresamente la acción de contribución entre los deudores, de forma tal que aquel que
paga puede repetir de los demás codeudores, según la participación que cada uno de ellos haya tenido en el hecho (art.
840), de conformidad con las pautas establecidas en el artículo 841.
Finalmente, los efectos de la suspensión e interrupción de la prescripción se extienden a favor de los restantes
codeudores (arts. 839, 2540 y 2549).
En cuanto a los supuestos en que es aplicable la solidaridad pasiva, quedarán comprendidos en su ámbito los casos
en que el daño ha sido causado por el hecho propio de cada uno de los involucrados, cuando se encuentran
individualizados (art. 1749), como así también cuando no resulta posible establecer quién o quiénes de un grupo
determinado han ocasionado el daño (art. 1761), o en los supuestos en que media una actividad peligrosa de un grupo (art.
1762). En todos estos casos, la responsabilidad múltiple de cada uno de los partícipes en el hecho ilícito tiene una causa
común, más allá de la existencia de otros responsables, cuya obligación pueda ser concurrente.

Supuestos de responsabilidad concurrente


A diferencia del supuesto regulado en el apartado anterior, existen determinados casos en que, si bien existen
distintos sujetos responsables por la producción del daño, cada uno de ellos responde por una causa distinta. Y, conforme
a lo regulado en la disposición en comentario, la responsabilidad de cada uno de ellos será concurrente. Al respecto, cabe
recordar que, a diferencia de lo que sucede con las obligaciones solidarias, en las concurrentes los deudores, si bien deben
el mismo objeto, lo hacen en razón de causas diferentes (art. 850 del Código, a cuyo comentario se remite).
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Ello así pues en las obligaciones solidarias existe una sola obligación, con pluralidad de vínculos coligados,
mientras que en las concurrentes hay varias obligaciones, sin conexión entre los deudores. Las diferencias entre uno y otro
supuesto no son menores.
- En primer lugar, el cumplimiento del término de prescripción, o su interrupción o suspensión respecto de uno de
los deudores, no tiene efectos expansivos respecto de los restantes responsables (art. 851, inc. e).
- A su vez, la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada contra uno de los codeudores no es oponible a los
demás (art. 851, inc. d).
- Finalmente, la mora de uno de los deudores no produce efectos expansivos con respecto a los otros codeudores
(art. 851, inc. f), mientras que en las obligaciones solidarias la mora de uno de los responsables perjudica a los demás (art.
838).
Así, quedan comprendidos en este apartado todos los supuestos de responsabilidad en los cuales, más allá del
responsable directo del perjuicio, existe otro sujeto que debe responder, aunque por razones distintas. Por ejemplo, la
obligación será concurrente entre el principal y el dependiente, pues mientras que el deber de responder de este último se
encuentra fundado en su participación directa en el hecho, el principal responderá en forma refleja, con sustento en la
responsabilidad objetiva consagrada en el artículo 1753 del Código, que expresamente establece esta solución en el caso.
Lo mismo sucederá cuando deba responder el dueño o guardián de una cosa viciosa o riesgosa (art. 1757), junto al
conductor del automóvil o quien operaba la cosa de su propiedad o bajo su cuidado. En ambos supuestos el deber de
responder a cargo de cada uno de los sujetos tiene una fuente distinta, por lo cual su responsabilidad es concurrente frente
a la víctima.

El hecho del tercero como eximente


El artículo en comentario deja bien en claro que cuando varias personas intervienen en la producción del daño su
responsabilidad es, según los casos, solidaria o concurrente. Esto requiere ciertas precisiones en relación con el artículo
1731, que regula el hecho del tercero como eximente, y —si bien dispone que aquél debe reunir los caracteres del caso
fortuito— se refiere también a la posibilidad de que medie una exoneración parcial.
Por consiguiente, para que uno de los sindicados como autores del daño pueda exonerarse invocando el hecho de
un tercero es preciso que ese otro hecho revista los caracteres del caso fortuito, es decir que haya sido imprevisible o
irresistible, además de exterior.
Como resulta del artículo 1730, el caso fortuito exime de responsabilidad, lo cual debe entenderse como una
exoneración total; si hay caso fortuito, ese hecho imprevisible o inevitable se constituye en la verdadera y única causa
adecuada del daño, y desplaza al hecho de los demás sindicados como responsables. En ese supuesto —y únicamente en
él—, no puede aplicarse la norma que ahora comentamos (art. 1751), que exige que varias personas "participen" en la
producción del daño, es decir que sean autoras de él, en todo o en parte. Por eso dice el artículo 1731 que el hecho del
tercero exime si reúne las características del caso fortuito. Contrariamente, el hecho del tercero que no reúne los caracteres
del caso fortuito no exonera —ni siquiera parcialmente— al sindicado como responsable frente a la víctima, pues en tal
caso, según queda dicho, se aplica el artículo 1751 y todos los involucrados responden solidaria o concurrentemente,
según los casos.

Excepción a la regla de la solidaridad.


Principio de la simple mancomunación en el incumplimiento de las obligaciones
Mientras que la norma en comentario consagra el principio conforme el cual la obligación de resarcir el daño
ocasionado, cuando existen varios responsables, es solidaria o concurrente —según el caso—, el artículo 828 del mismo
cuerpo legal mantiene el principio de la simple mancomunación, pues expresamente dispone que la solidaridad no se
presume, y debe surgir inequívocamente de la ley o del título constitutivo de la obligación.
Por consiguiente, el principio que se viene estudiando (todos los corresponsables deben el total de la deuda frente
a la víctima) reconoce una excepción en la responsabilidad derivada del incumplimiento de obligaciones, donde si la
solidaridad no resulta de la ley, o del título de la obligación, cada uno de los deudores responderá exclusivamente con
relación a su parte, incluso si más de uno de ellos ha incumplido con la prestación que le competía.

▪ LA FIGURA DEL ENCUBRIDOR


ART. 1752 “Encubrimiento. El encubridor responde en cuanto su cooperación ha causado daño”

Concepto
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El Código incorpora, entre los responsables por los daños ocasionados por un hecho ilícito, al encubridor. El
encubrimiento constituye una figura distinta de los autores, consejeros y cómplices, tipificada penalmente entre los delitos
contra la administración de justicia (art. 277 del Código Penal). Se configura cuando, sin haber prestado ayuda al autor
o a los autores del hecho ilícito, el sujeto, después de la comisión del delito, ayuda al autor a eludir las
investigaciones de la autoridad, o a sustraerse de la acción de ella, u omite denunciar el hecho, encontrándose
obligado a hacerlo.

Alcance de su responsabilidad
En virtud de ello, no en todos los casos quien actúa como encubridor debe responder por el perjuicio ocasionado,
sino sólo cuando su accionar ha cooperado en la producción del daño que sufrió el damnificado, pues es justamente su
aporte causal lo que lo obliga a responder, y no su participación directa en el hecho del autor. El encubridor no responderá
solidariamente con los autores del hecho ilícito, pues debe responder por los daños ocasionados por su propio hecho,
que es independiente de la obligación del autor principal. Se aplicarán, en consecuencia, las reglas correspondientes a las
obligaciones concurrentes, y no a las solidarias, pues, siguiendo el principio sentado por el artículo 1751 del Código, el
deber de responder del encubridor tiene una causa distinta de la que obliga a los autores principales del evento.

▪ LA REPONSABILIDAD DE EQUIDAD
Resarcimiento de equidad - Antecedentes
El resarcimiento de equidad se contrapone al resarcimiento pleno. La remisión al art. 1718 debe entenderse como
referente al inc. c) último párrafo donde dice que la indemnización a favor del damnificado por un acto necesitado será
valuada en cuanto el juez la considere equitativa. A diferencia del art. 907 segundo párrafo que fijaba algunas pautas para
otorgar el resarcimiento de equidad, el nuevo código deja totalmente librado al criterio del juez las pautas a tener en
cuenta para cuantificarla. Es requisito que el acto del privado de discernimiento tenga relación causal con el daño. Por
más que no haya sabido lo que hacía, no por eso debe cargar con daños que no causó.
La prudencia del juez, sin embargo, aconseja seguir las pautas del artículo sustituido, es decir tener en cuenta el
patrimonio de la víctima y la situación del responsable. Esto quiere decir que la responsabilidad del inimputable puede
llegar a ser total, si la equidad así lo aconsejara. También deberá tener en cuenta si hay posibilidad de cobrar a algún
responsable indirecto, que tendrá responsabilidad plena, como por ejemplo el curador del incapaz.

▪ RESPONSABILIDAD POR ACTOS INVOLUNTARIOS


ART. 1750 “Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño causado por un acto involuntario responde
por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto en el artículo 1742. El acto realizado por quien sufre fuerza irresistible no
genera responsabilidad para su autor, sin perjuicio de la que corresponde a título personal a quien ejerce esa fuerza.”

Normas aplicables
Como se vio, quien causa un daño por hecho propio por acción u omisión responde, en principio, por culpa o dolo
(art. 1749) Sin embargo, esos factores de atribución requieren, como requisito ineludible, la existencia de una
"imputabilidad de primer grado" constituida por la existencia de discernimiento, intención y libertad.
No puede haber culpa —ni, a fortiori, dolo— si no existe un hecho voluntario (conf. arts. 260 y 261) Por tal razón,
el artículo que se comenta estructura un régimen especial para los daños causados como consecuencia de un acto
involuntario, fundado en la EQUIDAD como factor de atribución.
De más está decir que nos encontramos, en este caso, ante un supuesto de responsabilidad objetiva. El
presupuesto para la aplicación de la indemnización de equidad que contempla la norma es la existencia de un daño
causado por un acto involuntario. Dado que la antijuridicidad se concibe, en el Código, de un modo objetivo (art. 1717),
es claro que el acto es antijurídico aun cuando falte voluntariedad. De acuerdo al artículo 260, un acto es voluntario
cuando es ejecutado con discernimiento, intención y libertad. Cuando falte alguno de esos elementos, entonces, el acto
será involuntario. Por consiguiente, la responsabilidad fundada en la equidad que prevé el artículo 1750 alcanza no sólo a
quien obra sin discernimiento (esto es, quien al momento de realizar el acto esté privado de razón, o los actos ilícitos de
los menores de diez años, art. 261), aunque sea ése el supuesto más común, sino también a quien produce un perjuicio
sobre la base de una falsa apreciación de las circunstancias de hecho, ya sea sobre la base de un error (arts. 265 a 270) o
del dolo de otro (arts. 271 a 275), porque en tales supuestos falta la intención como elemento de la voluntad. Lo propio
cabe decir de la violencia (arts. 276 a 278), que vicia la libertad, aunque cabe hacer la salvedad de lo que más adelante se
dirá acerca de los casos en que existe una fuerza física irresistible que excluye totalmente la autoría, supuesto
expresamente previsto por el segundo párrafo del artículo en comentario.
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Es que sin perjuicio de que las normas del Código atinentes al error, el dolo y la violencia están concebidas
particularmente en lo atinente a los negocios jurídicos, en tanto se trata de vicios de la voluntad, también tienen
aplicación en materia extracontractual, para excluir el carácter voluntario del acto ilícito
Se ha sostenido que el factor equitativo que justifica la responsabilidad en estos casos es prioritariamente de
índole económica (por ej., si el agente tiene un patrimonio cuantioso, y la víctima es humilde), y que dicha directiva debe
evaluarse no sólo para decidir si procede o no la responsabilidad sino también para mensurar su alcance. La reparación —
si el juez la entiende procedente— puede no ser plena, y su importe debe ser evaluado según las circunstancias del caso.
En ese sentido, el artículo 1750 remite a lo dispuesto en el artículo 1742, que faculta al juez a atenuar la indemnización si
ello fuere equitativo en función del patrimonio del deudor, la situación personal de la víctima y las circunstancias del
hecho.
Finalmente, cabe hacer una breve referencia a la articulación de la norma comentada con los artículos 1754 y
1755, que estructuran la responsabilidad de los padres por los daños causados por sus hijos. El artículo 1754 hace
salvedad de la responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos, lo cual se refiere no sólo a la que pueda
corresponderles por su culpa (art. 1749), sino también en aquellos casos en los que los hijos sean menores de diez años, a
la que pueda imputárseles sobre la base de la equidad según el artículo 1750. En tal supuesto, la aplicación del criterio de
equidad previsto en la norma en comentario podrá conducir ya sea a la total irresponsabilidad del menor (v. gr., si carece
de bienes propios), o bien a su condena a pagar una indemnización atenuada, o, en algún supuesto, una reparación plena
(caso del menor que tiene un patrimonio importante y causa daños graves a una persona de escasos recursos).

Daños causados mediante el empleo de fuerza física irresistible - Consecuencias


La segunda parte del artículo que se comenta prevé la situación de la persona que causa un daño estando sujeta a
una fuerza física irresistible ejercida por un tercero. Es el caso de quien, hallándose caminando por la vereda, es empujado
por otro, cae sobre un peatón y lo proyecta contra un automóvil que pasaba por la acera.
En tales casos, no existe ni siquiera acción de su parte, pues la acción humana —que debe ser distinguida de la
voluntariedad— requiere de un mínimo de participación subjetiva del agente. En la fuerza irresistible, en realidad en tales
casos el sujeto es reducido al estado de mero instrumento pasivo de otro, razón por la cual no puede hablarse de acto: la
acción no puede ser imputada al agente aparente, sino al real. Por eso este supuesto queda fuera de la posibilidad de
imponer un resarcimiento de equidad.

4) RESPONSABILIDAD POR EL HECHO DE TERCEROS

ART. 1753. “Responsabilidad del principal por el hecho del dependiente. El principal responde objetivamente por los
daños que causen los que están bajo su dependencia, o las personas de las cuales se sirve para el cumplimiento de sus
obligaciones, cuando el hecho dañoso acaece en ejercicio o con ocasión de las funciones encomendadas. La falta de
discernimiento del dependiente no excusa al principal. La responsabilidad del principal es concurrente con la del
dependiente.”

Responsabilidad de excepción
La regla en el código es la responsabilidad directa por el hecho propio, art. 1749. Cuantitativamente gran parte de
las actividades de la vida moderna se desarrollan cuando una persona se sirve de otra, lo que puede originar una
responsabilidad indirecta o refleja, que es cuando responde otra persona que es la que produjo el daño pero que tiene un
vinculo con el comitente, razón por lo que la ley lo convierte en responsable.

Responsabilidad objetiva
En el Código de Vélez había quienes habían sostenido varias teorías:
1. La responsabilidad del principal era subjetiva, por culpa, en presunción iuris tantum. Esa culpa podía
consistir en la falta de vigilancia o en una mala elección del dependiente.
2. Otra postura también la consideró por culpa, pero con presunción iuris et de iure, es decir, absoluta. no
admitía prueba en contrario, por lo que se la criticó aún mas que a la anterior.
3. Con el tiempo la jurisprudencia y la doctrina se fueron inclinando por considerar que la responsabilidad del
principal por el hecho del dependiente era objetiva.
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a. Para algunos ese fundamento objetivo era el riesgo, que se traduce al riesgo de contratar a terceros.
b. Para otros es la garantía la razón del carácter objetivo de la responsabilidad del principal, que se traduce
en la falta de deberes legales tendientes a asegurar la eficaz actividad que se desarrolle.
Así Trigo Represas y López Mesa dicen: "Se trataría de una obligación legal de garantía, impuesta por
consideraciones de justicia y de interés social, y como medio de brindar una más eficaz protección a la
víctima, ante la posible insolvencia del autor directo del daño "
Para Orgaz, la ley, por razones prácticas y de justicia, constituye la principal en garante de las culpas de
sus subordinados en el ejercicio de sus funciones.

Con el nuevo Código Civil la discusión ha terminado: la responsabilidad del principal por el hecho del
dependiente es objetiva.

Condiciones de procedencia
El principal no responde por todos los actos de su dependiente. No es garante de todo lo que haga, sino en la
medida en que concurran los siguientes presupuestos:

A. Relación de dependencia entre dependiente y principal


La primera condición es que exista una relación de dependencia. El concepto es mucho más amplio que la
dependencia del derecho laboral, la dependencia civil es más amplia. Abarca a todo aquel que actúa por cuenta o en
interés de otro, en virtud de algún vínculo jurídico de subordinación. La idea de subordinación de poder dirigir la
actividad del otro o darle instrucciones es necesaria porque de lo contrario no hay dependencia. La dependencia
comprende las situaciones en las cuales el principal tiene un poder de mando, de control, de dar instrucciones, pero que
además esas órdenes o instrucciones satisfagan el interés de quien manda. Por eso no hay dependencia cuando el
dependiente es un empresario que realiza sus actividades a su propio riesgo y sin recibir instrucciones. La dependencia
puede existir sin que exista contraprestación dineraria. El voluntario de una organización de caridad o protección del
medio ambiente, compromete la responsabilidad de la entidad que le da organizaciones. La dependencia civil también
puede ser ocasional o transitoria, sin que sea necesario un vínculo perdurable en el tiempo. La orden debe ser lícita. Si es
ilícita, no hay responsabilidad refleja, sino directa del dependiente. El dependiente normalmente será una persona humana
pero puede ser una persona jurídica.

B. Hecho dañoso acaecido en OCASIÓN o EJERCICIO de la función encomendada


El principal no es garante de todo lo que haga su subordinado, sino que debe existir una relación causal, una cierta
y razonable vinculación entre lo que se encargó hacer al dependiente y el perjuicio, por lo que el comitente no responde de
todos los daños ocasionados. El ejercicio de la función quiere decir que se desempeña la función encomendada, incluso en
casos de abuso de la función. Para esta teoría tiene importancia el tiempo y lugar es importante para esta teoría. El
principio no es absoluto porque hay trabajos que no tienen horarios fijos ni se realizan en un recinto cerrado. Igualmente
el daño puede haber sucedido en el lugar y horario de trabajo y no tener relación alguna con las tareas.
En EJECUCIÓN, se refiere a realizando efectivamente la función, cumpliéndola. Por ej. el colectivero que
choca a un peatón en su jornada laboral. En OCASIÓN, es un concepto más amplio. Son actos ajenos a la función de
trabajo encomendada pero que no se hubiese llevado a cabo sin esa función laboral que recae en el sujeto. Por ej. el
colectivero que discute con un pasajero y lo lesiona.

C. Acto ilícito del dependiente


Para que el principal responda, el dependiente debe haber cometido un daño. Ese acto dañoso por lo general es
voluntario, pero el código incluye a los actos garantizados por el principal, a los realizados con falta de discernimiento. Es
en razón de que la antijuricidad es objetiva, siempre se responde. Si el empleado consume drogas en el trabajo y asalta a
un cliente, el principal responde. Con este dispositivo se refuerza la posibilidad de cobro de la indemnización a la vez que
se refuerza el carácter preventivo que tiene.

Obligación concurrente
Se “atenúa” la responsabilidad del principal. Esto quiere decir que se responde por distintas causas, y que por ello,
el principal tiene acción de regreso y que también puede ser demandado en forma exclusiva. Por ej. si a un albañil, (que se
constituye como dependiente porque trabaja para una empresa de construcción cuyo dueño es su jefe y principal de la
obligación), en ejercicio de su función de construir un muro, se le cae un ladrillo y mata a un peatón, ambos deben la
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indemnización, pero el albañil por responsabilidad directa y el dueño de la constructora o jefe del albañil por
responsabilidad indirecta.

5) RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES

ART.1754. “Hecho de los hijos. Los padres son solidariamente responsables por los daños causados por los hijos que se
encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad personal y
concurrente que pueda caber a los hijos.”

Responsabilidad de los padres por hechos de los hijos


Los padres son responsables por los daños que causen los hijos que se encuentran bajo responsabilidad parental.
Sin perjuicio de la responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos.

La responsabilidad parental como fundamento


Con el tiempo prevaleció la postura que sostiene que el factor es objetivo. Concretamente se trata de un deber
derivado de la patria potestad (Mosset Iturraspe), hoy responsabilidad parental. La responsabilidad parental es el
fundamento de la responsabilidad paterna por varios motivos:
a) Los padres responden por los daños que causen los hijos que se hallan " bajo su responsabilidad parental”.
b) La responsabilidad es objetiva, dice el Código, lo que es perfectamente predicable de una carga derivada de la
responsabilidad parental. No importa cuanta diligencia se ponga, lo mismo se responde.
c) Hasta tal punto es un deber derivado de la responsabilidad parental, que si se pierde por un motivo imputable,
la responsabilidad civil no se extingue. El abandono del hijo no tiene premio.
d) La responsabilidad cesa si el hijo menor de edad es puesto bajo la vigilancia de otra persona, transitoria o
permanentemente (por ej. en el colegio). No se refiere la ley a la actitud desaprensiva de quien entrega un hijo porque no
lo quiere criar sin preocuparse de su futuro, sino a quien pone a su hijo bajo la vigilancia de otra persona (por ej. maestro)
En definitiva es una actitud compatible con una paternidad responsable.
e) Los padres sólo responden mientras sus hijos son menores, porque la responsabilidad se deriva de la
responsabilidad parental. Cesa la responsabilidad por los hechos cometidos más allá de los 18 años porque a esta edad se
adquiere la mayoría de edad (art 13). Lo que cuenta es la edad que tenía el menor al cometer el hecho, por lo que los
padres no se desobligan si el menor es demandado cuando es mayor, o si alcanza la mayoría durante el juicio.
Se debe distinguir:
I. Menos de 10 años: no responden, sólo sus padres son responsables.
II. Mayores de 10 años: discernimiento para actos ilícitos Pueden tener responsabilidad personal o
III. Mayores de 13 años: con discernimiento para actos lícitos concurrente
IV. Mayores de 18 años: son responsables directos de sus actos

Hipótesis diversas
El Código exige para que el padre responda que los hijos se encuentren "bajo su responsabilidad parental”. Si el
menor no se halla bajo la responsabilidad parental, el padre no tiene forma de controlar o supervisar el comportamiento y
educación de su hijo.
El principio es que el padre no responde cuando no tiene la responsabilidad parental de su hijo, como podrían ser
los casos de privación de la responsabilidad parental (art. 700) y de suspensión del ejercicio de la responsabilidad parental
(art. 702).
Sin embargo esto tiene una limitación en el propio art. 1754 cuando dice que esa falta de convivencia no puede ser
"atribuible". Pizarro explica esto con claridad cuando dice si no fuere así " quien ha incurrido en las más groseras
violaciones a los deberes que impone la patria potestad, a punto de haber sido privado de ella, quedaría en mejor situación
que aquel que ha cumplido acabadamente con aquellos”.
Si el mayor de edad recibe alimentos hasta los 21 años (art. 658 y 662), o hasta los 25 (art. 662) porque estudia o
se capacita y esto le impide mantenerse, los padres no son responsables, porque la responsabilidad parental ha cesado y el
padre alimentante no tiene ninguna prerrogativa para controlar la conducta de su hijo.

Convivencia
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Los padres sólo responden por los menores bajo responsabilidad parental que convivan con ellos. La falta de
convivencia no debe ser jamás atribuible a los padres. Esto quiere decir que no debe ser por culpa o dolo de ellos, como
podría ser el caso de abandono. En situaciones de normalidad el menor convive con ambos progenitores, quienes tienen la
responsabilidad parental (art. 641 inc. a). El requisito de la convivencia ha sido entendido con criterio amplio por la
jurisprudencia.

Solidaridad
La responsabilidad es además solidaria entre los padres. La víctima puede demandar a cualquiera de los padres
por el total y luego entre ellos, si corresponde, podrá tener lugar la correspondiente acción de contribución. Sin embargo
hay un cambio, que en una primera lectura pasa desapercibido. El actual código dice en el art. 1114: "El padre y la madre
son solidariamente responsables de los daños causados por sus hijos menores que habiten con ellos, sin perjuicio de la
responsabilidad de los hijos si fueran mayores de diez años". El Código mantiene la solidaridad, pero no hace la distinción
entre menores de diez años y los demás.

Responsabilidad personal de los hijos


El Código no ha suprimido la responsabilidad personal de los hijos, pero se agrega que es concurrente con la de
los padres. Esto es correcto porque a partir de cierta edad, tienen capacidad para comprender los hechos ilícitos. Un niño
de once años sabe que robar o matar está mal. El tercero damnificado tiene acción directa contra el hijo menor, porque
puede darse el caso de que tenga más bienes que sus padres, por herencia por ejemplo. Claramente dice el Código que la
responsabilidad del menor es "personal y concurrente". Podría darse el caso de que el damnificado demandara en forma
conjunta a los padres y al menor.
La diferencia es que la acción instaurada contra los padres será solidaria sólo entre ellos (en razón de la
responsabilidad parental) y contra el menor concurrente (es el menor y los padres, el menor por causa de resp. directa y
los padres por causa de la resp. parental indirecta).

Acción de regreso de los padres contra los hijos


El menor responde directamente a partir de los diez años y el padre tiene acción de regreso. Esto es así porque la
capacidad para comprender hechos ilícitos se fija también en diez años (art. 261 inc. b). El régimen es igual, pero la
verdad es que hubiera sido mejor que la ley lo dijera expresamente. Nada dice el Código sobre la acción de regreso de los
padres contra los hijos mayores de diez años. Pero debe entenderse que existe porque la responsabilidad es "personal y
concurrente" de los hijos. En el Código, la situación es la misma por aplicación del art. 851 inc. h, que regula las
obligaciones concurrentes y dice que "la acción de contribución del deudor que paga la deuda contra los otros obligados
concurrentes se rige por las relaciones causales que originan la concurrencia " .

Cesación de la responsabilidad paterna


ART.1755.- “Cesación de la responsabilidad paterna. La responsabilidad de los padres es objetiva, y cesa si el hijo
menor de edad es puesto bajo la vigilancia de otra persona, transitoria o permanentemente. No cesa en el supuesto
previsto en el artículo 643. Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta
circunstancia deriva de una causa que les es atribuible. Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en
tareas inherentes al ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por terceros. Tampoco
responden por el incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente contraídas por sus hijos.”

Carácter objetivo de la responsabilidad


El Código pone fin a la polémica sobre el carácter objetivo o subjetivo de la responsabilidad que pesa sobre los
padres. Claramente dice que el factor de atribución es objetivo, lo que en el Código quiere decir, según el texto del art.
1722, que " la culpa del agente es irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el responsable se
libera demostrando la causa ajena, excepto disposición legal en contrario".
Los padres son responsables de los daños que causen sus hijos y la diligencia que demuestren es inútil salvo que
prueben la causa ajena y en el Código estos factores son el hecho del damnificado (art. 1729), el caso fortuito o fuerza
mayor o (art. 1730) o el hecho de un tercero (art. 1731).
El nuevo Código es más sincero con lo que la realidad de la jurisprudencia y la doctrina estaban mostrando: una
vez que un menor causaba un daño, ninguna diligencia que se demostrara era suficiente para desvirtuar la presuncióniuris
tantum que pesaba sobre los padres La responsabilidad objetiva del Código significa que los padres vigilarán y educarán
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

con sumo cuidado a sus hijos de manera de no tener que responder por ellos, sabiendo que prácticamente no hay
escapatoria.

Cesación de la responsabilidad
La responsabilidad cesa "si el hijo menor de edad es puesto bajo la vigilancia de otra persona, transitoria o
permanentemente”. Esto puede ser entendido como comprensivo de las siguientes situaciones:
a) Colegio: Si el menor está bajo la autoridad escolar, ya sea en un régimen común o internado, los padres no
responden. En esos casos el menor está puesto bajo la vigilancia de otra persona. La otra persona no debe ser un
dependiente de los padres (una doméstica) porque no tienen poder total de decisión sobre la vigilancia y educación, sino
que reciben instrucciones.
La excusa de responsabilidad sólo sirve cuando el menor está en el colegio, bajo la autoridad del establecimiento
educativo, por lo que los daños que causa el menor cuando se retira de la institución, vuelven a ser responsabilidad de los
padres.
b) Cuidado personal a cargo del otro progenitor: En el caso de divorcio, lo que antes se llamaba "tenencia", para el
Código es "cuidado personal". Puede interpretarse que cuando el cuidado personal está a cargo del otro progenitor, ése es
responsable por sus daños. No hay ninguna disposición que haga pensar que el principio del código actual ha sido dejado
de lado. Si el menor hijo de padres separados o divorciados estuviera en ese momento al cuidado del otro progenitor,
como puede suceder por el régimen de visitas, ese progenitor será responsable.
c) Cuidado personal a cargo de otra persona: En el código de Vélez esto es lo que se llama transferencia de guarda. El
art. 643 del Código recientemente sancionado permite " por razones suficientemente justificadas " y por el " plazo
máximo de un año " convenir que el ejercicio de la responsabilidad parental sea otorgado a un pariente o tercero idóneo.
Este acuerdo debe ser homologado judicialmente. Una primera lectura lleva a pensar, que en este caso, como hay una
delegación del ejercicio de la responsabilidad parental, no hay responsabilidad por daños, porque el 1754 exige que el
menor esté "bajo su responsabilidad parental". Sin embargo luego el 643 dice que " los progenitores conservan la
titularidad de la responsabilidad parental y mantienen el derecho a supervisar la crianza y educación del hijo en función de
sus posibilidades". En ese caso los padres no son responsables, porque conservan la titularidad pero no el ejercicio de la
responsabilidad parental. Sin embargo los padres no pueden quedar desobligados y mucho menos las víctimas
desprotegidas. En esos casos, si bien no hay responsabilidad civil, el Juez puede otorgar a la víctima una reparación de
equidad (art. 1750) El tercero a que se refiere el art. 643 sí es responsable porque se le transfiere la responsabilidad
parental.

La otra mención de la ley es que " los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos,
si esta circunstancia deriva de una causa que les es atribuible”. La norma no se refiere al divorcio sino al abandono
malicioso, a no premiar al que se desentiende de sus hijos, al irresponsable que trae hijos al mundo, pero luego no se
ocupa de ellos, a la expulsión del hijo a la calle porque ya no se lo puede controlar. Así se ha dicho que no cesa la
responsabilidad del progenitor que no convive con el menor por simple separación de hecho, porque " el alejamiento del
hogar, dejando a los hijos a cargo del otro progenitor, importa un desconocimiento de sus deberes, circunstancia esta que
no puede ser amparada por la ley... "
La interrupción de la convivencia no sería atribuible a los padres si la causa fuera pasar una temporada de
descanso en casa de familiares responsables o realizar un curso universitario, o cuando la interrupción de la convivencia
se produce por fuga de uno de los cónyuges ignorándose su paradero.

Menor que ejerce profesión


El padre no responde por los daños que cause el menor que trabaja porque no está bajo la vigilancia del padre,
sino de su empleador o comitente. Igualmente los padres no responden por las obligaciones contractuales válidamente
contraídas por sus hijos, ya que los padres no son garantes o fiadores de sus hijos. La ley no les impone tal deber, sino que
el acreedor debe ser diligente y calcular el riesgo de incumplimiento que asume si contrata con un menor de 18 años que
desempeña una profesión. Es cierto que el Código solo menciona a " los daños " y que en la responsabilidad civil ya no se
distingue entre contractual y extracontractual. Sin embargo los daños que el art. 1754 del Código pone a cargo de los
padres, son claramente extracontractuales. Debe aclararse que la interpretación de la irresponsabilidad de los padres de
menores que ejercen su profesión es restrictiva y que sólo comprende a los daños relacionados con ese desempeño. Por
lo que los padres siguen siendo responsables de los daños que causen los menores fuera de su ámbito de trabajo o
profesión.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Otras personas encargadas


ARTÍCULO 1756.- “Otras personas encargadas. Los delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental, los tutores
y los curadores son responsables como los padres por el daño causado por quienes están a su cargo. Sin embargo, se
liberan si acreditan que les ha sido imposible evitar el daño; tal imposibilidad no resulta de la mera circunstancia de
haber sucedido el hecho fuera de su presencia. El establecimiento que tiene a su cargo personas internadas responde por
la negligencia en el cuidado de quienes, transitoria o permanentemente, han sido puestas bajo su vigilancia y control”

Responsabilidad de los tutores y curadores


Las disposiciones relativas a los padres son aplicables a los tutores y curadores. Las condiciones para que sean
responsables son:

a) Minoridad o incapacidad. El tutor es responsable por los actos del menor desde el momento del discernimiento
hasta la mayoría de edad. Ocupa el lugar del padre o la madre del menor y por eso la ley los equipara. La tutela
comprende a los menores; la curatela, a los incapaces. Si hay más de un tutor (art. 105), ambos son responsables
solidarios. La norma del art. 1756 sólo menciona a los tutores, pero se entiende que se refiere sólo al tutor que tiene la
responsabilidad parental del menor (art. 104).
El tutor responde de todos los daños de su pupilo menor, tenga más o menos de diez años, con el solo límite de la
mayoría de edad a los dieciocho años. Respecto a los incapaces, debe entenderse que se refiere solo a los curadores de
insanos o dementes, que son quienes no pueden comprender la ilicitud de sus actos. Los demás incapaces o personas con
capacidad restringida, como los pródigos (art. 48, Cód. Civil) responden por sus actos en forma personal, pues la curatela
del pródigo es al solo efecto de la protección del patrimonio. Lo mismo vale para los sordomudos que no saben darse a
entender por escrito. Lo mismo vale para el curador de los penados (art. 12, Cód. Penal)
b) Tutela o curatela otorgada judicialmente. Tanto la tutela como la curatela son discernidas judicialmente. No
existe al respecto responsabilidad contra el tutor o curador de facto
c) Convivencia. El pupilo o incapaz debe convivir con su curador de la misma manera que el hijo con el padre,
por lo que, en principio, valen los mismos principios. Cesa, en cambio, la responsabilidad del curador si el insano hubiese
sido internado en un establecimiento psiquiátrico.
d) Acto ilícito. El último requisito es que el menor o el insano hayan cometido un daño. El acto debe ser
objetivamente ilícito si es cometido por un insano o por un menor de diez años. Pero debe ser cometido con culpa si tiene
más de diez años. Lo mismo que para la responsabilidad de los padres, al igual que lo afirmado en torno a la posibilidad
de repetir el daño.

Imposibilidad de evitar el daño El segundo párrafo del artículo dice: "Se liberan si acreditan que les ha sido
imposible evitar el daño”. Se entiende que se refiere tanto a los tutores y curadores como a los padres, porque en el primer
párrafo del artículo dice que "son responsables como los padres... " .
El hecho sucedido fuera de la presencia de los padres El Código Civil agrega: " tal imposibilidad no resulta de
la mera circunstancia de haber sucedido el hecho fuera de su presencia" Si el menor está fuera de la presencia de los
padres por un hecho asimilable al caso fortuito, no hay dudas que los padres serán irresponsables por sus daños, pero por
el caso fortuito y no por haber sucedido el hecho fuera de su presencia. Aparentemente hay una contradicción con los
Fundamentos, que aclara que si la responsabilidad paterna es objetiva, sería contradictorio que puedan probar los
progenitores que aun habiendo colocado la máxima diligencia, el hecho haya ocurrido, ya que precisamente la vigilancia
es lo que debe primar.

Establecimientos que tienen personas internadas


El curador deja de tener responsabilidad objetiva por los daños, cuando la persona incapacitada es internada en un
establecimiento sanitario. La novedad es que expresamente el Código declara que la responsabilidad del establecimiento
es subjetiva. El código no ha hecho más que reconocer a la jurisprudencia mayoritaria sobre suicidio de pacientes
internados en pacientes psiquiátricos.
RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

BOLILLA 15.
Responsabilidad derivada de la intervención de cosas y de ciertas actividades. CONCEPTOS
GENERALES.

Luego de la reforma de la ley 17,711 al artículo 1113 del código civil se ha desarrollado una amplia y consolidada
doctrina jurisprudencial sobre la interpretación de este texto que no se puede ignorar.
Es necesario incluir el concepto de actividad riesgosa, que la mayoría de la doctrina argentina ha aprobado.
Respecto a la definición de esta noción hay mucha discrepancia. Por estas razones el texto contempla dos supuestos:
1. el daño causado por el riesgo o vicio de las cosas, que mantiene la ya referida regla del artículo 1113
del actual código.
2. De las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o por
las circunstancias de su realización.
En todos los casos la responsabilidad es objetiva. No son eximentes la autorización administrativa para el uso
de la cosa o la realización de la actividad, ni el cumplimiento de las técnicas de prevención.
En cuanto sujeto responsable, se admite que el dueño guardián es responsables indistintamente del daño causado
por las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el control de la cosa,
o a quien obtiene un provecho de ella. El dueño no responde si prueba que la cosa fue usada en contra de su voluntad
expresa o presunta.

Responsabilidad por las cosas. Antecedentes: el artículo 1113 del código derogado.
La reforma del año 1968 introdujo en el código derogado, la teoría del riesgo creado fundado en que es equitativo
que quien con sus actividades crean riesgos para terceros, asuma la responsabilidad por los daños, tanto más si se
beneficia económicamente de tales actividades. La reforma de la ley 17,711 agregó el texto original del artículo
1113 dos supuestos: en los daños causados con las cosas, el dueño guardián, para eximirse de responsabilidad deberá
demostrar que su parte no hubo culpa; pero si el daño hubiese sido causado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se
eximirá total o parcialmente de responsabilidad acreditando la culpa de la víctima o de un tercero porque no debe
responder.
La interpretación del artículo 1113 del código derogado originó alguna discrepancia, particularmente para definir
los supuestos comprendidos y para deslindar los de la responsabilidad por culpa probada y de la culpa presumida.
Se discutía también si el artículo 1113 del código derogado comprendía a las actividades riesgosas y sin actividad
riesgosa requería de la utilización de cosa. Buena parte de la doctrina afirmaba que la doctrina riesgosa estaba
comprendida en el riesgo de la cosa, aunque sólo si se valía de O empleaba cosa.
Una actividad el riesgosa cuando por su propia naturaleza o por las circunstancias de su realización genera riesgo
o peligro para terceros, intervenga o no una cosa, activa o pasivamente. La actividad riesgosa es aquella que potencia
la probabilidad de daños a terceros, acrecienta el nivel normal de peligro insito en toda conducta humana lícita, con
una tipicidad social determinada.
Las diferentes posiciones mencionadas, mantienen vigencia en el sistema actual en lo atinente al distingo entre
el riesgo y vicio. Yo así ya que el artículo 1757 alude también al igual que el anterior artículo 1113 al riesgo y vicio
de las cosas. De modo que en ese aspecto no hay diferencias importantes con relación al sistema anterior.

Responsabilidad por actividades riesgosas. Cuando se entiende que hay riesgo o peligro.

El articulo 1757 incorpora las actividades riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o
por las circunstancias de su realización. Las actividades peligrosas completan e integran a las riesgosas, ya que
“peligroso” significa “que tiene riesgo o puede ocasionar daño”.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

La actividad riesgosa es una expresión que tiende a superar el rigido marco de la exigencia de una “cosa” como
presupuesto necesario para la configuración de la responsabilidad objetiva. “Actividad” trasunta una idea de
complejidad, de conjunto, de proceso, antes que de fenómeno aislado o singular. Es importante destacar que la
nocion de actividad riesgosa importa incorporar el riesgo de empresa o riesgo empresario, vinculado con el provecho
que resulta de la activdad económica y empresarial creadora de peligro.
En una aproximación la actividad riesgosa o peligrosa constituye la conjunción de acciones, conductas,
operaciones o trabajos desarrollados por una persona, empresa u organización económica que generalmente puede
estar vinculada causalmente con cosas o con conjuntos de cosas en las que el riesgo o el peligro para sus propios
dependientes o terceros, deriva de tareas, servicios, productos o prestaciones que reportan utilidad para la sociedad
y generan para sus dueños o beneficiarios un provecho, generalmente económico.
Las actividades riesgosas por naturaleza son intrinsicamente dañosas, o seas las que tienen dañosidad o peligro
en si mismas. Actividad será riesgosa por su naturaleza cuando instrinseca y naturalmente cualesquiera sean las
circunstancias en las que se efectue. Será actividad peligrosa en cambio por las circunstancias de su realización,
cuando las modalidades del tiempo, modo y lugar se tornan peligrosa.

Eximentes.
La segunda parte del artículo 1757 establece que la responsabilidad es objetiva, por lo que en materia de
eximentes resultan de aplicación los principios de los artículos 1722 y concordantes con la salvedad de que la
autorización administrativa para el uso de la cosa de riesgo, para el ejercicio de la actividad o para el empleo de las
técnicas de producción y de prevención no opera como el eximente en la medida que se cumplan los requisitos que
tornan procedente la responsabilidad objetiva.

SUJETOS RESPONSABLES.

Artículo 1758: “El dueño y el guardián son responsables concurrentes del daño causado por las cosas. Se
considera guardián a quien ejerce, por si o por terceros, el uso, la dirección y el control de la cosa, o a quien
obtiene un provecho de ella. El dueño y el guardián no responden si prueban que la cosa fue usada en contra
de su voluntad expresa o presunta. En caso de actividad riesgosa o peligrosa responde quien la realiza, se
sirve u obtiene provecho de ella, por si o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial.”

Dueño y guardián de la cosa: la caracterización legal del guardián.

Dueño: la figura del dueño no exhibe mayores dificultades y revestirá esa condición el titular del derecho real
de dominio según las disposiciones generales del código o las normas especiales, por ejemplo en materia de
inscripción de automotores. El dueño es que reviste esa condición al momento del hecho lesivo y como no se trata
de una obligación propter rem la enajenación posterior no lo libera de responsabilidad.
Guardián: la tipificación de la noción y determinación de la figura del guardián ha dado lugar a diversas
interpretaciones. En la actualidad superó el criterio de la guarda material que consideraba guardián a quien detentaba
el poder fáctico sobre las cosas, o sea el fundado en la mera relación de hechos. Mantiene vigor la elocuente
definición de tranvías: abril comillas el guardia en la persona que tiene, un poder efectivo de vigilancia, gobierno y
contralor sobre la cosa que ha resultado daños”. Otra postura, la de los la guarda provecho, sostiene que guardián
quien recibe el beneficio o el provecho económico o personal, parámetro que es la pauta decisiva para la
determinación del guardia, pero insuficiente ya que no es posible prescindir de la noción de poder jurídico de
dirección y contralor, que brinda un elemento de juicio importante.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Los autores mayoritariamente acuden a los dos elementos: facultad de mando y guarda provecho de la cosa, por
lo que en general ninguna de ellas abastece aisladamente y per se la figura del guardián.
En definitiva, el concepto de guardián atiende al uso, dirección y control independiente de la cosa vinculada
con el provecho o beneficio, sea o no económico. Se trata de los tres requisitos previstos en la norma: uso, dirección
y control; que deben concurrir conjuntamente que se integra con el de obtener provecho de ella.
Por ende puede afirmarse que la tipificación de guardián es ecléctica o mixta y se configura por el uso o tenencia
material de la cosa con poder de mando sobre ella.
Los tres presupuestos que tipifican la guarda son:
1. la tenencia material de la cosa, por sí o por terceros;
2. el poder fáctico de vigilancia, de gobierno y de control que se ejerce sobre la cosa, con independencia
del título.
3. El ejercicio independiente del poder, con autonomía de otra persona. Cuando el que ejerce el poder
sobre la cosa lo hace siguiendo las instrucciones u órdenes de otro, el no el guardián, carácter que le corresponde a
quien imparte las indicaciones en cuyo interés se ejerce la guarda. Por ello, el dependiente que conduce el automóvil
vanguardia porque el uso se ejerce en beneficio del dueño del vehículo.

Revisten el carácter de guardián: el propietario, el locatario, incómoda tallo, el ladrón, el depositario. Se dice
que la guarda es compartida cuando media pluralidad de guardianes o varios como guardianes que se sirven en
común de la misma cosa, y resultan responsables por todo el daño frente a la víctima.

Persona que realiza actividades riesgosas. Caracterización.


El dueño y el guardián responden en base a la propiedad y poder o mando sobre las cosas, pero las actividades
en las que no sólo hay cosa sino también puede haber conjunción de tareas, etapas y personas, he legitimado pasivo
es más amplio: quien realiza, ejecuta o desarrolla la actividad con un poder fáctico, autónomo e independiente y
dirección sobre ellos.
No está en juego la autoría material sino la titularidad de la actividad que puede ser desarrollada a través de
otros; lo que importa no es la autoría del daño sino la autoría del viejo. Por ello son legitimados pasivos todos los
que introducen el riesgo de la actividad, por ejemplo en los productos elaborados los intervinientes en la cadena de
producción, comercialización, venta etcétera.

Eximente.
Tratándose de la responsabilidad objetiva, el responsable presunto se exime de conformidad con el régimen
general aquel artículo 1758 añade un supuesto particular: el uso de la cosa en contra de la voluntad expresa o
presunta del dueño o guardia. En este supuesto cesa el poder sobre la cosa que pasó a la esfera de actuación de otra
persona que se legitimado pasivo. La cosa es usada en contra de la voluntad expresa del dueño guardián cuando,
por ejemplo el dueño del automóvil es desapoderado mediante la fuerza, o cuando terceras personas lo utilizan
contradiciendo las condiciones, indicaciones o destino.

Daño causado por animales.

Artículo 1759. “El daño causado por animales, cualquiera sea su especie, queda comprendido en el
artículo 1757.”

El nuevo texto unificó en una sola norma las disposiciones de los ocho artículos del código anterior (artículos
1124 a 1131) y estableció que la responsabilidad por los daños causados por animales está comprendida en la
responsabilidad objetiva que incluye la actividad riesgosa o peligrosa.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En la doctrina se pusieron dos criterios para definir si el daño derivado de la intervención un animal y por
consiguiente sin resultado alcanzado en la referida responsable al objetivo. La cuestión mantienen actualidad y es
aplicable el sistema vigente para determinar si procede la responsable de los artículos 1757 y siguientes.
Una posición distingue entre el daño causado por el animal y el daño causado por el hecho del hombre empleando
animales, en el que la bestia es un medio para perjudicar como cualquier otro ser animado. Otra posición admite
dos variantes: una, más restrictiva entiende que el hecho del animal debe corresponder a su conducta instintiva,
propia de su condición biológica. En cambio, para el criterio amplio que prevalece, están comprendidos todos los
daños producidos por el animal faz activa, sean o no los hábitos propios o generales de su especie.
Al igual que la hipótesis general de riesgo o vicio, puede mediar duplicidad o acumulación de factores de
atribución: por ejemplo al riesgo creado por el animal adicionársele la culpa del dueño o del guardián que omitió
adoptar las medidas de cuidado y control pertinentes. Para que opere esta responsabilidad no es necesario contacto
material entre el hecho del animal y el sujeto dañado, siendo suficiente su intervención activa en la producción del
daño.
Los legitimados pasivos son el dueño y el guardián del animal, el responsable de la actividad riesgoso peligrosa
y el tercero que provoca al animal.

RESPONSABILIDAD COLECTIVA Y ANONIMA.

Responsabilidad por cosas suspendidas o arrojadas de un edificio.

Artículo 1760. “Si de una parte de un edificio cae una cosa, o si ésta es arrojada, los dueños y ocupantes
de dicha parte responden solidariamente por el daño que causa. Sólo se libera quien demuestre que no
participó en su producción.”
La hipótesis prevista en el artículo 1760.
El artículo 1760 se refiere a la responsabilidad de los dueños y ocupantes de un inmueble por las cosas que son
arrojadas o caen de él, si ocasionan daños a terceros. Lo cierto es que consiste en un supuesto particular de aplicación
de la regla general establecida en la disposición siguiente, referida a la responsabilidad del autor anónimo.
El ámbito de aplicación del presupuesto de responsabilidad incluye los daños causados tanto por cosas arrojadas
como por objeto que cae de un edificio. En cuanto al lugar de la caída de esas cosas, el nuevo texto nada dice, con
lo cual cabe interpretar que dije no sólo para las cosas caída o arrojadas a la calle sino también para las que impactan
en sectores no abiertos al público como un patio interno.

Sujetos responsables.
La ley menciona como legitimados pasivos a los dueños y los ocupantes de la parte del edificio de la que proviene
las cosas. Cuando se refiere a la palabra ocupante hace mención a cualquier persona que habite en el inmueble, ya
se trate de un locatario, usuario, poseedor, como Natalio, depositario etcétera.
Finalmente, la disposición que se comenta precisa que los responsables son los dueños u ocupantes de la parte
del edificio de la que la cosa cae pues arrojadas, lo que excluye la responsabilidad de quienes habiten o sean
propietarios de otros sectores. Así, si una maceta cae a la vereda únicamente responderán los dueño ocupante de las
unidades que ven al frente del edificio, mas no los de los departamentos que sólo tenga salida al pulmón de manzana.

Causas de exoneración.
En los supuestos regidos por la norma, la ley formula una presunción de caso causalidad a nivel de autoría, se
presume salvo prueba en contrario que todos los dueños u ocupante de la parte del edificio de la que cayó las cosas
son autores del daño. Queda su cargo para eximirse acreditar que no han participado en la producción de perjuicios,
lo que se traduce normalmente en la prueba de que la cosa estaba emplazada en un lugar distinto. En este punto el
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

nuevo código también se aparta del artículo 1119 del código derogado, que requería la identificación de la persona
que arrojó la cosa. Ahora exime no sólo la prueba de este último extremo, sino la de cualquier otra circunstancia
que pone en evidencia que el dueño ocupante en cuestión no participó en la producción del perjuicio.

Autor anónimo.
Articulo 1761: “Si el daño proviene de un miembro no identificado de un grupo determinado responden
solidariamente todos sus integrantes, excepto aquel que demuestre que no ha contribuido a su producción.”

Sujetos responsables.
La norma en comentario consagra un principio general que se trata de los casos en que el daño es causado por
un miembro no identificado de un grupo que, en cambio, si está determinado. Se trata de un supuesto de causalidad
alternativa o disyuntiva, en realidad el daño causado por una persona o por otra, ero de manera alternativa o
excluyente.
La aplicación del artículo presupone, que existe un grupo es decir, una pluralidad de personas que forman un
conjunto sobre la base de alguna característica común. Fue necesario, que ese grupo esté formalmente constituido
de antemano por la decisión consciente de asociarse, ligarse o vincularse por parte de sus integrantes; la conexión
entre ellos puede ser accidental constancia vocacional. Lo importante, en definitiva es que el grupo exista
objetivamente.
Determina la existencia del grupo, es preciso que exista un nexo entre este y el daño, en el sentido de que dentro
de la pluralidad de sus integrantes se encuentre el autor o los autores del daño. Es este anonimato es que permite
imputar responsabilidad a todos los miembros del grupo, como una manera de asegurar el resarcimiento de la
víctima. En definitiva, el damnificado no está precisado de identificar al autor, pero sí de probar inequívocamente
que el daño fue causado por alguno de los miembros del grupo. Una vez determinado esos elementos, la ley presume
iuris tant la relación causal, e imputar la autoría a todos los integrantes del grupo y me responden solidariamente.
Se presume la existencia de causalidad material, pues la norma no requiere demostrar la autoría de cada uno
responsable sino únicamente que el daño provino de alguno de ellos, que no ha podido ser identificado.

Eximente.
Como lo señala el texto del artículo cualquiera de los miembros del grupo puede eximirse acreditando que no ha
contribuido a la producción del daño. Este eximente es más amplia que la que preveía el artículo 1119 del código
derogado que requería la identificación del verdadero autor del daño. A partir el nuevo texto, no solo esa
circunstancia exime a los indicados como responsable, sino que cada uno de ellos puede probar que no contribuyó
a la producción del perjuicio. Con eso se estaría probando la efectiva ausencia de causalidad material entre el hecho
del demandado y el daño, lo que desvirtuaría la presunción legal.

Factor de atribución.
La norma en análisis no dice cuál es el factor de atribución aplicable, ni de qué naturaleza de la responsabilidad
que contempla. Sin embargo, es indudable que se trata de un supuesto de responsabilidad objetiva, pues la
participación en el colectivo considerado resulta suficiente para atribuir responsabilidad, aunque no se encuentre
acreditada la autoría material y menos aún, la conducta subjetivamente reprochable. La culpa de la gente es
irrelevante, por la responsabilidad es consecuencia de haber formado parte del grupo y no de haber sido el autor del
daño que permanece anónimo. Asimismo, la norma en comentario expresa que la responsable de los integrantes del
grupo es solidaria, con lo que deberán responder todos frente a la víctima por el total de la indemnización
correspondiente.
Por último, es importante señalar que el artículo que se comenta es aplicable tanto a la responsable de esta
contractual, la contractual.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

EJERCICIO DE LAS ACCIONES DE RESPONSABILIDAD.

Daños causados a cosas o bienes.


Articulo 1772:”la reparación del menoscabo a un bien o una cosa puede ser reclamado por:
a) el titular de un derecho real sobre la cosa o bien;
b) el tenedor y el poseedor de buena fe de la cosa o bien.

Sujetos legitimados para demandar.


El artículo 1772 establece la legitimación activa para reclamar el resarcimiento de los daños sufridos cuando el
daño resulta del menoscabo de una cosa o bien. No se trata de una acción real que surja del derecho de dominio que
el individuo tiene sobre la cosa, sino por el contrario de una acción personal.
En cuanto las personas las cuales la disposición confiere legitimación, el artículo comienza mencionando el
titular de dominio de la cosa quien sin lugar a dudas, es el primer legitimado para reclamar los daños que haya
sufrido por el deterioro o la pérdida del bien. La calidad de dueño debe ser acreditada, a su vez como existente al
tiempo del hecho dañoso.
En su segundo inciso, la norma se refiere al poseedor de la cosa o bien, aunque aclarando que para el legitimado
debe tratarse de un poseedor de buena fe.
A su vez, la disposición en análisis se refiere al tenedor de la cosa, terminando con el debate en cuanto al alcance
la disposición derogada antes citada con que se refería a la simple posesión. Así podrá considerarse comprendido
en el artículo, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 1910 del código, todo aquel que ejerce un poder de
la cosa y que se comporte como representante del propietario. Por ende, quedan alcanzados por la normativa en
locatario, comodatario y el depositario, entre otros.
Responsable directo e indirecto.
Articuló 1773. “El legitimado tiene derecho a interponer su acción, conjunta o separadamente, contra
responsable directo y el indirecto.”

El artículo 1773 facultan a la víctima del hecho ilícito a dirigir su acción contra responsable directo del hecho
ilícito como así también contra que se encuentre obligado a responder en forma indirecta por el daño ocasionado.
Es necesario tener en cuenta que será el responsable directo el que haya incumplido la obligación u ocasionado
el daño injustificado por acción u omisión. Por el contrario ser responsables indirectos quienes sin ser autores del
menoscabo, se encuentren obligados a resarcir civilmente el daño ocasionado. De esta forma quedan comprendidos
en el ámbito de esta norma el principal que debe responder por el hecho de su dependiente, los padres por el hecho
de sus hijos y los tutores y curadores por el hecho de que se encuentren a su cargo.
El damnificado podrá demandar el sujeto responsable indirecto, sin necesidad de traer a juicio al autor. Sin
embargo, esta disposición no impide que a su vez, la víctima inicie y prosiga la acción sólo contra quien, en los
hechos ocasionan perjuicios, pues la responsabilidad refleja no sustituye la directa, sino que se acumula ella. En
consecuencia, la renuncia a la acción contra el civilmente responsable no impide la prosecución de la demanda
contra el auto directo, ni viceversa.
En consecuencia, toda vez que la obligación del autor directo y la del responsable indirecto encuentran su fuente
en causa distinta, se aplicarán las reglas de las obligaciones concurrentes, de forma tal que, para poder ejercer una
acción de contribución contra el autor del hecho dañoso, el responsable indirecto deberá fundarla en las relaciones
causales que originaron la concurrencia.

ACCION CIVIL Y PENAL.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Articulo 1774. “La acción civil y la acción penal resultante del mismo hecho pueden ser ejercidas
independientemente. En los casos en que el hecho dañoso configure al mismo tiempo un delito del derecho
criminal, la acción civil puede interponerse ante los jueces penales, conforme las disposiciones de los códigos
procesales o las leyes especiales.”

Independencia.
Cuando un acto ilícito civil encuadra en alguno de los tipos represivos legalmente contemplados, nace del mismo
hecho dos acciones: una penal y otra civil, eminentemente resarcitoria y enderezada a resarcir los perjuicios
ocasionados por el hecho de la víctima.
El artículo 1774 consagra el principio de independencia entre estados acción, es decir cuando ambas emergen
del mismo hecho ilícito. Sin embargo, la norma en análisis soluciona los diversos problemas de interpretación que
generaba en cuanto al alcance de dicha independencia, a la luz de lo dispuesto por el artículo 29 del código penal.
En efecto, en la disposición derogada no resultaba claro que el ordenamiento consagraba la total independencia
de las acciones, de forma tal que el damnificado debe recurrir a la jurisdicción civil obligatoriamente para perseguir
el resarcimiento del daño.
El artículo 1774 viene a zanjar dicha discusión y establece la independencia sustancial, de ambos procesos. De
esta forma, y desde un punto de vista procedimental el interesado podrá acumular ambos procesos en sede penal,
petición ando al magistrado de esa jurisdicción que establezca la indemnización que considere pertinente. A su vez,
podrá promover las dos acciones en forma autónoma, ante los dos jurisdicciones antes referidas.
Igualmente, el artículo 1774 deja a salvo la posibilidad de que los ordenamientos procesales locales prevean una
solución distinta. Ello es así a fin de evitar que el ordenamiento sustantivo afecte atribuciones que son exclusiva de
los gobiernos provinciales, en particular las referidas a la competencia el procedimiento aplicable.

Suspensión de dictado de la sentencia civil. Excepciones.

Artículo 1775. “Si la acción penal precede a la acción civil, juez intentado durante su curso, el dictado de
la sentencia definitiva debe suspenderse en el proceso civil hasta la conclusión del proceso penal, con
excepción de los siguientes casos:
a) si median causas de extinción de la acción penal;
b) si la dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una frustración efectiva del derecho
a ser indemnizado;
c) si la acción civil por reparación del daño está fundada en un factor objetivo de responsabilidad.”

El artículo 1774 del código consagra la independencia de las acciones civil y penal, cuando ambas son
promovidas por la producción del mismo hecho ilícito. Partiendo de ese principio, surge el riesgo del dictado de
sentencias contradictorias, con la consecuente afectación de la seguridad jurídica. En efecto puede ocurrir que
sentenciante civil tenga por cierto el hecho que en sede penal, se ha reportado como inexistente.
Es por ello que el artículo 1775 del código consagra el principio de la prejudicial edad penal sobre la civil, de
forma tal que no podrá dictarse sentencia en esta última serie hasta tanto no haya recaído pronunciamiento definitivo
la sede punitiva.
la primera cuestión a tener en cuenta es como ha sostenido unánimemente la doctrina en interpretación del
artículo 1101 del código derogado. De esta forma, aún existiendo decisión definitiva en sede penal el proceso civil
podrá continuar su trámite, y la suspensión se producirá únicamente en ocasiones dictarse llamado de autos a
sentencia.
En primer lugar, debe existir una acción penal en curso, en sede judicial. En este sentido, no basta la amenaza
de que se realizar una denuncia penal para que se suspenda el dictado de la sentencia sede civil.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

En segundo término, es preciso que ambas acciones nazcan del mismo hecho, porque si surgen derechos distintos
la sentencia dictada en lo penal no tener influencia sobre juicio civil.
Finalmente, no debe perderse de vista que la suspensión será aplicable aun cuando la acción civil no se dirige
contra aquel a quien se imputa el delito en sede penal. Es decir que la suspensión opera tanto con el proceso de
daños se dirige contra el autor directo como cuando se promueve contra otro individuo civilmente responsables.

Excepciones.
El artículo 1775 enumera tres puestos de excepción a la suspensión de la acción civil por la prosecución de la
acción punitiva:
a) la extinción de la acción penal: la disposición en comentario prevé como excepción que, en caso de
que alguna de las causas de extinción de la acción penal, no procederá la suspensión del dictado de la sentencia en
sede civil.
También resultará inaplicable la suspensión del dictado de la sentencia en sede civil cuando se produzca la
suspensión del juicio a prueba la jurisdicción penal.
b) Dilación excesiva del procedimiento penal: la jurisprudencia ha admitido la excepción sustentada en
la dilación injustificada del litigio punitivo en diversos supuestos. En particular, el máximo tribunal nacional
estableció en el caso “ataka” que se existen demoras injustificadas en la transmisión del proceso penal, la suspensión
de la decisión en sede comercial ocasionó un agravio irreparable al derecho de defensa.
Es por ello que el código incorpora la excepción en análisis que se encuentra en todos aquellos casos en que
existe una dilación y razonablemente prolongada del proceso penal, generándose de esta forma una verdadera
denegación de justicia.
c) La aplicación de un factor objetivo de atribución en el caso. Poco resultará procedente la suspensión
del proceso civil en aquellos supuestos en que esta acción se encuentren nada factores objetivos de atribución. Esta
excepción encuentra su fundamento en el hecho de que, dejándose al margen la posibilidad de que la condena civil
recaiga con relación a la culpa o no del demandado, entonces se aleja el riesgo del dictado de sentencias
contradictorias en ambas jurisdicciones, y se adecúa a la regla de la independencia de las acciones consagradas en
el artículo 1774 del código.
Cabe tener en cuenta que si bien la existencia de culpa el condenado no podrá ser reputada en sede civil cuando
haya sido considerada inexistente en la sede punitiva, ello no obsta a la procedencia de la condena en el juicio de
daños si la responsabilidad que se le imputa al demandado se sustenten factor objetivo de atribución.

Efectos de la sentencia penal sobre el proceso civil: distintos casos.

Articulo 1776: “La sentencia penal condenatoria produce efectos de cosa juzgada en el proceso civil
respecto de la existencia del hecho principal que constituye el delito y de la culpa del condenado.”

El articulo 1776 mantiene un criterio eclectico en cuanto a los efectos de la cosa juzgada penal en sede civil.
Conforme a su texto, el fallo penal hará cosa juzgada únicamente en cuanto a la existencia del hecho principal que
constituye el delito, y en cuanto a la culpa del condenado. De esta forma, no todas la manifestaciones vertidas por
el magistrado que entiende en la causa penal tendrán relevancia en el proceso de daños, sino únicamente aquellas
vinculadas con la existencia del delito y la responsabilidad penal del autor. Corresponde el análisis de los supuestos
enumerados por la norma en comentario.
La existencia del “hecho principal”: cuando la norma se refiere a que la sentencia penal hará cosa juzgada en
cuanto a la existencia del hecho principal, establece dicha decisión no podrá ser revisada en sede civil respecto de
la denominada imputación objetiva, es decir, sobre la materialidad del hecho, su autoria, tipicidad y antijuricidad.

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Sin embargo, no debe dejarse de lado que la autoridad de la sentencia final se encuentra restringida aquellas
disposiciones que resulten indispensables para determinar la solución del problema Penal.
Las consecuencias de esta última afirmación son amplias. En primer término, la influencia de la decisión
adoptada en sede penal no afectará a la relación de causalidad y al año en aquellos procesos en que se trate de una
acción promovida por la existencia de un delito formar. Distinta será la solución, cuando nos encontremos ante un
delito en sentido material, en cuyo caso la decisión adoptada en la sede penal tendrá plenos efectos del proceso civil.
En segundo lugar, y aún cuando nos encontremos ante una decisión penal que recaiga respecto de un delito en
sentido material, la sentencia dictada no será vinculante en la acción de daños en cuanto la fijación y cuantía del
perjuicio, por su determinación es innecesaria a los fines de la comprobación del delito.
La culpa del condenado: es claro que la condena penal declara la culpa del condenado esta no puede ser
controvertido sede civil, de forma tal que el jugador en esta última sede no podrá prescindir de este elemento
subjetivo a fin de determinar el factor de atribución. Esta previsión incluye la eventualidad de que en sede penal
será considerado que el autor actuó dolosamente, lo cual también hará cosa juzgada en el proceso civil.
En primer lugar, toda afirmación que realizan el magistrado en sede penal al respecto carecerá de relevancia los
efectos de la condena civil.
Segundo lugar, es dable tener en cuenta que la decisión que se adopta en la sede penal se vincula con la conducta
subjetivamente reprochable de quien ha ocasionado el daño pero no incluye una valoración del accionar de la
víctima. Además, 100 sentencias de penal no se expidió sobre la existencia del hecho de la víctima, se encuentran
libres las vías para reabrir el debate sobre esta cuestión en la sede civil, pero distinta será la situación si la sentencia
penal expresamente desecha la existencia de dicho extremo.
Efectos de la cosa juzgada respecto del tercero civilmente demandado: los efectos de la sentencia adoptada en
sede penal no se restringen únicamente condenados en dicha jurisdicción, sino que aquellas incidencias también
respecto de terceros civilmente responsables, que no podrá discutir la existencia del hecho principal de la culpa del
autor. Las defensas con que contará el tercero serán solamente aquellas que se vinculen con su responsabilidad
indirecta con relación al autor material del hecho.

Excusas absolutorias penales. Efectos.


Articulo 1778. “Las excusas absolutorias penales no afectan a la acción civil, excepto disposición legal
expresa en contrario.”

Las excusas absolutorias son determinados supuestos en los cuales el ordenamiento penal considera pertinente
eximir de punibilidad.
La primera de ellas se encuentran contempladas en los artículos 115.116 y 117 del código penal, en cuanto a los
delitos cometidos contra el honor. Así, las injurias proferidas por los litigantes, apoderados o defensores del marco
del proceso, siempre que no hayan sido dadas a publicidad quedarán sujetas únicamente a las correcciones
disciplinarias que corresponda. A su vez, el juez podrá eximir de pena a las dos partes o algunas de ellas, cuando
las injurias fueron recíprocas. Finalmente, el ordenamiento penal prevé que quedará exento de pena es culpable
injurias o calumnias cuando se retracte públicamente con anterioridad a contestar la querella o en el acto de hacerlo.
Lo mismo ocurre cuando en materia de delitos contra la propiedad, el artículo 185 del código penal establece
que se encuentran exentos de responsabilidad los cónyuges, ascendientes, descendientes y afines en línea recta; el
consorte viudo, respecto de las cosas que pertenecen al difunto con sujetos, mientras no hayan pasado a poder de
otros, y los hermanos y cuñados, si viviesen juntos. En este aspecto el propio ordenamiento penal, establece que la
eximición penal no excluye la eventual condena civil, pues encuentran presentes los presupuestos del deber de
indemnizar antes aludidos. Esto no impide a la víctima del hecho ilícito alcanzar indemnización de los daños que
hayan sido ocasionados.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Causas que impiden la reparación del daño.


Articulo 1779. “Impiden la reparación del daño:
a) la prueba de la verdad del hecho reputado calumnioso;
b) en los delitos contra la vida, haber sido coautor o cómplice, o no haber impedido el hecho
pudiendo hacerlo.”

El artículo 1739 se refiere a dos supuestos en que resulta improcedente otorgar una indemnización a quien
promovió la acción de daños y perjuicios:
La veracidad de los hechos imputados en la denuncia reputada calumniosa: para que la denuncia puede ser
considerada calumniosa es preciso que sea falsa o mentirosa, ya sea porque el delito fue cometido, o porque el
imputado no ha participado en él. Es por ello que se faculta al demandado civilmente por la denuncia calumniosa a
probar la veracidad del hecho imputado, a fin de obtener el rechazo de la demanda. No es un presupuesto para el
dictado de la sentencia que condena a resarcir los daños y perjuicios ocasionados, que la condena sea declarada
calumniosa en sede penal con anterioridad el dictado de la sentencia civil. Sin embargo, sí será necesario que el
juez penal se expida sobre la veracidad de los hechos que fundan la denuncia original.
Los damnificados indirectos como autores o cómplices del ilícito: se contempla una excepción al principio de
reparación integral de los damnificados indirectos del hecho ilícito. Por el contrario, el código no establece
diferencias entre los distintos damnificados indirectos, lo cual resulta acorde con la postura sustentada por la
doctrina que considera que no existen razones para dicha limitación.
De esta forma, todo aquel que ha intervenido en carácter de coautor o cómplice del hecho ilícito contra la vida
de la víctima o aquel que pudiendo evitar el daño, no haya intervenido, se encontrará impedido de reclamar
indemnización que eventualmente le corresponda.
Sentencia penal posterior. Efectos.
Artículo 1780. “No la sentencia penal posterior a la sentencia civil no produce ningún efecto sobre ella,
excepto en el caso de revisión. La revisión procede exclusivamente, y a petición de parte interesada, en los
siguientes supuestos:
a) si la sentencia civil asigna alcance de cosa juzgada a cuestiones resueltas por la sentencia penal y
esta es revisada respecto de esas cuestiones, excepto que derive de un cambio en la legislación;
b) en el caso previsto en el artículo 1775, inciso c) si quien fue juzgado responsable en la acción civil
es absuelto en el juicio criminal por inexistencia del hecho que funda la condena civil, o por no ser su autor;
c) otros casos previstos por la ley.”

El principio general de inmutabilidad de la decisión civil anterior.


El artículo 1780 consagra el principio de mantenimiento de la cosa juzgada en sede civil en los casos en que con
posterioridad al dictado de la sentencia, se discuta con la jurisdicción punitiva sobre la producción uno del mismo
hecho. En estos supuestos se prevé, que la decisión adoptada en sede civil se mantiene inmutable.

Revisión de las causas civil: cuando procede.


Consagró recurso de revisión hasta ahora inexistente el proceso civil y que tiene por objeto, en los casos allí
previstos la reevaluación de la decisión adoptada en el litigio de daños, aún cuando haya recaído cosa juzgada a su
respecto.
Este remedio consagrado en la legislación sustantiva presenta como requisito común que haya sido promovido
por el interesado, es decir no podrá el juez reabrir de oficio, sin intervención de parte, el estudio de la cuestión ya
decidida.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Más allá de este presupuesto general, existen tres casos en los cuales resultará procedente el recurso de revisión
en análisis:
 revisión de la decisión de la decisión penal: el ordenamiento consagra la procedencia de la revisión en aquellos
supuestos en que el jugador civil haya valorado determinados extremos tenidos en cuenta en la sentencia penal
anterior, como si hubiera recaído cosa juzgada a su respecto en la sede punitiva.
Con la decisión penal haya sido motivo de revisión en cuanto a los puntos que fueron tenidos en cuenta por el
juez civil, será procedente la revisión de la solución adoptada en esta última serie. Sólo cumplido estos dos
elementos se podrán promover el recurso de revisión. No será procedente el recurso de revisión en aquellos casos
en que no haya existido un pronunciamiento Penal anterior a la decisión civil.
En segundo término, tampoco procede recurso de revisión en aquellos casos en que la revisión de la sentencia
penal se funde en un cambio de legislación.
 Los supuestos de responsabilidad objetiva: el artículo 1775 excluye expresamente la procedencia de la
suspensión de la sentencia civil aquellos casos en que el supuesto que se imputa al responsable encuadre en algunos
de los factores objetivos de atribución. La falta de suspensión del dictado la sentencia genera la posibilidad de que
se dicte una decisión posterior en sede penal que sea contraria a lo decidido en sede civil, es decir existe un riesgo
de que se dicten sentencias contradictorias.
Es por ello que la norma comentarios prevé la procedencia del recurso de revisión en estos casos, pero limitada
a los puestos en que la eventual absolución del imputado en la sede penal puede tener incidencia en la sentencia
civil, aun cuando se funde en un factor objetivo de atribución. Por ende, sin el juicio penal se arriba a la conclusión
de que el hecho principal no existió, o que la imputado por el delito no intervino en la producción del daño, podrá
ser revisada la sentencia que se adoptó en el pronunciamiento civil.
 Otros casos previstos por la ley: se deja abierta la posibilidad de que se prevean por una ley especial otros
supuestos en que sea procedente la revisión de la sentencia civil ante la existencia de una decisión penal posterior
Estoy.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

BOLILLA 16:

1) SUPUESTOS ESPECIALES DE RESPONSABILIDAD. RESPONSABILIDAD DEL ESTADO:

La cuestión en el Anteproyecto y sus fundamentos. Las modificaciones del Poder Ejecutivo. Inaplicabilidad de normas
del CCyCN:

En el texto originario del Anteproyecto de Reforma, la responsabilidad del Estado y del funcionario público se encontraba
regulada en los arts. 1764 y 1765. En efecto, el primero de los artículos mencionados regulaba la responsabilidad objetiva del
Estado, quien debía responder objetivamente por los daños causados en el ejercicio irregular de sus funciones, sin que sea
necesario identificar al autor. A su vez, el art. 1765 regía sobre la responsabilidad del funcionario público, y el art. 1766
culminaba estipulando las reglas aplicables a la responsabilidad lícita de la administración, para los casos en que su accionar
genere un desigual reparto de las cargas públicas.
Sin embargo, el Poder Ejecutivo nacional, en el Proyecto que remitió a consideración del Poder Legislativo, modificó estas
disposiciones. Así, los actuales arts. 1764 a 1766 excluyen del ámbito del Código la responsabilidad del Estado y de sus
funcionarios públicos, que se regirá conforme a las normas del derecho administrativo nacional o local. Es el art. 1764 el que
dispone expresamente que las disposiciones atinentes a la responsabilidad civil no son aplicables a la responsabilidad del Estado
de manera directa ni subsidiaria.
A tenor de ello, en el ámbito nacional, la ley 26.944 reguló la responsabilidad por actividad lícita e ilícita del Estado.

ARTÍCULO 1764. Inaplicabilidad de normas. Las disposiciones del Capítulo 1 de este Título no son aplicables a la
responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria
ARTÍCULO 1765. Responsabilidad del Estado. La responsabilidad del Estado se rige por las normas y principios del derecho
Administrativo nacional o local según corresponda

Derecho aplicable a la responsabilidad del Estado. Nociones generales de la Ley Especial.


El 7 de agosto se promulgo la Ley 26.944 que regula la responsabilidad del Estado en el ámbito nacional. Su art 1 establece que
dicha normativa rige la responsabilidad de los entes públicos por los daños que su actividad o inactividad produzca a bienes o
derechos de las personas.
Además dice que la responsabilidad administrativa es objetiva y directa. La responsabilidad del estado por los actos de sus
órganos es siempre directa, y se encuentra sustentada en la idea objetiva de falta de servicio, mas allá de la eventual
responsabilidad que le quepa al dependiente.
Su art. 2 prevé los eximentes de responsabilidad del estado que son los supuestos de ruptura del nexo causal enumerados
también en los arts. 1729 a 1731: el caso fortuito o fuerza mayor, el hecho de la víctima o de un tercero por el que no se debe
responder.
En el renglón siguiente la norma especial regula los requisitos de la responsabilidad del estado por su accionar ilícito, a
saber: la existencia de un daño cierto; la imputabilidad material de la actividad o inactividad a un órgano estatal; la relación de
causalidad adecuada entre la actividad o inactividad del órgano y el daño cuya reparación se persigue y por último la falta de
servicio.
En cuanto a la responsabilidad del estado por su accionar lícito, su art 4 establece que deben reunirse los siguientes requisitos:
a) un daño cierto y actual; b) la imputación a una actividad de un órgano estatal; c) una relación directa, inmediata y exclusiva
entre la actividad estatal y el daño; d) inexistencia de un deber jurídico de soportar el daño, y e) la persona dañada debe haber
sufrido un sacrificio especial, diferenciado del que sufre el resto de la comunidad.
El fundamento de la obligación de estado de resarcir ciertos daños causados por su actividad lícita se encuentra en el beneficio
que toda la comunidad recibe de las acciones que la administración promueve en el interés general y cuyas consecuencias
eventualmente dañosa es injusto que sean soportadas exclusivamente por un individuo o un grupo limitado, por lo que deben
distribuirse en toda la comunidad, a fin de reestablecer la garantía de igualdad, consagrada en el artículo
16 de la CN.
Asimismo, la norma excluye la responsabilidad del estado, aun subsidiaria, por el accionar de sus concesionarios o contratistas
de los servicios públicos a los cuales se atribuya o encomiende un cometido estatal, cuando la acción u omisión sea imputable a
la función encomendada.

ARTÍCULO 1766. Responsabilidad del funcionario y del empleado público. Los hechos y las omisiones de los funcionarios
públicos en el ejercicio de sus funciones por no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que les están
impuestas se rigen por las normas y principios del derecho administrativo nacional o local, según corresponda.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

La responsabilidad del funcionario público se encuentra, como dijimos, excluida del régimen del Código, aplicándose en este
supuesto las normas y principios del derecho administrativo nacional o local. En el ámbito federal, rige lo dispuesto por la ley
26.944. Ello, siempre que se cumplan los presupuestos previstos en el artículo, es decir que se trate de un funcionario público, y
que el daño sea ocasionado por el ejercicio irregular de la función.
En cuanto al concepto de funcionario público, se trata de todo aquel que ejerce una función pública, de facto o de iure (de hecho
o de derecho), si presta los servicios de forma onerosa o gratuita, los realiza de forma permanente, temporaria o accidental, y es
esencial que su actividad encuadre dentro de la función pública.

Derecho aplicable y nociones generales de la ley especial.

La Ley 26.944 en art.9, establece que los funcionarios y agentes públicos responderán por los daños que ocasionen por el
ejercicio regular de sus funciones, siempre que hayan actuado con dolo o culpa. Asimismo dice que, el plazo de la prescripción
de la acción contra ello será de tres años, entre que la acción del estado, contra los funcionarios o agentes por repetición
prescribiría también a los tres años, pero contados desde la sentencia firme que estableció la indemnización a favor de víctima.
Una de las consecuencias relevantes de dicha ley es que la conducta irregular del agente no permitirá presumir in re ipsa la culpa
del agente, como sí ocurría con el régimen anterior a la reformas. En consecuencia, la víctima del hecho ilícito tendrá la carga
de la prueba de la culpa del funcionario.
Para que sea aplicable la ley ya citada es preciso que se encuentren acreditados los siguientes presupuestos: que se trate de un
funcionario público, y que el daño sea ocasionado en el ejercicio irregular de sus funciones. Por el contrario, cuando el
agente no haya actuado en dicho marco, o no se trate de un funcionario público, nos encontraremos ante un supuesto de
responsabilidad civil personal, y serán aplicables las normas del derecho común que rigen la materia
Por último, es relevante destacar que art.1 in fine de la Ley 26.944 establece la imposibilidad de imponer sanciones
pecuniarias disuasivas contra los agentes o funcionarios. Lo dicho se refiere a los daños punitivos que se encontraban
consagrados en el art.1714 del proyecto original y que finalmente fueron excluidos del nuevo código, aunque continúan
subsistentes en el ámbito del derecho de consumo.

2) RESPONSABILIDAD DE LAS PERSONAS JURIDICAS Y DE LOS ESTABLECIMIENTOS EDUCACIONALES.

Art. 1763 RESPONSABILIDAD DE LAS PERSONAS JURÍDICAS. La persona jurídica responde por los daños que causen
quienes las dirigen o administran en ejercicio o con ocasión de sus funciones.

La cuestión en el código derogado.


Desde antes se ha discutido, tanto la doctrina nacional como en el derecho comparado, sobre la procedencia de responsabilizar
a las personas jurídicas por el hecho de quienes las dirigen o administran. Dicho debate quedó estancado en la Argentina con la
modificación del art. 43 del código derogado que, regulaba la responsabilidad de este tipo de entes.

Interpretación del art 1763 El accionar de las personas jurídicas puede, generar daños de distinta índole y por diversas
circunstancias particulares, que tornan aplicables diferentes disposiciones del sistema de reparación de daños instaurado por el
CC y C, o de los microsistemas vigentes para determinadas relaciones jurídicas, dichos daños pueden ser por:
a) Por el incumplimiento contractual en que incurrió la persona jurídica: serán aplicables las reglas generales en materia
de responsabilidad por incumplimiento de obligaciones, en particular, los artículos 1723 y 1724 del Código, en cuanto al
factor de atribución aplicable, se determinara según que se trate de una obligación de resultado o de medios.
b) Por los hechos de los dependientes del ente ideal es decir, aquellos que no constituyen el órgano de decisión y
administración de éste. En este caso el deber de reparar el daño ocasionado se regirá por las disposiciones relativas a la
responsabilidad del principal por el hecho del dependiente (art. 1753 del Código).
c) Por el hecho de la cosa de la cual es propietaria o está bajo su guarda: En este caso la responsabilidad del ente se regirá
por las normas que rigen esa materia ( art 1757 y ss)
d) Por el hecho de los directores o administradores: Únicamente en este último supuesto es decir, cuando los perjuicios
hayan sido ocasionados por los directores o administradores en ejercicio u ocasión de la función, resulta aplicable la norma
bajo estudio, es decir el art 1763.

Presupuestos: Entonces, más allá de los presupuestos genéricos de reparación del daño ocasionado (antijuridicidad, daño,
relación causal y factor de atribución), para responsabilizar al ente ideal por el hecho de sus administradores o directores es
preciso que éstos revistan ese carácter, y que el perjuicio haya sido inflingido en ejercicio o con ocasión de la función. Estas
categorías ya fueron empleadas por el Código en el artículo 1753, el cual regula los supuestos de responsabilidad del principal
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

por los hechos de los sujetos que se encuentran bajo su dependencia, en los casos de responsabilidad extracontractual. En dicho
art se establecen los presupuestos para que sea procedente imputar el deber de resarcir los daños ocasionados al principal, que
son: que el dependiente cause un daño, la dependencia, y que el perjuicio sea ocasionado en ejercicio o en ocasión de las
funciones

Factor de atribución: En cuanto al factor de atribución, en estos casos es la garantía, ya que la persona jurídica carece de toda
subjetividad, lo que toma inútil valorar, su voluntad o su culpa. Se trata, en consecuencia, de un supuesto de responsabilidad
objetiva

RESPONSABILIDAD DE LOS ESTABLECIMIENTOS EDUCATIVOS:

ARTÍCULO 1767. “El titular de un establecimiento educativo responde por el daño causado o sufrido por sus alumnos
menores de edad cuando se hallen o deban hallarse bajo el control de la autoridad escolar. La responsabilidad es objetiva
y se exime sólo con la prueba del caso fortuito. El establecimiento educativo debe contratar un seguro de responsabilidad
civil, de acuerdo a los requisitos que fije la autoridad en materia aseguradora. Esta norma no se aplica a los
establecimientos de educación superior o universitaria.”

Sujetos responsables. Ámbito de aplicación. A quienes protegen


La responsabilidad de los establecimientos educativos ha experimentado una larga evolución a lo largo de los años, desde la
responsabilidad subjetiva de los directores de colegio y maestros artesanos por los daños causados por sus aprendices prevista
por Vélez Sársfield en el texto original del art. 1117 del código derogado, hasta la responsabilidad objetiva prevista en el art
actual.
A diferencia de lo que ocurría en la norma de Vélez Sarsfield, el art. 1767 CC y C establece la responsabilidad del “titular” de
la institución, es decir, la de la persona que detente el carácter de propietario de la institución a la que concurre el alumno
dañado o damnificado. Sobre este último aspecto, corresponde señalar que el concepto de titularidad no debe ser asimilado al
del dueño del inmueble en el que se desarrollan las actividades, sino a la persona que regentea la empresa educativa, esto es,
quien organiza y gestiona el desarrollo de la actividad por su propio interés. A su vez, la disposición solo es aplicable a los
establecimientos de enseñanza que se encuentren incluidos en las normas que rigen el sistema educativo nacional, provincial o
municipal. Engloba, por lo tanto, a todos aquellos centros de enseñanza que imparten la educación mínima regulada mediante la
normativa educativa específica, sean de gestiones privadas o estatales. Por ultimo quedan fuera de su ámbito los
establecimientos de educación superior o universitaria.
La norma en análisis excluye la responsabilidad personal del director del colegio, quien deberá resarcir los perjuicios
ocasionados por su hecho propio, supuesto en el cual el factor de atribución es la culpa
En segundo término, resulta aplicable el artículo 1767 a los daños causados por los alumnos a terceros, ya sean éstos o no
extraños a la actividad educativa.
En cuanto al ámbito espacial de la norma, el titular del establecimiento deberá responder, por un lado, si el daño se ha
producido dentro de él, ya que en estos supuestos debe presumirse que sucedió mientras el alumno se encontraba bajo el control
de la autoridad educativa. A la misma conclusión habrá de llegarse si el perjuicio, si bien ocurrió fuera de la institución, tuvo
su causa dentro de ella. Por ende, si el menor no se encuentra bajo la vigilancia del establecimiento escolar, el organizador de
la institución no puede ser responsabilizado por los daños causados o sufridos por él. Sin embargo, la norma rige también a los
supuestos en que el menor debe hallarse bajo el control de la autoridad, es decir, por los daños sufridos u ocasionados
mientras los educandos se encuentran realizando una actividad educacional fuera del establecimiento (viaje de estudios,
excursión cultural, etc.), o cuando el alumno ingresa a la institución pero se escapa, o sus padres desconocen que en el horario
escolar se hallaba fuera del ámbito educativo, debido a que no se le permitió el ingreso, etc.

Factor de atribución:
En estos casos la responsabilidad será objetiva, siendo el factor de atribución la garantía, ya que el titular del establecimiento
educativo asegura la indemnidad de los menores que concurren a aprender, como así también que los educandos no ocasionarán
daños a terceros mientras se encuentren bajo su cuidado.
Se trata, a su vez, de un supuesto de responsabilidad objetiva agravada, pues el titular del establecimiento educativo únicamente
se eximirá de responder acreditando la existencia de un caso fortuito o fuerza mayor, es decir, de un hecho que no ha podido ser
previsto, o que previsto, no pudo evitarse. De esta forma, no podrá eximirse de responsabilidad el agente acreditando el hecho
del damnificado, o el hecho de un tercero, salvo que dichos eximentes constituyan, a su vez, un hecho imprevisible o inevitable.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El aseguramiento: Finalmente, se establece la obligación de la autoridad educativa de contratar un seguro de responsabilidad


civil. Sobre este aspecto del art. 1767 CC y C corresponde poner de resalto que no basta la contratación de un seguro que cubra
únicamente un riesgo ínfimo (poco importante) en cabeza de la institución educativa, sino que es preciso que la cobertura resulte
suficiente como para solventar la indemnización de los daños que razonablemente puedan producirse como consecuencia del
desarrollo de la actividad. En caso contrario, la cláusula que limite la cobertura sería contraria a lo expresamente dispuesto por
la norma mencionada y, por ende, insalvablemente nula.

3) RESPONSABILIDAD DE LOS PROFESIONALES.

Los sujetos comprendidos: individualización del “profesional” a los fines de esta responsabilidad.
La responsabilidad profesional requiere de la actuación de un profesional realizando tareas propias e inherentes a su profesión.
Los criterios para definir cuándo un trabajador es profesional son amplios. Para Lorenzetti profesional es aquel que reúne las
siguientes condiciones: es un experto en un área; posee autonomías técnicas y es libre para aplicarla, para el ejercicio de su
profesión requiere la calificación especial y por último su servicio se presumen onerosos. Entre los profesionales menciona a
los siguientes: los que requieren título universitario, como los médicos, abogados, ingenieros, etc; los que requieren título
intermedio: martillero, traductores, periodistas etcétera y por último los que precisan inscripción especial como periodista,
banqueros, agentes de viaje.
Para nosotros la noción de profesional se agota en aquello que requiere título universitario. El profesional que se analiza es
aquel que tiene tal especialización de conocimiento, que lo que vende es precisamente eso, sus conocimientos, su saber, su
ciencia. Por supuesto la actividad intelectual pura siempre será mezclada con alguna actividad material o manual, pero la nota
distintiva es que las operaciones manuales que pueda hacer un profesional son absolutamente imposibles de lograr si no se tienen
los conocimientos. Así un odontólogo que extrae una muela, o el medico que realiza un corte con el bisturí, solo pueden hacerlo
dado el nivel de sapiencia que han adquirido durante años de estudio en la universidad y en el constante perfeccionamiento.

Art. 1768 PROFESIONALES LIBERALES. “La actividad del profesional liberal está sujeta a las reglas de las obligaciones
de hacer. La responsabilidad es subjetiva, excepto que se haya comprometido un resultado concreto. Cuando la obligación
de hacer se preste con cosas, la responsabilidad no está comprendida en la Sección 72, de este Capítulo, excepto que causen
un daño derivado de su vicio. La actividad del profesional liberal no está comprendida en la responsabilidad por actividades
riesgosas previstas en el artículo 1757.”

Naturaleza de la obligación que asuman


El deber de responder de los profesionales tiene sustento en el incumplimiento del contrato celebrado entre el experto y su
cliente. Es por eso que la disposición en comentario remite a las previsiones del. Código en materia de obligaciones de hacer
(arts. 773 y SS.), ya que la prestación a la que se compromete el profesional liberal reviste dicho carácter. Es decir la naturaleza
jurídica de la obligación de los profesionales es la de la obligación de hacer es por eso que se aplica el régimen de dichas
obligaciones.

Factor de atribución
El artículo 1768 establece “que los profesionales responderán subjetivamente por el daño ocasionado, salvo que se hayan
comprometido a alcanzar el resultado perseguido por el acreedor”
De esta forma, el profesional responderá subjetivamente cuando se haya comprometido realizar cierta actividad con la diligencia
adecuada, sin perjuicio de que logre o no satisfacer el interés del acreedor (obligación de medios). Por el contrario, cuando se
haya obligado a procurar al acreedor el resultado perseguido por este último, la responsabilidad será objetiva, siendo el factor
de atribución la garantía (obligación de resultado).
En lo que hace a la responsabilidad subjetiva del profesional, cabe tener en cuenta que resulta de aplicación en la materia un
cierto "afinamiento" del concepto de culpa, dada la mayor diligencia que incumbe al profesional por el conocimiento técnico
que posee de la materia.
Así, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 1725 del Código, la conducta del experto debe valorarse realizando un
paralelismo entre su accionar y el que hubiera prestado un buen profesional y no frente a la conducta de un hombre medio.

La utilización de cosas riesgosas por parte del profesional liberal.


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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El artículo en comentario establece, en forma expresa, que no resultan aplicables al experto las normas referidas a la
responsabilidad por el hecho de las cosas y por actividades riesgosas.
La cuestión reviste particular importancia en materia médica. Pensemos, por ejemplo, en un cirujano que emplea un bisturí
eléctrico, o cualquiera de los complejos aparatos de los que cada vez más se sirve la medicina. Si tomáramos en cuenta
únicamente la participación de la cosa riesgosa en el desarrollo de la tarea, dicho experto debería responder por más diligente
que haya sido su conducta. Bastaría con probar que intervino una cosa riesgosa para que surja el deber objetivo de responder del
profesional, pues la culpa del cirujano sería irrelevante. Ni qué hablar si la cuestión se enfoca desde la órbita de la mera actividad
riesgosa, ya que podría sostenerse fácilmente que la que despliegan los médicos, en tanto se refiere a bienes esenciales como la
vida y la salud del paciente, e implica siempre potenciales complicaciones, reviste ese carácter. Con lo cual se terminaría
aplicando responsabilidad objetiva a una materia en donde, la propia naturaleza aleatoria del interés perseguido por el paciente
(la curación o mejoría) impide, en principio, asegurar resultados.
Es por eso que, en principio, no resulta aplicable a los profesionales liberales la normativa que rige el deber de responder
por el hecho de las cosas o actividades riesgosas. Sin embargo, la norma trae una excepción para los casos en que el daño es
ocasionado no ya por el riesgo de la cosa o la actividad, sino por el vicio de aquélla. No basta, en consecuencia, con que la
actividad que se despliega, o la cosa que se emplea, sea riesgosa, sino que es preciso que esta última presente un defecto, un
vicio que se erija en causa adecuada del daño. Así, el mero empleo de un bisturí eléctrico es insuficiente para hacer responder al
experto, pero si ese bisturí posee un defecto y electrocuta al paciente, se aplica el art. 1757.
Es decir que la ley hace al profesional garante no de la inocuidad de la cosa, pero sí de que aquélla no va a presentar defectos,
y sólo en este último supuesto lo hace responsable.
Finalmente, cabe apuntar que la norma en examen limita la posibilidad de invocar el riesgo como factor de atribución de la
responsabilidad del profesional liberal, pero no impide, en su caso, hacer valer una responsabilidad objetiva de la clínica, del
fabricante del producto, o de cualquier otra persona que resulte dueña o guardiana de la cosa riesgosa, o despliegue una actividad
peligros.

Los deberes de prudencia y previsión.


El profesional liberal o intelectual tiene una superioridad técnica respecto del profano, lo que Lorenzetti denomina desnivel de
conocimientos, y cualquier manual de análisis económico llama asimetría de información. Asi cuanto mayor sea el deber de
obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la obligación que resulte de las consecuencias posibles
de los hechos.
Una primera interpretación de lo dicho puede ser que quien tiene mayores conocimientos tiene mayor previsibilidad y, por ende
mayor culpa.
La interpretación de Ordaz parece más atinada, ya que sostiene que el autor del daño responde no sólo de las consecuencias
previsibles para cualquiera sino de la que eran previsibles para él porque por su situación personal estaba obligado a actuar “con
prudencia y pleno conocimiento de las cosas”.
El profesional debe entonces actuar con prudencia y previsión, porque casualmente por los conocimientos adquiridos
luego de años de perfeccionamiento, debe prever las consecuencias de tal o cual acto. Se supone que en su formación
académica le han enseñado a ver más allá del instante en que realiza la acción. Así, el médico debe saber cuáles son los efectos
a largo plazo de un medicamento o las posibilidades de que surjan complicaciones en una operación.

La llamada culpa profesional.


La responsabilidad profesional es subjetiva, es decir el profesional debe incurrir en culpa para tener que responder cuando se
trata de obligaciones de medios. La culpa profesional se separaba de la culpa ordinaria, común o material. El profesional solo
respondía de la segunda, porque lo profesional era materia de los tribunales de ética únicamente. Ni siquiera se le permitía al
tribunal jugar la opinión pericial, porque como podía un lego jugar la exactitud de los conocimientos de una ciencia que le es
ajena. Pero estas opiniones fueron superadas, hoy hay consenso en que la culpa profesional no existe, sino que la culpa
profesional carece de autonomía, es una sola, civil o penal, profesional o lega. La culpa profesional cuando se asume una
obligación de medios es, la misma que la culpa común.

Aplicación de los postulados de la teoría que distingue las obligaciones de medios de las de resultado.
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Respecto de la existencia de las obligaciones de medios y de resultado existen, dos criterios que inciden sobre todo en la
carga de la prueba:
Criterio negatorio: para este criterio no existe tal clasificación por lo que hay un único sistema de apreciación de la prueba.
Siendo todas las obligaciones idénticas en ellas el deudor, que pretende exonerarse de responsabilidad, debe demostrar que el
incumplimiento no les imputable. De esta forma la carga de la prueba es mucho más justa porque quien está en mejores
condiciones de probar es el profesional.
Criterio afirmativo: la mayoría de la doctrina nacional y extranjera admite la distinción entre obligaciones de medios y de
resultado.
La regla es que las obligaciones de los médicos, abogados y en cierta medida, los escribanos son de medios. En todas las
demás profesiones la obligación de resultado. Es en los casos de los abogados y médicos donde la distinción alcanza su mayor
utilidad, porque el resultado último, la curación o la victoria en el juicio es demasiado aleatorio, como que ante la falta de
consecución el experto deba responder, salvo que prueben la ruptura del nexo causal.
Esto nos lleva otra aclaración, incluso el médico el abogado tienen obligaciones de resultado, como por ejemplo guardar el
secreto profesional.

RESPONSABILIDAD DEL ABOGADO


Dentro de las profesiones liberales, pocas tienen tanta relación con la cosa pública como la abogacía, por eso se la considera
función social al servicio de la justicia y función pública, pero de desempeño particular o privada. La razón de ser tamaña
responsabilidad es que los abogados, conocedores del derecho son instrumentos vitales de la justicia.
El abogado en el ejercicio de sus funciones puede incurrir en diversas responsabilidades. La primera de ellas es la
responsabilidad moral, que surgirá en aquellos casos en que sin quebrantar la ética y el derecho, sienten su fuero íntimo que
ha obrado mal. Esta responsabilidad no tiene consecuencias jurídicas.
También tiene responsabilidad disciplinaria, como cuando falta al decoro o el orden en un proceso, por no respetar la autoridad
e investidura del juez.
Hay responsabilidad penal cuando se cometen aquellos delitos propios del ejercicio de la profesión, como ser el prevaricato de
auxiliares de la justicia, que sanciona con multa e inhabilitación.
La responsabilidad ética del abogado surge cuando viola aquellos deberes que le impone el recto ejercicio de la profesión en
forma decorosa, seria y honesta.

Responsabilidad civil.
Y por último encontramos la, responsabilidad civil que surge sobre todo cuando el abogado causa daño incumpliendo los deberes
a su cargo.
El patrocinante y el apoderado.
Apoderado: el abogado apoderado o procurador es representante de su cliente, a quien lo une una relación de mandato para
lo cual le otorga poder ante escribano, para juicios laborales o acta ante el Fiscal o Secretaria Judicial en los casos en que la ley
lo permita. El ámbito de actuación del apoderado suele ser más limitado ya que se circunscribe a los estrados judiciales o
administrativos en los que se llevan a cabo procesos diversos. El apoderado o procurador en cuanto representante está obligado
a:
A. interponer los recursos contra toda sentencia definitiva adversa su parte y contra toda regulación de honorarios a
cargo de su cliente, salvo autorización en contrario por escrito;
B. asistir a la oficina los días designados para notificaciones;
C. presentar los escritos necesario confirmar y en término;
D. asistir a las audiencias que se celebren en los juicios encomendados
E. poner en conocimiento del letrado patrocinante las notificaciones que se hicieren de providencias autos o sentencias;
F. activar el procedimiento;
G. presentar la prueba.
Las obligaciones son de resultado.

El patrocinante: el abogado patrocinante es representante de su cliente es quien asesora o patrocina a una de las partes. Tiene
su cargo la dirección del juicio. La naturaleza del vínculo que lo une con su cliente para algunos es locación de servicios, de
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

obra o contrato multiforme, atípico o variable. Es el que prepara la estrategia, piensa el pleito, decide a quién se va demandar,
por qué causa, cuando y en qué juzgado. Selecciona los hechos que van a fundar la demanda y el derecho invocar a favor de su
cliente.
Su obligación es de medios porque se compromete únicamente a aplicar su diligencia, los conocimientos adquiridos en la
facultad y luego en el perfeccionamiento que hubiere hecho.
La razón por la cual es un obligación de medios es porque el derecho no es una ciencia exacta, y la decisión final escapa al
abogado y es puesta en todos los sistema jurídicos del mundo en manos del juez, y además porque en todo juicio hay un ganador
y perdedor, si no aceptamos que es una obligación de medios, la mitad de los abogados serían responsables y ello no puede ser
así. Pero en algunos casos la obligación del abogado patrocinante es de resultado, como cuando se compromete a dictaminar
sobre una cuestión, realizar una partición o redactar un estatuto social. La Corte Suprema también ha responsabilizado el
patrocinante por la caducidad de la instancia.

RESPONSABILIDAD DEL ESCRIBANO


La profesión de escribano puede desenvolverse de tres formas:
a) Notario profesional: el notario es un profesional pero que no está investido de la fe pública.es un siste,a que casi ya no se
utiliza.
b) Notario funcionario: el escribano o notario es un funcionario pagado por el Estado, y la fe que da es absoluta.
c) Notario profesional investido de una función pública: es el sistema que se aplica en Francia, España, Italia y Argentina.
El escribano es un profesional privado, que ejerce funciones públicas por delegación del Estado. Su labor es esencialmente
legitimadora.

La ley 12.990 define al escribano de registro como el funcionario público instituido para recibir y redactar y dar
autenticidad, conforme a las leyes y en los casos que ellas autorizan, los actos y contratos que le fueran encomendados.
La responsabilidad será contractual en aquellos casos en que las partes acudan a la escribanía, o requieran los servicios del
notario para celebrar un acto. Será, en cambio, extracontractual la responsabilidad cuando el notario cometa un delito penal, o
respecto de terceros extraños al acto. La responsabilidad del escribano también surge por los actos de su escribano adscripto. En
estos casos responde como principal en forma objetiva, salvo que se trate de actos que no se puede apreciar o controlar.

Los deberes notariales.


Estudio de títulos: es el análisis de los antecedentes jurídicos que legitiman a quienes pretenden disponer de inmuebles, ya sean
escrituras públicas, expedientes judiciales o administrativos, mediante un examen exhaustivo de todos los títulos hasta hallar un
título traslativo desde cuya fecha haya transcurrido el término prescriptivo veinteñal. El contenido del estudio entraña una
obligación de medios, o de resultado para otros.
Tareas notariales de documentación: son todas obligaciones de resultado. El escribano debe informar sobre el contenido,
legalidad y demás características o alternativas del acto que el requirente de sus servicios se propone realizar. Debe asimismo
confeccionar el documento con todas las formalidades que exige la ley, incluidas las tributarias, conservar el protocolo y expedir
las copias que le soliciten las partes. El escribano, además, debe revisar toda la documentación relativa al acto.
Tareas de inscripción: la labor del escribano no se agota en la redacción de las escrituras sino que también debe inscribirlas
dentro del plazo de los certificados previstos en la ley. Estos certificados conocidos como bloqueos significan que durante ese
tiempo el registro de la propiedad no asentará ningún embargo, o anotación preventiva de litis.
Fe de conocimiento: el escribano tiene la obligación de identificar a las partes que concurren a celebrar un acto, porque lo que
se exige es un juicio de certeza, que permita el escribano estar seguro de que no hay sustitución de personas o falsificación de
instrumentos. Se trata de una obligación de medios. Se han observado que la diligencia exigida para obtener la fe del
conocimiento no se agota en la exhibición de documentos sino que se exige al escribano extremar las precauciones cuando no
conoce personalmente a las partes.

RESPONSABILIDAD DEL MÉDICO


La responsabilidad médica es el campo de la responsabilidad profesional que más se ha desarrollado. .

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

No todo el que quiera puede practicar la medicina, sino que tiene que tener un título habilitante. Ejercer la medicina sin título es
un delito previsto y penado en el código penal, y es la única profesión a la que se le dedica un artículo aparte, lo que se explica
por la gravedad de las consecuencias.
El ejercicio de la medicina se reserva exclusivamente a médicos, médicos cirujanos o doctores en medicina; se entiende por
ellos:
a) los que tengan título válido otorgado por universidades nacionales;
b) los que tengan título otorgado por universidades extranjeras y vaya
c) la Universidad nacional;
d) los que tengan título toda y que en virtud de tratados internacionales haya sido habilitados por universidades nacionales;
e) los profesionales de prestigio internacional reconocido,
f) los profesionales extranjeros contratados con instituciones públicas o privadas con finalidades de investigación,
asesoramiento, docencia;
g) los profesionales extranjeros refugiados en el país debidamente habilitados.

El acto médico consiste en aquella prestación o actividad profesional que persigue, conforme la técnica o arte correspondiente,
un efecto terapéutico o de curación de un enfermo o más genéricamente la promoción de la salud.
Para sintetizar podemos decir que la medicina es una actividad profesional, que normalmente, tiene por objeto el cuerpo humano
y que su finalidad es proteger el sagrado bien de la salud, lo que le confiere un innegable carácter social que justifica los fuertes
controles estatales a que está sometida.

Los deberes del médico


Los deberes del médico constituyen lo que la doctrina llama lex artis que consiste en aquel criterio valorativo de la corrección
del acto médico ejecutado por el profesional de la medicina, que tiene en cuenta las especiales características de su autor, de la
profesión de la complejidad del actor y la influencia de otros factores, para calificar dicho acto de conforme o no con la técnica
requerida.
En una apretada síntesis puede decirse que el médico tiene los siguientes deberes:
 Atender al paciente: el médico es libre de asistir o no al enfermo. Sin embargo, ello no es así, cuando se pone en riesgo
la salud del paciente. El médico debe asistir a los enfermos cuando la gravedad de su estado así lo imponga y hasta
tanto sea posible delegarla en otro profesional o en el servicio público correspondiente.
 Actuar con diligencia: el objeto del contrato médico es la actuación con diligencia, esto es con observancia de las reglas
de la ciencia médica. EL médico está obligado a hacer todo lo que esté a su alcance para lograr la curación o mejoría
del paciente, para eso debe conocer el estado de la ciencia, es decir además de lo aprendido en la Facultad de Medicina
debe aplicar el conocimiento disponible hasta el momento. En la mayoría de los casos lo que marca el nivel de diligencia
a exigir para el médico es el estado de la ciencia, por lo que por ejemplo no es negligencia elegir entre dos tratamientos
científicamente aceptados uno quirúrgico y otro incruento. También debe observar todas las reglamentaciones
administrativas o legales que se le imponga, tales como denunciar heridas de bala por cierto tipo de maltrato.
 Informar al paciente: el paciente debe saber qué enfermedad tiene, cuál es el tratamiento adecuado, como quedará
después, existencias de vías alternativas de tratamiento; o si su dolencia no tiene cura, cuánto tiempo le queda de vida,
etcétera. El deber de información al paciente tiene varias finalidades: terapéutica, porque al conocer su enfermedad y
los riesgos a que está expuesto, el paciente ayuda influye en su propia curación; humanitaria, conocer el propietario de
la salud es un derecho humano algo que no puede ser negado nadie. Y por último legal, ya que la inexistencia de
información viciaría el consentimiento. La obligación de informar se vincula normalmente con el consentimiento
informado.
 Obtener el consentimiento informado: se define el consentimiento informado como la declaración de voluntad de un
paciente que luego de recibir información suficiente referida al procedimiento o intervención quirúrgica que se le
propone como médicamente aconsejable, decide prestar su conformidad y someterse al procedimiento. El
consentimiento informado se caracteriza por: ser informado; libre; voluntario, es decir libre de todo vicio; previo esto
es importante porque siempre debe ser efectuado en forma previa a la práctica médica, si es posterior no hay
consentimiento sino renuncia a reclamar los daños ya padecidos; con alcance, debe comprender todo lo que se ha dicho
anteriormente. El consentimiento puede estar viciado por: presiones médicas, técnicas o administrativas; falta de
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

información adecuado comprensible; que se haya expresado en un documento en blanco; que se haya dado bajo la
amenaza de dar el alta cuando el paciente está internado; cuando existiendo alternativas, no se les haya informado del
paciente y por último cuando el paciente haya sido obligado a decidir con apuro innecesario o en un estado emocional
de gran perturbación.
 Guardar el secreto profesional: el secreto profesional consiste en una medida de protección de la intimidad del paciente
y esta impuesto por la necesidad de que el profesional tenga todos los elementos de juicio para saber el origen y la
posible curación de la dolencia. El secreto brinda al paciente no sólo la confianza para contar todo lo atinente a su
enfermedad al médico, sino que le otorga una clara garantía legal para el caso de incumplimiento. Pero el secreto
profesional no es absoluto, ya que el deber de guardar secreto también cede en algunos casos: cuando el juez releva al
médico del deber y le impone prestar testimonio; cuando el médico es demandado por el propio paciente o sus familiares;
cuando el paciente lo consiente expreso tácitamente, etcétera.
 Documentar en historia clínica sus actos: sumamente importante es la obligación del médico de llevar una historia
clínica donde se registre lo atinente al diagnóstico, pronostico, medicamentos, tratamiento indicado y toda circunstancia
que sea relevante para la cura o mejoría del paciente. La historia clínica es un documento en el que se expresa todo el
proceso del enfermo. Normalmente se asiente sobre papel, pudiendo ser también por medios computarizados.

EL EQUIPO MÉDICO.
La medicina compleja puede ser ejercida bajo lo que se conoce como equipo médico, que es definida como el "conjunto de
facultativos galenos (médicos) que desempeñan sus actividades en forma guiada, coordinada y dirigida por un médico
principal o jefe de equipo". La característica de este tipo de prácticas médicas es la presencia de un jefe o principal, que tiene
la mayor responsabilidad, dirige y coordina a los restantes miembros del equipo que él ha elegido.
El médico jefe del equipo es responsable cuando ha contratado en forma directa y única con el paciente, como sería el caso de
una parturienta que contrata directamente con el obstetra y éste a su vez lleva al quirófano a un médico auxiliar, un cardiólogo,
un anestesista y un pediatra, todos de su confianza. El paciente en estos casos puede demandar al médico jefe a título propio,
como responsable indirecto por el hecho de los otros miembros, por violación de una obligación de seguridad. En este caso el
jefe es el principal y sus colaboradores, dependientes.
Pero si el paciente "contrató directamente con cada uno de los miembros del equipo, estaríamos en presencia de un caso de
responsabilidad colectiva del equipo médico". Por supuesto, el paciente puede demandar en forma indirecta al dependiente que
causo el daño por su culpa y exigirle que pague todos los daños o la parte del daño que hubiere causado si su responsabilidad es
compartida con otros. Estos principios se aplican si sabe que el causante del daño es el auxiliar. Si el daño es causado por el jefe,
responde él únicamente, si el daño es colectivo, la responsabilidad es colectiva.

LA RESPONSABILIDAD DE LAS CLÍNICAS Y SANATORIOS.


Se consideran las clínicas y sanatorios responsables porque asumen respecto del paciente una obligación tácita de seguridad, que
actúa como secundaria de la principal de brindar asistencia médica. Sin embargo, ya sea que se fundamente en la responsabilidad
del principal por el dependiente o en el deber secundario de seguridad, la responsabilidad de la clínica por los hechos de sus
médicos dependientes, cuando éstos han incurrido en culpa, es objetiva.
Fuentes:
La responsabilidad del establecimiento sanitario tiene una fuente doble. Por un lado, es garante del desempeño del médico,
obligación ésta que es accesoria a la del galeno, por lo que en principio no responde si no se encuentra culpa en el actuar del
médico. Asi, el establecimiento medico es responsable si el personal omitió interpretar los sintomas y signos que padecía el
actor, en ese caso endocarditis bacteriana, ya que de haberlo hecho se hubiera evitados daños mayores
Pero también hay una obligación principal de garantía o seguridad por los servicios que el médico no está en condiciones de
garantizar, como ser la asepsia del lugar, la existencia de instrumental adecuado. De modo que el sanatorio, garantiza que el
demandado no sufrirá daños durante su estadía, y por los servicios que allí se le brindan.
La responsabilidad de la clínica es concurrente con la del médico, este responde por su culpa y la clínica lo hace por su obligación
de seguridad objetiva.
De todos modos, cualquiera que se la teoría la doctrina mayoritaria llega a las siguientes conclusiones:
A) La clínica responde de modo irrefragable; no puede liberarse acreditando que eligió o que vigiló bien a los médicos.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

B) El deber de la clínica alcanza a los actos dolosos de los médicos y hasta aquellos en que el daño sea adjudicable a éstos en
base a un criterio legal de imputación de tipo objetivo.
C) Los medico también responden
Los establecimientos sanitarios no sólo responden por los daños que causen los médicos, sino también por los daños que sufra
el paciente por conductas ajenas a los facultativos, como ser la falta de conservación de la historia clínica.

4) RESPONSABILIDAD POR ACCIDENTE DE TRANSITO

ARTÍCULO 1769. Accidentes de tránsito “Los artículos referidos a la responsabilidad derivada de la intervención de cosas
se aplican a los daños causados por la circulación de vehículos.”

Accidente: Es todo suceso eventual o acción de la que involuntariamente resulta daño para las personas o cosas. El
accidente es un hecho jurídico, imprevisto, súbito, pero que no necesariamente tiene que ser culposo, porque dentro de la
definición de accidente de tránsito se engloban también los casos de dolo, como, por ejemplo, el automovilista que no respeta
un semáforo en rojo sin importarle si alguien está cruzando, o el que se emborracha sabiendo que luego debe conducir de regreso
a su domicilio.
El art. 1769 remite, en materia de responsabilidad por daños ocasionados por automotores en circulación, a las reglas establecidas
por el art. 1757, para los perjuicios causados por el accionar de cosas viciosas o riesgosas. Ello es así porque la doctrina y
jurisprudencia se encuentran de acuerdo en que el automotor es una típica cosa riesgosa. Es más, se trata de una cosa que, por
su propia naturaleza, es riesgosa o peligrosa para terceros. Es claro que a la víctima del accidente de circulación le basta con
acreditar el perjuicio sufrido y la intervención de la cosa que lo produjo o, lo que es lo mismo, la relación de causalidad puramente
material entre vehículo y el daño.
Ello es así en la medida en que sobre el creador del riesgo gravita una presunción de adecuación causal, que solo puede ser
desvirtuada si se acredita la intervención de una causa ajena. Es decir, si comprueba el hecho del damnificado, de un tercero o
el caso fortuito o fuerza mayor (eximentes).
Entonces en el factor de atribución es objetivo por el riesgo creado.

Legislación aplicable.
La legislación aplicable en forma principal en materia de accidente de tránsito es la LEY DE TRÁNSITO 24.449 a la cual se
han adherido prácticamente la totalidad de las provincias argentinas. Esta ley también tiene una definición, a nuestro juicio
incompleto, de accidentes de tránsito: “todo hecho que produzca daños en personas como consecuencias de la circulación”.
Lo que caracteriza al modelo argentino es que es un sistema objetivo, en el que el factor de atribución es el riesgo creado, con
reparación integral del daño causado y con seguro obligatorio.

Deberes del conductor: Teniendo en cuenta la ley 24. 449 podemos mencionar los siguientes deberes del conductor:
 Licencia para conducir: El primer y más elemental deber de quien se propone conducir un automóvil es obtener el
correspondiente permiso o carnet para conducir automóviles. De acuerdo al tipo de vehículo de que se trate las
características varían. Los requisitos para obtener licencia son: 1. Saber leer y para los conductores profesionales también
escribir. 2. Una declaración jurada sobre el padecimiento de afecciones a la que se refiere expresamente la
reglamentación. 3. Un examen médico psicofísico que comprenderá: una constancia de aptitud física, de aptitud auditiva
y de aptitud psíquica. 4. Un examen teórico de conocimientos sobre conducción, señalización y legislación, estadísticas
sobre accidentes y modo de prevenirlos. 5. Un examen teórico práctico sobre conocimientos simples de mecánica y
detección de fallas sobre elementos de seguridad del vehículo. Funciones del equipamiento e instrumental. 6. Un examen
práctico de idoneidad conductiva que incluirá las siguientes fases: 6.1Simulador de manejo conductivo. 6.2. Conducción
en circuito de prueba o en área urbana de bajo riesgo.
 Condiciones mínimas de seguridad del vehículo: Una vez que el conductor posee el registro habilitante para conducir,
debe cumplir con la normativa mínima de seguridad para el vehículo en el que pretende desplazarse. En el supuesto más
común, el de un vehículo para uso cotidiano se requieren, entre otras cosas: 1. Sistema de frenado y dirección,
permanente, seguro y eficaz; 2. Sistema de suspensión, que atenúe los efectos de las irregularidades de la vía y contribuya
a su adherencia y estabilidad; 3. Sistema de rodamiento con cubiertas neumáticas o de elasticidad equivalente, con las
inscripciones reglamentarias; 4. Relación peso potencia adecuada a la reglamentación; 5. Cinturones y cabezales
normalizados; 6.Paragolpes y guardabarros o carrocería que cumpla esas funciones; 7. Sistema autónomo de limpieza,
lavado y desempañado de parabrisas; 8. Vidrios de seguridad transparentes; 9. Sistema de renovación de aire interior,
sin posibilidad de ingreso de emanaciones del propio vehículo; 10. Traba de seguridad para niños en puertas traseras;
11. Sistema de mandos e instrumental dispuesto al lado izquierdo de modo que el conductor no deba desplazarse ni
desatender el manejo para accionarlos; 12. Sistema de luces delanteras alta y baja, luces de giro, de freno, de patente y
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

de retroceso blanca; 13. Luces de posición, traseras de color rojo, intermitentes de emergencia y sistema de destello
frontal.
 Dominio del rodado: El conductor debe mantener en todo momento el dominio del rodado. Quiere decir que en todo
momento el conductor debe estar en condiciones de controlar su vehículo, de frenar o esquivar el obstáculo.
 Ebriedad: La combinación de alcohol y conducción de vehículos es uno de los más acuciantes problemas de nuestro
país. En argentina el limite permitido del alcohol en sangre es de 0,5 grs/litro de sangre para los conductores particulares,
0,2 grs/litro de sangre para los motociclistas y 0 para los conductores profesionales.. Pero lo más importante no es esta
afirmación, sino cuáles son las consecuencias de manejar alcoholizado: “dificultad para circular en línea recta",
"disminución de la agudeza visual, reduciéndose al mismo tiempo el campo visual y el contraste de colores", "aumento
del tiempo de reacción", "dificultad de coordinación”.
 Seguro del vehículo La gran novedad que introdujo la ley 24.449 fue la obligatoriedad del seguro, estableciendo que:
"Todo automotor, acoplado o semiacoplado debe estar cubierto por un seguro, de acuerdo a las condiciones que fije la
autoridad en materia aseguradora, que cubra eventuales daños a terceros, transportados o no". El art. 48 exige que el
comprobante de pago del seguro se lleve en el vehículo.
 Reglas de conducción: El conductor debe observar las numerosas reglas de conducción que se le imponen, para evitar
daños a terceros y a sí mismo:
1. Circulación por su propia mano.
2. Velocidad de circulación. La reglamentación tiene velocidades máximas y en algunos casos también mínimas que deben
ser respetadas porque están relacionadas siempre con la mayor probabilidad de accidentes. La velocidad excesiva es
indiciaria de pérdida del dominio del vehículo. La regla general está contenida en el art. 50 que dice que el conductor
debe circular siempre "a una velocidad tal que, teniendo en cuenta su salud, el estado del vehículo y su carga, la
visibilidad existente, las condiciones de la vía y el tiempo y densidad del tránsito, tenga siempre el total dominio de su
vehículo y no entorpezca la circulación". Los límites máximos para vehículos particulares son: en zona urbana, 40 km/h
para calles y 60 km/h para avenidas; en zona rural, 110 km/h; en semi autopistas, 120 km/h, y en autopistas hasta 130
km/h. Los transportes de cargas y pasajeros tienen límites máximos distintos. Los límites mínimos también para
vehículos particulares son: a) en zona urbana y autopistas, la mitad delos máximos; b) en caminos y semi autopistas, 40
km/h.
3. Estacionamiento prohibido.
4. Detención en ruta. Autopistas
5. Adelantamiento. Sobrepaso.
6. Distancia de seguridad o frenado.
7. Cruce de bocacalles.
8. Luces. Uso durante el día.

Presunciones. Principio y excepciones.


Presunciones legales:
 El riesgo creado regula la responsabilidad civil por el hecho de las cosas y constituye el principio rector de la materia
 Pesan presunciones concurrentes de responsabilidad sobre el dueño o guardián y resultan operativas sin necesidad de
reconvenir
 Incumbe al legitimado pasivo, dueño o guardián demandado o reconvenido, acreditar la concurrencia de eximentes de
responsabilidad, lo que debe probar de modo fehaciente e indubitable, dada la finalidad tuitiva de la norma. Por ello la
falta de prueba perjudica al dueño o guardián demandado o reconvenido porque "la indefinición sobre la forma en que
sucedió el accidente hace subsistir la responsabilidad objetiva que recae en el dueño o guardián de la cosa riesgosa
cuando ésta interviene activamente en la producción del perjuicio"
 Habitualmente concurren duplicidad de factores de atribución de responsabilidad: riesgo creado por el automotor y culpa
de su conductor; la mayoría de la jurisprudencia y de la doctrina sostiene que también es de aplicación la responsabilidad
objetiva al conductor del vehículo y al dependiente del dueño o guardián que manejaba.
 La culpa incide no sólo como factor de atribución de responsabilidad del dueño o guardián demandado sino como
eximente de responsabilidad (la denominada función impropia de la culpa) en el hecho de la víctima o de un tercero por
el que no debe responder.

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 media integración y armonización entre las normas propias de la responsabilidad objetiva del Código y las normas
regulatorias del tránsito (v. gr., Ley Nacional de Tránsito 24.449 y Códigos de Tránsito provinciales), ya que éstas
completan y complementan las normas de la responsabilidad civil.

Principio y excepciones. Vehículo embistente.


De todas las presunciones jurisprudenciales, la más importante es la que determina la responsabilidad del vehículo embistente.
Se estima que si no se ha podido detener a tiempo el automotor para evitar la colisión, "ello obedece a que el embestidor
marchaba a exceso de velocidad, o no actuaba con la atención debida, o por carecer de frenos en buenas condiciones u
otras circunstancias similares, las cuales son demostrativas, en principio, de su responsabilidad".

Valuación del daño. Reparación integral.


Respecto de la valuación del daño en cuanto a los daños corporales, nuestro sistema sigue el principio de reparación integral, El
principio es que todos los daños que guardan relación de causalidad adecuada con el accidente se indemnizan, en forma
integral, sean morales o patrimoniales. Si hay concurrencia de culpas, el responsable pagará en proporción a la incidencia
causal de su conducta y el resto lo soportará la víctima.
Responsabilidades derivadas del transporte:
Una subdivisión importante dentro de los accidentes de tránsito ocurre en nuestro país por intermedio del transporte terrestre
tanto de cargas como de pasajeros, el que se realiza mayoritariamente por tierra y más específicamente por medio de camiones
y colectivos.

Concepto: El transporte de personas es un contrato mediante el cual una persona, llamada PORTEADOR O
TRANSPORTISTA, asume la obligación de trasladar a otra llamada TRANSPORTADO, pasajero o viajero por medio de un
vehículo de un lugar a otro, mediante el pago de una suma de dinero. El transporte también puede ser de cargas. Así, el
transporte puede ser:
1) Aéreo.
2) Marítimo o fluvial.
3) Transporte terrestre, que tiene dos modalidades principales, el transporte ferroviario y el transporte automotor de cargas y
pasajeros. De este último nos ocuparemos en este capítulo sobre responsabilidad por daños causados por automotores.
Contrato de transporte terrestre
El contrato de transporte terrestre tiene las siguientes características:
 Consensual, porque se perfecciona con el solo consentimiento, no requiriendo la entrega previa de cosa alguna. El
pasaje o boleto y la guía de carga, tienen la característica de servir como elementos de prueba, pero aun en defecto de
ellos hay contrato de transporte.
 Bilateral, porque engendra obligaciones recíprocas a cargo de ambas partes. El porteador debe llevar sano y salvo al
pasajero o la carga al destino convenido y el transportado debe pagar por el viaje.
 Oneroso, el contrato es, en principio, oneroso. No se presume gratuito, a pesar de que, como veremos más adelante,
puede existir transporte gratuito, interesado y benévolo, en los cuales no se paga por el viaje pero las responsabilidades
son distintas.
 Conmutativo, porque las partes pueden apreciar las ventajas que se derivan del mismo al momento de contratar. Es
además un contrato en el cual el transportista asume una obligación tácita de seguridad.
 Duración continuada. No es un contrato instantáneo, como una compraventa manual, sino que dura el tiempo que sea
necesario para llegar de un lugar a otro.
La responsabilidad derivada de los daños que sufre el pasajero o la carga es objetiva, es una típica obligación de resultado
porque el transportista garantiza la seguridad del pasajero o carga, por lo que cualquier daño que sufra hace patente su
incumplimiento, incluso antes de que el pasajero suba al vehículo, como en el caso en que se responsabilizó al transportista
por los daños sufridos por una pasajera que fue agredida por un guardián privado de la estación cuando intentaba subir sin
pagar el boleto.
El principio es que la obligación de indemnizar es inexcusable, sin embargo se reconoce las mismas eximentes antes
referidas: caso fortuito, hecho de la víctima y culpa de un tercero por quien no se deba responder.

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La responsabilidad es integral, lo que significa que se indemniza tanto el daño emergente como el lucro cesante y el daño
moral. En cuanto a los efectos transportados por los pasajeros (valijas, paquetes) la responsabilidad es tarifada.

PROTECCION A LA VIDA PRIVADA


Art. 1770: Protección de la vida privada. “El que arbitrariamente se entromete en la vida ajena y publica retratos, difunde
correspondencia, mortifica a otros en sus costumbres o sentimientos, o perturba de cualquier modo su intimidad, debe ser
obligado a cesar en tales actividades, si antes no cesaron, y a pagar una indemnización que debe fijar el juez, de acuerdo con
las circunstancias. Además, a pedido del agraviado, puede ordenarse la publicación de la sentencia en un diario o periódico
del lugar, si esta medida es procedente para una adecuada reparación”.

En el Código de Vélez, la norma análoga a la que ahora es objeto de comentario no solo establecía las facultades con que contaba
el agraviado frente a la afectación de su intimidad, sino que actuaba como disposición reglamentaria del art. 19 CN, tutelando el
derecho a la intimidad.
En el CC y C el art. 1770 no es la única norma que se refiere a la protección de la intimidad, ya que el derecho a la intimidad se
encuentra tutelado expresamente en el art. 52 del mismo cuerpo legal, que consagra a la dignidad de la persona como un derecho
personalísimo y, por tal, como centro gravitante de todo el sistema del derecho privado. Partiendo de esta idea, en el sistema del
Código Civil y Comercial la norma citada en último término (52) consagra a la protección de la intimidad como un derecho
personalísimo, y el artículo ahora en comentario (1770) actúa como norma de aplicación, es decir, establece las herramientas a
las cuales podrá recurrir el damnificado para obtener la prevención del daño o su resarcimiento.

¿Cuando se configura la violación del derecho a la intimidad?


El art. 1770 enuncia, al igual que el art. 1071 bis CC, algunos supuestos en que puede producirse un entrometimiento
arbitrario en la intimidad del damnificado. Sin perjuicio de ello, no debe perderse de vista que dichos casos son meramente
enunciativos ya que también será aplicable cuando se afecte la intimidad “de cualquier modo”. Los supuestos son:

a) Publicación de retratos: Es aquel en que se difunde un retrato y, de esta forma, se afecta la intimidad de la persona. En este
aspecto el derecho a la intimidad se relaciona con el derecho a la imagen, tutelado específicamente por el art. 53 CC y C.
Sin embargo, es preciso tener en cuenta que la publicación del retrato del afectado puede afectar su imagen sin afectar su
intimidad (por ej, por la publicación de la imagen de una modelo promocionando un determinado producto, sin que ella haya
autorizado su utilización, o cuando ya venció el contrato en virtud del cual se difundió la imagen por primera vez), mientras que
en otros supuestos pueden afectarse ambos derechos conjuntamente (si se publica una imagen de una persona en su ámbito
privado).
b) Difusión de correspondencia. También constituye un ilícito, en los términos de la norma comentada, la difusión indebida
de la correspondencia de la persona afectada, cualquiera sea el medio por el cual se lo realice, siempre y cuando no exista una
causal de justificación.
c) Mortificación de costumbres o sentimientos. Este supuesto comprende todo tipo de perturbación, ofensas al pudor,
molestias, trastornos, inquietudes, etc. que genere el accionar del agente. Es claro que el caso previsto es muy amplio y, como
tal, queda supeditado al prudente arbitrio judicial, ya que el magistrado que entiende en la causa deberá valorar las distintas
circunstancias del caso para determinar la afectación de la intimidad.
d) La expresión del texto legal que alude a la perturbación de cualquier modo de la intimidad constituye una norma abierta
que le confiere al juez un margen de interpretación amplio que podrá comprender otras vías tecnológicas más modernas de
violación de la intimidad (mensajes de texto, páginas web, cámaras ocultas, etc.).

Remedios previstos en la norma


a) Acción preventiva. Si bien el art. 1770 se refiere al cese de la afectación y al resarcimiento del daño ocasionado, es claro que
el damnificado puede recurrir también a la acción preventiva, aun cuando su intimidad todavía no haya sido afectada, siempre
que se encuentren reunidos los recaudos de admisibilidad previstos en el art. 1711 (acción u omisión antijurídica y previsibilidad
del daño.).
b) Acción de cese. Cuando la afectación de la intimidad ya comenzó a producirse, puede promoverse una acción tendiente al
cese de tal accionar y, de esta forma, evitar que el daño se siga produciendo o disminuir su magnitud.
c) Resarcimiento del daño ocasionado. En el supuesto en que el daño ya se haya producido, la víctima tiene derecho a obtener
el resarcimiento del daño que se le ha ocasionado.
En este aspecto, cabe recordar que el art. 1071 bis del Código de Vélez preveía que procedía una “indemnización equitativa y
conforme a las circunstancias del caso”. La referencia que efectuaba la norma generó discusiones en cuanto al alcance del

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resarcimiento, ya que no quedaba claro si procedía la reparación plena del perjuicio ocasionado o el si el juez podía disminuir el
monto del resarcimiento.
Más allá de que la doctrina anterior a la reforma consideraba que la indemnización correspondiente no debía fundarse en razones
de equidad, sino que correspondía resarcir el perjuicio en forma íntegra, lo cierto es que el art. 1770 CC y C despeja toda duda
al respecto ya que suprime el término “equitativa” de forma tal que no existe duda en cuanto a que el damnificado debe ser
indemnizado plenamente por el daño padecido.

d) Publicación de la sentencia. Finalmente, el interesado podrá requerir la publicación de la sentencia. Para valorar la
procedencia de esta pretensión, será necesario que el juez tenga en consideración la mayor o menor difusión del hecho si la
persona agraviada es o no un sujeto que ha adquirido notoriedad, fama o estado público, etc.

ARTÍCULO 1771. Acusación calumniosa En los daños causados por una acusación calumniosa sólo se responde por dolo
o culpa grave.
El denunciante o querellante responde por los daños derivados de la falsedad de la denuncia o de la querella si se prueba
que no tenía razones justificables para creer que el damnificado estaba implicado.

Concepto: La acusación calumniosa estaba prevista en el artículo 1090 del código derogado, se corresponde con los artículos
109 y siguientes del Código Penal, y consiste en la falsa imputación de un delito denunciado por querella o denuncia. La
norma civil actual alude a "los daños causados por una acusación calumniosa" en vez de "si el delito fuere de acusación
calumniosa" como lo preveía el artículo 1090 del código derogado. Es que en el ámbito civil se tiene en miras la protección del
honor y en cambio la ley penal, sin ser indiferente a aquél, valoraba en forma preponderante el normal, ordenado y legal
desenvolvimiento de la función de los órganos del Estado.

En primer lugar, el art parte de la idea de que quien realiza una acusación calumniosa contra otro y, de esta forma lesiona su
honor, debe resarcir los daños ocasionados. Los presupuestos de esta figura son la a) imputación de un delito de acción pública,
b) la correspondiente denuncia ante la autoridad (policial o judicial), c) la falsedad de lo denunciado y la previsión de la conducta
delictiva entre las figuras del Código Penal.
Se configura, entonces, cuando se formula la acusación ante la autoridad competente mientras que la simple calumnia no requiere
de querella o denuncia y basta con la falsa imputación de un delito doloso. Sobre el último recaudo, es preciso poner de resalto
que la simple existencia de una decisión judicial que absuelva o sobresea al imputado no es suficiente para que este pueda
reclamar la reparación de los daños que le fueron causados. Por el contrario, es preciso que exista un factor subjetivo de
atribución que debe ser el dolo o, al menos, la culpa grave del denunciante, no bastando la culpa porque prevalece el interés
social en la investigación y represión de los delitos criminales.

Falsa denuncia. Cuando procede. Efectos.


En segundo lugar la norma dice que el denunciante o querellante responde por la falsedad de la denuncia o querella siempre que
se pruebe que no tenía razones para creer que el acusado estaba implicado en el hecho que le atribuía, por lo que se sanciona la
acusación precipitada e imprudente, realizada con ligereza y negligencia "grave" o "dolosamente", tal como lo exigía la
jurisprudencia. La norma ampara el honor de la persona denunciada, aunque también se señala que se tutela el normal
desenvolvimiento de las funciones de la justicia penal para investigar y esclarecer los delitos. La indemnización comprende los
daños materiales y morales. Por ultimo cabe destacar que la Corte nacional decidió que en los delitos contra el honor no se
necesita prueba directa porque se infiere a partir de la calidad objetiva de la ofensa con relación a las circunstancias de la víctima.

5) OTRAS RESPONSABILIDAD ESPECIALES

1) RESPONSABILIDAD POR ACCIDENTES DEPORTIVOS.


Para el diccionario de la Real Academia Española, el significado del término “deporte” es recreación, pasatiempo, placer,
diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre, practicando individualmente o por equipos con el fin de superar una
marca establecida o vencer a un adversario en competición publica, siempre con sujeción a ciertas reglas. Estas
enunciaciones, parecen excluir del concepto al deporte profesional, es decir, el que se practica con fines lucrativos, de modo
individual e independiente, o en relación de dependencia. La realidad es que en el lenguaje corriente se aplica a todas las
modalidades indicadas. Deportista se llama tanto al aficionado cuanto al profesional.

Concepto de accidente deportivo: Puede ser definido como aquel daño o lesión que causa un participante a otro o a un
tercero en ocasión de juego.

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

El principio es que el accidente deportivo no es indemnizable porque no reúne el requisito de ilicitud, siempre y cuando el
deportista o practicante haya respetado las reglas de juego. De modo, entonces, lo que confiere licitud a los daños que se
puedan sufrir como consecuencia del deporte son las normas de cada práctica.

Para Bustamante Alsina se responde solo por dolo, es decir por la malévola intención de dañar cuando el deporte es nada más
que una “ocasión” para el daño. Nosotros adherimos a la posición de Alsina, con la salvedad de admitir el dolo eventual es decir
responsabilizar a aquel deportista que comete una infracción sin importarle el resultado en el cuerpo de su adversario, preferimos
responsabilizar por dolo o culpa grave, porque la admisión de a culpa lleva a que el juego se realice más teniendo en cuenta la
evasión de la responsabilidad que la camaradería deportiva. Además existen muchos casos en los cuales es difícil determinar la
culpa, como el rugbista que taclea a un adversario, algo que está obligado a hacer para que no le marquen un try. Pero si es
responsable el rugbista y el club para el que juega por las lesiones causadas por golpes de puño a un jugador del otro equipo.
Para nuestro juicio, la infracción reglamentaria grave solo obliga a resarcir cuando está acompañada con una particular intención
de dañar. La infracción reglamentaria que no guarda relación con el juego obliga siempre a indemnizar porque aquí el deporte
es una simple ocasión de daño.

Daño a los participantes:


Cada deporte tiene una entidad rectora que establece las reglas, las cuales son modificadas a lo largo del tiempo. También tienen
tribunales de faltas que juzgan las infracciones que los deportistas cometen en el estricto ámbito deportivo, pero ello no es
condición requerida para que proceda la demanda de daños, porque un hecho puede no ser una falta deportiva pero si constituir
un hecho dañoso a luz de la responsabilidad civil.
Los deportistas pueden reclamar los daños que sufran de manos de otros deportistas, al deportista causante, a su propio club
o al club al que pertenece el deportista que causa la lesión, pero no puede reclamarlos a la entidad organizadora ya que si bien
la ley 23. 184 establece una responsabilidad objetiva de las entidad o asociaciones participantes de un espectáculo deportivo,
esta alcanza solo los daños sufridos por los espectadores y no a los participantes de la misma.
También pueden suceder lesiones en el aprendizaje deportivo. Es el caso de las academias de futbol o de los gimnasios de los
boxeadores. En estos casos, el instructor o profesor ocupa una situación de privilegio respecto de su pupilo, por su mayor
conocimiento tiene el deber de obrar con cuidado y previsión. Posee una posición de garante de evitación de ciertos riesgos,
asume entonces, un deber de seguridad objetivo, respecto del estado de sus instalaciones, traslados y otros riesgos, pero en lo
concerniente a la especifica práctica deportiva, su deber de seguridad es de medios, abarcando solo a las lesiones que sean
consecuencias de su culpa en la instrucción, como por ejemplo si autoriza a jugar a un lesionado o sobreexige a un aprendiz.
Daños a los terceros: los terceros también pueden sufrir lesiones como consecuencias de la práctica deportiva. Por ej. un réferi
de futbol puede ser atropellado por un jugador que no lo ve. En estos casos el deportista no tiene por qué responder.
Tampoco entran dentro del concepto de accidente deportivos las lesiones que los jugadores propinan a terceros, como al réferi
o entrenador.

2) RESPONSABILIDAD DE LOS ESPECTACULOS PUBLICOS.

Espectáculo, que deriva del latín spectaculum, tiene dos significados, uno que podríamos llamar material es “función o
diversión pública celebrada en un teatro, en un circo o en cualquier otro edificio o lugar en que se congrega la gente para
presenciarla”. Este es el concepto del espectáculo como evento o como acontecimiento. Pero el significado más profundo es el
que da sentido al espectáculo como vivencia intelectual y es capaz de atraer y mover el ánimo, asombro, dolor u otros afectos.
El espectáculo, entonces, es algo nutritivo para el espíritu que no tiene que ser forzosamente humano pudiendo ser natural, como
la contemplación el glaciar Perito Moreno.
Para lo que interesa a la responsabilidad civil es la noción primera.
Debe tratarse:
 De una reunión de persona, publica no privada, de acceso libre o pago, por invitación o únicamente admisible para
socios.
 Además el espectáculo tiene que estar organizado por alguien, por lo que una reunión espontanea no es técnicamente
un espectáculo.
 También se requiere que el espectáculo este autorizado por el Estado, normalmente la municipalidad, cuando el
espectáculo se realiza dentro de la ciudad.
El organizador del espectáculo, sea propietario del cine, teatro, productor de recitales, operas, asume un deber de seguridad
frente al espectador. Este deber secundario de seguridad quiere decir que el espectador no espera solamente ver el espectáculo,
sino que por más que no lo pacte, esta impuesta la obligación de garantizar su seguridad, desde el acceso al espectáculo hasta la
desconcentración cuando finaliza. El organizador no responde, en principio por los daños que sufra el espectador por acciones
de otros asistentes, salvo que su pruebe por ej la venta indiscriminada de bebidas alcohólicas dentro del espectáculo. Incluso
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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

responde si no puede determinarse claramente la forma en que se produjo la lesión, ya que la jurisprudencia considera que existe
una obligación de seguridad objetiva.
Se admite como eximente la culpa de la víctima. Así, el propietario de un cine no es responsable en forma exclusiva si una
persona discapacitada consintió en ser colocada en su silla ortopédica en un lugar inadecuado (descanso de una escalera) y luego
se cayó por las escaleras, alegando que en el lugar reservado para discapacitado no podía ver bien porque estaba muy cerca de
la pantalla.

3) RESPONSABILIDAD POR ACTOS DISCRIMINATORIOS.


La discriminación arbitraria no es solo objeto de regulación por parte de la responsabilidad civil, sino también del derecho
público e internacional.

Concepto de discriminación: Proviene del latin discriminare que tiene un doble significado de acuerdo al diccionario de
la Real Academia:
1) Separar, diferenciar, distinguir a una cosa de otra
2) Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.
Desde el punto de vista jurídico, existe discriminación cuando, con motivo de un perjuicio, se afecta la igualdad en
el ejercicio de un derecho. Por ello algunas discriminaciones pueden ser justas, como cuando se elige a la persona más
idónea para un cargo.
La discriminación es ilegal cuando es arbitraria o persecutoria porque se basa en un perjuicio, el cual consiste en un juicio
formulado de antemano o sin tener cabal conocimiento de la cosa, se caracteriza por no ser racional, sino fruto de la
arbitrariedad ignorancia, del resentimiento o de la envidia. Por ejemplo sostener que la raza blanca es superior a la negra.
Además de basarse en un perjuicio, el acto discriminatorio debe afectar la igualdad en el ejercicio de un derecho. Un
ejemplo de ello es el fallo de la Corte Suprema que no considero discriminatorio el insulto de una vecina a otra. Si bien es
antijurídico, el insulto es una injuria y no un acto discriminatorio porque no priva a la vecina del ejercicio de un derecho
en condiciones de igualdad.

Ley 23. 592: En la Argentina la ley protectora genérica es la ley 23. 592 que dice:
Art 1: Quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases
igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional, será obligado, a pedido
del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño moral y material
ocasionados.
A los efectos del presente artículo se considerarán particularmente los actos u omisiones discriminatorios determinados
por motivos tales como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica,
condición social o caracteres físicos.

La ley protectora proyecta el principio constitucional de igualdad ante la ley en el derecho de daños y en el derecho penal
ya que orienta a salvaguardar el pleno ejercicio de los derechos y garantías fundamentales reconocidos por la Constitución.
La igualdad ante la ley consiste en “consagrar un trato legal igualitario a quienes se hallen en una razonable igualdad
de circunstancias, por lo que tal garantía no impide que el legislador contemple en forma distinta situaciones que
considere diferente, en tanto dichas distinciones no se formulen con criterios arbitrarios, privilegio o inferioridad
personal o de clase o ilegitima percusión” Y relacionado con la discriminación, la Corte también ha dicho que “no toda
diferencia de trato implica discriminación, de modo que nada impide un trato diferente cuando las circunstancias son
distintas, siempre que el distingo no sea arbitrario o persecutorio”

El ordenamiento jurídico otorga mecanismos de defensa para proteger nuestro derecho a no ser discriminados. Uno de ellos
es la acción de amparo, que es una garantía constitucional que tiene por objeto reponer las cosas al estado anterior a la
violación o amenaza de violación de un derecho constitucional. En el caso de que los actos discriminatorios supongan
además, la configuración de un tipo penal, el sujeto que realice tal acto será sancionado.
La ley prevé dos tipos de acciones: la primera cesación de daños y subsidiariamente el pago de los daños y perjuicios.
Pueden ser demandados a reparar el daño tanto los particulares como el Estado. El daño a reparar puede ser:
 moral (clases de insultos)
 como lucro cesante (despido discriminatorio)
 daño emergente ( tratamiento psicológico a realizar por haber sido discriminado, depresión sufrida)

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RESUMEN. Agostina Florencia Santillán. Wpp: 388-5865876

Lo que se busca con la responsabilidad civil, no es sancionar al agente, sino reparar a la víctima. De modo que se persigue
el resarcimiento económico de quien sufrió el daño discriminatorio, independientemente de que el causante merezca o no
un castigo, aspecto del que se encarga el Derecho Penal.
La demanda puede no consistir en el pago de los daños, sino en contratar mujeres hasta igualar el número de hombres contratados,
lo que al ser una cesación de discriminación, entraría dentro del concepto amplio de reparación.
En el ámbito del contrato de trabajo se ha juzgado que la única forma de cesación del acto discriminatorio es la reinstalación del
trabajador.

4) RESPONSABILIDAD DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.

Uno de los derechos personalísimos más valiosos que tienen los hombres es la del considera al honor como uno de sus
atributos más valiosos.
El honor es un bien que la persona tiene durante toda su vida. No integra su patrimonio porque esta fuera del comercio
pero precisamente por ello es que quien es agraviado merece una satisfacción.
El honor de una persona puede verse dañado por la calumnia o injuria que son las formas principales de un género común
que es la difamación cuyo concepto jurídico es el siguiente: publicar enunciados factuales relativos a una persona y
lesivos de su reputación que bien son falsos o bien aunque sean verdaderos, constituyen una intromisión en su
intimidad.
El derecho pone a disposición del agraviado varias formas de satisfacción, entre las que se cuenta el derecho de daños,
pero además de la indemnización, en donde la culpa surge evidente, hay otros medios civiles como la retractación, la
publicación de la sentencia, el derecho a réplica. Además el derecho penal se ocupa en ciertos casos también de las ofensas
al honor, protegiéndolo como bien jurídico.
Para que exista difamación, deben concurrir los siguientes REQUISITOS:
 Publicación: basta que el hecho sea comunicado a otra persona distinta del afectado, por cualquier medio que sea,
oral, televisivo, escrito, informático. Lo relevante es que terceras puedan conocerlas, para que se afecta el honor.
 Enunciado de hecho o noticia: Lo enunciado debe consistir en un enunciado o noticia, no una mera idea u opinión.
Según el juez Holmes las ideas nunca pueden ser falsas porque se contrastan con otras, compiten y el público
termina aceptando la que más le convence
 Relativos a una persona: la difamación consiste en atribuir a una persona determinada hechos falsos de manera
de producirles sufrimiento, vergüenza, etc. Por eso no hay difamación cuando se enuncian críticas o se injuria a
grupos, como si se dijera que los políticos son ladrones, porque nadie puede considerarse incluido en él.
 Lesión al honor o reputación: dan lugar a la responsabilidad por daños por expresiones falsas, aquellas que son
agraviantes, mortificantes, dolorosas. El hecho debe tratarse de una injuria (deshonra o descredito) o una calumnia
(falsa imputación de un delito)
 Falsedad o hecho verdadero pero violatorio de la intimidad: el enunciado lesivo del honor debe ser falso para
que sea procedente la reparación y excepcionalmente procede si el hecho es verdadero es violatorio de la intimidad.
En nuestra opinion, el periodista o medio debe responder por la falsedad del hecho solo cuando ha incurrido en
culpa. La responsabilidad de la prensa es, entonces subjetiva.
La jurisprudencia de la corte Suprema de la Nación: la CS, tiene una rica jurisprudencia sobre el tema de la libertad de
expresión. (fallos)

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