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CAUSA : JUAREZ CON SOLAR

ROL : C 35840-2019
CUADERNO : PRINCIPAL

CONTESTA

S.J.L Civil de Santiago (18º)

EDUARDO JARA CASTRO y MARIA CONSUELO


IBARRA VIDELA, abogados, con domicilio en Miraflores
178, piso 13, comuna de Santiago, en representación del
demandado don RAMON MANUEL FERNANDO SOLAR
ROJAS, jubilado, con domicilio en Camino El Huinganal
número 3.578, departamento número 302, Edificio el
Coihue, comuna de Lo Barnechea, en los autos caratulados
“JUAREZ CON SOLAR” Rol C-35840-2.019 a US.
respetuosamente, decimos:

Estando dentro del plazo establecido en el art. 308 del


C. de P. C. y de conformidad al Art. 309, del mismo cuerpo
legal, venimos en contestar la demanda interpuesta en
contra de nuestro representado por doña María del Pilar
Juárez Hübner y don Francisco Javier Morales Sierra,
solicitando su rechazo con costas, atendido las siguientes
consideraciones:

I.- DE LA ACCION EJERCIDA:

1.- Los demandantes han ejercido la acción destinada a


obtener la rebaja del precio de la compraventa celebrada
con mi representado singularizada en la demanda, y aquella
acción destinada a obtener indemnización de perjuicios.

2.- Según el petitorio de la demanda, que es lo que fija la


competencia del tribunal, se ha solicitado expresamente, se
condene a don RAMON MANUEL FERNANDO SOLAR
ROJAS, exclusivamente al pago de una indemnización de
perjuicios, esto pues al solicitar la condena e indicar la
suma de estos, la demandante se remite a los valores
indicados en el cuerpo del escrito, en el cual bajo el Titulo
III, solo se enumeran supuestos perjuicios sufridos.

Transcribimos el petitorio:

“que se hace lugar a la acción de rebaja del precio por


vicios redhibitorios y a la acción de indemnización de

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perjuicios, y condenando al demandado a pagar las
cantidades expresadas en el cuerpo de este escrito, que
equivalen a la suma total al día de hoy de $285.527.639, o
la cantidad mayor o menor que S.S. determine, más reajustes
e intereses correspondientes, todo ello con costas. “(Lo
subrayado es nuestro)

Al remitirse al cuerpo del escrito constatamos que lo


que se demanda, es íntegramente indemnización de
perjuicios, ya que los valores que determinan la suma total
de $285.527.639, corresponden a lo señalado en el título III
de la Demanda, titulado como “Perjuicios”, el que
transcribimos:

“Los perjuicios que se demandan son los siguientes:

- El 38% del precio pagado por la adquisición del inmueble,


que corresponde al menor valor de la propiedad y equivale a
6.156 Unidades de Fomento (en pesos, al día de hoy,
$174.478.400).

- La suma de $10.000.000 para hacer frente a cambios de


materiales por estar dañados por las termitas y como
prevención, ya que los elementos de madera que contribuyen
a la expansión de la plaga.

- Una suma equivalente a 3.000 Unidades de Fomento (al día


de hoy $85.028.460) por concepto de daño moral, cantidad
en la cual se avalúan los perjuicios consistentes en el
sufrimiento y profunda angustia y decepción ya referidos en
este escrito……”

Se demanda la suma de $ 285.527.639.- Ergo, no hay


suma alguna demandada por concepto de rebaja de precio.

4.- Para fundamentar sus acciones los demandantes


sostienen que:

a.- Antes de celebrar el contrato de compraventa visitaron


en repetidas oportunidades el inmueble.

b.- Una vez inscrita y entregada la propiedad, con enorme


sorpresa, decepción y gran frustración, se percataron los
demandantes que el inmueble estaba infestado por termitas
subterráneas. Ello lo habrían descubierto en octubre de
2.019 al remover el piso de madera para iniciar trabajos de
instalación de calefacción y nuevo piso flotante.

c.- Sostienen que nuestro representado actuó de mala fe


pues les habría ocultado la existencia de termitas en la

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propiedad, cuestión que el sabía o debió haber sabido ya
que se habría dedicado a la construcción.

d.- La existencia de termitas hace que el inmueble


adquirido no sirva para su uso natural, o solo sirva
imperfectamente.

e.- Existe una pérdida de valor económico del inmueble, ya


que no podrán venderlo fácilmente pues deberán advertir a
los futuros compradores de la presencia de termitas,
debiendo en tal caso castigar el precio.

f.- La casa no se adquirió para un negocio sino para vivir en


ella, en circunstancias que no podrán vivir en ella y con la
incertidumbre de si esta plaga se podrá o no eliminar.

II.-FUNDAMENTOS DE DERECHO DE LA ACCION

1.- Se ha ejercido la acción de rebaja de precio contemplada


en el Art. 1.857 del Código Civil, cuyo tenor literal es:

“Se llama acción redhibitoria la que tiene el comprador


para que se rescinda la venta o se rebaje proporcionalmente
el precio por los vicios ocultos de la cosa vendida, raíz o
mueble, llamados redhibitorios.”

Sostienen que tal norma les permite solicitar que se


rescinda la venta o se rebaje el precio de la cosa vendida, y
que optaron por la acción de rebaja de precio por temor a
que mi parte no tuviera solvencia para devolver el precio si
es que ejercían la acción de resolución de contrato.

2.- Sostienen que los “vicios” existían mucho antes de la


celebración del contrato y que son tales que por ellos la
propiedad no sirve para su uso natural, o solo sirve
imperfectamente.

3.- Imputan a mi parte no haberles manifestado la


existencia de los vicios antes de la celebración del contrato
y que el demandado, una vez celebrado el contrato, al ser
interrogado por los demandantes por signos en el inmueble
que daban cuenta de la existencia de termitas, nada dijo
sobre su presencia.

4.- Señalan, que de conformidad a lo dispuesto en el Art.


1.858 del Código Civil, se dan los requisitos para calificar la
existencia de termitas como vicios redhibitorios.

La norma dispone:

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“Son vicios redhibitorios los que reúnen las calidades
siguientes:
1a. Haber existido al tiempo de la venta;
2a. Ser tales, que por ellos la cosa vendida no sirva para su
uso natural, o sólo sirva imperfectamente, de manera que sea
de presumir que conociéndolos el comprador no la hubiera
comprado o la hubiera comprado a mucho menos precio;
3a. No haberlos manifestado el vendedor, y ser tales que el
comprador haya podido ignorarlos sin negligencia grave de
su parte, o tales que el comprador no haya podido fácilmente
conocerlos en razón de su profesión u oficio.”

5.- Finalmente, fundan la acción destinada a obtener


indemnización de perjuicios en el Art. 1.861 del mismo
cuerpo legal, que dispone:

“Si el vendedor conocía los vicios y no los declaró, o si


los vicios eran tales que el vendedor haya debido conocerlos
por razón de su profesión u oficio, será obligado, no sólo a la
restitución o la rebaja del precio, sino a la indemnización de
perjuicios; pero si el vendedor no conocía los vicios ni eran
tales que por su profesión u oficio debiera conocerlos, sólo
será obligado a la restitución o la rebaja del precio.”

Sostienen que se dan los presupuestos de la norma


transcrita ya que estiman que el vendedor conocía los
vicios y no los declaró, o los vicios eran tales que el
vendedor debió haberlos conocido en razón de su
profesión u oficio.

III. DE LAS EXCEPCIONES, ALEGACIONES Y DEFENSAS.

A- CUESTION PREVIA:

1.- Negamos los hechos relatados en la demanda,


incluyendo aquellas imputaciones injuriosas proferidas en
contra de don Fernando Solar Rojas, quien, según los
actores, les hizo incurrir en engaño sobre la base de que
este tendría los conocimientos técnicos para haberles
informado que la propiedad estaba infestada de la supuesta
plaga que indican en la demanda, y no lo hizo. Esta
supuesta plaga deberá ser acreditada por los actores, pues
negamos su existencia.

No es efectivo que, una vez vendida la propiedad,


recién en ese momento el Sr.- Morales hubiera preguntado
a nuestro representado por la existencia de termitas al
percatarse de una mancha en una pared.

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Los demandantes, mucho antes de la venta, en una de
las tantas visitas que efectuaron a la propiedad, le
indicaron al Sr. Solar de la existencia de una mancha en
una pared. Ellos, antes de la venta, concurrieron varias
veces al inmueble, acompañados con parientes y
profesionales de la construcción, pues si la adquirían,
realizarían una serie de trabajos de remodelación.

En efecto, en una de las primeras visitas a la


propiedad, incluso antes que se firmara la promesa de
compraventa, el Sr. Morales le pregunta a mi representado
si una determinada mancha ubicada en el comedor, en un
vértice, correspondía a termitas. Mi representado le indicó
que creía que era un hongo, ya que en otra pared de la
casa, en la entrada, un año y medio antes, había habido
una mancha similar y la había limpiado y luego vuelto a
pintar, y que si quería verificar si habían termitas, que lo
hiciera. El comprador, en todas las visitas posteriores,
nunca más mencionó el tema y no hizo nada para averiguar
si efectivamente había termitas, procediendo a la firma de la
promesa de compraventa en el mes de junio de 2019, y
luego al otorgamiento de la compraventa en el mes de
septiembre de 2019. Es decir, el comprador, mucho antes
de celebrar el contrato de promesa de compraventa, y la
compraventa propiamente tal, cuando nada las ligaba, en
las visitas de conocimiento de la casa, al menos tuvo
sospechas de la existencia de termitas y con grave
negligencia de su parte obvió el tema al momento de
comprar. Por su parte, el vendedor, absolutamente
ignorante de la supuesta existencia de termitas, obró de
buena fe al decirles mucho antes de celebrarse el contrato,
que ignoraba si la mancha en una pared eran termitas y
que si creían que lo era, lo averiguaran.

2.- Sostener que mi representado tenía la expertise para


conocer la existencia de termitas porque había construido
más de 100 casas, no es efectivo, pues mi representado fue
empleado de Salinas y Fabres hasta 1987, dedicándose solo
a la venta de neumáticos a empresas forestales.
Posteriormente formó parte de una sociedad que se
dedicaba a la construcción, en la cual estaba cargo de la
parte finanzas y adquisición de sitios para poder construir.

El año 2010, como inversión, compra a título personal


un sitio eriazo de alrededor de 1.000 metros cuadrados en
el sector de La Dehesa, para desarrollar un condominio y
encarga la construcción dos casas, una de las cuales es la
propiedad materia de la demanda. La construcción no la
desarrolla él, sino que la encarga al constructor Sr.

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Fernando Canales Lamar. El arquitecto fue don Cristian
Paillard. Luego, cinco años después, vende una de las casas
a doña Maria José Naquira Bazán y a don Alex Rojas
Valdés. En la otra casa, se quedó viviendo el con su familia.

3.- Nuestro representado vivió por ocho años en la casa


que hoy es de los demandantes.

Cuando sus hijas se casaron, por temas de seguridad,


le pidieron que se trasladara a vivir a un departamento con
su señora.

Jamás durante su estadía en la propiedad se percató


que existieran termitas, ni menos que lo fueran como plaga,
ya que si lo hubiera sabido habría tomado medidas para
eliminarlas.

Negamos que nuestra parte conociera de la existencia


de termitas en el inmueble antes ni al momento de vender
la propiedad.

4.- El demandado tiene 4 hijas, todas casadas, una de


ellas con arquitecto. Todas sus hijas con sus maridos y
nietos concurrían habitualmente a la casa de su padre
reuniéndose en el inmueble constantemente a lo menos 10
personas, y jamás se percataron que la propiedad estuviera
infestada de termitas, como relatan los demandantes.

En suma, mi representado ni antes, ni a la fecha de la


de la promesa de compraventa ni de la venta, sabía que la
propiedad tuviera vicios como los descritos por los actores,
y jamás tuvo los conocimientos técnicos para poder
constatar la existencia de una plaga, como pretende hacer
creer la contraria. Aún más, no es efectivo que existan
plagas como las descritas en la demanda, pues de ser
efectivo, todos los sitios e inmuebles colindantes con la
propiedad, estarían afectados por las termitas, y nos
consta, por haberlo preguntado, que ningún vecino ha
sufrido de tal plaga. En efecto, la otra casa que se edificó,
que tiene exactamente las mismas especificaciones técnicas
de construcción, no ha manifestado ningún indicio de
termitas, y es colindante a la casa de los demandantes.

5.- No es efectivo que la propiedad no sirva para su uso


natural, o solo sirva imperfectamente para ello. Prueba de lo
anterior, es que el demandado vivió por varios años con su
cónyuge e hijas en el inmueble y que, al día de hoy, los
demandantes junto a su familia viven en ella.

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IV.-B.- DE LA REALIDAD DE LOS HECHOS:

1.- En abril de 2.019 mí representado ofreció para la venta


el inmueble de calle Aguas Claras número 927, Casa A del
“Condominio Aguas Claras”, de la comuna de Lo Barnechea,
concurriendo varios interesados a visitar la propiedad.

2.- En el mes de mayo del año 2.019, los demandantes


contactaron a nuestro representado, atendido que tenían
interés en comprar el inmueble objeto de la compraventa, el
que ya habían visitado y conocido, en circunstancias que mi
representado ya tenía un interesado en comprarlo. Sin
embargo, la Sra. Juárez llamó insistentemente al cónyuge
del demandado rogándole para que la venta se efectuara a
ellos. Mi representado accedió. En ese momento se desató
una verdadera urgencia por parte de los demandantes para
suscribir rápidamente una promesa de compraventa.
Revisaron someramente los títulos de la propiedad
requiriendo al abogado de la vendedora información sobre
las servidumbres y reglamentos que figuraban inscritos.

3.- Los demandantes concurrieron a visitar la propiedad en


reiteradas ocasiones, a lo menos 10 veces antes de firmar la
compraventa, a veces acompañados con arquitectos y
profesionales de la construcción ya que deseaban efectuar
remodelaciones en la casa. Una de esas modificaciones
seria instalar la calefacción, por lo que se le solicitó a
nuestro representado una rebaja de 200 UF en el precio, lo
que fue aceptado por el vendedor.

Se ha de tener presente que con fecha 14 de junio de


2019, las partes firmaron un contrato de promesa de
celebrar un contrato de compraventa, y a esa altura, ya
habían conocido la propiedad, la habían visitado en
reiteradas ocasiones, y ya conocían la mancha en la pared
del comedor sobre la que el propio demandante Sr. Morales
había preguntado a nuestro representado. En esa promesa
de compraventa se pacta, entre otras condiciones, el precio,
que incorpora la rebaja que ellos piden para la instalación
de calefacción.

4.- Como adelantamos, en una de esas tantas visitas,


mucho tiempo antes de celebrarse el contrato, el Sr.
Morales, le señala a mi representado que había una
mancha en una pared del comedor cerca de un ventanal en
el comedor. Mi representado, con la honestidad que le
caracteriza, le indicó que suponía que era un hongo, y como
no había nada que ocultar le indica que anteriormente en la

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entrada de la casa había una similar y que la habían
eliminado con cloro y pintando la muralla encima. Incluso,
en esa ocasión recorre la casa con el Sr. Morales revisando
todas las puertas interiores de la casa y ventanales que se
habían confeccionado con madera de roble, con sus
respectivos marcos, verificando el estado de cada una de
ellas. Por supuesto estaba todo en perfecto orden. Les
advirtió, además, que entregaría el living y comedor de la
casa completamente pintados. El demandante le pidió que
no lo hiciera, pues sería un gasto inútil ya que ellos tenían
la intención de levantar el piso para instalar calefacción y
eso implicaría ensuciar todas las paredes.

Insistimos esto fue antes, incluso de la promesa de


compraventa.

5.- Será el demandante quien al término de esa


conversación sugiere a mi representado que tal mancha es
de termitas. El demandando le dice que cree que es un
hongo pero que, si quieren investigar más, lo hagan. Nunca
más los demandantes hicieron mención del tema, así como
tampoco exigieron alguna conducta de mi representado al
respecto.

Es importante insistir en el hecho que los


demandantes concurrían a visitar el inmueble antes de la
compraventa, asesorados con profesionales de la
construcción. En estas visitas, insistimos, procedían a
revisar la casa, por lo que resulta llamativo que tras la
interrogante que planteó el comprador acerca de la eventual
existencia de termitas, no hayan intentado salir de la duda
y comprobar si había o no una plaga en el inmueble.

Reiteramos, el Sr.- Morales expresamente ha


reconocido al tribunal haberse percatado de termitas, pero
intenta sostener que esto lo supo solo después de firmada la
compraventa y que mi representado le habría negado
aquello. Esto es falso, pues mi representado expresamente
reconoció haber dado un tratamiento a lo que el estimaba
era la presencia de algún hongo en algunas paredes del
inmueble. Este reconocimiento lo hizo porque no sabía ni
tenía como saber que fueran termitas. El demandado no
tenía ni tiene los conocimientos técnicos para poder saber
de la existencia de una plaga de termitas y nunca lo
sospechó viviendo allí por más de ocho años.

En este contexto con fecha 4 de septiembre de 2019,


se suscribe la compraventa.

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6.- En el mes de octubre del año pasado, ya entregada
materialmente la propiedad, la demandante se contactó
telefónicamente con la cónyuge del demandado,
informándole que al levantar el piso para instalar la
calefacción habían encontrado termitas. Agregó que les
costaba $ 3.000.000 fumigar.

Ante ello, mi representado, haciendo fe de lo indicado


telefónicamente a su cónyuge, concurrió a la casa a mirar,
constatando manchas en el politinelo que va entre el piso
flotante y la losa, sin lograr ver insectos o algún tipo de ser
vivo. Luego concurrió a conversar con los demandantes,
para que se contactara a una empresa que tuviera
conocimientos en la materia, ofreciéndoles incluso financiar
la revisión. En la citada reunión los demandantes se
negaron señalando que ellos se harían cargo de fumigar e
imputándole a mi representado haberles escondido la
existencia de termitas. Mi representado les insistió que
jamás había visto termitas en la casa y que ignoraba que la
propiedad las tuviera.

En suma, mi representado, con abierta buena fe


intentó verificar lo aseverado por los actores sin lograrlo, al
punto que estuvo dispuesto a costear la fumigación en el
evento que fuera efectiva la existencia de termitas.

La conducta de la contraria fue tan errática que


posteriormente siguieron comunicándose con la cónyuge del
demandado para solicitarle información acerca de cómo
funcionaba la piscina, la instalación de rejas en la misma y
otros datos, sin volver a tratar jamás el tema de las
termitas. También comunicaron que instalarían porcelanato
en la entrada y living comedor de la casa.

7.- Finalmente a partir de los primeros días del mes de


marzo de 2020, los demandantes con sus hijos proceden a
instalarse a vivir en el inmueble una vez efectuadas todas
las mejoras que ellos quisieron para la propiedad.

V. FALTA DE LEGITIMACION ACTIVA PARA EJERCER


LA ACCION DE REBAJA DE PRECIO E INDEMNIZACION
DE PERJUICIOS:

Según tenor de la cláusula quinta de la compraventa


que funda la demanda, los compradores declararon en el
contrato conocer el estado de la propiedad y recibirla a su
entera conformidad. Esta no fue solo una declaración
formal, pues correspondía a la realidad de los hechos, ya
que ellos habían concurrido al inmueble antes de comprarlo

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en más de diez ocasiones, incluso en varias de ellas
acompañados por profesionales de la construcción. Siendo
así no pueden los demandantes sostener ahora, que
ignoraban del estado del inmueble y que este tenía termitas.
Lo declarado en la escritura pública constituye plena
prueba en contra de los demandantes de conformidad a lo
dispuesto en el Art.1.700 inciso primero del Código Civil,
más aun cuando antes de la compraventa los demandantes
sindicaron la mancha en la pared del comedor como
termitas y que aun cuando mi representado creía que se
trataba de un hongo y les ofreció que revisaran y
verificaran sus sospechas, nunca lo hicieron.- Ergo, carecen
de legitimación activa para ejercer una acción que supone
la existencia de un vicio oculto. La mancha en cuestión fue
vista por los compradores y aun afirmando ellos que eran
termitas, nada hicieron al respecto. -

VI.- IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE REBAJA


DE PRECIO POR ESTAR MAL PLANTEADA LA
DEMANDA:

Los demandantes ejercen la acción de rebaja de precio


y la acción de indemnización de perjuicios. La segunda
acción tiene una consagración expresa en el Art.- 1.861 del
CC., y procede solo bajo ciertos presupuestos.

Los demandantes en la exposición de los hechos de su


demanda señalan bajo el título III, los valores que por
concepto de perjuicios habrían sufrido, cuya suma total
será la única suma que en definitiva piden como condena
en el petitorio de la demanda. Siendo así, lo efectivamente
demandado por los actores es únicamente una
indemnización de perjuicios.

Ahora bien, si solo han demandado perjuicios, se trata


de una acción que no pudo ser interpuesta por si sola pues
la norma que la hace procedente supone y requiere que se
haya demandado previamente la acción de rebaja de
precio, y en este caso no es posible recurrir simplemente a
las normas generales de responsabilidad contractual, ya
que tal acción requiere no solo que se determine la
existencia de los requisitos de un vicio redhibitorio sino que
se condene por ello al vendedor.

Solo existiendo un vicio redhibitorio, además de la


rebaja de precio, cuando ha existido mala fe del
vendedor, el comprador puede demandar indemnización de
perjuicios.

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La mala fe acontece cuando el vendedor no declara los
vicios, conociéndolos, o cuando no los declara por
desconocimiento, pero debiendo haberlos conocido debido a
su profesión u oficio, según se desprende del Art.1.860 del
CC.-
“Si el vendedor conocía los vicios y no los declaró, o si los
vicios eran tales que el vendedor haya debido conocerlos por
razón de su profesión u oficio, será obligado, no sólo a la
restitución o la rebaja del precio, sino a la indemnización de
perjuicios; pero si el vendedor no conocía los vicios ni eran
tales que por su profesión u oficio debiera conocerlos, sólo
será obligado a la restitución o la rebaja del precio.” (el
subrayado es nuestro).

En suma, si el petitorio no permite al tribunal


condenar al pago de una suma determinada por concepto
de rebaja de precio estimamos que no es posible condenar a
una indemnización de perjuicios, ya que esta última acción
es accesoria a la condena por rebaja de precio.

VII.- EN SUBSIDIO, IMPROCEDENCIA DE LA


ACCION DE REBAJA DE PRECIO POR NO EXISTIR LOS
REQUISITOS PARA QUE ESTA SEA ACOGIDA.

Para el evento que el tribunal estimare que la


demanda por acción de rebaja de precio está bien
planteada, solicitamos su rechazo atendido las siguientes
consideraciones:

1.- Como cuestión previa tener presente que la


jurisprudencia ha sostenido reiteradamente que los vicios
redhibitorios constituyen defectos físicos de la cosa que
impiden o dificultan su uso natural.

En el caso que nos ocupa no es efectivo que el


inmueble materia de la venta tenga defectos físicos que
impidan o dificulten el uso natural de la misma, que no es
otra cosa que la habitación.

2.- No efectivo que existan riesgos para la salud o la vida


de quienes habiten el inmueble vendido, como
temerariamente sostienen los actores. Ello es evidente pues
mi representado lo habitó por ocho años sin jamás contraer
algún tipo de enfermedad derivada de la existencia de
termitas, y los actores la están habitando actualmente. Si
fuere riesgoso que los actores se instalaran en la casa a
habitarla con sus hijos por ser un lugar insalubre,¿ como se
explica que hoy estén viviendo ahí?. Nada impide a que los

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actores formen en ella ese hogar cálido que dicen en la
demanda buscan para sus hijos.

Los demandantes son profesionales cuya capacidad


intelectual les permite representarse el peligro de habitar
con sus hijos un inmueble en tal condición. Necesariamente
no debieron poder habitar la casa. Pero, curiosamente,
están viviendo ahí desde principios de marzo de 2020.

Insistimos, del solo relato de la demanda aparece con


absoluta claridad que no existen defectos en la cosa objeto
de la demanda y además, que los hechos que relatan en el
libelo sean constitutivos de vicios redhibitorios.

3.- El legislador establece requisitos copulativos que deben


concurrir para encontrarnos en presencia de un vicio
redhibitorio. Estos, de acuerdo con el Art. 1.858 del Código
Civil son: que el vicio exista al tiempo de la venta, que sea
grave y que sea oculto.

Primero: Existencia de un vicio al tiempo de la venta: los


actores sostienen que las termitas existían al momento de
celebración de la compraventa, sin embargo en caso de que
se acredite que existían termitas, procede analizar si la
presencia de termitas es un defecto de la cosa vendida.

La termita es un ser vivo que no es parte de la cosa


vendida. La existencia de termitas no implica un vicio
redhibitorio per se, cómo señalan los actores. Tan evidente
es ello, que eliminada que sea la termita, no se elimina un
defecto del inmueble que adquirieron. Los vicios
redhibitorios son “defectos físicos de la cosa” y claramente
las supuestas termitas no revisten tal naturaleza.

Las termitas son seres vivos que están en Chile y en


otros países. Se trata entonces de un hecho de la naturaleza
y por lo tanto, no puede imputarse su existencia como vicio
redhibitorio de la cosa vendida. Lo mismo ocurriría si en la
casa había ratones, murciélagos u otro ser vivo. Estas son
plagas que no impiden habitar un inmueble. De hecho, se
pueden controlar fácilmente.

Corrobora lo anterior el concepto que nos da la RAE de


que se entiende por “vicio", indicando que es la "mala
calidad, defecto o daño físico en las cosas".

Segundo: “2º El vicio debe ser grave.”

De acreditarse la existencia de termitas, deberemos


analizar si se trata de un vicio que además es grave.

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Para el legislador la gravedad existe cuando la cosa
que se vende no sirve para su uso natural o sólo sirve
imperfectamente, de modo que sea de presumir que,
conociéndolo, el comprador no la hubiere comprado o la
habría comprado a un precio inferior.

Sin perjuicio que los actores sabían que existían


termitas antes de celebrar la compraventa, o al menos lo
suponían, tal como lo hemos sostenido precedentemente,
tampoco se da el presupuesto del numeral 2) de la citada
norma, porque el inmueble sirve para ser habitado y a esta
fecha está siendo habitado por los actores y sus hijos.

Corrobora lo anterior el hecho que mi representado


vivió por más de ocho años en esa casa, dejando el
inmueble solo a fines de septiembre de 2019, al momento
de ser entregada materialmente la propiedad a los
demandantes.

Sostener los demandantes que no habitaban la


vivienda al momento de demandar por la supuesta
existencia de termitas, es falso. Ellos se fueron a vivir al
inmueble adquirido los primeros días de marzo pasado solo
porque entre mediados de octubre de 2019 y fines de
febrero de 2020, realizaron arreglos en la casa tales como
instalar calefacción y cambiar pisos, entre otros, los que
estaban programados con anterioridad, e incluso los habían
anunciado a la vendedora. Por lo demás, insistimos, no
resulta creíble o lógico que, si la casa no era habitable, hoy
los demandantes la habiten contra todos los pronósticos
fatalistas que exponen en su demanda.

En suma, de ser efectivo que existían termitas a la


fecha de la venta, lo que deberán acreditar, ello no
constituye un vicio grave, en términos de hacer inhabitable
la propiedad. -

La habitabilidad es el elemento que determina si la


casa sirve para el fin que se adquiere, que en este caso era
vivir en ella. Siendo así, si los demandantes actualmente la
habitan mal pueden sostener que la casa no sirve o solo
sirve imperfectamente para el fin que tuvieron en mente al
adquirirla. Ese es el uso natural de la cosa, vivir en ella es a
lo que se destina ordinariamente una casa.

No olvidemos que la acción fundada en vicios


redhibitorios tiene por finalidad exigir al vendedor que la
entrega de la cosa le proporcione al comprador la utilidad
de la cosa vendida. La utilidad es para lo que ella sirve. Es

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decir, si la cosa no sirve según su naturaleza, el comprador
está amparado por la ley. En el caso que nos ocupa la casa
vendida otorga la utilidad según su naturaleza, cual es
habitarla.

SS. en este punto corresponde hacer una reflexión.


Repárese en la circunstancia que de los $285.527.639, que
se demandan como daños, el daño material efectivo, por
cambio de materiales por estar dañados por termitas y
como prevención es de $10.000.000. ¿Qué nos dice aquello?
Que todo el relato fatalista de los demandantes, que el
inmueble es inservible, inhabitable, que ha sido una
frustración atroz, que los sueños se han visto truncados,
que se han endeudado a 30 años, es solo literatura, porque
se comprenderá, que si el precio pagado por la casa es
$453.604.860, ocurre que los daños efectivos en
materiales, si fueren efectivos, son menos de
$10.000.000 y ello representa apenas un 0,0002% del
precio.

Si la gravedad fuere de tal magnitud, no se condice


con que exista la necesidad de cambio de materiales por
solo $10.000.000, considerando que, en ese valor, los
demandantes también incluyen la “prevención”. Es decir,
TODO EL DAÑO REAL DE LA CASA ES MENOS DE ESE, y
resulta que ese tamaño daño haría grave e inhabitable la
casa. Es al menos ridículo.

Lo anterior, SS. además demuestra otra cosa. Por la


sola demanda se demuestra que no hay daños en la casa;
y ello es así por una razón muy sencilla que la contraria
omite magistralmente para amparar su relato falto a la
verdad: la casa está edificada con materiales que la
supuesta termita no ataca, pues está construida con
concreto, ladrillo cemento, en el primer piso, y con metal
con volcanita en el segundo piso, todos materiales que no
son madera.

Demuestra lo anterior, que la contraría ha agregado a


los autos, solo unas pocas y limitadas fotografías de
materiales supuestamente dañados que se circunscriben a
los pisos del living, comedor, entrada, guardapolvos y,
habiendo hecho las reparaciones, ya encontrándose
habitando el inmueble, claramente no hay otros signos que
amparen su relato, si no, los habría demandado, y no lo
hizo.

El Art.1.868 del CC., establece: “Si los vicios ocultos no


son de la importancia que se expresa en el número 2.º

14
del artículo 1.858, no tendrá derecho el comprador para la
rescisión de la venta sino sólo para la rebaja del precio.”

Entonces, la gravedad del vicio a que se refiere este


numeral, debe ser de tal magnitud, que solo en tal caso se
puede demandar la resolución del contrato.- No fue
ejercida tal acción por la contraria, lo que nos permite
colegir que sus intenciones no son superar una plaga,
precisamente porque ello no es efectivo. Si un lugar reviste
los caracteres descritos en la demanda, dos profesionales
no arriesgan la salud de sus hijos de corta edad habitando
el inmueble. Por lo tanto, la explicación que no se ha dado
por los demandantes para no solicitar la resolución del
contrato por la supuesta insolvencia de nuestro
representado queda desacreditada por la realidad de los
hechos expuestos.

Los actores se han limitado a ejercer una acción de


indemnización de perjuicios que se debió haber intentado
como consecuencia de la acción quanti minoris – que no
intentan - solo con el afán de obtener ventajas económicas
indebidas.

Tercero: No concurren los requisitos establecidos en el


Numeral 3) de la norma, los que son copulativos: “3a. No
haberlos manifestado el vendedor, y ser tales que el
comprador haya podido ignorarlos sin negligencia grave de
su parte, o tales que el comprador no haya podido fácilmente
conocerlos en razón de su profesión u oficio.”

a.- No haberlos manifestado el vendedor:


Mi representado no tenía como informar a los
compradores de la existencia de termitas, porque nunca
supo de su existencia. Siendo así, no se da el requisito. De
hecho, hasta hoy ignora si las termitas existen pues nunca
se le permitió ingresar con algún entendido a revisar el
inmueble una vez que fue entregado a los compradores. Tal
requisito supone que el vendedor sabiendo la existencia de
un vicio, el cual debe ser oculto- no lo haya comunicado al
comprador.

En este sentido es importante destacar que según la


descripción de los demandantes, las terminas son insectos
que viven bajo tierra a varios metros de profundidad, de
manera que no se sabemos cómo mi parte pudo haberse
percatado de ello, si lo único que vio fueron esas dos
manchas en la pared, la de la entrada y la del comedor,
limpiándolas y luego pintando la pared; y jamás se
manifestaron daños en las puertas y ventanales de robles,
ni pisos ni guardapolvos.

15
b.- y ser tales que el comprador haya podido ignorarlos
sin negligencia grave de su parte, o tales que el comprador
no haya podido fácilmente conocerlos en razón de su
profesión u oficio.”

Este requisito se descarta absolutamente, pues si


existen termitas, lo que deberá acreditar la contraria, fue
porque el demandante las descubrió. Fue él quien antes de
celebrar la compraventa planteó la posibilidad de su
existencia al demandado cuando indicó como tal una
mancha en una pared del comedor de la casa, en una de
sus tantas visitas antes de comprar el inmueble.

Mi representado siempre creyó que la mancha en la


pared era un hongo producto de la humedad y así se le hizo
ver a la demandante, pero como el comprador le indicó que
podía ser termitas, mi representado le autorizó a que
revisara con entendidos en la materia la propiedad, lo que el
comprador no hizo. Si el comprador hubiese actuado con la
diligencia ordinaria, esto es la de un buen padre de familia,
debió representarse que significaba para el adquirir una
propiedad con termitas, o al menos debió investigarlo con
entendidos en la materia para descartar sus sospechas, lo
que no hizo. En estas circunstancias hay negligencia de su
parte, lo que la ley no ampara.

Incluso más, en la cláusula quinta de la compraventa,


el demandado dice conocer el estado el inmueble,
comprándolo en ese estado. Por lo tanto, si vio la mancha y
supuso que eran termitas, acepto ese hecho expresamente.

Sostener los compradores que su condición de


abogados no les permitió saber de la existencia de termitas
no constituye una defensa en su favor pues el Sr.- Morales
le preguntó a mi representado antes de la venta, si la
mancha que se apreciaba en una pared del inmueble eran
termitas, respondiendo el demandado que no sabía y que
creía era un hongo. El demandante, aun así,
negligentemente ante la duda, no hizo nada por descubrir si
efectivamente eran termitas pues reiteradamente se
acompañó de terceros para visitar la propiedad. - Pudo y no
quizo confirmar o descartar que la citada mancha era
generada por termitas.

Si se estimare que la existencia de termitas constituye


un vicio de la cosa, este no fue oculto para los
demandantes, y menos aún mi representada sabia de su
existencia.

16
Para ejercer la acción de rebaja de precio se requiere
que se trate de un vicio oculto, es decir, que los
compradores no lo hayan conocido al tiempo de celebrar el
contrato. Si lo conocían, y aun así compran, quiere decir
que no le dieron importancia al supuesto defecto. Siendo
así, los vicios aparentes, o los visibles no constituyen vicios
redhibitorios.

El numeral 3) del art. 1.858 del CC. exige no solo que


el vendedor tuviere conocimiento de que existía el defecto y
que no le haya comunicado al comprador su existencia,
sino que, además, la norma exige que el comprador no lo
haya conocido, sin negligencia grave de su parte, o que los
vicios sean tales que no los haya podido conocer fácilmente
en razón de su profesión u oficio.

Los demandantes sostienen que son abogados y que


ello los libera de responsabilidad, lo que no es posible
concluir del solo relato de la demanda, porque el Sr.
Morales, en una de las tantas visitas a la propiedad
cataloga la mancha que ve en la pared y se lo hace ver al
vendedor quien ignoraba que tal mancha fueran termitas y
hasta hoy lo ignora, ya que siempre pensó que era mancha
de hongos por humedad. Sin embargo, el comprador
sabiendo o suponiendo que eran termitas compró. Ergo, al
hacerlo sin reparar en tal sentido no ha puesto el cuidado
que la ley le exige ordinariamente al comprar

En suma: No es el oculto el vicio cuando:


a.- el vendedor lo dio a conocer al comprador;
b.- cuando el comprador no experto lo ha ignorado por
grave negligencia suya; y
c.- cuando el comprador experto pudo fácilmente
conocerlo, en razón de su profesión u oficio.

En el caso que nos ocupa, los actores están en la


situación de la letra b) precedente, puesto que no son
expertos en termitas según señalan, pero antes de la venta,
en una de las tantas visitas a la propiedad, sostuvieron que
la mancha en cuestión podía ser termitas, y aun así
compraron.

En consecuencia, procede el rechazo de la acción de


rebaja de precio.

VIII. DE LA IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE


INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS.

La acción de indemnización de perjuicios contemplada

17
en el Art. 1.861 del CC., no es una acción independiente de
la acción para solicitar la rebaja del precio, y por ende no
podría un comprador solo ejercer esta acción, ya que ella es
accesoria a la acción quanti minoris.

Entonces, solo si hubo negligencia inexcusable del


vendedor y además no la hubo de parte del comprador, será
el primero obligado al pago de la indemnización de
perjuicios. Siendo así, si el tribunal rechaza la acción de
rebaja de precio, necesariamente ha de rechazar la de
indemnización de perjuicios. -

La acción debe ser rechazada pues no se dan los


presupuestos que establece la ley para otorgarla, atendido
las siguientes consideraciones:

1.- Supone y requiere que existan vicios redhibitorios en la


cosa objeto de la demanda, lo que no procede según hemos
expuesto latamente.

2.-Exige además la existencia de mala fe del vendedor, y la


inexistencia de negligencia del comprador.
No ha existido mala fe en el vendedor pues nunca
supo de la existencia de termitas, y no estaba obligado a
saber de ellas en razón de su profesión u oficio, pues el no
es constructor, siempre se dedicó a la venta de neumáticos
para faenas forestales y el hecho que haya sido parte de
una sociedad que construía y vendía casas, no lo hacen un
experto en la materia de plagas.

Con todo, el demandado vivió por más de ocho años en


el inmueble sin haberse percatado de la existencia de
termitas. La primera noticia que tuvo de ellas fue cuando la
Sra.- Juárez le informa a su cónyuge que había constatado
la existencia de estas con posterioridad a la venta. Hasta el
día de hoy no le consta que ellas existan pues como
señaláramos anteriormente, los compradores no le
permitieron inspeccionar la casa asesorado con una
empresa de fumigación.

Insistimos, el vendedor no es constructor, no es


ingeniero y menos aún agrónomo o con alguna especialidad
en insectos, plagas u otras especies vivas.

Siendo así, no es posible atribuir al vendedor la


obligación de conocer tal materia pues su profesión u oficio
no está entre las que suponen el conocimiento de plagas.

2.- Por el contrario, existió negligencia de la parte


compradora, y particularmente del Sr.- Morales, ya que

18
antes de la venta al menos había sospechado de la
existencia de termitas.

En consecuencia, procede el rechazo de la acción de


indemnización de perjuicios por no encontrarse el vendedor
en la situación del Art. 1.861 del Código Civil.

IX.- DE LA AVALUACIÓN DE LOS SUPUESTOS


DAÑOS.

En subsidio, para el evento que SS., estimare que el


demandado debe proceder indemnizar los perjuicios
reclamados en la demanda, los conceptos y montos
demandados son improcedentes atendido las siguientes
consideraciones:

1.- Los demandantes han solicitado el pago de $


285.527.639, valor que resulta de la sumatoria de cada uno
de los ítems señalados en la demanda en el título III.
Perjuicios.

En consecuencia, reiteramos que lo único demandado


en autos es indemnización de perjuicios, según pasamos a
exponer:

Señalan los actores:


“Los perjuicios que se demandan son los siguientes:
- El 38% del precio pagado por la adquisición del inmueble,
que corresponde al menor valor de la propiedad y equivale a
6.156 Unidades de Fomento (en pesos, al día de hoy,
$174.478.400). “

Fundamentan tal valor en la supuesta pérdida de un


38% del valor de la propiedad, lo que negamos tajantemente
haya ocurrido. No ha existido un detrimento en el valor de
la propiedad.

a.- Pretender una indemnización de la suma señalada


carece de sustento, porque si efectivamente existen
termitas, lo que deberá acreditarse, ello no determina en
caso alguno el valor comercial que tiene no solo la
construcción sino también el terreno sobre el cual se
emplaza, la ubicación del mismo en un área residencial. En
fin, todos los elementos que se tienen en vista al tasar una
propiedad.

Los actores en su demanda fundamentan tal


valorización en conceptos ajenos a los elementos que se
consideran para valorizar comercialmente un inmueble,

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conceptos que trascribimos: “El costo del tratamiento
aplicado en la propiedad para el control de las termitas,
equivalente a 565,25 Unidades de Fomento (en pesos, al día
de hoy, $16.020.779). Este costo incluye el contrato inicial de
una duración de 5 años, y la mantención que será necesario
contratar, proyectado a 30 años plazo, pues el tratamiento
debe mantenerse en el tiempo para asegurar el control de la
plaga.”

No es efectivo que tal valor sea el costo de los


conceptos allí mencionados, y no puede ser considerado un
daño a indemnizar, ya que los daños por esencia son un
detrimento efectivo en el patrimonio. Ergo costos futuros
que carecen de certeza no son indemnizables. -

Con todo tales conceptos no determinan una merma


en el valor de la propiedad. - Si fuera así nos preguntamos:
¿La tasación del Banco que les financio una parte muy
importante del precio, verifico la existencia de plagas? No
olvidemos que el tasador es un profesional de la
construcción, generalmente un experto en la compra y
venta de bienes raíces. Es evidente el tasador no lo hizo
porque ello no influía en el valor comercial de la propiedad.

b.- Preciso es hacer presente en todo caso, que el valor


que señala en la demanda no es el 38% del precio, pues la
venta data de 4 de septiembre de 2.019, y esa fecha el
precio de 16.200 UF fue pagado en su equivalente en
moneda nacional, según reza la cláusula Tercera del
contrato que obra en autos. El 4 de septiembre de 2019 la
UF tuvo un valor de $ 28.000,30. Siendo así el precio
pagado fue de $ 453.604.860.- Luego el 38% es $
172.369.847 y no la suma indicada, pues el precio de una
compraventa es en moneda nacional, cual es el peso.

Este monto demandado carece de fundamento fáctico


y legal, no siendo posible atribuirlo a un daño sufrido por
los actores, ya que lo pagado por concepto de precio tuvo
como contraprestación la propiedad. El precio pagado fue el
valor ofrecido para el bien en venta y el valor comercial que
tenía el inmueble a la fecha de la compra. El daño equivale
a un detrimento patrimonial y en el caso que nos ocupa
pagar el precio nunca es detrimento patrimonial ya que se
adquiere una cosa por tal valor.

Los daños por este concepto son una mera estimación


de los demandantes, pues creen que cuando vendan la
propiedad recibirán un menor precio, lo que es un hecho
futuro e incierto.

20
3.- Si la contraria pretende, bajo la forma de una acción
de indemnización de perjuicios, obtener que mi parte le
restituya el 38% del precio pagado, no solo ha errado la
acción ejercida porque no es via acción de indemnización de
perjuicios, ya que la acción de rebaja de precio no es una
acción de indemnización de perjuicios, según expresamente
se desprende del Art.- 1.861 del CC., porque esta clase de
acción de indemnización de perjuicios es una via de agravar
la responsabilidad del vendedor cuando se ha ejercido la
acción de rebaja de precio o la resolución del contrato por
vicios redhibitorios. Ergo, solicitar por la via de la
indemnización una rebaja de precio no corresponde.

c.- Solicitan $10.000.000 para hacer frente a cambios de


materiales por estar dañados por las termitas y como
prevención, ya que los elementos de madera contribuyen a
la expansión de la plaga.

No es efectivo que requieran tal suma para los fines


allí mencionados, por lo que reiteramos lo aseverado
precedentemente en cuanto a que no pueden sostener que
la propiedad ha sufrido una disminución de valor por los
montos antes señalados y que además, se les debe
indemnizar valores que van en beneficio directo de la
propiedad cuyo menor valor pretenden obtener les sea
indemnizado por la misma via.

En todo caso SS. conforme a la petición planteada, los


daños materiales de la casa han quedado limitados a la
suma de $10.000.000, lo que corrobora lo absurdo de la
pretensión de obtener por la via de una indemnización el
38% del precio pagado.

d.- Solicitan a título de daño moral 3.000 UF., equivalentes


a la fecha de la demanda a $85.028.460.

A este respecto es necesario señalar que no


corresponde la indemnización de perjuicios, daño moral, en
materia contractual, considerándose la naturaleza del
contrato involucrado, esto es el contrato de compraventa.

En efecto :

(i) El artículo 1.556 del Código Civil implica una


prohibición de la indemnización del daño moral en sede
contractual, da límites para el contenido resarcitorio.

21
Se refiere al Daño Emergente y Lucro Cesante, y se
exceptúan aquellos casos en que la ley limita la
indemnización solo a daño emergente. Es decir, se
materializa en esta norma que la reparación es para dejar
indemne los daños patrimoniales.

El profesor Pablo Rodríguez Grez explica: “en la


responsabilidad contractual los daños indemnizables están
“programados” y sólo se extienden a los que son
consecuencia directa e inmediata del incumplimiento,
distinguiéndose entre perjuicios previstos e imprevistos sólo
para los efectos de agravar la responsabilidad del deudor
que incumple dolosamente. Por consiguiente, los daños
están delimitados desde el momento mismo en que se
contrae la obligación. En este aspecto la obligación
contractual asegura al deudor un marco que le permite medir
los efectos del incumplimiento”

“La responsabilidad contractual impone deberes


específicos, conductas perfectamente determinadas por las
partes o la ley y referidas a un objeto también debidamente
determinado. No existen obligaciones contractuales de
carácter general que cubran todos los comportamientos
sociales imaginables, como ocurre en la responsabilidad
extracontractual”1

Esto significa que las partes conocen los límites de su


responsabilidad al momento de contratar.

(ii) El argumento que alguna parte de la doctrina plantea


en orden a que el artículo 1.556 del Código Civil no prohíbe
pedir indemnización de perjuicios del daño moral, es un
argumento tautológico. Vergara Bezanilla estima “Equivale
a afirmar que en ese ámbito el daño moral debe
indemnizarse porque es un daño indemnizable, lo que no
demuestra que la responsabilidad del deudor se extienda a
efectos distintos de los que son propios del incumplimiento de
la obligación contraída por él.” (Ob. Cit. Pág. 22)2

(iii) Ratifica lo afirmado, el artículo 1558 del Código Civil,


que desestima indemnizables los perjuicios indirectos. Esto
es, sólo se indemniza los perjuicios directos, incluso
interviniendo dolo.

1
Rodríguez Grez, Pablo, “De la responsabilidad delictual de los contratantes”. En:
“Estudios Jurídicos en Homenaje a los Profesores Fernando Fueyo, Avelino León,
Francisco Merino, Fernando Mujica y Hugo Rosende”, Santiago, Ediciones
Universidad del Desarrollo, 2007, pág. 28, y 31.
2
José Pablo Vergara Bezanilla, en Comentarios Sobre El Daño Moral Contractual,
Pág. 22

22
O sea, para que existe indemnización de perjuicios se
requiere: de una relación de causa – efecto.

De suerte tal que si no existe la relación – no deriva el


daño inmediata y directamente de la infracción - no es
indemnizable.

Esta es la situación del daño moral que se invoca con


ocasión de la sede contractual.

De existir un daño moral, en la materia contractual no


es una consecuencia inmediata o directa, sino remota, del
supuesto incumplimiento, salvo que:
- el contrato imponga la obligación de seguridad
personal del otro contratante o,
- por incidir directamente en los intereses
extrapatrimoniales del acreedor, la infracción de la
obligación afecte esos intereses.

Ambas situaciones de excepción no se dan en el


contrato de compraventa sub-lite.
(iv) Corresponde hacer una diferenciación entre:
- Obligaciones de contenido patrimonial o pecuniario, y;
- Obligaciones que por el objeto son determinantes en
prestaciones que afectan derechos subjetivos
extrapatrimoniales del acreedor. La infracción de este
tipo de obligaciones dará derecho a resarcir daño
moral.

En el caso de marras, no hay infracción a este tipo de


obligaciones.

(v) A mayor abundamiento Pablo Rodríguez, plantea que la


norma constitucional no permite o alcanza como para
derogar el limite establecido en el artículo 1.556 del Código
Civil, respecto de contratos que establezcan obligaciones
netamente de carácter patrimonial. Sostiene que la
Constitución Política “… no debe invocarse su supremacía
para la construcción de un estatuto destinado a resolver
problemas que se encuentran regulados en las leyes, mucho
menos si se intenta con ello sustituir la legislación común
para reemplazarla por un estatuto deducido, impreciso y
general” 3

En conslusión, atendida la obligación de garantía


involucrada en autos, la que no guarda no guarda
relación alguna con los intereses inmateriales o

3
Rodríguez Grez, Pablo “Sobre la Responsabilidad Extracontractual del Estado”. En:
Revista Actualidad Jurídica, 23, Santiago, Universidad del Desarrollo, enero de 2011,
pág. 64.

23
extrapatrimoniales de los actores, esto es, con los
atributos o facultades inherentes a sus calidades
personales, no corresponde una indemnización de
perjuicios por daño moral; pudiendo, teóricamente, solo
reclamar daño emergente o lucro cesante.

A mayor abundamiento, los demandantes sostienen


como fundamento para la indemnización de daño moral,
parámetros patrimoniales, lo que desde ya debe ser
descartado pues el daño moral es la aflicción sufrida y no
un detrimento en el patrimonio. Curiosamente para los
demandantes el daño moral consiste en que no lograran
vender el inmueble en el precio pagado al vendedor.

e.- Finalmente, en el evento improbable que se llegare a


conceder un monto a título de rebaja de precio, no puede
solicitarse además, bajo el concepto de indemnización de
perjuicios, se indemnicen los gastos en que deberá incurrir
el comprador para subsanar el vicio, por que ello implica
una doble indemnización. Ergo deberán ser rechazados en
tal eventualidad todos los valores comprendidos en el Titulo
III de la demanda.

Al final SS., da la impresión de que los actores


pretenden por la via de la indemnización de perjuicios
demandada, adquirir un inmueble, en el que habitan con
sus hijos, a la mitad de su precio.

POR TANTO

RUEGO A US: Tener por contestada la demanda, y en


definitiva rechazarla en todas sus partes, con costas.

Eduardo Firmado
digitalmente por
Francisco Eduardo
Francisco Jara
Jara Castro
Fecha: 2020.04.14
Castro 19:24:10 -04'00'

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