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COMUNICACIÓN
Objetivos 4
Introducción 4
Planificación de la comunicación 5
Contexto
Contenido
Canales de comunicación
Capacidad de escucha
La columna izquierda
Marco de seguridad
La brújula en la tormenta
Bibliografía 43
INTRODUCCIÓN
“Nadie planea fracasar, pero la mayoría de los que fracasan no tenían un plan.”
Alcanzar el éxito de un proceso dependerá en buena parte del cuidado y la dedicación que tenga-
mos al diseñarlo.
Seguramente, cada uno de nosotros hemos presenciado conversaciones que en apariencia re-
sultaban sencillas de ser llevadas adelante y que por distintos factores, que evaluaremos durante
nuestro curso, terminaron de una manera que no era la deseada. Posiblemente usted también
habrá presenciado otras conversaciones que, por el contrario, inicialmente presentaban una alta
complejidad y que sin embargo tuvieron un buen final. Si bien es posible que esto se haya dado
por cierta fortuna azarosa o por habilidades innatas de quien condujo el encuentro, sin duda en
la mayoría de los casos esa persona se habrá tomado su tiempo para planificar la conversación.
Ahora bien, usted se estará preguntando en qué consiste la planificación. En principio, debemos
situar la comunicación dentro de un contexto físico, temporal, teniendo en cuenta a los suje-
tos que intervendrán en la misma y sus características.
Los elementos que debemos evaluar a la hora de diseñar una comunicación son:
• Contexto.
• Actores que intervienen.
• Timming: el momento oportuno.
• Contenido.
• Cómo decimos lo que decimos.
CONTEXTO
Se deben evitar lugares donde circulen otras personas o donde puedan existir inte-
rrupciones, ya que esto distraerá tanto a usted como a su interlocutor, pudiendo incluso hacer
sentir a este último como poco cuidado.
Hay conversaciones que, dado los vínculos ya establecidos, determinan el lugar físico donde se
tendrá el diálogo, como por ejemplo el caso de un médico que atiende en el consultorio externo
de una institución de salud.
Como desventaja, podemos mencionar que será más complejo definir el momento en el cual la
conversación ha llegado a su fin, sin hacerlo de manera directa.
Por el contrario, parte de nuestro diseño puede ser realizar el encuentro en el espacio del
otro, por ejemplo si este se siente más cómodo y a gusto dentro de su propio contexto. Un
paciente que se encuentra próximo a iniciar una internación domiciliaria para continuar con
su tratamiento posiblemente se encuentre en mejores condiciones y con mayor apertura a es-
cucharnos estando ya instalado en su hogar que minutos antes de salir del centro de salud.
También el realizar el encuentro en el espacio del otro suele permitirnos mayor agilidad en los
casos en que deseamos transmitir un mensaje puntual teniendo dominio de nuestra entrada y sa-
lida de la escena. Nos posibilita finalizar el encuentro y retirarnos cuando nosotros lo definamos.
Podemos definir en nuestro diseño que, por ejemplo, la conversación la realicemos a solas con el
paciente o, por el contrario, que no la realizaremos hasta que no se encuentren presentes deter-
minados familiares o miembros de nuestro equipo de trabajo.
Debemos tener en cuenta el conocimiento y las características del paciente, junto con
la historia que nos une a él.
Algunas preguntas que podrían guiarnos a la hora de planificar una conversación son:
• ¿Qué conozco del paciente, qué aspectos de él son relevantes como para que tenga
presente a la hora de establecer la comunicación?
• ¿Cómo es el vínculo que hemos logrado establecer?
• ¿Cuál ha sido la experiencia que hemos tenido anteriormente?
• ¿Hemos logrado una comunicación empática y de confianza?
• ¿Quiénes son las personas que lo acompañan y/o lo contienen emocionalmente?
Otra variable a tener en cuenta durante la etapa de diseño consiste en evaluar la posibilidad de
realizar la comunicación frente a sus familiares, porque consideramos que podrán acom-
pañarlo o contenerlo adecuadamente.
Existen ocasiones en que también decidiremos hacer partícipes a otros integrantes del equi-
po de salud, sean profesionales de otras áreas o especialistas de la temática que deseamos
tratar.
Sin duda, contar con un equipo multidisciplinario enriquecerá el aporte que pueda ha-
cerse hacia el paciente y sus familiares. Es recomendable también en este tipo de tra-
bajo definir con antelación los roles que cada uno desempeñará durante el encuentro y
en cierta medida cuál es el aporte que se espera que realice.
Hay ocasiones en las que también existirán actores que no deseamos que participen de la con-
versación, sea por preservar la privacidad del paciente –aunque se trate de sus familiares o alle-
gados– o bien porque consideremos que la presencia de los mismos podría ser perjudicial para el
objetivo que deseamos alcanzar. Por ejemplo, es el caso del cónyuge de un paciente que tienda a
exagerar o dramatizar las situaciones: esto, lejos de mantenerlo calmado, posiblemente desvíe la
atención y afecte negativamente al contexto emocional que deseamos mantener.
La definición de cuándo comunicar también resulta relevante, ya que pueden existir distintos fac-
tores vinculados al momento en que se desea llevar adelante.
A modo de ejemplo:
• Se desea anticipar un posible pronóstico en pos de predisponer al paciente.
• Esperar a que el paciente se encuentre acompañado de sus familiares.
• Anticiparle que se tendrá una conversación con él en un momento determinado del día.
En ocasiones puede ser beneficioso transmitir un diagnóstico cuando se sabe con certeza de qué
patología se trata y cuál es el tratamiento más indicado, mientras que en otras, sabiendo que la
perspectiva resultará compleja, podrá resultar conveniente anticipar los posibles diagnósticos.
CONTENIDO
No siempre hace falta decir todo. En ocasiones resulta importante graduar la cantidad de in-
formación que se proporciona a fin de asegurarnos el correcto procesamiento y entendimiento
por parte del paciente. Más adelante trabajaremos sobre el derecho del paciente a “no saber”.
Como vemos en el siguiente gráfico, un 55% del éxito de nuestra comunicación dependerá de
nuestro lenguaje corporal, de aquello que podamos transmitir por medio de nuestros gestos, por
nuestra postura y a través de la mirada.
Fig. 1.
Imaginemos a una pareja bailando salsa y que como música estén oyendo la novena sinfonía
de Beethoven: salvo que sean extremadamente originales, notaríamos una gran discrepancia.
Por esto, debemos estar atentos a que exista una gran comunión entre nuestro mensaje y su
contenido.
También nuestra mirada desempeña un rol importante. Hay miradas esquivas, incisivas, duras,
comprensivas. Somos tan sutiles para observar y percibir la mirada del otro que podemos detec-
tar si se encuentra enfocado en nuestra frente o nuestros ojos estando a metros de distancia, y
aun con mayor detalle su grado de atención cuando estamos conversando con él.
También nuestro tono de voz, la entonación y el volumen utilizado tienen un gran impacto:
casi un 40% de la comunicación dependerá de estos factores.
Se suele decir que cuando hablamos hay en nosotros una musicalidad presente. Cada uno
tiene su ritmo, su cadencia, su capacidad para generar y transmitir emociones.
Lo invitamos también a que dentro del ejercicio de la Ventana de Johari que analizamos en el
módulo 1 solicite retroalimentación sobre esta característica en usted. Conocer este factor tam-
bién le permitirá registrar sus habilidades y dónde puede necesitar complementarse con otros
recursos o personas.
Incluso los silencios son interpretados. Hay pausas que muestran respeto, otras que inquietan y
en ocasiones hasta generan molestia cuando se espera una respuesta. Paul Watzlawick, en su
Teoría de la comunicación, planteaba como primer axioma “Es imposible no comunicar”; es decir,
que aunque no nos lo propongamos estaremos comunicando.
Otro factor importante a tener en cuenta es el medio por el cual realizaremos la comunica-
ción. Esto suele ser un factor tenido poco en cuenta y generador de muchas dificultades.
En la mayoría de los casos, y en especial a la hora de mantener una conversación compleja, reco-
mendamos planificarla para ser llevada de manera presencial. Esta modalidad es la más
completa, ya que, como vimos anteriormente, nos permite poner en juego no solo lo que decimos
sino cómo lo hacemos y, lo que es aún más importante, percibir cómo esto resuena en nuestro
interlocutor, es decir, qué efectos causa.
Obviamente, al detectar el impacto en el otro podemos realizar consultas para advertir si estamos
siendo bien comprendidos y también controlar cómo lo está interpretando nuestro interlocutor.
De este modo podemos ir dando pasos sobre seguro y al mismo tiempo aclarar dudas o
modificar nuestro discurso, asegurándonos de ser correctamente entendidos.
Los sistemas de chat online son muy ágiles pero a veces invasivos y poco formales, prestándo-
se incluso a confundir los roles de quienes interactúan, lo cual constituye un posible riesgo para
el profesional de la salud.
Los textos escritos son formales y respaldatorios de lo que se acuerda, pero tienden a ser uti-
lizados en ocasiones por desconfianza como resguardo ante posibles conflictos futuros. El gran
riesgo es que el “tono de voz”, la intencionalidad de lo escrito, quede completamente del lado del
lector y su interpretación.
CAPACIDAD DE ESCUCHA
Un día, mientras el Rey Momo paseaba por los jardines de su palacio se le acercó uno de los sir-
vientes y le preguntó:
―Disculpad, Majestad, ¿cuál es el secreto de vuestra gran sabiduría?
―Muy sencillo ―respondió el monarca―, tengo dos orejas y una boca, así que escucho dos veces
y hablo solamente una.
Escuchar significa demostrar verdadero interés por lo que le sucede y por cómo lo vivencia. En
definitiva, escuchar verdaderamente, con profundidad e interés, es una clara señal de interés por
el otro como sujeto, como persona en su integridad.
El parafraseo es una técnica que bien utilizada resulta de gran impacto en el otro. Consiste bási-
camente en repetir con nuestras palabras lo que hasta ahora nos ha manifestado la otra persona.
Por ejemplo: “A ver si entendí bien…, voy a procurar repetir lo que has dicho para ver si es como
lo manifestaste y te pido que si me olvidé de algo o no lo entendí como lo deseabas me lo hagas
saber y me des las aclaraciones necesarias…”.
Esta técnica suele generar cierta sorpresa en el otro porque da cuenta de todos los datos que
hemos sido capaces de captar, de nuestro interés en hacerlo, al tiempo que le permite al otro am-
pliar, clarificar o agregar datos que haya pasado por alto. Suele ser una buena herramienta para
demostrar que estamos escuchando y para atenuar la emocionalidad del otro cuando
se siente perturbado o no comprendido.
Por medio de la indagación podemos clarificar los puntos que no hemos comprendido en el rela-
to del otro, pedirle ampliaciones o argumentaciones, diferenciando hechos de inferencias, pero al
mismo tiempo demostrándole verdadero interés en comprenderlo y en captar cómo piensa/siente
el otro.
Sugerimos realizar en primer lugar preguntas abarcativas, amplias y generales para luego
ir obteniendo mayor precisión en detalle. No recomendamos realizar preguntas cerradas por “sí” o
“no” al comenzar a indagar sobre una temática, y mucho menos realizar preguntas tendenciosas
o que denotan un claro interés por una determinada respuesta.
PARÁBOLA ZEN
Es decir que más allá de lo que digamos nos importa sobremanera el efecto que esto
causará en el otro. Como profesionales de la salud, haber desarrollado esta compe-
tencia será fundamental.
Otro aspecto sumamente relevante es tener en cuenta al sujeto del profesional de la salud, que
también siente y en el que las emociones juegan su papel. Por lo general, la bibliografía médica se
focaliza en el paciente y en algunas ocasiones, no siempre, lo contempla como un sujeto, pero es
mucho más difícil ver que se contemple al profesional de la salud como sujeto.
LA COLUMNA IZQUIERDA
Para poder comenzar a trabajar con las emociones introduciremos un nuevo concepto llamado
columna izquierda.
La columna izquierda consiste básicamente en comenzar a registrar todo lo que cada persona
va pensando a medida que una conversación transcurre pero que no suele decir y que impacta
fuertemente en los resultados de la misma.
Cuadro 2.
Quiero proponerles realizar el chequeo co- JRH: Les propongo realizar un chequeo para
mercial ver que ninguno de los postulantes tenga deu-
das económicas
Esto suena raro… ¿para qué lo querrá? JM: ¿Por qué nos interesaría a nosotros
hacer el chequeo?
No quiero otra vez tener que retenerles parte JRH: Para evitar futuras dificultades y en
del sueldo y que luego nos digan que no les base a experiencias que ya hemos tenido,
alcanza el dinero, así que terminan renun- después tenemos que retenerles parte del
ciando y otra vez tenemos que comenzar sueldo y terminan renunciando porque el suel-
un nuevo proceso de selección y recibimos do no les es suficiente. Ya sabes cómo son
críticas hacia Recursos Humanos porque no estas personas…
ingresa la cantidad de gente que quieren o
porque renuncian rápidamente. Estoy can-
sado de tener este tipo de situaciones y que
tantos postulantes tengas deudas
Esto me suena a discriminación y no me gus- JM: No entiendo, ¿qué quieres decir con “es-
ta tas personas”?
Te estás haciendo el ingenuo, sabes mejor JRH: Tú sabes, se viven endeudando, puede
que yo a qué me refiero que les falte comida pero la tele color no les
falta, llegan con deudas y después dicen que
el sueldo no les alcanza porque la justicia nos
pide que les embarguemos una parte, como
si los responsables de esto fuéramos noso-
tros...
Mi origen familiar es parecido al de “esta JM: Lo que estás diciendo es discriminatorio,
gente”, así que cuando te refieres así a ellos no estoy en absoluto de acuerdo, ¿cómo pue-
también lo estás haciendo hacia mi familia y de ser posible que digas algo así?
eso no te lo voy a permitir (seguramente esto
fue más sentido que pensado)
¿Y a este qué le pasa? Se hace el buenito JRH: Lo único que estoy pidiendo es un
cuando todos sabemos la realidad en la que chequeo como se hace en la mayoría de las
vivimos y además después viene y se queja a empresas para evitar futuros problemas. No
Recursos Humanos porque la gente renuncia entiendo por qué te pones así… cuando es
al poco tiempo de entrar o no llegamos a algo lógico y para el bien de todos
completar la nómina que necesita
Podemos ver cómo la columna derecha, si bien gradualmente va ganando mayor emotividad,
conserva las formas en cuanto al respeto y la educación. La columna izquierda nos permite ver
qué era lo que sucedía dentro de cada uno y que realmente fue complejizando la conversación.
Algunas reflexiones:
• Ninguno de los dos tuvo en cuenta las características del otro como sujeto, sus particularida-
des, historias, procedencias.
• La relación entre ellos venía siendo compleja, cuestión de la que no se hicieron responsables.
(Analizaremos este punto como una nueva herramienta.)
• No propusieron detener la conversación cuando notaron que perdía el rumbo. (Analizaremos
este punto como una nueva herramienta.)
• Existieron claras incomodidades en cada uno que nunca llegaron a expresar y que afectaron
fuertemente a la conversación.
En la medida en que esta voz interior, graficada en la columna izquierda, intoxica nuestros pensa-
mientos y siendo incapaces de poder expresarlos de una manera productiva, el nivel de contami-
nación va aumentando y generando una emocionalidad que llega a acaparar plenamente nuestro
pensamiento, limitándonos para tomar decisiones disponiendo de todas las facultades emocio-
nales y racionales. Nos convertimos entonces en marionetas emocionales.
Existe una estrecha relación entre la columna izquierda y las emociones. Se puede no-
tar cómo en el ejemplo anterior lo que realmente sucedía a nivel del sujeto se vivencia-
ba en la columna izquierda, mientras que el diálogo se producía a nivel de los actores.
Dijimos anteriormente que nos interesaba también poner en juego el sujeto de cada uno
de nosotros como profesionales de la salud, y en parte el último ejercicio que le invitamos a
realizar tenía como finalidad que usted pudiera captar lo que en una conversación afectó a
su emocionalidad y todo aquel pensamiento que se volvió tóxico por no poder ponerlo en pa-
labras de un modo productivo. Ahora queremos invitarlo a dar un paso más en vías de incre-
mentar su autoconocimiento y detectar cómo estos pensamientos y emociones lo habitan.
Habrá notado que detener su pensamiento es una tarea imposible ; solo quienes tienen un gran
nivel de concentración y disciplina logran hacerlo por medios como la meditación. Seguramente
haya registrado que usted se habla a sí mismo, y hasta hay quienes lo hacen en voz alta sin
tener ningún tipo de patología psiquiátrica. Todo el tiempo estamos pensando, todo el
tiempo nuestra voz interior se mantiene activa.
Hay una estrecha relación entre nuestros pensamientos, nuestros actos, nuestra
realidad y aquello que podremos llevar adelante o no.
Ser conscientes de nuestra columna izquierda antes de entablar una conversación compleja nos
permitirá saber cómo llegamos a ese momento, con qué ánimo, con qué ruidos internos, con qué
sensaciones. Este mundo interior suele afectar fuertemente a nuestros diálogos y es muy poco
tenido en cuenta.
Saber cómo llegamos nos permitirá también modificar cuestiones del contexto, pedir
ayuda, decidir hablar más o, por el contrario, permanecer en silencio, o incluso solici-
tar aplazar el encuentro.
Es aquí cuando se abre el espacio de lo que dimos en llamar aprendiz. Fue entonces que el provee-
dor/consultor registró esta emocionalidad en él, captó que desde ese lugar le sería prácticamente
imposible hacer algo distinto y productivo. Aceptó que el contexto había cambiado y conocía las
particularidades del sujeto (actor, Gerente General). Entonces, al llegar al estacionamiento del
complejo donde se reunirían se dijo: “Apago el motor, pongo una música que me guste y me tomo
5 minutos para respirar. Ya saben que estoy demorado y ese tiempo está dentro de lo previsible.
Es importante para mí que llegue a esa reunión con otra emocionalidad”.
Veamos algunas habilidades que estamos trabajando y cómo este proveedor pudo aplicarlas:
Resulta fundamental tenernos en cuenta como sujetos, más allá del actor que a cada
uno le corresponda representar.
No solo es el otro, el contenido y el contexto, también estamos nosotros mismos que, de tan próxi-
mos, podemos volvernos invisibles.
Sin duda, una habilidad comunicacional fundamental a desarrollar y potenciar es nuestra propia
capacidad para ser conscientes de nuestras emociones, registrándolas pero al mismo tiempo
teniendo control sobre las mismas.
Hemos dicho anteriormente que resulta fundamental registrar cómo cada uno de nosotros tiende
a manifestar físicamente las emociones. Cuanto mayor sea el conocimiento que poseamos sobre
nuestro propio estilo, más fácil será registrarlo y actuar en consecuencia. Algunas señales pueden
ser:
• Subimos el tono de voz.
• Sentimos taquicardia.
Este logro nos permitirá redefinir nuestras acciones para actuar en pos de los objetivos y
metas que nos hemos fijado.
Una herramienta muy útil para dominar las emociones es respirar de manera pausada y pro-
funda, técnica que permite pausar el pensamiento y lograr la calma necesaria.
Resulta fundamental ser conscientes también de nuestra columna izquierda y diferenciar muy
bien los hechos realmente acaecidos y nuestras inferencias
Muchas veces generamos historias muy creativas y tóxicas que no se fundamentan en hechos, si-
no en nuestras construcciones ingeniosas. En este sentido, resulta fundamental indagar en la con-
versación con nuestro interlocutor para distinguir lo que realmente ha acontecido de aquello que no-
sotros interpretamos, creemos, pensamos o sentimos.
Otra buena herramienta surge en la medida en que expresamos el contenido de nuestra columna
izquierda de manera no tóxica. Es decir, siendo capaces de manifestar lo que sentimos a
partir de la conversación.
A modo de ejemplo breve: “Cuando me dices nuevamente que no podrás acompañarme a reunirme
con el paciente y su familia comienzo a sentirme solo y pienso que no estamos trabajando verda-
deramente en equipo…”. La diferencia entre afirmar y expresar lo que se siente es vital; la primera
es una aseveración que el otro puede percibir como una acusación o amenaza, mientras que la
otra promueve la reflexión de nuestro interlocutor y nos permite a nosotros expresar de modo
constructivo el contenido de nuestra columna izquierda.
—“La verdad, me siento perdido, no sé qué hacemos en esta reunión. Esto parece una terapia de
grupo, no tiene ningún sentido. A nosotros nos pagan por vender y estamos perdiendo el tiempo,
así que vámonos todos a trabajar.”
Reconozco que en ese momento mi emocionalidad se hizo presente, pero pude recurrir a algunas
herramientas. Fue esencial identificar estas señales físicas: había dejado de respirar, mi mirada se
mantenía fija en Luis, había cierto sudor en mis manos y solo esperaba que hiciera una pausa para
refutar lo que me decía. Hacer eso nos hubiera llevado a subir lo que se conoce como “escalera de
inferencias”, es decir, algo que comienza de manera pequeña termina en una tromba indomable
de emociones.
Precisamente al reconocer esas señales físicas pude darme cuenta de que estaba a punto de
convertirme en esa marioneta emocional y perder el control racional sobre mis respuestas. En
fracción de segundos pude decirme interiormente… “respira, respira, esto no es contra ti… es una
reacción lógica y esperable. En definitiva, es una señal de que lo que le dices no le está siendo
indiferente, algo estamos movilizando, vamos por buen camino si se logra encausarlo”. Es in-
creíble cómo al recordarlo estoy poniendo en palabras lo que sentía en ese momento, sin poder
diferenciar si lo que escribo ahora en ese momento eran palabras o emociones que ahora cobran
la posibilidad de ser definidas, lo que demuestra nuevamente cómo la palabra no es neutra y
la investimos con emociones.
Recuerdo que hablé sin pensar, solo con este mensaje interior… “respira, respira… vas bien… solo
hay que encaminar esta energía que te llega”. Lo que dije fue algo similar a:
—“Luis , muchas gracias por tu opinión y tu sinceridad . Para mí es muy importante que trabajemos
diciendo realmente lo que sentimos y pensamos . Es una muy buena señal que ahora te sientas
perdido. Cuando uno comienza un camino de aprendizaje deja de estar en un ámbito conocido, donde
estaba resguardado, para emprender un camino que no sabemos muy bien dónde nos conducirá; por
eso es lógico que te sientas así. Todo aprendizaje verdadero nos demanda pasar de un contexto
conocido a una transición incierta para alcanzar una nueva realidad superadora. Muchas gracias,
nuevamente, por tu aporte.”
MARCO DE SEGURIDAD
Lo que no expresamos en ese momento fue que podíamos hacer frente a estos indicadores, y
existe una herramienta simple pero muy efectiva: “detenerse”.
Cuando detectamos que nuestro interlocutor presenta algunos de los indicadores mencio -
nados podemos apelar a decirle , por ejemplo : “Discúlpame , te voy a decir algo que creo estar
observando , y puedo incluso estar equivocado , pero para mí es importante contrastarlo contigo
para saber si es así o no. Me pareció notar que desde hace unos minutos has subido el tono de
voz, tu ceño se frunció y tu mirada no es la misma que cuando comenzamos. La ver dad es que no
sé si dije o hice algo que te haya molestado, pero me gustaría poder saberlo para que veamos si
es posible solucionarlo y seguir avanzando en nuestra conversación”.
Obviamente, frente a esta propuesta podemos encontrarnos con una variedad de respuestas, des-
de la más amigable, que podría ser: “No me he dado cuenta. Agradezco que me lo digas, porque sí,
es verdad, cuando me dijiste… me molesté porque creí que mi opinión no te importaba”.
También podríamos encontrarnos con que nuestro interlocutor niegue que algo le está sucedien-
do y que su volumen de su voz resulte aún más elevado. Ante este tipo de situaciones podríamos
realizar una detención de nivel II, ya que el nivel I o pausa no resultó efectivo. Así, podemos propo-
ner interrumpir la conversación en este punto para retomarla en otro momento, ya que
detectamos que no están dadas las condiciones para poder llevarla adelante como deseamos.
Retomemos una vez más el ejemplo del JRH y el JM. Dada la historia de tensión que los unía,
una detención de nivel I hubiera sido seguramente ineficiente, como incluso también la se-
ría una de nivel II, dado que no habrían resuelto un problema existente en la base de la rela-
ción. Esto sería como querer construir un segundo piso de una edificación cuando no con-
tamos con los cimientos necesarios; sin duda todo el edificio se caerá en el corto plazo.
Existe lo que se llama diseñar conversaciones para tener conversaciones, y se trata precisamente
de hacer consciente que es necesario volver a generar las condiciones para construir un diálogo
de confianza y efectivo.
El JRH podría iniciar una conversación de este tipo diciendo: “Querido JM, después de nuestra últi-
ma conversación noté que no pudimos ponernos de acuerdo con el chequeo a los postulantes no
porque coincidiéramos o no, sino porque nuestra relación ya viene afectada desde antes. Enton-
ces te invité hoy a conversar porque a mí realmente me interesa recuperar el vínculo y la confianza
que supimos tener tiempo atrás. Quiero que sepas que realmente me preocupa lo que nos sucede
y estoy dispuesto a dar lo mejor de mí para recuperar una relación constructiva. Me interesa saber
cuál es tu opinión sobre esto y, sobre todo, que sepas que estoy dispuesto a escucharte desde mi
más humilde posición”.
Retomamos estos conceptos pues consideramos que dentro del ámbito laboral existen algunos
problemas que se suscitan al confundirlos entre sí, pero que al mismo tiempo nos brindan la po-
sibilidad de incrementar nuestro aprendizaje.
Recordemos que esta tridimensión estaría conformada en primer término por el plano del suje-
to, que da cuenta de la particularidad de cada uno de nosotros en su ser más profundo; la segunda
expresa los roles que cada uno decide representar y, por ende, existen condiciones con las que se
hace necesario cumplir, y la última nos brinda la posibilidad de aprender y modificar nuestras
realidades.
Cuando mantenemos un contacto con otros habrá siempre dos sujetos en juego, aunque no siem-
pre se los tenga suficientemente en cuenta.
Existirá, al menos, un paciente que necesita ser escuchado, del que en algunos casos hemos es-
cuchado su columna izquierda diciendo: “Por favor teneme en cuenta más allá de mi problema
en el hígado, soy más que un órgano, necesito que me escuches, que me entiendas, que me orien-
tes, y en lugar de eso recibo un diagnóstico, estudios para hacer y un tratamiento que para ti sue-
na a algo rutinario pero que afecta a toda mi realidad cotidiana”.
Queda claro que al percatarnos de todo esto entra en juego un gran número de aspectos que
exceden lo estrictamente clínico y que nos vinculan nuevamente con la definición de la Organi-
zación Mundial de la Salud (OMS) sobre la salud y sustres planos:
• Físico u orgánico.
• Psíquico.
• Social.
Es en este contexto que se requiere una competencia emocional como profesional de
la salud por medio de la cual contemplemos todos los aspectos mencionados en la colum-
na izquierda del paciente y atendamos a sus pedidos. El paciente en este caso pide ser es-
cuchado, entendido, orientado. Aunque parezca complejo, lo que más pide son pa-
labras, sus palabras como sujeto más allá del actor (profesional de la salud) que representa.
Al plano de los actores corresponde el interpretar correctamente los roles, con los cono-
cimientos que son requeridos y el cumplimiento de los procedimientos previstos. Un ac-
tor que representa bien su papel también brinda seguridad a quien lo escucha, ya que se
muestra poseedor de un conocimiento que el paciente requiere para recuperar su salud.
“Su cuadro no es complejo en la medida en que haga el tratamiento, ya he visto decenas de pa-
cientes con este diagnóstico y no son complejos. Siente que es el único al que le pasa y es una
patología habitual, no vale la pena preocuparse demasiado, solo basta que haga el tratamiento.”
Resulta curioso que si el profesional de la salud lograra expresar estos pensamientos de forma
constructiva, solo con mostrarse interesado (plano sujeto) en cómo ha impactado esta noticia
en el paciente seguramente lograría una alta empatía y generaría muy buenas condiciones para
alcanzar un entendimiento efectivo.
“Me pide que me ponga en su lugar, o lo que es peor, que vea en él a mi padre y me imagine lo que
le está pasando y lo vea como hijo. Siento tal angustia de solo pensarlo que no puedo hacerlo, y
además, si en cada paciente viera a un ser querido me sería prácticamente imposible atenderlo
como corresponde y el desgaste en mí sería gigantesco. Además, me resultaría imposible con los
tiempos que tenemos.”
Esta imposibilidad de tiempo puede ser un aspecto real y tangible, pero también podemos sor-
prendernos de todo lo que puede transmitirse en poco tiempo mostrándonos verdaderamente
presentes e interesados por el otro.
Es muy interesante que aparezca la angustia en este contexto, porque frente a esta es común
que el actor se haga presente como una forma de proteger al sujeto.
Veamos el caso del Dr. Colombo, médico de una reconocida institución médica, padre de tres hijos
pequeños y miembro de la Asociación Mundial de Cirugía Pediátrica. Lo interesante es que cada
rol que desempeña le genera un campo de posibilidades pero al mismo tiempo también limita su
actuación.
Cuadro 3.
Actores del Dr. Campo de las posibilidades Campo de las restricciones
Colombo
Responsable por la salud de sus pa- Debe cumplir un horario
cientes
Puede diagnosticar, definir trata- Sus sentimientos no pueden ser ex-
mientos y seguir las distintas evolu- presados con total libertad
ciones
Médico
Toma decisiones importantes sobre Sus opiniones subjetivas también se
el futuro clínico de cada persona encuentran limitadas
que atiende
Tiene derecho a escribir en la histo- No puede identificarse plenamente
ria clínica con un paciente
Puede indicarle a un paciente qué Debe mantener una distancia ade-
pasos seguir y cuáles no cuada
Evalúa y decide sobre la educación Hay temas del mundo adulto que no
de sus hijos conversará frente a sus hijos
Padre
Brinda permisos y define límites Sus horarios se verán limitados
Su decisión suele ser la que termina Su demanda se incrementa en base a
teniendo mayor peso las necesidades de sus hijos
Opina sobre las prácticas en su pro- No podrá ser miembro de una Asocia-
fesión ción que se superponga en activida-
des con la que ya es socio
Participa de la organización de even- Tendrá una demanda horaria
tos
Miembro de la
Asociación Presenta trabajos científicos Sus opiniones subjetivas pueden ver-
se limitadas por aspectos políticos o
diplomáticos dentro de la organiza-
ción
Define estrategias que hacen a su Su práctica médica deberá encua-
profesión drarse dentro de los procedimientos
definidos por la Asociación
Sujeto
Actor Actor
Padre Miembro
Asoc.
Fig. 2.
Actor Profesional
de la salud
Sujeto
Fig. 3.
Una forma de ampararse frente a la angustia es apelando al actor, ya que este es lógico,
previsible y objetivo, por lo que las emociones se mantienen acotadas. También resulta un re-
curso útil cuando se es interpelado, puesto que se responde con un conocimiento científico que
resulta difícilmente cuestionable.
Surgen a su vez dos grandes dificultades cuando el actor no da lugar al sujeto. El primero es que
tiende a generarse una distancia excesiva entre el profesional de la salud y el paciente,
por lo que aumenta la columna izquierda y las emociones comienzan a no tener lugar o a volver-
se tóxicas. El segundo es que el sujeto puede llegar a creer que realmente su ser se juega en
representar ese actor, por lo que su ego alcanza dimensiones inapropiadas que lo harán sentir
muy seguro de sí mismo, pero posiblemente muy alejado de los pacientes. Existen también otros
beneficios de este tipo de posicionamiento, como la posibilidad de ser admirado o reconocido,
pero todo ello pertenece al plano de la actuación y deja por fuera la profundidad del sujeto y su
verdadero ser.
Las principales dificultades de este tipo de situaciones es que se pierde la esencia del
sujeto.
Sujeto
Actor
Fig.4.
Imaginemos por un momento a un paciente yendo a ver a un médico y que este le diga: “A mí me
pasa lo mismo, es realmente molesto” . O que le haga un comentario como: “Disculpe que no lo
atienda de la mejor manera pero estoy molesto con las condiciones de contratación que tengo en
este centro de salud”. Sin duda, como actor se le solicita al médico que desempeñe su rol con la
profesionalidad necesaria y manteniendo a resguardo cuestiones particulares.
Lo invitamos a leer la siguiente historia, que refleja en buena forma las dificultades en las que
puede verse tensionado un profesional de la salud en su rol entre el sujeto que es y el actor que
le toca representar.
Aún recuerdo esa gélida tarde invernal. Aquella tarde en la que la profesión vendría
a ponerme a prueba, quizás por vez primera, quizás por vez última. O, mejor dicho, la fría
tarde en la que me enfrentaría al máximo desafío de mi carrera, aún sin saberlo.
La honestidad siempre fue uno de los grandes pilares del ejercicio médico. “Ante todo, ser
honesto”, diría mi padre al escoltarme durante el juramento hipocrático en la Facultad de Me-
dicina
, allá por la década de 1970 . En todas sus formas y vertientes. Fuese cual fuere la si-
tuación o escenario.
Finalmente, así fue. Así fui, honesto. Honesto, cada día de residencia. Honesto, cada no-
che
de guardia. Honesto, cada tarde de consultorio. En fin, honesto. Honesto, hastaun frío día
de invierno. Pasado ese día se borraría con rapidez , el día en el que dejaría de ser honesto,
honesto entre el pensar y el decir, entre el dicho y el hecho.
Juan Carlos era mi amigo. Amigo de toda la vida . Esas amistades únicas donde histo-
rias, anécdotas y aventuras se entremezclan constantemente para formar una hermandad inse-
parable. La vida siempre nos habría de cruzar en contextos diversos. La vida nunca nos ha-
bría de cruzar en un consultorio, mi consultorio, como médico y paciente. Nunca. Hasta esa tar-
de de invierno.
Tienes cáncer terminal. Una frase, un diagnóstico. A lo largo de todos los años como
especialista oncológico tuve que lidiar con una multiplicidad de comunicaciones similares.
Hasta ese día. El día en el que Juan Carlos, Juanca, mi amigo de la vida, era quien debía recibir
la noticia. El día en el que el Dr. Anchorena , Juampi, su amigo de la vida, era quien debía dar-
le la noticia. La peor noticia. La que nunca imaginó dar.
Cinco grados. Siete de la tarde. Llegó abrigado y a la hora prevista, como siempre so-
lía hacerlo. Un par de meses antes le había sugerido realizarse estudios adicionales porque
su evaluación anual no me había convencido en absoluto. Sospechaba. Aunque no me ani-
maba a confirmarlo . Pero tenía cáncer. Y terminal. Se iba a morir. Se iba a morir en tan so-
lo tres meses. Y yo tenía que informárselo. A él y a Clara, su mujer, de quienes había tenido el ho-
nor de ser el padrino de casamiento veintidós años antes.
―Quédate tranquilo, si tú me dices que salió todo bastante bien es porque, en definitiva,
salió todo bastante bien ―replicó Juan Carlos, entendiendo para sí que en mi mensaje inicial
existía algo más, algo que no me animaba a expresar con franqueza. Ambos sabíamos. Am-
bos sentíamos. Ambos nos estábamos traicionando. En mi calidad de especialista y amigo,
no estaba siendo honesto con su diagnóstico. En su calidad de paciente y amigo, no estaba
siendo honesto con su percepción de la realidad. Realidad que nos golpeaba a ambos. Reali-
dad que dejaba al descubierto que no siempre estamos preparados para enfrentar la realidad.
―Es que, en sí mismo, ese “bastante bien” al que me refiero es un “bastante” y no un " com-
pletamente ” bien, Juanca ―insistí para, finalmente , empezar a desvelar la verdad, verdad
que a los ojos de todos ya parecía desvelada , aun sin tener que expresarla en palabras .
Éramos pocos y nos conocíamos mucho. Demasiado. Pero mi deber profesional, más allá
de esa amistad entrañable que nos unía, exigía claridad, sinceridad y, ante todo, honestidad.
Honestidad que me caracterizaba. Hasta esa tarde de invierno.
―No hace falta aclarar nada más, mi amigo. Muchas gracias por toda tu ayuda, una vez más.
Acuérdate de que el próximo fin de semana tenemos la comida anual con los chicos de pesca.
No nos vas a traicionar, justamente tú ―remató, despidiéndose con ese enorme abrazo que lo
caracterizaba.
Evidentemente, para nuestro protagonista resultó sumamente difícil desempeñar su papel como
médico dada la gran amistad que lo unía con Juan Carlos, su amigo. Lo cual lo llevó a no lograr
pronunciar el diagnóstico y su tratamiento, al tiempo que emocionalmente se producía en él una
columna izquierda cada vez más compleja, que lo afectaba haciéndole cada vez más difícil pro-
nunciarse como actor.
“Estoy realmente angustiado…, en media hora llega Juanca, mi amigo del alma, y tengo que darle
una muy mala noticia. Sufro de solo pensarlo, no sé cómo voy a poder hacerlo; para mí no es
como con otros pacientes, es mi amigo, mi hermano… No quiero que llegue el momento, no sé qué
hacer. Estoy muy triste y al mismo tiempo siento que como médico debo cumplir honestamente
con mi función tal como siento que siempre hice, pero no estoy seguro de poder hacerlo esta vez.
No sé si hablarle como médico o como amigo. Como médico podría resultarle distante, como si
no me importara lo que le sucede, cuando por dentro estoy sufriendo. Si le hablo como amigo…,
no sé cómo podría decirle el diagnóstico y su tratamiento, en especial con el panorama que le
espera.”
Esta posibilidad de tenerse en cuenta como sujeto y conversar con él mismo recono-
ciendo esta columna izquierda le hubiera permitido pensar alternativas, por ejemplo
si era él la persona indicada, si podía contar con la colaboración de otro colega y que
él se centrara en acompañar a su amigo para contenerlo y explicarle las dudas que
pudieran surgirle.
También resultaría muy interesante evaluar la historia teniendo en cuenta los pasos que reco-
mendamos a la hora de planificar una conversación:
• Contexto.
• Actores que intervienen.
• Timming: el momento oportuno.
• Contenido.
• Cómo decimos lo que decimos.
Si bien es imposible definir una distancia óptima entre el sujeto y el actor, debe tenerse presente
que un sujeto profesional de la salud que esté afectivamente muy cercano al paciente o en exceso
alejado del mismo hará que se presenten dificultades para mantener una conversación eficiente
y productiva.
Antes de la conversación:
• Contexto.
• Actores que intervienen.
• Timming: el momento oportuno.
• Contenido.
• Cómo decimos lo que decimos.
• Conocimiento del sujeto con el que interactuaremos.
• Escuchar nuestra columna izquierda y estado emocional antes de llevar adelante el encuen-
tro.
• Procurar detectar los efectos y/o consecuencias que tendrá lo que decimos y generar planes
alternativos en base a esto.
• Definir una meta superadora.
Como se puede ver, aparecen dos recomendaciones que no habíamos trabajado hasta este mo-
mento. Por un lado, procurar detectar los efectos y/o consecuencias de lo que decimos.
LA BRÚJULA EN LA TORMENTA
Aunque parezca curioso, antes de ingresar a una conversación compleja debemos visualizar
cómo deseamos salir de ella.
En etapas de aprendizaje como la que estamos llevando adelante en este curso siempre resulta
productivo proyectar los escenarios más complejos posibles, para adquirir tal nivel de entre-
namiento que todo lo que venga después nos resulte un poco más sencillo de superar. “Los bue-
nos capitanes se han formado en mares bravíos.”
Imaginemos por un momento que esa conversación quenos proponemos llevar adelanate será
como navegar en aguas turbulentas, bajo una tormenta, donde existen elementos a nues-
tro alcance que nos ayudarán a atravesarla y otros que nos intentarán llevar con mucha fuer-
za a naufragar. Nosotros somos el capitán del velero y algunas de las emociones serán esos
vientos que intentarán sorpresivamente por medio de sus ráfagas dejarnos a la deriva.
Siguiendo con esta metáfora, podemos decir que ubicar la meta de llegada será siempre el pun-
to de referencia, el norte en nuestra brújula que nos permitirá no perdernos en la mitad de la con-
versación siendo arrastrados por los feroces vientos (emociones), manteniendo siempre un
rumbo definido. Las conversaciones complejas se dan en un contexto donde la emocionalidad
es realmente intensa, y tener dominio de nuestras emociones no resultara sencillo. La meta su-
peradora será siempre nuestra gran brújula.
“Gracias por venir, sé que tenemos por delante un tema económico y afectivo por resolver, e inclu-
so sé que hay familias que terminan peleadas en estas situaciones. Estuve reflexionando sobre
esto y si bien quiero decirles que me parece importante buscar una distribución de los bienes lo
más equitativa posible, por sobre todo y más allá de esto, lo que quiero es preservar nuestro amor
y nuestros vínculos. Quiero invitarlos a que se sumen a esta idea y si en algún momento vemos
que algo de esto puede verse afectado, lo conversemos. En especial, quiero que al salir hoy de
esta sala, más allá de lo que hayamos podido avanzar con la distribución de los bienes, nuestro
afecto y nuestro vínculo sean preservados y mejor aún, incluso se vean fortalecidos.”
Puede notarse incluso que en estas palabras hay varias herramientas que están siendo utilizadas
de manera simultánea:
• Generación de contexto.
• Conocimiento de los otros sujetos, de quien habla también, de los vínculos que existen entre
ellos.
• Contenido.
• Preservación del marco de seguridad.
Al mismo tiempo, vemos cómo esta enunciación de una meta superadora busca resguardar a los
hermanos de un contexto de conflicto no deseado y procura fortalecer sus vínculos. El hermano
que enuncia estas palabras sabe o al menos es consciente de que la conversación que tienen por
delante resultará compleja y que tanto intereses como afectos podrían convertirlos en marione-
tas emocionales, haciéndoles perder el dominio de sus actos/palabras y afectando gravemente a
la relación entre ellos.
Si bien en el ejemplo el hermano que asume la palabra enuncia la meta superadora, la misma no
siempre requiere ser manifestada, pero sí definida. Es decir que cada uno de nosotros debería
definir dicha meta y censar de manera constante el resguardo de la misma.
Resulta vital para que esta herramienta sea efectiva no solo su definición, sino también la per-
manente presencia y testeo a lo largo de toda la conversación. Esto formará parte del “durante la
conversación”.
Esta posibilidad puede ser generada tanto cuando hemos estado a solas con nuestro interlocutor
como cuando formamos parte de un equipo de trabajo. Consiste básicamente en repasar la
conversación, preferentemente tomando notas de los logros alcanzados y de las dificultades o
errores cometidos. Las preguntas con las que podemos orientarnos son las mismas que veremos
para el próximo punto.
En este módulo hemos analizado las generalidades de cómo se puede planificar la co-
municación y hemos repasado algunas herramientas concretas para lograr que sea exi-
tosa. En el módulo 3 nos centraremos en la comunicación en el ámbito de la salud.
Echeverría, R. (2008). Actos del Leguaje. Volumen I: La escucha. Santiago de Chile: Comunicacio-
nes Noreste.
Patterson, K., Grenny, J., McMillan, R. y Switzeler, A. (2001). Crucial Conversations – Tools for
talking when stakes are high. New York: McGraw Hill.