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DIARIO i LUS-
TRADO DE IN-
F O R M A C I Ó N
G E N E R A L « . «f
REDACCIÓN í ADMINISTRACIÓN: PRADO D E SAN SEBASTIAN. SUSCRIPCIONES T ANUNCIOS: VELAZQUEZ, 12. SEVILLA.
LO CONSABIDO
M
I L L O N E S , millones. D e dolares,
por supuesto; pero, sobre todo, de
personas y, por tanto, de todo gé-
nero de cosas. Y esto es lo qué decide: uno
de los supuestos de l a v i d a americana es
que muchos no se engañan nunca. " H a g a
usted c o m o u n millón: use camisas X " ,
dice u n anuncio. Con' frecuencia se anun-
cia un cigarrillo con la sola cualidad de
que es el más vendido, prueba suficien-
te de su excelencia. Y es sabido que
el libro que mejor se vende—el "bést-
"seller"—es por eso el bueno y, natural-
mente, el que sigue vendiéndose más,
bola de nieve de la industria editorial.
De todo objeto se fabrican millones de
ejemplares iguales, qtie se ven una vez y
otra en todas partes. L a s películas repi-
ten u n repertorio m u y reducido de temas,
de .emociones, de gestos atractivos y, so-
bre todo, que " v a l e n " como atractivos,
que tienen vigencia de tales. T o d o s los fa-
bulosos medios de publicidad hacen que
unas cuantas personas—relativamente po-
cas—sean sumamente conocidas y . por su-
puesto, con rasgos distintivos y homogé-
neos; quiero decir que se da, junto a la
notoriedad, la interpretación, a lo sumo
u n par de interpretaciones opuestas—en el
caso de los políticos—, ambas conocidas
y que, por tanto, no complican n i pertur-
ban la marcha de las ideas. A l i a d o de esto,
el americano siente u n oscuro temor a l o .
gregario—en que, por otra parte, se com-
place—y aspira a "personalizarse". " S e a
usted personal", susurra eí anuncio de u n
" m a k e - u p " , con e l c u a l se embellecen to-,
davía más /tres millones de muchachas.
"Personalice usted su encendedor o su
b o l s o " ; y la personalización consiste en
aplicar al producto " s t a n d a r d " unas i n i -
ciales (que, dicho entre paréntesis, suelen
costar algo más que el objeto m i s m o ) ; lo
malo es que las' iniciales s o n también
'«standard" y habría que personalizarlas a
su vez, y así hasta el infinito. , elementos dispares, qué van de io venera-
T o d a e ta homogeneidad suele provocar
B
en el europeo u n a sonrisa de superioridad
desdeñosa. L a hemos visto florecer, exac-
ta, en miles de labios de escritores fran-
ceses, de profesores alemanes, de políticos
ingíeses, de periodistas españoles—espe-
cialmente cuando escriben sin moverse de
M a d r i d o Barcelona!—, También " s t a n -
d a r d " l a sonrisa: todo se contagia. A veces
da gana de rogarles que la personalicen.
•Y ocurre preguntarse si ese gesto eu-
ropeo es verdaderamente europeo; quiero
decir si-es inteligente. (Porque E u r o p a sig-
nifica la inteligencia. Entiéndaseme b i e n :
no digo que lo europeo sea, sin más.inte-
ligente—por desgracia, suele ocurrir lo
contrario, y así andan las cqsás—, sino que
E u r o p a no tiene más remedio que ser i n -
teligente, que no puede permitirse el lujo
o la comodidad de no serlo, porque no tie-
ne otra cosa; y por eso la estupidez eS
traición, es delito de^lesa eüropeidad.) V a l -
dría la pena pensar siquiera unos minutos
en esa uniformidad y homogeneidad de los
Estados U n i d o s y tratar de ver qué sig-
nifican y para qué sirven.
P a r a mí, la cosa es clara: se trata, n i
más'ni menos, de asegurar el repertorio de
lo consabido. Imagínese lo que son los E s -
tados Unidos. ( L o primero que hay que
ABC SEVILLA hacer es, como
(Sevilla) L p o e con los
- 25/11/1951, preceptos,
Página 3 en-
cerrar ABC
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lo que son los países europeos, porque es,
literalmente, otro mundo.} U n a extensión
ripeo menor que E u r o p a , se dice; sí, pero
si se descuenta R u s i a , que es otro cantar,
y se queda uno con la E u r o p a en que de
verdad pensamos fuera de las aulas de
Geografía, casi el doble. Y en esa superfi-
cie, más dé ciento treinta millones de h o m -
bres de diversos países, qué empezaron por
hablar distintas lenguas, dé razas, religio-
nes y costumbres variadísimas, con u n pa-
sado máximo de tres siglos, que, para la>
mayoría de las zonas del país, es sólo dos
o uno. Estados Unidos. ¿Mo convendría
preguntarse quién los u n e ? . ¿ O es que es
cosa fácil unir a millones de hombres en
u n pueblo? E n E u r o p a , "eso3 grandes
cuerpos qué son las naciones", como decía
Descartes, "se han ido haciendo poco a
poco, han ido gestándose como u n orga-
nismo en el vientre oscuro de la E d a d M e -
dia, enorme y delicada, han ido cristali-
zando como pequeñas gemas, se h a n per-
sonificado durante centurias en -sus reyes;
y a pesar de todo...
Son esas uniformidades que excitan la
sonrisa de los frivolos las artífices de una
colosal labor de creación histórica. Shell,
K o d a k . Freud, C l a r k Gable, Einstein, GH1-
létte, M a c A r t h u r , los 5.200.000 ejemplares
de " L i f e " , Camel, l a , Constitución, ías
1
piernas torneadas y rítmicas de Gingers
Rogers, los Padres Peregrinos, F o r d , B o b
H o p e , el cardenal Spellman, los "conos de
m a í z " de M r . K e l l o g g , que acaba de mo.-
rir, nonagenario,, después de haber hecho
desayunar a cien millones de americanos;
todo eso, que todos conocen y cada uno
sabe que es igualmente conocido por los
demás. E s decir, lo Consabido. Y ese re-
pertorio-funciona automáticamente y crea
los supuestos básicos én que puede apoyar-
se la vida común del pequeño judío de N u e -
va Y o r k , recién llegado de PoloíSa, y el
granjero de A r i z o n a o el vaquero dé San
A n t o n i o de Texas, llamado Fernandez—sin
acento, claro está—. Gracias a todos esos
ble a lo grotesco, gracias a la B i b l i a y a los
personajes de W a l t Disney, a una fe ele-
;
mental en la democracia y una admiración
también elemental del busto agresivo de
una actriz, al cumplimiento automático de
las reglas del tráfico y de ciertas decisivas
normas morales^ los Estados U n i d o s son
hoy los Estados " U n i d o s " . Y t a l como
;
están las cosas, parece que tiene cierto i n -
terés. Incluso para qué se pueda sonreír a
los dos lados del Atlántico.
Julián M A R Í A S
S O C I A LISMO E N E U R O P A
* T T E M O S de resignarnos en E u r o p a
l i ' ' ¡ ^ u n modo mediocre, con
a v v r e
^X. JL mentalidad unánime proletaria,
renunciando, dé una vez para siempre, to-
dos los europeos a lograr la recuperación
de u n nivel general de vida que podríamos
llamar burgués, así como la posibilidad de
elevarse individualmente hasta u n plano
excepcional de refinamiento espiritual y
material? " - ~ - la idea de prescindir de él. Pues este s i -
Bien sabido es que la guerra reciente'no
la perdió Alemania, sino E u r o p a entera,
y_ que esto ha traído consigo 2a ruina con-
tinental, al perder.los Imperios coloniales
que la proporcionaban riquezas y. pode-
río. Pues E u r o p a necesitaba sus colonias
no como mero lujo para vivir ostentosa-
mente, sino
como espacio
distribución, puesta a vital, impres-
disposición,
comunicación
DÍA R I O ILUS-
T R A D O DE IN-
F O R M A C I Ó N
GENERAL «?.
cindible para el sostenimiento de una den-
sísima población, que n o puede mantener-
se con la exclusiva producción d e l conti-
nente propio. P r i v a d a de ellas, irá poco
a poco descendiendo el nivel de v i d a de
sus habitantes si no se ponen manos a la
obra de reorganizar los actuales sistemas
políticos y económicos. N o es posible es-
perar a que los europeos lfeguen a tocar
en el fondo,%en la miseria, para verles re-
accionar.
E s t a catástrofe, resultado de la guerra
pasada, ha sido una coyuntura propicia
para el socialismo, que ha sabido aprove-
charla y apurarla. L a s fuerzas socialistas
han sabido utilizar, en el momento con-
veniente, los elementos qué tenían en s u
mano para aplastar - e l clásico espíritu
europeo^ico én individualidad, en iniciati-
va, en capacidad de trabajo y én ideal de
superación. C o n t r a este espíritu .utilizó, e l
:
socialismo, rjrjrnero, l a fuerza material)
que le proporcionaba el triunfo político
de las masas;-segundo, lá necesidad de
contar el frente burgués con u n a . fuerza
aliada proletaria que rompiera e l ''frente
p o p u l a r " ; , sanguinariamente antiburgués
y comunista, y tercero, él ambiente favo-
rable que para ensayar las, teorías econó-
micas socialistas» se da en todo país em-
pobrecido, c o n su economía en crisis y
con u n proletariado hambriento, qué, c o n
natural simplismo, cree encontraj: s u re-
medio en el reparto igualitario del dine-
ro, si no entra en juego, además, u n ren-
cor; humano, que. le hace desear que l a
penuria sea colectiva.
P e r o ha llegado el momento de pensar
seriamente si el enorme-fracaso de l a ges-
tión socialista, en lo político y en 10 eco-
nómico, debe de empujar a cuantos sien-
ten rebullir dentro esas características de
espiritualidad europea (individualidad, ini-
ciativa, trabajo e ideal de superación) para
enfrentarse a tanto tópico populachero,
tanta palabrería demagógica y tanta co-
bardía ante la fuerza material de las masas.
Produce asco observar cómo ün hecho o
una teoría se ensalza o combate no por lo
que pueda significar de conveniente o de
nocivo para l a sociedad humana, sino
porque halague o moleste la inferior men-
talidad de la masa.
Ningún hombre europeo, con una vo-
luntad libre de sometimiento a imposi-
ciones masivas, debe aceptar la teoría de
la prpletarización mental y económica de
cuantos en E u r o p a vivimos. Y esto no
significa deserción de una preocupación
social, j Cuántos que así piensan hemos
puesto en juego, desde 1933, la vida, co-
modidades e intereses por que exista en
España una justa vivencia social.
A h o r a bien, la liquidación de la parte
socialista que tcdos llevamos dentro no
es fácil de hacer. E l socialismo flotaba
en el aire qué respirábamos durante la
formación política de nuestra generación.
S i n percibirlo, estamos intoxicados de so-
cialismo como estamos de tabaco, y mos-
tramos una resistencia subconsciente ante
glo hizo s u crianza y se enfrentó c o n s u
vida histórica en admiración y subyuga-
do por el socialismo, que a^lo Jargo del
primer tercio de siglo fascinaba con u n
estilo oratorio demagógico la inexperien-
cia política ante los nuevos problemas so-
ciales y económicos del capitalismo. N o
se percibía
l o yque
pública c o n t e n í total
utilización, a l e falso,e h i - de los
o parcial,