Está en la página 1de 49

UN M U N D O D E H O R M IG A S

por

P A T RIC IA J . F O L G A RA IT
Centro de Estudios e Investigaciones
Universidad Nacional de Quilmes
Buenos Aires

A L EJ A N D RO G . FA RJ I- B REN ER
Laboratorio ECOTONO, CRUB
Universidad Nacional del Comahue,
Bariloche

con ilustraciones de
O C TA V IO A . B RU Z Z O N E

C o le c c ió n “ C ie n c ia q u e la d r a …”
Dirigida por D IEG O G O L O M B EK

Siglo
veintiuno
editores
Argentina
ESTE LIBRO
Siglo veintiuno editores Argentina s.a. (y esta colección)
TUCUMÁN 1621 7º N (C1050AAG), BUENOS AIRES, REPÚBLICA ARGENTINA

Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.


CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310, MÉXICO, D. F.

R. Sáenz Peña 1 8 0 , (B1 8 7 6 BXD) Bernal,


Pcia. de Buenos Aires , República Argentina

Tien e un tamañ o pequeñ o, es firme, rojiza


y un poco dura.
Barre el suelo, h ace mon ton es y colin as de aren a,
con struye amplios camin os y fabrica
su casa. Tien e la peor mordida; si muerde el pie,
el efecto y la h in ch azón
se extien den h asta la in gle; si muerde la man o, h asta la axila.

Traducción de un a descripción azteca, en la


H istoria gen eral
de las cosas de la N u eva Españ a,
F RAY B ERN ARD IN O D E S AH AG UN , 1590.

Portada de Claudio Puglia

1a edición argentina, 000 ejemplares


© 2005 Están en tre n osotros. Son m uch ísim as, dem asiadas, co-
© 2005, Siglo XXI Editores Argentina S.A.
m en de todo, son trabajadoras y orden adas, pion eras de la
ISBN: 987-1105 liberación femenina, hacen la guerra (y la paz), y hasta han si-
do in terpretadas n ada men os que por Woody Allen . Son las
Impreso en h orm igas, aquellas que recordam os tiern am en te ah orran do
en el mes de de 2005 para el inviern o mien tras la cigarra can taba con alegría, o n o
tan tiernamente asadas debajo de una lupa. Son, en cierta for-
Hecho el depósito que marca la ley 11.723 m a, dueñ as del m un do, y este libro vien e en su rescate y a
Impreso en Argentina – Made in Argentina
4 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER

pon erlas en el lugar que les correspon de. Si se las pusiera a


todas jun tas en la balan za, las h orm igas pesarían tan to co-
mo la totalidad de la población h uman a, así que n ada de fal-
tarles el respeto por su tamañ o.
D icen que a los investigadores de las h ormigas se los re-
con oce porque usan las medias por en cima de los pan talon es.
Los autores de este libro son dos destacados científicos argen-
tin os apasion ados por las h ormiguitas, viajeras o n o, y las es-
tudian en el campo y en el laboratorio. Aquí n os cuen tan to-
do lo que siempre quisimos saber (y bastan te de lo que n un ca
imagin amos) sobre distin tos tipos de h ormigas, sus comidas,
sus amigos y enemigos, sus sociedades y su importancia en los
ecosistemas. Casi n ada.

Esta colección de divulgación cien tífica está escrita por


in vestigadores que creen que ya es h ora de asom ar la cabe- Agradecimientos
za por fuera del laboratorio y con tar las maravillas, gran dezas
y miserias de la profesión . Porque de eso se trata: de con tar, Q uerem os agradecer la oportun idad de poder plasm ar en págin as
de compartir un saber que, si sigue en cerrado, puede volver- lo que sign ifica para los autores el estudio de las h ormigas. Pusimos
se in útil. much o esfuerzo y h oras de trabajo en su realización , y n os diverti-
Cien cia que ladra…n o muerde, sólo da señ ales de que ca- mos much o también en el tran scurso de la escritura. Agradecemos
a las n umerosas person as que cruzaron y tran scurren por n uestras
balga.
vidas, nos estimularon a su divulgación, y nos permitieron, de un mo-
do indirecto, a llevar adelante este proyecto, permitiendo que hoy se-
D iego G olombek
pamos más sobre h ormigas, llevemos adelan te n uestras investigacio-
n es y sigamos man ten ien do el en tusiasmo por el con ocimien to. En
particular, agradecemos a D iego G olombek y Alejandra Folgarait por
las lecturas y comen tarios realizados. Por último, queremos men cio-
nar que las ilustraciones de O . Bruzzone son basadas, en su gran ma-
yoría, en ilustracion es de textos diversos.

P.F. / A.F.B.
Acerca de los autores

Patricia J. Folgarait pfolgarait@unq.edu.ar

Licenciada en Biología (UBA) y D octora en Biología (Ph. D . de la Uni-


versidad de Utah, EE. UU.), es actualmente investigadora del CON ICET y pro-
fesora de la Universidad N acional de Q uilmes. Comenzó su carrera docen-
te universitaria en 1984 y sus primeras investigaciones en ecología de
comunidades en 1994. Se ha especializado en mutualismos entre hormigas
y plantas, en defensas anti-herbívoros, y en la ecología de las interaccio-
nes entre animales —especialmente insectos—y plantas, mayoritariamente
en ambientes tropicales y subtropicales de la Argentina, Perú y Costa Ri-
ca. Actualmente trabaja con hormigas plaga y sus efectos sobre el suelo y
su biodiversidad, con el control biológico de hormigas por medio de pa-
rasitoides, y con el impacto de la actividad agrícola en el desarrollo de
hormigas plaga. Tiene varias publicaciones científicas en estos temas y sus
principales fuentes de financiamiento para los proyectos científicos son
internacionales. En el año 2000 ganó el premio Silver Jubilee Award por su
trayectoria de trabajo con los tacurúes (hormigueros) de los campos agrí-
colas de Corrientes y por ser el mejor proyecto de investigación presenta-
do y financiado por la International Foundation for Science de Suecia.

Alejandro G. Farji-Brener alefarji@crub.uncom a.edu.ar

Licen ciado en Biología (UBA), Master en Ecología (ULA, Ven ezuela)


y D octor en Biología (UBA), es actualm en te in vestigador del CO N ICET
y docen te del Cen tro Region al Un iversitario Bariloch e de la Un iversidad
N acion al del Com ah ue. D esde 1985 trabaja en in teraccion es in secto-
planta y ecología de hormigas, especialmente hormigas cortadoras de ho-
jas. H a trabajado en los bosques sem iáridos del Ch aco y la Patagon ia
en Argen tin a, saban as de Ven ezuela y bosques tropicales de Costa Ri-
ca y Pan amá. Tien e alrededor de 25 publicacion es en revistas cien tíficas,
y h a sido gan ador de varios subsidios de diversas in stitucion es cien tífi-
cas. En 1999 fue gan ador (jun to con varios m iem bros del laboratorio
don de trabaja, Ecoton o) del premio Bun ge & Born al mejor grupo de in -
vestigación en Cien cias del Ambien te del país.
Ín d ic e
Octavio Augusto Bruzzone (ilustraciones)

Licen ciado en Biología (UBA). Actualm en te com o becario de CO -


N ICET investiga bajo la dirección de P. Folgarait los parasitoides de las
h ormigas de fuego para su tesis de doctorado. Realizó n ueve exposicio-
n es de arte colectivas y tres in dividuales. Participó de la muestra de ilus-
tración cien tífica en el IV Con greso Argen tin o de En tomología.

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Capítulo 1
Historia natural de las horm igas: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Capítulo 2
Orientación: es bueno saber dónde se vive . . . . . . . . . . . . 23
Capítulo 3
Los patriarcas de la agricultura: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Capítulo 4
M utualism os en horm igas: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Capítulo 5
Plagas y Horm igas: Cara y seca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Capítulo 6
Horm igas invasoras: dónde, porqué y cóm o . . . . . . . . . . . 69
Capítulo 7
Rarezas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Bibliografía com entada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Introducción

“… Si algu n a vez existió u n a raza de seres extrañ os y obsesivos, estos


son los estu diosos de las h orm igas, los m irm ecólogos.
R ecopilan do las an écdotas de estos fan áticos,
yo h e tratado de m ostrar cóm o el in terés
in ocen te de u n n iñ o colector de h orm igas pu ede expan dirse, y com o
con secu en cia, su predilección por la fau n a m u y pequ eñ a abarcar
la in m en sa diversidad de la vida… ”

Erich H oy, Th e Earth dw ellers, 1996

¿ Por qué h ay un m un do de h orm igas? O dich o de otra


forma, ¿ por qué el mun do es de las h ormigas? Cuan do el ser
h um an o dorm ía en cuevas y m erodeaba buscan do alim en to
sin con ocer los ben eficios de la agricultura y del m an ejo de
las poblacion es an imales, much os grupos de h ormigas ya vi-
vían en sofisticadas casas reguladas térm icam en te, poseían
un a estructura social compleja, y cultivaban h on gos o “cuida-
ban ” otros in sectos para obten er de ellos su alimen tación .
Es que h ormigas h ay much as, y desde h ace much o. Ade-
m ás de las con ocidas n egras y rojas, las h ay gran des y ch i-
cas, las que pican y las que n o pican y las molestas o simpá-
ticas. La manera más sencilla que utilizamos para hablar sobre
12 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER

las h ormigas es h acien do referen cia a lo que comen : algun as Capítulo 1


cortan h ojas y las llamamos h erbívoras, otras comen “carn e” H is t o r ia n a t u r a l
(otros bich os) y les decim os carn ívoras, otras com en sem i-
llas y las llamamos granívoras, otras comen néctar de las plan-
d e la s h o r m ig a s :
tas y les decim os n ectívoras, otras com en sustan cias azuca- lo q u e s ie m p r e q u is ie ro n s ab e r s o b r e
radas producidas por otros in sectos y las llamamos melívoras, e lla s y n u n c a s e a t r e v ie ro n a p r e g u n t a r
y otras comen de todo un poco y les decimos omn ívoras.
En este libro n o podremos abarcar todos los tipos de h or-
m igas. N o ten em os tan to espacio (n i tan to tiem po). Prim e-
ro, les contaremos un poco sobre las características de las hor-
m igas en gen eral. En el segun do capítulo les h ablarem os de
las fam osas h orm igas cortadoras de plan tas. En el tercero,
Todos h emos observado algun a vez, con mayor o men or
les presen taremos a las men os con ocidas h ormigas “amigas”
agrado, la in agotable actividad desarrollada por las h ormigas.
o “protectoras” de las plan tas. En el cuarto, discutirem os la
Allí van , un a tras otra en un orden in creíble e in claudicable
paradoja h orm iga= plaga. Fin alm en te, en el quin to, les con -
an te cualquier obstáculo n atural (ramita o piedra) o artificial
taremos ejemplos de cosas extrañ as y sorpren den tes que h a-
cen algun as h ormigas. N uestro mayor objetivo es estimular- (fósforos en cen didos o pegamen to) que en cuen tren en su ca-
los a que cambien su h abitual actitud de preten der elimin ar m in o. Allí van , ya sea llevan do su com ida —m uch as veces
a las h ormigas por la de in ten tar compren derlas y –quién sa- n uestras plan tas del jardín —al h ormiguero, “h usmean do” en
be– h asta estudiarlas. Esperamos despertar su curiosidad por n uestras cocin as, aparecien do en form a solitaria en m edio
estos dimin utos organ ismos, que forman parte de n uestra vi- de algún almuerzo campestre, o picán don os simplemen te por
da cotidian a, y tam bién esperam os que la in form ación que haber colocado el pie en el lugar incorrecto (sus n idos). Siem-
aquí les ofrecem os les sirva para recon ocer la im portan cia pre en con traremos a éstos dimin utos organ ismos en algún la-
de estos organ ismos en los ecosistemas. do; sólo basta mirar con aten ción para abajo, h acia el suelo,
o para arriba, h acia los árboles.

¿D ó n d e e s t á n ? ¿D e s d e c u á n d o ? ¿Q u é s o n ?
¿Po r q u é h ay t a n t a s ?

Las h ormigas tien en un a distribución geográfica amplísi-


ma, desde el Ecuador casi h asta los polos, desde el n ivel del
mar h asta aproximadamen te los 2000 m de altura en algun a
14 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 15

m on tañ a. Las en con tram os por todos lados. Las h orm igas zón ica brasileñ a, la biom asa de h orm igas es 4 veces m ayor
pueden estar en el suelo, sobre algun a plan ta, aden tro de un que la de todos los mamíferos, aves, reptiles y anfibios allí pre-
tron co, y por supuesto, den tro de n uestras casas (escaleras o sen tes. Para aclarar: si tuviéramos todos los mamíferos, aves,
tech os de m adera, alacen as, y h asta roperos). Las h orm igas reptiles y anfibios de un lado de una balanza, del otro lado so-
an dan dan do vueltas en el plan eta desde el período Cretáci- lo n ecesitaríamos colocar un cuarto de todas las h ormigas pa-
co (Era Mesozoica), lo cual sign ifica desde h ace aproxim a- ra equilibrarla.
damen te 100 millon es de añ os. D esde esta perspectiva, tien en Es eviden te que las h ormigas h an sido exitosas. Están en
pagado el “derech o de piso” más que n osotros, los seres h u- todas partes, son much as, h ay much as especies y se en cuen -
manos, que aparecimos en la historia evolutiva como tales ha- tran en este plan eta desde h ace m uch o tiem po. Un a razón
ce sólo 200.000 añ os aproximadamen te (Era Cen ozoica). La muy importan te de su éxito tien e que ver con su organ ización
an tigüedad de las h orm igas com o grupo refleja —en parte— social. Existen muy pocos grupos animales que conforman so-
su éxito sobre la Tierra. A pesar de las glaciacion es, las ex- ciedades. En tre los in sectos, aparte de las h orm igas, sólo lo
tin cion es de los din osaurios, los cam bios de clim a y los go- h acen las abejas, algun as avispas y las termitas.
biern os militares, ellas persistieron , con forman do h oy aproxi- La palabra “sociedad”, tan con ocida por todos n osotros,
madamen te 9500 especies distin tas. tien e un a defin ición m uy estricta en biología. Los organ is-
Todas estas especies se encuentran dentro de una sola Fa- m os sociales cum plen determ in ados requisitos. Las gen era-
milia (Formicidae), den tro del O rden de los H ymen ópteros, y cion es se superpon en en el tiem po (o sea, siem pre h ay h ue-
se estim a que queda aún el doble de especies por descubrir. vos, juven iles, y adultos dan do vueltas), existe división del
Eso sign ifica que posiblemen te n osotros compartimos el pla- trabajo (distin tos in dividuos de un a m ism a colon ia se ocu-
n eta Tierra con alrededor de 19.000 especies diferen tes de pan de distin tas fun cion es, in cluyen do la reproductiva), y las
h orm igas. Por ejem plo, en 1 km 2 de selva brasileñ a en con - crías son cuidadas por los adultos. Todas estas característi-
tramos más especies de h ormigas que especies de mon os en cas las h an h ech o triun far a lo largo de su h istoria evoluti-
todo el m un do. D e h ech o, en un sólo árbol de Costa Rica va. ¿ Q ué posibilidad h ubiéram os ten ido los bebés h um an os
podem os en con trar con vivien do h asta 60 especies distin tas si n uestras m am ás n o n os cuidaban cuan do los h om bres se
de h ormigas. iban a cazar en busca de alim en to y abrigo, o si los papás n o
N o sólo son much as especies, sin o que también son mu- n o s d efen d ían d e fero ces d ep red ad o res? ¿ Acaso se h u bie-
ch ísim os in dividuos. Un a sola colon ia de h orm igas “guerre- ra producido la revolución in dustrial sin el con cepto de di-
ras” (estilo “marabun ta”) puede ten er más in dividuos que to- visión del trabajo?
das las poblacion es de leon es y elefan tes de África. D e un a en
un a pesan poco, pero si las jun tam os represen tan un a bio-
m asa (peso de organ ism os vivos) de proporcion es con side-
rables. En las selvas tropicales, un tercio de toda la biomasa
an imal esta represen tada por las h ormigas. En la selva ama-
16 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 17

L a s h o r m ig a s : u n a s o c ie d a d f e m e n in a
y f e m in is t a

Usamos el articulo femenino “las” para hablar de hormigas


no sólo por una cuestión de coherencia gramatical, sino por-
que la mayor parte de las h ormigas son realmen te “ellas”. A
pesar de que algunas películas erróneamente nos muestran que
hay hormigas obreras de sexo masculino, (por ejemplo la hor-
miga Z y su compañero Weaver 1 en A ntz 2 , o Flick en la pelí-
cula Bichos), todas las obreras son hembras. Muy probablemen-
te, la hormiga que cualquier lector haya encontrado alguna vez,
era “una” hormiga, tanto gramatical como sexualmente.
Las colonias de hormigas están conformadas por una reina
(o a veces más), por miles o millon es de obreras, y por algu-
n os mach os y prin cesas alados cuan do es la época de la re- Figura 1
producción. La reina es literalmente una “máquina” de colocar Grupos morfológicos de hormigas que cumplen diferentes funciones (castas). En
huevos, de los cuales saldrán larvas de hormigas que crecerán el centro, de mayor tamaño, se observa la reina. Rodeando a la reina se encuentran
obreras de distintos tamaños. Las obreras se encuentran cuidando los huevos (de
y se transformarán en pupas. Las pupas quedarán en este es- forma redondeada), las larvas (de forma elíptica) y las pupas (similares a las lar-
tadío hasta que sea el momento de convertirse en adultas, es vas, pero más oscuras y parecidas a una hormiga).

decir, lo que comúnmente conocemos como hormigas (Fig. 1).


En realidad la reina se convierte en esa “máquina de po-
n er h uevos” después de h aber eludido much os en emigos, in - Después del acrobático apareamiento en el aire entre las hem-
convenientes climáticos, y haber logrado fundar su propia co- bras y los machos alados, los últimos mueren; ya han cumpli-
lonia. Pero para que esto suceda, primero debió aparearse con do su misión en la vida (cualquier semejan za con el gén ero
uno o más machos, en general en un romántico vuelo nupcial, h uman o es sólo coin ciden cia). La rein a, a esta altura de las
el cual puede durar entre algunos minutos hasta algunas horas. circunstancias, guardó cuidadosamente todos los espermato-
zoides de su/ s amante/ s en su espermateca, una estructura equi-
valente a un “banco de semen”. A partir de allí, cada vez que
1
W eaver an ts es el n ombre en in glés para referirse a un grupo de h or- permita que un o de sus óvulos sea fecun dado por un esper-
migas que tejen sus n idos con seda producida por sus larvas. Véase capítu- matozoide, nacerá una hormiga hembra. En cambio, si sólo co-
lo de rarezas. loca un óvulo sin fecundar producirá un huevo “macho” (dijo
2
A n ts sign ifica en in glés h ormigas, la “z” usada al fin al del n ombre de
la película refiere al n ombre del person aje prin cipal caracterizado con la voz la partera) que, a veces, frente a situaciones de m alaria alim en-
de Woody Allen , la h ormiga llamada “Z ”. ticia se convierte en un bocato di cardinale para la reina.
18 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 19

La reina, después de producir un pequeño número de hor- la mayoría de los casos la colon ia muere si ella desaparece),
m igas, se con vierte en un a “m ala m adre”. N o cuida de sus la vida prom edio de un m ach o varía de h oras a un os pocos
bebés (larvas y pupas) n i sale en busca de alimen to n i en tre- días y la de las obreras, de un os pocos meses a 1-2 añ os. Es
n a a sus h ijas, como errón eamen te lo h acen las rein as a sus difícil en ten der cómo, en ton ces, la rein a n o con trola toda la
h ijas Atta 3 y Bala 4 en la película B ich os y A n tz. La rein a lo actividad del h orm iguero, ya que su presen cia parece ser el
deja todo en man os (o sea, patas) de las obreras. Cuan do la ún ico elemen to con stan te a lo largo de la vida de la colon ia.
colon ia ya creció lo suficien te (en tre un os m eses y algun os Sin em bargo, la rein a n o con trola las actividades de sus h i-
añ os, depen dien do de la especie), algun as de las larvas h em- jas que, en defin itiva, son las que garan tizan el fun cion amien -
bras comien zan a ser alimen tadas por sus h erman as con un a to de la colon ia. Como en toda mon arquía, las obreras son las
dieta especial. D e éstas emergerán las futuras princesas o “rei- que realmen te trabajan y sacan el “rein o” adelan te. Ellas bus-
n as vírgen es” (como Atta en B ich os o Bala en A n tz) que, en can el alim en to, con struyen el n ido y lo arreglan cuan do se
su vuelo nupcial, saldrán a buscar amantes para posteriormen- rompe, cuidan de sus h erman as o h erman os cuan do son ju-
te fun dar sus propias colon ias. ven iles, procesan el alimen to, limpian el n ido y sacan la ba-
sura. Sin embargo, n o siempre un a h ormiga n ace con un pa-
pel predeterminado, y lo interesante es que puede cambiar sus
¿S o n la s r e in a s r e a lm e n t e m o n á rq u ic a s ? fun cion es de acuerdo con las n ecesidades del momen to. Es-
te cambio se puede apreciar en la película A n tz cuan do Wea-
El apelativo de “rein a” y el papel de ésta como pon edo- ver (el soldado) reem plaza en la excavación del tún el a su
ra de h uevos, y por lo tan to, respon sable del tam añ o de la amigo Z (un obrero).
colon ia n os h ace pen sar que la colon ia está bajo su con trol. Al con trol “total” de la rein a sobre las actividades de la
D e h ech o, much os mirmecólogos (estudiosos de h ormigas) se colon ia se con trapon e la idea —recien temen te propuesta—de
han formado bajo este concepto. Sin embargo, la idea del “po- que las conductas exhibidas por las hormigas dependen de las
der” de la rein a sobre las actividades de la colon ia fue desa- con exion es que ellas establezcan en tre sí y del patrón de in -
fiada en 1999 cuan do se propuso que el con trol está en las teraccion es que h ayan experimen tado en su vida (basta con
obreras, quien es garan tizan el fun cion amien to de la colon ia a recordar la sublevación producida por Z en tre las obreras de
partir de sus in teraccion es con otras obreras. la colon ia).
Mien tras que la vida de la rein a dura much os añ os (y en Q uedará en m an os de los actuales m irm ecólogos y sus
próxim as gen eracion es seguir estudian do los detalles de có-
3 A tta es el n ombre cien tífico asign ado a un grupo (gén ero) de h ormigas mo se organ izan las colon ias de h ormigas. Por ejemplo, cómo
cortadoras de h ojas. Véase capítulo 2 del libro. logran esa exquisita coordin ación en sus actividades (filas tan
4 Bala es el n ombre común utilizado en Costa Rica para h ablar de un
orden adas) o esa an ticipación a los problem as am bien tales
grupo de h ormigas primitivas (Parapon era clavata), carn ívoras, muy gran -
des y agresivas, que cuan do clavan su aguijón producen un dolor “equiva- (¿ cuán tos h em os m irado a las h orm igas para predecir si va
len te” a un balazo. a llover? ). Muy probablem en te, aquellos que h ayan visto la
20 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 21

película A n tz se h abrá pregun tado de qué man era las h ormi- reclutar. Por ejemplo, pueden o no necesitar de la compañía
gas logran formar esa in creíble bola demoledora o la in men - de la hormiga exploradora para localizar el alimento previamen-
sa escalera para escapar de la in un dación . La “orden ” n o fue te marcado, y pueden reclutar a pocas o a muchas hormigas.
dada por la rein a pese a que ella fue un a de las primeras en “Correligionarias, no quiero alarmarlas, pero les sugiero que
ser puesta a salvo. La razón es sim ple: la rein a es la ún ica rápidamente y en orden huyamos hacia la derecha, porque se
que pon e h uevos, y en con secuen cia, es n ecesaria para asegu- viene la represión”. Este clase de mensaje se comunica utilizan-
rar la perm an en cia de la colon ia en el tiem po. Y lo que im - do feromonas de alarma. Existen diferentes situaciones en las
porta, a n ivel evolutivo, es dejar un a buen a can tidad y calidad cuales pueden usarse: inundación o rotura del hormiguero, ata-
de descen den cia. Pero la rein a sola n o puede garan tizar el pa- que de enemigos e invasión de especies competidoras.
saje de su in formación gen ética a las futuras gen eracion es. “¿ Siempre venís a este vuelo nupcial? ¿ Sos realmente vir-
gen ? ¿ Te puedo volver a ver? ¿ D ón de vas a fun dar n uestra
colon ia? ”. El en cuen tro de los mach os y las h embras aladas
C o m u n ic a c ió n e n t r e h o r m ig a s : (princesas vírgenes, futuras reinas) ocurre gracias a la produc-
u n a c u e s t ió n d e q u ím ic a ción sin cron izada de feromon as sexuales.
“Soy fiam bre. Fui. Kaput”. Cuan do un a h orm iga m uere,
Para realizar tareas com plejas de form a coordin ada las secreta un a sustan cia (ferom on a fun eraria) que in dica a sus
hormigas tienen que comunicarse entre sí. Pese a que pueden h erman as vivas que está muerta y debe ser tran sportada h as-
verse con sus ojos y tocarse con sus antenas, la principal for- ta la “pila de basura” (que también se usa como cemen terio).
ma de comunicación entre ellas es mediante mensajes quími- Un simpático experimento demostró que una hormiga viva ro-
cos. Las hormigas son como bolsas químicas caminantes, lle- ciada con esta sustan cia es acarreada por sus compañ eras h a-
n as de glán dulas exócrin as (o sea, que secretan sustan cias cia el cemen terio aun que la h ormiga en cuestión patalee, ch i-
hacia el exterior del cuerpo). Cada una de estas glándulas pro- lle o in ten te regresar al n ido.
duce diferentes sustancias, llamadas feromonas, las cuales son También existen muchas otras sustancias químicas que son
interpretadas por los miembros de la colonia. Existen diferen- utilizadas para marcar territorios y reconocer miembros de la
tes feromonas, muchas de las cuales son específicas y “comu- m ism a colon ia, en tre otros m en sajes. Pese a que este “idio-
nican” distintos mensajes. m a” de uso de ferom on as aparen ta características de un len -
“Compañeras, encontré un rosal espectacular. Está cerca del guaje escrito, se parece m ás a un a com un icación oral. Los
hormiguero, sigan mi huella química que no las voy a defrau- m en sajes quím icos tien en un a duración lim itada en el tiem -
dar”. La forma que tienen las hormigas para comunicar este ti- po (se evaporan) y por ende deben ser repetidos mientras se
po de mensaje es utilizando feromonas de reclutamiento. Es- desea transmitirlos. En coincidencia con este concepto, la fuer-
tas sustancias pueden ser dejadas durante su recorrido por una za del mensaje químico depende en muchas casos de la con-
hormiga exploradora, que es la encargada de buscar las fuen- cen tración de la sustan cia. Algo con ocido: cuan to más grita-
tes de alimento. Diferentes especies tienen distintas formas de mos, más gente nos presta atención.
Capítulo 2
O r ie n t a c ió n : e s b u e n o s a b e r
d ó n d e s e v iv e

Para volver a su n ido


Las h orm igas n o dan vu eltas
M iran , h u elen , cru zan cercas
Y así en cu en tran su cam in o.
Porqu e orien tarse, le digo
Es cu estión de estar alerta.

L a o r ie n t a c ió n e s u n v ia je d e id a (y v u e lt a )

Es m uy fácil perderse. Cuan do un o vive en un sitio fijo,


desde don de sale y adon de tien e que volver, orien tarse para
n o aparecer en la casa del vecin o o a kilóm etros de distan -
cia es un proceso com plicado. N osotros los h um an os n os
guiamos prin cipalmen te con la vista, que es n uestro sen tido
más desarrollado. D e esta forma recordamos cosas, árboles,
o n egocios que n os permitan localizar n uestro destin o y lue-
go regresar a casa. Para los h ombres que viven en la ciudad,
la existen cia de cuadras y veredas ayuda a memorizar el ca-
min o de ida y vuelta. A veces memorizamos las distan cias, sin
ten er pun tos de referen cia (234 pasos a la izquierda y 23 a
la derech a). Y también , cuan do estamos perdidos, le pregun -
tam os a otro h um an o que an da por ah í cosas com o “¿ Sabe
usted dón de se en cuen tra la Casa de G obiern o de la Argen -
tin a? ”. Las h ormigas h acen lo mismo: algun as usan prin cipal-
men te su vista, otras utilizan más otros sen tidos, otras siguen
24 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 25

camin os e in tercambian in formación con otras h ormigas, al- sign ificar diferen tes cosas. La existen cia de estas señ ales en
gun as poseen la capacidad de memorizar camin os sin usar in - el cam in o puede in dicar dirección y/ o calidad del recurso,
form ación del exterior, y la m ayoría utiliza m ás de un a for- ayu d an d o a la o rien tació n y al reclu tam ien to d e m ás h o r-
m a para ubicarse. Porque, después de todo, h um an os y m igas a la fuen te de alim en to. Adicion alm en te, com o peato-
h ormigas n os perdemos y en con tramos de forma similar. n es en la vereda, las h orm igas tam bién in tercam bian in for-
m ación cuan do se en cuen tran . Si observam os a las h orm igas
en un sen dero, vem os que n o siem pre h ay un claro sector de
C a m in a n t e, s í h ay c a m in o ida y otro de vuelta, sin o que pueden h aber sectores del ca-
m in o con bastan te descon trol, lo que ocasion a ch oques en -
La existen cia de cam in os claram en te m arcados, tales co- tre las h orm igas que van y las que vien en . Se especula que
mo los que poseen las h ormigas cortadoras de h ojas y las que en estos en cuen tros h ay in tercam bio de in form ación , in clu-
com en sem illas (gran ívoras), represen ta un sistem a que ob- yen d o d ato s p ara o rien tarse. Algo así co m o p regu n tarle al
viam en te colabora para que las h orm igas vayan adon de tie- peatón que n os cruzam os en la calle: ¿ cóm o vien e el cam i-
n en que ir (a un a plan ta a cortar h ojas o a recolectar sem i- n ode adelan te? ¿ voy bien si sigo por acá?
llas) y vu elvan ad o n d e tien en qu e vo lver (su n id o ) sin
perderse. Esos cam in os, a veces verdaderas aven idas lim pias
de h ojas y palitos, n o sólo son un a marca física real en el am- L o e s e n c ia l n o s ie m p r e
bien te, sin o que gen eran un com portam ien to de m asa o gru- e s in v is ib le a lo s o jo s
po, en el que las h orm igas sim plem en te siguen a las que tie-
n en ad elan te. Algo sim ilar h acem o s lo s h u m an o s, cu an d o Al igual que los h um an os, algun as h orm igas se orien tan
p o r ejem p lo estam o s en el tú n el d e u n a lín ea d e su bterrá- p rin cip alm en te p o r la vista. Po r ejem p lo , las h o rm igas d el
n eos que descon ocem os y querem os salir: sim plem en te se- gén ero Ectatom m a, son m uy abun dan tes en bosques tropi-
guimos a los de adelan te, supon ien do que ellos tien en el mis- cales secos y lluviosos, poseen ojos m uy bien desarrollados
m o objetivo que n osotros. A diferen cia del ejem plo an terior, y casi n o utilizan señ ales quím icas para orien tarse. Viven en
en el que podem os seguir a la m uch edum bre equivocada (si colon ias subterrán eas pequeñ as, de alrededor de 100 h orm i-
la m ayoría desea h acer com bin ación en vez de salir a la ca- gas, a la cual se en tra y sale por un a ún ica en trada en el sue-
lle), todas las h orm igas que están en el cam in o tien en el m is- lo. Las h orm igas salen solas a alim en tarse, sin cam in os m ar-
m o objetivo: ir h acia la fuen te de alim en to y regresar al n i- cad o s, exp lo ran d o al azar. Para co lm o , h ay m u ch ísim as
do con el recurso. O sea, aparte de seguir el cam in o, seguir colon ias. En 10 m 2 de suelo de bosque tropical seco pode-
a la d e ad elan te ayu d a a o rien tarse. La m ayo ría d e las ve- m os en con trar h asta 30 n idos de Ectatom m a. Todo esto re-
ces esta orien tación se ve fortalecida por señ ales quím icas. presen ta un problem a de orien tación : exploran solas al azar,
Co m o se d ice en o tra p arte d e este libro , las h o rm igas se cuan do en cuen tran un recurso deben regresar a su n ido sin
com un ican prin cipalm en te por señ ales quím icas que pueden u n cam in o m arcad o n i física n i qu ím icam en te y, p ara co l-
26 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 27

m o d e m ales, en p o ca su p erficie d e su elo h ay m u ch as en - El s e n t id o d e u s a r o t ro s s e n t id o s


tradas de otras colon ias que son idén ticas a la suya: un h ue-
co en el piso. En trar a un a colon ia que n o es la propia es un a Utilizar la vista n o es la ún ica form a de regresar a casa.
exp erien cia d esagrad able qu e n o le reco m en d am o s a n in - Las h ormigas, como otros an imales, pueden valerse de otros
gun a h orm iga. Todo esto h ace que Ectatom m a posea un sen - sen tidos para ubicarse, com o el olor. Así com o éste es utili-
tido de la visión m uy desarrollado, que utiliza para orien tar- zado en algun as especies de cortadoras de h ojas para in di-
se de regreso a su colon ia. car qué tipo de plan tas tien en que cortar, también puede ser
Algunos experimentos con esta especie avalan el uso de la usado para orien tarse. Por ejemplo, un a de las h ormigas más
visión como mecanismo principal de orientación y sugieren que grandes que existe en el planeta, Paraponera clavata (¡de 3 cm
estas h ormigas utilizan un a especie de jerarquía en tre las di- de largo!) utiliza olores para la orien tación . Sin embargo, de-
ferentes estructuras del ambiente para orientarse. Por ejemplo, bido a que los olores van dismin uyen do su con cen tración con
si le cambiamos algunas estructuras cercanas a la entrada del el tiempo y pueden desaparecer por circun stan cias azarosas
nido, como hojas secas o palitos, las hormigas se desorientan
(por ejemplo, un a ráfaga de vien to), es raro que este sen tido
un poco pero terminan ubicándose y entrando a su propia co-
sea utilizado como mecan ismo prin cipal para ubicarse en el
lonia en pocos minutos. Sin embargo, si además modificamos
espacio. Much as veces los olores pueden usarse cuan do la in -
parte del paisaje (por ejemplo, cambiando las sombras de los
formación obten ida por otros sen tidos n o es suficien te. D e es-
árboles o la forma del horizonte), la desorientación es mucho
ta form a, un sen tido m uy desarrollado en las h orm igas (de-
mayor y pueden pasar horas dando vueltas sin encontrar su co-
bido a la existen cia de com un icación quím ica) puede ser
lonia. Esto tiene una explicación: es más seguro orientarse por
aprovech ado también para colaborar en la orien tación .
el paisaje, que cambia menos con el tiempo, que por estructu-
ras como hojas o palitos, los cuales pueden cambiar de ubica- Un a n ovedosa posibilidad es que las h orm igas puedan
ción en cuestión de horas o días. ¿ Q ué elegirían ustedes para también usar el tacto para orientarse. Recientemente se ha de-
orientarse si necesitan volver caminando a sus casas luego de mostrado que ciertas abejas pueden iden tificar los pétalos de
buscar un almacén abierto por el barrio? ¿ Utilizarían la ubi- algun as flores por el tacto de sus patas. Sin embargo, aún n o
cación de la basura en la vereda o la ubicación de otros nego- h ay experimen tos con h ormigas para ver si comparten dich a
cios? Ambos pueden eventualmente cambiar con el tiempo, pe- h abilidad. Los pocos trabajos con ocidos aún n o h an demos-
ro a corto plazo es más seguro que los negocios permanezcan trado que el tacto ayude m uch o en la orien tación . Sin em -
adonde están (si no hay crisis económica) por más tiempo que bargo, este sen tido podría ten er cierta im portan cia en h or-
los papeles tirados en el piso. De la misma forma, Ectatom m a migas que vivan en espacios reducidos con diferentes texturas
utiliza la visión para orien tarse valién dose de los objetos co- estables en el tiem po (por ejem plo, plan tas) y deban orien -
mo señales, pero asignándoles diferente importancia de acuer- tarse de n och e, cuan do la in form ación aportada por el sen -
do con su estabilidad espacial y temporal. tido de la vista dismin uye.
¿ Y qué h ay de la audición ? Se h a visto que algun as rein as
28 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 29

que utilizan el in terior de las plan tas para vivir dan golpeci- puede h acerse un “mapa in tern o” y regresar al pun to de ori-
tos con sus patas an tes de seleccion arla como el futuro n ido gen o volver a h acer exactam en te el m ism o cam in o sin n e-
de la colon ia. En los casos en que la plan ta ya estaba ocupa- cesidad de recurrir a señ ales extern as. La similitud del n om-
da por otras rein as, la h ormiga que daba los golpecitos se iba, bre de la especie (“cursor”) con su capacidad no debe ser mera
pero cuan do estaba vacía in gresaba al tron co. M uy proba- coin ciden cia.
blem en te, este m étodo represen te algún tipo de percepción
auditiva, lo que abre la posibilidad de que la orien tación au-
ditiva también ayude a las hormigas a orientarse en ciertas cir- ¿U n o p a ra t o d o s o t o d o s p a ra u n o ?
cun stan cias.
La orien tación es m uy im portan te para volver a casa, y
por eso todos los an imales seden tarios, que n ecesitan regre-
¿S e x t o s e n t id o ? sar siem pre a un sitio fijo, h an desarrollado m uch as form as
para evitar perderse. Las h ormigas n o son la excepción . H e-
En situacion es extremas, los sen tidos pueden aportar po- m os discutido cóm o la vista, el olfato, la audición , posible-
co. Imagin émon os a n osotros mismos en un a h abitación gi- mente el tacto, y la más abstracta integración de caminos pue-
gan te, con piso, paredes y tech o blan co, sin olores n i m ar- den ayudar a las h ormigas a orien tarse en el espacio. Todos
cas, dentro de la cual debemos orientarnos para llegar a cierto los sen tidos aportan in formación diferen te y, en con secuen -
punto donde recibiremos una recompensa. Cuando no hay se- cia, las hormigas generalmente pueden utilizar más de un sen-
ñ ales visuales, táctiles, olfativas, gustativas o auditivas, ten e- tido a la vez, jerarquizan do su uso de acuerdo con su forma
mos que recurrir al apren dizaje y a la memoria. La “in tegra- de vida, el ambien te en que viven y la circun stan cia en la cual
ción de camin os” (en in glés, patch in tegration ) es un a forma se en cuen tran . Los organ ism os que in tegran la in form ación
por la cual los an imales pueden orien tarse cuan do n o existe de más de un sen tido pueden estar más seguros de que están
otra in formación que el camin o ya realizado. D e algun a ma- yen do por el camin o correcto.
n era, las h ormigas pueden memorizar la dirección y la distan -
cia de cada tramo recorrido, para luego in tegrarlo en un a ún i-
ca ruta y retorn ar a su n ido. La detección de la dirección L a o r ie n t a c ió n t a m b ié n p u e d e ay u d a r
cardin al parece deberse a un a especie de “imán ” in tern o, que a e s c ap a r : la s h o r m ig a s q u e p la n e a n
les permite orien tarse en el espacio sin n in gun a in formación s in p la n if ic a r
más allá de su propio cuerpo. Esto sería algo parecido a lo que
para n osotros sign ifica “izquierda” o “derech a”; así, la detec- Com o dijim os an tes en este libro, las h orm igas viven en
ción de la distan cia aparen temen te se logra memorizan do los casi todas partes. Esto in cluye las copas de los árboles de los
“pasos” recorridos. D e esta forma, in tegran do dirección y dis- bosques tropicales, a más de 45 m de altura. Allí en tre las ra-
tan cia, la especie de h ormiga mediterrán ea Catalyph id cu rsor mas tien en sus n idos, y por allí camin an buscan do alimen to,
30 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 31

sin bajar al suelo. Es com o vivir perm an en tem en te en el pi- investigador realizó varios experimen tos tapán doles los ojos
so 120, con todo lo que n ecesitamos. Sin embargo, la altura y m odifican do el color de la corteza de los árboles. Con los
n o sólo ofrece alim en to y refugio, sin o depredadores. Por ojos tapados o con cam bio del color de la corteza, las h or-
ejemplo, también h ay algun as lagartijas que viven en las co- migas se desubicaban y aterrizaban en cualquier parte. O sea,
pas de los mismos árboles, y les en can ta comer h ormigas que la visión era, aparen temen te, la forma por la cual podían ubi-
an dan pasean do por las ram as. ¿ Q ué posibilidades de esca- carse para decidir adón de aterrizar, o m ejor dich o, “arbori-
par a un depredador ten emos cuan do estamos en un an gos- zar”. En ton ces, la capacidad de plan ear h ace que lan zarse al
to corredor con un precipicio a ambos lados? ¿ Q ué h aríamos vacío sea, para estas h orm igas, un a estrategia bastan te ven -
en este caso? Las h orm igas del gén ero Ceph alotes, que vi- tajosa para h uir de un depredador que ataca en las alturas.
ven en la copa de los árboles en la Amazonia encontraron una Y, adem ás, poder plan ear de regreso a casa tam bién parece
solución : se tiran al vacío y plan ean para volver al h ogar. N o un a buen a opción para min imizar las con secuen cias de caí-
plan ean en el sen tido de que plan ifican regresar a su n ido, das acciden tales por vien to. En con clusión , las h ormigas n o
sin o que vu elan , pero sin alas. Y para ello deben orien tarse sólo camin an (todas) o vuelan (las rein as vírgen es y los ma-
en el espacio, pero esta vez se trata del espacio aéreo. ch os), sin o que algun as también pueden plan ear al vien to pe-
Estas hormigas poseen una morfología aplanada, de cabe- ro n o a la deriva, sin o ten ien do el con trol de su vuelo. Valga
za y cuerpo ch ato, lo que aparen temen te les permite ser un a el juego de palabras, quizá la primera h ormiga de este grupo
especie de avión plan eador vivien te. Al percibir peligro de que cayó al vacío n o lo ten ía plan eado, pero plan eó…
algún tipo se tiran al vacío desde los 45 m de altura don de
viven . ¡Imagín en se lo trabajoso que sería caer suavemen te al
piso y ten er que volver a subir los 45 m para llegar a casa!
Pues ellas h an en con trado la solución : se tiran al vacío, pla-
n ean usan do su cuerpo como un timón , y regresan al tron co
de su propio árbol a los pocos m etros. Para com probar ex-
perimen talmen te esta cualidad e investigar cómo se guiaban
en el aire, un in vestigador se subió a las copas de los árbo-
les con sogas, tomó hormigas suavemente con una pinza, y las
tiró al vacío. Para su sorpresa, a los pocos m etros, con un
elegan te plan eo, las h ormigas volvían al tron co del mismo ár-
bol desde don de eran arrojadas. N o sólo plan eaban , sin o que
iden tificaban su árbol, y dirigían sus movimien tos en el aire
para aterrizar en su propio tron co. Luego, tran quilas, subían
un os pocos metros h asta llegar a su h ormiguero. Para averi-
guar cóm o lograban esto n uestras plan eadoras h orm igas, el
Capítulo 3
Lo s p a t r ia r c a s d e la a g r ic u lt u r a :
la s h o r m ig a s c o r t a d o ra s d e h o ja s

Pese a que cultivan hongos para su alimentación desde mu-


cho antes de que los humanos descubrieran las ventajas de la
agricultura, las hormigas cortadoras de hojas son paradójica-
men te más con ocidas por ser plagas de cultivos que por ser
las autoras intelectuales de la idea. ¿ Envidia? ¿ Desconocimien-
to? En este capítulo vamos a intentar equilibrar esa aparente
“mala fama” de las hormigas cortadoras. Para eso, no sólo va-
mos a comentar cómo su capacidad de cortar hojas afecta los
sistemas modificados por el hombre, sino que enfatizaremos su
fun ción en los procesos ecológicos de los ambien tes n atura-
les. Presentemos, primero, a los protagonistas.

H is t o r ia n a t u ra l d e la s h o r m ig a s
c o r t a d o ra s d e h o ja s : ¿Q u ié n e s s o n ,
d e d ó n d e v ie n e n y d ó n d e e s t á n ?

¿Cu án tas veces h e segu ido


con cu riosidad e in triga,
a la disciplin ada h orm iga
para saber su destin o?
(Y m editar sobre el m ío).
34 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 35

n ey. Pese a que esta clase de h orm iga se en cuen tra am plia-
Cuan do observamos a un a column a de h ormigas cargan - m en te distribuida en casi todo el territorio am erican o (des-
do h ojas o flores h ay varias pregun tas que un o se form ula. de la Patagon ia h asta el Sur de N orteamérica) ocupan do un a
¿ Adón de van ? ¿ D e dón de vien en ? La primera tien e un mo- gran variedad de am bien tes (selvas, pastizales, bosques, es-
tivo in teresad o : qu erem o s co n firm ar qu e están d evo ran d o tepas) hay dos países del continente americano que no poseen
n u estra p lan ta p referid a. La segu n d a, u n m o tivo crim in al: cortadoras: Can adá (posiblemen te por su clima poco “amiga-
querem os ubicar su n ido para destruirlo. La tercera pregun - ble”), y Ch ile. Aceitem os las n euron as: ¿ qué n os sugiere es-
ta —¿ quién es son ? —, quedó sin form ular porque creem os co- ta particular distribución geográfica sobre el “origen ” de las
nocer la respuesta: son los verdugos de nuestro jardín, huerta hormigas cortadoras? Por un lado, el hecho de que se encuen-
o plan tación que con esmero h emos cuidado. Sin embargo, tren sólo en América sugiere que su origen fue posterior a la
sólo conocemos una parte minúscula de la historia natural de separación de los con tin en tes (h ace 200 m illon es de añ os
este tipo de hormigas. Posiblemente, como en las películas, las Africa estaba pegada a América). Por otra parte, el h ech o de
estamos acusando de un delito que no han cometido. O en to- que los h erman os tran san din os n o disfruten de estas h ormi-
do caso, las acusamos sin saber que nosotros somos los insti- gas n os sugiere que la aparición de las “cortadoras” fue pos-
gadores de su desenfrenada actividad defoliadora en nuestras terior al levan tam ien to de la cordillera de los An des. Ch ile
huertas y jardines. ¿ Q uiénes son, realmente, estas hormigas? quedó en ton ces como un a “isla” difícil de colon izar para es-
Si quieren conocerlas sígannos en fila como las hormigas, que tos in sectos: gran des alturas por un costado y mar por el otro,
no los vamos a defraudar, como los humanos. excesivo frío por abajo y áridos desiertos sin plan tas para cor-
Las h ormigas cortadoras de h ojas se en cuen tran agrupa- tar por arriba. Esto también n os in dica que la aparición de las
das taxon óm icam en te en los gén eros (un con jun to de espe- hormigas cortadoras de hojas es relativamente reciente (apro-
cies em paren tadas) A tta y A crom yrm ex. Actualm en te se co- ximadamen te h ace 4 millon es de añ os), muy posterior al “de-
n ocen 39 especies (24 perten ecien tes al gén ero A crom yrm ex sembarco” en el plan eta de las primeras h ormigas (n o corta-
y 15 al gén ero A tta). Las h ormigas cortadoras de h ojas n o se doras), un os 100 millon es de añ os atrás.
alimen tan de las h ojas que cortan . Aun que las h ormigas que Tan to tiempo de evolución sobre sus an tepasados h ormi-
observamos cosech an do material vegetal aprovech an para to- gas h an perm itido que las cortadoras de h ojas posean un a
mar savia de las h ojas al cortarlas, la fuen te de proteín as de de las estructuras sociales más complejas del grupo. N o sólo
la colon ia (esen cial para alimen tar a las larvas) provien e de “descubrieron ” la utilidad de la agricultura para alimen tarse,
los h on gos que, con los fragm en tos de las plan tas, cultivan sin o que se h an asociado con un as bacterias que man tien en
den tro del h ormiguero. sus cultivos libres de otros hongos parásitos. Como si esto fue-
Las h ormigas cortadoras de h ojas son exclusivas de Amé- ra poco, h an desarrollado un a in creíble capacidad de división
rica (n o existen en Africa, Asia, Europa, n i O cean ía), por lo del trabajo, la cual se expresa en la existen cia de diferen tes
cual la larga fila de h ormigas cargan do h ojas en la con ocida “castas morfológicas”, o grupos de h ormigas que son de for-
película “El Rey León ” es un desliz de los productores de D is- m as m uy diferen tes en tre sí (Fig. 2). Esta diferen cia m orfo-
36 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 37

un a verdadera “autopista” en el suelo libre de vegetación . Por


allí miles de hormigas caminarán con facilidad. Una y otra vez
irán hacia la planta atacada y regresarán cargadas con un frag-
m en to de h oja varias veces m ás pesado que ellas. Estas au-
topistas (por cierto sin peaje) llamadas “sen deros de alimen -
tación”, pueden llegar a formar una intrincada y dinámica red,
y son características de este grupo de h ormigas.

S o b r e g u s t o s s í h ay a lg o e s c r it o : ¿q u é
Figura 2 y c u á n t o c o r t a n la s h o r m ig a s c o r t a d o ra s ?
Castas en hormigas cortadoras de
hojas. La hormiga más grande es
un soldado, la de tamaño interme- La cantidad de material vegetal que este tipo de hormiga
dio una obrera recolectora, y la me- puede recolectar sorprende por su magnitud. Por ejemplo, en
nor una “ jardinera” , encargada del
mantenimiento del cultivo de hon-
ambientes tropicales un solo hormiguero puede cortar 2.000 Kg.
gos del cual se alimentan. Las dife- de hojas por año (¡en peso seco!). En bosques tropicales se cal-
rencias en tamaño son proporciona-
cula que un solo nido puede cortar el área equivalente a una
les a sus tamaños reales.
cancha de fútbol por día. Reflexionando sobre la capacidad de-
lógica den tro de un a m ism a colon ia represen ta un a ven taja foliadora de estos insectos, podemos pensar lo mismo que el na-
turalista Thomas Belt cuando visitó el trópico americano en
para la vida en sociedad, pues cada tamañ o se dedica a la ta-
1874: ¿ cómo es que la vegetación no ha desaparecido de la faz
rea que su forma le permite realizar más eficien temen te. Por
de la Tierra ante la voracidad de estas hormigas? La respuesta
ejem plo, las gran des, cabezon as y con en orm es m an díbulas
es simple: la vegetación se defiende, tolera o resiste los ataques
(soldados) son m uy buen as defen soras; las de tam añ o m e-
de las hormigas. D urante largo tiempo las hormigas cortado-
dian o (obreras), excelen tes cortadoras y recolectoras 5 , y las
ras han evolucionado junto con la vegetación de los ambien-
pequeñ as (n odrizas) pueden alimen tar a las larvas mejor que tes donde habitan, actuando como agentes de selección natu-
sus h erman as de mayor tamañ o. ral sobre las diferentes defensas que posee la vegetación. Muchas
Las cortadoras también h an desarrollado un eficien te sis- plantas pueden tener defensas estructurales (látex, hojas duras,
tem a para cosech ar h ojas. Las h orm igas exploradoras bus- pelos, etc.) o sustancias químicas repelentes para las hormigas
can y ubican plan tas apetecibles para la colon ia. Luego, las y/ o tóxicas para los hongos que éstas cultivan.
h orm igas obreras siguen esas pistas quím icas con struyen do Ya sabemos por qué la vegetación n o h a desaparecido de
la tierra bajo las m an díbulas de estos h am brien tos in sectos,
5 Por ejemplo, las h ormigas que se ven en la película B ich os. pero ¿ qué tipo de plan tas prefieren cosech ar las h orm igas?
38 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 39

En am bien tes n atu rales, las h o rm igas co rtad o ras reco lec- tidas, éste es un fen óm en o raro en am bien tes n aturales. Es
tan h ojas, flores y frutos de m uch as especies vegetales con com ún que las cortadoras aban don en un árbol atacado an -
las cuales preparan su cultivo de h on gos (un n ido puede ata- tes de que éste sea com pletam en te defoliado, o que ataquen
car alrededor del 90% de las especies que encuentra ). Sin em- plan tas lejan as al n ido pese a existir otras sim ilares m ás cer-
bargo, casi un 80% de su dieta se com pon e de un as pocas ca. ¿ Cuál puede ser la ven taja de este patrón de com porta-
especies, las cuales ataca selectivam en te. D ich o de otra for- m ien to? Las colon ias de estas h orm igas pueden vivir h asta
ma: come poco de much as pero much o de pocas. ¿ Por qué? 2 0 añ o s y, an u alm en te, só lo u n 10% d e las co lo n ias m u e-
Por un lado, las h ormigas n o en cuen tran a todas las especies ven su s n id o s. Si to d o s lo s árbo les ap etecibles cercan o s al
igualmen te apetecibles (recordemos que much as plan tas po- h orm iguero fueran con sum idos h asta su m uerte, el área n e-
seen defen sas químicas). Por el otro, deben ofrecerle al h on - cesaria para en con trar suficien tes árboles para alimen tar un a
go que cultivan un a gran variedad de plan tas para que éste colon ia sería cada vez m ás am plia, ya que alrededor del h or-
crezca adecuadam en te. Com o se puede apreciar, sus m oti- m iguero sólo sobrevivirían las especies de plan tas poco ape-
vos n o son muy diferen tes a los n uestros: los seres h uman os tecibles. Por lo tan to, la probabilidad de en con trar alim en -
tam poco en con tram os a todas las com idas igualm en te ape- to sería cad a vez m en o r y el esfu erzo p ara realizar d ich a
titosas (ten emos preferen cias), pero a la vez n o podemos ali- colecta cada vez m ayor. Esta “defoliación descon trolada” se-
men tarn os a puras papas fritas porque n os en fermaríamos. ría a largo plazo un a característica con traproducen te para la
co lo n ia. Utilizan d o u n a m etáfo ra eco n ó m ica, lo s árbo les
apetecibles represen tan para las h orm igas din ero deposita-
H o r m ig a s c o r t a d o ra s y s e r e s h u m a n o s : do a plazo fijo en el ban co de la n aturaleza. Para las corta-
¿q u ié n e s la p la g a ? doras es, en ton ces, m uch o m ás adaptativo usar “los in tere-
ses” (un poco de h ojas por árbol) en vez de gastar todo el
En este sección vamos a intentar describir las dos caras de “capital” (con sum ir el árbol en tero).
la m on eda: por un lado, cóm o las actividades de las h orm i- N o es que las hormigas “deciden” utilizar a las plantas en
gas pueden ser n ocivas para los sistemas modificados por el forma parcial, sino que existen mecanismos que determinan ese
h ombre. Por otro lado, cómo estas mismas actividades son de tipo de “uso”. Por ejemplo, se sabe que las cortadoras explo-
vital importan cia en los sistemas n aturales. ran para buscar nuevas plantas para atacar, principalmente, al
final de sus senderos de alimentación. Al buscar más en un si-
tio que en otro, no todos los árboles dentro de su área de ac-
N iv e le s d e d e f o lia c ió n : c u á n d o , ción tien en la misma probabilidad de ser en con trados. O tra
cóm o, dónde razón por la cual las hormigas no cortan todas las hojas de un
árbol es porque n o todas las h ojas de un a misma plan ta son
Pese a que las h orm igas cortadoras de h ojas tien en la ca- igualmen te apetecibles. La calidad de los recursos den tro de
pacidad de elim in ar árboles en teros por defoliacion es repe- un a misma plan ta puede variar tan to en el espacio (estar en
40 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 41

diferentes ramas) como en el tiempo (aparecer sólo en alguna C a m b io s e n la d e n s id a d d e n id o s : é ra m o s


época del año). Las hormigas cortadoras poseen una alta capa- p o c o s y ap a r e c im o s n o s o t ro s
cidad de distinguir y seguir estas variaciones en calidad para de-
cidir qué hojas cortar, consumiendo sólo los “parches” más ape- En ambien tes n aturales, la den sidad de las diferen tes es-
tecibles. Como consecuencia, en ambientes naturales los niveles pecies de h ormigas cortadoras se man tien e en un n ivel acor-
de defoliación están repartidos en el tiempo y el espacio. de con la capacidad del ambiente donde habitan. Los ambien-
En este momen to de la lectura es cuan do el dueñ o de un a tes n aturales son h eterogén eos, y los h orm igueros que se
plan tación se debe estar agarran do la cabeza in ten tan do en - en cuen tran en los mejores sitios crecen y dejan más descen -
ten der cóm o es que, si lo que decim os es cierto, las h orm i- den cia que los h orm igueros ubicados en am bien tes de m e-
gas cortadoras n o le dejan un a m ísera plan ta con h ojas. La n or calidad. Pero cuan do el am bien te es m odificado por el
respuesta es simple: el ambien te n aturalmen te diverso en es- h om bre para su aprovech am ien to en form a in ten siva, este
pecies vegetales h a sido reemplazado por mon ocultivos o es- equilibrio n atural se in terrumpe. El paisaje deja de ser un mo-
pecies exóticas, y en con secuen cia las h ormigas “respon den ”
saico de am bien tes con diferen tes “n iveles de calidad” para
con un ataque m asivo al ún ico tipo de recurso que en cuen -
con vertirse en un paisaje h om ogén eo, gen eralm en te propi-
tran . Su am bien te h a sido m odificado, repercutien do direc-
cio para el establecimien to y reproducción de estos in sectos.
tamen te sobre su comportamien to.
La deforestación realizada por el hombre para instalar pas-
La agricultura modern a h a creado el problema. Por un la-
turas o plan tacion es favorece la dom in an cia de las especies
do, las plan tas exóticas utilizadas para cultivo, in cluyen do ár-
con sideradas poten cialmen te plagas. Com o m uestra vale un
boles o pastos para gan ado, son más sen sibles al ataque de las
botón (o un a especie): A crom yrm ex lan dolti, un a de las po-
h orm igas. Por otra parte, el reem plazo de los bosques n ati-
vos de m uch as especies por plan tacion es de un a sola espe- cas especies caracterizadas como plaga potencial, puede llegar
cie h a “obligado” a las h ormigas a con cen trar el ataque que a densidades de 6000 nidos/ hectárea en pasturas, cuando en
h acían en diversos tipos de plan tas en un a sola, con las ob- sistemas naturales posee entre 20-500 nidos / ha. O sea, pue-
vias con secuen cias. ¿ El resultado? Q ue las h orm igas corta- de aumentar hasta 100 veces su densidad en “respuesta” a las
doras transformen un frondoso naranjo en un palito seco y sin modificaciones que el hombre realiza sobre el ambiente.
h ojas. N adie les avisó a estos pobres in sectos que algun a vez
los diversos bosques en don de vivieron millon es de añ os iban
a convertirse, en un os pocos siglos, en un paisaje un iform e; Ef e c t o s d e lo s h o r m ig u e ro s s o b r e e l s u e lo :
un a especie de m en ú fijo sin variacion es com o es para ellas la s h o r m ig a s c a la n h o n d o
un a plan tación de cítricos.
Las colon ias de cortadoras pueden albergar un a can tidad
in creíble de h ormigas. Por ejemplo, se estima que en los n i-
dos de las especies del gén ero A tta pueden vivir en tre 1 y 7
42 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 43

millon es de in dividuos. O bviamen te, la “casa” n ecesaria pa- Pero empecemos de arriba h acia abajo. Un efecto que los
ra tan tas h ormigas tien e que ser en orme. En este sen tido, un h orm igueros poseen sobre la superficie del suelo es dism i-
h orm iguero es parecido a un tém pan o de h ielo: la parte ex- n uir la den sidad de vegetación a su alrededor. Much as veces
tern a que vemos es solo un a pequeñ a muestra de un en orme las h orm igas cortan las plan tas que se en cuen tran cerca del
e intrincado diseño de túneles y cavidades subterráneas. Si pu- n ido, o las tapan con el suelo que sacan para con struir sus ga-
diésem os in gresar por algun as de las m uch as en tradas para lerias ocasion an do un área de suelo “desn udo” de gran ta-
observar el in terior de un h orm iguero de A tta de tan sólo 3 maño. Estas áreas afectadas por los nidos pueden abarcar has-
añ os de edad (un n ido casi “adolescen te”), podríamos en con - ta 30 m 2 en las especies de A crom yrm ex y h asta 100 m 2 en los
n idos de A tta. Estas superficies son similares a las de un de-
trar hasta 1000 cámaras subterráneas. En dichas cavidades las
partam en to (am plio) de un am bien te, y a las de un a casa
h ormigas crían sus larvas, cultivan el h on go, se protegen de
(gran de) de un a familia, respectivamen te.
las in clem en cias del tiem po, y pueden ten er cám aras espe-
En sistem as m odificados por el h om bre, la sim ple pre-
ciales para depositar su basura. Toda un a organ izada ciudad
sen cia de los n idos puede producir pérdidas econ ómicas so-
debajo la superficie de la tierra (Fig. 3).
lam en te por ocupar o m odificar áreas destin adas a cultivos
o pasturas. Por ejemplo, en el estado de San Pablo, Brasil, se
estima por este motivo una pérdida anual de 80.000 hectáreas.
Adicion almen te, much as veces el gan ado se acciden ta cuan -
do un h ormiguero se rompe a su paso. ¿ Son en ton ces malos
los h ormigueros? Todo depen de del con texto. En ambien tes
n aturales los h orm igueros cum plen un papel vital en la for-
mación y modificación del suelo, mejoran do sus propiedades,
in corporan do materia orgán ica y aceleran do el ciclado de n u-
trien tes. Com o con secuen cia, cuan do la colon ia m uere m u-
ch as veces los h orm igueros fun cion an com o sitios de colo-
n ización para distin tos tipos de plan tas, in crem en tan do la
diversidad vegetal local y modifican do el paisaje.
Los cambios en la superficie del suelo ocasionados por los
hormigueros pueden resultar pequeños cuando los compara-
mos con las modificaciones subterráneas. Un nido de A tta pue-
de desplazar h asta 30 ton eladas de suelo removien do an ual-
Figura 3
Corte de un pequeño nido de hormigas cortadoras de hojas. Se observan cámaras mente 1.1 toneladas por hectárea. Evidentemente, los grandes
y galerías subterráneas donde se crían a los juveniles y se procesa el material ve- movimientos de tierra indican la existencia de un alto núme-
getal. También se ven hormigas recolectoras ingresando al nido con fragmentos de
hojas. El hongo que ellas cultivan se observa colgando desde el techo de la cáma- ro de cámaras subterrán eas, much as de ellas con abun dan te
ra mayor del nido.
44 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 45

material orgánico en descomposición (¡su basura!). Algunos in- Re p e rc u s io n e s a n iv e l d e e c o s is t e m a ,


vestigadores han excavado hormigueros completos con resul- o d e lo p e q u e ñ o a lo g ra n d e
tados sorprendentes. En Brasil, un nido de A tta sexdens con-
tenía 296 cavidades con basura orgánica a profundidades entre ¿ Cómo repercute en los sistemas n aturales el en riqueci-
1 y 6 metros. Algun as de estas cavidades tuvieron h asta 5 m miento del suelo ocasionado por las hormigas cortadoras? En
de altura por 1,5 m de diámetro, con más de 500 kilos de ma- ambientes modificados por el hombre la superficie de los nidos
teria orgán ica, desech os vegetales y h asta “in quilin os” vivos puede ser colonizada por malezas o especies exóticas, funcio-
(otras especies de insectos). nando como focos de dispersión de plantas no deseadas. Sin
¿ Es importante dónde las hormigas depositan su basura? embargo, en ambientes naturales los grandes nidos funcionan
Las cortadoras de hojas funcionan “concentrando” materia or- generando heterogeneidad en el suelo y posibilitando que plan-
gánica, ya que traen pedacitos de plantas de hasta 100 m de dis- tas diferen tes al en torn o se puedan in stalar y reproducir, in -
tancia para depositarlos en lugares específicos de su nido. Es- crementando la biodiversidad. Por ejemplo, en las pasturas del
tos sitios pueden ubicarse en cavidades subterrán eas o sobre
Chaco y en las sabanas sudamericanas, las plantas leñosas se
la superficie, depen dien do de la especie de h ormiga. Los de-
desarrollan mayoritariamente sobre nidos de A tta, estimulan-
sechos de materia orgánica provienen principalmente de los ve-
do la formación de verdaderas “islas” de arbustos y árboles en
getales usados para el cultivo del hongo, aunque también de los
un “mar” de pastos. De esta forma, algo pequeño como un hor-
cadáveres de hormigas y las excreciones de la colonia. Como
miguero que abarca sólo unos metros cuadrados puede modi-
con secuen cia de la acumulación de materia orgán ica, en es-
ficar paisajes de cientos de kilómetros.
tos sitios ocurre un intenso proceso de descomposición, trans-
Este en riquecimien to del suelo ocasion ado por las h ormi-
formando esos “basureros” en verdaderos depósitos de humus
a los cuales pueden acceder las raíces de las plantas cercanas. gas cortadoras es especialm en te im portan te en los am bien -
O sea, la acumulación de esta materia orgánica o “basura” pro- tes con suelos pobres. Pese a que por un lado sacan h ojas, por
picia un verdadero ciclo de la materia. D e hecho, en los bos- el otro favorecen el ciclado de n utrien tes, el cual, in directa-
ques tropicales se demostró que el ciclo de nutrientes en suelos mente, favorece al crecimiento de la vegetación. D icho de otra
cerca de hormigueros es hasta 38 veces más rápido que en si- forma, las h ormigas cortadoras ayudan a man ten er un equi-
tios cercanos sin nidos de hormigas. librio en ergético en los sistemas n aturales don de h abitan .
Varios estudios h an demostrado que los suelos cercan os a
los h ormigueros son más ricos en n utrien tes que suelos leja-
n os a los n idos, tan to en las selvas y saban as tropicales co- ¿Y p o r c a s a c ó m o a n d a m o s ?
m o en las estepas del N -O de la Patagon ia. Este suelo m ás En t r e e l ra c is m o e n t o m o ló g ic o
rico puede ser aprovech ado por las plan tas que se en cuen tran y e l d e s c o n o c im ie n t o t a x o n ó m ic o
alrededor de los n idos, ya sea mien tras la colon ia esté activa
o cuan do el n ido es aban don ado y/ o muere. El 27 de julio de 1909, la ley nacional 4863 estableció co-
46 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 47

mo plagas a las hormigas cortadoras clasificándolas por su co- bezas de gan ado” equivalen dich as pérdidas en los sistem as
lor (“coloradas y n egras”) sin clarificar cuáles especies eran . pastoriles? Estas y otras pregun tas merecen más in formación
Los tiempos han cambiado, y ahora sabemos que en nuestro an tes de tomar con clusion es apresuradas.
país hay más hormigas cortadoras que las “negras” y las “co-
loradas”, y que el color n os dice m uy poco sobre su capaci-
dad de convertirse en plagas. Existen en nuestro suelo al me- C o n c lu s io n e s : v iv ir y d e ja r v iv ir
n os 20 especies de h orm igas cortadoras de h ojas, aun que 6
de ellas aún poseen status taxonómico incierto. D e las 14 es- H emos descripto el papel de las h ormigas cortadoras en
pecies restan tes, sólo 4 son con sideradas plagas importan tes h ábitats n aturales con la in ten ción de com pararlos con sus
(A tta vollen w eideri, A tta sexden s, A crom yrm ex lan dolti y m ás con ocidos efectos sobre los am bien tes m odificados por
A crom yrm ex lu ndi) y se encuentran distribuidas principalmen- el hombre. En los sistemas naturales, estos insectos poseen un
te en el centro y norte del país. importan te papel en la regulación de las poblacion es de plan -
Sin embargo, existe poca información disponible sobre sus tas, el en riquecim ien to del suelo, y el ciclado de n utrien tes.
efectos en los sistemas modificados por el h ombre, y men os Los cambios en el suelo producto de la con strucción y man -
aún sobre el papel que podrían cum plir en n uestros ecosis- ten imien to de los n idos pueden in cremen tar la diversidad ve-
temas n aturales. In clusive, un a misma especie puede cumplir getal e in fluir sobre la din ámica del paisaje.
fun cion es diferen tes en distin tos ambien tes. Por ejemplo, en Cuan do el ser h uman o modifica los ecosistemas, algun as
Mision es A crom yrm ex lobicorn is es con siderada un a plaga en especies de h ormigas cortadoras pueden dejar de ser un im-
plan tacion es de pin os; en La Pam pa su com peten cia con el portan te factor de regulación y convertirse en plagas. En tér-
gan ado por pastos es muy baja; y en el N -O de la Patagon ia min os gen erales, cuan do el h ombre tala o quema bosques pa-
su distribución está restrin gida a los bordes de rutas o m ár- ra con vertirlos en pasturas, plan tacion es o cultivos, está
gen es de ríos. O tro ejemplo es A tta vollen w eideri: puede ser sim plifican do drásticam en te la diversidad de la com un idad
plaga en ambien tes modificados por el h ombre y sus gran des n atural. Este empobrecimien to del ambien te repercute de va-
nidos pueden ocasionar accidentes a animales domésticos, pe- rias formas sobre las h ormigas cortadoras: (1) elimin a sus po-
ro en el Ch aco sus h orm igueros en riquecen el suelo y favo- sibles en emigos n aturales, (2) torn a h omogén eo el microcli-
recen la in stalación de especies leñ osas, in cremen tan do la di- ma modifican do el equilibrio en tre especies de h ormigas (3)
versidad vegetal. O sea, n o h ay especies buen as o malas. introduce vegetación exótica, con poca historia en común con
Sin embargo, es parte del mito destacar los efectos “per- las cortadoras, y por lo tan to peor defen dida que la vegeta-
judiciales” de las h orm igas cortadoras sobre los am bien tes ción n atural, y (4) dismin uye drásticamen te la diversidad de
modificados por el h ombre, aun que falten datos que defin an alim en to para las h orm igas, m odifican do la escala a la cual
exactam en te la m agn itud del perjuicio del cual estam os h a- estos in sectos perciben el am bien te. Com o con secuen cia, lo
blando. ¿ Cuáles son exactamente las pérdidas por defoliación que antes era percibido como una mezcla heterogénea de mo-
que pueden ocasion ar sobre un a plan tación ? ¿ A cuán tas “ca- saicos de vegetación y cosech ado de man era “con servativa”,
48 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER

se tran sforma en un solo parch e, h omogén eo y apetecible pa- Capítulo 4


ra desbastar. M u t u a lis m o s e n h o r m ig a s :
Pese a esto, n o todas las especies de cortadoras son con -
sideradas plagas n i respon den igual a las modificacion es rea- y o t e ay u d o a v o s y v o s
lizadas por el h om bre. M uch as especies poseen un alto va- m e ay u d a s a m í
lor para la con servación , actuan do com o in dicadores de
buen a calidad ambien tal.

Por refu gio, com ida y abrigo


cu ida la h orm iga a la plan ta,
y así n o vaga a su s an ch as
pasan do calor, h am bre o frío.

En el capítulo an terior tratam os de m ostrar que la acti-


vidad de las h orm igas cortadoras de h ojas, presun tam en te
“malas” para los sistemas modificados por el ser h uman o, son
im portan tes para el fun cion am ien to de los ecosistem as n a-
turales. En este capítulo seguirem os tratan do de reivin dicar
a estos in sectos, con la aspiración de que los lectores –a pa-
so de h orm iga– puedan plan tearse m irarlas con otros ojos.
Aquí les presen tamos a las h ormigas que, en vez de comerse
a las plan tas, las ayudan .

L a s m il y u n a m a n e ra d e d e f e n d e rs e
e n la v id a v e g e t a l

N o sólo las con ocidas espin as, las estructuras leñ osas, la
alta den sidad de pelos o la dureza de las h ojas son caracte-
rísticas que pueden fun cion ar como defen sas con tra los h er-
50 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 51

bívoros. La mayoría de las plan tas producen sustan cias quí- m an en tes o tem porales, con sisten en expan sion es de pecío-
m icas de defen sa, que actúan dism in uyen do la superviven - los, espin as, u h ojas en forma de pequeñ as bolsas o cámaras
cia o in terrumpien do la acción en zimática digestiva del h er- (Fig. 4). También los tallos h uecos ofrecen sitios poten ciales
bívoro. Pero esto n o es todo. para vivir. Estas h ormigas in gresan a estas estructuras h acien -
En 1874, el n aturalista Th omas Belt propuso que algun as do pequeñ os orificios, y gen eralm en te n o aban don an a la
h ormigas, en vez de comerse a las plan tas, las podían prote- plan ta n i siquiera para buscar alimen to. Pero, si n o aban do-
ger de los h erbívoros. Sin em bargo, la com un idad cien tífica n an la plan ta y n o se la comen , ¿ de qué se alimen tan ?
n o estaba preparada para aceptar semejan te con cepto en ese
momen to. Recién en 1966 se realizó un experimen to que de-
termin ó la aceptación formal de esta idea. D an iel Jan zen , un
ecólogo tropical, excluyó experimen talmen te a las presun tas
h ormigas protectoras (Pseu dom yrm ex) de las plan tas don de
vivían (A cacia). Tiem po después, éstas plan tas presen taron
mayor h erbivoría y mortalidad que plan tas con h ormigas. Por
lo tan to, la presen cia de estos in sectos de algun a form a be-
n eficiaba a las plan tas en don de vivían . ¿ Por qué las h ormi-
gas h arían semejan tes favores a las plan tas?

¿U n e jé rc it o d e h o r m ig a s p a ra d e f e n d e r a
u n a p la n t a ?

Para compren der porqué las h ormigas h arían semejan tes


“favores” a las plan tas en vez de comérselas, primero h ay que
defin ir mutualismo. El mutualismo es un tipo de in teracción
en tre especies distin tas en la que ambas o todas las especies
que interactúan se benefician. Yo te ayudo a vos, y vos me ayu-
das a mí. En el caso del mutualismo en tre plan tas y h ormigas,
ellas se ofrecen “servicios” mutuos de distin ta ín dole, los cua-
les gen eralmen te pueden agruparse en servicios de vivien da,
alimen to o defen sa.
En las zon as tropicales, y a veces en las zon as templadas, Figura 4
Tallos y hojas de una planta (M elastomataceae) que hospeda hormigas. La base de
es fácil en con trar plan tas que albergan h ormigas en su in te- las hojas se encuentra ensanchada y es utilizada por diferentes grupos de hormi-
rior. Las “casas” ofrecidas por las plantas, que pueden ser per- gas como vivienda. Se pueden observar los orificios de entrada, realizados por las
hormigas.
52 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 53

Muchas de las plantas que brindan vivienda también ofre- ¿Y p o r c a s a , c ó m o a n d a m o s ?: h o r m ig a s


cen alimento para las hormigas. Este alimento, rico en azúca- “ s o lid a r ia s ” e n A r g e n t in a
res y aminoácidos, puede ofrecerse como néctar extrafloral (en
glándulas fuera de las flores, por ejemplo en hojas o pecíolos) El gén ero Cecropia (con ocida en las farmacias del barrio
o como gránulos alimenticios en las hojas, tallos y pecíolos. Es- como am bay por sus propiedades curativas de enfermedades
te último tipo de alimen to es ún icamen te con sumido por las respiratorias) es un claro ejemplo de planta que ofrece a las hor-
hormigas que viven en estas plantas. A través de la “oferta” de migas casa y comida a cambio de protección (Fig. 5). Estas
casa y comida, la planta se asegura la presencia y el patrullaje plantas se asocian con las hormigas del género A zteca y su in-
con stan te de las h ormigas sobre su superficie, lo cual es un o teracción ha sido estudiada en muchos países de América. Si
de los requisitos fun damen tales para la defen sa de la misma algún lector planea ir al parque N acional Iguazú en Misiones,
ya que así las hormigas pueden percibir a cualquier enemigo de el guardaparque le mostrará un árbol (Cecropia pach ystach -
la planta y defenderla en cualquier momento. ya) de 15 m de altura con ramas en forma de candelabro, de
En las últimas dos décadas se ha investigado frecuentemen- cuyo tronco —cuando lo golpeamos—aparecen cientos de hor-
te el papel protector de las hormigas hacia las plantas. Estas hor- migas (A zteca alfari) listas para abalanzarse sobre uno.
migas defienden a su planta removiendo los huevos de los in-
sectos herbívoros o eliminando a los enemigos de la planta. Este
comportamiento defensivo puede expresarse en forma pasiva,
como en el primer caso, o agresivamente, picando con sus agui- Figura 5
jones o lanzando venenos, como en el segundo ejemplo. De la Tallo y hoja de la planta
Cecropia sp. En la base
misma manera en que nosotros recordamos el tipo de hormi-
de los pecíolos de las hojas,
ga que nos picó y donde colocamos nuestro pie por descuido, en contacto con el tallo, se
los mamíferos herbívoros de las sabanas (por ejemplo, jirafas) observan estructuras llamadas
“ trichilias” que contienen
o de las selvas (por ejemplo, monos), se cuidan muy bien de no gránulos alimenticios
regresar al mismo tipo de planta en donde los han picado. (corpúsculos de M uller) que
las hormigas consumen. El
Pero aquí no termina la historia (ni el libro). La acción de- agujero en el tallo (extremo
fensiva de las hormigas no sólo se dirige hacia los animales her- inferior izquierdo) fue realizado
por la reina al fundar la colonia,
bívoros. Estas hormigas también defienden a “su” planta de la la cual vive en su interior dado
invasión de otras plantas (por ejemplo, lianas). Las enredade- que el tallo es hueco. En
detalle, se observa en la cara
ras producen sombra sobre la planta por donde trepan, dismi-
inferior de la hoja,
nuyendo así su capacidad de fabricar alimento (fotosíntésis) y otros gránulos
por ende el crecimiento de la planta trepada. Las hormigas re- alimenticios (gránulos
perlados) consumidos por
mueven a las plantas competidoras cortándolas con sus man- las hormigas.
díbulas, o secretando sustancias herbicidas específicas.
54 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 55

El n ivel de protección que estas h ormigas brin dan a su Sin embargo, la mayor parte de los estudios modern os so-
planta varía de acuerdo a la especie de hormiga y a la especie bre los mutualismos planta-hormiga muestran que son asocia-
de Cecropia. Cuanto más amplia es la distribución geográfica ciones no obligatorias (facultativas), entre pocas o muchas es-
(lugares donde se las encuentra) de ambas, menos eficiente es pecies (oligofílicas o polifílicas) y que pueden establecerse en
la hormiga para “defender”, y la planta debe invertir mas ener- form a oportun ista. Esto im plica que la plan ta puede ser de-
gía en fabricar defensas alternativas. Las especies de Cecropia fen dida por m ás de un a especie de h orm iga al m ism o tiem -
y de hormiga mutualista que poseen la mayor distribución geo- po, o que la protección ofrecida por las hormigas varía depen-
gráfica del continente se encuentran juntas en el N -E de Argen- dien do del grado de desarrollo de la plan ta o de los lugares
tina. En esta selva subtropical, las plantas producen hojas más o ambien tes don de se en cuen tre.
duras y con más defensas químicas que otras especies de Cecro- Se demostró que la hormiga ayuda más si el ambiente tam-
pia con distribución mas pequeña. Una posible explicación de bién lo h ace. Si la plan ta vive en un ambien te rico en recur-
este patrón es que las hormigas que las habitan no son tan bue- sos (mucho sol o suelo fértil) podrá producir mucho néctar y
nas protectoras. La hormiga, haciendo honor a nuestra idiosin- de buena calidad, o secretar abundante cantidad de gránulos
crasia, estaría aprovechando los beneficios que la planta le ofre- alimenticios. En consecuencia, la colonia de hormigas podrá
ce, evadiendo el “pago” por estos servicios. crecer más. A su vez, las colon ias de h ormigas más gran des
O tro ejem plo de relación m utualista h a sido estudiado ofrecen una mayor protección a las plantas. Cuando hay más
en el Ch aco seco. Allí, la h ormiga Cam pon otu s blan du s pro- hormigas patrullando es más probable localizar y expulsar más
tege al arbusto Capparis retu sa. Los arbustos con muchas hor- rápidamente a los enemigos, disminuyendo la herbivoría y au-
migas mutualistas son men os atacados por las h ormigas cor- mentando la supervivencia y reproducción de su planta. Pero
tadoras. Adicionalmente, estos arbustos poseen menos niveles si la planta vive en un ambiente “pobre” en recursos, las hor-
de defen sas químicas que otras especies leñ osas men os visita- migas pueden dejar de asociarse con un huésped que no ofre-
das por las h orm igas “protectoras”, sugirien do que para la ce suficiente recompensa alimenticia.
plan ta existe un a solución de com prom iso en tre in vertir en Much os mutualismos son con dicion ales, y se tran sforman
defen sas químicas o bióticas (h ormigas). en un a relación ben eficiosa para un a de las partes y n eutra
para la otra (comensalismo), o en una relación beneficiosa pa-
ra una de las partes pero perjudicial para la otra (parasitismo).
N a d a e s p a ra s ie m p r e y t o d o e s r e la t iv o N o es lo mismo una especie de hormiga que otra, un lugar que
otro, un m om en to que otro o este libro sobre h orm igas que
Las plan tas del gén ero A cacia y las h ormigas del gén ero otro. Por ejemplo, un a razón que explica la “con dicion alidad”
Pseu dom yrm ex son un ejemplo de un mutualismo obligatorio de esta relación es la in terferen cia producida por un os in sec-
(simbiosis), y monofílico (1 especie de planta con 1 especie de tos al alterar el ben eficio que las h orm igas le ofrecen a las
h orm iga), el cual posiblem en te h aya surgido por un a evolu- plan tas. Estos in sectos se llaman h omópteros, y son un gru-
ción con jun ta de ambas especies (co-evolución ). po de bich os pequeñ os y gen eralmen te seden tarios (pulgon es,
56 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 57

coch in illas o escamas) que se alimen tan de savia vegetal in - hacia la planta comienza a desdibujarse. Dicho de otra forma,
sertan do sus piezas bucales en los tubos por don de se con - las hormigas crían y protegen a insectos que se alimentan de las
duce el alimen to de la plan ta. Su sistema digestivo, bastan te plan tas que, teóricamen te, deberían elimin ar para proteger a
in eficien te, elim in a por el an o gotas ricas en azúcares, pro- la planta. Los homópteros son las bebidas vivas que en la pe-
teín as, min erales y vitamin as las cuales son buscadas, locali- licula A ntz consume la hormiga Z en la barra del bar del hor-
zadas e in geridas ávidamen te por las h ormigas (Fig. 6). miguero, mientras la hormiga lunática y borracha le cuenta so-
bre la existencia de otro mundo: Insectopia.
Pero los h omópteros n o se dejan ordeñ ar a cambio de n a-
da (o porque les guste). Las h ormigas cuidan a estos h omóp-
teros de las in clemen cias del tiempo y de los predadores. Por
ejemplo, los h omópteros son más propen sos a in fectarse por
h on gos si sus gotas n utritivas se acumulan en su cuerpo. Las
h orm igas, al estar ordeñ án dolos con stan tem en te, evitan n o
sólo este tipo de in feccion es sin o que también dismin uyen el
riesgo de que sean atacados por otros in sectos (parasitoides).
Tratán dolos como man adas de dimin utas vacas, en ocasion es
los “arrean ” h acia refugios en el in terior de las plan tas o n i-
dos don de viven las propias h ormigas. A veces, la mutua de-
pen den cia es tal que las rein as, al fun dar sus n uevas colo-
nias, llevan consigo algunos “homópteros-vacas”. O los arrean
duran te sus peregrin ajes, como las h ormigas n ómades H ypo-
Figura 6 clin ea cu spidatu s. En casos de depen den cia extrema, los h o-
Hormiga “ ordeñando” a un homóptero. Se observa que la hormiga toma una gota m ópteros n o elim in an las gotas de m iel h asta ser estim ula-
de líquido azucarado producido por dicho insecto y que le sirve de alimento. Del
otro lado del tallo, se observa una hormiga trasladando a un integrante del “ rebaño” .
dos por las an ten as de las h orm igas. El h om óptero, con su
“gota n utritiva”, h a in terferido en la relación m utualista ori-
ginal de la hormiga con la planta al recibir los cuidados y aten-
Pese a que much as plan tas presen tan adaptacion es para cion es que le correspon dería al vegetal. Por lo tan to, se h a
atraer hormigas protectoras, si las hormigas no obtienen sufi- con formado un a n ueva relación mutualista, pero esta vez en -
ciente comida entonces empiezan a criar homópteros. Esto sig- tre las h ormiga y los h omópteros.
n ifica que las h ormigas cuidan a los h omópteros para “cose- Pero la vida del h omóptero n o es tan fácil como parece.
char” las gotas ricas en sustancias nutritivas que éstos liberan. Cuan do las h ormigas n ecesitan proteín as (cercan o a la épo-
Los homópteros, al alimentarse de las plantas se comportan co- ca de los vuelos n upciales), cambian de la producción lech e-
mo herbívoros, y entonces el papel protector de las hormigas ra (ordeñ e) a la producción de carn e, devoran do algun os pul-
58 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 59

gones. D ependiendo de cuántos homópteros consuman en re-


lación a cuán tos cuiden , las h orm igas pueden represen tar o
n o un ben eficio para la plan ta.

L o s ja r d in e s c o lg a n t e s n o s o n e x c lu s iv o s
d e B ab ilo n ia

Los jardines colgantes son muy conocidos en las selvas del


N eotrópico. Cuan do un o sube a las copas de los árboles de
la selva (o desde abajo usan do bin oculares), se puede obser-
var un as estructuras esféricas o elipsoidales de aproximada- Figura 7
m en te 0.5 m de diám etro, con struidas con tierra, h ojarasca Nido de hormigas tipo
“ de cartón” construido
y materia orgán ica, en don de aparecen colgan do simpáticas utilizando hojarasca y
plan titas. tierra, el cual es
cementado con la saliva
Estas estructuras son h ormigueros colgan tes, y están h a-
de las hormigas.
bitados por un as h orm iguitas de color n egro brillan te y ab-
dom en en form a de corazón (de un gén ero llam ado Crem a-
togaster). Estos n idos, llamados “n idos de cartón ” (Fig. 7), se Esta relación mutualista en tre las plan tas colgan tes y las
convierten en jardin es cuan do las h ormigas llevan frutos y se- hormigas es tan estrecha que en algunos casos las plantitas no
millas de plan tas epífitas (plan tas que viven apoyadas sobre puede crecer afuera del nido de cartón. Por otra parte, las hor-
otras) al h orm iguero (Fig. 8). ¿ Será que las h orm igas deco- m igas utilizan n o sólo los frutos producidos por las plan tas
ran con pequeñ as plan tas su vivien da, demostran do un sen - para su alimen tación . Ellas también con sumen el n éctar ex-
tido de la estética? Q uién sabe. Lo que sí sabemos es que es- trafloral de las plan tas germin adas y además lo utilizan para
tas plan tas provien en de sem illas o frutos que tien en la la con strucción del n ido. Com o si esto fuera poco, usan las
particularidad de estar recubiertos por un a estructura rica en raíces como soporte estructural de sus “n idos de cartón ”.
grasas (elaiosoma), que las h ormigas comen con much o gus-
to. Tal es la delicadeza con la cual las h ormigas man ipulan los
frutos para comer esa estructura que el resto de la semilla que- O t ra s r e la c io n e s c o n p la n t a s e p íf it a s
da in tacta. La h ormiga en tierra estas semillas en las paredes
de su n ido colgan te, de don de en poco tiempo germin an las En selvas de todo el m un do existen plan tas epífitas. Al-
plan tas epífitas. Allí crecen felices, ya que aprovech an el sus- gun as veces crecen en los h orm igueros colgan tes (com o re-
trato del n ido para establecerse y obten er n utrien tes. cién describimos), pero otras sólo se apoyan sobre árboles y
60 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 61

atmósfera saturada de dióxido de carbon o, sustan cia fun da-


m en tal para que la plan ta fabrique su propio alim en to m e-
dian te la fotosín tesis. Se cree que este mutualismo, en el cual
la plan ta provee la vivien da y las h ormigas proveen alimen -
to h acia la plan ta, ocurre con mayor frecuen cia en selvas con
suelos pobres, donde los nutrientes como el nitrógeno son una
mon eda escasa.

C o n c lu s io n e s : n u e v a m e n t e v iv ir
y d e ja r v iv ir

Si algún lector llegó a esta h oja despierto, ya debiera es-


Figura 8 tar sorprendido por los beneficios que pueden ofrecer las hor-
Nido de hormigas tipo “ jardín
migas a otros organ ismos, in cluyen do al h ombre. Y, también ,
colgante” . El nido construido
con tierra y restos vegetales de los beneficios que ellas pueden obtener de estas interaccio-
se ubica entre ramas de n es. Estos servicios n o son n i más n i men os que el producto
árboles. Del mismo emergen
pequeñas plantas producto de la selección n atural a lo largo de much isimas gen eracion es
del acarreo de semillas por de plan tas, h omópteros y h ormigas relacion án dose en tre sí.
parte de las hormigas que allí
habitan. Sin embargo, la mayoría de estas interacciones se encuen-
tran en ambien tes tropicales y subtropicales don de la destruc-
ción de estos hábitats ocurre a tasas alarmantes y donde se es-
tom an los n utrien tes de la lluvia (com o h acen los claveles tima que se extin guen 70 especies por día. ¿ Cuán tas de estas
del aire). En algun os casos, algun as epífitas presen tan otras in teraccion es quedarán sin descubrir en la medida de que el
adaptaciones para albergar hormigas. Tal es el caso de D ischi- h ombre siga destruyen do el producto de millon es de añ os de
dia m ajor, un a plan ta de Malasia que tien e h ojas form an do evolución biológica que existe sobre n uestro plan eta?
bolsas, las cuales son usadas com o vivien da por las h orm i-
gas del gén ero Ph ilidris. El n itrógen o de los desech os orgá-
n icos depositados por las h ormigas den tro de estas bolsas es
utilizado por las raíces de la misma plan ta, las cuales crecen
h acia el in terior de dich as estructuras. Pero esto n o es todo.
El “alien to” de las h orm igas tam bién es aprovech ado por la
planta. Las hormigas, al estar dentro de las bolsas, forman una
Capítulo 5
P la g a s y H o r m ig a s :
C a ra y se ca

C a ra : L a s h o r m ig a s c o m o c o n t ro l b io ló g ic o

A prin cipios de 1900, los en tomólogos europeos recon o-


cieron el papel ben eficioso de ciertas h orm igas en la super-
viven cia de los bosques cuan do éstos eran atacados repen ti-
n am en te por larvas de m ariposas com edoras de h ojas. D e
h ech o, el alem án Karl G oswald quería disem in ar h orm igas
por los bosques para usarlas com o con trol biológico en vez
de utilizar in secticidas. Para la misma época los ch in os ya se
h abían dado cuen ta de algo curioso. Mien tras en ciertas áreas
n o se podía cultivar cereales debido a la presen cia de un de-
vastador gusan o, en áreas cercan as, los cultivos de n aran jos
prosperaban muy bien . La clave era que los n aran jos atraían
a ciertas h ormigas, las cuales se comían a los gusan os y per-
mitían que prosperaran sus frutales.
El con trol biológico, o sea la utilización de un en em igo
n atural para combatir a un a plaga, es eviden temen te un a idea
antigua y uno de los métodos actuales más prometedores fren-
te a los efectos secun darios n egativos de los in secticidas. Si
bien el control biológico de insectos está siendo estudiado des-
de hace varias décadas, existen muy pocos estudios realizados
con hormigas como controladores de plagas. Esto es realmen-
te sorpren den te, con sideran do que un a colon ia de h ormigas
64 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 65

como Form ica polycten a, puede con sumir h asta 100.000 lar- acerquen al cultivo aun cuan do sus n idos estén fuera del mis-
vas de mariposa por día. mo.
Las hormigas depredadoras, que hay muchas, pueden real- Además, las h ormigas que an idan en el suelo –que son la
mente tener un papel beneficioso en los agro-ecosistemas. Por mayoría de las h ormigas depredadoras– pueden otorgar otros
ejemplo, en América Cen tral la presen cia de h ormigas in cre- ben eficios adicion ales, algun os ya discutidos en el capítulo de
men ta la superviven cia de plan tacion es de ban an a atacadas las cortadoras de h ojas. Estas h ormigas también realizan ex-
por insectos come-tallos. La actividad depredadora de las hor- cavaciones –túneles y cámaras– para construir y mantener sus
migas es también respon sable de un a dismin ución de la h er- n idos, m ejoran do la aireación del suelo, la in filtración del
bivoría sufrida por plan tas de m em brillo en Brasil. Las h or- agua, y la con cen tración de n utrien tes. Estas características
migas del gén ero Solen opsis, Ph eidole y Ectatom m a (las dos (algo así com o la “yapa” o “com o si esto fuera poco…”) fa-
primeras muy comun es en la Argen tin a) h an demostrado ser vorecerían el crecimien to de los cultivos.
muy eficien tes con troladoras de las plagas del maíz tan to en Sin embargo, se deben realizar los estudios pertinentes pa-
México com o en N icaragua. En Trin idad, las h orm igas pro- ra cada sistema en particular y elegir muy bien la especie que
tectoras en fren tan a sus voraces parien tes del capítulo an te- se desee introducir o favorecer. Si no, se corre el riesgo de una
rior, las h orm igas cortadoras, logran do proteger a las plan - in versión desafortun ada, com o sucedió en Colom bia con la
tacion es de cítricos. introducción de la hormiga Prenolepis fu lva. Esta hormiga no
Varios de los atributos de las h ormigas depredadoras in - sólo n o con troló la acción de las h ormigas-plaga cortadoras
dican que podrían ser utilizadas en ben eficio de los agrosis- de h ojas, sin o que comen zó a relacion arse de forma mutua-
temas o plan tacion es mixtas: (1) respon den a las variacion es lista con h omópteros, h acien do que éstos últimos se convir-
espaciales y temporales de la fuen te alimen ticia. Esto sign ifi- tieran en un a n ueva plaga de los cafetales.
ca que las h ormigas pueden actuar de acuerdo a los aumen - Ya en 1880 los alem an es apreciaban el papel ben eficio-
tos de las plagas, com ien do m ás cuan do h ay m ás para co- so de las h ormigas depredadoras para la salud de los bosques.
mer; (2) se pueden man ten er activas aún cuan do ellas tien en Es por eso que en su m om en to em itieron un a ley que casti-
poco para comer, lo cual puede ocurrir en determin adas épo- gaba con un a m ulta de 100 m arcos o un m es de prisión a
cas desfavorables del añ o o cuan do se cosech a un cultivo; aquellos que destruían los n idos de las h orm igas o robaban
(3) pueden acumular alimen to sin saturarse si h ay demasia- sus larvas para dar de comer a las gallin as. Un siglo más tar-
dos in sectos “plaga” para com er; (4) pueden ser m an ipula- de, en m uch os países se da la situación in versa: se estim ula
das para en trar en con tacto con las plagas y así lograr con tro- la erradicación de h orm igas que pueden resultar ben eficio-
larlas. Esto último puede lograrse de diversas formas: a través sas para los agro-ecosistemas.
de la in troducción de sus n idos en el lugar don de está la pla- Tal vez, en el futuro los jardin eros y productores asuman
ga, por modificación del ambien te para favorecer su estable- la estrategia de cultivar, jun to a sus preciadas flores y cultivos,
cim ien to, o por m edio de la plan tación de árboles con n ec- otras plantas que tengan relaciones mutualistas con hormigas.
tarios o la colocación de cebos azucarados para que ellas se Ellas se en cargarían de correr a su paren tela de triste fam a,
66 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 67

in ician do un a n ueva era de paz en tre el h om bre y su dim i- “mosquitas” parasitoides (Fig. 9). Su tamaño mínimo (<1 mm)
n uto en emigo actual. h abla poco de su en orme efecto. Estas mosquitas (Ph oridae),
colocan un h uevo den tro del cuerpo de un a h ormiga adulta.
D e este h uevo em ergerá un a larva que se com erá a la h or-
S e c a : la s h o r m ig a s c o n t ro la d a s miga por den tro (algo así como un “alien ”), para luego tran s-
b io ló g ic a m e n t e formarse en el adulto de la mosquita. Estos parasitoides son
muy específicos y en general atacan a una sola especie de hor-
A su vez, n o vam os a n egar que las h orm igas, en deter- m iga, por lo cual su in troducción en un sistem a n o es m uy
min adas circun stan cias, pueden convertirse en plaga. N o so- riesgosa. Además de in fligir mortalidad directa sobre las h or-
mos tan fan áticos.
migas, su mera presen cia les produce tal susto, que las h ormi-
Tradicion almen te, las h ormigas h an sido con troladas por
gas perman ecen h oras sin moverse, afuera o aden tro del h or-
productos químicos, los cuales son poco eficien tes. Primero,
miguero, corrien do el riesgo de morir por in an ición .
son poco específicos m atan do tam bién a otros organ ism os
O tro efecto in directo de estos parasitoides se puede ob-
además de h ormigas. Segun do, son poco efectivos pues en ge-
n eral elim in a a las obreras y n o a la rein a, la cual sigue fa- servar cuando las hormigas compiten con otras por el alimen-
brican do n uevas obreras. Tercero, con tamin an a otros orga- to. Un a especie de h orm iga puede ser excelen te com petido-
n ism os de la caden a alim en ticia ya que n o se degradan y se ra pero puede perder su alimen to si es atacada o asustada por
acum ulan . Millon es de dólares se h an gastado para con tro- su parasitoide específico. Esto puede dismin uir la can tidad de
lar químicamen te a las h ormigas, sin lograr solucion ar el pro- comida que lleve a su colonia, y por ende afectar el crecimien-
blema. to y man ten imien to de la misma. Este doble efecto, de muer-
D esde h ace sólo un par de décadas se h a recon ocido la
utilidad de los en emigos n aturales de las h ormigas, y se h a co-
menzado a pensar en utilizarlos para su control. Entre los ene-
migos n aturales de las h ormigas, los más promisorios por su
efectividad, especificidad y posibilidad de man ipulación , son
los parasitoides. Los parasitoides son in sectos que viven par-
te de su vida a expensas de un huésped, al cual matan después Figura 9
Esquema de una
de h aberse desarrollado. Los m ás con ocidos son las llam a- hormiga de fuego
das “avispitas”, las cuales h an sido utilizadas con éxito en la con una mosquita
parasitoide
regulación de diversas plagas de agro-ecosistemas (larvas de (Phoridae) a punto
mariposas, escarabajos y h omópteros). de colocarle un
En la década del 90 aparecieron los prim eros estudios huevo en la
cabeza.
orien tados al con trol biológico de h ormigas utilizan do un as
68 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER

te directa e in directa, h ace que estas mosquitas posean un po- Capítulo 6


ten cial muy gran de como con troles biológicos. H o r m ig a s in v a s o r a s :
dónde , porqué y cóm o
C o n c lu s io n e s : C o n t r ó la t e
o s e r á s c o n t ro la d a

Por un lado h emos discutido el valor de las h ormigas co-


m o reguladoras de plagas, un papel recon ocido desde el si-
glo pasado pero que h a sido aún m uy poco explotado. Por
el otro, también les con tamos que las h ormigas pueden ser re-
guladas por otros in sectos cuan do ellas se convierten en pla- Son h orm igas in vasoras
gas. N uestro m en saje es que las diversas in teraccion es exis- Van y vien en sin pu dor
ten tes en la n aturaleza pueden ser un a h erramien ta mas útil N o con ocen de fron teras
para el ser h uman o y men os dañ in a para el ambien te en com- Cu an do llegan h ay problem as
paración con los clásicos métodos de con trol de plagas. Si n o están bajo con trol.

H o r m ig a s in v a s o ra s : ¿ra r e za s
e n u n m u n d o g lo b a liza d o ?

Los invasores n o n ecesariamen te tien en que ser marcia-


n os. Si con sideramos invasor a un organ ismo cuan do está en
un ambien te en el que h abía estado an tes, much as plan tas y
animales también pueden ser catalogados como invasores. Las
h ormigas, literalmen te, n o se quedan atrás. Much as especies
de h orm igas h an viajado cruzan do gran des exten sion es de
mar y tierra, la mayoría de las veces con ayuda h uman a, h a-
cia “n uevos h orizon tes” para colon izar ambien tes que n o co-
n ocían .
Como ya hemos mencionado varias veces en este libro, el
ser humano tiene impactos muy importantes sobre el ambien-
te y, por ende, también sobre las hormigas. Algunas actividades
70 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 71

humanas pueden favorecer la invasión de hormigas hacia nue- L a A r g e n t in a , u n a v e z m á s ,


vos lugares. Viajemos con ellas para ver de qué se trata. u n e je m p lo d e “ t a le n t o ”

L o e x ó t ic o e s t á d e m o d a La hormiga argentina (L. hu m ile) representa un grave pro-


blem a en Estados Un idos y Australia, y h a logrado con sti-
Todos h em os escuch ado h ablar de las h orm igas argen ti- tuirse en la colon ia más gran de del mun do (6.000 km, millo-
n as que invaden el mun do. N o debiéramos imagin ar un a le- n es de n idos y billon es de in dividuos) en Europa. Si bien n o
gión de h ormigas que, n adan do o volan do, atraviesan océa- es un a h orm iga agresiva h acia el ser h um an o, sí lo es para
n os y con tin en tes con el solo afán de m ostrarse… N o son otras h ormigas, in sectos o artrópodos, pues produce impac-
“tan ” argen tin as. Pero sí son oriun das de la región Sur del tos n egativos sobre la biodiversidad local de los lugares in -
con tin en te american o (de ah í su popular n ombre), oportun is- vadidos.
tas y duras de batallar. Basta que lleguen un as poquitas rein as Es un problema fascin an te en ten der cómo h ormigas que
in semin adas en el momen to y el lugar correcto para que ar-
no están emparentadas (no son hermanas, sobrinas o primas)
da Troya. Los actuales medios de tran sporte, como los avio-
pueden repentinamente, en un lugar exótico, relacionarse co-
n es; o los más an tiguos, como los barcos, se h an torn ado los
mo las parientes más íntimas, permitiendo una cooperación de
prin cipales veh ículos de especies a través del globo.
dimensiones jamás registradas en comunidades nativas (¡6.000
Una hormiga es considerada exótica si la especie no evo-
km de amistad!). D e hecho, todos los apasionados de la mir-
lucion ó (n ació y se man tuvo) en ese ambien te. Por ejemplo,
m ecología h abrem os h ech o en algún m om en to de n uestras
la famosa hormiga argentina, Linepithem a hu m ile, originaria
vidas la pruebita de mezclar hormigas de distintos nidos (aun
del Río Paraná, por la zona de Rosario, ha llegado desde Su-
damérica a todos los continentes (excepto Antártida), y por lo siendo de la misma especie) para ver cómo se peleaban entre
tanto en todos estos otros lugares es considerada exótica. Den- sí. Efectivamente, si hacemos esta misma prueba con L. hu m i-
tro de esta categoría, a su vez, se puede hablar de hormigas que le aquí en nuestros pagos, veremos cómo se “arrancan los ojos”.
son “transferidas” y de hormigas “invasoras”. Las primeras ha- Sin em bargo, en el caso de las L. h u m ile in vasoras, se pue-
cen referencia a aquellas que son colectadas en un hábitat no den tomar hormiguitas de Italia y colocarlas en el nido de las
nativo por primera vez, y las segundas son aquellas especies que que están en Españ a, y observaríam os un a ch arla am istosa
establecen poblaciones a largo plazo y se expanden exitosamen- sin ningún esbozo de agresividad. ¿ Q ué sucede? ¿ N o distin-
te a nuevas áreas. O sea, no a todas las especies de hormigas guen más lo propio de lo ajeno, o existe algún beneficio en la
que llegan a una nueva región les va lo suficientemente bien co- cooperación que supera al conflicto? Una posible explicación
mo para con siderarlas invasoras. Si n o n os creen , fíjen se en es que todas las colon ias invasoras provien en de un as pocas
estos números: hay registros de 147 especies de hormigas trans- h ormigas emparen tadas que se fueron propagan do y expan -
feridas… pero sólo de diez especies invasoras. diendo. En consecuencia, las hormigas argentinas de España
son “parientes no tan lejanos” de las hormigas argentinas de
72 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 73

Italia, y se recon ocen com o lo que son : un a gran fam ilia. Y n os por medio de n uestras patrióticas h ormigas, siempre lle-
no es que no haya peleas dentro de una gran familia, pero to- ga. Pero n o todo es con tra el “gran ” país del N orte. Pese a que
dos sabem os que, m ás allá de las diferen cias in tern as, la fa- son tan tos, n o pudimos con n uestro gen io y también n os me-
milia se un e si h ay un en emigo en común (por ejemplo, otra timos con los ch in os. A pesar de ser tan trabajadores, su ex-
especie de hormiga que no es pariente). pan sión m un dial tam bién h a sufrido n uestra ven gan za pues
O tro ejemplo de h ormigas invasoras “argen tin as” son las las h orm igas de fuego ya se registraron por prim era vez en
h ormigas de fuego (en in glés, fire-an ts), rojas y n egras, Sole- 2004 y acaban de ser en con tradas en H on g Kon g.
nopsis invicta y Solenopsis richteri que han invadido gran par-
te de los Estados Un idos. Estas especies h an ocasion ado mi-
llon es de dólares en pérdidas de diversa ín dole y gastos para ¿V ie n e n t o d a s la s h o r m ig a s
con trolarlas desde su aparición , alrededor de 1920. Las h or- in v a s o ra s - e x ó t ic a s d e s d e A r g e n t in a ?
m igas de fuego tam bién son origin arias de las zon as del Río
Paran á, co m o las h o rm igas argen tin as, p ero m ás al N o rte, N o. Por mal o bien que nos pese, no hacemos bioterroris-
de las provin cias de Form osa y Corrien tes. Adem ás de dis- mo con hormigas. Sin embargo, llama la atención que un nú-
m in u ir la bio d iversid ad d e las co m u n id ad es in vad id as, las mero desproporcionadamente alto de hormigas “transferidas”
h orm igas de fuego tam bién son un grave problem a para los se originó en las regiones biogeográficas del N eotrópico (Sur
h umanos. Su picadura es infernalmente dolorosa y puede pro- de México, Centro y Sudamérica) y O riental (principalmente
ducir shock s anafilácticos a las personas muy susceptibles (así Asia). Por su parte, las islas del Pacífico son las mayores re-
como a las vacas y otros mamíferos), ocasion án doles la muer- ceptoras de hormigas transferidas desde otros sitios.
te. También provocan dañ os in directos a las poblacion es h u- Las islas son sistemas particularmente vulnerables a la in-
man as. En la agricultura, dado sus h ábitos omn ívoros y a pe- vasión de especies exóticas en general y, por ende, de hormigas
sar de n o alim en tarse de h ojas, pueden tam bién (com o L . en particular. Esto se debe a que las especies que evolucionan
h u m ile) con stituirse en un problema al cuidar pulgon es como en una isla son pocas y poseen características muy particulares.
un rebañ o person al de vaquitas (véase capítulo de mutualis- Por lo tanto, ofrecen poca resistencia a la invasión. D icho de
mos). Los pulgon es, recordemos, pueden ser un a seria plaga otra man era, las invasoras, en gen eral, son mejores competi-
ya que se alimen tan de la savia vegetal de los cultivos. Pero doras que las especies n ativas que h abitan un a isla.
estas h ormigas n o sólo traen problemas relacion ados con la
agricultura y la salud, sin o que n o le temen a la modern idad
y producen también problemas más tecn ológicos Re c e t a p a ra s e r u n b u e n in v a s o r
Las hormigas de fuego se han constituido en los “hackers”
de las compañ ías de electricidad yan quis, ya que les en can ta Tome nota, señora (o señor), porque sólo el 10% de las es-
an idar en las cajas de luz, lo que produce cortocircuitos. Co- pecies exóticas logra establecerse en los nuevos lugares. O sea,
mo muchos dicen, la venganza será terrible y la justicia, al me- no es una tontería ser una especie invasora exitosa. Los estu-
74 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 75

diosos del tema han definido un conjunto de características que L o n a t iv o t a m b ié n p u e d e in v a d ir lo n a t iv o


las especies exóticas-invasoras parecen tener en común. Por un
lado, forman colon ias poligín icas. ¿ Está an otan do? Esto sig- N o es un trabalen guas, sin o un a realidad. Aun que parez-
nifica que en la colonia hay más de una reina que produce hue- ca raro que un o h able de invasión de un a especie que perte-
vos, lo que le permite aumen tar sus n úmeros más rápido y en n ece al lugar (o sea, n ativa), en realidad h acemos referen cia
m ayor can tidad que si lo h iciera cada rein a por separado. a la capacidad de aumentar sus números repentinamente y ex-
Adem ás, son h orm igas m uy agresivas, con posicion es dom i- pan dirse h acia h ábitat o region es geográficas en don de n un -
n an tes en las com un idades de origen … m edio patoteras, di- ca an tes h abía estado. Un ejemplo ya discutido en este libro
gamos. Este comportamiento nativo las predispone a hacer fren- es el caso de las h ormigas cortadoras de h ojas que, corridas
te eficientemente a cualquier hormiga de otra especie que, por el h ombre de sus h ábitat n aturales, invaden sistemas fo-
literalmente, se le cruce en su camino. También en general son restales, agrícolas y, especialm en te, h uertas para alim en tar-
unicoloniales, lo que las predispone a no agredir a otras colo- se. D ado que encuentran mucho alimento, se reproducen más
nias de la misma especie. Las obreras son de tamaño pequeño
de lo usual y se con vierten en plaga. Por suerte, las h orm i-
y muchas veces monomórficas (castas de un solo tamaño), ha-
gas cortadoras n un ca h an dejado el con tin en te american o (al
ciendo más difícil su detección cuando se las introduce acciden-
menos hasta ahora). Esto puede deberse a los rezos de los ciu-
talmente. Todas son hormigas muy eficientes en localizar y trans-
dadan os de los otros con tin en tes, pues si lograran estable-
portar alimento, y tienen también la habilidad de nidificar en
cerse en estos ambien tes sería un dolor de cabeza para la pro-
una gran variedad de áreas, incluyendo zonas muy disturbadas
ducción agrícola m un dial (pero un a fuen te in agotable de
por el hombre (de las cuales hay muchas). Todas estas carac-
trabajo para n osotros).
terísticas las predisponen a colonizar recursos muy fácilmente
en los ambientes invadidos. Y como si esto fuera poco, las hor- O tro ejemplo, muy llamativo y preocupante en los últimos
migas llegan a los nuevos lugares sin sus enemigos naturales tiempos en el Litoral argentino, es la hormiga nativa formado-
(predadores, parásitos, patógenos), con lo que las poblaciones ra de tacurúes, Cam ponotu s pu nctu latu s. El tacurú es el nido
invasoras carecen de los reguladores naturales, la razón que fa- de la hormiga, constituido por tierra, cubierto con vegetación,
cilita su explosión demográfica. Inclusive, a veces sucede que las de forma cónica, que puede alcanzar fácilmente 1 m de altura
poquitas reinas invasoras, fuente de la población que termina y hasta 2 m de diámetro. H asta hace dos décadas, este tipo de
estableciéndose, poseen muy poca agresividad intraespecífica, con strucción sólo era con ocido en las áreas in un dables den -
entonces cada colonia deja de existir como una unidad sepa- tro de sus áreas de distribución. Pero se ha descubierto recien-
rada y pasa a formar parte de un conjunto mayor: una mega- temente que esta modalidad de construcción de nidos ocurre
colonia. N os podemos imaginar el efecto de un aguaviva (me- como consecuencia de las actividades agrícolas. En otros casos
dusa) por separado y el efecto de millones de aguas-vivas unidas la hormiga vive sólo en forma hipógea, debajo del suelo, sin ha-
en un frente común, arrasando con todo lo que se cruza por cer con struccion es epígeas, por arriba del suelo. Esta vez, el
su camino y ocupando el espacio sin problemas. hombre propició una invasión de abajo hacia arriba.
76 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 77

L a c a m in a t a lu n a r : ¿u n ju e g o propiedades físicas y químicas de los suelos). Por ejemplo, es-


o la a lt e ra c ió n d e u n e c o s is t e m a ? tas hormigas pueden mover en pasturas 2.100 kg de tierra por
año y por hectárea.
Cam in ar por un a an tigua arrocera de Corrien tes, o sea,
por un potrero en el cual se h izo arroz por tres o cuatro ciclos L a p r e g u n t a d e l m illó n : ¿C ó m o
y luego se aban don ó y rotó a actividad gan adera, resulta bas- c o n t ro la m o s a la s h o r m ig a s in v a s o ra s ?
tan te difícil. N o sólo ten drem os que sortear obstáculos gi-
gan tes (los famosos tacurúes), sin o que también deberíamos Las h orm igas son m uy difíciles de con trolar porque ca-
camin ar por un laberin to para en con trar la salida. Es más, si da n ido con sta de m iles a m illon es de in dividuos, y porque
n os queremos subir a los tacurúes para poder ver con facili- cuan do llegamos al extremo de querer con trolarlas sign ifica
dad este paisaje lun ar podremos h acerlo sin problemas, pues que ya son un a plaga y h ay cien tos de n idos. Además, n o de-
son tan duros que pueden soportar el peso de h asta tres h u- bem os olvidar que son organ ism os sociales con con ductas
muy complejas y sofisticadas. En cima, y lo más importan te de
man os en cima. Sin embargo, deberíamos ten er cuidado de n o
todo, por más que elimin emos a cien tos de obreras, si la un i-
caer en la fosa de h asta 50 cm de profun didad que rodea y
dad reproductora —la rein a— perm an ece in tacta, al (poco)
protege a cada un o de estos fuertes llen os de h ormigas.
tiempo deberemos lidiar n uevamen te con sus descen dien tes.
D espués de 7 u 8 años de crecimiento, estos hormigueros
La mejor manera de evitar el problema de las hormigas in-
tan in men sos alteran el n ormal curso del agua en la superfi-
vasoras es im pedir que lleguen , dado que un a vez que h an
cie así como su percolación. Además, representan islas de gran
logrado llegar y establecerse, es sumamen te difícil erradicar-
fertilidad al tener una concentración extraordinaria de nutrien-
las. Por lo tan to, los sistemas de cuaren ten a e in spección de
tes que son utilizados por un grupo particular de plantas que cargas en las fron teras deben ser muy rigurosos y n o aceptar
allí crecen. Completando el panorama, estas formidables estruc- descuidos, pues de lo con trario estas n egligen cias se pagarán
turas afectan positivamen te a algun os de los organ ismos del muy caras. Moraleja: mejor que con trolar es preven ir.
suelo, don de los ácaros y las bacterias se en cuen tran “como
en el paraíso” —pero terrenal—. Por lo tanto, estos nidos, que en
una arrocera de 7 u 8 años de abandono pueden alanzar unos
5.800 tacurúes (de 1 m de altura) por hectárea y representan
parch es que ocupan un 78% de la superficie del terren o, im-
ponen una impronta muy particular al ecosistema que afecta su
fun cion amien to. N o por n ada, este tipo de h ormigas h a sido
considerado como “ingenieros” del ecosistema del suelo. Des-
pués de las lombrices, las h ormigas son el segun do grupo en
cuanto a su capacidad para mover tierra (y con ello alterar las
Capítulo 7
R a re z a s

Las hormigas también son protagonistas de lo que nosotros


podríamos considerar “rarezas”. Estrategias para atacar y pa-
ra defenderse, adaptaciones para resolver limitaciones ambien-
tales, y diversas formas de conseguir alimentos son algunas de
las “rarezas” que vamos a describir en este capítulo. Si h asta
ahora el lector se sorprendió de ciertas interacciones y conduc-
tas descriptas en los capítulos anteriores, que se prepare para
lo que viene….

L a s h o r m ig a s e s c la v iza d o ra s :
n o e s t a m o s s o lo s

Los peores en em igos de u n a h orm iga


son otras h orm igas, así com o
los peores en em igos del h om bre son otros h om bres.

AUG USTE F O REL , 1874

Las h ormigas y los seres h uman os n os parecemos más de


lo que el com ún de la gen te supon e. Existen algun as espe-
cies de h orm igas cuyo com portam ien to de depredar sobre
80 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 81

in sectos les perm itió con vertirse en esclavizadoras de otras lugar m edian te un “golpe de estado” secreto y un iperson al.
h ormigas. H ay varios ejemplos de cómo este tipo de h ormi- Un a vez allí, con m uch a pacien cia, se le sube a la rein a ofi-
gas someten a sus esclavas, desde la invasión directa y masi- cial sobre el “lom o” y em pieza a serruch arle la cabeza (que
va h asta la sutil in tromisión de un solo in dividuo. vendría a ser como serrucharle el piso). Ya decapitada la ver-
Las h ormigas rojas amazón icas (un as cin co especies) son dadera reina de la colonia, la nueva “asesina” comienza a po-
ejemplos típicos de esclavización pues sus sometidos son co- n er sus h uevos. Sin en terarse de los n uevos acon tecimien tos
lon ias de la misma especie o especies muy emparen tadas, que de palacio, las obreras de Tapinom a cuidan, alimentan, y pro-
utilizan los mismos recursos alimenticios y represen tarían im- tegen los huevos de la nueva reina. Posiblemente estas obre-
portan tes competidores. En el veran o, h asta un a vez por día, ras no pueden reconocer la diferencia entre hermanas verda-
colon ias de 500 a 1000 in dividuos de Polyergu s ru fescen s se deras e imitadoras. D e esta forma sutil, la nueva reina deja su
lan zan en gran des column as que avan zan 1 metro cada 30 se- descendencia ocupando un nido ajeno con sus propios hijos.
gun dos h acia la colon ia que fue elegida para esclavizar. Sin
dudar, in gresan a la m ism a decapitan do o partien do en dos
a cualquier obrera que se in terpon ga en su cam in o. D el n i- H o r m ig a s g u e r r e ra s , le g io n a r ia s
do atacado se roban todas las pupas, las cuales son llevadas o la s t e m id a s “ m a rab u n t a ”
a su n ido para ser criadas. A fin es del veran o, las h orm igas
amazón icas pudieron h aber secuestrado, sin pedir rescate al- Un a h orm iga sola n o podría con siderarse com o qu e tien e algo
gun o, alrededor de 40.000 pupas. Sin em bargo, n o todo es específico en su m en te. Varias h orm igas ju n tas, rodean do u n a
agresión en este tipo de h ormigas. Un a vez que h an esclavi- presa, parecerían ten er
zado a sus oponentes, las agresivas “amazonas” se vuelven su- u n a idea en com ú n . Pero cu an do se ve u n a m asa den sa de
misas y depen dien tes de sus esclavas para alimen tarse y lim- m iles de h orm igas cu brien do el su elo del bosqu e, es cu an do se
piarse. Paradójicam en te, cuan do están den tro de sus n idos pu ede em pezar a percibir a la “bestia”. Es allí cu an do u n o pu ede
su comportamien to pasa de ser agresivo a ser in ofen sivo, “su- verlas pen san do, plan ean do, calcu lan do su s m ovim ien tos, com o si
plican do” alimen to a las obreras que h an esclavizado. fu eran u n a com pu tadora vivien te.
Pero también h ay estrategias más sutiles para esclavizar.
En los desiertos de Africa del N orte, las reinas de B othriom yr- L EWIS TH O MAS , 1974
m ex decapitans ingresan a una colonia de Tapinom a después
de su vuelo nupcial. Primero, con una aparente actitud de so- Las conocidas “marabuntas” conforman uno de los grupos
metimiento, la reina invasora se deja capturar por las obreras míticos de hormigas. D e hecho, han sido protagonistas de un
de Tapin om a, quien es la in gresan a la colon ia como si fuera par de películas de cine catástrofe (bastante malas, por cierto),
un a “presa”. Allí, poco a poco, la rein a “som etida” adquiere como por ejemplo “Marabunta”, en donde Charlton H eston ac-
el olor típico de la colon ia y se las in gen ia para llegar h asta túa de un rudo y excéntrico habitante del Amazonas que en-
don de se en cuen tra la rein a oficial. Su objetivo es tom ar su cuentra el verdadero amor gracias a la invasión de las hormigas.
82 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 83

De acuerdo con citas del siglo pasado, este tipo de hormigas han gas, uno puede también observar la aparición de algunas aves
protagonizado anécdotas que abarcan desde su uso para eje- volando cerca del suelo que sacarán provecho de esta situación.
cutar criminales en Africa, hasta el ataque a bebés que fueron Estas voraces hormigas (llamadas legionarias o guerreras)
consumidos en pocos minutos. La fama de este grupo está bien no dejan prácticamente nada en su camino, excepto plantas que
merecida, especialmente para aquellas hormigas pertenecien- no comen y grandes animales que, al percibirlas, se escapan del
tes a los géneros Eciton y Dorylu s. Uno puede ver estas hormi- frente de ataque. Sin embargo, hay otros animales que prefie-
gas –aunque ellas no pueden vernos a nosotros pues son casi ren quedarse y acompañ arlas en su voraz avan ce, tan to sea
ciegas– durante una mañana soleada en las selvas tropicales del para atacarlas como para sacar “provecho” de sus actividades.
Por ejemplo, hay grupos de insectos que parasitan a estas hor-
neotrópico o de Africa, respectivamente. En realidad, primero
migas solamen te cuan do están en movimien to. Por otra par-
se escuchan. Su movimiento suena como un murmullo de ho-
te, existen diferen tes especies de aves comedoras de in sectos
jas secas moviéndose, eco de miles de hormigas buscando or-
que se ubican en la parte trasera de la columna de ataque. To-
ganismos para devorar (Fig. 10). Unos instantes después, una
do insecto, lagartija o rana que salte o trate de escapar de las
columna de 4-15 m de ancho que contiene entre 200.000 y hormigas marabunta es atacado por estas aves, las cuales con-
700.000 hormigas aparecen de la nada. Siguiendo a las hormi- siguen su alimen to con un mín imo esfuerzo. También existe
un grupo de escarabajos con apariencia similar a estas hormi-
Figura 10 gas. Estos escarabajos march an con ellas en sus column as,
Hormigas legionarias o aprovechando no sólo el alimento que “se escapa” de las ma-
guerreras atacando en
forma grupal a un
rabuntas sino su protección, ya que las aves no atacan a las hor-
insecto, futura presa. migas legionarias.
Las h ormigas legion arias o guerreras se caracterizan por
ser el ún ico tipo de h ormigas n ómades, con fases estacion a-
rias y móviles que se repiten cíclicamen te, en promedio, un a
vez por mes. Su n ido se llama “bivouac” y se caracteriza por
ser formado solamen te por h ormigas un idas en tre sí por sus
patas que protegen en su in terior a las pupas, larvas, h uevos,
y especialmen te a la rein a. En la fase estacion aria, esta den -
sa m asa de h orm igas puede ten er 1 m de grosor y se ubica
gen eralmen te debajo de tron cos caídos. La ún ica rein a de ca-
da “bivouac” rápidam en te se torn a in capaz de m overse por
sí m ism a. Esto se debe al tam añ o desproporcion ado de su
abdom en , el que le perm ite colocar en tre 2 (en el n eotrópi-
co) y 50 (en Africa) millon es de h uevos por añ o. El in icio de
84 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 85

la fase móvil de la colon ia depen de de la producción de lar- las h orm igas del gen ero Oecoph ylla. Estas h orm igas son de
vas y del agotamien to del alimen to del área. D uran te esta fa- color verde, in usual para este tipo de in sectos, lo cual podría
se, las h ormigas pueden avan zar en column as con ducidas por ayudarlas a “camuflarse” en tre las h ojas por don de h abitual-
un grupo de hormigas exploradoras o bien pueden avanzar en men te tran sitan .
masa, en un a aparen te y temible desorgan ización . Su extra ñ a m a n era d e co n stru ir n id o s requ iere d e la
Las n uevas colon ias se forman a partir de fragmen tos de cooperación de los in dividuos adultos e in m aduros de la co-
la colon ia m adre, cuan do se separan las ún icas 6 o 7 “prin - lon ia. Las larvas, por m edio de sus glán dulas salivales, son
cesas” acompañadas cada una de una legión de hormigas. Los
mach os, ún icos in dividuos alados del n ido, también aban do-
n an su colon ia origin al para fecun dar prin cesas de rein os le-
jan os, evitan do así el fam oso efecto “m ejor n o te cases con
tu prima”.

H o r m ig a s t e je d o ra s : a ú n in a d v e r t id a s
p o r la in d u s t r ia d e la s e d a

A u n qu e la larva se en oja,
pu es ella pon e la seda,
h ay qu e u n ir h oja con h oja
con u n a su stan cia qu e pega.

P.A. F O LRJI , 2000 D C

Existe un os pocos grupo de h orm igas que h an desarro-


llado la h abilidad de “tejer” sus n idos con las h ojas de los ar-
boles, las cuales man tien en un idas por la seda que ellas pro-
ducen (Fig. 11). Esta h abilidad les h a perm itido desarrollar
in men sas colon ias en el dosel de los árboles y de esta forma
n o en con trarse limitadas por el espacio para la con strucción
de sus nidos. Entre estas hormigas, el grupo más avanzado ha- Figura 11
Nido de hojas construido por las hormigas tejedoras, quienes aprovechan la seda
bita en las selvas de Africa, Asia y O cean ía, y correspon de a emitida por las larvas para unir las hojas entre sí.
86 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 87

las ún icas capaces de producir seda. Esta seda es utilizada L o s b a r r ile s d e c e r v e za t a m b ié n


para fabricar su capullo, don de las larvas em puparán h as- e x is t e n e n e l m u n d o d e la s h o r m ig a s
ta con vertirse en h orm igas adultas. Sin em bargo, esta cua-
lidad de las larvas es aprovech ada por los adultos de la co- Existen m u ch as m an eras en las cu ales las h orm igas
lon ia para con struir el n ido. Las obreras acarrean las larvas y los h om bres se parecen . A m bos son gran des
d e u n lad o p ara el o tro “fo rzán d o las” a em itir su sed a p a- ejem plos de éxito evolu tivo y am bos
ra un ir las h ojas in volucradas en la form ación del n ido. h an llegado a esta situ ación a través de
La con strucción de estos n idos se realiza en dos etapas. su h abilidad para form ar gru pos,
Prim ero, las obreras en con jun to agrupan h ojas y las sostie- com u n icarse y m an ipu lar el am bien te con gran h abilidad.
nen en una posición adecuada formando grandes cadenas cu-
E DWARD W ILSO N , 1990.
yos eslabon es son las m ism as h orm igas agarradas en tre sí.
Luego otra obrera trae a la larva y com ien za a tejer con se-
da un a un ión para m an ten er las h ojas en dich a posición . D e
esta form a, tejien do h ojas, estas h orm igas pueden tran sfor- Las h ormigas meleras, como por ejemplo M yrm ecosystu s
mar copas en teras de árboles en n idos, convirtién dose en un o o M eloph oru s, se caracterizan por poseer abdómen es (la par-
de los in sectos m ás com un es del dosel de la selva. te posterior de su cuerpo) sumamen te exten didos. D en tro de
A pesar de ten er sólo un a rein a, estas colon ias pueden este tipo de h ormigas, existe un a casta especial que son uti-
co n ten er a lred ed o r d e m ed io m illó n d e h o rm iga s y su n i- lizadas como con ten edores de alimen to líquido represen tan -
do puede abarcar 3 o 4 árboles em ergen tes del dosel de la do algo así como un “estomago social”. Estas h ormigas “barri-
selva . Pa ra a lim en ta rse su elen cria r h o m ó p tero s, qu ien es les” siem pre parecen estar a pun to de reven tar. Algo por el
son cuidados y utilizados com o alim en to. Adem ás de bue- estilo debe suceder, pues en casos de especialización extrema,
n as arquitectas y gan aderas estas h orm igas son m uy buen as éstas h orm igas son m an ten idas en cám aras especiales, col-
predadoras. D e h ech o, el registro m ás an tiguo de su uso pa- gadas del tech o, y n un ca salen de allí (Fig. 12).
ra con trolar plagas provien e del añ o 304 D C en Ch in a. D es- Las h ormigas meleras se en cuen tran típicamen te en am-
de h ace 1700 añ os los ch in os h an colectado, ven dido, y co- bien tes desérticos, don de la oferta alim en ticia varía con el
locado n idos de estas h orm igas en plan tacion es de cítricos tiempo. D uran te el añ o existen much os momen tos de malaria
para com batir in sectos plagas. por lo cual acumular comida es una estrategia muy convenien-
te. El alim en to, un a m ezcla de n éctar extrafloral, excrecio-
n es de h om ópteros y term itas m ach acadas, es llevado al n i-
do por otra casta de h orm igas. Pero las h orm igas “barriles”,
n o sólo son con ten edores de azúcares y proteín as sin o que
también representan reservas de agua, otro recurso sumamen-
te escaso en las zon as desérticas. D e h ech o, los aborígen es
88 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 89

H o r m ig a s q u e v ia ja n s o b r e h o r m ig a s :
¿g u a r d a e s p a ld a s o p e r e zo s a s ?

“El bu rrito del ten ien te


lleva carga y n o la sien te”

A . ceph alotes, h orm iga-jin ete

Si un o observa con aten ción un a fila de h ormigas corta-


doras llevan do h ojas h acia el n ido, podrá percatarse que,
mon tadas sobre ciertos fragmen tos, van otras pequeñ as h or-
migas de la misma especie (Fig. 13). Siguiendo la fila, uno pue-
Figura 12
Hormigas “ barriles”
colgando del techo de
una cámara dentro de
su nido subterráneo. Figura 13
Sus abdómenes Hormiga cortadora llevan-
expandidos están do un fragmento de hoja
llenos de líquido que con una pequeña hormi-
será aprovechado por ga de su misma colonia
la colonia. en actitud de defensa
(mandíbulas abiertas y
ceño fruncido).

de Australia buscaban ávidam en te a las h orm igas “barriles”


y las con sumían como si fueran caramelos.
En una colonia de 15.000 individuos, el 10% puede estar
constituido por las hormigas “barriles”. Pero como si esto fue-
ra poco, estas h ormigas obesas que apen as pueden moverse,
se encajan en las entradas de los nidos para bloquear las en-
tradas y protegerlo de intrusos. Y mientras cuidan el nido, sus
compañ eras ch upan su con ten ido can tan do “vos sos un gor-
do bueno, alegre y divertido, sos una hormiga simpaticón”6 .
6 Can ción popular argen tin a, n o con temporán ea.
90 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 91

de ver que estas pequeñ as h orm igas se quedan allí con las M o ra le ja : n o s c r e e m o s m u c h o , p e ro s i
man díbulas abiertas en actitud defen siva, o se bajan de la h o- c o m p a ra m o s , n o s o m o s n a d a
ja en don de estaban mon tadas. ¿ Cuál es la fun ción de estas
h ormigas-jin etes? ¿ O será que simplemen te aprovech an a sus
h erman as trabajadoras para h acer un viaje “gratis”? La idea de qu e los in sectos perten ecen a u n m u n do distin to al
Se h a descubierto que, en algun os casos, estos jin etes de- n u estro
fien den a la h orm iga que la tran sportan del ataque de un as es bastan te com ú n en tre las person as, y es u n sen tim ien to
mosquitas parasitoides. Como las obreras tien en sus man dí- válido. D espu és de todo, si bu scáram os el an cestro com ú n en tre
los in sectos y n osotros
bulas ocupadas tran sportan do h ojas, n o pueden defen derse
deberíam os rem on tarn os a m ás de
de estas moscas, las que en cuen tran vía libre para depositar
m edio billón de añ os atrás.
sus h uevos en la cabeza de las h ormigas (ver explicación de-
Sin em bargo, los in sectos perten ecen a este m u n do, y n osotros,
tallada en el Cap. 3). En cam bio, cuan do las obreras llevan los H om o sapien s, pareceríam os ser u n a criatu ra extrañ a y
a sus h erman itas en las h ojas, las pequeñ as las defien den es- aberran te de recien te origen qu e h a preten dido crear su propio
pantando a las moscas parasitoides. Estas diminutas guardaes- m u n do, aparte del de la n atu raleza.
paldas se h acen las “can ch eras” porque n o son atacadas, ya
que los h uevos de las moscas n o pueden desarrollarse en un a H O WARD E VAN S , 1985
h ormiga tan pequeñ a.
Como estas “guardaespaldas” a veces se bajan de las hojas
y poseen un comportamiento errático, han surgido otras ideas Las h orm igas usan la agricultura, los an tibióticos, alm a-
para explicar su probable función. Una posibilidad es que es- cen an alimen to, man ejan poblacion es de in sectos, utilizan la
tén “limpiando” la hoja de hongos dañinos antes de que ese frag- seda, dividen el trabajo, fabrican cam in os, y regulan térm i-
mento ingrese al hormiguero y pueda infectar el cultivo del cual camen te sus “vivien das” desde h ace much o tiempo an tes que
se alimentan. Si esta idea es cierta, aparte de “guardaespaldas” los seres h uman os. Sin embargo, much as veces seguimos con -
serían también “limpiadoras” y deberían mostrar un compor- sideran do a las h orm igas com o si fueran in deseables para
tamiento de limpieza mientras son transportadas. Sin embar- nuestra existencia. Q uizá nos deberíamos preguntar seriamen-
go, como algunas personas que conocemos, la mayor parte del te quién es la plaga en este mun do, y en vez de querer elimi-
tiempo estas hormigas parecen no hacer nada, subiéndose o ba- narlas, intentar convivir con ellas en equilibrio con el ambien-
jándose de las hojas que llevan sus compañeras, o deambulan- te. Porque, ¿ quién sabe cuán to más tien en para en señ arn os?
do por el sendero. Tenemos buenas noticias: quizá la vagancia
sea útil. Estar desocupado pero disponible para cumplir algu-
na función urgente (defensa contra parasitoides, limpieza de
obstáculos en el sendero, acarreo de hojas frente a la presen-
cia de competidores, etc.) puede ser ventajoso para la colonia.
Bibliografía comentada

1 . D iv u lg a c ió n

Erich Hoyt, 1997, The Earth Dw ellers. Adven-


tures in the land of ants, Touchtone Ed. NY,
USA, 319 pp.
Es un o de los mejores libros existen tes de divulgación cien tífica so-
bre h ormigas. Escrito por un periodista cien tífico que decidió vivir
“en carn e propia” la experien cia de los estudiosos de h orm igas, se
in tern ó con ellos en la selva, y vivió experien cias que cuen ta en for-
ma muy en treten ida y con gran rigor cien tífico.

Thom as Belt, 1985, The Naturalist in Nicara-


gua. The Univ. of Chicago Press, Chicago,
USA, 403 pp.
Un libro que relata las h istorias de un n aturalista e in gen iero de mi-
n as in glés que por trabajo pasa varios añ os de su vida en la selva
n icaragüen se. G racias a su asom brosa capacidad de observación y
de “teorización ” su libro relata fascin an tes h istorias sobre la vida
de los an im ales y sus in teraccion es con las plan tas y el am bien te,
prestan do particular in terés a las h ormigas. Es un libro cuya primer
edición fue publicada en 1874 y fue considerado en ese momento por
Ch arles D arwin como un o de los mejores diarios sobre h istoria n a-
tural.
94 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 95

Wilhelm Goetsch, 1983, La vida social de las David F. William s, 1994, Exotic Ants. Biology,
horm igas, Editorial Labor, Barcelona, España, Im pact, and Control of Introduced Species,
218 pp. (Versión “ actualizada” y traducida de WestView Press, Boulder, USA, 332 pp.
la original publicada en alem án en 1937). Un excelente libro para aquel que está interesado en saber lo que ha-
En forma clara, este libro “de divulgación ”, resume la forma de re- cen las h ormigas exóticas cuan do llegan a sus n uevos h ogares. En -
producción , castas, clases sociales, len guaje, m orfología y división tre ellas, h ay algun os capítulos dedicados a las h orm igas de fuego
del trabajo en las h ormigas. y h ormigas argen tin as, oriun das de n uestros pagos. Poco se dice so-
bre su con trol, a pesar del título.

2 . C ie n t íf ic o s Bert Hölldobler & E. O. Wilson, 1994, Jour-


(¡ p e ro n o n e c e s a r ia m e n t e p a ra e x p e r t o s ! ) ney to the Ants. A Story of Scientific Explo-
ration, Harvard University Press, Cam bridge,
Deborah M . Gordon, 1999, Ants At Work. USA, 228 pp.
How an Insect Society is Organized, Free Este libro es algo así como “La Bilbia en versión reducida” (porque
Press, NY, USA, 182 pp. h ay otro libro de los mismos autores M UCH O más gran de) de las per-
Especial para los in teresados en ecología evolutiva de h ormigas, con son as que estudiamos h ormigas. Es el ún ico libro cien tífico que h a
m uch as an écdotas de cam po, que le perm itirán al lector decidir si gan ado un prem io Pullitzer por la calidad de la in form ación y la
se quiere (o puede) convertir en un mirmecólogo (estudioso de h or- forma amen a en la cual está presen tada. Sus capítulos abarcan des-
m igas) o n o. En este libro se propon e que el con trol de la colon ia de la clasificación (como iden tificar y pon er n ombre) de las h ormi-
lo tien en las obreras y n o la rein a. O tra belleza de este libro es que gas pasan do por diversos aspectos de la ecología, comportamien to
muestra paso a paso la aplicación del método cien tífico. e in teraccion es de las h ormigas con otras especies, h asta capítulos
especiales dedicados a los grupos m ás con ocidos. Y sus dibujos y
fotos son de un a calidad in creíble.
William H. Robinson, 1996, Urban Entom o-
logy. Insect and M ite Pests in the Hum an En-
vironm ent, Chapm an & Hall Press, London, William M orton Wheeler, 1910, Ants, Their
UK, 430 pp. Structure, developm ent and Behavior, Co-
Recom en dado para aquellos que les in teresa saber sobre las h or- lum bia University Press, NY, 663 pp.
m igas (y cóm o liquidarlas) que se en cuen tran en las vivien das h u- En realidad, este libro es la primera “Biblia” que existió para los mir-
m an as. Sin em bargo , lo m ás in teresan te d e este libro so n lo s ca- m ecólogos, n o solam en te por ser —m uy probablem en te—el prim er
p ítu lo s acerca d el cam bio p ro d u cid o en lo s h ábito s d e lo s seres libro que se debe h aber publicado sobre h ormigas sin o también por-
h um an os y las sociedades y las con secuen cias sobre el desarrollo que cubre todos los temas imagin ables en relación a la morfología,
de plagas. com portam ien to e in teraccion es de las h orm igas. Aquella person a
a la que le gusta saber cómo fue la mirada de los pion eros en algún
tema, ten drá en sus man os un a joyita.
Colección “Ciencia que ladra…” 1
Dirigida por Diego Golombek 1
ESTE LIBRO 3
(y esta colección) 3
Agradecimientos 5
6
Acerca de los autores 7
Índice 9
9
9
9
9
Introducción 11
Capítulo 1 13
Historia natural 13
de las hormigas: 13
Capítulo 2 23
Orientación: es bueno saber dónde se vive 23
Capítulo 3 33
Los patriarcas de la agricultura: 33
Capítulo 4 49
Mutualismos en hormigas: 49
49
Capítulo 5 63
Plagas y Hormigas: 63
Cara y seca 63
Capítulo 6 69
Hormigas invasoras: 69
dónde, porqué y cómo 69
Capítulo 7 79
Rarezas 79
Bibliografía comentada 93

View publication stats


La M a t e m á t ic a
com o una de las Bellas Artes

También podría gustarte