Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
por
P A T RIC IA J . F O L G A RA IT
Centro de Estudios e Investigaciones
Universidad Nacional de Quilmes
Buenos Aires
A L EJ A N D RO G . FA RJ I- B REN ER
Laboratorio ECOTONO, CRUB
Universidad Nacional del Comahue,
Bariloche
con ilustraciones de
O C TA V IO A . B RU Z Z O N E
C o le c c ió n “ C ie n c ia q u e la d r a …”
Dirigida por D IEG O G O L O M B EK
Siglo
veintiuno
editores
Argentina
ESTE LIBRO
Siglo veintiuno editores Argentina s.a. (y esta colección)
TUCUMÁN 1621 7º N (C1050AAG), BUENOS AIRES, REPÚBLICA ARGENTINA
P.F. / A.F.B.
Acerca de los autores
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Capítulo 1
Historia natural de las horm igas: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Capítulo 2
Orientación: es bueno saber dónde se vive . . . . . . . . . . . . 23
Capítulo 3
Los patriarcas de la agricultura: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Capítulo 4
M utualism os en horm igas: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Capítulo 5
Plagas y Horm igas: Cara y seca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Capítulo 6
Horm igas invasoras: dónde, porqué y cóm o . . . . . . . . . . . 69
Capítulo 7
Rarezas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Bibliografía com entada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Introducción
¿D ó n d e e s t á n ? ¿D e s d e c u á n d o ? ¿Q u é s o n ?
¿Po r q u é h ay t a n t a s ?
m on tañ a. Las en con tram os por todos lados. Las h orm igas zón ica brasileñ a, la biom asa de h orm igas es 4 veces m ayor
pueden estar en el suelo, sobre algun a plan ta, aden tro de un que la de todos los mamíferos, aves, reptiles y anfibios allí pre-
tron co, y por supuesto, den tro de n uestras casas (escaleras o sen tes. Para aclarar: si tuviéramos todos los mamíferos, aves,
tech os de m adera, alacen as, y h asta roperos). Las h orm igas reptiles y anfibios de un lado de una balanza, del otro lado so-
an dan dan do vueltas en el plan eta desde el período Cretáci- lo n ecesitaríamos colocar un cuarto de todas las h ormigas pa-
co (Era Mesozoica), lo cual sign ifica desde h ace aproxim a- ra equilibrarla.
damen te 100 millon es de añ os. D esde esta perspectiva, tien en Es eviden te que las h ormigas h an sido exitosas. Están en
pagado el “derech o de piso” más que n osotros, los seres h u- todas partes, son much as, h ay much as especies y se en cuen -
manos, que aparecimos en la historia evolutiva como tales ha- tran en este plan eta desde h ace m uch o tiem po. Un a razón
ce sólo 200.000 añ os aproximadamen te (Era Cen ozoica). La muy importan te de su éxito tien e que ver con su organ ización
an tigüedad de las h orm igas com o grupo refleja —en parte— social. Existen muy pocos grupos animales que conforman so-
su éxito sobre la Tierra. A pesar de las glaciacion es, las ex- ciedades. En tre los in sectos, aparte de las h orm igas, sólo lo
tin cion es de los din osaurios, los cam bios de clim a y los go- h acen las abejas, algun as avispas y las termitas.
biern os militares, ellas persistieron , con forman do h oy aproxi- La palabra “sociedad”, tan con ocida por todos n osotros,
madamen te 9500 especies distin tas. tien e un a defin ición m uy estricta en biología. Los organ is-
Todas estas especies se encuentran dentro de una sola Fa- m os sociales cum plen determ in ados requisitos. Las gen era-
milia (Formicidae), den tro del O rden de los H ymen ópteros, y cion es se superpon en en el tiem po (o sea, siem pre h ay h ue-
se estim a que queda aún el doble de especies por descubrir. vos, juven iles, y adultos dan do vueltas), existe división del
Eso sign ifica que posiblemen te n osotros compartimos el pla- trabajo (distin tos in dividuos de un a m ism a colon ia se ocu-
n eta Tierra con alrededor de 19.000 especies diferen tes de pan de distin tas fun cion es, in cluyen do la reproductiva), y las
h orm igas. Por ejem plo, en 1 km 2 de selva brasileñ a en con - crías son cuidadas por los adultos. Todas estas característi-
tramos más especies de h ormigas que especies de mon os en cas las h an h ech o triun far a lo largo de su h istoria evoluti-
todo el m un do. D e h ech o, en un sólo árbol de Costa Rica va. ¿ Q ué posibilidad h ubiéram os ten ido los bebés h um an os
podem os en con trar con vivien do h asta 60 especies distin tas si n uestras m am ás n o n os cuidaban cuan do los h om bres se
de h ormigas. iban a cazar en busca de alim en to y abrigo, o si los papás n o
N o sólo son much as especies, sin o que también son mu- n o s d efen d ían d e fero ces d ep red ad o res? ¿ Acaso se h u bie-
ch ísim os in dividuos. Un a sola colon ia de h orm igas “guerre- ra producido la revolución in dustrial sin el con cepto de di-
ras” (estilo “marabun ta”) puede ten er más in dividuos que to- visión del trabajo?
das las poblacion es de leon es y elefan tes de África. D e un a en
un a pesan poco, pero si las jun tam os represen tan un a bio-
m asa (peso de organ ism os vivos) de proporcion es con side-
rables. En las selvas tropicales, un tercio de toda la biomasa
an imal esta represen tada por las h ormigas. En la selva ama-
16 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 17
L a s h o r m ig a s : u n a s o c ie d a d f e m e n in a
y f e m in is t a
La reina, después de producir un pequeño número de hor- la mayoría de los casos la colon ia muere si ella desaparece),
m igas, se con vierte en un a “m ala m adre”. N o cuida de sus la vida prom edio de un m ach o varía de h oras a un os pocos
bebés (larvas y pupas) n i sale en busca de alimen to n i en tre- días y la de las obreras, de un os pocos meses a 1-2 añ os. Es
n a a sus h ijas, como errón eamen te lo h acen las rein as a sus difícil en ten der cómo, en ton ces, la rein a n o con trola toda la
h ijas Atta 3 y Bala 4 en la película B ich os y A n tz. La rein a lo actividad del h orm iguero, ya que su presen cia parece ser el
deja todo en man os (o sea, patas) de las obreras. Cuan do la ún ico elemen to con stan te a lo largo de la vida de la colon ia.
colon ia ya creció lo suficien te (en tre un os m eses y algun os Sin em bargo, la rein a n o con trola las actividades de sus h i-
añ os, depen dien do de la especie), algun as de las larvas h em- jas que, en defin itiva, son las que garan tizan el fun cion amien -
bras comien zan a ser alimen tadas por sus h erman as con un a to de la colon ia. Como en toda mon arquía, las obreras son las
dieta especial. D e éstas emergerán las futuras princesas o “rei- que realmen te trabajan y sacan el “rein o” adelan te. Ellas bus-
n as vírgen es” (como Atta en B ich os o Bala en A n tz) que, en can el alim en to, con struyen el n ido y lo arreglan cuan do se
su vuelo nupcial, saldrán a buscar amantes para posteriormen- rompe, cuidan de sus h erman as o h erman os cuan do son ju-
te fun dar sus propias colon ias. ven iles, procesan el alimen to, limpian el n ido y sacan la ba-
sura. Sin embargo, n o siempre un a h ormiga n ace con un pa-
pel predeterminado, y lo interesante es que puede cambiar sus
¿S o n la s r e in a s r e a lm e n t e m o n á rq u ic a s ? fun cion es de acuerdo con las n ecesidades del momen to. Es-
te cambio se puede apreciar en la película A n tz cuan do Wea-
El apelativo de “rein a” y el papel de ésta como pon edo- ver (el soldado) reem plaza en la excavación del tún el a su
ra de h uevos, y por lo tan to, respon sable del tam añ o de la amigo Z (un obrero).
colon ia n os h ace pen sar que la colon ia está bajo su con trol. Al con trol “total” de la rein a sobre las actividades de la
D e h ech o, much os mirmecólogos (estudiosos de h ormigas) se colon ia se con trapon e la idea —recien temen te propuesta—de
han formado bajo este concepto. Sin embargo, la idea del “po- que las conductas exhibidas por las hormigas dependen de las
der” de la rein a sobre las actividades de la colon ia fue desa- con exion es que ellas establezcan en tre sí y del patrón de in -
fiada en 1999 cuan do se propuso que el con trol está en las teraccion es que h ayan experimen tado en su vida (basta con
obreras, quien es garan tizan el fun cion amien to de la colon ia a recordar la sublevación producida por Z en tre las obreras de
partir de sus in teraccion es con otras obreras. la colon ia).
Mien tras que la vida de la rein a dura much os añ os (y en Q uedará en m an os de los actuales m irm ecólogos y sus
próxim as gen eracion es seguir estudian do los detalles de có-
3 A tta es el n ombre cien tífico asign ado a un grupo (gén ero) de h ormigas mo se organ izan las colon ias de h ormigas. Por ejemplo, cómo
cortadoras de h ojas. Véase capítulo 2 del libro. logran esa exquisita coordin ación en sus actividades (filas tan
4 Bala es el n ombre común utilizado en Costa Rica para h ablar de un
orden adas) o esa an ticipación a los problem as am bien tales
grupo de h ormigas primitivas (Parapon era clavata), carn ívoras, muy gran -
des y agresivas, que cuan do clavan su aguijón producen un dolor “equiva- (¿ cuán tos h em os m irado a las h orm igas para predecir si va
len te” a un balazo. a llover? ). Muy probablem en te, aquellos que h ayan visto la
20 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 21
película A n tz se h abrá pregun tado de qué man era las h ormi- reclutar. Por ejemplo, pueden o no necesitar de la compañía
gas logran formar esa in creíble bola demoledora o la in men - de la hormiga exploradora para localizar el alimento previamen-
sa escalera para escapar de la in un dación . La “orden ” n o fue te marcado, y pueden reclutar a pocas o a muchas hormigas.
dada por la rein a pese a que ella fue un a de las primeras en “Correligionarias, no quiero alarmarlas, pero les sugiero que
ser puesta a salvo. La razón es sim ple: la rein a es la ún ica rápidamente y en orden huyamos hacia la derecha, porque se
que pon e h uevos, y en con secuen cia, es n ecesaria para asegu- viene la represión”. Este clase de mensaje se comunica utilizan-
rar la perm an en cia de la colon ia en el tiem po. Y lo que im - do feromonas de alarma. Existen diferentes situaciones en las
porta, a n ivel evolutivo, es dejar un a buen a can tidad y calidad cuales pueden usarse: inundación o rotura del hormiguero, ata-
de descen den cia. Pero la rein a sola n o puede garan tizar el pa- que de enemigos e invasión de especies competidoras.
saje de su in formación gen ética a las futuras gen eracion es. “¿ Siempre venís a este vuelo nupcial? ¿ Sos realmente vir-
gen ? ¿ Te puedo volver a ver? ¿ D ón de vas a fun dar n uestra
colon ia? ”. El en cuen tro de los mach os y las h embras aladas
C o m u n ic a c ió n e n t r e h o r m ig a s : (princesas vírgenes, futuras reinas) ocurre gracias a la produc-
u n a c u e s t ió n d e q u ím ic a ción sin cron izada de feromon as sexuales.
“Soy fiam bre. Fui. Kaput”. Cuan do un a h orm iga m uere,
Para realizar tareas com plejas de form a coordin ada las secreta un a sustan cia (ferom on a fun eraria) que in dica a sus
hormigas tienen que comunicarse entre sí. Pese a que pueden h erman as vivas que está muerta y debe ser tran sportada h as-
verse con sus ojos y tocarse con sus antenas, la principal for- ta la “pila de basura” (que también se usa como cemen terio).
ma de comunicación entre ellas es mediante mensajes quími- Un simpático experimento demostró que una hormiga viva ro-
cos. Las hormigas son como bolsas químicas caminantes, lle- ciada con esta sustan cia es acarreada por sus compañ eras h a-
n as de glán dulas exócrin as (o sea, que secretan sustan cias cia el cemen terio aun que la h ormiga en cuestión patalee, ch i-
hacia el exterior del cuerpo). Cada una de estas glándulas pro- lle o in ten te regresar al n ido.
duce diferentes sustancias, llamadas feromonas, las cuales son También existen muchas otras sustancias químicas que son
interpretadas por los miembros de la colonia. Existen diferen- utilizadas para marcar territorios y reconocer miembros de la
tes feromonas, muchas de las cuales son específicas y “comu- m ism a colon ia, en tre otros m en sajes. Pese a que este “idio-
nican” distintos mensajes. m a” de uso de ferom on as aparen ta características de un len -
“Compañeras, encontré un rosal espectacular. Está cerca del guaje escrito, se parece m ás a un a com un icación oral. Los
hormiguero, sigan mi huella química que no las voy a defrau- m en sajes quím icos tien en un a duración lim itada en el tiem -
dar”. La forma que tienen las hormigas para comunicar este ti- po (se evaporan) y por ende deben ser repetidos mientras se
po de mensaje es utilizando feromonas de reclutamiento. Es- desea transmitirlos. En coincidencia con este concepto, la fuer-
tas sustancias pueden ser dejadas durante su recorrido por una za del mensaje químico depende en muchas casos de la con-
hormiga exploradora, que es la encargada de buscar las fuen- cen tración de la sustan cia. Algo con ocido: cuan to más grita-
tes de alimento. Diferentes especies tienen distintas formas de mos, más gente nos presta atención.
Capítulo 2
O r ie n t a c ió n : e s b u e n o s a b e r
d ó n d e s e v iv e
L a o r ie n t a c ió n e s u n v ia je d e id a (y v u e lt a )
camin os e in tercambian in formación con otras h ormigas, al- sign ificar diferen tes cosas. La existen cia de estas señ ales en
gun as poseen la capacidad de memorizar camin os sin usar in - el cam in o puede in dicar dirección y/ o calidad del recurso,
form ación del exterior, y la m ayoría utiliza m ás de un a for- ayu d an d o a la o rien tació n y al reclu tam ien to d e m ás h o r-
m a para ubicarse. Porque, después de todo, h um an os y m igas a la fuen te de alim en to. Adicion alm en te, com o peato-
h ormigas n os perdemos y en con tramos de forma similar. n es en la vereda, las h orm igas tam bién in tercam bian in for-
m ación cuan do se en cuen tran . Si observam os a las h orm igas
en un sen dero, vem os que n o siem pre h ay un claro sector de
C a m in a n t e, s í h ay c a m in o ida y otro de vuelta, sin o que pueden h aber sectores del ca-
m in o con bastan te descon trol, lo que ocasion a ch oques en -
La existen cia de cam in os claram en te m arcados, tales co- tre las h orm igas que van y las que vien en . Se especula que
mo los que poseen las h ormigas cortadoras de h ojas y las que en estos en cuen tros h ay in tercam bio de in form ación , in clu-
com en sem illas (gran ívoras), represen ta un sistem a que ob- yen d o d ato s p ara o rien tarse. Algo así co m o p regu n tarle al
viam en te colabora para que las h orm igas vayan adon de tie- peatón que n os cruzam os en la calle: ¿ cóm o vien e el cam i-
n en que ir (a un a plan ta a cortar h ojas o a recolectar sem i- n ode adelan te? ¿ voy bien si sigo por acá?
llas) y vu elvan ad o n d e tien en qu e vo lver (su n id o ) sin
perderse. Esos cam in os, a veces verdaderas aven idas lim pias
de h ojas y palitos, n o sólo son un a marca física real en el am- L o e s e n c ia l n o s ie m p r e
bien te, sin o que gen eran un com portam ien to de m asa o gru- e s in v is ib le a lo s o jo s
po, en el que las h orm igas sim plem en te siguen a las que tie-
n en ad elan te. Algo sim ilar h acem o s lo s h u m an o s, cu an d o Al igual que los h um an os, algun as h orm igas se orien tan
p o r ejem p lo estam o s en el tú n el d e u n a lín ea d e su bterrá- p rin cip alm en te p o r la vista. Po r ejem p lo , las h o rm igas d el
n eos que descon ocem os y querem os salir: sim plem en te se- gén ero Ectatom m a, son m uy abun dan tes en bosques tropi-
guimos a los de adelan te, supon ien do que ellos tien en el mis- cales secos y lluviosos, poseen ojos m uy bien desarrollados
m o objetivo que n osotros. A diferen cia del ejem plo an terior, y casi n o utilizan señ ales quím icas para orien tarse. Viven en
en el que podem os seguir a la m uch edum bre equivocada (si colon ias subterrán eas pequeñ as, de alrededor de 100 h orm i-
la m ayoría desea h acer com bin ación en vez de salir a la ca- gas, a la cual se en tra y sale por un a ún ica en trada en el sue-
lle), todas las h orm igas que están en el cam in o tien en el m is- lo. Las h orm igas salen solas a alim en tarse, sin cam in os m ar-
m o objetivo: ir h acia la fuen te de alim en to y regresar al n i- cad o s, exp lo ran d o al azar. Para co lm o , h ay m u ch ísim as
do con el recurso. O sea, aparte de seguir el cam in o, seguir colon ias. En 10 m 2 de suelo de bosque tropical seco pode-
a la d e ad elan te ayu d a a o rien tarse. La m ayo ría d e las ve- m os en con trar h asta 30 n idos de Ectatom m a. Todo esto re-
ces esta orien tación se ve fortalecida por señ ales quím icas. presen ta un problem a de orien tación : exploran solas al azar,
Co m o se d ice en o tra p arte d e este libro , las h o rm igas se cuan do en cuen tran un recurso deben regresar a su n ido sin
com un ican prin cipalm en te por señ ales quím icas que pueden u n cam in o m arcad o n i física n i qu ím icam en te y, p ara co l-
26 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 27
que utilizan el in terior de las plan tas para vivir dan golpeci- puede h acerse un “mapa in tern o” y regresar al pun to de ori-
tos con sus patas an tes de seleccion arla como el futuro n ido gen o volver a h acer exactam en te el m ism o cam in o sin n e-
de la colon ia. En los casos en que la plan ta ya estaba ocupa- cesidad de recurrir a señ ales extern as. La similitud del n om-
da por otras rein as, la h ormiga que daba los golpecitos se iba, bre de la especie (“cursor”) con su capacidad no debe ser mera
pero cuan do estaba vacía in gresaba al tron co. M uy proba- coin ciden cia.
blem en te, este m étodo represen te algún tipo de percepción
auditiva, lo que abre la posibilidad de que la orien tación au-
ditiva también ayude a las hormigas a orientarse en ciertas cir- ¿U n o p a ra t o d o s o t o d o s p a ra u n o ?
cun stan cias.
La orien tación es m uy im portan te para volver a casa, y
por eso todos los an imales seden tarios, que n ecesitan regre-
¿S e x t o s e n t id o ? sar siem pre a un sitio fijo, h an desarrollado m uch as form as
para evitar perderse. Las h ormigas n o son la excepción . H e-
En situacion es extremas, los sen tidos pueden aportar po- m os discutido cóm o la vista, el olfato, la audición , posible-
co. Imagin émon os a n osotros mismos en un a h abitación gi- mente el tacto, y la más abstracta integración de caminos pue-
gan te, con piso, paredes y tech o blan co, sin olores n i m ar- den ayudar a las h ormigas a orien tarse en el espacio. Todos
cas, dentro de la cual debemos orientarnos para llegar a cierto los sen tidos aportan in formación diferen te y, en con secuen -
punto donde recibiremos una recompensa. Cuando no hay se- cia, las hormigas generalmente pueden utilizar más de un sen-
ñ ales visuales, táctiles, olfativas, gustativas o auditivas, ten e- tido a la vez, jerarquizan do su uso de acuerdo con su forma
mos que recurrir al apren dizaje y a la memoria. La “in tegra- de vida, el ambien te en que viven y la circun stan cia en la cual
ción de camin os” (en in glés, patch in tegration ) es un a forma se en cuen tran . Los organ ism os que in tegran la in form ación
por la cual los an imales pueden orien tarse cuan do n o existe de más de un sen tido pueden estar más seguros de que están
otra in formación que el camin o ya realizado. D e algun a ma- yen do por el camin o correcto.
n era, las h ormigas pueden memorizar la dirección y la distan -
cia de cada tramo recorrido, para luego in tegrarlo en un a ún i-
ca ruta y retorn ar a su n ido. La detección de la dirección L a o r ie n t a c ió n t a m b ié n p u e d e ay u d a r
cardin al parece deberse a un a especie de “imán ” in tern o, que a e s c ap a r : la s h o r m ig a s q u e p la n e a n
les permite orien tarse en el espacio sin n in gun a in formación s in p la n if ic a r
más allá de su propio cuerpo. Esto sería algo parecido a lo que
para n osotros sign ifica “izquierda” o “derech a”; así, la detec- Com o dijim os an tes en este libro, las h orm igas viven en
ción de la distan cia aparen temen te se logra memorizan do los casi todas partes. Esto in cluye las copas de los árboles de los
“pasos” recorridos. D e esta forma, in tegran do dirección y dis- bosques tropicales, a más de 45 m de altura. Allí en tre las ra-
tan cia, la especie de h ormiga mediterrán ea Catalyph id cu rsor mas tien en sus n idos, y por allí camin an buscan do alimen to,
30 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 31
sin bajar al suelo. Es com o vivir perm an en tem en te en el pi- investigador realizó varios experimen tos tapán doles los ojos
so 120, con todo lo que n ecesitamos. Sin embargo, la altura y m odifican do el color de la corteza de los árboles. Con los
n o sólo ofrece alim en to y refugio, sin o depredadores. Por ojos tapados o con cam bio del color de la corteza, las h or-
ejemplo, también h ay algun as lagartijas que viven en las co- migas se desubicaban y aterrizaban en cualquier parte. O sea,
pas de los mismos árboles, y les en can ta comer h ormigas que la visión era, aparen temen te, la forma por la cual podían ubi-
an dan pasean do por las ram as. ¿ Q ué posibilidades de esca- carse para decidir adón de aterrizar, o m ejor dich o, “arbori-
par a un depredador ten emos cuan do estamos en un an gos- zar”. En ton ces, la capacidad de plan ear h ace que lan zarse al
to corredor con un precipicio a ambos lados? ¿ Q ué h aríamos vacío sea, para estas h orm igas, un a estrategia bastan te ven -
en este caso? Las h orm igas del gén ero Ceph alotes, que vi- tajosa para h uir de un depredador que ataca en las alturas.
ven en la copa de los árboles en la Amazonia encontraron una Y, adem ás, poder plan ear de regreso a casa tam bién parece
solución : se tiran al vacío y plan ean para volver al h ogar. N o un a buen a opción para min imizar las con secuen cias de caí-
plan ean en el sen tido de que plan ifican regresar a su n ido, das acciden tales por vien to. En con clusión , las h ormigas n o
sin o que vu elan , pero sin alas. Y para ello deben orien tarse sólo camin an (todas) o vuelan (las rein as vírgen es y los ma-
en el espacio, pero esta vez se trata del espacio aéreo. ch os), sin o que algun as también pueden plan ear al vien to pe-
Estas hormigas poseen una morfología aplanada, de cabe- ro n o a la deriva, sin o ten ien do el con trol de su vuelo. Valga
za y cuerpo ch ato, lo que aparen temen te les permite ser un a el juego de palabras, quizá la primera h ormiga de este grupo
especie de avión plan eador vivien te. Al percibir peligro de que cayó al vacío n o lo ten ía plan eado, pero plan eó…
algún tipo se tiran al vacío desde los 45 m de altura don de
viven . ¡Imagín en se lo trabajoso que sería caer suavemen te al
piso y ten er que volver a subir los 45 m para llegar a casa!
Pues ellas h an en con trado la solución : se tiran al vacío, pla-
n ean usan do su cuerpo como un timón , y regresan al tron co
de su propio árbol a los pocos m etros. Para com probar ex-
perimen talmen te esta cualidad e investigar cómo se guiaban
en el aire, un in vestigador se subió a las copas de los árbo-
les con sogas, tomó hormigas suavemente con una pinza, y las
tiró al vacío. Para su sorpresa, a los pocos m etros, con un
elegan te plan eo, las h ormigas volvían al tron co del mismo ár-
bol desde don de eran arrojadas. N o sólo plan eaban , sin o que
iden tificaban su árbol, y dirigían sus movimien tos en el aire
para aterrizar en su propio tron co. Luego, tran quilas, subían
un os pocos metros h asta llegar a su h ormiguero. Para averi-
guar cóm o lograban esto n uestras plan eadoras h orm igas, el
Capítulo 3
Lo s p a t r ia r c a s d e la a g r ic u lt u r a :
la s h o r m ig a s c o r t a d o ra s d e h o ja s
H is t o r ia n a t u ra l d e la s h o r m ig a s
c o r t a d o ra s d e h o ja s : ¿Q u ié n e s s o n ,
d e d ó n d e v ie n e n y d ó n d e e s t á n ?
n ey. Pese a que esta clase de h orm iga se en cuen tra am plia-
Cuan do observamos a un a column a de h ormigas cargan - m en te distribuida en casi todo el territorio am erican o (des-
do h ojas o flores h ay varias pregun tas que un o se form ula. de la Patagon ia h asta el Sur de N orteamérica) ocupan do un a
¿ Adón de van ? ¿ D e dón de vien en ? La primera tien e un mo- gran variedad de am bien tes (selvas, pastizales, bosques, es-
tivo in teresad o : qu erem o s co n firm ar qu e están d evo ran d o tepas) hay dos países del continente americano que no poseen
n u estra p lan ta p referid a. La segu n d a, u n m o tivo crim in al: cortadoras: Can adá (posiblemen te por su clima poco “amiga-
querem os ubicar su n ido para destruirlo. La tercera pregun - ble”), y Ch ile. Aceitem os las n euron as: ¿ qué n os sugiere es-
ta —¿ quién es son ? —, quedó sin form ular porque creem os co- ta particular distribución geográfica sobre el “origen ” de las
nocer la respuesta: son los verdugos de nuestro jardín, huerta hormigas cortadoras? Por un lado, el hecho de que se encuen-
o plan tación que con esmero h emos cuidado. Sin embargo, tren sólo en América sugiere que su origen fue posterior a la
sólo conocemos una parte minúscula de la historia natural de separación de los con tin en tes (h ace 200 m illon es de añ os
este tipo de hormigas. Posiblemente, como en las películas, las Africa estaba pegada a América). Por otra parte, el h ech o de
estamos acusando de un delito que no han cometido. O en to- que los h erman os tran san din os n o disfruten de estas h ormi-
do caso, las acusamos sin saber que nosotros somos los insti- gas n os sugiere que la aparición de las “cortadoras” fue pos-
gadores de su desenfrenada actividad defoliadora en nuestras terior al levan tam ien to de la cordillera de los An des. Ch ile
huertas y jardines. ¿ Q uiénes son, realmente, estas hormigas? quedó en ton ces como un a “isla” difícil de colon izar para es-
Si quieren conocerlas sígannos en fila como las hormigas, que tos in sectos: gran des alturas por un costado y mar por el otro,
no los vamos a defraudar, como los humanos. excesivo frío por abajo y áridos desiertos sin plan tas para cor-
Las h ormigas cortadoras de h ojas se en cuen tran agrupa- tar por arriba. Esto también n os in dica que la aparición de las
das taxon óm icam en te en los gén eros (un con jun to de espe- hormigas cortadoras de hojas es relativamente reciente (apro-
cies em paren tadas) A tta y A crom yrm ex. Actualm en te se co- ximadamen te h ace 4 millon es de añ os), muy posterior al “de-
n ocen 39 especies (24 perten ecien tes al gén ero A crom yrm ex sembarco” en el plan eta de las primeras h ormigas (n o corta-
y 15 al gén ero A tta). Las h ormigas cortadoras de h ojas n o se doras), un os 100 millon es de añ os atrás.
alimen tan de las h ojas que cortan . Aun que las h ormigas que Tan to tiempo de evolución sobre sus an tepasados h ormi-
observamos cosech an do material vegetal aprovech an para to- gas h an perm itido que las cortadoras de h ojas posean un a
mar savia de las h ojas al cortarlas, la fuen te de proteín as de de las estructuras sociales más complejas del grupo. N o sólo
la colon ia (esen cial para alimen tar a las larvas) provien e de “descubrieron ” la utilidad de la agricultura para alimen tarse,
los h on gos que, con los fragm en tos de las plan tas, cultivan sin o que se h an asociado con un as bacterias que man tien en
den tro del h ormiguero. sus cultivos libres de otros hongos parásitos. Como si esto fue-
Las h ormigas cortadoras de h ojas son exclusivas de Amé- ra poco, h an desarrollado un a in creíble capacidad de división
rica (n o existen en Africa, Asia, Europa, n i O cean ía), por lo del trabajo, la cual se expresa en la existen cia de diferen tes
cual la larga fila de h ormigas cargan do h ojas en la con ocida “castas morfológicas”, o grupos de h ormigas que son de for-
película “El Rey León ” es un desliz de los productores de D is- m as m uy diferen tes en tre sí (Fig. 2). Esta diferen cia m orfo-
36 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 37
S o b r e g u s t o s s í h ay a lg o e s c r it o : ¿q u é
Figura 2 y c u á n t o c o r t a n la s h o r m ig a s c o r t a d o ra s ?
Castas en hormigas cortadoras de
hojas. La hormiga más grande es
un soldado, la de tamaño interme- La cantidad de material vegetal que este tipo de hormiga
dio una obrera recolectora, y la me- puede recolectar sorprende por su magnitud. Por ejemplo, en
nor una “ jardinera” , encargada del
mantenimiento del cultivo de hon-
ambientes tropicales un solo hormiguero puede cortar 2.000 Kg.
gos del cual se alimentan. Las dife- de hojas por año (¡en peso seco!). En bosques tropicales se cal-
rencias en tamaño son proporciona-
cula que un solo nido puede cortar el área equivalente a una
les a sus tamaños reales.
cancha de fútbol por día. Reflexionando sobre la capacidad de-
lógica den tro de un a m ism a colon ia represen ta un a ven taja foliadora de estos insectos, podemos pensar lo mismo que el na-
turalista Thomas Belt cuando visitó el trópico americano en
para la vida en sociedad, pues cada tamañ o se dedica a la ta-
1874: ¿ cómo es que la vegetación no ha desaparecido de la faz
rea que su forma le permite realizar más eficien temen te. Por
de la Tierra ante la voracidad de estas hormigas? La respuesta
ejem plo, las gran des, cabezon as y con en orm es m an díbulas
es simple: la vegetación se defiende, tolera o resiste los ataques
(soldados) son m uy buen as defen soras; las de tam añ o m e-
de las hormigas. D urante largo tiempo las hormigas cortado-
dian o (obreras), excelen tes cortadoras y recolectoras 5 , y las
ras han evolucionado junto con la vegetación de los ambien-
pequeñ as (n odrizas) pueden alimen tar a las larvas mejor que tes donde habitan, actuando como agentes de selección natu-
sus h erman as de mayor tamañ o. ral sobre las diferentes defensas que posee la vegetación. Muchas
Las cortadoras también h an desarrollado un eficien te sis- plantas pueden tener defensas estructurales (látex, hojas duras,
tem a para cosech ar h ojas. Las h orm igas exploradoras bus- pelos, etc.) o sustancias químicas repelentes para las hormigas
can y ubican plan tas apetecibles para la colon ia. Luego, las y/ o tóxicas para los hongos que éstas cultivan.
h orm igas obreras siguen esas pistas quím icas con struyen do Ya sabemos por qué la vegetación n o h a desaparecido de
la tierra bajo las m an díbulas de estos h am brien tos in sectos,
5 Por ejemplo, las h ormigas que se ven en la película B ich os. pero ¿ qué tipo de plan tas prefieren cosech ar las h orm igas?
38 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 39
En am bien tes n atu rales, las h o rm igas co rtad o ras reco lec- tidas, éste es un fen óm en o raro en am bien tes n aturales. Es
tan h ojas, flores y frutos de m uch as especies vegetales con com ún que las cortadoras aban don en un árbol atacado an -
las cuales preparan su cultivo de h on gos (un n ido puede ata- tes de que éste sea com pletam en te defoliado, o que ataquen
car alrededor del 90% de las especies que encuentra ). Sin em- plan tas lejan as al n ido pese a existir otras sim ilares m ás cer-
bargo, casi un 80% de su dieta se com pon e de un as pocas ca. ¿ Cuál puede ser la ven taja de este patrón de com porta-
especies, las cuales ataca selectivam en te. D ich o de otra for- m ien to? Las colon ias de estas h orm igas pueden vivir h asta
ma: come poco de much as pero much o de pocas. ¿ Por qué? 2 0 añ o s y, an u alm en te, só lo u n 10% d e las co lo n ias m u e-
Por un lado, las h ormigas n o en cuen tran a todas las especies ven su s n id o s. Si to d o s lo s árbo les ap etecibles cercan o s al
igualmen te apetecibles (recordemos que much as plan tas po- h orm iguero fueran con sum idos h asta su m uerte, el área n e-
seen defen sas químicas). Por el otro, deben ofrecerle al h on - cesaria para en con trar suficien tes árboles para alimen tar un a
go que cultivan un a gran variedad de plan tas para que éste colon ia sería cada vez m ás am plia, ya que alrededor del h or-
crezca adecuadam en te. Com o se puede apreciar, sus m oti- m iguero sólo sobrevivirían las especies de plan tas poco ape-
vos n o son muy diferen tes a los n uestros: los seres h uman os tecibles. Por lo tan to, la probabilidad de en con trar alim en -
tam poco en con tram os a todas las com idas igualm en te ape- to sería cad a vez m en o r y el esfu erzo p ara realizar d ich a
titosas (ten emos preferen cias), pero a la vez n o podemos ali- colecta cada vez m ayor. Esta “defoliación descon trolada” se-
men tarn os a puras papas fritas porque n os en fermaríamos. ría a largo plazo un a característica con traproducen te para la
co lo n ia. Utilizan d o u n a m etáfo ra eco n ó m ica, lo s árbo les
apetecibles represen tan para las h orm igas din ero deposita-
H o r m ig a s c o r t a d o ra s y s e r e s h u m a n o s : do a plazo fijo en el ban co de la n aturaleza. Para las corta-
¿q u ié n e s la p la g a ? doras es, en ton ces, m uch o m ás adaptativo usar “los in tere-
ses” (un poco de h ojas por árbol) en vez de gastar todo el
En este sección vamos a intentar describir las dos caras de “capital” (con sum ir el árbol en tero).
la m on eda: por un lado, cóm o las actividades de las h orm i- N o es que las hormigas “deciden” utilizar a las plantas en
gas pueden ser n ocivas para los sistemas modificados por el forma parcial, sino que existen mecanismos que determinan ese
h ombre. Por otro lado, cómo estas mismas actividades son de tipo de “uso”. Por ejemplo, se sabe que las cortadoras explo-
vital importan cia en los sistemas n aturales. ran para buscar nuevas plantas para atacar, principalmente, al
final de sus senderos de alimentación. Al buscar más en un si-
tio que en otro, no todos los árboles dentro de su área de ac-
N iv e le s d e d e f o lia c ió n : c u á n d o , ción tien en la misma probabilidad de ser en con trados. O tra
cóm o, dónde razón por la cual las hormigas no cortan todas las hojas de un
árbol es porque n o todas las h ojas de un a misma plan ta son
Pese a que las h orm igas cortadoras de h ojas tien en la ca- igualmen te apetecibles. La calidad de los recursos den tro de
pacidad de elim in ar árboles en teros por defoliacion es repe- un a misma plan ta puede variar tan to en el espacio (estar en
40 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 41
millon es de in dividuos. O bviamen te, la “casa” n ecesaria pa- Pero empecemos de arriba h acia abajo. Un efecto que los
ra tan tas h ormigas tien e que ser en orme. En este sen tido, un h orm igueros poseen sobre la superficie del suelo es dism i-
h orm iguero es parecido a un tém pan o de h ielo: la parte ex- n uir la den sidad de vegetación a su alrededor. Much as veces
tern a que vemos es solo un a pequeñ a muestra de un en orme las h orm igas cortan las plan tas que se en cuen tran cerca del
e intrincado diseño de túneles y cavidades subterráneas. Si pu- n ido, o las tapan con el suelo que sacan para con struir sus ga-
diésem os in gresar por algun as de las m uch as en tradas para lerias ocasion an do un área de suelo “desn udo” de gran ta-
observar el in terior de un h orm iguero de A tta de tan sólo 3 maño. Estas áreas afectadas por los nidos pueden abarcar has-
añ os de edad (un n ido casi “adolescen te”), podríamos en con - ta 30 m 2 en las especies de A crom yrm ex y h asta 100 m 2 en los
n idos de A tta. Estas superficies son similares a las de un de-
trar hasta 1000 cámaras subterráneas. En dichas cavidades las
partam en to (am plio) de un am bien te, y a las de un a casa
h ormigas crían sus larvas, cultivan el h on go, se protegen de
(gran de) de un a familia, respectivamen te.
las in clem en cias del tiem po, y pueden ten er cám aras espe-
En sistem as m odificados por el h om bre, la sim ple pre-
ciales para depositar su basura. Toda un a organ izada ciudad
sen cia de los n idos puede producir pérdidas econ ómicas so-
debajo la superficie de la tierra (Fig. 3).
lam en te por ocupar o m odificar áreas destin adas a cultivos
o pasturas. Por ejemplo, en el estado de San Pablo, Brasil, se
estima por este motivo una pérdida anual de 80.000 hectáreas.
Adicion almen te, much as veces el gan ado se acciden ta cuan -
do un h ormiguero se rompe a su paso. ¿ Son en ton ces malos
los h ormigueros? Todo depen de del con texto. En ambien tes
n aturales los h orm igueros cum plen un papel vital en la for-
mación y modificación del suelo, mejoran do sus propiedades,
in corporan do materia orgán ica y aceleran do el ciclado de n u-
trien tes. Com o con secuen cia, cuan do la colon ia m uere m u-
ch as veces los h orm igueros fun cion an com o sitios de colo-
n ización para distin tos tipos de plan tas, in crem en tan do la
diversidad vegetal local y modifican do el paisaje.
Los cambios en la superficie del suelo ocasionados por los
hormigueros pueden resultar pequeños cuando los compara-
mos con las modificaciones subterráneas. Un nido de A tta pue-
de desplazar h asta 30 ton eladas de suelo removien do an ual-
Figura 3
Corte de un pequeño nido de hormigas cortadoras de hojas. Se observan cámaras mente 1.1 toneladas por hectárea. Evidentemente, los grandes
y galerías subterráneas donde se crían a los juveniles y se procesa el material ve- movimientos de tierra indican la existencia de un alto núme-
getal. También se ven hormigas recolectoras ingresando al nido con fragmentos de
hojas. El hongo que ellas cultivan se observa colgando desde el techo de la cáma- ro de cámaras subterrán eas, much as de ellas con abun dan te
ra mayor del nido.
44 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 45
mo plagas a las hormigas cortadoras clasificándolas por su co- bezas de gan ado” equivalen dich as pérdidas en los sistem as
lor (“coloradas y n egras”) sin clarificar cuáles especies eran . pastoriles? Estas y otras pregun tas merecen más in formación
Los tiempos han cambiado, y ahora sabemos que en nuestro an tes de tomar con clusion es apresuradas.
país hay más hormigas cortadoras que las “negras” y las “co-
loradas”, y que el color n os dice m uy poco sobre su capaci-
dad de convertirse en plagas. Existen en nuestro suelo al me- C o n c lu s io n e s : v iv ir y d e ja r v iv ir
n os 20 especies de h orm igas cortadoras de h ojas, aun que 6
de ellas aún poseen status taxonómico incierto. D e las 14 es- H emos descripto el papel de las h ormigas cortadoras en
pecies restan tes, sólo 4 son con sideradas plagas importan tes h ábitats n aturales con la in ten ción de com pararlos con sus
(A tta vollen w eideri, A tta sexden s, A crom yrm ex lan dolti y m ás con ocidos efectos sobre los am bien tes m odificados por
A crom yrm ex lu ndi) y se encuentran distribuidas principalmen- el hombre. En los sistemas naturales, estos insectos poseen un
te en el centro y norte del país. importan te papel en la regulación de las poblacion es de plan -
Sin embargo, existe poca información disponible sobre sus tas, el en riquecim ien to del suelo, y el ciclado de n utrien tes.
efectos en los sistemas modificados por el h ombre, y men os Los cambios en el suelo producto de la con strucción y man -
aún sobre el papel que podrían cum plir en n uestros ecosis- ten imien to de los n idos pueden in cremen tar la diversidad ve-
temas n aturales. In clusive, un a misma especie puede cumplir getal e in fluir sobre la din ámica del paisaje.
fun cion es diferen tes en distin tos ambien tes. Por ejemplo, en Cuan do el ser h uman o modifica los ecosistemas, algun as
Mision es A crom yrm ex lobicorn is es con siderada un a plaga en especies de h ormigas cortadoras pueden dejar de ser un im-
plan tacion es de pin os; en La Pam pa su com peten cia con el portan te factor de regulación y convertirse en plagas. En tér-
gan ado por pastos es muy baja; y en el N -O de la Patagon ia min os gen erales, cuan do el h ombre tala o quema bosques pa-
su distribución está restrin gida a los bordes de rutas o m ár- ra con vertirlos en pasturas, plan tacion es o cultivos, está
gen es de ríos. O tro ejemplo es A tta vollen w eideri: puede ser sim plifican do drásticam en te la diversidad de la com un idad
plaga en ambien tes modificados por el h ombre y sus gran des n atural. Este empobrecimien to del ambien te repercute de va-
nidos pueden ocasionar accidentes a animales domésticos, pe- rias formas sobre las h ormigas cortadoras: (1) elimin a sus po-
ro en el Ch aco sus h orm igueros en riquecen el suelo y favo- sibles en emigos n aturales, (2) torn a h omogén eo el microcli-
recen la in stalación de especies leñ osas, in cremen tan do la di- ma modifican do el equilibrio en tre especies de h ormigas (3)
versidad vegetal. O sea, n o h ay especies buen as o malas. introduce vegetación exótica, con poca historia en común con
Sin embargo, es parte del mito destacar los efectos “per- las cortadoras, y por lo tan to peor defen dida que la vegeta-
judiciales” de las h orm igas cortadoras sobre los am bien tes ción n atural, y (4) dismin uye drásticamen te la diversidad de
modificados por el h ombre, aun que falten datos que defin an alim en to para las h orm igas, m odifican do la escala a la cual
exactam en te la m agn itud del perjuicio del cual estam os h a- estos in sectos perciben el am bien te. Com o con secuen cia, lo
blando. ¿ Cuáles son exactamente las pérdidas por defoliación que antes era percibido como una mezcla heterogénea de mo-
que pueden ocasion ar sobre un a plan tación ? ¿ A cuán tas “ca- saicos de vegetación y cosech ado de man era “con servativa”,
48 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER
L a s m il y u n a m a n e ra d e d e f e n d e rs e
e n la v id a v e g e t a l
N o sólo las con ocidas espin as, las estructuras leñ osas, la
alta den sidad de pelos o la dureza de las h ojas son caracte-
rísticas que pueden fun cion ar como defen sas con tra los h er-
50 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 51
bívoros. La mayoría de las plan tas producen sustan cias quí- m an en tes o tem porales, con sisten en expan sion es de pecío-
m icas de defen sa, que actúan dism in uyen do la superviven - los, espin as, u h ojas en forma de pequeñ as bolsas o cámaras
cia o in terrumpien do la acción en zimática digestiva del h er- (Fig. 4). También los tallos h uecos ofrecen sitios poten ciales
bívoro. Pero esto n o es todo. para vivir. Estas h ormigas in gresan a estas estructuras h acien -
En 1874, el n aturalista Th omas Belt propuso que algun as do pequeñ os orificios, y gen eralm en te n o aban don an a la
h ormigas, en vez de comerse a las plan tas, las podían prote- plan ta n i siquiera para buscar alimen to. Pero, si n o aban do-
ger de los h erbívoros. Sin em bargo, la com un idad cien tífica n an la plan ta y n o se la comen , ¿ de qué se alimen tan ?
n o estaba preparada para aceptar semejan te con cepto en ese
momen to. Recién en 1966 se realizó un experimen to que de-
termin ó la aceptación formal de esta idea. D an iel Jan zen , un
ecólogo tropical, excluyó experimen talmen te a las presun tas
h ormigas protectoras (Pseu dom yrm ex) de las plan tas don de
vivían (A cacia). Tiem po después, éstas plan tas presen taron
mayor h erbivoría y mortalidad que plan tas con h ormigas. Por
lo tan to, la presen cia de estos in sectos de algun a form a be-
n eficiaba a las plan tas en don de vivían . ¿ Por qué las h ormi-
gas h arían semejan tes favores a las plan tas?
¿U n e jé rc it o d e h o r m ig a s p a ra d e f e n d e r a
u n a p la n t a ?
El n ivel de protección que estas h ormigas brin dan a su Sin embargo, la mayor parte de los estudios modern os so-
planta varía de acuerdo a la especie de hormiga y a la especie bre los mutualismos planta-hormiga muestran que son asocia-
de Cecropia. Cuanto más amplia es la distribución geográfica ciones no obligatorias (facultativas), entre pocas o muchas es-
(lugares donde se las encuentra) de ambas, menos eficiente es pecies (oligofílicas o polifílicas) y que pueden establecerse en
la hormiga para “defender”, y la planta debe invertir mas ener- form a oportun ista. Esto im plica que la plan ta puede ser de-
gía en fabricar defensas alternativas. Las especies de Cecropia fen dida por m ás de un a especie de h orm iga al m ism o tiem -
y de hormiga mutualista que poseen la mayor distribución geo- po, o que la protección ofrecida por las hormigas varía depen-
gráfica del continente se encuentran juntas en el N -E de Argen- dien do del grado de desarrollo de la plan ta o de los lugares
tina. En esta selva subtropical, las plantas producen hojas más o ambien tes don de se en cuen tre.
duras y con más defensas químicas que otras especies de Cecro- Se demostró que la hormiga ayuda más si el ambiente tam-
pia con distribución mas pequeña. Una posible explicación de bién lo h ace. Si la plan ta vive en un ambien te rico en recur-
este patrón es que las hormigas que las habitan no son tan bue- sos (mucho sol o suelo fértil) podrá producir mucho néctar y
nas protectoras. La hormiga, haciendo honor a nuestra idiosin- de buena calidad, o secretar abundante cantidad de gránulos
crasia, estaría aprovechando los beneficios que la planta le ofre- alimenticios. En consecuencia, la colonia de hormigas podrá
ce, evadiendo el “pago” por estos servicios. crecer más. A su vez, las colon ias de h ormigas más gran des
O tro ejem plo de relación m utualista h a sido estudiado ofrecen una mayor protección a las plantas. Cuando hay más
en el Ch aco seco. Allí, la h ormiga Cam pon otu s blan du s pro- hormigas patrullando es más probable localizar y expulsar más
tege al arbusto Capparis retu sa. Los arbustos con muchas hor- rápidamente a los enemigos, disminuyendo la herbivoría y au-
migas mutualistas son men os atacados por las h ormigas cor- mentando la supervivencia y reproducción de su planta. Pero
tadoras. Adicionalmente, estos arbustos poseen menos niveles si la planta vive en un ambiente “pobre” en recursos, las hor-
de defen sas químicas que otras especies leñ osas men os visita- migas pueden dejar de asociarse con un huésped que no ofre-
das por las h orm igas “protectoras”, sugirien do que para la ce suficiente recompensa alimenticia.
plan ta existe un a solución de com prom iso en tre in vertir en Much os mutualismos son con dicion ales, y se tran sforman
defen sas químicas o bióticas (h ormigas). en un a relación ben eficiosa para un a de las partes y n eutra
para la otra (comensalismo), o en una relación beneficiosa pa-
ra una de las partes pero perjudicial para la otra (parasitismo).
N a d a e s p a ra s ie m p r e y t o d o e s r e la t iv o N o es lo mismo una especie de hormiga que otra, un lugar que
otro, un m om en to que otro o este libro sobre h orm igas que
Las plan tas del gén ero A cacia y las h ormigas del gén ero otro. Por ejemplo, un a razón que explica la “con dicion alidad”
Pseu dom yrm ex son un ejemplo de un mutualismo obligatorio de esta relación es la in terferen cia producida por un os in sec-
(simbiosis), y monofílico (1 especie de planta con 1 especie de tos al alterar el ben eficio que las h orm igas le ofrecen a las
h orm iga), el cual posiblem en te h aya surgido por un a evolu- plan tas. Estos in sectos se llaman h omópteros, y son un gru-
ción con jun ta de ambas especies (co-evolución ). po de bich os pequeñ os y gen eralmen te seden tarios (pulgon es,
56 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 57
coch in illas o escamas) que se alimen tan de savia vegetal in - hacia la planta comienza a desdibujarse. Dicho de otra forma,
sertan do sus piezas bucales en los tubos por don de se con - las hormigas crían y protegen a insectos que se alimentan de las
duce el alimen to de la plan ta. Su sistema digestivo, bastan te plan tas que, teóricamen te, deberían elimin ar para proteger a
in eficien te, elim in a por el an o gotas ricas en azúcares, pro- la planta. Los homópteros son las bebidas vivas que en la pe-
teín as, min erales y vitamin as las cuales son buscadas, locali- licula A ntz consume la hormiga Z en la barra del bar del hor-
zadas e in geridas ávidamen te por las h ormigas (Fig. 6). miguero, mientras la hormiga lunática y borracha le cuenta so-
bre la existencia de otro mundo: Insectopia.
Pero los h omópteros n o se dejan ordeñ ar a cambio de n a-
da (o porque les guste). Las h ormigas cuidan a estos h omóp-
teros de las in clemen cias del tiempo y de los predadores. Por
ejemplo, los h omópteros son más propen sos a in fectarse por
h on gos si sus gotas n utritivas se acumulan en su cuerpo. Las
h orm igas, al estar ordeñ án dolos con stan tem en te, evitan n o
sólo este tipo de in feccion es sin o que también dismin uyen el
riesgo de que sean atacados por otros in sectos (parasitoides).
Tratán dolos como man adas de dimin utas vacas, en ocasion es
los “arrean ” h acia refugios en el in terior de las plan tas o n i-
dos don de viven las propias h ormigas. A veces, la mutua de-
pen den cia es tal que las rein as, al fun dar sus n uevas colo-
nias, llevan consigo algunos “homópteros-vacas”. O los arrean
duran te sus peregrin ajes, como las h ormigas n ómades H ypo-
Figura 6 clin ea cu spidatu s. En casos de depen den cia extrema, los h o-
Hormiga “ ordeñando” a un homóptero. Se observa que la hormiga toma una gota m ópteros n o elim in an las gotas de m iel h asta ser estim ula-
de líquido azucarado producido por dicho insecto y que le sirve de alimento. Del
otro lado del tallo, se observa una hormiga trasladando a un integrante del “ rebaño” .
dos por las an ten as de las h orm igas. El h om óptero, con su
“gota n utritiva”, h a in terferido en la relación m utualista ori-
ginal de la hormiga con la planta al recibir los cuidados y aten-
Pese a que much as plan tas presen tan adaptacion es para cion es que le correspon dería al vegetal. Por lo tan to, se h a
atraer hormigas protectoras, si las hormigas no obtienen sufi- con formado un a n ueva relación mutualista, pero esta vez en -
ciente comida entonces empiezan a criar homópteros. Esto sig- tre las h ormiga y los h omópteros.
n ifica que las h ormigas cuidan a los h omópteros para “cose- Pero la vida del h omóptero n o es tan fácil como parece.
char” las gotas ricas en sustancias nutritivas que éstos liberan. Cuan do las h ormigas n ecesitan proteín as (cercan o a la épo-
Los homópteros, al alimentarse de las plantas se comportan co- ca de los vuelos n upciales), cambian de la producción lech e-
mo herbívoros, y entonces el papel protector de las hormigas ra (ordeñ e) a la producción de carn e, devoran do algun os pul-
58 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 59
L o s ja r d in e s c o lg a n t e s n o s o n e x c lu s iv o s
d e B ab ilo n ia
C o n c lu s io n e s : n u e v a m e n t e v iv ir
y d e ja r v iv ir
C a ra : L a s h o r m ig a s c o m o c o n t ro l b io ló g ic o
como Form ica polycten a, puede con sumir h asta 100.000 lar- acerquen al cultivo aun cuan do sus n idos estén fuera del mis-
vas de mariposa por día. mo.
Las hormigas depredadoras, que hay muchas, pueden real- Además, las h ormigas que an idan en el suelo –que son la
mente tener un papel beneficioso en los agro-ecosistemas. Por mayoría de las h ormigas depredadoras– pueden otorgar otros
ejemplo, en América Cen tral la presen cia de h ormigas in cre- ben eficios adicion ales, algun os ya discutidos en el capítulo de
men ta la superviven cia de plan tacion es de ban an a atacadas las cortadoras de h ojas. Estas h ormigas también realizan ex-
por insectos come-tallos. La actividad depredadora de las hor- cavaciones –túneles y cámaras– para construir y mantener sus
migas es también respon sable de un a dismin ución de la h er- n idos, m ejoran do la aireación del suelo, la in filtración del
bivoría sufrida por plan tas de m em brillo en Brasil. Las h or- agua, y la con cen tración de n utrien tes. Estas características
migas del gén ero Solen opsis, Ph eidole y Ectatom m a (las dos (algo así com o la “yapa” o “com o si esto fuera poco…”) fa-
primeras muy comun es en la Argen tin a) h an demostrado ser vorecerían el crecimien to de los cultivos.
muy eficien tes con troladoras de las plagas del maíz tan to en Sin embargo, se deben realizar los estudios pertinentes pa-
México com o en N icaragua. En Trin idad, las h orm igas pro- ra cada sistema en particular y elegir muy bien la especie que
tectoras en fren tan a sus voraces parien tes del capítulo an te- se desee introducir o favorecer. Si no, se corre el riesgo de una
rior, las h orm igas cortadoras, logran do proteger a las plan - in versión desafortun ada, com o sucedió en Colom bia con la
tacion es de cítricos. introducción de la hormiga Prenolepis fu lva. Esta hormiga no
Varios de los atributos de las h ormigas depredadoras in - sólo n o con troló la acción de las h ormigas-plaga cortadoras
dican que podrían ser utilizadas en ben eficio de los agrosis- de h ojas, sin o que comen zó a relacion arse de forma mutua-
temas o plan tacion es mixtas: (1) respon den a las variacion es lista con h omópteros, h acien do que éstos últimos se convir-
espaciales y temporales de la fuen te alimen ticia. Esto sign ifi- tieran en un a n ueva plaga de los cafetales.
ca que las h ormigas pueden actuar de acuerdo a los aumen - Ya en 1880 los alem an es apreciaban el papel ben eficio-
tos de las plagas, com ien do m ás cuan do h ay m ás para co- so de las h ormigas depredadoras para la salud de los bosques.
mer; (2) se pueden man ten er activas aún cuan do ellas tien en Es por eso que en su m om en to em itieron un a ley que casti-
poco para comer, lo cual puede ocurrir en determin adas épo- gaba con un a m ulta de 100 m arcos o un m es de prisión a
cas desfavorables del añ o o cuan do se cosech a un cultivo; aquellos que destruían los n idos de las h orm igas o robaban
(3) pueden acumular alimen to sin saturarse si h ay demasia- sus larvas para dar de comer a las gallin as. Un siglo más tar-
dos in sectos “plaga” para com er; (4) pueden ser m an ipula- de, en m uch os países se da la situación in versa: se estim ula
das para en trar en con tacto con las plagas y así lograr con tro- la erradicación de h orm igas que pueden resultar ben eficio-
larlas. Esto último puede lograrse de diversas formas: a través sas para los agro-ecosistemas.
de la in troducción de sus n idos en el lugar don de está la pla- Tal vez, en el futuro los jardin eros y productores asuman
ga, por modificación del ambien te para favorecer su estable- la estrategia de cultivar, jun to a sus preciadas flores y cultivos,
cim ien to, o por m edio de la plan tación de árboles con n ec- otras plantas que tengan relaciones mutualistas con hormigas.
tarios o la colocación de cebos azucarados para que ellas se Ellas se en cargarían de correr a su paren tela de triste fam a,
66 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 67
in ician do un a n ueva era de paz en tre el h om bre y su dim i- “mosquitas” parasitoides (Fig. 9). Su tamaño mínimo (<1 mm)
n uto en emigo actual. h abla poco de su en orme efecto. Estas mosquitas (Ph oridae),
colocan un h uevo den tro del cuerpo de un a h ormiga adulta.
D e este h uevo em ergerá un a larva que se com erá a la h or-
S e c a : la s h o r m ig a s c o n t ro la d a s miga por den tro (algo así como un “alien ”), para luego tran s-
b io ló g ic a m e n t e formarse en el adulto de la mosquita. Estos parasitoides son
muy específicos y en general atacan a una sola especie de hor-
A su vez, n o vam os a n egar que las h orm igas, en deter- m iga, por lo cual su in troducción en un sistem a n o es m uy
min adas circun stan cias, pueden convertirse en plaga. N o so- riesgosa. Además de in fligir mortalidad directa sobre las h or-
mos tan fan áticos.
migas, su mera presen cia les produce tal susto, que las h ormi-
Tradicion almen te, las h ormigas h an sido con troladas por
gas perman ecen h oras sin moverse, afuera o aden tro del h or-
productos químicos, los cuales son poco eficien tes. Primero,
miguero, corrien do el riesgo de morir por in an ición .
son poco específicos m atan do tam bién a otros organ ism os
O tro efecto in directo de estos parasitoides se puede ob-
además de h ormigas. Segun do, son poco efectivos pues en ge-
n eral elim in a a las obreras y n o a la rein a, la cual sigue fa- servar cuando las hormigas compiten con otras por el alimen-
brican do n uevas obreras. Tercero, con tamin an a otros orga- to. Un a especie de h orm iga puede ser excelen te com petido-
n ism os de la caden a alim en ticia ya que n o se degradan y se ra pero puede perder su alimen to si es atacada o asustada por
acum ulan . Millon es de dólares se h an gastado para con tro- su parasitoide específico. Esto puede dismin uir la can tidad de
lar químicamen te a las h ormigas, sin lograr solucion ar el pro- comida que lleve a su colonia, y por ende afectar el crecimien-
blema. to y man ten imien to de la misma. Este doble efecto, de muer-
D esde h ace sólo un par de décadas se h a recon ocido la
utilidad de los en emigos n aturales de las h ormigas, y se h a co-
menzado a pensar en utilizarlos para su control. Entre los ene-
migos n aturales de las h ormigas, los más promisorios por su
efectividad, especificidad y posibilidad de man ipulación , son
los parasitoides. Los parasitoides son in sectos que viven par-
te de su vida a expensas de un huésped, al cual matan después Figura 9
Esquema de una
de h aberse desarrollado. Los m ás con ocidos son las llam a- hormiga de fuego
das “avispitas”, las cuales h an sido utilizadas con éxito en la con una mosquita
parasitoide
regulación de diversas plagas de agro-ecosistemas (larvas de (Phoridae) a punto
mariposas, escarabajos y h omópteros). de colocarle un
En la década del 90 aparecieron los prim eros estudios huevo en la
cabeza.
orien tados al con trol biológico de h ormigas utilizan do un as
68 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER
H o r m ig a s in v a s o ra s : ¿ra r e za s
e n u n m u n d o g lo b a liza d o ?
Italia, y se recon ocen com o lo que son : un a gran fam ilia. Y n os por medio de n uestras patrióticas h ormigas, siempre lle-
no es que no haya peleas dentro de una gran familia, pero to- ga. Pero n o todo es con tra el “gran ” país del N orte. Pese a que
dos sabem os que, m ás allá de las diferen cias in tern as, la fa- son tan tos, n o pudimos con n uestro gen io y también n os me-
milia se un e si h ay un en emigo en común (por ejemplo, otra timos con los ch in os. A pesar de ser tan trabajadores, su ex-
especie de hormiga que no es pariente). pan sión m un dial tam bién h a sufrido n uestra ven gan za pues
O tro ejemplo de h ormigas invasoras “argen tin as” son las las h orm igas de fuego ya se registraron por prim era vez en
h ormigas de fuego (en in glés, fire-an ts), rojas y n egras, Sole- 2004 y acaban de ser en con tradas en H on g Kon g.
nopsis invicta y Solenopsis richteri que han invadido gran par-
te de los Estados Un idos. Estas especies h an ocasion ado mi-
llon es de dólares en pérdidas de diversa ín dole y gastos para ¿V ie n e n t o d a s la s h o r m ig a s
con trolarlas desde su aparición , alrededor de 1920. Las h or- in v a s o ra s - e x ó t ic a s d e s d e A r g e n t in a ?
m igas de fuego tam bién son origin arias de las zon as del Río
Paran á, co m o las h o rm igas argen tin as, p ero m ás al N o rte, N o. Por mal o bien que nos pese, no hacemos bioterroris-
de las provin cias de Form osa y Corrien tes. Adem ás de dis- mo con hormigas. Sin embargo, llama la atención que un nú-
m in u ir la bio d iversid ad d e las co m u n id ad es in vad id as, las mero desproporcionadamente alto de hormigas “transferidas”
h orm igas de fuego tam bién son un grave problem a para los se originó en las regiones biogeográficas del N eotrópico (Sur
h umanos. Su picadura es infernalmente dolorosa y puede pro- de México, Centro y Sudamérica) y O riental (principalmente
ducir shock s anafilácticos a las personas muy susceptibles (así Asia). Por su parte, las islas del Pacífico son las mayores re-
como a las vacas y otros mamíferos), ocasion án doles la muer- ceptoras de hormigas transferidas desde otros sitios.
te. También provocan dañ os in directos a las poblacion es h u- Las islas son sistemas particularmente vulnerables a la in-
man as. En la agricultura, dado sus h ábitos omn ívoros y a pe- vasión de especies exóticas en general y, por ende, de hormigas
sar de n o alim en tarse de h ojas, pueden tam bién (com o L . en particular. Esto se debe a que las especies que evolucionan
h u m ile) con stituirse en un problema al cuidar pulgon es como en una isla son pocas y poseen características muy particulares.
un rebañ o person al de vaquitas (véase capítulo de mutualis- Por lo tanto, ofrecen poca resistencia a la invasión. D icho de
mos). Los pulgon es, recordemos, pueden ser un a seria plaga otra man era, las invasoras, en gen eral, son mejores competi-
ya que se alimen tan de la savia vegetal de los cultivos. Pero doras que las especies n ativas que h abitan un a isla.
estas h ormigas n o sólo traen problemas relacion ados con la
agricultura y la salud, sin o que n o le temen a la modern idad
y producen también problemas más tecn ológicos Re c e t a p a ra s e r u n b u e n in v a s o r
Las hormigas de fuego se han constituido en los “hackers”
de las compañ ías de electricidad yan quis, ya que les en can ta Tome nota, señora (o señor), porque sólo el 10% de las es-
an idar en las cajas de luz, lo que produce cortocircuitos. Co- pecies exóticas logra establecerse en los nuevos lugares. O sea,
mo muchos dicen, la venganza será terrible y la justicia, al me- no es una tontería ser una especie invasora exitosa. Los estu-
74 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 75
L a s h o r m ig a s e s c la v iza d o ra s :
n o e s t a m o s s o lo s
in sectos les perm itió con vertirse en esclavizadoras de otras lugar m edian te un “golpe de estado” secreto y un iperson al.
h ormigas. H ay varios ejemplos de cómo este tipo de h ormi- Un a vez allí, con m uch a pacien cia, se le sube a la rein a ofi-
gas someten a sus esclavas, desde la invasión directa y masi- cial sobre el “lom o” y em pieza a serruch arle la cabeza (que
va h asta la sutil in tromisión de un solo in dividuo. vendría a ser como serrucharle el piso). Ya decapitada la ver-
Las h ormigas rojas amazón icas (un as cin co especies) son dadera reina de la colonia, la nueva “asesina” comienza a po-
ejemplos típicos de esclavización pues sus sometidos son co- n er sus h uevos. Sin en terarse de los n uevos acon tecimien tos
lon ias de la misma especie o especies muy emparen tadas, que de palacio, las obreras de Tapinom a cuidan, alimentan, y pro-
utilizan los mismos recursos alimenticios y represen tarían im- tegen los huevos de la nueva reina. Posiblemente estas obre-
portan tes competidores. En el veran o, h asta un a vez por día, ras no pueden reconocer la diferencia entre hermanas verda-
colon ias de 500 a 1000 in dividuos de Polyergu s ru fescen s se deras e imitadoras. D e esta forma sutil, la nueva reina deja su
lan zan en gran des column as que avan zan 1 metro cada 30 se- descendencia ocupando un nido ajeno con sus propios hijos.
gun dos h acia la colon ia que fue elegida para esclavizar. Sin
dudar, in gresan a la m ism a decapitan do o partien do en dos
a cualquier obrera que se in terpon ga en su cam in o. D el n i- H o r m ig a s g u e r r e ra s , le g io n a r ia s
do atacado se roban todas las pupas, las cuales son llevadas o la s t e m id a s “ m a rab u n t a ”
a su n ido para ser criadas. A fin es del veran o, las h orm igas
amazón icas pudieron h aber secuestrado, sin pedir rescate al- Un a h orm iga sola n o podría con siderarse com o qu e tien e algo
gun o, alrededor de 40.000 pupas. Sin em bargo, n o todo es específico en su m en te. Varias h orm igas ju n tas, rodean do u n a
agresión en este tipo de h ormigas. Un a vez que h an esclavi- presa, parecerían ten er
zado a sus oponentes, las agresivas “amazonas” se vuelven su- u n a idea en com ú n . Pero cu an do se ve u n a m asa den sa de
misas y depen dien tes de sus esclavas para alimen tarse y lim- m iles de h orm igas cu brien do el su elo del bosqu e, es cu an do se
piarse. Paradójicam en te, cuan do están den tro de sus n idos pu ede em pezar a percibir a la “bestia”. Es allí cu an do u n o pu ede
su comportamien to pasa de ser agresivo a ser in ofen sivo, “su- verlas pen san do, plan ean do, calcu lan do su s m ovim ien tos, com o si
plican do” alimen to a las obreras que h an esclavizado. fu eran u n a com pu tadora vivien te.
Pero también h ay estrategias más sutiles para esclavizar.
En los desiertos de Africa del N orte, las reinas de B othriom yr- L EWIS TH O MAS , 1974
m ex decapitans ingresan a una colonia de Tapinom a después
de su vuelo nupcial. Primero, con una aparente actitud de so- Las conocidas “marabuntas” conforman uno de los grupos
metimiento, la reina invasora se deja capturar por las obreras míticos de hormigas. D e hecho, han sido protagonistas de un
de Tapin om a, quien es la in gresan a la colon ia como si fuera par de películas de cine catástrofe (bastante malas, por cierto),
un a “presa”. Allí, poco a poco, la rein a “som etida” adquiere como por ejemplo “Marabunta”, en donde Charlton H eston ac-
el olor típico de la colon ia y se las in gen ia para llegar h asta túa de un rudo y excéntrico habitante del Amazonas que en-
don de se en cuen tra la rein a oficial. Su objetivo es tom ar su cuentra el verdadero amor gracias a la invasión de las hormigas.
82 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 83
De acuerdo con citas del siglo pasado, este tipo de hormigas han gas, uno puede también observar la aparición de algunas aves
protagonizado anécdotas que abarcan desde su uso para eje- volando cerca del suelo que sacarán provecho de esta situación.
cutar criminales en Africa, hasta el ataque a bebés que fueron Estas voraces hormigas (llamadas legionarias o guerreras)
consumidos en pocos minutos. La fama de este grupo está bien no dejan prácticamente nada en su camino, excepto plantas que
merecida, especialmente para aquellas hormigas pertenecien- no comen y grandes animales que, al percibirlas, se escapan del
tes a los géneros Eciton y Dorylu s. Uno puede ver estas hormi- frente de ataque. Sin embargo, hay otros animales que prefie-
gas –aunque ellas no pueden vernos a nosotros pues son casi ren quedarse y acompañ arlas en su voraz avan ce, tan to sea
ciegas– durante una mañana soleada en las selvas tropicales del para atacarlas como para sacar “provecho” de sus actividades.
Por ejemplo, hay grupos de insectos que parasitan a estas hor-
neotrópico o de Africa, respectivamente. En realidad, primero
migas solamen te cuan do están en movimien to. Por otra par-
se escuchan. Su movimiento suena como un murmullo de ho-
te, existen diferen tes especies de aves comedoras de in sectos
jas secas moviéndose, eco de miles de hormigas buscando or-
que se ubican en la parte trasera de la columna de ataque. To-
ganismos para devorar (Fig. 10). Unos instantes después, una
do insecto, lagartija o rana que salte o trate de escapar de las
columna de 4-15 m de ancho que contiene entre 200.000 y hormigas marabunta es atacado por estas aves, las cuales con-
700.000 hormigas aparecen de la nada. Siguiendo a las hormi- siguen su alimen to con un mín imo esfuerzo. También existe
un grupo de escarabajos con apariencia similar a estas hormi-
Figura 10 gas. Estos escarabajos march an con ellas en sus column as,
Hormigas legionarias o aprovechando no sólo el alimento que “se escapa” de las ma-
guerreras atacando en
forma grupal a un
rabuntas sino su protección, ya que las aves no atacan a las hor-
insecto, futura presa. migas legionarias.
Las h ormigas legion arias o guerreras se caracterizan por
ser el ún ico tipo de h ormigas n ómades, con fases estacion a-
rias y móviles que se repiten cíclicamen te, en promedio, un a
vez por mes. Su n ido se llama “bivouac” y se caracteriza por
ser formado solamen te por h ormigas un idas en tre sí por sus
patas que protegen en su in terior a las pupas, larvas, h uevos,
y especialmen te a la rein a. En la fase estacion aria, esta den -
sa m asa de h orm igas puede ten er 1 m de grosor y se ubica
gen eralmen te debajo de tron cos caídos. La ún ica rein a de ca-
da “bivouac” rápidam en te se torn a in capaz de m overse por
sí m ism a. Esto se debe al tam añ o desproporcion ado de su
abdom en , el que le perm ite colocar en tre 2 (en el n eotrópi-
co) y 50 (en Africa) millon es de h uevos por añ o. El in icio de
84 P A T R I CI A J . F O L G A R A I T - A L EJ A N D R O G. FA R J I - B R EN ER UN M U N D O D E H ORM I GA S 85
la fase móvil de la colon ia depen de de la producción de lar- las h orm igas del gen ero Oecoph ylla. Estas h orm igas son de
vas y del agotamien to del alimen to del área. D uran te esta fa- color verde, in usual para este tipo de in sectos, lo cual podría
se, las h ormigas pueden avan zar en column as con ducidas por ayudarlas a “camuflarse” en tre las h ojas por don de h abitual-
un grupo de hormigas exploradoras o bien pueden avanzar en men te tran sitan .
masa, en un a aparen te y temible desorgan ización . Su extra ñ a m a n era d e co n stru ir n id o s requ iere d e la
Las n uevas colon ias se forman a partir de fragmen tos de cooperación de los in dividuos adultos e in m aduros de la co-
la colon ia m adre, cuan do se separan las ún icas 6 o 7 “prin - lon ia. Las larvas, por m edio de sus glán dulas salivales, son
cesas” acompañadas cada una de una legión de hormigas. Los
mach os, ún icos in dividuos alados del n ido, también aban do-
n an su colon ia origin al para fecun dar prin cesas de rein os le-
jan os, evitan do así el fam oso efecto “m ejor n o te cases con
tu prima”.
H o r m ig a s t e je d o ra s : a ú n in a d v e r t id a s
p o r la in d u s t r ia d e la s e d a
A u n qu e la larva se en oja,
pu es ella pon e la seda,
h ay qu e u n ir h oja con h oja
con u n a su stan cia qu e pega.
H o r m ig a s q u e v ia ja n s o b r e h o r m ig a s :
¿g u a r d a e s p a ld a s o p e r e zo s a s ?
de ver que estas pequeñ as h orm igas se quedan allí con las M o ra le ja : n o s c r e e m o s m u c h o , p e ro s i
man díbulas abiertas en actitud defen siva, o se bajan de la h o- c o m p a ra m o s , n o s o m o s n a d a
ja en don de estaban mon tadas. ¿ Cuál es la fun ción de estas
h ormigas-jin etes? ¿ O será que simplemen te aprovech an a sus
h erman as trabajadoras para h acer un viaje “gratis”? La idea de qu e los in sectos perten ecen a u n m u n do distin to al
Se h a descubierto que, en algun os casos, estos jin etes de- n u estro
fien den a la h orm iga que la tran sportan del ataque de un as es bastan te com ú n en tre las person as, y es u n sen tim ien to
mosquitas parasitoides. Como las obreras tien en sus man dí- válido. D espu és de todo, si bu scáram os el an cestro com ú n en tre
los in sectos y n osotros
bulas ocupadas tran sportan do h ojas, n o pueden defen derse
deberíam os rem on tarn os a m ás de
de estas moscas, las que en cuen tran vía libre para depositar
m edio billón de añ os atrás.
sus h uevos en la cabeza de las h ormigas (ver explicación de-
Sin em bargo, los in sectos perten ecen a este m u n do, y n osotros,
tallada en el Cap. 3). En cam bio, cuan do las obreras llevan los H om o sapien s, pareceríam os ser u n a criatu ra extrañ a y
a sus h erman itas en las h ojas, las pequeñ as las defien den es- aberran te de recien te origen qu e h a preten dido crear su propio
pantando a las moscas parasitoides. Estas diminutas guardaes- m u n do, aparte del de la n atu raleza.
paldas se h acen las “can ch eras” porque n o son atacadas, ya
que los h uevos de las moscas n o pueden desarrollarse en un a H O WARD E VAN S , 1985
h ormiga tan pequeñ a.
Como estas “guardaespaldas” a veces se bajan de las hojas
y poseen un comportamiento errático, han surgido otras ideas Las h orm igas usan la agricultura, los an tibióticos, alm a-
para explicar su probable función. Una posibilidad es que es- cen an alimen to, man ejan poblacion es de in sectos, utilizan la
tén “limpiando” la hoja de hongos dañinos antes de que ese frag- seda, dividen el trabajo, fabrican cam in os, y regulan térm i-
mento ingrese al hormiguero y pueda infectar el cultivo del cual camen te sus “vivien das” desde h ace much o tiempo an tes que
se alimentan. Si esta idea es cierta, aparte de “guardaespaldas” los seres h uman os. Sin embargo, much as veces seguimos con -
serían también “limpiadoras” y deberían mostrar un compor- sideran do a las h orm igas com o si fueran in deseables para
tamiento de limpieza mientras son transportadas. Sin embar- nuestra existencia. Q uizá nos deberíamos preguntar seriamen-
go, como algunas personas que conocemos, la mayor parte del te quién es la plaga en este mun do, y en vez de querer elimi-
tiempo estas hormigas parecen no hacer nada, subiéndose o ba- narlas, intentar convivir con ellas en equilibrio con el ambien-
jándose de las hojas que llevan sus compañeras, o deambulan- te. Porque, ¿ quién sabe cuán to más tien en para en señ arn os?
do por el sendero. Tenemos buenas noticias: quizá la vagancia
sea útil. Estar desocupado pero disponible para cumplir algu-
na función urgente (defensa contra parasitoides, limpieza de
obstáculos en el sendero, acarreo de hojas frente a la presen-
cia de competidores, etc.) puede ser ventajoso para la colonia.
Bibliografía comentada
1 . D iv u lg a c ió n
Wilhelm Goetsch, 1983, La vida social de las David F. William s, 1994, Exotic Ants. Biology,
horm igas, Editorial Labor, Barcelona, España, Im pact, and Control of Introduced Species,
218 pp. (Versión “ actualizada” y traducida de WestView Press, Boulder, USA, 332 pp.
la original publicada en alem án en 1937). Un excelente libro para aquel que está interesado en saber lo que ha-
En forma clara, este libro “de divulgación ”, resume la forma de re- cen las h ormigas exóticas cuan do llegan a sus n uevos h ogares. En -
producción , castas, clases sociales, len guaje, m orfología y división tre ellas, h ay algun os capítulos dedicados a las h orm igas de fuego
del trabajo en las h ormigas. y h ormigas argen tin as, oriun das de n uestros pagos. Poco se dice so-
bre su con trol, a pesar del título.