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FACULTAD DE CIENCIAS MEDICAS U.N.L.P.

C/
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA s/ nulidad
actos administrativos - medida cautelar -
art. 32 - ley 24521.
(RECURSO EXTRAORDINARIO)
S.C. F. 787, L. XLII.

Procuración General de la Nación

S u p r e m a C o r t e :

- I -
A fs. 465/475, la Cámara Federal de Apelaciones de
La Plata (Sala II) resolvió hacer lugar al recurso que, en los
términos del art. 32 de la ley 24.521, interpuso la Facultad
de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata
(UNLP en adelante) y, en consecuencia, declaró la nulidad de
la resolución del 29 de marzo de 2005 y de la ordenanza 217/05
dictadas por el Consejo Superior de la Universidad, mediante
las cuales se estableció, entre otras disposiciones, un
sistema general de ingreso a todas las unidades académicas, se
abolió el carácter eliminatorio del examen de ingreso y se
fijaron los objetivos y requisitos de admisibilidad de los
estudiantes de aquella Universidad.
En primer término, el a quo rechazó la excepción de
falta de legitimación activa opuesta por la demandada, pues
entendió que la Facultad está habilitada para acudir a la
justicia en defensa de sus intereses, ya que no se trata de
una mera dependencia subordinada de la Universidad sino que la
integra orgánicamente y, en tal carácter, participa en su
gobierno y en la elección de sus autoridades. Agregó que negar
la legitimatio ad causam activa de la Facultad "llevaría a
colocarla en estado de indefensión ante los actos del Consejo
Superior que considera contrarios a derecho", los cuales
quedarían fuera del control tanto administrativo como
judicial, extremos repugnantes a la garantía de la defensa
consagrada por el art. 18 de la Constitución Nacional y a lo
dispuesto por el art. 32 de la Ley de Educación Superior.
Seguidamente, señaló que el Consejo Superior, al
dictar los actos cuestionados, no se ajustó a las normas es-
tablecidas por la ordenanza 101, que regula el procedimiento

-1-
aplicable a resoluciones de esa naturaleza, omitió trámites
esenciales para la formación de la voluntad administrativa e
incurrió en los vicios de incompetencia y ausencia de causa

(arts. 3° y 7° incs. a, b y d, de la ley 19.549), por lo que su


proceder resulta arbitrario con la consiguiente nulidad
absoluta e insanable de los actos impugnados por la Facultad.
Con relación a las normas constitucionales que es-
tablecen la autonomía universitaria, recordó que ellas "lejos
están de imponer el ingreso irrestricto" y que habilitan ple-
namente la aplicación de métodos de selección para el ingreso
a la universidad (art. 75, inc. 19 de la Ley Fundamental y
tratados internacionales con jerarquía constitucional). Asi-
mismo, destacó que el propio Estatuto universitario reconoce a
la Facultad de Ciencias Médicas la atribución de fijar las
condiciones de admisibilidad y de promoción de sus alumnos
(art. 76, incs. 11 y 19), potestad que también fue reconocida
por el art. 50 de la ley 24.521 de Educación Superior a aque-
llas universidades nacionales que, como la de La Plata, cuen-
tan con más de cincuenta mil alumnos.
Tras señalar que la Corte Suprema declaró la cons-
titucionalidad del art. 50 antes citado, efectuó diversas
consideraciones acerca de la autonomía universitaria y con-
cluyó en que la potestad otorgada a las facultades para es-
tablecer el régimen de admisión de los estudiantes no consti-
tuye una limitación irrazonable de aquélla, motivo por el cual
ni el Estatuto ni el art. 50 de la ley 24.521 pueden
considerarse contrarios al art. 75, inc. 19, de la Constitu-
ción Nacional en el caso concreto, pues su ejercicio por parte
de la Facultad de Ciencias Médicas resulta razonable,
transparente, no discriminatorio y adecuado a las posibilida-
des reales de enseñanza.

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- II -
Disconforme, la UNLP dedujo el recurso extraordina-
rio de fs. 479/496, concedido a fs. 515 por la cuestión fede-
ral y denegado por la arbitrariedad de la sentencia.
Sus agravios respecto de la sentencia pueden resu-
mirse del siguiente modo: a) viola la autonomía universitaria
(arts. 75, inc. 19, de la Constitución Nacional y 29 y 48 de
la ley 24.521), pues se inmiscuye en la vida interna de la
Universidad, interfiere en el derecho de autogobernarse y
desconoce la estructura y conformación de las instituciones
universitarias; b) afecta la democracia universitaria y el
principio de las mayorías de los órganos colegiados al permi-
tir que quienes lo integran puedan ir en contra de la resolu-
ción adoptada por la mayoría; c) es arbitraria porque otorga
legitimación a la Facultad de Ciencias Médicas para recurrir
un acto del Consejo Superior de la Universidad fundándose en
una aplicación incorrecta del art. 52, inc. 51, del Estatuto
universitario; d) omitió considerar que el Decano no está
habilitado para actuar en representación de la Facultad y que
son aplicables al caso las normas jurídicas que prohíben que
un órgano subordinado jerárquicamente pueda recurrir los actos
del superior; e) rechazó arbitrariamente el planteo formulado
acerca de que no se encontraba agotada la vía administrativa;
f) la Cámara consideró que la ordenanza 271/05 es una norma
para la Facultad de Ciencias Médicas y de ese modo olvidó que
fue dictada para todas las unidades académicas que integran la
Universidad siguiendo el procedimiento establecido por las
normas aplicables; g) no se pronunció respecto de los
argumentos esgrimidos acerca de la inconstitucionalidad del
art. 50 de la ley 24.521; h) realiza afirmaciones dogmáticas
sin sustento fáctico ni jurídico y efectúa consideraciones que
exceden el marco del debate; y i) viola la división de poderes

-3-
al cuestionar decisiones de política universitaria propias de
sus autoridades.

- III -
Considero que corresponde habilitar la instancia del
art. 14 de la ley 48, toda vez que en autos se discute la
validez de actos emanados de una autoridad nacional -resolu-
ción del 29 de marzo de 2005 y ordenanza 271/05 dictadas por
el Consejo Superior- con fundamento en la interpretación y
aplicación de normas de carácter federal (Ley de Educación
Superior y Estatuto Universitario) y la decisión del superior
tribunal de la causa ha sido contraria a las pretensiones que
el recurrente funda en ellas (Fallos: 314:1234; 323:620). En
tales condiciones, el Tribunal no se encuentra constreñido por
los argumentos de las partes o de la Cámara, sino que le
incumbe realizar una declaración sobre los puntos controver-
tidos según la interpretación que rectamente les otorgue (Fa-
llos: 325:3000, entre otros).

-IV-
Sin perjuicio de lo expresado, desde el momento en
que el primer agravio del recurrente se dirige a cuestionar la
legitimación de la actora, un orden jurídicamente lógico
impone examinar dicha circunstancia en forma previa pues, de
carecer de aquélla, se estaría ante la inexistencia de un
"caso", "causa" o "controversia", en los términos del art. 116
de la Ley Fundamental, que tornaría imposible la intervención
de la justicia (Fallos: 323:1432). Cabe recordar que, en la
doctrina del Tribunal, los casos o controversias contenciosos
a los que se refieren los arts. 116 y 117 de la Constitución
Nacional son aquellos en los que se persigue, en concreto, la
determinación del derecho o prerrogativa debatidos entre

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partes adversas ante la existencia de una lesión actual o, al


menos, una amenaza inminente a dicho derecho o prerrogativa
(Fallos: 321:1352; 322:528, entre muchos otros).
Por lo demás, tal requisito -por ser de carácter
jurisdiccional- es comprobable de oficio, pues su ausencia o
desaparición importa la de juzgar y no puede ser suplida por
la conformidad de las partes o su consentimiento por la sen-
tencia (Fallos: 308:1489 y sus citas) y, en la especie -tal
como se dijo-, corresponde examinarlo de modo prioritario por
ser uno de los principales agravios del apelante y porque si
prosperara resultaría inoficiosa la consideración de los res-
tantes planteos.
A los fines de determinar si en el sub lite se halla
configurado un caso contencioso en el cual el ejercicio de la
jurisdicción ha sido requerido por partes adversas, es preciso
señalar que desde antaño la Corte ha sostenido que los
diferendos entre entidades dependientes de un superior
jerárquico común están excluidos, en principio, de la decisión
judicial y que, si bien tal doctrina es de especial per-
tinencia para las distintas reparticiones de un mismo depar-
tamento gubernamental, en razón de la común gestión de los
asuntos propios de su competencia institucional, es también
factible en caso de una jefatura única de las entidades afec-
tadas (Fallos: 301:117; 325:2888, entre otros).
Asimismo, V.E. recordó en Fallos: 327:5571 que todo
órgano estatal constituye una de las tantas esferas abstractas
de funciones en que, por razones de especialidad, se des-
compone el poder del gobierno; para cuyo ejercicio concreto es
nombrado un individuo (o varios) cuya voluntad vale como la
voluntad del gobierno, en tanto dicho sujeto está autorizado
para "querer" en nombre del todo, dentro del ámbito de su
competencia. Y, aunque no se pueda negar la subjetividad del

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órgano (es decir, su capacidad de ser sujeto y centro de
relaciones interorgánicas), ella existe solamente dentro de la
personalidad del Estado, que es única y la única que se
refleja hacia el exterior de tal forma que no puede ser ata-
cada por la limitada subjetividad de los órganos, pues ésta en
ningún caso podrá ser considerada como verdadera y propia
personalidad jurídica, ya que a este concepto debe dársele un
contenido que se refleje hacia el exterior, frente a sujetos
extraños, que falta en el caso de los órganos (Alessi, Renato:
"Instituciones de Derecho Administrativo", Ed. Bosch,
Barcelona, 1970, T. I, págs. 86 a 96, esp. 84). Estas ense-
ñanzas expresadas por la Corte Suprema en una controversia
suscitada entre órganos de una misma jurisdicción (Adminis-
tración Central) también resultan aplicables a conflictos
entre órganos de una persona pública estatal que no pertenece
a la Administración Central, como es el que se presenta en el
sub lite entre la Facultad de Ciencias Médicas y el Consejo
Superior de la Universidad Nacional de La Plata.
En el mismo orden de ideas, también la doctrina ha
señalado que entre los órganos de una misma persona jurídica
existe una compleja red de relaciones, cuyo carácter jurídico
no puede ponerse en duda y en cuyo desarrollo los órganos
actúan como auténticas unidades subjetivizadas, en cuanto
titulares de unas competencias determinadas y portadores de un
bloque concreto de intereses públicos. Concluye en que los
órganos no poseen personalidad jurídica, pero sí una cierta
subjetividad, que conlleva un grado limitado de capacidad
autónoma de actuación en el exclusivo marco de las relaciones
interorgánicas (Santamaría Pastor, Juan Alfonso: "La teoría
del órgano en el Derecho Administrativo", Revista Española de
Derecho Administrativo, Nros. 40/41, enero-marzo de 1984, pág.
43 y ss.). "Los órganos de una Administración Pública carecen

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de personalidad propia y no pueden por esa simple razón


sostener por sí mismos un proceso y mucho menos, claro está,
hacerlo frente a la propia Administración de la cual forman
parte", prohibición categórica salvo que una ley lo autorice
expresamente (García de Enterría, Eduardo - Tomás-Ramón
Fernández, "Curso de Derecho Administrativo", T. II, Ed.
Civitas, Madrid, 1998, pág. 602).
Sobre la base de lo expuesto, pienso que el con-
flicto suscitado entre la Facultad de Ciencias Médicas y el
Consejo Superior de la Universidad Nacional de La Plata con
motivo en que ambos se consideran competentes para establecer
el régimen de admisión y promoción de los estudiantes de esa
unidad académica, revela una seria discrepancia entre tales
órganos respecto de una cuestión de manifiesta trascendencia
institucional, que debería ser dirimida por aplicación de los
principios que rigen la organización administrativa. Por ello,
tal conflicto no resultaría apto, en principio, para
constituir un caso o controversia que habilite a requerir su
solución en sede judicial, toda vez que no se contraponen los
fines o intereses de dos personas distintas sino, en todo
caso, los de dos órganos de una misma persona, que no se en-
cuentra habilitada para litigar contra ella misma (Fallos:
54:550), máxime cuando la accionante no es una persona jurí-
dica con capacidad para estar en juicio, sino que se trata de
un órgano integrante de la propia persona contra la cual en-
tabla la demanda y se vincula al Consejo Superior mediante una
relación de dependencia jerárquica propia de la descon-
centración administrativa.

-V-
Sin embargo, esta regla general que impediría a la
Facultad de Ciencias Médicas acudir a la justicia para impug-

-7-
nar decisiones del máximo órgano universitario, debe ceder en
el sub lite. Estimo que ello es así, pues la citada unidad
académica constituye un centro de imputación de determinadas
competencias -que le fueron atribuidas para el adecuado cum-
plimiento de sus fines- entre las cuales se le ha reconocido
en forma expresa la de establecer su régimen de admisión y
promoción de estudiantes (v. arts. 50 de la Ley de Educación
Superior y 76, inc. 19, del Estatuto universitario). Dicha
potestad resulta indisponible, inalienable e irrenunciable en
tanto no medie una modificación, supresión o alteración por
parte del mismo ordenamiento que se la confirió y, por lo
tanto, negarle legitimación para cuestionar los actos dictados
por el Consejo Superior en ejercicio de atribuciones que
considera que le han sido sustraídas, importaría el descono-
cimiento de aquellos preceptos y vedarle la posibilidad de
formular un planteo con el objeto de resguardar la competencia
legalmente atribuida.
En tales condiciones, si la ley 24.521 le asignó al
órgano facultad una competencia específica para regular el
régimen de admisión y regularidad de sus estudiantes en aque-
llas universidades nacionales que cuenten con más de cincuenta
mil alumnos -extremo fáctico sobre el que no existe con-
troversia en estos autos-, parece razonable sostener que tam-
bién le confirió los medios procesales para defenderla en caso
de considerar que ha sido avasallada y que, aun cuando esta
situación se produzca por la actuación de un órgano superior
de aquella universidad, pueda acceder a la vía judicial a fin
de que los jueces resuelvan ese conflicto.
En atención a lo expuesto, frente a las resoluciones
dictadas por el Consejo Superior que -a juicio de la actora-
menoscaban, restringen o impiden a la Facultad ejercer las
atribuciones que le fueron conferidas por normas expresas, el

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único modo de procurar su defensa para un ejercicio pleno de


ellas, es por medio de la vía legal que le otorga el art. 32
de la ley de Educación Superior cuando se trata de actos
definitivos emanados del órgano superior universitario.

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Despejado el punto anterior, corresponde dilucidar
la cuestión de fondo que se debate en la especie y que con-
siste en determinar qué órgano tiene atribuida la competencia
para regular las condiciones de admisión, permanencia y pro-
moción de los alumnos de la Facultad de Ciencias Médicas, pues
mientras la actora sostiene -y así lo reconoció el a quo- que
esa potestad le fue otorgada tanto por la ley 24.521 (art. 50)
como por el Estatuto universitario (art. 76, inc. 19), la
Universidad reclama esa atribución para su órgano máximo, el
Consejo Superior.
De este modo, para determinar si los actos impugna-
dos en estos autos -anulados por la Cámara- son válidos es
pertinente indagar acerca de lo dispuesto por el art. 50, in
fine, de la Ley de Educación Superior.
Al respecto, cabe recordar que V.E. ha tenido opor-
tunidad de examinar dicho precepto en Fallos: 319:3148 y
321:1799, precedentes en los cuales expresó que aquella norma,
mediante la que el legislador delegó el ejercicio de su
competencia para fijar planes de admisión que garanticen la
capacidad de los aspirantes, en las facultades pertenecientes
a universidades con más de cincuenta mil estudiantes, no des-
conoce sino que afirma la autonomía de las universidades ya
que el Congreso lo atribuyó a órganos integrantes de aquéllas.
Entre otras consideraciones, V.E. sostuvo que el
sistema adoptado encuentra sustento en que tratándose de
grandes instituciones universitarias, integradas por numerosas

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facultades, resulta más adecuado que sean sus diferentes
unidades académicas las que regulen el sistema conforme a sus
necesidades y exigencias. Asimismo, puso de resalto que no
existe obstáculo para que, en el marco de los principios de
organización, y en ejercicio de la competencia que surge de
los tratados internacionales incorporados a la Constitución,
el legislador haya adoptado un sistema de desconcentración que
se adecue a las características propias de ciertas uni-
versidades y sus unidades académicas, a las que les ha otor-
gado la potestad de definir por las circunstancias señaladas,
su régimen de admisión (Fallos: 319:3148, v. considerandos 23
a 33).
Habida cuenta de lo expresado y en atención a lo
dispuesto expresamente por el art. 76, inc. 19, del Estatuto
universitario, estimo que, al dictar las normas que la actora
ha puesto en tela de juicio en el sub lite, el Consejo Supe-
rior de la Universidad Nacional de La Plata incurrió en un
exceso de las atribuciones constitutivas de su aptitud legal
de obrar, pues las disposiciones mencionadas claramente otor-
gan competencia para regular el régimen de admisión de estu-
diantes a la actora, circunstancia que provoca la nulidad
absoluta de lo actuado.

-VII-
Opino, por lo tanto, que corresponde confirmar la
sentencia de fs. 465/475 en cuanto fue materia de recurso
extraordinario.
Buenos Aires, 14 de noviembre de 2007.
ES COPIA LAURA M. MONTI

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