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Reconozco que al estar tratando con seres humanos, es importante darnos cuenta que no
podemos ir a la deriva todo el tiempo sin tener un rumbo o una guía en el tema de los
trastornos mentales. Sería poco responsable que por no identificar el rumbo adecuado se
dejará de ofrecer el tratamiento más apropiado.
Desde el otro punto, de sus alcances y sus limitaciones, no podemos considerar que un
instrumento es algo absoluto y acabado. Tiene sin duda su eficacia y valor, pero también
es solo eso un instrumentos, un manual.
Algo que pienso constantemente frente a cualquier herramienta o teoría que busca
clasificar a un ser humano es que siempre será límitada, por que definitivamente no existe
un ser humano identidico. Todo lo contrario somos diferentes y en el caso concreto de
cada paciente, son individuos con un personalidad única, con vivencias y experiencias
personales, con ciertas predisposiciones y con un ambiente muy particular.
Creo que cuando un paciente se acerca al proceso terapeutico llega buscando muchas
respuestas, obviamente dependiendo de como se genera o que causa el proceso. Pero
aúnque quiere saber que le pasa y darle quizá un nombre, no será con ello suficiente para
el proceso. Es decir, asignar una etiqueta a su condición no es más benefico que el que el
propio paciente pueda darse cuenta de que algo necesita, que reconozca que debe
recorrer un camino, que vea una opción para tener un mayor bienestar y que quizá se de
cuenta del por qué de su situación.
Para concluir cito el comentario de un artículo “La tendencia a crear cada vez más
etiquetas diagnósticas para describir comportamientos específicos, en lugar de agrupar los
síntomas de los pacientes en categorías amplias, va a conducir al absurdo de que un
paciente tenga muchas etiquetas asignadas. Además, la incapacidad para conectar los
diagnósticos con los procesos causales lleva a un callejón sin salida.” (Echeburúa, 2014)
Referencia bibliográfica