Está en la página 1de 111

PROCESO PENAL SEGUIDO CONTRA

EL POETA CÉSAR VALLEJO | TOMO I


Gladys Flores Heredia y
Francisco Távara Córdova (directores)
AVISO
Estimados lectores:

Les comunicamos que el libro Expediente Vallejo. Proceso penal


seguido contra el poeta César Vallejo. Tomo I, en formato PDF,
no puede subirse completo a la página web debido a que está
protegido por los derechos de los editores. Por ello, encontrarán
aquí los estudios introductorios que se han preparado para esta
edición, así como las primeras páginas de este tomo.
Si desean consultar el libro completo, pueden hacerlo en la
biblioteca Domingo García Rada, ubicada en el primer piso del
Palacio de Justicia; o en la Biblioteca Nacional del Perú.
Lamentamos la incomodidad ocasionada y apelamos a su
comprensión.

Gracias.

Fondo Editorial del Poder Judicial


Proceso penal seguido
contra el poeta
César Vallejo
Proceso penal seguido
contra el poeta
César Vallejo
Gladys Flores Heredia y
Francisco Távara Córdova
(directores)

Tomo
I
Expediente Vallejo.
Proceso penal seguido
contra el poeta César Vallejo
Tomo I

Esta publicación fue sometida a arbritraje


anónimo externo

© Poder Judicial del Perú


Fondo Editorial del Poder Judicial del Perú
Palacio Nacional de Justicia, 4.o piso, oficina 421
Av. Paseo de la República cuadra 2 s/n,
Lima, Perú
Teléfono:
(511) 410-1010, anexo: 11260
fondoeditorial@pj.gob.pe

Fondo Editorial del Poder Judicial del Perú


Edición, notas y concepto artístico:
Gladys Flores Heredia
y Francisco Távara Córdova (directores)

Francisco Távara Córdova (directores)


PROCESO PENAL SEGUIDO CONTRA

EL POETA CÉSAR VALLEJO | TOMO I


PROCESO PENAL SEGUIDO CONTRA

Diseño:
EL POETA CÉSAR VALLEJO

Gladys Flores Heredia y


Gladys Flores Heredia

Rodolfo Loyola Mejía


Composición:
Miguel Condori Mamani
EXPEDIENTE
VALLEJO

Corrección de textos:
Yuliana Padilla Elías
Ilustración de portada:
Bruno Portuguez Nolasco

Primera edición: diciembre de 2021


I
Hecho el Depósito Legal en la
Biblioteca Nacional del Perú
n.° 2021-10601
ISBN obra completa: 978-612-4484-26-1
ISBN tomo I: 978-612-4484-27-8

DOI: 10.35292/pj.gob.pe/book/978-612-4484-27-8

Este libro se terminó de imprimir


en diciembre de 2021
en Tarea Asociación Gráfica Educativa
Pasaje María Auxiliadora 156, Lima, Perú

Impreso en Perú/Printed in Peru

Prohibida la reproducción total o parcial de esta


obra sin previa autorización escrita del editor.

Tiraje: 300 ejemplares


Índice general

IX Presentación
Gladys Flores Heredia y Francisco Távara
Córdova

XIII El proceso judicial de César Vallejo


Francisco Távara Córdova

XXXI El Expediente Vallejo: una


aproximación desde la crítica genética
Gladys Flores Heredia

LV Criterios de edición
Gladys Flores Heredia

LIX Agradecimientos


1 Expediente Vallejo. Tomo I

445 Expediente Vallejo. Tomo II

673 Expediente Vallejo. Tomo III


PRESENTACIÓN

El momento más grave de mi vida fue mi


prisión en una cárcel del Perú.
César Vallejo (Poemas humanos, 1939)

U
no de los capítulos más dramáticos que vivió César Vallejo a los
veintiocho años fue la experiencia carcelaria por 112 días en la
penitenciaría de Trujillo, entre el 6 de noviembre de 1920 y el 26 de
febrero de 1921. El tema es bastante conocido y difundido por los principales
biógrafos y los estudiosos de la obra del vate de Santiago de Chuco: Juan
Espejo Asturrizaga, César Vallejo: itinerario del hombre, 1892-1923 (1965);
André Coyné, César Vallejo (1968); Germán Patrón Candela, El proceso Vallejo
(1992); Stephen Hart, César Vallejo. Una biografía literaria (2014); y Miguel
Pachas, ¡Yo que tan solo he nacido! (Una biografía de César Vallejo) (2018).

Cuando refieren el tema carcelario, algunos estudiosos optan por destacar


que se trató de una acusación alentada por la inquina y el rencor que
Carlos Santa María le tenía a Vallejo. De hecho, el mencionado hombre de
negocios e influyente vecino de Santiago de Chuco lo acusó públicamente,
junto a su hermano Alfredo, de ser uno de los responsables del incendio y la
destrucción de sus propiedades. Algunos otros críticos y biógrafos hallan en
esta experiencia extrema de privación de la libertad, una explicación sobre el
porqué en la obra literaria de Vallejo se encuentran historias que tienen como
protagonistas a personajes encarcelados que reflexionan sobre la naturaleza
y la función de la justicia en la sociedad. De uno u otro modo, es consensual
que se trató de una experiencia que marcó con hierro la vida y la obra de
Vallejo.

Gladys Flores Heredia y Francisco Távara Córdova IX


Una de las imágenes de la estadía del poeta en la cárcel nos la refiere el
latinoamericanista inglés Stephen Hart (2014), quien con pocas y contadas
palabras logra construir un cuadro impresionista, sensitivo y cromático del
injusto reo:

El poeta fue llevado a una celda estrecha, húmeda, maloliente y oscura (tenía
una ventana pequeña). El único mueble era una cama de metal, no había
sábanas, ni agua ni baño. Antenor Orrego fue a ver al vate el 7 de noviembre
y se conmovió hasta las lágrimas al ver a lo que había sido reducido su amigo
(p. 120).

Vallejo no dejó de declararse inocente, no solo desde que Carlos y Alfredo


Santa María hicieran pública su acusación, sino también cuando fue hallado,
arrestado y conducido a la penitenciaría. En una sentida carta dirigida a
su amigo, el periodista y cronista de La Prensa de Lima, Ezequiel Balarezo
Pinillos, le cuenta sobre el infortunio que le ha tocado vivir:

Encuéntrome, desde hace un mes, preso en la cárcel de esta ciudad, enjuiciado


calumniosamente por un hato de crímenes vulgares que yo nunca he cometido.
Es el ambiente provincial. Los rescoldos equivocados de maledicencia lugareña.
—Soy del terruño—. Soy víctima ahora de una de estas tantas infamias gratuitas
(Vallejo, 2011, p. 101).

La cárcel para un inocente y para un culpable son dos acontecimientos


distintos. Por ello, si tuviéramos que interpretar los hechos, nos atreveríamos
a decir que la experiencia carcelaria marca un antes y un después en la
vida del poeta. Si antes de estar en prisión Vallejo había publicado Los
heraldos negros (1919), poemario donde se encuentran diversos temas entre
románticos y modernistas, después de su paso por la cárcel, es decir, cuando
publica Trilce (1922) y Escalas (1923), su universo literario tiene como eje
central el tema de la justicia, sobre todo en la línea de explorar los problemas
que tiene en su naturaleza, función y administración. En ese sentido, diríamos
que explora la justicia como problema y como posibilidad. Lo uno porque
sus personajes y sus versos nos hacen ver sus límites y paradojas; y lo otro
porque su poesía y sus relatos buscan la justicia, la anhelan como reguladora
de la vida en sociedad.

X Presentación
Como hemos mencionado anteriormente, el 21 de febrero de 1921, es decir,
hace cien años, Vallejo, después de su injusta reclusión, fue liberado. La
efemérides probablemente nos lance a leer la correspondencia que escribió
a sus amigos, quizás para hallar la voz sincera e íntima que se confiesa detrás
de cada carta haciendo saber su dolor y desencanto tras las rejas; también
releeremos las investigaciones que se han realizado sobre su permanencia
en la penitenciaría de Trujillo y cómo esta traumática experiencia sirve para
comprender algunos poemas de Trilce o para entender algunos relatos de
Escalas; además, para explicarnos por qué no regresó al Perú. Todas estas
actividades que realicemos serán parciales, si es que no leemos el expediente
completo que se le abrió a Vallejo.

Esta publicación del Expediente Vallejo. Proceso penal contra el poeta


César Vallejo, dividida en tres tomos, quiere servir al lector especializado y al
que no lo es. Al primero le aportará, sin duda, un conocimiento de las fuentes
directas que alimentaron las narraciones de los biógrafos, en especial de
El proceso Vallejo, de Germán Patrón Candela, privilegiado vallejista, quien
al igual que el peruanista francés André Coyné, conoció y leyó los folios del
expediente que ahora se publica por primera vez después de un riguroso,
exhaustivo y perseverante trabajo de edición en un contexto adverso como
lo es el de la pandemia que afrontamos desde el 2020. Para los que no son
especialistas, les aportará la imagen de cómo procede la justicia y cuáles
son los elementos que componen un expediente. Leído de uno u otro modo,
se trata de un documento de interés público toda vez que difundiéndolo se
contribuye al conocimiento de una parte de la vida de César Vallejo, aunque
se trate de una de sus más traumáticas experiencias.

La justicia es una búsqueda constante de todos los seres humanos, por


lo tanto, además de ser relacionada como un noble y difícil trabajo de los
jueces, también es representada en la obra de los creadores que la buscan y
la anhelan. De hecho, existe una amplia tradición de profesionales del derecho
que lograron construir una sólida obra literaria, es el paradigmático caso del
juez Enrique López Albújar, quien en sus cuentos propone historias donde
algunos de sus personajes anhelan la justicia para restaurar el equilibrio de
la sociedad.

Gladys Flores Heredia y Francisco Távara Córdova XI


Esta búsqueda de justicia, no en la ficción, sino más bien en el mundo
práctico, se plasmó el 14 de noviembre de 2007, cuando en el auditorio
César Vallejo de la Universidad Nacional de Trujillo, se inauguró la muestra
«Desagravio a Vallejo, de juez a injusto reo». Se trató de un evento académico
en el que el entonces presidente del Poder Judicial, Sr. Dr. Francisco Távara
Córdova, realizó dos acciones de justicia: la declaración pública de la
inocencia de Vallejo y el otorgamiento simbólico de la medalla distintiva de
juez de paz mediante la Resolución Administrativa n.o 259-2007-CE-PJ, del
Consejo Ejecutivo del Poder Judicial del Perú, histórico documento judicial
en que se resuelve reconocer

la labor desempeñada por don César Abraham Vallejo Mendoza, en el cargo


de Juez de Paz de Primera Nominación del Distrito y Provincia de Trujillo,
Departamento de La Libertad; otorgándose en forma simbólica y póstuma, la
medalla distintiva de Juez de Paz (Poder Judicial del Perú, 2007, p. 1).

Así como desde el quehacer editorial, que es también el campo de la inves-


tigación, podemos buscar justicia recuperando y restaurando documentos y
archivos valiosos para la historia, igualmente el lector contribuye a esta bús-
queda tras la lectura de cada folio del expediente. Al cumplirse este año un
siglo de la liberación del vate peruano, invitamos a los lectores a que reciban
esta publicación como un acto de justicia que busca conservar la memoria
de la inocencia del poeta y juez de paz César Vallejo.

Lima, febrero de 2021

Gladys Flores Heredia


Francisco Távara Córdova
Fondo Editorial del Poder Judicial del Perú

Referencias

Hart, S. (2014). César Vallejo. Una biografía literaria. Editorial Cátedra Vallejo.

Poder Judicial del Perú (2007). Resolución Administrativa n.o 259-2007-CE-PJ.

Vallejo, C. (2011). Correspondencia completa (J. Cabel, ed.). Pre-Textos.

XII Presentación
DOI: 10.35292/pj.gob.pe/book/978-612-4484-27-8.xiii

El proceso judicial
de César Vallejo1

1. El contexto político, social y jurídico de 1920

«El día más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú». En esta
breve pero sentida frase de nuestro inmortal vate está resumido el capítulo
terrenal más trascendente y duro en la vida del poeta y el que más impacto
ha tenido también en su obra, en especial en Trilce (1922) y Escalas (1923).
Tenía 28 años cuando le tocó vivir un auténtico vía crucis, en atención a que
los hechos acaecieron el primer día de agosto de 1920, hace ciento un años.
Por ello, creo pertinente ubicarnos en el contexto político, social y jurídico de
esa fecha. Veamos:

El 4 de julio de 1919 sube al poder don Augusto Bernardino Leguía y


Salcedo (19 de febrero de 1863-6 de febrero de 1932), y da inicio al período
llamado el Oncenio de Leguía, en el que se preconizó la ideología del
«Proceso político» o eslogan de la «Patria Nueva». El Gobierno anterior estuvo
a cargo de don José Pardo y Barreda (segundo período), y solo faltaban
cuarenta y cinco días para que culminara su mandato cuando Augusto B.
Leguía, dirigente del Partido Democrático Reformista, asume el mando y
procede a disolver el Congreso.

1 Quiero expresar mi agradecimiento al juez supremo, Dr. César San Martín Castro, por
haberme hecho llegar sus valiosas opiniones, que permitieron enriquecer el contenido de
este estudio.

Francisco Távara Córdova XIII


La población asaltó las oficinas del diario El Comercio y trató de incendiar
la casa del presidente José Pardo —días turbulentos, para variar—. Este es
deportado a Nueva York. El golpe de Estado fue apoyado por el Partido
Constitucional del mariscal y héroe nacional don Andrés Avelino Cáceres.

Recordemos también que ya don Augusto B. Leguía había gobernado en


el período de 1908 a 1912. El país se dividió políticamente en oficialistas o
leguiistas y, de otro lado, civilistas, escenario que se reprodujo a lo largo y
ancho de nuestro territorio nacional. Desafortunadamente, nuestra historia
republicana se caracteriza por ser de permanente crisis, de esperanzas
renovadas y decepciones continuas.

Recordemos también que ya en el poder Leguía promueve la dación de una


nueva Constitución y se instala la Asamblea Nacional el 24 de septiembre de
1919. El 12 de octubre de ese año la misma Asamblea Nacional lo proclama
como presidente Constitucional de la República, mediante la Ley n.o 4001.

Así las cosas, don Augusto B. Leguía, el 18 de enero de 1920, promulga


una nueva carta magna:

Por cuanto, la Asamblea Nacional, en uso de las facultades constituyentes


que le confirió el pueblo soberano para integrar y concordar las reformas
sancionadas por el plebiscito, invocando los sagrados nombres de Dios y de
la Patria, ha dado la siguiente Constitución para la República del Perú […].

Esta fue conocida como Constitución de 1920 y derogaba a la carta


política más longeva que hemos tenido en nuestra historia republicana, la
Constitución de 1860, pues cabe precisar que la Constitución de 1867 fue de
duración efímera, y volvió a regirnos la de 1860.

Por su parte, la legislación infraconstitucional que nos interesa es la


siguiente:

• Regía el Código Penal de 1863, que fue el primer código en la materia que
tuvimos como República independiente, pues este cuerpo normativo
estuvo vigente hasta 1924, en que recién fue derogado y reemplazado
por el «nuevo» Código Penal de ese año.

XIV El proceso judicial de César Vallejo


• En materia procesal penal, estaba vigente el «novísimo» Código de
Enjuiciamientos en Materia Penal, promulgado en el mismo año de los
hechos, que entró en vigencia en marzo de 1920, reemplazando al ya
vetusto Código de Enjuiciamientos en Materia Criminal de 1863, que
también fue el primer corpus iuris o código en materia procesal penal.
• Igualmente, se encontraba vigente la primera Ley Orgánica del
Poder Judicial, promulgada en 1911, con vigencia desde enero de 1912,
Ley n.o 1510, que aprobó también la primera Ley del Notariado y el
Código de Procedimientos Civiles. Una sola ley contenía tres cuerpos
normativos importantes para el desarrollo de nuestro siempre inaca-
bado Estado de derecho.

Este es el contexto político, social y jurídico en el que se desarrollan los


luctuosos sucesos del 1 de agosto de 1920.

Quiero aventurarme a decir que, indudablemente, el hombre en general,


y el poeta, el escritor, son expresión de unidad indisoluble entre su vida y su
obra. Creo que esta es una regla innegable. Tal es el caso de nuestro vate
César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, La Libertad, 1892-París,
1938). Hay una interrelación manifiesta entre su vida y su obra. Nadie puede
negar el impacto que tuvieron en la producción literaria del poeta los días
que permaneció encarcelado.

Recordemos brevemente también que el poeta empieza a escribir su


tesis titulada El Romanticismo en la poesía castellana a inicios del año 1915,
mientras que paralelamente estudia Jurisprudencia, lo que actualmente cono-
cemos como Derecho y Ciencia Política, en la Universidad de La Libertad,
hasta 1917; luego, el 30 de diciembre de 1917, viaja a la ciudad de Lima.
Retorna a Trujillo el 27 de abril de 1920, algunos meses después, el 13 de julio,
viaja a su tierra natal, su añorado Santiago de Chuco, para participar en las
fiestas patronales.

¿Qué pasó ese nefasto 1.o de agosto de hace ya un siglo? En el apartado


siguiente lo analizaremos.

Francisco Távara Córdova XV


2. El proceso a Vallejo

2.1. Preliminar

El Código de Procedimientos en Materia Criminal comenzó a regir el 28 de


marzo de 1920, según Decreto Supremo del 5 de enero de 1920, dictado
por Leguía —este Código era de influencia francesa—. Los hechos imputados
a Vallejo ocurrieron el 1.o de agosto de 1920, en horas de la tarde; luego,
el referido código regiría los actos procesales y el trámite de la causa
«procedimiento criminal». El Código Penal de 1863, de influencia hispana, era
el que regía la respuesta de derecho penal sustantivo en la materia.

En consecuencia, es un error decir «juez del crimen», que es la denomi-


nación que daba al juez penal de primera instancia el Código de Procedi-
mientos en Materia Penal (CPMC) del siglo XIX. Su título es «juez instructor»
(artículos 19, 52, 161 y 181 del CPMC).

2.2. Hechos e itinerario de la causa

Los hechos tienen como factor causal, primero, la indisciplina de los gendar-
mes del destacamento de Santiago de Chuco, quienes incluso se encontra-
ban embriagados y reaccionaron contra la autoridad efectuando disparos
y tomando el cuartel; y, segundo, un incidente entre el sargento Bardales
Gallardo con el subprefecto de la provincia, Ladislao Meza Carballido —quien
era escoltado por seis gendarmes procedentes de Huaraz—, que degene-
ró en una confusa insubordinación de la gendarmería, la intervención de la
población, un tiroteo cruzado con el resultado de dos gendarmes muertos
y el civil Manuel Antonio Ciudad (este último victimado por el soldado
Lucas Guerra, fallecido en los incidentes), y el asalto del negocio comercial
del ciudadano Carlos Santa María.

La inmediatez en abrir instrucción —muy propia de la época, pues recién


con la tecnificación de la policía y los esfuerzos de la Comisión de la Guardia
Civil española se introdujo la figura previa del «atestado policial»—, sin una
previa discriminación de lo sucedido y del contexto que lo marcó, generó,
en lo sucesivo, una serie de contradenuncias que hicieron de la causa un

XVI El proceso judicial de César Vallejo


proceso complejo con acusaciones cruzadas y denuncias de falsedad de las
actas que contenían declaraciones o informes del promotor fiscal. Incluso,
para más confusión, se abrió instrucción al propio juez instructor de la
localidad.

El indicado subprefecto, Ladislao Meza Carballido, ese mismo día denunció


los hechos al juez. Imputó cargos, desde su posición, contra el jefe de la
guarnición, alférez Dubois, los soldados César Pereira y Fernando Calderón,
así como a los soldados fallecidos Lucas Guerra y Julio Ortiz. El informe
inicial del subprefecto —dirigido al prefecto de La Libertad, del 2 de agosto
de 1920— se limitó a exponer que entre los miembros del pueblo que lo
acompañaron se encontraban César Vallejo, Héctor Vásquez, Benjamín Ravelo,
Francisco Vásquez y Antonio Ciudad, así como otras personas.

El juez instructor, Dr. José Martínez Céspedes, abrió instrucción ese


mismo día contra los gendarmes y les dictó mandato de comparecencia;
asimismo, nombró como promotor fiscal a Rodolfo Ortega. El subprefecto
Meza Carballido ratificó su denuncia en su declaración ante el juez. Esta
versión fue corroborada, en los mismos términos, por el ciudadano Héctor
Vásquez, así como por Francisco Haro Zavaleta. Una versión incriminadora
contra el alférez Dubois y demás intervinientes es proporcionada por
Manuel Vallejo, hermano de César Vallejo. Este último, el 3 de agosto de
1920 cursó un telegrama al prefecto en el que daba cuenta de los sucesos,
en la línea del subprefecto Meza Carballido.

Por el contrario, el alcalde de Santiago de Chuco, Vicente Jiménez, en un


informe del 2 de agosto, acusó de responsables de los hechos a seguidores
«pardistas», a quienes calificó de «reaccionarios», y señaló que habían
sobornado con dinero al alférez Dubois para sublevar a la guarnición y
victimar al subprefecto y a cuatro personas notables —el añadido político
es, pues, obvio y cruzó todo el caso—. Los «reaccionarios» identificados en
el referido informe eran Carlos y Alfredo Santa María. Una línea antípoda
fue fijada por el delegado de Minería, Augusto Paredes, y el telegrafista de
Santiago de Chuco, quienes imputaron cargo al juez instructor, al alcalde,
Héctor Vásquez, Benjamín Ravelo y otros más. Carlos Santa María agregó

Francisco Távara Córdova XVII


a su denuncia a José Moreno y a los hermanos Vallejo. El alférez Dubois,
en oficio dirigido a la superioridad, se exculpó de los hechos y, por el
contrario, acusó de su desenlace al subprefecto Ladislao Meza, quien
había abofeteado al sargento Bardales, aunque en su relato no mencionó
a César Vallejo.

El juez instructor, con fecha 5 de agosto de 1920, dictó mandato de


detención definitiva contra los gendarmes Dubois, Pereira, Bardales, Mendoza
y Calderón. El promotor fiscal en su informe final, del 10 de septiembre de
1920, señaló la responsabilidad de los gendarmes Dubois, Pereira, Mendoza,
Bardales y Calderón, y la no responsabilidad de Carlos y Alfredo Santa María
como instigadores, al igual que de Baldomero Jara, Sánchez y De la Puente.
El juez Martínez Céspedes se excusó del conocimiento de los hechos luego
de dictar la resolución antes aludida.

Es del caso que el 10 de agosto de 1920 la defensa de Carlos y Alfredo


Santa María se presentó ante el Tribunal Correccional de La Libertad y
proporcionó una versión distinta de los hechos. Inculpó al juez, al alcalde y
a numerosos ciudadanos de Santiago de Chuco, incluyendo a los hermanos
Vallejo. Señaló que ante la excusa del juez y el suplente de esa provincia,
la denuncia no pudo prosperar. El Tribunal Correccional, en aplicación del
artículo 44 del CPMC, nombró un juez ad hoc —institución hoy prohibida por
vulnerar la garantía del juez legal, concretamente de ordinariedad del juez—.
Se trató del doctor Elías Iturri Luna Victoria. Este, con fecha 24 de agosto
de 1920, dictó auto ampliatorio de instrucción y comprendió a César Vallejo
—no lo hizo respecto al subprefecto y al juez—. El subprefecto y Vásquez
reiteraron su declaración prestada ante el juez Martínez Céspedes.

El encausado Carlos Santa María en su declaración instructiva del sábado


11 de septiembre de 1920 —fue la última diligencia que tomó el juez Elías
Iturri— indicó que en su tienda se refugió el alférez Dubois, y que en los
hechos tuvo decisiva intervención el indígena Pedro Lozada. Este último
es quien en su declaración instructiva de fs. 95, del 31 de agosto de 1920,
sindicó a César Vallejo, pero el promotor fiscal protestó porque no fue
notificado y en el acta aparece que dicho encausado es analfabeto y no tuvo
defensor porque renunció a ese patrocinio (el artículo 83 del CPMC imponía

XVIII El proceso judicial de César Vallejo


en ese caso la obligación de nombrar un abogado defensor) —a Lozada se
le imputó el ataque al cuartel de la gendarmería sublevada y el incendio y
saqueo del negocio de Santa María con el objetivo de victimar a Dubois—. El
doctor Andrés Ciudad, hermano del fallecido Manuel Antonio Ciudad, en un
escrito dirigido al Tribunal Correccional expuso que Pedro Lozada no rindió
instructiva, que la firma que aparece en el acta de declaración no es auténtica,
y que no es posible que haya declarado el 31 de agosto de 1920 porque
el 3 de septiembre de 1920 —cuatro días después— presentó un escrito al
promotor fiscal llamándole la atención porque hasta esa fecha no se le había
recibido su declaración.

Por ello, el Tribunal Correccional ordenó la comparecencia del detenido


Pedro Lozada para la ratificación de su firma, pero al ser trasladado fugó y,
luego, el 1 de octubre de 1920 es muerto en un enfrentamiento con los dueños
de una hacienda en la quebrada de Machaitambo, en Santiago de Chuco,
al pretender robar un caballo (el fiscal del Tribunal Correccional expuso, al
respecto, que era notorio el asesinato de que fue víctima). Los custodios
fueron procesados por el delito de evasión de presos, pero finalmente fueron
absueltos por falta de pruebas.

El juez ad hoc Iturri Luna, tras comprender en la instrucción a Vallejo, le


dictó mandato de detención definitiva. Sin duda la prueba principal fueron
los testimonios de dos coimputados (Lozada y Santa María), en especial el
de Pedro Oscar Lozada, frente a otros testigos, principalmente el del subpre-
fecto, a cuyo lado estuvo Vallejo con motivo de la actitud de los gendarmes
de la Guarnición de Santiago de Chuco —el juez ad hoc solo afirmó la exis-
tencia de contradicciones entre los testimonios [sic]—.

El citado auto de detención definitiva del 31 de agosto de 1920 contra


César Vallejo y otros resaltó las contradicciones de las declaraciones ins-
tructivas de los imputados y la instructiva de Lozada, pero no razonó, como
correspondía, el hecho de que se trataba de coimputaciones y que, por
ello, tenían un escaso valor intrínseco, tanto más si no se advertía prueba
adicional que las corrobore y, por el contrario, sí constaba prueba testifical
en contrario.

Francisco Távara Córdova XIX


El informe final de dicho juez ad hoc se emitió el 14 de septiembre de
1920. Concluyó que los encausados Héctor Vásquez, Vicente Jiménez, Pedro
Lozada, Oscar Jiménez, Marco Paredes, Néstor Medrano, Octavio Delgado,
César Vallejo, Manuel Vallejo, Benjamín Ravelo, Telésforo Paredes y Francisco
Vásquez Pizarro eran responsables de los delitos instruidos: motín, incendio,
daños, homicidio frustrado y otros. La instrucción constó de 389 fojas.

El 30 de octubre de 1920 el promotor fiscal Rodolfo Ortega se dirigió al


Tribunal Correccional de La Libertad y denunció que no emitió informe final
y que se falsificó su firma. Es más, en una declaración notarial expresó que
Alfredo Santa María, entre otros, lo obligaron a dirigirle una carta al juez
ad hoc Elías Iturri afirmando la veracidad del informe. De otro lado, el actuario
nombrado por este último juez señaló notarialmente que él no intervino en
las diligencias y que las firmas que aparecen en la instrucción las hizo, la
gran mayoría, en Trujillo.

En la sesión inicial de la audiencia, del 13 de septiembre de 1921, con


motivo del juicio oral contra César Vallejo y otros, se planteó una nulidad
por los hechos arriba indicados, que fue ampliada a otras irregularidades
atribuidas al juez Iturri. Empero, el Tribunal Correccional la desestimó y,
contradictoriamente, dispuso que se abra instrucción contra el doctor Elías
Iturri por suplantación. Este último proceso culminó con su archivo definitivo.

Como es sabido, contra César Vallejo se dictó mandato de detención


definitiva el 31 de agosto de 1920. Fue capturado en Trujillo el 6 de noviembre
de 1920, a las 11:30 horas, en el domicilio y estudio del abogado Andrés Ciudad
Santoyo. El Tribunal Correccional, como se anotó, el 13 de septiembre de
1920 declaró improcedente la nulidad de la instrucción. Luego, corrió vista al
fiscal Lizarzaburu con fecha 21 de septiembre de 1920, pero esta se entendió
con el fiscal interino Castañeda, que ya se encontraba en funciones, según
razón del relator del 1.o de diciembre de 1920 —el decreto es de fecha 7 de
diciembre de 1920—.

El acusado Vallejo, con fecha 15 de diciembre de 1920, presentó un escrito


al Tribunal Correccional solicitando su inmediata libertad. Antes, había

XX El proceso judicial de César Vallejo


interpuesto recurso de queja por detención arbitraria, conforme al artículo
65 del CPMC, que se decretó vista fiscal.

El fiscal interino, doctor Castañeda, dictaminó el 21 de diciembre de 1920


y opinó que no procedía juicio oral contra los gendarmes acusados y
contra César Vallejo. En esa misma línea dictaminó que carecía de objeto
pronunciarse sobre el recurso de queja por detención arbitraria dado el
tenor de su dictamen no acusatorio. En este dictamen se basó Vallejo para
solicitar nuevamente su libertad, el 23 de diciembre de 1920; y, luego el 4
de enero de 1921, reitera sus términos, al igual que el 13 de enero y el 14 de
febrero del citado año 1921. Empero, acumuladas las causas y advirtiéndose
algunas omisiones en el dictamen antes aludido, el fiscal titular Quiroz Vega
opinó que el aludido recurso de queja era infundado. Ese mismo fiscal, al
acumularse por el Tribunal Correccional todos los actuados del proceso,
entendió acreditados los delitos de motín e incendio, contradiciéndose con
el dictamen del fiscal anterior, doctor Castañeda.

Esto último es grave, desde que históricamente en Perú se aceptó el


principio francés de unidad e indivisibilidad del Ministerio Público, por el
cual lo que en una instancia opine un fiscal debe ser mantenido por quien lo
reemplace.

El Tribunal Correccional por auto del 24 de febrero de 1921 no solo excluyó


del proceso a los gendarmes, a los hermanos Santa María y otros, por
delitos de incendio y otros; así como a Ortiz Ramírez y otro por el delito de
robo de cheques circulares (artículos 169 y 172 del CPMC), sino que, primero,
ordenó la libertad de César Vallejo en atención a la entidad de la pena
conminada por los hechos ocurridos en las oficinas telegráfica y telefónica;
y, segundo, mandó que el fiscal amplíe la acusación contra él en mérito a
tres declaraciones de cargo (artículo 196 del CPMC). Su defensa solicitó la
insubsistencia de este último extremo, pero fue desestimada por auto del 8
de marzo de 1921. Su recurso de nulidad fue denegado de plano. No se puede
cuestionar que se procedió conforme decía el Código, más allá de nuestra
discrepancia en el tema de fondo, de la ajenidad delictiva de César Vallejo.

Francisco Távara Córdova XXI


Llaman la atención las citas legales incorrectas de la resolución del
Tribunal Correccional. Se citó la primera parte del artículo 361 del CP y la
segunda parte del artículo 447 del CPMC. Este último Código solo tiene
400 artículos. El artículo 361 del CP, en su primer párrafo, hace referencia al
delito de daños, excluyendo el medio de incendio o bombas, y lo castiga con
arresto mayor en segundo grado y multa. El artículo 362 del CPMC, que fuera
el procesalmente pertinente, señalaba que el juez dará libertad al acusado
que haya permanecido en prisión por un tiempo igual o mayor a la pena que
debería sufrir por el delito de que se le acusa. La pena de arresto mayor
de segundo grado tiene un término mínimo de 70 días, medio de 80 días y
máximo de 3 meses. El delito de asonada (artículo 139 del CP), que sería el
delito finalmente acusado, tenía previsto, para los no promotores o cabecillas,
arresto mayor en tercer grado, cuyo mínimo es de 100 días, medio de 110 días
y máximo de 4 meses.

Sobre la base de la acusación escrita formulada por el fiscal Francisco


Quiroz Vega, con fecha 17 de septiembre de 1921, se inició el juicio oral, entre
otros, contra César Vallejo. A este último se le atribuyeron los delitos de
asonada y daños. Tras el período probatorio, este fiscal retiró la acusación
respecto de Vallejo —César y su hermano Manuel—. En la duodécima con-
clusión señaló que la presencia de los hermanos Vallejo no estuvo acompa-
ñada de actos de fuerza secundando a los amotinados, y que se limitaron a
escoltar al subprefecto Meza (conclusiones de fecha 10 de octubre de 1921).

El Tribunal Correccional, culminado el período de alegatos, votó las


cuestiones de hecho el 20 de octubre de 1921. Según ellas, son dos los
procesos que se acumularon: el vinculado a la muerte de Natividad Polo
y el referido a los delitos de asonada, daños, incendio y otros, imputados,
entre otros, a César Vallejo. Allí se sostuvo que luego de la huida de los
gendarmes tras sublevarse contra la autoridad del subprefecto por la falta
del pago de sus haberes, este armó al pueblo y develó la sublevación, y que
acto seguido un grupo de pobladores encabezados por Héctor Vásquez
y otros —secundariamente intervino en los hechos el juez José Martínez
Céspedes— fueron al establecimiento de Carlos Santa María para exigir
la entrega del alférez Carlos Dubois —esa misma muchedumbre atacó las

XXII El proceso judicial de César Vallejo


oficinas de telefonía y telégrafos—. En esta asonada estuvieron presentes
Vallejo y su hermano, pero no participaron en los delitos (asonada, daños
e incendio).

La sentencia, emitida al día siguiente, absolvió a Vallejo de la acusación


fiscal formulada en su contra por los delitos de asonada y daños. Este fallo,
asimismo, condenó a Héctor Vásquez por asonada y daños; absolvió a
Benjamín Ravelo y a Héctor Vásquez de la acusación fiscal por el delito de
homicidio en agravio de Manuel Natividad Polo; absolvió a los gendarmes
Collatón, Cornelio Romero y Manuel Mejía de complicidad en la fuga de Pedro
Lozada; y reservó la causa contra diez personas (incluido el juez Martínez
Céspedes) por la aludida asonada, así como contra otras tres personas por
el delito de sustracción de cheques circulares.

Es importante resaltar, con motivo del recurso de nulidad de la parte civil


de Carlos Santa María, que el Tribunal Correccional puntualizó:

• El juicio no comprendió a Vallejo por el delito de incendio y solo se le


acusó por los delitos de asonada y daños.
• Las conclusiones del fiscal no comprendieron a Vallejo por el delito de
incendio.
• La acusación del fiscal, con motivo de la resolución del Tribunal,
comprendió a Vallejo en los delitos de asonada y daños, por los que fue
absuelto.
• Vallejo fue puesto en libertad en función de la entidad de la pena
conminada, compensada por el tiempo de carcelería que sufrió.
• En aplicación del artículo 304 del CPMC su concurrencia al juicio oral
era voluntaria.

El propio Tribunal Correccional ratificó que se siguió un proceso especial,


«juicio de delitos flagrantes», en el que no se requería mayores exigencias de
acreditación probatoria y no era imprescindible la presencia de los imputa-
dos para fallar.

El fiscal supremo, doctor Guillermo Seoane, en su dictamen del 10 de


julio de 1922, expresó que el Tribunal Correccional no procedió conforme al

Francisco Távara Córdova XXIII


artículo 255 del CPMC respecto del acusado al que el fiscal retiró la acusa-
ción. Que se retiró la acusación contra el encausado Vicente Jiménez por
los delitos de incendio y homicidio, pero el Tribunal nada resolvió. Que, por
tanto, la sentencia fue festinatoria, pues se incumplió el trámite previo de
traslado y decisión sobre el retiro de acusación, al punto que en el fallo se
señaló que no cabía el retiro de acusación y remitía la causa a otro fiscal
para que formule acusación.

La Corte Suprema, en la ejecutoria del 16 de enero de 1923, de conformi-


dad con el fiscal supremo y reiterando, respecto de Vicente Jiménez, que
debió procederse a un trámite previo, suspendiendo la audiencia y que otro
fiscal acuse, anuló íntegramente la sentencia de fojas 247, del 21 de octubre
de 1921.

El Tribunal Correccional de La Libertad, por decreto del 28 de abril de


1923, señaló para nueva audiencia el día 28 de junio de 1923. Sin embargo,
todas las comunicaciones se cursaron recién el 10 de enero de 1925.

Una incidencia se produjo respecto de la salida del país de César Vallejo.


El fiscal Quiroz Vega, en su dictamen del 10 de noviembre de 1925, señaló
la notoriedad del viaje al extranjero de Vallejo y, por tal razón, pidió que
se obtenga un dato concreto de tal situación con fines de promoción de
extradición. El actuario, con fecha 6 de diciembre de 1925, señaló al Tribunal
que el hermano de Vallejo, Néstor, y su abogado, le informaron que se
encontraba en París. El Tribunal por decreto del 30 de diciembre de 1925
ordenó que se oficie al prefecto del departamento para investigar el paradero
de César Vallejo. Además, se cursaron edictos y, posteriormente, exhortos a
los consulados de Madrid y París para que se notifique a Vallejo a fin de que
se presente en la cárcel de Trujillo para la audiencia pública. Así lo pidió
el fiscal en su dictamen del 30 de abril de 1926, lo reiteró el 12 de junio de
1926, que aceptó el Tribunal con fecha 30 de junio de 1926. Los edictos
se publicaron el 15 de octubre de 1926, luego otro el 13 de noviembre de
1926. El exhorto al consulado del Perú en Madrid fue diligenciado a través
del Ministerio de Justicia el 12 de noviembre de 1926. Por otro lado, el 14
de diciembre de 1926 el cónsul del Perú en París señaló que no se le pudo

XXIV El proceso judicial de César Vallejo


notificar porque residía en Madrid. A su vez este último consulado expresó
que no pudo encontrarlo en la ciudad de Madrid: 12 de febrero de 1927.

El abogado de César Vallejo, doctor Alejandro Morales, por escrito del 25


de noviembre de 1927, dedujo excepción de prescripción de la acción penal.
Señaló que conforme al CP de 1924 la acción penal operó en su término
extraordinario —la pena de arresto mayor, según el anterior CP, prescribía
a los tres años—. De acuerdo con el artículo 336 del CPMC el dies a quo
se produce desde que termina la instrucción, que en el indicado proceso
ocurrió el 3 de mayo de 1920, y desde esa fecha se cuentan cuatro años y
medio.

El fiscal Elías Rosales Valencia, con fecha 24 de noviembre de 1927,


dictaminó en sentido favorable a la prescripción. El Tribunal Correccional
expidió dos resoluciones de prescripción: la del 14 de diciembre de 1927 y la
del 7 de febrero de 1928.

3. Valoraciones finales

El desarrollo del proceso fue complicado, extenso y, sobre todo, inconducente


—no hubo, finalmente, sentencia condenatoria para ningún imputado—. Es
evidente que se ocasionó agravio a los encausados, quienes a la postre, en
el primer juicio oral, resultaron absueltos o el fiscal retiró la acusación. Si
bien la sentencia, ulteriormente anulada por la Corte Suprema, dio cuenta
con claridad de la raíz política local de los graves sucesos del 1.o de agosto
de 1920, y de las muertes que generó, así como del incendio, daños y hurto
que agitaron Santiago de Chuco ese aciago día, no se pudo condenar
efectivamente a persona alguna.

César Vallejo fue absuelto por el delito de asonada y daños, y se le


excluyó del de incendio. No se le procesó por las muertes ocurridas. Está
claro, pues, su total ajenidad con los delitos que ocurrieron. Él actuó sin
ejercer violencia alguna ni instigarla, solo movido por un afán de justicia, al
acompañar al subprefecto ante la actitud de la gendarmería local.

Francisco Távara Córdova XXV


Esto último reveló la sentencia del Tribunal Correccional del 21 de octubre
de 1921, y las adiciones realizadas en la resolución del 25 octubre de 1921, a
propósito del recurso de nulidad de la parte civil a cargo de Carlos Santa
María.

Es patente el formalismo enervante de la Corte Suprema cuando


anuló la sentencia, con exclusión del examen diferenciado de los agravios
impugnativos, por lo ocurrido a un solo acusado al no tramitarse en forma el
retiro de acusación del fiscal. Es verdad que este era el proceder constante
de la Corte Suprema, hasta los años ochenta del siglo pasado, en que recién
introdujo la figura de la «nulidad parcial»; esto es, que si existía nulidad
respecto de un extremo de la sentencia y del juicio, esta solo comprendería
dicho punto, sin que por tal razón se pueda extender la nulidad a los demás
imputados, ajenos a ese vicio procesal.

Esa práctica dilatoria impidió que la Corte Suprema se pronuncie sobre el


fondo del asunto estableciendo, con carácter de cosa juzgada, si la sentencia
del Tribunal Correccional estaba arreglada a derecho, por lo menos en rela-
ción con los demás acusados, en especial con César Vallejo.

Los procedimientos dilatorios de vistas fiscales constantes, la demora


en resolver los pedidos de libertad y de instar la información acerca del
paradero de Vallejo en Europa es un signo de lo que sucede en modelos
procesales que inciden en un respeto sacramental a las formas por encima
del derecho sustancial. El Tribunal Correccional de La Libertad no fue espe-
cialmente diligente, pese a tratarse de un proceso con reo en cárcel y que
tenía repercusiones internacionales.

Debe resaltarse, por otro lado, que el fiscal también retiró la acusación
contra César Vallejo, pero como el Tribunal lo absolvió, es decir, a final de
cuentas la respuesta pública fue liberar de cargos al acusado, lo que denotó
una coincidencia entre el fiscal y el Tribunal Correccional, no se consideró
necesario, ante esta conclusión, afirmar la presencia de una nulidad procesal.
El artículo 255 del CPMC exigía un trámite previo y una resolución de
especial pronunciamiento con motivo del retiro de la acusación, que podía
ser de dar por retirada la acusación y archivar la causa, remitir el proceso a

XXVI El proceso judicial de César Vallejo


otro fiscal para que acuse o mandar abrir nueva instrucción. En el presente
caso, como el Tribunal discrepó del retiro de acusación respecto de Vicente
Jiménez, omitió ese trámite previo y, en la sentencia, ordenó que pase la
causa a otro fiscal para que acuse. Muy bien pudo superarse esta nulidad
por el hecho de que la situación jurídica de Jiménez seguía pendiente y en
otro juicio muy bien se resolvería su situación jurídica; no tenía sentido anular
toda la causa y juzgar de nuevo el caso, y más aún contra un ausente, que
en caso contrario no podía ser condenado.

La prescripción de la causa pudo evitarse si se analizaba muy puntual-


mente la diferencia en las imputaciones contra los acusados. No todos
estaban acusados por los mismos delitos; luego, los plazos de prescripción
eran diferentes según el delito atribuido —cada imputado responde por el
delito o delitos atribuidos—.

Según se advierte de los actuados, en 1924 entró en vigencia el nuevo


Código Penal, que tenía disposiciones más favorables en materia de pres-
cripción (así lo permitía el artículo 396 de dicho código). El indicado Código
Penal —denominado «Código Maurtua» por el diplomático que lo concibió,
bajo la experiencia suiza— reconocía la denominada prescripción extraordi-
naria (que respetó el CP de 1991 vigente a la fecha). El cómputo se iniciaba,
conforme al artículo 120 del CP de 1924, desde la fecha de comisión del delito
(1.o de agosto de 1920), y teniendo en cuenta la pena conminada se adi-
cionaba al plazo previsto una mitad cuando se interrumpía el plazo de pres-
cripción por la iniciación del proceso penal (artículo 121 del CP de 1924). Se
ha señalado que el delito imputado a Vallejo era el de asonada y daños —no
solo daños, como expresó su abogado— y estaba sancionado con la pena de
arresto mayor (artículos 139 y 140 del CP de 1863), que prescribía a los tres
años (artículo 95 del CP de 1863). Una ejecutoria del año 1905 señaló que
iniciada la acción criminal el término de la prescripción se cuenta desde la
última diligencia —a su vez, el artículo 336 del CPMC señaló que en caso de
instrucciones reservadas por ausencia del reo, se cuenta desde la fecha en
que se da por terminada la instrucción—, pero estos criterios ya no tenían
vigencia en el año 1924 por lo expresamente estatuido por el nuevo Código
Penal.

Francisco Távara Córdova XXVII


Por tanto, en el caso de César Vallejo la acción penal prescribió el 1.o de
febrero de 1925. Ya no cabía, en consecuencia, luego de esa fecha, ningún
mandato de ubicación a Vallejo porque la acción penal ya había prescrito. Se
inició una larga lista de requerimientos a nuestras autoridades consulares al
extranjero sin sentido alguno.

El trámite de Extradición nunca se inició. No se informó, finalmente, el


domicilio de Vallejo y no pudo notificársele. El Tribunal Correccional no solicitó
la extradición que, como trámite inicial, exigía el artículo 340 del CPMC.

Ni esa norma ni las vigentes ahora obligan que para la extradición se


requiera que el imputado sea declarado reo ausente. Solo requieren que,
como consecuencia de su no presentación al órgano judicial, se dicte al
imputado mandato de captura, nacional o internacional, y recién, una vez
ubicado o capturado, se formaliza la extradición ante el país de refugio. Hoy
en día la mayoría de países están afiliados a la Interpol y, por ello, basta
la orden de captura inscrita en esa entidad; por ejemplo, Estados Unidos
no ha suscrito el tratado y por tal razón se exige una orden judicial previa
para detener al prófugo, y solo basta saber con absoluta seguridad que el
prófugo se encuentra ubicado en un lugar concreto.

La Ley de Extradición del 23 de octubre de 1888 está referida a la extra-


dición pasiva, esto es, cuando un Estado extranjero solicite la extradición al
Perú porque en nuestro país se encuentra el reclamado. Esta ley, por tanto,
era inaplicable al caso de Vallejo, que requería una extradición activa —del
Perú a Francia o España—.

Como ya se puntualizó, el mandato de detención definitiva contra César


Vallejo expresó lo que ahora se denomina una motivación aparente. Solo
afirmó que existían declaraciones contradictorias de los imputados, sin
analizar el contexto político del caso, el porqué se produjeron los sucesos
del 1.o de agosto de 1920, la persona o personas que los originaron y quiénes
acompañaron al subprefecto en su enfrentamiento a los hostiles. El subpre-
fecto nunca fue procesado y, por tanto, era testigo de primer orden y su
información merecía credibilidad; y fue él quien refirió que Vallejo y otros lo
acompañaron para hacer frente a los gendarmes levantiscos.

XXVIII El proceso judicial de César Vallejo


Decir que constaban declaraciones contradictorias y lo que expuso el
coimputado Lozada es un mero dato formal que requeriría un análisis riguroso.
El punto era reflexionar si existían indicios razonables de criminalidad. El
artículo 61 del CPMC, a contrario sensu, exigía «motivos fundados para
suponer al acusado responsable del delito»; y el artículo 62 de ese mismo
código estipulaba que la detención definitiva se dictaba si el juez presumía
la culpabilidad del acusado. Por ello, debía señalarse en qué medida los
datos aportados por los testigos e imputados y otras pruebas apuntaban
con probabilidad a la vinculación delictiva del imputado con los hechos, es
decir, si César Vallejo realizó actos violentos en conexión con los hechos de
incendio, asonada, daños y homicidio. No podía sustentarse en las versiones
de coimputados, esencialmente insuficientes —sin analizarlas ni contras-
tarlas—, y menos en un encausado de conocidos antecedentes, como Pedro
Lozada. El principal personaje, el subprefecto, por el contrario, mencionó su
buen proceder.

Respecto al pedido de libertad de César Vallejo, esta se dictó y se le


excarceló luego de 112 días de detención. El motivo no fue la falta de pruebas,
sino la aplicación del principio de estricta proporcionalidad, sobre la base
de una razón comparativa entre la pena conminada por el delito atribuido
y el tiempo de carcelería que venía sufriendo (véase el artículo 362 del
CPMC).

¿Se le debió dictar libertad incondicional?


Primero, no hubo coincidencia en la opinión del promotor fiscal y el juez
instructor. Luego, no cabía aplicar el artículo 169 del CPCM. La medida
contracautelar ante un ausente con mandato de detención definitiva,
derivada de la declaratoria de no haber lugar a juicio por el juez instructor
sería la de levantar la orden de captura; y si luego se le captura, pues en
ese acto debería ser liberarlo automáticamente. Pero como no existió tal
coincidencia, no era del caso acudir a esta opción.

Segundo, ¿era del caso, ante la opinión del fiscal interino Castañeda, dictar
un auto de libertad incondicional? No. Tampoco el dictamen no acusatorio
vinculaba al Tribunal Correccional. Por imperio del artículo 196 del CPMC

Francisco Távara Córdova XXIX


el Tribunal tenía tres opciones: declarar no haber lugar a juicio oral, remitir
los actuados a otro fiscal para que acuse, o mandar ampliar la instrucción
cuando está incompleta.

Tercero, lo cuestionable en el presente caso es, primero, la dilación de la


decisión de libertad, luego del dictamen no acusatorio del fiscal Castañeda,
forzando una acumulación de causas conexas; segundo, el irrespeto del
fiscal Quiroz al principio de unidad e indivisibilidad del Ministerio Público,
al acusar a Vallejo pese a que el doctor Castañeda no lo hizo; y, tercero, el
hecho de que el Tribunal Correccional exigió al fiscal que se acuse a César
Vallejo —siempre, al igual que el auto de detención definitiva, en función de
consideraciones formales o aparentes— y ¡lo consiguió!, para que lo absuelva,
lo que era desde un primer momento una conclusión evidente.

Para finalizar, podemos sostener que el caso de Vallejo fue un proceso


kafkiano, sin ningún resultado al final del camino, pues concluyó con la
prescripción. Pero en su camino el proceso no reparó los agravios a las
víctimas; en la formulación de denuncias de suplantación de firmas, y
diligencias e informes; en la primera sentencia se liberó a quienes iniciaron
el problema y se condenó a unos pocos; y a los que sufrieron prisión, como
en el caso de César Vallejo, se les persiguió sin justa causa y se afectó su
honra y libertad. La falta de celeridad de la justicia, los pasos procesales
sin sentido y dilatorios, y la concepción formalista para interpretar la ley y
aplicar sus disposiciones, constituyen un palmario ejemplo de ineficacia y
arbitrariedad.

Lima, febrero de 2021

Francisco Távara Córdova


Juez supremo decano de la Corte Suprema de Justicia de la República
Director del Fondo Editorial del Poder Judicial del Perú

XXX El proceso judicial de César Vallejo


DOI: 10.35292/pj.gob.pe/book/978-612-4484-27-8.xxxi

El Expediente Vallejo:
una aproximación
desde la crítica
genética1

P
ara los estudios de la crítica genética resulta significativo indagar no
solo por los materiales documentales que dan cuenta de la etapa
formativa de un texto, sino también es importante interesarse por los
momentos en que se generan las condiciones que darán origen a lo que
será una publicación (Lois, 2001, pp. 45-47). En el caso de los tres tomos
del Expediente Vallejo. Proceso penal seguido contra el poeta César Vallejo,
tomamos en cuenta aquellos hechos que contribuyeron a la formación
de una red orgánica de nexos que articularon y produjeron una serie de
materiales que, luego, tras una etapa de rigurosa investigación, selección y
un arduo proceso de digitalización de los folios, transcripción paleográfica,
diagramación, cotejo y corrección, permitirán el alumbramiento del libro.
En esa línea de reflexión sobre la génesis del texto, es preciso señalar que
este libro encuentra su primera fuente de investigación en la realización de
un significativo reconocimiento de la inocencia de César Vallejo, así como
en la socialización del homenaje por su desempeño como juez de paz de

1 Este estudio es el resultado del proyecto de investigación titulado «Expediente penal de


César Vallejo», el cual fue aprobado por el Dr. Helder Domínguez Haro, director del Centro
de Investigaciones Judiciales del Poder Judicial del Perú en enero de 2020, y cuyos
objetivos principales fueron rescatar, sistematizar y realizar un estudio crítico, filológico y
jurídico de los documentos que contiene el expediente.

Gladys Flores Heredia XXXI


primera nominación del distrito y provincia de Trujillo, titulado «Desagravio
a Vallejo, de juez a injusto reo», evento que fue organizado en noviembre
de 2007 por el juez supremo, entonces presidente de la Corte Suprema de
Justicia de la República y del Poder Judicial del Perú, Dr. Francisco Távara
Córdova. Esta fue la ocasión en la que, por vez primera, la ciudadanía y la
comunidad de vallejistas de la ciudad de Trujillo pudieron apreciar, dentro de
una urna celosamente custodiada, los dos cuadernos que contienen los folios
del expediente penal que se le abrió a César Vallejo y a otros acusados en
1920 por «incendio y otros delitos» (t. I, p. 5)2.

El objetivo de aquel acontecimiento no fue solo reconocer oficialmente el


desempeño del vate como juez de paz mediante la Resolución Administrativa
n.o 259-2007-CE-PJ, sino también llamar la atención sobre una de las
experiencias que marcaron la vida y la obra del poeta de Santiago de Chuco,
y para que, a los sesenta y nueve años de su muerte, se recordara su inocencia
y su injusta persecución3.

2 Todas las citas del Expediente Vallejo. Proceso penal seguido contra el poeta César Vallejo
provienen de esta edición, por lo que solo se colocarán el número del tomo y el de las
páginas citadas.
3 Esta ceremonia fue inaugurada el 14 de noviembre de 2007 en el auditorio César Vallejo de
la Universidad Nacional de Trujillo por el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la
República, Dr. Francisco Távara Córdova, quien manifestó: «Este acto es el más rotundo y
el más profundo y sensible acto judicial, aquel que se hubiera adjuntado en el expediente
Vallejo; sea sin embargo, en su sincero simbolismo y hondura el que restablezca toda la
dignidad del poeta frente a los hechos penales que le fueron injustamente imputados»
(Poder Judicial del Perú, 2007, párr. 2).

XXXII El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


Resolución Administrativa n.o 259-2007-CE-PJ que reconoce a Vallejo
como juez de paz, p. 1.

Gladys Flores Heredia XXXIII


Resolución Administrativa n.o 259-2007-CE-PJ que reconoce a Vallejo
como juez de paz, p. 2.

XXXIV El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


Si lo calibramos en perspectiva, el evento que mencionamos devela,
en la primera década del siglo XXI, un nuevo documento sobre Vallejo, y
si bien no se trata de algún poemario o una carta recién descubierta, es
un expediente judicial en el que podemos encontrar varios escritos que el
poeta redactó mientras estuvo en prisión. Sin embargo, pese a la magnitud
de este acontecimiento que colocaba frente a nuestros ojos y casi al alcance
de nuestras manos4 el expediente penal de nuestro poeta, el paso del tiempo
y la falta de interés no permitieron sacar a la luz estos transcendentales
materiales expuestos en dicho homenaje.

Luego de aquella revelación del expediente vallejiano, tuvieron que pasar


doce años para que concitara otra vez la atención. Es así como desde
nuestro interés por realizar alguna actividad académica para recordar las
efemérides vallejianas, ya que en el 2020 se cumplirían cien años de injusta
prisión del vate, en una reunión de trabajo llevada a cabo en marzo de 2019,
el director del Fondo Editorial del Poder Judicial del Perú, Dr. Francisco Távara
Córdova, y quien suscribe estas líneas, decidimos iniciar la gran empresa de
sistematizar los añejos y fracturados legajos del expediente penal de Vallejo
y otros acusados.

¿Y por dónde comenzar? ¿Y dónde hallar el expediente judicial vallejiano?


¿Lo recuperamos de alguna subasta bibliográfica en el mercado negro? No.
La institución donde encontramos este valioso documento fue el Archivo
Regional de La Libertad, ubicado en el Jr. Independencia, n.o 509, de la
ciudad primaveral de Trujillo. En esta entidad, durante la gestión del exdi-
rector, Dr. Napoleón Cieza Burga, se halló el expediente entre cúmulos de
archivos estropeados y envejecidos, pues en el siglo pasado las instituciones
del Estado desechaban los documentos muy antiguos para liberar espacio

4 Cabe precisar que los dos cuadernos del Expediente Vallejo, luego de la exposición en
el año 2007, retornaron a su lugar de origen: el Archivo Regional de La Libertad, que ese
año tenía como director al Dr. Napoleón Cieza Burga, quien guardaba los dos cuadernos
en una urna de vidrio. Cuando en setiembre de 2019 viajé a Trujillo para rescatar del
olvido estos dos cuadernos, tuve la oportunidad de entrevistar al director actual de dicha
institución. Así, me refirió que el Dr. Cieza no permitía que nadie manipule el expediente,
y si algún interesado iba a preguntar por este valioso documento, a lo sumo, si era un
vallejista connotado de Trujillo, solo le permitía visualizar los cuadernos desde la urna
transparente que estaba cerrada con un candado, y que a manera de coloquialismo me
comentaron que se abría solo con siete llaves.

Gladys Flores Heredia XXXV


de sus oficinas. No obstante, de acuerdo con el Decreto Ley n.o 19414, de
Defensa, Conservación e Incremento del Patrimonio Documental de la Nación,
antes de que estos se descarten y eliminen, una comisión conformada por
historiadores, archivistas, entre otros especialistas, evaluaron qué documen-
tos son valiosos y deben ser guardados en los archivos. Fue así que en algún
año del siglo pasado (o en los principios de este), un operador de la Corte
Superior de Justicia de Trujillo, entre los muchos expedientes viejos que
decidió descartar, incluyó el de Vallejo. Por ese motivo, el expediente terminó
en el Archivo Regional de La Libertad, institución que procedió con la orga-
nización y agrupó en dos cuadernos todos los folios que encontraron, y pre-
cisaron en la cubierta que elaboraron para el cuaderno 1, que faltan los folios
del 417 al 642; es decir, entre el cuaderno 1 y el cuaderno 3 faltan aproximada-
mente 225 folios, los que probablemente formarían parte de un cuaderno 2;
ya que de otro modo no entenderíamos por qué, al momento de la orga-
nización de los diversos legajos, se dispuso la agrupación del cuaderno 1
y del cuaderno 3, y quedó un vacío en el medio5. Los dos cuadernos, que
para efectos de esta publicación denominamos tomos, se conservan en el
Archivo Regional de La Libertad y están resguardados en una urna de cristal
y bajo llave, para asegurarse de que nadie los manipule, ni consulte, ni realice
alguna acción que pudiera atentar contra su integridad. Es por eso que no
están en un ambiente destinado al público, sino lejos de él.

5 En una de las entrevistas que realicé en setiembre de 2019 al Sr. Alfonso Acuña Suárez,
director del Archivo Regional de La Libertad, me informó que durante la gestión del
exdirector de su institución, el Dr. Napoleón Cieza Burga, se encontraron y sistematiza-
ron los dos cuadernos que contienen los folios del Expediente Vallejo. Lamentablemente
no pude entrevistar al Dr. Cieza para preguntarle en qué año y cómo encontraron el
expediente, en qué estado se hallaba, en qué año culminaron la agrupación de los folios y
qué pasó con el cuaderno 2.

XXXVI El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


Urna en la que se custodian los dos cuadernos del expediente penal de César Vallejo en el
Archivo Regional de La Libertad (Trujillo). Archivo de Gladys Flores Heredia.

Con la certeza geográfica sobre dónde se encontraba el expediente, el


director del Fondo Editorial del Poder Judicial me encomendó, primero, el
trabajo de elaborar un informe técnico respecto al estado material en el que
se hallaba el expediente penal vallejiano; y, luego, se me asignó la misión de
procesar este valioso documento para publicarlo en una cuidada edición que
esté al acceso del público entero. Así, desde la segunda semana del mes de
marzo de 2019 se cursó de un lado a otro la correspondencia institucional
con el Sr. Alfonso Acuña Suárez, director del Archivo Regional de La Libertad,
para obtener la autorización necesaria con la finalidad de revisar personal-
mente el estado de los dos tomos del expediente. Después de seis meses
de constante insistencia, nos dieron luz verde para observar el histórico expe-
diente, y por fin pude hacerlo en setiembre de 2019, mes en el que viajé a
la ciudad de Trujillo como comisionada para examinar el material y para
realizar las gestiones correspondientes a efectos de que se puedan revisar
uno a uno los folios del expediente y proceder con la evaluación para iniciar
el proceso de su publicación.

Gladys Flores Heredia XXXVII


Tras el paciente trabajo de revisión pensé cómo rescatábamos ese impor-
tante expediente que a todas luces estaba deteriorándose. Y atendiendo a
la naturaleza y el estado de los materiales documentales, lo fundamental era
digitalizar cada uno de los folios en alta resolución para que conserven los
rasgos de la época: el color del papel, la forma de la caligrafía, el mecano-
grafiado, etc. Cuando se trata del trabajo editorial, ya sea desde el horizonte
de la crítica genética o desde la práctica de edición de textos, resulta funda-
mental conservar la identidad de los documentos que conforman un manus-
crito o un archivo. Sin duda el curso del avance tecnológico ha contribuido
a la conservación de estas huellas identitarias de los escritos a través de un
sinfín de programas de digitalización, reproducción facsimilar o copiado. Así
como la tecnología puede hacer que leamos en aparatos digitales, también
puede aportar a la conservación documental y archivística para que cuando
leamos el documento hecho libro, revivamos aquel microcosmos de su
composición. Experiencia que sería imposible o parcialmente satisfecha
si es que los «enemigos de los libros» (Blades, 2016) hubieran logrado dete-
riorar el material bibliográfico al punto de dejarlo literalmente desintegrando.
Es así que coordiné una reunión con el Sr. Alfonso Acuña Suárez, a quien
le expliqué lo relevante que era para nuestro patrimonio cultural digitalizar
los folios de los dos cuadernos del expediente penal del poeta Vallejo, con
mayor razón si el Archivo Regional de La Libertad no disponía de la tecno-
logía para hacerlo. Además, la investigación in situ permitió enterarme de que
el Sr. Acuña, al ver el deterioro del expediente año tras año, y que este iba
de mal en peor, pues en su institución no se contaba con la infraestructura
adecuada para proteger estos documentos históricos, previendo un desen-
lace funesto, había solicitado al Archivo General de la Nación la digitali-
zación del valioso material, solicitud que no obtuvo respuesta. Por ello, urgía
convencer al director para que nos autorizara la digitalización. Y luego de
dos reuniones donde se buscaba hacernos desistir de la iniciativa, aceptó, y
nos acompañó en el proceso de digitalización, observando celosamente la
manipulación cuidadosa que debíamos tener. Y así lo hicimos.

Un aliado importantísimo para el tratamiento óptimo de la digitalización


de los legajos fue el magíster Maxwell Quiroz Castillo, encargado de la
Oficina del Archivo Central de la Universidad Nacional de Trujillo, pues su
dependencia cuenta con tres escáneres de alta gama, tecnología que se

XXXVIII El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


sumaba a la muy buena disposición de entusiastas y jóvenes historiadores
que laboran en su área. Con su generosa ayuda es que se pudo digitalizar la
totalidad de los folios que componen los dos tomos que custodia el Archivo
Regional de La Libertad.

No obstante, todavía nos faltaba encontrar los folios del segundo tomo,
los cuales, tras una exhaustiva investigación, rescatamos de una biblioteca
particular, con el detalle de que estos folios no eran originales como los que
hallamos en el Archivo Regional de La Libertad, sino que estaban fotocopiados
y desorganizados. No hay duda de que las copias fieles de los folios de este
segundo tomo, cuya existencia se desconocía hasta ahora6, contribuyen no
solo a hilvanar la historia textual del expediente, pues en este se agrupan
los folios que se redactaron durante los años 1920-1924, sino porque en este
tomo encontramos numerosos escritos del poeta, en los que solicita en
reiteradas ocasiones su libertad, pide su excarcelación, pues de acuerdo con
las normas legales era infundado el largo tiempo que estuvo en la cárcel; en
suma, en este segundo tomo podemos encontrar nueve recursos redactados
por el poeta7, es decir, el registro de un breve corpus de la escritura jurídica del
Vallejo abogado, ya que, como sabemos, luego de terminar sus estudios sobre
Filosofía y Letras (1914), decidió formarse en la carrera de Jurisprudencia en
la Universidad de La Libertad (actualmente Universidad Nacional de Trujillo),
entre 1915-1917. Consideramos que este conocimiento sobre el sistema legal

6 Al respecto, cabe precisar que Patrón Candela, en su libro El proceso Vallejo (1992), inserta
algunos folios de los tres tomos, incluyendo el tomo II, así como hace la transcripción,
no siempre literal, de algunos de estos; sin embargo, no precisa a qué tomo pertenecen.
Si analizamos el libro de Patrón Candela, podemos inferir que tuvo a mano todos los
folios del expediente, pues en la presentación nos refiere que «el proceso ha llegado a su
conocimiento, constituidos por ocho cuerpos de expedientes acumulados, cuyas copias
xerográficas he obtenido con la autorización del presidente de la Corte Superior de
Justicia de La Libertad» (2020, p. 58); líneas más adelante señala que ha revisado «más
de dos mil folios» (2020, p. 59). De esta cita podemos colegir que hasta fines del siglo
pasado los legajos del Expediente Vallejo se encontraban en la Corte Superior de Justicia
de La Libertad, de allí que nos preguntáramos cuándo se perdieron o descartaron. Esta
reflexión la realizamos toda vez que en setiembre de 2019 fuimos a buscar el tomo II del
Expediente Vallejo en las dos sedes que tiene la Corte Superior de Justicia de Trujillo,
tanto en la principal, ubicada en el Jr. Pizarro n.o 544 con Bolívar 547, como en el local
nuevo situado en la urbanización Covicorti-sede Natasha Alta, manzana P, lote 7. En
ambos lugares nos respondieron que no tenían conocimiento del referido expediente.
7 Para ubicar los recursos redactados por César Vallejo, véanse los folios [437], [438], [446],
[452], [458], [468], [474], [491] y [496] del tomo II.

Gladys Flores Heredia XXXIX


condujo a que la Corte Superior de Justicia de La Libertad lo nombrara juez
de paz de primera nominación del distrito y provincia de Trujillo, tal como se
registra en el Libro de Actas de Sesiones de la Sala Plena de la referida Corte,
que tiene como fecha 6 de diciembre de 1916.

Ciñéndonos estrictamente a los enfoques de la crítica genética, precisa-


ríamos que el expediente penal de Vallejo posee una importancia histórica
porque se trata de un conjunto de documentos que tienen ciento un años
de antigüedad. De hecho, podría servir como material de referencia para la
realización de una historia de los procesos penales en las primeras décadas
del siglo XX, y para describir y entender cómo fueron los protocolos judicia-
les de la época, no solo los institucionales, como el del Tribunal Correccional,
sino los que implican a los actores inmersos en el sistema judicial (el juez
instructor ad hoc, el promotor fiscal, el escribano, los secretarios judiciales,
«el juez del crimen», el presidente y los miembros del Tribunal Correccional,
los abogados, etc.) y el cuerpo de la normativa legal en materia penal.

Patio de la Corte Superior de Justicia de La Libertad, en los años (1920-1921) en que Vallejo
estuvo en prisión. Archivo de Jorge Kishimoto Yoshimura.

XL El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


Sin duda, la publicación del Expediente Vallejo es un acontecimiento
judicial emblemático para nuestra historia nacional. Y es valioso también por
su carácter de material archivístico-documental inédito; no olvidemos que se
trata del expediente que mantuvo a Vallejo en la cárcel, aciagos y terribles
112 días que el poeta no olvidará hasta el final de su vida, y que sus biógrafos
mencionarán, por lo general, parafraseando lo expuesto por quienes tuvieron
acceso al expediente: el vallejista francés André Coyné y el vallejista peruano
Germán Patrón Candela. El primero explica su hallazgo en el libro Medio siglo
con Vallejo (1999) y el segundo realiza un estudio jurídico del expediente en
su texto pionero El proceso Vallejo (1992).

Recordemos que se trata de una acusación que conduce al autor de Los


heraldos negros (1919) a prisión, del 6 de noviembre de 1920 al 26 de
febrero de 1921. Resalto las fechas del inicio y el término de la prisión, pues
para 1926 el caso aún no se resolvía. En una breve nota del 29 de setiembre
de 1926, en el diario El Norte de Trujillo, el presidente del Tribunal Correccional
del Distrito Judicial de La Libertad, F. Antenor Tejeda, publicó un edicto que
a la letra dice:

Por este primer edicto cito, llamo y emplazo al acusado César Vallejo, para que
en el término de quince días se presente en la cárcel pública de esta ciudad a
defenderse de los cargos que le resulta de la acusación del señor fiscal, en la
instrucción que se le sigue por incendio y otros delitos (t. III, p. 809).

Edicto publicado en el periódico El Norte, Trujillo, 9 de setiembre de 1926, p. 3.

Gladys Flores Heredia XLI


Vallejo deja el Perú en 1923. Para cuando se publica este edicto, él se
encuentra asentado en París y viaja cada mes a Madrid para cobrar una beca
de estudios que le había ayudado a conseguir Pablo Abril de Vivero. Dicho
con otras palabras: el juicio de Vallejo aún seguía abierto tras seis años de
iniciado. El recorte que he transcrito líneas arriba es el edicto publicado
en el diario El Norte. Así como este significativo material de hemerografía
judicial, forman parte del Expediente Vallejo8 diversos documentos escritos
a máquina y sobre papel membretado, también existen documentos escritos
a mano y recortes de periódicos, recibos, folios de contabilidad, croquis del
lugar donde ocurrieron los hechos, notas de los telegrafistas, entre otros
valiosos documentos históricos cuyos responsables de su escritura fueron
los acusados, los acusadores, los testigos, los operadores judiciales y los
abogados. Se trata de una heterogeneidad de documentos, en los cuales el
flujo de tipos de letra, la calidad del papel y de la tinta, la variable nitidez de
los escritos, los sellos, las tachaduras y las enmendaduras nos ponen al frente
un universo de textualidades cuya significación indiciaria (Lois, 2001, p. 40)
revela la persecución contra Vallejo. Acotaríamos, además, que toda esta
mixtura de piezas documentales, organizadas y articuladas en esta edición
en formato libro, repercutirá en los lectores, pues cuando tienen un soporte
material que las sistematiza, este produce efectos directos en el público
lector (Chartier, 2006, pp. 9-17).

8 Esperamos poder publicar pronto la edición facsimilar de los tres tomos del Expediente
Vallejo, pues así se podrá apreciar con mayor detalle cómo eran los documentos jurídicos
hace un siglo. Aún nos encontramos en la brega editorial.

XLII El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


Folio 1 del tomo I del Expediente Vallejo, véase la transcripción en la p. 6.

Gladys Flores Heredia XLIII


Folio 2 del tomo I del Expediente Vallejo, véase la transcripción en la p. 8.

XLIV El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


Folio [417] fotocopiado del tomo II del Expediente Vallejo, véase la transcripción en la p. 449.

Gladys Flores Heredia XLV


Portada del exhorto enviado a París en 1926.

XLVI El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


Croquis presentado como prueba por Santa María, reconstruido en el folio 203 del tomo I
del Expediente Vallejo, p. 225.

Gladys Flores Heredia XLVII


Foto dentro del croquis del establecimiento incendiado de Santa María, en el folio
203 del tomo I del Expediente Vallejo, p. 225.

Han pasado ciento un años desde que se escribieron los primeros folios
del Expediente Vallejo, pasaron también catorce años desde que se expuso
para el público en aquel acto de resarcimiento judicial, que será uno de
los últimos acontecimientos donde se vio el expediente. Desde el 2007 y
hasta que lo halláramos tras una paciente pesquisa (2019), mucha agua ha
corrido bajo el puente. El siglo transcurrido en torno al expediente puede
hacernos suponer que el material está deteriorado e irreconocible. De modo
paradójico, digamos que, con el expediente de la injusticia, el tiempo ha
sido benigno, probablemente para que los futuros investigadores puedan
advertir cómo —folio tras folio— se buscaba inculpar a un inocente. Salvo un
grupo de los primeros folios del tomo I, que fueron deshaciéndose como el
polvo o quebrándose como una delicada lámina de galleta por el proceso
de humedad, la falta de una infraestructura adecuada para su conservación,
el polvo, las altas temperaturas y el ataque de los bichos bibliófagos que se
han alimentado de los folios, la mayoría de los legajos originales de los tomos I
y III del expediente se mantienen en regular estado de conservación.

XLVIII El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


Folio 35 del tomo I del Expediente Vallejo, véase la transcripción en la p. 47.
Se observan las huellas de la voracidad de los ácaros bibliófagos.

Gladys Flores Heredia XLIX


Esta publicación, que tiene tres tomos, sigue un orden de los hechos.
El primero de ellos contiene documentos desde que se inicia la causa: la
denuncia que formulan los hermanos Carlos y Alfredo Santa María, y su
madre Carolina Aranda, recortes de periódico que informan sobre los sucesos
acaecidos en Santiago de Chuco, publicados en La Industria el 16 de agosto
de 1920, diversos telegramas y numerosas declaraciones de los acusados,
acusadores y testigos ante el juez instructor ad hoc Dr. Elías Iturri Luna
Victoria. Así también se incluye una gran cantidad de hojas de contabilidad
donde se informa sobre el capital que perdió Carlos Santa María, incluso se
inserta un croquis para ubicar su establecimiento comercial incendiado; es
decir, se trata de documentos cuyo contenido cubre un marco temporal que
va desde el folio 1, con fecha 5 agosto de 1920, hasta el folio 416, del 9 de
setiembre del mismo año.

El segundo tomo inicia con el folio [417], fechado el 10 de setiembre de


1920. Estos documentos nos cuentan los sucesos, las declaraciones de los
acusados y, sobre todo, contienen los recursos que escribe nuestro poeta
nacional para solicitar su excarcelación. En diversos legajos también se
detallan las razones jurídicas por las que retiran la acusación contra César
Vallejo y le otorgan su libertad. Asimismo, se pueden observar los vicios
que hubo en el proceso, especialmente en el procedimiento que se siguió
para transcribir las declaraciones de los inculpados y de los testigos, en la
actuación del juez instructor Elías Iturri y del promotor fiscal Rodolfo Ortega,
quien manifiesta que suplantaron su firma en las declaraciones rendidas ante
el juez Iturri, entre otras faltas; todo lo cual nos revela, progresivamente, la
inocencia de Vallejo, pues se concluye que si bien estuvo en Santiago de
Chuco aquel fatídico 1 de agosto de 1920, participó pero no para incendiar
y saquear el local de Santa María, sino para ayudar al subprefecto Ladislao
Meza en la redacción de los telegramas. Observamos a un Vallejo apoyando a
la ley, en la figura del subprefecto Meza, para comunicar a las autoridades de
Trujillo lo que está sucediendo en su pueblo natal a fin de que envíen apoyo
inmediato para detener el caos. No obstante, Carlos Santa María presenta un
recurso de nulidad ante la Corte Suprema para que el proceso vuelva a fojas
cero. Este tomo termina con el folio [599], de fecha 10 de enero de 1925. Si
hacemos una exégesis breve, podríamos decir que los folios del primer tomo
pueden presentarnos, por algunas declaraciones fabricadas de los testigos,

L El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


a un Vallejo que, según la deposición de Carlos Santa María, tiene una pistola
en la mano; tras leer el segundo tomo quedan aclarados los vericuetos y las
trampas del poder ejercido por Santa María, sus empleados, que son a su
vez testigos deponentes, y su grupo aliado para perjudicar no solo a nuestro
poeta, sino a otros enjuiciados. La hipótesis a la que llegamos es que Carlos
Santa María busca recuperar el dinero perdido en el incendio de su tienda,
que según manifiesta en sus declaraciones asciende a dos mil libras, y para
conseguirlo acusa a una gran cantidad de personas, pero como veremos en
el tercer tomo, no lo consigue.

El tercer tomo contiene documentos que empiezan con el folio 643, de


fecha 9 de junio de 1925 hasta el folio 998 del 6 de julio de 1928, en estos
se informa sobre la prolongación de la causa abierta a Vallejo. Se trata de
requerimientos para que se presenten los acusados a una nueva instructiva,
también son documentos que muestran las notificaciones y los informes de
«no habidos» o «sin domicilio conocido» de los implicados en la denuncia.
En el caso de Vallejo, por ejemplo, en uno de los documentos oficiales de la
Prefectura del Departamento de La Libertad, fechado en Trujillo el 2 de enero
de 1926, se informa al presidente de la Corte Superior de Justicia lo siguiente:

En respuesta a su estimable oficio n.° 770 C, de 31 de diciembre último, tengo


el agrado de manifestar a Ud. que el acusado César Vallejo se halla desde hace
tiempo en Francia o España: hecho que pongo en conocimiento de Ud. para
los fines consiguientes (t. III, p. 777).

Para entonces, ya se había montado una sistemática, pero, felizmente,


infructuosa persecución contra Vallejo, que se origina, según el abogado y
estudioso de la obra de Vallejo, Germán Patrón Candela en

La falta de interpretación de la ley, especialmente del art. 333 del C. de P. en


Materia Criminal, [esta carencia] origina la más nefasta persecución del poeta
César Vallejo, que se inicia con las citaciones en el domicilio señalado por su
defensor el Dr. Carlos C. Godoy en Trujillo, por la publicación de edictos y por
los exhortos que se libran a los cónsules del Perú en Madrid y París para que
César Vallejo se constituya en la cárcel de Trujillo para la audiencia en su calidad
de acusado (2020, p. 421).

Gladys Flores Heredia LI


Este tercer tomo es donde se podrá hallar el conjunto de documentos
que presentan el paso a paso de la prescripción del proceso abierto contra
Vallejo y los otros denunciados.
El 24 de noviembre de 1927 el fiscal Elías Rosales Valencia solicita al
Tribunal Correccional lo siguiente:

Los hechos delictuosos materia de este proceso tienen lugar en la tarde del 1.o
de agosto de 1920, en la ciudad de Santiago de Chuco, habiéndose realizado
en consecuencia cuando regía el Código Penal derogado y las leyes especiales
que le complementaban. Han transcurrido hasta la fecha 7 años, 3 meses y
24 días.
[…]
El Tribunal Correccional se servirá, pues, declarar prescrita la acción de
esta causa mandando archivar los de la materia y dejando sin efecto la orden
de captura dictada contra varios de los acusados; salvo mejor parecer del
respetable Tribunal (t. III, p. 975).

Algunos meses después, el Tribunal Correccional, mediante resolución con


fecha 7 de febrero de 1928, declara

el término de la prescripción de la acción penal […] y estando además a lo


dispuesto en el art. 129 del Código Penal: declararon prescrita la acción penal
[…] [y mandaron que] se archiven de modo definitivo […]. Firmado: presidente
Trelles, suplente Boloña, Ottone, Uceda. Secretario J. G. del Castillo (Patrón,
2020, p. 444).

De este modo concluye el proceso penal contra el poeta César Vallejo y


los otros acusados.

El conjunto de los tres tomos conduce al lector por el enmarañado


mundo de las denuncias, las declaraciones, los acusados, los testigos, las
pruebas, los vicios procesales, la prisión, la excarcelación, la solicitud de
nulidad, el reinicio de la causa, y así movimientos de ida y vuelta tan
comunes en los procesos judiciales. Para que el lector no pierda la lógica
expositiva y argumentativa que tienen estos documentos, y sobre todo
para que estos documentos sean legibles, pues el expediente original tiene

LII El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


letras manuscritas que un lector sin conocimientos en paleografía no podría
descifrar, se ha visto por conveniente publicar la transcripción del Expediente
Vallejo.

El Expediente Vallejo tiene un orden, siguiéndolo folio a folio se advierte


que algunas páginas se extraviaron o que la fecha no siempre es correlativa,
ya que hay varios cuadernos9 que provienen de las diversas instancias del
sistema de la justicia agrupados en este gran corpus. Para evitar la dispersión
de los documentos, los hemos ordenado de acuerdo con su foliación original
para el caso de los tomos I y III; y en el tomo II los hemos organizado según las
fechas de los folios por las razones que se explican en los criterios de edición.
Así, el lector podrá seguir el progresivo desenvolvimiento de los hechos
judiciales, y como hay varios folios perdidos y las fechas, especialmente en el
tomo III, no son consecutivas, el lector tendrá el desafío de leer el expediente
como si se tratara, digámoslo así, de una rayuela vallejiana que apela a su
competencia comprensiva para completar los vacíos informativos que posee
el conjunto de documentos judiciales. En el campo de la literatura, que es la
arena de la escritura, a este tipo de estructura discursiva se le denomina
«obra abierta», en el sentido de que el lector tiene que participar activamente
en el proceso de cierre argumental del texto que lee (Eco, 1984).

Ha transcurrido un siglo desde que Vallejo sufriera prisión, y pese a


haber sido absuelto de los delitos de asonada y daños, Vallejo recordará su
experiencia en la cárcel como la que marcó su vida y su obra. El año pasado
quisimos publicar estos monumentales tomos para recordar los cien años
de la injusta prisión, no obstante, la emergencia sanitaria producida por la
COVID-19 impidió el metódico y óptimo avance, y cuando quisimos poner
en marcha la concreción de la publicación, el horizonte humano peruano era
dolorosamente desolador. En ese contexto signado por la muerte decidimos
detener el proyecto.

9 Al respecto, véase el folio [461 v.] del tomo II, en el que se menciona que «el escrito de
denuncia del Sr. Santa María y de doña Eufrocina Calderón [está] en el cuaderno número
3» (p. 504); líneas más abajo se refiere que es necesario «que concurran a la audiencia los
peritos Carlos Caballero, Basilio Guevara, Francisco Ortega […] y siguientes del expediente
número 1; […] y [los] empíricos Sánchez y Castro Agustí de f. 58, 59 y 60 en el cuaderno
número 4» (t. II, p. 504). Como podemos apreciar, el Expediente Vallejo que publicamos es
la suma de varios cuadernos y expedientes.

Gladys Flores Heredia LIII


Un conocido enunciado popular dice que la justicia tarda, pero llega. Es así
que después de un año y cinco meses de arduo trabajo editorial, y esquivando
los ataques mortales de la pandemia, nos propusimos culminar la publicación
del Expediente Vallejo para rememorar positivamente el centenario de la
liberación de nuestro poeta nacional, y que, ciertamente, coincide con el año
de nuestro bicentenario patrio. El Fondo Editorial del Poder Judicial del Perú
publica, para beneplácito de todos los lectores, este histórico expediente en
una esmerada edición.

Lima, febrero de 2021

Gladys Flores Heredia


Responsable del Fondo Editorial del Poder Judicial del Perú

Referencias

Blades, W. (2016). Los enemigos de los libros. Contra la bibliocastia, la igno-


rancia y otras bibliopatías. Fórcola.

Chartier, R. (2006). Inscribir y borrar. Cultura escrita y literatura (siglos XI-XVIII).


Katz.

Coyné, A. (1999). Medio siglo con Vallejo. Fondo Editorial de la Pontificia


Universidad Católica del Perú.

Eco, U. (1984). Obra abierta. Planeta.

Lois, É. (2001). Génesis de escritura y estudios culturales. Introducción a la


crítica genética. Edicial.

Patrón, G. [1992] (2020). El proceso Vallejo (3.a ed.). Fondo Editorial del
Poder Judicial del Perú.

Poder Judicial del Perú (2007). Poder Judicial inauguró muestra de desagra-
vio a César Vallejo al cumplirse 90 años de su designación como juez
de paz. https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/cortesuprema/s_cor
tes_suprema_home/as_inicio/as_enlaces_destacados/as_imagen_pren
sa/as_notas_noticias/as_notas_noticias_2007/cs_n_inauguro_muestra

LIV El Expediente Vallejo: una aproximación desde la crítica genética


CRITERIOS
DE EDICIÓN

H
ace un siglo, el poeta César Abraham Vallejo Mendoza estuvo ence-
rrado injustamente 112 días en la cárcel de Trujillo, desde el 6 de
noviembre de 1920 hasta el 26 de febrero de 1921. Este año recor-
damos el centenario de su liberación. Justamente para demostrar de modo
contundente su inocencia, publicamos los folios que hemos podido recu-
perar de todo el proceso penal que se siguió contra él y otros acusados.
Así, hemos sistematizado y realizado una transcripción paleográfica de
aproximadamente dos mil folios, si contamos las vueltas de estos. Para ello,
hemos dividido esta publicación en tres tomos. Tal como lo expliqué en el
estudio que precede a este texto, encontramos los cuadernos dos y tres en
el Archivo Regional de La Libertad (Trujillo). Estos dos cuadernos, que para
efectos de esta publicación denominamos tomos, tienen su propia foliación,
la cual mantuvimos, pues, aunque pocas veces las fechas no son correlativas,
sí muestran un orden de las etapas que siguió el proceso: desde el inicio, 5 de
agosto de 1920, hasta su prescripción emitida por el Tribunal Correccional el
7 de febrero de 1928.

Ya hemos referido los avatares que sorteamos para conseguir los folios
del tomo II. En ese sentido, nos corresponde en esta sección explicar la situa-
ción en la que encontramos dichos documentos. Fue en diciembre de 2019,

Gladys Flores Heredia LV


después de una intensa investigación, primero en Lima, luego en Trujillo y
otra vez en Lima, que localizamos dichos legajos en una biblioteca particular,
cuyo dueño nos ha pedido no develar su nombre y a quien agradecemos
públicamente por contribuir a nuestra investigación. Estos caros documen-
tos estaban en dos bolsas que contenían copias fieles de aquellos folios que
nos faltaban para redondear la historia del proceso. Ciertamente el tomo II
abarca, desde nuestra perspectiva, los folios más importantes del expe-
diente, pues en él se da cuenta de los vicios procesales que se realizaron en
la instrucción seguida por el juez ad hoc Iturri al tomar las declaraciones de
los denunciantes, los acusados y los testigos, en agosto de 1920 en Santiago
de Chuco. Así también se explican los criterios legales por los que se retira
la acusación contra el poeta. Contiene, asimismo, los textos de la defensa
que expusieron los abogados de los diversos enjuiciados en la audiencia que
se inició el 17 de setiembre de 1921 en el Tribunal Correccional, audiencia
que, por la cantidad de acusados y la diversidad de delitos, duró aproxima-
damente un mes. Aquí se encuentra la defensa de César Vallejo que hace
el Dr. Carlos C. Godoy y la posterior sentencia del 21 de octubre de 1921 que
absuelve al poeta. Hemos explicado ya que en este segundo tomo se hallan
nueve escritos elaborados por el poeta mientras estaba en prisión. Quizá
por esta razón es que los folios originales de este segundo tomo se han
extraviado, dado que un documento con la firma de Vallejo tiene un valor
simbólico y económico en el mercado de la cultura.

Regresando a la explicación del estado de los folios fotocopiados, muchos


de estos eran repetidos, y lo más complejo, estaban totalmente desorgani-
zados. Y en muchos de estos, ni siquiera se podía apreciar el número original
de foliación. Es así que para sistematizar el tomo II seguimos el criterio de
ordenarlos de acuerdo con la fecha de los folios. Y para no perder la conti-
nuidad de la foliación entre el tomo I y el II, optamos por enumerarlos con-
secutivamente, es por esta razón que en este segundo tomo los folios están
entre corchetes, para indicar que la foliación la realizamos nosotros. No
obstante, cabe precisar que en los folios que tenían numeración, esta la
hemos conservado como parte de su contenido.

Otro aspecto que se debe considerar es que por ser copias del folio original,
sobre todo los que tienen textos manuscritos, están en pésimas condiciones

LVI Criterios de edición


de realizar una transcripción común, por lo que recurrimos al auxilio de la
transcripción paleográfica y la edición filológica. Sin embargo, hay algunas
palabras cuyo estado de descomposición las hace completamente ilegibles,
y en el caso de los tres tomos, hay folios cortados o mutilados. Estos se
indican entre corchetes. Pero una lectura atenta y con conocimiento de la
casuística filológica ayuda también a completar las palabras que no son
legibles. Así, cuando las hemos descifrado, las incluimos entre corchetes para
diferenciarlas de los folios originales, ya que en estos no se pueden apreciar.
Por lo expuesto, en esta edición encontrarán las palabras [roto], [ilegible] y
[cortado], pues así están en el folio original que tenemos digitalizado para
una próxima edición facsimilar.

El valor histórico, cultural y patrimonial que posee el Expediente Vallejo.


Proceso penal seguido contra el poeta César Vallejo es indiscutible. Por ello,
para hacer accesible esta publicación a los lectores del siglo XXI, es que
hemos actualizado la ortografía y los signos de puntuación que están vigen-
tes en este año del bicentenario. Además de la actualización necesaria del
lenguaje, cuidando siempre que no se cambie el texto original, para esta
edición hemos seguido los criterios de edición que se sintetizan en los
siguientes puntos:

a) Se han modernizado la ortografía, la gramática, los signos de puntua-


ción y la ortotipografía de los folios para dinamizar su lectura. De este
modo, se ha corregido el uso arbitrario de mayúsculas, se han aplicado
las reglas gramaticales, así como las de puntuación y tildación vigentes,
y se han eliminado los usos innecesarios de las comillas.
b) Hemos enmendado algunos errores de la escritura original de los folios,
pues sabemos que ni el diccionario de la Real Academia Española se
salva de las erratas que siempre se filtran en los proyectos editoriales
más ambiciosos. Así que, tratándose de legajos jurídicos, hubo algunos
traspiés discursivos. Contar con el Expediente Vallejo digitalizado nos
permitió cotejar las transcripciones y enmendarlas en los casos en que
fuera necesario.
c) Todos los artículos y las preposiciones incluidos entre corchetes son
nuestros. Los hemos añadido para hilvanar la lectura fluida de los
folios.

Gladys Flores Heredia LVII


d) Se ha actualizado la nomenclatura de las fechas tal como hoy en día se
dispone en los documentos, pues en muchos folios se escriben de modo
indistinto, ya sea con números o de manera escrita. De igual modo,
hemos homogeneizado la escritura de los folios, colocándolos todos
con números arábigos.
e) En los casos en que no tenemos los folios, y se pierde la narrativa textual
del proceso, hemos creído conveniente indicar que estos folios están
extraviados anotando esta información en una nota a pie de página.
De esta forma, el lector avisado comprende que no ha sido un error en
la edición, sino que, tras buscarlos, no pudimos dar con ellos.
f) El Archivo Regional de La Libertad agrupó los folios en dos cuadernos,
y para diferenciarlos, elaboró una portada de color celeste con los datos
que contiene cada cuaderno. Para uniformizar las portadas de los tres
tomos, hemos elaborado una cubierta para el tomo II, siguiendo el
diseño que tienen los otros.

El Expediente Vallejo sale a la luz el año en que rememoramos el centena-


rio de la libertad de Vallejo (1921-2021). Además, el año en que recordamos
los doscientos años de nuestra vida republicana en medio de una pandemia
que ha matado a nuestros seres más queridos y ha dejado a la humanidad
en agonía, pero con esperanza. No obstante, «pese a todos los contras»,
nos toca a nosotros sumarnos a los pocos defensores de Vallejo en este
episodio doloroso de su vida. Con esta publicación dejamos nuestro testi-
monio y creencia en la inocencia de Vallejo, para que terminen de una vez
los falsos rumores y, principalmente, para hacerle justicia a nuestro poeta
mayúsculo, pues su obra, hasta ahora, está llena de mundo.

Lima, febrero de 2021

Gladys Flores Heredia


Responsable del Fondo Editorial del Poder Judicial del Perú

LVIII Criterios de edición


Agradecimientos

E
n mi condición de ejecutora de este proyecto de investigación y
edición, quiero agradecer al Dr. Francisco Távara Córdova, director del
Fondo Editorial del Poder Judicial, por haberme confiado el trabajo de
recolectar, organizar y publicar este histórico expediente cuya necesidad de
difusión puso en la agenda de los vallejistas hace catorce años cuando realizó
el desagravio a Vallejo. Por ello somos dos los responsables de la publicación
del Expediente Vallejo. Proceso penal seguido contra el poeta César Vallejo,
dividido en 3 tomos. En todo momento el doctor Távara ha participado
activa y decisivamente en su publicación. Sin su respaldo, la concreción de
esta colosal empresa vallejiana no hubiera sido posible.

También quiero expresar mi reconocimiento, y el de todos los vallejistas del


Perú y del mundo, al Sr. Alfonso Acuña Suárez, director del Archivo Regional
de La Libertad, pues su comprensión de que el Expediente Vallejo es un
acervo cultural invaluable que debe socializarse para que nuestra cultura
e historia se difunda, hizo que autorizara la digitalización del expediente
que custodia celosamente. Muchas veces los proyectos relevantes para la
sociedad fracasan por la excesiva burocracia que suelen imprimirle algunos
directores de las instituciones públicas durante su gestión, el Sr. Alfonso
Acuña Suárez pertenece a esa otra estirpe de buenos funcionarios que
necesita el Perú para propalar la investigación y la cultura.

Gladys Flores Heredia LIX


Jorge Kishimoto Yoshimura alentó con entusiasmo y persistencia la finali-
zación de la edición. Definitivamente, sus llamadas periódicas, que a veces no
contestaba, para preguntarme cuándo culminaba la edición del Expediente
Vallejo, me motivaron a no cejar en medio de un contexto hostil. Le agra-
dezco por los fructíferos diálogos vallejianos, los cuales me espolearon para
no rendirme en un recorrido editorial tan largo que muchas veces parecía
infinito.

Agradezco también a Maxwell Quiroz Castillo, encargado de la Oficina del


Archivo Central de la Universidad Nacional de Trujillo, por haberme puesto
a disposición sus escáneres de alta gama, que aportaron para sacar del
olvido el Expediente Vallejo, pero sobre todo, por su buena disposición para
apoyar, hace aproximadamente dos años, este proyecto de investigación
en su etapa germinal. Mi agradecimiento lo sumo a su equipo: Alexander
Vigo Rodríguez y Hernán Córdova, quienes desde que cantaba el gallo hasta
la hora cenicienta se quedaron conmigo en la oficina para digitalizar los
folios en tres maratónicos días. Un reconocimiento particular a su excompa-
ñera de estudios, Evelyn Villacorta Gutiérrez, quien nos ayudó con la primera
etapa de la transcripción paleográfica de los folios. No hay duda de que
este grupo de jóvenes historiadores egresados de la alma mater de Vallejo
advirtió rápidamente lo que significaba la publicación del expediente.

Dejo para el final, y no por ello es menos importante, mi especial agrade-


cimiento a mi gran equipo del Fondo Editorial: Yuliana Padilla Elías y Miguel
Condori Mamani. Fuimos tres los que, durante el proceso de edición, rema-
mos el barco vallejiano y encaramos con hidalguía las tempestades que se
nos presentaron en esta saga editorial. Finalmente llegamos a buen puerto:
el de la publicación.

Lima, febrero de 2021

Gladys Flores Heredia


Responsable del Fondo Editorial del Poder Judicial del Perú

LX Agradecimientos
Tomo
I
ARCHIVO REGIONAL DE LA LIBERTAD

SERIE: SUBSERIE:

Legajo : Cuaderno :
Año : 1920 Hojas útiles : 998

CONTENIDO

SANTIAGO DE CHUCO: Instrucción seguida por CARLOS y ALFREDO SANTA


MARÍA Y CAROLINA ARANDA, vecinos de esta ciudad, contra HÉCTOR M. y
ÁLVARO VÁSQUEZ, VICENTE JIMÉNEZ e hijo, MANUEL y CÉSAR ABRAHAM
VALLEJO MENDOZA y otros por HOMICIDIO FRUSTRADO, ROBO, INCENDIO
y otros delitos en sus tiendas de comercio realizados el día DOMINGO 1.o DE AGOSTO.

Fecha de inicio : 6 de agosto de 1920


Fecha de término : 13 de setiembre de 1928*

Cuaderno n.o 01

Juez ad hoc : Dr. ELÍAS ITURRI LUNA VICTORIA


Escribano : Sr. VÍCTOR M. GUERRERO

Observaciones: 1. Faltan los folios del 417 al 642


2. Por error de foliación no existen los números 192 y 241
3. Dos folios están numerados con el número 242
4. Entre los folios 267 y 268, hay un folio no numerado
5. La denuncia de folio 1 se encuentra rota verticalmente por la
mitad y las cuatro siguientes el borde derecho.

* Por error, en lugar de 5 se colocó 6 de agosto. Asimismo, cabe precisar que, en los archivos
originales del cuaderno 3, el último folio 998 v. tiene fecha 6 de julio de 1928; por lo que
inferimos que se han extraviado algunos folios finales que inicialmente tenía el Archivo de
La Libertad.

Expediente Vallejo • Tomo I 3


PORTADA

1334 928
N.° 323
Provincia de Santiago de Chuco
Instrucción contra Héctor M. Vásquez, Pedro Lozada, César A. Vallejo y
otros, por incendio y otros delitos realizados el 1.o de agosto de 19201.

Juez ad hoc: Dr. Elías Iturri

1 En el expediente original, las tres cuartas partes verticales de la portada (primera página)
del primer legajo están rotas. Hemos reconstruido sus datos tomando en cuenta la cita que
proporciona André Coyné en el primer capítulo, «Apuntes biográficos de César Vallejo», de
su libro Medio siglo con Vallejo (1999, p. 51). Cabe precisar que Coyné publicó este capítulo
por primera vez en la revista limeña Mar del Sur, número 8, noviembre-diciembre de 1949,
como resultado de las investigaciones que realizara ese mismo año durante los meses de enero
y febrero, en Trujillo, Santiago de Chuco y Huamachuco. Tal como lo testimonia el peruanista
francés: «En Trujillo tuve que ubicar la Notaría donde había quedado archivado el expediente
del Proceso consecutivo a los incidentes de las Fiestas patronales de Santiago de Chuco, de
julio de 1920, que llevaron a prisión a Vallejo. Dicho expediente se encontraba en una sala
llena de documentos semejantes. Pagué a un empleado para que me encontrara los que me
interesaban. Este tardó dos días en descubrirlos. Desde entonces se encuentran disponibles,
al alcance de los estudiosos que con el avance de la técnica, han podido reproducirlos
íntegramente» (1999, p. 16).

Expediente Vallejo • Tomo I 5


FOLIO 1

Denuncia2
Señor subprefecto de la provincia
Carlos y Alfredo Santa María y Carolina J. Aranda, de esta vecindad, ante Ud.
con el debido respeto nos presentamos para exponer:
Que el domingo 1.º del presente mes, como a las cinco de la tarde, nos
encontrábamos tranquilamente en nuestra casa habitación y tiendas de comercio
respectivamente, situadas en la calle del Comercio de esta ciudad, cuando de
improviso y a la voz de maten y quemen, se acercaron don Vicente Jiménez e
hijo, Héctor M. Vásquez, Albano Vásquez, Pedro Lozada, César Vallejo, Manuel
Vallejo, Víctor Vallejo, Aurelio Calderón Rubio, el juez Martínez Céspedes, Benjamín
Paredes, José E. Moreno, Octavio Delgado, Telésforo Paredes, Francisco Vásquez
Pizarro, Manuel Jesús Sánchez Aguilar, Cristóbal Delgado, Demetrio García, Pedro
Pelaes, Néstor Medrano y otros y rompieron las puertas de nuestros establecimientos
comerciales y penetraron en ellos todos armados con rifles y carabinas con el propósito
de victimarnos y robarnos. Felizmente pudimos escapar nuestras personas quedando
los forajidos haciendo disparos sobre mi señora madre, quien salió a nuestra defensa.
No contentos con esto y más tarde, como a las doce de la noche, después
de haber saqueado cuanto objeto de valor les fue posible, prendieron fuego a
nuestras propiedades, aprovechando de treinta y tantos cajones de kerosene
que existían en nuestros depósitos, siendo los principales incendiarios Oscar
Jiménez, Pedro Lozada, César Vallejo, Manuel Vallejo, Telésforo Paredes, Héctor
Vásquez, Benjamín Ravelo y Francisco Vásquez, apoyados por el alcalde Vicente
Jiménez, el juez Martínez Céspedes, José E. Moreno, Aurelio Calderón Rubio
y otros, quienes armados de carabinas sembraron el pánico primero para que

2 Cuatro días después de los actos delictivos ocurridos en Santiago de Chuco el 1 de agosto de
1920, el proceso contra César Vallejo y otros dieciocho acusados, entre los que se encontraban
sus hermanos Manuel y Víctor, se inicia con la denuncia interpuesta por los hermanos Carlos
y Alfredo Santa María, y su madre Carolina J. Aranda, que es la información que se consigna
en el folio 1 del primer tomo. En el expediente original, este folio está partido verticalmente
por la mitad, por lo que tuvimos que completar la información con los textos de los folios 10
y 11 de este primer tomo, donde se consigna la copia de esta denuncia.

6 Expediente Vallejo • Tomo I


nadie pudiera ocurrir a prestar auxilio para extinguir el fuego, por lo que todo ha
quedado reducido a cenizas y escombros; pues es del dominio público

FOLIO 1 v.

que se han encontrado entre las cenizas restos de cheques circulares y fragmentos
de monedas de libras de oro, habiendo tenido en cheques circulares Lp. 1250 y en
libras oro sellado Lp. 400 —o sea el total de Lp. 1650—. Todo se ha reducido a
cenizas inclusive libros de contabilidad —todo absolutamente todo—.
Estos hechos, señor subprefecto, constituyen crímenes horrendos y alevosos
penados por nuestras leyes; por consiguiente, los denunciamos y pedimos la captura
inmediata de los susodichos criminales para su juzgamiento.
Ud. señor subprefecto es testigo, lo mismo que el público en general, de los
hechos consumados que por falta de fuerza pública no [pudo] dominarlos, pero
sí puede hoy exigir o contribuir a la sanción respectiva previo reconocimiento
de los escombros para acreditar los crímenes demarcados. Además, en la parte
civil, estimamos nuestras pérdidas totales en Lp. 20 000, veinte mil libras oro
sellado, [doblado] Con la circunstancia, señor subprefecto, de que soy agente
vendedor de las siguientes casas comerciales: Trujillo, Agencies C.o, E. & W.
Hardt, Pinillos, Goicoche C.o, Hassler Meseth y C.o, Alberto Sommaruga, Foc
Chong y Joaquín Canales Casenave.
Los crímenes que dejamos denunciados se hallan previstos y penados por
nuestra ley penal en su art. 354 C. P. con la circunstancia agravante de haberlos
perpetrado en la noche en nuestro propio domicilio y con el único propósito de
victimarnos por medio del incendio del que pudimos escapar por los techos de las
casas vecinas.
Siendo los testigos la mayor parte de los comerciantes y moradores que viven
en el jirón del Comercio y otras personas más, cuyas declaraciones aparecerán
en el sumario respectivo, entre estos [cifremos]3 los siguientes: Tomás Ortiz,
Segundo Gutiérrez, Martín Gutiérrez, Herman Delgado, Abel Sauna, Luis Sauna,
Sacramento Tacanga, Manuel Rojas, Sacramento Mi-

3 Cifrar es un verbo que, entre varias de sus acepciones, significa transcribir, compendiar.

Expediente Vallejo • Tomo I 7


FOLIO 2

ñano, Santiago Jaime, Felipe Rebaza, Ildifonzo Rebaza, Gustavo Pinillos E.,
Natividad Sigueñas, Pablo Sánchez P., Pablo Sánchez Murga, Alejandro Arana,
Lidauro y Luzgardo Quevedo, Teodomira Quevedo, María Benites, Zenón Pereda,
Agustín Lopez Muñoz, Rufino Benites, Micaela Saldaña, Conversión Gavidia,
Julio Rodríguez Alvarado, Simón Castro, [roto] P. Mantilla, Julio Rodríguez
R., Rosario Gutiérrez, Benigno y Miguel Rojas, Manuel R. Calonge, Lucinda
Romero, Jacoba C. de Uceda, Felícita de Cárdenas, Rosa vda. de Acuña, Augusto
Uceda, servidumbre de la casa Uceda, Manuel J. Valverde, José Rodríguez y
Marcial E. Sánchez.
Ha habido premeditación para cometer estos tremendos delitos, lo prueba el
hecho de haber roto las puertas temprano y haber dejado la casa expedita para
el incendio. Los denunciados después de asesinar a dos soldados de la guarnición se
lanzaron como chacales sobre nuestras vidas y propiedades, quedando esta última
completamente [destrozada].
Pedimos a Ud. se sirva capturarlos en el día y ponerlos a disposición
del juez en la cárcel pública para su juzgamiento y castigo haciendo presente que
demandamos también la responsabilidad civil en la suma antes manifestada.
Es justicia &.

Santiago de Chuco, 5 de agosto de 1920


Carolina Aranda [rúb.] Carlos Santa María [rúb.]
Alfredo Santa María [rúb.]

6 de agosto de 1920
Con la nota respectiva, pase, [roto]
1.a instancia de la provincia [roto]4

4 Estas últimas tres líneas no aparecen en la copia de la denuncia que se incluye en el folio 11.
Asimismo, cabe señalar que en el expediente original este folio no tiene vuelta o reverso. En
este primer tomo, hay algunos folios que no tienen vuelta, varios de estos son los folios de
contabilidad (que van desde el 258 hasta el 324), los edictos (que van desde el 371 hasta el
389), entre otros. Hacemos esta precisión para que el lector no piense que ha sido un descuido
en la edición.

8 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 3

6 de agosto de 1920
Señor juez de 1.a instancia de la provincia
101 Para los efectos de ley, original acompaña la denuncia presentada
a esta [ilegible] Carlos y Alfredo Santa María y Carolina Aranda [ilegible] en mi
casa habitación [ilegible] 1.o de los corrientes por Vicente Jiménez [ilegible] que
[ilegible]
Ladislao Meza [rúb.]

Santiago de Chuco, 6 de agosto de 1920


Estando el suscrito [roto] prendido entre los acusados; [roto]se al llamado por
la ley.
Dias [rúb.] [roto]
Santiago de Chuco, [6] de agosto de [1920]
Fra[roto] en la fec[roto]

FOLIO 3 v.

de la denuncia que [cortado] de que el suscrito es [cortado] de los enjuiciados


p[cortado] al llamado por la [cortado]
A. Dias [rúb.]

Santiago de Chuco, 11 de agosto de 1920


Puesto a despacho en la [cortado] estando entre los acusados Vicente
Jiménez, enemigo capital del suscrito, [cortado] en juicio criminal seguido contra
[Vicente] Jiménez y existiendo pleitos pendientes sobre los bienes del finado
don José Castillo. Pase al llamado por la [cortado]
A. J. Sánchez [rúb.]
Dias [rúb.]

Expediente Vallejo • Tomo I 9


FOLIO 4

Juzgado de Paz de 1a. Nominación del Distrito de este Cercado


Santiago de Chuco, 13 de agosto de 1920

Señor juez de 1a. instancia


[en] lo Criminal de la provincia de Trujillo
En fojas 3 tengo el agrado de remitir a Ud. la denuncia interpuesta por don
Carlos, Alfredo Santa María y Carolina Aranda contra Vicente Jiménez y otros por
varios delitos. Haciendo presente que dicha denuncia pasa a su conocimiento, [en]
virtud de haberse excusado el señor juez de 1.a instancia de esta y jueces suplentes
respectivamente.
Dios guarde a usted.
Rodolfo Ortega [rúb.]

Trujillo, 17 de agosto de 1920


Recibido en la fecha [roto] nombrado y [juramentado] juez instructor
[doctor] don Elías Iturri [roto] denuncias de [roto]

FOLIO 4 v.

conocimiento.
Otiniano [rúb.]

10 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 5

Trujillo, 17 de agosto de 1920


Señor juez instructor ad hoc
Dr. don Elías Iturri
# 731 Con fojas 5, remito a Ud. la denuncia de don Carlos y Alfredo
Santa María y doña Carolina Aranda contra don Vicente Jiménez e hijo Héctor
M. Vásquez y otros por homicidio frustrado, robo, incendio y otros delitos, cuyas
denuncias se ha recibido en la fecha en este juzgado.
Dios guarde a usted.
Daniel O. Checa [rúb.]

Santiago de Chuco, 24 de agosto de 1920


Dado cuenta en [roto] habiendo sido nombrado el [roto]to por el Tribunal
Correccional juez instructor ad hoc pa[roto] investigación de los delitos se
refiere la denuncia de [roto] una para lo cual ha [roto]tado el juramento de ley: a
[roto]

FOLIO 5 v.5

novecientos veinte siendo las dos de la tarde compareció ante el señor juez
instructor ad hoc doctor don Elías Iturri, el señor Rodolfo Ortega a quien después
que manifestara que aceptaba el cargo de promotor fiscal para el que ha sido
nombrado, el señor juez le recibió el juramento de ley por el cual ofreció cumplir
fiel y legalmente el cargo que se le ha conferido firmando con el señor juez por ante
mí de que doy fe.
Elías Iturri [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]
Rodolfo Ortega [rúb.]

5 En el expediente original, falta el folio 6.

Expediente Vallejo • Tomo I 11


En Santiago de Chuco, a los 24 días del mes de agosto, siendo las tres de la tarde,
hice saber el auto que antecede al defensor de ausentes nombrado, don Santiago R.
Bocanegra, quien enterado firmó; doy fe.
S. R. Bocanegra [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

[En] Santiago de Chuco a los 24 días del mes de agosto de 1920, siendo las tres y
media [de] la tarde,

FOLIO 7

hice saber el auto que antecede al perito don Carlos Caballero, quien enterado no
firmó; doy fe. = Tarjado = compareció ante el señor = no vale =.
Víctor M. Guerrero [rúb.]

En la misma fecha, siendo las cuatro de la tarde, hice saber el auto de la foja anterior
al perito don Basilio Guevara, el que enterado no firmó, doy fe.
Víctor M. Guerrero [rúb.]

FOLIO 86

Los sucesos de Santiago de Chuco

Trujillo, 10 de agosto de 1920


Señores redactores de La Industria
Pte.
Muy señores míos:

6 En este folio se incluye la página del periódico trujillano La Industria. Transcribimos el texto
que figura en la sección «Comunicados». Debido a que solo se incluye una página, el contenido
está incompleto. No obstante, quien firma el comunicado es el Dr. Saniel Chávarri, abogado de
los hermanos Santa María.

12 Expediente Vallejo • Tomo I


Como abogado y apoderado en esta ciudad de los señores Carlos y Alfredo
Santa María, quienes acaban de ser víctimas de un atentado salvaje en Santiago
de Chuco, me dirijo a ustedes por encargo de dichos señores, con quienes solo he
podido comunicarme, a fin de que llegue a conocimiento del público la verdad
[incompleto].

FOLIO 97

Los sucesos de Santiago de Chuco

Trujillo, 13 de agosto de 1920


Señores redactores de La Industria
Pte.
Muy señores míos:
Acabo de llegar de Santiago de Chuco, de donde he venido con el objeto
de pedir justicia y reclamar de las autoridades el apoyo que necesito para que los
horrorosos crímenes cometidos el 1.o de agosto en esa ciudad no queden sin castigo
y para que se me indemnice de los gravísimos perjuicios que se me han causado,
llevando la miseria y desolación al hogar de mi anciana madre y de mis siete hijos.
He tenido que salir de Santiago de Chuco en altas horas de la noche, habiendo
permanecido oculto desde el día de los sucesos, aconsejado por el señor subprefecto
de la provincia, don Ladislao Meza, a fin de evitar que se me victime como se
pretende, después de habérseme hecho víctima del más salvaje atentado que registra
la historia de mi ciudad natal (aún durante la invasión enemiga), y como si no fuera
bastante la ruina en que me ha dejado, solo por satisfacer odiosidades políticas, o
venganzas personales, que tienen su origen en la envidia y en la perversidad de casi
todos los cabecillas de los sucesos.

7 En este folio se incluyen dos páginas del periódico La Industria, publicado en Trujillo el 16 de
agosto de 1920. Transcribimos el texto de estas páginas precisando que el contenido de este se
distribuye en tres columnas verticales, motivo por el cual hemos repetido la foliación 9 y 9 v.
tres veces, con el objetivo de identificar en qué folio aparece el texto transcrito.

Expediente Vallejo • Tomo I 13


Ampliando la información dada al público por mi especial encargo, en el
diario La Industria de hoy, por mi apoderado en esta ciudad, doctor Saniel Chávarri
B., ratificando dicha información, me dirijo a ustedes para suplicarles se sirvan
transmitir al público los detalles de los acontecimientos, que servirán para llevar a
todos el convencimiento de la maldad con que se ha procedido, de la

FOLIO 9 v.

premeditación del ataque y de la necesidad de que una sanción reparadora caiga


sobre los criminales, sin vacilaciones ni contemplaciones; como no las han tenido
los delincuentes para enlodar su nombre y el de su familia, el buen nombre
de Santiago de Chuco y de su pueblo, [cortado] inmensa mayoría protesta y
re[cortado] altivamente el que se cometan tales crímenes en su seno; porque
debo dejar constancia de que no es el pueblo de Santiago de Chuco el que ha
procedido, ni procederá jamás en la forma como pretenden hacerlo aparecer
los criminales, estos forman un pequeño número [cortado] que grande para sus
crímenes [realizados] con número de 40 más o menos [cortado]dose encabezados
por desgracia [cortado] las mismas autoridades llamadas a justicia y a dar buen
nombre a la ciudad en que viven y que representan.
[cortado] pequeña guarnición residente en Santiago de Chuco se encontraba
desde algún tiempo desmoralizada, como [cortado]eba el hecho de que el 28
de [julio] pasado el subprefecto reprendió [cortado]amente al alférez Dubois
por su [cortado] de serenidad en el manejo de su [cortado]el, y como este se
insolentara lo [cortado]tó a la prefectura. El mismo [día] de los acontecimientos,
el subprefecto se presentó en el cuartel encontrando al sargento Bardales en
completo estado de beodez, y como este se pusiera insolente con el subprefecto,
dicho funcionario lo castigó y le dio de baja.
[cortado] las 4 de tarde de dicho día se oye unas detonaciones en el cuartel, a
[cortado] lugar acudió el subprefecto encontrando a tres guardias insubordinados,
[quienes] pedían a gritos el pago de sus haberes. El subprefecto con sagacidad
[cortado]dujo a la obediencia, y mandó pres[cortado] soles a don José Moreno
y les [pagó] quedando los gendarmes ya moderados, pero en este instante se

14 Expediente Vallejo • Tomo I


presentaron [al] cuartel don Manuel Antonio Ciudad, padre espiritual de mi
hermano [Alfredo] con quien guardábamos la mejor [cortado]ía), don Héctor
Vásquez y otros.
Ciudad, haciendo uso de su conocido carácter impulsivo y autoritario, y
[cortado]da sin preveer las consecuencias, [reprendió] al gendarme Guerra, quien
re[cortado] insulto amenazándole de victi[cortado] porque Ciudad le atacó con su
re[cortado]. Entonces Ciudad se abalanzó [para] desarmar al gendarme indicado,
junto con dos compañeros más cuyos apellidos ignoro levantaron sus rifles [y]
dispararon contra Ciudad dejándolo

FOLIO 9

muerto instantaneámente. Todo esto presenció el subprefecto Meza, quien no


pudo evitar los sucesos sin duda por la rapidez con que se desarrollaron. De esto
se deduce que los gendarmes no han tenido la intención de asesinar como dicen
mis asaltantes al subprefecto, y que la muerte del infortunado Ciudad se debe
solamente a su imprudencia temeraria. Después de esta primera parte del drama,
Héctor Vásquez, Teófilo Paredes y otros que le acompañaban se abalanzaron sobre
los tres gendarmes, les arrebataron sus rifles y con ellos mismos dieron muerte
a dos, hirieron al gendarme Pereira, quien según he oído decir se refugió en la
casa vecina, que es de propiedad del doctor Calderón Rubio y donde este vive,
creyendo encontrar auxilio y consiguiendo solo la muerte. El jefe de la guarnición
alférez Dubois, durante los sucesos, se encontraba fuera del cuartel, y al oír las
detonaciones se dirigió a dicho lugar; pero como se trataba de un acto de fuerza se
regresó huyendo despavorido, ignorando yo a dónde se dirigió.
Acto seguido, don Héctor Vásquez y sus demás acompañantes tomaron el
resto de rifles de la guarnición, se dirigieron al lugar donde el subprefecto tenía
acuartelados a los gendarmes que llevó consigo de Huaraz, desarmaron a cuatro
de dichos gendarmes y se encaminaron a casa de Héctor Vásquez, quien sacó gran
cantidad de carabinas repartiéndolas entre sus acompañantes, que ya eran más de
cuarenta, y comenzando a hacer disparos en todas direcciones se dirigieron al local
que ocupa la notaría pública de la provincia en busca del notario don

Expediente Vallejo • Tomo I 15


FOLIO 9 v.

Baldomero Jara, sin conseguirlo. De allí pasaron a la oficina de Telégrafos y


rompiendo las puertas penetraron dentro de ella, destruyendo los aparatos, e
incendiando las ropas del telegrafista, buscando a este para victimarlo; pero
felizmente sin conseguir su intento porque se encontraba dicho empleado en casa
de doña Lucinda Romero, donde tuvo que esconderse en un cajón de ropa para
no ser víctima, pues hasta dicha casa se dirigieron los asaltantes en su busca.
Me olvidaba hacer presente que los gendarmes asesinados fueron salvajemente
masacrados, pues se les sacaron los ojos y la masa encefálica, habiendo llegado don
Héctor Vásquez hasta el extremo de pasear los ojos de las víctimas envueltos en su
pañuelo por las calles de la ciudad, gritando: «Así se vengan los hombres».
De la oficina de Telégrafos se dirigieron los asaltantes a la oficina de la
Delegación de Minería, donde rompieron las puertas penetrando a dicha oficina e
infundiendo el terror en la familia del empleado, quien por fortuna no se encontraba
en su despacho. De allí pasaron a la oficina de Teléfonos, que se halla en la misma
casa de la Delegación, destruyeron los aparatos telefónicos, porque parece que el
plan de los asaltantes era aislar a Santiago de Chuco del resto de la República.
Debo dejar constancia, como medio de acreditar que hubo premeditación
para la realización de estos sucesos, que el hijo de don Vicente Jiménez, llamado
Oscar, momentos antes de los sucesos fue donde un zapatero y le pidió un alicate
para cortar las líneas del teléfono, y como la herramienta dada por aquel no era
buena, don Vicente Jiménez la llevó y tirándosela por la cara e insultándolo le
dijo que no servía para el objeto designado. El nombre de dicho zapatero es Pablo
Sánchez, honrado artesano que además se dedica al comercio.
De la oficina de Teléfonos se dirigieron los asaltantes a mi establecimiento
comercial, que se halla situado en la esquina de la calle del Comercio, que tenía dos
puertas a la calle, y detrás del cual se encontraban los depósitos y la casa habitación
de mi señora madre, anciana de 60 años de edad.
Como cerré las puertas de mi establecimiento al iniciarse los disparos, por
una medida de elemental prudencia, los asaltantes rompieron la puerta principal y
penetraron a la habitación de mi señora

16 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 9

madre por la puerta de la casa que queda a la vuelta. Entonces me presenté a


increpar su conducta a los asaltantes, y me encontré con el señor subprefecto
que había ido junto con los atacantes apaciguando sus ánimos, y habiéndome
manifestado dicha autoridad insistentemente la conveniencia de que me ocultara
para no ser víctima de un ataque personal, me retiré al interior de la casa.
Entonces salió don Federico Cueva, padre político de mi hermano, don
Alfredo Santa María, quien increpó a los asaltantes su conducta, recibiendo por
respuesta un balazo que le disparó a quemarropa

FOLIO 9 v.

[roto] felizmente. Mi anciana madre indignada justamente con el atropello de


que era víctima en su casa, salió a protestar, siendo recibida del mismo modo por
don Héctor Vásquez, pero felizmente sin conseguir herirla. Todo esto sucedía en
presencia del señor subprefecto, quien no conseguía a pesar de sus esfuerzos reducir
o dominar la inexplicable ira y la furia salvaje de que se hallaban poseídos los
asaltantes.
Restablecido el orden por el momento, merced a esos esfuerzos, el señor
subprefecto se retiró recomendándome [que] no abandonara mi casa y dejando
para la custodia de la misma y de los establecimientos comerciales tres soldados
armados, que eran los únicos que le quedaban.
El pretexto de que se valieron los asaltantes para atacar mi domicilio fue
que en él se había refugiado el alférez Dubois, cosa enteramente inexacta como
puede constatar el mismo señor subprefecto, quien acompañado de dos o tres de
los asaltantes buscó en todos los compartimentos de la misma casa al supuesto
refugiado, sin encontrarlo.
Confiábamos todos en mi domicilio en la garantía que suponíamos pudieran
ofrecernos los gendarmes dejados por el señor subprefecto y nos encontrábamos
tranquilos descansando todos, ya acostados, cuando a las once de la noche poco

Expediente Vallejo • Tomo I 17


más o menos se inició el incendio en nuestros establecimientos. Antes, desde las
nueve de la noche, había comenzado en la población un nutrido fuego de fusilería,
por cuyo motivo, alarmado, mandé repetidas veces a mis hijos, a personas de mi
servidumbre y a vecinos, pagándoles a estos últimos, para que buscaran al señor
subprefecto y pusieran en su conocimiento lo que ocurría. Los comisionados no
regresaban, atemorizados por los maleantes que merodeaban cerca de mi casa,
armados sin duda; el señor subprefecto no pudo ser encontrado, porque, según
he sabido después por el mismo señor, se encontraba desde que se retiró de mi
casa, en la casa de don Héctor Vásquez, donde se confeccionaron los telefonemas
y telegramas que transmitieron las noticias de lo sucedido hasta ese momento,
y donde se entretuvo de diferentes maneras al señor subprefecto hasta después
de consumado el incendio. Cuando dicha autoridad salió a los balcones de la
casa donde se encontraba y vio el incendio, que se elevaba en la atmósfera a una
altura enorme, con motivo de la gran cantidad de combustible que tenía en los
depósitos, al que se unió el llevado por los asaltantes, ignoro en qué condición,
del establecimiento comercial del señor José Moreno, se trasladó inmediatamente
al lugar del suceso, y al llegar a dicho lugar recibió varios disparos procedentes
de los asaltantes, quienes apostados en las esquinas inmediatas impedían que se
aproxime a la casa incendiada ninguna persona, con el objeto de llevar a cabo el
saqueo y dejar que se extinga por acción del fuego todo lo que no podían sustraer.
Al ser atacado, el señor subprefecto se tendió en el suelo, según él mismo me lo ha
contado, dando grandes voces para que no lo victimaran, y consiguiendo de esa
manera ser oído, por cuyo motivo fugaron los asaltantes.
Mientras tanto, mi familia, mis huéspedes y yo tuvimos que poner a salvo
nuestra vida porque junto con el incendio caía sobre nuestra casa un nutrido fuego
de fusilería que ponía en grave peligro nuestras vidas, aparte de que las explosiones
causadas por los petardos de dinamita que estallaban a cada instante y por la ruptura
de los cajones de kerosene y8.

8 Así termina la segunda página del periódico, pues debido a que el expediente judicial que
revisamos estaba cosido, no se pudo digitalizar la otra página.

18 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 10

Copia. Denuncia
Señor subprefecto de la provincia
Carlos y Alfredo Santa María y Carolina J. Aranda, de esta vecindad, ante Ud.
con el debido respeto nos presentamos para exponer:
Que el domingo 1.o del presente mes, como a las cinco de la tarde nos encon­
trábamos tranquilamente en nuestra casa habitación y tiendas de comercio respec­
tivamente, situadas en la calle del Comercio de esta ciudad, cuando de improviso
y a la voz de maten y quemen se acercaron don Vicente Jiménez e hijo, Héctor
M. Vásquez, Albano Vásquez, Pedro Lozada, César Vallejo, Manuel Vallejo, Víctor
Vallejo, Aurelio Calderón Rubio, el juez Martínez Céspedes, Benjamín Ravelo,
Marcos Paredes, José E. Moreno, Octavio Delgado, Telésforo Paredes, Francisco
Vásquez Pizarro, Manuel Jesús Sánchez Aguilar, Cristóbal Delgado, Demetrio
García, Pedro Pelaes, Néstor Medrano y otros y rompieron las puertas de nuestros
establecimientos comerciales y penetraron en ellos todos armados con rifles y
carabinas con el propósito de victimarnos y robarnos. Felizmente pudimos escapar
nuestras personas quedando los forajidos haciendo disparos sobre mi señora madre,
quien salió a nuestra defensa.
No contentos con esto, y más tarde como a las doce de la noche después
de haber saqueado cuanto objeto de valor les fue posible, prendieron fuego a
nuestras propiedades aprovechando de treinta y tantos cajones de kerosene que
existían en nuestros depósitos, siendo los principales incendiarios Oscar Jiménez,
Pedro Lozada, César Vallejo, Manuel Vallejo, Telésforo Paredes, Héctor Vásquez,
Benjamín Ravelo y Francisco Vásquez; apoyados por el alcalde Vicente Jiménez, el
juez Martínez Céspedes, José E. Moreno, Aurelio Calderón Rubio y otros, quienes
armados de carabinas sembraron el pánico primero para que nadie pudiera ocurrir
a prestar auxilio para extinguir el fuego, por lo que todo ha quedado reducido a
cenizas y escombros; pues es del dominio público que se han encontrado entre
las cenizas restos de cheques circulares y fragmentos de monedas de libras de
oro, habiendo tenido en cheques circulares Lp. 1250, y en libras de oro sellado,

Expediente Vallejo • Tomo I 19


Lp. 400 —o sea el total de Lp. 1650—. Todo se ha reducido a cenizas, inclusive
libros de contabilidad, todo absolutamente todo.
Estos hechos, señor subprefecto, constituyen crímenes horrendos y alevosos
penados por nuestras leyes; por consiguiente, los denunciamos y pedimos la
captura inmediata de los susodichos criminales, para su juzgamiento.
Ud. señor subprefecto es testigo, lo mismo que el público en general, de los
hechos consumados que por falta de fuerza pública no [pudo] dominarlos, pero
sí puede hoy exigir o contribuir a la sanción respectiva previo reconocimiento de
los escombros para acreditar los crímenes demarcados. Además, en la parte civil,
estimamos nuestras pérdidas totales en Lp. 20 000, veinte mil libras oro sellado.
[doblado] Con la circunstancia, señor subprefecto, de que soy agente vendedor
de las siguientes casas comerciales: Trujillo, Agencies Co., E. & W. Hardt,
Pinillos, Goicoche C.o, Hassler Meseth y C.o, Alberto Sommaruga, Foc Chong
y Joaquín Canales Casenave.
Los crímenes que dejamos denunciados, se hallan previstos y penados por
nuestra ley penal en su art. 354 C. P. con la circunstancia agravante de haberlos
perpetrado en la noche en nuestro propio domicilio y con el único propósito de
victimarnos, por medio del incendio del que pudimos escapar por los techos de las
casas vecinas.
Siendo los testigos la mayor parte de los comerciantes y moradores que
viven en el jirón del Comercio y otras personas más, cuyas declaraciones
aparecerán en el sumario respectivo, entre estos [ciframos] los siguientes: Tomás
Ortiz, Segundo Gutiérrez, Martín Gutiérrez, Hermán Delgado, Abel Sauna,
Luis Sauna, Sacramento Tacanga, Manuel Rojas, Sacramento Miñano, Santiago
Jaime, Felipe Revaza, Ildifonso Revaza, Gustavo Pinillos E., Natividad Sigueñas,
Pablo Sánchez P., Pablo Sánchez Murga, Alejandro Arana, Lidauro y Luzgardo
Quevedo, Teodomira Quevedo, María Benites, Zenón Pereda, Agustín Lopez
Muñoz, Rufino Benites, Micaela Saldaña, Conversión Gavidia, Julio Rodríguez
Alvarado9, Julio Rodríguez R., Rosario Gutiérrez, Benigno y Miguel Rojas,

9 Aquí se omiten los nombres de Simón Castro y P. Mantilla que figuran en la denuncia del
folio 1.

20 Expediente Vallejo • Tomo I


Manuel R. Calonge, Lucinda Romero, Jacoba C. de Uceda, Felícita de Cárdenas,
Rosa vda. de Acuña, Augusto Uceda, servidumbre de la casa Uceda, Manuel J.
Valverde, José Rodríguez y Marcial E. Sánchez.
Ha habido premeditación para cometer estos tremendos delitos, lo prueba
el hecho de haber roto las puertas temprano y haber dejado la casa expedita para
el incendio. Los denunciados después de asesinar a dos soldados de la guarnición,
se lanzaron como chacales sobre nuestras vidas y propiedades, quedando esta
última completamente [destrozada].

FOLIO 11

2
Pedimos a Ud. se sirva capturarlos en el día y ponerlos a dispo[si]ción del juez en
la cárcel pública para su juzgamiento y castigo haciendo presente que demandamos
también la responsabilidad civil en la suma antes manifestada.
Es justicia &.
Santiago de Chuco, 5 de agosto de 1920
Carlos Santa María Alfredo Santa María
Carolina J. Aranda

FOLIO 12

En la fecha ha recibido el subprefecto que suscribe una denuncia en fojas 2 que


presentan los señores Carlos y Alfredo Santa María y Carolina Aranda sobre la
destrucción, incendio y robo de sus depósitos y establecimientos comerciales y casa
habitación.
Santiago de Chuco, 5 de agosto de 1920
Ladislao Meza [rúb.]

Expediente Vallejo • Tomo I 21


FOLIO 13

En la fecha ha recibido esta subprefectura un recurso presentado por los señores


Carlos y Alfredo Santa María y su señora madre Carolina J. Aranda, para darle el
trámite que corresponde.
Santiago de Chuco, 9 de agosto de 1920
L. Meza [rúb.]

FOLIO 14

Señor subprefecto de la provincia


Carlos y Alfredo Santa María y Carolina J. Aranda en el denuncio sobre los
inauditos crímenes cometidos en nuestras personas y propiedades, a usted
respetuosamente decimos.
Que hasta la fecha no se ha abierto el juicio correspondiente contra los
criminales denunciados que pasean su impunidad con escándalo de la justicia y
desprecio de las autoridades de las leyes, porque usted ha puesto el denuncio en
conocimiento de uno de los acusados, quien está en sus conveniencias no darle
curso, de cuyo hecho protestamos y haremos valer la acción correspondiente por
omisión y retardo en la instrucción de juicio de suyo grave y cuya materia delictuosa
no tiene precedente en esta ciudad ni cuando la invadió el enemigo nacional.
Los criminales denunciados son dueños de la situación, no respetan la
autoridad de nadie y creen hallar la impunidad de sus crímenes alardeando
pertenecer al régimen actual, al que deshonran groseramente con sus inicuos
atentados; y nosotros que somos las víctimas, tenemos que estar retraídos en casa
ajena para evitar se nos victime sin que Ud. pueda impedirlo, como no pudo o no
quiso en el incendio de nuestra casa.
En esta virtud pedimos a Ud. se sirva pasar el denuncio en el día al juez de
la causa lo mismo que esta solicitud, poniendo a los delincuentes a disposición de
dicha autoridad en la cárcel pública.
Es justicia &.
Santiago de Chuco, 9 de agosto de 1920

22 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 15

Denuncia
Señor juez instructor:
Carlos Santa María, vecino de Santiago de Chuco y de tránsito en esta ciudad, a
Ud. digo:
Que teniendo conocimiento de que el Tribunal Correccional se ha servido
nombrar a Ud., con singular acierto, juez instructor ad hoc para que constituyén­
dose en Santiago de Chuco, instaure y lleve a cabo la instrucción criminal corres­
pondiente, con motivo de los horrorosos delitos cometidos en la ciudad de mi
residencia, y de los cuales yo soy una de las víctimas, me apresuro a solicitar
de Ud., con cuyo objeto los denuncio en debida forma, que se practique la que
corresponde a los delitos perpetrados contra mis propiedades y mi persona.
Para el efecto presento copia de la denuncia y recurso que formulé ante el
señor subprefecto de la provincia de Santiago de Chuco en compañía de mi señora
madre Carolina J. Aranda, y con mi hermano don Alfredo Santa María, a raíz de los
sucesos, según aparece de los recibos que igualmente acompaño. Presento asimismo
dos periódicos de La Industria de esta ciudad, en los que mi apoderado, doctor
Saniel Chávarri B., y el suscrito, han relatado los hechos criminales tal como se han
producido, con sus antecedentes y manera de realizarse.
Suplico a Ud., por lo tanto, que tenga por formulada mi denuncia en los
términos en que aparecen de dichos recursos y de los periódicos que acompaño.
Debo agregar solamente que los delitos cometidos en contra del suscrito son
los siguientes: allanamiento de domicilio, primero, practicado con ruptura de las
puertas de mi establecimiento comercial que corría a cargo del suscrito, amenazas
de muerte, y después homicidio frustrado, incendio y robo, perpetrados por la
noche. Los delitos cometidos contra mi señora madre son los de allanamiento de
domicilio y homicidio frustrado, este último especialmente perpetrado por Héctor
Vásquez, quien cometió el mismo delito en contra del señor Federico Cueva, que se
hallaba hospedado en mi casa.
Por todos esos delitos, suplico a Ud. se sirva [llevar a]

Expediente Vallejo • Tomo I 23


FOLIO 15 v.

cabo la correspondiente instrucción, recibiendo la preventiva de agraviados que


dejo citados, y además la de mi hermano don Alfredo Santa María, que fue víctima
de los mismos delitos que yo.
Los testigos de los hechos criminales cometidos son las personas que aparecen
citadas en la denuncia presentada al señor subprefecto de la provincia de Santiago
de Chuco y además [cortado] Manuel F. Villalobos, propietario y comerciante de
esta ciudad, que [se] hallaba presente en aquella el día de los sucesos, y don Felipe
[cortado]riños, vecino de la provincia de Otuzco.
La preexistencia de las mercaderías y demás bienes robados e incendiados
por los asaltantes, la puedo acreditar con las declaraciones de todos los testigos
citados en mi denuncia, a quienes se les interrogará sobre el particular, y con la
inspección ocular que el juzgado practique en el lugar de los sucesos, y además
con declaraciones de los señores Walther Hassler, Alfredo A. Pinillos [cortado]no
Gerbending, Antonio Salazar, Alberto Sommarruga, Joaquín Canales Casenave,
y Víctor Liyau Oliva, vecinos de esta ciudad, y jefes de las casas comerciales con
quienes he sostenido negocios o me han habil[cortado] y a quienes les consta
que mi establecimiento siempre se hallaba provisto de toda clase de mercaderías
concernientes a sus respectivos giros. También acreditaré la preexistencia de las
mercaderías [y] demás objetos robados y saqueados en mi establecimiento con la
declaración del señor Guillermo Cox, jefe de la casa Ludowieg & Cía. [de] esta
ciudad, a quien, lo mismo que a los demás señores últimamente perjudicados se
les notificará para que presenten al juzgado duplicado de todas las facturas por
mercaderías que he comprado o recibido crédito de las casas comerciales que
representan, durante los meses transcurridos del presente año. También acreditaré
la preexistencia con las declaraciones que suplico al juzgado se sirva actuar del
Ing. don Julio Grieve, de don Alfredo J. Mindreau, don Félix Bravo, vecinos de
Quiruvilca, quienes con motivo de la fiesta celebrada en Santiago de Chuco
el 25 de julio último, estuvieron en mi establecimiento comercial poco tiempo
antes de los sucesos delictuosos, y [han] podido conocer o apreciar la cantidad
de mercaderías existentes [en] mi establecimiento. Especialmente suplico a Ud. se
sirva tomar su [de-]

24 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 16

claración sobre este punto al señor subprefecto don Ladislao Meza, quien por
razones de su cargo estuvo presente en mi establecimiento y pudo apreciar y
valorizar, al cálculo aproximado, las existencias, y al señor Fidel Castañeda, quien
con motivo de ser vecino de mi casa y de mi establecimiento comercial, conoce y le
consta perfectamente la clase de existencias que tenía y su valor.
Al juzgado ruego tener presente estas indicaciones para el efecto de la
investigación que se le ha encomendado, nombrando en su oportunidad los
peritos que reconozcan el lugar de los sucesos y que valoricen los daños y perjuicios
causados, en cuanto lo permitan las huellas del delito y las ruinas que este ha
dejado.
Es justicia &.
Domicilio; Calle del Progreso - Estuido s/n (Plazuela O’Dónovan).
Trujillo, 17 de agosto de 1920
C. Santa María [rúb.]

Santiago de Chuco, 24 de agosto de 1920


Acusándose en la denuncia que antecede a Héctor Vásquez como autor del
delito de homicidio frustrado en agravio de don Federico Cueva, agréguese este
recurso a la denuncia presentada por el mismo don Carlos Santa María y don Alfredo
Santa María y doña Carolina Aranda que ha sido proveída en la fecha; recíbase las
declaraciones de los nuevos testigos citados para acreditar la preexistencia

FOLIO 16 v.

de las mercaderías robadas e incendiadas, para lo cual se librará exhorto al señor


juez del Crimen de la provincia de Trujillo, así como para que reciba la declaración
de don Manuel F. Villalobos con relación a los sucesos ocurridos en esta ciudad el
1.o de los corrientes, y si tiene conocimiento de ellos.
Iturri L. V. [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

Expediente Vallejo • Tomo I 25


En Santiago de Chuco, a los 24 días del mes de agosto, siendo las dos de la tarde,
hice saber el auto que antecede al promotor fiscal don Rodolfo Ortega; enterado
no firmó: doy fe.
Ortega [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

En 24 de agosto de 1920, siendo las cuatro de la tarde, hice saber el auto que
antecede al defensor de ausentes don Santiago R. Bocanegra, enterado firmó; doy
fe.
Bocanegra [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

FOLIO 17

Señor subprefecto de la provincia


Carlos y Alfredo Santa María y Carolina J. Aranda en el denuncio sobre
los inauditos crímenes cometidos en nuestras personas y propiedades, a usted
respetuosamente decimos.
Que hasta la fecha no se ha abierto el juicio correspondiente contra los
criminales denunciados que pasean su impunidad con escándalo de la justicia y
desprecio de las autoridades y las leyes, porque usted ha puesto el denuncio en
conocimiento de uno de los acusados, quien está en sus conveniencias no darle
curso, de cuyo hecho protestamos y haremos valer la acción correspondiente
por omisión y retardo en la instrucción de juicio de suyo grave y cuya materia
delictuosa no tiene precedente en esta ciudad ni cuando la invadió el enemigo
nacional.
Los criminales denunciados son dueños de la situación, no respetan la
autoridad de nadie y creen hallar la impunidad de sus crímenes alardeando
pertenecer al régimen actual, al que deshonran groseramente con sus inicuos
atentados; y nosotros que somos las víctimas, tenemos que estar retraídos en casa
ajena para evitar se nos victime sin que Ud. pueda impedirlo, como no pudo o no
quiso en el incendio de nuestra casa.

26 Expediente Vallejo • Tomo I


En esta virtud pedimos a Ud. se sirva pasar el denuncio en el día al juez de
la causa lo mismo que esta solicitud, poniendo a los delincuentes a disposición de
dicha autoridad en la cárcel pública.
Es justicia &.
Santiago de Chuco, 9 de agosto de 1920
C. Santa María [rúb.]
Alfredo Santa María [rúb.]
Carolina Aranda [rúb.]

FOLIO 17 v.

Se tomó razón bajo el n.o 5 en el folio 94 del libro respectivo.


Sánchez [rúb.]

9 de agosto de 1920
Pase al señor juez de primera instrucción de la provincia para los efectos a que
se contrae la solicitud que procede.
Anótese.
Meza [rúb.]

FOLIO 18

9 de agosto de 1920
Señor juez de 1.a instancia de la provincia
N.o 106 Acompaño original el recurso presentado por don Carlos y Alfredo
Santa María y Carolina Aranda relacionado con los crímenes de robo e incendio
cometido en la noche del 1.o, y a que se refiere la denuncia que remite a Ud. el 6
del actual con oficio n.o 101 de los indicados Santa María.
Dios guarde a usted.
Ladislao Meza [rúb.]

Expediente Vallejo • Tomo I 27


Santiago de Chuco, 24 de agosto de 1920
Recibido en la fecha, agréguese a sus antecedentes.
Iturri L. V. [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

FOLIO 19

24 de agosto de 1920
Señor juez instructor ad hoc
N.o 364 He dado las órdenes más convenientes y eficaces para la compa-
recencia ante el despacho de su digno cargo de Héctor Vásquez, Vicente Jiménez
y demás personas acusadas por don Carlos Santa María por incendio y otros
delitos y a que se contrae su estimable oficio de hoy, que me es grato contestar.
Dios guarde a usted.
Ladislao Meza [rúb.]

Santiago, 24 de agosto de 1920


Recibido en la fecha: agréguese a sus antecedentes.
L. V. [rúb.] Víctor Guerrero [rúb.]

FOLIO 20

24 de agosto de 1920
Señor juez instructor ad hoc
N.o 363 Con referencia a su estimable oficio de la fecha, en el que se
sirve Ud. pedirnos el parte detallado del incendio realizado en el establecimiento
comercial del Sr. Carlos Santa María, tengo el agrado de transcribir a Ud.
el oficio que pasé en su debida oportunidad al señor juez de 1.a instancia de la
provincia, cuyo tenor es el siguiente:
«Un sello subprefectura de la provincia de Santiago de Chuco a 2 de agosto
de 1920 = Sr. juez de 1.a insta. de la provincia = N.o 98 = Después de los sucesos

28 Expediente Vallejo • Tomo I


realizados el día de ayer en el cuartel, y como una muestra de que ellos no habían
terminado, a la una de la mañana de hoy me informó de que el establecimiento
comercial del Sr. Carlos Santa María, situado en la calle del Comercio, había sido
incendiado. Como el fuego había tomado enormes proporciones me fue imposible
dominarlo, habiéndose también incendiado las propiedades de las siguientes
personas: Sra. Bereniza Otiniano, testamentaria de don Excedoro J. Ruiz, Manuel
José Bejarano y Teodomira Quezada. Lo que comunico a Ud. para que en uso
de sus legales atribuciones proceda a abrir la correspondiente instrucción, para el
descubrimiento de los autores del incendio ya mencionado. Dios guarde a usted.
Ladislao Meza».
Dios guarde a usted.
Ladislao Meza [rúb.]
San-

FOLIO 20 v.

tiago de Chuco, 24 de agosto de 1920


Recibido en la fecha, agréguese a sus antecedentes y amplíese la diligencia de
inspección ocular decretada a fojas 5 a las casas que se dicen incendiadas en el parte
que antecede.
L. V. [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

En Santiago de Chuco, a 24 de agosto de 1920, siendo las dos de la tarde, hice


saber el decreto que antecede al promotor fiscal; enterado no firmó; doy fe.
Víctor M. Guerrero [rúb.]

En Santiago de Chuco, a 24 de agosto de 1920, siendo las dos y media de la tarde,


hice saber el decreto que antecede al defensor de ausentes; enterado no firmó; doy
fe.
Víctor M. Guerrero [rúb.]

Expediente Vallejo • Tomo I 29


FOLIO 21

Santiago de Chuco, 24 de agosto de 1920


Señor inspector de la Zona Telegráfica n.o 6
El día 1.o del mes en curso, como a las cuatro de la tarde, una multitud
de individuos encabezados por Vicente Jiménez, e hijo Oscar, Héctor Vásquez,
el juez Martínez Céspedes, Albano Vásquez y otros atacaron del modo más
cínico, sin respetar la oficina pública de mi cargo, penetraron en ella después
de haber fracturado las puertas, se apoderaron de todo el archivo incinerándolo;
enseguida rompieron el aparato telegráfico, regresando los asaltantes a las 9 p. m.
aproximadamente con el objeto de encontrarme en mis habitaciones; y como no
estuviera allí, allanaron mi domicilio, quemando todas mis prendas personales
y maltratando al reparador de la oficina Dn. Manuel Reyes Cárdenas, que se
encontraba custodiando las puertas de la oficina. Este hecho puse en conocimiento
de la autoridad política denunciando los crímenes que se habían cometido, no solo
en la oficina, sino también en mi persona, pues los atacantes me buscaban para
victimarme, habiendo podido salvarme de un modo milagroso.
Como no tenía garantías en esta ciudad tuve que abandonarla mientras se me
proporcionaban las seguridades que había solicitado de la autoridad política.
Sabedor de su llegada a esta ciudad me he apresurado a dirigirme a Ud. con
el objeto de que haga las denuncias correspondientes ante el señor juez instructor
a fin de evitar que en lo sucesivo se repitan estos atentados por demás bochornosos
y que rayan en el salvajismo. Como estoy desprovisto de garantías y no puedo
desempeñar el puesto con las seguridades que necesito, suplícole a Ud. se sirva
gestionar de quien corresponda me proporcionen las que he solicitado, hasta que la
superioridad disponga lo conveniente.
Dios guarde a usted.
C. Oscar de la Puente [rúb.]
Visto el oficio que procede habiéndose encontrado la [ofici-]

30 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 21 v.

na en el estado que da cuenta el exjefe de ella don C. Oscar de la Puente; y


desconociendo el suscrito a los autores de este atentado contra una oficina pública;
cuyo hecho no solo deshonra la cultura de un pueblo, sino que deja de manifiesto
un atentado de trascendencias graves, las que no deben quedar impunes; pase [al]
señor juez instructor [para] que después de hacer [las] más prolijas investigaciones
del caso; trate de descubrir a los autores de estos hechos, haciendo que caiga en
ellos la sanción a que se han hecho acreedores.
El inspector de la zona telegráfica.
Oscar de la Puente [rúb.]

FOLIO 22

Inspección de la Zona Telegráfica n.o 6


Santiago de Chuco, 24 de agosto de 1920
Señor juez instructor
Adjunto al presente, original, el oficio del exjefe de la Oficina Telegráfica
de esta ciudad don C. Oscar de la Puente, denunciando el criminal asalto sufrido
en la oficina de su cargo, en la noche del 1.o del actual; a fin de que ese juzgado
se sirva hacer las mismas investigaciones convenientes y recaer en los culpables la
sanción de la justicia.
Dios guarde a usted.
Oscar de la Puente [rúb.]

Santiago de Chuco, 24 de agosto de 1920


Recibido en la fecha; siendo los delitos que se denuncian en el parte adjunto
conexos con los denunciados por los señores Carlos y Alfredo Santa María y
doña Carolina Aranda conforme al artículo 25 del Código de Procedimientos en
Materia Criminal; acumúlase dicha denuncia a la instrucción instaurada por los
delitos denunciados por los mencionados Santa María y señora Aranda; ampliada
la instrucción contra Héctor Vásquez y [otros].

Expediente Vallejo • Tomo I 31


FOLIO 22 v.

Acusados por el delito de asalto a la oficina del telégrafo e incendio de los aparatos;
recíbase la preventiva del agraviado don C. Oscar de la Puente; y amplíese la
diligencia de su inspección ocular decretada a fojas 5 a la de la oficina del telégrafo
con intervención de los mismos peritos nombrados en ese decreto.
L. V. [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

En Santiago de Chuco, a los 24 días de agosto, siendo las cuatro de la tarde, hice
saber el decreto que antecede al promotor fiscal nombrado, enterado firmó; doy fe.
Ortega [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

En Santiago de Chuco, a los 24 días de agosto, siendo las cuatro y treinta de la


tarde, hice saber el decreto que precede al defensor de ausentes don Santiago R.
Bocanegra; enterado firmó; doy fe.
Bocanegra [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

FOLIO 23

Acompaña varios cheques quemados y varias alhajas de oro y plata.


Señor juez de 1.a instancia
Alfredo Santa María en la acción instaurada contra Vicente Jiménez, Héctor
Vásquez y otros por los delitos de incendio, asalto a mano armada y otros ante Ud.
con respeto digo:
Que entre los escombros del incendio realizado en el establecimiento de mi
propiedad y de mi hermano don Carlos Santa María, se ha encontrado una gran
cantidad de cheques quemados, los que acompaño para probar la preexistencia de
los que he indicado en mi denuncia han desaparecido; así como varias piezas de
oro consistentes [en] relojes, prendedores y cadenas completamente deterioradas

32 Expediente Vallejo • Tomo I


y quemadas, además varias monedas de plata, que se han hallado en la casa
incendiada; asimismo, a fin de que el juzgado haga que se practiquen las diligencias
del caso.
Es justicia.
Stgo. de Chuco, 25 de agosto de 1920
Alfredo Santa María [rúb.]
[San-]

FOLIO 23 v.

tiago de Chuco, 25 de agosto de 1920


Recibido en la fecha; agréguese a sus antecedentes; nombrándose como
peritos para que reconozcan los objetos acompañados y si es posible precisen su
valor a los señores Francisco Ortega y Juan D. Sifuentes.
L. V. [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

En Santiago de Chuco, a 25 de agosto, siendo las diez de la mañana, hice saber el


decreto que antecede al promotor fiscal nombrado; enterado firmó; doy fe.
Ortega [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

En Santiago de Chuco, a 25 de agosto, hice saber el decreto que antecede al


defensor de ausentes, siendo las tres de la tarde, enterado firmó; doy fe.
Bocanegra [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

Expediente Vallejo • Tomo I 33


FOLIO 24

Denuncia
Señor juez de 1.a instancia
Federico Cueva, domiciliado en el barrio Santa Mónica, casa del Sr. Fidel
Castañeda.
Ante Ud. con respeto digo:
Que denuncio el delito de homicidio frustrado y allanamiento de domicilio,
perpetrado por don Héctor Vásquez y otros el día 1.o de agosto como a las 5 y
½ p. m. del modo que paso a exponer:
El día indicado como a las 4 p. m. una partida de individuos maleantes,
sin respeto a la propiedad ni a la vida de los ciudadanos, encabezados por don
Héctor Vásquez y otros, atacaron los establecimientos de los señores Santa María,
penetrando a viva fuerza al interior de ellos: una vez conseguido este objeto, se
han dirigido al interior de la casa en donde me encontraba alojado, propiedad de
los señores Santa María, provocando una multitud de escándalos y desórdenes,
habiéndoles reprobado su conducta, que por qué allanaban el domicilio contra la
voluntad del dueño, la respuesta de Héctor Vásquez fue [des-]

FOLIO 24 v.

cerrajarme10 un tiro de rifle Mauser, que por casualidad no me infirió daño


alguno, a consecuencia de que uno de los acompañantes, don Francisco Vásquez,
le levantó el brazo.
Testigos presenciales del hecho fueron el señor subprefecto de la provincia
don Ladislao Meza y los atacantes que acompañaban al citado Vásquez.
Como el delito que denuncio es por su naturaleza grave, previsto y penado por
el procedimiento de la materia acorde por lo dispuesto en el artículo 60 del Código
de Procedimientos de Materia Criminal, suplico a Ud. se sirva librar detención

10 Descerrajar significa disparar con arma de fuego.

34 Expediente Vallejo • Tomo I


contra el citado Vásquez para que en [la] oportunidad probados los hechos [que]
asevero, se le aplique la pena correspondiente. Entre líneas don Francisco Vásquez.
Es justicia.
Federico Cueva [rúb.]

FOLIO 25

Santiago de Chuco, 25 de agosto de 1920


Siendo el delito de homicidio frustrado que se denuncia conexo con los
denunciados por los señores Alfredo Santa María y doña Carolina Aranda,
conforme al artículo 125 del Código de Procedimientos en Materia Criminal;
acumúlese esta denuncia a la instrucción instaurada por los delitos denunciados
por los mencionados Santa María; amplíese la instrucción contra Héctor Vásquez
y demás acusados por los delitos de homicidio frustrado y allanamiento de
domicilio que se denuncian; recíbase la preventiva [del] agraviado don Federico
Cueva, así como la declaración del subprefecto señor Ladislao Meza; con citación
del promotor fiscal y defensor de ausentes nombrado en esa instrucción.
Iturri L. V. [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

FOLIO 25 v.

En Santiago de Chuco, a los 25 días de agosto de 1920, siendo las nueve de la


mañana, hice saber el auto que precede al señor promotor fiscal don Rodolfo
Ortega, enterado firmó; doy fe.
Ortega [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

En Santiago de Chuco, a los 25 días de agosto de 1920, hice saber el decreto


que antecede, siendo las tres de la tarde, al defensor de ausentes don Santiago R.
Bocanegra; enterado firmó, doy fe.
Bocanegra [rúb.] Víctor Guerrero [rúb.]

Expediente Vallejo • Tomo I 35


FOLIO 26

Santiago de Chuco, a los 25 días del mes de agosto de 1920, siendo las nueve de
la mañana, compareció ante mí el juez instructor ad hoc, el Dr. Aurelio Calderón
Rubio, con el objeto de prestar su declaración instructiva por haberse abierto
contra la presente instrucción en mérito de la denuncia formulada a fojas 9. El
juez hizo presente al acusado que la ley le acordaba el derecho de nombrar un
defensor ya sea pagado o de oficio, pero habiendo renunciado dicho acusado a ese
nombramiento, lo exhortó para que diga la verdad en lo que fuere preguntado.
Preguntado por su nombre, apellido paterno y materno, patria, domicilio,
estado civil, edad, si tiene hijos y cuántos son, profesión y si ha sido antes enjuiciado,
dijo llamarse Aurelio Calderón Rubio, peruano, domiciliado en esta ciudad,
casado, de cuarenta y tres años de edad, con siete hijos, abogado y que jamás ha
sido enjuiciado.
Preguntado qué sabe respecto a los delitos ocurridos en esta ciudad el 1.o de
los corrientes

FOLIO 26 v.

y que se le imputan en la denuncia de fojas 1, sus relaciones con la víctima y los


agraviados y que diga en compañía de quiénes y en qué ocupación se hallaba el
día y hora en que se cometieron esos delitos, dijo que el 1.o del presente mes, a las
tres de la tarde, salió de su casa en compañía de su señora esposa con el objeto de
visitar a la familia de don Manuel Calderón, hospedada en la casa del gobernador
del cercado, don Domingo Paredes, al llegar a dicha casa se encontró con don
Alfredo Santa María y Gustavo Pinillos que salían; que durante la visita a donde
se encontraba la familia del gobernador, esposa, suegra y cuñada señora [roto] de
Paredes, Andrea Jara y Genoveva Sánchez, supo el declarante a las cuatro de la
tarde por el señor gobernador, que llegó en ese momento, que la fuerza se había
sublevado y que como consecuencia había habido muertos y heridos. En vista de
tal noticia pretendí salir por temor [y susto] de que algo le hubiese pasado a mis

36 Expediente Vallejo • Tomo I


hijas por estar el cuartel contiguo a mi casa habitación; pero las familias donde
me encontraba se opusieron temiendo de que algo me pasase por la calle; solo a
las seis y

FOLIO 27

media de la tarde el referido señor gobernador me hizo ver la conveniencia de que


fuera a ver a mis hijas y a dicha hora salí acompañado de don Manuel Calderón,
me vio pasar a la hora indicada la señora Enriqueta Pinillos de Castañeda. Al
llegar a mi casa grande que está frente al cuartel, encontré en ella a los señores
José Moreno y Francisco Ugarte que comentaban con mi hermano José Ulises lo
sucedido con motivo de la sublevación. A las siete de la noche se presentó en la
puerta del cuartel el señor subprefecto don Ladislao Meza, al verlo me acerqué a
él para ofrecerle mis servicios en favor de la autoridad, dicho subprefecto me dijo:
vamos a hacer los partes de lo sucedido al señor prefecto, al llegar [a] los altos que
hoy ocupa la subprefectura se puso a dictarlos y a escribir el Dr. César Vallejo;
viendo que mi presencia era inútil, me regresé a mi casa a comer, de donde volví a
salir. A las doce de la [noche] más o menos sentí una explosión [roto] de mi casa
e hice levantar en [roto] mi hijo, el cual regresó [roto] incendio en la [roto] por
[roto] ponerles [roto]mento [roto] propagaba [roto] a mi[roto]

FOLIO 27 v.

familia a mi casa del frente. En estos momentos llegó don Manuel Vallejo a
suplicarme le permitiese mi casa para guardar en ella las cajas que contenían los
documentos y valores de la Compañía Nacional de Recaudación, a lo que accedí;
que toda la noche indicada permanecieron en mi casa los individuos Manuel y
Héctor Urtecho, que vinieron con el objeto de llevar unas cargas a Paybal. Que no
sabe [ilegible] que sus relaciones con los denunciantes ha sido siempre el tratamiento
de hermanos por haber sido estos ahijados de mi padre.

Expediente Vallejo • Tomo I 37


Interrogado para que diga si cuando el acusado salió en el momento del
incendio para evitar la propagación del fuego [roto] habitación vecina pudo
conocer o [distinguió] algunas personas que se [encontrasen] cerca del lugar del
incedio [roto], que de los altos de su refer[roto] distinguir sobre los [techos]
[ilegible] a don Rufino [roto] Quevedo que se [roto] incendio [roto]
Pregun[roto] of[roto] de la [roto] testamen[roto]

FOLIO 28

de don Manuel José Bejarano y la de doña Teodomira Quezada, dijo que no sabe
sino por lo que se expresa en las denuncias, pues como ha manifestado, a la hora
indicada de dichos asaltos se encontraban en la casa ya mencionada de visita;
que respecto del incendio de las casas mencionadas en la pregunta no tiene más
conocimiento que por haber visto los vestigios.
En este estado el juez instructor en conformidad con el artículo 118 del
Código de Procedimientos en Materia Criminal comunicó al acusado el nombre
de todos los testigos citados en la denuncia de fojas 1 y ampliación de fojas 15
designándole sus nombres uno por uno, preguntándole si tiene que hacer alguna
observación respecto a su parcialidad o incapacidad. El acusado in[roto] que a los
testigos Tomás Ortiz, [Segundo] Gutiérrez, Martín Gutiérrez, [Herman] Delgado,
Abel [y Luis Sauna], Sacramento ese momento a [roto] a avisarme de que [roto]
casa colindante a la mía la [ilegible] tener los techos de paja tuve que [roto] las
[roto]calera para cortar en el [roto] [ilegible] el oportuno si el incendio se [roto]
conductor [roto]. En esta circunstancia [roto] del señor [roto]

38 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 28 v.

Alfredo Santa María, denunciante; que al testigo don Julio Rodríguez lo tacha por
ser mayordomo de la misma hacienda.
Preguntado el acusado por el juez instructor, la manera como sus afirmaciones
pueden probarse contestó: que por haber sido su padre antes conductor de dicha
hacienda y tener su fundo Paybal colindante de dicha hacienda y conocer desde
luego a dichos testigos y que podría probarlo remitiendo el Sr. Cueva una lista de
sus arrendadores y con una confrontación con dichos testigos que desde ahora la
solicita.
Con lo que terminó la diligencia sentándose esta acta que la leyó el acusado,
en la que se afirmó y [ratificó] firmándola con el señor juez [roto]ado la [cortado]
instructor y el señor promotor [roto] que se encontró presente de[roto] dijo:
principio = Tarjado = es[roto] casa [cortado] Gutiérrez = no vale de la casa [cortado]
Benites y levan[cortado]en apagarse.
Elías Iturri L. V. [rúb.]

Preguntado qué sabe sobre el asalto a las oficinas de teléfonos y telégrafos y el


incendio de los aparatos, así como el incendio [roto] casas Bereniza Otiniano de la
[roto] de don Eleodoro J. Ruiz y [cortado]

FOLIO 29

la misma fecha siendo las diez de la mañana compareció ante el señor juez
instructor ad hoc, doctor don Elías Iturri, el acusado Vicente Jiménez, a quien el
señor juez le hizo presente que la ley le acordaba el derecho de nombrar un defensor
pagado o de oficio y habiendo renunciado el acusado, el juez lo exhortó para que
dijera la verdad en lo que fuere examinado.
Preguntado por el juez el acusado por su nombre, apellido paterno y materno,
patria, domicilio, estado civil, edad, si tiene hijos y cuántos son, profesión, si
ha sido antes enjuiciado, dijo llamarse Vicente Jiménez y Sánchez, peruano,

Expediente Vallejo • Tomo I 39


domiciliado en esta ciudad, casado, de sesenta y ocho años de edad, con dos
hijos, agricultor, que jamás ha sido enjuiciado.
Preguntado qué sabe respecto a los delitos ocurridos en esta ciudad relativos
[al] asalto e incendio del establecimiento comercial y que se le impu[ilegible]
respectivas, [Sacramento] Miñano, Santiago [Jaime] y los [hermanos] Felipe
Rebaza, Ildefonzo R. demás tachaba por ser colonos de la hacienda El Hospital de
la que es la [ilegible] [roto]er la fiesta don Federico Cueva [estaba] en la mañana

FOLIO 29 v.

en compañía de su familia dirigiéndose a misa; que terminada la misa se dirigió


a casa de don Rufino Benites con el objeto de presenciar la procesión y donde
almorzó; que poco más de las cuatro de la tarde salió dirigiéndose a la plaza
principal en donde se encontró con don Lino Mora y el carpintero Esquerre,
y confirmando su camino llegó a la puerta de la iglesia en donde se encontró
con don Manuel Ramos Vásquez Paredes y don Luis Ruiz García, con quienes
comentaron la tranquilidad de la fiesta a pesar de haberse anunciado graves
desórdenes, pero que a los pocos momentos se oyeron repetidas detonaciones y
disparos de rifles, por lo que [comprendió] el declarante que se había sublevado
la guarnición y atemorizados [roto] [dirigieron] a la iglesia; que después de unos
diez o doce minutos salieron al atrio y vieron pasar al subprefecto con cuatro
gendarmes con dirección al cuartel, pasando después don José Moreno, que a los
pocos minutos recibió la noticia de unos muchachos que habían muerto a don
Manuel Antonio Ciudad y como este señor era pariente cercano de Ruiz García
lamentaron la desgracia sin poder

40 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 30

prestar socorro por temor de ser victimados, que por ese motivo se reunió un
numeroso pueblo y trabó un combate con la fuerza sublevada; que calmados
momentos después los disparos, salieron del atrio y pudieron ver que trasladaban
el cadáver de Ciudad a la casa de doña Ignacia García; que momentos después se
unió al señor subprefecto, que trataba de calmar al pueblo, y lo acompañó hasta las
nueve de la noche dirigiéndose después a casa de don Rufino Benites para reunirse
con su familia, a donde corrió dirigiéndose después a su casa; que al pasar por
la casa de doña Rosa y Fidencia Deza, en cuya casa se encontraba su hijo Oscar
Vicente Jiménez acompañando a velar el cadáver de la madre de dichas señoras,
salió su [impresionado] hijo para acompañarlos a su casa con un farol saliendo
también de la antedicha casa doña Rosario Nuñez y el amanuense de la
municipalidad don Atanacio Sifuentes, que inmediatamente que llegaron a su casa
se acostaron todos; que al día siguiente en la mañana [salieron temprano] Nuñez
y Sifuentes y regresaron manifestándole que se había incendiado el

FOLIO 30 v.

establecimiento comercial de don Carlos Santa María, así como dos tiendas
vecinas, una de la testamentaria de don Eleodoro J. Ruiz y de la señora Bereniza
Otiniano y que estaban medio quemadas la casa de don Manuel José Bejarano y
de doña Teodomira Quezada.
Preguntado para que diga si sabe o ha oído decir quiénes son los autores y
cómplices de esos incendios, contestó que no ha oído decir ni sabe absolutamente
nada.
Preguntado qué sabe sobre el asalto a las oficinas de teléfono y telégrafo
así como sobre el incendio de los aparatos, dijo que el declarante en compañía
del subprefecto y numeroso pueblo se dirigieron al telégrafo [con el] objeto de
comunicar lo ocurrido [a las] autoridades, pero que encontrando la oficina
cerrada el pueblo forzó la puerta y al penetrar al interior encontraron que no estaba

Expediente Vallejo • Tomo I 41


allí el aparato y que no había con quién entenderse, pero que no [roto] incendio
según se lo de[roto], que después se dirigieron a la oficina del teléfono donde
ocurrió lo mismo.
Preguntado para que diga si puede precisar las personas o algunas de [las] que
formaban ese pueblo, dada la cir-

FOLIO 31

cunstancia especial de haberse encontrado muy cerca de ellos, contestó: que el


declarante estaba en compañía del señor subprefecto y que además se encontraban
presentes el señor César Vallejo, don Benjamín Ravelo, don Telésforo Paredes y
otros muchos de diversas partes.
Preguntado qué relaciones tiene con los agraviados y con los demás acusados
contestó: que con los señores Santa María son enemigos políticos y que con los
demás ha tenido ligeras relaciones de amistad.
En este estado el señor juez en conformidad con el artículo 118 del Código
de Procedimientos en Materia Criminal hizo saber al acusado los nombres de
los testigos citados [en] la denuncia de fojas 1 y fojas [15] designándolos uno a
uno. [El] acusado manifestó que los [testigos] Tomás Ortiz, Segundo [Gutiérrez],
Martín Gutiérrez, [Herman Delgado], Abel Sauna, Luis [Sauna], Manuel Miñano,
[Felipe Rebaza], e Ildefonso [Rebaza los tacha por] ser colonos tal que [roto]ueva
padr[roto].

FOLIO 31 v.

político de don Alfredo Santa María, que don Pablo Sánchez P., don Agustín
López Muñoz, don Conversión Gavidia, don Simón Castro y don Marcial E.
Sánchez los tacha por ser sus enemigos.
Preguntado por el juez que diga cómo puede probarse las tachas propuestas
por el acusado, contestó: que se puede comprobar con la declaración de los

42 Expediente Vallejo • Tomo I


testigos don Natividad Velásquez, Manuel Morillas, [ilegible] Velásquez, que
por ser agricultores de la campiña tienen perfecto conocimiento de las tachas
propuestas. Con lo que terminó la diligencia sentándose esta acta que la leyó el
acusado en la que se afirmó y ratificó firmándola con el señor [roto] instructor y
el promotor [fiscal] [roto] que se encontró presente desde [el] principio por ante
mí de que doy fe.
Elías Iturri L. V. [rúb.] Vicente Jiménez [rúb.]
Rodolfo Ortega [rúb.] Víctor M. Guerrero [rúb.]

En

FOLIO 32

la misma fecha, siendo la una de la tarde, compareció ante el señor juez instructor
ad hoc, doctor Elías Iturri, el acusado Héctor Vásquez, a quien el señor juez le hizo
presente que la ley le acordaba el derecho de nombrar un defensor sea pagado o de
oficio, y habiendo renunciado el acusado a ese derecho el juez lo exhortó para que
dijera la verdad en lo que fuera examinado.
Preguntado por el juez el acusado por nombre, apellido paterno y materno,
patria, domicilio, si tiene hijos y cuántos son, profesión y si ha sido sometido antes
[a] juicio, dijo llamarse Héctor Manuel Vásquez Ruiz, peruano, domiciliado en esta
ciudad, casado, de cuarenta y un años de edad, con siete hijos, agricultor, que jamás
ha sido enjuiciado.
Preguntado qué sabe respecto al asalto ocurrido a las cinco de la tarde del
1.o del presente mes en la casa de don Carlos y Alfredo Santa María, así como del
homicidio frustrado perpetrado en agravio de la señora Carolina Aranda el mismo
día y a la misma hora, dijo que después de una sublevación de los gendarmes de
esta ciudad el declarante en compañía del subprefecto señor Ladislao Meza, don
Benjamín Ravelo, don Manuel Vallejo,

Expediente Vallejo • Tomo I 43


FOLIO 32 v.

César Vallejo y muchos más se dirigieron por la calle del Comercio, donde vive
don Carlos Santa María, y entonces el señor subprefecto penetró al interior de
dicha casa en busca del alférez Dubois, que según el pueblo era el cómplice de
la muerte de don Manuel Antonio Ciudad ocurrida momentos antes por los
gendarmes Guerra, Pereira, Calderón y Díaz y los demás acuartelados, que el
señor subprefecto entró en compañía de algunas personas que él designó y que
no puede precisar el declarante, pero que el declarante no penetró al interior de
dicha casa y que por lo tanto es absolutamente falso que haya disparado sobre
doña Carolina Aranda no solo por esa circunstancia, sino porque no llevaba arma
de ninguna clase.
Preguntado qué sabe sobre el incendio ocurrido la noche del mismo día
[en el] establecimiento comercial de don Carlos Santa María, cuyo delito se le
imputa en las denuncias respectivas: dijo que después [de] las cinco y media
de la tarde se dirigió el subprefecto [roto] ya había salido de la casa [roto] Santa
María y procurando disolver la muchedumbre a unos altos de su propiedad
situados en la plaza principal y ahí han permanecido con dicha autoridad y don
Alberto Alfaro, el Dr. César Vallejo, don Benjamín Ravelo, Vicente Flores,

FOLIO 33

Manuel Blas, Máximo Calderón, Pedro Lozada, Horacio Geldres y muchos otros
redactando los telegramas que se debían pasar a las autoridades sobre los sucesos
ocurridos donde permanecieron hasta las doce de la noche sin moverse a ninguna
parte todos los presentes; que a esa hora distinguieron de los balcones de los
altos donde estaban el incendio que se propagaba en la casa de Santa María y
que por esa razón marcharon al lugar del siniestro todos los presentes en
compañía del subprefecto, pero no pudieron pasar adelante por los disparos
que hacían de la esquina superior de la casa Santa María hacia el grupo pasando
el subprefecto con los demás acompañantes al lugar del incendio poco después

44 Expediente Vallejo • Tomo I


y regresando el declarante a la plaza principal a esperar al subprefecto en el interior
de una tienda que da a dicho lugar, donde permaneció con su familia hasta las
cuatro de la mañana, que a esa hora regresó el subprefecto con los mismos que
lo habían acompañado y que regresaban del lugar del incendio a cuyo grupo
se unió el declarante dirigiéndose a los altos de donde habían salido [anoche]
permaneciendo

FOLIO 33 v.

hasta las cinco de la mañana y después de despachar a los propios se retiraron


a sus casas todos los que estaban presentes cerrando las puertas de los altos el
declarante.
Preguntado si sabe por qué razón el subprefecto despachó esa noche en los
altos de la casa del declarante y no en la casa subprefectural dijo: que ignoraba el
motivo porque el señor subprefecto le pidió la llave de los altos de su propiedad
para actuar en ese lugar el día de los sucesos.
Preguntado qué sabe sobre el homicidio frustrado que le imputa don
Federico Cueva ocurrido el mismo día 1.o de agosto contestó: que ignora lo que se
le pregunta, pues como lo ha dicho antes, no penetró al interior de la casa Santa
María, no tenía arma ni hubo ningún disparo.
Preguntado qué sabe sobre el asalto a las oficinas de teléfonos y telégrafos y el
incendio de los aparatos, ocurridos en esta ciudad el mismo 1.o de agosto, dijo: que
a las [cortado] y media de ese día el declarante se encontraba a cincuenta pasos de
la oficina del teléfono completamente solo y pudo distinguir desde esa dis-

FOLIO 34

tancia que el subprefecto en compañía de la muchedumbre se dirigía a esa


oficina para noticiar a las autoridades lo ocurrido y que habiendo encontrado las
puertas cerradas pudo distinguir que la muchedumbre violentó las cerraduras e
invadió el local, pero que no sabe lo que ocurrió adentro; que respecto al asalto

Expediente Vallejo • Tomo I 45


del telégrafo no recuerda haber visto dicho asalto ni haber presenciado nada, lo
cual es natural por el gran movimiento que había en esa calle.
Preguntado si sabe a qué distancia se encuentra la oficina del telégrafo de
la de teléfono, dijo: que poco más o menos la distancia de sesenta a cincuenta
metros.
Preguntado qué relaciones tiene con los agraviados y acusados, dijo: que había
tenido relaciones de amistad con todos ellos.
En este estado el señor juez puso a la vista del acusado tres paquetes
conteniendo uno cuatro soles en plata quemados; otro un conjunto de cheques
calcinados; y el tercero varias alhajas fundidas con el fin de que sean reconocidas
por él y precise si puede dar razón a dónde han sido quemados esos objetos,
contestó: que no sabe.

FOLIO 34 v.

Acto continuo el juez instructor en conformidad con el artículo 118 del Código
de Procedimientos en Materia Criminal comunicó al acusado el nombre de los
testigos citados en la denuncias de fojas 1 y fojas 15, así como en la formulada
por don Federico Cueva designándolos [uno a uno] y preguntándole si tiene alguna
observación que hacer respecto a su parcialidad o incapacidad y dijo que los
testigos Tomás Ortiz, Segundo Gutiérrez, Martín Gutiérrez, Herman Delgado,
Abel Sauna, Luis Sauna, Sacramento Tacanga, Manuel Rojas, Sacramento
Miñano, Santiago Jaime, Felipe Rebaza e Ildefonso Rebaza los tacha por ser
colonos [de] la hacienda El Hospital que [conduce] el señor Federico Cueva,
[uno de los denunciantes y padre político] de don Alfredo Santa María, que
por la misma razón tacha a los testigos Pablo Sánchez Murga, Julio Rodríguez
Alvarado, Julio Rodríguez R., Rosario Gutiérrez.
Preguntado el acusado por el juez la manera como esas afirmaciones pueden
comprobarse contestó: que porque todos son arrendadores de esa hacienda y
tienen su domicilio en ella.
Con lo que terminó la diligencia

46 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 35

sentándose la presente acta que leyó el acusado afirmándose y ratificándose en


la declaración que ha prestado, que firmó con el señor juez y el promotor fiscal
presente desde el principio; por ante mí de que doy fe.
Elías Iturri L. V. [rúb.] Víctor M. Velásquez [rúb.]
Rodolfo Ortega [rúb.] Víctor Guerrero [rúb.]

[Acto] continuo compareció ante el señor juez instructor ad hoc, doctor don Elías
Iturri, el acusado César Vallejo, a quien el juez le hizo presente que la ley le acordaba
el derecho de nombrar un defensor pagado o de oficio; pero habiendo renunciado
el acusado a ese derecho, el juez lo exhortó para que dijere la verdad en lo que fuere
preguntado.
Preguntado el acusado por su nombre, apellido paterno y materno, patria,
domicilio, si tiene hijos y cuántos son, profesión y si ha sido alguna

FOLIO 35 v.

vez sometido a juicio, dijo llamarse César A. Vallejo Mendoza, peruano, domiciliado
ahora en esta ciudad, soltero, de veintiséis años de edad, sin hijos y que jamás ha
sido sometido a juicio.
Preguntado qué sabe respecto al asalto de los establecimientos comerciales
de don Carlos Santa María ocurridos en la tarde del 1.o del corriente, cuyo delito
se le imputa en las denuncias respectivas, dijo que después de la sublevación
de la tropa de gendarmes ocurrida pocos momentos antes en que el declarante
acompañó al subprefecto como amigo y autoridad, se dirigieron en compañía
de dicho funcionario y los señores Manuel Vallejo, Albano Vásquez, Héctor
Vásquez, Benjamín Ravelo, Telésforo Paredes y una gran muchedumbre en busca
del alférez Dubois, a quien el pueblo a grandes gritos sindicaba como autor de
dicha sublevación, pasando por la calle del Comercio en la que tenía su tienda don
Carlos Santa María, en cuya puerta

Expediente Vallejo • Tomo I 47


FOLIO 36

se detuvieron el declarante y los anteriores nombrados, encontrando ya la puerta


fracturada; que en este momento el pueblo gritó que en la casa de Santa María
se encontraba Dubois y que penetraran a sacarlo; entonces el subprefecto entró
en compañía de algunos gendarmes, invitando al declarante a hacerlo también;
así como a don Héctor Vásquez y a otras personas cuyos nombres no llegó a oír;
pero que el declarante no accedió a esa invitación permaneciendo en la puerta;
que en este momento vio que por uno de los agujeros de la puerta apareció don
Carlos Santa María [con] carabina en mano sin hacer ningún disparo; que después
que salió el subprefecto del interior de la casa todos se dirigieron hacia la plaza,
encaminándose el declarante, por delante llegando hasta la plaza con su hermano
Manuel Vallejo, quedándose la muchedumbre muy atrás.
Preguntado para que diga qué personas además de los gendarmes acompa-
ñaron al subprefecto al interior de la casa de Santa María; que

FOLIO 36 v.

no puede precisar las personas que entraron, porque el apiñamiento de la


muchedumbre lo colocó en el centro del grupo, lo cual no le permitió distinguir
las puertas.
Preguntado qué sabe sobre el incendio ocurrido la noche del mismo día en
el establecimiento comercial de don Carlos Santa María, cuyo delito también se le
imputa en la denuncia formulada, dijo: que después que bajó el subprefecto a la
plaza donde el declarante se encontraba con su hermano, como lo ha dicho antes,
se unió nuevamente al grupo dirigiéndose todos a los altos de Héctor Vásquez,
donde permancieron hasta las doce de la noche más o menos, a excepción del
subprefecto, que salió a las siete de la noche dirigiéndose al cuartel y regresando
inmediatamente; que a las doce estando el declarante con el subprefecto en uno de
los antepechos, distinguió el incendio dando el aviso al subprefecto, quien invitó a
todos para que bajaran y fueran a apagar

48 Expediente Vallejo • Tomo I


FOLIO 37

el incendio, haciéndolo así y dirigiéndose al lugar del siniestro; pero que habiendo
oído algunos disparos provenientes de la esquina de la casa de Santa María,
por orden del subprefecto se detuvieron, pasando dicha autoridad con algunos
gendarmes al lugar del suceso; que entonces el declarante y su hermano Manuel
regresaron a la plaza, a donde permanecieron hasta las tres de la mañana más
o menos que regresó el subprefecto, junto con todos los que se quedaron en
la esquina primera de la cuadra de la casa de Santa María, a quienes se unió el
declarante subiendo inmediatamente a los altos donde permanecieron hasta las
cinco de la mañana más o menos, en que se despacharon con propio los partes
oficiales escritos por el declarante; retirándose cada uno a su casa.
Preguntado por qué motivo despachó ese día el subprefecto en casa de Héctor
Vásquez y no lo hizo en su despacho subprefectural, dijo: que ignora el motivo.
Preguntando si sabe que Héctor Vásquez al asaltar la casa de Santa María le
disparó una bala a don Fede-

FOLIO 37 v.

rico Cueva, y si sabe si Héctor Vásquez estaba armado; dijo: que no sabe.
Preguntado el acusado por el juez qué sabe sobre el asalto de la oficina de
teléfonos y telégrafos y el incendio de los aparatos ocurridos ese día 1.o del presente,
dijo que como ha dicho antes el declarante y su hermano Manuel que regresaban
con el subprefecto de la casa Santa María, se adelantó al grupo quedándose en la
plaza de donde distinguió que la muchedumbre en compañía del subprefecto se
detuvo en la puerta del teléfono que queda [en] la misma calle, y después en la del
telégrafo que queda más abajo, sin que pudiera distinguir quiénes penetraron al
interior de esas oficinas y por tal razón no sabe qué se hizo adentro.
Preguntado el acusado por el juez para que diga quiénes acompañaban al
subprefecto con esa muchedumbre que penetró en el teléfono y telégrafo; dijo que
las personas que ha mencionado antes.

Expediente Vallejo • Tomo I 49


EXPEDIENTE
VALLEJO
PROCESO PENAL SEGUIDO CONTRA
EL POETA CÉSAR VALLEJO | TOMO I

ISBN: 978-612-4484-27-8

También podría gustarte