VEREDA BRASIL

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Colección dirigida por:
Maria Antonieta Pereira
Florencia Garramuño
Gonzalo Aguilar

FERRÉZ
MANUAL PRÁCTICO
DEL ODIO

Traducción, prólogo y glosario

LUCÍA TENNINA

Textos críticos
ARNALDO ANTUNES,
HELOISA BUARQUE DE HOLLANDA,
JOÃO CAMILLO PENNA y ALLAN DA ROSA
 EL ODIO SE FILTRA EN LOS
DETALLES: INTRODUCCIÓN A
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO,
DE FERRÉZ

Datos Agencia Alemana

Por LUCÍA TENNINA

Manual práctico del Odio se publicó en Brasil en el

año 2003, bajo la editorial Objetiva, con una impactante
tapa en la que se ven como fondo casillas de una favela
y un pedazo de cielo atravesado por cables y antenas, y,
en primer plano, la cara de un niño negro, serio, mirando
a la nada, con dos alas blancas que salen de su espalda.
Se trata del tercer libro publicado por Ferréz, nombre
literario de Reginaldo Ferreira da Silva, un escritor que
Todos los derechos reservados. se afirma desde su origen “periférico”. Nació y vive
© Ediciones Corregidor, 2011 hasta hoy en la zona sur de la Ciudad de San Pablo, en
Rodríguez Peña 452 (1020) Bs. As. el barrio de Capão Redondo, uno de los blancos más
Web site: www.corregidor.com apuntados por los relatos del terror que alimentan la
e-mail:corregidor@corregidor.com retórica de la seguridad de los medios de comunicación.
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
I.S.B.N.: 950-05- La escritura de Ferréz propone justamente la resignifica-
Impreso en Buenos Aires - Argentina ción de los valores, espacios y sujetos que remiten al
mundo “marginal”, en sintonía con el llamado “quinto
elemento” del Hip-Hop, denominado “conciencia” o
Este libro no puede ser reproducido total ni parcialmente en “actitud”. Sumado a la danza break, al graffiti, al DJ y al
ninguna forma ni por ningún medio o procedimiento, sea reprográ-
fico, fotocopia, microfilmación, mimeógrafo o cualquier otro MC (“maestro de ceremonia”, quien sobre las bases del
sistema mecánico, fotoquímico, electrónico, informático, DJ entona las letras, creando un RAP), el Hip-Hop
magnético, electroóptico, etc. Cualquier reproducción sin el
permiso previo por escrito de la editorial viola derechos reservados, requiere, para conformarse como Movimiento, un
es ilegal y constituye un delito. compromiso de los participantes frente a los problemas
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enfrentados por las comunidades y la concientización en
relación con ello1. Sin dudas en Manual Práctico del
Odio ese quinto elemento está presente así como la jerga
de los hip hoperos. Pero la particularidad de Ferréz
proviene de no expresarse solamente con los lenguajes
del Hip-Hop2, tan presentes y vivos en la periferia de
San Pablo, sino de hablar acerca de dicho universo apro-
piándose de un género textual trabajado y gestionado por
los grupos letrados –la novela–, llevándolo a dimen-
siones desconocidas que no logran reducirse a la idea de
“testimonio”.
El impacto de Manual Práctico del Odio resulta, en
principio, temático: son historias tejidas alrededor de la
idea del “odio”, que va tomando diferentes formas y que
parece justificarse en cada caso. El odio aquí no se
condena, sino que se explica: se trata de un manual que
enseña su gestación en la práctica misma del ser parte de
la periferia, colocándolo en una constelación narrable
solamente desde adentro de ese espacio. El libro insiste en
ese posicionamiento y lo confirma en detalles que remiten
a experiencias periféricas, que parecen poder descubrirse
únicamente desde un cuerpo que haya vivido ahí: el
despertarse por la luz que entra por las grietas de los
techos, los saltos dentro del auto por los pozos de las
calles, el no poder concentrarse en la lectura por la música
a todo volumen que escuchan los vecinos, el desmorona-
miento de una casa vista puertas adentro durante una
fuerte lluvia, el gusto de la leche pasada y el tacto del pan
endurecido. El odio se filtra en los detalles, que recuerdan,
a su vez, desde dónde está escrito el libro. Mientras que en
1 Micael Herschmann (comp.) Abalando os anos 90. Funk e hip hop.
Globalização, violência e estilo cultural. Rio de Janeiro: Rocco,
1997.
2 Ferréz está vinculado también al Hip-Hop en tanto rapero: en el año
2003 lanzó un CD de RAP llamado Determinação.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 9
escritores como Patrícia Melo o Rubem Fonseca, de tra-
yectoria letrada, la periferia se construye a partir de la
acción y de un personaje densamente trabajado, el motor
de dicho espacio en Ferréz está en los elementos mínimos
que conforman el día a día, de donde se desprende la
acción y también los personajes.
Esta escritura desde adentro se siente también en el
ritmo de lectura que marca el texto a partir de largos
párrafos cargados de comas. La lectura de Manual Práctico
del Odio se propone apurada, galopante, con pocos puntos,
dejando muchas veces sin aire al lector que ya desde la
dedicatoria no es bien recibido3.
Pero el aspecto más evidente del lugar desde el que
se escribe el texto es el vocabulario. El mundo de la
periferia contado desde adentro no puede más que ha-
cerse con el lenguaje “del gueto”: expresiones del mun-
do de la cárcel, de las regiones nordestinas de Brasil, de
la cultura afro, del hip-hop. Este aspecto constituye otro
de los impactos de la escritura de Manual Práctico del
Odio, al tiempo que se alza como una de las mayores
dificultades para su traducción.
Traducir a Ferréz constituyó un desafío por equilibrar
la naturalidad del lenguaje del día a día en la periferia, sin
crear una atmósfera confusa cargada de lenguaje coloquial
del español rioplatense. En otras palabras, la atención en
la traducción giró en torno a no perder el efecto de lo real
que provoca este texto en el lector4. Tomé la decisión, en
3 Dice la dedicatoria: “A los que conspiraron y alentaron mi caída,
nada más justo que presentarles la tercera lámina, el Manual
Práctico del Odio está aquí, fortificando la derrota de los que aten-
taron contra mí y los míos”.
4 Cfr. Beatriz Jaguaribe, “O choque do real: a violência e as estéticas
do realismo midiático e literário”, en Semiosfera. Revista de
Comunicação e Cultura, Año 3, Rio de Janeiro, diciembre 2003.
10 FERRÉZ MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 11

este sentido, de no traducir determinadas palabras ni Ferréz: el Hip-Hop y la literatura. Finalmente, la edición
expresiones, que marqué en el cuerpo del texto con bastar- incluye una mirada crítica “desde adentro” llevada a cabo
dillas (ninguna de las bastardillas que aparecen a lo largo por Allan da Rosa, escritor de la periferia también y editor
del texto pertenece al original, son marcas de la traduc- de Edições Toró7.
ción). Al final del libro, incluí un glosario en el que Múltiples miradas que tratan de explicar esta nueva voz
aparecen dichos términos, así como los nombres de los que impactó recientemente en la literatura brasileña, este
personajes que requieren una traducción y las siglas, que cross a la mandíbula que habla por medio de la poesía, del
abundan en el texto. Asimismo, se incluyeron notas al pie, hip-hop, del lenguaje cotidiano y del vocabulario policial,
para completar la información que creí necesaria. teniendo al odio como motor en cada frase.
La organización de la edición crítica también consti-
tuyó un desafío ¿qué voces elegir para hacer referencia a
la literatura de Ferréz? La respuesta obligó a incluir múlti-
ples perspectivas, cada una de las cuales responde a un
perfil desde el cual es posible abordar a dicho escritor. Así,
hay un texto de Heloísa Buarque de Hollanda, profesora e
intelectual vinculada a las producciones de la periferia,
tanto desde el ámbito académico (con la Universidade das
Quebradas5) como editorial (con la colección Tramas
Urbanas, de la editorial Aeroplano6). Le sigue a este
estudio, un análisis de João Camillo Penna, también
profesor de la Universidad (Universidad Federal de Río de
Janeiro), cuyas producciones críticas de los últimos años
se abocan a la llamada “literatura periférica”. Las palabras
del músico y poeta Arnaldo Antunes (con quien Ferréz
grabó en 2009 el RAP “29 de dezembro”), ofrecen una
mirada de quien conoce los dos lenguajes que definen a

5 La Universidade das Quebradas pertenece al Programa Avanzado

de Cultura Contemporánea de la Universidad Federal de Río de
Janeiro. Su público no solamente proviene de la academia, sino que
participan artistas y activistas culturales de diferentes favelas de
Río de Janeiro.
6 Colección ideada y dirigida por Heloísa Buarque de Hollanda en la
que se publican mayormente libros firmados por escritores o 7 Editorial creada en el 2005, donde se publican libros de escritores
artistas de diversas favelas de San Pablo o Río de Janeiro. de la periferia de la ciudad de San Pablo.
MANUAL PRÁCTICO
DEL ODIO
FERRÉZ
 MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 15

A los que conspiraron y alentaron mi caída, nada más

justo que presentarles la tercera lámina, el Manual
Práctico del Odio está aquí, fortificando la derrota de los
que atentaron contra mí y los míos.
 MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 17

Los familiares y amigos lloraron por:

Alexandrina
Antônio Ferreira
Gilberto Ferreira da Silva
Alberto Félix Cotta
Conceição Coura Cotta
Marquinhos (1dasul)
Wilhiam
Dunga (1dasul)
Pilhão (1dasul)
Britz
China
Bichinho São Paulino
Anderson Car
Fabinho Indio
Táta (1dasul)
Adilção Corinthiano
Hernandez
Rodriguinho (1dasul)
Biano (1dasul)
Gilmar (Alvos da Lei)
André (Conexão Carandiru)
Diogo da rua 10
Paulinho
Seu Lula (Evandro)
Lobão
Billy (C.X.A.)
Félix (Coban)
Dona Cida
Minhoca
18 FERRÉZ MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 19

Luizão
Joá (Benedito)
Lélo (Natal)
Montesquier (Natal)
Nego Du (Negredo, 1dasul) Perseguí a mis enemigos, y los alcancé: no volví sino
Dona Jacira después de haberlos consumido
Salmo 18, versículo 37

El justo se alegrará cuando llegue la venganza: lavará

sus pies en la sangre del impío
Salmo 58, versículo 10
Capítulo 1

Los enemigos son

los más confiables
 Abrió los ojos rápidamente, corrió la colcha y levantó
la cabeza, miró fijo y no la reconoció, paseó la mirada por
toda la casa y al final se orientó, estaba en la casa de Rita
en São Mateus1, se tocó el colgante que tenía en la cade-
nita y dijo una corta oración, miró el reloj y dedujo el
horario en que Anísio, el marido de Rita, llegaría, decidió
arreglarse rápidamente, fue al baño, se lavó la cara, agarró
la billetera y la pistola de encima del sillón, y salió.
Paró la Super Téneré2 a tres kilómetros, estacionó en
una padaria3, pidió un tostado de jamón y queso y una
Coca-cola, sabía que se arrepentiría por la gastritis que le
traería dolor en algunas horas, pero hacía rato que estaba
asqueado de comer pan con manteca y café con leche.
Mientras comía, se acordaba de la casa de Celia, una
mujer que había conocido en Osasco4, cuando se despertó
por primera vez en su casa tuvo una sorpresa, el desayuno
en la cama, finísimo para una mujer que trabajaba en una
estación de servicios, la humilde Celia hacía que él se
sintiera muy bien y su casa tenía un aire del interior en
plena periferia, y esos momentos en la casa de Celia le
hicieron volver las ganas de tener un lugar, para disfrutar
con su hijo y su esposa de lo mejor que tiene la vida,
quizás hasta serían una familia ejemplar.

1 São Mateus es un barrio pobre del extremo este de la Capital

Paulista.
2 Teneré, modelo de moto Yamaha, en la época en que sucede la
historia, era una de las motos más caras que existían en el mercado.
3 Todas las palabras en itálicas remiten al glosario.
4 Municipio del Gran San Pablo, ubicado al oeste del centro de la
Ciudad.
24 FERRÉZ
La verdad era que si Régis realmente hubiera querido,
ya habría comprado la propiedad con la que tanto soñaba,
pero lo que invertía en armas le llevaba todo el capital,
tenía sueños más complejos, una rutina ya definida, y no
se imaginaba el terreno sin mucha plata en la libreta de
ahorros y sin al menos ser dueño de un mercado o hasta de
una estación de servicios, a fin de cuentas conocía tantos
amigos de profesión peligro a quienes les fue bien y
compraron comercios, que no aceptaba todavía no haber
hecho el ataque correcto, de ahí la unión con Lúcio Fé,
Neguinho da Mancha na Mão, Aninha, Celso Capeta y
Mágico le daba muchas esperanzas de hacer un buen
dinero juntos. El más cotizado en contactos era Mágico,
que por vivir en la clase media mantenía constante trato
con quien retenía realmente una parte de la riqueza
nacional. La reunión que Mágico había armado unos días
atrás trajo grandes esperanzas, la organización de ese
sujeto era fenomenal, Régis no esperaba tanto cuando
trabó amistad con Lúcio Fé y sus amigos, esperaba tal vez
unos laburos más simples, nada tan articulado, la unión
estaba firmada, conseguirían llegar a un acuerdo, mucha
plata, era sólo cuestión de tiempo para que las cosas
salieran bien, mientras tanto se ponía en la cabeza que
tenía que saber convivir con sus compañeros.
En río con pirañas, el buey toma agua con bombilla, ese
era el principal dicho de Régis, había llegado de Río de
Janeiro hacía unos 11 meses, y estaba atento a los nuevos
malandrajes que en tan poco tiempo que había estado
afuera habían crecido por esos lados. Régis era un tipo que
por su cara nunca tendría problemas en el barrio, eso era
lo que él pensaba, a fin de cuentas para el DHPP5 él había
sido pacífico, se lo llevaron preso, pero durante todo el
5 Todas las siglas que aparecen en el texto están explicadas en el
glosario.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 25
recorrido no dejó un minuto de discutir con los policías,
una semana después estaba en el barrio de nuevo, con el
rostro conservado, sin una cicatriz, la cuenta bancaria en
rojo. Siempre se consideraba intocable, como la cara de un
hombre, verdadero hijo de San Jorge6. Con los PMs ni se
preocupaba, consideraba que en la policía militar del
Estado de San Pablo eran todos de un nivel bien bajo,
fácilmente comprables con billetes de 50 reales, tenía en la
cabeza que, al final, todos ellos quedaban bajo la bota del
ladrón beneficioso.
Su interés era justamente el dinero, bajar a alguien sólo
cuando era necesario, sólo apretaba para ver morir si eso
le rendía en algo, se acordaba de todas las caídas de las
personas que había matado, de muchos ni se acordaba el
rostro, pero las caídas las guardaba todas en su memoria,
algunos levantaban polvo, otros caían secos, el ruido era lo
que le gustaba. Se había casado y amigado con el mundo,
su última mina fue baleada por la ROTA por equivocación
y murió en el hospital a los dos días, él sentía que sus ojos
a veces se le llenaban de agua, al final, ella era su compa-
ñera, fumaba mucho, bebía bien y tomaba unas rayas de
cocaína, ahora él hace todo solo, fuma, toma y aspira, pero
solo, Eliana no podía ni sospechar de lo que hacía, era una
mujer derecha y virtuosa.
Se envolvió con Lúcio Fé y con Celso Capeta por
conveniencia, el segundo de ellos venía juntándose con un
antiguo aliado suyo, Ignacio, entonces era más fácil
controlar a los aliados, sobrevivencia por sobrevivencia no
era lo que quería, necesitaba tener más y sabía que con una
6 San Jorge, es un santo protector producto del sincretismo del cato-
licismo con el candomblé (donde se lo llama Ogum). Su oración
suele usarse para proteger (“cerrar”) el cuerpo del creyente frente a
los peligros y dificultades.
26 FERRÉZ
banda iba a ser más fácil conseguirlo, a fin de cuentas lo
que aprendió en Rio de Janeiro fue que un otário necesita
de esquemas, otro motivo para aliarse con Lúcio Fé,
Neguinho da Mancha na Mão, Celso Capeta, Aninha y
hasta con Mágico, era el hecho de que, si no se juntaba con
ellos, se enfrentarían y en vez de dividirse, mejor es sumar.
Régis siempre se consideró un tipo fibroso, pero en lo
profundo de la noche, cuando ve las estrellas con un brillo
ofuscado por la polución de San Pablo, le agarra un dolor,
y casi un arrepentimiento por haber matado a su ex compa-
ñera de tantas correrías, pero al instante deja de martiri-
zarse y llega a la conclusión, después de cada
pensamiento, de que no había opción, los homens iban a
intentar de todo para saber de él, y él no podía correr el
riesgo de caer entre rejas de nuevo, a la noche todavía ve
sus ojos bien abiertos, casi saltando hacia afuera, y a pesar
de toda la agonía parece que decían “te amo”, el brillo que
sus ojos habían generado cuando la estaba sofocando no
salía de su mente, y cada vez que se queda solo, Régis
tiene pensamientos que considera extraños, como si un día
fuera a pagar por lo que hizo, tal vez yendo a su encuentro,
pero enseguida eso se le va de la cabeza y comienza a
pensar en otras cosas, al fin y al cabo el suicidio es para los
débiles.
Lo que él no quiere de nuevo es dejar transparentar su
fragilidad, si alguien lo agarrase en devaneos, sólo por un
minuto, eso lo perjudicaría, un ladrón, de acuerdo a su
lema, no puede darle una chance al enemigo, para Régis la
atención constante es su pasaporte de vida.
Ni en el momento de ver una película él se divierte,
pensamiento 100 por ciento concentrado en la maldad, no
por casualidad le dieron de niño el sobrenombre Celso
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 27
Capeta7. Estaba pensativo, el rostro de Marcia lo atormen-
taba, tantos años habían pasado y todavía no conseguía
olvidarla, desvió sus pensamientos hacia los grandes
momentos sexuales, cuando aspiró cocaína la noche entera
en la ingle de Neide, una chica de la calle de abajo que
admiraba su moto. Sus pensamientos cambiaron repenti-
namente y se acordó de Ignacio, su fallecido amigo, ense-
guida su pensamiento fluyó hacia la mamá de Ignacio y
tuvo ganas de ir a su casa, quería darle un abrazo, tomar
café, a fin de cuentas la mamá de Ignacio siempre trató a
Celso Capeta como a un hijo. En ese momento se acordó
que estaba llegando el día de la madre, doña Gertrudis era
una señora sin igual ahí en esa calle, siempre en calma y
dispuesta a ayudar, no por casualidad la amistad con
Ignacio siempre tuvo su aval, ella lo veía a Celso como a
un segundo hijo. En unos días iba a ir a su casa, como
hacía cada año, pasaría el día de la madre con ella, habla-
rían de todos los temas posibles, y después del tema que
los unía, los dos juntos conversarían hasta la madrugada
sobre Ignacio, recordando sus bromas, reviendo fotos,
Celso Capeta le debía mucho a su amigo, fue él quien le
había dado tantos consejos sobre la vida del crimen, entre
ellos, que el respeto tiene que prevalecer de hermano a
hermano, y que la periferia era tan sufrida porque los que
se decían ladrones en verdad no tenían ni respeto propio.
Ignacio actuaba como aconsejaba, siempre íntegro y serio,
casi nunca dejando ver que vivió toda la vida cometiendo
delitos. Celso Capeta intentó concentrarse en la película y
se quedó pensando de qué color serían las flores que le
llevaría a doña Gertrudis.
Celso Capeta era un sujeto contradictorio, al tiempo
que actuaba con serenidad y astucia, cometía actos total-
7 La traducción de los nombres de los personajes se encuentra en el
glosario.
28 FERRÉZ
mente impensados e inmaduros, como por ejemplo la vez
que decidió robar todos los locales cercanos a la casa de su
padre, los asaltos le rindieron además de la plata un lío tan
grande que, si no fuese por los consejos de Ignacio, habría
muerto en manos de justicieros que lo buscaron por días,
mandados por los comerciantes, pero con la devolución de
todo el dinero y el pedido de disculpas, Ignacio aceptó que
Celso Capeta fuese su compañero y que aprendiese con él
el verdadero malandraje.
Siempre fue así, desde chico quería conocer todo lo
que la vida le podía ofrecer, nunca duraba hasta fin de año
en la escuela, Celso creía que la escuela era una total
pérdida de tiempo y el enfrentamiento con los maestros
duró hasta sexto grado, cuando lo expulsaron y nunca más
pensó en estudiar. Desde chico ya consumía marihuana y
cocaína con todos los malandros que encontraba y lo acep-
taban en la banda, de tan zafado llegaba a abrazar los
postes y gritar madrugadas enteras, los vecinos vivían
denunciando al chico, que la verdad nunca había conocido
a sus verdaderos papás, los padres adoptivos le soltaron la
mano, después de descubrir que su hijo tenía hasta armas
de fuego. En las andanzas con Ignacio hizo las paces con
su familia y, con un poco más de conciencia, Celso Capeta
ahora era un malandro respetado en la quebrada. Ni la
muerte de su gran amigo lo desvió del camino que había
aprendido, ahora la suerte estaba echada, y la amistad con
Régis, Aninha, Mágico, Neguinho da Mancha na Mão, le
traía una nueva experiencia de vida, un nuevo rumbo.
A Celso Capeta le gustaba mucho caminar, y a la
mañana, generalmente estando solo, no sabía explicar los
sentimientos que se le aparecían de vez en cuando, le
salían unas ganas de ver rosas, prestar atención a los
jardines, a veces se paraba frente a casas con jardines que
siempre habían sido bien cuidados, de alguna forma la
bondad del ser humano se encendía dentro suyo, un
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 29
nombre siempre le venía a la cabeza, Marcia, un rostro que
siempre se le aparecía. Desde pequeño nunca tuvo mucho
estímulo para organizar sus pensamientos positivamente, a
cada paso que daba sólo veía maldad, sólo traición, o era
lo que quería ver, seguía desconfiado, su visión siempre
fue totalmente de guerra, creció así, es que desde la muerte
de Ignacio no confiaba ni en su propia sombra, su amigo
había muerto de la forma más cruel para Celso, traicio-
nado por supuestos amigos que lo acompañaban en un
asalto, a dos de ellos Celso ya los había matado, faltaba
uno que por temor a un final trágico se había ido tempora-
riamente de la quebrada. Celso Capeta nunca dejó de creer
en Dios y creía que Jesús tenía un reloj de arena, y cuando
alguien perjudicaba a un inocente, Jesús giraba el reloj y
el tiempo de vida del zafado disminuía.
Era revoltoso al extremo, últimamente no podía beber,
se animaba y cada dos por tres contaba las mismas histo-
rias, sus amigos no soportaban más los recuerdos de su
último empleo, decía todo el tiempo que trabajar para los
otros hoy en día era ser un esclavo moderno, sólo sobraban
migajas. Entre varias historias contaba detalladamente
sobre la época en que trabajaba como ayudante de pintor,
los hijos del patrón en la pileta, riéndose, tomando jugo de
naranja o chocolate en cartón, la madre de los niños se
quedaba leyendo debajo de un árbol en el jardín, los hijos
eran vigilados por la empleada. No se cansaba de relatar a
sus amigos del bar que el techo del garaje era enorme,
mucho trabajo, también, el patrón tenía más de cinco
autos. Celso Capeta hablaba y empezaba a comparar la
casa de sus patrones con su casa, decía bien fuerte que la
casa de ellos tenía pileta, hidromasaje, y que la suya, un
riachuelo oloroso, ducha con el transistor quemado. Por
eso no podía beber, mientras estaba lejos del alcohol de lo
que tenía ganas de hablar era de sus padres, cuando
30 FERRÉZ
entraba en ese asunto con Aninha, los dos encendían un
porro y se pasaban toda la madrugada conversando.
La televisión era una invención inexistente en Várzea
do Poço, la pequeña ciudad era una más de cientas en las
que no había llegado siquiera agua canalizada, los
embalses eran la alternativa, ganado y vecinos bebiendo de
la misma agua, doña Elvira Rocha Gouveia nunca fue muy
firme en sus decisiones, menos cuando se trataba de sus
hijos, les tenía un amor tan grande que dejaba que hicieran
lo que quisiesen en esa chacra en el interior de Bahía,
trabajaba como una loca en el campo junto a su marido, el
trabajo del campo siempre fue muy duro, pero hacía el
doble del trabajo para que sus hijos nunca tuviesen que
pasar por el mismo esfuerzo, las tareas de los más
pequeños siempre eran las más simples, buscar agua para
las cabras, plantar porotos, limpiar el interior de la casa, y
el resto ella y su esposo lo hacían con placer.
Para que a sus hijos no les faltase el alimento, iban a
vender espinaca, choclo, porotos y arroz al centro de la
ciudad, y a pesar de siempre recaudar poco dinero, volvían
con panceta, aceite, sal, azúcar y con ese trabajo garanti-
zaban la sobrevivencia de la familia. Doña Elvira siempre
fue mucho más estricta con su hija menor, la pequeña y
graciosa Firminha Gomes Lopes, y toda esa rigidez tenía
un motivo, ella sentía que la pequeña Firminha era el
futuro de la familia. Firminha, que heredó el apellido de su
padre, nunca se sintió así, tan responsable por la familia y
hacía repasadores para vender en el centro de la ciudad
junto a su madre, su padre un tiempo después murió de
cirrosis en el mismo pueblo en el que vivieron toda la vida,
y con la ida de sus hermanas a San Pablo incluso sin la
aprobación de la madre, quedó como la única compañera
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 31
de doña Elvira, poco después doña Elvira murió inespera-
damente, lo que durante años no pasaba de una herida
terminó decretando su muerte por cáncer.
Firminha se ocupó de la chacra sola por más de tres
años, hasta que resolvió casarse con Francisco Marcos dos
Santos y de ahí en adelante trabajaron juntos todos los
días, enseguida nació la primera y única hija del matri-
monio a quien Firminia le puso el nombre de Ana Cirô
Gomes Lopes.
Ana vivió sola con sus padres hasta los nueve años de
edad, cuando recibió la noticia de que tendría un herma-
nito. Su madre tuvo un parto complicado y murió tres días
después de tener el bebé, que minutos después falleció
también, la falta de una buena alimentación no le dio
fuerzas para generar otro hijo. Su padre a partir de ese día
no paró de beber, los dos trabajaban en la chacra, pero no
la lograban sobrellevar, Ana además tenía que ordenar
toda la casa y hacerle la comida a su padre, no tardó
mucho en darle repulsión esa vida en el fin del mundo. Se
peleaba a las trompadas con sus vecinos y vecinas, y
siempre ganaba, vendió los pocos muebles que tenía, sus
tías la condenaron por ese acto, la familia era tradicional
en esa región, eran tres generaciones y Ana estaba desha-
ciéndose de todo, pero no tardó mucho y, sin despedirse de
nadie, fue a enfrentar la ciudad-monstruo llamada San
Pablo, algo que la motivó de verdad fue que su madre
había muerto llena de deudas y su padre quería cogérsela
todas las noches, ella difamó al viejo por toda la ciudad, él
terminó en la cachaza .
Ana en Várzea do Poço no se había puesto ni un ciga-
rrillo en la boca, ni bien llegó fue lo primero que aprendió,
unos meses después estaba picando marihuana como
nadie, y luego de un año, Aninha, que era su sobrenombre
ahora, ya sabía armar y desarmar una pistola con los ojos
cerrados.
32 FERRÉZ
Neguinho da Mancha na Mão nunca había pasado todo
un día en su casa, el revólver en la cintura era hábito, a fin
de cuentas los enemigos no dan previo aviso, estaba en paz
ese día y fue al bar de Neco a comprar una cerveza, la
terminó de tomar en su casa viendo La Sesión de la Tarde8,
la película era estreno ese año, la clásica película tapa
agujeros de la emisora, Depredador, del gran Arnold,
había sangre y balas volando por todos lados, pero
Neguinho pensaba en otra cosa, quién sabe una negra
gringa desnuda, como denominaba a las negras estadouni-
denses, se imaginaba una diferente cada día, cada vez
aparecían más deliciosas, con tetas más grandes, pero
enseguida se daba cuenta que estaba solo en su cama.
Se arregló rápidamente y decidió ir a la ciudad, tomó el
ómnibus en la terminal y después tomó otro, la fila de las
personas que viajaban de pie iba más rápido, llegó al
centro y empezó a elegir una camisa, la compró en un
puesto frente a la galería 24 de Mayo, después de eso paró
en una farmacia y compró un pote de gel que estaba en
promoción.
En el ómnibus volviendo a su casa, se pasó todo el
tiempo mirando por la ventanilla e imaginando su salida de
esa noche, nada de peleas, nada de andar con hombres, era
el día en que Neguinho da Mancha na Mão iba a ir al baile
a conocer a alguien, o mejor, iba a un “nunca-cierra”9, a un
8 La Sesión de la Tarde, programa de la TV Globo (la mayor red de
televisión brasileña) que pasa películas comerciales.
9 Nunca-cierra, “Fecha-nunca”, es la forma de llamar a los bares que
están abiertos durante toda la noche.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 33
“afila-cuchillo”10, a un “moja-calzón”11 o simplemente a
un lava-autos que siempre estaban llenos de mujeres.
La noche no tardó en llegar, y ahí estaba él parado en
el baile, con un vaso de cerveza en la mano y mirando a
las princesas, la verdad era que las minas no miraban a
nadie, a no ser que les interesase mucho, y Neguinho no
era tan llamativo, pero esa noche era suya, y por más que
se hablara de la vida bandida, siempre había mujer para
ladrón, una mina muy linda lo estaba mirando de lejos, él
lo percibió enseguida y empezó hacer de cuenta que no lo
había notado, la mina dejó entonces de mirarlo y él ense-
guida vio que era su oportunidad o iba a seguir tomando
toda la noche, se acercó más, ella era una princesa, pensó,
unos 17 años, pelo largo y rojizo, morena-clara, labios
carnosos y un vestidito que decía “sacámelo”, él se acercó
todo torpe preguntándole si estaba acompañada, y se sintió
más torpe todavía cuando ella le respondió:
—Sí, estoy, ¡aunque hace dos horas que se fue al
baño!
Neguinho largó una sonrisa cínica y completó:
—Si es que hace dos horas se fue al baño, la malan-
dreada lo agarró y lo hizo desaparecer.
Neguinho da Mancha na Mão se asombró cuando la
chica se rió de la respuesta y le dijo que el malandreado
era él.
Empezaron a charlar y, como es de costumbre en esos
bailes, Neguinho le dijo de ir a tomar aire afuera, ella
aceptó mirando hacia los costados, temiendo algo, él
fingió no ver y fueron al costado de la avenida, el baile
10 Afila-cuchillo, “Risca-faca” refiere a un lugar peligroso donde
pueden surgir peleas.
11 Moja-calzón, “Mela-cueca” se dice de los lugares donde el
ambiente está armado para parejas o potenciales encuentros, con un
estilo vulgar.
34 FERRÉZ
estaba lleno, había lagartixa bailando en un lado, pago-
deiro en otro y todo se completaba con unos homosexuales
borrachos bamboleándose al lado del DJ.
Se sentaron en el paredón de una casa de raciones y
empezaron a contarse sus vidas, Neguinho se estaba
sintiendo óptimo conversando con Eduarda, ése era su
nombre, y casi no pensaba en besarla, casi.
La charla no había durado ni media hora y él le dijo a
la linda chica de dar otra vuelta, a fin de cuentas estaban
parados frente a la padaria hacía más de 30 minutos, ella
se quedó pensando y otra vez miró a sus costados, él fingió
no ver, pero enseguida después de que ella aceptó y empe-
zaron a caminar, le preguntó:
—¿Por qué mirás a los costados como con miedo a
algo?
—Por nada, lo que pasa es que tengo un ex novio muy
celoso y tengo miedo de que pase por acá y nos vea, los
hombres se creen dueños de nosotras.
Neguinho pensó en mostrarle el cabo del revólver y
decirle que con él estaba segura, pero en seguida pensó
que no a todas las minas le gustan las armas, y lo que él no
quería era alejarla, a fin de cuentas era encantadora, su
sonrisa, sus ojos, su modo de hablar.
Neguinho y Eduarda estaban pasando por una calle-
juela, cuando él la agarró de la cintura y le dio un gran
beso de sorpresa, ella reaccionó normalmente y eso le dio
un gran alivio, cuando el beso terminó, Eduarda lo abrazó
muy fuerte y Neguinho notó que esa chica estaba necesi-
tada de cariño, y por lo que ya le había comentado sobre
la presión que sufría en su casa por los amores que no
llegaron a nada, Neguinho da Mancha na Mão sabía que
Eduarda había sufrido.
El corazón de Neguinho da Mancha na Mão latió dife-
rente esa noche, y más diferente todavía cuando ella se
despidió sin aceptar que la llevase a su casa en moto, su
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 35
respuesta lo dejó confundido, nunca antes había escu-
chado hablar de una chica a la que no le gustara andar en
moto.
Ya eran las cinco de la mañana y él no dejaba de imagi-
narse los ojos de Eduarda, ya iba por la octava cerveza,
sentado solo en el sofá con la mirada hacia la pared, linda,
era linda, y él hizo lo posible para que el cabo del revólver
no la tocara durante el abrazo, la próxima vez, aunque
corriera peligro de estar débil frente a los enemigos, no iba
a llevar el arma cuando se encontrara con ella, al fin y al
cabo ella le dio un número de teléfono.
Neguinho no iba a poder dormir esa noche, así que
decidió buscar más cervezas en el bar de Neco, en el
camino no dejó un minuto de pensar en Eduarda, y sintió
que por primera vez en la vida tenía algo de valor, y junto
con ese sentimiento le vino un leve miedo, un miedo dife-
rente, tal vez el miedo de tener algo que no podría
controlar.
Vio de lejos la luz del bar encendida y le pareció
extraño ese tipo que estaba en la entrada, empezó a
observar, pero como el tipo estaba de espaldas a él, le
resultó difícil ver quién era, aún más a la noche, pero se
espantó al darse cuenta que era Guile, era mucha suerte, el
loco estaba vacilando en ese momento por ahí, inclusive
fumando un porro, estaba anestesiado y era más fácil
derribarlo, todo indicaba que estaba muy drogado, a fin de
cuentas comandaba la nueva boca con sus primos.
Neguinho sacó el revólver con calma y miró a los
costados, nada, nadie, no había ni un perro en la calle,
miró hacia el bar de Neco justo enfrente, y vio que en la
puerta no había nadie jugando al billar, le gritó a Guile, se
dio vuelta lentamente, Guile trató de sacar el arma que
llevaba en la cintura cuando vio que era Neguinho da
Mancha na Mão el que le había gritado, pero no le dio el
tiempo, Neguinho efectuó varios disparos, y para asegu-
36 FERRÉZ
rarse se acercó y le dio un tiro en cada ojo, estaba vengada
la muerte de su primo Miltinho, agarró la pistola plateada
de Guile, se olvidó de comprar las cervezas y se fue a su
casa todo sonriente, había ganado una pistola nuevita.
Sacó los paquetes del cajón, mientras los separaba
escuchaba los gritos de Carolina, su hija más chica, Ana
era silenciosa, casi no emitía ningún sonido, siempre
concentrada en sus rompe-cabezas, sin dudas había here-
dado de su padre el interés por diferentes estrategias.
La primera baraja la manejaba fácilmente, el truco era
simple, se elegía una carta, él la adivinaba, el secreto
estaba en contar las cartas, miró todas las barajas, eligió la
última, eran cartas marcadas, necesitaba entrenar más, la
fiesta sería para niños, y los niños eran cabeza dura, pedían
todo el tiempo que repitiera el truco, así que variar los
trucos era fundamental, abrió el otro cajón de la cómoda,
sacó las gomitas y los alfileres, iba a comenzar haciendo
trucos artesanales, aprendió muchos trucos en la 24 de
Mayo, un mago de la calle le enseñó casi todo lo que sabía,
aunque nunca consiguió hacer la mitad, entrenaba todos
los días por esa época, ahora estaba relajándose, última-
mente la vida le estaba pareciendo demasiado pesada,
responsabilidades en exceso.
Carolina llegó al living, quejándose como siempre, Ana
había agarrado su muñeca favorita, la quería de vuelta, él
la miró con calma, decidió intervenir, le pidió que llamara
a su hermana, ella fue y no cerró la puerta. Mágico volvió
a las barajas y las miró fijo, la fiesta iba a ser de ahí a unas
semanas, pero siempre estaba corriendo, decidió dejar
todo listo, tal vez hasta un día se dedicase a buscar nuevos
trucos, Ana se acercó quejándose de que la muñeca era
suya, que Carolina le había arrancado la cabeza de su
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 37
Barbie, él se dio vuelta, le pidió que se la devolviese, y que
pronto le iba a comprar una Barbie todavía más linda, Ana
reflexionó rápidamente, una muñeca nueva y sólo suya,
bajó la cabeza y dijo un sí en voz baja, salió y cerró la
puerta, Mágico decidió guardar las barajas, las gomitas y
los alfileres, enseguida bajaría las escaleras, le pediría a
Priscila que le preparara un vaso de Coca-cola con limón
y hielo e intentaría ver algo en la televisión.
Lúcio Fé aún patea cosas por la calle, hasta hoy patea,
los tipos pasaban la mano por su cabeza, ahora es él quien
la pasa por la cabeza de los chicos, adora a los niños, tiene
un montón de ahijados, no había mano más considerado
que él en la quebrada, aunque hacía algunos 12112 para
vivir, o sea, cada dos por tres mataba a alguien por dinero.
Iba a la iglesia todos los domingos, tenía mucha fe, su
apodo se lo pusieron de chico y en los latrocinios era la
figura central, primero en la fila en cualquier jugada, enca-
bezaba los asaltos sin mirar para atrás, la banda que atacaba
con él se sentía bien segura, decían por ahí que el loco tenía
un pacto con el diablo, su fama aumentó más en la
quebrada cuando se metió con Régis, Aninha y Celso
Capeta.
Tenía un pasado con un alto índice de peligrosidad, fue
la trampa que armó para cinco tipos de una vez en el bar
de Neco lo que le dio fama, los tipos estaban merodeando
por la vecindad hacía ya unas dos semanas y Lúcio Fé
desconfió que habían ido para matarlo, confirmó la
sospecha unos días después cuando un niño llamado
Mazinho le dijo que ellos estaban preguntando por el loco
que apareció por ahí con una moto Falcon plateada en
12 Artículo del Código Penal brasileño vinculado a homicidios.
38 FERRÉZ
aquellos días, Mazinho no les dio información a los
homens y negó saber de algo, pero sabía que era con Lúcio
el asunto, oyó el agradecimiento del bandido cuando le
contó la historia, Lúcio Fé prometió involucrarlo en un
asalto más adelante como prueba de agradecimiento, y le
adelantó que iba a ser cuerito de rata, un pequeño laburo,
que rendía sólo migajas, pero necesitaba resolver la cues-
tión, le pidió a Mazinho que le dijera a los cinco hombres
que había un tipo en silla de ruedas allá abajo en el bar de
Neco que tal vez tenía alguna información sobre el para-
dero de la moto, el chico se envalentonó y fue lentamente
al encuentro de los cinco homens en la calle de arriba.
Lúcio lo llamó a Jeferson, su primo, quien rápidamente
le consiguió una silla de ruedas y se la llevó. Régis,
Aninha y Celso Capeta bajaron hasta el bar y agitaron a
Mágico, invitándolo a la misión, él respondió que tenía
otra cosa para hacer, pero todos sabían que no tenía nada
para hacer, la cosa era que Mágico en esos asuntos era un
tremendo cagón. Lúcio se sentó en la silla, haciéndose el
paralítico, y se ubicó frente a la mesa de billar del bar,
escondiendo la pistola debajo de las piernas, Régis se
ubicó con Aninha en el baño.
Los hombres no tardaron en llegar, en un primer
momento miraban para todos lados, pero cuando vieron a
Lúcio Fé en la silla de ruedas se relajaron y mandaron esa
mirada de pena que todo deficiente odia, enseguida se
acercaron a preguntarle al supuesto deficiente sobre la
moto, Lúcio no resistió, largó una sonrisa irónica y dijo:
—¡Está acá, hermano!
El primer hombre cayó y ni vio lo que lo tocó, los otros
fueron baleados por Régis y por Aninha que sólo efec-
tuaba disparos al rostro, la visión privilegiada de ellos que
estaban en el baño no les dio chance ni para reaccionar. El
último hombre en caer intentó sacar un arma, y Aninha,
notando el hecho, efectuó dos disparos en el brazo del
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 39
muchacho que todavía intentaba arrastrarse hacia la calle.
Las balas de Aninha se habían acabado, Régis se puso
detrás del muchacho que se estaba arrastrando boca abajo
y efectuó un tiro de misericordia en la nuca, no hizo
ningún otro movimiento después de ese disparo, Lúcio Fé
quería que dejaran los cuerpos ahí mismo, y Régis sin
estar de acuerdo decidió arrastrarlos para dentro del bar,
cerrando la puerta enseguida, pasaron unos segundos y la
calle estaba infectada de curiosos.
Celso Capeta fue el responsable de ir a buscar el auto
grande. Hizo el trabajo, trajo una Blazer y los cuerpos
fueron arrojados en un yuyal alejado de la Zona Sur, el
dueño del bar juró no comentar el hecho y Lúcio Fé
festejó, porque ahora tenía el documento de la Falcon, el
dueño que fue con cuatro amigos más a buscar la moto
tenía en el bolsillo la documentación.
Baja la ladera lentamente, gingando como siempre, el
conjunto nuevo le queda bien, piensa que se ve mejor así,
en verdad quien lo mira le tiene envidia, Modelo transmite
miedo, un niño que juega a las bolitas nota las zapatillas,
le gustaría tener unas, el espejo es Modelo, con una
cuadrada en el bolso y un calibre 38 cromado que le va a
prestar a un aliado, desde ya que tiene el arma sin una bala,
porque lo seguro no muere de viejo13, cree desde pequeño
que lo seguro fue al entierro de la previsión.
Al llegar a la terraza de la heladería se mira las zapati-
llas, se pone contento de que no estén sucias de barro, el
morro estaba horrible, no puede creer haber bajado sin
13 Lo seguro no muere de viejo, frase que en castellano se dice “a
seguro se lo llevaron preso”.
40 FERRÉZ

resbalarse. El muchacho al que espera se le acerca

hablando ya, Modelo odia ese tipo de cosas, pero lo
soporta bastante bien, sabe que pesados como éste son
siempre útiles en las guerritas que pueden venir.
—¿Qué tal, Modelo? para mí todo una locura. Estoy
con los pelos de punta, tengo que hacer buena plata, voy a
buscar la Belina14, hasta ahora anduve manoteando sola- Capítulo 2
mente, y encima Ana María se llevó dos tiros sin darse
cuenta, por titubear.
—Sí, pero ella le cavó la fosa al loco, se la cobraron, Quien es, no comenta
¿no? Ahí tenés, volvió a la gran nada, pero ¿quién te la va
a comprar?
— Mirá, hay un loco que está por el suelo, su mina está
embarazada, y las tramoyas que armó no le anduvieron, y
la está queriendo a mitad de precio, voy a buscar las
máquinas y las armas y voy por el auto.
—Firmeza. Pero llevate la 38 porque esa 380 está atra-
gantada.
—¿Y en qué anda el primo? ¿Él no te acompañaba?
— El Primo firmó el 18015 por nada, es un tipo rápido
pero estuvo flojo, tomó un auto prestado, los homi lo
agarraron y él firmó.
—Firmeza, Modelo. Llamanos si necesitás, ¿si? te
digo, cuando quieras derribar a esos locos de allá arriba,
llamame, favor por favor, ¿se entiende?
—No te calientes, bro, que engorden y cuando estén
fuertes, los derribamos, ahora tomá estas cosas y resolvé
tu problema.
—Firmeza.

14 “Belina”, modelo de auto, fabricado por Ford.

15 180, artículo del Código Penal sobre la recepción de objetos
robados.
 Nego Duda estaba buscando a Régis desde la mañana,
pero nadie le daba ninguna información, porque en verdad
nadie sabía dónde vivía Régis, vivía diciendo que, para él
negro buena onda, era sólo quien no comentaba la vida de
nadie, y ¿quién diría lo contrario?
Nego Duda continuaba pasando de bar en bar pregun-
tando por Régis, se rindió cuando Bahía, dueño del bar de
la esquina, le dijo que una vez Régis había comentado que
todo el mundo podía saber por dónde andaba, pero no
dónde vivía, a fin de cuentas si algún loco fuese a atacarlo,
intercambiaría tiros y se llevaría al menos a uno aunque
muriese en el intento, ahora su familia no tenía nada que
ver con eso, su lugar de fe era sagrado para él, Nego Duda
cuando escuchó eso, se fue a su casa, pero no lo pudo creer
cuando lo vio a Régis tomando caldo de caña y comiendo
pastel en la puerta del colegio, se acercó rápidamente y lo
saludó, Régis fingió no haberlo visto y demostró sorpresa,
cuando en realidad lo estaba observando desde el otro lado
de la calle.
—¿Qué tal, Nego Duda? ¡Mierda! Ni te vi, ¿todo en
orden?
—Más o menos, Régis, escuchá, estoy necesitando un
consejo tuyo, me va a aclarar la cosa.
—Decime, jão, que si puedo, te ayudo.
—Vamos más allá, vení.
Régis puso el vaso de caldo de caña lentamente en la
barra del puesto y antes de ir miró el sweater de Nego
Duda, intentó notar algún bulto, no vio nada y lo siguió,
pero precavido fingió que iba a rascarse la barriga y puso
la mano en el revólver, sólo la sacó cuando Nego Duda
empezó a hablarle de lo ocurrido.
44 FERRÉZ
—La cosa es así, estoy con un buen plan, para borrar a
un loco.
—¿Quién es? –le preguntó Régis poniendo de nuevo la
mano en la cintura, con miedo de que Nego Duda le dijera que
era él, si así fuese, quien la sacase primero acabaría al otro.
—No lo conocés, vive lejos.
—¿En serio? –dijo Régis sacando la mano de la cintura
nuevamente.
—Pero no es eso lo que me interesa, el problema es
éste, el loco ofrece cinco palos para mandar a otro al
infierno, sólo que quiero que me digas cómo hago.
—¡Haciéndolo, mierda! –dijo Régis irónicamente.
—Te estás riendo de mí, ya sé, pero lo que pasa es que
no sé si hay algo más, el loco vive allá en Brás1, puede ser
complicado, no conozco la zona, amigo.
—Pará, dejame pensar…hacé así, hacele la psicológica
al tipo, en este caso, la fuerza no sirve, tenés que usar la
sapiencia.
—¿Qué?
—Olvidate, te lo resumo, ¿sabés qué tenés que hacer?
Arreglá con él, decile que lleve los cinco mil y la foto con
la dirección del tipo que quiere ver agujereado, cuando el
otario te muestre la plata, lo quebrás a él, que está más
cerca, y no necesitás ir hasta Brás para matar al que tenía
que morir, así no corrés peligro haciendo cagadas en la
zona de los otros.
—Pero el loco no va a pagar por adelantado, me parece.
—Claro que va a pagar, decile que se lo garantizás, que
no vas a poder ir al lugar más temprano, decile que se lo
garantiza Valdinei que cuida la padaria, que él es pé de
pato y todo el mundo confía en él.
1 Brás, barrio de la región central de la ciudad de San Pablo.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 45
—Listo, Régis, voy a hacer exactamente eso, total
después no va a poder hablar con Valdinei de la padaria,
al fin y al cabo los muertos no hablan ¿no?
—Eso, jão, te estás volviendo todo un malandro.
—Gracias, Régis, me diste una mano enorme.
—Por favor, Nego Duda, la vida es así, tenemos que
enseñarle al que no sabe.
—Andá a cagar, tu cabeza es una cosa de locos, pero
decime, ¿qué te debo por el consejo?
—Nada, jão, ¡si un día te necesito, te digo, hermano!
—Firmeza, Régis, no me voy a olvidar.
—Ok, Nego Duda, y arreglá buscar la guita en las esca-
linatas del colegio, que es más tranquilo, dale sólo uno en
el globo al imbécil, ¿se entiende?
—¿Por qué?
—¡Pero sos estúpido! Es que si el loco reacciona lo
bajás ahí mismo, ¿entendés, loco? Por allá no pasa casi
nadie, sobre todo a la noche, y más los fines de semana.
—Firmeza, voy a hacer eso.
“Amigo que es amigo no quiere la plata del otro”, ese
era el dicho favorito de José Antônio, principalmente
cuando aconsejaba a los otros no meterse en el juego.
José Antônio tenía vocación para muchas cosas, entre
ellas, la de ser el buenito de la familia, despertarse
temprano, soportar las faltas de respeto, ser humillado en
todo proceso de transición, idas y vueltas, asfixia, presión,
sudor, todos los que formaban parte de su núcleo de
amistad siempre andaban cabizbajos, resignados, pero el
héroe de la familia, el héroe hecho y derecho, que no fuma
frente a ellos, sólo escondido, ahí vale todo, llorar en un
rincón del baño, cerca del inodoro, hipar agachado, el mal
olor, el papel higiénico usado, el inodoro manchado, una
46 FERRÉZ
lágrima cayendo, el mundo allá afuera, el dolor adentro,
bien adentro, el almuerzo haciéndose, el hijo que vuelve
de la escuela, las ganas de escapar, su mujer que golpea la
puerta, él que se levanta, que resuelve sus problemas al
enjuagarse las lágrimas, intenta olvidar las preguntas de su
vecina sobre su desempleo prolongado, intenta apartar el
recuerdo del hombre que era cuando tenía una credencial
en su billetera, apenas un sello y todo cambiaría, pero ese
sello para José Antônio era cada vez más imposible. Se
seca las lágrimas, para con las tonterías, sale, toma café
que siempre fue amargo como su vida, como los corazones
de sus familiares, pero fuerte como él, por lo menos es lo
que había expresado al salir del baño, con el rostro
hinchado, la cara seria, pasa por el espejo y ve su reflejo,
nota las arrugas, nota los cabellos emblanqueciéndose,
nota las ropas modestas, y se corre de frente al espejo rápi-
damente cuando ve que ahora es sólo una caricatura de lo
que había sido el hombre José Antônio.
Agarra un vaso, le echa café, toma sólo un trago, lo
pone en la pileta de la cocina, pasa por el espejo nueva-
mente y sale a la calle, nota que todos juegan al fútbol,
siempre odió la pelota, ahora lo que más veía eran parti-
ditos, todos los días, decenas de personas en su calle, cada
una con un equipo, cada una eludiéndose, intentando
divertirse, ¿lo conseguirían? José Antônio no podía creer
que personas tan carentes, personas que no tenían ni qué
ponerse así como él ahora, eran capaces de reír, de diver-
tirse con una mierda de pedazo de caucho lleno de aire.
Toma una decisión, decide escapar mañana, en eso era
en lo que estaba pensando, en agarrar sus ropas y mandar
a todo el mundo a la puta que los parió, o mejor a la puta
que parió a cada uno de ellos, pero hoy no. En verdad José
Antônio estaba decidido hacía años ya, pero su coraje se
va con su furia, enseguida se calma y corre a abrazar a los
niños, finge no ver vestiduchos despedazados, finge no ver
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 47
sus ojotas gastadas, y los abraza, como si fuesen las cosas
más preciosas que tenía, y en realidad lo eran.
Pero un día sabe que se va a decidir, un día tal vez
cuando ellos hayan crecido, será un gran día, un día en que
José Antônio va a mandar todo al carajo.
Juliana vuelve del baño golpeando la puerta, él le mira
el rostro serio y siente que la ama como nunca amó a
nadie, Juliana está con un vestido azul, sus pelos están
despeinados, pero sostenidos con un pañal de tela blanco,
no usa sandalias hace meses y andar descalza se volvió
una rutina, ella da órdenes, él va a comprar Coca-cola, a
fin de cuentas ella es su esposa, la reina de su hogar.
La hija de José Antônio ni bien sale dice “quien bautizó
primero es el padre del niño”, debe haber oído esto de su
madre, es lo que piensa José Antônio, como sea él oyó a la
niña diciéndolo, pero decide no volver para llamar su aten-
ción y va a comprar lo que le ordenaron.
Mientras camina se cruza con Aninha, la saluda y ella
le responde con una sola palabra, “Firmeza”.
José Antônio continua subiendo la callejuela y le viene
a la mente Juliana con sus 13 añitos, bien flaquita y con el
pelo largo, en aquella época sus peleas eran solamente por
el dinero de la comida que Juliana sacaba para comprar
golosinas, pensaba en lo linda que era, olía a bebé, él
adoraba metérsela por la cola. ¡Ah! Su cola, qué lisita y
redondita era, pero ahora el tiempo había actuado, y como
una fuerza repentina, Juliana había engordado, su pelo se
secó, se volvió un poco pastoso, un poco grasoso, su boca
era tan linda, y tenía un gustito a menta, muy diferente a
hoy con esa baba en las comisuras de sus labios, siempre
resecada y casi nunca con los dientes cepillados. José
Antônio suspira hondo, pone las manos en el bolsillo,
agarra unos papeles y ve que son los comprobantes que
tuvo que firmar para internar a su hermana que estaba por
morirse de los riñones, José Antônio ríe cuando ve que
48 FERRÉZ
está empezando a llover, y sabe que Dios es tan bueno que
no lo mata con un relámpago, porque un padre no mata a
su hijo.
Sube la calle, cubriéndose en los parapetos de las tejas
que sobresalen de los límites de las casa, la callejuela es
angosta, el agua del suelo ya tiene cinco centímetros,
decide volver a su casa, va andando preciso como un reloj
y piensa sólo en una frase. “Juliana, estás hecha un
chancho, al carajo con tu Coca-cola”.
Pero cuando llega a su casa dice con calma que el bar
estaba cerrado, ella no le cree y dice que no va a hacer jugo
porque el azúcar se había acabado, él está de acuerdo y va
hacia el viejo horno blanco de cuatro hornallas que recibió
cuando se casó con Juliana, agarra un plato del viejo
armario que compró en los buenos tiempos en los que
tenía empleo, pone el arroz y el zapallito, era lo que tenía
para comer y José Antônio nunca fue hombre de quejas, se
sienta en el sillón, entre un tenedorazo y otro mira toda su
casa, observa los ladrillos sin revoque, observa las tejas
que necesitan de nueva pintura, ve los cables colgando y
ya llenos de telas de araña, observa por último el piso de
cemento tan desgastado ya, se levanta con calma, apoya el
plato con la mano izquierda y con la mano derecha
enciende la televisión, se acuerda que la televisión la pagó
durante dos años, pero estaba orgulloso del aparato, qué
linda era, lo mejor que tenía en su casa, 29 pulgadas, defi-
nición de cine, sólo el control remoto se había roto, pero
un día iba a comprar otro, se sentó de nuevo en el sillón y
siguió comiendo, sólo que esta vez frente a la televisión,
comía arroz y zapallito viendo Augusto y Ángela, el matri-
monio perfecto, disfrutando de un verdadero banquete en
la novela de las ocho.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 49
Nego Duda se despertó temprano ese día, mucho calor
y poca ventilación en la casa hecha en equipo con su
padre, que ese día cumplía 54 años, Nego Duda por lo
menos iba a desearle felicidades al viejo, su hermano no,
seguro que no iba a acordarse de la fecha, estaba muy
ocupado llenando su auto de mujeres y su barriga de
cerveza, nunca se quejó de nada, nunca culpó a nadie,
sabía que desde que su madre falleció las cosas tendían a
empeorar, pero su padre hacía de todo para que no faltasen
las cosas básicas para la casa, no era muy de los lujos, pero
sentía un dolor que no sabía explicar, los comerciales de
TV, los desfiles de ropa, los autos confortables, las
mujeres siempre al lado de los hombres que tenían dinero,
él también quería tener todo eso, él quería tener algo más
además del pancito y el café ya tibio, ese día estaba
armado, salió a la calle y le dio dos tiros a un niño que lo
encaraba, su principal pensamiento es no criar cobra para
no correr el riesgo de ser picado2, y el niño que murió en
el momento no tenía ni 15 años y encaró a Nego Duda
porque sabía que era bandido y quería ser como él, la
mirada era de admiración, pero desde el punto de vista de
Nego Duda era de amenaza, y así, entre la indignación y el
hambre, surgía una nueva estadística.
Caminaba todo el día, iba para otros barrios y volvía
tarde, cuanto más tarde llegaba a su casa, mejor era, ver a
su padre tirado en el piso, ya totalmente alcoholizado, su
hermanito menor, de apenas cuatro años, siempre al lado
de su padre, jugando con el paquete de cigarrillos, apilaba
los cigarrillos y después los dejaba rodar por el piso lleno
de agujeros, pasar hambre no era la meta de vida de Nego
Duda, ver a su hermano en ese estado mucho menos, pero
nadie pensaba en trabajar, porque el empleo no iba a
2 No criar cobra para no correr el riesgo de ser picado expresión que
en español sería “cría cuervos y te sacarán los ojos”.
50 FERRÉZ
aparecer tan rápido, y hasta las changas que solía hacer
habían resultado tan concurridos, que el dinero ganado
con ellos era insuficiente para lo básico.
Abrió el portón de madera, salió de la propiedad de su
padre, y fue en dirección a la padaria, le pidió pan al de la
barra que miró al gerente en la caja. El gerente hizo una
seña afirmativa con la cabeza, no por pena, sino por
miedo. Nego Duda ya había creado problemas en ese lugar
y casi mató a un vecino que osó mencionar la situación
que su familia estaba pasando.
Volvió a su casa, le dio la bolsa con los panes su herma-
nito, que al no aguantar el peso dejó caer el paquete al
piso, Nego fue a ver a su perro, un dogo alemán negro
llamado Negão, el perro estaba flaco y débil, casi ni se
ponía de pie, se esforzaba por darle la pata a su dueño,
pero no lo lograba, Nego Duda se ponía mal de ver al
animal en ese estado, Negão era su mejor amigo y Nego
siempre decía que era su único amigo fiel, incluso en ese
estado el perro se levantaba lentamente y, cadavérico, se
acercaba al dueño e intentaba darle la pata.
En medio de toda esa dificultad, su padre seguía
bebiendo, pero Nego Duda no se metía con el viejo, sabía
que cada uno calmaba el dolor propio de alguna forma, y
el viejo no lograba vivir más en la realidad, era demasiado
dura, Nego Duda había conseguido algún dinero traba-
jando en una obra hacía algunos meses, pero el servicio no
duró, el gato, como eran llamados los que agarran el
servicio para contratar otros peones, estaba siempre
cambiando de empleados. Nego Duda aprendió mucho en
la construcción civil, aprendió que los ricachones dueños
de las constructoras no registran a nadie, aprendió que los
edificios son levantados por peones como él, que sin
contrato ni garantía de un convenio recibían mucho menos
de lo debido, pues un hermano de color llegó primero a la
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 51
obra y se hizo gato, pagaba siempre menos a todo el
mundo, para quedarse con la mayor parte.
Él siempre se indignó con los ricachones, pero nunca
pensó que personas como él, de la misma pobreza, podían
ser tan hijos de puta y no ver la situación del de al lado.
Con el dinero de la obra, Nego compró lo básico de lo
básico, papel higiénico, jabón, arroz, porotos, aceite, sal y
café.
Últimamente andaba muy pálido, los vecinos decían
por ahí que estaba fumando crack, comenzó a usar la gorra
siempre con la visera baja, y por más que los chismosos lo
intentasen, nunca más iban a poder ver sus ojos.
Desapareció por una semana, su padre fue a todos los
hospitales, los vecinos decían que ya debía estar muerto,
que alguien debía haber cobrado la pelea con Mané, un
señor de la calle de al lado a quien Nego Duda le había
robado, pero su padre no se daba por vencido, y una
mañana de un martes volvió, estacionó una moto CG 125
frente al portón, bajó con dos bolsas de pan, abrió una y
tiró todos los panes para Negão, la otra la puso sobre la
mesa, su padre trató de abrazarlo, él se negó y dijo que
necesitaba dormir, el viejo agarró a su hijo menor y fue al
cuarto a llorar y a agradecerle a Dios por los panes.
Nego Duda se despertó al otro día más o menos a las
11, se bañó, salió, con su cuerpo increíblemente flaco, se
puso una camisa, se puso el arma en la cintura, algunas
balas en el bolsillo, miró la jarra de café y vio que no había
nada dentro, acarició a Negão y salió por la cocina.
El padre sólo rezaba cuando su hijo salía de la casa,
ahora ya sabía que Nego Duda iba a hacer algún laburo, el
hermanito comentaba con los vecinos: “Hay comida allá,
sí, mi hermano hizo un laburito y la trajo”.
Los vecinos no lo perdonaban y los juicios corrían por
todos lados, historias estrambóticas y totalmente ficticias
no tardaron en aparecer, que lo vieron disparando a la
52 FERRÉZ
policía, que lo vieron saliendo de un shopping con un
DVD, que lo vieron quemando una piedra de crack atrás
del parque, u otros cientos de cuentos.
Nego Duda pichou en la pared de su casa una bella
mañana de sábado:
“Es hora de vengarme, el hambre se volvió odio y
alguien tiene que llorar.”
A su padre no le gustó el verso, pero sabía que su hijo
escuchaba todos los días un grupo de rap llamado Facção
Central. Tanto trabajo, tanto registro en su libreta profe-
sional y hoy tenía que aceptar a un hijo ladrón dentro de la
casa, difícilmente se emocionaba, pero le desagradó la
vida definitivamente y lloró mucho cuando vio las marcas
en la muñeca de su hijo, le preguntó qué era eso, él cambió
de tema, pero el viejo desconfió de las manchas de sangre
de días atrás en el baño, y hoy después de ver las marcas
en las muñecas estaba seguro, Negro Duda, su hijo tan
querido, había intentado matarse.
Aninha se despertó después de las dos de la tarde ese
día, encendió el grabador, puso una cinta, apretó play y fue
en dirección al baño, se lavó la cara, se puso una
bombacha con dibujos de ositos que estaba colgando en
una pequeña soga que rodeaba todo el baño, fue hasta la
cocina, calentó café, agarró la bolsa de panes y los apretó,
notó que estaban duros, puso el café en un vaso donde
desde hacía tres días tenía leche vieja y lo tomó, sintió el
gusto de la leche en mal estado y lo escupió. Lanzó una
puteada, fue hasta el cuarto, agarró una camisa blanca con
el escudo de una vieja marca de autos y un pantalón de
jean muy gastado y se vistió. Se calzó unos viejos zapatos
London Fog y notó que no tenía desodorante, agarró el
revólver Rossi negro calibre 38, giró el tambor, vio que
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 53
estaba cargado, se lo puso en la cintura y fue a la puerta de
la escuela a resolver un pequeño lío en que su primo se
había metido, la verdad es que a ella no le interesaba nada
el cagón de su primo, pero era por su nombre, si ella no
resolvía eso enseguida, se volvería una bola de nieve, sabía
muy bien que la gentuza, como ella llamaba a los chis-
mosos del barrio, iban a comentar que Aninha no tenía
moral ni para cuidar a su familia, entonces no era por
consideración, sino para mantener el respeto que a un gran
costo había conseguido en la quebrada.
Aninha sabía que un bandido que no resolvía sus BO’s,
los boletines de ocurrencia, era marcado de trucho, y sabía
también que por el hecho de ser mujer, cualquier cosa por
mínima que fuera la tenía que resolver, si no daría alas
para otras cobras criadas.
Subió todo el morro del COHAB, como era flaca y
solía andar mucho, no se cansó, pero estaba nerviosa y
todos durante el recorrido que ella fue haciendo notaron
ese hecho y se alejaban como podían, Moacir que había
hablado mal de ella en el bar de don Juan ni esperó que
ella llegara a la escuela, saltó el paredón de una casa frente
a la escuela y de tejado en tejado llegó a su casa.
Aninha llegó al colegio y vio que dos chicos le pegaban
a su primo, se puso furiosa, todo el mundo alrededor alen-
tando la pelea y riéndose, todo el mundo se estaba riendo
mucho, ella no lo pensó dos veces, entró en el medio de la
ronda, empujó a su primo que cayó de culo al piso y se
quedó sólo mirando, los dos agresores pararon e iban a
salir de la ronda, el primero se puso de espaldas y Aninha
le acertó a la nuca con un puño, el otro intentó reaccionar
y se llevó un puño en el estómago, todos empezaron a
gritar y Aninha agarró a su primo por el brazo y salió
caminando en dirección a la casa de su tía.
54 FERRÉZ
Cuántas casas limpió, en cuántas casas él se quedó con
ella, sólo acompañando la limpieza, había manteca en la
heladera, él jura que la vio, pero lo que la patrona de su
madre puso en su pan fue médula de hueso derretido en el
refrigerador, fue así hasta sus 11 años, cuando aprendió a
robar yogurt de la heladera de la vieja, su mamá hacía sopa
de granos de choclo y caldo de gallina con pata de pollo,
él odiaba la pata de pollo, pero ella lo llevaba a la granja y
le decía:
—Joven, me da pata de pollo, ¡a mi hijo sólo le gusta
la pata de pollo!
Fue debido a una patrona mañosa que no comía estó-
mago, hígado, ni costillas, que esos ítems estaban en el
menú, su mamá tenía su propio plato, tenía prohibido
comer en el plato de los patrones, ella comía junto a él en
el lavadero.
A pesar de todo el sufrimiento, ella era la mamá
perfecta, la patrona insistía en darle a esa mujer algunos
huesos con restitos de carne, la madre de Régis decía que
eran para el perro, pero en su casa los preparaba para sus
hijos, los cocinaba con papas y los invitaba a comer una
deliciosa sopa, Régis y su hermana corrían para ver quién
llegaba primero al plato con el hueso más grande, igual a
la pelea por la punta del pan, que ellos llamaban rodilla de
panadero.
La patrona de la madre de Régis le dijo una cosa que
quedó en él para siempre, y él la guarda como el comienzo
de su indignación, como el comienzo de todo el odio que
nutría por quien tenía todo lo que él siempre quiso tener,
dinero. Un día, durante una conversación entre la patrona
y su madre, la patrona le preguntó de qué barrio eran, su
madre le dijo el nombre del barrio, la patrona pasó la mano
por la cabeza del pequeño y dijo:
—¿Entonces es éste muchacho el que un día va a crecer
y me va a robar?
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 55
Régis no entendió el chiste, ni su mamá entendió lo que
la patrona quiso decir, pero imitó a la patrona en la riso-
tada, la patrona reía que no podía más y la mamá de Régis
intentaba acompañar a esa que le pagaba el salario todos
los meses, que sustentaba a la familia, a fin de cuentas la
patrona estaba tan formada que debía tener razón de
encontrar gracioso que su hijo tal vez fuera un futuro
marginal.
Nego Duda estaba ofendido ese día y sólo quería irse
lejos, tal vez sentarse debajo de un árbol allá en la Plaza
da Sé3 y pensar un poco en la vida. Sabía que no debería
continuar con las discusiones, a fin de cuentas odiaba a
todos sus parientes, ellos siempre eran el foco de las peleas
con su padre, eran los comentarios de que fumaba mari-
huana atrás del colegio que hacían que su padre lo tratara
así, como si fuese un niño inmaduro, que en cualquier
momento podía ligar un tiro por el porro.
Esperó que pasara el ómnibus, le hizo una señal y el
conductor casi no paró, pero como había otras dos señoras
en la parada resolvió detenerse, a fin de cuentas la empresa
donde trabajaba estaba con la cuota de reclamos contra él
casi agotada de tantos llamados de pasajeros insatisfechos
con su servicio.
Negro Duda subió al ómnibus, pensó en sentarse en el
asiento de adelante, pero se acordó que enseguida podía
subir un lisiado, o un gordo, o, como era ya costumbre y
común en la Zona Sur, una mujer embarazada o con un
niño en brazos. Decidió ir para el fondo.
3 Plaza da Sé, Plaza del centro de la ciudad de San Pablo, identificado
como el Km cero.
56 FERRÉZ
—¡Ey!, cobrador4, ¿puedo pasar por abajo5?
—No pasás un carajo, ¿qué hacés con la plata, decime?
Nego Duda pensó en tres hipótesis, que el cobrador era
muy burro, hijo del dueño de la empresa, o el empleado
más chupa medias e imbécil de todo el mundo. Pero reac-
cionó enseguida y, sin pensarlo dos veces, sacó una 9 mm
y dijo en alto y buen tono:
—Andate a la mierda, ¿sabés lo que hago con la plata?
Compro balas para el arma, ahora dejame pasar.
El cobrador miró de frente el caño de la cuadrada y no
dijo una palabra, pero pensó en Dios, en Jesús, en su padre
que sin dudas no era el dueño de la empresa.
Nego Duda hizo girar el molinete, se sentó en el último
lugar del ómnibus y bajó después de tres paradas, ya bajó
chocándose con el que él clasificaba de playboy y para no
golpear al flacucho con la cara llena de granitos, aceptó la
donación que fue exactamente la mochila y el reloj del
estudiante, sacó los libros y cuadernos, los tiró en una
alcantarilla, se puso la mochila vacía en la espalda,
vendería el reloj en la quebrada y compraría una ración
para Negão, tenía el sueño de ver andar al perro a su lado
por las callejuelas nuevamente, más adelante compró un
pancho y siguió caminando, con la maldad en los ojos
como un cazador buscando a su víctima.
Por la misma calle pasaba Rodrigo, alumno del colegio
San Luis, ubicado en Jardins6, el alumno pasó desaperci-
bido, porque se había cambiado el uniforme por ropa más
simple para volver a su casa, todos los de la escuela empe-
zaron a adoptar esa práctica después de que algunos compa-
4 En los ómnibus de San Pablo las personas le pagan el viaje a un
cobrador que se ubica cerca del conductor.
5 Se refiere a pasar por debajo del molinete por el que pasan los pasa-
jeros luego de pagar el pasaje de ómnibus.
6 Jardins, uno de los barrios más ricos de la ciudad de San Pablo.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 57
ñeros habían sido asaltados en el camino entre la casa y la
escuela, las víctimas eran siempre jóvenes entre 14 y 16
años, y los que ejecutaban los robos también tenían esa
misma edad, la única diferencia entre los jóvenes que
robaban y los robados era el muro social que divide al país.
José Antônio se lavó la cara y no encontró la toalla,
agarró un trozo de papel higiénico y se secó rápidamente,
fue a su cuarto y se puso una ropa que ya estaba previa-
mente elegida, tenía que trabajar para el Señor y ese era su
mayor placer, desde que había perdido el interés por el
mundo del hombre.
José Antônio tenía que pintar la pequeña iglesia que
quedaba en la esquina de la callejuela donde vivía, odiaba
cuando alguien de su callejuela compraba material de
construcción y el camión lo descargaba frente a la pequeña
iglesia, tenía que pasar por toda esa arena y llegaba a la
casa del Señor todo inmundo, pero algo lo hacía sentir
mucho mejor cuando entraba al templo, se imaginaba a
Cristo volviendo y rescatando solamente a su familia, el
mundo incendiándose y José Antônio al lado de Cristo,
todo de blanco y con una leve cara de chupa medias. José
Antônio se apuró a preparar la pintura, la mezcla con cal
era necesaria para que rindiera el material comprado con
donaciones de los fieles, el pequeño rodillo ya usado en
tantas pinturas todavía daría para más servicios, y el palo
de escoba era el mismo que José Antônio usaba en esas
changas que hacía para sobrevivir, comenzó a deslizar el
rodillo por la pared, y sabía que en unas horas habría
terminado el servicio y podría comer la torta que su esposa
estaba haciendo, ya sentía el gustito del café que prefería
tomar puro, de la forma en que se había acostumbrado
desde que trabajaba en Metal Leve. Listo, se había acor-
58 FERRÉZ
dado de la empresa de nuevo, empresa que le garantizaba
un buen salario, un plan de salud que siempre le sirvió a su
familia, los tickets para el almuerzo que él ahorraba
llevando una vianda así le quedaban para que Juliana
hiciera unas compras todas las semanas. La época glamo-
rosa de trabajo en Metal Leve había llegado a su fin, y José
Antônio sabía lo que iba a pasar, pues había visto la misma
situación con muchos de sus amigos, José Antônio sabía
que nunca más tendría el mismo estilo de vida, jamás sería
señalado por los vecinos como el hombre de Metal Leve
nuevamente, jamás los jóvenes que eran generalmente
hijos de amigos suyos lo saludarían con una gran sonrisa
en el rostro y en la mente la idea de que un día serían seña-
lados por José Antônio para un puesto en la empresa, sabía
que lo que había ganado en el pasado no se repetiría nunca
más, tenía la convicción de que desde ese día en adelante
tendría que hacer de todo para continuar alimentando y
dando lo básico para Juliana y sus hijos.
Juliana su esposa estaba ansiosa por ver la torta, había
dejado de hacer los quehaceres de la casa para darle prio-
ridad, pero el vidrio del horno no ayudaba mucho, decidió
abrirlo para dar una ojeada y terminó por hacer que la torta
se arruinase, dio una leve sonrisita maliciosa, es que se
había acordado de Zé Pedro.
Zé Pedro era el hermano de Juliana y trabajaba en la
barra de una padaria allá en la Paulista7 y, según los
chismes de los vecinos, hacía el amor consigo todos los
días cuando se duchaba, tenía en la imaginación que su
situación financiera era tan mala porque ya había nacido
debiéndoles un dólar a los estadounidenses, así como todo
brasileño, pero eso le molestaba sólo de vez en cuando,
principalmente porque sus tendencias homosexuales eran
7 Paulista, refiere a la Avenida Paulista, centro financiero de la ciudad
de San Pablo.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 59
su peor preocupación, sabía que su hermana desconfiaba,
pero en su cabeza quería que ella se jodiera, la odiaba y
odiaba a su marido José Antônio que lo único que sabía
era vivir para la iglesia, la verdad era que Zé Pedro tenía
tantos problemas para resolver que no tenía tiempo para
visitar a su hermana, y, cuando lo tenía, prefería quedarse
en la plaza mirando las parejas que pasaban y cantando en
voz baja trechos de las canciones de Renato Russo8.
El lotação era blanco, con dos de los cuatro neumáticos
gastados, una luz central, un niño agachado con una
pequeña bolsa llena de pasajes y billetes de un real, un
conductor no habilitado, y 16 pasajeros donde cabrían
como máximo nueve.
Un trayecto hecho rápidamente, un semáforo no obede-
cido, un ruido asqueante de radio PX.
—¿Y, Tiburón?, ¿todo bien?
—Todo bien, Pantera, ¿viste algún cabeza blanca?
—Negativo, Tiburón, pero llamó Paulão y dijo que en
la João Diaz9 hay caballo de metal.
—Está todo controlado en el puente, los cabecita
blanca están todos por allá, ¿copiado?
—Copiado. Ya no vuelvo más para allá hoy, me perdí
lo bueno, cambio y fuera.
—Que tengas buenos pasajeros, cambio y fuera.
—Copiado, jão, hoy termino en la casa de la moneda.
8 Renato Russo, cantautor brasileño, homosexual asumido, líder de la
banda Legião Urbana.
9 João Dias, gran Avenida que conecta Santo Amaro –barrio más
central de la zona sur de la ciudad de San Pablo– con algunos
barrios más periféricos de dicha región.
60 FERRÉZ
Lúcio Fé sólo estaba observando, entraron dos pasa-
jeros al lotação, el cobrador empezó ya provocando, ofre-
ciendo un lugar para que se sentaran, ellos quisieron
quedarse de pie aparentemente para no arrugarse los trajes,
pero más adelante bajaron y el cobrador se descargó frente
a todo el lotação:
—¿Ves esos jão ahí? ¡No se quisieron sentar! Iban a
ensuciarse el traje, ¿pero sabés lo que van a hacer hoy?
Van a estacionar autos de ricos toda la noche, y se hacen
los abogados, esos jão, ¿viste? Es Jão, de Manejão, allá en
Rio todo el mundo dice mané, aquí es jão.
Lúcio Fe miraba los movimientos del conductor y del
cobrador en el lotação, sabía que se decían jão para no
decir sus nombres, porque había mucho bocón por la zona,
la explicación del cobrador era incorrecta, miró al
conductor y se acordó de la profesión de su padre, de las
veces que reían juntos, jugaban al billar y él le pagaba
fichas para jugar al Enduro10, eran tan pocos los recuerdos
en armonía, pero eran tan buenos.
Pocos segundos después, empezó a ver un muchacho
que dormía al lado suyo, se acordó del dicho que su ex
compañero le decía todo el tiempo, “loco que duerme se lo
llevan las olas”, largó una pequeña sonrisa y decidió
bajarse antes de la parada, sólo para ir sintiendo el clima.
Sábado a la noche, todo bajo control, la pistola en el
lado izquierdo con municiones, cargador extra en el
bolsillo de adelante también con municiones. Negro Duda
paró por un instante, dudó, prefirió ir por la calle de arriba,
puso la mano en el bolsillo derecho y sintió la punta,
revisó si estaba llevando el encendedor, positivo, saltó el
10 Enduro, un tipo de juego flipper.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 61
muro del colegio y lo encendió, fumó el resto del porro
que había sobrado del día anterior, fue a encontrarse con
quien había encargado el crimen que no iba a ocurrir, hacía
ya media hora que lo estaba esperando y esperar le traía
agonía, sólo por la espera el loco debía morir, a fin de
cuentas un malandro no levanta sospechas, pero pasaron
algunos minutos más y llegó, todo sonriente le entregó el
paquete con el dinero y le estaba por dar la foto del
encargo cuando Negro Duda sacó la cuadrada, no le dio
tiempo ni de correr al que encargaba, cayó durito en el
suelo, terminó pagando la propia muerte.
Pero el olor a pólvora aún no era suficiente para una
noche de sábado, a fin de cuentas la noche estaba linda y
sin dudas llevaría a alguien más para el otro lado de la
vida, no pasaron muchos segundos y Negro Duda sintió
que su espalda quemaba, miró para atrás y dudó de tan
gran maldad, era Régis que estaba con el caño del revolver
largando humo, antes de que Negro Duda cayera lo vio a
Régis sonriendo y enseguida percibió que el sobre ya no
estaba más en su mano, sintió escalofríos, vio nubes y un
cielo estrellado aproximándose cada vez más, nunca había
notado que había tantas estrellas en el cielo, nunca sintió
tanto frío, nunca percibió que las estrellas eran tan lindas
y tan grandes, murió en la escalinata, la sangre se derramó
por algunos escalones y se mezcló con la sangre del otro
cadáver que estaba más abajo.
Capítulo 3

Mi nombre es amor,
mi apellido es venganza
 Régis terminaba otro trabajo por teléfono, el servicio
que tenía que hacer en persona, por falta de tiempo, se lo
pasó a un amigo, el dinero sería dividido entre los dos,
estaba al lado de Celso Capeta y Lúcio Fé, por eso hablaba
con cautela, cualquier indicio que diese del servicio podría
ser malo para él, al fin y al cabo los amigos no admitían
que cualquier malandro que anduviese con ellos partici-
para del exterminio, y los servicios que a Régis le tocaban
casi siempre eran para matar a alguien, lo que le interesaba
al fin y al cabo de toda esta historia era que el bolsillo estu-
viese siempre lleno.
—Diga
—Habla Magu, ¿cómo va el plan?
—Todavía no salió, voy a golpear el palo en el gato1
esta semana
—¿Sabés dónde está viviendo?
—Claro, llamé a la familia esta semana, les dije que era
del Grupo Silvio Santos2, mandé que el loco compró un
carnet del Baúl, cayeron como moscas
—¿Los imbéciles cayeron?
—Sí, cayeron, voy para allá la semana que viene.
—¿Es lejos?
—No, es más, es cerca, en el interior
—¡Firmeza, entonces!

1 Golpear el palo en el gato, “Vou sentar o pau no gato”, expresión

popular que refiere a la concreción de una actividad.
2 Silvio Santos es un conductor de televisión de Brasil que se hizo
famoso por un programa juegos de tarde de domingo en el que, para
participar de los sorteos, juegos, etc. era necesario comprar un
carnet, llamado “Carnet do Baú”, “Carnet del Baúl”.
66 FERRÉZ
Lúcio Fé estaba impaciente, ya era la tercera llamada
que Régis recibía en menos de media hora, y lo peor era
que no se quedaba quieto, Celso Capeta también estaba
impaciente, le querían preguntar a Régis sobre el trabajo
en el banco, pero tal y como estaba ocupado con el celular
empezaron a pensar que era mejor llamar a Mágico para
tener más información, y fue lo que decidieron hacer, le
dijeron rápidamente a Régis que después pasarían por ahí
de nuevo, Régis sólo balanceó la cabeza y cuando cortó la
comunicación con Magu, el aparato sonó de nuevo, Régis
se había quedado apoyado en el Golf que seguía con el
sonido encendido, estaba loco por salir de ahí e ir a su
casa, pero la mayor dificultad era el celular, no podía
manejar y hablar al mismo tiempo, y no era por miedo a
las multas, la muerte por ahí siempre venía a caballo, o
sea, los muchachos que habían empezado a matar hacía
poco, siempre andaban en moto, Régis no podía facilitár-
selas, es que sabía que era cuestión de tiempo, los pibes
andaban queriendo conseguir fama a cuestas suyo, Lúcio
Fé y Celso Capeta bajaron del morro.
De repente Régis ve un farol iluminándole la cara, no
logra mantener los ojos abiertos y corta la llamada, no
llega ni a guardar el celular y recibe una orden de
mantener los brazos en alto, levanta las manos rápida-
mente, el primer policía se acerca, apuntándole a Régis
con una punto 40 cromada y enseguida se da cuenta que es
la policía militar3, pone mala cara porque sabe que los
PMs aceptan cualquier migaja, pero él no tenía ni para
regatear, el policía lo hace ponerse de espaldas, le abre
bruscamente las piernas, le pone las manos en la cabeza y
le pregunta:
—¡Ey! Vagabundo, ¿qué estás haciendo acá?
—Nada, señor, estaba conversando con mi patrón.
3 La policía militar, a diferencia de la policía civil, usa uniforme.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 67
—¿Vos querés que yo te crea que trabajás, mierda?
—Sí, señor, estaba hablan…
—¿De qué trabajás?
—Instalo aparatos telefónicos.
—¿Me estás cargando?
Antes de que Régis respondiese, los otros policías se
acercaron y empezaron a revisar el auto, el policía que lo
paró a Régis lo empujó hacia el capot del auto, liberando
la puerta, para que los otros policías entraran en el vehí-
culo.
—¿Dónde está el logotipo de la telefónica en el auto,
eh?
—Señor, instalo aparatos de forma particular, hago
extensiones para escritorios, residencias y …
—¡Mierda! ¿Quién te estás pensando que soy, eh?
—Calmesé, señor.
—Calmesé y la puta que te parió, ¿cómo mierda conse-
guiste este auto? No da tanto dinero ese trabajito de
mierda, decí la verdad enseguida así nos entendemos.
—Sí, señor.
—Sí, señor, ¿qué?
—Sí, señor, vamos a conversar entonces.
El auto ya estaba todo dado vuelta, habían sacado todos
los aparatos que había en el baúl y los habían tirado al
piso, Régis había comprado muchos aparatos para montar
una central telefónica en el interior, suerte que en el
momento del abordaje no estaba armado, pero notó que
estaba en apuros cuando vio que uno de los policías que
estaba revisando el auto encontró una lista llena de telé-
fonos y códigos.
—Aquí, señor, mire lo que encontré.
—A ver.
—Dios, esta cosa tiene muchos números, ¿qué es esto,
vagabundo?- El policía le refregaba la lista en la cara a
68 FERRÉZ
Régis, mientras que el otro policía que había traído la lista
le clavaba el caño del revolver en las costillas.
—Calma, señor, vamos a conversar.
—Lo que tengas para decir, decilo, vagabundo.
—¿Qué es lo que quiere?
—Decí la verdad, ¿estas metido con el tráfico?
—No, señor.
—¿Querés cambiar cabezas?
—No, señor, no voy a cantar nada, lo podemos arreglar
acá mismo.
—Entonces, listo, querés perder tiempo, si no, danos
un nombre que averiguamos tranquilamente.
—No, señor, soy un hombre en estas cosas, ¿qué
quieren?
—Bien, dejame ver. ¿Qué piensan?
Los otros policías miraron al Golf simultáneamente y
el consenso fue el auto, Régis fue liberado, fue a pie hasta
la casa de Aninha, tenía que pasar la documentación del
vehículo para los policías el martes sin falta.
“San Pedro va a llamar a tu piedra más rápido”, no sabe
por qué, pero siempre se acuerda de esa frase, tal vez la
haya escuchado cuando era niña, esa frase sólo le viene a
la cabeza cuando empieza a acordarse de su pasado, le da
un dolor en el pecho, un dolor que no para, no para hasta
que toma una decisión, ve a su mamá llorando de nuevo, a
su papá con la mano cerrada, listo para embocarla, revé la
misma escena que nunca para. Salió despeinada una vez
más, acordándose de las tostadas que comía día tras día,
las lágrimas de su madre, fue en sentido Moema4, decidida
4 Moema, barrio de clase media alta de la zona sur de la ciudad de
San Pablo.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 69
a robar un local, iba a hacer la escena del loco, llegaría
embravecida pateando la puerta y los playboys la mirarían
con desprecio y miedo, y enseguida ellos que tienen tanto
poder cuando están en sus autos importados iban a tener
que arrodillarse y rezar para no terminar hechos mierda,
porque la mierda de esa vagabunda estaba con un dolor ahí
adentro y cualquiera que le diese motivo se las iba a pagar.
En el camino se acuerda del último paseo en el shop-
ping Morumbi5 y de las miradas de los de seguridad, que
siempre estaban cerca, cuando entraba ya la observaban, y
hasta en el baño había un seguridad siguiéndola.
Andaba bien malandreada, es verdad, pero no se
hallaba tan extraña, debían saberlo por la cara, sin dudas
mostraba todo el sufrimiento que pasó en Bahía.
Aninha sabía que el estilo de bandido no se puede
esconder, a Aninha le gustaba ostentar, y un día iba a tener
mucha plata para que no la miren más así. Dejó de
recordar, estacionó el auto que tomó prestado de Mágico
frente a una clínica de estética, preparó el arma, entró en
el negocio de ropa de enfrente y ordenó a todo el mundo
tirarse al piso.
Siempre que terminaba un asalto pensaba que como
Cristo, un verdadero revolucionario, siempre está del lado
de los menos favorecidos, estaría de su lado, y si el pueblo
es la mayoría, esa mayoría está compuesta de minorías,
entonces Cristo tendría que estar presente en todo lo que
hacía, agarró el producto del robo, lo puso en una bolsa y
se fue a su casa, era un asalto pequeño, paró en un puesto,
llenó el tanque, comió sándwich y sonrió, a fin de cuentas
era sólo para quebrar la rutina, sólo para calmar el dolor.
Dos semanas después no sabía decir en qué había
gastado el dinero, se va fácil, vuelve fácil, le pagó un
porcentaje a Mágico por haber usado el auto, les invitó
5 Uno de los barrios más caros de la zona sur de la ciudad de San
Pablo.
70 FERRÉZ
varias rondas de cerveza a los amigos y listo, ni siquiera se
había comprado ropa, pero Aninha salió de espaldas a la
peste6 ese día, motivos no tenía tantos, pero en su cabeza
todos estaban en su contra.
Se sentó en la vereda y pensó en putear a la vida, putear
a Dios, pero puteó en verdad a la paranoia de no tener nada
para hacer, pasó la mano por el cabo del revólver y se
acordó que tenía que hacer otro laburo para comprarle un
regalo a su primo, y sin darse cuenta se le paró el tiempo
y vio escenas de su infancia, sus amigas nuevamente,
todas con trenzas, saltando a la soga, su madre avisándole
que era la hora en que su papá volvía del servicio, los pies
de su querido papá, oyó sus pasos nuevamente. Aninha se
veía en dirección a la cama y cerrando los ojos, no pasaban
diez minutos y lo que quería estaba pasando, su papá llega
preguntando y va a ver a su niñita que está supuestamente
durmiendo, seis años haciendo el mismo juego y él sabe
que ella está fingiendo, pero no parece saber, y acaricia a
la pequeña, pasa la mano por el pelo enrulado de la niña,
pelo castaño, y le dice en voz baja:
—Hijita, acá está papá.
Ella abre los ojos lentamente, en su cabeza él nunca la
tocó, en su memoria él nunca hizo nada que le hiciera
sufrir, ella le da un gran abrazo, y esas imágenes se
apartan, y queda sólo el recuerdo de algo bueno allá atrás.
Comieron dos pasteis, Vânia pidió uno de pizza y
Régis, como siempre, pidió uno de carne, el japonés o
chino o coreano, no estaba muy seguro quién fue el que los
atendió, tenía el pelo todo despeinado, ella pidió una
6 De espaldas a la peste, “virada na peste”, dicho de la región
Nordeste de Brasil que refiere a un acto veloz y trastornado.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 71
Sprite, el japonés o coreano o chino insistía en darle una
Coca Cola, ella se acordó del McDonald’s y del infernal
número 1, decidió insistir con la Sprite, el japonés o chino
o coreano dio un paso atrás y le dio la gaseosa, Régis no
paraba de mirar hacia el lado de afuera de la pastelaria,
viendo el movimiento.
Fueron al cine, no era normal que fueran juntos, cada
uno armaba sus salidas como más les convenía, pero ahora
que estaban más unidos era otra cosa, Vânia ya había
mostrado un poco la sorpresa que tendría para él cuando
volvieran a su casa, se corrió la pollera dentro del auto y
le mostró la bombacha de felpa con detalles de piel de
leopardo, Régis hizo una cara de asombro y sonrió, la
agarró y casi paró el auto, le puso la mano en la pija y la
movió, el vidrio polarizado ayudaba mucho a que hicieran
lo que más querían.
El cine estaba lleno, una fila que casi llegaba al esta-
cionamiento del shopping, Régis sugirió entonces un
motel, champagne y una bañera, ella le dijo de ir a su casa,
al fin y al cabo Régis ya gastaba bastante para mantener el
departamento de ella y no sería justo que a la hora de coger
fueran a otro lugar. Régis estuvo de acuerdo, entraron al
estacionamiento, fueron al auto, media hora después
estaban en casa, él se sacó el reloj de oro, pero se quedó
con la cadenita que a ella tanto le gustaba, el dragón
tatuado en el brazo siempre le llamó la atención, Régis la
observaba en sus mínimos detalles, como si fuese la última
vez que observaba a una mujer sobre la faz de la tierra, le
gustaban las miradas de ella también, Vânia se sacó la ropa
lentamente, el vestido negro de lycra siempre lo provocaba
al máximo, bajaba las tiras del vestido lentamente, dejó de
desnudarse cuando se sacó el corpiño, y él no tardó en
ayudarla a sacarse el resto, después fue hasta la heladera y
buscó champagne, Régis se inspira en los raperos estadou-
nidenses, y, como ellos, se las ingeniaba para ostentar,
72 FERRÉZ
derramó champagne de primera en su amante, ella desfiló
sobre la cama como si fuese una pasarela, en bombacha de
piel de leopardo, se agachó enseguida en la cama, se puso
en cuatro y le pidió que se cogiera a su putita, Régis se
negó y se recostó en el piso, le pidió enseguida que le
bailara encima, ella bajó de la cama, abrió las piernas, fue
hasta su cabeza y empezó a refregarle la bombacha en la
cara, después empezó a moverse más rápidamente y
corriendo la bombacha hacia arriba le mostró los labios de
su concha depilada, él la agarró de las piernas, la hizo
agacharse un poco más y le lamió levemente los labios
rosados, después se levantó, la alzó y la tiró en la cama
violentamente, la puso de espaldas, le dio varias palmadas
en la cola y después fue a agarrar el champagne que estaba
en el piso, la puso boca arriba y empezó a derramar cham-
pagne en ella desde los pies, a Vânia le dio escalofríos,
intentó esquivarlo, Régis insistió en que se quedara quieta
y diciéndole putita empezó a besarla.
Régis empezó a meterle el dedo índice en su concha,
Vânia temblaba, Régis le llevó el dedo a su boca y le pidió
que lo lamiera, ella obedeció, él se lo metió de nuevo en la
concha, pero esta vez le puso uno más, ella gemía en voz
baja, Régis constantemente le llevaba los dedos a la boca
y le decía al oído que sintiera el gusto de su concha.
Le pidió que se levantara y fuese a hacer lo que más
sabía, ella entendió el pedido y empezó a imitar un
leopardo, andando lentamente, ya toda empapada en
champagne, le sacó el pantalón y empezó a lamerle los
muslos, Régis puso una almohada más debajo de su
cabeza, le gustaba verla tragarse su pija entera, cuando
Vânia estaba casi tragándosela toda, él le forzaba la cabeza
y la hacía atragantarse, ella intentaba quejarse y cuanto
más forzaba la cabeza hacia arriba, él más la hacía atra-
gantarse, Vânia sabía que a él le gustaba eso y trataba
como fuera de no vomitarle encima a su compañero.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 73
Se levantó toda llena de baba, él le pidió que bajara
un poco la cabeza, Vânia giró la cabeza quedando frente
a él, Régis se levantó y mirándola a los ojos le escupió
dentro de la boca, ella intentó escupir y él le ordenó que
lo tragase, obedeció, él le dio unas palmadas en las tetas
y le ordenó que se pusiese de espaldas, se puso, su pelo
negro estaba totalmente mojado de champagne, Régis
corrió la bombacha de leopardo hacia un costado e intro-
dujo lo que ella apodaría como tomahawk, una refe-
rencia al poderoso misil norteamericano, ella no se había
acostumbrado al tamaño de su pija, a pesar de todo el
tiempo que venían cogiendo, pero si se quejaba, sabía
que él aumentaría el ritmo, el hombre es así, pensaba, le
gusta verlas sufrir.
Régis le puso la mano izquierda en la espalda y la
subió lentamente, hasta llegar a la nuca, cuando llegó a
los pelos, tiró bruscamente y le ordenó que dijera que
era una perra, Vânia gritaba eso y él le pedía que lo
dijera sin parar, después la puso boca arriba de nuevo, le
pidió que juntase las piernas y se quedara quieta, se
quedó, le puso la pija entre las nalgas y empezó a metér-
sela por el culo, ella sentía un dolor terrible, pero sabía
que Régis adoraba eso, entonces disimulaba el dolor y
decía en voz baja:
—Dale, dale a tu colegiala, dale, metémela por el culo,
metela por el culo de tu adolescente.
Régis siempre metía toda su pija de una vez, y sabía
que debía doler para el carajo, pero era eso lo que hacía a
la cosa, que sufriese, al fin y al cabo mantenía todo lo
bueno y lo mejor para ella, y sabía que una putita como
Vânia, si no se llevaba un pijazo, buscaría otro para que se
lo diera. Apenas le metió todo, recostó su cuerpo sobre el
de ella y abriéndole las piernas empezó a moverse, ella
sentía un dolor terrible, a Régis no le gustaba usar vaselina
y ni lubricaba con saliva, el placer de Régis era cogérsela
74 FERRÉZ
por el culo así, sin nada que ayudara, después de algunos
minutos, le metió cuatro dedos en la boca y le obligó a
chupárselos, Vânia empezó a chuparlos y ya sabía lo que
se venía, él le tapo la nariz con la otra mano, ella se
empezó a ahogar y eso era lo que a él le gustaba, le
gustaba su aliento caliente entre sus dedos, le gustaba ver
la dificultad de ella para respirar y darle el culo al mismo
tiempo, Vânia se estaba poniendo roja cuando paró, la
puso boca arriba, se sentó en sus muslos y fue subiendo,
hasta llegar al cuello, le pidió que abriera la boca, y ense-
guida le metió la pija, empezó a cogérsela por la boca
como si estuviese cogiéndosela por la concha, Vânia
empezó a atragantarse otra vez y Régis extendió más el
acto todavía unos cinco minutos, después le escupió en la
cara y le metió la pija en su concha, le pidió que abriese
las piernas y pusiese los pies en su espalda, ella lo hizo, y
él se empezó a mover, después de algunos minutos, le dijo
que se levantara y se sentara en su pija, Vânia se levantó
totalmente tonta y transpirada y se sentó, empezó a subir y
bajar, enseguida Régis le puso la mano en la boca y le dijo
que se la babeara, ella empezó a babeársela y él por debajo
empezó a tomarse lo que caía de sus labios, Vânia se
quedó arriba por unos minutos más y estaba totalmente
transpirada, él vio que iba a acabar y agarrándola de los
brazos la tiró en la cama, y empezó a refregarle la pija por
las tetas, Vânia juntó los senos con las manos y él le acabó,
salpicándole la cara, enseguida le pasó la mano, embar-
durnándole toda la cara, ella se quedó inmóvil y él le dijo
al levantarse.
—Andá a lavarte, mi vagabunda, que el segundo round
empieza enseguida.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 75
La soledad le daba sentimientos extraños, Eliana conti-
nuaba lavando los platos, hacía unos minutos que había
puesto los fideos en el fuego, las hornallas estaban impe-
cables, como todo en su casa, siempre limpia, ordenada,
organizada en todos los detalles. Estaba segura que ese día
Régis tampoco volvería. La mesa blanca, con un repasador
estirado en el lugar donde comía su hijo Ricardo, ella no
tenía su lugar en la mesa, comía con el plato en la pileta de
la cocina, de pie, siempre limpiando algo entre un bocado
y otro, el niño no, tenía que comer bien, ella le insistía en
comer con más calma, le decía que el jugo sólo después de
la comida, pero él nunca le hacía caso, siempre se quejaba
que la comida estaba seca, que sin jugo no podía tragar.
Eliana lavaba los platos, manipulaba los vasos con
destreza, mientras lavaba uno, ya estaba enjuagando el
otro con la otra mano.
Hacía algunos días que estaba sintiendo algo extraño,
ella intentaba definirlo como pasión, su cabeza estaba
extrañamente repleta de ese fuerte sentimiento, pero si
fuese pasión era totalmente diferente, un sentimiento que
si ella quisiese la dominaría por completo, algo que le
hacía desearle algo malo a él, desearle su muerte, la cárcel,
una pasión tan fuerte y tan maltratada que sin saberlo se
había transformado en rabia, ira y hasta odio.
La verdad que quedaban pocos platos, faltaba limpiar
una sartén, algunas cucharas y dos cuchillos, pero lo que
debería aliviar a Eliana en realidad la atemorizaba, se
imaginaba ya secando los platos, ¿y después? ¿qué haría?
Lo que le daba tanto miedo era la soledad, cuando termi-
naba las tareas domésticas, iba despacio, arrastrándose y
de repente la dominaba toda la situación. Sentía el viento
frío pegándole en el brazo, pero las ventanas estaban todas
cerradas, Eliana sentía en sus temblorosos pequeños y
blancos dedos una puntada fría que enseguida la abarcaría
por completo, ya sentía en sus delicados pies el frío inso-
76 FERRÉZ
portable de la ausencia. Ahora sabía que ella estaba a su
lado, probablemente bien apoyada en su espalda, con la
boca en su nuca, queriendo envolverla por completo.
Eliana sabía que la otra iba a dominar de nuevo el resto
del tiempo de su marido, sabía que cuando Ricardo llegase
tendría que ponerle la comida y después, a ver la televisión
solo, Eliana escuchaba desde el cuarto el diálogo de los
actores de la película, tenía mucho miedo de que a él le
pasara lo mismo que un día le pasó a ella, la madre del
pequeño tenía un terrible miedo de que él se volviese de
adulto una víctima de la soledad.
Apagó las dos hornallas que estaban en uso, retiró los
fideos de la olla y la lavó, agarró una tercera olla y juntó
la salsa con los fideos, los mezcló bien, fue al armario a
buscar el queso rallado, puso todo sobre la mesa sintiendo
que iba a ser abrazada y domada en cualquier momento,
fue hacia el cuarto, cerró la puerta que daba al living, se
recostó en la cama, sintió unas manos envolviéndola por la
espalda, un abrazo, el aire más frío, miró la almohada a su
lado y la vio hundirse, como si hubiese una cabeza
apoyada, Eliana cerró los ojos y le habló en voz baja a su
compañera indeseable: vení, soledad.
Ese día el supermercado estaba lleno, principalmente
en la parte de comidas, la comida también atraía a los
padres, más allá de que fuesen los niños los que consu-
mían más ese queso, hamburguesa, papas y gaseosa, la
mayor parte hacía compras y había parado por unos
minutos, pero algunos estaban ahí trabajando.
—Firmeza, ¿a qué hora va a ser la reunión?
—No tengo idea, Régis, tenemos que esperar a que
lleguen los otros camaradas para arreglar.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 77
—Esta mierda está tardando demasiado, jão, mi parte
ya está lista, ahora hay que juntarse y comprar las armas.
—Esperá, amigo, vos conseguiste la plata pero para
nosotros la plata es mosca blanca, está muy difícil,
Aninha quedó en hacer un local, si lo hace es más fácil.
—Mierda, tenemos que apurar la cosa, loco, ¿hasta
cuándo vamos a estar dando vueltas?
—No te olvides que no todo el mundo tiene otros traba-
jitos en la carrera, vos ya estás estable, Régis, tenés auto y
todo lo demás, pero, ¡los otros la estamos remando,
amigo!
—¿De qué me estás hablando, jão? ¿tenés los ojos en
mi plata?
—No te calientes, Régis, Mágico ya organizó todo, ya
se discutió todo, en verdad, sólo falta hacer las cuentas del
dinero para las armas e ir al choque.
—Firmeza, entonces, pero una cosa, Lúcio, si tarda
mucho, hago la mía, ¿eh?
—Calmate, hermano, ya te lo dije, ¿sabés lo que los
manos van a comprar?
—No sé, decime.
—Los locos dicen que van a ser dos fusiles, y las más
chicas también van a estar lindas, pistola calibre 45 ACP,
¿la tenés, no? las Colt M1991A1 de 7 más un tiro
— Entiendo ¿Qué más?
— Celso está enloqueciendo y está armando una esco-
peta que va a quedar horrible, pero él quiere tener una cosa
única, es tipo una calibre 12, sólo que el caño es de 176
mm, tambor de seis cámaras, que incluye una ventana en
la placa de cerramiento, la culata está soldada adelante con
metal, es fea, pero va a agujerear al que dude.
—Era más fácil comprar algo mejor.
—Sí, pero el loco está sin un peso, Régis.
—Escuchame, jão, Dito me mostró una Beretta 92 FS,
linda, acero inoxidable, hasta un perro llora en la oscu-
78 FERRÉZ
ridad7, la culata es de madera con unos detalles de unas
rosas, una cosa linda, si la agarro, y los homi me molestan,
se va a volver estadística en la comisaría, porque ya no me
sacan nada más, basta de esa 9 mm cromada que ellos
manotearon, la próxima se van a llevar sólo las balas.
—Régis, tu problema es que vos gastás de más, ¿por
qué no buscás algo más pesado cuanto antes para el
trabajito?
—Ey, jão, no vacilés, ya compré una buena para el
laburo, igual, son las replicas las que van a armar la
escena, tenemos que entrar sólo con los fusiles, y listo,
cuando el negrito vea el tamaño de esas cosas se va a cagar
todo, no va a haber problemas.
—¿En serio? Pero cantá cuál compraste.
—Te la muestro en el momento, jão, ya vas a ver.
—Debe ser loca, ¿eh?
—Ey, la charla está buena, pero no voy a esperar más,
llamalos a Celso y a Aninha que no puedo esperar más, es
que no veo a mi mujer hace dos días, necesito ir a mi casa,
¿entendés? Los extraño mucho a mis chicos, llamalos para
encontrarnos la semana que viene acá mismo en el
mercado, a ver, dejame ver…gastamos 20, tomá acá tenés.
—Régis, ¿te queda de paso llevarme?
—¿Para donde vas, Lúcio?
—Creo que me voy allá al bar de Neco, ¿tenés cómo
llevarme?
—Sí, vamos.
—Listo, loco, nos encontramos por ahí.
—Firmeza total.
Neguinho da Mancha na Mão agarró los 20 reales y los
llevó a la caja, pagó la cuenta, agarró el vuelto y fue en
7 Hasta un perro llora en la oscuridad, expresión que en español
rioplatense sería “hasta el más macho se asusta”.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 79
dirección a la salida del mercado, tenía en la cabeza la
convicción de que esa fita sería buena, pero no le gustaba
el modo de Régis, desde el primer día notaba su prepo-
tencia, en cuanto a Mágico, aceptaba que era desubicado y
lleno de pretensiones, porque a fin de cuentas ya era casi
rico, pero Régis todavía tenía toda esa cosa y ya andaba
lleno de pretensiones, Neguinho siempre fue así, se guar-
daba sus opiniones y difícilmente comentaría con alguien
su aversión al futuro camarada, se despidió de los cama-
radas y fue al estacionamiento a pagar su moto.
—Golpeame menos la puerta, Lúcio
—¡Mierda! Me tenés harto con este auto
—No es eso, jão, ¿sabés qué pasa? La cosa es no tocar
mi revolver, no meterse con mi mujer ni apoyarse en mi
caballo, tipo far west, si no te metés en ninguna de esas
tres cosas, el resto me resbala.
—Está bien, cada loco con su tema.
—Dios, el bar de Neco está con todo, mirá ese loco.
—¿Cuál?
—Ahí, Régis, mirá.
—Ah, lo conozco a ese loco, lo cuida esa vieja de allá,
la que un día nos cubrió en esa persecución del GOE.
—¡Ah!, me acuerdo, ¿él es ese loco que tiene el cuarto
lleno de libros?
—Él mismo, jão, estuvimos en el cuarto de él, ¿te
acordás?
—Claro, fueron muy buenos con nosotros.
—Mirá, Lúcio, la vida es sólo para los que se la
bancan, ¿entendes? Se ve que ese loco se la banca, debe
ser muy estudioso, pero se la banca.
—Sí, se nota que es serio ¡Cerrá el auto y vamos para
allá!
—Dale, andá pidiendo una birra helada que ya voy,
sólo voy a atender el celular.
—Soy Didinho.
80 FERRÉZ
—¿Qué querés?
—Contarte de unos laburos.
—Dale hablá rápido que estoy yendo al bar.
—¿Viste Guile?
—¿El flaco que anda con Modelo y con Nado?
—Ese mismo.
—Lo tengo, pero el celular está sin batería, hablá
rápido.
—Bueno, lo bajaron cerca del bar de Neco.
—Pero qué carajo, yo estoy entrando al bar de Neco
casi en este momento.
—Entonces andate, que dicen que los tipos dijeron que
al que duda, lo bajan.
—Firmeza, voy a llamarlo a Lúcio y salir. Chau, jão.
—Chau, después hablamos.
Régis pensó un poco y decidió que de ningún modo iba
a quedarse ahí, lo llamó a Lúcio para irse, Lúcio Fé ya
había abierto la cerveza y estaba sentado en la barra, Régis
tiró un billete de 5, le pagó a Neco y dijo que estaba
complicado, agarró el vuelto y salieron, en el auto le contó
lo que había pasado, Lúcio entonces le contó que Guile lo
había matado a Miltinho, el primo de Neguinho da
Mancha na Mão, los dos decidieron ir a la casa de
Neguinho para averiguar sobre el hecho.
En el medio del camino Régis le fue comentando a
Lúcio sobre la central telefónica que pretendía abrir, nece-
sitaba más de un loco para manejar otra línea, los contratos
iban a ser muchos, Lúcio Fé le dijo que conseguir a
alguien para trabajar en eso es fácil, el problema era que el
tipo quisiera ir al interior, Régis dijo que era la única
forma, las ciudades del interior son discretas, y tener
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 81
tantas computadoras y líneas en la periferia llamaba
mucho la atención.
También dijo que estaba pensando en el día siguiente,
tenía que montar un plan que no dependiese de la ayuda de
los policías, a fin de cuentas no daba para andar repar-
tiendo las ganancias.
Lúcio le preguntó a Régis si había saldado el dinero del
acuerdo. Régis respondió que los PMs de la fuerza táctica
a quienes se lo debía irían mañana a buscar el dinero.
Régis odiaba hablar de detalles, y por eso no entraba en
más peculiaridades sobre la presión que sufrió de la
policía por haberlo encontrado armado, es verdad que fue
un caso aislado, pero eso le estaba costando caro. Ahora la
esperanza eran las motos Bizz y las CGs que los mucha-
chos de la calle 15 habían robado y que él había comprado
y guardado en el galpón de un amigo, para hacerlas dinero,
el plazo estaba al límite y no le gustaba nada eso, meterse
con la policía ya era una situación horrible, y aún peor si
no tenía dinero.
La canchita tenía un aspecto desolador, dos arcos
hechos de madera, una cruz en el rincón izquierdo que
homenajeaba a Miltinho, asesinado al final del último
campeonato, tres agujeros cubiertos con escombros y
arena para que nadie se lastimara durante el juego, algunos
niños corriendo en círculos con barriletes en las manos.
—¡Pasá la pelota, Negrute!
—¡Pateala, pateala!
—Pará, eso fue de hijo de puta.
—Nada que ver, el loco está ahí y fue a la pelota, fue a
la pelota.
—Árbitro ladrón de mierda, andate, nunca vi un
partido así.
82 FERRÉZ
—Negrute no pasa la pelota, comilón.
—¡Negrute! O pasás la pelota o ligás un culatazo
cuando termine el partido.
—¡Dios! El partido está más difícil que uno de la
selección.
—No digas eso, hermano, la cosa está muy buena.
—¿Muy buena? Mirá el estado de esa cancha, amigo.
—¿Te gustaría no tener una canchita? Negro, suerte
que impedimos que construyeran acá, si no, ni canchita
teníamos.
—Ok, ok, mirá el partido.
Dinoitinha como siempre se quedó agachado en el
rincón izquierdo del arco viendo todo el juego, tenía una
ojota en cada brazo, colocadas a la altura de los codos, la
bermuda ahora marrón un día fue blanca, a cada pase de
pelota movía el cuerpo, el partido estaba casi terminando,
sabía que enseguida tendría que irse, siempre al final del
campeonato los chicos más grandes iban con la mari-
huana, separaban las semillas, tiraban las impurezas y
todos fumaban, su padre le había dicho que se mantuviera
lejos de eso, él obedecía, un poco antes de que el juego
terminara él se iba, en los lugares donde vendía rosas
también había mucho de eso, la mayoría de los niños
usaba, no quería volver a su casa, tenía que buscar otro
lugar para ir, su madre aún debía estar llorando, él vio la
trompada que le dio su padre, ella cayó sólo unos
segundos después, la dentadura se le rompió, ella lloró
mucho y Dinoitinha decidió ir a ver el resto del campeo-
nato, el padre borracho podía tirársele encima a él
también, vaya uno a saber, los otros niños se quedaron
viendo el partido, y estaban ansiosos por el final porque
sabían que al terminar el torneo Guile iba a costear una
fiesta para todos, mucha carne y cerveza gratis para todos,
marihuana y hasta merca para los mejores jugadores, el
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 83
incentivo al uso estaba pactado, la recién inaugurada boca
de Jardim Novo tenía que conquistar a sus nuevos clientes.
Las piernas flacas y pequeñas le estaban doliendo, el
sol demasiado fuerte, el ramo de rosas estaba casi intacto,
tardó más de una hora en envolver cada una en un papel
celofán, la ganancia era cinco veces el precio que pagó por
todo el ramo, la obligación era entregar el dinero a su
madre, sacaría el valor de otro ramo y sin dudas una
pequeña cantidad más para jugar a los flipers.
Semáforo rojo, un auto parando, pasó un poco la línea
peatonal, Dinoitinha intentó mostrarle el ramo, el vidrio
polarizado no le daba la seguridad de que alguien lo estu-
viera mirando, pero el vidrio se empezó a bajar, una mujer
lo miró a los ojos, aros grandes y brillantes, pelo recogido,
vincha blanca en la cabeza, labial discreto, él le ofreció
una flor –¿Tal vez para su novio, señorita? Ella le
respondió que sí, agarró la cartera que estaba en el otro
asiento, la revisó pero no encontró cambio, le preguntó el
precio –Sólo un real, señorita. Ella confirmó que no tenía
menos de 50, dijo que lo dejaría para otro momento,
Dinoitinha sacó una rosa, y casi un botón incluso, se la
entregó y le dijo –No importa, dáselo igual. La linda mujer
se avergonzó, agarró una tarjeta de la cartera y le dijo que
si un día necesitaba algo la podía llamar, por cualquier
cosa que quisiera, fue lo que dijo, él la agarró, no entendió
bien, pero la agarró, y el semáforo se puso en verde.
Capítulo 4

No le di mi lágrima a nadie
 El ya muerto imperio soviético, hace mucho enterrado,
dejó un legado para algunos compradores que continúan
en guerra, el legado es un rifle de asalto AK-47, una de las
mejores armas ya construidas en su país de origen, más
conocido por el nombre de su creador, Mikhail
Tomofêievitch Kalashnikov, pero en las manos de Modelo,
es solamente una manera de imponer miedo y, de ser nece-
sario, matar más fácilmente a los que osan no pagar lo que
consumen, y ya tenía algunos en la lista, era sólo cuestión
de tiempo, sabía que era un arma cara, pero también sabía
que el negocio necesitaba de inversiones, nada en lo que
no se invierte crece, a pesar de haber cursado sólo hasta
séptimo grado, conocía muy bien que la forma acertada de
ganar dinero era usar el método del Estado, represión y
dependencia.

Se despierta con la luz del día ardiendo en sus ojos,

todas las mañanas jura que va a tapar las grietas de las
tejas.
Paulo se pasa la mano por el rostro y nota la barba
crecida, desde pequeño no soñaba, su abrigo siempre
fueron los libros, las pupilas pesadas y la insistencia de
leer en la madrugada, su abuela ya no le peleaba, al fin y
al cabo el nieto le recordaba al hijo que también leía
mucho.
Doña Lavinha se levantaba a la madrugada, caminaba
sigilosamente e iba hasta la puerta del cuarto de Paulo, ahí
se encogía toda y se quedaba observando al nieto, su
semblante en ese momento era indescriptible, veía de
nuevo la chance de arreglar el error que creía haber come-
88 FERRÉZ
tido, siempre piensa en el hijo ya fallecido, ahora con el
nieto la chance se había reiniciado para Dona Lavinha,
Dios era justo y nunca escribía desprolijamente.
Paulo leía de madrugada, porque a las siete de la
mañana iba para la metalúrgica, después de un día entero
de trabajo, llegaba a su casa, pero no leía a la tarde,
siempre se quejaba de la música alta que los vecinos escu-
chaban diariamente, leer Hermann Hesse escuchando
Zezé di Camargo e Luciano o terminar de leer “Pabellón
número 6” de Tchekov escuchando “Piensa en mí” de
Leandro y Leonardo1 no era su sueño de vida, en la pausa
de lectura intentaba escuchar “Tu mirada”, la voz grave
del cantante lo calmaba y le hacía arder el pecho de extra-
ñarla a Auxiliadora, pero el sonido tenía una potencia muy
débil y la música de los vecinos le tapaba los versos bien
construidos.
A veces se sentaba en la vereda de doña Cida y se
quedaba sólo observando, estaba ahí a la vista de todos, un
chico pasaba con una moto Titan, los charlatanes comen-
zaban, juicio inmediato de los chismosos, el chico debía
estar robando.
Él notaba las miradas, repudiaba a esas personas que
hasta intentaban leer los labios para entender las conversa-
ciones de terceros, lo odiaba y sabía que el motivo de todo
su odio era que desde pequeño convivía con las conversa-
ciones sobre su padre, cada vecino le contaba una versión
de la tragedia, pero él prefería creer en la historia de su
abuela.
Paulo vivía en un lugar donde nadie se respetaba, eso es
lo que él pensaba, porque veía a los habitantes tirando
basura en el riachuelo y días después estaban atemorizados
1 Tanto Zezé de Camargo y Luciano, como Leandro y Leonardo, son
dúos de música sertaneja (músicas cuyo universo y temática están
ligadas al campo).
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 89
y sacaban los muebles de sus casas, porque el riachuelo
rebalsaba y terminaba invadiendo sus casas, desde su punto
de vista la falta de respeto era con ellos mismos. Los padres
bebían el día entero y desperdiciaban lo que deberían ser
preciosos momentos de convivencia con sus hijos, así los
pequeños se quedaban jugando en las máquinas de juego,
mientras que otros preferían quedarse bailando el ya
famoso forró del bar de Neco, todo día era día de fiesta y
todo día era día de ver el alcohol anestesiar a los hombres,
mujeres, ancianos y hasta niños, el rocío caía lentamente, el
forró atravesaba la madrugada, y el disgusto dominaba de
punta a punta una callejuela, en todos un dolor de nostalgia,
en todos la falta de algo que no sabían bien qué era, en todos
la fascinación por la noche y el miedo de llegar a casa y sin
sueño pensar en sus vidas.
Paulo veía el lugar así, ya estaba cansado de llegar a
una parada de ómnibus y que enseguida le preguntaran
hacia dónde iba, si estaba trabajando, si estaba estudiando,
ya conocía toda la rutina de preguntas, generalmente
empezaban hablando del tiempo, refiriéndose al calor que
estaba haciendo, a la lluvia que iba a venir, al tiempo loco
que hacía en San Pablo, o se quejaban del transporte,
muchos comenzaban por ese lado, hablando del ómnibus
repleto, de lo absurdo del pasaje, siempre surgía una larga
charla sobre un único tema, pero Paulo ya estaba vacunado
y cortaba el tema al momento de empezar, a veces hasta
fingía que se había olvidado las llaves, teniendo que irse
de la parada para ir a buscarlas a su casa. A veces ni eso
servía, porque al volver la persona lo estaba esperando
para terminar la conversación, sabía que para todos eso era
una cosa normal, pero para él era el fin del mundo, tenía
conciencia de que vivía en un lugar donde si motivás una
charla y caminás al lado de una chica la pregunta más
adelante fatalmente será:
—¿Te la estás cogiendo, no?
90 FERRÉZ
Odiaba todo eso, odiaba vivir en ese lugar, el mismo
lugar que llevó a su padre a la tumba e hizo que su madre
huyera con el patrón y lo abandonara todavía de niño, pero
sabía que el lugar tenía un ritmo, y él otro, sabía que no
debía entrar en el ritmo del lugar y sí seguir el suyo propio.
Por hoy, Eliana decide que ya basta, las horas tardaron
demasiado en pasar, claramente él no va a volver a casa
ese día, ya hace algunos que está fuera, cinco días, esta vez
Régis pasó los límites, pero no valía la pena decir que no
sentiría más su falta, no valía la pena decir en algún
momento de rabia que no lo amaba más, Régis la miraría
a los ojos y vería que aún estaba ahí ese gran amor, poco
a poco ella se entregaría de nuevo, lo abrazaría y lloraría
hasta que él la besara y le pidiera disculpas, le dijera que
estaba trabajando, que había conseguido una carga, sin
dudas él metería la mano en el bolsillo, le mostraría un
paquete con dinero y le sonreiría.
Eliana lo miraría a Régis, fijamente a los ojos, sentiría
en ellos la sensibilidad de su marido, que nadie más
consigue notar. El pecho de Eliana le dolía siempre, de
extrañarlo, de soledad, de ansiedad. La casa vivía oscura,
Ricardo, el hijo, cuando llegaba de la escuela iba directo
para la ducha, cenaba y después jugaba en el living por
poco tiempo, y siempre preguntaba por el padre antes de
irse a dormir, Eliana con mucha calma le explicaba que el
papá del pequeño viajaba mucho, y que ese viaje estaba
casi terminando, Ricardo pedía la bendición y se iba a
dormir.
Ella se duchaba sola una vez más, tenía en su mente la
convicción de que su marido la estaba traicionando, al final
su marido pasaba tantos días fuera y cuando volvía a la casa
no la buscaba más, se bañaba, giraba hacia el lado opuesto
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 91
al suyo en la cama y se dormía. Nunca más Eliana se había
bañado con la persona que más amaba en el mundo, nunca
más se habían quedado quietitos y abrazados durante varios
minutos, sólo diciendo cosas románticas y jurándose amor
eterno el uno para el otro, nunca más Eliana había hecho
alguna cosa diferente, hacía varios meses que no veía a sus
hermanas, había perdido las pocas amigas que tenía, no
salía más para verlas ni para visitar a nadie.
La rutina de Eliana era ininterrumpida, se quedaba
sentada en el sofá, viendo toda la programación de su
canal preferido, viendo los matrimonios felices, viendo las
pasiones temporariamente separadas que enseguida se
encuentran, viendo traiciones que nunca terminaban de
forma trágica, viendo un mundo mucho mejor que el suyo.
Entre un comercial y otro, Eliana se tocaba, sentía que
se estaba enfermando, entre un comercial y otro, agarraba
el espejo y se quedaba mirándose, los ojos hundidos, las
ojeras, el pelo negro, el rostro blanco, se quedaba notando
cuán extraña estaba quedando, pero ni bien terminaba el
comercial dejaba el espejo a un costado, cada vez que se
veía y pensaba en lo que estaba pasando en su vida le daba
un odio, le salían unas ganas de romper todo, pero nunca
lo hacía, miraba a su hijo dormido, veía en él sólo recom-
pensa, veía en él el motivo para soportar toda la ausencia
de la persona que amaba.
Eliana tenía muchas ganas de vivir la vida, pero sabía
que estaba presa a Régis, primero por el amor, y en
segundo lugar por el miedo, no lloraba más, renunció a
llorar hace algún tiempo, después de tantas lágrimas
decidió que no las largaría más por nadie. La vida en la
periferia para las mujeres siempre fue más cruel, eso ya lo
sabía desde pequeña, veía a su mamá sólo en las tareas
domésticas, y su padre todos los días iba al bar, jugaba al
billar y a las barajas, bebía siempre, caipirinha, Contini y
de vez en cuando bombeirinho. Los fines de semana
92 FERRÉZ
además iba a jugar a la pelota, mientras que su madre
siempre en el hogar, planchando, cocinando, lavando,
barriendo, criando a los hijos, presa en la propia casa, las
salidas que hacía siempre eran para hacer unas compras,
para comprar leche y pan.
Eliana veía que hoy se estaba pareciendo mucho a su
mamá, como ella se sentaba en el rinconcito de la cocina
cuando tenía tiempo y se quedaba bordando lindos repasa-
dores, así como su mamá también blanqueaba los repasa-
dores delicadamente, los dibujaba y los pintaba uno a uno
como si fuesen cuadros que representaban el sentimiento de
toda una generación. Se metía en las tintas para tela, en sus
pinceles, como si estuviera manipulando las cosas más
preciosas de todo el universo, y para ella, en el fondo, los
repasadores, los colores, los matrimonios felices que
pintaba eran el único modo de fingir una vida feliz y llena
de sueños.
Aires se despertó tarde, estaba en el horario de las 12
por 362 hacía ya dos semanas, sin contar la changa que
estaba haciendo para garantizar el pago de sus deudas,
entre ellas el alquiler que le pagaba a su tía, sabía que el
precio era alto para un cuarto, pero también sólo tenía una
cama y una cómoda por el momento, y además tenía la
ventaja del garaje incluido en el precio, al fin y al cabo lo
necesitaba para guardar el Kadet, pagó el auto en cuotas y
era una de las mayores cargas en sus gastos, agradecía
todos los días por no haberse casado, de todos modos, a fin
de cuentas, la decisión no fue suya, su ex novia un día de
cólera lo mandó a casarse con el servicio, en lugar de eso
empezó a andar más aún con su ahora amigo comisario
2 12 por 36 refiere a una jornada de trabajo de 12 horas, con un
descanso de 36 hs.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 93
Mendoça, el sueño de entrar en un gran negocio que
rindiese un buen dinero incluía en el paquete una buena
casa y ahí sí un buen casamiento, puso el uniforme en la
pileta y empezó a refregarlo, el jabón en polvo estaba casi
acabándose, lo enjuagó bien y lo puso a secar atrás de la
heladera, nunca extendía el uniforme en la soga, sabía que
si las personas de ahí descubriesen que era policía sin
dudas empezaría a sufrir las consecuencias, la casa de su
tía no quedaba dentro de la favela, pero lo suficientemente
cerca como para atraer problemas, y Aires no quería eso,
quería los fajos de billetes y no problemas.
Ese día Auxiliadora se despertó preocupada, necesitaba
antes que nada pasar por un ginecólogo, estaba sintiendo
unos dolores extraños en la barriga, le preguntó a su mamá
si conocía ese tipo de enfermedad, su mamá, en lugar de
responderle, le preguntó si estaba embarazada, pero ella le
respondió fuerte, tenía conocimiento de todo en esta vida,
y sólo estaba de novia hacía seis meses, a pesar de conocer
a Paulo hacía más de dos años, el corazón de una madre no
se equivoca, pero no estaba reconociendo los síntomas que
su pequeña hija decía sentir, entonces decidió acompañar
a su hija Auxiliadora hasta el puesto de salud más cercano,
sacaron un turno y esperaron a la consulta dos meses
después.
Sentía dolor todas las veces que volvía de su empleo de
doméstica, su novio la iba a acompañar si no tenía que
trabajar en la metalúrgica, era una época de despidos, y el
trabajo de Paulo era cansador, ella sólo quería que no fuese
un hombre, que quien la examinase fuese una mujer, moría
de vergüenza.
Nacida en Pernambuco, enfrentó de todo en la gran
ciudad, nunca se la hizo fácil a nadie, era piedra 90, difí-
94 FERRÉZ
cilmente algún hombre conseguía conversar con ella,
estaba siempre con la cara seria, inhibía sólo con la mirada
cualquier tipo de seducción. En las fiestas, a las que rara-
mente iba, nunca tuvo un novio fijo, y Paulo fue su primer
amor, cierto que él era un muchacho esforzado, no tenía
nada, ni auto, ni bienes, pero tenía un hambre de trabajo
que ella siempre admiró, no bebía como casi todos los del
barrio, y siempre estaba bien acompañado por un libro
debajo del brazo, el motivo de no tener nada se explicaba
muy bien, jugaba a contramano de lo que todos querían en
el barrio, no desfilaba con zapatillas nuevas, ni se intere-
saba por motos y cosas de ese tipo, nunca supo lo que era
una ropa de marca, su sueño era bien simple, un terreno
para construir una futura casa.
Paulo era negro, sabía todo sobre la historia de sus
ancestros, conocía de memoria las historias fantásticas de
Zumbi3, de Anastácia4 y estaba apasionado por la reina
Nzinga5, siempre se imaginaba contándole la historia de
los verdaderos héroes brasileños a sus hijos, les hablaría
del coraje y el talento de Clementina de Jesús6, y le
hablaría a los pequeños de todos los sufridores que le
3
Zumbi dos Palmares, líder del “quilombo” de los Palmares, situado
en el actual Estado de Alagoas, nordeste de Brasil. “Quilombo”
denomina a las comunidades autosustentadas formadas por
esclavos prófugos o cimarrones.
4 Anastácia, esclava africana conocida por la insurrección ante sus
amos. Su imagen tiene una gran circulación debido a que hoy en día
es venerada como santa por los poderes curativos que se le atribu-
yeron en su época (se distingue por la mordaza que le colocaron
para que no hablara, y por una gargantilla de hierro en el cuello).
5 Nzinga, fue Reina de Ndongo, actual Angola, hasta que, expulsada
por los portugueses, formó un gran ejército que luchó contra los
colonos y contra la esclavitud.
6 Clementina de Jesús (1901-1987), cantante negra que era lavandera
hasta que fue descubierta por productor musical cuando tenía 60
años de edad.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 95
ayudaron a construir todo lo que ellos estaban viendo
desde que nacieron, les mostraría la historia de los opri-
midos que nunca se habían entregado, develaría para los
futuros hijos los falsos mitos de los opresores, los mismos
falsos héroes que mataban indios y negros y después
ganaban estatuas desparramadas por la ciudad.
Respetaba a los orixás y, mientras enfrentaba el trans-
porte humillante, pensaba en el living, en los cuartos, en el
baño, imaginaba todos los detalles de su futura casa.
También pensaba en Auxiliadora, su compañera, su
querida novia que en tan poco tiempo ya había conquis-
tado su corazón por completo, seis meses que parecían seis
años, una chica de esas sabía que nunca más encontraría,
trabajadora, honesta, sincera y sin mañas, nunca pedía
salir, nunca le reprochaba nada y siempre que él le daba un
regalo, por más simple que fuese, guardaba hasta el lazo
de papel del moño.
Su padre aceptaba el noviazgo en la casa, y a veces los
dejaba salir, él era un muchacho muy querido por todo el
barrio, siempre estudiando, si se hablaba de estudio o
educación, se citaba su nombre siempre como ejemplo en
todo tipo de buena conducta, cuando hablaban de bandidos
y de cómo ese lugar se estaba entregando a las drogas y al
alcohol, no se tardaba en hablar de su historia, cómo se
enfrentó con todo, cómo estaba luchando para entrar a la
facultad algún día, cómo su abuela se había empeñado en
ayudarlo en la fiesta de egresados de su colegio.
Mientras tanto Hudson elegía del menú el plato más
caro. De piel clara, ojos verdes, pelo ralo y ropas livianas,
estaba con mucha hambre, la reunión por la venta de
cocaína había sido estresante, principalmente cuando el
cliente le pidió más tiempo para el próximo pago, pero el
dinero ya estaba en el auto, no sabía si mandaría a su
pequeño para Disney nuevamente, o cumpliría la voluntad
96 FERRÉZ

de su esposa e irían todos a Francia, tal vez las dos cosas,

el dinero era mucho, y la reforma de la última casa ya
estaba terminada, tal vez cuando volviese de las vaca-
ciones comprase una agencia de turismo, ahí sí estaría
cerca del placer tiempo completo, pensó en llamar al
gerente, preguntarle si el restaurante estaba en venta, la
comida no tardó en llegar, comía rápidamente, la carne Capítulo 5
estaba un poco salada, a su lado notó un niño de la calle
pasando, el chico traía un ramo de rosas en los brazos, se
juró a sí mismo no almorzar más en ese restaurante, sólo Te amo, Marcia
tenía dos personas de seguridad en la puerta, masticó con
disgusto cuando vio que pasó otro chico a su lado, Hudson
pidió el mejor vino, y sabía cómo la venta del polvo contri-
buía para todo el caos que siempre notaba, pero para
eximirse de la culpa pensaba en la ciudad como una gran
selva donde él era sin dudas uno de los predadores, porque
nunca tendría vocación para ser la presa, también ¿quién
podía juzgarlo? el propio distribuidor era funcionario del
estado, debidamente votado y elegido, su papel era menor,
hacer la pequeña división de los sectores, era una cuestión
de mercado, mientras bebía vino, llegaba a la conclusión
de que las drogas no eran un problema, el gran mal debía
ser la locura del ser humano, el celular sonó, debía salir de
ahí lo más rápido posible, faltaba coca en una comisaría de
la Zona Norte, el comisario hizo una nueva encomienda.
 Hacía no mucho tiempo, Celso había estudiado en esa
escuela, cuando fue expulsado del colegio Yoshio no lo
podía creer, pero se había metido en un gran lío.
Era un chico diferente, no le gustaba jugar a la pelota,
no remontaba barriletes, las confusiones en la escuela eran
motivadas por su fuerte personalidad, insistía en responder
a todas las cuestiones que los profesores planteaban, eso
no era difícil en una clase donde a la mayoría no le impor-
taba lo que a los maestros les pasaba, en verdad todos los
alumnos fingían estudiar, los profesores se esforzaban por
enseñar, y en las casas los padres pensaban que sus hijos
estaban recibiendo un diploma que garantizaría una vida
mejor. Celso seguía su rutina normalmente, fumaba a
escondidas en el baño y se metía en peleas constante-
mente, enseguida le pusieron el apodo de Celso Capeta en
una de esas peleas, apaleó al hermano de un niño llamado
Japones, quien incluso antes de ese lío ya sentía mucha
rabia por Celso y era amigo de Rodnei, que a pesar de ser
un buen alumno tampoco le caía bien Celso. La expulsión
de Celso no podría tener otro motivo, era viernes y las
clases terminarían más temprano, en el horario del inter-
valo, Celso bajó con un elástico en las manos, Rodnei y
Japones pasaron junto a él y no pudieron creer que hasta
en la hora del intervalo él iba a aterrorizar a las personas,
ya era ley, Celso agarraba un papel, lo doblaba varias
veces y después lo arrojaba, entonces Japones y Rodnei
decidieron llenar una bolsita de pochoclos con agua y se la
tiraron a Celso, la bolsita con agua le pegó bien en el
medio de la cara, mojándole toda la remera, los dos se
empezaron a reír y Celso se levantó, se acercó a ellos que
estaban al lado de las canillas e impulsivamente le dio una
trompada en la cara a Japones, Rodnei no creyó cuando
100 FERRÉZ
vio que había ligado una en la barriga, a Japonés ya le salía
sangre por la nariz, cuando Celso lo agarró del cuello y
metió su cabeza en el lavabo de la escuela, el lavabo vivía
tapado por papel higiénico que los mismos alumnos
tiraban, él empezó a presionar la cabeza del chico contra
el azulejo blanco, dando una visión macabra para el que
pasaba cerca y los intentaba separar, el agua estancada en
el lavabo se mezclaba con la sangre que salía de la nariz
del chico, si los profesores hubiesen tardado un minuto
más, Japonés se habría muerto ahogado en su propia
sangre mezclada con agua. De esta manera Celso fue
expulsado por primera vez.
Tomó la decisión que le parecía mejor después de lo
ocurrido, falsificó la firma de sus padres y decidió no
contarles lo que había pasado, sabía que su padre jamás lo
perdonaría y tal vez hasta lo sacase de la escuela.
Retiró sus documentos de la secretaría, bajo la mirada
temerosa de los empleados que vieron el acto de enfermo
nerviosísimo al que llegó Celso.
No tardó mucho y recogiendo información de colegio
en colegio, tenía que hacer de todo para no perder el año,
y algo le decía que todo iba a cambiar en una nueva
escuela, fue al colegio Leopoldo a buscar vacantes, entre
todos a los que había ido, ése era considerado el mejor, un
colegio modelo, trató de enmascarar las anotaciones en su
ficha, el colegio realmente tenía una enseñanza superior a
la de los otros, porque contaba con un equipo de profe-
sores de primera línea.
El rostro de Celso no reflejó toda la decepción que
Celso sintió cuando le negaron la vacante, no aceptaba el
hecho e intentaba de cualquier forma persuadir a la direc-
tora a que le diera una chance, pero no había chances para
él, las vacantes estaban agotadas, la fama del colegio era
tan grande como el número de alumnos que intentaba
entrar.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 101
Una de las empleadas del Leopoldo que trabajaba en la
dirección, viendo la desesperación del niño le dijo que el
Margarida Maria Alves era el único que tenía vacantes, la
empleada lo ayudó aún más, indicándole una mujer para
que buscara, al llegar debería preguntar por María Helena
y decirle que fue mandado por el colegio Leopoldo. La
escuela Margarida Maria Alves quedaba en el Jardín
Independencia, a aproximadamente dos kilómetros de su
barrio, pero la distancia no lo desanimó.
Celso pasó por todo el Jardín San Bento viejo hasta
llegar al parque Independencia, dos cuadras más adelante
de la estación Shell y un poco después de la iglesia cató-
lica, que siempre veía cuando estaba en la terraza de su
casa, encontró la escuela, entró, le preguntó a un alumno
que estaba frente a él dónde se encontraba la supervisora
Maria Helena, el alumno le indicó el patio como si fuera
el lugar que ella más vigilaba, y Celso la encontró sentada
cerca del pequeño comedor de la escuela.
Después de haber conversado con la supervisora y de
conseguir la vacante, se le vino a la cabeza una frase que
una profesora de portugués le había dicho “nuestro arte es
estudiar”.
Entró al aula con calma y ese día fue diferente, fue ese
día que los ángeles le dieron de beber, descubrió que tenía
una sed sin fin, antes no lo sabía, y sólo supo de esa sed
cuando encontró lo que mojaría su corazón, que hacía
tantos años vivía seco, sin el cariño, sin la atención y sin
lo que todo ser humano no puede dejar de vivir, la expe-
riencia del amor.
Enseguida después del primer día de clases, Celso tuvo
la visión más bonita de toda su vida, ella llegó lentamente,
usaba un sweater blanco elegante con mangas largas, una
pollera que le llegaba a los tobillos, y un collar plateado,
tenía un corte de pelo totalmente diferente al de todas las
chicas del colegio, pelo corto redondeado, mostrando leve-
102 FERRÉZ
mente la nuca, rubia, con pecas, y una sonrisa como de
alguna serie antigua de televisión, él abrió los ojos y la
boca, ella estaba yendo en dirección a él y cuando ya
estaba cerca, le puso la mano en el hombro y le preguntó:
—¿Vos sos un alumno nuevo?
Él no logró responder, solamente asintió con la cabeza
y ella le dijo nuevamente
—Entonces, bienvenido
Esos versos cambiarían toda su existencia, fue ese día
que conoció a Marcia.
Unos meses después ella se volvió su mejor amiga,
hablaban sin parar un minuto, los otros alumnos pedían si-
lencio todo el tiempo, cuando conversaban él era el mejor
de todos los hombres, las sonrisas y las carcajadas de
Marcia inflamaban las historias que él contaba y que le to-
caban el alma, él descubrió entre pequeños detalles de esas
conversaciones lo que significaba la palabra enamorado.
Todo era motivo para ser guardado, de cada momento
que pasaban juntos él intentaba agarrar un recuerdo, sabía
en el fondo que las cosas buenas no duran mucho,
entonces siempre agarraba una tapa de birome, un pedazo
de goma, cualquier objeto que ella tuviera, hasta hojas de
cuaderno que ella arrancaba, Celso disimuladamente las
agarraba de la basura y las guardaba, sabía que las archi-
varía en su casa en una caja de zapatos en la que sólo tenía
cosas de su gran pasión. Una vez su padre intentó abrir la
caja, preguntándole por qué estaba tanto ahí, Celso voló
hacia la caja y la agarró con tanta brutalidad que su padre
no reconoció al pequeño niño que había criado con tanto
cariño. Después de ese hecho, la relación entre los dos
empeoró y ellos casi no se hablaban en la casa, solamente
lo necesario.
Estaba llegando el mes de setiembre, y a fines del mes
de agosto Marcia empezó a faltar, Celso se preocupaba,
pero siempre inventaba en su cabeza que ella debía estar
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 103
cuidando de su padre, al fin y al cabo su padre venía
enfrentando algunas dificultades de salud, pero setiembre
llegó y Marcia no fue más al colegio, él sabía que cami-
naba mucho más que ella para llegar, sólo que no sabía
dónde vivía.
Pasó el resto del año sin verla, la caja de recuerdos era
su fortaleza de soledad, volvía a ver los objetos de su
amiga, y leía todos los versos que ella le había escrito
durante el tiempo en que habían sido sólo dos en el
mundo, la convivencia con las otras personas cada día se
volvía más difícil, salía de su casa sólo para comprar mari-
huana, ya no fumaba más cigarrillos.
La verdad era que Celso, desde el día en que tuvo la
certeza de que no iba a ver más a su amada, se volvió otra
persona, o varias personas, porque lo que le mostraba a
todos no era un comportamiento común, y sí actitudes tan
diferentes que no cabrían en una sola persona, tenía días
en los que trataba a las personas obligadamente, las sopor-
taba. Iba todos los días a la escuela, iba a todas las clases
y no retenía nada más de lo que sus profesores decían,
hasta fin de año tuvo el disgusto de su lado, pero como la
vida no es sólo desventaja, un día un muchacho se acercó
y le preguntó si era de verdad el grado de cariño que sentía
por la alumna Marcia. Celso afirmó el sentimiento que
sentía por la niña y dijo que ella era la cosa más fantástica
que le había pasado. Frente a esa afirmación, el muchacho
le dijo que sabía a dónde ella vivía, había sido muy amigo
de Marilene, hermana de Marcia, los ojos de Celso
brillaron en ese momento y siguieron brillando durante el
resto de la clase, se quedó parado, convertido en una
estatua, no movía ni un músculo, tragaba saliva, los
párpados le pesaban más que de costumbre, sus dedos
querían temblar, pero en su cabeza sólo veía los detalles de
aquella que sería un día su compañera, no podía creer que
104 FERRÉZ
eso estaba pasando, finalmente iba a encontrarse con su
guerrera.
El final de la clase llegó, el timbre sonó, y Celso y el
muchacho que cambiaría su destino se encontraron en el
portón, el muchacho caminaba lentamente y eso lo ponía
cada vez más nervioso, refregaba los dedos continua-
mente, y la mano derecha de Celso ya estaba sangrando de
tanto que refregaba un dedo con otro, Celso pensó en
decirle que si el muchacho quería lo llevaría en andas, pero
desistió en intentar apurarlo, el muchacho podría irritarse
y renunciar a la idea de llevarlo a la casa de Marcia.
Subió todo el morro S, dobló a las tres cuadras y bajó
por una estrecha callejuela, el muchacho le indicó la casa
y se volvió, Celso ni lo miró, ni le agradeció, solamente se
acercó al portón y se quedó parado unos minutos, tomó
coraje y llamó, miraba fijamente la casa que quedaba bien
abajo del nivel de la calle, subió un señor rubio con un
buen aspecto y le preguntó:
—¿Si?
Celso observó al hombre mirándolo fijamente a los
ojos, y notó que los trazos le garantizaban un grado de
parentesco con su amada, amagó con decir cualquier cosa,
pero decidió no perder la mayor oportunidad de su vida.
—¡Quería hablar con Marcia!
El señor que atendió el portón también lo miró fija-
mente a los ojos y le preguntó:
—¿De dónde la conocés?
Celso pensó en responderle que ella era su obsesión,
pero controló todo el entusiasmo en ese momento y
respondió con calma:
—Soy amigo de la escuela
El hombre le preguntó rápidamente:
—¡Ah! Entonces, sí, ella salió, fue al shopping, ¿querés
dejarle un mensaje?
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 105
Celso dijo que no, pero le respondió eso no porque no
quisiera, sino para terminar rápido con ese diálogo extraño
que lo incomodaba en cada palabra, encontraba al hombre
muy parecido a Marcia, pero el modo en el que le habló lo
llevó a preguntarse si no le había pasado algo a la pequeña,
al fin y al cabo el tono de todas las respuestas de ese señor
había sido de desconfianza.
El padre de Marcia, al escuchar que Celso no quería
dejar un mensaje, se despidió y bajó las escaleras, Celso se
quedó parado frente al portón, y de repente escuchó una
voz.
—¡No lo puedo creer!
Ese “no lo puedo creer” era de ella, cómo se puso feliz,
Marcia estaba linda, toda de negro, Celso la abrazó y ella
lo agarró firmemente, su hermana estaba al lado y él ni la
notó por algunos minutos, después le tomó la mano para
saludarla.
Conversaron por horas ahí mismo, y Celso quería
contarle todo lo que había ocurrido con él después de no
verla más, pero el tiempo les quedó corto, y las horas les
parecían minutos cuando se juntaban, a Marcia le dio
tiempo de contarle el intento de violación que una amiga
que siempre iba a la escuela por el mismo camino había
sufrido, y por eso su renuncia a seguir estudiando.
Celso quedó en volver al otro día, y prometió traerle
todo lo que Marcia le había dado, las biromes, las tarjetas,
todo lo que había guardado de recuerdo, también prometió
unas poesías que había hecho durante el tiempo sin verla,
después de la promesa miró a Marcia y vio que ella estaba
radiante, o por lo menos los ojos de ese enamorado la
veían de esa manera y le dio un gran abrazo, casi se olvidó
de Marilene entonces se dio vuelta para abrazarla también,
segundos después estaba volviendo a su casa.
Al otro día se levantó de la cama más temprano que de
costumbre, se bañó, besó a su madre en la mejilla derecha,
106 FERRÉZ
ella se extrañó porque su hijo sólo vivía de mal humor, y
no tenía la costumbre de besarla, Celso salió a la calle, y
le dijo buen día a todas las personas que pasaban, más allá
de que las respuestas fuesen pocas, o asomaran balbuceos
incomprensibles, igualmente estaba feliz, ese día haría lo
que hacía tiempo planeaba, iba a ver a Marcia, estaba con
el pecho henchido, y hasta el cielo era más azul, estaba en
el portón de ella nuevamente, las clases en las que estuvo
hasta que sonó el timbre de salida fueron eternas para
Celso, dijo el nombre de quien más adoraba en este
planeta, y Marcia miró por la ventana indicando que el
portón estaba abierto, abrió la traba rápidamente y empezó
a bajar las escaleras.
Conoció a su padre, que era el señor que lo había aten-
dido el día anterior, y también conoció a la madre de su
amada, eran muy buenas personas y Celso se sintió a gusto
de hablarles de sus sueños. A pesar de que el padre de
Marcia lo estaba tratando muy bien, parecía un poco débil,
sus manos temblaban un poco, y su familia en general
siempre prestaba mucha atención a cada paso de ese gentil
señor, que a pesar de ser blandito y delicado transmitía en
los ojos y en la sonrisa una energía muy fuerte, una cosa
totalmente positiva, las dos veces que Celso lo vio él
estaba con la misma ropa, una elegante camisa blanca y un
pantalón azul marino, y hasta usaba sandalias de cuero.
La charla llegó a su fin, los ojos de todos giraron hacia
la televisión, Celso odiaba la televisión, odiaba los artistas,
odiaba todo lo que le robase esos momentos que para él
eran sueños en forma de realidad, no tenía más sentido
continuar la conversación y decidió irse, Marcia ya había
salido mientras él conversaba con su padre unas tres veces,
y después volvía, Celso fingía no notar la ausencia de su
amada, pero se ponía muy nervioso con los actos de ella,
parecía que ella lo estaba ignorando. Celso subió las esca-
leras acompañado por Marcia, se despidió de ella con un
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 107
beso en el rostro, y una vez más volvió a su casa con las
ganas de besarla en los labios, la verdad es que él la veía
como un ser superior, siendo así resultaba más difícil, cada
vez que se veían, intentar algo con ella.
Llegó a su casa, abrió la heladera, vio botellas de agua
por todos lados, cacerolas con arroz y guiso de porotos, y
en el rincón izquierdo de la puerta un jugo de naranja en
una botella, abrió el jugo y empezó a beberlo, bebió la
mitad y puso la otra mitad en la heladera, fue hasta el
cuarto, se sacó los zapatos y sintió un gran alivio en los
dedos, los zapatos eran un número menos del que él usaba,
pero un regalo no se niega, y la patrona de su madre era
una señora muy generosa, Celso siempre recibía ropa y
zapatos que no les servían más a sus hijos.
Apoyó la cara en la almohada, el rostro tenía un leve
aire de felicidad, puso la mano debajo de la cabeza,
encogió las piernas, subió la colcha con la otra mano hasta
la altura de la tercera costilla, cerró los ojos y se durmió.
Los días que siguieron, Celso fue todas las noches a la
casa de Marcia, pero no la encontró más, después de
semanas de ir en vano, desistió, se vio obligado a buscar
un empleo, la presión dentro de su casa estaba yendo
demasiado lejos, tanto que hasta cuando metía la mano en
el plato se sentía mal, salió durante días y nada, su madre
no le quería dar más lo del transporte, estaba pasando por
debajo de los molinetes del ómnibus, siguió intentando,
pero no conseguía ni llenar un formulario, porque la
primera pregunta era sobre la experiencia, llegaba a su
casa desanimado, dejaba la carpeta con los currículos y
salía a la calle, se encontraba con sus amigos, y entre un
porro y otro se acordaba de Marcia.
La presión en su casa era grande e insoportable, su
padre le había dado un plazo para ayudar a la familia con
el dinero de las compras de la casa.
108 FERRÉZ
Celso finalmente tuvo que encarar la realidad y tomó la
decisión, después de la conversación en la que su padre le
dio una semana para conseguir empleo, intentó argu-
mentar, intentó explicarle a su padre que había buscado
empleo de todo lo que existía, que tuvo varias decepciones
y que había concursado hasta para un puesto de limpieza
y no lo había conseguido, su padre parecía no creerle,
Celso habló por un tiempo más y después se retiró, fue a
su cuarto, antes sólo bajaba para almorzar y cenar, ahora
ya ni eso hacía, sabía que su madre comentaba con toda la
calle que su hijo estaba volviéndose un vagabundo.
Celso se despertó temprano esa mañana de jueves,
decidió actuar, fue al centro de la ciudad, hizo dos sali-
deras de banco, en una esperó a que un señor mayor sacara
dinero y lo siguió, después lo empujó metiéndole la mano
en el bolsillo y agarrando el mazo de dinero, en la otra fue
más fácil aún, no le dio ningún trabajo arrancarle la cartera
a una mujer. De ese día en adelante siempre salía
temprano, volvía tarde y les decía a sus padres que estaba
con una changa en una oficina de la calle Direita.
En una de esas embestidas estaba corriendo cuando vio
a la hermana de Marcia en un local de ropa femenina, miró
para atrás y vio que la víctima lo había perdido de vista, la
saludó y le dijo que su hermana estaba yendo a una iglesia,
él fingió interés por la religión y consiguió el nombre del
barrio y de la iglesia, a la noche agarró una vieja ropa ele-
gante y se la puso, fue caminando hasta el parque Indepen-
dencia y de ahí caminó unos dos quilómetros más hasta
llegar a la iglesia, cuando entró estaba ocurriendo el culto1,
era una iglesia bien simple, bancos de madera hechos arte-
sanalmente, pintados sin dudas por los mismos congre-
gados, se quedó en el culto y la avistó de lejos, estaba linda
1 “Culto” y “congregados” son los términos de las iglesias pentecos-
tales para referirse a las misas y a los creyentes.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 109
con un vestido rosa, deslumbrante, el culto terminó, ella se
dio vuelta y lo vio, lo abrazó y le preguntó qué estaba
haciendo ahí, dijo que era para verla, ese día caminaron
hasta su casa, y fue un día de gran placer para Celso, porque
fueron de la mano, como novios, como dos enamorados,
más allá de que él supiese que ese sentimiento sin dudas era
sólo de su parte.
Después de ese día, Celso iba a la iglesia todas las
semanas, hacía toda esa caminata, mientras caminaba se
olvidaba del ahogo que pasaba para ganarse la vida.
Un día llegó un poco atrasado al culto y no la vio,
preguntó por ella y le dieron la noticia de que Marcia se
había mudado de iglesia, se puso triste al pensar que iba a
perderla nuevamente, y fue lo que pasó, nunca encontraba
a nadie en la casa de su gran pasión, su hermana lo atendía
constantemente y siempre le daba la misma respuesta, que
Marcia no estaba, la octava vez que fue a su casa decidió
dejarle una nota.
“Querida amiga, espero que vengas a mi casa, te fuiste
de la iglesia y terminamos desencontrándonos, hacé lo
siguiente, mi dirección está aquí abajo, voy a quedarme
esperándote cualquier domingo de estos, hasta entonces,
tu eterno amigo, Celso.”
Marilene, la hermana de Marcia, agarró la nota y
prometió entregársela, Celso finalmente se tranquilizaría,
esperaría a su amada algún domingo que sin dudas iba a
ser un día de sol.
A partir de ese día, todos los sábados arreglaba su
cuarto, lavaba el piso y ponía una cinta que tenía sola-
mente una canción, la voz de Chico César resonaba en
toda la casa, Celso continuaba la limpieza hasta que su
cuarto quedaba impecable.
Cuando llegaba el domingo, se sentaba en la cama y se
quedaba esperando a su amada, Celso mantuvo esa rutina
110 FERRÉZ

por seis meses y, finalmente, cayó en sí y desistió de la

visita.
Continuó haciendo pequeños asaltos, y ahora ya
pensaba en robar algo mayor, empezó a ver el movimiento
de algunas farmacias del centro, y un día cuando estaba
volviendo a su casa después de una buena salidera se
encontró con ella en el ómnibus, no lo podía creer, y Capítulo 6
caminó por atrás suyo y después la agarró del brazo,
Marcia al principio se asustó, pero después lo reconoció,
empezó a hablarle de su vida, y Celso de la suya, ella no ¿Te acordás de la última vez
imaginaba cuánto pensaba en ella con el corazón y conti-
nuaba preguntándole si él estaba casado, antes de que
que fuiste feliz?
Celso respondiera, Marcia le dijo que se iba a casar en
breve con un miembro de su iglesia, Celso guardó bien su
ira y consiguió la dirección de la iglesia prometiendo
hacerle una visita, ella le dio un beso en el rostro y se
despidieron.
A Celso lo cortejaban muchas chicas bonitas, pero no
veía nada en ellas, le parecían todas huecas por dentro, lo
que había visto en Marcia nunca más se repitió en otra
chica.
Reservó un sábado para ir a la iglesia a la que ella iba,
era una iglesia bautista, llegó, vio a todos sentados, la vio
de lejos abrazada a un muchacho moreno, sintió una
puntada en el corazón y se fue, pensó que ése era el fin,
intentó convencerse a sí mismo, pero nunca la olvidó.
 De Manaos a San Pablo, ocho días de viaje, el hombre
del asiento de al lado comió queso crema de búfalo, bebió
todo el tiempo, no vio las casas solitarias en las montañas,
no vio el ganado en los campos, no vio los árboles que un
día él tanto admiró, el ómnibus le escapaba a las paradas
estratégicas, porque había sólo peones ahí adentro, traba-
jadores de obra que no tenían dinero, el ómnibus paró esa
mañana en un bar, ninguno de ellos se alimentó, en su
lugar bebieron casi todo lo que había en el bar, a la hora de
pagar la cuenta comenzó la discusión, no tardó mucho en
llegar la pelea, llamaron a la policía, Neco se escondió en
el baño, estaba borracho, pero no era imbécil, sabía que la
policía le iba a pegar a todo el mundo ahí, la situación
estaba fuera de control, hasta el conductor había recibido
golpes, los primeros policías llegaron, dieron voz de
prisión, voló cachaza en el uniforme del teniente, era una
situación que los pobres trabajadores nunca habían imagi-
nado, una pequeña discusión que se transformó en pelea y
ahora eso, estaban encerrados por la ley.
El teniente intentó sacar la mancha de cachaza del
uniforme, pero el olor era fuerte, se irritó, ordenó que todo
el mundo fuese preso, quería los documentos de todos, el
ómnibus se volvió sospechoso de hurto en el momento, ca-
chetazo, fila india, documento de identidad en mano, mirada
hacia abajo si no un puñetazo en el estómago, cuatro PMs
mal remunerados aterrorizaron a más de 40 trabajadores.
Neco salió lentamente del baño, entró al final de la fila
india, rezando por que cuando le tocase ellos ya estuvieran
cansados de pegar.
Esa misma noche los largaron y tres días después
llegaron al alojamiento. Un mes de obra después, el aloja-
miento se volvió humanamente imposible de vivir, a cual-
114 FERRÉZ
quier hora de la madrugada alguien encendía la luz, uno
para ir al baño, el otro para encender un cigarrillo, otro
quería ver las fotos de sus hijos, mientras las lágrimas le
salían de los ojos.
Neco pasó por todo eso, amó, viajó, perdió y poco
ganó, tenía compañeros temporarios y amores imagina-
rios, sufrió, viajó, trabajó, y ahora estaba mejor, montó su
propio comercio, a pesar de extrañar su tierra natal, como
de hecho todos sus empleados, y de haber dejado el lugar
donde su madre le ponía pacientemente la comida en la
boca cuando todavía era pequeño, extrañaba el río helado,
el cajú tomado directamente del tronco, la compañía del
ganado, Neco hoy delante de sus amigos es un vencedor,
tiene un bar, y grandes amigos como Nego Duda.
Hacía ya dos días que Nego Duda había salido, su
padre encaraba la botella de cachaça que a las nueve de la
mañana ya estaba por la mitad, un niño que él nunca había
visto lo llamó, le dijo que se andaba diciendo por ahí que
el hijo del viejo había sido baleado, pero el niño no sabía
decir dónde, el padre agarró los zapatos, se calzó, agarró a
su hijo más pequeño, lo dejó en la casa de una vecina y fue
atrás de la noticia. En el medio del camino quería no haber
dejado a Nego Duda salir esa noche de sábado, había un
clima extraño ese día, pensó en parar a su hijo, le vio el
hambre en cada ojo y le dijo buena suerte.
Nego Duda salió a las ocho de la mañana, había pasado
la mano por la cabeza de Negão, que ya no tenía fuerzas ni
para levantarse, el perro sólo lamió su mano y bajó el
hocico, la gente de la padaria le contó a su padre que
Nego Duda y un amigo habían pedido dos vasos de café
ese día, ellos se lo dieron, Nego Duda estaba terriblemente
flaco y siniestro, nadie más llegaba a ver sus ojos.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 115
El padre de Nego se estremeció y permaneció frente al
bar durante una hora en estado de shock. No creía lo que
le dijeron, su hijo estaba muerto en el escalón, tenía que ir
allá a confirmarlo, pero no lograba moverse.
Negão aullaba alto y, en todo momento, el hermanito
de Nego Duda jugaba con una cápsula de 9 mm que
encontró en el patio de la vecina, ella aceptó cuidar al
pequeño, pero tenía mucho trabajo, no había terminado de
limpiar la casa, y si su marido llegase del servicio y viese
alguna cosa sucia, le preguntaría qué es lo que había
estado haciendo ahí el día entero y sin dudas la golpearía
nuevamente, el pequeño se quedó en el patio, arrojaba la
cápsula contra la pared y gritaba alto, ¡bum!
Los chismes corrían como siempre, decían que era un
arreglo de drogas, otros que era debido a una mujer, y
otros hasta afirmaban que fue la ROTA.
Régis tenía que resolver ese asunto, Adilsão ya estaba
abusando en la favela, con ésa eran ya dos veces que
mataba a un inocente, el último fue un chico de 13 años,
estaba disfrutando del samba allá en la Zona de Peligro,
sobrenombre del lava autos que se volvía punto de
encuentro los fines de semana.
Según un amigo de Régis, el chico estaba tranquilo, en
la suya, disfrutando y tomando cerveza, a Adilsão no le
gustó su cara y le disparó, le mandó una bala, la favela fue
sólo queja, Régis sabía que frente a un loco de esos desgo-
bernado era sólo cuestión de tiempo que hiciese lo mismo
con alguien conocido y considerado, además todo eso
disturbaba la paz en la favela, no servía llamar la atención
de la manera en que Adilsão lo estaba haciendo.
Ya era hora de hacer alguna cosa, y Régis usaría las dos
muertes para vengarse también, a fin de cuentas sospe-
116 FERRÉZ
chaba que había sido Adilsão el que delató el laburo que
habían hecho en el banco para Modelo, Adilsão le había
vendido dos armas a Celso Capeta, que dejó algunos
huecos a la hora de explicar para qué necesitaba las armas,
un tiempo después Nego Duda fue y confirmó que Adilsão
había estado conversando con Modelo.
Régis miraba las variadas casillas, cada una con una
lámpara en la puerta, y empezó a andar por las callejuelas,
la favela estaba siniestra ese día, el rocío caía con fuerza,
las maderas estaban humedecidas, en la callejuela 3 estaba
todo oscuro, él sabía que sin dudas Adilsão había roto las
lámparas de esa callejuela, el animal tenía experiencia,
pasó por la puerta de madera que divide otras dos calle-
juelas, sabía que la favela era sólo silencio, pero también
sabía que era sólo dar un tiro que llovía gente, igual a las
cucarachas con el calor, y fue lo que hizo, caminó hacia el
medio de la callejuela y sacó la 9 mm, disparó ocho tiros
al cielo y se quedó esperando.
No tardó mucho en escucharse la voz de Adilsão
preguntando qué estaba pasando.
Régis dijo que quería conversar.
Adilsão dijo que estaba saliendo y que claro que iba a
conversar.
—Entonces, hermano, ¡acercate!
—¿Para qué los tiros, amigo? ¿te estás volviendo loco?
—Nada de eso, nunca nos llevamos mal vos y yo, pero
la cosa está poniéndose complicada.
—¿Qué está pasando?
Los dos estaban con pistolas en la mano en ese
momento, mientras hablaban iban acercándose.
—Yo soy el que te pregunta Adilsão, estás matando
más que la ROTA.
—¡No hay historia, jão! La cosa es personal, hasta acá
llegué, la cosa ahora es la plata.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 117
—Entonces, si la cosa es la plata, no quiero ver más
ningún loco diciendo cualquier cosa sobre vos.
—Cada uno dice y cree lo que quiere, hermano, nunca
tuve quizumba con vos, pero acá somos machos, inter-
cambiamos palabras o intercambiamos otra cosa.
—Esperá, traquilo, vine a hablar, ¿eh?
—Listo…listo, entonces ya hablamos, vos pasás, yo te
saludo, y vos me saludás, sin animaladas, al fin y al cabo
ninguno tiene que comprar nada del otro.
—¡No es así, jão! Si vine hasta acá fue por los vecinos,
mucho comentario con tu nombre, los trabajadores nece-
sitan estar en paz.
—Escuchame Régis, siempre me caíste bien, ahora,
hacer trabajitos de la policía es jodido, eso que viniste a
decirme es de policía, me voy a mi cucha, chau.
—¡Firmeza, entonces, bandidote!
La conversación terminó de un modo que ninguno
quería, pero Régis sabía que Adilsão era demasiado arro-
gante y que en algún momento uno u otro iba a irse para
arriba, por eso volvió al bar y lo mandó a llamar a Celso
Capeta y a Aninha, que no tardaron en llegar y armaron el
plan.
Aninha llegó cerca de las 11 horas a la casa de Adilsão,
como siempre él estaba durmiendo, ella llamó a su mamá
y las dos se fueron a dar una vuelta, Aninha empezó una
charla que al comienzo doña Laura no entendió, al fin y al
cabo ella nunca había visto a Aninha hablando de hijos,
casa y cosas por el estilo, pero doña Laura no le dio impor-
tancia y continuó escuchando.
Ambas se sentaron cerca de la padaria, Aninha
continuó parloteando sin parar hasta que doña Laura le
pidió que dejara de hablar y le dijo con una voz calma.
118 FERRÉZ
—Hija mía, sé que me sacaste de casa por un motivo,
estoy cansada de esta vida, no te preocupes, sé lo que estás
haciendo…
—Pero doña Laura…
—No me interrumpas, hija, no soy tonta, mi hijo está
perturbando demasiado, hoy tal vez las noches de peleas,
de borracheras, de drogas pueden tener un fin.
Aninha miró los ojos de esa madre, sus miradas se
cruzaron, y ambas se abrazaron, pero solamente una lloró.
Régis golpeó la puerta, Adilsão se asustó con la bruta-
lidad de los golpes y agarró la punto 40 que estaba cerca
de su cama entre los discos de vinilo de samba, fue cuando
escuchó la voz de Celso Capeta en la ventana, diciéndole
de hablar, él sintió que no era una conversación lo que
quería y empezó a efectuar disparos en todas las direc-
ciones de la casilla, entre un tiro y otro se oía la voz de
Régis allá afuera.
—¡Ahora vamos a hundir hasta a Satanás!
No pasaron más de unos minutos y Adilsão cayó
baleado, Celso Capeta y Régis invadieron la casilla y lo
dominaron, lo arrastraron hacia afuera, lo pusieron adentro
del Blazer que habían tomado prestado de un amigo de
Mágico y salieron a gran velocidad.
José Antônio no aguantaba más discutir, decidió ir a
buscar el pescado que Juliana tanto quería comer, recogió
el resto de mezcla, lavó la paleta, la puso en la caja de
herramientas y fue a la pescadería.
Al comienzo del camino pasó por un video club, tenía
ganas de ver una buena película, alquiló Millonario y José
Rico, quería saber cómo era la historia de los dos antes de
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 119
la fama, como a Juliana también le gustaba la música
sertaneja de raíz, pero lo más difícil sería ver la película,
porque los dos hijos no se quedaban quietos.
José Antônio caminaba vagarosamente sosteniendo la
bolsa con el video, iba por el costado del riachuelo, el
yuyal predominaba por todo el extenso camino, anduvo
cerca de diez minutos hasta pasar por el bar de Neco,
donde vio el famoso bando, Lúcio Fé, Aninha, Celso
Capeta y el que él saludaba siempre, por creerlo un tipo
más justo, Régis.
Pero el buen sentimiento que José Antônio tenía por
Régis no era gratuito, se debía al hecho de que él había
matado a Adilsão, que un día de lluvia le había robado
todo el sueldo, contrariando una cierta ley que la favela
tenía de respeto mutuo para con los vecinos, José Antônio
creía honroso que un bandido como Régis y sus amigos
buscasen dinero del lado de afuera de la periferia, por lo
menos que le robaran al que tenía.
José Antônio le pedía perdón a Cristo por sus pensa-
mientos, pero los reafirmaba, a fin de cuentas sacarle al
que no tiene como mínimo es cobardía de un tipo como
Adilsão y debía pagar por eso. Se vigilaba, intentaba
recordar a Jesús perdonando a sus enemigos y actuando
con benevolencia, pero en pocos segundos volvía a juzgar
a sus enemigos de la peor forma posible, continuó diva-
gando y caminando, y no se dio cuenta que Paulo se acer-
caba, José se llevó un tremendo susto cuando él le puso la
mano en su hombro.
—Caramba, Paulo, ¿me querés matar?
—Disculpame, José, pero pensé que me estabas viendo
acercarme
—Para nada, Paulo, pero y Auxiliadora ¿cómo está?
—Está bien, está en su casa, se sintió mal en el servicio
y volvió a su casa.
120 FERRÉZ
—Esa chica vale oro, Juliana no quiere hacer nada, ni
ir a la iglesia conmigo.
—Pero, de ninguna manera, todo el mundo tiene un
don, y ese flan que ella hace, ¿qué es eso, eh? una mara-
villa.
—En eso tenés razón, Paulo, ella cocina muy bien, sí,
su mal es no saber hacer tortas, pero con el resto ella es
buena.
—¿A dónde estás yendo, José?
—Estoy yendo allá a la pescadería, cerca de la feria de
los domingos, para ver si encuentro sardina, a Juliana se le
dio por hacer sardina para hoy.
—¿Y por qué no mandás a tus hijos?
—Porque ella casi nunca los deja salir solos de casa
debido a ese programa de televisión.
—¿Cuál?
—Ése que está a la tarde.
—¿Y qué tiene que ver un programa de televisión con
tus hijos?
—Ah, que te deja alerta, las mujeres se lo creen, se
quedan todas asustadas, lo peor es ese helicóptero, el Caza
no sé qué.
—Esos tipos ganan mucho dinero por hacer eso.
—¿Por hacer qué, Paulo?
—Por asustar a las personas, para que busquen segu-
ridad, para que gasten dinero.
—Sí, pienso lo mismo, también creo que es para que
tengamos miedo y no queramos salir más de nuestras
casas y nos quedemos viendo los programas de ellos todo
el día, sólo Dios está para traernos alivio.
—Sí…mirá quién está pasando por allá.
—Es Dinoitinha, ¿no?
—Un buen chico.
—¿Vos no te enteraste, Paulo?
—¿De qué?
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 121
—Que están diciendo por ahí que él está entrando en
los robos.
—No me enteré, no me gustan mucho esas conversa-
ciones.
—Dicen que él con otro chico le hicieron un trabajito a
un cobrador de Jurema1.
—Dios, un chico tan joven, y su padre, a pesar de que
toma, es tan honesto ese hombre
—Cierto, es que esos chicos jóvenes así están, están
todos en esa locura, no quieren levantar ni un ladrillo,
Paulo, el negocio de ellos es el dinero fácil.
—Sí, querido, nadie quiere agarrar un martillo, pasarse
12 horas en una metalúrgica como yo. Ya hice mucho,
nadie lo piensa.
—Qué se le va a hacer, por eso mueren todos jóvenes,
yo aliento a la redención de Dios.
—Hay muchos que se van reencauzando también, ya vi
muchos que volvieron a trabajar, son jóvenes los chicos.
—Pero todos terminan muriendo, Paulo, ninguno
queda vivo por mucho tiempo, los propios compañeros los
matan, esa raza se mata entre sí.
—Qué pena, la vida es algo tan bueno si se la sabe
vivir.
Ya estaban cerca del centro comercial donde iban a
comprar lo que deseaban, y estaban señalando a
Dinoitinha, que tenía entre una de sus primeras leyes de
sobrevivencia jamás señalar para no ser señalado, el
pequeño había vendido rosas durante la noche, sabía que
el chisme sobre su nombre circulaba hacía unos días, pero
nuca tuvo coraje de tomar nada de los otros, entró en una
1 Jurema, nombre de una empresa de ómnibus de la zona sur de la
ciudad de San Pablo.
122 FERRÉZ
callejuela cercana a una casa de aves y continuó cami-
nando hasta llegar a la casilla de su abuela, ahí Dinoitinha
dejó la bolsa con dos litros de leche y ocho pancitos. Doña
Vera, la abuela de Dinoitinha, lo llamó a su cama, él se
acercó, ella lo tomó del brazo y con los labios ya desgas-
tados por la edad, le besó el rostro y le dijo en voz baja,
casi susurrando:
—Vos sos el pequeño más lindo de la abuela.
Dinoitinha le dio un beso en la piel negra y arrugada de
doña Vera, e hizo un gesto con la mano de que iba a salir,
tomó la colcha y cubrió a la delicada señora, antes de salir,
dio un vistazo por la casa, las maderas de varios tamaños
que formaban esa casilla ya estaban viejas y muchas
estaban podridas, los rayos de sol entraban por todos
lados, iluminando la cama de doña Vera, dándole un aire
de misticismo a todo el ambiente, la colcha de retazos que
cubría a la señora tenía pedazos de tejidos de todos los
colores, el colchón sin forro, el orinal debajo de la cama,
el olor fuerte a orina y excremento, Dinoitinha recorría
con la mirada toda la casilla, abrió la única ventana, el sol
entró, iluminó el suelo de tierra aplastada, iluminó la radio
que hacía sonar una vieja canción de un músico fallecido
hacía mucho, las tejas que durante toda la infancia de
Dinoitinha habían sido blancas ahora estaban con moho,
con una leve tonalidad verde, los cables que pasaban por
todo el techo tenían polvo sobre polvo, y tal vez eso contri-
buyese a la insistencia de la enfermedad que proliferaba en
el cuerpo de doña Vera.
Dinoitinha salió de la casilla con los ojos llenos de
lágrimas, no podía más contener tanto dolor, se acordó de
todo el esfuerzo de su abuela para cambiar su vida. Se
acordó de las bolsas llenas que ella cargó durante años,
bolsas llenas de ropa para planchar, Dinoitinha lloraba por
el recuerdo que tenía desde hacía años, la marca de la
plancha que su abuela tenía en la barriga, marca que le
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 123
había quedado de un accidente de trabajo, la frase que la
patrona le había dicho a su abuela, obligándolo al pequeño
a quedarse solo unas horas más, las horas pasaban y doña
Vera no llegaba, el domingo tomado por la amenaza de
que si ella no fuese a trabajar al otro día iba a perder el
trabajo, es que el marido de esa patrona tenía que ir a un
importante almuerzo de negocios y tenía que tener el traje
impecable, perfectamente planchado y fijado.
Aninha se despertó cerca de las diez, estaba un poco
asqueada, la noche anterior había bebido mucha cerveza
con Régis y Celso Capeta, se habían quedado la madru-
gada entera conversando sobre el asalto al banco que
Mágico estaba organizando, para que junto a Lúcio Fé y
Neguinho da Mancha na Mão lo pudieran hacer.
Estaba con una sensación extraña y, después de lavarse
los dientes, se mojó las manos y se las pasó por el pelo
corto, sintió una sensación de frescura, y decidió mojarse
la cara, la sensación de alivio pasó rápidamente, y, mirán-
dose fijo al espejo, se acordó de los baños de lluvia tan
prohibidos por su madre.
Abrió el cajón que estaba cerca de su cama, la cómoda
estaba vieja, pero su finalidad estaba siendo cumplida,
guardar el revólver y el dinero que había ganado en un
laburo la semana anterior, el robo fue rápido y Aninha no
podía creer cuando Lúcio Fé compartió el dinero de una
pequeña clínica médica que ella y él habían robado, era
mucho dinero y Aninha escuchó la explicación: en el
mundo de hoy lo que da dinero es la religión y la enfer-
medad.
Aninha agarró algunos billetes de 50, se miró al espejo,
estaba bastante bien arreglada, se pasó el peine por la
cabeza rápidamente, tomó la llave de la puerta que estaba
124 FERRÉZ
sobre la cama, abrió, salió, mientras cerraba la puerta
miraba para los costados, el corredor del hotel no era muy
largo, pero a ella no le gustaba la quietud del lugar, dejó la
llave con la recepcionista y resolvió ir a Santo Amaro,
lugar que era considerado el centro de los comercios, allá
se encontraba todo tipo de cosas.
Pero al bajar del ómnibus Aninha fue directo a un
negocio de ropa, pasó por las decenas de vendedores
ambulantes que se ganaban la vida en las calles y entró
enseguida en el primer local de ropa que vio, miró la ropa
y eligió un vestido azul, la vendedora le trajo el mismo
modelo en varios colores, pero Aninha ni se los probó, era
decidida en todo lo que hacía, y el que le había gustado era
el azul, vio por el tamaño que el largo llegaba a las rodi-
llas y ya sabía que estaba bien, la vendedora se llevó el
vestido para envolver, pero antes dio un vistazo en la chica
que se vestía como un hombre, y, a pesar de tener un rostro
pálido, era bonita.
Aninha tomó la bolsa y fue a comer algo en un bar
cercano a la parada, desde que se había mudado a San
Pablo, siempre que iba a Santo Amaro comía en el mismo
bar, se sentaba en el mismo viejo banco, pedía un pastel de
carne y jugo de naranja, no era de mucho comer, por eso
tal vez su aspecto delgado nunca había cambiado.
Volvió a su casa, sacó el paquete de la bolsa, lo
desenvolvió, tomó el vestido y, sacándose la blusa azul
que estaba usando, se puso el vestido encima del
pantalón, se sintió bien y fue a verse al espejo nueva-
mente, vio que tenía que sacarse el pantalón de jean,
pero prefirió dejárselo porque no usaría el vestido ahora,
se ubicó frente al espejo de nuevo, y se quedó quieta
unos minutos, se llevó la mano derecha a los labios y los
tocó, notó que estaban secos, se acordó que no usaba
lápiz labial hacía meses, ¿había perdido toda la
vanidad?, decidió que la próxima vez que fuera a Santo
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 125
Amaro iba a comprar un set de maquillaje, al fin y al
cabo Aninha ya no le atraía más a nadie, y cuando
llegaba la noche ella intentaba huirle a algunos senti-
mientos, pero ni el alcohol, ni la marihuana lograban
apartarla de esas ideas de un día estar abrazada a alguien
en la cama, de un día tener a alguien corriendo y
jugando detrás de ella en el parque, de tener a alguien
que cuidase de cada detalle de su cuerpo, la verdad que
siempre que llegaba la noche, Aninha sentía una inmensa
falta de algo que nunca tuvo y no sabía bien lo que era,
Aninha jamás lo podría explicar, ¿cómo sentir falta de lo
que no tuvo?, pero lo sentía.
Aninha sabía que no iba a admitir a un hombre
cagón, pero tampoco quería un tipo como sus colegas,
quería alguien sensible, alguien que le preguntase por lo
que había hecho la noche anterior, que le importase cada
granito nuevo que le saliera, cada estornudo que diese.
Pararon en frente, miraron alrededor, parecía que todo
estaba limpio, los vidrios oscuros le daban esa ventaja, ver
sin ser vistos, estacionaron el auto, bajó un hombre de
estatura mediana, calvo, vestido con un uniforme de la
policía militar, enseguida del asiento del acompañante
salió otro hombre, sólo que obeso, y con una ropa elegante
ya desgastada, anteojos oscuros y pelo largo en la parte de
la nuca, los anteojos oscuros le daban un aire de impor-
tancia, la pistola 380 semi-automática se podía ver en su
espalda, entraron en la padaria, el gerente saludó al
policía Aires y al comisario Mendoça, los de la barra se
sentían medio incómodos, policía era señal de confusión,
ellos se sentaron en la barra y pidieron dos coxinhas, el
propio gerente se las sirvió, porque los de la barra
fingieron que tenían otras cosas que hacer, sirvieron el
126 FERRÉZ
café con leche en un vaso y se lo dieron al comisario
Mendoça, la coca cola con limón fue para el policía Aires.
—Te agradezco.
—No es nada, si quiere pedir algo más, estoy allá en la
caja, ¿cómo va la guardia?
—Está todo en orden.
—Bien, cualquier cosa estoy allá.
—Gracias.
—Dios, comisario, ¿ese camarada siempre es tan
servicial?
—No, Aires, sólo después de que lo liberé de la causa
de unos cigarrillos que le compró a un bandido.
—¿Pero le rindió algo?
—Claro, ¿me viste alguna vez cambiar seis por media
docena2?
—Nunca, dios, esta coixinha está muy buena,
cambiando de tema, ¿cómo quedó ese laburo allá con el
chico?
—¿Te referís al chanta de la boca de Jardim Novo3?
—Sí.
—Está todo bien, vamos a compartir semanalmente la
ganancia, además, vamos a montar un nuevo sistema de
distribución de coca.
—Estamos necesitando de un poco de plata, comisario
—Sin dudas, la plata está difícil, hasta el crimen está
apretado, estuve hablando con un colega de Suzano4 y él
me garantizó que los laburos grandes hoy día ya tienen
todos un patrón.
—Mirá vos, ¿quién diría que los bandidos iban a tener
un sueldo?
2 Seis por media docena, expresión que refiere a un acto sin sentido.
3 Jardim Novo, barrio periférico de la Zona Sur de San Pablo.
4 Suzano, Municipio de la Gran San Pablo, ubicada en la región Este
de la Ciudad.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 127
—Es verdad, por eso que te digo, tenemos que garan-
tizar el nuestro ahora, la situación está empeorando, ya no
da para desviar ni el dinero de la alimentación de los
presos, están apareciendo jueces competentes por todas
partes, parece un castigo, si alguno allá en la comisaría
abre el pico, empieza una investigación, así que, Aires,
tenemos que mantenernos sin sospechas, ese rastro que
dejaste la semana pasada podría habernos complicado.
—Disculpe, comisario, pero no pude evitarlo, el chico
era demasiado desubicado.
—Pero, Aires, tenía sólo 12 años, podrías haberlo
dejado crecer un poco más.
—Cierto, Mendoça, pero la verdad es que la escuela
está que arde, el chico era demasiado desubicado, además
de que robó la carnicería que cuida Valdinei, encima
quería meterse conmigo, si le levanta la voz a un policía,
hay que hundirlo.
—¿Y Valdinei? ¿Por qué no lo borró él al loco?
—Pucha, él está complicado, ganó mucha fama de pé
de pato, no se puede involucrar en nada más.
—También, Aires, el tipo mata más que la ROTA.
—Es verdad, Mendoça, se entusiasmó realmente.
—¿Pero tenías que borrar al drogado dentro del patru-
llero?
—Arreglé las cosas con él ahí mismo, se quedó
temblando, entonces lo largué y voy a dejar que los poli-
cías de Itapecirica5 lo encuentren, sólo lo tienen que
encontrar y enterrarlo como indigente.
—¿Por qué no lo tiraste en una fosa, Aires?
—Esa fosa está muy quemada, comisario, ese tipo de
cementerios tiene vida útil, no es bueno ir mucho, lo
largué en Itapecirica.
5 Itapecirica da Serra, Municipio de la Gran San Pablo, ubicada en la
zona sudoeste de la Ciudad.
128 FERRÉZ

—Lo correcto ahora, Aires, es evitar esas cosas, vamos

a armar ese plan con ese chico Modelo, y vamos a ir invo-
lucrándonos en su área, con esos siempre surge alguna
cosa buena.
—Pero él tiene toda la pinta de chanta.
—Eso es normal, es arrogante porque es joven.
—Sí, comisario, y no le va a dar tiempo de aprender
sobre la vida.
—¿Podés creer? Mirá, muchacho, esa deliciosa va-
gabunda.
—¿Qué le pasa, Mendoça? Esa chica tiene sólo 11
años.
—¿Y qué? Es una niña que ya hace niñas.
Capítulo 7

Lo único cierto es el arma

 Llegó tarde, ya había pasado la media noche, dejó el
fusil 762 sobre la mesa, sacó la punto 40 y la puso en el
cajón del armario, fue al baño y se lavó la cara, la guardia
fue cansadora, meter cocaína en la boca del viciado,
comandar a los PMs para pegarle correctamente a un
marido valiente, forzar a un sospechoso a firmar el boletín
de ocurrencias, todo eso lo cansaba demasiado, todas las
noches prometía no involucrarse personalmente, pero le
gustaba, era así que Mendoça siempre fue considerado, un
comisario que hacía lo que le gustaba, se sacó la camisa, fue
hasta el cuarto de Carol, vio que estaba durmiendo, los
niños también deberían estarlo, le pareció bien, fue hasta la
heladera, agarró una cerveza, bajó al sótano, encendió la
computadora, accedió a internet y entró al mundo que más
le gustaba, se le abrió la bragueta, miraba al monitor fija-
mente, los pantalones bajaron hasta las rodillas, estaba casi
eyaculando cuando escuchó un ruido, miró las escaleras, no
debía ser nada, se abrió los botones de la camisa, continuó
viendo las fotos de pedofilia y finalmente eyaculó, abrió el
cajón del escritorio, sacó una toalla, se la pasó por la barriga
y las piernas, olió la toalla y decidió dejarla en el cesto para
que Carol la lavara.

Regis paró el auto, bajó, golpeó la puerta de la casilla y

escuchó la pregunta, respondió con su nombre, enseguida
Celso Capeta salió, lo saludó a Régis y dijo que le iba a
gustar. Régis retrucó, dijo que era basura, que ese asunto de
vidente y pai-de-santo era cosa de otario. Celso le dijo que
no hablara así, le contó que en varios laburos que hizo lo
orientó el pai-de-santo, que no les costaba nada hacer una
132 FERRÉZ
visita, Regis vio que era imposible continuar la conversa-
ción, Celso era uno de esos tipos cabeza dura, cuando
quería algo no lo paraba nada, decidió cambiar de tema,
pero no lo consiguió.
—¡Mierda! Y yo que todavía entro en estas cosas, estaba
panza arriba viendo un programa en la televisión y vos me
venís a convencer de venir hasta acá.
—Relajate, amigo, ¿y vos, Régis, perdiendo tiempo con
esa cagada de conductor?
—¿Qué tiene?
—¡Es un judío, mierda!
—¿Y qué?
—Los judíos cagan a todo el mundo.
—¿Quién te dijo eso, Celso?
—Mierda, Regis, todo el mundo lo sabe, ellos controlan
el dinero, el que controla el dinero, jode a los otros.
—Pero a mi madre y a todas las mujeres que conozco les
gusta, no puede ser que todo el mundo esté equivocado.
—Él es un patrón, domina, reparte el dinero mal repartido.
—Nada que ver, Celso, él es un artista.
—¿No entendés? Un artista hace cuadros, arte, él es un
patrón, Regis, y los patrones son todos iguales, sólo cambia
el color de la corbata.
—Bueno, ¿pero dónde está ese tal pai-de-santo?
—¡Shh! No bromees con el pai Joel, que te jode.
—Carajo, sos cagón, le tenés miedo a todo, creés en todo.
—¡Shh! Ojo, allá viene.
El hombre abrió la puerta lentamente y entró, cuerpo
delgado, pantalón y camisa blancos, una guía negra y roja
que le trenzaba el cuerpo, sólo con los dos dientes de
adelante que le daban un aspecto gracioso. Régis notó los
agujeros en la oreja, odiaba los hombres que usaban aros,
prefirió no decir nada, Celso creía, así que en una de esas
podía llegar a ser verdad, que ese hombre conocía alguna
cosa sobre el futuro, el delgado cuerpo se sentó frente a los
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 133
dos, apoyó los codos negros sobre la mesa improvisada
hacía años en esa casilla y dijo:
—Hola.
— Hola, señor Joel.
— Mijo, no me trate de señor, solo de pai.
—Bueno
—Ustedes son del crime, ¿no?
—¿Crime?
—Mierda, Regis, él habla de esa manera.1
—¡Ah! Listo.
—Ustedes son del crime, lo sé.
—Sí, somos, yo y éste mi compañero.
—Bueno, quieren algo, yo sé qué es, pero el destino está
extraño, mijo, nunca se sabe quién es quién. Ustedes
quieren saber si el crimen va a ser exitoso, pero hay un
perdido que está vagando y está atrás de ustedes.
En ese momento el pai señala a Régis, que se queda un
poco espantado y trata de indagar algunas palabras que no
salen de su boca.
—No hables, mijo, él te está buscando, ¿vos lo derri-
baste boca abajo?
—¿A quién, por el amor de Dios?
—A tu último.
—Bueno… no me acuerdo, sólo sé que lo maté, pero si
cayó boca abajo no me acuerdo.
—Pues él te está buscando, mijo.
—Mierda, jão, ¿y qué es lo que tengo que hacer?
1 Generalmente el pai de santo habla como un preto velho, viejo
negro, cuya educación es a través de la oralidad, y su origen es del
interior de Brasil (la periferia de San Pablo está habitada en su gran
mayoría por migrantes rurales del nordeste brasileño). Dada la
imposibilidad de reproducir en castellano ese modo de hablar, se
optó, en este caso, para la traducción por el contenido y no la forma.
134 FERRÉZ
—Primero, me tenés que llamar pai, jão es la puta que
lo parió, segundo, tenés que derramar la sangre de un
animal para él, si no él va a terminar agarrándote.
Régis se levanta e, incluso con la protesta de Celso
Capeta, sale, Celso continúa conversando con pai Joel, le
pregunta al pai-de-santo si cree que el asalto que están
tramando hacía tiempo iba a ser exitoso o no, pero antes de
la respuesta del pai-de-santo, Régis entra violentamente en
el living con una gallina blanca en la mano y pregunta:
—¿Ésta sirve para que ese vagabundo me deje en paz?
—Sí, sirve, mijito.
Después de la respuesta del pai-de-santo, Régis saca un
cuchillo y corta violentamente el pescuezo de la gallina y,
mientras la sangre chorrea, grita bien alto.
—Tomá, zafado, te moriste porque eras un cagador,
ahora tomá esto.
Celso Capeta y el pai Joel no podían creer la escena,
Régis sale nuevamente y vuelve enseguida con otra gallina,
sólo que esa vez negra, le corta el cuello como hizo con la
otra y grita:
—Sólo para estar seguro, zafado, tomá, tomate la
sangre, pero que vos eras un cagador, lo eras.
—Dios.
Fue lo que el pai-do-santo dijo al mirar a Régis que
apenas salió del estado de furia le pidió disculpas, pagó la
consulta y sacó a Celso fuera de la casa
—Mierda, hombre, ¿estás loco?
—¿Loco? Loco era ese tipo que está vagando. Que vaya
a agarrar al diablo, a mí no, jão, que se joda.
—Carajo, Régis, ¿era necesario ensuciarle todo el living
de sangre?
—Él gana con eso, ¿no estaba con el diablo adentro?
Entonces, jão, después, cuando vuelva a su cuerpo, lo
limpia ¿Y qué mierda es ese pai-de-santo que se asusta con
todo? Que se joda.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 135
—Estás loco, lo acabo de confirmar. La puta que te
parió, una horrible porquería esa de matar gallinas,
hermano.
—Relajate, jão, pero, decime, ¿qué dijo de los laburos?
—Dijo que el crime no es para ser recompensado, pero
que a veces recompensa2.
—¡Entonces, dijo que iba a funcionar mierda!
—Calma, Régis, la cosa es medio extraña, a veces esa
recompensa puede no ser para nosotros, puede recom-
pensar a algún otro.
—Vos sos muy pesimista, eso trae zica, él dijo que
funciona, entonces funciona, ¿entendés?
—Listo, si vos lo decís. Hablando de eso, ¿y las motos?
—Están bien, ya vendí una, ahora voy a sacar un dinero
con la otra, con esa plata estoy queriendo poner dos chicos
para responder llamados cuando levante el negocio en el
interior, tengo un contacto que me garantiza cuatro cárceles
de gran porte como clientes, en breve voy a ser del ramo de
las comunicaciones.
—Sos un bestia, sin dudas. ¿Y lo anduviste viendo a
Mágico?
—Hace unos días que no lo veo, debe estar falsificando
cheques, dijo que hasta que llegue el día del banco iba a
levantar dinero con la 1713.
—Bien malandro ese loco, ¿no?
—Sí, demasiado, tenemos que estar atentos, al fin y al
cabo vos llevás Capeta en el nombre, pero él lo tiene en el
cuerpo.
—Y ahí, Régis, ¿te cruzaste con el Modelo ese que te
está buscando?
—No, no me lo crucé, ¿qué quiere?
2 Imitando la forma de hablar del pai-de-santo (ver nota 1).
3 171, artículo del Derecho Penal brasileño que abarca las leyes de
estelionato y falsedad ideológica.
136 FERRÉZ
—Ni idea, amigo, andaba diciendo por ahí que fue uno
de nosotros el que apretó a Guile.
—Bueno, dejalo ahí, veremos qué pasa.
— Listo. Régis ¿tenés cómo acercarme?
—Bien, puede ser, jão, pero esperá que busco el otro
coche, ese GTI llama mucho la atención, es prestado, la
mierda de los homi se llevaron mi Golf y Mágico me dijo de
darme un descuento, esperame en la padaria de Nelsão que
ya caigo por allá.
—Firmeza
—Voy a aprovechar y hablar con Lúcio, el loco se
cae con unas Nike con 4 cámaras de aire por día, fijate,
yo hago lo que hago y no ando ostentando, el loco
consiguió merreca y ya está usando un color de zapati-
llas nuevo por día.
—Esos laburos son bien yeta, todos están sólo con el
celular, loco por hacer servicios para los home.
—Firmeza de verdad
Régis entra al auto y le hace señas a Celso para que lo
espere, enciende el GTI y va hacia la Avenida Carlos
Caldeira Filho, donde toma el camino para la casa de
Mágico, antes de llegar a la calle de su compañero, agarra
el celular y empieza a marcar su número, Mágico atiende,
Régis le dice que está yendo a su casa y le pide que deje el
garaje abierto. El lugar es bonito, en Morumbi Sur no vive
cualquiera, mucho menos en una casa, en un departamento
puede ser, pero una casa es sólo para el que tiene, Régis
sabe eso y siempre que llega a la casa de su compañero se
le abren los ojos, él querría tener eso, no comprende cómo
consiguió tanto dinero, sus pensamientos vuelan, minutos
después de llegar, decide entrar, el garaje ya estaba abierto,
entra con el auto en el garaje, sube las escaleras hacia el
escritorio y para en la mitad, ve a Mágico bajando, se
saludan y Mágico le dice que tienen que conversar en el
garaje, porque su esposa está con visitas, Régis empieza a
regresar.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 137
—Estás con todo, ¿no, negro?
— Con todo ¿qué?
—Un súper sonido en el auto.
—Sí, lo puse esta semana, con todo, ¿no? Compré una
matraca, está allá atrás
—¿En qué trabajo la conseguiste, Régis?
—Con lo que lucré, Mágico, fue con aquel laburo de los
camiones, paramos a dos que nos informó la escolta y
quedó todo limpio.
—¿Pero te dio toda esa plata?
—Claro que dio, mucha plata, no era carga de papel
higiénico, jão, la cosa fue loca, sólo billetes de 100 fue el
lucro.
—¿Y el conductor?
—Ahí está la cosa, nadie se mete con ellos, yo llego todo
bien y le explico las cosas, generalmente es un viejito que
me hace acordar a mi padre, al tuyo, ¿entendés?, no le voy
a hacer maldades, entonces les converso, le digo que con
ellos nadie se mete, que el camión lo vamos a abandonar
enseguida y sin ninguna rayadura, al fin y al cabo muchos
de ellos todavía están pagando el camión, así que converso,
les pago hasta el almuerzo.
—¡Mierda! Mucha cortesía, ¿por qué todo eso, Régis?
—Prestá atención: le pagamos el almuerzo, le dejamos
unos billetes de 50 y hasta le sacamos el teléfono, cuando
tienen una buena carga, nos llaman.
—Pero ¿es así? ¿como si nada?
—Jão , no estás entendiendo, hay mucho pensamiento
acá, esto habla del seguro, habla de la falta de asistencia de
las transportadoras con ellos, les recuerda la falta de aten-
ción, y todo empleado cuando lo ponés frente a la realidad
se desespera. Lo peor es que nosotros tenemos razón, ellos
viajan hasta más de 48 horas sin dormir, corriendo un
enorme riesgo de cruzarse con un ladrón mala gente por ahí,
que mata sin dolor, que no tiene concepto, que apela a lo
cruel, y todo eso lo convence al viejito. Además que
138 FERRÉZ
nosotros, cuando vemos que el camión todavía lo están
pagando, esperamos unos meses y le depositamos el dinero
para pagarle la deuda. Ya tuve unos tres casos así, de viejitos
que terminan con el camión y dan varias cargas.
—¿Y si él después de eso no da ninguna data?
—Pasa, jão, la gente se encuentra en las calles de la vida.
—Ah, ese Régis es genial.
—Pero me pone loco esa cosa.
—¿Cuál?
—No es fácil arriesgar la vida en las autopistas, y
encima los boys reciben los seguros.
—¿Pero y eso qué?
—¿No lo ves? Ellos también tienen que joderse. Si
nuestro plan falla, nosotros nos comemos la cárcel, ahora
ellos sólo ganan. Si no les robamos, ellos lucran, si les
robamos, ellos lucran con el seguro.
—Sí, es jodido.
—Bien, ¿y el laburo del banco?
—Está todo yendo bien, Régis, la semana que viene el
gerente va a decir el día en el que hay más dinero en el cofre.
—¿Y el loco es firmeza?
—Sí, para ganar su parte es firmeza.
Botellas de cerveza por todas partes, varias abiertas y
todavía llenas y ya calientes, otras abiertas sin sentido, un
desperdicio, mesas blancas en promoción, carne de
segunda y chorizo en la parrilla, conversaciones, voces
mezcladas, niños corriendo, música de É o Tchan4, una
torta casi abandonada a no ser por las moscas que la rodean,
vasos en la pared, vasos que se tocan en la oscuridad, bordes
4 É o Tchan, grupo musical de la ciudad de Salvador, capital de
Bahía, de estilo axé music (música considerada vulgar en relación
con la Música Popular Brasileña, por ejemplo).
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 139
de vasos que se recuestan, pedazos de vidrio en el paredón
vecino, cielo negro, fiesta regada por un leve rocío.
—¿Qué tal, Régis?, ¿llegaste ahora?
—Sí, los manos me avisaron de una fiesta acá, así que
decidí tomar unas birras gratis.
—Perfecto, ¿querés que abra otra?
—Claro, jão, ésta no da ni para medio vaso, ¿alguna
novedad, Neguinho?
—Casi nada, hermano
—¿Y Manzinho? Me enteré que su hermano salió por
estos días de detrás de los muros.
—Exacto, pero ya volvió.
—¡Mierda! ¿Ya?
—Sí, un descuido feo, mató a un loco frente a los
vecinos.
—¿Por qué? ¿internas de cárcel?
—Para nada, mató a un vendedor de hamacas
—¿De hamacas? ¿Esas de dormir?
—Eso mismo, le dio tres tiros sin dolor al loco.
—¿Pero por qué, Neguinho?
—Dicen que durmió cinco años en una hamaca, allá en
la cárcel, y el primer día que estaba durmiendo en la casa de
su mina, después de su liberación, un loco tocó el timbre,
dicen que atendió él y le disparó al loco.
—Es extraño, ¿no? Gran paranoia, pero ¿fue así, sin
motivo?
—No, el motivo fue que el loco que tocó el timbre era
vendedor de hamacas.
—Claro, amigo, cinco años no son cinco días.
—¿Y te está gustando la fiestita, jão?
—Está bien, a pesar de ser americana, tiene hasta unas
birras.
—¿La podés creer? A fiesta americana todo el mundo
lleva sólo vino, pero ¿qué hay para después?
—Creo que de acá a la cama.
—Y, ¿qué onda?, ¿tenés de la buena?
140 FERRÉZ
—Ayer conseguí unos papeles empastados, pero ahora
ando con unos bastante buenos.
—Vamos entonces.
—Esperá un poco, Régis, mi primo está allá, y anda en
esa cosa contra las drogas.
—Puta, ¿en serio?
—En serio, después de ver a un tipo del rap hablando
allá en la escuela, le cambió la cabeza.
—¿Qué dijo el mano, Neguinho?
—Que los boys consumen, fuman un porro o aspiran, y
cuando se despiertan al otro día hay un buen desayuno,
toman jugo de naranja, entonces los síntomas no aparecen.
Nosotros no, los home nos agarran consumiendo, es una
patada en los huevos, jão, para el pobre todo son huesos, sin
plata ni para la comida, y se la pasa consumiendo eso, fue
más o menos eso lo que el tipo dijo.
—Tiene sentido en verdad, pero me voy a dar unas
líneas allá en el baño, agarrá dos papeles si querés, y
golpeame la puerta tres veces.
—Firmeza.
José Antônio fue al bar a comprar leche, en el camino
notaba la degradación, su visión fue siempre muy afilada, el
padre llevando a su hijo en el pecho, totalmente alcoholi-
zado, ese era el mayor pecado que alguien podía cometer,
embriagarse y desfilar con el hijo, hacer toda esa vejación.
Se despertó nervioso esa mañana, cuando abrió el
portón se puso más nervioso todavía, papeles de caramelos,
vasos descartables, bolsitas de pochoclos y papa fritas, todo
tirado, una montaña de basura, miró para arriba, se sentó
frente a la basura e imaginó que era un gigante, un gigante
con más de diez metros de altura, su mano levantando su
casa, imaginó su mano por debajo de la casa, levantándola
y poniéndola en otro lugar, un lugar donde no hubiera
basura, un lugar donde el riachuelo estuviese canalizado,
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 141
un lugar sin ruido fuerte y con grandes árboles que le dieran
sombra a sus hijos.
José se imaginó un lugar, sin la favela roja llamada
Cohab, se imaginó a todos iguales, sin distinción, sin
prejuicios, porque donde vivía era un foco de prejuicios, los
habitantes de la Cohab se golpeaban el pecho y decían “soy
de la Cohab y esa gente de la favela no respeta las puertas
ajenas”, y la gente de la favela se defendía diciendo que se
quedan todos ahí en las puertas de los vecinos de la Cohab
por un buen motivo, al fin y al cabo sólo desde ahí se podía
ver el juego de la cancha de la escuela, y no podían perderse
la chance de también ser prejuiciosos ofendiendo a los
moradores de la Cohab, llamándolos favela vertical.
José Antônio notaba todo eso y sabía que siempre sería
así, uno descargando toda la neurosis en el otro, lo cotidiano
corriendo y la vida pasando, Juliana, su esposa, escuchaba
a su amiga Adelina comentando que sus hijas estaban
hechas unas cabeza duras, y desobedientes, y que en breve
les iba a dar una paliza con cables, Adelina juraba que ellas
no querían comer la comida, que gracias a Dios tenían hasta
opción de elegir, pero no comían, decía en voz alta que
compraba arroz de primera calidad, que el arroz es Sólito o
Camil, Juliana escuchaba con paciencia la conversación de
su amiga, y sabía que en verdad no existía ninguna comida,
que las hijas de Adelina tampoco tenían nada más allá de las
otras niñas de la favela, no tenían ganas de ser nada, sólo de
casarse y hacer una gran fiesta, donde los vecinos las admi-
rarían y hablarían bien de ellas.
Juliana hizo un comentario sobre el programa que había
visto el viernes a la noche, el programa policial había
hablado de un violador que estaba atacando en el centro, y
ya había matado a varias mujeres. Adelina dijo que había
otro hombre que estaba andando por Jardim Angela5 y que
5 Jardim Angela, barrio del extremo Sur de la ciudad de San Pablo.
142 FERRÉZ
aterrorizó a varias mujeres, Juliana escuchó a su amiga
decir que ataba a sus víctimas en un colchón y luego les
prendía fuego. Algunas noches atrás José Antônio le había
pedido a Juliana que mirase si el portón estaba siempre
cerrado, cosa que ella hacía en todo momento, los rumores
que José le había contado no habían sido noticia de ningún
periódico todavía, pero igualmente se los contó a Adelina,
se trataba de un violador que estaba andando por la Cohab,
habría violado y descuartizado a una mujer de más de 50
años, y la había dejado en la estación de servicios de la
avenida que da acceso al Valo Velho6.
Adelina y Juliana no tardaron mucho en cambiar de
tema, y las recetas de los dulces y las tortas sustituyeron lo
que las asustaba terriblemente, cuando sacaban ese tipo de
temas ellas se ponían en el lugar de las víctimas y sentían
mucho miedo, por lo que era mejor hablar de comida.
Era la primera vez que Neguinho da Mancha na Mão
pasaría por aquella situación, jamás pensó que llegaría a ese
estado, la camisa elegante le daba sensación de ahogo, los
zapatos en punta le estaban apretando los dedos, el pantalón
elegante que había tomado prestado de Régis realmente
parecía hecho para otro cuerpo, otra persona, no era su
estilo, pero ya estaba ahí y no podía renunciar, tocó timbre,
dos veces seguidas, ella abrió la puerta, estaba linda como
siempre, pero el pelo atado bien alto en la cabeza y unas
mechitas enruladas junto a las orejas le daban un aire
divino, vestido negro, sandalias beige, Neguinho se sintió
un príncipe, cuando ella le besó los labios y le dijo:
—Mis padres están en el living, podés pasar.
6 Valo Velho, barrio de la zona sur de la ciudad de San Pablo.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 143
—Ok.
Fue lo único que le salió decir, un ok, un simple ok y
nada más, entró al living con cuidado, todavía estaba con
dificultades para caminar, tenía miedo de tropezarse.
Eduarda le presentó a sus padres, Neguinho muy tími-
damente le tomó las manos a ambos y se sentó, le pregun-
taron su nombre, él nunca decía su nombre verdadero, pero
delante de esa situación no tuvo opción.
—Windsor.
—Dios, qué bonito nombre, ¿qué significa?
—No lo sé, me lo puso mi padre.
El padre de Eduarda replicó, hizo un gesto de desdén,
como si quisiera decir, “es típico de este pueblo no saber el
significado de su propio nombre”, Eduarda vio que
Neguinho da Mancha na Mão notó algo malo en el rostro de
su padre y le apretó fuerte la mano a su novio, sabía que su
padre tenía aires de superior y que le gustaba juzgar a las
personas rápidamente, pero también sabía que su padre era
oriundo de Bahía, por lo que su apellido Ferreira, así como
su nombre Edmundo, tampoco tenían ningún significado.
La madre de Eduarda era totalmente política, y le
empezó a preguntar por la profesión al novio de su hija,
Neguinho no vaciló ni un segundo y dijo firmemente, soy
free lance, la palabra causó un aire de asombro en todos,
principalmente en don Edmundo, que le pidió al joven que
explicara su profesión, que por lo menos de nombre
parecía bonita.
Neguinho estaba con las manos juntas, y pasaba lenta-
mente un dedo sobre otro en señal de desesperación, pero
disimulaba muy bien, e intentaba ser directo y seguro, dijo
claramente que su profesión era la mejor y la peor del
mundo, afirmó que era la mejor porque hacía lo que le
gustaba, y que al mismo tiempo era la peor porque no tenía
horario de trabajo, por lo que le quedaba poco tiempo para
su vida personal.
144 FERRÉZ
Los padres de Eduarda ni pestañeaban y devoraban cada
afirmación del muchacho, Neguinho da Mancha na Mão, o
Windsor, explicaba lentamente que hacía un trabajo difícil,
él era la cabeza de una gran estructura, y al final resumió su
trabajo en una simple frase:
—Soy el que ofrece servicios donde nadie tiene el coraje
de poner la cara.
La familia digirió la conversación, Eduarda estaba
contenta, intentaba disimular la sonrisa, intentaba contener
la alegría, al fin y al cabo cada palabra que su novio había
dicho era la pura verdad, de una forma u otra, Neguinho da
Mancha na Mão realizaba esa tarea.
Fueron a la mesa, la comida fue un éxito, él degustó cada
plato como si nunca hubiese probado esa comida, elogiaba
cada detalle del condimento.
—Dios, está muy bueno, me parece que es comino el
condimento, ¿acerté?
La madre de Eduarda se sentía halagada, su esposo no
hablaba de su comida hacía años, y la idea de tener un yerno
que la tratase con cariño ya era real, pero don Edmundo
estaba reservado, no cambió ni una palabra con Neguinho,
ni con nadie de la mesa durante el almuerzo, después de
terminar la comida de su plato, la única palabra que les dijo
fue un pedido de permiso, fue a la cocina, agarró una
pequeña taza y volcó café, lo tomó de un trago y sorprendió
a todos cuando le pidió a Windsor que fuera a la cocina,
porque quería tener una charla con él.
Eduarda le agarró la mano a su pretendiente, quien la
calmó con un beso y le hizo señas de que estaba todo bien,
se levantó de la silla y fue a la cocina seguido por la mirada
de curiosidad de la madre de Eduarda.
Don Edmundo estaba apoyado en la pileta, le pidió a
Windsor que se acercase, Neguinho se puso muy cerca,
apoyó la espalda en la pileta y esperó las palabras de ese
hombre inquieto y siempre pensativo.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 145
—La cuestión es ésta, muchacho, vamos a conversar
como hombres, voy a ser simple y resumido.
—Sí, señor, lo escucho.
—¿Qué es lo que querés con mi hija?
—Bueno, le quiero pedir su mano durante el noviazgo.
—Eso ya lo sé, ¿pero después? ¿Estás queriendo sacar
alguna cosa, querés estar con ella, a qué venís, muchacho?
Neguinho sabía que ése era el momento de ganarse al
suegro, sabía que no habría otra chance para una conversa-
ción franca, y las palabras correctas estaban en la punta de
su lengua, era cuestión sólo de largarlas.
—Don Edmundo, mi historia con su hija es muy simple,
me gusta, y estoy en su respetuosa casa y deseo de todo
corazón que usted acepte este noviazgo, si dice que no,
sinceramente me retiro, porque creo que la unión familiar
es esencial, y hay más, quiero ser el novio de Eduarda,
porque sé que es una muchacha correcta, mi interés con ella
va más allá del noviazgo, si usted me da la oportunidad, le
voy a probar que soy digno de confianza.
Don Edmundo quedó cabizbajo por unos segundos,
mientras tanto, en el living, la madre le decía a su hija la
impresión que había tenido de su pretendiente, Eduarda
estaba muy feliz, al fin y al cabo su madre le había dicho
que por su parte estaba todo aceptado, ahora era cuestión de
tiempo para que Neguinho se ganara el consentimiento de
su padre.
Los dos volvieron de la cocina, Eduarda no se extrañó
por el hecho de que los dos volvieran conversando, parecían
viejos amigos, se sentaron en el sofá, y don Edmundo miró
a su esposa y le dijo en voz alta que aceptó el pedido de
noviazgo de Windsor, y esperaba que ella también hubiera
aceptado, la mamá de Eduarda ni pestañeó y dijo rápida-
mente que también le había caído muy bien Windsor y que
por su parte todo bien.
Eduarda abrazó a su novio cuando sintió una cosa dura
en la espalda de Neguinho y le dijo bajito al oído:
146 FERRÉZ

—Después tenemos que hablar, no puedo creer que

viniste armado.
Eduarda y Neguinho terminaron de tomar el café y
Neguinho notó que tenía que irse, la familia se despidió
diciéndole que lo esperaban para almorzar el domingo,
Windsor confirmó que iría el domingo, los dos salieron y
cuando llegaron al portón, Eduarda le dijo enseguida. Capítulo 8
—No puedo creer que viniste con esa cosa.
—Pará, Negrita –dijo intentando abrazarla a su novia.
Pero Eduarda estaba enojada y se apartó pidiéndole una Paz para quien la merece
explicación.
Neguinho da Mancha na Mão le dijo entonces mirán-
dola a los ojos.
—Negrita, yo te amo, ¿si?, sólo que no conocía a tu
padre, y si al viejo se le ocurría pelear, ¿qué iba a hacer yo?
—Dios, no lo puedo creer, ¿ibas a tener el coraje de
apuntar con eso a mi padre?
—Apuntar no, Negrita, eso no existe, si la sacaba, era
para voltearlo.
—Guau, ¡estás loco! Es mi papá.
—Pero, Negrita, todo salió bien, conversamos sin
problemas, está todo tranquilo ahora.
—Pero no me gustó que vinieras con eso.
—Está bien, el domingo no la traigo, ¿sí?, vení, dame un
beso, vení.
Y después de un largo beso, Neguinho se despidió de
Eduarda y apenas bajó de la calle, se sacó la camisa que
tanto le molestaba y se dijo a sí mismo, el domingo voy
normal, la ropa elegante es una mierda.
 El sol entraba en todo momento, y de repente todo se
ponía oscuro nuevamente, debían ser las nubes, pensaba
Dinoitinha, que no estaba entendiendo nada más, incluso
con los ojos cerrados sentía la claridad, intentó abrirlos, no
lo logró, extendió los brazos y tocó el colchón, confirmó
que había dormido con su madre, finalmente abrió los
ojos, corrió la colcha de retazos hasta el piso con ayuda de
los pies, bajó, fue hasta la cocina y ahí no había nadie, era
miércoles, día en que su madre hacía limpieza, consiguió
esa changa hacía unos meses, una vez por semana, por lo
menos, volvía con alguna cosa para comer, pero
Dinoitinha no podía esperar, sus hermanos habían ido a la
escuela, fue nuevamente a su cuarto y miró el reloj, era
casi el horario de salida de ellos y por lo tanto el de la
entrada de Dinoitinha, se arregló rápidamente, pantalón
rojo, camiseta blanca, zapatillas Conga azules, tenía
vergüenza, no sabía atárselas, metió los cordones dentro
de las zapatillas, sólo no tenía que correr para que no se le
saliera el calzado, el material estaba en el bolso, se lo puso
en el hombro y salió, pasó por dos callejuelas, saludó a
Celso Capeta que estaba sentado frente a la escuela
tomando una cerveza, se dirigió al portón y esperó la
salida de los alumnos de la mañana, el timbre sonó, se
abrió el portón, empezaron a salir niños, muchos corrían,
algunos empujaban a los otros, enseguida vio a sus
hermanos, pasaron rápido, él les preguntó pero ellos ni se
molestaron en decirle lo que había de merienda.
El timbre sonó de nuevo, era hora de entrar, fue al aula,
el pizarrón todo pichado tenía poco espacio para que el
profesor escribiese, los pupitres buenos eran disputados en
largas discusiones y de vez en cuando surgía alguna pelea,
en todo ese tiempo se perdía una hora de clase, Dinoitinha
150 FERRÉZ
conseguía el peor, no quería discutir por eso, se sentía
desubicado, no sabía ni por qué seguía yendo a la escuela,
si su madre no lo obligase tal vez no iría más, uno de los
profesores una vez conversó con él, era un buen hombre,
se sentó durante mucho tiempo con él y le explicó la
importancia de la escuela, sólo que Dinoitinha no entendió
casi nada, el único recuerdo que le quedó de esa conversa-
ción fue una frase, “el camino menos sufrido para vos, mi
pequeño, es estudiar”. La clase había empezado y una hora
después todavía estaba sentado, mamarracheando el
pupitre y fingiendo entender lo que la profesora estaba
diciendo, el cuaderno abierto, ni una palabra anotada, no
le importaba, después pedía un cuaderno prestado y
copiaba toda la lección de la semana, pasó lo que quería,
sonó el timbre, fue el primero en correr al patio, casi se
cayó por las escaleras, llegó, se metió en la fila y agarró la
comida, el tarrito con leche y chocolate estaba caliente, las
galletas de agua eran pocas, fue a la mesa, le pidió a un
compañero de clase que le vigilara el tarrito, puso las
galletas en el bolsillo del pantalón, entró en la fila nueva-
mente, repitió, fue a la mesa y empezó a comer, juntó el
líquido de los dos tarritos en uno, comía las galletas rápi-
damente, bebió todo, terminó de comer, miró la fila del
almuerzo nuevamente, era inmensa, resolvió correr por el
patio, daba una vuelta entera y siempre paraba cerca del
portón de entrada a la cancha, en la tercera vuelta notó que
la empleada abría el portón para agarrar la manguera,
paró, pasó rápidamente, ya del lado de afuera vio a la
empleada enrollando la manguera, se escurrió por el muro
y corrió a la cancha, apenas llegó, puso el pie en el primer
agujero del muro que daba a la calle y lo escaló, en
algunos minutos ya estaba en la calle 12, el escarabajo
azul abandonado era su lugar preferido, sus hermanos ya
estaban allá.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 151
Modelo salió tarde de esa casilla, le resultaba insopor-
table aguantar esas conversaciones por mucho tiempo,
pintura para el pelo, color preferido de esmalte, y toda esa
charla de mujer, no entendía cómo ellas eran capaces de
perder tanto tiempo con eso.
Nado era su mejor camarada, amigo amigo no tenía, y
no consideraba ni como como hipótesis tenerlo un día,
pero Nado era un compañero muy fiel, Modelo se la
pasaba en su casa constantemente, su madre hacía unos
fideos que eran una maravilla, y la televisión 29 pulgadas
ayudaba a pasar el tiempo.
Modelo, que había ganado ese sobrenombre por estar
siempre arreglado y tener un jopo rubio que todas las
semanas retocaba con reflejos, no perdía tiempo, ya había
sido el novio de las dos hermanas de Nado, y dicho sea de
paso lastimó el corazón de ambas, por eso siempre que
llegaba a la casa de su compañero lo trataban muy bien,
doña Albertina, madre de Nado, se las ingeniaba para
siempre darle un café a ese chico que ella llamaba hijo.
Doña Albertina era muy humilde y trabajadora, sólo
que no era boba, hacía vista gorda al vaivén del hijo y
sabía que esos paseos en moto no eran sólo paseos, en el
fondo sentía que su hijo y sus amigos eran cada vez más
extraños, y como siempre creía que el corazón de madre
no se equivoca, sentía poco a poco la pérdida de su hijo,
horas y horas encerrado en su cuarto, de vez en cuando el
movimiento era tan intenso que él llegaba, recibía una
llamada y salía en menos de diez minutos.
Doña Albertina ya vio varias veces el arma de su hijo,
y la primera vez lo cuestionó, preguntándole por la fina-
lidad de eso, Nado le respondió con otra pregunta, le
preguntó si ella no veía televisión, y le dijo que era cues-
tión de verla sólo un día para saber que en la ciudad de la
152 FERRÉZ
traición no se podía andar desarmado, doña Albertina
hasta intentó discutir con su hijo, citando la paz cristiana
que ella admiraba tanto y ejemplos de buena conducta,
pero los consejos no llegaban a entrar por un oído que ya
salían por el otro.
A Modelo le gustaba la casa de Nado también por los
animales, los dos cachorros eran sus preferidos y se acordó
de cuando Guile llegaba y los hacía correr, le provocaba
un temblor e intentaba controlarse. Guile, como todos
sabían, odiaba los animales, pero frente a Modelo y Nado
nunca osó darle la espalda a ninguno, más allá de que los
niños de la Cohab siempre iban a reclamar que baleó a un
gato, que había pasado con el auto sobre un perro. La
verdad que Guile era un tremendo espíritu de puerco, eso
lo sabía todo el vecindario, y cuando llegaba a la casa de
Nado, tenía que disimular y fingir convivencia con los
animales que tanto odiaba.
Carol había llevado a sus dos hijos a la escuela, el
servicio de transporte escolar no era confiable, de acuerdo
con la conversación que tuvo con su marido, a la vuelta iba
a pasar por el peluquero, hidratación, luces, peinado y tal
vez extensiones, quería conseguir un lindo pelo largo, a
pesar de que se lo había cortado bien corto hacía menos de
un mes, pero el gasto no la asustaba, Mendoça estaba
asegurado, sus negociados en la policía le garantizaban un
buen rendimiento.
Había dormido demasiado, eran más de las diez de la
mañana, un puto gargajo, salió escupiendo y tiró todo en
el lavabo, el líquido pegajoso bajó todo junto, se miró al
espejo, estaba pelado, con pelos largos a los costados, se
acordó del gel, lo pasó por los laterales, se manchó la
oreja, puta, tenía que buscar una toalla, se lavó la cara,
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 153
orinó y fue al cuarto, buscó una camisa blanca limpia, pero
no la encontró, agarró los anteojos oscuros de encima de
la cómoda, los puso en el bolsillo de la camisa verde que
odiaba, se puso un pantalón y fue a buscar un par de
zapatos lustrados, fue antes al garaje, entró al auto de su
esposa, puta, ella se había llevado el suyo, la barriga le
tocaba el volante, metió la llave y encendió el auto, el auto
era gasolero, mientras lo calentaba iba a buscar los
zapatos, intentó agacharse para acomodar el asiento y se
golpeó la cabeza con la bocina, con el susto dio un salto,
se acordó de Diomedes, siempre leía historietas de ese
detective que era muy torpe, se le dibujó una leve sonrisa,
desistió de ajustar el asiento y fue a buscar los zapatos.
Suerte, casi se olvida el arma y el paquete con cocaína
que le había comprado a Modelo, los presos iban a ponerse
locos si el comisario Mendoça no llevaba la única cosa que
calmaba a la prisión.
Régis caminaba ese día, nada de apuros, había apagado
los dos celulares y estaba con un aire pensativo, pero
enfrente Dinoitinha y sus hermanos estaban jugando con un
escarabajo azul abandonado, los tres entraban por la
ventana y la puerta del auto y fingían estar conduciendo,
Régis paró por unos instantes y empezó a mirar a los
pequeños, Dinoitinha, el menor, debería tener como
máximo seis años, Régis ya se lo había encontrado en varias
terminales de ómnibus, en la terminal Santo Amaro, hasta
en la terminal Bandeira, los otros dos eran un poco más
grandes, uno debería tener unos siete años y el otro nueve,
Dinoitinha era el único que pedía dinero por esos lugares.
Régis se veía en ese momento ahí, se acordaba de toda
su infancia, el volante de un escarabajo era el pasaporte a
sus aventuras, su padre había cambiado un viejo volante
154 FERRÉZ
por uno deportivo, y Régis jugó con el artefacto durante
años, hasta que un niño vecino se lo robó.
En ese momento en que Régis estaba parado, pasó a su
lado un muchacho con una bicicleta también azul, que
traía dos cajas de madera, una atada adelante y otra atrás,
Régis se acordó que ese muchacho vendía panes y lo
llamó, el muchacho paró, fue hacia él y le pidió diez panes
de coco, el muchacho le dijo que el precio era R$1,00 y
empezó a embalar los panes, Régis pagó, agarró la bolsa y
lo llamó a Dinoitinha y a sus otros hermanos, cuando sacó
los primeros panes de la bolsa y se los dio, enseguida se
acercaron más niños y niñas, dejó la bolsa en sus manos y
al instante no había más panes de tantos niños, Régis miró
esos rostros y prometió la próxima vez comprarles a los
que no ganaron ninguno.
Dinoitinha y sus hermanos entraron al escarabajo y
empezaron a comer los panes ahí adentro, el pan azuca-
rado era la mejor cosa que habían comido en meses, Régis
volvió a caminar y extrañamente le vino el rostro de
Modelo, al principio estuvo medio confuso, después le
cayó la ficha, porque el muchacho estaba montando un
punto de drogas al final de Jardim Novo, y Régis, como
era loco por los niños, no admitía la venta de drogas en la
quebrada, tenía ganas de mandar a avisar que si persistía
con la idea, iba a tener graves problemas, pero era mejor
quedarse quieto, al fin y al cabo la quebrada siempre
producía eso y después él consumía, sabía que personas
como Modelo habían entrado en el ritmo del barrio, y
como recompensa siempre quedaban para él siete palmos
de tierra. Continuó y sabía que era mejor no quedarse vaci-
lando cerca del Jardim Novo, pues por lo que le habían
informado, Modelo y sus amigos estaban ganando estatus
de peligrosos, debido a algunas muertes que habían
promovido con la ayuda de la policía.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 155
Estaba muy frío ese viernes, Lúcio Fé odiaba vivir en una
casilla de madera, el viento helado le entraba por las ranuras,
cuando hacía calor las tejas calentaban toda la casilla, cuan-
do llovía las goteras eran la atracción, terminó de ponerse la
zapatilla en el pie derecho, ya tenía el nudo, solamente se la
puso, agarró la campera de jogging, fue al cuarto de la
abuela, abrió el cajón y encontró la gorra, se puso la capucha
de la campera encima, palpó la pistola en la espalda, besó la
imagen de Jesús colgada en la cocina y salió.
La calle estaba calma, Lúcio Fé no sabía por dónde iría,
sólo quería andar, el frío lo inquietaba, pensaba en ponerse
de novio, pero cuando llegaba ese momento nunca estaba
seriamente con nadie, bajó por la calle principal y entró por
la callejuela de enfrente, esquivó el chorro de agua que salía
de la pared del bar, giró a la izquierda y luego a la derecha,
saludó a algunas personas, no estaba bien con la vida, pero
no quería buscar pelea, llegó al punto final, paró frente a la
padaria, pensó en tomar un ómnibus, tal vez ir hasta la
terminal y volver, decidió que no, sería patético, empezó a
caminar nuevamente, notó una pareja besándose, le dio
asco, no los quería ver más, apresuró el paso, llegó a la calle
del colegio, el turno noche estaba saliendo, puta, era todo lo
que quería evitar, una parva de adolescentes sonriendo y
conversando, lanzándole a la cara que él, con apenas 20
años, también debía estar estudiando y no vagando por las
calles, se puso la mano en la capucha de la campera, se la
sacó, pensó en pasar por la casa de Andressa, una historia
que duró seis meses, cuando llegó a la calle, dudó, se quedó
parado por unos segundos y prosiguió, la calle estaba
movida, los alumnos entraban a sus casas, apenas llegó
frente al portón vio una pareja, ella estaba con un sweater
azul, el chico con campera de cuero, la moto parada
enfrente sobre la vereda, se acordó que cuando salía con
156 FERRÉZ
Andressa tenía una, decidió desviarse, fue al otro lado de la
calle, giró y bajó por la paralela, no tenía ninguna noción de
a dónde ir, resolvió sentarse ahí mismo, eligió un poste para
apoyar la espalda y puso los codos en las rodillas, la pistola
le incomodaba, pero no se iba a levantar, se acordó de una
canción, un ex amigo la cantaba en todo momento, “los
viernes no hay nada para hacer, ¿cómo puede pasar eso? Ni
el rock n’ roll me puede ayudar…”, pero nunca se acordaba
de la letra entera, Maurão se la cantaba a él en la puerta de
la escuela, durante dos años la misma letra, y no logró
memorizarla entera, lo quería a su amigo, era inteligente,
andaba con un punk llamado Bill, el punk también era muy
inteligente, vivía diciendo que el sistema controlaba a todo
el mundo, los dos eran mucho más que él tal vez, siempre
discutían variados asuntos, sin límites, las conversaciones
invadían las clases, el tema que el profesor traía siempre
parecía muy distante, Lúcio Fé extrañaba la escuela, a los
amigos, a las chicas con las que iba atrás del tanque de agua,
se acordó, “de nuevo es un viernes 13, pero una vez por la
red Globo, los viernes no hay nada para hacer, ¿cómo puede
pasar eso?”, un poco de cada parte, tal vez algún día la
recuerde entera, era una linda canción, miró el reloj, 11h20,
el sweater tenía algunos brillos, notaba el rocío reflejado
por la luz del poste, tenía ganas de abrazar a alguien, sólo
que no se acordaba de nadie, se levantó, decidió volver,
pasó frente a la casa de Andressa nuevamente, no tenía más
moto, no tenía más a nadie, bajó, un Opala viejo aceleró,
Lúcio llevó la mano a la pistola, pero el auto pasó, suspiró
y dijo el padre nuestro, se había olvidado, salió de su casa
sin la bendición de su abuela, llegó frente a la escuela
nuevamente, las puertas cerradas, el muro alto, decidió
intentar saltarlo, apoyó el pie en la cerradura del portón,
tomó envión y se tiró, lo logró, estaba adentro, caminó por
la escuela, estaba como antes, hasta el color de las aulas, el
tiempo no era tan cruel, pasó por la puerta de cada aula,
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 157
sabía que había un guardia que vigilaba la escuela de noche,
pero debía estar durmiendo, porque no oyó a nadie, llegó al
patio, se sentó en el lugar donde siempre tomaba la
merienda, el tarrito azul lleno de chocolate con leche, la
mayoría corriendo en lugar de comer, pero él no se daba ese
lujo. Lúcio Fé no tenía mucho para comer en su casa,
durante el recreo, como todos le decían, era su hora de
comer, sacó el envoltorio del bolsillo, abrió la billetera,
sacó una tarjeta de teléfono, notó el dibujo, dos señoras
negras, una hasta se parecía a su abuela, la otra sostenía un
pote con flores, la dio vuelta, la frase destacada decía
lavado de la escalera de Bonfim, salteó el texto que seguía,
miró más abajo y vio el nombre de la serie, era Conciencia
Negra, se prometió algún día coleccionar alguna cosa, sacó
un pedazo de papel donde anotaba los números de sus
amigos, abrió el paquete, con la tarjeta separó unas líneas,
enrolló el papel en forma de sorbete y empezó a aspirar un
polvo blanco.
Era el día, José Antônio tomó el primer trago de café,
tuvo ganas de escupirlo, estaba sin azúcar, la miró a
Juliana, al vestido de flores, el pelo todo despeinado, reco-
noció a la luchadora que siempre estaba a su lado, se
acercó a ella, la abrazó, ella sonrió, él cerró la puerta y
salió, la calle estaba vacía, las luces de los postes encen-
didas, dos personas en la parada. José esperó 15 minutos,
entró al ómnibus, tomó el transporte, el viaje fue rápido,
fue todo el viaje de pie, el conductor era prudente, notó la
cantidad de personas y no paró en ninguna otra parada
hasta la terminal Bandeira1, fue por el mismo camino que
1 Terminal de ómnibus del Centro de San Pablo.
158 FERRÉZ
la mayoría, subió la escalera rodante, caminó, llegó a la
Fuerza Sindical2, se puso en la fila, número 293, un señor
frente a él se quejaba, no había llevado una frazada, fue
cuando notó que varias personas delante suyo estaban
durmiendo, el sol era tímido, la zapatilla agujereada no le
daba más vergüenza, estaba de igual a igual con todos los
de ahí, pantalones de jean gastados, camisas blancas con
cuellos levemente amarillos, sin dudas producto de años
de caminatas en busca de empleo, dos horas después no
había dado ni siquiera un paso, empezó a sentir hambre.
Golpeó la puerta por segunda vez, enseguida ella abrió,
la sonrisa le entraba en su corazón, le dio un gran beso y
un fuerte abrazo, Eduarda estaba con una remera rosa,
cinto combinando y un pantalón azul, el pelo trenzado le
gustaba mucho a Neguinho da Mancha na Mão, él la tomó
por el brazo y ella le dijo que ya le había avisado a su
mamá, podían ir al shopping.
Estacionó la moto cerca de la tercera puerta, el lugar
era uno de los más tranquilos que Neguinho había visto,
conocía solamente el patio de comidas, ahí fue que se
encontró con una banda para una reunión, ahora ese lugar
tenía otra intención, andaban de la mano por el corredor.
—¿Vos ya viniste antes acá, Negrita?
—Dios, amor, te agarraste la costumbre de llamarme
Negrita, y soy bien blanca.
—Qué importa, es el cariño, mi negra.
—Ok, sólo vine acá una vez con mi mamá.
2 En Brasil existen dos grandes federaciones –i.e., asociación
sindical de grado superior que reúne al menos 5 sindicatos repre-
sentativos de profesiones idénticas, similares o conectadas–: CUT,
Central Única de los Trabajadores, y la Fuerza Sindical.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 159
—Bien, vamos a ver la feria.
Dentro del patio central del shopping había una feria de
artesanías, Eduarda y Neguinho miraron los cuadros,
pensaban en comprar almohadas y hasta alfombras, quién
sabe cuándo armarían su propia casa, Eduarda sonrió con
la insinuación de algo más serio, tal vez hasta un compro-
miso, Neguinho da Mancha na Mão cortó la conversación
que para él ya estaba yendo mucho más allá, mostrando
unos angelitos hechos de masilla, Eduarda agarró una de
las casitas con su signo, dentro de la casitas de cartón
había un angelito, Neguinho da Mancha na Mão buscó su
signo y se espantó cuando agarró y vio un ángel rubio, le
preguntó el precio a la mujer, sacó el dinero para uno sólo
y pagó, Eduarda le preguntó si él no iba a llevarse uno, la
respuesta fue seca.
—¿Desde cuándo un negro tiene un ángel rubio?
El patio de comidas estaba lleno, la hamburguesa
acompañada por papas y un refresco para él fueron sufi-
cientes, Eduarda comió un pan de queso y tomó un jugo de
naranja, se quedaron conversando unos minutos y deci-
dieron ir a comprar la entrada para la película, Neguinho
se levantó primero, miró a Eduarda de frente y no supo
decir si eso era amor, pues nunca supo bien lo que esa
palabra significaba, entonces llegó a la conclusión de que
tal vez lo que sentía por Eduarda fuese simplemente lo
contrario de lo que sentía por sus enemigos.
Capítulo 9

La muerte es un detalle
 Encapuchado, el obrero del Estado, llamado popular-
mente pé-de-pato, decide si el niño vive o no, más allá de
que la respuesta para los otros 34 que ya mató haya sido
no, él finge que todavía decide, el semblante de la pequeña
criatura que está frente a él es de total pavor, los ojos bien
abiertos, las pupilas dilatadas, las lágrimas contenidas y
resecadas en la retina no hacen menor diferencia para el
alguacil de vidas, antes condecorado por el Estado, ahora
estimulado por el conductor del programa policial, que
dice con voz imponente que todo es culpa de los
hambrientos bandidos. El pé-de-pato, que es un juez acep-
tado por padres que se parecen a los padres del niño
condenado, está estimulado todo el día y encima tiene en
su cabeza lo último que dijo el conductor, tiene las escenas
grabadas en su mente, la escena de la señora de 72 años
que prueba frutas y legumbres tiradas en el CEAGESP,
tiene la escena de la familia entera que vive comiendo
calabaza porque un camión volcó cerca de su casa y
agarraron lo que cayó, en ese caso calabazas, él guardó
todas las imágenes, el conductor gritó con vehemencia
–los bandidos allá, comiendo bien, los trabajadores
pasando hambre, y ellos en la cárcel, comiendo bien. Él
engatilla, está aceptado por el mismo pueblo oprimido que
él juzga y condena, tiene en su mente lo que repiten hace
años, que la culpa es de ellos, de raza inferior, la raza que
roba, que secuestra, la raza que mata, la raza que no sigue
las leyes de Dios, la raza que tiene que ser exterminada.
Lo que Valdinei dos Santos Silva no sabe es que el
conductor gana 200 mil reales para culpar a alguien, lo que
Valdenei, vulgar pé-de-pato, no sabe es que ese mismo
conductor trabajó en la red de televisión que más contri-
buyó a la miseria de su pueblo, lo que Valdinei, vulgar
164 FERRÉZ
justiciero, no sabe es que ese conductor también robó
cuando dirigía la empresa de su propio padre, pero cuando
la élite roba no es hurto, es desvío, es malentendido, es
mala administración, es enfermedad y necesitan ser
tratados en clínicas.
Valdinei dos Santos Silva cumplió su misión una vez
más, cuando era pequeño su sueño era jugar a la pelota,
pero él no notó los botines que su víctima usaba, el sueño
de ese pequeño caído ahí frente a él era el mismo, pero
después cambió, quería ser famoso, ser parte de un plan
espectacular, tener un prontuario que le garantizara algunas
lindas novias, cambiar tiros con los policías que usan
marcas elitistas como patrocinadoras, los mismos policías
de GOE que viven en los gimnasios de la clase media.
El sueño de jugar a la pelota lo cambió y ahora venía
en forma de una moto Twister y unas zapatillas Nike Shox,
al fin y al cabo el pequeño también quería tener su patro-
cinador, ya que no tuvo ni apoyo materno.
Los amigos del pequeño no le escapan a la regla, Dinho
muerto por la ROTA con 16 tiros en la espalda. Nando y
Ghóez no tenían dinero, Nando murió al instante, el ciuda-
dano de clase alta que conducía la Cherokee se asustó con
los tiros y pasó por encima de su cabeza, Ghoéz murió un
poco después en el patrullero de la Civil, no soportó los
golpes, pero murió mudo, no abrió la boca para cagar a
nadie. En el hospital murió Paulo, soñaba con ser profesor
un día, pero no tenía dinero para arreglar con los homens
de la DHPP. Flores blancas y amarillas fue lo que tuvo en
su entierro Tonho, volvió baleado y sin los sacos de
dinero, una semana de cama y su corazón no aguantó. Para
Denis, y para el hermano de Azeitona muerto a manos de
la GARRA, había flores de varios colores en la tumba.
Leandro no concretó el sueño de escuchar una letra suya
de rap por la radio, murió en un supuesto intercambio de
tiros con la ROTA, una pena que estaba desarmado, se
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 165
llevó la desventaja. Por el sueño del auto del año, ahora
Rod asusta a las niñas que le ven las piernas delgadas en
la silla de ruedas. Sospechado de actividades de justiciero,
lo ocurrido con el amigo Charles fue mucho peor, se
quedó tetrapléjico. Un día, viendo televisión, vio el rostro
deformado de un amigo de la infancia, las manchas de
sangre del asfalto cuestan salir, pensaba el pequeño, son
tantos nombres que sólo un día de los muertos1 no alcanza,
el auto fúnebre pasa todo el día y el pequeño tenía miedo
de los hombres del IML, lanzaba figuritas con su amigo
Anderson, el dueño del auto estaba armado, le dio un tiro
en la mano y después en su cara. Por la Zona Este estaba
Roni, tiro de punto 40 en el cuello y en los ojos. Otro
amigo fue Alan, que se llevó la peor en un tiroteo con la
seguridad, en el Pollo Frito. Comió torta en la casa de
Juca, después mataron a la tía y a la prima del amigo, la
disputa por el control de la boca no dio tregua, no habían
dejado de disparar ni para socorrer a las dos víctimas de
balas perdidas. Ahora viendo el caño del revólver frente a
él el pequeño ve cuando tenía seis años, jugaba con
Rodriguinho, el mismo que años más tarde cayó de la
moto Sahara con un tiro en la espalda, el DSV no se ahorró
municiones, el policía quería acción. Todo día 1 de
noviembre es Día de Todos los Santos, las iglesias viven
llenas, pero no tanto como al día siguiente, pues el día 2 de
noviembre el cementerio São Luiz2 bate todos los records
de personas.
Vivió con todo eso, vio cada caso de derrota personal-
mente, vio cada llanto de madre, vio cada desesperación
de padre, pero igualmente quería tener lo que no tenía,
1 El 2 de noviembre se celebra el Día de Los Muertos en Brasil.
2 Cementerio São Luiz, está localizado en el barrio Jardim São Luis,
periferia, zona sur de San Pablo.
166 FERRÉZ
soñaba con ser conocido, temido, quería también lo que
ellos sólo alcanzaban después de la muerte, el comentario
de los vecinos de que estaban locos por intentar todo eso,
ser eternizado como un loco o como un ladrón era mejor
que ser recordado como un don nadie de la calle. El justi-
ciero cumplió su papel, el buitre que el Estado aplaude
cumplió su obligación, otro bandido apareció caído por la
mañana, con los brazos abiertos, sin camisa, con botines,
con un shortcito azul de cordón blanco, con las piernas
estiradas, el rostro de costado, la sangre ya endurecida
mezclada con el barro, quien mirase de lejos juraría que
era solamente un niño, que debía tener muchos sueños.
Régis estaba impaciente, estacionó el auto que tomó
prestado de Mágico debajo de un árbol, el lugar tenía
mucho movimiento, los autos que estaban junto al suyo tal
vez eran de ellos, ninguno los diferencia de las personas
consideradas normales, para él son todos desgraciados,
pagando cada uno a su manera el precio de sus vidas
aparentemente normales, dueños de locales, banqueros,
doctores, sobrevivientes a costa de la miseria ajena, toman
el 20 por ciento de la doña que tanto necesita ese dinero,
sacan dientes que podrían salvarse, pero como la doña que
está en la silla come harina, entonces no tiene importancia,
el Estado protege las sociedades contra los delincuentes,
pero para Régis lo correcto sería aceptar que él y los que
conoce son delincuentes por necesidad, por también
querer participar de las mejores cosas de la vida, al fin y al
cabo siempre sentía que lo peor no era no tener, y sí saber
que nunca tendría, varios autos, algunos con calcomanías,
“derecho”, “odontología” y debajo el nombre de la
facultad, Régis se sentía un héroe, estaba jugando bien el
juego del capitalismo, el juego era recaudar capital a cual-
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 167
quier costo, al fin y al cabo los ejemplos que veía lo inspi-
raban aún más, enemigos que se abrazaban en nombre del
dinero en la Cámara Municipal y en la Asamblea
Legislativa, enemigos que se abrazaban en el programa de
domingo por la venta del nuevo CD, los ejemplos eran
claros y visibles, sólo no los veía el que no quería.
Régis miró a la madre y al niño que hacía un enorme
esfuerzo por pedalear la bicicleta, el muro blanco dividía
los vivos de los muertos, del lado de allá las tumbas, él no
entendía cómo siempre hacía eso, imaginaba los rostros y
empezaba a inventar vidas para esos rostros, enseguida
esos rostros con vidas tenían cuerpos, definía la altura de
cada uno, su etnia, el estado de salud, creaba personas
diferentes, algunos fuertes, otros gordos, otros eran
delgados, algunos eran pobres, otros trabajaban y se
cansaban desde la mañana a la noche, sin que les sobrara
tiempo para las prácticas religiosas, otros estaban en las
iglesias más de 15 horas, creaba personas que cuando el
cuerpo dependía del salario no serían juzgadas por otras.
Para esos seres que creó, pensó en historias, cada uno tenía
la suya, sin dudas uno tendría una historia parecida a la de
él, Régis empezó a recordar la ropa recibida como limosna
que le daba tanto dolor, de su padre llegando nervioso y
golpeando a su mamá, siempre la misma rutina, y siempre
nuevas lágrimas, su infancia salía a la superficie nueva-
mente, enseguida todas esas personas que había creado en
su mente desaparecieron, quedó solamente un niño en la
oscuridad, un niño con los cuadernos debajo del brazo,
enseguida una luz que se encendía, el niño comenzaba a
caminar, tal vez fuese a la escuela, pero tal vez no, el niño
se arrodilla en el medio del camino, y encuentra una cruz
dorada, la coloca en el bolsillo y mientras camina reza
para que haya clases, no quiere llegar a casa temprano, no
quiere tener que pasar más tiempo con su familia.
168 FERRÉZ
Régis decide caminar, todo ese pensamiento y todavía
no había dado ni un paso, decide parar de viajar, pasa
frente a una vidriera y se detiene, enseguida empieza a
notar que la suerte del pobre es poder sacar un nuevo
crédito, el rico bien nutrido vive donde le conviene, se
entrega a la devoción de la misa del domingo, después
cobra las cuotas, le hace pagar al pobre el triple del valor
por no poder juntar el dinero para pagar al contado, se
imagina al rico agradeciendo a Dios por todo lo que tiene,
Régis sabe que en el fondo los ricos alientan por la degra-
dación, porque ellos reinan en la miseria, ellos saben
administrar las dificultades, ellos creen que Dios es un
gran empresario, al diablo lo juzgan como un ex socio
fracasado, los ángeles y sus ojos son representantes
comerciales, el pobre es un juguete de alma pecadora que
mira a Jesús crucificado en la cruz todo lastimado y se
identifica con el sufrimiento. Régis se pasa la mano por la
cadenita que Eliana le dio y agarra fuerte la cruz que está
en ella, la lleva a los labios y la besa.
Auxiliadora salió del servicio temprano ese día, extra-
ñaba muchísimo a Paulo, todos los días era así, sólo saber
que estaría lejos de él y le daban ganas de llorar, pero
decidió que antes de pasar por la iglesia iba a ir a visitar a
su ahijada, recordaba los bucles dorados de la pequeña, los
hilos que parecían de oro le cubrían toda la cabeza y eran
lindos, los ojos eran dos piedras preciosas, ella andaba con
ganas de tomar el café de la comadre y, si tenía suerte, tal
vez hasta comería un pedazo de torta de zanahoria que
sólo doña Maria Luiza sabía hacer.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 169
Se despertó, se lavó los dientes, tomó media taza de
café, sacó la alfombra y se sentó en ella como hacía todos
los días, la espalda apoyada en la pared, los ojos fijos en los
dibujos matinales, Los Angelitos, Tom y Jerry, y X-men
evolution, esperó a que terminara la última historia, se
levantó, saludó a su madre que lavaba la ropa en el lavadero
que estaba cerca del baño, aprovechó y dijo que iba a salir.
Modelo era así, en un pestañeo resolvía llevar adelante
la acción, fue así cuando estaba tomando café hacía pocos
minutos que decidió que iba a matar a Sem Janta, al final
la noche anterior lo había encarado en la puerta de la
pizzería del Valo Velho, entonces tomó la decisión con el
último trago de café, las escenas de Wolverine pegándole
a los soldados de la SHIELD aún estaban en su cabeza, iba
a acercarse igual a Sem Janta, la 380 mm estaba cargada,
ahora era cuestión de encontrarlo.
Régis no quería más comentarios, una vez más los
nombres de los niños del nuevo bando habían sido citados,
esa vez uno de ellos había matado a Sem Janta, los niños
se estaban volviendo peligrosos, Régis sabía lo que eso
representaba, y el lío que vendría ya era predecible,
porque ellos no eran colectores, ni ladrones, estaban atrás
de la fama, eran los típicos niños para quienes el dinero
estaba en segundo plano, en primer lugar provocaban
miedo, y la boca que mantenían en el Jardim Novo les
daba la estructura para las armas y medios de conducción
para continuar matando.
Régis ya era un experto en el juego y sabía el final de
todo eso, sabía que el malandraje no respeta a quien
quiere fama, y también que el miedo es un peligroso
enemigo para quien lo promueve.
170 FERRÉZ
Aninha se despertó ese 29 de julio con los párpados
pesados, había dormido mal a la noche, en el cajón de
verduras que le servía de mesa, un tarrito de árnica, los
dolores en la muñeca eran constantes, sacó la tapa, se
desparramó el líquido por la muñeca izquierda, se refregó
los dedos, y enseguida repitió el acto en la otra muñeca,
sabía que la causa de los dolores eran las armas que mane-
jaba. Se levantó, fue al baño y se limpió, agarró la remera
blanca que estaba colgada en un clavo y se cubrió la piel
pálida, se miró al espejo y no le gustó lo que vio, fue al
lavabo, agarró el cargador del celular, lo desenchufó,
revisó el celular, vio si había un mensaje, ninguno, decidió
llamar a Mágico, al fin y al cabo casi era la hora de encon-
trarse para la reunión, tardó en atender, pero atendió, habló
rápidamente, ella debería ir a la casa de Lúcio Fé, pues los
otros también estarían allá.
Lúcio Fé estaba despierto hacía algunas horas, impa-
ciente, había aspirado todo el polvo que había comprado la
noche anterior, los ojos bien abiertos miraron toda la
casilla, pensó en hacer un café, pero se acordó de todo el
proceso y lo venció la pereza, se sentó en el viejo sofá,
tomó la pistola de la cama, revisó la munición, de repente
notó un grieta de luz que venía del tejado, el agujero por
donde pasaba el sol con toda su fuerza había sido hecho
por él un día antes, no recordaba por qué había disparado
al propio tejado, sólo que ahora esa grieta de luz le moles-
taba, corrió la cabeza pero de cualquier manera la luz lo
alcanzaba, insultó a los gritos y salió del sofá, siguió con
la pistola en la mano. Mágico ya le había informado que
todos iban a reunirse en su casa, pero hasta ahora nadie
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 171
había llegado, la espera lo hacía rascarse la cabeza en todo
momento, unos minutos más y las heridas volverían, el
deseo por la cocaína lo ponía nervioso, se sentó en la
cama, se puso las zapatillas que más le gustaban, si
pudiese tendría unas mucho más caras, agarró la ropa que
debería usar en el banco, estaba en bolsas de plástico, la
ropa llamada elegante sport no le gustaba, pero última-
mente hacía muchas cosas que no le gustaban.
Celso Capeta estaba en su quinta cerveza, unos pasos
más y estaría en la casa de Lúcio Fé, decidió quedarse un
poco más en el bar, el bolso que llevaba estaba lleno, la
ropa que iba a usar en el asalto era voluminosa, principal-
mente el blazer, respetaba mucho a Mágico, pero pensaba
que estaba exagerando con eso de entrar al banco con
buena ropa, todo bien, al fin y al cabo el motivo de su tarea
era el dinero, el resto era un detalle, pidió otra cerveza,
Neco lo estaba mirando medio desconfiado, nunca lo vio
empezar a beber tan temprano, le preguntó si iba a viajar,
Celso lo miró fijo y no le respondió, solamente le pidió un
vaso más grande, Neco sabía que había dado un mal paso,
y para corregirse le dijo que había terminado de fritar unos
torresmos, Celso también decidió amenizar la situación y
le dijo que quería una porción con limón.
Neguinho da Mancha na Mão tocó el timbre por
segunda vez, vio que el bello rostro de Eduarda aparecía
por la ventana del living, abrió la puerta, enseguida le dio
un largo beso en la boca, a ella le pareció raro el horario
de visita y la respuesta que recibió le agradó mucho, extra-
ñarla era la bella palabra, Neguinho le preguntó quién
172 FERRÉZ
estaba en la casa, ella le dijo que nadie, él entró, se sentó
en el sofá y Eduarda fue a buscar café a la cocina, volvió
diciendo que sus padres estaban trabajando, Neguinho
sacó la cucharita y tomó el café de un trago, enseguida le
tomó la mano a Eduarda y notó la minifalda, no despegó
más los ojos de sus piernas, ella empezó a ponerse colo-
rada y le preguntó qué estaba mirando, Neguinho se le
acercó y le dijo al oído que ella estaba hecha un placer,
Eduarda se levantó del sofá y tomó la cucharita para
ponerla en la pileta, cuando estaba entrando a la cocina fue
abrazada por atrás, le pidió a Neguinho que parara, pero
con la manera de pedírselo no lo convencía, él subió la
mano izquierda por su barriga y le empezó a mordisquear
la nuca, Eduarda puso la cucharita en la punta de la
mesada y se relajó, Neguinho subió más la mano izquierda
y le agarró los pechos, con la mano derecha palpó la cola
de Eduarda, enseguida la giró y empezaron a besarse,
Neguinho mientras se besaban tomó la mano de la chica y
se la puso encima de su pantalón, ella la sacó rápidamente
y casi paró de besarlo, Windsor, como ella le decía, la
agarró nuevamente y en una nueva embestida le subió las
manos por la pollera y le tocó las nalgas, en seguida
comenzó a ir al living sin parar de besarla, Eduarda se
sentó primero y él se arrodilló frente a ella, le sacó la
bombacha y ella del dijo que no estaba preparada,
Neguinho le dijo que iba a hacerle otra cosa, que se podía
quedar tranquila, le sacó la bombacha y hundió su boca en
la gruta ya mojada, y enseguida empezó a mover la lengua
ahí adentro, Eduarda no sabía si abrir más las piernas o
cerrarlas, estaba espantada, pero era muy placentero,
cuando el compañero aumentó el ritmo ella no aguantó,
soltó un delgado grito, sin dudas había gozado, nunca
había sentido nada parecido, Neguinho apenas sintió la
concha húmeda se levantó y le pidió a ella que bajara,
Eduarda obedeció y se asustó del tamaño del miembro de
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 173
su novio, antes sólo lo había tocado por encima del
pantalón, levantó la mano derecha y empezó a moverlo,
Neguinho le dijo que así no era, y le pidió que abriera la
boca, Eduarda sabía lo que su compañero quería pero no
tuvo coraje de retrucar, él la guió y le puso el pene en la
boca y empezó a moverse hacia adelante y hacia atrás,
agarró la cabeza de su novia como apoyo, Eduarda inten-
taba evitar que la cabeza del pene llegara a su garganta,
pero era imposible, los movimientos de Neguinho eran
fuertes, cuando ella sintió el glande hinchándose más
intentó retroceder, pero él le sostuvo la cabeza y le hizo
sentir cómo el líquido caliente se escurría por su garganta,
se quedó unos segundos más con el pene en la boca y
después la sacó, Eduarda se levantó rápidamente e intentó
hablar, pero el semen la hacía atragantarse, fue al baño, se
enjuagó la boca, después volvió diciendo que Neguinho se
estaba volviendo loco, él la agarró y le dio un beso fuerte,
al instante le dijo al oído que estaba loco, pero loco sólo
por ella.
Neguinho le pidió otro café, Eduarda fue a buscarlo, él
encendió el primer cigarrillo del día, ella volvió con el
café y le preguntó a dónde tenía que ir, Windsor bebió
rápidamente y dijo que tenía que ir a la casa de Lúcio Fé,
ella le dejó en claro que él no debería envolverse en nada
con esos amigos, Neguinho le dijo que no era nada, le
explicó que sólo iba a dejar una moto en el estaciona-
miento cercano, y tal vez hasta hiciera algún dinero, a
pesar del rostro de insatisfacción de Eduarda, le dio el
último beso y salió.
Régis abrió los ojos, sabía qué día era, si todo salía
bien, el día 29 de julio sería una fecha relacionada a la
palabra estrategia, miró a su lado y no la vio a Eliana,
174 FERRÉZ

como siempre el ruido en la cocina indicaba que ya había

empezado con sus tareas, nunca había visto una mujer tan
trabajadora como ésa, tal vez fue por eso que se había
casado, y con diez años de casamiento nunca había visto
la casa sucia, siempre toda arreglada, Eliana incluso
enferma dejaba todo una pinturita, parecía hasta que
estaba esperando visitas, más allá de que nadie nunca los Capítulo 10
fuese a visitar, tanto Régis como ella nunca se llevaron
bien con sus parientes, ambos se irritaban fácilmente, no
aguantaban sus preguntas y no se identificaban con ellos, En la tierra de la desconfianza
Régis por un tiempo hasta intentó ser amigo de un primo,
pero enseguida se desentendieron y casi se mataron. Se
levantó, fue al baño, se lavó, se puso una camisa azul y fue
a la cocina, le dio un beso en la mejilla a Eliana y le
preguntó por Ricardo, ella le respondió con calma que ya
estaba en la escuela, fue así que Régis recordó que era
lunes, agarró el bolso con la ropa que debía usar en el
asalto y lo puso sobre la mesa, pidió un café con leche que
se lo sirvieron rápidamente, enseguida fue al guarda-ropas
y agarró la pistola, se la puso en la cintura, la Uzzy y los
dos fusiles ya estaban en la casa de Lúcio Fé y era allá
donde debía ir a encontrarse.
 Ya había pasado mucho tiempo y hasta ahora nadie
había llamado, si alguna cosa hubiese fallado sin dudas
habría tenido que intervenir, no era fácil para Mágico
quedarse quieto viendo cómo se realizaba todo, pero qué
iba a hacer, sólo sabía trabajar de un lado de la cosa, la
estructura, la estrategia.
Por esos días se había cruzado con Magalí, apenas
dobló por la esquina, fue solamente a comprar pan, ella lo
interrogó que fue una maravilla, por eso no le gustaba
salir, siempre es así, hasta trató de explicárselo a Priscila,
pero no la convenció, Magalí no paraba de hablar, el tema
siempre era el pasado, que vivió cerca suyo, que ayudó a
su mamá a criarlo, que lo vio jugar, presenció sus primeros
trucos de magia, se acordaba de él trabajando en la feria,
que sus trucos baratos le permitían continuar haciendo el
curso de dactilografía e incluso ayudar en su casa.
Mágico fingía oír a Magalí, pero en verdad pensaba en
su familia, cosa rara en esos últimos años. Siempre había
estado muy lejos de sus padres, hacía algunas semanas
había tenido una experiencia que lo hizo pensar mucho en
ellos, tuvo miedo de nunca más ver los ojos de su madre,
tuvo miedo de nunca más pedirle bendición a su padre. En
el fondo, Mágico no los veía con frecuencia, pero sabía
que ellos estaban allá, sabía que si quería podía visitarlos,
sentarse en la misma silla de 20 años atrás, tomar café, y
ayudar a su padre a hacer otra red de pescar. Con más
tiempo tal vez le escribiese una carta a su padre.
“Dios lo bendiga, papá, ¿cómo está? Yo todavía estoy
acá, luchando por el dinero de cada día, ¿sabe, papá? San
Pablo no perdona al que no gana dinero a cualquier costo,
ciertamente es a cualquier costo, papá, muchos por ahí
dicen que estoy rico, que desaparecí por eso, que no los
178 FERRÉZ
llamo…no es verdad, papá, la verdad es que cuando
tenemos algo, después tenemos que mantenerlo, y usted
sabe que Priscila y los chicos siempre necesitan algo más.
Peleo todo el día para darles comodidades a Priscila y a las
pequeñas, al fin y al cabo yo las traje al mundo, mi obli-
gación es darles lo mejor ¿Sabe, padre? Usted siempre
escuchó muchos reclamos de mi parte, ¿no es cierto?, así
es, sé que muchas veces me porté mal, pero en verdad,
usted siempre trató de darme todo, dentro de sus posibili-
dades, sé que la vida es sufrida para todo el mundo, yo sé,
papá, que esa quebrada está cada vez peor, me enteré por
estos días que los chicos andan todos fumando. Papá,
quiero que no escuche los comentarios, quiero que no los
crea, la gente habla de más, y le voy a adelantar que, si
dijesen que ando con Régis, con Aninha y con otros, le voy
a explicar. Estoy armando un negocio, y ellos saben
trabajar de eso, sólo que la gente de por ahí anda juzgando,
por eso que no le importe, estoy con ellos por trabajo,
¿está bien? Papá, acuérdese que usted decía que todo lo
que causa placer también causa dolor, y lo más extraño de
todo eso es que el ser humano sólo se iguala de verdad en
el dolor y en el placer, en el resto sólo se diferencia. Así
fue que fui viviendo, papá, tomando sus consejos y
bordándolos en mi memoria. Papá, en breve estaré ahí de
nuevo, ni bien resuelva las cosas voy a tener más tiempo,
mándele un beso a mamá, hasta luego.”
Mágico estaba impaciente, y lo peor era la mujer que le
hablaba, la padaria no llegaba, él la escuchaba decir que
estaba por ahí buscando empleo, la vida es una gran coin-
cidencia, él prefiere pensar que la vida es una puta mierda,
se distrae de nuevo, Magalí continúa hablando, él intenta
pensar en el asalto, ya pasó el tiempo, están atrasados,
todavía no puede creer que los dejó ir y no quiso ir con
ellos, él sabe que en el fondo no debe confiar en nadie,
pero por otro lado sabe que ellos no serían tan meticulosos
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 179
como para en el momento de la división dejarlo de lado,
justo a él que creó toda la idea, que organizó todo detalla-
damente, la mierda de la padaria está lejos, debería
haberse quedado en casa.
Llegó a su casa, se sacó los zapatos y se vio obligado a
ver la novela, el living siempre estaba vacío, su familia
estaba todo el día afuera, Priscila debería estar trabajando
en el salón de belleza, hace unos días dijo que consiguió
una nueva clienta, la esposa de un comisario que gastaba
horrores, por suerte para ellos, el negocio iba bien, hasta
quería abrir una filial.
Mágico no sacaba los ojos del celular, esperando que
sonara, pero el aparato no emitía ningún sonido, estaba
inmóvil en el asiento de al lado, odiaba las novelas, odiaba
casi todo lo que pasaban por la TV, así que agarró la colec-
ción Los Depredadores y decidió elegir poner un video,
agarró el del leopardo contra el conejito, adoraba ver al
conejito con los ojos bien abiertos intentado correr, una
desesperación enorme, se puso a ver el video y fingía que
estaba en calma, la verdad que entre una imagen y otra
miraba el celular.
Mágico no aguantaba más, fue a la cocina, se puso
nuevamente los zapatos y decidió esperar a los comparsas
en su propia área, decidió llamar a un radio taxi, cinco
minutos después estaba en uno.
Agarró el celular y lo llamó a Régis, nadie respondía,
el celular sólo sonaba, así que llamó a Celso Capeta, nada
tampoco, el celular decía que estaba fuera del área de
cobertura, el taxi estaba saliendo de su barrio y entrando
en la gran avenida, el barrio chic quedaba atrás, pero no
tenía ningún prejuicio de donde había vivido, al fin y al
cabo, si contase todo lo que ya vio, mucha gente vomitaría
sobre el caviar, y después lo iban a querer juzgar, jefe de
cuadrilla, ladrón de bancos, farsante, cualquier nombre le
queda corto, pero Mágico sólo quería lo que todos quieren,
180 FERRÉZ
la mierda del dinero, y al fin y al cabo, cuando la clase alta
recibiese el seguro, iban a entrar todos felices en un yate a
beber.
Celso Capeta se fijó si la hora era la correcta, eran las
16 horas, el dinero todavía estaba todo allá, el auto pesado
iba a llegar recién a las 16.20, por ironía del destino lo que
llenaba el cofre de ese banco era el dinero que serviría para
pagarles a los vigilantes, pero ese día 6 de agosto de 2002
iba a haber cambio en el pago, Celso sabe que varios
compañeros que tuvo ya se habían frustrado al hacer todo
correctamente y al llegar a la sucursal, al llegar a la puerta
de la caja, habían encontrado mil reales, ése era el padrón
de seguridad de los bancos de ahora, por eso la impor-
tancia de tener a alguien como Mágico, donde lo cierto es
la mayor arma, después de la organización.
La réplica de la pistola 380 se puso en acción, Celso
Capeta entró con calma en la sucursal, fingió que iba a
pedirle información al vigilante de la puerta y lo rindió
con la réplica de la pistola, disimuladamente tomó el
control de la puerta y liberó la entrada para Régis y Lúcio
Fé, el vigilante ni pestañeaba, por debajo del uniforme
también latía un corazón, pero Celso sabía que por una
bonificación del salario el vigilante era capaz de tratar de
hacer una cagada, si la hiciese iría a visitar al diablo.
Fuga. La palabra no salía de la mente de Lúcio Fé, no
veía la hora de salir, los ojos y los rostros de las personas
tenían expresión de terror, todo por el maldito dinero, le
habría gustado calmar a una señora anciana, que lloraba,
pero en la guerra no hay tiempo para la piedad, continuó
apuntando con el arma, estaba concentrado en su papel,
sabía lo que tenía que hacer, tenía que comprarse una
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 181
moto, no iba a ser uno más en pedir una máquina de hacer
pañales distribuida en el Programa de Ratinho1, no iba a
llamar a algún conductor y a ganar una casa así como si
nada, su historia no interesaría, su vida, una sucesión de
desengaños, no conmovería lo suficientemente al público,
sólo el banco le haría ganar dinero para comprar la mirada
de las mujeres, la moto sería su triunfo y con ella sin dudas
iban a ver que él está vivo, que está en actividad.
Entró. Fue lindo, llegó con todo, un hombre se movió,
se rascó, por las dudas Régis le dio varios culatazos, cayó,
la sangre se desparramó, lo revisó, no encontró nada más
allá de un aparato, qué tipo idiota, era un celular, Régis lo
vio con atención y vio que ya estaban apretadas las teclas
1 y 9, por poco no llamó a los homens, le dio varios golpes
sin pena, sólo en la cara del muchacho, la donación a
Niños Esperanza no lo iba a salvar a su hijo del hambre si
él no se llevaba el dinero del banco, las mujeres amena-
zaban con gritar, una se desmayó, estaba embarazada, él
continuó pegándole, por Eliana, por Ricardo y por él
mismo. Lúcio miró con rabia a Régis y le señaló el reloj,
el asalto tenía que ser preciso, como máximo 1 minuto y
50 segundos.
1 Programa de Ratinho (1998-2006). Ratinho (Carlos Massa)
conductor de TV en cuyo programa por un lado hablaba de
crímenes, y por otro, invitaba a vecinos de la periferia para solu-
cionar los conflictos en vivo. Asimismo, tenía un sorteo de
máquinas de hacer pañales.
182 FERRÉZ
Dolor. La muñeca le incomodaba, el dolor debía ser
producto de golpear las manos en el volante, Aninha estaba
impaciente, nunca había usado tanto el retrovisor, el tiempo
estaba pasando, para ella era más lento, no paraba de mover
las piernas, estaba a dos cuadras del banco, sacó los ojos del
retrovisor solamente para ver el reloj, sabía lo que estaba
haciendo, tenía hasta asco de pensar en eso, nunca vendería
su cuerpo, moriría tiroteándose por el dinero que el seguro
cubría, el horario correcto, sólo esperaba el tiempo exacto,
tenía ganas de pasar enseguida a la acción, sabía que el resto
iba a ser más fácil, conducir el auto hacia el barrio con los
sacos de dinero, Aninha estaba arreglada, el vestido azul
ahora ya le quedaba cómodo. Volvería sola, Régis, Lúcio Fé
y Celso Capeta volverían en moto, las motos estaban a una
cuadra de la sucursal, Mágico y Neguinho da Mancha na
Mão las habían dejado frente a un edificio.
Corrió. Celso Capeta empujó al vigilante y lo pinchó con
el arma por algunos instantes, ambos subieron los escalones
apresuradamente, entraron en la central de alarmas, sacó el
video que contenía las filmaciones, ése era el momento de
dejar un patrimonio, si un día tuviese un hijo, él no iba a
hacer la fila de la sopa del centro, no aspiraría pegamento
para calmar el hambre, ése era el momento de cambiar su
vida y no tenía ganas de cambiar todo el sueño del dinero
por la realidad de una celda llena, el vigilante a cargo ya
había tirado el arma al suelo y estaba de espaldas, en el piso,
ya sabía lo que tenía que hacer, a Celso le gustó, lo empujó
con el arma y le agradeció la cooperación, sabía que iba a
haber fiesta en el Robo a Bancos2 si fuese ametrallado en la
2 Robo de Bancos. División de la Policía Civil del Estado de San
Pablo.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 183
puerta del banco, enseguida salió de la sala y fue al tercer
piso, se puso a recapitular la estrategia del asalto, Lúcio ya
estaba en el tercero, redujo a dos vigilantes más fácilmente,
la sala de empeños ya estaba siendo vaciada, Celso se llevó
los sacos, dólares, joyas, fue tirando todo rápidamente
dentro de los dos sacos, pusieron a los vigilantes en el baño,
les pidieron cooperación, les dijeron que les interesaba sola-
mente el dinero del sistema.
Bajaron, Régis ya estaba preocupado, estaba al lado del
tesorero y del gerente, les pidió las dos llaves, ninguno de
ellos ofreció resistencia, vieron lo que le hicieron al
muchacho que intentó llamar a la policía, se dirigió al
cofre, la luz roja indicaba que estaba trabado, colocaron
las llaves, ya estaba encaminado, no podía volver atrás,
nunca iba a hacer fisioterapia en la AACD, se tirotearía
con cualquiera que quisiese pasar el límite, el gerente
sostenía una, el propio Régis otra, las giraron, la luz
amarilla indicó que estaba casi liberándose, y en seguida
se encendió la luz verde, el cofre estaba abierto.
Régis miraba al gerente, no le gustó la cara del
muchacho, ese jopo con gel le incomodaba, si fallasen en
ese asalto o por algún motivo algo saliera mal, pagarían
con muchos años de prisión, pero en el caso del banco no,
el seguro pagaría todo, y hasta el seguro saldría ganando,
porque ¿qué haría el seguro si no hubiese asaltos? Decidió
dejar de mirar al gerente, no tenía tiempo para darle unas
trompadas en la cara, agarró los sacos llenos y ordenó la
retirada.
184 FERRÉZ
Mientras el taxi andaba, Mágico pensaba en el dinero
que la gente gastaba, los cantores de pagode, sertanejos,
los jugadores del fútbol que de lejos son los que más
queman dinero, la mayoría de las mujeres con las que
conviven aceptan hasta varios hombres de una vez, es sólo
cuestión de juntar el dinero, es sólo cuestión de hacer una
vaquita y cogerse a la tapa de la revista, se puso la mano
en el pene y vio que estaba duro, entonces miró al taxista,
el hombre usaba anteojos Ray-Ban, Mágico siempre odió
esos anteojos, era el preferido de los pé-de pato.
El taxi estaba llegando a la periferia, vio varias niñas
con bebés en brazos, y una gran cantidad de bares, el auto
comenzó a balancearse, los pozos le avisaron que llegó.
Mágico intentó controlarse, no podía andar divagando
de esa forma, decidió volver a llamarlo a Régis, nada, el
teléfono sólo sonaba, vio la calle donde debería bajar, le
avisó al conductor que tenía que bajarse en la próxima
cuadra, el dueño de los anteojos Ray-Ban paró más
adelante, revisó el dinero y le agradeció.
Mágico caminó dos cuadras y fue al bar de Marrocus.
La verdad es que odia beber, pero apenas entró al bar
ya le pusieron un vaso con cerveza delante, la gente de ahí
eran amigos de mucho tiempo y con tanta insistencia para
beber, terminó aceptando.
A su lado izquierdo, apoyado en la barra, con una
camisa cuadriculada abierta hasta la altura de su ombligo,
y usando un short azul que combinaba con las ojotas, un
señor empezó a hablar con él, el tema estaba durando más
de diez minutos y era específicamente sobre codornices, el
señor al que apodaban Codorninha sólo hablaba de codor-
nices, entre cada vaso de cerveza que tomaba, comía unas
codornices, Mágico sólo escuchaba, Codorninha hablaba
sin parar, después de mucha historia dijo que tenía un
puesto de cigarrillos allá en la última parada del Jardim
Comercial.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 185
Mágico oía atentamente y siempre miraba el reloj, veía
el movimiento allá afuera, estaba loco por ver si Régis
llegaba pronto con el resto de la gente, pero por el
momento nada, mientras tanto Cordorninha ya lo estaba
abrazando, vendiéndole la idea de que las codornices eran
mejor que el pollo, que ese ave tiene innumerables vita-
minas.
Cordorninha era pernambucano, era humilde e incluso
desempleado, sólo vivía del puesto, como no era mise-
rable, era sólo cuestión de acercarse e invitaba la bebida,
apenas empezó la charla con Mágico compró cuatro
codornices y las despedazó con las manos, partió cada una
en cuatro pedazos, insistió en que Mágico comiera, él
intentó evitarlo, pero no podía dejar que el hombre simpá-
tico pensara que lo estaba despreciando.
Empezó a comer un pedazo de pechuga y no le gustó
mucho, Codorninha ni notó cuando fingió que iba a tirar el
hueso en la basura y tiró todo el pedazo. A su lado derecho
tenía un rubio alto, de pantalón y remera blanca, Mágico
pasó los ojos por él y el hombre lo saludó, Mágico
respondió al saludo y el hombre se acercó presentándose
como Alemão Carreteiro, estaba bebiendo un whisky,
también empezó a hablar y pidió dos cervezas más.
La historia de Alemão Carreteiro empezó a intrigar a
Mágico, que hasta se olvidó de volver a llamar a Régis,
según él decía estaba ahí por el momento, más por la tarde
iba a cazar a un degenerado que había violado a una profe-
sora hacía unos días, y había perseguido a mujeres de
varios habitantes de la Cohab, Mágico la estaba pasando
bien, sólo escuchaba, Alemão Carreteiro contaba que
había firmado varios artículos3, que estuvo preso más de
diez años, que tenía un arma 9 mm y dos 38.
3 “había firmado varios artículos”, hace referencia a los artículos del
Derecho Penal que un preso tiene que firmar cuando es acusado de
un crimen.
186 FERRÉZ
Mágico estaba acostumbrado a esas charlas, sólo que
sinceramente no quería tener esas conversaciones ese día,
estaba de buen humor, quería sólo esperar a que Régis y el
resto de la gente llegara y repartir el dinero, quería tener
tiempo para pensar en lo que iba a comprar con su parte,
pero desde que llegó al bar no tuvo tiempo ni para pensar
en lo mínimo en lo que debía gastar, la verdad que Mágico
quería matar el tiempo hablando de algo más positivo y
creativo, pero la charla empezó a ser de cárceles, y Alemão
Carreteiro ya estaba transformándose de acuerdo a sus
historias en un bandidazo, se presentaba para él y
Codorninha como un sujeto peligroso, que mataba por
nada. Dijo que estaba con dos compañeros más ahí cerca,
que estaban para lo que fuera, que el bandido tiene que
morir, fue en ese momento que Mágico lo paró y le
preguntó qué pena había cumplido y qué artículo había
firmado, Alemão titubeó descontento ni bien lo escuchó y
le preguntó si él quería el papel de salida como prueba,
Mágico le dijo que no estaba dudando, sólo escuchando,
pero Alemão Carreteiro no entendió bien, pensó que
Mágico estaba ironizando con sus historias, fue cuando
perdió la línea, empezó a hablar alto, a exaltarse, dijo que
con un llamado podía matar a todos los que estaban ahí, la
gente del bar empezó a prestar atención a lo que era una
conversación y se volvió una discusión, de repente dejó de
gritar y pidió otro whisky, en eso vino un niño y tirándole
de la ropa a Mágico le pidió que le pagara alguna cosa para
comer, Mágico le dijo al pequeño que agarrara algo y le
dijera al dueño del bar que él lo iba a pagar, el niño agarró
algo salado y se despidió, Mágico no podía creer cuando
giró la cara hacia Alemão Carreteiro, éste empezó a hablar
en voz alta nuevamente y dijo que estaba dispuesto a
matar, que violador que es amigo de violador tenía que
morir, entonces notó que la conversación había pasado el
límite e intentó calmar al hombre diciéndole que también
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 187
le tenía asco a los violadores, pero que ahí estaban en
familia, que se podía quedar tranquilo.
Pero Alemão no paraba de hablar y ahora estaba gesti-
culando, Mágico notó que el hombre sólo quería encontrar
un motivo para hacer cualquier cagada, Codorninha se
había alejado, y le dijo a Mágico que también se alejara,
sólo que de esa situación no había más salida, intentó ver
el volumen de la remera de Alemão, pero no se llegaba a
notar si estaba realmente armado, y Mágico lamentaba no
estar armado, mientras pensaba en lo que haría, Alemão
continuaba hablando, y ahora decía que era un mal tipo y
que no llevaba nada a su casa, Mágico intentó buscar una
solución y le pidió permiso para ir al baño, se espantó
cuando Alemão Carreteiro lo agarró del brazo, pero en
seguida se relajó cuando lo soltó. La verdad que estuvo
cerca de darle una trompada en ese momento, pero no
podía arriesgarse a que el tipo estuviera armado, entró al
baño, cerró la puerta y agarró el celular, llamó a Régis y
sólo llamaba, intentó nuevamente y lo logró, Régis atendió
diciendo que ya estaba llegando, así que aprovechó y le
explicó la situación que estaba viviendo en el bar, Régis
dijo que estaba yendo para el bar inmediatamente y que no
tenía que trompearse con él, que últimamente muchos de
por ahí sólo querían inventar motivos para matar.
Mágico estaba aliviado, salió del baño y fue a la barra
del bar, se sentó en el mismo lugar y pidió otra rubia
helada, Codorninha se había pasado al otro lado de la barra
y sólo lo miraba de costado, Alemão Carreteiro estaba
frente a Mágico y no le sacaba los ojos de encima, así que
Mágico fingió que iba a agarrar algo para comer de la
barra y le preguntó en voz baja a Marrocus si él conocía a
ese tipo, Marrocus levantó la mano izquierda y pasó los
dedos por el delantal, dando a entender que el loco era
mugre, Mágico pensó en llamarlo de nuevo a Régis, pero
ir de nuevo al baño iba a traer sospechas, decidió conversar
188 FERRÉZ
más, le preguntó a Alemão si vivía por ahí, se quedó
espantado con la respuesta de ése que ahora sólo lo estaba
amenazando, Alemão decía que tenía cuatro años de boxeo
y que con las manos nadie lo supera, le preguntó a Mágico
si tenía coraje de enfrentarlo, Mágico no se contuvo y dijo
que después de que inventaron la pólvora no existía más
esa de irse de manos, Alemão se rió cínicamente y lo miró
con maldad, le preguntó si él pensaba que iba a salir vivo
de ahí, con esa pregunta Mágico se inquietó más y no
sabía qué responder, vio que esa vez la situación estaba
complicada de su lado, empezó a sudar frío y decidió
preguntarle a Alemão qué estaba pasando, por qué la
conversación se fue para ese lado, Alemão se le acercó al
oído y le dijo que quien se junta con puercos, come sobras,
y que amigo de ladrón es ladrón, y al final de la frase dijo
bajito y con tono de amenaza que el escuadrón4 estaba
vivo, Mágico cayó al instante, maldijo el minuto en que
entró en ese bar, entendió todo lo que estaba pasando
cuando Alemão dijo la frase “el escuadrón está vivo”, era
una alusión al escuadrón de la muerte, el hombre enfrente
suyo era sin dudas un pé-de-pato.
Decidió beber cada trago de esa cerveza como si fuese
el último, ahora era cuestión de tiempo que Alemão lo
sacara y lo matara, sin dudas sería ahí mismo, frente a todo
el mundo, al fin y al cabo el pé-de-pato adora la fama, y su
vida dependía de que Régis llegara enseguida o no.
Abrió la billetera lentamente y agarró las fotos de sus
hijas, casi se le cae una lágrima, estaba llegando al final
del túnel, ahora podía ver el volumen en la camisa de
Alemão Carreteiro, tal vez un único tiro, tal vez un tiro en
4 Escuadrón de la Muerte. Durante la dictadura militar y hasta una
década después, existió en Brasil el Escuadrón de la Muerte,
comandado por el ejército, en un primer momento, y luego por la
Policía Militar.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 189
la cabeza, o tal vez lo llevara a algún lugar, pero ahora, al
borde de un final trágico, no dejaba de pensar en sus hijas,
quería sólo verlas una vez más, iban sin dudas a extrañar a
su papá, no podía creer que estaba pasando eso, no podía
creer que justamente el día en que iba a ganar la grande,
moriría, eso es, si es que el asalto salió bien, porque ni eso
Régis había dicho por el celular.
El clima se sentía cada vez más pesado, cuando estaba
mirando una vez más la foto de sus hijas al levantar la
cabeza vio los dos autos llegando, respiró aliviado y
guardó la billetera, Régis entró al bar y lo llamó, Alemão
le ordenó que se quedara sentado y le preguntó a Régis qué
quería, Régis fingió no entender y se acercó.
—Decime, jão.
—¿Que te diga qué, amigo mío?
—Qué sé yo, estoy llamando a mi camarada y vos
venís y le ordenás que se quede sentado.
—No le ordené nada, estamos conversando.
—Entonces dejalo ir un poco, voy a hablar rápido con él.
—Nada de eso, él está conmigo.
—Escuchame, jão, es así de fácil, dejame hablar un …
—¡Ey!, camarada, basta, te estoy diciendo que él no va
a salir de acá y si vos no salís rápido, vas a terminar
jodiéndote también.
—Está bien, jefe, discúlpeme.
Régis fingió que se estaba yendo y, cuando llegó a la
puerta del bar, hizo un gesto para que Mágico se tirara al
piso. En seguida el ruido fue ensordecedor, Régis con las
dos pistolas en la mano no dejó que Alemão ni engatillara
el arma que llevaba en el cinturón, Alemão cayó sobre el
freezer del helado, Régis se acercó a Marrocus y le dijo
190 FERRÉZ
que en unas horas volvía para ver el movimiento, si
hubiese alguna cagada el siguiente iba a ser el delator.
Mágico se levantó rápidamente y fue al auto que
Aninha conducía, el bar en pocos minutos estaba lleno de
sangre, cuando Mágico vio por la ventana del auto vio lo
que no quería ver, Codorninha tirado en el piso, había sido
baleado.
Todos fueron a la casa de Mágico, el cuartito junto al
garaje servía para contar el dinero, Mágico dijo que quería
tiempo para revisar las joyas y venderlas, todos concor-
daron porque no tendrían a quién pasárselas, querían sola-
mente la parte de cada una en dinero, Mágico le pidió a
Celso Capeta que lo ayudara a traer una mesa que estaba
en el patio, fueron y en seguida volvieron, Mágico subió a
la casa y trajo unas cervezas, todos bebieron, Régis dijo
que debían festejar en el Orion, una casa de strip en el
centro, Aninha bajó la cabeza, Lúcio dijo que prefería
pedir unas minas por teléfono, Celso Capeta tiró la idea de
alquilar una quinta y hacer un puterío por algunos días,
Neguinho llegó en seguida, agarró la charla en el medio y
pidió que cambiaran de tema, porque Aninha estaba ahí,
todos pidieron disculpas y siguieron con la división del
dinero.
Paulo estaba en la fila, consiguió salir dos horas más
temprano de la metalúrgica, para cada cuenta tenía el
dinero exacto en su bolsillo, no pudo dejar de notar al
niño que estaba encima de una carretilla que estaba en la
puerta de la casa de lotería, era para los chicos como ése
que él quería algún día montar una organización, pero
sin plata todos los sueños seguían siendo sueños, el
pequeño sin dudas estaría esperando a su mamá, y
jugaba con un envoltorio de pan dulce viejo y sucio, de
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 191
repente Paulo escuchó que una señora a quien ya estaban
atendiendo le dijo al niño que esperara un poco, él
reparó que ella usaba un sweater de lana azul, el
ambiente estaba caluroso pero a ella parecía no impor-
tarle, vestía una pollera larga amarilla y unas sandalias
simples de goma, al lado tenía otro niño, sin dudas era
también su hijo, Paulo notó el parecido entre ese niño y
el que estaba esperando en la carretilla, el chico que
estaba al lado de la mamá era mayor, debería tener unos
seis años de edad, usaba un short que antes debe haber
sido blanco, pero estaba casi marrón, estaba sin remera y
sin ojotas, Paulo se mordió los labios cuando vio a la
señora pagando el juego, en total dio seis reales, ella
pasó los billetes por el hueco de vidrio y Paulo no pudo
creer cuando ella agarró el billete con los números que
había apostado, pensó mucho en la escena que estaba
viendo, la fila andaba lentamente, la carretilla se fue y el
chico seguía jugando con el envoltorio de pan dulce
vacío y Paulo se acordó que la navidad estaba por llegar.
Pagó las cuentas y fue a su casa, empezó a leer La
batalla de la vida, de Máximo Gorki, ese autor se había
vuelto uno de sus favoritos.
El libro lo entusiasmaba mucho y hoy hacía tres días
que lo estaba leyendo y ya había pasado la mitad de la
trama, el día se fue rápidamente, la televisión del living
casi no se encendía, su abuela escuchaba radio todo el día,
sentada en un viejo sillón, un regalo antiguo de sus ex
patrones, las historias que Paulo más escuchaba de su
abuela eran sobre la buena época que había tenido, sobre
cómo sus patrones eran generosos y cómo ella llegó a
recibir el mobiliario completo de la casa apenas los
patrones decidieron cambiar la decoración, pero a pesar de
escuchar todo atentamente, tenía un punto de vista dife-
rente, sabía la diferencia social que todo eso traía, regalo
para ella, pero para los patrones los muebles viejos eran
192 FERRÉZ
basura. Llegó la noche, y con ella las inquietantes ganas de
hacer algo diferente, se acordó de las agradables conver-
saciones con su ex profesor y decidió ir a la escuela, si
tenía suerte todavía lo agarraría terminando la clase.
El parque Independencia para muchos era lejos, pero
Paulo tenía un gran motivo para caminar por tanto tiempo,
y cantando canciones de músicos ya fallecidos, pues sólo
le gustaban compositores de la década del ’70, pasaba el
tiempo entre un paso y el otro, las calles de tierra, las casi-
llas iluminadas, los puentes de madera por donde pasaba
ya eran sus habituales escenarios, veía a los niños jugando
a la orilla del río, o entonces encerradas en las casas, espe-
rando que la mamá llegara del servicio y se sentía mal por
que ellos crecieran así como él creció, en ruinas, y a cada
paso que daba sentía que su caminata era larga y extraña,
había estudiado en ese colegio por tres años, llegó al
portón de estacionamiento de la escuela y golpeó con
fuerza, esperó un rato, pero nadie abrió, así que fue al
portón principal, como siempre muchas motos frente a la
escuela, los chicos se quedaban esperando la salida del
grupo de la noche, las chicas del colegio los atraían como
miel de abeja, Paulo pasó entre ellos, pidiendo permiso
como un buen vecino de la periferia que se precia, y
golpeó en la reja principal, la inspectora ya lo conocía y
sabía que el joven era un raro caso de alumno que se había
hecho amigo del profesor, y amigo por estudiar, ya que la
mayoría cuando se hacía amigo del profesor, era para
beber juntos el fin de semana, la inspectora abrió la reja
diciendo que el profesor estaba en la sala de profesores y
Paulo le agradeció yendo hacia allá.
Llegó a su casa y la saludó con un leve beso en la
mejilla, pasó por la puerta y se sentó en la silla más
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 193
cercana sacándose las zapatillas, el aire de cansancio decía
todo, Eliana puso agua a calentar, sin dudas Régis iba a
querer café.
Régis se abrió los tres botones de su camisa negra y se
levantó para ir al baño, se mojó el rostro lentamente y se
miró al espejo, lo que vio no le agradó mucho, su rostro
estaba destruido, las noches de sexo con otras mujeres, las
bebidas y los ataques por el dinero estaban presentes en
cada trazo de su rostro, ahora refrescado por el agua del
lavabo.
Eliana pensó en preguntarle por el Golf, al fin y al cabo
su marido había salido de la casa hacía más de 15 días con
un auto prácticamente nuevo y volvió con una moto que
no valía ni el conjunto de ruedas del auto, pero decidió
pasarle el café y no preguntar nada, lo conocía a Régis y
sabía que cuando estaba en ese estado era mejor no diri-
girle la palabra.
Régis se sentó nuevamente en la silla apoyando los
brazos en la mesa, las gotas de agua le caían por el rostro
constantemente, le preguntó a ella si estaba mejor, ella le
respondió que en ese tipo de situaciones nunca estaba
mejor, Régis prefirió no prolongar la conversación,
recordó que era miércoles, miró fijamente el paquete de
escarbadientes que estaba sobre la mesa, en una envoltura
marrón, notó un rostro joven, el rostro de una linda mujer
rubia, los ojos eran verdes y la sonrisa muy bonita, más
allá de que Régis encontrara esa sonrisa un poco forzada,
pensó en el cuerpo de la mujer y, mientras Eliana ponía la
cucharita del café frente a él, leía el nombre del envoltorio,
Gina era el nombre, mientras el humo del café bailaba por
su rostro, empezó a pensar por qué su nombre era Gina,
¿el dueño de la fábrica habrá amado a alguien con ese
nombre? ¿su corazón se habrá roto por ese nombre? Régis
vio que tenía muchas preguntas y pocas respuestas y
decidió parar de pensar en eso, ya que el rostro del envol-
194 FERRÉZ
torio no era ni siquiera una foto, sino un dibujo, tal vez un
dibujo inspirado en ese nombre, tal vez un dibujo inspi-
rado en la novia del dibujante, o tal vez un rostro cual-
quiera puesto en ese envoltorio, que sin dudas estaría
presente en muchos hogares en ese momento.
Tomó el café en tres tragos, fue al cuarto, abrió el tercer
cajón del guarda ropas, se sacó la pistola de la cintura y la
guardó entre las camisas, vio un bulto justo debajo de las
camisas y lo abrió, era la calibre 38, el primer revolver que
se había comprado, pensó en usarlo solamente en un
momento especial, volvió a envolver ese arma, cerró el
cajón, se sacó la camisa y fue a su cuarto a acostarse,
Eliana salió al balcón, se hizo la señal de la cruz y dijo en
voz bien baja:
—Gracias, Señor, por traer a mi marido de regreso.
Régis intentó cerrar los ojos, pero seguía mirando fija-
mente al techo, le habían pasado muchas cosas los días
anteriores, llegar a su casa, sacarse la ropa y simplemente
acostarse y cerrar los ojos era una bendición que sin dudas
estaría lejos de tener, sabía de eso e intentaba reflexionar
y resolver cada asunto rápidamente, pensó en la cantidad
de dinero que ahora tenía en sus manos, pensó en el Golf
perdido por los policías, pensó en Celso Capeta y Lúcio
Fé, pensó en el comportamiento de Aninha durante todo el
asalto, había sido simplemente espectacular, cada escena
todavía le pegaba fuerte en su cabeza, parecía que estaba
viviendo todo nuevamente, los ojos fijos en el techo ni
pestañeaban, y los vigilantes tirados en el piso, las armas
que eran meras réplicas habían engañado perfectamente a
la seguridad.
Las imágenes paraban, pero en seguida empezaban de
nuevo, y Régis seguía tirado viendo toda la escena, el
triunfo del plan era esperable, al fin y al cabo Mágico no
jugaba durante el servicio, y fue así que con total organi-
zación pasó de un simple falsificador de cheques sin fondo
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 195
a uno de los mayores intrusos y organizadores de asaltos
que conocía, el plan fue meticulosamente pensado, Aninha
esperando los comparsas del lado de afuera de la sucursal,
llegaron todos en una Parati gris, ella estaba con el
Santana bordó que Mágico había dejado en la calle al lado
de la sucursal minutos antes del asalto, su misión parecía
menor al lado de la de los otros, quien lo analizara de
afuera pensaría que sólo por el hecho de que es mujer se
había quedado del lado de afuera para conducir el auto,
pero en realidad Aninha era una de las principales piezas
del juego, porque conduciendo el auto con los sacos de
dinero sin dudas pasaría desapercibida por los policías que
siempre perseguían después del robo, y fue lo que pasó,
Aninha usaba un bonito vestido azul, el pelo con dos hebi-
llas amarillas y largos aros que la ponían más allá de cual-
quier sospecha, condujo el auto normalmente por todo el
trayecto, el plan que incluía que dos motos quedaran en el
estacionamiento estaba muy bien pensado, a la salida
Régis y Lúcio Fé habían puesto los sacos de dinero en el
auto mientras Celso Capeta detenía a los clientes en la
sucursal por algunos segundos más, en seguida fueron al
estacionamiento, el muchacho que trabajaba en el estacio-
namiento más tarde fue interrogado por los policías, pero
nunca se acordaría que tres muchachos vestidos con ropa
elegante habían agarrado dos motos que habían sido
dejadas en el estacionamiento por Mágico y por Neguinho
da Mancha na Mão, en lugar de eso, le ofreció a los poli-
cías decenas de patentes de sospechosos, en su gran
mayoría muchachos de gorras y ropas largas que siempre
se los veía con desconfianza, y que habían dejado los autos
en el estacionamiento sólo para comprar algún CD o para
comer algún sándwich por ahí cerca, pero las pistas ofre-
cidas después de días de investigación se agotaron, por lo
menos fue lo que dijo el policía amigo de Mágico que
trabajaba en aquella área, Régis seguía viendo la escena,
196 FERRÉZ
continuaba viendo todo, y ahora el problema que lo ator-
mentaba era el bando de Modelo, al comienzo era sólo un
grupito de chicos que hacían laburos pequeños, pero el
bando fue creciendo y llegó a lo que era hoy, un real
peligro para la malandragem más vieja, Régis ya había
conversado con Neguinho da Mancha na Mão y sabía que
había sido él el que mató a Guile.
Neguinho confesó que se había arrepentido después de
saber que el bando de Guile iba a perseguirlo, no pensó
que Modelo le iba a dar tanta importancia a la muerte del
camarada, la discusión duró, Régis terminó la conversa-
ción diciendo que en verdad Modelo estaba buscando una
excusa, y esa excusa terminó siendo la muerte de Guile,
explicó a Neguinho que creía que no era por el camarada
que era toda esa guerra, sino para dominar la quebrada,
Neguinho sólo pensaba en terminar la discusión con
Régis, al fin y al cabo estaba enamorado de Eduarda y no
quería más esa vida de correrías, Régis no se sorprendió
por lo que dijo el amigo, el rechazo a participar del asalto
del banco ya indicaba un cambio de conducta por parte del
compañero, pero igualmente conversó con todos en la casa
de Mágico y decidieron darle una parte a Neguinho, pues
él cumplió con el compromiso de llevar la moto junto con
Mágico al estacionamiento, Régis sabía que la muerte de
Guile traería mucha confusión, las historias sobre Modelo
y su bando no paraban de aparecer, cada vez más crueles,
seguía mirando un punto fijo del techo, y aún tirado en la
cama no tenía señales de sueño, sabía que esa situación
tenía que resolverse, y así iba a ser, era sólo cuestión de
tiempo.
Celso estaba tomando café en la padaria, el primer
banco siempre vacío, nadie se sentaba en él después de
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 197
que dos hubieran perdido la vida ahí, la barba prolija y el
pelo con gel le daban un buen aspecto, Régis llegó y pidió
un vaso de leche, saludó al compañero y empezó ense-
guida a hablar.
—Estás mal, Celso, estás muy sacado, escuchame, jão,
no hagas cagadas
—Mierda, Régis, ¿qué estás diciendo? Es mañana,
amigo, ¿vas o no?
—No voy a hacer nada a las apuradas, jão, tengo mi
plata, va lento, pero está yendo, la central telefónica en
breve va a estar montada, te dije de invertir el dinero que
diera el laburo del banco.
—Nada de eso, no todo el mundo es un comerciante
como vos, mi error fue comprar la moto.
—Claro, jão, sos demasiado tarado, ¿para qué una
moto de 30 mil?
—Pero era muy loca, ¿no?
—Pero, jão, no todo lo que queremos es bueno tenerlo,
hay que saber vivir, amigo, ahora fijate para qué sirvió, los
homi la agarraron, le pagaste lo acordado a todo el mundo,
desde el comisario hasta el abogado ganaron a tus
espaldas.
—Pero no va a quedar así, vamos a hacer algún labu-
rito, después compramos todo en armas y derribamos a
esos hundidos. Hablando de eso, fijate la leche.
—Cierto, la tomo ya que si no el estómago ataca, pero
la cosa es así, dejá de viajar, Celso, tranquilizate un
tiempo, dejá que el laburo se enfríe.
—¿Te prendés o no?
—No.
—Firmeza, entonces, voy a buscar otro mano, la cosa
no tiene ningún secreto, es el departamento de un boy, es
sólo cuestión de entrar y agarrar los fajos de dinero, vas a
perderte una forma fácil de conseguir una platita.
198 FERRÉZ

—No me prendo, esas historias de que el hijo dio la

data de los propios padres es jodido.
—¡Para nada! El hijo del boy es todo un loco, se aspira
todo, quiere sólo el 20 por ciento para matarse con el
polvo, el papá se lo está negando, así que él nos ayuda a
ganar y él también gana.
—Entiendo, buena suerte, Celso, cualquier cosa, Capítulo 11
llamame.
—Firmeza, Régis, fijate la cuenta.
—No es necesario, yo pago. El abismo atrae abismo
—Firmeza.
 Régis no lo podía creer, estaba con demasiada mala
suerte, fue sólo cuestión de pasar el puente que la policía
lo abordó, les mostró los documentos y lo miraron con
desprecio, le dijeron que saliera del auto, salió, apenas vio
que lo iban a revisar les dijo que andaba armado, Aires
tomó el arma y se la puso en el cinturón, y enseguida le
pidió a Régis que entrara al patrullero, Régis le preguntó
si no podían conversar, la respuesta fue seca.
—Converse allá con el comisario
La cabeza no le dejaba de doler, en cada lomada un
golpe en el techo del patrullero, intentaba encorvarse, pero
las esposas se lo dificultaban, el patrullero estacionó en el
patio y sintió alivio, lo sacaron y lo llevaron a la oficina del
comisario, Régis no creyó lo que vio, un hombre obeso
pelado estaba de pie, ropa elegante toda arrugada, la
corbata desarreglada, sin dudas era el comisario, pero lo
que lo espantó totalmente fue verlo a Modelo sentado en
la silla del comisario, los pies sobre la mesa y un arma en
la mano.
Sentaron a Régis frente a Modelo, el comisario
Mendoça empezó a hablar del asalto al banco, Régis
cambió de tema, Modelo les dijo a los policías que
salieran, cerraron la puerta y Mendoça se acercó al oído de
Régis.
—La cosa es así, ladrón, está todo dado, ahora o te
portás bien y cooperás o te hundís. La historia es así: lo
que quieras es lo que nosotros queremos, así que pórtate
bien, oí y concordá, a fin de cuentas, todos tenemos una
familia.
Régis tragó en seco, bajó la cabeza, sabía que de ésa no
tenía escapatoria, la imagen de Adilsão se le vino a la
cabeza, después le vino el rostro de Nego Duda, y por
202 FERRÉZ
primera vez en años Régis tuvo ganas de gritar, una simple
conversación que vino a entender ahora. El día en que
Nego Duda le contó que lo vio a Adilsão conversando con
Modelo, en el momento no tuvo mucha importancia, ahora
todo tenía sentido, la conversación creció mucho y hoy la
escena era ésa, el comisario proponiendo abiertamente un
acuerdo sin salida para Régis. El juego estaba llegando a
su fin y mientras el comisario Mendoça hablaba sin parar,
Régis sólo pensaba en su hijo Ricardo.
Celso Capeta y su nuevo compañero Armandinho
entraron rápidamente por el largo pasillo del edificio, el
tercer compañero de la improvisada cuadrilla era apodado
Sem Janta, el chico que tenía apenas 14 años había entrado
repentinamente en el laburo, lo invitaron sobre la hora,
faltaba uno y él era el único que Armandinho creía que
tenía disposición para no acobardarse en el momento de la
acción.
Sem Janta estaba vigilando al portero, la pistola
apoyada en la nuca convenciendo al hombre de que no
debía reaccionar, cada vez que apretaba la pistola en la
nuca, imaginaba a su hijo y a su esposa llorando, cuando
la pistola no hacía más presión, los veía nítidamente
sonriendo.
Celso Capeta golpeó la puerta del departamento 8, la
empleada vio las cartas del muchacho por la mirilla, se
olvidó que la costumbre era que el propio portero las
entregara, estaba distraída pensando en su hija que se
había quedado embarazada de un bandido del barrio donde
vivía. Celso sonrió, no había errores, era uno por piso, la
empleada doméstica se tiró al suelo, se puso las manos en
la cabeza, ya conocía todo el procedimiento, había sido
humillada tantas veces por la policía de la periferia en la
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 203
Zona Este donde vivía que cooperaba con cualquiera que
fuese contra esos putos uniformados. Celso le pasó por al
lado junto con Armandinho y sólo le ordenó que se
quedase quieta, ella balanceó la cabeza en señal de haber
entendido, Armandinho siguió caminando y derribó un
velador cuando estaba pasando por el living, llegó al
cuarto principal, la patrona se había asustado con el
estruendo y se encerró en el baño, Armandinho golpeó la
puerta con el cabo de la pistola cuatro veces y dijo:
—Abra, doña, si no voy a empezar a disparar en esta
mierda.
Érika Petrovitch, administradora de empresas, no
imaginaba que algún día iba a pasar por esa situación,
hacía trabajos sociales todos los últimos días del año, y
ella y algunas amigas más recogían perros y gatos aban-
donados por la ciudad y los trataban, los bañaban, vacu-
naban, y después iban publicando en diarios para ver quién
los quería adoptar, la decisión era abrir o no abrir la puerta,
su hijo estaba llorando, el niño se había asustado con ese
movimiento, ella tomó la manija y por primera vez pensó
realmente en pedirle ayuda a Dios.
Abrió la puerta, su hijo de cinco años estaba en sus
brazos, cuando vio el arma en la mano de Armandinho se
arrodilló y le pidió por todo lo que era sagrado que no les
hicieran mal ni a ella ni a su hijo, Armandilho se sintió
bien, una doña de esas con un par de zapatos que sin dudas
costaban más que su casilla de la Zona Sur, una doña de
aquéllas que tenía un par de aros que sin dudas valían más
que todo el dinero que él había conseguido el año pasado,
pidiéndole, pidiéndole en lugar de ordenarle, era un gran
placer escuchar todo eso, podía hasta salir sin dinero, que
ya estaría bien pagado, pero pensó de nuevo y decidió que
podía, pero que no saldría sin dinero.
Armandinho miraba la pistola en la cabeza de Érika y
no dejaba de encontrar muy gracioso ver a la dueña de ese
204 FERRÉZ
departamento extremadamente lujoso, con esa cara, él
notaba que así ella no parecía tan alta, no parecía tan
bonita, Armandinho le vio las lágrimas borrándole el
maquillaje, mostrando la ganancia, mostrando las marcas
de preocupación por mantener el imperio a cualquier
costo, entonces le pidió que se levantase, ella obedeció, la
empujó al living, le ordenó a la empleada que se sentara a
su lado y dijo:
—Ahora se jodió, doña, son todos iguales, no hay
patrón, no hay empleadas, y si hacés un paso en falso, va
a estar todo lleno de sangre en menos de segundos, el
primero que muere, si intenta algo, va a ser el pibe.
Diciendo eso, Armandinho le apuntaba con la pistola al
niño, la empleada cerraba los ojos y balbuceaba una
oración que no le era tan extraña a Armandinho, pero le
era extraña a la patrona.
Celso Capeta entró al tercer cuarto del pasillo y
encontró a un señor en silla de ruedas que estaba inten-
tando abrir el armario para sin dudas entrar y esconderse,
le apuntó con el arma y, cuando el hombre estuvo más
iluminado, Celso notó que debía ser el padre del chico que
le dio la data, los trazos eran parecidos a los del muchacho
que decidió arriesgar la vida de toda su familia por el
placer que la merca le proporcionaba.
El hombre tenía el pelo grisáceo y, a pesar de estar en
una silla de ruedas usaba una bellísima ropa, zapatos
marrones brillantes y un gorro de lana blanco, Celso nunca
había visto a nadie en una silla de ruedas tan arreglado, los
hombres de su barrio que vivían en una silla de ruedas eran
bien diferentes, pantalones de jogging generalmente muy
sucios y desgastados, manos gruesas de tanto moverse de
acá para allá, moviendo las ruedas de la silla, camisas
siempre empolvadas por las calles de tierra del barrio, sin
afeitar, ojotas en los pies delgados y pedazos de cubierta
forrando la dura silla de ruedas, la mayoría de las veces
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 205
donada por una institución de beneficencia, ahora con ese
señor no, la silla tenía un control del lado izquierdo, un
motor lo hacía moverse sin mucho esfuerzo, y la mirada
del hombre era de total equilibrio, inclusive en esa situa-
ción.
Celso Capeta le dijo al hombre que eso era un asalto y
que debía ir al living, le preguntó si había alguien más en
la casa y, con la respuesta negativa Celso lo acompañó al
living.
El hombre que estaba en la silla de ruedas se llamaba
Alfredo Petrovitch, dueño del famoso apellido, venía de
un linaje de colonos europeos, cuando vio el arma de
Celso Capeta frente a él no tuvo miedo, Alfredo encaraba
la punta del arma, y ahora veía los cócteles, él y su esposa
saliendo al zaguán, la temporada era de verano, la piscina
estaba siempre llena, los abrigos quedaban en el armario
por algunas semanas, unos shows animaban las tardes,
Alfredo y Érika eran uno de los varios matrimonios
aparentemente perfectos, en un país bendecido, ambos
ahora en Miami Beach, la costa estadounidense, el año era
1964, fueron al show de los Beatles, el acceso siempre fue
fácil para ellos, lujo tropical, bellas personas en su círculo
de amigos, pasar grandes temporadas en hoteles de estilo,
construidos en la década del ’50, muchos años después
volvió a Miami para acompañar las grabaciones de la serie
Miami Vice, eso fue en 1984, era lo máximo ver y ser
visto, incluir y ser incluido, siempre en las listas de las
fiestas más afamadas, comprar las más bellas armas, al fin
y al cabo ésa era su preocupación, redireccionar y pagar el
contrabando de armas, las fábricas estaban a todo vapor,
produciendo e importando, en el rendimiento de todas
ellas 10% de armas legalizadas y 90% de facturación
vinculada a los contrabandos, él no podía decepcionar a
una de las mayores industrias del mundo, oficialmente no
sabe nada, ése era el lema de todos, la contravención era la
206 FERRÉZ
cosa más lucrativa que habían conocido, y Alfredo estaba
en la cima, aviones y aviones de armas, el Tercer Mundo
tiene su propia guerra, y toda guerra necesita de herra-
mientas de trabajo, el destino eran los países de América
del Sur. Alfredo empezó a caer en sí nuevamente, y no
dejaba de mirar el arma de Celso Capeta, no recordaba
haber importado ese modelo, tal vez el arma que ahora lo
amenazaba hubiese sido importada por algún competidor,
al fin y al cabo su tan lucrativo comercio había quebrado
repentinamente, culpa de las industrias nacionales que
ahora exportan legalmente y después importan ilegalmente
las mismas armas a Brasil.
Celso se extrañó cuando Alfredo que estaba yendo con
la silla delante suyo soltó un grito y se desmayó. Al llegar
a la entrada del living, rápidamente Celso pasó por la silla
de ruedas y se asustó al ver la escena, Armandinho le había
dado varios golpes con el cabo de la pistola a la cara a
Érika y ella estaba con el rostro todo ensangrentado y
caída en el piso. La empleada lloraba y le tapaba los ojos
al niño que tenía alzado.
—Mierda, loco, ¿qué mierda es eso? –fue le única cosa
que Celso le pudo preguntar a Armandinho.
—Es esa puta, Celso, lo está pidiendo.
—Pidiendo un carajo, ¿por qué hiciste eso?
—Pero, ella lo está provocando, ¿podés creer que la
miró a esta vieja y le preguntó si nos conocía? ¿podés
creer?
—Sí, que se joda entonces, está pensando que fue la
viejita que dio la data, ¿no? No fue, putita…escuchá,
Armandinho, agarrá un trapo y dáselo para que se saque la
sangre de la cara que me está dando asco.
—Firmeza, Celso, cuidá por acá que voy al baño
Celso Capeta decidió no decirle nada a Armandinho en
ese momento, el loco era medio descontrolado, decidió
que después del asalto iba a tener una seria conversación
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 207
con su camarada, Armandinho volvió con una toalla
mojada y se la tiró a Érika, ella agarró la toalla y se
empezó a limpiar el rostro, pero la sangre no paraba de
salir, la nariz quebrada y los dos profundos cortes en la
frente chorreaban sangre.
Celso le pidió a Armandinho que mantuviera el control
por ahí, y fue a la cocina, agarró una jarra de agua de la
heladera y la llevó al living, se puso la pistola en la cintura
y le tiró agua al señor que estaba en la silla de ruedas, el
hombre tembló y se mantuvo con los ojos bien abiertos por
varios segundos hasta caer en lo que estaba pasando, en
seguida preguntó qué es lo que querían, Celso respondió
rápidamente.
—Dólares, viejito, queremos dólares, y si decís que no
tenés el primero que muere es el pibe.
Érika continuaba limpiándose la sangre y se sentía cada
vez más tonta, el viejo hombre no sacaba los ojos de su
esposa, sabía que si negaba la existencia del dinero iban a
morir, y sabía también que alguien había entregado esa
información, ellos no invadirían cualquier departamento
así como si fuese un bingo.
Decidió cooperar y le pidió a Celso que lo acompañara
hasta el segundo cuarto del pasillo, así le daría todo el
dinero, Celso lo acompañó, agarró el dinero, le pidió un
bolso, puso todo dentro y antes de salir miró a la mujer en
el piso y le pidió a Armandinho que lo resolviera.
Alfredo entró en estado de shock cuando Armandinho
se acercó y le disparó a Érika en la frente, que cayó en el
charco de sangre que antes había chorreado de su nariz.
Régis se irritó cuando escuchó sonar el celular a las
ocho de la mañana, agarró el aparato y se arrepintió por no
haberlo apagado, el número indicaba que era Mágico,
208 FERRÉZ
decidió atender, fue al baño con el aparato en la oreja y
sólo lo alejó para lavarse la cara, fue al sofá y se puso un
par de zapatillas que había usado el día anterior, Eliana
estaba en la cocina haciendo café, fingía estar distraída,
pero estaba prestando atención a cada palabra de su
marido, no podía creer que iba a salir de nuevo, tenía
ganas de hablar con él, decirle de resolver esa situación
enseguida de una vez, fingía estar fuerte, pero vivía
llorando por su hijo, no se alimentaba más y le pedía todo
el tiempo a Dios que los sacase de esa situación, pero por
la seriedad de la llamada sabía que era algo muy urgente,
le escuchó decir el horario, ocho horas, fue al baño, se
puso de rodillas y empezó a rezar.
Régis cortó el teléfono, fue a la cocina y no vio a su
esposa, notó la puerta del baño cerrada, apoyó el rostro en
la puerta y escuchó una voz bajita, sabía que Eliana estaba
desesperada, dijo que saldría y volvería enseguida, ella no
dijo nada.
Régis salió por el portón y se acordó de una conversa-
ción que tuvo hacía unos días con su esposa, le dijo que
Ricardo, además de su hijo, era un gran amigo, el estó-
mago le dolía, había tomado café demasiado rápido, casi
ni masticó el pan, tomó tragos de café con leche, sabía que
era impaciente, devoraba el desayuno o el almuerzo de una
vez cuando tenía algún compromiso, y se quedaba del lado
de afuera de la casa esperando a la persona, no le impor-
taba quedar horas afuera, pero no aguantaba esperar
dentro de su casa.
Mágico llegó diez minutos tarde, le pidió a Régis que
entrara y le informó la noticia, habían baleado a Lúcio Fé
la noche anterior, Régis le pidió detalles, Mágico le
informó lo que sabía, según los rumores dos muchachos en
una moto se le acercaron, que estaba yendo al bar de
Marrocus, el muchacho que estaba en la parte de atrás de
la moto sacó un arma y efectuó tres disparos, después
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 209
Lúcio cayó y fue socorrido por un vecino, Régis le
preguntó si ya tenían algún sospechoso, y no se espantó
cuando Mágico le dijo un pálpito bien parecido al que él
había imaginado. Intentaba convencer a Mágico de que el
homicida era alguien del bando de Modelo y el motivo era
el mismo, Neguinho había derribado a Guile, el gran
compañero de Modelo.
Régis sabía que Mágico estaba yendo para el hospital
Campo Limpo1 y eso le causaba un nudo en la garganta,
su estómago empezaba a revolverse de sólo pensar en
entrar en ese hospital, fue ahí que su amada murió por sus
propias manos, fue ahí donde había invadido hacía más de
un año para matar a un enemigo, no era tanto por el miedo
de ser reconocido que se le revolvía el estómago, sólo él
sabía lo que había visto ahí adentro, sólo él vio los ojos
tristes de esas señoras en el banco de espera, con sus hijos,
nietos, primos e ahijados en brazos, esperando, esperando,
esperando, esperando.
Llegaron al hospital después de una hora de tránsito, el
estacionamiento estaba lleno, era fin de semana, Mágico
paró el auto en la calle de arriba, bajaron a pie, pidieron
información en el sector de atención, Régis se había olvi-
dado cómo la atención era grosera, cómo parecían insen-
sibles, dieron el verdadero nombre de Lúcio Fé, dijeron
que eran primos, la empleada los miró fijo a los dos y ellos
vieron en sus ojos que ella sabía que era mentira, les pidió
que esperaran, ni bien se sentaron empezó la correría, una
combi paró frente a la puerta del hospital y bajaron ocho
hombres baleados, Régis se levantó y decidió ayudar,
mientras llevaba uno en las espaldas, vio a los de segu-
ridad agarrando a los otros, la combi era pura sangre, los
empleados llevaron sillas de ruedas, los policías decían
que fue un intento de masacre, Régis llevó al muchacho a
1 Barrio del extremo Sur de la ciudad de San Pablo.
210 FERRÉZ
emergencias, la sangre le chorreaba por la camisa, la
enfermera lo puso en una silla de ruedas, él se cayó para
adelante, Régis lo sostuvo mientras ella ataba una faja en
su pecho, el hueco en la cabeza aterrorizó a Régis, el
muchacho le pidió que le mirara la espalda y contase los
agujeros, Régis lo inclinó un poco para adelante y contó
siete, le dijo que había dos, el muchacho sonrió, por el
agujero de su frente no salía sangre, los médicos llegaron
enseguida, se lo llevaron, Régis volvió a la sala de espera,
la combi estaba vacía, Mágico estaba parado, no lograba
moverse, Régis le preguntó qué estaba sintiendo, dijo que
no sabía, sólo que no podía moverse en ese momento, la
empleada se acercó y les pidió que la siguieran, los tres
pasaron por la puerta de emergencia, ella se detuvo y dijo
que debían seguir la marca amarilla y girar en la tercera
entrada, el cuarto en el que Lúcio Fé estaba era el segundo
a la derecha, ellos continuaron caminando y Régis le dijo
en voz baja a Mágico:
—¿Ves, jão? Es así que dan la data para matar a un
enemigo, si hubiésemos venido a matarlo, iba a ser muy
fácil, entrabamos por allá y lo reventábamos.
—Es verdad, Régis, nunca vi nada tan fácil.
El pasillo era largo, las paredes laterales del hospital
tenían manchas extrañas resecadas, Régis miraba los deta-
lles, se acordó de haber socorrido a un compañero antes de
viajar a Río, la camilla en la que lo pusieron estaba toda
sucia, a los bandidos los trataban así, con suerte le dieron
una camilla, en el mismo pasillo había otros tres baleados,
uno estaba muriendo, mientras los policías les prohibían a
los médicos tocar a los hombres, los recuerdos le hacían
mal, decidió prestar atención a la entrada, llegó a la puerta
y la abrió, en el cuarto había cuatro camillas, lo vio a
Lúcio Fé, estaba todo entubado, ni parecía el chico
sonriente que los acompañaba en tantas correrías.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 211
A Mágico se le mojaron los ojos cuando vio a su amigo
en esa situación, en la camilla al lado de Lúcio a un hombre
le faltaba la pera, Régis miró rápidamente y desvió los ojos
hacia su amigo, notó que Lúcio no podía hablar, lo llamó a
Mágico y le dijo que era mejor irse, el compañero concordó
y ambos estaban saliendo cuando un policía se les acercó,
ellos intentaron fingir que estaban saliendo de otro cuarto,
pero el policía los paró y les preguntó si habían ido a ver al
muchacho baleado, Régis miró al policía y ambos se reco-
nocieron, su nombre era Aires, sin dudar afirmó que era el
primo del muchacho baleado, el policía le hizo la misma
pregunta a Mágico, que dijo que también era su primo, el
policía les pidió los documentos y teléfonos a ambos, Régis
abrió la billetera y sacó su documento falso que hacía
mucho tiempo no usaba, sabía que el policía no iba a
consultar, sabía que era sólo para anotar los datos, pero
también sabía que en una futura investigación podrían rela-
cionarlo con su nombre, Mágico también hizo lo mismo y
después de darle sus números de teléfono salieron del
hospital y se fueron directo a la casa de Celso Capeta, Régis
no se olvidaba del rostro de Lúcio Fé y sentía una gran
impresión, el policía siguió caminando y entró al cuarto,
retiró el suero del brazo de Lúcio Fé y cumplió las órdenes
del comisario, agarró la almohada y sofocó a Lúcio Fé hasta
que la muerte lo besó.
Mientras estaba en camino, Régis intentó llamar a
Celso, pero el teléfono de su amigo comunicaba con el
contestador automático, Mágico dijo que no le gustaba
nada eso, y pensaba que el motivo del atentado de Lúcio
podía tener que ver con el dinero que todos habían tomado
del banco, dijo que no creía que Modelo empezara una
guerra de la nada, Régis retrucó y dijo que ese loco era un
212 FERRÉZ
desquiciado, y que consideraba mucho a su compañero
Guile, después que se confirmó el rumor de que Neguinho
da Mancha na Mão mató a Guile, era muy posible que él
haya encaminado toda la guerra contra el bando de
Neguinho.
Finalmente llegaron a la casa de Celso Capeta, la lluvia
anunciaba su llegada y gruesas gotas empezaron a caer.
Celso atendió la puerta con un fusil en la mano, Régis
miró a su compañero y bromeó:
—Mierda, ¿vas para Afganistán?
Celso Capeta le dijo que entraran y respondió seria-
mente:
—La cosa está loca, amigos, ¿vieron lo que pasó con
Lúcio ayer?
—Por eso estamos acá, para discutir esos temas, jão.
Diciendo eso, Régis le acercó una silla a Mágico y se
sentó en otra, Celso Capeta dio una última mirada a la
calle, entró y cerró la puerta, Régis, viendo dos pistolas
más sobre la mesa le preguntó a Celso si había recuperado
el dinero que había perdido con los policías, la respuesta
fue inmediata, afirmó que había hecho un laburo en la casa
de unos bacanas, la misma que Régis no había aceptado,
y que había salido todo bien, Régis soltó una leve sonrisa
y empezaron a debatir el caso de Lúcio Fé, la lluvia ahora
caía muy fuerte.
Aninha llegó a su casa, después de pasar por la mercería
principal de Jardim Comercial, apoyó las compras sobre la
mesa y se sentó en la cama, estaba exhausta, sabía que nece-
sitaba de un medio de transporte urgente, pero también
sabía que no podía llamar la atención y, donde estaba
viviendo, era cuestión de llegar con un simple escarabajo
que la calle entera empezaba a hablar, abrió la vieja hela-
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 213
dera, que hacía mucho tiempo no funcionaba, en el conge-
lador estaba toda su parte del asalto al banco, manojos y
manojos de dinero, agarró un manojo y lo envolvió con el
papel de pan que estaba sobre la mesa, no se le había
ocurrido otro lugar para guardarlo, pero ahora se empezaba
a preocupar por el dinero y por su propia seguridad, agarró
una botella de gaseosa y se sentó en la cama nuevamente,
mientras bebía pensaba que alguna cosa estaba mal en todo
eso, balearon a Lúcio aparentemente sin motivo, y la guerra
que Neguinho les trajo a todos matando a Guile no era razón
para matarlo a Lúcio, al fin y al cabo la cuadrilla era muy
discreta y casi nadie sabía que ellos eran una formación, la
gaseosa estaba sin gas y caliente, Aninha estaba segura de
que algo más había en esa historia, y decidió que tenía por
obligación y por sobrevivencia que encontrar un lugar más
seguro para dormir y guardar el dinero, decidió parar de
tomar el líquido ya sin el mismo gusto, miró la etiqueta y
leyó el nombre, guaraná Dolly, pensó que era un pecado
para con ella tener tanto dinero y no haber comprado por lo
menos una Coca-cola, pero Aninha era así, nunca se acos-
tumbró a vivir en una situación mejor, vivía como siempre
había vivido, sin lo básico, puso el paquete de billetes sobre
la cama, esperó algunos minutos, empezó a pensar en las
profesiones que quedaban para todos los que conocía,
cuando reflexionaba sobre eso nunca se le ocurría nada a lo
que podía dedicarse y ganar un dinero honestamente, no iba
a aguantar por mucho tiempo cargar una heladera de
telgopor llena de agua helada y gaseosas en el semáforo al
sol quemante, se imaginaba a todos cerrándole el vidrio en
la cara, riéndose a través del vidrio polarizado, tampoco
podría vender CD del Paraguay de la hija del cantante
sertanejo2, no iba a poder ver la foto de esa oportunista el
2 “Hija del cantante sertanejo”, se trata de Vanessa Camargo, hija del
cantante del dúo Zezé de Camargo y Luciano (ver nota 60).
214 FERRÉZ
día entero y ver a las señoras que no tienen qué comer
juntando billetes de un real para comprar esa bobada sobre
amor, tampoco se imaginaba estando de pie en algún tras-
porte, pidiéndole a los pasajeros que se juntasen un poco
más, porque siempre tiene que entrar otro pasajero, no sería
la empaquetadora de algún mercado, de donde todos
saldrían con los carritos llenos y al final de un día de trabajo
ella no tendría lo suficiente para comprar pan o leche, no se
imaginaba juntando latitas de aluminio para la chatarrería
más cercana, agachándose el día entero delante de centenas
de personas para ganar cinco reales. Aninha soltó una leve
sonrisa cuando se imaginó lo que siempre había querido
ser, la actriz principal de una película de terror de esas
personas idiotas, la que se escapa de la cárcel en una fuga
cinematográfica, rehenes con botellones de gas, la niña que
se volvió Satanás, la mujer que practicó un asalto con fusil
ruso en la combi de Marlboro, que ejecutó en sólo un mes
más de 20 hombres de la escolta del camión de Casas
Bahia3, la mujer ladrona beneficiente que abrió el camión
de Marabraz frente a la favela y le ordenó a todo el mundo
que agarrara lo que quisiera, la mujer más peligrosa que el
sistema haya creado, con el coraje suficiente para robar el
camión de CBA y arrojar la cesta básica por toda la favela,
pero Aninha sabía que los devaneos no eran compatibles
con la realidad y decidió salvar su piel mientras estuviera en
su cuerpo, puso el paquete en una cartera y salió, estaba
decidida a alquilar por algunos días un cuarto en un hotel de
Santo Amaro4, sabía que no podía desperdiciar el dinero,
pero tenía claro que la situación exigía medidas rápidas, no
le avisaría a nadie, si alguno de sus compañeros le pregun-
tase diría que estaba intentando encontrar un inmueble para
3
Casas Bahia, red de locales de electrodomésticos, una de las más
famosas de Brasil, junto a Marabraz.
4 Santo Amaro, mayor centro comercial de la zona sur de la ciudad
de San Pablo.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 215
comprar, al fin y al cabo, a esa altura del campeonato, no
confiaba en nadie, después del alquiler del cuarto, Aninha
iría hasta la casa de Muriçoca, compraría un arma automá-
tica, el policía tenía todo tipo de armas para vender,
tampoco era de mucha confianza, pero para Aninha ya no
era una novedad, y lo que vendría era lucro.
Mágico intentó convencerlo a Régis de que se quedara
en la casa de Celso Capeta, pero no había hombre más
cabeza dura que Régis, así que terminó concordando con
dejarlo cerca de la casa de Aninha, Régis lo convenció al
compañero que necesitaba hablar con la muchacha,
porque tenía que avisarles a todos lo que estaba pasando,
Mágico intentó llevarlo hasta la puerta para que no se
mojase, pero Régis insistió en que lo dejara un poco antes
del lugar y le dijo que era para ir sintiendo el clima.
Bajó del auto y empezó a subir la empinada ladera que
daba a la callejuela donde vivía Aninha, después de unos
minutos de caminata, estaba exhausto y completamente
mojado, llegó a la puerta de la casilla, pero no llamó, en
lugar de eso, puso el oído en la puerta y esperó por algunos
instantes algún sonido que pudiese indicar que había
alguien adentro, nada, no oyó nada, así que decidió ir por
atrás de la casa y se paró frente a una ventana del fondo,
miró las casas vecinas y notó que no había nadie espiando,
forzó la ventana con la punta de un cortaplumas que llevaba
siempre colgado en el llavero y consiguió abrirla, entró al
cuarto y no se sorprendió al ver la casa vacía, sabía que
Aninha debía estar andando por ahí, era obvio que ella ya
sabía del atentado a Lúcio Fé, revisó la cama, levantó el
colchón y nada, fue a la heladera, la abrió, nada, sólo jarras
con agua, no abrió el congelador, abrió el pequeño guarda
ropas y se preocupó cuando vio que no había nada de ropa,
216 FERRÉZ
pensó rápidamente que Aninha ya se había ido, él la había
subestimado, debería haber ido a visitarla antes, ahora ya
era tarde, salió por la misma ventana, la cerró rápidamente
y bajó la ladera. De repente oyó una música que hacía
mucho tiempo lo venía irritando, la música del celular, puso
la mano en el bolsillo izquierdo y sacó el aparato, intentó
protegerlo de las gotas gruesas, lo abrió y dijo en voz alta
–¡Hable!– la persona que estaba del otro lado de la línea le
avisó sobre la muerte de Mazinho, Régis no lo pudo creer y
le preguntó de nuevo el nombre, Mazinho, fue la respuesta
de la persona, Régis apagó el aparato y se quedó pensativo,
antes de salir de la callejuela agarró la pistola y verificó si
estaba sin traba, lo alivió ver que sí, miró a un lado y al otro
de la calle y decidió bajar la ladera rápidamente, sabía que
había sido Modelo el que mató o mandó matar a Mazinho,
pues el chico siempre había andado con Neginho, Régis
entendía el pensamiento de Modelo, ojo por ojo, camarada
por camarada, y la persona más cercana en términos de
amistad para Neguinho da Mancha na Mão era Mazinho, la
muerte de Guile le estaba costando muy caro a Neguinho.
José Antônio y Juliana no entendían bien lo que
estaban diciendo del otro lado de la línea, algo sobre tiros,
Auxiliadora en un ómnibus, eran varias voces, estaba muy
confuso, decidieron cortar la comunicación e ir a la casa
de Auxiliadora más tarde, tan pronto como sacasen por lo
menos la mitad del barro que estaba en el cuarto del matri-
monio, la lluvia caía sin piedad, e incluso viviendo en un
lugar considerado por la prefectura como área de riesgo
estaban en calma y concentrados, sacaban el lodo ordena-
damente, él trataba de sacar los baldes llenos fuera de la
casa y Juliana los llenaba con una pala, el guarda-ropas ya
estaba perdido, no tardaría en empeñarlo ni bien se secase
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 217
el agua, José miraba el mueble y recordaba las cuotas que
todavía tenía que pagar, las hornallas también estaban
llenas de agua, pero él en esos momentos nunca se
quejaba, después de una gran lluvia siempre limpiaban
todo con paciencia, la rutina siempre era la misma,
después de tanto trabajo, esperaban que la lluvia disminu-
yese y salían de la casa, miraban los estragos de los
vecinos, y casi siempre lloraban con ellos, principalmente
cuando el caso era de pérdida total de la casa, el morro se
deslizaba, la casa resbalaba y con ella los sueños de tener
un lugar donde vivir, pero ese día de lluvia era más fuerte
que otros, la falta de plantación en el morro esa vez iba a
costar caro, José miró por la ventana y el tanque de lavar
ropa ya se había deslizado, pensó en comentarlo con
Juliana, pero decidió esperar a que ella terminara de poner
a los chicos sobre la cama y pasarles alcohol por la piernas
para que no se agarraran enfermedades de las ratas.
José Antônio se había despertado un poco más tarde
ese miércoles lluvioso, no creía que el riachuelo creciera
nuevamente, pero al contrario de lo que pensó, la cosa
estaba volviéndose fuera de control.
Agarró los trapos de piso que estaban por toda la casa
y los juntó en la puerta del baño, de la rejilla venía toda el
agua que entraba a la casa, agua oscura y olorosa, José
Antônio ya estaba acostumbrado a esa presencia, en esos
momentos siempre iba al cuarto y se arrodillaba, pedía con
fervientes oraciones dichas en voz alta que Dios disminu-
yese esa lluvia, y entre una frase y otra tenía grandes ganas
de llorar, su vida le pasaba rápidamente por los ojos en
esos momentos de oración, enseguida todo se repetiría, los
tantos momentos de desesperación, la casa toda llena de
barro, la batalla por limpiarla, los niños llorando, Juliana
quejándose por tanta desgracia, y él ahí intentando
sostener esa difícil situación.
218 FERRÉZ
El agua de la rejilla no dejaba de desparramarse por la
casa, ya había mojado todos los trapos de piso, y ahora
José escurría todos los trapos en un balde, y los pasaba
nuevamente por la casa, Juliana intentaba agarrar la ropa
antes de que el armario se desmoronara.
Régis tuvo que refugiarse en el bar de Neco, sabía que
estaba en un lugar abierto ahí, y en caso de que alguien
intentara matarlo estaba en desventaja, veía todas las
motos que pasaban, intentaba armar el rompe-cabezas, no
era posible que la unión de los policías con Modelo no
fuese a cambio de mucho dinero, pero ahí estaba la cosa,
¿de dónde estarían ganando tanto dinero?, fue cuando se
acordó de la conversación de Nego Duda algún tiempo
atrás, en ese momento Régis no lo creyó, pero ahora tenía
sentido. Según Nego Duda, Modelo decía que estaba por
hacer un gran negocio de distribución de drogas para
varias comisarías. Régis continuó intentando entender, y
sabía que Modelo era un loco de remate, pues el último
crimen que hizo fue totalmente extraño, había ido a
cobrarle a un chico que le debía dinero al jefe de la boca,
y en el momento de la discusión la mamá del chico se puso
enfrente y Modelo sin más ni menos le dio un tiro en la
cabeza a la mujer, Régis sabía que aquel tipo de gente era
diferente de las personas de su bando, al fin y al cabo
estaban todos en la vida bandida por el dinero, y no por la
fama, pero el chico que prometía ser un gran ladrón, se
había vuelto un hombre que amedrentaba, Régis de cierta
forma estaba cansado de todo ese clima, y sabía que
tendría problemas con Modelo en poco tiempo, incluso
más con Neguinho habiendo comenzado la guerra algunas
semanas atrás, también sabía que no podía mantener una
discordia con alguien que estaba en el auge, el respeto que
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 219
Modelo había adquirido ya había ultrapasado la realidad,
y muertes de las que no había oído hablar se le asociaban.
Mientras buscaba las piezas de un juego que sabía jugar
muy bien, Régis pidió una cerveza, los ojos no paraban de
moverse por todo el ambiente, cada minuto salía y daba
una mirada a la calle, sabía que la muerte podía llegar a
caballo en cualquier momento, la escena de matar con
moto en ese área se volvió costumbre, no confiaba más en
las conversaciones que tuvo con Mágico, descubrió su
conexión con algunos policías del GOE e incluso después
de haber reflexionado sobre la situación, no se había
convencido de que el compañero continuara siendo
confiable. Mágico, por otro lado, insistía con Régis mien-
tras él reflexionaba, le decía que todo estaba muy extraño,
la muerte de Mazinho no era una buena señal, Régis
amenizó diciendo que Modelo y Nado estaban descontro-
lados, Mágico no parecía creer en la respuesta, pero todo
eso era una situación provisoria, era cuestión de tiempo
hasta que se resolviera todo, la conversación terminó esa
mañana de sábado como había empezado, sin confianza de
ambos lados.
Régis dejó de recordar los hechos, empezó a beber
cerveza lentamente, lo extrañaba a Lúcio Fé, los
momentos que habían pasado juntos, a Aninha, el modo
precavido y al mismo tiempo fuerte de la muchacha, tenía
ganas de ver a todos con los que en los últimos meses
había trabajado para el robo que Mágico había organizado,
quería pasar por eso de nuevo, esa agitación dentro de cada
uno en el momento de la escena, sabía que tenía razón en
adelantarse, en agarrar todo, al fin y al cabo personas
como Celso Capeta terminan perdiendo todo con la policía
incluso, o con algún otro compañero, Régis tenía la
convicción de que unos nacían para ganar el juego, otros
para perderlo, y otros ni merecían participar del partido.
220 FERRÉZ
El vaso de cerveza se estaba vaciando, Neco se acercó y
se lo llenó, Régis sabía que eso no era un acto para agradar
a los clientes, sabía que Neco estaba queriendo que se fuese
de ahí, la confusión que envolvía a todo el bando de Mágico
se había vuelto charla de esquina y nadie más quería tener
contacto con cualquiera que fuese enemigo de Modelo,
Régis posó los ojos en el vaso y se quedó reflexionando
sobre el juego, ¿cómo Modelo pudo haber dominado todo,
bien por debajo de la mirada de todos?, ¿cómo podía tener
hasta la seguridad de los policías? Miraba el vaso lleno y
llegó a la misma conclusión a la que siempre llegaba,
dinero, dinero era la razón de todo, sabía que ningún laburo
que hicieran daría más dinero que el tráfico, el tráfico era un
comercio continuo, vivía fluyendo, el crimen era inestable,
tenía sus alti-bajos, un buen laburo ahí, una buena con los
homens de por allá, una buena carga en un lugar, una mala
con alguien en otro lado, la mayoría de las veces el dinero
ganado con un buen robo era usado para comprar más
armas, las armas se prestaban, no podía negársele nada a un
camarada de esta desviada vida, muchos iban presos o
perdían las armas en un enfrentamiento con la policía, y
difícilmente se las pagaban.
Régis sentía que el juego esa vez estaba por terminar,
por primera vez tenía la impresión de que en el tablero
había pocas piezas.
Terminó de vaciar el vaso de un solo trago, le pagó la
cerveza a Neco, que se alivió cuando Régis salió del bar,
no quería más sangre ahí, Régis empezó a bajar por la
calle, la lluvia no le permitía caminar, caía pesadamente,
pero más pesada aún estaba su cabeza, no lograba decidir
qué hacer, decidió parar debajo de un toldo, la antigua
heladería le sirvió por lo menos para tener un buen techo
contra la lluvia, ahí sacó el celular y lo llamó a Mágico, le
pidió que organizara una reunión con Celso Capeta y con
Aninha, subrayó que prefería que fuese en un lugar con
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 221
movimiento, Mágico dijo que los contactaría, la interfe-
rencia del celular los irritaba, se cortaban las voces y
tenían que repetir todo a cada instante, Régis cortó
nervioso, prometió que después de resolver la situación no
andaría más por ahí, hasta la señal del aparato es mala en
ese lugar, notó que el agua subía por las alcantarillas,
levantó la cabeza y miró el morro de enfrente, notó las
erosiones que se profundizaban con la fuerte lluvia,
empezó a pasar los ojos por las casillas, y sabía que la casa
de la ventana verde era de José Antônio, un señor evangé-
lico muy batallador que siempre estaba en la suya, notó
que se desmoronaba la pared, era evidente que su casa se
desbarrancaría en cualquier momento.
José no pudo creer cuando vio que la pared del living se
caía entera, y bajaba por el morro, en un momento tenía la
casa llena de agua y barro, en otro se estaba cayendo,
Juliana intentó salir del baño a tiempo, estaba tomando una
ducha caliente para sacarse el frío del cuerpo, no lo logró,
el baño se le cayó encima, José Antônio tomó a sus dos hijos
de la cucheta, abrió la puerta y les ordenó que corrieran, los
niños salieron gritando y corriendo debajo de la lluvia, José
intentó ir al baño, pero el techo del living empezó a desmo-
ronarse, de donde estaba ya daba para ver el riachuelo inun-
dado allá abajo, colchones, cajones de cerveza, cajones de
verdura, todo empezaba a pasar por ahí, José sintió que sus
piernas temblaban cuando abrió los ojos y estaba colgando
de una madera que había caído del tejado, sabía que no
tendría mucho tiempo para sostenerse, la casa se iba desha-
ciendo por completo e iba cayendo por la ribera que ante-
cedía al riachuelo, los vecinos intentaban a todo costo llegar
a él, mientras se agarraba les gritaba a todos que agarrasen
a Juliana en lo que quedaba del baño, los vecinos no lo escu-
222 FERRÉZ
chaban, la lluvia caía fuerte más que nunca, y los truenos
completaban el clima de Armagedon, para todos el fin de
todo lo que tenían era el fin del mundo, otra casa se deslizó
por al lado y el temor le hizo soltar la madera, salió rodando
unos metros por el morro y cayó dentro del riachuelo, que
parecía un río, fue arrastrado hasta la altura de la padaria
Pousadinhas, donde quedó preso entre un sofá viejo y
ramas de árboles que la lluvia había llevado al riachuelo.
José tenía un buen porte físico por las changas que hacía
como ayudante de albañil, tal vez por ese motivo logró salir
del riachuelo a tiempo, los residentes de la Cohab que
estaban enfrente a esa altura del riachuelo lo ayudaron a
subir, estaba exhausto, pero no aceptó el pedido de ir al
médico, fue corriendo a su casa, en el medio del camino lo
vio a Modelo ponerse la pistola en la cintura y entrar en un
auto, sabía que incluso con todo ese temporal, e incluso con
toda esa desgracia, el chico estaba tramando maldades,
llegó a la puerta de su casa, o lo que había quedado de ella,
vio los destrozos, los vecinos llegaron corriendo y le infor-
maron que Juliana estaba bien, sólo se le había dislocado el
brazo por una teja, José preguntó dónde estaba, le dijeron
que estaba en la casa de Maria Luiza, resolvió ir corriendo
para allá, llegó, golpeó fuerte la puerta, Maria Luiza
atendió, le dijo al amigo que entrara, le dijo que no se preo-
cupara que Juliana había tomado un calmante y estaba
durmiendo, José fue al cuarto, la vio a Juliana en el borde
de la cama, se acercó y le dio un beso en la frente, en
seguida se arrodilló en el piso y le agradeció a Dios, ni bien
terminó la oración, todavía estaba con los ojos cerrados
cuando se acordó de haber visto a Régis en la parada de
ómnibus, pensó en avisarle que Modelo estaba yendo en esa
dirección y armado, pero en el medio de esa correría lo dejó
pasar.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 223
Régis vio cómo la lluvia derribaba otra familia, escu-
chaba los gritos de una señora llamando a la hija, pensó en
ir a ayudar, pero sabía que no podía exponerse, miró el
reloj, el celular sonó, sabía que era Mágico, la reunión
había sido marcada en el shopping SP Market, pensó en
pedirle a Mágico que lo fuera a buscar, pero decidió ir en
ómnibus, estaba con odio por estar en esa situación, por
los policías que se habían llevado su auto como si nada,
ahora tenía que andar en ómnibus mientras la lluvia caía
fuerte:
—Qué malandragem es ésta que sólo me jode, la puta
que lo parió.
Paulo no lo pudo creer cuando le dieron la noticia, sus
piernas flaquearon, no podía ser lo que estaba pasando, ni
bien logró firmeza en sus piernas, fue corriendo a la casa
de Auxiliadora, la lluvia estaba pesada y era continua, pero
no pensaba más que en la noticia, Paulo en ese momento
tuvo varios pensamientos, en el medio del camino se
encontró con Régis que prefirió no decirle ni una palabra
al muchacho, solamente cruzó la mirada con él para darle
a entender que ya sabía lo que había pasado, llegó a la casa
de Auxiliadora y casi derribó la puerta de tanto golpear,
una niña abrió, al entrar vio a la madre de Auxiliadora
llorando en el sofá, se le acercó y la abrazó fuerte, ambos
lloraron, la escena era muy fuerte a los ojos de las
personas que estaban por ahí, habían baleado y matado a
Auxiliadora al bajar del ómnibus cuando volvía del
trabajo, según los comentarios la muerte había sido a
propósito y el motivo era la guerra entre las cuadrillas de
Modelo y Mágico, Auxiliadora era la tía de Neguinho, y
todos dijeron que era Modelo el que estaba en la parte
trasera de la moto que pasó frente a ella y efectuó los
224 FERRÉZ
disparos, Paulo sabía de toda la guerra que Neguinho
había empezado al matar a Guile, pero también sabía que
Guile no era tan querido por el bando de Modelo, a pesar
de que trabajaban hacía mucho tiempo juntos, en el fondo
sentía que había algo más detrás de todo eso, Paulo lloró,
lloró, y sólo no lloró más porque las lágrimas se le
acabaron, dos horas después todavía estaba en el sofá,
moqueando y diciendo en voz baja:
—Siempre te voy a amar.
Régis llegó al shopping y fue directo al patio de
comidas como habían planeado, los vio a Aninha y a Celso
Capeta en una mesa, se acercó y les dio la mano a ambos,
preguntó por Mágico, Aninha dijo que había ido al baño
pero que ya volvía, Régis, desconfiado como siempre,
miró todo el shopping y empezó a pensar que hasta ahí
daría para hacer una emboscada para matarlos, decidió
preguntar por Neguinho, Celso dijo que ya estaba
llegando, incluso ya había llamado diciendo que estaba
cerca, le preguntaron a Régis por qué estaba mojado, él
contó el desacierto con los policías y que le había quedado
sólo una moto, así que en días de lluvia prefería andar a
pie, Régis decidió cambiar el rumbo de la conversación y
le preguntó a Aninha por qué no paraba más en su casa, le
respondió con calma que había ido a un lugar más seguro,
él se calló, si preguntase dónde sin dudas iban a descon-
fiar, Mágico llegó, le dio la mano a Régis, se sentó y dijo
enseguida:
—Ya ven, ¿no?, la que Neguinho armó, ahora estamos
todos en el medio por ese loco.
Régis agarró unas servilletas y se las pasó por la
cabeza, quería secarse, odiaba estar mojado, lo miró a
Celso Capeta y le dijo:
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 225
—Así es, jão, ahora hay que resolverlo, esperémoslo
para hablar de eso.
Ni bien terminó de hablar, Neguinho da Mancha na
Mão llegó y se sentó, todos notaron que estaba llorando, le
preguntaron qué había pasado.
—La cosa está fea, voy a tener que matar a esos hijos
de puta.
—¿Qué pasa, Neguinho? ¡Hablá, mierda! –preguntó
Celso.
—Los locos mataron a mi tía.
—¿Qué, jão? ¿Es un chiste? –preguntó Régis.
—Chiste una mierda, mataron a Auxiliadora, me llamó
Paulo, el loco está perturbado, casi no puede hablar.
—Mierda, nos están jodiendo a todos, fue lo único que
Celso Capeta pudo decir.
Todos se quedaron pensativos, y Régis ahora estaba
convencido de que tenía el control de todo, no podía de
ningún modo cometer fallas, un mínimo detalle o palabra
mal usada sería fatídico, Régis había jugado más de una
pieza, pero en verdad las desconfianzas pesaban más sobre
Mágico, pues era él quien mantenía relaciones con los
policías y todos lo sabían, en la cabeza de Régis eso era
decisivo para que todos estuvieran ciegos el tiempo sufi-
ciente. Al fin y al cabo, en tierra de ciegos el tuerto es rey,
y Régis se había prometido una cosa a sí mismo desde que
había entrado ahí, si alguien iba a llorar, que fuese la
madre de todos, y por último la suya.
Mágico quebró el silencio, y dijo que todos ahí debían
poner la cabeza en su lugar y pensar en una manera de
resolver la situación, dijo que era evidente que dado que
Modelo no estaba localizando al bando que quería matar,
estaba matando a parientes y amigos, como pasó con
Mazinho y Auxiliadora, dijo que tenían que tomar
medidas urgentes para terminar con esa situación. Régis
concordó y dijo que estaba dispuesto a invadir la casa de
226 FERRÉZ
Modelo y matar a todo el mundo de su bando, Celso
Capeta lo apoyó, Neguinho da Mancha na Mão bajó la
cabeza y pensó en Eduarda, pensó en la casa que tendrían,
en el bebé que cuidarían con mucho cariño, pensó en
llegar del servicio y abrazarla todos los días hasta el final
de su vida, pero no podía salir más de eso, la muerte de
Guile fue su más grave error, y ahora dos personas
inocentes y su camarada Lúcio Fé habían muerto por ese
error, miró a sus compañeros y dijo que estaba listo para
matar o morir, enseguida Aninha se pronunció y dijo que
sin dudas todo eso iba a terminar mal, Régis dijo que no,
que era necesario actuar así en determinadas situaciones,
Aninha tuvo ganas de decir que desconfiaba de todo eso,
que no creía que Modelo estuviera haciendo todo ese
infierno por Guile, pero decidió seguir a todos los que
estaban dentro de esa historia.
Cuando iban a levantarse, Mágico les pidió calma y
dijo que en el fondo toda esa treta hasta podía dejar algo
de dinero, Celso preguntó de qué manera y él le respondió
que si fuese verdad la cantidad de armas y cocaína que
había en la casa de Modelo daría un buen dinero, Aninha
dijo que no podían olvidarse de que además de andar con
Nado, Modelo todavía tenía la protección de dos primos y
trabajaba con dos menores más en la boca, además de que
estaba claro que estaba aliado con los policías, Régis dijo
entonces que no se preocuparan, que habría un factor
sorpresa y que era cuestión de llegar, derribar a todos,
hacer todo rápido y salir con las armas y drogas.
Todos en la mesa llegaron al acuerdo de derribar a todo
el bando de Modelo, y sería esa misma noche, nadie espe-
raría un ataque tan fuerte una noche de tanta lluvia, Régis
se comprometió a conseguir dos pistolas y una moto,
Mágico les aconsejó que fuesen en dos autos, Régis se
adelantó y dijo.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 227
—No hace falta que nos preocupemos por las armas,
este jão tiene hasta escopetas en su casa.
—Sí, amigo, compré algunas herramientas –dijo
Celso– y te voy a decir una cosa, cuando me encuentre con
ese Modelo, lo voy a agujerear todo.
Neguinho agarró a su amigo del brazo y le dijo:
—Disculpame, hermano, pero ese loco es mío, voy a
vengar a mi tía dándole tiros hasta en el culo a ese cagador.
—Vamos a dejar eso para la acción, no tiene sentido
discutir esto, en el momento la cosa va a estar completa-
mente loca y todos van a estar disparándole a ese hijo de
puta.
Cuando Régis terminó de hablar, casi todos se rieron,
Neguinho da Mancha na Mão continuaba serio, estaba
contaminado por el odio, se imaginaba las manos con
sangre, y veía frente a él a Modelo sin cabeza, tirado en el
piso, su lugar, Neguinho no pensaba más en Eduarda, no
pensaba más en el futuro bebé, no pensaba en tener una
casa más adelante, sólo llegaba a ver frente suyo la sangre
del enemigo. Todos se levantaron de la mesa y quedaron
en estar en la puerta de la casa de Mágico a las diez de la
noche en punto, la casa de Mágico era la única que estaba
fuera de la periferia, y Morumbi Sur era un lugar muy
tranquilo, siendo así, no existía riesgo de que el bando de
Modelo los viera a todos reunidos.
Capítulo 12

¿Dónde hay aire por acá?

 En Europa, a fines del siglo XV, una evolución en el
mecanismo volvió las armas de fuego más eficaces y
populares, ya en el siglo XVI los armeros vendían las
armaduras y sólo los ricos las compraban, Régis no sabía
eso, vio a los tres muchachos de gorra y sweater que
estaban cerca de la casa de Modelo, no eran nada suyo más
allá de conocidos, mismo así gatilló la mini Uzzy y los
ametralló a los tres, cuando el último cayó al piso, Celso
Capeta bajó del auto y les dio dos disparos más en la
cabeza, todos bajaron de los dos autos y derribaron el
portón de Modelo a patadas, entraron a la casa y agarraron
a su madre, nadie estaba con ella, revisaron toda la casa y
no encontraron ningún arma ni vestigio de droga, Régis
tuvo la idea de llevársela como rehén, Aninha dijo que no
sería una buena idea, pero Neguinho da Mancha na Mão y
Celso Capeta dijeron que era la única forma de atrapar a
Modelo, pusieron a la señora en el auto y salieron dispa-
rados, en el auto Celso se quejaba de la maldita lluvia que
lo había mojado todo.
Después de los disparos, los vecinos salieron, encon-
traron a los tres jóvenes muertos, una señora se acercó
llorando desde el final de la calle y abrazó uno de los
cuerpos, enseguida dos madres más se acercaron del fondo
de la callejuela número 8 y también abrazaron a sus hijos,
Cláudio, Fábio y André no usaban drogas, no andaban con
Modelo y estaban ahí enfrente de la boca de humo sólo
para protegerse de la lluvia.
Modelo llegó con Nado y sus dos primos, al comienzo
de la calle ya le habían avisado que habían matado a tres
frente a su portón, pasó por los cuerpos y reconoció a los
chicos que antes eran compañeros de remontar barriletes,
entró a la cocina, pasó por el cuarto y confirmó lo que ya
232 FERRÉZ
sospechaba, se habían llevado a su madre, Modelo salió
por el portón, les dijo a sus primos que agarraran el auto
que estaba en la casa de arriba y les pidió de encontrarse
frente al terreno de la feria de los domingos, Nado quiso
quedarse para hablar con las madres de los chicos muertos,
pero Modelo le recomendó que se fuera también, porque
enseguida la policía estaría por ahí.
Celso Capeta bajó del auto para comprar cigarrillos y
pasó por el estacionamiento de la padaria, se acomodó la
9 mm en la cintura, la lluvia no le incomodaba más, fue en
dirección a la tercera puerta, la noche estaba demasiado
quieta. Valdinei dos Santos Silva estaba recordando los
ojos del niño implorando para que no lo mataran, una leve
sonrisa parecía salir de sus labios, pero la pólvora tenía un
gusto horrible, el labio izquierdo le colgaba, cuando
intentó sacar el arma sintió que se le oscurecía una parte
de la mirada, su ojo izquierdo también había explotado,
Celso Capeta continuaba disparándole y le decía en voz
bien alta que quien mata muere, repitió eso hasta que se le
acabaron las municiones del arma, Valdinei ni vio lo que
lo perforó, nunca imaginó que moriría de esa forma, apun-
tado en pleno trabajo, la padaria tardaría apenas dos días
en contratar otro seguridad, Celso Capeta se puso el arma
en la espalda, la parada de ómnibus estaba vacía, todos
habían salido corriendo con el primer disparo, la padaria
no tenía más empleados en ese momento, también estaba
desierta, Régis y los demás amigos no podían creer lo que
estaba pasando, toda esa treta y Celso todavía armaba otra,
habían salido del auto y estaban con las armas en las
manos, Celso se acercó y les dijo que iría a su casa, Régis
intentó argumentar que deberían quedarse juntos, pero
Celso se puso de espaldas, bajó por la calle principal y fue
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 233
a la casa de doña Helena, golpeó en su puerta y apenas ella
atendió él dijo:
—¿Se acuerda de esa historia de allá de su hijo?
—Sí.
—Bueno, ya está resuelto, ese pé-de-pato hijo de puta
no va a matar a nadie más.
—Que Dios te bendiga.
Diciendo eso, doña Helena lo abrazó, y Celso sabía
que, a pesar de que su fallecido hijo hacía pequeños robos,
era un chico que tenía talento para jugar a la pelota y no
merecía que lo mataran. Celso decidió pasar por su casa,
encendió la hornalla y fritó dos huevos, los comió con un
pan que había sobrado del día anterior y tomó un vaso de
café, cargó el arma y fue a Morumbi Sur, iba a encontrarse
con sus compañeros para definir el intercambio de la
madre de Modelo por la familia de Régis.
Amanece, José Antônio está sentado en la vereda de
enfrente de lo que un día había sido su casa, y hoy no
pasaba de una montaña de ladrillos, madera y tejas
quebradas, había conseguido encontrar sus documentos en
el medio de los escombros, a pesar de estar mojados aún
podían usarse, las fotos de sus parientes y de momentos
importantes como cumpleaños y otros festejos de la
familia se perdieron, José mira el terreno y no lo puede
creer, seis años atrás estaba viviendo en la favela de
Heliópolis1 y su casa se le quemó totalmente durante un
incendio provocado por un vecino borracho, ahora el
destino lo tocaba nuevamente, sólo que con agua, José
pensaba en Juliana, y en lo que haría con sus hijos que en
1 Heliópolis, favela de la región sudeste de San Pablo (mayor favela
de América Latina, con más de 120.000 habitantes).
234 FERRÉZ
ese momento estaban en la casa de doña Maria Luiza,
pensaba en su vecina, doña Lucélia, que estaba en una
situación mucho peor a la suya, pues había perdido a su
hijo recién nacido durante el temporal, la vecindad estaba
a todo vapor, carretillas de construcción llenas de barro de
aquí para allá, hombres empezando a limpiar el terreno
para construir un nuevo hogar, la asistencia social había
prometido llegar en dos días, pero muchos prefirieron no
esperar, no tenían más confianza en el servicio público y
sabían que ellos mismos deberían hacer la reconstrucción.
Dinoitinha se acercó a José Antônio, se agachó y se
quedó a su lado, pasaron unos minutos, notó que el
hombre estaba pensativo, y le preguntó si quería ayuda
para limpiar el terreno, José Antônio miró al pequeño que
estaba frente a él y tuvo ganas de abrazarlo, al fin y al cabo
ese chico era la prueba viva de lo mejor que existía en esa
comunidad. Miró fijo a Dinoitinha y le dijo que aceptaba,
le pidió que esperara un poco y fue a buscar herramientas
prestadas a la casa de Paulo.
Régis estaba despierto hacía más de 24 horas, miraba
fijamente a la madre de Modelo, que tampoco había
dormido, Mágico preparaba el desayuno mientras
Neguinho da Mancha na Mão, Celso Capeta y Aninha
dormían, la casa de Mágico no debía ser el cautiverio, pero
no se les ocurría nada más, la organización del bando ya
se había ido con la corriente, lo único que les interesaba
era resolver la situación con Modelo.
Después de unos minutos, Mágico llevó vasos de café
y panes, empezó a sacudirlos a todos, los despertó uno por
uno, cada uno agarró su plato y empezó a comer, Mágico
estiró su brazo hacia la madre de Modelo y le ofreció pan,
ella se negó, todos pensaron al mismo tiempo que ahora
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 235
sabían por qué el hijo era tan mal educado, debía haber
aprendido del carácter de su madre.
Régis escuchó sonar el celular, vio el número que
aparecía y no lo reconoció, decidió atender y mostró
espanto cuando empezó a escuchar la conversación,
Modelo hablaba riéndose y Régis fingía no estar enten-
diendo, todos en el cuarto percibieron su miedo y empe-
zaron a darse cuenta de la charla, Régis estaba más
atemorizado a cada minuto y de repente arrojó el celular a
la pared, sacó la pistola que llevaba en la cintura y la enga-
tilló en la cabeza de la madre de Modelo, durante esa
escena se convenció de que había elegido la profesión
equivocada, debería haber sido actor, la madre de Modelo
cerró los ojos y todos fueron en dirección a Régis, Mágico
le sostuvo el brazo, mientras Neguinho agarró la pistola,
Régis se sentó en el piso y empezó a gritar que los mataría
a todos, Aninha se acercó y lo envolvió con los brazos, lo
abrazó firmemente y le preguntó qué estaba pasando, para
el espanto de todos, Régis dijo que el que había llamado
era Modelo y que el miserable había secuestrado a Eliana
y a su hijo.
Todos se quedaron abismados, no sabían que el
muchacho iba a ir tan lejos, sólo habían agarrado a su
madre para atraerlo, no querían hacerle ningún mal a la
señora, pero ahora era demasiado tarde, Modelo había
dado un paso más allá, Celso Capeta le preguntó qué más
era lo que Modelo había dicho, Régis respondió llorando,
mirando a la madre del enemigo, dijo casi gritando que
Modelo había dicho que podían matar a su madre, sólo que
él iba a matar a la familia de cada uno, hasta acabar con
todo linaje, aterrorizante frase, todos se quedaron shocke-
ados, y Mágico subió a la parte de arriba y al abrir la
puerta del cuarto se alivió cuando vio que su esposa
Priscila estaba durmiendo con sus dos hijas, volvió rápi-
damente al cuarto donde estaban todos y les dijo que
236 FERRÉZ
tenían que pensar en algo rápido, porque Modelo no era un
bandido, era un enfermo psicópata.
Mientras llegan más personas para ayudar, José
Antônio sigue retirando los escombros del terreno,
Dinoitinha agarra los pedazos de bloques y los lanza lejos,
José llena la carretilla viendo las imágenes y el sofá
blanco, muchos artistas sentados en él y una conductora
rubia guiando la conversación, él se levanta, va hasta el
armario, nada, no ve nada, va hasta el termo de café y pone
un poco de ese líquido negro en un vaso, sabe que no hay
comida en la casa, pero igualmente abre la heladera, bote-
llas y botellas de agua es lo que ve, pone el vaso en la
pileta de la cocina y se sienta frente a la televisión de
nuevo, empieza a prestar atención a la conversación de los
artistas que están sentados en ese lindo sofá, la charla es
sobre un gran presidente que acaba de terminar su
gobierno, vuelve a la realidad, alguien dice su nombre, él
se da vuelta, la casa no existe más, ve frente a él a dos
miembros de la iglesia, don Juan y don Claudio, ambos
con herramientas en las manos, les agradece a sus
hermanos que hayan ido y empieza a llenar la carretilla
nuevamente.
Celso Capeta observaba todo el movimiento a su alre-
dedor, sentado en uno de los varios bancos de plástico del
cuarto de la casa de Mágico, donde discutían sobre el
secuestro de la familia de Régis, decide mirar a la madre
de Modelo, ella también lo estaba mirando a Celso y sintió
un frío en la espalda, por un momento pensó en algo que
le daba más sentido a las cosas, era lógico que modelo
podía considerar a Guile, el compañero que Neguinho
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 237
mató, pero de ahí a hacer una puta guerra por ese loco no
era compatible con lo que Modelo demostraba desde
pequeño.
La maldad de Modelo ya era conocida, pero lo prin-
cipal para él era ser el más grande, la amistad era sólo
cuestión de tiempo, la fama de Modelo había crecido
rápido, Celso empezó a juntar las partes, Lúcio fue el
primero en ser baleado, después murió en el hospital, hasta
ese momento nadie había hablado de dinero, de la parte
del robo que Lúcio se llevó, y que ahora era evidente
alguien había hecho algún pacto fuera del grupo, alguien
ahí de esa mesa quería las otras partes del asalto, los miró
a todos, pensó en llamarlo a Neguinho da Mancha na Mão
para decirle lo que estaba pensando, pero se acordó que
había sido él quien mató a Guile, tal vez fuera parte del
plan, empezó a mirarlo a Régis, y se acordó que él había
ido a su casa y le preguntó qué había hecho con la moto
que había comprado, claro que podía ser él, llevó la mirada
a Mágico y también le dio la sensación de no confiar, al fin
y al cabo era el único de todos los de ahí que tenía un alto
estilo de vida y sería capaz de todo para seguir mante-
niendo ese estilo, fue entonces que la miró a Aninha,
estaba con el rostro perdido en toda esa conversación,
Celso se acordó que se había ido de su casa, que comen-
taban en la calle que hacía dos días que no la veían,
entonces tuvo la seguridad de que Aninha debía tener la
mismas dudas que él, no tenía sentido mudarse si ella no
desconfiaba, se levantó lentamente, preguntó dónde había
una canilla para mojarse la cara, Mágico dijo que había
una del lado de afuera del cuarto, antes de llegar al jardín
de la casa, Celso Capeta abrió la puerta y la llamó a
Aninha, diciendo que quería conversar, Aninha se levantó,
salió inmediatamente después de Celso y afuera empe-
zaron a conversar.
—Bueno, Aninha, necesito hablar con vos
—Decime, Celso, ¿qué pasa?
238 FERRÉZ
—La cosa es así, meu, todo esto me está sonando muy
extraño.
—¿Extraño?
—Sí, pero si vas a empezar a decir que estoy delirando
no te digo nada.
—Podés hablar, Celso, que yo tampoco me trago
algunas cosas.
—Entonces listo, primero, ¿vos pensás que Modelo
está haciendo toda esta guerra por ese sapo que Neguinho
mató?
—No lo creo, meu, y ya estoy con esa duda hace
tiempo.
—Entonces, Aninha, me parece que es cuestión de
tiempo que otro de nosotros muera, hasta que ya no quede
ninguno.
—¿Qué querés decir, Celso?
—Fijate, meu, ya agarramos a la madre del tipo, ahora
Régis dice que Modelo secuestró a toda su familia, esto se
está volviendo una mierda, dentro de poco va a pasar
alguna otra cagada, traje todas mis armas para acá, pero no
voy a poder disparar sin saber qué está pasando.
—Celso, tenés razón, ¿no da para entrar y decirle esto
a todo el mundo?
—¿Estás loca, nena? Te elegí a vos después de analizar
a cada uno, no tengo más confianza en ninguno.
—Ok, por lo menos podés estar seguro que yo juego
limpio.
—Lo sé, Aninha, por eso te fuiste de la casilla, vos ya
desconfiabas.
—¡Claro! ¿Vos viste cómo le dieron a Lúcio? Qué cosa
extraña.
—¿Entonces qué vamos a hacer?
—La cosa es no ir con ellos en masa a ningún lugar,
aunque haya que inventar cualquier cosa, pero esa de ir a
rescatar a los parientes de Régis es muy extraño.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 239
—Entonces quedemos así, vos cuidás de mis espaldas
que yo cuido de la tuya, y vamos a estar atentos, Celso
–Continuó Aninha
—Listo. Y hay más, Aninha: secreto entre tres, sólo si
dos mueren, entonces la boca cosida.
—Dalo por hecho, loco, en esas no vas a caer conmigo.
Ambos volvieron al cuarto, cuando se sentaron se ente-
raron que la discusión había llegado a una decisión, irían a
la casa de los primos de Modelo e intentarían cambiar a la
madre del enemigo por el hijo y la esposa de Régis, ni bien
comentaron la decisión, empezaron a salir del cuarto en
dirección a los dos autos. Aninha lo miró a Celso Capeta
como quien dice –mierda, ¿cómo decimos que no vamos?
Y ambos entraron también en los autos, era lógico que no
daba para abandonar el barco en el momento del
naufragio.
Régis intentaba llamar al número que había aparecido
en su celular, pero era en vano, sólo daba el contestador
automático, subieron por la calle nueva y en diez minutos
ya estaban a diez metros de la casa de los primos de
Modelo, ya podía verse la casa en la que estaban, era una
casa de dos pisos amarilla, con dos ventanas en el frente,
y un gran garaje todo cerrado de madera.
La madre de Modelo estaba con las manos atadas y
venía en el segundo de los autos, estaba llorando, sabía
que si hubiese chance iban a matar a su hijo, entonces sólo
lloraba y le pedía a Dios que lo librase de esos enemigos,
Neguinho da Mancha na Mão agarró la pistola 380 Imbel
y verificó si estaba trabada, no lo estaba, mientras tanto
todos los que estaban en el auto empezaron también a veri-
ficar las armas, Régis estaba con una Sig Sauer cargada,
Celso Capeta sacó una 9 mm modelo GC MD1 A2
también fabricada por la Imbel, mientras Aninha verifi-
240 FERRÉZ
caba si su pistola Taurus modelo PT – 92 CD estaba
también destrabada, en pocos minutos estaba todo
chequeado, Mágico salió del primer auto y fue hasta el
segundo, le pidió a Régis que esperara en él pues iría hasta
el portón a llamarlo a Modelo para conversar, Régis fingió
que no le gustó la actitud del compañero, pero se quedó
quieto en el auto, Mágico siguió haciendo lo que habían
planeado en su casa, intentar el intercambio de familiares
sin más enemistades.
Mágico llegó a la puerta de la casa y tocó el portero
eléctrico, enseguida alguien atendió del otro lado y
preguntó quién era, él dijo que deseaba hablar con
Modelo, en eso el portón se puso en funcionamiento, el
mecanismo empezó a levantarlo, Mágico al principio se
llevó un susto y llegó a poner su mano en el arma, pero
después vio que Modelo estaba en el garaje, sin camisa y
sentado en un banco, apenas el portón se abrió por
completo le dijo a Mágico que entrara rápido y lo cerró.
Régis esperaba y aparentaba una angustia indescrip-
tible, movía las piernas y las manos con una gran rapidez,
la ansiedad era visible, sabía que Modelo podía ponerse
fuera de control en cualquier momento, a esa altura del
juego, no podía decir si dominaba algunas piezas, ni sabía
si estaba en el mismo tablero que todos ahí, empezó a
pensar que no había sido tan productivo todo eso que hizo,
que el riesgo era mayor que todo el resto, pero ahora ya era
tarde para volver atrás, el rastro de sangre que había
dejado ya era señal de traición, o continuaba o sin dudas
iba a morir en cuestión de días, Régis sabía que estaba
cerca de una gran bomba, esperaba todo, menos los golpes
en el vidrio del auto, se asustó y sacó el arma, miró a
través de la ventana y vio a un niño, bajó el vidrio y se
acordó del pequeño, era Dinoitinha, el niño dijo hola, y le
dijo a Régis que en la calle de atrás había dos patrulleros
de la policía militar.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 241
Régis vio el asiento trasero y percibió que Celso
Capeta había escuchado la conversación, no tuvo dudas, el
plan estaba destinado al fracaso, si Dinoitinha no hubiese
aparecido todo se habría resuelto en pocos segundos, pero
el destino le jugó en contra ese día, a pesar del éxito
inicial, o sea, que Mágico haya entrado a la casa de
Modelo, el aviso del chico terminó con todo el resto, no
sería ese día, le agradeció al niño y le hizo señales con las
luces al auto de adelante, Neguinho da Mancha na Mão
encendió el auto y empezó a bajar, tres calles después,
frente a una plaza, Régis salió del auto y fue a hablar con
Neguinho.
—La cosa es así, jão, vamos a bajar todos y a hacer una
reunión.
—¿Y la doña? –Neguinho señaló a la madre de
Modelo.
—Dejala ahí, está atada, y avisale que si intenta algo,
le disparamos en las piernas.
Aninha, Celso Capeta, Neguinho da Mancha na Mão y
Régis dejaron los autos y fueron a un bar frente a un local,
de ahí observaban a la madre de Modelo, pidieron dos
cervezas y fueron al costado izquierdo del bar, desde
donde era más difícil que el dueño escuchara lo que iban a
hablar.
Régis inició la conversación.
—La cosa está muy extraña, ¿no es cierto?
Neguinho, Celso y Aninha concordaron, y Régis
continuó.
—Hace rato que ando desconfiando y hoy se
comprueba.
—¿Qué? –pregunta Aninha
—Las ideas de Mágico.
—¿Qué querés decir?
—Es obvio, mataron a Lúcio, la parte de su dinero
nadie la vio, en seguida Mazinho, después la mujer de
242 FERRÉZ
Paulo que es pariente de Neguinho, hay mucho cuerpo
para un loco que no apreciaba tanto a Guile.
—Sí, tiene lógica, la cosa está extraña, sí –dijo
Neguinho da Mancha na Mão.
—Y lo peor ahora, jão, es mi familia, sin mencionar
que Mágico entró como si nada a la casa de Modelo.
Aninha pide la palabra y expone un detalle que observó
desde el comienzo.
—Si te ponés a ver bien, fijate que nadie sabe dónde
vivías vos, Régis, el único que lo sabe es Mágico.
—Sí, eso es verdad, pero la cosa es así, dejemos de
hablar en público, ¿alguien va a querer entrar allá para
sacar a Mágico?
Nadie respondió, todos se quedaron pensativos, en el
aire la misma pregunta, ¿y si fuese una trampa? Régis
notando el silencio cerró la conversación.
—Entonces hagamos esto, que cada uno vaya a su
quebrada, y yo me llevo a la mamá de Modelo, yo soy el
que va a resolver la cosa de ahora en más.
Celso intentó intervenir, pero no conseguía hablar,
Régis sacó un billete, se lo dio al hombre de la barra, la
llamó a Aninha y entraron al auto donde la madre de
Modelo seguía quieta, Régis bajó el vidrio y completó
—Ahora está todo en mis manos, pueden quedarse
tranquilos que voy resolver el asunto con Modelo.
En seguida salió a alta velocidad, Neguinho da Mancha
na Mão y Celso Capeta terminaron de beber las cervezas y
minutos después entraron al auto, a pesar de que creían
que era arriesgado tardar tanto en liberar a la familia de
Régis, concordaban con que él manejara la historia, era él
el responsable por la vida de su propia familia.
Aninha le mostró el camino, Régis la dejó frente al
hotel en el que estaba viviendo, en seguida Régis encendió
el auto y anduvo otros 100 metros, paró el auto nueva-
mente y miró a la madre de Modelo en el asiento de atrás,
la desató, paró un taxi, le pidió que entrara y le informó la
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 243
dirección al taxista, puso un billete de 50 reales en la mano
de la señora que no entendía nada, pero lloró de felicidad.
Régis anduvo por la Avenida João Dias a alta velo-
cidad, tomo la Itapicirica y en pocos minutos estaba en
Morumbi Sur, paró el auto y miró la casa de Mágico, sabía
que no pondría más los pies ahí, ahora la situación estaba
en manos de Régis, el auto de su ex compañero era suyo,
no andaría más a pie, ya que no podía comprar otro auto
para no llamar la atención de los otros ladrones, tocó el
timbre varias veces hasta que Priscila atendió, Régis
agarró a la esposa de su ex compañero por el pescuezo, la
empujó hacia adentro del patio de la casa, la tiró al piso y
empezó a pegarle violentamente en el estómago.
Agarró la parte del asalto que era de Mágico de dentro
de un cofre, la mujer toda ensangrentada sólo le pedía que
no lastimara a las hijas, Régis se enojó, le dio una trom-
pada en la nariz a Priscila y le dijo:
—¿Qué mierda de hombre te pensás que soy, eh? ¿Te
pensás que les voy a pegar a tus hijas?
Modelo ya se estaba poniendo nervioso, el cuchillo no
era lo suficientemente afilado como para cortar el hueso,
le pidió al primo que intentara buscar una sierrita, de esas
de cortar caños, el suelo estaba todo ensangrentado,
empezó a golpear con el cuchillo en lugar de cortar, pero
incluso de esa forma no consiguió romper el hueso,
cuando su primo llegó con la sierrita le dijo:
—Dios, Modelo, ¿dónde aprendiste eso? ¿con Jack el
destripador?
Modelo echó una risotada y le respondió:
—Esto no es nada, esto es de principiantes, estoy
haciendo un show, ahora sí, el mejor truco de este caído, la
separación del cuerpo y la cabeza.
244 FERRÉZ
—¡Dios! ¿Y ahora cómo vamos a sacarnos de encima
el cuerpo?
—¿Sacarnos de encima qué, amigo? ¿me estás
cargando? El show empezó recién, andá a buscar la
parrilla y traela para acá.
—Esperame.
El primo de Modelo subió las escaleras, le preguntó a
su hermano dónde estaba la parrilla de la casa y la agarró,
también llevó una bolsa de carbón, conocía a su primo, la
maldad tenía que ver con el fuego. Mientras bajaba con la
parrilla, le gritó a su hermano que llevara alcohol y un
encendedor.
Algunos minutos después el fuego ya estaba alto, los
dos hermanos abanicaban el fuego y miraban lo que su
primo hacía con el cuerpo decapitado, Modelo seguía
serruchando y esa vez le sacó el brazo izquierdo al cuerpo
de Mágico, después de terminar de cortarlo agarró el brazo
y lo lanzó a la parrilla, pidió el alcohol y tiró todo el litro
sobre el carbón, el fuego aumentó mucho y empezó a
quemar el brazo.
—Modelo, ¿qué vas a hacer? ¿vas a dejar sólo los
huesos del amigo?
—De ninguna manera, amigo, vas a ver como ense-
guida el bicho se mueve.
—¿Qué se mueve?
—El brazo, bestia.
Los músculos empezaron a quemarse, y en algunos
segundos hicieron que el brazo se doblara, para el espanto
de los primos de Modelo los músculos pusieron el brazo
en la posición de pugilista.
Empezó a llegar la tarde, el cielo oscureció rápida-
mente, el movimiento en la casa era intenso, usaron bolsas
de plástico, embalaron el cuerpo mutilado, Modelo
encendió el auto de Nado, pusieron las bolsas en el baúl y
fueron al Jardín Aracati, ahí había un rincón muy usado
por Modelo, ya debía haber unos 15 cuerpos en el lugar
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 245
que quedaba debajo de un árbol, cavaron un pozo, tiraron
el cuerpo y después lo cubrieron con tierra, Modelo
miraba a sus primos trabajando con las palas y pensaba
que la vida del ladrón tampoco era nada fácil, pero con su
unión con el comisario Mendoça las cosas tendían a
mejorar, al fin y al cabo la policía, a pesar de ser todos
Judas, tenía siempre los mejores contactos.
Si el cuerpo quedara expuesto, se le acercarían los
moscardones, pondrían huevos, y dos horas después las
larvas crecerían y se volverían nuevos moscardones, como
el cuerpo fue enterrado, fueron las llamadas moscas de
cajón las que ganaron el alimento.
Aninha soñó toda la noche, se despertó transpirada,
agarrándose el estómago claramente era un aviso, la
barriga le dolía mucho, fue hasta el frigobar, varios litros
de leche cerrados, abrió uno y empezó a tomar, por suerte
los había comprado la noche anterior, pues la gastritis
siempre la agarraba desprevenida, principalmente en los
momentos de expectativa.
Sonó el teléfono, atendió, la telefonista le transfirió la
llamada, era Neguinho da Mancha na Mão, dijo apresura-
damente que quería hablar con ella urgente, Aninha le
preguntó qué estaba pasando, él dijo que en media hora
estaría en Santo Amaro, que fuera a la plaza de los desem-
pleados2, para encontrarse y conversar con calma, después
cortó, Aninha se quedó pensativa, no le gustaban nada esas
cosas de última hora, la situación estaba demasiado
compleja, la familia de Régis secuestrada, Mágico que no
2 “La plaza de los desempleados”, no es una plaza propiamente
dicha, sino una sede de la Fuerza Sindical, que funciona como
banco de empleo.
246 FERRÉZ
dio más noticias y ahora Neguinho con esas reunión sólo
de ellos dos, ¿y si él fuera el que está detrás de todo? ¿qué
estaría pasando? Se preguntaba a sí misma. Fue hasta el
baño, se sacó el pantalón de jogging gris que acostum-
braba usar para dormir y la camisa blanca, abrió la ducha
y entró al agua fría, siempre que tomaba un baño helado se
imaginaba debajo de una cascada, Aninha sentía que en el
fondo no quería nada más, sólo volver a su tierra natal y
tomar un delicioso baño de cascada, pero infelizmente era
el dinero versus todo lo que ya tenía, un cuarto miserable
y a veces sin siquiera un café, no tenía ambición por el
dinero, pero sabía que sin él no era nada, no representaba
nada donde vivía.
Salió de la ducha y se secó, decidió ponerse un corpiño,
hacía tiempo que no usaba, sus pequeños senos en verdad
no lo necesitaban, pero poniéndoselo se sentía más feme-
nina, tomó un rouge del cajón y se lo pasó levemente por
los labios, color suave, para no llamar la atención, odiaba
las miradas indiscretas, se puso una bombacha y decidió
usar nuevamente el vestido azul, sólo tenía un problema,
dónde pondría el arma, decidió llevar una cartera, a pesar
de que lo odiaba, pero en la situación en la que estaba no
podía confiar en nadie, tomó el ascensor, bajó, saludó al
portero del hotel, fue a la vereda y empezó a caminar en
dirección a la plaza, estaba con sed, se acordó que ahora
tenía dinero, fue a un bar, pidió una Red-Bull, ahora sería
así, sólo tomaría energéticos, hacía mucho que no se
cuidaba, necesitaba de cosas saludables para su cuerpo,
decidió que después de su encuentro con Neguinho iría a
hacer compras, sandalias, vestidos, y hasta tal vez un kit
de maquillaje, ¿por qué no? Le estaba gustando la nueva
Aninha, pensaba que era algún tipo de evolución, no
estaría más sin lavarse los dientes, sin usar perfume, ahora
sería una chica linda nuevamente, empezaría cuidándose y
quién sabe si en algún momento no tendría hasta algún
novio, irían juntos al cine, se besarían en frente a esos
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 247
viejos matrimonios ya exterminados por la rutina, les
darían envidia a todos, se amarían hasta el amanecer, se
bañarían uno al otro y en poco tiempo tendrían una bella
casa y muchos niños corriendo por un jardín grande y
variado, rosas, varios colores de rosas, Aninha las tomaría
en todo momento, las olería por largo tiempo, sentiría el
aroma que sólo ellas tienen, no habría más espinas, no
habría más tanto desacierto y tanta desventaja.
Llegó a la plaza, Neguinho da Mancha na Mão estaba
sentado cerca de un puesto de panchos, le hizo una señal y
en seguida compró una gaseosa. Aninha se acercó, lo
saludó, se sentó a su lado y le dijo que no quería gaseosa,
que se había comprado un energético, enseguida Neguinho
entre un trago y otro le empezó a contar lo que había
pasado, Aninha no tardó en ponerse las manos en la cabeza
y llorar, Neguinho la abrazó y le dijo que de ahora en
adelante era todo o nada, o se unían y actuaban o espera-
rían a ser los próximos, Celso Capeta estaba muerto.
La barbita le había quedado un poco desprolija, estaba
con las bolas llenas de estar arreglándola cada dos días,
tenía que salir enseguida, el hambre lo estaba consu-
miendo, no tenía nada más en casa, las ocupaciones de los
últimos días le había sacado todo el tiempo, tiró la gillette
en el lavabo, se lavó las manos, miró la casa y vio que
estaba hecha un lío fenomenal, abrió la puerta, el sol
estaba fuerte, decidió ir a la padaria donde había matado
al seguridad, compró pan y notó que el de la barra no
paraba de temblar, lo miró a los ojos y le dijo:
—¿Me debe algo?
Al hombre de la barra se le cayó la bolsa con los panes
y no logró responder, Celso Capeta repitió la pregunta y
viendo que el hombre balanceó la cabeza respondiendo
que no, completó:
248 FERRÉZ
—Entonces no tiene por qué temer, deme esos panes,
mierda.
El muchacho colocó los cinco panes nuevamente en la
bolsa y se la entregó, Celso le dio un billete de un real, el
de la barra intentó darle el vuelto, pero Celso ya había
salido, se chocó con el patrullero, en seguida se oyeron
disparos, el patrullero se detuvo frente al cuerpo, bajaron
dos policías, nadie entendió cuando Aires se acercó y le
dio otros tres tiros más en el pecho a Celso Capeta, pero
entendieron cuando le sacó el arma de la cintura y la puso
en las manos del muchacho.
Aninha se secó las lágrimas después de algunos
minutos, la multitud no paraba de transitar, eso la irritaba,
decidió decirle a Neguinho que fuera a donde ella estaba
viviendo, pues al fin y al cabo si Celso había confiado en
Neguinho, ella también debía confiar, fueron al departa-
mento y empezaron a preparar una ofensiva contra la
situación actual, pues Celso Capeta había muerto esa
madrugada, según Neguinho se había tiroteado con los
homens, pero todo era extraño, pues sabía que Celso no era
ningún otario, ahora estaba casi convencido de que
Mágico estaba metido en esa situación, pues minutos
después la casa de Celso había sido revisada y su parte del
dinero desapreció.
Régis se despertó enseguida después de Eliana, sintió
el olor a café y pensó en tomarlo puro, pero al ir a la
cocina decidió ponerle leche, pues la gastritis más tarde
iba a atormentarlo, fue hasta la hornalla y le dio un beso a
su esposa, Eliana durante la noche se había movido
bastante, no podía creer en su marido, no sabía vivir sin su
hijo, estaba tan feliz de que él estuviera ahí con ella, tanto
tiempo extrañando a su marido, pero la preocupación por
su hijo ni los calmantes se la sacaban, hacía tantos días
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 249
estaba sin su compañía, tenía ganas de tocar al pequeño,
tenía ganas de amarlo a Régis nuevamente, como hacía
mucho tiempo no hacían, pero era muy tímida, giró a un
costado y esperó que amaneciera, los ojos no se le
cerraban, sus pensamientos la atormentaban, no podía
dejar a Régis, pero tampoco podía seguir con esa vida por
mucho tiempo, los calmantes naturales que tomaba no
surtían más efecto, primero eran dos comprimidos, ahora
ni cinco por noche le hacían cerrar los ojos.
Régis se sentó y le pidió un cuchillo para cortar el pan,
Eliana se lo dio y le preguntó si quería un huevo frito, él
dijo que era mejor comerlo con manteca, y diciendo eso se
señaló el estómago, Eliana entendió el gesto y tomó la
manteca de la heladera, ese día estaba toda de blanco, el
delantal bordado, un diseño simple, una pareja tomada de
la mano.
Tomó el café con leche rápidamente y masticó el pan,
empezó a pensar en los próximos pasos de su plan, sabía
que todo estaba en la fase final, pues Lúcio Fé y Celso
Capeta estaban muertos, la parte del dinero de ellos ya se
la habían llevado, y sin dudas Modelo ya había matado a
Mágico, se acordó del modo en que le pegó a Priscila,
nunca le gustó pegarle a una mujer, pero necesitaba tomar
la parte de Mágico, se intentó convencer de que la paliza
había sido necesaria, después de tomar el dinero le avisó
que si le decía alguna cosa a la policía mataría a sus dos
hijas, tampoco le gustaba amenazar a ninguna familia,
pero aprendió esos métodos de miedo con Modelo, tenía
que llamarlo en un rato, faltaba tomar la parte de Aninha y
Neguinho da Mancha na Mão, Régis se odiaba por estar
siguiendo ese maldito plan, pero todo había sido orques-
tado por el destino, él sabía quién había compuesto la
música, pero su tarea era ejecutarla. Régis les había pedido
que por el momento no gastaran el dinero, principalmente
con autos y motos, al fin y al cabo la denuncia ahí era una
realidad y lo que más había por el barrio eran delatores,
250 FERRÉZ
pero igualmente Celso Capeta gastaba mucho, y no se
contentó con comprar varias zapatillas carísimas, compró
una moto que nadie en la quebrada había visto jamás, esa
fue la pista definitiva para que Modelo tuviera la seguridad
de que habían sido ellos los autores del asalto al banco, a
partir de ese día la vida de Régis se había modificado drás-
ticamente, agarrado por los policías, lo llevaron a la comi-
saría y tuvo que ir a la oficina del comisario, y lo que
siguió ni toda la experiencia de vida criminal se lo había
enseñado, fue en esa oficina que descubrió el poder de
Modelo, ese que todos, inclusive él, creían que era un niño
al que le gustaba matar para probar que era hombre. Régis
nunca se va a olvidar de la cara de Modelo, sentado sobre
la mesa, conversando íntimamente con el comisario. En el
momento en que vio esa escena, presintió un gran giro, fue
en esa oficina que se determinó que todos debían morir,
para que el dinero fuese al bolsillo del comisario y de
Modelo. Régis tenía náuseas de ese hombre gordo,
siempre rascándose las bolas y fumando, Mendoça era así,
cuando hablaba escupía, mientras fumaba intentaba
hablar, Régis sabía que su destino estaba marcado, diría lo
que fuera necesario en esa reunión, aceptaría el pacto que
fuera, cuando saliese juntaría a todo el mundo de su bando
y los mataría uno por uno, el comisario Mendoça dejó en
claro el acuerdo, Régis ayudaría a recuperar el dinero,
pero en cambio se quedaría con su parte y ganaría una vida
en libertad, no asumiría el BO por la muerte de Adilsão.
Régis se espantó un poco por la información precisa del
comisario sobre la muerte de Adilsão, pero al mirarlo a
Modelo en ese momento supo que Modelo lo dejaba al
comisario siempre bien informado. El policía Aires pidió
la palabra y dijo que sería mucho más fácil con alguien
que estuviera adentro, Modelo se resistió un poco, quería
toda la suma del asalto, pero después de algún tiempo
aceptó, al fin y al cabo Régis estaba dentro de su estruc-
tura, sería más fácil localizar al resto de los miembros de
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 251
su bando, Régis fingió aceptar, pero cuando estaba
saliendo tuvo la última paliza de la noche y esa le había
dolido mucho, la frase que el comisario le dijo al oído le
hizo agarrar el celular y llamarla a Eliana, cuando la
escuchó llorando cortó y ni necesitó confirmarlo, Régis
estaba en sus manos definitivamente, pues para garantizar
el plan habían secuestrado a su único hijo.
Régis salió de la comisaría con un gran dolor de cabeza,
no podía creer que había negociado con un policía, pero
sabía que era la única manera de ver a su hijo vivo, haría un
gran teatro diciendo que su esposa había sido secuestrada
junto con su hijo, Modelo tenía todo en mente, Mágico
debería entrar para negociar, Régis se quedaría con el resto
del bando del lado de afuera, los policías llegarían, los
agarrarían a todos en flagrante, sólo que no llegarían a la
comisaría, los matarían, los tirarían en el morro de la calle
12 y en seguida Régis debería llamar a otro patrullero
denunciando un tiroteo cerca del morro, así se resolvería
toda la historia de una sola vez. Sólo que nadie previó que
un niño se acercara al auto de Régis y le dijera que había
visto dos patrulleros, él intentó pensar algo en el momento,
pero Celso Capeta ya lo había escuchado, así que la mejor
situación había sido salir del lugar, no sería en ese momento
que Régis se liberaría de sus compañeros.
Eliana le tocó el hombro, él se asustó, ella intentó darle
un beso, Régis corrió la cabeza y le dijo que necesitaba
hacer unas llamadas primero, Eliana bajó la cabeza y
volvió a la pileta de la cocina, Régis tomó el celular y fue
al garaje, discó el número de Modelo, y le informó dónde
estaba viviendo Aninha, de Neguinho da Mancha na Mão
él mismo se ocuparía, Modelo se rió mucho por el celular
y le dijo que sería un placer matar a esa vagabunda. Cortó,
en verdad quería exterminar a Modelo, sabía que no era
digno, pues al fin y al cabo pensaba más en la sangre que
en el dinero, lo que más tenía eran amigos policías, sólo
mataba por placer, Régis no sabía qué más pensar de
252 FERRÉZ
Modelo, si era un loco, si era un imbécil, si era inteligente,
pero sin dudas sabía una cosa, un día los dos se iban a
enfrentar.
Juliana había terminado de beber el último trago de
gaseosa que había quedado en la heladera, tiró la botella
en la bolsa de basura frente a la mesa, acercó la alfombra
y se sentó encima, puso los pies en el primer escalón de la
puerta y decidió descansar un poco, no aguantaba más
tantas tareas domésticas, cuando terminaba con un cuarto
de la casa el otro ya estaba completamente sucio, los niños
hacían su parte, los pocos juguetes se multiplicaban por la
casa, doña Maria Luiza estaba siendo un ángel, estaba
hospedando una familia entera, José Antônio se pasaba el
día construyendo la casa con la ayuda de los hermanos de
la iglesia, ni bien terminase el primero de los cuartos,
llevaría a la familia hacia allá, Juliana se iba a relajar y
descansar totalmente cuando ocurriese eso, hacía tiempo
que venía notando el modo en que su marido la estaba
tratando, pero no le importaba, sabía cuáles eran los
motivos y ella también tenía los suyos, ¿cómo José
Antônio podía querer que ella se cuidase si él le negaba el
dinero que ella le pedía? siendo así ¿cómo se haría las
uñas, cómo se haría los pies y sin lo mínimo cómo se
pintaría el pelo? Pero no, él sólo miraba, miraba y cuidaba
de esa maldita iglesia, por lo menos en el momento del
ahogo los hermanos fueron a ayudar, claro que en la
iglesia había decenas, pero tres que estaban ayudando ya
era una gran cosa, Juliana se quejó durante dos años que
lo poco que tenían lo compartía con ese bando de vaga-
bundos, se sentía robada, al fin y al cabo el pastor era un
buena-vida, siempre con auto, siempre alegre, y lo peor
era la excusa que el canalla siempre daba –Ésta es la
mayor prueba de la gloria de Jesús.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 253
José Antônio también tenía sus cualidades, se acordó
de la primera vez que lo había visto, de jeans y camisa
blanca, botas de cuero y siempre con una billetera en la
mano, se acordó del primer beso, el primer día de casados,
el día en que José Antônio entró a la Metal Leve, cómo les
cambió la vida.
Aninha se sentía muy mal, algo le causaba fuertes
dolores en el pecho, sabía que el procedimiento que había
adoptado no era el correcto, pero no podía quedarse ahí y
morir, sabía que esa guerra no era suya, le hubiera gustado
haberlo llamado a Neguinho para decirle que se había reti-
rado del juego, pero no lo entendería, estaba enceguecido
por la venganza, quería matarlo a Modelo por lo que le
había hecho a Auxiliadora, pero Aninha estaba decidida,
tomó las valijas y paró un taxi, el interior de Bahía de
donde había venido no le resultaba tan malo para ella
ahora, estaba desistiendo del todo o nada, no sentía que
dejaba atrás algo que valiera la pena, le vino la imagen de
su pequeño primo, si tuviese algún problema tendría que
arreglárselas, Aninha sabía que el dinero sin dudas le
alcanzaría para lo que planeaba, nueva vida, sin maldad,
sin peleas, quería apoyarse en un balcón nuevamente y no
tener miedo de que la balearan mientras tomaba una
gaseosa, entró al automóvil y le dijo al chofer que iba a la
estación de ómnibus.
Eduarda lloró mucho, sus padres la agarraban para que
no se cayera, el cajón estaba muy bonito, flores de todos
los colores, el entierro de Windsor estaba lleno, todos
comentando que Neguinho da Mancha na Mão era una
muy buena persona, que a pesar de hacer lo que hacía, de
254 FERRÉZ
ir atrás de una vida de ilusiones, era un ser humano de los
más raros, educado y caballero. El padre de Eduarda
estaba indignado, le decía todo el tiempo al oído a su
esposa: un vagabundo, mujer, casi permitimos que nuestra
hija estuviera con un vagabundo, nunca me gustó este tipo.
La mujer lo oía en silencio, sabía que al marido también le
había gustado Neguinho, sabía que hasta habían arreglado
un juego, pero le miraba el rostro a Neguinho por el vidrio
del cajón y pensaba que era injusto que un chico tan joven
tuviera tantos puntos en la cara.
Doña Ana lo miró bien de cerca, se acordó del pequeño
niño que iba a buscar leche para ella todas las mañanas, las
monedas del vuelto animaban al pequeño que salía
corriendo por la calle en dirección a la padaria, donde
compraba un sueño, y fue eso lo que Neguinho da Mancha
na Mão siguió la vida entera, un sueño.
Caminando por el asfalto empolvado, pasa por la
esquina donde vive Dinoitinha, el niño le hace una seña a
Régis con entusiasmo, sin dudas acordándose de los
panes, dulces y gaseosas que él siempre le compraba.
Algunas luces encendidas dentro de las casas, el calor era
el motivo de las puertas abiertas, Régis veía a los hombres
y mujeres sentados en el sofá, los flashes del monitor,
rostros sufridos y concentrados en las imágenes de la tele-
visión.
La mayoría de las casas de esa calle no tenían patio, el
living daba a la calle, hacía mucho tiempo que no pasaba
por ahí a pie, miró sus zapatillas y las vio llenas de polvo,
observaba cada detalle de encima de las rejas, se apoyaban
ruedas de bicicleta o palanganas de aluminio en caños de
hierro, enseguida empezaron a caer fuertes gotas de lluvia,
las gruesas gotas ahora ya caían en cantidad, las puertas y
las ventanas se fueron cerrando, los niños fueron abando-
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 255
nando los juegos, Régis siguió caminando con calma,
estaba con el pensamiento libre, notó un niño mirando las
puertas, otros subiendo a las terrazas para recoger las
ropas de las sogas, la lluvia mojaba la piel de Régis, que
empezó a pensar en lo que se había transformado su vida,
una repetición de traiciones en donde el actor principal era
él, y a pesar de la buena representación había fracasado en
el test de la vida, la lluvia le mojó todo el cuerpo, las
alcantarillas empezaron a rebalsar, en seguida las casas se
inundarían nuevamente, el riachuelo ya estaba desbor-
dado, Régis caminaba en una dirección que no convenía
ahora pensar a dónde daría, con sincronismo perfecto, un
paso después de otro, las manos en el bolsillo, empezó a
pensar en el número que el comisario y Modelo habían
juntado, pensaba que no era justo, no habían hecho nada y
se habían quedado con la parte de sus ex camaradas, se le
desprendió una leve sonrisa cuando recordó que no habían
encontrado a Aninha en su departamento esa tarde, en el
fondo sabía que ella había hecho lo correcto, vio que el
cerco se estaba cerrando y decidió abandonar el barco que
sin dudas se hundiría, se empezó a acordar de la sonrisa de
ella en esas tardes donde la carne y la bebida en la casa de
Mágico era lo que menos interesaba, las conversaciones
eran lo más precioso de esos encuentros, siempre se
notaba cuando Aninha empezaba a tomar, sin dudas ella
sentía falta de una familia, de alguien que se preocupara
por ella. Régis entendía ese sentimiento, pues Eliana,
cuando entró en su vida, lo agarró en eso. Se acordó de
Neguinho da Mancha na Mão y de su novia que él última-
mente decía en todo momento que era su salvación, y
debía serlo, al fin y al cabo, largó la vida bandida, no tuvo
el coraje de matar a su camarada, dejó que Aires hiciera su
servicio, según testimonios, Neguinho da Mancha na Mão
ni vio lo que atravesó su rostro y su pecho, Régis llegaba
a la conclusión de que al final los pecados se cobran, se
acordó de Lúcio Fé y de sus observaciones siempre opor-
256 FERRÉZ
tunas, pensó en la sincera sonrisa de Celso Capeta durante
el torneo de billar en el cual Régis perdió contra él y Celso
le dio la copa, y por último pensó en Mágico, que además
de andar haciendo esos trucos en todo momento como las
dobladuras con dinero, trucos con cajas de fósforos, le
enseñó mucho más de lo que debería, que la vida es un
embudo y que sólo quien pasa es quien se adapta a cada
nueva situación.
Régis no sabía por qué se sentía extraño, el auto quedó
frente al bar de Marrocus, no sabía por qué había decidido
bajar esa calle a pie, no sabía por qué la chica con quien
había intentado salir mucho tiempo atrás le vino a la
cabeza, nunca conoció a alguien como ella, ni Eliana era
tan tímida, sólo que con esa chica le había pasado algo
extraño, era una cosa diferente, cuando Régis intentó
pasarle la mano por los pechos, ella le tomó la mano y le
dijo mirándolo fijamente a los ojos: –esperá, meu, la cosa
no es así de desordenada. Pero Régis era insistente y
después de un largo período de besos y cariños le puso la
mano debajo de su pollera, se sorprendió todavía más
cuando le sacó la mano y le dijo: –Ey! Está cerrada, no
metas la mano por ahí. Régis soltó una pequeña sonrisa al
recordar eso, la chica era muy diferente a todas con las que
él había salido en su vida que eran muy fáciles, una vuelta
en auto, algunas cervezas, y a aprovecharse del sexo, una
de ellas era Vânia, ¡cómo la chupaba!, le gustaba lo que le
hacía, estaba seguro que cada uno tiene un don, y el de
Vânia era chuparla, pero aquella otra chica no duró en sus
brazos, empezó a meterse en la cocaína y terminó presa, el
primer hombre que había tenido fue su padrastro, decían
que había sido a la fuerza, la chica descarriló, le empezó a
dar a todo el mundo, Régis ahora veía a Eliana, hacía
cuánto que no se besaban, hacía cuánto que no sentía su
cuerpo tímido y sensible, hacer el amor con ella era como
zambullirse en un jardín calmo y placentero, un jardín
diferente cada vez que se acostaban, Eliana era así,
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 257
después de años de casamiento todavía un eterno misterio,
Régis levantó el brazo izquierdo y se tocó con la punta de
los dedos el colgante en la cadenita de oro que siempre
llevaba en el pescuezo, la imagen de Jesús Cristo, un
regalo de su esposa que él nunca se había sacado desde
que lo recibió.
La lluvia caía impiadosamente, Régis continuaba cami-
nando, y a pesar de estar todo mojado se sacó la camisa
para finalmente ser ese chico que frente cualquier relám-
pago corría para tomar un baño de lluvia con los otros
niños de la favela.
Llegó exhausto a su casa, fue al cuarto a darle el dinero
de la venta de rosas a su madre, para su espanto ella no
estaba sola, las vecinas la estaban consolando en la cama,
estaba apoyada sobre las rodillas, lloraba mucho,
Dinoitinha no comprendió cuando una de ellas dijo: Es
mejor que te lo lleves a él también, llevalo a la casa de
Maria Luiza. Pero no tardó en entender cuando salió
apurado, agarrado del brazo, y vio el coche fúnebre
llegando, sabía que su padre no estaba soportando lo que
la pinga le hacía desde hacía tanto tiempo, últimamente no
comía, estaba caído casi todo el día y los labios vivían
quebrados y sangrando, se quedó en lo de la vecina por
dos horas, después su madre fue a buscarlo, le preguntó
cuánto había ganado, él lo buscó en el pequeño bolsillo del
short y le entregó los billetes y monedas, le dijo a Maria
Luiza que no tenía dinero para el entierro, que no sabía
qué más hacer, Dinoitinha sabía que tenía que hacer algo,
le pidió a la madre que agarrara del cajón de la cocina una
tarjeta que le dieron en un semáforo, la madre le pidió una
explicación y él le contó la historia: —Andá a saber si ella
nos ayuda realmente, ¿no, hijo? Fueron a la casilla, sus
hermanos seguían durmiendo en la casa de la vecina,
258 FERRÉZ
después de buscar la tarjeta fueron al teléfono público, el
modo sería llamar a cobrar: —Está llamando, hijo, hablá
vos primero, ya la conocés a la señorita.
—Alo.
—Sí, es Dinoitinha.
—¿Qué?
—Es Dinoitinha.
—¿Con quién quiere hablar, por favor?
—Con la dueña del auto.
—¿Qué auto?
—La dueña del auto que me dio esta tarjeta.
—¡Ah! ¿pero quién sos?
—Soy el chico que vende rosas.
—Sí, ahora me acuerdo, ¿qué necesitás?
—Estoy llamando porque mi padre murió y …
—Escuchame, nene, dejemos de hablar al pedo, estás
queriendo la mierda de dinero, ¿no?
—No, señorita, es que mi padre murió …
—Es jodido, por eso no me gustan las cosas gratis, una
mierda de rosa y…
—Señorita, es que mi padre murió y…
—Andate a la puta que te parió, nene, no tengo tiempo
para esto, carterista
—Pero señorita…
—Andá al infierno, no tengo tiempo para esto.
La comunicación se cortó, Dinoitinha se quedó con el
teléfono al oído por unos segundos, su madre le pregun-
taba en todo momento qué estaba pasando, él soltó el
aparato: —Está nerviosa, mamá, después la llamamos.
Ambos entraron a la casilla, no sabían qué hacer, el
coche fúnebre todavía estaba en la puerta, Dinoitinha salió
enseguida después, no aguantaba más esa lloradera, su
padre no era un hombre tan bueno, tantas veces les pegó a
ellos y a su madre, sólo vivía borracho últimamente, llegó
a la conclusión de que todos debían estar llorando por la
falta de dinero para el entierro, se sentó frente al mercado
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 259
de Igor y se sacó con la punta del dedo la lágrima que le
caía por el rostro, fue cuando vio a José Antônio, se sentó
a su lado y le preguntó qué le estaba pasando: Mi padre
murió, señor, y no tenemos dinero. A José Antônio le
empezó a gustar mucho ese niño desde el día en que lo
ayudó a reconstruir la casa, en verdad el trabajo del chico
fue mínimo, pero su voluntad de ayudar era algo muy
preciado, pensó y llegó a la conclusión de que no tenía
dinero para darle al niño, pero se acordó del dinero de la
iglesia, vio el rostro de Jesús y le causó una gran sonrisa,
en la iglesia había un dibujo, Jesús abrazando a los niños,
tomó al pequeño del brazo: —Vamos, mi amigo, vamos a
juntar un poco de dinero para tu madre. Después de entrar
a la iglesia, tomó el conjunto de llaves y entró al cuarto del
diezmo, tomó todos los billetes que estaban en la caja de
zapatos y se los dio al pequeño, Dinoitinha había conse-
guido una buena cantidad, le agradeció a José Antônio por
todo ese esfuerzo y le dijo que Dios le iba a dar un lindo
lugar allá arriba en el cielo, José nunca se puso tan feliz,
se acordó de las palabras del pastor que decía que los
niños eran siempre sinceros, le dio un abrazo al pequeño y
se fue a su casa.
Dinoitinha llegó, abrió la puerta de la casilla y ense-
guida le dio el dinero que José Antônio había robado de la
iglesia a su mamá, ella lo contó rápidamente y vio que no
alcanzaba para todo el entierro, pero que ayudaba
bastante, le preguntó de dónde lo había sacado y él le
explicó la ayuda de José Antônio, su madre prometió hacer
una torta para ese hombre, Dinoitinha se cambió la
camisa, el tiempo empezaba a refrescar, se puso una
camisa de mangas largas y se sentó frente a la TV, estaba
empezando a impacientarse, miraba a su madre, los ojos
fijos en la televisión, no iba a perderse ningún detalle de la
260 FERRÉZ
novela, ella no iba a hacer nada de comer esa noche, miró
a sus hermanos, las cabezas apoyadas en un ladrillo, las
piernas cruzadas, se dio cuenta entonces que estaría desti-
nado a dormir con hambre nuevamente, se levantó lenta-
mente de la silla, abrió la puerta con delicadeza y sacó la
cabeza, enseguida le cayeron unas gotas, miró al techo de
la casilla, percibió que el parapeto era corto, no protegía a
nadie de la lluvia, decidió salir, entreabrió la puerta lenta-
mente y saltó un charco de agua, no sabía bien a dónde iría
con ese temporal, pero sabía una cosa, no quería quedarse
viendo esa pesada novela de los italianos, no entendía todo
eso, no entendía cómo una persona como su madre podía
ver una cosa que todo el mundo sabía que era mentira,
tampoco quería esperar a que su hermano se despertara, lo
máximo que ganaría, si pidiese algo de comer, era un
golpe en la cabeza, la lluvia caía pesada, sus ojos se resis-
tían a las gotas, querían estar abiertos todo el tiempo,
después de unos metros empezaron a ver el asfalto, era
divertido ver las gotas golpeando con fuerza, miró las
alcantarillas, sabía que si continuaba lloviendo mucho en
seguida habría novedades en la favela, sin dudas alguien
muerto por los deslizamientos, por lo menos se iba a
quebrar ese silencio dentro de su casa, ya estaba todo
mojado y no pudo creer cuando vio ese objeto en el suelo,
se agachó y lo agarró rápidamente, se lo acercó a los ojos
y confirmó que era una linda cadenita dorada, pasó los
dedos por todo el largo de la cadena y notó que en ella
había un colgante, pasó los pequeños dedos por la imagen
de Jesús Cristo y empezó a caminar más rápido.
Régis decidió qué dirección tomar mientras caminaba
bajo la lluvia, iría a encontrarse con Modelo para final-
mente buscar a Ricardo, rezaba todos los días desde que el
pequeño había sido secuestrado por Modelo, se iba a llevar
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 261
su parte del dinero en lugar de la parte de Aninha, ellos no
habían aceptado el hecho de que ella hubiera huido, igual-
mente iba a quedarse con algo, Modelo no le mencionó las
joyas al comisario, y ni habían salido en las noticias, el
banco tenía que mantener su status, denunciaron solamente
el robo del dinero, las joyas que tomó de la casa de Mágico
sin dudas alcanzarían para comprar una linda quinta, y en el
tercer cajón de la mesita de luz, al lado de su cama, estaría
el futuro de la familia, Régis sabía que el juego estaba todo
en su contra, pero sentía que el comisario Mendoça quería
sólo el dinero, al contrario de Modelo que además de
matarlo sería capaz de matar a su hijo.
José Antônio no lo podía creer, después de tanta
búsqueda tenía el empleo frente a sus narices, Igor que
trabajaba en el mercado lo llamó por teléfono, y al día
siguiente ahí estaba, CEAGESP, el lugar era inmenso y
totalmente diferente, varios boxes separaban las categorías
de frutas, verduras y legumbres, el sobrenombre de los
cargadores era siempre el mismo, Piauí, porque la mayoría
de las personas que trabajaban de cargador eran de ese
Estado, el trabajo era pesado, arrastrar esas viejas carretas
llenas de cajas no era fácil, pero lo hacía con alegría, hacía
mucho que no tenía la sensación de seguridad, a fin de mes
el salario estaría ahí, José Antônio se sentía un hombre
nuevamente.
Llegó a su casa cansado, no le dijo a su esposa ni a sus
hijos que se había desmayado dentro del ómnibus, ense-
guida tendría algún dinero para el pan nuevamente, Juliana
le preguntó si no había nada que ella pudiera hacer allá
también, José se esforzó y se acordó de las señoras
tomando el resto de frutas y legumbres de las góndolas,
decidió llevar a Juliana al día siguiente, la herramienta de
trabajo sería solamente un carrito de compras.
262 FERRÉZ
Régis revisaba en el calendario del celular, el día era el
correcto, jueves, 19 de agosto, estaba ansioso, el calibre 38
que había comprado hacía tantos años estaba en la guan-
tera del auto de Mágico, la Sig Sauer estaba en la cintura,
cuando marcó con Modelo no pudo pensar, el lugar neutro
ni le pasó por la cabeza, la calle marcada era enfrente de
la padaria Rainha, sin dudas un shopping o un lugar con
más movimiento habría sido lo correcto, pero cuando
pensaba en Ricardo no le interesaba nada más, en el
asiento de atrás del auto estaba la parte del dinero de los
amigos fallecidos, estaba todo ahí, la parte de Lúcio Fé y
de Mágico, la parte de Celso Capeta el policía Aires ya la
había tomado cuando lo mató, sin dudas Modelo no le
devolvería a Ricardo si supiese que Aninha había huido
con el dinero, por eso decidió quedarse sin su parte, quería
solamente alzar en brazos a su hijo y volver a su casa,
conducía a alta velocidad, en 20 minutos completó el reco-
rrido, intentó tocar la imagen de Jesús que llevaba en la
cadenita y nada, se pasó la mano por el cuello y entendió
que debía haberla perdido, probablemente durante su
caminata bajo la lluvia.
Ni bien llegó, lo vio a Modelo, estaba solo como
habían arreglado, Régis bajó del auto, cruzó la calle y en
seguida preguntó por Ricardo, Modelo le respondió con
calma que el niño estaba en un auto ahí cerca, Régis miró
hacia atrás y vio varios autos estacionados, Modelo le dijo
que estaba todo bien y le preguntó por el dinero, Régis se
puso de espaldas y le entregó el bolso, giró y le dijo que
estaba todo ahí dentro, Modelo apuntó para uno de los
autos y le dijo que el niño estaba en el Santana bordó,
ambos fueron en dirección al auto, Modelo intentó tomar
el bolso, pero Régis lo empujó y le dijo que sólo cuando
recuperase a su hijo, Modelo abrió la puerta de acompa-
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 263
ñante y le indicó a Régis que se sentara, la rabia que tenía
lo hacía imaginarse la escena, le daría varios tiros en la
cara a Modelo si su hijo tuviese algún rasguño, pero por
ahora tendría que aceptar, se sentó, se puso la mochila
sobre las piernas, se sacó la Sig Sauer de la cintura y la
puso debajo de la mochila apuntando al asiento del
conductor, Modelo sacó al niño del baúl y lo hizo sentarse
en el banco trasero, Régis no lo pudo creer cuando vio a su
hijo, el pelo levemente rubio, los ojos castaños le perfo-
raban el alma, Régis no resistió y estiró el brazo izquierdo
para abrazarlo, las películas que vio a lo largo de su vida
eran así, los momentos de poesía eran en cámara lenta,
pero antes de acercarse al niño sintió algo extraño ardién-
dole en el pecho, había escuchado un ruido fuerte, pero los
ojos de Ricardo lo tenían demasiado distraído, giró hacia
Modelo y vio que la punta del revólver del muchacho
estaba casi clavada en su pecho, sintió el disparo y el
impulso que tuvo fue casi automático, gatilló la Sig Sauer
que llevaba debajo del bolso del dinero, Modelo cayó por
la puerta agujereado varias veces, ni llegó a efectuar el
segundo disparo, Régis estaba con un dolor casi insopor-
table, igualmente lo tomó a Ricardo y lo abrazó con
fuerza, en seguida, bajo la mirada de los curiosos, salió del
auto y entró al auto de Mágico, se miró el agujero en su
pecho, le salía poca sangre, anduvo algunos kilómetros y
paró en una farmacia, compró agua oxigenada y un anti-
inflamatorio, entró al auto e intentó ponerse las manos en
las costillas intentando encontrar el agujero, no encontró
nada, la bala no lo había atravesado, Ricardo miraba todo
desde el asiento de acompañante totalmente atónito y
llorando sin parar, Régis tomó dos comprimidos y se
desparramó el agua oxigenada en el agujero del pecho.
264 FERRÉZ
Paulo estaba volviendo de la padaria cuando vio al
muchacho caído, no pudo creer que Dios le había dado ese
regalo, Modelo ahí tirado en el piso todavía respiraba,
algunos curiosos miraban, Paulo se acercó, tiró los panes
al piso y le puso las manos en el cuello, empezó a apretar,
el rostro de Auxiliadora le venía a la cabeza y sonreía,
sonreía mucho, sólo terminó cuando no sintió más la respi-
ración de Modelo, había vengado a Auxiliadora, ella podía
descansar, se levantó, las personas del derredor empezaron
a cuchichear, Paulo caminó encorvado hasta la esquina,
parecía que llevaba todo el peso del mundo a sus espaldas,
se agachó y vomitó.
La policía no tardó en llegar, Aires revisó todo el auto
y le informó a Mendoça que el bolso no se encontraba en
el vehículo, la orden fue ir a la casa de Régis. Aires intentó
argumentar que los policías de la otra jurisdicción podían
interferir, Mendoça le ordenó ir sin informar y no dar
ningún motivo de desconfianza, cuando llegasen deberían
matar a Régis y a todos los que estuvieran en la casa,
tomar el bolso y llevarlo a la comisaría, Aires pensó en
retrucarlo, sabía que Régis tenía mujer e hijo, pero decidió
dejarlo así, al fin y al cabo pensaba que Régis ya sabía el
precio de la vida bandida cuando entró en ella, Aires dijo
que irían para allá inmediatamente y cortó.
Llegó a su casa y cuando la vio a Eliana le dijo que
tenían que irse urgentemente, ella no lo escuchó, notó la
sangre en su pecho e intentó tocarlo, Régis se corrió y le
mostró a Ricardo, enseguida se sentó en el sofá, Eliana no
podía creer que lo estaba abrazando a su hijo, parecía un
milagro, Régis empezó a deslizarse por el sofá, su corazón
estaba totalmente acelerado, vio el rostro de Vânia justo
debajo de su barriga, vio sus manos desabotonándole los
pantalones y cerró los ojos, enseguida vio en el piso el
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 265
autito que su madre le regaló, el autito de metal era casi
redondo, como era fan de los Chips adoró la novedad,
estaba con mucho calor y eso era una pésima señal, jugaba
con él todos los días, hasta que se empezó a oxidar, lo
había guardado por mucho tiempo, le dieron ganas de
pasárselo a su hijo, cuando Ricardo nació él se había
puesto bobo, dos días sin dormir y finalmente descansó
mirando esos cachetes enormes, cara de galleta un carajo,
ese niño era la cosa más dulce que jamás había visto, juró
ese día, delante el pequeño y su madre, que de ahí en más
haría de todo para darle lo mejor, que se olvidaría de sí
mismo y de sus ganas, sólo iba a interesarle su hijo,
también ya había hecho mucho desastre, había vivido de
más, cogió hasta no aguantar más, bebió hasta caer por
incontables días, finalmente había llegado al final de su
joda, los ojos del niño todavía estaban cerrados, pero
Régis podía sentir que Ricardo entendía todo, Eliana le dio
un largo beso ese día en la maternidad, y hoy la veía de
lejos en la cocina, abrazándolo a Ricardo y llorando, debía
estar con la presión baja, ya conocía los síntomas, los ojos
estaban pesados, seguía deslizándose por el sofá, se dio
cuenta que estaba sudando cuando una gota de sudor le
cayó en el ojo izquierdo, el leve viento que le pasaba por
los ojos mientras se escapaba en el juego de las escondidas
le hizo pensar en poner una ventana grande, su hijo podría
caerse, ellos ni habían llegado a jugar a Motorama3, su
vecino lo había recibido de regalo de su padre, Régis no
era su amigo, miró a los niños jugando de lejos, en la tele-
visión el camión de BJ Makei lo hacía tomar la lata de
sardinas vacía de la basura, agujerear la tapa y ponerle
arena, atarle una soga y salir arrastrándola por la calle, su
camión estaba a todo vapor, sus piernas estaban cada vez
3 Motorama, juego infantil de motos a control remoto.
266 FERRÉZ
más débiles, intentó apoyar los codos en el apoya-brazos
del sofá, los miembros no le obedecían, el vidente le dijo
una vez que tal vez fuese castigado por vidas pasadas, pero
si él fracasaba todos los enemigos iban a adorar velar su
cuerpo, encontró extraño el pinchazo que sintió en el
esternón al salir del auto, la bala debía estar andando y, si
le llegase al corazón, listo, cuando era pequeño adoraba a
Bruce Lee, tenía el sueño de aprender karate, pero su
padre nunca le pudo pagar una escuela, intentaba mantener
los ojos abiertos, el mal iba a salir ganando si desistiese y
eso era un lujo que no se daría, ahora la miraba a ella
besando a su hijo, viniendo directo de la guerra, siempre
después de la escuela, salía de su casilla e iba a un
pequeño morro, los brazos le hormigueaban, ya no sentía
más las piernas, en la posición en la que estaba podía ver
una de sus manos, totalmente pálida y sin movimientos,
llevaba un Playmobil, lo ponía en un caballo, cabalgaba y
fingía que estaba conquistando una ciudad entera, el niño
no creció, sólo cambiaron los juguetes, su revólver era la
espada, su moto el caballo, lo que intentaba conquistar
ahora era la vida, los párpados le pesaban, hacía días se
sentía dolido, Vânia era tan deliciosa, sus pechos eran
firmes, dios, tenía que avisarle a Eliana que las joyas
estaban en el cajón, tenía que decirle que se fueran de ahí
con urgencia, cuánto tiempo había pasado, los juegos con
su hermana, él en una punta de la cama y ella en otra, las
piernas en alto, los pies pegados, y el juego se llamaba
pedalear, parecían estar andando en una bicicleta, la
ventana era de aglomerado así como toda la casilla, la
colcha de retazos, la pequeña imagen de Nuestra Señora
de Aparecida encima de la cómoda, el olor maravilloso del
café de su mamá, vio nuevamente el forro del sofá, era la
lona de la casilla de un tío suyo, su hermana reía, reía
mucho, los recuerdos eran retratos que él mismo había
tomado, los enemigos estaban llegando sin dudas, le tenía
miedo a la maldad del comisario, el dinero estaba por
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 267
sobre todo, con los primos de Modelo no se preocupaba,
eran todos unas marionetas, no podía mover ni un dedo,
Nado tampoco lo preocupaba, necesitaba agarrar el arma,
llegarían enseguida, el dolor ahora era constante, el dinero
estaba en el bolso, tenía que decirle a Eliana que se fuera,
necesitaba decirle que había quebrado el acuerdo cuando
lo mató a Modelo, una vez su padre lo mandó a comprar
cigarrillos, él corrió por las callejuelas, entró a un pequeño
bar, jugó al Double Dragon, perdió todas las fichas en el
video game, recibió cinturonazos pero no se arrepintió, la
serie de la que nunca se perdió ni un capítulo era El Auto
Fantástico, su madre le llevaba una taza grande de café
con leche, su padre siempre le daba un beso antes de ir a
trabajar, el aliento era una fuerte mezcla de café y cigarri-
llos, miró el agujero nuevamente, la sangre caía, Eliana era
una mujer de esas que no existían más, qué pena que
nunca le había dicho eso, hizo un excelente trabajo con
Ricardo, el niño era muy educado, Eliana hacía el amor en
voz baja, ni gemía, sólo respiraba fuerte, otra serie prefe-
rida era El Lobo del Aire, el helicóptero lo ponía bobo, una
vez se llevó una paliza con ojotas, se había escapado de la
clase para poder mirarlo, pero eso no fue sólo una vez, se
llevó otra dos días después, el niño de la calle de arriba era
muy tonto como para tener un Aquaplay tan bueno, vivió
entre la mancha y el poli-ladron, había olvidado el sueño
de tener el corta-plumas de Macgyver o de jugar a los
piratas, los juguetes que le compraba a Ricardo eran
siempre los mejores, los ojos le pesaban más, su hermana,
cómo estaría su pobre hermana, siempre aislada de todos
los miembros de la familia, siempre buscando caminos
alternativos para ser feliz, los padres severos –diferencia
no, eso es enfermedad–, Régis entendía, pero ¿qué dife-
rencia tenía?, ella se fue tan joven de su casa, era muy deli-
cada y necesitaba de un cuidado, intentaba mirarse el
agujero, de vez en cuando lo conseguía y le extrañaba que
Eliana no se hubiera desmayado al ver la sangre, tenía que
268 FERRÉZ
avisarle que las joyas estaban en el tercer cajón al lado de
la cama, miraba hacia la cocina y estaba increíblemente
iluminada, Eliana continuaba besando a su hijo, Régis no
tenía noción del tiempo que había pasado, segundos,
minutos u horas, estaba casi con las rodillas en el piso
cuando Eliana giró para verlo, se le acercó, pero dejar los
ojos abiertos le resultaba casi imposible, intentó decirle
que ya no valía más la pena, pero no podía pronunciar ni
una palabra, ya no le salía sangre por el agujero, luz era lo
que le salía del agujero, ya no reconocía los síntomas, tal
vez fuera un ataque cardíaco, cerró los ojos, la luz era
demasiado fuerte, sintió que iba a alejarse y su intento de
sonreír estalló como un vaso de cristal arrojado con fuerza
contra la pared.
GLOSARIO
Boca: refiere a “boca de fumo”, boca de humo, modo
de llamar a los lugares donde se vende droga.
Bombeirinho: trago compuesto por campari con cachaça.
Bro: apocope de brother, “hermano” en inglés,
muy usado en la jerga del hip hop.
Caballo de metal: expresión coloquial para hacer refe-
rencia a los patrulleros.
Cabeza blanca: guarda de transportes. La expresión
refiere al color del casco que usan.
Cambiar cabezas: delatar a una persona para salvarse de
algún castigo.
Cobra criada: quien tiene conocimiento sobre algún
asunto por experiencia propia.
Coxinha: bola rellena de pollo y harina de trigo o papa,
empanada y frita. Debido a que es común que
los policías pasen por una padaria y pidan
una coxinha, coloquialmente se usa esa
palabra, también, para nombrar a los policías.
Cuadrada: pistola.
Cuerito de rata: pequeñas cantidades de dinero.
Del Paraguay: forma de decir que se trata de algo falsifi-
cado o pirateado.
Firmeza: modo informal de saludar, usado también
para cerrar un acuerdo o dar a entender que se
apoya una acción. Expresión muy usada en la
periferia de San Pablo.
270 FERRÉZ
Forró: música y danza típica del nordeste brasileño.
Gingando: viene del verbo “gingar”, movimiento de la
danza capoeira que consiste en una oscilación
del cuerpo acompañada por las manos. El uso
común refiere a un andar oscilante.
Guía: collar hecho de semillas, bendecido por el pai
de santo, usado para “cerrar el cuerpo”, es de-
cir, protegerlo de los ataques. Cada uno de los
colores de las semillas representa un santo, por
lo que no siempre tiene los mismos colores.
Homens: forma de referir a la policía, derivada de “os
homens da lei”, “los hombres de ley”. Se en-
contrarán en el texto formas derivadas con el
mismo significado: homi y home.
Jão: forma común de llamarse entre los hombres.
Su uso es peyorativo originalmente, connota
la palabra “tonto”, pero con el uso fue
perdiendo ese valor.
Largartixa: grupos creados dentro de los bailes blacks.
Lotação: ómnibus pequeño utilizado como transporte
público clandestino.
Malandro: de acuerdo con los usos que se le da en la
periferia de San Pablo, refiere tanto a una
persona astuta, como a una persona que se
vincula a actos ilegales.
Malandraje (malandragem): actividad del malandro.
Mano: apocope de “hermano”, expresión usada en la
jerga del hip-hop.
Matraca: arma.
Meu: expresión típicamente paulistana, oriunda de
los migrantes italianos (“paulistano”, remite
a los nacidos en la ciudad de San Pablo, a
diferencia de “paulista”, que es para quien
nació en el Estado de San Pablo).
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 271
Merreca: un poco de dinero.
Mina: forma de referirse a las mujeres, usada en la
jerga del hip-hop.
Mosca blanca: algo difícil de conseguir.
Muerte a caballo: matar a alguien desde una moto.
Otario: imbécil.
Orixás: entidades del candomblé, religión de matriz
africana.
Padaria: es una panadería con la particularidad de que
también funciona como bar.
Pagodeiro: persona a quien le gusta el “pagode”, ritmo
derivado del samba.
Pai-de-santo: autoridad máxima del terreiro –espacio de
culto del umbanda, sincretismo entre el
candomblé y el catolicismo.
Palos: 1000 reales.
Pastel: especie de gran empanada de forma rectan-
gular y frita.
Pastelaria: local donde se preparan y venden pasteis.
Pé-de-pato: forma de llamar al matador que trabaja para
la policía y/o para los comerciantes. La
traducción es “patas de rana”, pero en
español no tiene este otro uso.
Pichar (pixhou, pret. indefinido 3 pers. sing. Adj.
pichado): escribir en los muros o paredes
públicas con una letra de trazos rectos incom-
prensible para el ojo acostumbrado a la cali-
grafía tradicional.
Piedra 90: piedra usada para afilar cuchillos. Se usa
como expresión para referir a alguien fuerte,
resistente o también confiable.
272 FERRÉZ
Playboy: forma de denominar a los jóvenes de clase
media. Se suele simplificar como boy, forma
que aparece también en el texto.
Profesión peligro: expresión usada por los bandidos para
referirse a sus actividades ilegales.
Quebrada: usado para referir lugares de difícil acceso,
pero suele usarse para hacer referencia al
barrio donde se vive en la periferia.
Quizumba: palabra derivada de “quilombo”, usada peyo-
rativamente, con el sentido de “complica-
ciones”.
Rascarse (Se rascó, “Se coçou”): forma de hacer refe-
rencia al movimiento de sacar el arma del
bolsillo.
Sueño: pan con relleno de crema pastelera rociado
con azúcar impalpable.
Torresmo: fritura del estómago del cerdo, servida en
porciones.
Zafado: persona que actúa sin considerar las conven-
ciones sociales (en español rioplatense,
“zarpado”).
Nombres de los personajes
Alemão Carreteiro: “alemão” significa alemán y “carre-
teiro” remite a las personas que conducen
grandes camiones.
Celso Capeta: Capeta es una de las formas de nombrar al
diablo.
Codorninha: Codorniz.
Dinoitinha: Denochecita.
Magico: Mago.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 273
Nego: Negro.
Negão: Negro Grandote.
Neguinho da Mancha na Mão: Negrito de la Mancha en la
Mano.
Sem Janta: Sin Cena.
Siglas
AACD: “Asociación de Apoio a Criança Deficiente”,
Asociación de Apoyo al Niño Deficiente.
BO: “Boletin de Ocorrencia”, es el formulario que
la policía completa al tomar una queja de un
ciudadano o una denuncia. BO se volvió en el
lenguaje coloquial una expresión para referir
a todos los problemas personales.
CBA: Cestas Básicas Alimenticias.
CEAGESP: “Companhia de Entrepostos e Armazéns
Gerais de São Paulo”, Mercado Central de
frutas y verduras
COHAB: Conjunto Habitacional, plan de casas popu-
lares de iniciativa gubernamental.
DHPP: Departamento de Homicidios y Protección de
la Persona.
DSV: Departamento de Operación del Sistema Vial.
Policía de Tránsito.
GARRA: Grupo Armado de Represión del Robo a
Mano Armada. Otro de los departamento de
la Policía Militar de Brasil.
GOE: Grupo de Operaciones Especiales, agrupa-
miento de la Policía Militar de San Pablo.
IML: Instituto Médico Legal. Departamento donde
se hacen las autopsias.
PMs: Refiere a los soldados de la Policía Militar de
San Pablo.
274 FERRÉZ

ROTA: Rondas Ostensivas Tobias Aguiar. Se trata de

la Unidad de la Policía Militar más temida en
la periferia por, según las vivencias de los
habitantes de esas regiones, tener el derecho
a matar. UN RETRATO EN MOVIMIENTO

POR ARNALDO ANTUNES

Ferréz no da vueltas. Habla de forma lisa, limpia, sin

desvíos.
Prosa sustantiva, sin subterfugios.
Con agilidad y habilidad narrativa, pegada al ritmo del
habla, contaminada por el acento de la periferia, Ferréz
crea una sintaxis propia, de períodos formados por una
sucesión voraz de muchas frases coordenadas entre comas,
líneas de las que brota la vida de las calles.
Manual Práctico del Odio es literalmente una novela
de acción. No se detiene para describir ambientes o perso-
najes. Y, así y todo, las escenas se alzan, cinematográfica-
mente, con todos sus detalles (“el diablo está en los
detalles”), a través de la acción continua.
Termina componiendo, en fragmentos de pequeñas
narrativas entrecortadas, un retrato hecho desde adentro
(Ferréz vive en Capão Redondo), como una radiografía de
una más de las innumerables comunidades pobres de la
periferia de las grandes ciudades de Brasil, o de cualquier
lugar del mundo.
Un retrato en movimiento, que se hace desde el exterior
y el interior de cada personaje (el pensamiento y el
sentimiento también son acciones). Los hechos envueltos,
desde su convivencia, están permeados por inmersiones en
el universo íntimo de cada uno, que se desdoblan en
flashbacks, historias dentro de historias.
La violencia no se aparta de la dimensión afectiva,
deshaciendo la distancia de una realidad que comúnmente
276 FERRÉZ
se prefiere ignorar. Aquí grita más, revelando, más allá de
las estadísticas y de los titulares sensacionalistas, los
deseos, miedos y deseos de quien está envuelto en el
mundo del crimen y la pobreza.
Como un tejedor minucioso, Ferréz va cosiendo el
enredo en retazos que mantienen su autonomía, como
mini-cuentos dentro de la novela, pulverizándola en múlti-
ples puntos de vista que se entrelazan poco a poco, conec-
tando la historia de cada personaje al contexto que
comparten.
Los espacios en blanco entre los bloques de texto
avisan que el foco fue para otra parte. Cambió el tiempo y
el espacio, quedando en suspensión la escena anterior.
Mosaico, collage, rompecabezas. Ideograma del que
cada parte carga todavía su sentido original, a la vez que,
conectado a las otras partes, compone junto a ellas un
nuevo sentido.
Ahí está el mayor talento de Ferréz: juntar la cosa
directa, el lenguaje brutal del discurso, con la elaboración
de una narrativa prismática, de construcción meticulosa,
donde el eje de la acción se disloca todo el tiempo.
El antes y el después se van alternando sucesivamente
para que, en el último capítulo, se mezclen por completo,
en una avalancha catártica de recuerdo invadiendo el
presente.
Ferréz no da vueltas, agarra el hilo y lo enreda.
LA LITERATURA MÁS ALLÁ
DE LA MARGINALIDAD
POR HELOISA BUARQUE DE HOLLANDA
Ferréz está en guerra hace un buen tiempo. Viene
actuando desde cuando el hip hop comenzó a ganar esa
voz ronca y fuerte que está resonando a la fuerza y con
garra en la escena cultural brasileña.
En esa época también surgía, de forma más explícita, el
interés de las clases medias por la intensificación de la
violencia y de los enfrentamientos policiales que se multi-
plicaban por las periferias urbanas. Algunos emblemáticos
como la masacre de la Candelária en Río, con el asesinato
brutal a manos de los policías de 8 niños de los 50 que
dormían en las escalinatas de esa Iglesia, enseguida
seguido de otro no menos traumático, que fue la masacre
de Vigário Geral, responsable de la muerte de 21 inocentes
también por la policía.
El tema de la violencia, de la inseguridad, del miedo, es
inmediatamente atribuido a los guetos del otro lado de la
ciudad, proveniente de esas quebradas aparentemente
distantes e invisibles. El peligro y la miseria, o los dos,
comienzan en el pasaje de los años 80 a los 90 a poblar
concretamente el imaginario de los condominios de altos
salarios, el tema de los periódicos y las investigaciones en
las Universidades.
Fue en ese ritmo que la novela Ciudad de Dios (que,
dicho sea de paso, nació de una investigación antropoló-
gica sobre la violencia) de Paulo Lins se volvió un best-
seller, ocupó páginas y páginas de periódicos y
278 FERRÉZ
suplementos literarios, fue bien recibido por la crítica,
provocó interés en la academia, se hizo una película
exitosa y hasta llegó a ser nominada al Oscar.
No retiro, de ninguna manera, el valor y el talento de
Paulo Lins como escritor y también, de cierta forma, como
fundador de un formato narrativo descriptivo de acción
que va a marcar la estética de final de siglo en la literatura,
en el cine, en la TV. El mercado editorial y audiovisual,
astuto, percibe y comienza a interesarse por esos relatos
que responden a un creciente interés de la clase media en
saber sobre el lado de allá.
Podría extenderme largamente sobre los indicios,
pequeños movimientos, escisiones, negociaciones,
búsquedas de nuevas formas de conexión entre intelec-
tuales y artistas, centro y periferia, entre dicciones hasta
entonces disonantes, en fin, entre alemães y sangues
bom1. Es un momento interesante, aún incipiente e inde-
ciso, registrado con agudeza en 1994, poco después de la
masacre de Vigário Geral, por Zuenir Ventura en uno de
los libros más emblemáticos de ese cambio: Ciudad
Partida.
El cuadro era más o menos así en la segunda mitad de
los años 90, ya con el ojo en el cambio de milenio: por un
lado, el hip hop aumenta su resonancia en territorios inex-
plorados; por otro, algunos cruces político-coyunturales
comienzan a promover conexiones inesperadas.
A esa altura, en las comunidades y favelas, el hip hop
ya había conquistado prestigio local, y se había consti-
tuido como la elite intelectual de las quebradas. De natu-
raleza transnacional, pudiendo ser visto como un gran foro
mundial de jóvenes negros y pobres, en busca de alterna-
1 Alemães, forma coloquial de indicar a las personas blancas. Sangue
bom, forma coloquial de indicar a las personas confiables.
Expresión muy usada en la periferia. (Nota de la T.)
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 279
tivas en el área cultural para enfrentar los efectos de la
globalización neo liberal, el hip hop entre nosotros
siempre tuvo características propias. En primerísima
instancia, se afirma como una forma de activismo a través
de la cultura y se propone como una postura política no
apenas reactiva o incluso de resistencia, sino visceral-
mente pro-activa, comprometida con dar visibilidad y
promover la transformación de las condiciones de vida de
sus comunidades de origen. Considero al hip hop, tal y
como se lo practica en las periferias de los grandes centros
urbanos brasileños, como una de las formas más creativas
y eficaces de los varios usos posibles de la cultura como
recurso inclusivo, de generación de rentas, de promoción
de conocimiento, de estímulo para la educación formal y,
por lo tanto, de autoestima. No voy a extenderme en este
pequeño espacio sobre el hip hop en Brasil. Sólo lo
menciono para llamar la atención sobre las dos líneas de
fuerza que me parecen constitutivas de este contexto
(¿tendencia?) cultural conocido, especialmente en San
Pablo, como literatura marginal, término acuñado y defen-
dido por nuestro autor, Ferréz.
Sí. La literatura marginal, tal y como hoy se la conoce
en las quebradas, tiene que ver directamente con el
impacto urbano y político del hip hop. Hasta definiría a
esa literatura no como “literatura marginal” sino como
“literatura hip hop”.
“Literatura marginal”, “periférica”, “divergente” y
algunos otros términos con los que se la conoce, es una
terminología adecuada en la medida en que, sin lugar a
dudas, esa literatura representa una parte de la ciudad
hasta hoy prácticamente desconocida por lo que llamamos
centro, concepto que comienza a desestabilizarse precisa-
mente por la visibilidad y fuerza simbólica que está
surgiendo con intensidad desde la periferia. Pero creo que
“marginal” no alcanza para hacer referencia a los compro-
280 FERRÉZ
misos que esta literatura asume como agente de transfor-
mación social. Es una literatura que va mucho más allá de
las funciones sociales atribuidas a la literatura canónica o,
incluso, de entretenimiento. Es una literatura de compro-
miso.
Ferréz empezó a escribir temprano, llega a publicar en
1997 Fortaleza da Desilução, pero se afirma como escritor
y líder cultural con Capão Pecado, publicado en 2000.
Capão Pecado trajo un tan refinado como impactante
retrato de Capão Redondo, uno de los barrios de mayor
índice de violencia, tráfico de drogas y criminalidad de
San Pablo, donde Ferréz creció y vive hasta hoy en día. En
este punto ya puede percibirse una cierta diferencia de
proyecto literario con su antecesor, Ciudad de Dios. No
estoy pensando en criterios de calidad. Ni valorizando uno
en detrimento del otro. Apenas creo que marcar la dife-
rencia entre los dos libros más importantes de la literatura
brasileña sobre la vida en las periferias urbanas ayuda en
este momento a entender un poco mejor lo que sería la
literatura marginal, tan en foco hoy en día, hasta en los
medios académicos más resistentes. Ciudad de Dios es un
libro bello, denso, literario, con estructuras heroicas defi-
nidas, y revela, sin piedad, un universo de la violencia en
el conjunto habitacional carioca llamado Cidade de Deus.
Se vuelve un best-seller exactamente porque describe con
maestría para el resto del mundo ese pedazo olvidado.
Ahora, Capão Pecado, que, en principio, se propondría la
misma proeza, lo hace de manera bien diferente. En
primer lugar, su público potencial no parece ser tan abar-
cador. A pesar de que, como toda buena literatura, Capão
se abre a cualquier lector, alguna cosa nos dice que este
libro sobre aquella comunidad fue escrito para ser leído
por esa misma comunidad. Otro punto distinguible en
relación con Ciudad de Dios es que Capão toma como
punto de partida un sesgo distinto al canon letrado, por el
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 281
contrario, parece que va en busca de una sintonía fina con
el universo hip hop. No me refiero aquí a una estructura
rítmica y musical organizada, como las poesías habladas
de los raperos, sino de un ethos más general, un ritmo de
encadenamientos, de asociaciones recurrentes, un pacto
con la crónica del gueto y una llamada a los manos para la
acción. En el libro, aparece Mano Brown (líder del grupo
de rap Racionais MCs, también residente de Capão
Redondo) comandando los epígrafes de cada capítulo del
libro. Síntoma. Síntoma de una dicción colectiva como es
la dicción del hip hop. Síntoma de una militancia cultural
inseparable de la creación literaria.
En 1999, Ferréz crea el movimiento 1 DASUL, una
usina cultural que, entre otras actividades, tiene un sello
musical propio y una marca de moda, que hoy ya se
desdobla en empleos, productos, y puntos de venta. Son
innumerables las actividades políticas y educacionales de
Ferréz en Capão Redondo, indisolublemente ligadas al
sentido de su actividad como escritor. En el área de la lite-
ratura propiamente dicha, Ferréz organizó tres números
especiales de la revista Caros Amigos llamados “Literatura
Marginal” que reúnen y divulgan escritores de la periferia,
abriendo espacio a los talentos locales. Esos números
antológicos fueron, desde mi punto de vista, seminales en
el sentido de que Caros Amigos tiene una circulación más
amplia y diversificada, con atención sobre los antenados2,
una buena distribución, y me parece que fue ahí, en esos
números especiales, cuando nació y se firmó la noción de
“literatura marginal” como la nueva expresión literaria de
las periferia.
2 Antenados, refiere a las personas que buscan estar informadas
más allá de las noticias que ofrecen los medios del main stream.
(N. de la T.)
282 FERRÉZ
Con el tiempo, esa expresión, muchas veces llamada
también “literatura periférica”, gana cuerpo, varios autores
surgen y se consolidan, como Sérgio Váz, Alessandro
Buzo, Sacolinha, Allan da Rosa, Nelson Maca, y tantos
otros. La práctica del saraus3 se disemina y llega a reunir
más de 400 personas comulgando literatura.
La periferia descubre la fuerza estética y también polí-
tica de la palabra. La palabra poética que encanta, pero
también el poder de quien posee y manipula con destreza
y seguridad la práctica de la palabra cotidiana, de la
eficacia socioeconómica de los muchos usos de la palabra.
Nitroglicerina pura.
Pero vuelvo a Ferréz y a su obstinación en formar
lectores, en reunir a los escritores que vienen de la peri-
feria, diseminar y dar visibilidad a la nueva literatura
marginal.
Y es ahí donde comienza nuestra novela. Todo indica
que la literatura marginal y sus autores, además de buscar
una escritura de denuncia, de resistencia, de compromiso
con la transformación social, honrando sus raíces del hip
hop, buscan también un lugar en la serie literaria.
Como fenómeno social, expresión de los guetos, escri-
tura del “otro”, denuncia, la literatura marginal es puro
aplauso. Como objeto de estudio y tesis de sociología,
antropología, historia e incluso geografía social, estamos
delante de una discursividad nueva e interesante. No
quedan más dudas, el pobre tomó la palabra y ganó voz
activa, dispensando de intermediaciones y creando
dicciones propias.
3
Reuniones en botecos para declamar poesía; práctica muy disemi-
nada en la periferia de San Pablo desde el año 2001, cuando
comienza a funcionar, en el barrio de Chacara Santana, extremo sur
de San Pablo, el Sarau da Cooperifa. (Nota de la T.)
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 283
Pero mi pregunta ahora es otra. Soy una profesional del
área de letras desde 1965. Ferréz es escritor. Junto a
Ferréz, otros escritores están envueltos en un movimiento
proveniente de las periferias, llamado literatura marginal.
¿Ese fenómeno es apenas un fenómeno sociológico en el
que un grupo marginalizado toma la palabra? ¿Esa litera-
tura es considerada (o tolerada) sólo porque proviene del
margen? ¿O estamos delante de un fenómeno nuevo de
cuño realmente literario? En el medio académico en el que
vivo, o se descarta esta pregunta en tanto irrelevante, o se
arma una pelea.
Primer argumento descalificador: la norma culta. Esos
escritores escriben mal, no presentan un trabajo pertinente
con el lenguaje por falta de dominio de la lengua, por lo
tanto no hacen literatura. Segundo: esos escritores no
tienen formación literaria. O sea, al desconocer a los
grandes autores, esos escritores no presentan ninguna filia-
ción con la serie literaria, lo que los elimina de una posible
candidatura para su inserción a medio plazo al canon lite-
rario. Resumiendo: para una gran parte de la academia,
incluso de la crítica, la literatura marginal no puede crear
con el trabajo del lenguaje aquello que se conoce como lo
específicamente literario.
Ese veredicto no cierra ni es muy interesante como
debate. Ni esa búsqueda obstinada por lo que se reconoce
como específicamente literario nos llevaría muy lejos. Por
eso sugiero dar una mirada al segundo libro de Ferréz,
Manual Práctico del Odio.
Antes que nada, está muy bien escrito. Cuando digo
muy bien escrito quiero decir que está muy bien cuidado
desde el punto de vista del trabajo con la palabra propia-
mente dicha, una evidente sofisticación en el trabajo con la
oralidad, tiene un lenguaje económico y fuerte, un ritmo
voraz y una estructura narrativa bastante compleja.
Vayamos por partes.
284 FERRÉZ
La primera y más obvia característica tiene que ver con
que se trata, así como Capão Pecado, del retrato de un
territorio humano –como diría Milton Santos– bastante
definido. De un territorio circunscripto a algunas cuadras,
de un CEP4 como máximo. Más allá de que en términos
geográficos no esté en lo correcto en relación con la exten-
sión del lugar donde pasa la acción, el sentimiento que
recibí como lectora fue de extrema proximidad entre los
espacios, personas, reacciones.
El narrador, por su parte, me pareció tan comprometido
con el lugar del que habla que sus palabras, de cierta
forma, se tornan porosas y, por lo tanto, excesivamente
receptivas y abiertas a la dicción del lugar. Como si el
autor compartiese la autoría de la obra con el territorio de
la acción. Muchas veces tenemos la sensación de que esa
quebrada habla a través del autor de su relato. Se trata de
un caso bien nuevo e interesante de autoría que, por
pretenderse hiperlocalizada, trae en su propia construcción
una estrategia expresiva que comienza a desenvolverse en
las culturas locales en tiempos de globalización. El verbo
“glocalize” ya entró al léxico del mercado cultural de estos
últimos años.
Es importante también observar que el yo colectivo
siempre fue una alternativa eficaz para el fortalecimiento
de las dicciones literarias de las minorías de género y
etnia. Pero no pienso que esa sea la opción eficaz en
Ferréz. Aunque acarree esa tradición narrativa, su propia
narrativa parece interesarse más en la marcación pesada
del lugar, del territorio como un personaje , que en las
voces colectivas, como es el caso de las mujeres o los
negros.
Muy simplificadamente el libro trata de un asalto,
planeado y ejecutado por un grupo de amigos. Lo que
4 Código de Endereçamento Postal, Código postal (N. de la T.).
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 285
primero salta a la vista es que el asalto en sí interesa poco
y conduce de forma absolutamente secundaria la trama del
libro. La verdadera trama es la del aprendizaje del odio,
del miedo y del amor. La violencia, un segundo tema
también previsible como el fuerte del libro, existe, es
verdad, pero no protagoniza la narración, como es el caso
de Rubem Fonseca y tantos otros que se destacaron espe-
cialmente en las últimas décadas. Se trata de una violencia
explosiva pero nunca espectacular. Muy al contrario, lo
que sorprende es el lugar de esa violencia como condición
de un contexto, como entorno de la vida de personajes
comunes que, como todos nosotros, tienen emociones,
rezan por la familia, aman, tienen celos, tienen sexo y
sueñan con un futuro más tranquilo. Eso genera un choque
en el lector que no vive en los escenarios del crimen y
termina promoviendo una forma de identificación o, por lo
menos, comprensión, del personaje agresor, aún no cono-
cida en nuestra literatura.
Yendo más profundo, ésa es la “expertise” que asusta
en Ferréz. Que detiene el entendimiento de las razones del
odio y de la violencia. Y relata para quien también conoce
esas razones. Relata para sus manos. No necesita dar
grandes explicaciones ni descripciones sensacionales. La
violencia nunca se tornará un espectáculo en ese cuadro.
Entre el narrar y el describir, la solución de continuidad es
mínima.
Afirmado esto, el resultado es que Manual Práctico del
Odio elabora una forma bastante especial de contar las
preparaciones para un asalto. Cada personaje entra en
escena con todo. Como si una cámara escondida leyese los
pensamientos y las razones de cada uno de los retratados a
partir de sus pequeños gestos, recuerdos, hechos y hasta
momentos de pequeños deslices líricos. El primero es
Régis, posiblemente el personaje central de la historia, por
su importancia en la trama al conducir de cierta forma la
286 FERRÉZ
lectura y los ejercicios provistos en las instrucciones de
este manual práctico.
Régis es el personaje elegido para abrir el primer capí-
tulo, no sin sentido titulado “Los enemigos son más
confiables”. En seguida, Lúcio Fé, Celso Capeta,
Neguinho da Mancha na Mão, y Aninha, y tal vez hasta
Mágico entran en la pista, presentados de adentro hacia
fuera, en el pensamiento y en la acción, en el recuerdo, en
la reacción. La mirada de Ferréz insistiendo renuente en la
captación, las descripciones en campo y contracampo.
Nada se fija. El terreno de las quebradas no es firme.
El texto de Ferréz llega vertiginosamente, encadenado,
muchas veces afligido, buscando dónde es posible colocar
un punto. Párrafos largos, como grandes travellings. Una
novela de búsqueda, diría.
La arquitectura de los capítulos es un caso aparte.
Continúo con la idea de búsqueda. ¿Cómo captar en
flagrante el momento del odio? Ferréz se obsesiona con la
construcción de un gran mosaico de pequeños abismos, de
vidas que no logran cerrar en alguna coherencia, sea
pública o privada.
Me acuerdo de mí, cuando era joven, estudiando encan-
tada la teoría marxista del héroe burgués en la novela del
mil ochocientos. Un héroe que, por su trayectoria indivi-
dualista, estaba fatalmente destinado a un final de fracaso,
un final trágico. Pienso en los pequeños héroes de Ferréz,
mucho más reales, porque en realidad no son héroes, son
representantes de sentimientos y sentidos profundamente
identificados entre sí. Se refugian en la semejanza de una
falta difícil de definir, del dolor, “el mundo allá afuera, la
tristeza aquí adentro”. Pura literatura.
Y aquí abro un paréntesis para el reclamo recurrente de
la crítica más reacia al estatuto literario de la literatura
marginal, que tiene que ver con el portugués incorrecto.
Éste ciertamente no es el caso de Ferréz, nadie lo acusó de
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 287
eso. Pero es el caso de algunos de los escritores de la lite-
ratura marginal, o incluso de la reproducción de “errores”
cuando el texto o el diseño de un personaje pide coloquia-
lidad. Personalmente creo que ése es un debate interesante
porque habla del libre derecho del uso de la lengua, de
preconceptos lingüísticos y de mucho más de lo que un
simple asunto gramatical puede sugerir. Atraída por ese
asunto, fui, con las lentes de aumento, en busca de cuáles
serían esos errores tan agresivos contra la norma culta del
portugués brasileño. Y, para mi espanto, lo más frecuente,
lo más grande, y tal vez incluso el único problema grama-
tical “marginal” fue el de la concordancia verbal. O sea, el
“nós troca idéia”5. Me asusté. Ése es el nudo de esa esté-
tica. El yo y el nosotros mezclados, identificados, en una
referencia mucho más fuerte que la acción que le sigue.
No es el “error”, sino la cuestión epistemológica de
fondo que la indecisión en cuanto a la concordancia verbal
trae, lo que probablemente sugiere e incluso define la
opción estructural de Manual Práctico del Odio. El texto
corre enroscado, nítido, lleno de perspectivas prismáticas,
intentando registrar a veces el sentimiento, a veces la agre-
sividad, otras la nostalgia, otras la gratuidad explosiva, en
fin, varias caras y dimensiones de esas vidas visceralmente
ligadas entre sí.
El mosaico tan delicado como violento de Ferréz es
uno de los tapices más bellos sobre la naturaleza de eso
que se refirió de forma brutal en un documento de la ONU
como “humanidad excedente”. El título del último capí-
tulo trae una pregunta interesante: “¿Dónde hay aire por
aquí?”. A esta pregunta, Régis, nuestro personaje inicial,
baleado, responde con una última tentativa de sonreír que
55 “nosotros cambia ideas”, expresión que refiere a la acción de
conversar o discutir (N. de la T.).
288 FERRÉZ

estalla “como un vaso de cristal arrojado con fuerza contra

la pared”. Firmeza.
Ferréz hace gran literatura. ¿Alguna duda?
TERRITORIO FERRÉZ

POR JOÃO CAMILLO PENNA

Leer una obra literaria es evaluar en qué medida cons-

tituye un acontecimiento, en qué medida innova dentro de
la tradición en la que se inserta, en qué medida inaugura
ella misma una nueva tradición. Manual Práctico del Odio
(2003), segunda novela y tercer libro de Ferréz, retoma
desde otro foco el proyecto de producción de una escritura
identitaria en la literatura brasileña, formulado en su
primera novela, Capão Pecado, de 2000.
Por identidad, en este caso, se entiende una subjeti-
vidad colectiva, autoproducida y territorializada, estilizada
por marcas visibles y lingüísticas, definida por el rechazo
a los canales tradicionales de mediación de la cultura
brasileña, por una enunciación “desde adentro” del colec-
tivo de donde se habla, invirtiendo el paradigma estable-
cido de la representación subalterna brasileña, al
apropiarse de los registros sociológicos o etnográficos que
la caracterizaron sistemáticamente como un exotismo
interno. Se adhiere a esos elementos, de manera no menos
esencial, el simulacro de la transgresión moral, la marca
de la “marginalidad” resignificada, estructurando un
campo cultural maldito y estetizado como simulación
criminal, traduciendo todo el repertorio de la delincuencia
urbana en símbolo, en “palabrarmas”, según el mot valise
acuñado por Ferréz. Es en el campo de la producción de
símbolos identitarios ejemplares y tipificados, por tanto,
que se consolida el programa pedagógico de producción
de autoestima comunitaria, en el territorio inhóspito de la
290 FERRÉZ
periferia de las grandes ciudades brasileñas, revirtiendo el
estigma de la pobreza y carencia simbólica irreducible,
como antídoto contra los mecanismos tradicionales de
marginalización y desigualdad social.
Capão Pecado se inserta en ese proyecto de inscripción
literaria del territorio: el barrio Capão Redondo, periferia
de la Zona Sur de San Pablo, colocado en el título. La
novela construye un símbolo: “Hay un pequeño árbol en la
puerta de un bar, todos pasan y le dan un pellizco al
desprotegido árbol. Algunos le arrancan hojas, algunos
sólo tiran y otros, a veces, hasta arrancan una rama. El
hombre que vive en la periferia es igual a ese pequeño
árbol, todos pasan junto a él y le arrancan algo de valor. El
pequeño árbol está protegido por el dueño del bar, que
pone alrededor un armazón de madera; así está asegurado,
pero su belleza, escondida. Al hombre que vive en la peri-
feria, cuando se decide a buscar lo que le robaron, el
sistema lo pone detrás de las rejas.” En la novela los perso-
najes se preguntan muchas veces por el significado del
nombre “Capão Redondo”. Éste es el emblema del libro:
inscribir la significación de este territorio humano. Y
buscar la significación del nombre quiere decir: revertir la
expoliación de sus valores, sustituir las hojas robadas del
árbol por hojas escritas de novela que lo protegen y mues-
tran su belleza, diagnosticar el robo legal de la periferia y
oponerlo al robo punible cuando ella se subleva contra los
que sistemáticamente le robaron. En este escenario, la
prisión es un territorio anexado al barrio, componiéndose
un mapa heterotópico de dos lados, en el que uno lleva
lógicamente al otro, cuando no directamente a la muerte.
Prisión o muerte, o ambos, como el asesinato en la cárcel,
como es el caso final de la novela, componen un espectro
plausible de destinos para la juventud de la periferia.
Ambos, periferia y prisión, son territorios caracterizados
en Brasil por el abandono del Estado, o más precisamente,
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 291
por una gestión conjunta y articulada del Estado y la
contravención, componiendo zonas de ausencia de ciuda-
danía, y una ecuación del estado de excepción. Éste es el
terreno en el que se sitúa el antídoto de Ferréz, como
movilización de las fuerzas de la sociedad civil para
neutralizar los efectos de esa gestión.
Las primeras ediciones de la novela tenían un amplio
registro fotográfico, anti-postales, representando el barrio
y sus habitantes, además de manifiestos escritos por perso-
nalidades de reconocida visibilidad en la comunidad,
dándole al volumen el contorno de una obra colectiva y
documental, cuya dicción emula las poses del hip-hop.
Los paratextos inscriben un programa etnográfico comu-
nitarista, apropiado por una enunciación local. Conforme
escribirá Ferréz años después: “No somos el retrato, por el
contrario, cambiamos el foco y nos sacamos nosotros
mismos nuestra foto”. La novedad se manifiesta, por lo
tanto, en esa inversión del punto de vista, o del foco de la
foto y de la enunciación: pasar del retrato al retratista,
asumir las dos posiciones de retratado y fotógrafo, con la
finalidad de constituir el espacio colectivo de un
“nosotros”.
El grupo de amigos en torno de Rael (¿real?) explicita
las opciones existenciales y profesionales de la juventud
periférica, sobre la égida de la amonestación pedagógica:
“están ahí todos vacilando, tienen que acomodarse”.
Vacilación y falta de comportamiento coronan los destinos
de los personajes tipológicamente organizados por la
novela: desocupado jugador de video game, obrero, trafi-
cante, marginal, preso, todos explotados, y eventualmente
presos y/o muertos, que no logran usar la creatividad para
“salir de esa mierda”, revirtiendo el programa determi-
nista, confirmado por la novela, que impide la salida del
territorio de la miseria en la que nacen, viven y mueren.
292 FERRÉZ
Para medir la distancia que distingue un proyecto como
el de Ferréz, hay que tomar como referencia la matriz
identitaria de la literatura brasileña, tal cual la formuló la
crítica de Machado de Assis, como interiorización del
“color local”, transformación del exotismo visual, en ese
caso, el pintoresco indigenista, en “sentimiento íntimo”,
en instinto, en el manifiesto “Instinto de nacionalidad”
(1873), en sintonía con el Jorge Luis Borges de “El
escritor argentino y la tradición”, por ejemplo1. Ése es el
paradigma que se actualizará en momentos decisivos en la
cultura/literatura brasileña, como síntesis en vernáculo
occidental de los idiomas locales: de Villa-Lobos a la
Bossa Nova, de Mário de Andrade a Drummond, de
Brasília al Cinema Novo, de la Antropofagia al
Tropicalismo, determinando en cada caso la vocación
occidental, universal-iluminista, de la cultura brasileña.
Obsérvese, en este sentido, cómo Antonio Cándido carac-
teriza, en 1979, las representaciones de la violencia urbana
en la literatura brasileña contemporánea, como radicaliza-
ción del descubrimiento del narrador en primera persona
de Guimarães Rosa, eludiendo la diferencia entre el
registro culto de la narrativa y el discurso directo del
lenguaje popular, en una fusión identificada “con la
materia popular”. El mismo paso tan bien localizado por
Ángel Rama, en el pasaje entre el regionalismo latinoame-
ricano y la novela transculturada, con el borramiento de
las comillas que separaban el discurso de la narración de
las “voces americanas”2. Esta síntesis debe, sin embargo,
distinguirse, según Cándido, de la obra de Rubén Fonseca,
1 Joaquim Maria Machado de Assis. “Instinto de nacionalidade”.
Machado de Assis: critica. Notícia da atual literatura brasileira.
San Pablo: Agir, 1959 (1ra. edición 1873).
2 Ángel Rama. Transculturación narrativa en América Latina.
México: Siglo XXI editores, 3ª Ed., 1987.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 293
autor que inaugura en los años 60 una cierta veta del
“realismo feroz”. Aquí cabe un reparo: él se pregunta si no
estaríamos con las obras de Fonseca delante de un “nuevo
exotismo de tipo especial (…) por el hecho de presentar
temas, situaciones y formas de hablar del marginal, de la
prostituta, de lo inculto de las ciudades, que para el lector
de clase media tiene el atractivo de cualquier otro pinto-
resquismo”3.
La distancia entre las palabras de la violencia erotizada
y el lector de clase media es la medida interiorizada por la
mediación característica de la literatura brasileña. El lector
de clase media es la forma vacía, sin marcas, de lo
nacional, donde se funden las marcas identitarias, debida-
mente absorbidas, y que la primera persona descubierta
por Rosa silencia, como reverso oculto de las voces trans-
criptas que enuncia, pero que se inscribe como ausencia
sobre la forma de escritura que se da a leer. Esta partición
entre oralidad y escritura no deja de contener una división
del trabajo específicamente colonial, y un modo de
producción característico, cuyo contorno está presente
incluso en la síntesis del testimonio, extensamente practi-
cado en América Latina Hispánica, pero mucho menos en
Brasil. El problema surge cuando ni el autor, ni el
narrador, ni su lector ideal se identifican con la clase
media, no hablan su lengua ni para ella. Cuando el “color
local” pasa a ser el elemento estructurante de la narrativa,
su marca afirmativa más reconocible. Cuando todos los
que están envueltos hablan una lengua propia, con acento
propio, que versa sobre una realidad propia.
3 Antonio Candido. “A nova narrativa”. A Educação pela noite &
outros ensaios. São Paulo: Editora Ática, 1989, 2ª Ed., 1989,
p. 213.
294 FERRÉZ
De cierta manera, el tiempo en el que vivimos, el
tiempo de Ferréz, es el tiempo de las identidades segmen-
tadas, su mundo es un mundo en el que, quién sabe, no
prevalecen más en Brasil las formas sintéticas articuladas
por el encuentro desencontrado de estratos diversos de la
sociedad, en ritmo contramétrico y en líneas de armoniosa
elipsis, que dieron origen a los mayores productos urbanos
de nacionalidad, como el samba o el fútbol.
Un índice sintomático de estos tiempos es la visibilidad
–o audibilidad– de la dicción popular del ex presidente
Luiz Inácio Lula da Silva, como alguien “nacido y criado
en su propia clase”, en oposición a alguien que podría
haber nacido en su clase, pero que luego se habría distan-
ciado y perdido sus marcas específicas4. Lo que significa
que el habla, los gestos, la presencia de Lula se entienden
como marca identitaria, que estas marcas no fueron
borradas ni convertidas en una forma neutra, nacional de
la clase media, como hubiera sido en otros tiempos. Es sin
dudas esta nueva percepción, sólo posible en nuestro
tiempo, lo que explica al mismo tiempo la extrema popu-
laridad del presidente junto a los camaradas populares,
identificados con su dicción, inclusive en sus infracciones
a la norma culta, y al repudio simétrico, clasista, teñido de
asco biopolítico por parte de las clases pudientes.
Se asiste así a la transformación del don universal de
clase, en este caso, el trabajador, un obrero migrante,
sindicalista, convertido en presidente, en un trazo cultural,
identitario popular, particular. No más exótico, pero nacio-
nalizado, o incluido, conforme el nombre que se le da al
programa de cultura característico de su gobierno, de
4
La descripción identitaria de Lula viene del “Discurso de la Sra.
Ministra-jefe de la Secretaria de Derechos Humanos de la
Presidencia de la República, Maria do Rosário, en ocasión del tras-
paso del cargo de la secretaria”. Brasília, 03 de enero de 2011.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 295
“inclusión” de las formas antes excluidas o marginalizadas
en el circuito de la cultura brasileña visible y audible.
2003, el año de asunción de Lula, en su primer mandato,
es, no por casualidad, el año en que se publica Manual
Práctico del Odio.
La literatura de Ferréz debe ser entendida en el
contexto de una estilización cultural de esta naturaleza. Lo
vernáculo actual son las formas de representación musical
y comportamental de la cultura negra norteamericana, el
rap y el hip-hop, sampleados localmente, conjugado con
las nuevas tecnologías de producción, reproducción y
circulación de información que radicalmente autonomizan
el circuito de bienes culturales, dispensando los procesos
tradicionales de mediación de la cultura brasileña. Ocurre
algo como una ligazón directa de lo local como interna-
cional, saltando la etapa de la elaboración clásica por los
canales hegemónicos de formación nacional, uniendo las
periferias de Brasil y del mundo, gueto con gueto, variante
lingüística con variante lingüística, en una paradojal
universalización de la segmentación social.
Antes incluso de publicar su primera novela, lanza, en
1999, en Capão Redondo, una marca de ropa, 1DASUL,
mezcla de centro cultural, productora de eventos, y centro
de irradiación de la moda hip-hop abrasilerada, producida
y comercializada por habitantes de la periferia, indicando
un doble movimiento de producción de estilo de juventud
y de negociación con el mercado. En 2000, año de la
publicación de Capão Pecado, Ferréz inicia en la revista
Caros Amigos, órgano de gran circulación de los medios
impresos de izquierda, su carrera como editor, antologi-
zando textos de lo que denomina “literatura marginal”,
i.e., de autores identificados con la experiencia de exclu-
sión social, frecuentemente vinculados a los movimientos
sociales, ONGs, grupos de rap o de hip-hop. En 2003
lanza un cd, Determinação, en el que experimenta lo
296 FERRÉZ
vernáculo de la poesía musicalizada y del hip-hop. Todos
estos elementos definen las marcas de la producción iden-
titaria: la identificación de la literatura con un estilo
comercial al mismo tiempo territorializado e interna-
cional, que esquiva la intermediación de los centros de
producción y comercialización establecidos, la elección de
un medio alternativo, siguiendo el modelo marcado por
Mano Brown y los Racionais Mcs, en su rechazo de la
industria discográfica main stream.
Si la literatura de Ferréz se asimila a la lógica de los
movimientos sociales, a la producción de símbolos comu-
nitaristas afirmativos, antídotos contra la experiencia coti-
diana de la periferia brasileña carente de símbolos
positivos, sus novelas parecen contener una paradoja:
hacen un inventario de las condiciones de imposibilidad de
la subjetivación comunitaria, el levantamiento negativo y
trágico del repertorio de opciones disponibles para un
joven que está viviendo hoy en día en las periferias brasi-
leñas, que casi invariablemente terminan en muerte
violenta. El diagnóstico de la imposible comunidad
contiene una amonestación en sordina: en vez de unirnos,
de producir un movimiento, nos matamos. En filigrana, el
diagnóstico general conlleva otros: la aporía entre la
revuelta y el crimen, y la constatación del fracaso del
modelo clásico de subjetivación de la pobreza brasileña
por el malandraje y por el vínculo del “favor”, como figu-
raciones de la integración nacional, estudiados clásica-
mente por Antonio Cándido y por Roberto Schwarz5. En
Ferréz, decididamente el crimen no compensa, la nación
5 crimen no pueda ser identificado con una rebelión, y al fin
Antonio Candido. “Dialética da malandragem”. O Discurso e a
cidade. São Paulo: Livraria Duas Cidades, 1993; Roberto Schwarz.
Ao vencedor as batatas. Forma literária e processo social nos
inícios do romance brasileiro. São Paulo: Livraria Duas Cidades,
1977.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 297
no se une, se parte al medio. Pero era necesario decirlo en
un alto y buen tono.
Régis, el asaltante y asesino profesional protagonista
de Manual Práctico del Odio, explica de la siguiente
forma las razones de la guerra y del “muro social que
divide al país”: “Dinero, dinero era la razón de todo”. Es
el dinero lo que lo mueve, a él, a la cuadrilla de asaltantes
que lidera, al grupo con el que está en guerra, a la policía
asociada a esa misma cuadrilla. Régis se considera un
“héroe” por jugar bien el juego del capitalismo y
“recaudar capital a cualquier costo”, lo que le permite
“participar de las mejores cosas de la vida”.
La contraparte de la universalización del deseo de los
bienes de consumo es la exigua perspectiva de realización
en un empleo honesto no calificado. La lista la hace
Aninha, migrante del interior de Bahía, integrante del
grupo de Régis: vender agua en el semáforo, vender CD
piratas, ser empaquetadora de un supermercado o juntar
latas de aluminio. El cuadro de este descompás lo
completa el estigma biopolítico, en versión tropical, que
innova el diagrama foucaultiano del “derecho a matar”, al
acoplar la división racial-social del continuo vital de la
población al modelo criminal-policial6. Régis es el hijo de
una empleada doméstica. Cuando era pequeño la patrona
de su madre le dijo: “¿Entonces es éste el muchacho que
un día va a crecer y me va a robar?”. La interpelación
profética funciona como una ley determinista. Él marca
este episodio como “el comienzo de su rebelión”. Los
personajes de la novela se marginalizan y se abrazan al
crimen, lo que no deja de ser una novela policial, estilo
noir social, en parte por esa rebelión, más allá de que el
6 Michel Foucault. Em defesa da sociedade. Trad. Maria Ermantina
Galvão. São Paulo: Martins Fontes, 2000, p. 306.
298 FERRÉZ
y al cabo, la novela denuncie el equívoco fundamental
contenido en esa identificación, que conduce al habitante
de la periferia generalmente a una muerte violenta.
El telón de fondo de la escritura de Ferréz es el geno-
cidio de los pobres. Pero en esta labor mortífera están
empeñadas no solamente las fuerzas del “orden”, con sus
falsos “autos de resistencia”, identificadas por las siglas
siniestras enumeradas en la novela: GOE (Grupo de
Operaciones Especiales), ROTA (Rondas Ostensivas
Tobias Aguiar), GARRA (Grupo Armado de Represión de
Robos y Asaltos), DHPP (Departamento de Homicidio y
de Protección de la Persona), sino también los propios
habitantes de las periferias, que se matan unos a otros, o
mueren por justicieros también habitantes de la periferia
en escenas espectaculares transmitidas por la tv.
El “muro social” recorrido en la novela no divide sola-
mente los que tienen de los que no tienen dinero, divide
incluso cada parte del muro en subgrupos, los que tienen
más o tienen menos dinero, cada subgrupo a su vez se
subdivide en grupúsculos aún menores, hasta llegar al
individuo, esencialmente dividido –por tener o no tener
dinero– en relación a los otros, y a su comunidad. El indi-
viduo en guerra con todos y cada uno, y que sólo se asocia
a los otros por “conveniencia”, en torno del “sentido
común”: conseguir mucho dinero y conquistar una buena
porción de la “riqueza nacional” –éste es el personaje de la
novela de Ferréz.
El mundo hobbesiano retratado aquí es aquel en que la
totalidad de las relaciones sociales están determinadas por
el binomio dinero y guerra. Guerra ficcionalizada, pero
basada en material real, dado que los personajes “existen
o existieron”, asegura el autor en su cuarta tapa, guerra que
desborda los límites de la ficción y aparece, antes de la
narrativa, a modo de preámbulo, bajo la forma de un
obituario, una lista de muertos que “existieron”: “Los
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 299
familiares y amigos lloraron por: (…)”. Los paratextos de
la novela transcriben los términos de esta guerra real, en la
que la propia escritura constituye un golpe. Es lo que
explica la venganza cotidiana en la terrible dedicatoria: “A
los que conspiraron y alentaron mi caída (…), fortificando
la derrota de los que atentan contra mí y los míos”. El
“libro-lámina” es sí una victoria, que “fortifica la derrota”
de los enemigos, un contraataque en la guerra trabada por
el autor, análoga a la que narra la novela.
Incluso en la cuarta tapa, Ferréz complementa: “El
autor nunca mató a nadie por dinero pero sabe entender lo
que eso significa –desde el punto de vista del asesino”.
Escribir “desde el punto de vista del asesino” denuncia el
simulacro de criminalidad contenida en el programa de la
“escritura marginal”. Simulacro que se distingue firme-
mente de la práctica criminal (el “Terrorismo literario…”),
pero que no impedirá que el autor sea procesado judicial-
mente, algunos años después, en 2009, por “apología del
crimen”.
En la guerra retratada en Manual Práctico del Odio, se
posiciona un grupo de marginales liderados por Régis, que
planea un asalto a un banco. Si la razón de todo es el
dinero, en tiempos de economía financierizada, se justifica
el objetivo de robar un banco. Régis, Celso Capeta,
Aninha, Neguinho da Mancha na Mão, Mágico, Lúcio Fé
son los integrantes de la cuadrilla. Del otro lado, la facción
enemiga, asociada a la policía, liderada por Modelo. Entre
los dos grupos, los policías corruptos, Aires y Mendoça.
La dupla policial, el uso de la máquina del Estado para
intereses particulares criminales, es lo que desequilibra los
platos de la balanza y determina la rutina de las traiciones
entre pares, uniformizando la guerra entre amigos y
enemigos, al transformar a todos en enemigos. Lo que
produce el interminable rastro de cuerpos que la novela va
dejando en su camino. Hay otros personajes que sólo parti-
300 FERRÉZ
cipan indirectamente de la guerra: el evangélico José
Antônio; Paulo, el metalúrgico aficionado por la literatura;
Nego Duda, un aprendiz de ladrón, asesinado por la trai-
ción de Régis; Elisa, la mujer de Régis, empleada domés-
tica solitaria y traicionada por su marido. El narrador
omnisciente asume la perspectiva individualizada de cada
uno de esos personajes, cada trecho segmentando el punto
de vista del personaje, en un mundo insular, mirado a
través de la rendija astillada de un plano cinematográfico
cerrado. El intervalo entre perspectivas secciona al texto
en fragmentos yuxtapuestos no dejando margen para una
articulación interpersonal. Mónadas desconfiadas unas de
otras, los personajes sucumben, el plano de la acción se
quiebra en pedazos. Toda la trama se acelera en la virtuo-
sísima narración multiperspectivada del asalto, montada
como un rompe-cabezas, entrevisto a partir del punto de
vista de cada uno de los participantes, cada uno viendo a
los otros en acción, en un montaje virtuoso. Pero nada se
junta: el conjunto se rompe como un frágil “vaso de cristal
arrojado con fuerza contra la pared”.
Pensemos todavía en la guerra territorial de la pobreza
brasileña. Ella es la literalización del modelo de la libre
competencia, y de la autorregulación del mercado de
flujos de intereses particulares, en tiempos neoliberales. El
recurso de las armas por grupos privados, en una “guerra
privada”, para citar el preciso título del documental de
Kátia Lund y João Moreira Salles, denunciando la desapa-
rición del “monopolio legítimo de la fuerza física” por
parte del Estado7, no califica una verdadera ausencia de
Estado, o su liberal “mano invisible”, sino su presencia
7 La expresión conocida como “monopolio de la violencia” viene de
Weber, Max. “Politics as a Vocation”. H.H. Gerth y C. Wright Mills
(Eds.) From Marx Weber. Essays in Sociology. New York: Oxford
University Press, 1958, p. 78.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 301
selectiva, como instancia privatizada, armada y violenta,
“regulando la desregulación” del sistema que de hecho
controla. Marcel Mauss habla de la reciprocidad como
hecho social total en las sociedades arcaicas, reguladas por
el don8. Sería necesario decir que hoy es la anti-recipro-
cidad el hecho social total. Ese es el significado de la
fábula de Dinoitinha, niño vendedor de rosas en el semá-
foro, personaje de Manual Práctico del Odio. Él le da una
rosa de regalo a una mujer rica que no tenía cambio y que
le habla desde adentro del auto con las ventanillas
cerradas. La mujer le da una tarjeta de contacto en caso de
que él un día la necesitara, promesa de un mundo justo, en
el que la reciprocidad existiría. Pero el día en que la llama,
en el que desesperadamente necesita ayuda para pagar el
entierro de su padre, el niño escucha lo esperado: “Andate
a la puta que te parió, no tengo tiempo para esto”. La
fábula de sesgo naturalista le da un tono a la novela de
Ferréz: el mundo de la competencia generalizada, que
hace de los individuos pequeñas autoempresas, adminis-
tradas por la gran empresa del Estado, en lo que constituye
la nueva racionalidad moderna, en la que nos habituamos
a vivir en las últimas décadas9.
Manual Práctico del Odio termina con una gran
tempestad seguida de una inundación que barre con todo
el barrio precariamente instalado, destruyendo casas,
determinando la pérdida del parco patrimonio de sus habi-
tantes, hecho corriente en la vida de la periferia brasileña.
En medio de la lluvia torrencial, catártica y sacrificial, en
8 Marcel Mauss. “Ensaio sobre a dádiva. Forma e razão da troca nas
sociedades arcaicas”. Sociologia e antropologia. Trad. Paulo
Neves. São Paulo: Cosac & Naify, 2003.
9 Michel Foucault. La naissance de la biopolitique. Paris:
Gallimard/Seuil, 2004; Laval, Christian. L’homme économique.
Essai sur les racines du néolibéralisme. Paris: Gallimard, 2007.
302 FERRÉZ

la que la trama se disuelve, los personajes se reconocen, y

se observan mutuamente en la inminencia de estar
perdiendo todo. E incluso así nadie se ayuda. La novela es
riesgosa en su diagnóstico. Admite, sin embargo, un
pequeño margen de concientización, de aprendizaje o de ALGUNAS CONSIDERACIONES CON MIRAS
cambio: al borde de la muerte, con un tiro en la barriga, A UNA LECTURA MÁS REFLEXIVA
Régis vuelve a su casa, y en un monólogo interior planea DE MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO,
cambiar de vida, programa que sería de ahí en adelante MÁS ALLÁ DE LA MERA RELAMIDA
una existencia caracterizada por la solidaridad, en casa, O DEL FÁCIL ESCUPITAJO
con su mujer y su hijo. Demasiado tarde.
Por ALLAN SANTOS DA ROSA

La primera vez que lo conocí a Ferréz fue por una nota

de un periódico, en la sección de “variedades” de esas que
están más para el chisme espectacular que para un
cuaderno de pensamiento de arte y profundidades de la
cultura. Pero que es la parte que dice ‘cult’ (a pesar de ser
tan rasa y superficial, casi siempre) de los periódicos más
leídos, de los importantes periódicos que hace décadas nos
raspan el cuello patrocinados por la mediocridad y por el
miedo. Y que publican columnas sobre danza, libros,
teatro y cine guiados por la moda o por la moneda, con un
ritmo situado entre un tono de fuegos artificiales y un tono
de dureza austera que pretende ser sinónimo de erudición.
Inculcando incluso que cultura sea eso, bien encuadrado
en los moldes de los géneros y lenguajes, y no en lo que se
viste, en lo que se come, o en lo que circula diariamente,
en el modo de cuidar de la salud, de educar, trasportarse,
pensar los minutos, trabajos… Cuadernos de “cultura”…
Pues ahí en un periódico de esa clase fue que me llegó
por medio de mi mano Lelé, mozo, un papel usado apenas
como envoltorio de pescado, traído de la cocina de sus
patrones del restaurante. En ese periódico de hacía algunas
semanas leí, en un pedazo de papel sangrante y escamoso
304 FERRÉZ
del pescado que estaba aderezando, sobre un novelista de
la periferia de San Pablo. Noté que el autor era un tipo de
prácticamente mi misma edad, pero habitante del estereo-
tipado Capão Redondo, otro borde de la también mía Zona
Sur Paulistana1. Y, como yo y mi camarada Lelé, también
él había trabajado como mozo y sirviente de un restau-
rante, además de otros trabajitos mal pagos, corporales y
muchas veces humillantes.
De ese periódico arrugado y oliendo a tainha2, recorté
y guardé la columna sobre el libro Capão Pecado, allá por
1999. Identificación: mastiqué ese tallo y no me olvidé
más.
Después, bien después, conseguí el libro, lo leí y no me
gustó. No me gustó la novela en sí, pero la experiencia de
ver en los párrafos la sobra y la sombra de los terrenos
baldíos, de sentir el olor de la cola para madera en los
barriletes y de la pólvora en las veredas de las páginas, eso
me gustó. Y me gustó también, tremendamente, un capí-
tulo de ese libro que no me gustó. Un capítulo pesado,
bomba, rasante, sobre un obrero pé-de-chinelo3 llamado
Carimbê. Este capítulo por sí mismo valdría años de
lectura de todo lo que yo digería con el espíritu, fascinado
y goloso, de literatura.
Primaveras después, leyendo diarios y revistas en los
kioscos de las avenidas, donde sabía que podía olfatear en
la hora de almuerzo de mi trabajo como profesor de EJA
(Educación de Jóvenes y Adultos), encuentro un fascículo
especial de la Revista Caros Amigos, revista de izquierda
1 “Paulistano” refiere a la ciudad de San Pablo, mientras que
“paulista” refiere al Estado de San Pablo. (Nota de la T.)
2 Tainha, tipo de pez. (Nota de la T.)
3 Pé de chinelo, “pie de ojota”, expresión que refiere a una persona
muy pobre que no tiene calzado, que viste ropa raída, y que es visto
negativamente por la sociedad. (Nota de la T.)
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 305
de Brasil donde mensualmente acompañaba los textos de
Ferréz, a veces como cronista, a veces como versador. Esa
ocasión me encontré con un fascículo especial, organizado
por él mismo para la Caros Amigos, titulado “Literatura
Marginal”, con autores de quebradas de San Pablo y de
Río de Janeiro. Nuevamente, antes, durante y después de
la lectura, lo que me cacheteaba y me serenaba era la
trenza de identidad con los autores, sus contextos y el
impulso de sus textos.
Vinieron otros fascículos y también un libro con una
selección de autores que hasta entonces eran inéditos,
donde publiqué ensayos y cuentos, con un honor que me
inundaba. Es que antes mis cuentos habían sido recha-
zados para ser publicados, porque en las cartas que envia-
ba junto con los textos fotocopiados, hablaba de la lucha
por ocupar el Núcleo de Conciencia Negra de la USP, la
reconocida, cualificada y también más elitista universidad
de Brasil, isla a la que había entrado después de hacer un
curso comunitario para rendir el examen de ingreso y
donde actuaba escribiendo, educando y estudiando. La isla
USP, que fue también un punto de mucho conflicto interno
para mí por años, isla que fue el entrelugar para envol-
verme directamente con las quebradas de la zona oeste
paulistana y con el Hip Hop de ese lado de la ciudad,
dejando de una vez la casa de mi Americanópolis, barrio
paulistano donde nací y crecí, para ir a las callejuelas y
morros de Taboão da Serra, ciudad metropolitana pegada
al Municipio de San Pablo, límite suburbano en el que
estoy hace 10 años y donde nació el hoy famoso Sarau da
Cooperifa, antes en el Bar de Garajão, el cual también
integré desde el principio, por 7 años.
En los saraus se inició, marcando el espacio físico,
tocando la carne y entrando en los poros de los poetas (y
de algunos pensadores), un movimiento de nuestra
Literatura Marginal, de la Literatura Periférica, aliada a las
306 FERRÉZ
publicaciones independientes de nuestras “Ediciones
Toró”4, a las creaciones de bibliotecas comunitarias, a los
aún pocos (pocos comparados con los que se realizan hoy
en día) pero firmes debates independientes, bebiendo de la
fuente del verbo del rap, del samba, de las tradiciones del
cordel nordestino. El movimiento giró y generó, creó
raíces que se mezclaron con alas, se desparramaron y se
afincaron. Pero un punto de referencia cabal para mí, que
ya escribía y lanzaba fanzines, fueron los fascículos de la
Caros Amigos, porque ahí supe, leyendo los textos y no
escuchándolos, de otros locos que escribían por las perife-
rias de San Pablo y de otros estados.
El movimiento, que aún se diseña con los saraus,
ediciones independientes, cursos, manifiestos, videos,
muestras y debates, también rebalsó, al mismo tiempo que
cuidó de su vasija. Y hoy, para mí, está en un momento
vital de declarada encrucijada: aliarse y dejarse asimilar
por lo que siempre combatió, como los grandes empresa-
rios, politiqueros, uniformados y racistas y sus formas de
considerar el ibope5 y el arte, o continuar, además de
denunciando tretas y putadas históricas, también ilumi-
nando prácticas y horizontes con ideas que superen el
asistencialismo, el afán de focos, o la inversión de dinero
practicada por los brazos “culturales” de las empresas que
en la “cultura” ven un filón hasta incluso para vampirizar
aún más la plata y el imaginario de revancha que envuelve
nuestra escena artística periférica, que por momentos
mezcla su impulso genuino con una ingenuidad tremenda,
4 Hoy, más centrados en la realización de cursos de arte-política y
expresión cultural negra, las Ediciones Toró continúan ligadas al
movimiento, pero privilegiando menos las publicaciones literarias.
5 Ibope, Instituto Brasileiro de Opinião Publica, el encargado de
controlar el raiting. Esta sigla se usa en el lenguaje coloquial como
palabra que refiere al éxito o a acciones para tener protagonismo,
en cualquier tipo de contexto (la escuela, el trabajo, una relación).
(Nota de la T.)
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 307
pero que también sigue siendo una efervescencia que nos
viene trayendo una pregunta: ¿en qué medida es trasfor-
madora la ira del verso, el odio de la letra y del teatro, si
en los grandes objetivos del discurso se vislumbran
abrazos, cervezas compartidas y, principalmente, mucho
lucro ganado incluso en el campo del equipo que juró la
guerra a los chupasangre?
Hace un año, Ferréz, que había organizado las revistas
antológicas que cito arriba, organizó el “Selo Povo” que ya
lanzó dos títulos por el extraordinario precio de 5 reales
(un poco más que una botella de cerveza), atento y
operante a las necesidades y decepciones que el sistema
editorial consagrado impone, e intentando desenredarse de
eso. Vale recordar que nuestros libros llegan a ser de
cuatro a siete veces más caros cuando los lanza el sistema
editorial consagrado, y que sólo llegan a las periferias si el
Estado (que es el gran comprador de libros en Brasil) los
adquiere al por mayor en negociaciones muy ventajosas,
desparramando libros por bibliotecas y escuelas públicas,
dado que no tenemos librerías y ni sé si las frecuentaría-
mos si las tuviésemos. Y, una vez en las bibliotecas y las
escuelas, las obras también llegan a brillar en el limbo,
intactas, porque nos falta una significativa circulación
popular o estrategias didácticas que instiguen a la gente a
cortar las espinas que traen en la palma de la mano contra
los libros, espinas comprensibles ya que también en cinco
siglos sabemos que nuestro verbo negro, popular, perifé-
rico, alcanzó la excelencia en el campo de la oralidad,
acompañado de performance corporal, ritmo, melodía.
Volviendo al libro que tiene ahora en sus manos,
querido lector, la violencia que impregna todas las líneas y
entrelíneas de Manual Práctico del Odio, sacudida inclu-
sive en su título y tapa, surge como tema que también es
un arma de doble filo. Abordajes livianos, sensacionalistas
o capitalizantes se codean con los melodramas y los fana-
tismos que demuestran indignación pasteurizada en las
308 FERRÉZ
pantallas vía satélite y sustentan industrias de “seguridad”,
como en profundos pasajes que el libro expone,
asumiendo y bailando, duro, a riesgo de tocar la cascarita
de la herida que todavía supura.
El libro sale en el 2003. Y si hoy todavía se escurre
sangre por nuestras calles periféricas paulistanas, si
todavía el camino sigue trágicamente salpicado de rojo, en
el 2003 la sangre chorreaba de la noche a la mañana. Y
cabe decir que los factores para ese cambio, siempre débil
y nada sacramentado, vinieron más de la organización de
los colectivos del crimen que de cualquier otro motivo.
Otros problemas humillantes se asoman por las
rendijas de la historia contada por Ferréz, o incluso caben
como zapato que calza los pies de los personajes.
Problemas muy semejantes a los vividos en la Villa 31 en
Retiro, en el Bajo Flores y en diversas esquinas quebradas
y casas con goteras del conurbano porteño.
Vale resaltar que el 2002 era también un momento de
extrema desilusión con cualquier rumbo político y que,
en el ámbito federal que sobrepasaba la economía y el
imaginario nacional, Brasil se parecía a la Argentina:
aquí, el final del gobierno de Fernando Henrique
Cardoso tenía el mismo sabor que el final del gobierno
de Carlos Menem en Argentina. Y hoy, 2010-2011, final
del gobierno de Lula, planea y se desparrama un
extremo optimismo basado en una explosión de posibili-
dades de consumo y en una identificación popular con
un presidente que trae una historia y un fenotipo de la
mayoría de la población, a pesar de que también cual-
quier indicador económico indique que nunca las
grandes corporaciones financieras y el agro-business
lucraron tanto. Y que los servicios de salud, trasporte y
educación en las capitales continúan la misma nadería
indigna de los últimos 510 años.
MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 309
Estos períodos vinieron de la mano pensante de Ferréz
en obras que abarcan desde el campo de los argumentos
para historietas hasta un texto infanto-juvenil y el cuento
(destaco el libro Nadie es inocente en San Pablo, de 2008,
que considero su gran obra hasta entonces). Si Ferréz tal
vez haya sido mucho más leído por sus crónicas
mensuales de la revista Caros Amigos, la modulación de la
conciencia y de los personajes de sus novelas y también de
sus cuentos viene desarrollándose de manera galopante,
como percibimos sus asiduos lectores. En Manual
Práctico del Odio, para mí, más que la trama de suspenso
y sus constataciones dramáticas de la miseria de la favela,
de la grave precariedad material del contexto periférico, lo
que es más magnético y merece consideración es el deli-
neamiento de los personajes, principalmente de Régis y
Aninha, que no se alienan apenas como animales voraces
y de comportamiento de un solo tono.
La fantasía, más allá del realismo recto y directo de las
imágenes y del estilo puntiagudo de Ferréz, se acerca
tímida, pero nos toca con sus tonos de susurros roncos o
de llorosa tartamudez, o incluso nos captura en pasajes
que, de tan puros y fuera de lugar por los gestos y espe-
ranzas de los personajes ‘inocentes’, pincelan otros
paisajes y horizontes de espíritu del pueblo que compone
la periferia mostrada en el libro en caliente. Esa fantasía
que está valorizada en segundo plano y que pocas veces se
contempla, surge y envuelve como un fantasma piadoso
los sueños y las decepciones de los personajes que no son
los centrales, amarrándonos a esta porción de gente que se
las lleva el remolino de los gestos picudos de los que
asumen el crimen como elección o como karma (me
acuerdo de mi padre, ya viejo y con décadas de cama de
cemento o de cartón en las prisiones de acá, calmo y resig-
nado pero sin postura cabizbaja, diciéndome en una de las
muchas visitas que hice a las cárceles de San Pablo, “hijo,
310 FERRÉZ MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO 311

hay quien dice que es negro, hay quien dice que es puto, tutela o la abierta repelencia que acostumbra impregnar a
hay quien dice que es caipira6, yo digo que soy del la “crítica”, cuando ésta aborda la literatura trazada en las
crimen. Es así. Y listo.”). periferias brasileñas hoy apenas por el significado socio-
A pesar de tantas largas transformaciones en el signifi- lógico o antropológico, “crítica” que, como perplejos
cado de la vida bandida y de la posición de los medios en muchas veces nos enteramos, ni siquiera lee la prosa y los
relación con ella, todavía permanece bastante semejante versos para tachar sus comentarios llenos de estereotipos
inclusive a lo que los periódicos y archivos policiales que, sí, a veces nosotros autores también devolvemos y
dicen sobre los tiempos de la esclavitud oficial y del confirmamos.
comienzo de la era de las metrópolis hinchadas ya decían, Está sudado el recorrido y es grande la intención, y por
mezclando indiferencia y sensacionalismo. Se mantiene eso siento que ya recogemos los frutos, a pesar de que
también la parte de personas conmovidas, condolidas, así estamos también en plena plantación.
como el conjunto de personas que no se hace cargo de una
vez de la vida de perro que muerde la vereda del matar o
morir, asumida por los personajes-llave de Manual
Práctico del Odio, pero que vive lamiendo el hueso de los
perros grandes, o al ladrar alto queriendo mostrarse como
mandantes y dueños del terreno, incluso siendo sólo
apenas los eternos (o efímeros) ayudantes en la vida del
riesgo y del gatillo. Éstos, que dicen que son de pecho de
acero pero no lo son, que dicen ser del barullo pero no lo
son, también están en el libro, que demuestra bien cómo
ese papel de ayudante también influye en el rumbo de los
que tienen los contactos.
Termino aquí, buscando aflojar un poco la traba del
contexto para los lectores argentinos, y ofreciendo para el
intercambio algunos prismas, agonías y concatenaciones
de la novela, que es un paso considerable pero todavía
situado en el comienzo del camino de la obra viva de
Ferréz, joven autor que se va sacando de encima la simple

6 Caipira, persona del interior de Brasil. Se usa en las capitales o

metrópolis, asimismo, como adjetivo que refiere a personas inge-
nuas, inocentes, mientras que para las personas del interior, ser
caipira da conocimientos para la vida que los de las “grandes
ciudades” no tienen ni conocen.
 ÍNDICE

El odio se filtra en los detalles: introducción

a la edición en español de
Manual Práctico del Odio, de Ferréz
por Lucía Tennina .................................................... 7

Manual Práctico del Odio...................................... 13

Glosario ................................................................... 269

Un retrato en movimiento
por Arnaldo Antunes ................................................ 275

La literatura más allá de la marginalidad

por Heloísa Buarque de Hollanda ........................... 277

Territorio Ferréz
por João Camillo Penna........................................... 289

Algunas consideraciones con miras

a una lectura más reflexiva de
Manual Práctico del Odio, más allá
de la mera relamida o del fácil escupitajo
por Allan da Rosa ................................................... 303
 Colección
VEREDA BRASIL

1) OSWALD DE ANDRADE / ESCRITOS

ANTROPÓFAGOS
Selección, cronología y postfacio de
Alejandra Laera y Gonzalo Aguilar.

2) GREGÓRIO DE MATOS /
SÁTIRAS Y OTRAS MALEDICENCIAS.
Antología del poeta bahiano conocido como “Boca del
Infierno”, seguido de estudios críticos de Haroldo de
Campos, Augusto de Campos, João Adolfo Hansen y otros.
Selección de Gonzalo Aguilar y Juan Nicolás Terranova.
Prólogo de Gonzalo Aguilar.

3) GRACILIANO RAMOS / VIDAS SECAS

Incluye las crónicas “A propósito de la sequía” y “Norte y
Sur”. Prólogo de Florencia Garramuño. Textos críticos de
Wander Melo Miranda y Silviano Santiago.

4) MACHADO DE ASSIS / MEMORIAL DE AIRES

Prólogo de Antonio Candido.
Estudio crítico de John Gledson.

5) CLARICE LISPECTOR / LA ARAÑA

Prólogo de Raúl Antelo.

6) FLORA SÜSSEKIND / VIDRIERAS ASTILLADAS.

Ensayos críticos sobre la cultura brasileña de los sesenta a
los ochenta.
7) SILVIANO SANTIAGO / EN LIBERTAD
Prólogo de Florencia Garramuño.
Ensayo crítico de Wander Melo Miranda.
8) SILVIANO SANTIAGO / STELLA MANHATTAN
Postfacio de Daniel Link.
9) VARIOS AUTORES / VEREDA TROPICAL. Antología
del cuento brasileño
Selección y prólogo de Maria Antonieta Pereira.
10) JOSÉ GUILHERME MERQUIOR /
EL COMPORTAMIENTO DE LAS MUSAS
Ensayos sobre literatura brasileña y portuguesa,
1964-1989.
11) ANA CRISTINA CESAR / ÁLBUM DE RETAZOS
Antología crítica bilingüe. Poemas, cartas, imágenes e
inéditos. Selección, traducción y notas de Luciana di
Leone, Florencia Garramuño y Carolina Puente.
Introducción de Florencia Garramuño. Textos críticos de
Gonzalo Aguilar y Carolina Puente. Cronología de Luciana
di Leone.
12) PAULO LEMINSKI / LEMINSKIANA. Antología variada
Selección, cronología y prólogo de Mario Cámara.
Textos críticos de Maria Esther Maciel, Celia Pedrosa
y André Dick.
13) FERREIRA GULLAR / POEMA SUCIO /
EN EL VÉRTIGO DEL DÍA
Edición bilingüe. Prólogo de Davi Arrigucci Jr. Traducción
y presentación de Poema sucio de Alfredo Fressia.
Traducción y presentación de En el vértigo del día de
Mario Cámara y Paloma Vidal. Cronología y entrevista a
Ferreira Gullar de Mario Cámara y Paloma Vidal.
Texto crítico de Vinicius de Moraes.
14) BERNARDO CARVALHO / TEATRO
Traducción de Diana Klinger y Luciana di Leone.
Introducción de Diana Klinger. Postfacio de Italo
Moriconi. Texto crítico de Susana Scramin.
Reseña de Bernardo Carvalho.
15) JOSÉ DE ALENCAR / UBIRAJARA. Leyenda tupí
Introducción de Lúcia Sá. Texto crítico de Sérgio
Medeiros. Traducción de Gonzalo Aguilar y
Mario Cámara.
16) JOÃO ALMINO /
LAS CINCO ESTACIONES DEL AMOR
Prefacio de Silviano Santiago. Texto crítico de Pedro
Meira Monteiro. Traducción de la novela María Auxilio
Salado y Antelma Cisneros. Traducción del prólogo y del
texto crítico de Mario Cámara. Revisión del texto para su
edición argentina de Florencia Garramuño.
17) CLARICE LISPECTOR / LA HORA DE LA ESTRELLA
Traducción e introducción de Gonzalo Aguilar.
Estudios críticos de Florencia Garramuño e Ítalo Moriconi.
18) ARMANDO FREITAS FILHO /
ENTRE CIELO Y SUELO –una antología–
Edición bilingüe. Presentación de Camila do Valle, Gunter
Pressler y Lucía Vogelfang. Texto crítico de Viviana Bosi.
Selección de Teresa Arijón y Camila do Valle.
Traducción de Teresa Arijón. Cronología de Armando
Freitas Filho y Teresa Arijón.
19) CLARICE LISPECTOR / UN SOPLO DE VIDA
(Pulsaciones)
Traducción y prólogo de Paloma Vidal.
Textos críticos de Benedito Nunes y Mario Cámara.

20) CLARICE LISPECTOR / UN APRENDIZAJE Ó EL

LIBRO DE LOS PLACERES
Traducción y prólogo de Rosario Hubert.
Texto crítico de Hélène Cixous.
Entrevistas de Eric Nepomuceno y María Ester Gilio.

21) CARLITO AZEVEDO / MONODRAMA

Traducción y prólogo de Florencia Garramuño.
Texto crítico de Flora Süssekind.
Entrevista a Carlito Azevedo.

22) CLARICE LISPECTOR / LA LEGIÓN EXTRANJERA

Traducción y prólogo de Paloma Vidal.
Textos críticos de Silviano Santiago y Evando Nascimento.

23) FERRÉZ / MANUAL PRÁCTICO DEL ODIO

Traducción, prólogo y glosario de Lucía Tennina.
Textos críticos de Arnaldo Antunes, Heloísa Buarque de
Hollanda, João Camillo Penna y Allan da Rosa.

24) CLARICE LISPECTOR /

EL VIA CRUCIS DEL CUERPO
Traducción y prefacio de Gonzalo Aguilar.
Estudio crítico de Vilma Arêas.
Dossier: Clarice Lispector en la Feria del Libro en Buenos
Aires, por Constanza Penacini.