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BUSCANDO A PEDRO VILCAPAZA

(Aqui el texto si no lo puedes leer en la imagen, Publicado en el Diario Los Andes de Puno
8/4/21)

Escribe: Bruno Medina Enríquez

Al referirme sobre el inmortal Pedro Vilcapaza Alarcón, en ocasión de recordar el 239


Aniversario de su cruel inmolación y muerte cometida por los españoles, aquel infausto 8 de
abril de 1782, y recordar la importancia de que su nombre y el conocimiento de su persona por
nuestros compatriotas, sean un ejemplo de comportamiento humano, en la lucha por la
reivindicación social, en la búsqueda de una sociedad mejor frente al Bicentenario de la
Emancipación

En la historiografía peruana se ha considerado el nombre de Túpac Amaru, como parte de la


lucha por la independencia peruana de la corona española, como si ese gran acontecimiento
solo fuera un simple movimiento o revuelta campesina, que quería restituir el orden incaico y
destruir la sociedad colonial imperante en la época, mientras que el nombre de Pedro
Vilcapasa era totalmente desconocido, salvo con alguna referencia ocasional de su nombre, sin
considerar la importancia que tuvo en la segunda etapa de la Revolución.

J.D. Choquehuanca en su “Estadística de la Provincia de Azángaro” de 1832, ya lo había


tomado en cuenta, describiendo en breves textos la importancia del papel de Vilcapaza en la
revolución de Túpac Amaru, como lo hiciera Modesto Basadre en su “Riquezas Peruanas”, en
1883, en especial al referirse a la laguna Putijlaca, donde manifiesta estarían escondidos los
tesoros que Vilcapaza habría rescatado de los españoles, y describe a Azángaro como que ha
sido entonces, “la Capital del Imperio de los Incas” y sobre Vilcapasa a quien lo califica como
un indio bien educado, pero radical, como un rebelde que arrasó con todas las propiedades,
minas y obrajes de los españoles a lo largo de todo el norte del Altiplano, lo identifica primero
combatiendo con Andrés y luego con Diego Cristóbal Tupac Amaru, aunque no hace mayor
descripción de sus acciones, Basadre se informó de ello, cuando en 1849 es nombrado
Subprefecto de Azángaro, pero lo cierto es que sus textos se publican en un tiempo en que
poco se sabía de ello en la historia peruana, y simplemente quedo como un anecdotario.

La primera persona que reivindicara el nombre de Pedro Vilcapasa en los medios intelectuales
y académicos, fue Lisandro Luna, por medio de su libro publicado en 1944 “El Puma
Indomable”, apelativo que luego quedó como mejor identificación del prócer, en una época en
la que mencionar su nombre era casi un sacrilegio, era visto como una expresión de incitar a la
rebeldía de la “indiada”, de ahí el importante valor que le imprime Lisandro Luna en su obra,
que más que en un relato histórico, en una prosa valiosísima que lo enaltece como escritor.

No hay que dejar de recordar que el obelisco que se construye en aquella época en la Plaza
San Bernardo dedicada y realizada “oficialmente” en homenaje a José Domingo
Choquehuanca, a iniciativa y persistencia de Benjamín Jiménez Camacho, empedernido
choquehuanquista, y autoridad en la época, no está dedicado a Vilcapaza, a despecho de las
autoridades y personas notables de aquel tiempo, que jamás permitirían la reivindicación de
aquel indio rebelde, menos aún en algún monumento.

Y de este tema conversamos varias veces hace algunos años con su autor el Arquitecto Leonel
Velarde, allá en su acogedora casa de Barranco, y en amplios diálogos con su esposa, su hija
Etna y el escritor José Luis Ayala, con quienes compartimos largas noches de tertulia, el gran
Leonel que había emigrado del Cusco hacia Azángaro, en razón de sus ideas políticas, y no
verse afectado por la represión en su contra, al llegar a esta tierra y asumir el encargo de la
construcción del obelisco, “A Choquehuanca”, tuvo que nutrirse de mayor información para
realizar su creación, razón por la que se vinculó amicalmente con Lisandro Luna quien ya había
publicado una obra sobre "Choquehuanca el Amauta", y para él era necesario conocer más
sobre José Domingo Choquehuanca, siendo Leonel un artista e intelectual cusqueño conocía
en amplitud a Túpac Amaru II, pero solo sabía que Vilpacasa era uno de sus seguidores, por lo
que de paso se nutrió de conocimiento de las acciones de Vilcapasa, cuyo importante y heroico
protagonismo durante la revolución y luego de la muerte de Túpac Amaru lo impresionó de
sobremanera, y sugirió que también sea reivindicado en el monumento, pero como el encargo
era realizar el obelisco a Choquehuanca, en la iconografía que se exhibe en el obelisco está
sólidamente presente el Puma Indomable, a lo que Leonel dice: “para mí eso fue una
verdadera reivindicación al indio rebelde”.

En esa misma década de los 50s, en que se crea el Colegio Nacional que luego tomaría el
nombre de Pedro Vilcapasa, a solicitud de la población, el Colegio desde su creación se
convirtió en una ventana de difusión del nombre vilcapacino, más aún su primer Director, Don
Gabino Sumarriva, escribió una obra teatral “El Puma Indomable”, que fue presentado por su
alumnado.

Se han escrito varios textos sobre la Revolución Tupacamarista, pero escasamente sobre la
trascendencia de la segunda parte de dicha revolución, es decir después del descuartizamiento
de conductor, casi nadie hablaba de Diego Cristóbal o de Pedro Vilcapasa, Boleslao Lewin,
publica en Buenos Aires una temprana obra “Tupac Amaru, el rebelde. Su época, sus luchas y
su influencia en el continente” cuya primera edición lanzó Editorial Claridad de Buenos Aires
en 1943. Importante obra sobre el Rebelde para la época, allí se refiere a la Segunda etapa de
la revolución tupacamarista, y como protagonistas a Diego Cristóbal y a Andrés, sin hacer
referencia a Pedro Vilcapaza, en cambio ensalza el protagonismo de Julián Apasa (Tupac
Catari), resulta de Lewin para desarrollar su libro realizó intensa investigación en Bolivia,
especialmente en Chuquisaca.

El conocimiento de la Revolución Emancipadora de Túpac Amaru II, recién es promovida y


revalorada con mayor ahínco durante el gobierno militar de Juan Velazco Alvarado, en tanto
que aparte de reivindicar algunos reclamos y demandas que invocara José Gabriel
Condorcanqui en beneficio de los pueblos originarios a la corona Española, como la propiedad
de la tierra; Velazco toma su imagen como ícono para promover e impulsar la Reforma Agraria,
dictada por dicho gobierno, y que se convirtiera en una de sus más importantes medidas, en
tanto que cambió profundamente el régimen de la propiedad de la tierra, que se mantenía por
siglos hasta 1969, propiedad incrementada por los hacendados luego de la independencia
colonial de España, a fuerza de explotación y esclavización de las masas campesinas, situación
que en Azángaro desde hacía 150 años se había consolidado con mayor fuerza, no debemos
olvidar que en esta provincia de Puno, fue el lugar donde mayores propiedades tenían los
gamonales, inclusive con haciendas que abarcaban no solo la provincia, sino otras provincias
vecinas, y la acumulación de la propiedad agraria se convirtió en un derecho consuetudinario,
para quienes heredaron o adquirieron de diversos modos, la propiedad de la tierra, tema que
amerita referirse en otra ocasión.

Aunque el nombre de Túpac Amaru II, y su obra, fue promovida recién en ese periodo con
mayor interés, el nombre de Pedro Vilcapasa y el papel que cumplió en este movimiento no
fue considerado menos con preocupación especial, más aun en nuestra provincia como en
nuestro departamento, salvo el nombre del mas importante colegio secundario, de
organizaciones gremiales campesinas, que a todo derecho tomaron su nombre, además del
monumento frente al templo y la tradicional calle que desde siempre tomara ese nombre.

En la década del 70 gracias a la difusión de la Revolución de Túpac Amaru, y su reivindicación,


una comisión nacional encargada de la celebración del sesquicentenario de 1971, tuvo la
oportunidad de publicar mucho material referido a los aportes que hubieron para la
Emancipación, entre ellos muchos referidos a Tupac Amaru II, allí vemos de algún modo, el
nombre de Pedro Vilcapasa en su mejor expresión, en los partes de guerra de los generales
españoles que combatieron a Diego Cristobal y a Vilcapasa en el Altiplano, informes que
desnudan la valentía del ínclito rebelde campesino, así como permite que nuevos autores se
refieran a él, como Atilio Siviriche, o Juan José Vega, tomándole mayor interés a esta segunda
etapa de la Revolución y el papel que jugaron los líderes revolucionarios, entre ellos un
temprano texto de Fortunato Turpo en 1971.

Luego sucede la Celebración del Bicentenario de la Revolución en 1980, ocasión que más
intelectuales difundieran con mayor interés su conocimiento. En 1982, hubo una importante
presencia de la comisión celebratoria de dicho bicentenario en la ciudad de Azángaro,
valorando con ello al héroe azangarino, se publicó una estampilla conmemorativa, por
disposición de la ley 23579, en homenaje al Bicentenario de la gloriosa muerte del Prócer de la
Emancipación Peruana Pedro Vilcapaza, recién entonces se le considera a Vilcapaza como
PROCER de la independencia. Debemos considerar una temprana obra "La Rebelión de
Vilcapasa", de Fortunato Turpo, publicada en Arequipa en 1971

Aunque ya el 18 de abril de 1828 el Congreso Nacional de la República a iniciativa de José


Domingo Choquehuanca, le había conferido a Azángaro el honroso título de "BENEMERITO y
HEROICO PUEBLO DE VILCAPAZA" por su participación en la gesta libertaría, tuvieron que pasar
muchos años después, en que el gobierno Central el 20 de junio de 1989 expide la Ley N°
25065, otorgándole el título "AZANGARO TIERRA PROCER, CUNA DE LA REVOLUCION
EMANCIPADORA DE PEDRO VILCA APAZA.

No debíamos olvidar que el profesor Odón Cárdenas Mayta, tuvo un importante papel en la
decisión de que el Ministerio de Educación incluyera en algún momento en la curricular escolar
de efemérides a celebrar, la fecha del 8 de abril, recordando la inmolación de Pedro Vilcapaza,
hecho que ha contribuido en gran medida el conocimiento de presencia inmortal en las nuevas
generaciones.

Gracias a todo ello, ya en este tiempo se puede conocer más sobre Pedro Vilcapasa, muchos
autores azangarinos, puneños y otros de dimensión nacional, que no referimos en afán de no
olvidar a alguno, le han dedicado versos y textos sobre su importante papel en la Revolución
Tupacamarista y su gran contribución, en el proceso de emancipación de la colonia española,
cuyo bicentenario se recuerda este año, y en el papel y ejemplo moral que continua
cumpliendo en el largo proceso de alcanzar la segunda independencia, no del imperio español
sino del imperio del capitalismo, que seguramente nosotros no la veamos llegar, sino las
nuevas generaciones que siguen su legado, podrán alcanzarla para el bienestar de nuestros
pueblos en una nueva y mejor sociedad.

Aun todos estos hechos, el nombre de Pedro Vilcapaza sigue siendo considerado con menor
importancia en la historiografía del Perú, es papel nuestro difundir su trascendencia en mérito
a su permanente reivindicación, frente al bicentenario de la independencia nacional, bien por
los diversos homenajes, monumentos, obeliscos que en su nombre se construyen, de manera
oficial, bien por las nuevas generaciones que escriben, y publican sobre Pedro Vilcapaza, sin
embargo nos queda aún seguir repitiendo a manera de revalorar su valentía, aquellas palabras
que retumbaron en la plaza azangarina aquella soleada mañana del infausto 8 de abril, “
“Llaqtamasiykuna, kay inti rayku, ñoqa hina wañuyta yachaychis”.

(Azangarinos, por este sol que alumbra, aprended a morir como yo). Para terminar con un
texto que hube escrito hace ya varios años, en el diario Los Andes y que es reproducido por
Bonifacio Mamani, en su importante trabajo referido a Pedro Vilcapaza.

“Su pueblo fue redimido con su muerte, la cabeza del rebelde al día siguiente desaparece,
rescatada por su hermanos; dice la tradición que fue llevada a ser enterrada en el mismo lugar
donde se enterraron los tesoros de los rescates, en la laguna de Putislaka, muy cerca de su
Moro Orcco querido, donde viera la luz de la vida, donde ahora podía ver entre las tinieblas de
la muerte, la luminosidad que brinda la libertad; la gloria de su heroísmo y la satisfacción del
deber cumplido en honor a su pueblo. Sigamos su ejemplo: ¡Nunca estar sometido al poder
ignominioso!.

Para continuar la hermosa prosa de Lizandro Luna en 1944.

“Con su muerte heroica honra a su raza esclavizada. La redime del oprobio. Su martirio es una
glorificación porque ha muerto de la muerte de cuatro siglos con el dolor que consumió el
indio en su cruenta esclavitud. Se hunde sereno y firme en su gran noche iluminada,
encendiendo llamaradas de admiración. El gran rebelde cayó inmolado. Pero su recuerdo
siguió ardiendo como una tea. Siguió ardiendo alimentada por su rebeldía inmortal. Pasó a la
historia. La tierra guardó su voz sanguinolenta, el eco de sus cóleras quemantes, el palpitar de
ese motor poderoso que fue su corazón de bronce: el temple magnífico de su voluntad
indomeñable. Entró a la mansión serena de la Historia…”

Y concluyo con un texto mío que esta en “El Sino del Rebelde”, “En vano pues esos días de
abril, Joseph Del Valle se había esforzado por sacar de los labios de Vilcapaza el destino de los
tesoros, menos un suspiro siquiera para pedir clemencia esperando el perdón, sus palabras se
las llevó a la tumba; en la hora postrera sus labios solo esputaron un grito rojo de coraje,
empapado en sangre rebelde que estremeció a la tiranía y el oprobio, más pudo su coraje de
Puma Indomable que la traición, que no es un valor que los incas cultivaran. Más pudo el
derecho a la libertar, la muerte gloriosa acabó primero con él, antes que verse sometido a un
gobierno que tanto los oprimió. Ese fue su sino.

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