Es tan largo el camino histórico de Azángaro, y tantos los episodios o acontecimientos
que han dejado huella en el escenario regional, nacional y universal. Siendo un poco próximos a las manifestaciones culturales de los dos últimos milenios, Azángaro, sin duda, ha sido parte de la temprana civilización Qaluyo, que se extendió en gran parte del altiplano puneño. En el transcurrir del tiempo, esta comprensión territorial también fue parte de la floreciente Cultura Pukara, cuya organización política supo ensanchar su dominio por toda la amplitud del altiplano, incluso hacia la actual Bolivia. Ya en la etapa de los reinos altiplánicos entre los años 1100 a 1450, los Qollas tienen el dominio de la zona norte del lago Titicaca. Este reino tuvo dos centros de control administrativo. El Orqosuyo, cuya sede fue Atuncolla, y el Umasuyo, cuya capital fue Azángaro, de cuyo periodo existen muchísimos vestigios arqueológicos en toda la provincia. Ahora, la presencia inca en Azángaro es indiscutible. Por aquí atravesaba una de las vertientes del Qapaq Ñan, que se dirigía y alcanzaba hasta Carabaya, lugar donde se explotaba con intensidad el oro. Desde tiempos incaicos, Azángaro era la “ruta del oro”, enlazándose luego con Asillo y demás centros de importancia. Y los vestigios arquitectónicos del Suntur Wasi dan cuenta de que en esta región sí había marcada presencia inca. Con la llegada de los españoles, en este territorio se asienta la ciudad con características propiamente hispanas. Su demarcación obedece a los estilos casi homogéneos de fundación de ciudades, con la particularidad de que aquí se establecen hasta dos plazas contiguas (muy similar únicamente a Lampa). Según los estudios de Juan Alberto Roselló Paredes, el 22 de agosto de 1586 se colocó la primera piedra para la edificación del Templo Nuestra Señora de la Asunción, con lo que se comprende que se inicia la vida oficial colonial de Azángaro y se reconoce como su fecha de fundación. Las actividades económicas durante esta etapa son muy similares a los de toda la región; el asentamiento de grandes haciendas, pero el auge minero se acrecienta como consecuencia de la voracidad de los españoles de obtener los metales preciosos. Así, ya conocidas las minas de Carabaya desde el incario, Azángaro con Asillo, incrementan su presencia como ruta obligada del oro. Es durante la época de la emancipación peruana, cuando Azángaro tiene presencia regional, nacional, continental y mundial sin duda. Pedro Vilcapaza Alarcón es esa luminaria histórica, que advirtiendo las injusticias y la sobrexplotación de la población campesina, decide levantar su bandera de lucha reivindicativa a la par con José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II en 1780. Sensible a todas las atrocidades que cometían los españoles, decide junto a su esposa Manuela Copacondori, iniciar la rebelión más importante en el altiplano puneño. Las coordinaciones y acciones de levantamiento con más de diez mil hombres decididos a luchar por la libertad y la justicia, van de la mano estrechamente con la revolución tupacamarista. En varias batallas, las fuerzas realistas son derrotadas. El sitio de Sorata es emblemático, junto a Andrés Túpac Amaru, sobrino de José Gabriel Condorcanqui. Después de una resistencia valerosa, fue ejecutado por descuartizamiento el 8 de abril de 1782 en la plaza de Azángaro, llamado plaza San Bernardo, por orden del sanguinario mariscal José del Valle. Queda de él, una de las expresiones y sentimientos de valor, con el que deja el camino a seguir hasta ahora: “Por este sol que nos alumbra, aprended a morir como yo”. El legado de Pedro Vilcapaza Alarcón es demasiado importante para comprender esta etapa. Su levantamiento unificó razones y criterios de búsqueda de justicia y libertad junto a Túpac Amaru II. Y ambos hechos históricos marcan, sin duda, el inicio más serio del gran proyecto emancipador de nuestra patria. Los cimientos del gobierno colonial se ven afectados, por cuya razón, el Puma Indomable, con justicia es llamado prócer de nuestra independencia. Hay que destacar también que, mucho antes de la época emancipatoria, cuando el poder español reinaba y hacia abuso en todo su esplendor, en Asillo, comprensión de Azángaro, surgió un valeroso rebelde, Andrés Ignacio Cacma Condori, quien en 1737 realizó un levantamiento campesino, del que incluso hasta el rey de España tuvo conocimiento. El cierre del capítulo independentista del Perú, avizora la presencia de uno de los tribunos y juristas más importantes de la patria; José Domingo Choquehuanca. De educación privilegiada, acoge con entusiasmo todas las ideas de la ilustración francesa y europea. Fue político y parlamentario. Posee en su haber varios escritos. Y cuando Simón Bolívar Palacios hace su paso por Pucará, ofrece uno de los discursos más destacados de la historia de la humanidad. Aquella tarde del 2 de agosto de 1825, Choquehuanca pronuncia: “Excelentísimo señor, quiso Dios formar de salvajes un gran imperio. Creó a Manco Cápac, pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después de tres siglos de expiaciones ha tenido piedad de la América, y os a enviado a vos. Sois pues el hombre de un designio providencial; nada de lo hecho atrás se parece a lo que habéis hecho. Para que alguno pueda imitaros será preciso que haya un mundo por libertar. Habéis fundado tres repúblicas que en el inmenso desarrollo a que están llamadas elevarán vuestra estatua a donde ninguna ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina”. Este acontecimiento ocurrió el 2 de agosto de 1825. Por su parte Bolívar, abstraído en la eternidad de su propia grandeza sólo atinó a bajar de “Palomo”, su caballo, para exclamar a Choquehuanca: “Mi capa es grande para todos, pero para este genio es chica”, y así diciendo, en ella envolvió a Choquehuanca y se la regaló. El día 3 de agosto de 1825, Simón Bolívar arribó y entró triunfante a Lampa. Pedro Vilcapaza Alarcón y José Domingo Choquehuanca, con estos hechos históricos, en la actualidad son los personajes de alcance e importancia continental y mundial, sin ninguna duda. Otro baluarte emancipador es José de Satta y Bussi. Nacido en Azángaro, se enroló al movimiento independentista de Venezuela. El 1810 fue nombrado Secretario de la Junta de Gobierno y Defensa de la Provincia de Caracas. Intervino activamente en todo el proceso de lucha por la independencia de dicho país junto a Francisco de Miranda, siendo protagonista de la elaboración de la primera Constitución Política y de la creación de la bandera de Venezuela. Su valor es singular y digno de memoria. La república nos sorprende en 1821. Y es Simón Bolívar Palacios, luego del triunfo de Ayacucho, cuando decide organizar la patria. Las antiguas intendencias de la colonia se convierten en departamentos, los partidos en provincias, y los pueblos o curatos en distritos. En nuestro departamento, las provincias primigenias fueron Azángaro, Lampa, Carabaya, Huancané y Chucuito. Las cinco son las más antiguas. Azángaro es elevado a la categoría de ciudad el 5 de febrero de 1825. Y por decreto dictatorial del libertador, el 21 de junio de 1825 se dio su creación como provincia propiamente. Las luminarias de la etapa republicana de Azángaro son también dignas de destacar. La figura de Ezequiel Urviola y Rivero, (nacido en Muñani), es trascendental y refuerza el sello reivindicador de esta tierra prócer. No siendo indio, sino un misti blanco, cambió su identidad y se presentaba y actuaba como un indio, enfrentando al gamonalismo imperante de inicios del siglo XX. A estos abusivos los denunció en los periódicos de Lima. Conoció a José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre. En alguna ocasión, Mariátegui dijo de él: Urviola representaba la primera chispa del incendio por venir. Era el indio revolucionario, el indio socialista, aludiendo a que el indio tendría que emanciparse pronto, y de verdad. Urviola es el precursor de la alianza obrero campesina. La aparición de Lizandro Luna La Rosa en los años finales del siglo XIX es digna de destacar. Acucioso investigador e historiador que contribuyó al conocimiento más exacto del pasado azangarino. En el escenario regional y nacional, han trascendido varias de sus publicaciones como “El Puma Indomable”, “Choquehuanca el Amauta”, “Templo de Oro de Azángaro”, “Bronce Conmemorativo”, “Tierra Prócer”, “Morgue y Zampoñas del Kollao” entre otros. Su aporte en invaluable. En la historiografía azangarina también tiene su presencia destacada Juan Alberto Roselló Paredes. Su aporte en el develamiento de varios aspectos del asentamiento colonial en esta zona, han contribuido a configurar la idea de que esta provincia es tan antigua, a diferencia de otras de la región. Es el autor de la hipótesis de la fundación española de Azángaro, que coincide con el inicio de la construcción del Templo de Nuestra Señora de la Asunción el 22 de agosto de 1586. Dicha fecha de celebración se instauró desde el año 1966. Hay muchas personalidades de esta tierra prócer