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El cerebro triuno hace referencia a las tres partes o cerebros especializados del
ser humano.
El cerebro reptiliano
El cerebro reptiliano es conocido como el antiguo cerebro animal. Se encuentra en
el tronco cerebral, justo encima del lugar en el que la médula espinal accede al
cráneo. Es la parte más primitiva del ser humano y comienza a desarrollarse en el
útero, por lo que influye en todo lo que pueden hacer los recién nacidos (respirar,
comer, dormir, despertar, llorar, orinar, defecar…).
El tronco cerebral, junto con el hipotálamo, controla los niveles de energía del
organismo, algo conocido como “homeostasis“. Un término que hace referencia al
mantenimiento del equilibrio interno. Las funciones que controla el cerebro
reptiliano son fundamentales, a pesar de que su importancia se olvida o queda un
tanto relegada si nos ponemos a pensar en las funciones más avanzadas de
nuestra mente, como el pensamiento abstracto.
El cerebro emocional
El cerebro emocional o área límbica se encuentra situada justo encima del cerebro
reptiliano, en el centro del Sistema Nervioso Central (SNC) y comienza a
desarrollarse desde que nace el bebé. En función de la experiencia, la
composición genética y el temperamento innato del infante se conforma este
cerebro emocional o sistema límbico.
Algunos autores llaman cerebro emocional al conjunto formado por el cerebro
reptiliano y el sistema límbico. Es el centro de las emociones, el monitor del
peligro, el juez del bienestar, el árbitro de la supervivencia,…
Las dos partes del cerebro triuno (reptiliano y emocional) evolutivamente más
antiguas se encargan de registrar las vivencias, manejar nuestra fisiología y la
identificación (confort, seguridad, amenaza, hambre, fatiga, deseo, ganas,
activación, placer, dolor…).
El cerebro racional
La parte más joven de nuestro cerebro triuno es el cerebro racional, también
conocido como neocórtex. Es el que más nos diferencia del resto de animales.
Aquí se encuentra la corteza prefrontal, que es la encargada de la planificación,
anticipación, percepción del tiempo y del contexto, inhibición de acciones
inadecuadas, comprensión empática…
Los lóbulos frontales forman parte del cerebro racional y equilibran el límite entre
los impulsos y el comportamiento aceptable en una determinada situación. El buen
funcionamiento de los lóbulos frontales es crucial para las siguientes funciones:
Mantener relaciones armónicas con los seres humanos.
Evitar que hagamos cosas que nos pondrán en un compromiso o que pueden
dañar a los demás.
Regular nuestros impulsos: hambre, sexo, enfado…
En realidad, el cerebro racional ocupa solo un 30% del espacio craneal, y se
ocupa básicamente del mundo exterior. Sus principales funciones son la
comprensión de funcionamientos, cumplir objetivos, gestionar tiempo, secuenciar
acciones… En comparación con el cerebro emocional, la organización celular y
bioquímica del neocórtex del cerebro racional es más compleja.
-Roger Sperry-
Referencias bibliográficas:
Van der Kolk, B. A. (1994). The body keeps the score: Memory and the
evolving psychobiology of posttraumatic stress. Harvard review of
psychiatry, 1(5), 253-265.