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Cerebro triuno: tres cerebros, una persona

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El cerebro triuno o triúnico es un concepto desarrollado por el neurocientífico Paul


MacLean para hacer referencia a las tres partes o cerebros especializados en los
seres humanos. Estas partes se desarrollan en diferentes momentos del ciclo
evolutivo, por eso se dice que se crean de abajo hacia arriba. Es decir, la parte
más antigua y primitiva del cerebro se desarrolla en el útero, mientras que el
cerebro emocional se organiza en los primeros seis años de vida y la corteza
prefrontal se desarrolla al final.

La física avanzada y la tecnología convirtieron la neurociencia en uno de los


campos de investigación más populares y han permitido comprender mejor cómo
funciona nuestro cerebro triuno (tres tipos de cerebros en uno). A continuación se
describen las diferencias y características de cada una de las partes.

El cerebro triuno hace referencia a las tres partes o cerebros especializados del
ser humano.

El cerebro reptiliano
El cerebro reptiliano es conocido como el antiguo cerebro animal. Se encuentra en
el tronco cerebral, justo encima del lugar en el que la médula espinal accede al
cráneo. Es la parte más primitiva del ser humano y comienza a desarrollarse en el
útero, por lo que influye en todo lo que pueden hacer los recién nacidos (respirar,
comer, dormir, despertar, llorar, orinar, defecar…).

El tronco cerebral, junto con el hipotálamo, controla los niveles de energía del
organismo, algo conocido como “homeostasis“. Un término que hace referencia al
mantenimiento del equilibrio interno. Las funciones que controla el cerebro
reptiliano son fundamentales, a pesar de que su importancia se olvida o queda un
tanto relegada si nos ponemos a pensar en las funciones más avanzadas de
nuestra mente, como el pensamiento abstracto.

Muchos problemas psicológicos están relacionados con dificultades en estas


funciones básicas que mantiene el cerebro reptiliano. Por ejemplo, en cualquier
tratamiento de trauma se debe tener en cuenta o, si no, todo el organismo se verá
abocado al desequilibrio.

El cerebro emocional
El cerebro emocional o área límbica se encuentra situada justo encima del cerebro
reptiliano, en el centro del Sistema Nervioso Central (SNC) y comienza a
desarrollarse desde que nace el bebé. En función de la experiencia, la
composición genética y el temperamento innato del infante se conforma este
cerebro emocional o sistema límbico.
Algunos autores llaman cerebro emocional al conjunto formado por el cerebro
reptiliano y el sistema límbico. Es el centro de las emociones, el monitor del
peligro, el juez del bienestar, el árbitro de la supervivencia,…

Las emociones intensas activan el sistema límbico, concretamente el área de la


amígdala. La amígdala es quién se encarga de avisarnos de los peligros (centro
del miedo) y poner en marcha distintas respuestas:

Desencadena la cascada de hormonas del estrés.


Desencadena impulsos nerviosos.
Elevación ritmo cardíaco.
Aumento de consumo de oxígeno.
Prepara al cuerpo para luchar o escapar.
Gray demostró, en sus estudios con animales, que cuánto menor es el nivel de
serotonina, mayor era la hiperactividad a los estímulos estresantes y a la inversa.
Por ejemplo, en los monos macho se observó cómo la posición de jerarquía de
dominio influía en los niveles de serotonina.

Algunas personas que se han enfrentado a alguna situación traumática registran la


amenaza, pero su mente consciente continúa como si nada hubiera pasado. A
pesar de que la mente puede aprender a ignorar los mensajes del cerebro
emocional, las señales de alarma del cuerpo no se detienen, y el cerebro
emocional sigue funcionando.

Las dos partes del cerebro triuno (reptiliano y emocional) evolutivamente más
antiguas se encargan de registrar las vivencias, manejar nuestra fisiología y la
identificación (confort, seguridad, amenaza, hambre, fatiga, deseo, ganas,
activación, placer, dolor…).

El cerebro racional
La parte más joven de nuestro cerebro triuno es el cerebro racional, también
conocido como neocórtex. Es el que más nos diferencia del resto de animales.
Aquí se encuentra la corteza prefrontal, que es la encargada de la planificación,
anticipación, percepción del tiempo y del contexto, inhibición de acciones
inadecuadas, comprensión empática…

En muchas ocasiones, el cerebro racional no puede liberar al cerebro emocional


simplemente a través del conocimiento y la comprensión de lo que le ha sucedido,
por ejemplo, en un trauma. Para muchas personas les resulta más fácil contar lo
que les han hecho que darse cuenta, sentir y poner palabras a la realidad de su
experiencia interna.

Los lóbulos frontales forman parte del cerebro racional y equilibran el límite entre
los impulsos y el comportamiento aceptable en una determinada situación. El buen
funcionamiento de los lóbulos frontales es crucial para las siguientes funciones:
Mantener relaciones armónicas con los seres humanos.
Evitar que hagamos cosas que nos pondrán en un compromiso o que pueden
dañar a los demás.
Regular nuestros impulsos: hambre, sexo, enfado…
En realidad, el cerebro racional ocupa solo un 30% del espacio craneal, y se
ocupa básicamente del mundo exterior. Sus principales funciones son la
comprensión de funcionamientos, cumplir objetivos, gestionar tiempo, secuenciar
acciones… En comparación con el cerebro emocional, la organización celular y
bioquímica del neocórtex del cerebro racional es más compleja.

“Antes de la aparición del cerebro, no había ni color ni sonido en el universo, ni


había sabores ni aromas y probablemente pocas sensaciones y nada de
sentimientos ni emociones. Antes de los cerebros, el universo tampoco conocía el
dolor ni la ansiedad”.

-Roger Sperry-

Referencias bibliográficas:
Van der Kolk, B. A. (1994). The body keeps the score: Memory and the
evolving psychobiology of posttraumatic stress. Harvard review of
psychiatry, 1(5), 253-265.

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