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SEMANA 9

MÓDULO 6
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ECONOMIA ARGENTINA
UNIDAD 6

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UNIDAD 6
DEL “TIEMPO ECONÓMICO” A LA CRISIS POLÍTICA (1966 – 1976)
Entre 1966 y 1973, hubo una dictadura militar, encabezada sucesivamente por los generales
Onganía (1966-70), Levingston (1970-71) y Lanusse (1971-73).

El general Juan Carlos Onganía aplicó, con apoyo del FMI, un fuerte programa liberal orientado
a satisfacer los intereses de los grandes grupos económicos, al tiempo que, bajo los auspicios
de la Doctrina de la Seguridad Nacional impulsada por Estados Unidos, convirtió la persecución
del peronismo en la del comunismo y de las guerrillas. Implantó una rígida censura, que
alcanzó a toda la prensa y a todas las manifestaciones culturales, incluyendo la intervención de
las universidades y la expulsión de profesores opositores, que derivó en lo que se conoce como
la “fuga de cerebros”. Sin embargo, las movilizaciones estudiantiles, las insurrecciones
populares (como el Cordobazo) y la organización guerrillera debilitaron al gobierno
provocando un golpe interno.

En junio de 1970 asumiría Roberto Levingston, de corte nacionalista, que no lograría contener
las protestas populares y la actividad guerrillera. Una segunda manifestación popular en
Córdoba, conocida como el “Viborazo”, dio por tierra con este nuevo gobierno.

En marzo de 1971, asumió Alejandro Agustín Lanusse, quien propugnó una política
conciliatoria, a través del GAN (Gran Acuerdo Nacional), permitiendo el regreso de Juan
Domingo Perón y convocando a elecciones nacionales sin proscripciones para el peronismo.

Entre 1973 y 1976 gobernó nuevamente el peronismo con cuatro presidentes (Cámpora, 1973;
Lastiri, 1973; Perón, 1973-1974; e Isabel Perón 1974-1976), quienes intentaron retomar
algunas de las medidas sociales del primer peronismo, como el impulso de la industria y la
acción social, el mejoramiento de los sueldos y el control de precios. Pero los conflictos
internos del movimiento peronista y la guerrilla, sumados a la crisis económica mundial de
1973, complicaron la situación, que se agravó aún más con la muerte de Perón en 1974 y la
incapacidad de su sucesora, Isabel Perón, de conducir el país. Esta crisis fue aprovechada para
terminar con el gobierno democrático y dar un nuevo golpe militar, que contó una vez más con
un amplio respaldo civil.

Fin del Nacimiento –


Presidente Periodo Vicepresidente
mandato fallecimiento
ONGANIA, Juan Carlos 1966-1970 Depuesto 1914-1995
LEVINGSTON, Roberto 1970-1971 Depuesto 1920-2015
LANUSSE, Alejandro 1971-1973 Normalizador 1918-1996
CAMPORA, Héctor SOLANO LIMA,
1973-1973 Renuncia 1909-1979
José Vicente
LASTRIRI, Raul Alberto 1973-1973 Normalizador 1915-1978
MARTINEZ DE
PERÓN, Juan Domingo 1973-1974 Fallece 1895-1974
PERÓN, Ma. Estela
MARTINEZ DE PERÓN,
1974-1976 Depuesto 1931- …
Maria Estela

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6.1 El contexto internacional

En la ultima mitad de la década de 1960 y principios de la del 70 comenzó a


percibirse en la economía del mundo capitalista una serie de transformaciones
que preanunciaban el inicio de una etapa de crisis, que se relacionaba con la
progresiva desaceleración del ritmo de incremento en la productividad. Esta
secuencia desarticulaba el circulo virtuosos de incrementos de la
productividad, la inversión y el salario, que había caracterizado a las dos
décadas anteriores.
Las nuevas condiciones fueron atribuidas a diversas causas. Una primera
interpretación las explica como el resultado de una suba salarial superior al
crecimiento de la productividad. Una segunda interpretación las relaciona con
el incremento de la composición orgánica del capital en el marco de los
procesos tecnológicos existentes. La nueva forma de manifestarse de la crisis
fue la “estanflación”, es decir, el estancamiento con inflación, a diferencia de la
recesión con deflación de los años 30.
Desde fines de los años 60, las causas de las crisis no se encontraban sólo del
lado de la demanda, sino también en las características propias del proceso de
producción, de modo que la regulación del mercado no lograba impedirlas
plenamente, aunque pudiera atenuar sus formas de manifestación.
La estructura bipolar comenzó a resquebrajarse. Los países europeos y Japón
se habían convertido en competidores económicos de la potencia
norteamericana, mientras que en la Unión Soviética se vislumbraban las
primeras señales de agotamiento del régimen comunista.
Desde el punto de vista productivo, el quiebre del sistema fordista dio paso a
nuevas formas de organización del proceso de producción, como el toyotismo
en Japón. Otro aspecto fue el cambio en la estrategia del gran capital, que
inició una etapa de expansión multinacional, segmentando su producción en
procura de generar una nueva división internacional del trabajo. Los países del
sudeste asiático adoptaron un proceso de industrialización “orientado por las
exportaciones” en oposición a la estrategia clásica de industrialización vigente
en América Latina de “sustitución de importaciones”. La producción tendió a
mundializarse debido a la expansión de las actividades de las corporaciones
internacionales, mediante la instalación de filiales.
En 1960 comenzaron a presentarse las primeras alarmas respecto a la
continuidad del orden monetario internacional creado en Bretton Woods. El
signo monetario norteamericano empezó a debilitarse, los países europeos
buscaban desligarse del dólar, intentando imponer sus respectivas monedas.
La economía mundial comenzó a tolerar la existencia de transacciones de
capital a escala internacional sin restricciones, acrecentando los movimientos
especulativos de capital y poniendo en duda el orden de Bretton Woods.
El 15 de agosto de 1971, Richard Nixon anunció la suspensión de la
convertibilidad del dólar en oro. En diciembre, se alcanzó el “Acuerdo

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Monetario de Washington” que sancionó la implantación de un “patrón dólar”,


transformando la moneda norteamericana en la única moneda central de
reserva en el mundo.
En octubre de 1973 se inicia la crisis de los precios del petróleo, originada
cuando un grupo de países productores de petróleo agrupados en la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) resolvió de forma
unilateral incrementar el precio del petróleo. Su encarecimiento generó una
importante recesión en la mayoría de los países, contribuyendo al rápido
enriquecimiento de las naciones petroleras del mundo árabe.
Desde una perspectiva política, puede percibirse una mayor diversidad de
intereses en el sistema internacional. Al mismo tiempo, el mapa geopolítico
sufría profundas perturbaciones en diversas partes del mundo.

6.2 La Revolución Argentina

El régimen emergente del golpe militar de junio de 1966 se autodenominó


“Revolución Argentina”. Los golpistas destituyeron a los miembros del Poder
Ejecutivo Nacional, las autoridades provinciales, municipales y los miembros de
la Suprema Corte. Las legislaturas nacionales y provinciales fueron disueltas, la
actividad de los partidos políticos fue prohibida y sus bienes confiscados.
El documento mas importante de la Junta de Comandantes de las Fuerzas
Armadas fue el denominado “Estatuto de la Revolución Argentina”. La Junta se
autoasignaba poderes constitucionales.
La Junta designó presidente al General Juan Carlos Onganía. Los objetivos de la
“revolución” habrían de plasmarse según un esquema que debía transitar por
tres tiempos. El primero, el “tiempo económico”, buscaría destrabar el
desarrollo industrial, facilitando la acumulación en los sectores más modernos.
Estos, al disminuir los costos operativos, reducirían la inflación y los ciclos
depresivos. En ese momento, se abriría el “tiempo social”, destinado a
distribuir la riqueza acumulada en la etapa anterior y eliminando los conflictos
sociales. Finalmente, se llegaría al “tiempo político” que permitiría la apertura
a la participación de la sociedad.
En el ámbito universitario, se eliminó la autonomía de las casas de estudio,
numerosos profesores presentaron su renuncia, los centros de estudiantes
fueron desalojados mediante violencia, desencadenando la “noche de los
bastones largos”, en la que fueron golpeados y arrestados profesores y
alumnos.
El perfil ideológico del gobierno era bifronte: antiliberal en lo político y liberal
en lo económico. Para contribuir al desarrollo y la “modernización” del país se
acentuó el autoritarismo. Todo el despliegue represivo apuntó a prevenir las
reacciones de los sectores que serían víctimas del ajuste requerido por la
“racionalización económica”.

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Las tensiones sociales se fueron acumulando y la inexistencia de mecanismos


representativos que permitieran su canalización creo las condiciones para un
estallido popular.
A tres años de su imposición, el deterioro del gobierno de Onganía alcanzó su
punto máximo. El gran estallido social tuvo lugar en Cordoba y se lo conoció
como “el Cordobazo”. El 29 de mayo de 1969, los manifestantes tomaron el
control de la cuidad con el apoyo de gran parte de la población. Recién el 3 de
junio la situación quedo bajo el control militar. El gobierno reconoció el saldo
de dieciséis muertos, numerosos heridos y más de dos mil detenidos, costosos
daños a bienes e inmuebles y pérdidas de salarios y jornales.
Varios factores convencieron a los altos jefes militares para deponer a
Onganía: la extranjerización de la economía como resultado del programa
económico y el rechazo que este había recibido desde el Cordobazo, las vagas
perspectivas políticas de un gobierno que había pretendido soslayar a los
partidos políticos, la incorporación a las filas de la oposición de sectores rurales
desplazados por los intereses industriales y de las corporaciones trasnacionales
y la aparición en primera plana de la guerrilla, en mayo de 1970, a través del
secuestro y posterior asesinato del ex presidente provisional Aramburu.
La agrupación que organizó el secuestro de Aramburu se denominaba
“Montoneros”, y su principal dirigente era Mario Firmenich. El Ejercito
Revolucionario del Pueblo (ERP) fue dirigido por Mario S. Santucho. Otras
organizaciones menores se denominaban Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR) y Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Las acciones guerrilleras,
contribuyeron a la desestabilización política. Pero la acción del terrorismo de
estado o de organizaciones paramilitares, como la Triple A, y el
desencadenamiento del golpe de estado de 1976 terminaron por aniquilarlas.
El 8 de junio de 1970, la Junta de Comandantes destituyó al presidente y
designó al general Roberto M. Levingston. El nuevo mandatario profundizó la
revolución, replanteó la política económica y adoptó una política laboral
menos rigurosa. El nuevo intento derivó en otro fracaso para el régimen
militar. Un nuevo alzamiento en la ciudad de Córdoba, “el viborazo”, decidió la
suerte de Levingston. A poco más de nueve meses de su asunción, el 22 de
marzo de 1971, el jefe de estado debió renunciar.
La Junta de Comandantes resolvió conservar el poder, y el jefe del Ejército,
general Alejandro A. Lanusse, asumió la primera magistratura. Lanusse decidió
restablecer la actividad de los partidos políticos y anunció la celebración de
elecciones generales, a corto plazo y sin proscripción. La agitación generalizada
contra el régimen, la negativa de Perón a negociar oficialmente con el
gobierno las condiciones de transición y la disconformidad de los sectores
antiliberales del ejercito debilitaron las tentativas acuerdistas.
Mientras se sucedían los episodios de violencia, Perón apareció como el único
político capaz de encauzar la rebelión popular y pacificar los ánimos. El regreso

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del viejo líder pasó a constituirse en la alternativa para salvar al país de la


conmoción social.

6.3 Problemas sociales, el rol del sindicalismo y los partidos políticos

Movimiento obrero
Los objetivos del programa económico de la Revolución Argentina pronto
diluyeron las expectativas optimistas de los sindicatos. La estrategia de presión
del sindicalismo comenzó a estrellarse con la escasa disposición del gobierno a
la negociación.
Las disidencias al interior del sindicalismo estallaron en el Congreso de
Normalización de la CGT. En su transcurso se produjo una ruptura: los sectores
combativos conformaron la CGT de los Argentinos (CGTA). Por su parte, los
vandoristas y las participacioncitas desconocieron esa elección y confluyeron
en la denominada “CGT Azopardo”. Este último, luego del asesinato de Vandor,
en junio de 1969, acentuó la represión: declaró el estado de sitio, impuso la ley
marcial, puso fuera de la ley a la CGTA y encarceló a Ongaro y a numerosos
trabajadores.
Durante la etapa de la Revolución Argentina presidida por Levingston, un
acuerdo entre varias corrientes del movimiento obrero permitió normalizar la
CGT. La nueva conducción se inclinaría a una política de acercamiento al
gobierno.
Por su parte, la CGTA tuvo una vigencia poco prolongada. Si bien se mostró
muy activa, rápidamente fue perdiendo protagonismo debido a la represión
oficial y sus tácticas erráticas.
La etapa final de la Revolución Argentina planteó nuevas disyuntivas a la
dirigencia gremial. La decisión de Lanusse de conducir una salida democrática
contó con el expreso apoyo de loa CGT que, junto a la CGE, propusieron un
“pacto social”. Sin embargo, la situación económica tornó viable todo acuerdo
o tregua.
Organizaciones empresariales
La UIA prestó un entusiasta apoyo al golpe militar de 1966. Con la asunción de
Lanusse, comenzó a manifestar su preocupación por la incertidumbre política.
A partir de 1971 replanteó sus posiciones del pasado.
La CGE se mostró esperanzada en las oportunidades que se abrían con la
Revolución Argentina. Sin embargo, la asunción de Krieger Vasena precipitó la
ruptura con el gobierno. A fines de 1970, se convirtieron en aliados de los
representantes de los partidos mayoritarios en el diseño de una salida
institucional al gobierno militar.
La SRA apoyó el golpe militar que depuso al gobierno de Illia. Sin embargo,
luego realizaron numerosas críticas a la política económica de Krieger Vasena y

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a las gestiones de Levingston y Lanusse. Ante la compulsa electoral de 1973


adoptó una posición expectante.
Los partidos políticos
Según el diagnóstico del gobierno, los problemas de Argentina eran de orden
político. La política era sinónimo de intereses sectoriales, de promesas
demagógicas y fuente del desorden y la subversión. Las intenciones del
gobierno de Onganía apuntaron a que los partidos perdieran relevancia.
Hasta el estallido del Cordobazo, el peronismo, pareció camino hacia el ocaso.
Los masivos alzamientos que culminaron en el Cordobazo abrieron el espacio
para la resurrección de la actividad política. Perón recuperó su protagonismo
desde el exilio estimulando el enfrentamiento global al gobierno, alentando las
manifestaciones masivas contra éste y la lucha armada.
En noviembre de 1970, el peronismo, los radicales y algunos partidos menores
formalizaron una coalición denominada La Hora del Pueblo, reclamando un
proceso electoral “sin vetos ni proscripciones”. Lanusse se dispuso al
restablecimiento de la democracia rehabilitando a los partidos políticos.
Perón reconoció como interlocutores a las agrupaciones juveniles del
peronismo y a las organizaciones guerrilleras y grupos que integraban su
periferia política. Esas facciones más el MID, los conservadores populares, los
populares cristianos y otros conformaron el heterogéneo frente
multipartidario FREJULI.
Del lado de la UCRP, surgió un grupo disidente bonaerense conducido por Raúl
Alfonsín y asentado en el movimiento juvenil partidario, conformando una
nueva línea interna del radicalismo: el Movimiento Renovador.
En un principio, la UCRI (luego llamada Partido Intransigente) se pronunció en
contra de la reapertura del proceso electoral y en favor de la profundización de
la Revolución. En marzo de 1973, el PI integró el frente de izquierda, la Alianza
Popular Revolucionaria (APR), junto con el PC y la fracción de izquierda de los
democristianos.

6.4 La doctrina de la seguridad social

La dictadura de Onganía oriento su policita exterior hacia un lineamiento con


los Estados Unidos. Esta definición suponía que las FF.AA. debían defender no
sólo el espacio territorial argentino, sino, las “fronteras ideológicas” que
separaban dentro de cada comunidad, a los partidos del bloque occidental y
cristiano de los adherentes del mundo comunista. La llamada Doctrina de la
Seguridad Nacional estaba fundada en una hipótesis de guerra interna
permanente en distintos frentes, estableciendo una estrecha relación entre
seguridad y desarrollo. El subdesarrollo originaba pobreza y descontento
social, generando condiciones propicias para que prosperara el mensaje
revolucionario comunista y la acción de grupos guerrilleros que ponían en
peligro la seguridad nacional.

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Las relaciones con EE. UU. tuvieron mayores logros en el terreno económico-
financiero. Sin embargo, fue en el terreno estratégico donde se evidenciaron
los límites del alineamiento con EE. UU.

6.5 El plan económico de Krieger Vasena

El 30 de diciembre de 1966, Onganía designó a Krieger Vasena al frente del


Ministerio de Economía y Trabajo. El programa económico del nuevo ministro
tendría algunos visos de originalidad, si bien no se alejó demasiado de los
parámetros liberales. Respaldado por un gobierno dictatorial y represivo, y con
el aval de los círculos económicos dominantes, se dispuso a implementar su
programa económico sustentado sobre una fuerte base de poder.
El plan implementado a partir de enero de 1967 apuntaba en primer término a
superar la crisis cíclica y a lograr una estabilización prolongada que eliminara
una de las causas de la puja sectorial, más a largo plazo se proponía
racionalizar el funcionamiento de la economía y facilitar así el desempeño de
las empresas más eficientes. Contaba para ello con las poderosas herramientas
de un Estado perfeccionado en su orientación intervencionista. En el caso de la
inflación se recurrió a la autoridad estatal para regular las grandes variables,
asegurar un periodo prolongado de estabilidad y desalentar las expectativas
inflacionarias.
Medidas
1. Sobredevaluación compensada del peso del orden del 40%.
2. Incentivos fiscales para promover la inversión en la industria y alentar la
expansión de exportaciones no tradicionales, como ser la desgravación
impositiva para la compra de maquinaria agrícola e industrial y del 50% para el
caso de las inversiones en viviendas.
3. Medidas fiscales y de racionalización en el sector público: aumento de las
tarifas de servicios públicos, incremento de los impuestos sobre las ventas y las
propiedades y reducción o redistribución del empleo público.
4. En un decreto firmado a fines de marzo de 1967, se congelaban los salarios,
pero se permitían subas en una escala descendente del 24 al 8% hasta
noviembre de 1967, prohibiéndose otros aumentos hasta fines de 1968.
Consecuencias
1. La devaluación provocaba una profunda alteración de los precios relativos,
que se trató de compensar a través de medidas complementarias (impuesto a
las exportaciones, reducción de aranceles aduaneros, impuesto extraordinario
de $80 por dólar o su equivalente en moneda extranjera a los tenedores de
divisas).
2. Reducción del déficit fiscal, gracias a la devaluación y a las retenciones.
3. Se logró arreglar las cuentas del Estado (se equilibraron así también la de
balanza de pagos), evitar el alza de los alimentos.

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4. Acuerdo Stand By con el FMI por un monto total de 125 millones de dólares
y una corriente de inversiones a corto plazo, aseguró un periodo de estabilidad
económica.
5. Para 1969 la inflación se había reducido drásticamente y la actividad
económica exhibía signos de recuperación y crecimiento.
Otras medidas
1. Mantener el nivel de la actividad económica y estimular a sectores más
eficientes.
2. Las exportaciones no tradicionales fueron beneficiadas con reintegro de
impuestos a insumos importados.
3. Se estimuló la eficiencia general de la economía mediante una reducción,
ciertamente selectiva, de los aranceles y la eliminación de subsidios a
economías regionales.
4. No hubo restricción monetaria ni crediticia.
5. Inversión del estado considerable en un importante programa de obras de
infraestructura, como ser, el puente Gral. Belgrano, la hidroeléctrica de El
Chocón, la central Atucha I.
6. Acuerdo voluntario de precios por seis meses con los principales
empresarios a cambio de una serie de incentivos para el acceso al crédito
bancario.
Nuevas consecuencias
1. Creció el PBI.
2. Desocupación relativamente baja.
3. Los salarios no cayeron notablemente.
4. Inversión en general alta, concentrados en obras públicas.
5. El sector extranjero fue el más beneficiado y los perjudicados: sector rural a
pesar de su estimulación a la modernización y tecnificación, fueron
perjudicados por las retenciones a las exportaciones. Los sectores empresarios
nacionales por la falta de protección y por la desnacionalización. Economías
provinciales recibieron fuertes mazazos al suprimirse protecciones
tradicionales.
6. Compras de empresas nacionales por parte de extranjeras
(desnacionalización).
En conclusión, la política modificaba profundamente lo equilibrios y volcaba la
balanza en favor de los grandes empresarios, la transferencia de ingresos
operaba de un modo nuevo: en lugar de alimentar a este por la vía del mayor
consumo de los trabajadores y la expansión del mercado interno, lo hacía por
la expansión de la demanda autónoma: inversiones, exportaciones no

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tradicionales, y un avance en la sustitución de importaciones. La política no


apuntaba a una transformación estructural de la economía argentina.

6.6 La vuelta del peronismo

El regreso de Perón, tras 17 años de exilio (el 17 de noviembre de 1972),


desarmó los proyectos de Lanusse. El viejo líder retornó y concretó tres
hechos: primero, reunió a los representantes de todas las agrupaciones
políticas, asentando las bases de una convivencia partidaria, logrando unánime
adhesión a una democratización sin restricciones y garantizando el apoyo de
políticas “nacionales” y “populares”; luego formalizo el FREJULI, con la
candidatura presidencial del Frente, correspondió a Cámpora y como vice a
Solano Lima y finalmente, la presencia de Perón reforzó el entusiasmo de sus
seguidores y logró volcar a favor del FREJULI a numerosos electores indecisos.
En marzo de 1973 se llevaron a cabo las elecciones, en las cuales el FREJULI
obtuvo el 49.5% de los votos en la primera vuelta. La fórmula de la UCR reunió
21.2%, quienes, dada la gran diferencia de votos, rehusaron competir por una
segunda vuelta, por lo que el gobierno reconoció el triunfo del Frente.
Con la asunción de Cámpora se agudizaron los conflictos internos del
peronismo. Los sectores revolucionarios, protagonistas de la campaña
electoral, intentaron dirimir su controversia con la desplazada burocracia
sindical mediante violentos enfrentamientos. Por su parte, la Juventud
Peronista logró que Cámpora decretara la amnistía para todos los presos
políticos, incluidos los miembros de organizaciones armadas. Las
demostraciones de la fuerza de la izquierda peronista terminaron provocando
una crisis de autoridad.
El retorno definitivo de Perón fue el 20 de junio de 1973. La fiesta que
presuponía la presencia del viejo caudillo se transformó en la “masacre de
Ezeiza”. En las proximidades del aeropuerto, se produjo un sangriento
enfrentamiento entre los sectores revolucionarios del peronismo y los más
ortodoxos, vinculados a la extrema derecha nucleada en López Rega, con un
saldo indeterminado de muertos y la huida en masas de miles de personas
aterrorizadas.
Luego de un intento postrero por frenar la movilización popular, Cámpora y
Solano Lima presentaron sus respectivas renuncias al Congreso, en el mes de
julio. Lastiri fue designado presidente provisional. En este marco, nuevas
elecciones presidenciales, el 23 de septiembre, plebiscitaron (con el 62% de los
votos) la tercera presidencia de Perón, acompañado en la vicepresidencia por
su esposa, Maria Estela Martínez de Perón.
Perón asumió el gobierno el 12 de octubre de 1973 y se propuso la
reorganización del poder estatal. Se proyecto de poder exigía el
fortalecimiento del poder estatal frente a los actores sociales y económicos y,
a la vez, como recurso clave para disciplinar a las FF.AA. Para ello se proponía
una democracia integrada que encauzara los conflictos sociales, controlara las

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relaciones entre trabajadores y capitalistas y garantizara la estabilidad política


del régimen.
El objetivo de asegurar la gobernabilidad de la sociedad argentina tropezó con
los irreductibles enfrentamientos de los distintos grupos sociales. Por otra
parte, las exhortaciones de Perón a la Juventud Peronista y a los grupos
armados para desistir de la violencia fueron respondidos por los Montoneros
con su disposición a dar batalla ideológica a la burocracia sindical.
Cuando la situación parecía volverse ingobernable, el 12 de junio, Perón
amenazó con su renuncia. Posteriormente, el 1° de julio, se produjo la muerte
de Perón.
En su lugar asume Isabel Perón, quien, en lugar de la estrategia de
convergencia impulsada por Perón, definió un accionar basado en el
sectarismo y el aislamiento.
El aislamiento del gobierno de Isabel Perón respecto de la sociedad civil
intensificó las pugnas internas en el movimiento peronista, recrudecieron las
actividades guerrilleras y se multiplicó la violencia de la derecha.
Para asegurar su permanencia en el poder, Isabel intentó recostarse en las
Fuerzas Armadas. Pero su estrategia hacia los militares tuvo como desenlace
una severa crisis del Ejército. En el transcurso de estos acontecimientos se
acrecentaron los rumores de golpe militar y la CGT declaró el estado de alerta.
Agobiada por los acontecimientos, Isabel pidió licencia por enfermedad. El
presidente provisional del senado, se hizo cargo interinamente de la
presidencia, intentando recomponer el orden social y rehabilitar las
instituciones políticas.
En noviembre de 1975, Isabel retomó sus funciones. Sin embargo, cediendo a
las presiones de diversos grupos, concedió el adelantamiento de la fecha de las
elecciones generales, fijándolas para diciembre de 1976.

6.7 Las políticas económicas

La cartera de economía quedo a cargo de Jose Ver Gelbard, bajo cuyo mando
se intentaba restablecer la alianza social que diera origen al peronismo, es
decir, la conjugación entre la pequeña y mediana empresa de capital nacional y
“mercado internista” y el movimiento obrero, nucleado en la CGT. El Estado
debía volver a jugar un rol decisivo a través del financiamiento de la
producción nacional y de estímulos que fortalecieran a los sectores locales
sobre el capital extranjero.
La política estaba cimentada en el Pacto Social que permitiría establecer las
condiciones necesarias para el crecimiento económico, la redistribución del
ingreso a favor de los asalariados, el fortalecimiento del mercado interno, las
restricciones a la operatoria de capital extranjero, y la industrialización.

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En estos momentos, el capital extranjero asumía una gran importancia en


diversas ramas industriales, en especial en las más dinámicas, insertándose en
ramas hasta entonces inexistentes en el país, pero también avanzando sobre
sectores que antes había controlado el capital nacional y desplazando a
muchas empresas locales.
El sector agrario se encontraba en una etapa de estancamiento, no se podía,
como en los años 40, realizar transferencias del excedente agrícola y ganadero
hacia la industria y el empleo urbano. Por eso, se estimó necesario avanzar en
un conjunto de medidas que incrementaran la producción y la productividad
de la tierra, tales como el impuesto sobre productividad “normal” estimada de
la tierra o el proyecto nunca aprobado en el Parlamento de una ley agraria que
autorizara la expropiación de las tierras improductivas.
El nuevo gobierno debió afrontar un marco estructural claramente distinto del
que existía dieciocho años antes, por lo que tuvieron que formular un acuerdo
político que permitiera generar una redistribución del ingreso a favor de los
asalariados, la industria y las pequeñas y medianas empresas, todo ello en un
marco político conflictivo, caracterizado por una exacerbada violencia y una
feroz interna en el seno del mismo partido que había llegado al poder.

6.8 El plan trienal para la reconstrucción y la liberalización nacional. El rodrigazo

El sustento de la política económica de Gelbard partió en la formulación de un


acuerdo político, tuvo como actores principales a la CGE y la CGT. El
denominado Pacto Social fue firmado el 8 de junio de 1973.
Objetivos
1. Estabilizar el nivel de precios hasta reducir sustancialmente los elevados
índices inflacionarios heredados.
2. Aumentar de 40 a 50% la participación de los asalariados en el ingreso
nacional, en un lapso de 4 años.
El pacto establecía un compromiso que incluía: el congelamiento de precios y
un alza general de los sueldos en doscientos pesos mensuales, tras la cual se
suspendían las negociaciones colectivas salariales por un lapso de dos años.
El gobierno impuso controles sobre el tipo de cambio de las divisas y trató de
incentivar las exportaciones para evitar que el crecimiento esperado se
malograra por un cuello de botella en la balanza comercial. Con la intención de
centralizar el comercio para lograr cierto poder en los mercados
internacionales, se les otorgaron mayores poderes a las Juntas Nacionales de
Granos y Carnes, que pasaron a monopolizar la exportación de esos productos.
Se firmaron acuerdos comerciales con países socialistas para tratar de ampliar
un mercado potencialmente importante.
Con respecto al sector agropecuario, el gobierno hizo hincapié en la necesidad
de incrementar la productividad y las exportaciones, para lo cual instrumentó
un acuerdo firmado en agosto de 1973 por todas las entidades en el que se

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comprometió a aumentar los precios mínimos de los productos agropecuarios,


otorgar incentivos fiscales y formular una política crediticia favorable al sector.
Simultáneamente, las entidades agrarias se comprometían a duplicar la
producción en un lapso de poco más de 6 años.
Como medidas complementarias, se destacaban la regulación de las
inversiones extranjeras, la reforma fiscal y la nacionalización de los depósitos
bancarios.
La marcha del plan
La marcha del plan económico del nuevo gobierno peronista paso por 2
etapas:
1. La primera tuvo como punto de partida la firma del PACTO SOCIAL y se
extendió hasta julio de 1974. Durante esta fase predominó la estabilidad de
precios, al tiempo que mejoraron notoriamente las cuentas externas y se
produjo un significativo crecimiento económico.
2. La segunda sufrió permanentemente marchas y contra marchas, concluyó
en marzo de 1976, con la llegada de una nueva dictadura militar. En este
periodo hicieron eclosión todas las contradicciones del PACTO SOCIAL, y se
caracterizó por la inestabilidad y una acelerada inflación.
El inicio de la gestión de Gelbard estuvo marcado, por buenos augurios en el
sector externo. Durante 1973 las exportaciones agropecuarias crecieron un
86%, incentivadas por un alza en los precios de la carne y de los cereales en el
mercado mundial y una cosecha récord de granos. Las reservas prácticamente
se triplicaron.
Los primeros éxitos del plan quedaron evidenciados también en la contención
del proceso inflacionario: el nivel del precio aumentó solamente un 17%
durante el primer año del pacto social, que tuvo la virtud de haberse
conjugado con un incremento de los salarios reales del 13,3% durante el
segundo semestre del 1973. La estabilidad de precios se articulaba también
con un incremento de la tasa de crecimiento del producto.
Problemas
La demanda no sólo se había elevado por la redistribución del ingreso y las
exportaciones: el estado también contribuyó a fortalecer esa tendencia por
medio de una expansión de sus gastos. El gasto público aumentó de manera
acelerada, ya que el Estado incrementó la dotación del personal para
contribuir a la reducción del desempleo. La preservación del acuerdo social
suponía el apoyo a sectores empresarios con un creciente desembolso de
subsidios.
Si bien se reforzó la presión tributaria y se instrumentaron nuevos impuestos
como el IVA, el financiamiento de los nuevos gastos resultaba insuficiente, lo
que produjo un ascendente déficit fiscal cubierto por emisión monetaria.

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La política económica aplicada a partir de 1973 alentó la inversión pública que


inducía luego al sector privada a actuar en la misma dirección, la inversión
conjunta de estas en este último periodo fue notable.
Un primer llamado de atención provino del sector externo con el alza
internacional de los precios del petróleo, originada en la crisis global desatada
el mismo año de la asunción del nuevo gobierno. Ello implicó que las
importaciones petroleras pasaran de representar el 3,1% del total de antes de
la crisis a cerca del 15%, solo por el efecto generado por el incremento de los
precios y la insuficiente producción local de materia prima. Esto implicaba a la
vez un mayor desembolso de divisas y un aumento de los costos internos, que
los empresarios no podían descargar sobre los precios, que se encontraban
congelados.
Por ende, comenzaron las violaciones a los controles de precios debido a la
necesidad empresaria de trasladar el costo incrementado de los insumos
importados. La Secretaria de Comercio dispuso un subsidio cambiario. El Banco
Central fijó un tipo de cambio especial revaluando la moneda para la
importación de 300 productos a fin de compensar el mayor costo de las
importaciones de materias primas e insumos, cuya contrapartida fue la
aceleración de las pérdidas de las reservas internacionales.
Debido a la inflación los sindicatos no peronistas presionaban por nuevos
acuerdos salariales, y esta situación también se extendió a sindicatos
peronistas. Perón otorgó un complemento significativo a los aguinaldos. A
pesar de ello, el gobierno ratificó la vigencia del PACTO y su intención por no
reconocer nuevos acuerdos salariales hasta junio de 1975.
Los cimientos del acuerdo comenzaron, a socavarse, mientras crecía el
desabastecimiento de los productos esenciales. No era que éstos no se
encontrasen disponibles en el mercado, sino que el progresivo incremento de
los costos alentaba a comerciarlos en un mercado negro, en el que el control
de precios no ejercía influencia.
El fallecimiento de Perón llevó a la presidencia a Isabel Perón, quien pocos
meses después de asumir decidió el desplazamiento de Gelbard por Alfredo
Gonzalez Morales. De este modo, llegó a su término la primera etapa de la
política económica, iniciándose una fase que se caracterizaría por una
profunda inestabilidad. Los principales problemas eran las dificultades en la
balanza de pagos, agravadas por el alza de los precios del petróleo, y las
disputas del movimiento obrero.
El Rodrigazo
Los conflictos recrudecieron entre mayo y junio de 1975, cuando se debía abrir
una nueva instancia de negociación salarial. Como medida preparatoria, Isabel
Perón autorizó el inicio del diálogo con los sindicatos a principio del 1975. Las
negociaciones entre el Gobierno y los sindicatos se iniciaron en un clima

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áspero. El 2 de julio, Gómez Morales fue desplazado del Ministerio de


Economía, ocupando su lugar Celestino Rodrigo.
Medidas
1. Devaluación del 160% para el tipo de cambio comercial y del 100% del
financiero.
2. Intentó reducir el déficit fiscal con un reajusto tarifario, que alcanzó el 181%
en el caso de la nafta. El precio de los transportes urbanos se incrementó en un
75%.
3. También se reajustaron las tasas de interés de los préstamos de los Bancos
oficiales, mientras se liberaban las correspondientes a los certificados de
depósitos a plazo fijo.
Objetivo del programa
El Rodrigazo trataba de combatir la aceleración inflacionaria, pero no se
proponía avanzar sobre una transformación de las estructuras productivas. De
allí a que se atacara a la inflación como un fenómeno puramente monetario y
fiscal. Pero en la medida en que los aspectos productivos y monetarios se
entrelazaban estrechamente, los resultados del Rodrigazo no podían ser
exitosos.
Resultados
1. La inflación se disparó con violencia, mientras los salarios reales se contraían
y provocaban un recrudecimiento de la puja distributiva.
2. Debido a la pérdida de valor del dinero, los argentinos, comenzaron a
refugiarse en monedas extranjeras.
3. La contracción de la demanda de moneda local aceleraba la inflación y
alentaba la especulación en el mercado negro de divisas, el cual disminuía las
reservas del Gobierno y agravaba la precaria situación.
4. La presidenta resolvió anular los convenios laborales que habían sido
acordados en los meses precedentes, al tiempo que reducía los aumentos
salariales del 100% al 50%, por esta ruptura los sindicatos provocaron el
alejamiento de López Rega, y la renuncia de Rodrigo.
El Rodrigazo representó un cambio de modelo económico, porque fue un
ajusto significativo y un verdadero shock económico. Afectó notablemente a
los asalariados. Además, como resultado del shock, a partir de febrero de 1976
se desató finalmente un proceso hiperinflacionario, que iba a ser uno de los
pretextos principales para la aplicación de los planes económicos de la
dictadura militar. Sin embargo, en lo económico el Rodrigazo no llegó a
constituir el inicio de la aplicación de reformas neoliberales ni en lo político dio
lugar a la destrucción de las organizaciones gremiales y populares, fenómenos
que se producirían con la posterior dictadura militar, a partir de marzo de
1976. Allí cambiaría radicalmente el modo de acumulación, se

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desindustrializaría el país, se incrementaría notablemente el endeudamiento


externo y prevalecería por décadas el modelo rentístico- financiero.
El gobierno de Isabel Perón intentó sobrevivir a las presiones militares, los
conflictos sociales y la violencia terrorista, con la aplicación de un plan de
estabilización a medida de los diseñados por el FMI, a partir del cual se
obtendría un préstamo que permitiría la dura situación económica. Este
programa contemplaba una nueva devaluación, el fin del control de precios y
límites para los incrementos salariales; pero la situación política de la
presidenta le era profundamente adversa.

Bibliografía
• Rapoport, M. cap 6.

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