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El concepto de modelo agroexportador es el que surgió en la segunda mitad del siglo XIX en
Argentina y América Latina en general debido a la consolidación de un sistema económico
basado tanto en la producción de materias primas agrícolas como en la exportación de las
mismas a los países centrales (principalmente europeos). El modelo agroexportador fue la
consecuencia directa de la entrada casi ilimitada de inversiones y capitales extranjeros que
permitieron que Argentina reactive la economía en gran parte de su territorio. Además, el
modelo agroexportador coincide con el establecimiento del Estado nacional argentino.
La noción de modelo agroexportador tiene que ver con el desarrollo del sistema mundial
económico de fines del siglo XIX. Este sistema se basaba en la división mundial entre países
centrales y países periféricos o productores. Mientras que los segundos se especializaron en la
producción y exportación de materias primas y de elementos básicos (especialmente
agrícolas), los primeros se dedicaron a la producción de productos manufacturados o más
complejos que se vendían a mayor precio que las materias primas y que, por lo tanto,
permitieron que las potencias europeas y Estados Unidos se hicieran con gran capital.
El modo aceitado en que este sistema económico se desarrolló permitió que la circulación de
capital entre las regiones más poderosas y las menos poderosas se mantuviera por más de
cincuenta años. Sin embargo, la crisis capitalista de 1930 que hizo a países como Gran Bretaña,
Estados Unidos y Francia caer en una grave depresión económica cortó la circulación de
inversiones hacia los países periféricos. De este modo, los países latinoamericanos como la
Argentina debieron buscar el modo para sustituir ese modelo agroexportador por uno de
consumo interno que permitiera colocar toda la producción local en el mercado de cada
región.
l iniciar su primer período como presidente de la Nación el general Perón elaboró un Plan
Quinquenal que tenía como objetivo transformar la estructura económica del país. Fue la
primera planificación para el desarrollo económico y social de la Argentina. Fue anunciado por
primera vez el 30 de Septiembre de 1946, y posteriormente en su mensaje al Congreso
Nacional del 19 de octubre de 1946.
Redistribución de la Riqueza.
Soberanía Política.
Independencia Económica.
Justicia Social.
Basándose en estos postulados a partir de ese momento comenzó en nuestro país una
decidida e incesante actividad transformadora. En menos de 4 años la realidad comenzó a ser
otra.
Presentamos aquí un breve resumen de los logros obtenidos por la implementación del Primer
Plan Quinquenal:
Logros económicos:
En 1942 unos 6,5 millones de habitantes tenían provisión de agua corriente y 4 millones,
servicios cloacales, y en 1955 los beneficiarios se ampliaron a 10 millones y 5,5 millones
respectivamente. (Fuente: Wikipedia)
El Primer Plan Quinquenal tomó como base la enseñanza técnica para crear el camino
mediante el cual, tanto el obrero como el artesano pudieran llegar a la universidad.
Desarrollismo
El contexto económico Arturo Frondizi enfrento a la Presidencia en Argentina el 1 de mayo de
1958. En ese entonces el Banco Central contaba con escaso nivel de reservas, y no había
suficientes divisas para importar materias primas, productos intermedios y bienes de capital
indispensables para la industria. Los controles de cambio pretendían administrar esa escasez,
mientras el sector energético carecía de las necesarias inversiones y la importación de
combustible –después de perder el autoabastecimiento- se consumía el 20 % de las divisas
para importación.
La producción agropecuaria por su parte venía declinando desde los años 1930, con escasos
incentivos, motivados por los bajos precios internacionales, pero también por el exceso de
regulaciones y controles, incluyendo retenciones a las exportaciones.
Frondizi se asoció muy pronto a Rogelio Frigerio, y comprendieron que la respuesta a los
problemas económicos del país se encontraba en la inversión extranjera directa,
especialmente en sectores que ellos consideraban estratégicos para el país. Frondizi repetía
que “los Estados Unidos resolvieron el mismo problema con el concurso del capital extranjero,
cumpliendo la afirmación de Hamilton en el sentido que todo dinero extranjero que se invierte
en una Nación deja de ser un rival para constituirse en un aliado.”
Fue en este contexto que Frondizi y Frigerio plantearon la necesidad de industrialización, pero
no a través de la sustitución de importaciones, sino por medio del “desarrollismo”. Este
modelo partía de la famosa tesis de Raúl Prebisch, basada en un pesimismo respecto a las
exportaciones de productos primarios, vinculado a los bajos precios de los productos
agropecuarios y mineros. Los países que sólo produjeran estos productos primarios
inevitablemente caerían en el estancamiento. Por ello se plantea promover la industrialización,
entendido como el desarrollo de manufacturas, pero no por la vía del proteccionismo, sino con
economías abiertas e integradas al mundo.
El arribo de inversiones desde el exterior dependía de las condiciones internas que lograra
generar el gobierno, y Frigerio acertó entonces en eliminar parte de la legislación represiva por
el proteccionismo preexistente. Se terminaron las restricciones sobre el mercado cambiario y
hubo un solo tipo de cambio, fluctuando su cotización según la oferta y la demanda. En cuanto
a las importaciones se abolieron parte de los controles cuantitativos y sistemas de permisos,
pero se establecieron recargos a las compras externas de hasta 300 % para bienes de lujo, pero
que eran 0 % para insumos considerados esenciales.
Para reducir el déficit fiscal también se proyectó una reducción del empleo estatal que
comenzaría por el congelamiento de nuevas vacantes. Se anunciaron nuevos impuestos y
mayor control tributario. En los primeros días de enero, además, hubo una suba de las tarifas
públicas.
Pero esos aciertos fueron relativizados por otros desaciertos. El crecimiento de los salarios y de
la inversión pública provocó un déficit que rozó el 9 % del PBI y fue financiado en su mayoría a
través de emisión monetaria. La consecuencia lógica fue un alto nivel de inflación.
Además, en 1958 el gobierno anunció que se habían firmado contratos de explotación con
empresas petroleras extranjeras. Las negociaciones, que habían sido llevadas adelante
personalmente por el entonces polémico Frigerio, no se convocaron mediante licitación
pública y no se preveía la aprobación parlamentaria de los contratos.
Al margen de las formas y sus polémicas, el resultado fue impactante. Cuando asume Frondizi,
la importación de petróleo representaba un cuarto de las importaciones. 30 meses después
había autoabastecimiento, pasando la producción de 5,6 a 16 millones de metros cúbicos
anuales.
El éxito de este proceso despertó el interés extranjero por otras inversiones, pero aun no se
había resuelto el “estrangulamiento”. Las restricciones a la importación impedían el
crecimiento, y en 1959, el PIB cae un 6,5 % respecto al año anterior. Mientras caía la
recaudación fiscal y se agrandaba el déficit y su monetización, la inflación se aceleraba, lo que
presionó a Frigerio a dar un paso al costado.
En 1960 y 1961 la economía creció a un promedio de más del 8 % anual. El factor dinamizador
fue la inversión que aumentó en 1961 a un nivel 66 % mayor que el de 1959, y 47 % mayor que
el de 1958, un año menos anormal.
El capital internacional respondió a las masivas oportunidades que proveía una economía
ahora más ordenada. El Financial Times declaraba al peso argentino “moneda estrella” del año
en 1960. Si bien el BCRA tuvo que pagar intereses por 170 millones de dólares, igualmente
logró acumular más de 317 millones de dólares en reservas, gracias a la entrada de más de 500
millones de dólares en capital.
Poco a poco, el crecimiento se manifestó en una mejora en el salario real, que aumentó 12 %
hacia fines de ese año. En este período también se destaca la creación de Segba que ayudó a
resolver el crónico déficit de energía eléctrica en Buenos Aires y el crecimiento vertiginoso de
la industria automotriz. No es un dato menor que el 80 % del crecimiento de la producción de
manufacturas entre 1958 y 1961 lo explica el desarrollo de esta rama de la industria.
Cuentan diversos historiadores, sin embargo, que Frigerio nunca dejó realmente de ofrecer su
consejo a Frondizi. De hecho, hubo recurrentes tensiones entre Alsogaray y Frigerio, por
ejemplo, por la construcción de una central eléctrica en Dock Sud, y el costoso proyecto de El
Chocón. Estos proyectos se llevaron adelante a pesar de la oposición de Alsogaray, quien era
mucho más conservador con los recursos tributarios.
En abril de 1961 Alsogaray es reemplazado por Roberto Alemann como Ministro de Economía,
pero la salida no fue traumática. Alemann continuó el programa conservador de Alsogaray.
La caída de reservas de allí en adelante fue continua, y mientras Frondizi volvió a insistir en un
fuerte recorte de empleo público, su derrota electoral sólo condujo a la vieja solución
argentina con una nueva devaluación.
Como saldo de este nuevo proceso de industrialización, cabe señalar que las manufacturas se
destinaban casi exclusivamente al mercado interno. En 1960 la Argentina exportaba bienes no
agropecuarios por apenas 43 millones de dólares, el 0.35 % del PIB y el 4,1 % de las
exportaciones.
Respecto a las actividades agropecuarias, los historiadores coinciden que “no eran vistas por el
desarrollismo como candidatas para liderar el crecimiento sostenido que, se preveía,
aguardaba a la Argentina. Al contrario, en la raíz de pensamiento desarrollista estaba la idea de
que concentrar fuerzas en la producción primaria había sido, para América latina, condenarse
al fracaso.”
La política agropecuaria de corto plazo estuvo dominada por dos instrumentos: el manejo
cambiario y las retenciones a las exportaciones. Tomadas en conjunto, sin embargo, la
devaluación y el aumento de las retenciones implementadas con el plan de estabilización
favorecieron a los productores rurales. Entre 1958 y 1959, la relación entre los precios del
sector rural y el conjunto de los precios mayoristas de la economía se movió a favor de los
primeros, un 10 %, básicamente como resultado de la devaluación. El beneficio sin embargo,
sólo duró un tiempo, hasta que el aumento de precios se transmitió a los costos y la mejora en
la rentabilidad resultó sólo marginal.
Macri hace bien en reivindicar a Frondizi y tomarlo como modelo para salir de las dificultades
económicas en que se encuentra la Argentina, resumidas en los desequilibrios fiscal,
monetario y cambiario.
El potencial flujo de inversión extranjera que entraría al país a partir de 2016 puede resultar en
un empuje al crecimiento económico, al tiempo que corregiría los bajos niveles de inversión en
petróleo –para recuperar el autoabastecimiento- y en energía –cuyo déficit hace de cuello de
botella a la industria también en la actualidad-.
Por otro lado, Macri debe comprender –como lo hizo Alsogaray en su tiempo- que el principal
problema actual –además de la apertura económica- es el déficit fiscal y la inflación, aspecto
que le será sumamente difícil de sortear dado su compromiso de mantener intacta la
estructura de gastos, con la excepción de los subsidios que se comprometió a reducir.
A partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 comenzó a implementarse un conjunto
de medidas económicas que tuvieron un gran impacto, produciendo transformaciones
sustanciales en el funcionamiento de la economía argentina. Analizando los distintos
indicadores económicos puede advertirse la magnitud de los cambios, en los que es posible
encontrar el origen de la mayor parte de los graves problemas que afrontó el país en las
décadas posteriores.
Por una parte, la crítica situación económica mundial de principios de los años ‘70 -con la crisis
del dólar primero y la del petróleo después- creó una amplia disponibilidad de capitales
dispuestos a reciclarse para obtener mayores rentabilidades en los países del Tercer Mundo, lo
que permitió a las dictaduras latinoamericanas tener el financiamiento necesario para imponer
sus políticas económicas, precursoras del neoliberalismo en el mundo, antes aún de la llegada
a sus respectivos gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En esto tuvieron también
un peso decisivo los organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial,
que querían facilitar la inserción de los países en desarrollo a los nuevos circuitos financieros.
Por otra parte, los factores internos no fueron menos importantes. La Argentina vivió desde
fines de los ’60 y principios de los ’70 agudos conflictos sociales y políticos que se tradujeron
en significativas movilizaciones populares así como en la existencia de grupos radicalizados -
armados o no- en la escena política nacional.
Es por eso que, desde marzo de 1976, se produjo un punto de inflexión en la historia del país,
fundado en la convicción, por parte de los principales responsables de la dictadura militar y de
los sectores que los apoyaron, de que las proscripciones políticas ya no servían para eliminar
las alianzas populistas y sus presuntos peligros sobre el orden social establecido.
Había que ir más a fondo y dado que esas alianzas se asentaban sobre el aparato productivo
industrial, era imprescindible modificar radicalmente la estructura económica. Esto llevó a la
adopción de una serie de políticas que fueron destruyendo las condiciones para un desarrollo
económico sustentable; a la reformulación del papel del Estado, al que se obligó a asumir la
carga de un creciente e insostenible endeudamiento externo; y a una drástica redistribución
regresiva de los ingresos.
Este gobierno asumió en una situación muy delicada de la economía. La designación del
Ministro Roig produjo un efecto positivo, ya que se calmaron los mercados al ver que la
política económica seguramente diferiría de la enunciada en la campaña electoral. Al día
siguiente de asumir se enunció el llamado Plan Bunge y Born.
Las medidas intentaron nivelar el sistema de precios devastado por la inflación y consistieron
en una elevada devaluación de la moneda, incrementos en las tarifas y combustibles y un
aumento tope en las remuneraciones. Al fallecer lo sucede Rapanelli, que al no poder cumplir
los objetivos propuestos y apremiado por una recesión que se acentuaba, renunció a los 5
meses.
Durante este ministerio se sancionaron dos leyes importantes: la Reforma del Estado y la
Emergencia Económica, que dan normas sobre una reforma administrativa, sobre
privatizaciones, a la participación del capital privado, entre otras. Cabe destacar que estas
medidas, que configuraban un oportuno plan de gobierno, no pudieron llevarse a la práctica.
Como balance puede destacarse una pronunciada disminución de la producción industrial, una
importante reducción de la inflación que llega al 9% mensual y una pronunciada pérdida de
divisas.
Con la llegada de Erman Gonzalez se anunció el Plan Bonex que consistió en cambiar los
depósitos a plazo fijo por los mencionados títulos, que fueron valorizados según la cotización
anterior a tal medida, pudiendo disponer los depositantes en cada vencimiento sólo de una
pequeña suma en efectivo. Las empresas podían disponer en efectivo de las sumas destinadas
al pago de sueldos, jornales, SAC y cargas sociales correspondientes al mes de diciembre de
1989. Se estableció que las entidades financieras no podían recibir depósitos a plazo fijo y que
solo cuando la estabilidad estuviera asegurada se aceptarían por plazos no menores a 90 días
(podían recibir depósitos y efectuar préstamos en dólares y bonex a tasas libres). Se
convirtieron además en Bonex todos los títulos de la deuda interna del Estado.
El nuevo plan estableció el mercado libre de cambios, libertad de precio para los bienes sin
incremento de las tarifas públicas, un aumento de las remuneraciones en una cantidad fija
(US$15) y dejó sin efecto un aumento en la retención a las M que se habían impuesto durante
la gestión de Rapanelli. El nuevo presidente del Banco Central anunció que no habría más
emisión monetaria. El efecto inmediato de las disposiciones adoptadas supuso una fuerte suba
de precios, esto estimuló una huida del dinero y se desembocó en la hiperinflación.
Un nuevo paquete de medidas se aplicó a fines de febrero disponiendo la obligación por parte
de las empresas líderes de informar acerca de los cambios de precios que efectuaran y
rebajando los aranceles de importación de productos de la canasta familiar. Además se
adoptaron decisiones para disminuir el déficit fiscal. Para aumentar los ingresos se acortaron
los plazos de pago de los impuestos; se vendieron inmuebles del estado y se fijaron fechas
para la privatización de empresas (Aerolíneas Argentinas, Entel y áreas secundarias de YPF).
Respecto de los gastos fiscales, entre otras medidas, se eliminaron secretarías del estado y se
suprimieron jubilaciones de privilegio.
Erman Gonzalez fue reemplazado por Domingo F. Cavallo y con este empezó a regir a partir del
1 de abril de 1991 el llamado Plan Convertivilidad que contenía las siguientes disposiciones:
- Una de las primeras medidas fue la fijación de una franja dentro de la cual debía fluctuar la
moneda. El techo de esa franja era de 10000 australes por dólar (nivel al cual el BCRA debía
vender dólares) en tanto que el piso era de 8000 australes, caso en el cual el BCRA procedería
a comprarlos.
- Se fijó una paridad cambiaria fija y para siempre de 10.000 australes por dólar.
- Se dispone que no se emitirá moneda si no se mantiene una relación de no menos del 100%
entre la base monetaria y las reservas de libre disponibilidad del Banco Central.
- Se eliminan las indexaciones con lo cual se trata de evitar que se traslade hacia delante la
inflación pasada.
- Se autoriza al Banco Central a sacar ceros al austral y a cambiar la denominación del signo
monetario lo cual, a partir del 1 de enero de 1992, dio lugar al “peso” y a igualar su paridad
con el dólar.
En materia de Sector Público Cavallo expone la necesidad de llevar a cabo un plan para nivelar
los gastos con los ingresos fiscales, para lo cual propone: reforma tributaria; lucha contra la
evasión impositiva; disminución de empleados en la función pública; aceleración de las
privatizaciones y restricciones a las remesas de fondos a las provincias.
En materia impositiva se aumentó a alícuota del IVA del 16% al 18%; se aumentó la tasa de
impuesto a las ganancias aplicable a sociedades pasó del 20% al 30%; se crean el impuesto a
los bienes personales no incorporados al proceso económico y se derogaron los gravámenes a
los capitales y PN.
Se crea el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) que financiará las operaciones de
exportación y tendrá financiación del BID.
Entra en vigencia en Abril de 1993 el llamado Plan Brady. Mediante este acuerdo con los
bancos acreedores del exterior se refinancian, en forma escalonada a 30 años,
aproximadamente US$ 23.000M de capital adeudados más US$ 8.000M de intereses.
En el Sistema Financiero se disponen modificaciones en los encajes bancarios para las cuentas
corrientes y cajas de ahorro, en tanto se eliminan los encajes para los depósitos a plazo fijo.
Con posterioridad los encajes se modificaron con el objeto de favorecer los depósitos de más
largo plazo; los bancos deberán depositar el total de sus encajes en el BCRA; se aprueba una
nueva Carta Orgánica que reduce en gran medida las funciones del BCRA, las que se
transfieren al Ministerio de Economía. El BC deja de ser asesor económico, monetario y
cambiario del Estado, quedando solamente como asesor financiero. Se suprime la gerencia
general como cargo permanente de la entidad, aunque su presidente puede designar a quien
desempeñe esa función durante el tiempo de esa gestión.
- Se logró equilibrio entre los gastos e ingresos fiscales debido a la reducción de la evasión
impositiva y del aumento en la actividad interna.
- La estabilidad se obtuvo sobre la base del atraso del TC. La sobrevaluación de nuestra
moneda se reflejó en un incremento de las M la balanza comercial se hace negativa.