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: Hebé Zugazúa
PRODUCCION DE AVES ALUMNO:
LA PRUEBA DE FLOTACIÓN PARA RECONOCER UN HUEVO EN MAL ESTADO
Existen diversos métodos, muy sencillos de aplicar, que nos permiten reconocer un huevo en
mal estado cuando su fecha de caducidad impresa resulta ilegible o bien dudamos de que su
almacenaje haya sido el adecuado, tanto por un exceso de temperatura como de humedad.
A diferencia del método anterior, esta prueba de observación requiere cascar el huevo y
colocarlo con cuidado dentro de un plato, para proceder a examinar el contenido.
IAT- Prácticas Profesionales de Gestión en Producción Animal I- Prof.: Hebé Zugazúa
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Cuando la yema es bastante consistente, abultada y tiene los contornos bien definidos, todo
esto unido a una clara transparente, de aspecto gelatinoso y con los límites igualmente
definidos, podemos asegurar que se trata de un huevo fresco, perfecto para el consumo.
Si la yema es menos consistente, e incluso llega a romperse al cascar el huevo, pero la clara
mantiene su aspecto transparente, una consistencia gelatinosa y unos contornos bastante
definidos, nos encontramos ante un huevo de cierta antigüedad, pero que resulta todavía apto
para el consumo.
Por el contrario, si nos encontramos con un huevo muy líquido y tanto la yema como la clara
se desparraman con facilidad al cascarlo, nos encontramos entonces con un ejemplar que ha
superado su periodo de conservación apto para el consumo y que debe ser rechazado por
precaución.
Las manchas de sangre que puedas observar ocasionalmente en la clara o en la yema del
huevo son consecuencia de la rotura de algún vaso sanguíneo durante la formación del huevo
y no representan ningún tipo de problema para consumir ese huevo.
Aunque los huevos los encontramos sin refrigerar en los comercios de alimentación, es
recomendable (no imprescindible) mantenerlos refrigerados después de adquirirlos, a una
temperatura comprendida entre 5º y 10º. Esto es más recomendable todavía en los meses de
calor, para que los huevos permanezcan en condiciones estables de temperatura y humedad,
dificultando con ello el desarrollo de microorganismos dañinos.
Cualquier huevo con la cáscara dañada, especialmente si está rota o agrietada, lo debemos
desechar de inmediato para evitar riesgos innecesarios, porque la cáscara ha perdido sus
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propiedades protectoras y podrían haberse introducido agentes infecciosos en el interior del
huevo.
La superficie de la cáscara del huevo puede llegar a contener salmonella, un grupo de bacterias
muy perjudiciales para nuestro organismo, por lo que debemos evitar que entre en contacto
con el contenido del huevo y no utilizarla para manipulaciones como separar la yema de la
clara.
Los huevos duros o cocidos se degradan antes que los frescos porque la acción del calor ha
destruido la capa protectora que recubre la yema y la clara. Esto significa que debes refrigerar
siempre los huevos cocidos antes de que hayan transcurrido dos horas desde su cocción y
consumirlos antes de una semana.
Ese código nos da toda la información sobre el origen del huevo que vamos a consumir, como
la forma de cría de la gallina, el país de la granja de producción, la provincia, el municipio y el
código de la explotación.
Algo tan sencillo como saber interpretar ese código nos ayudará a evitar que puedan darnos
gato por liebre, o huevo de jaula por huevo ecológico.
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