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Factores que afectan el desarrollo:

La duración de cada una de las etapas ontogénicas (ciclo del cultivo) puede presentar
una gran variabilidad, dependiendo principalmente del genotipo y del ambiente (en
especial la temperatura y el fotoperíodo) y de la interacción entre ellos. Entendiendo los
procesos que regulan la tasa de desarrollo de un cultivo se puede predecir su
comportamiento agronómico y el rendimiento en aquellas regiones donde se conoce
perfectamente el régimen climático. Es ampliamente conocida la diferencia en el ciclo
de los híbridos de maíz, así como el número de días desde la emergencia hasta la
floración que depende del genotipo y de su fecha de siembra. También es notable la
variación en el número de hojas de ciertos híbridos sembrados en diferentes fechas de
siembra o entre años para una misma época de siembra. Estas respuestas en la fenología
y estructura del cultivo se deben a factores tales como la temperatura y el fotoperíodo
que pueden variar significativamente entre localidades y entre fechas de siembra para
una misma localidad. Además de la temperatura y el fotoperíodo, existen otros factores
de carácter ambiental (fertilidad, radiación y disponibilidad hídrica) que si bien pueden
afectar la duración de las etapas ontogénicas, no es tan marcado ni consistente su
influencia sobre la tasa de desarrollo.

Necesidades de la planta:
El maíz presenta una extraordinaria diversidad de tipos vegetativos, que facilita su
adaptación a condiciones de clima y suelo muy diversos y extremos. Se cultiva en
América desde el paralelo 45° Norte hasta el 40° Sur, desde las regiones
templado-frías hasta los tropicales y desde el nivel del mar hasta los 3000 mts de
altura.
Es una planta de clima templado y cálido, que vegeta en periodos libres de heladas.

TEMPERATURA:
En el maíz, así como en el resto de los cultivos, el pasaje de una etapa fenológica a la
siguiente se produce en base a una acumulación térmica por encima de un umbral,
denominado temperatura base (tb). Temperaturas por encima de la temperatura base se
acumulan como suma térmica o grados día (°C d). Ambos términos son comunes y
específicos a todos los cultivos. Es así que el tiempo térmico (TT) es aquel que pondera
el tiempo calendario por la temperatura a la que las plantas están creciendo. La
temperatura base en el maíz varía entre 5 y 10 °C según el genotipo y la etapa del ciclo
ontogénico considerada.
El fotoperiodo es también un factor primordial que afecta la tasa de desarrollo del maíz.
A diferencia de la respuesta a la temperatura (que es de efecto universal y responde a
modelos sencillos, como el visto anteriormente), las respuestas fotoperíodicas son más
complejas y varían con el estado de desarrollo del cultivo. El maíz responde al
fotoperiodo como una especie cuantitativa de días cortos (Fig. 5). Esto significa que la
velocidad o tasa de progreso hacia la floración (inversa del tiempo hasta la floración) se
reduce con incrementos del largo del día cuando se excede un valor crítico (conocido
como umbral fotoperíodico) que es de aproximadamente 12-13 horas.
La semilla de maíz posee exigencias superiores de temperatura, respeto a los demás
cereales. Son necesarios para la germinación ideal de la misma, temperaturas medias
mínimas del suelo de 12º a 13ºC. Temperaturas inferiores la mencionada, dificultan la
germinación, haciéndola muy lenta, aumentando los peligros de ataques por parásitos.
Las plántulas son resistentes al frio, pero temperaturas inferiores a 0°C dañan o matan
los órganos aéreos. Puede recuperarse después de las heladas.
Durante el período de floración se produce el momento más crítico, en el ciclo del maíz,
porque generalmente la misma se desarrolla en un lapso de altas temperaturas y déficit
de lluvias. Para la etapa de granazón y madurez la temperatura juega un importante
papel; para la primera las temperaturas ideales promedios oscilan en 26º a 28ºC,
mientras que para la segunda, cuando se llega a la madurez fisiológica, el cultivo
requiere temperaturas altas (30º-34ºC promedio) y baja humedad que permiten un
rápido descenso de la humedad del grano, facilitando la futura cosecha.

RADIACION SOLAR:
La radiación solar es la fuente de energía necesaria para que las plantas fijen el carbono
del aire a través de la fotosíntesis, actuando conjuntamente con otros recursos
ambientales, como los nutrientes y el agua, generando el crecimiento y rendimiento de
los cultivos.

AGUA:
La disponibilidad de humedad es fundamental durante el periodo vegetativo y la mayor
exigencia se produce un mes antes y un mes después de la floración, con un
requerimiento de aproximadamente 220 mm de lluvia.
El maíz es una planta exigente en agua, pero muy eficiente en su uso. Requiere 250-300
Kg. de agua para producir un kilogramo de materia seca. Una capacidad de almacenaje
de un metro de profundidad en el suelo, equivale a 150mm.
Las lluvias que ocurren durante el ciclo del cultivo varían entre 400 y 500 mm.
El mayor requerimiento de agua se ubica entre los 15 a 20 días anteriores a la aparición
de la panoja y durante igual lapso de tiempo posterior a la polinización.

SUELOS: requiere suelos profundos y drenados, de buena capacidad de retención de


agua y provistos de nutrientes para satisfacer las exigencias del cultivo.
En suelos con escasa profundidad, o pedregosos, la capacidad de almacenamiento de
agua se ve limitada.
El maíz es muy sensible a la asfixia radicular. No soporta los suelos apelmazados o con
mal drenaje. Necesita un mínimo del 10% del volumen de suelo ocupado por aire. Tanto
la aireación del suelo como la circulación de agua están estrechamente ligadas a la
estructura del suelo, que favorece la formación y mantenimiento de la porosidad. Es
esencial proteger la estructura frente a agresiones como el tránsito de maquinaria pesada
en malas condiciones de humedad, el laboreo intenso o la elevada energía del agua
aportada en riegos por aspersión.
La mayor parte de los elementos minerales son extraídos desde uno 10 días antes hasta
uno 30 días después de aparición de las panojas. En este período crítico la planta
absorbe del 70 al 75% del total del nitrógeno (una tasa promedio de 2 kg/ha/día) y del
60-70 del total del fósforo.

Además de la fertilidad natural del suelo, es importante considerar otros aspectos del
mismo. Las propiedades físicas (estabilidad del agregado, presencia de capas
endurecidas) pueden ser controladas mediante manejo adecuado del suelo y materia
orgánica. El Ph juega un papel importante, siendo el óptimo el comprendido entre 5,5 y
7.
Técnicas de producción:
El cultivo de maíz, para lograr óptimos rendimiento requiere de una tecnología de
producción, la cual debe ser aplicada en un momento adecuado y en forma determinada
durante el ciclo del cultivo.
Rotaciones y cultivos anteriores: la rotación de cultivos en el suelo tiene por objeto:
 Mantener la fertilidad del suelo.
 Conservar la estructura del suelo.
 Control de malezas anuales y perennes.
 Cortar el ciclo de ciertas enfermedades y plagas.
Para un sistema de producción agrícola-ganadero, se puede definir un esquema básico
de rotación:
PRADERA-VERDEO INVIERNO-GIRASOL-MAÍZ-GIRASOL-MAÍZ- TRIGO-
PRADERA.
El maíz sigue a la siembra del girasol ya que permite realizar un adecuado barbecho.
Si el sistema de producción es netamente agrícola se considera como muy importante
intercalar cultivos de leguminosas (soja, melilotus, etc) como mejorador del suelo.
Preparación del suelo:
Este aspecto es muy importante para lograr excelentes rendimientos y tiene por objeto:
 Controlar las malezas.
 Acumular nitrógeno disponible para la planta.
 Acumular agua en el suelo.
 Lograr una adecuada cama de siembra.

Selección de híbridos: en el sudeste de la provincia de Bs. As. se deben considerar


diversos factores para sembrar un híbrido de maíz.
En primer lugar, el tipo de grano que se quiere producir:
 Duro o flint.
 Dentado.
Los híbridos tipo flint, brindan mejor calidad de grano. Los tipo dentado rinden algo
más que los flint. Los híbridos semidentados, son un tipo intermedio; brindan buenos
rindes con mejor calidad de grano que los dentados.
En segundo lugar, el ciclo y velocidad de secado. Los dentados secan más fácilmente.
Esta es una característica muy importante para el sudeste bonaerense, ya que los otoños
húmedos, que son típicos en la zona no favorecen el secado del grano. Los flint tienen
ciclo un poco más corto que los dentados y semidentados.
En tercer lugar, el tipo de híbrido a sembrar: los híbridos simples son más uniformes
que los de tres líneas o dobles, pero su semilla en general es más cara.

Fecha de siembra -densidad - profundidad-uniformidad:


La época de siembra:
La fecha de siembra determinará cambios en los regímenes fototermal e hídrico a los
que el cultivo estará expuesto durante su ciclo y afectará fundamentalmente al período
crítico para la determinación del rendimiento. La fecha de siembra nos permitirá hacer
coincidir el momento crítico del maíz (V13-R3) con las mejores condiciones de
radiación y temperatura, en planteos bajo riego. Cuando se trate de cultivos conducidos
en secano, la estrategia de manejo consistirá en hacer coincidir el momento crítico de la
determinación del rendimiento con las probabilidades más bajas de ocurrencia de un
estrés hídrico.
La estación de crecimiento disponible para el cultivo de maíz queda definida por la
época de ocurrencia de heladas, aunque este cultivo en el período inicial pueda soportar
sin mayores daños heladas leves (cuando su punto de crecimiento se encuentra a nivel o
bajo el nivel de la superficie del suelo). Para la elección de la fecha de siembra
entonces, se deberán establecer las fechas medias de primeras y últimas heladas, con su
correspondiente desvío estándar, a los efectos de acotar el período libre de heladas con
un criterio probabilístico.
La siembra de maíz se cumple dentro de un periodo sumamente amplio, que se extiende
desde fines de julio en el Norte (Salta, Formosa y Corrientes), hasta los primeros días de
noviembre en el Sur de la pcia. De Buenos Aires. Las fechas de siembra, están dadas
por la iniciación del periodo libre de heladas.
La época de siembra, condiciona el momento en que se producirá la madurez fisiológica
y la velocidad de secado de los granos.
La fecha de siembra temprana (primera quincena de octubre) permite lograr la floración
en un momento del verano (primera quincena de enero) en donde los riesgos de déficit
hídrico son menores, posibilitando de esta forma alcanzar la madurez fisiológica en
febrero-marzo, cuando todavía existe una adecuada temperatura del aire para permitir
un rápido secado de los granos.
Las siembras tardías, debido a mayores temperaturas, producen plantas de mayor
tamaño al momento de la floración, que suele ocurrir en condiciones hídricas menos
favorables y con riesgo de sequía.
Cada año, la siembra debe realizarse en condiciones seguras cuando la temperatura del
suelo es igual o superior 10ºC, medida a una profundidad que va de 5 a 7 cm y durante
tres días seguidos
La fecha de siembra modifica también las condiciones ambientales que determinarán la
presencia de plagas y enfermedades que atacan al maíz, modificando su dinámica
poblacional. Un caso muy común es la enfermedad del Mal de Río IV, que tiene mayor
incidencia en siembras de noviembre, por cambios en la dinámica poblacional del
insecto vector.
La siembra tardía (diciembre) aumenta la probabilidad de ataques del barrenador del
tallo (Diatraea saccharalis), la oruga de la espiga (Heliothis zea) y la oruga cogollera
(Spodoptera frugiperda). Para estas fechas de siembra, es imprescindible elegir un
híbrido con resistencia al barrenador del tallo (Bt), ya que la tercera generación de la
plaga (más abundante) ocurre en el mes de febrero y los adultos prefieren oviponer en
los maíces más verdes, incrementando la presión de Diatraea, respecto de los maíces
tempranos. También aumenta la presión de otras plagas como Spodoptera spp. y
Helicoverpa spp., por lo que habría que elegir híbridos con el gen Hérculex (agrega
tolerancia a la isoca cogollera) o Víptera (suma resistencia a la isoca de la espiga), para
ahorrar aplicaciones de insecticidas.
Densidad:
Con respeto a la densidad de siembra, debe considerarse numerosos factores y en primer
término la fertilidad de los suelos, teniendo en cuenta que los suelos fértiles y profundos
toleran mayor cantidad de plantas que los suelos pobres y degradados. Hay variedades e
híbridos que toleran una gran concentración de plantas, en cambio otros necesitan
mucho espacio. En general, oscila entre 40.000 y 60.000 plantas/Ha, lo que implica de
15 a 25 kg/ha, a la siembra.
Tiene efectos en la captación de luz y otros recursos, como agua y nutrientes. Para
lograr una máxima producción de materia seca el maíz debe captar el 95% de la
radiación solar incidente. Cuanto antes se alcance una buena cobertura y más tiempo se
mantenga, mayor será la producción de materia seca y la cantidad de granos.
La disponibilidad de nutrientes también condiciona la densidad óptima. En lotes de alta
fertilidad se recomienda incrementar la densidad de siembra para lograr mayores
rendimientos.
Con bajas densidades de siembra en maíz no se logra incrementar el área foliar, como
sucede con las ramificaciones del tallo en soja, el macollaje en trigo o la expansión de
las hojas en girasol. Bajo número de plantas por ha. produce una baja cobertura, e
implica una baja producción, a causa de otro factor adicional que es la baja capacidad
reproductiva del maíz. Cuando la densidad sembrada supera lo óptimo, los rendimiento
caen por la disminución de lo recursos disponibles para la planta.
Los maíces de ciclo más corto, permiten adelantar la cosecha, evitando complicaciones.
Densidad de siembra. Como ya ha sido mencionado, el cultivo de maíz es altamente
denso-dependiente, es decir que no puede compensar el menor número de plantas con
mayor producción por planta. Esto se debe en general, a que el maíz no macolla, es
poco prolífico y presenta reducida capacidad de compensar un bajo número de granos
(principal componente del rendimiento) con mayor peso individual de los mismos. Por
otro lado, en densidades superiores a la óptima, cada planta dispone de menores
recursos, por lo que el cultivo presenta importantes disminuciones del rendimiento y la
espiga quedará relegada en la asignación de los mismos (competencia intraplanta). Por
lo tanto, la densidad óptima varía marcadamente en función de la oferta ambiental y del
genotipo (ver Fig. 2), por lo que esta especie presenta escasa estabilidad ante
variaciones en la densidad de plantas. El incremento de plantas por unidad de superficie
permite al cultivo de maíz alcanzar más rápidamente su IAF crítico, y por lo tanto tener
una mayor captación de radiación solar en los momentos iniciales de su ciclo,
generando una mayor biomasa. La relación entre materia seca producida y la densidad
de plantas es lineal hasta una densidad 28 óptima, a partir de la cual, el aumento de
plantas es compensado con una caída en el peso individual de las mismas. Los híbridos
prolíficos y plásticos en el tamaño de la espiga, presentan mayor estabilidad en el
rendimiento frente a disminuciones en la densidad de plantas. Se ha determinado que la
disminución del número de plantas por hectárea puede generar incrementos en el peso
del grano de hasta un 40%, indicando una escasa posibilidad de ajuste del rendimiento a
través de este componente (Uhart & Andrade, 1995). Hay evidencias que muestran que
el aumento de la densidad no sólo incrementa la captura de radiación, sino también la de
los recursos del suelo. Sin embargo, a medida que el cultivo avanza en su ciclo, en
ambientes con restricciones, la tasa de crecimiento dependerá más de la disponibilidad
de recursos que de la densidad (Kruk & Satorre, 2006). Cuando el número de plantas es
superior a la densidad óptima, el rendimiento se reduce debido a una caída en el número
de granos/ha y en el peso de los granos. En este caso se producen importantes
disminuciones en la tasa de crecimiento por planta en floración que se traducen en
disminuciones del número de granos por planta que no pueden ser compensadas por
aumentos de la densidad.

Los híbridos modernos son tolerantes a alta densidad y se caracterizan según Uhart
(2005) por: a) corto intervalo entre panojamiento y aparición de estigmas (menor
dominancia apical); b) panoja chica y poco ramificada (menor producción de polen,
principal responsable de la dominancia apical); c) alta prolificidad (menor dominancia
29 apical); d) tamaño reducido de planta, con disminuciones del crecimiento del tallo y
la panoja durante el período de floración (disminuye la competencia entre órganos
vegetativos y reproductivos y aumenta la tolerancia a la competencia entre plantas); e)
altas tasa de crecimiento por planta en floración; f) mayor fijación de granos por unidad
de tasa de crecimiento por planta; g) tasa de crecimiento por planta mínima (umbral
mínimo) para producir granos; h) tolerancia al estrés nitrogenado (más eficientes en el
uso del nitrógeno) y i) tolerancia al estrés hídrico (con características como sensibilidad
osmótica, ajuste estomático, densidad y profundización de raíces, etc.), que permite una
mayor estabilidad en el rendimiento. En San Luis (zonas de Fraga y Granville), las
densidades en siembras de secano que han dado los mejores rendimientos (promedio de
varias campañas agrícolas) dependen de la calidad del lote a sembrar: en los de alta
calidad se puede sembrar hasta 60000 pl/ha y en los regulares a malos, se recomienda
no sobrepasar las 45000 pl/ha. En planteos bajo riego, la densidad de siembra oscila
entre 66000 y 71000 pl/ha (Ríos Centeno, comunicación personal). En el Valle del
Conlara, para maíz de secano se recomiendan densidades de plantas a cosecha entre
45000 y 50000 pl/ha y en lotes bajo riego, entre 65000 y 70000 pl/ha (Bongiovanni,
comunicación personal). Como síntesis de los aspectos relacionados con la fecha de
siembra y la densidad, se puede concluir que:
• El cultivo de maíz es muy sensible a la densidad de plantas, en consecuencia, esta
debe ser seleccionada con el objetivo de maximizar la producción teniendo en cuenta
cada situación en particular.
• Cuanto mayor es la disponibilidad de recursos y el nivel tecnológico de producción
utilizado, mayor será la densidad óptima del cultivo.
• Los maíces sembrados en fechas más tempranas toleran mayores densidades.
• Los híbridos prolíficos presentan mayor estabilidad de rendimiento ante reducciones
en densidad de plantas.
• Los híbridos que toleran mayores densidades son aquellos que presentan buena
uniformidad, mayor sincronía floral, y mayores tasas de crecimiento y partición a
espigas durante su período crítico.
• La densidad óptima de plantas variará de acuerdo a aspectos tecnológicos tales como
fecha de siembra, riego, fertilización, etc.

Profundidad de siembra: la profundidad óptima para la siembra de maíz es de 2.5 a


3cm.( hasta 5cm)
Uniformidad de siembra: incide directamente sobre el rinde del cultivo. Se realiza un
mejor aprovechamiento del suelo, luz y humedad y una mejor competencia a las
malezas.
Los factores que interactúan en la obtención de una adecuada uniformidad de siembra:
 Semilla mal calibrada.
 Utilización de placas no adecuadas.
 Excesiva velocidad de siembra, superior a los 7 Km/hora.
 Desgaste o mala regulación del sistema de siembra de la máquina.
 Altura excesiva de caída de grano.
Distancia entre hileras: la distancia entre hileras, 50 o 70 cm, el objetivo común es
permitir las labores culturales complementarias y la recolección mecánica; el fin es
permitir una mejor ocupación del suelo y aumentar la densidad de plantas.
El acercamiento entre las hileras puede resultar beneficioso cuando la cobertura del
cultivo no alcanza a interceptar la radiación disponible. Las mayores respuestas al
acercamiento, por ejemplo de 70 a 52cm, se dan en maíces de ciclo corto, con
disposición más erecta de las hojas y en cultivos que sufren algún tipo de defoliación o
"estrés" durante la etapa vegetativa. El incremento en los rendimientos puede oscilar
entre 8y10%, siempre que no haya limitaciones hídricas. Pero, también, habrá que
disponer de sembradoras y tractores adaptados a la distancia elegida y cosechadoras con
los correspondientes cabezales maicero.

FERTILIZACIÓN:
La aplicación de fertilizantes es una práctica que puede incrementar el rendimiento del
maíz. Ello se manifiesta a través de:
 Aumento en el número de espigas.
 Mayor número de granos por espiga.
Después del trigo, es el cultivo que más se fertiliza. La práctica se expandió en los 90,
con la difusión de productos nitrogenados y fosforados que, ahora, se aplican al 70% de
la superficie de maíz. Una buena respuesta tiene mucho que ver con la disponibilidad de
agua.
Con las precipitaciones promedio que ocurren durante el ciclo, más el agua acumulada
en el suelo, se llega a tener una eficiencia de 6 a 8 Kg de maíz por mm. de agua
disponible.
La aplicación de fertilizantes aumenta los rendimientos y mejor la eficiencia, la que se
incrementa entre 8-10kg de grano por mm de agua.
El momento de aplicación dependerá de la tapa del ciclo del cultivo, en que mayor es la
tasa de absorción de los nutrientes.
Además, se deberá considerar:
 La movilidad en el perfil del suelo de los nutrientes agregados.
 La tasa de liberación a la solución del suelo, de los nutrientes adicionados.
 La fuente de fertilizante utilizada.

Fertilización nitrogenada: se recomienda efectuarla cuando el maíz tiene entre 30-50cm


de altura, es decir de 5 a 8 hojas. En esta etapa son conocidos el desarrollo inicial del
cultivo, el stand de plantas, malezas y situación hídrica del suelo, factores que tienen
incidencia en la eficiencia de uso del fertilizante. Normalmente el suelo tiene suficiente
cantidad de nitrógeno para cubrir las necesidades iniciales del cultivo que son pequeñas.
Los síntomas de deficiencia de N se traducen en un menor crecimiento de la planta y en
el color verde menos intenso de las hojas, que puede llegar al amarillamiento
comenzando desde su extremo. Las hojas inferiores son las primeras en presentar este
aspecto, pudiendo llegar luego a las superiores.
Fertilización fosforada: a diferencia del N, el fósforo presenta escasa movilidad en el
perfil y demora más tiempo en estar disponible en la solución del suelo.
En general se observa que la aplicación de P produce respuestas vegetativas en plantas
jóvenes (mayor altura y desarrollo de las hojas).
Suelos con menos de 10p.p.m de P asimilable, indica la necesidad de aplicar fertilizante.
Si bien se puede fertilizar antes y durante la siembra, se recomienda esta segunda
alternativa, con la aplicación localizada del fertilizante en una banda debajo de la línea
de siembra o al costado y bajo la línea de siembra.
Esta localización se basa en la baja movilidad del fósforo y la conveniencia que entre en
contacto rápidamente con las raíces. La ventaja de este sistema conocido también como
"arrancador" en comparación con la aplicación en cobertura total, es que en esta última
el fertilizante queda mezclado con un volumen muy grande de suelo pudiendo además
ser fijado por el mismo.
La localización del fertilizante en banda, permite reducir la dosis del mismo, facilitando
además el control de malezas, al no beneficiarse las que crecen en los entresurcos.
Azufre: el maíz ofrece una buena respuesta al agregado de azufre, especialmente en
suelo con una larga historia agrícola. Esto ocurre cuando los requerimientos de
nitrógeno y fósforo están cubiertos.

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