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LA EXPERIENCIA
• Cuanto más lenta y exploratoria era la práctica del oficio más fiable parecía. Los
resultados inmediatos eran sospechosos.
• Había etapas de progreso en el aprendizaje: al comienzo la presentación del
aprendiz se basaba en la imitación del procedimiento, luego en la producción de
una obra propia en la que el oficial debía demostrar competencia de gestión y
liderazgo.
• Esa lentitud posibilita la reflexión y la imaginación al tiempo que permite
disfrutar durante su adquisición.
• Transfiere los «secretos» de oficio, aquellos que fueron construyendo
personalmente durante su práctica.
• Asume el compromiso de lograr que todos puedan hacerlo y confía en que todos
podrán hacerlo.
• El taller bien administrado debía equilibrar el conocimiento tácito y el explícito.
• Los miembros de los gremios forjaban un fuerte sentimiento de comunidad.
Los formadores son tales porque saben de su oficio. Si bien no se muestran como
«modelos acabados», como sabiéndolo todo, saben de qué se trata lo que tienen que
enseñar. Los que forman a otros ayudan, acompañan y también enseñan, no sólo las
competencias técnicas sino también las competencias sociales y capacidades de
«adaptación» a los escenarios laborales diversos y cambiantes.
El oficio los define a los formadores, y están dispuestos a dar lo máximo de sí, con la
esperanza de que lo suyo sirva de base para el despegue de los otros. Finalmente y pese
a que las condiciones no siempre resultan del todo favorables, el discurso de los
formadores es excepcionalmente estable. Es en este encuentro entre el experimentado y
el novato donde se crea el espacio para la transmisión de un oficio: mostrando lo que se
hace, acompañando y ayudando, y también en la explicitación de lo que se hace,
favoreciendo la experimentación, el tanteo, la prueba y la producción por parte de
quienes se están formando.