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Características del IVA

 Indirecto: recae sobre el consumo en cualquier ámbito empresarial o profesional.


 Real: el impuesto sobre el valor añadido no tiene en cuenta la renta de las personas,
grava el producto o servicio en sí.
 General: se aplica en todos los sectores económicos, aunque es cierto que
existen exenciones.
 Instantáneo: el devengo (obligación tributaria) se produce en el mismo momento
cuando surge la compra-venta, aunque la declaración sea periódica.
 Plurifásico: grava todo el proceso productivo o prestación del servicio, aunque
gracias a las deducciones lo que realmente permite gravar es el valor que se añade al
bien o servicio.

Declaración del IVA


El sujeto pasivo, el empresario, está obligado en trasladar el impuesto a los
compradores de bienes y servicios.
Cuando una empresa realiza la compra de un producto o servicio, soporta IVA. En
cambio, cuando realiza la venta del producto o la prestación del servicio, la operación
repercute IVA.
Cuando se realiza la declaración del impuesto, se puede obtener:
 Saldo positivo: el empresario ha ingresado más de lo que ha soportado, por lo que
debe ingresar la diferencia a la Agencia Tributaria.
 Saldo negativo: el empresario ha pagado más de lo que ha recibido, el empresario
puede pedir la devolución u optar por compensar los saldos positivos de los siguientes
4 años.
 Saldo cero: el resultado es cero, y el empresario ni paga ni recibe.

LA FISCALIZACIÓN DE TRIBUTOS
La fiscalización, es una fase del procedimiento que desarrolla
la Administración Tributaria sobre los contribuyentes para
la determinación de oficio de la obligación tributaria. A través
del procedimiento de "fiscalización y determinación" la
Administración Tributaria cuantifica el importe del tributo al que
está obligado el contribuyente. 

En el caso de la Administración Tributaria Nacional y algunas


Administraciones municipales, este proceso se encuentra regulado
en primer término por los artículos del 187 al 203 del Código
Orgánico Tributario (COT). De haber una diferencia entre el
impuesto que calcula y declara el contribuyente, con respecto al
que determina de oficio la Administración Tributaria, se generará
entonces un acta fiscal de reparo.

Los procedimientos de fiscalización sólo pueden ser realizados por


quienes han sido designados a dicha función adscritos al
correspondiente ente administrativo tributario con funciones
específicas de auditoría fiscal. Estos deben ser funcionarios
públicos, ya que no está permitido que particulares realicen esta
tarea específica que involucra invadir las esfera privada del
contribuyente relativa a documentación comercial, libros
contables, registros, operaciones, cuentas bancarias y demás
elementos que se relacionen con la actividad económica generadora
del tributo. 

Las fiscalizaciones, una vez iniciadas, no tienen un plazo de


tiempo definido en forma expresa por el Código Orgánico
Tributario, aun y cuando deben respetar los principios de
eficiencia de la función pública y no entorpecer la actividad
económica del contribuyente. Lamentablemente, estos elementos son
difíciles de hacer valer sin la intervención de una decisión
judicial, por lo que vemos con frecuencia que las fiscalizaciones
pueden perpetuarse en el tiempo sin mayores limitaciones que la
discrecionalidad del funcionario fiscal y de sus superiores.
Del procedimiento de fiscalización, en caso de determinarse
diferencias entre el importe de tributo declarado por el
contribuyente y el resultado de la fiscalización,  debe generarse
un Acta fiscal, que ha de ser notificada al contribuyente y en la
cual se deja constancia de los hechos evidenciados en el
procedimiento de investigación a partir de los cuales se
cuantifica el importe de la obligación tributaria del
contribuyente.

Las actas fiscales no imponen sanciones, ni tampoco determinan


intereses de mora, eso corresponde a la Resolución del Sumario
Administrativo que es la continuación del procedimiento luego de
la notificación del Acta. 

El Acta fiscal debe emplazar al contribuyente, no obligarlo, a


que se allane a su contenido, es decir, que acepte el Acta y pague
el tributo que esta determine a favor de la República. Para ello
se ofrece al contribuyente una sanción reducida del 30% del
tributo omitido, una especie de descuento por pronto pago, ya que
la sanción que opera en los casos distintos de defraudación, es
del 100% al 300% del tributo omitido. 

El plazo de allanamiento es de 15 días hábiles desde la


notificación del Acta fiscal, cumplido el mismo sin que el
contribuyente acepte el reparo contenido en el Acta fiscal, se da
inicio automáticamente la fase procedimental del Sumario
Administrativo, dándose al contribuyente un plazo de 25 días
hábiles para que presente sus defensas o descargos, a lo que se
deben sumar además, 15 días hábiles adicionales para el lapso de
pruebas, los cuales se podrán prorrogar conforme se cumplan los
supuestos previstos en la norma. 

La presentación de descargos o defensas en esta fase es opcional


para el contribuyente, no estando obligado a ello y sin que la
falta de presentación de dichos descargos constituya la aceptación
del Acta fiscal. Sin embargo, en la mayoría de los casos es
recomendable presentar defensas contra el Acta Fiscal en caso de
desacuerdo con la misma. 

Sea que el contribuyente presente o no los descargos contra el


Acta fiscal, finalizado el lapso ordinario para que este los
presente, se da inicio a un lapso de un año para que  se
notifique al contribuyente la Resolución del Sumario
Administrativo, en la cual se determinan los tributos que adeuda
el contribuyente, la sanción pecuniaria y los intereses de mora
que corresponden a favor del sujeto activo, de ser el caso. 
Desde el momento en que vence el lapso para presentar los
descargos contra el Acta Fiscal, la Administración Tributaria
tiene un año para realizar la notificación de la Resolución
culminatoria del Sumario Administrativo, ya que se lo contrario,
aplica la perención del procedimiento y queda sin efecto legal
alguno el Acta fiscal. 

También es importante destacar que el Acta Fiscal de reparo no


determina tributos en forma definitiva, es un acto de mero
trámite en la conformación del acto definitivo. Es un trámite
previo a la emisión del acto administrativo que plasma la
determinación de la obligación tributaria. Por ello no podrá la
Administración Tributaria exigir pago alguno sobre los importes
determinados por el Fiscal, hasta que se genere un Acto
Administrativo definitivo y se cumplan las condiciones previstas
en el COT para la exigibilidad de dicho pago.

Siempre recomiendo que en los procesos de fiscalización el


contribuyente busque desde el primer momento la asistencia de
especialistas que lo orienten y asesoren en el procedimiento,
tanto en lo relativo a la atención de los diversos requerimientos
que le formulen los auditores que conformarán el expediente
administrativo, el seguimiento de toda la actuación del auditor
fiscal, y de ser el caso, la estructuración de la oportuna defensa
efectiva que deba asumirse frente a pretensiones que no fueran
pertinentes. 

Dónde y qué entregar a la fiscalización de


tributos
Se ha convertido ya en costumbre en muchas verificaciones y
fiscalizaciones de tributos, tanto de entes nacionales como municipales, la
pretensión de algunos funcionarios de exigir a los contribuyentes que le
suministren “copias” físicas y electrónicas de una ingente cantidad de
información relativa a su contabilidad y soportes, llegando incluso a
requerir por vía telefónica que el contribuyente lleve estos a la sede de la
respectiva Administración Tributaria.

Uno de estos casos lo vemos con mucha frecuencia en las actuaciones de la


Alcaldía de Caroní, donde se ha pretendido realizar procedimientos de
fiscalización en la propia sede de la Alcaldía y no en el domicilio fiscal del
contribuyente, prescindiendo incluso del contribuyente.

Parte del problema parece ser la confusión de la obligación que tiene el


contribuyente de EXHIBIR documentación, con la
de “fotocopiar” o "consignar" dicha información. El problema
transciende de lo semántico a lo jurídico con una grave afectación del
derecho de los ciudadanos.

Atendiendo a lo dispuesto en la Ordenanza Municipal que crea al ISAE en


Caroní, así como en el Código Orgánico Tributario y la LOPA que sirven de
base al procedimiento de fiscalización y determinación, la actuación de los
funcionarios fiscales del municipio debe realizarse en la sede del
domicilio fiscal del contribuyente de forma ordinaria, eso al igual
que en los procedimientos llevados a cabo por otras administraciones
municipales y las nacionales. Ello por cuanto es allí, en el domicilio del
contribuyente, donde reposa de forma permanente la documentación que
demuestra el movimiento económico tendente a cuantificar la base
imponible del ISAE y otros tributos.

Tanto los libros contables y especiales, así como toda la documentación


contable comercial que de forma integrada conforma la contabilidad del
contribuyente, debe permanecer en el domicilio fiscal del contribuyente,
así lo dispone el COT de forma expresa. Esto no es posible replicarlo en
copias físicas o electrónicas para que fiscal se los lleve a su casa a hacer el
trabajo de auditoría. No a cuenta y costo del contribuyente. 

La auditoría puede realizarse en la sede de la Administración, pero solo


cuando allí esté la información relevante para el procedimiento de
investigación, y no cuenta que dicha información  sea requerida al
contribuyente más allá del deber que tiene el mismo de EXHIBIR a la
autoridad fiscal la documentación en su domicilio fiscal.

Las limitaciones de viáticos, vehículos y bajos salarios de los funcionarios


fiscales de la administración tributaria, no pueden ser motivo o
justificación para que se pretenda entonces recargar al ciudadano objeto de
la auditoría con la obligación de sacar cuanta copia pida el funcionario
actuante, máxime cuando tal obligación no está prevista en el COT, ni en
otra norma jurídica que rija al procedimiento administrativo de
determinación de oficio.

El contribuyente ciertamente está en la obligación de facilitar la auditoría y


colaborar con la fiscalización, pero ello está limitado a las facultades
conferidas a la Administración que expresamente se disponen en la norma
legal o sublegal, y en consideración a las obligaciones que en tales normas
se establecen  a los administrados. Es decir, la obligación del contribuyente
es facilitar el cumplimiento de la labor de la Administración, cuyas
facultades están delimitadas en el ordenamiento jurídico tributario y
administrativo. 

En una interesante discusión con un funcionario de la alcaldía de Caroní yo


le argumenté que si no había cambios relevantes en la normativa contenida
en la Ordenanza de ISAE, el COT o la LOPA en los últimos 20 años
respecto a la facultades de fiscalización y los deberes de los contribuyentes,
me explicase ¿Cómo es que ahora sería obligatorio entregar fotocopias de
documentos de la contabilidad del contribuyente, cuando antes de esa
época no era obligación?
Obviamente, no pudo encontrar el funcionario una respuesta lógica a la
pregunta. Le recordé al funcionario que el acta que levanta el mismo, no
requiere de un expediente contentivo de la totalidad de los libros contables
del contribuyente, para eso ya hace muchos años se estableció que las
actuaciones del funcionario fiscal gozan de fe pública, sin necesidad de que
la misma tenga sustento en cientos o miles de copias de documentos
obtenidos del contribuyente, que al ser copias simples carecen de valor
probatorio (De ñapa).

No es el grosor del expediente lo que determina la pertinencia de la


actuación fiscal, es cuestión de eficiencia y no de volumen.

Para cuando se dispuso esta prerrogativa en favor de la actuación fiscal en


la codificación administrativa y tributaria del país, sacar una copia o
fotocopia de un documento era más una expectativa de ciencia ficción que
una realidad cotidiana. 

Espero que así como se instruyó a los fiscales del municipio Caroní para
que se desechase la moda de hacer determinaciones sobre base
presuntiva cuando ello no era pertinente, se pueda esta vez con mayor
diligencia, aclarar a los mismos que las auditorías que realizan deben ser
desarrolladas en el lugar en que la normativa exige al contribuyente que
repose su contabilidad y soportes, que no es otra que en su domicilio fiscal,
y que solo cuando se cumplan los supuestos previstos hoy en el artículo 138
del COT, es que la fiscalización puede retener la contabilidad y llevársela
temporalmente a sus propias oficinas. Y que incluso en ese caso, el costo de
ese procedimiento corre por cuenta de la Administración.

Por otra parte, estoy seguro que los contribuyentes en su mayoría están
prestos a facilitar a la fiscalización municipal la documentación que se
requiere para desarrollar la auditoría en su domicilio fiscal, y de forma
voluntaria incluso muchos estarían dispuestos a cubrir el costo de algunas
reproducciones puntuales de documentos que le sean requeridos. Pero se
debe entender que tal acción voluntaria no debe ser impuesta por
obligación al administrado por exigencia de la autoridad municipal. 

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