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Cox

Clase 01: Autococimiento y antropología

A lo largo de la historia de la filosofía, el problema del autoconocimiento se ha presentado como


una pregunta que no solo ha motivado el quehacer filosófico sino que ha dirigido sus esfuerzos
de una manera difícilmente exagerable. Ciertamente, tal y como se encontraba escrito en el
frontis del templo de Delfos, el lema “conócete a ti mismo” ha servido como inspiración a las
más diversas empresas filosóficas.

Desde la antigua Grecia hasta los proyectos filosóficos más recientes, el estudio del ser humano
ha tenido un papel fundamental para toda filosofía. Incluso en aquellas doctrinas y teorías que
parecieran dirigidas a los más diversos objetivos, el problema específicamente humano aflora de
un modo u otro. De algún modo, cualquier esfuerzo por comprender el mundo en el que nos
desenvolvemos guarda una relación estrecha con el intentar ponernos en claro respecto de
nosotros mismos.

Por supuesto, a lo largo de la historia del pensamiento, las formas de aproximarse al intento de
responder a esta pregunta han sido diversas. Los acentos en cuanto a los aspectos destacados o
las metodologías empleadas tienen gran variación en un momento u otro. Pero de todos modos,
la misión última, esto es, el mejor conocimiento de nosotros mismos, permanece inalterada.

Este trasfondo general es, pareciera, el que permite darle un sentido mucho más claro y concreto
a la investigación antropológica. Es verdad: la antropología como disciplina independiente es
relativamente joven si se la compara con otras áreas de la filosofía. Pero, aún siendo esto así, uno
puede fácilmente constatar de qué manera los temas que forman parte de la investigación
antropológica, la manera de plantear sus preguntas y los fines que dicha empresa persigue,
hunden sus raíces en lo más profundo de nuestra cultura y de nuestra historia.

La antropología filosófica es, en efecto, como adelantábamos, una disciplina de origen reciente,
pero guarda una relación estructural con la que es la pregunta filosófica por antonomasia, a saber,
la pregunta por uno mismo. Por supuesto, la manera de plantear el problema de la antropología
filosófica no es el mismo que a la manera subjetiva o psicológica de hacerlo sino que se inscribe
en el esfuerzo permanente de la filosofía de dar con las verdades últimas acerca de la realidad.
Cox

La antropología filosófica contribuye de modo decisivo al esfuerzo de ponernos en claros sobre


nosotros mismos porque nos ayuda a ponernos en claro respecto a lo que somos y nuestra propia
naturaleza. Y es que el punto de partida no puede ser otro que el de sostener la convicción de
que en nosotros hay algo que puede ser comprendido, una realidad que puede ser elevada al
concepto para su comprensión.

Nuestro esfuerzo en el estudio de la antropología filosófica irá, entonces, encaminado en la tarea


del auto-esclarecimiento por vía de vernos a nosotros no meramente como individuos sino como
parte de una especie con características y una naturaleza propia. El entendernos a nosotros
mismos como seres humanos y, con esto, entender qué es el ser humano que somos, orienta la
tarea antropológica y desde la perspectiva propiamente filosófica se dirige a la consecución de la
verdad última sobre esta realidad.

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