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La figura del monstruo en Ringu y “El grupo de petición anticanibalista y los tres caballeros”

Sin dudas, uno de los elementos más comunes en el género del terror es la figura del monstruo.
Tanto Ringu como “El grupo de petición anticanibalista y los tres caballeros” se caracterizan por
formarse en torno a esta figura. La principal diferencia es que en Ringu esta figura monstruosa es
sobrenatural mientras que en “El grupo de petición anticanibalista y los tres caballeros” la figura es
absolutamente humana lo que, en mi opinión, lo hace aún más siniestro todavía.
Sadako es una figura que, en una primera instancia, podría llegar a generar un tipo de empatía.
Lejos de justificar sus actos, hay un entendimiento con lo que sufrió este personaje, una especie
de conmiseración que no solo se genera entre personaje-espectador, sino entre los personajes
mismos. Reiko, al enterarse del pasado de Sadako, siente lástima y compasión. En algún punto,
hasta hay una especie de justificación como podría suceder, por ejemplo, en Carrie. Lo
monstruoso aquí si bien genera miedo, no está totalmente desprovisto del factor humano.
En el capítulo “The Devil Made Me Do It”, que escriben los autores Matt Hills y Steven Jay
Schneider en el libro Changing Face of Evil in Film, se habla de la figura del asesino serial que ya
no es solo el humano que ha suplantado a figuras sobrenaturales como lo es el vampiro o el
cambia formas, sino que es esta hibridación entre esta figura de asedio serial y esta fuerza
sobrenatural.
Los autores entonces dicen que esta figura puede tener tres acepciones:
1) La primera, en la que la figura de asesino serial como lo inhumano y como una
fuerza más allá de la moral humana, la rendición de cuentas y, normas sociales.
2) La segunda, como una figura en la que el asesino serial puede ser cualquiera y
que, además, podría carecer de cualquier identificador visual o de otro tipo.
3) reproducir persistentemente un tipo de dualismo cartesiano popularizado, en el que
la mente y el cuerpo son separables, y en el que la fuerza maligna o "alma" del
asesino tiene una esencia inmaterial que finalmente traiciona su propia identidad,
de pese a ocupar una gama de “máscaras” encarnadas. Por dualismo entendemos
el punto de vista, resumido aquí por Christopher Falzon, “que el ser humano esc
compuesto de dos clases de cosas muy diferentes, un alma inmaterial o mente y
un cuerpo material.

Si tuviera que colocar a Sadako en uno de estos tres grupos, sería el primero ¿por qué? Porque
incluso cuando parece que Reiko ha salvado su alma en esa escena en la que ve su cuerpo
descompuesto en el pozo, Sadako aún quiere seguir matando y propagando su “venganza” como
si fuera una especie de virus.
Entonces cabe que nos preguntemos: si conocer su historia, haber empatizado con las injusticias
que sufrió e, incluso, haber descubierto su trágico final y haber llegado al punto en que Reiko llegó
para que su alma pudiera descansar en paz no fueron suficientes para que Sadako pusiera fin a la
maldición ¿quería ella realmente vengar su injusta muerte y los malos tratos que recibió por parte
de su padre, o fue esa solo una excusa para poder seguir manifestándose de manera
sobrenatural, para asesinar y seguir haciendo que la gente la temiera? ¿Es el miedo lo que más
motiva a Sadako? ¿Es el miedo una especie de alimento para ella?
Los autores en este capítulo también dice que la imagen sobrenatural de híbrido monstruo/
humano es central para convertir la figura del asesino serial en un verdadero demonio de folklore.
Y sin dudas, Sadako es un demonio de folckore. No solo porque ella se encargó de propagar su

maldición, sino porque también su legado es folklórico, se transmite de boca en boca de la misma
manera en que se trasmiten las leyendas o mitos urbanos. Después del primer asesinato que se
aparece en la película, vemos a Reiko entrevistando a dos jóvenes que ya conocen esta especie
de leyenda urbana. Son ellas quienes le cuentan que, según se dicen, para escapar del fantasma
asesino de Sadako lo que se necesita hacer es realizar una copia del video y hacer que otra
persona lo vea. Es decir, es una especie de loop infinitivo que no tiene fin. Hay una necesidad por
parte de Sadako, como se dijo antes, de seguir propagándose, de seguir sembrando terror, de
seguir cobrando víctimas a través de actos medios ilógicos propios del género de terror (ver un
video en el que supuestamente al terminarlo solo te quedan siete días de vida). Ella se alimenta
del miedo de las personas que vieron su video y saben que solo le quedan siete días de vida, y
están dispuestas a hacer cualquier cosa con tal de salvarse (como, por ejemplo, seguir
condenando a otras personas inocentes a que corran la la misma suerte)
Lo monstruoso acá sí es algo que temer y es algo que no está naturalizado, sino que es algo a lo
que se escapa. Hay una clara división entre el mundo humano y el mundo sobrenatural, y dos
personajes que hacen medio de puente entre ambos dos: Ryuji y el hijo, que pueden ver espíritus.
“El grupo de petición anticanibalista y los tres caballeros” la figura del monstruo es absolutamente
distinta porque no solamente está delegado a lo humano sino que, dentro de los mismos
caballeros, está absolutamente naturalizado. Ellos no consideran que lo que hacen sea
monstruoso sino natural, y posiblemente eso (o por lo menos a mí) genere una especie de choque
ya que se trata de una cuestión absolutamente anempática.
Si bien no se puede decir con exactitud que estos tres personajes se tratan de asesinos seriales
(es decir, no son ellos lo que matan, no hay un modus operandi, no hay una necesidad de dejar
una especie de legado), sí podríamos argumentar que avalan un sistema de asesinato en serie.
Son asesinatos que están justificados por una especie de lucha de clases en la que la sociedad se
divide en dos grandes grupos: los que comen y los que son comidos. Hay una clara
deshumanización del grupo que se considera comida por parte de los que comen, hecho que
posiblemente hace que no consideren un crimen el hecho de carnearlos para después comerlos.
Sin embargo, hay una especie de lógica que se podría homologar al de cualquier grupo
supremacista que exterminó a grandes grupos bajo ese mismo pretexto. Hay, desde mi punto de
vista, una homologación entre estos tres señores y las grandes figuras de los dictadores, sobre
todo por el año en que fue escrito.
El hecho de que esta homologación sea posible, más allá de que veamos completamente lejano
que alguien pueda ser caníbal, hace que las figuras generen todavía más aversión. Claro esta
que, desde un punto de vista al menos antropológico, decir que los dictadores fueron monstruos
es sacarle peso a lo que hicieron, y, aún así, creo que una de las primeras cosas que nos sale
decir respecto de este tipo de figuras es definirlas como tal. Del mismo modo, sucede lo mismo
con estos tres grandes señores que, en esta sociedad que formaron, tienen el derecho de decir
quién vive, quién muere, quién es comido, quién come. La manera en la que hablan de los
humanos que son vistos como comida genera apatía e incomodidad, no solo por el tema de la
conversación per se, no solo porque estén hablando de comer humanos, sino por la manera
natural en la que hablan de ese acto. Lo que genera incomodidad y, desde mi punto de vista,
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refuerza la idea de la monstruosidad es que hablen de ello, no solo como si fuera natural, sino
como si fuera lógico y realmente no pudiera ser de otra manera.
Hay otro capítulo de este mismo libro llamado “On the Void: The fascinating object of evil in
Human Remains”, en la que Garnet C. Buchard argumenta lo siguiente:
En el campo visual, el mal aparece típicamente como una “figura de fantasía”, una
figura que funciona para encubrir la recurrencia de lo Real, para dar cuerpo a lo que
nunca puede ser simbolizado en un esfuerzo ideológico para mantener la apariencia
de unidad armoniosa. Por eso las imágenes de Hitler, Mao y otros dictadores notorios
debe entenderse mucho menos como una cuestión de poner un rostro humano sobre
el mal, y más aún como figuras de fantasía, como máscaras del capacidad humana
ilimitada para cometer actos más allá de lo imaginable. Y ahí radica su fascinante
cualidad y su poder seductor; son imágenes que, en su misma apariencia, intentan
ocultar la inestabilidad de la orden social, el núcleo duro de lo Real que sigue siendo el
mismo a pesar de todo intentos ideológicos de contenerlo en el orden simbólico
establecido.

Por un lado, nuevamente esta esta idea de calificar como monstruoso aquello que cae bajo lo
imaginable. Es inimaginable un genocidio, por eso es monstruoso; es inimaginable el canibalismo
(por lo menos por gusto), y eso también es monstruoso. Y como dice la cita, no solo es inamisible
sino que además, estos actos impensables se continúan de manera ilimitada.
A su vez, “El grupo de petición anticanibalista y los tres caballeros” se desenvuelve en una
sociedad que funciona bajo una lógica que no tiene lógica. Hay un orden instaurado a la fuerza
que realmente no tiene algo que lo justifique más allá de un deseo de poder, y es por eso que, a
su vez, es un sistema débil. Y el hecho de que los tres personajes (el manco, el mocho y el ciego)
estén tan alejados de la realidad hace que también estén ajenos a aquello que puede hacer
tambalear su sistema. Oyen que hay una huelga en el matadero (con huelga, no se carnea a la
gente y si no se carnea a la gente, ellos no comen) y sin embargo no les importa porque no
entienden lo que esto significa. En un orden social que ellos establecieron y que es inestable.
Ahora, un tema, más allá de lo monstruoso, que conecta a ambas obras es el melodrama familiar.
En ambos casos, hay una necesidad imperiosa por parte del protagonista de salvar a su hijo. Si
bien es cierto que Reiko busca salvarse desde que vio la cinta, no es hasta que se da cuenta de
que su hijo también la ha visto, que intenta hacer hasta lo imposible para salvarlo. Del mismo
modo, el personaje de “El grupo de petición anticanibalista y los tres caballeros” se expone ante
los tres caballeros para evitar que su hija termine siendo carneada en el matadero y luego comida.
Se puede argumentar que la razón por la que este hombre quiere hablar con los señores es
egoísta, sin embargo no hay manera de decir que es monstruoso.
¿Cómo se define, entonces, lo monstruoso? ¿Qué configura al monstruo como tal? ¿Y qué tipo de
semejanzas hay entre el monstruo que representa Sadako y los monstruos que representan estos
tres señores? En un primer lugar, que ambos son, a su modo, autores de múltiples asesinatos.
Luego, que realmente estos asesinatos no tienen razón de ser (porque ya quedo en claro que
Sadako no buscaba realmente descansar en paz, y la lógica de los tres señores es realmente
ilógica). En tercer lugar que hay una especie de placer en este sistema que crearon, un sistema
que se alimenta del miedo y que sigue cobrando víctimas, y en cuarto lugar que generan una
especie de rechazo y miedo no solo por parte los demás personajes sino por parte del espectador/
lector.
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