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Edith Sánchez·
La dialéctica del amo y el esclavo de Hegel nos invita a favorecer una toma de conciencia: a día de hoy seguimos
experimentando muchos tipos de esclavitud. Liberarnos de ella es invertir en progreso social.
Para Hegel, la realidad humana se condensa en lo que llamamos historia universal. A su vez,
lo que ha marcado esa historia es la relación desigual entre los seres humanos . Entre tiranos y
tiranizados. De este modo, la dialéctica histórica es la dialéctica del amo y el esclavo. Lo que ha movido la historia es
esa contradicción entre unos y otros y ha dado lugar a una desigualdad en la autoconciencia de los seres humanos.
Recordemos que en Hegel la dialéctica es una forma de razonamiento en la que se oponen dos
tesis, que a su vez conducen a nuevos conceptos que superan esa contradicción. De este modo, hay una
tesis que plantea ciertos razonamientos. Le sigue una antítesis, que expone los problemas o contradicciones que hay
en la tesis.
De la dinámica entre tesis y antítesis surge la síntesis, que viene a ser una solución o una nueva perspectiva sobre el
asunto. Asimismo, estudios como el realizado en la Universidad d Cambridge en el 2014, nos indican que este texto
es un medio excepcional de reflexionar en el concepto de libertad y en el progreso de la razón.
El ser humano quiere que los demás le den un valor autónomo. Esto es, un valor propio, que diferencie a cada uno de
los otros. Esto es lo que define la condición humana. Por lo tanto, según Hegel, lo propio del ser humano es
imponerse sobre los demás. Solo cuando el otro lo reconoce como alguien autónomo se crea la autoconciencia.
A su vez, las autoconciencias libran entre sí una lucha a muerte.
De hecho, estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Harvard en el 2014, nos señalan que la
autoconciencia sigue siendo a día de hoy esa competencia psicológica tan descuidada . La
anhelamos y la valoramos pero aún no sabemos cómo despertarlas o potenciarlas.
De este modo surge una forma de conciencia en el dominado. Esta conciencia es la de aquel
que reconoce a otro como amo y se reconoce a sí mismo como esclavo de este . Por lo tanto, no
logra conformar una autoconciencia como tal, sino que se asume a sí mismo a partir de una lógica en la que impera la
mirada del amo. Esto constituye la esencia de la dialéctica del amo y el esclavo.
Todo ello tiene importantes repercusiones sobre la producción. En esta, el amo no
entra en contacto con la
materia prima, o “la cosa”, que el esclavo transforma con su trabajo . A su vez, el esclavo entra en
contacto con ella solo para transformarla, pero no es suya, ni está destinada a su consumo. Como el obrero que
produce ladrillos, pero no tiene casa.
Amos y esclavos
De este modo, lo que Hegel propone es que la dialéctica de la historia es la dialéctica del amo y el esclavo. Desde el
comienzo de la historia ha habido dominadores y dominados. Una entidad reconocida, el amo,
y una entidad reconocedora, el esclavo. Ese esclavo deja de ser una entidad autónoma y se convierte en algo
cosificado por el amo.
Debido a ese dominio, el amo coacciona al esclavo y lo obliga a trabajar para él. Dicho trabajo no es un proceso creador
del esclavo, sino una imposición que lo convierte a él mismo en objeto de trabajo. Sin embargo, el amo termina
dependiendo del esclavo para su propia supervivencia. Y siempre hay un momento en el que los papeles
se invierten, dado que el esclavo resulta indispensable para el amo, pero este no lo es para el esclavo.
La dialéctica del amo y el esclavo es un concepto que marcó un antes y un después en la
historia de la filosofía. Sentó unas bases que, por más que han sido revisadas y reinterpretadas, mantienen
esencialmente su validez.