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Grado en Psicología

Psicodiagnóstico

Unidad didáctica 6. Evaluación y diagnóstico de los trastornos afectivos y


de ansiedad
UD 6. Evaluación y diagnóstico de trastornos afectivos y de ansiedad .................................... 3

6.1. Los trastornos afectivos .......................................................................................... 4

6.1.1. El diagnóstico de los trastornos afectivos en el DSM-5. Principales cambios .............. 4

6.1.2. Líneas generales para la evaluación de los trastornos afectivos ............................... 6

Líneas generales para la evaluación de los trastornos afectivos: áreas que evaluar .......... 7

6.1.3. Instrumentos y técnicas de evaluación de los trastornos afectivos ........................... 9

Entrevistas diagnósticas ......................................................................................... 10

Cuestionarios y escalas .......................................................................................... 11

Cuestionarios y escalas (II) ..................................................................................... 14

6.1.4. Factores relevantes que evaluar en los trastornos afectivos .................................. 14

Más factores relevantes que evaluar en los trastornos afectivos ................................... 17

6.2. Los trastornos de ansiedad .................................................................................... 19

6.2.1. Evaluación de los trastornos de ansiedad ........................................................... 19

6.2.2. Evaluación de los trastornos de ansiedad. Instrumentos generales ........................ 20

6.2.3. Evaluación de los trastornos de ansiedad. Instrumentos para trastornos de ansiedad


específicos .............................................................................................................. 22

6.2.4. Otros elementos importantes en los trastornos de ansiedad ................................. 23

Resumen ...................................................................................................................... 24

Mapa de contenidos ....................................................................................................... 25

Recursos bibliográficos ................................................................................................... 26

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UD 6. Evaluación y diagnóstico de trastornos afectivos y de
ansiedad

Esta unidad se centra en la evaluación de los trastornos emocionales (trastornos depresivos y


de ansiedad). Los trastornos emocionales presentan una gran prevalencia y frecuencia. Según
datos de la Organización Mundial de la Salud (en adelante OMS), más de 300 millones de personas
padecen depresión en el mundo.

A pesar de que, en el lenguaje cotidiano, la palabra depresión se usa a menudo para hacer
referencia a la tristeza, al desánimo o a la apatía, esta patología supone un grave problema
cuando se mantiene en el tiempo y la intensidad de los síntomas interfiere de forma significativa
en la vida de la persona.

A lo anterior, hay que añadir el riesgo de suicidio que supone presentar un cuadro depresivo
grave. Según la OMS, el suicidio implica la segunda causa de muerte en personas de 15 a 29
años.

La gravedad de la patología hace necesario realizar un buen proceso de evaluación que permita
identificar los casos y hacer adecuados diagnósticos, de manera que la evaluación de estos sea
exacta. Los errores en los diagnósticos de estos trastornos se traducen en falsos positivos (con
la consecuente instauración de tratamiento farmacológico) y hacen que no se ofrezca tratamiento
en casos que deberían ser atendidos adecuadamente.

La evaluación de la depresión y de la ansiedad requiere que se analice el síndrome en sentido


amplio, lo cual implica la exploración de la tristeza, estado de ánimo bajo, inquietud, tensión,
falta de apetito, alteración en el sueño, problemas para conciliar el sueño, etcétera.

Dicha evaluación se realiza tanto de forma dimensional (cuantificando la gravedad, la


frecuencia, etc.) como categorial (emitiendo un diagnóstico con base en los sistemas de
clasificación internacionales, DSM-5 y CIE-10).

En esta unidad realizaremos una revisión de los trastornos emocionales incluyendo los
trastornos afectivos (sobre todo los trastornos depresivos) y los trastornos de ansiedad.

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6.1. Los trastornos afectivos

6.1.1. El diagnóstico de los trastornos afectivos en el DSM-5. Principales


cambios

Al igual que con otros trastornos, la publicación del DSM-5 (American Psychiatric Association
[APA], 2013) también supuso cambios en relación con los trastornos emocionales.

Nota

Para un estudio más profundo de los criterios diagnósticos de los trastornos emocionales
(trastornos afectivos y trastornos de ansiedad), consulta el manual DSM-5.

En este sentido, respecto a los trastornos afectivos, el manual separa o divide este grupo de
trastornos en dos categorías diferentes:

• Trastornos del espectro bipolar y trastornos relacionados. Incluye trastorno bipolar I,


trastorno bipolar II y trastorno ciclotímico.
• Trastornos depresivos. Incluye trastornos como trastorno de desregulación disruptiva
del estado de ánimo, trastorno de depresión mayor, trastorno depresivo persistente
(distimia) o trastorno disfórico premenstrual.

Esta división permite atender a la diversidad y heterogeneidad que presentan estos trastornos.

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Diferencias

a) En el trastorno de depresión mayor se establecen especificadores como los siguientes:

Especificadores del DSM-5

Especificador de gravedad/curso: leve, moderado, grave.

Especificador con características psicóticas.

Especificador de remisión: remisión parcial, remisión total.

Otros especificadores:

• Con ansiedad.

• Con características mixtas.

• Con características melancólicas.

• Con características atípicas.

• Con características psicóticas congruentes con el estado de ánimo.

• Con características psicóticas no congruentes con el estado de ánimo.

• Con catatonia.

• Con inicio en el periparto.

• Con patrón estacional.

Tabla 1. Especificadores del DSM-5.

Los especificadores más novedosos son: con ansiedad, con características mixtas, con
características psicóticas congruentes con el estado de ánimo y con características no
congruentes con el estado de ánimo.

b) Otro de los cambios está relacionado con el duelo. En el anterior manual, la presencia de
un proceso de duelo en los dos meses anteriores a la presentación de la sintomatología
depresiva excluía el diagnóstico de depresión, sin embargo, en el DSM-5 el duelo no
excluye dicho diagnóstico. Este cambio ha resultado ser uno de los que más polémica ha
suscitado. En este sentido, hay que ser prudentes a la hora de diagnosticar para evitar
etiquetar (y que conlleve consecuencias como, por ejemplo, la prescripción de medicación)
en momentos vitales como el duelo, ya que este presenta muchas diferencias en la forma
de afrontarlo según la persona, la cultura, etcétera.
c) Por su parte, el trastorno depresivo mayor incluye dos elementos nuevos relacionados con
el suicido:
a. Desorden del comportamiento suicida.
b. Autolesión no suicida.

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d) Estos dos elementos permiten una aproximación más exacta a la ideación suicida.

Se incluye un nuevo trastorno, el trastorno de desregulación disruptiva del estado


de ánimo. La inclusión de este trastorno se realiza con la finalidad de diferenciar los casos
en los que la sintomatología del niño era incipiente para el diagnóstico de trastorno bipolar
o aquellos otros en los que la irritabilidad crónica era considerada como una
manifestación de manía y se incluía a estos niños dentro del trastorno bipolar. Es decir,
que incluir este trastorno pretende afinar en el diagnóstico en casos de niños con
irritabilidad crónica, grave y persistente, evitando el sobrediagnóstico de trastorno bipolar.

En cuanto a los trastornos de ansiedad, se separan en categorías diferentes los trastornos


disociativos, el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno por estrés postraumático.

6.1.2. Líneas generales para la evaluación de los trastornos afectivos

Para llevar a cabo una evaluación exhaustiva y completa de los trastornos afectivos debemos
obtener información de una serie de elementos que nos permitan establecer correctamente el
diagnóstico. Además de la identificación de los criterios diagnósticos incluidos en los sistemas
de clasificación (DSM-5/CIE-10), es importante realizar el diagnóstico diferencial (tal y como
se indicó en la Unidad didáctica 2). En este sentido, descartaremos que la sintomatología que
presente la persona se deba a una enfermedad médica, al consumo de sustancias o a la
presencia de otro trastorno mental.

En los trastornos depresivos debemos recopilar información no solamente sobre los síntomas
centrales (tristeza, ánimo decaído), sino también sobre los síntomas concomitantes, de
manera que se identifique si la persona presenta un síndrome en el que están presentes otros
síntomas (falta de apetito, alteración en el sueño, etc.). En este sentido, las áreas de afectación

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que pueden estar alteradas en las personas con depresión se pueden agrupar en las siguientes
categorías (Vázquez, 1990):

Síntomas anímicos o emocionales o afectivos o fisiológicos

Disforia, infelicidad, abatimiento, irritabilidad, tristeza, desamparo, indefensión, culpabilidad.

Síntomas motivacionales

Anhedonia, apatía, indiferencia, abulia.

Síntomas cognitivos

Alteraciones en la atención, memoria, concentración, culpa (atribución de responsabilidad),


alteración en la capacidad para resolver problemas, dificultad para tomar decisiones
(indecisión), ideación suicida, pensamientos automáticos y distorsiones cognitivas, etcétera.

Síntomas físicos o somáticos o de las funciones básicas

Alteraciones en el apetito, el sueño, la sexualidad, dolores.

Síntomas interpersonales

Retraimiento social, falta de interés, evitación de contactos.

Autoestima

Se refiere a emociones y cogniciones respecto a uno mismo y su propia valía. Las personas con
depresión tienen una visión negativa sobre uno mismo (además de sobre el mundo y el futuro,
lo que forma parte de la tríada cognitiva negativa de Beck), además hace una atribución interna
estable y global de los fracasos y los acontecimientos negativos.

A las anteriores áreas, se sumarían las manifestaciones conductuales propias de la depresión,


tales como descuido del aseo personal, llanto, agresividad verbal o física, postura decaída o
consumo de sustancias (por ejemplo, alcohol).

Líneas generales para la evaluación de los trastornos afectivos: áreas que


evaluar
Todas estas áreas deben ser exploradas durante el proceso de evaluación, de manera que se
obtenga una información completa del estado de la persona que permita emitir un diagnóstico y
establecer las pautas adecuadas de intervención y tratamiento.

Es necesario tener en cuenta que, según los objetivos que se planteen en dicho proceso de
evaluación, será necesario obtener información de una serie de elementos:

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Objetivos de la evaluación Áreas que evaluar

Identificación y exploración de síntomas depresivos emocionales,


Exploración de síntomas.
motivacionales, cognitivos, conductuales y somáticos.

¿Se trata de un trastorno depresivo?


Diagnóstico. ¿Se trata de un cuadro provocado por fármacos, sustancias
psicoactivas o por una enfermedad médica?

¿Existen patologías concomitantes? ¿Presenta síntomas


Análisis de la comorbilidad.
característicos de otro trastorno?

Malestar subjetivo.

Relaciones interpersonales.

Consecuencias en el Área sociolaboral.


funcionamiento psicosocial. Ocio y tiempo libre.

Grado de incapacidad.

Nivel de actividad actual de la persona.

Motivo de consulta expresado.

Listado de problemas y análisis descriptivo de estos: intensidad,


frecuencia, duración.

Atribución causal del problema.


Análisis de la demanda.
Locus de control sobre el problema.

Motivación para el cambio.

Soluciones previas intentadas.

Expectativas de cambio.

Duración del problema.

Episodios anteriores y recaídas.


Historia del problema.
Tratamientos previos.

Posibles razones de fracasos/éxitos terapéuticos previos.

Acontecimientos vitales estresantes.


Análisis de factores asociados
al inicio y/o mantenimiento Estímulos estresantes crónicos.
del problema.
Cambios vitales.

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Factores de vulnerabilidad.

Antecedentes próximos y remotos de los problemas psicológicos,


sociales y biológicos.

Estilo de afrontamiento habitual ante los problemas.

Nivel de reactancia o autodeterminación.


Características del paciente y
su contexto, relevantes para Estilo interpersonal. Habilidades sociales.
la comprensión y tratamiento Recursos positivos (aspectos funcionales).
del caso.
Red social y apoyo social percibido.

Habilidades para el procesamiento emocional.

Integración de la información obtenida con modelos


psicopatológicos de la depresión.

Formulación del caso y Análisis funcional ideográfico.


entrevista de devolución. Contraste de la formulación con el paciente mediante devolución
estructurada, resumida y comprensible.

Propuesta de tratamiento.

Evaluación del proceso Consecución de objetivos.


terapéutico.

Dificultades surgidas en el proceso de tratamiento.


Evaluación de la eficacia del
tratamiento. Mantenimiento y generalización de los cambios conseguidos en
terapia.

Tabla 2. Objetivos generales de la evaluación: propuesta sistemática del proceso de evaluación en la depresión. Fuente:
Caballo, 2013.

Tanto en los trastornos afectivos como en los trastornos de ansiedad es importante evaluar si la
persona está tomando medicación psicofarmacológica y los efectos, tanto principales como
secundarios, que provoca en la conducta.

6.1.3. Instrumentos y técnicas de evaluación de los trastornos afectivos

Los instrumentos de evaluación de este grupo de trastornos son variados y permiten recoger
información amplia. Se exponen, sobre todo, aquellos dirigidos a la evaluación de trastornos
depresivos.

Entre los más destacados se encuentran la entrevista personal, los cuestionarios heteroaplicados
y autoaplicados, la observación, la obtención de información a través de familiares, etc. Ahora
bien, a la hora de elegir las pruebas de evaluación, es necesario atender a las hipótesis que el

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profesional formula sobre el caso, por tanto, la evaluación debe centrarse en aquellos elementos
o áreas que han sido considerados como centrales por dicho profesional.

La evaluación siempre debe responder a los objetivos marcados y, según el nivel sobre el que se
pretenda evaluar, serán de mayor utilidad unos instrumentos u otros.

Entrevistas diagnósticas
La entrevista es una de las herramientas de mayor utilidad en la evaluación de los trastornos
afectivos. Independientemente de la modalidad utilizada, permite registrar información esencial
referida a estos trastornos. Es fundamental destacar también que en la evaluación de estos
trastornos se debe recopilar información mediante la entrevista de informantes clave (familia,
amigos, pareja), ya que, dependiendo de la gravedad que presente la persona respecto a su
sintomatología, puede perderse información relevante (por ejemplo, por las alteraciones
cognitivas en la memoria o la falta de motivación).

Entre las entrevistas diagnósticas que podemos utilizar en la evaluación de los trastornos
emocionales nos encontramos las siguientes:

Entrevistas para los trastornos afectivos y la esquizofrenia. SADS (Endicott y Spitzer, 1978)

Descrita en la anterior unidad didáctica.

Entrevista diagnóstica. DIS (Robins et al. 2012)

Entrevista estructurada que permite la exploración de distintas secciones relacionadas con la


psicopatología de la persona (entre las que se encuentran los trastornos afectivos). Se compone
de preguntas cerradas que minimizan la subjetividad del evaluador.

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Entrevista diagnóstica internacional. CIDI Organización Mundial de la Salud (Nelson 1999)

Entrevista estructurada con dos versiones que permiten la exploración de los distintos
trastornos, entre ellos, los afectivos (sección E de la entrevista). Existen dos variantes, una
referida a la vida completa de la persona y otra que se centra en el último año. La última versión
es la CIDI versión 2.1.

Cuestionarios y escalas

Uno de los aspectos destacables respecto a las escalas y cuestionarios es la utilidad que tienen
para la realización de una evaluación dimensional. En muchas ocasiones, la presencia de la
sintomatología de estos trastornos es más que evidente y lo complicado es establecer la gravedad
e intensidad de esta. En este sentido, las escalas y cuestionarios se convierten en los instrumentos
de evaluación de mayor interés.

1. Sintomatología depresiva

Inventario de depresión de Beck. BDI (Beck et al., 1961), BDI-II (Beck et al., 1996)

Viaja

En el siguiente enlace podréis acceder al BDI:

http://www.depresion.psicomag.com/test_beck.php

Se trata del instrumento más utilizado para la evaluación de la depresión y su gravedad. Se


compone de ítems que evalúan los síntomas más característicos y de mayor frecuencia en las
personas con depresión. Se aplica a partir de los 13 años y es una prueba sencilla y de fácil
aplicación. La evaluación del BDI gira en torno a lo siguiente:

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• Ánimo.
• Pesimismo.
• Sensación de fracaso.
• Insatisfacción.
• Culpa.
• Castigo.
• Decepción.
• Autocrítica.
• Ideas suicidas.
• Llanto.
• Irritabilidad.
• Interés.
• Toma de decisiones.
• Aspecto físico.
• Capacidad de trabajo.
• Sueño.
• Cansancio.
• Apetito.

Se considera grave la puntuación a partir de 30 y moderada a partir de 17.

Escala de evaluación de Hamilton para la depresión. HDRS (Hamilton, 1960)

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En el siguiente enlace podréis acceder a la HDRS:

http://www.meiga.info/escalas/depresion-escala-hamilton.pdf

Permite evaluar la gravedad de los síntomas en personas diagnosticadas de depresión. Presenta


diecisiete ítems en una versión reducida que evalúa las siguientes dimensiones:

1. Humor depresivo.
2. Sentimiento de culpa.
3. Suicidio.
4. Insomnio precoz.
5. Insomnio intermedio.
6. Insomnio tardío.
7. Trabajo y actividades.
8. Inhibición psicomotora.
9. Agitación psicomotora.
10. Ansiedad psíquica.
11. Ansiedad somática.

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12. Síntomas somáticos gastrointestinales.
13. Síntomas somáticos generales.
14. Síntomas genitales.
15. Hipocondría.
16. Pérdida de peso.
17. Introspección.

Permite obtener una puntuación global en relación con la gravedad y otra relacionada con la
melancolía, la ansiedad y el sueño.

A partir de 23 puntos se considera muy grave, grave a partir de 19 y moderada a partir de 14.

Escala autoaplicada de depresión de Zung. ZSDS (Zung, 1965)

Viaja

En el siguiente enlace podréis acceder a la ZSDS:

http://www.mentalhealthministries.net/resources/flyers/zung_scale/zung_scale_sp.pdf

Esta escala deriva de la HDRS y se compone de enunciados relacionados con la depresión,


formulados de forma positiva y negativa (del total de veinte enunciados, diez se formulan en
términos positivos y diez en términos negativos). Presentan un gran peso la sintomatología
somática y la cognitivo-conductual. Al responder, la persona indica la frecuencia con la que se
presentan los síntomas (nunca o casi nunca, a veces, con bastante frecuencia, siempre o casi
siempre). Es una escala heteroaplicada y su duración es breve (entre 10-15 minutos).

Escala de depresión del centro de estudios epidemiológicos. CES-D (Radloff, 1977)

Se trata de una escala autoaplicada que evalúa la sintomatología depresiva en la última


semana. Los veinte ítems de evaluación se agrupan en torno a las siguientes dimensiones:

• Humor depresivo.
• Sentimientos de culpa e infravaloración.
• Enlentecimiento psicomotor.
• Pérdida de apetito.
• Trastornos del sueño.

Escala de evaluación de la depresión de Montgomery y Asberg. MADRS (Montgomery y Asberg,


1979)

Evalúa la presencia y la gravedad de la depresión a través de diez ítems:

• Tristeza aparente.
• Tristeza referida.

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• Tensión interna.
• Disminución del sueño.
• Disminución del apetito.
• Dificultades de concentración.
• Laxitud.
• Incapacidad para sentir.
• Pensamientos pesimistas.
• Pensamientos suicidas.

Para cada ítem la puntuación máxima es de 6. La puntuación global se sitúa entre 0 y 60


puntos, considerándose grave a partir de 35 y moderada a partir de 20.

Cuestionarios y escalas (II)


2. Sintomatología maniaca

En el trastorno bipolar hay que aplicar cuestionarios de depresión en la fase depresiva y de manía
para la fase maniaca. Los cuestionarios para la fase de manía son los siguientes:

Escala para la valoración de la manía administrada por el clínico, CARS-M (Clinician


Administered Rating Scale for Mania). Versión castellana de Livianos, 1999.

Catorce ítems que se responden en una escala Likert de 5 puntos. Evalúa la intensidad de
sintomatología en dos subescalas: manía y psicótica. Excluye la sintomatología ansiosa y
depresiva.

Cuestionario de trastornos afectivos, MDQ (Mood Disorder Questionnaire). Hirschfeld et al.,


2000

Instrumento de cribado para el trastorno bipolar 1. Consta de trece ítems sobre sintomatología
con escala dicotómica y dos ítems generales.

Escala para la evaluación de la manía. Adaptación española de Bobes et al., 2004

Escala heteroaplicada de once ítems con escala Likert.

Escala de Young para la evaluación de la manía, YMRS (Young Mania Rating Scale). Adaptación
española de Colom et al., 2002

Once ítems que evalúan la sintomatología maniaca relativa a la última semana. Heteroaplicada.

6.1.4. Factores relevantes que evaluar en los trastornos afectivos

La evaluación de los trastornos afectivos debe contemplar otras áreas que juegan un papel
crucial tanto en el inicio como en el mantenimiento de estos.

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Estas áreas o factores deberán ser considerados en cada caso en relación con el significado que
adquieren en la historia personal del paciente y deberán incluirse en la planificación del
tratamiento y prevención de recaídas (Caballo, 2013). Destacan los siguientes:

• Identidad depresiva (Caballo, 2013).

En la evaluación de la depresión es importante identificar si existe algún tipo de beneficio


secundario de la enfermedad que está manteniéndola. Es esencial, a su vez, identificar el papel
que esta juega en la percepción que tiene la persona de sí misma, es decir, si la persona lo
considera un estado que pasará y que es puntual, o se percibe a sí misma como persona deprimida
con un cariz más estable e interno.

Nota

Además de lo anterior, es fundamental indagar sobre el autoconcepto, el nivel de


autoexigencia y perfeccionismo, así como en factores externos significativos de carácter
negativo que haya pasado o esté pasando la persona.

• Factores externos significativos

Muchas personas que sufren maltrato en cualquiera de sus manifestaciones (intrafamiliar,


filioparental, violencia de género, etc.) presentan, a menudo, sintomatología que podría ser
diagnosticada de depresión. Así, estas personas se presentan con bajo ánimo, desmoralizadas,
tienen problemas para dormir o manifestaciones somáticas, entre otros síntomas. Es preciso
atender siempre a los factores contextuales que pueden estar influyendo en la salud mental
que presenta el consultante.

Estilo atribucional

Un estilo atribucional interno, global y estable ante sucesos negativos se ha considerado un


importante predictor de reacciones depresivas ante situaciones estresantes (Vázquez et al.,
2001; citado en Caballo, 2013). En la evaluación de los trastornos depresivos se debe recopilar
información sobre el estilo atribucional, tanto en relación con las causas de los sucesos como
en relación con los pensamientos relacionados con las consecuencias de estos. La entrevista es
la herramienta más útil para obtener este tipo de información.

Manejo emocional

La forma en la que la persona maneja sus emociones debe ser un elemento de evaluación en
este grupo de trastornos. En este sentido, se debe indagar tanto en relación con las emociones
negativas como con las positivas, dada la incapacidad que presentan estas personas para
disfrutar y experimentar experiencias agradables (unido al sesgo cognitivo que interfiere
directamente en la correcta interpretación de situaciones positivas). Cuando se evalúan las
emociones, se debe estar seguro de que la persona es capaz de expresar exactamente cómo

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se siente sin confundir emociones tanto básicas como complejas (enfado, odio, vergüenza,
etc.). A su vez, es especialmente importante conocer la estrategia de afrontamiento o
reacción de la persona ante estas emociones y las estrategias de regulación emocional
(evitación, negación, control, reevaluación, aceptación, etcétera).

Habilidades sociales (HH. SS.)

Nota

En la evaluación de las habilidades sociales deben ser tenidos en cuenta tanto los aspectos
cognitivos como los conductuales, así como los elementos verbales y no verbales que las
caracterizan.

La forma que la persona tiene de relacionarse con los demás es un elemento clave en el
abordaje de los trastornos afectivos, máxime si tenemos en cuenta que el apoyo social es
fundamental en el tratamiento de este tipo de trastornos. En ocasiones, la evaluación de las
habilidades sociales puede presentar sesgos derivados del estado de la persona en el momento
de la consulta. Es importante realizar una buena evaluación relacionada con la capacidad para
afrontar las críticas, recibir halagos, formular una queja, etc. El nivel de asertividad de la
persona es esencial en la evaluación de las habilidades sociales, ya que, en ocasiones, estilos
pasivos y sumisos se relacionan con determinados cuadros psicopatológicos. Algunas
investigaciones sitúan a las personas con estilos dependientes en mayor riesgo de desarrollar
sintomatología depresiva ante una situación estresante (Lakey y Thomson, 1994; citado en
Caballo, 2013).

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Más factores relevantes que evaluar en los trastornos afectivos
La evaluación de las habilidades sociales puede hacerse mediante entrevista o instrumentos de
evaluación (escalas e inventarios) que permiten evaluar y medir distintos grupos de dificultades:

a. Medidas de la habilidad social: suelen ser instrumentos que registran la frecuencia con
la que se lleva a cabo la conducta social, el grado de malestar, etcétera.
b. Medidas de las cogniciones: evalúan el grado de miedo a las evaluaciones de otras
personas y la frecuencia de autoverbalizaciones tanto negativas como positivas. Entre los
elementos cognitivos de evaluación de las habilidades sociales destacan los siguientes:

Elementos cognitivos en la evaluación de las habilidades sociales

• Conocimiento de la conducta habilidosa inapropiada.


• Conocimiento de las costumbres sociales.
• Conocimiento de las diferentes señales de respuesta.
• Saber ponerse en el lugar de otra persona.
• Capacidad de solución de problemas.
• Percepción social o interpersonal adecuada.
• Estereotipos inadecuados.
• Creencias poco racionales.
• Expectativas de autoeficacia.
• Expectativas positivas sobre las posibles consecuencias de la conducta.
• Sentimientos de indefensión o desamparo.
• Autoinstrucciones adecuadas.
• Autoobservación apropiada.
• Autoevaluaciones manifiestamente negativas de la actuación social.
• Fracaso para discriminar las acciones apropiadas y eficaces de las no eficaces.
• Patrones patológicos de atribución y fracaso social.
• Autoverbalizaciones negativas.
• Patrones de actuación excesivamente elevados.
• Falta de autoestima.
• Esquemas desadaptativos sobre otras personas y sobre uno mismo.
• Atribuciones internas del funcionamiento social inadecuado.

Tabla 3. Algunos de los principales elementos cognitivos considerados en la evaluación y entrenamiento de las
habilidades sociales. Fuente: Caballo, 2013.

Entre las escalas de evaluación de las habilidades sociales podemos señalar las siguientes:

Inventario de asertividad de Rathus. RAS (Rathus, 1973)

Está compuesto por treinta ítems y las puntuaciones altas en este inventario permiten situar a
la persona en relación con sus habilidades sociales (puntuaciones positivas altas señalan buenas
habilidades sociales y negativas altas, al contrario).

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Inventario de aserción. AI (Gambrill y Richey, 1975)

Recoge información sobre lo siguiente:

• Grado de malestar en situaciones sociales.


• Probabilidad de que la persona realice una conducta asertiva concreta.
• Situaciones en las que a la persona le gustaría ser asertiva.

Consta de cuarenta ítems relacionados con las peticiones, expresión de limitaciones, comienzo
de contactos sociales, expresión de sentimientos positivos, capacidad para recibir críticas,
expresión de desacuerdos, aserción en situaciones de servicio y de dar feedback negativo.

Escala multidimensional de expresión social, parte cognitiva. EMES-C (Caballo, 1987)

Evalúa la frecuencia con la que se presentan cogniciones negativas en relación con los distintos
niveles de las habilidades sociales.

Escala multidimensional de expresión social, parte motora. EMES-M (Caballo, 1987)

Evalúa los siguientes doce factores (Caballo, 1993; citado en Caballo, 2013):

• Hablar en público/enfrentarse a superiores.


• Defensa de los derechos del consumidor.
• Expresión de molestia, desagrado, enfado.
• Expresión de sentimientos positivos hacia el sexo opuesto.
• Expresión de molestia y enfado hacia familiares.
• Rechazo de peticiones provenientes del sexo opuesto.
• Aceptación de cumplidos.
• Tomar la iniciativa en las relaciones con el sexo opuesto.
• Hacer cumplidos.
• Preocupación por los sentimientos de los demás.
• Expresión de cariño hacia los padres.

Test de autoverbalizaciones asertivas. ASST (Schwartz y Gottman, 1976)

Diseñado para evaluar las autoverbalizaciones asertivas tras la realización de ensayos


conductuales o role playing de situaciones sociales en las que se produce un rechazo.

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6.2. Los trastornos de ansiedad

6.2.1. Evaluación de los trastornos de ansiedad

Nota

Para un mayor estudio de los criterios diagnósticos de los trastornos de ansiedad, consulta el
DSM-5 y la CIE-10.

Los trastornos de ansiedad son uno de los motivos de consulta más frecuentes en psicología
clínica. Existen datos que afirman que una de cada cinco personas padecerá una crisis de ansiedad
en su vida.

Sabías que:

La ansiedad es algo que se siente desde bebés, y la respuesta que se ofrezca desde el entorno
afecta al desarrollo cerebral. Se incluye un artículo para la reflexión.

Los problemas de ansiedad pueden llegar a interferir notablemente en la vida de la persona y,


en algunos casos, pueden llegar a cronificarse, sin olvidar la alta comorbilidad que este grupo
de trastornos presenta con los trastornos depresivos o los trastornos del espectro de la
esquizofrenia (entre otros), por lo que una adecuada evaluación e intervención son esenciales
para minimizar el impacto de los trastornos de ansiedad.

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Los principales trastornos que se incluyen dentro de este grupo son la fobia específica, la
ansiedad social, el trastorno de pánico y el trastorno de ansiedad generalizada.

La publicación del DSM-5 (APA, 2013) ha incluido algunos cambios en este grupo de trastornos
como los siguientes:

• El trastorno de ansiedad por separación y el mutismo selectivo han pasado a formar


parte de estos trastornos (en la anterior edición formaban parte del grupo de trastornos
de inicio habitual en la infancia y la adolescencia).
• Se han excluido de este grupo el trastorno de estrés postraumático, el trastorno
obsesivo-compulsivo y los trastornos disociativos, que actualmente tienen capítulos
propios cada uno de ellos respectivamente.

Los trastornos de ansiedad representan un grupo amplio y con unas características y


manifestaciones específicas, por lo que establecer un buen diagnóstico diferencial es fundamental.
Identificar el foco del miedo permite afinar en su diagnóstico.

Tal y como se ha mencionado en relación con la evaluación de los trastornos depresivos, la


evaluación de los trastornos de ansiedad también implica varios niveles:

• Evaluación categorial.
• Evaluación dimensional.

En la evaluación dimensional de los trastornos de ansiedad juega un papel muy importante el


análisis funcional. Es fundamental realizar una evaluación y descripción topográfica detallada de
los trastornos de ansiedad, teniendo en cuenta el triple sistema de respuesta:

• Respuesta motora.
• Respuesta fisiológica.
• Respuesta cognitiva.

A su vez, se deberán determinar las consecuencias que mantienen el trastorno y los estímulos
antecedentes que inducen las respuestas.

Además de la entrevista, los autorregistros y la observación son muy utilizados en la evaluación


de los trastornos de ansiedad.

6.2.2. Evaluación de los trastornos de ansiedad. Instrumentos generales

Existen distintas escalas de evaluación de la ansiedad, tanto de manera general como


instrumentos específicos según el tipo de trastorno.

Entre las escalas generales de evaluación de la ansiedad se encuentran las siguientes:

Escala de ansiedad estado/rasgo. STAI (Spielberger et al., 1982)

Permite evaluar el nivel de ansiedad presente en la persona, así como la tendencia de respuesta
ante el estrés. Consta de cuarenta ítems, de los cuales algunos evalúan el estado de la persona
en el momento de la evaluación (ansiedad estado) y otros evalúan el rasgo o la forma en la
que normalmente la persona se siente.

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Escala de valoración de la ansiedad de Hamilton. HAS (Hamilton, 1959)

Viaja

En el siguiente enlace tenéis acceso a la escala HAS.

Se trata de una escala que logra evaluar el nivel de ansiedad de la persona a través de síntomas
de ansiedad y de la observación de cómo se comporta durante la entrevista. Permite obtener
una puntuación de ansiedad psíquica y de ansiedad somática.

Inventario de ansiedad de Beck. BAI (Beck et al., 1988)

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En el siguiente enlace tenéis acceso al inventario BAI.

Este instrumento se desarrolló para afinar en el diagnóstico diferencial entre ansiedad y


depresión. Incluye síntomas emocionales, cognitivos y fisiológicos. Es una prueba de fácil
aplicación. Consta de veintiún ítems referidos a los síntomas presentes en la persona durante
la semana previa a la aplicación de la prueba.

Inventario de situaciones y respuestas de ansiedad. ISRA (Miguel-Tobal y Cano-Vindel, 1986)

Recuerda

La evaluación de los trastornos emocionales se puede realizar mediante entrevistas,


autorregistros, observación, cuestionarios o escalas. El evaluador deberá decidir los
instrumentos que utilizar según sus objetivos, las áreas que explorar y las características
de la persona.

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Esta prueba permite la evaluación del triple sistema de respuesta ante distintas situaciones y
ofrece información sobre el estilo de reacción individual. Se compone de distintos factores
referidos a lo siguiente:

• Situaciones en las que la persona pueda ser evaluada.


• Situaciones de carácter sexual y de interacción social.
• Situaciones de carácter fóbico.

Se trata de un instrumento de aplicación larga, ya que se compone de doscientos veinticinco


ítems.

6.2.3. Evaluación de los trastornos de ansiedad. Instrumentos para trastornos


de ansiedad específicos

En relación con las escalas específicas según el tipo de trastornos, podemos mencionar algunos
ejemplos como los siguientes:

• Evaluación de la fobia social

Escala breve de fobia social. BSBP (Davidson et al., 1997)

Permite evaluar el miedo y las conductas de evitación ante situaciones sociales y la intensidad
de la respuesta fisiológica a través de once ítems. Se trata de una prueba rápida y de fácil
aplicación.

Escala de ansiedad ante la interacción social. SIAS (Mattick y Clarke, 1998)

Permite evaluar el miedo ante situaciones de interacción social habituales a través de


diecinueve ítems. Es útil para evaluar también la agorafobia o el trastorno de pánico.

Escala de evitación y malestar social. SAD (Bobes, 1999)

Realiza una evaluación del nivel de ansiedad que la persona experimenta en situaciones sociales
y la evitación de estas. Consta de veintiocho ítems, de los cuales unos se centran en la evitación
(componente conductual) y otros en la ansiedad que la persona experimenta.

• Evaluación de la fobia específica

Cuestionario de miedos. FQ (Mark y Mathews, 1979)

Permite realizar una evaluación de la fobia a la sangre/inyecciones, la agorafobia y la fobia


social. A través de veinticuatro ítems ofrece puntuación de escala de fobia total, escala de
depresión-ansiedad y un índice de malestar fóbico.

Cuestionario de temores. FSS-III (Wolpe y Lang, 1986)

Permite evaluar el miedo ante diversos estímulos como animales, interacciones sociales,
enfermedad, muerte, etc., a través de setenta y dos ítems.

22
• Evaluación de la agorafobia y del trastorno de pánico

Escala de severidad del trastorno de pánico. PDSS (Shear et al., 1997)

Permite evaluar la gravedad del trastorno de pánico con o sin agorafobia. Consta de los
siguientes ítems:

• Frecuencia de los ataques.


• Angustia que provocan los ataques.
• Ansiedad anticipatoria.
• Miedo agorafóbico y evitación.
• Miedo y evitación de situaciones parecidas a las que desencadenan el ataque.
• Interferencia en el ámbito laboral.
• Interferencia en el ámbito social.

Inventario de agorafobia. IA (Echeburúa et al., 1992)

A través de sesenta y nueve ítems evalúa el triple sistema de respuesta de personas con
agorafobia en distintas situaciones, en soledad, con compañía y la variabilidad individual.

6.2.4. Otros elementos importantes en los trastornos de ansiedad

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En el siguiente enlace podréis consultar un artículo que amplía información sobre ello.

En la evaluación de los trastornos de ansiedad es importante recordar las fases del estrés
recogidas en el síndrome general de adaptación: reacción de alarma, estado de resistencia y
estado de agotamiento. En la fase de agotamiento es cuando ocurren las principales
manifestaciones de patología psicosomática, entre ellas la ansiedad. Por ello, es preciso recoger
en una historia clínica amplia las vivencias (incluso a medio y largo plazo) que las personas han
podido tener previamente a la solicitud de ayuda.

23
Resumen

En los denominados trastornos emocionales se pueden incluir los siguientes:

• Trastornos afectivos.
• Trastornos de ansiedad.

La evaluación de estos grupos de trastornos debe hacerse de forma exhaustiva, dada su gran
variabilidad, el alto índice de comorbilidad que presentan, su prevalencia, etcétera.

El DSM-5 ha supuesto cambios en relación con los trastornos afectivos y los trastornos de
ansiedad que afectan a su diagnóstico.

La evaluación debe basarse en dos niveles, para cada uno de los cuales se usarán métodos o
instrumentos de evaluación concretos:

• Evaluación categorial: la entrevista supone la herramienta básica en este nivel.


• Evaluación dimensional: permite una evaluación del nivel de gravedad o intensidad de
los síntomas, por lo que las escalas y cuestionarios suponen las herramientas elementales
en este nivel.

Existen diferentes cuestionarios de evaluación tanto para los trastornos depresivos y otras áreas
de interés respecto a estos como para los bipolares y los trastornos de ansiedad. Es preciso
recoger en la evaluación si los consultantes están tomando medicación psicofarmacológica, dados
los efectos que pueden provocar en la conducta.

El clínico o psicólogo sanitario deberá decidir el instrumento de evaluación que utilizará en estos
casos basándose en diferentes criterios; los objetivos que persiga o las características de la
persona que vaya a evaluar.

Es preciso valorar la historia de vida de los consultantes para conocer posibles eventos que
hayan dado lugar a situaciones de falta de recursos, apoyo… y, en consecuencia, sentimientos de
depresión o ansiedad.

La fase de agotamiento (tercera fase) del síndrome general de adaptación lleva asociadas
patologías psicosomáticas como sintomatología que se abordan en esta unidad. Es preciso recoger
de forma detallada aquellos acontecimientos vitales que las personas han ido experimentando,
incluso hace años.

Asimismo, prestar especial atención al contexto en el que las personas se desenvuelven puede
ofrecer información importante sobre si están en situaciones complicadas en las que los síntomas
ansiosos y depresivos sean adaptativos. Por ejemplo, pueden estar experimentando situaciones
de maltrato.

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Mapa de contenidos

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Recursos bibliográficos

Bibliografía básica

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