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Psicodiagnóstico
2. Resumen .................................................................................................................. 25
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UD 5. Evaluación y diagnóstico de diferentes trastornos (II)
A pesar de que, en el lenguaje cotidiano, la palabra depresión se usa a menudo para hacer
referencia a la tristeza, al desánimo o a la apatía, esta patología supone un grave problema
cuando se mantiene en el tiempo y la intensidad de los síntomas interfiere de forma significativa
en la vida de la persona.
A lo anterior, hay que añadir el riesgo de suicidio que supone presentar un cuadro depresivo
grave. Según la OMS, el suicidio supone la segunda causa de muerte en personas de 15 a 29
años.
La gravedad de la patología hace necesario realizar un buen proceso de evaluación que permita
identificar los casos y realizar adecuados diagnósticos, de manera que la evaluación de estos sea
exacta. Los errores en los diagnósticos de estos trastornos se traducen en falsos positivos (con
la consecuente instauración de tratamiento farmacológico) y hacen que no se ofrezca tratamiento
en casos que deberían ser atendidos adecuadamente.
En esta unidad realizaremos una revisión de los trastornos emocionales incluyendo los trastornos
afectivos (sobre todo los trastornos depresivos) y los trastornos de ansiedad.
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1. Desarrollo del contenido
Al igual que con otros trastornos, la publicación del DSM-5 (American Psychiatric Association
[APA], 2013) también supuso cambios en relación con los trastornos emocionales.
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Nota
Para un estudio más profundo de los criterios diagnósticos de los trastornos emocionales
(trastornos afectivos y trastornos de ansiedad), consulta el manual DSM-5.
En este sentido, respecto a los trastornos afectivos, el manual separa o divide este grupo de
trastornos en dos:
Esta división permite atender a la diversidad y heterogeneidad que presentan estos trastornos.
Se diferencian:
Otros especificadores:
• Con ansiedad.
• Con características mixtas.
• Con características melancólicas.
• Con características atípicas.
• Con características psicóticas congruentes con el estado de ánimo.
• Con características psicóticas no congruentes con el estado de ánimo.
• Con catatonia.
• Con inicio en el periparto.
• Con patrón estacional.
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Los especificadores más novedosos son con ansiedad, con características mixtas, con
características psicóticas congruentes con el estado de ánimo y con características no
congruentes con el estado de ánimo.
b) Otro de los cambios está relacionado con el duelo. En el anterior manual, la presencia de
un proceso de duelo en los dos meses anteriores a la presentación de la sintomatología
depresiva excluía el diagnóstico de depresión, sin embargo, en el DSM-5 el duelo no
excluye dicho diagnóstico. Este cambio ha resultado ser uno de los que más polémica ha
suscitado. En este sentido, hay que ser prudentes a la hora de diagnosticar para evitar
etiquetar (y que conlleve consecuencias como, por ejemplo, la prescripción de medicación)
en momentos vitales como el duelo, ya que este presenta muchas diferencias en la forma
de afrontarlo según la persona, la cultura, etcétera.
c) Por su parte, el trastorno depresivo mayor incluye dos elementos nuevos relacionados con
el suicido:
a. Desorden del comportamiento suicida.
b. Autolesión no suicida.
d) Estos dos elementos permiten una aproximación más exacta a la ideación suicida.
Para llevar a cabo una evaluación exhaustiva y completa de los trastornos afectivos debemos
obtener información de una serie de elementos que nos permitan establecer correctamente el
diagnóstico. Además de la identificación de los criterios diagnósticos incluidos en los sistemas de
clasificación (DSM-5/CIE-10), es importante realizar el diagnóstico diferencial (tal y como se
indicó en la Unidad didáctica 2). En este sentido, descartaremos que la sintomatología que
presente la persona se deba a una enfermedad médica, al consumo de sustancias o a la presencia
de otro trastorno mental.
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En los trastornos depresivos debemos recopilar información no solamente sobre los síntomas
centrales (tristeza, ánimo decaído), sino también sobre los síntomas concomitantes, de manera
que se identifique si la persona presenta un síndrome en el que están presentes otros síntomas
(falta de apetito, alteración en el sueño, etc.). En este sentido, las áreas de afectación que pueden
estar alteradas en las personas con depresión se pueden agrupar en las siguientes categorías
(Vázquez, 1990):
Síntomas anímicos
Síntomas motivacionales
Síntomas cognitivos
Síntomas físicos
Síntomas interpersonales
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Líneas generales para la evaluación de los trastornos afectivos (II)
Todas estas áreas deben ser exploradas durante el proceso de evaluación, de manera que se
obtenga una información completa del estado de la persona que permita emitir un diagnóstico y
establecer las pautas adecuadas de intervención y tratamiento.
Es necesario tener en cuenta que, según los objetivos que se planteen en dicho proceso de
evaluación, será necesario obtener información de una serie de elementos:
Área sociolaboral.
Grado de incapacidad.
Expectativas de cambio.
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Historia del problema. Duración del problema.
Tratamientos previos.
Factores de vulnerabilidad.
Propuesta de tratamiento.
Tabla 2. Objetivos generales de la evaluación: propuesta sistemática del proceso de evaluación en la depresión. Fuente:
Caballo, 2013.
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Tanto en los trastornos afectivos como en los trastornos de ansiedad es importante evaluar si la
persona está tomando medicación psicofarmacológica y los efectos, tanto principales como
secundarios, que provoca en la conducta.
Los instrumentos de evaluación de este grupo de trastornos son variados y permiten recoger
información amplia. Se exponen, sobre todo, aquellos dirigidos a la evaluación de trastornos
depresivos.
Entre los más destacados se encuentra la entrevista personal, los cuestionarios heteroaplicados
y autoaplicados, la observación, la obtención de información a través de familiares, etc. Ahora
bien, a la hora de elegir las pruebas de evaluación, es necesario atender a las hipótesis que el
profesional formula sobre el caso, por tanto, la evaluación debe centrarse en aquellos elementos
o áreas que han sido considerados como centrales por dicho profesional.
La evaluación siempre debe responder a los objetivos marcados y, según el nivel sobre el que se
pretenda evaluar, serán de mayor utilidad unos instrumentos u otros.
A. Entrevistas diagnósticas
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Entre las entrevistas diagnósticas que podemos utilizar en la evaluación de los trastornos
emocionales nos encontramos:
Entrevista estructurada con dos versiones que permiten la exploración de los distintos
trastornos, entre ellos, los afectivos (sección E de la entrevista). Existen dos variantes, una
referida a la vida completa de la persona y otra que se centra en el último año. La última versión
es la CIDI versión 2.1.
B. Cuestionarios y escalas
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Uno de los aspectos destacables respecto a las escalas y cuestionarios es la utilidad que tienen
para la realización de una evaluación a nivel dimensional. En muchas ocasiones, la presencia de
la sintomatología de estos trastornos es más que evidente y lo complicado es establecer la
gravedad e intensidad de esta. En este sentido, las escalas y cuestionarios se convierten en los
instrumentos de evaluación de mayor interés.
1. Sintomatología depresiva
Inventario de depresión de Beck. BDI (Beck et al., 1961), BDI-II (Beck et al., 1996)
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• Ánimo.
• Pesimismo.
• Sensación de fracaso.
• Insatisfacción.
• Culpa.
• Castigo.
• Decepción.
• Autocrítica.
• Ideas suicidas.
• Llanto.
• Irritabilidad.
• Interés.
• Toma de decisiones.
• Aspecto físico.
• Capacidad de trabajo.
• Sueño.
• Cansancio.
• Apetito.
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Escala de evaluación de Hamilton para la depresión. HDRS (Hamilton, 1960 y 1967)
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1. Humor depresivo.
2. Sentimiento de culpa.
3. Suicidio.
4. Insomnio precoz.
5. Insomnio intermedio.
6. Insomnio tardío.
7. Trabajo y actividades.
8. Inhibición psicomotora.
9. Agitación psicomotora.
10. Ansiedad psíquica.
11. Ansiedad somática.
12. Síntomas somáticos gastrointestinales.
13. Síntomas somáticos generales.
14. Síntomas genitales.
15. Hipocondría.
16. Pérdida de peso.
17. Introspección.
Permite obtener una puntuación global en relación con la gravedad y otra relacionada con la
melancolía, la ansiedad y el sueño.
A partir de 23 puntos se considera muy grave, grave a partir de 19 y moderada a partir de 14.
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Escala autoaplicada de depresión de Zung. ZSDS (Zung, 1965)
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http://www.mentalhealthministries.net/resources/flyers/zung_scale/zung_scale_sp.pdf
• Humor depresivo.
• Enlentecimiento psicomotor.
• Pérdida de apetito.
• Tristeza aparente.
• Tristeza referida.
• Tensión interna.
• Disminución del sueño.
• Disminución del apetito.
• Dificultades de concentración.
• Laxitud.
• Incapacidad para sentir.
• Pensamientos pesimistas.
• Pensamientos suicidas.
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Para cada ítem la puntuación máxima es de 6. La puntuación global se sitúa entre 0 y 60
puntos, considerándose grave a partir de 35 y moderada a partir de 20.
2. Sintomatología maniaca
En el trastorno bipolar hay que aplicar cuestionarios de depresión en la fase depresiva y de manía
para la fase maníaca. Los cuestionarios para la fase de manía son:
Escala para la valoración de la manía administrada por el clínico, CARS-M (Clinician Administered
Rating Scale for Mania). Versión castellana de Livianos, 1999.
Catorce ítems que se responden en una escala Likert 5 puntos. Evalúa la intensidad de
sintomatología en dos subescalas: manía y psicótica. Excluye la sintomatología ansiosa y
depresiva.
Instrumento de cribado para el trastorno bipolar 1. Consta de trece ítems sobre sintomatología
con escala dicotómica y dos ítems generales.
Escala de Young para la evaluación de la manía, YMRS (Young Mania Rating Scale).
Adaptación española de Colom et al., 2002
Once ítems que evalúan la sintomatología maniaca relativa a la última semana. Heteroaplicada.
La evaluación de los trastornos afectivos debe contemplar otras áreas que juegan un papel
crucial tanto en el inicio como en el mantenimiento de estos.
Estas áreas o factores deberán ser considerados en cada caso en relación con el significado que
adquieren en la historia personal del paciente e incluirlos en la planificación del tratamiento y
prevención de recaídas (Caballo, 2013). Destacan:
• Estilo atribucional: un estilo atribucional interno, global y estable ante sucesos negativos
se ha considerado un importante predictor de reacciones depresivas ante situaciones
estresantes (Vázquez et al., 2001; citado en Caballo, 2013). En la evaluación de los
trastornos depresivos se debe recopilar información sobre el estilo atribucional, tanto en
relación con las causas de los sucesos como en relación con los pensamientos relacionados
con las consecuencias de estos. La entrevista es la herramienta más útil para obtener este
tipo de información.
• Manejo emocional: la forma en la que la persona maneja sus emociones debe ser un
elemento de evaluación en este grupo de trastornos. En este sentido, se debe indagar
tanto en relación con las emociones negativas como las positivas, dada la incapacidad que
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presentan estas personas para disfrutar y experimentar experiencias agradables (unido al
sesgo cognitivo que interfiere directamente en la correcta interpretación de situaciones
positivas). Cuando se evalúan las emociones, se debe estar seguro de que la persona es
capaz de expresar exactamente cómo se siente sin confundir emociones tanto básicas
como complejas (enfado, odio, vergüenza, etc.). A su vez, es especialmente importante
conocer la estrategia de afrontamiento o reacción de la persona ante estas emociones y
las estrategias de regulación emocional (evitación, negación, control, reevaluación,
aceptación, etcétera).
• Habilidades sociales (HHSS): la forma que la persona tiene de relacionarse con los
demás es un elemento clave en el abordaje de los trastornos afectivos, máxime si tenemos
en cuenta que el apoyo social es fundamental en el tratamiento de este tipo de trastornos.
En ocasiones, la evaluación de las habilidades sociales puede presentar sesgos derivados
del estado de la persona en el momento de la consulta. Es importante realizar una buena
evaluación relacionada con la capacidad para afrontar las críticas, recibir halagos, formular
una queja, etc. El nivel de asertividad de la persona es esencial en la evaluación de las
habilidades sociales, ya que, en ocasiones, estilos pasivos y sumisos se relacionan con
determinados cuadros psicopatológicos. Algunas investigaciones sitúan a las personas con
estilos dependientes en mayor riesgo de desarrollar sintomatología depresiva ante una
situación estresante (Lakey, Thomson Ross, 1994; citado en Caballo, 2013).
Nota
En la evaluación de las habilidades sociales deben ser tenidos en cuenta tanto los aspectos
cognitivos como los conductuales, así como los elementos verbales y no verbales que las
caracterizan.
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La evaluación de las habilidades sociales puede hacerse mediante entrevista o instrumentos de
evaluación (escalas e inventarios) que permiten evaluar y medir distintos grupos de dificultades:
a) Medidas de la habilidad social: suelen ser instrumentos que registran la frecuencia con
la que se lleva a cabo la conducta social, el grado de malestar, etcétera.
b) Medidas de las cogniciones: evalúan el grado de miedo a las evaluaciones de otras
personas y la frecuencia de autoverbalizaciones tanto negativas como positivas. Entre los
elementos cognitivos de evaluación de las habilidades sociales destacan:
Tabla 3. Algunos de los principales elementos cognitivos considerados en la evaluación y entrenamiento de las
habilidades sociales. Fuente: Caballo, 2013.
Está compuesto por treinta ítems y las puntuaciones altas en este inventario permiten situar a
la persona en relación con sus habilidades sociales (puntuaciones positivas altas señalan buenas
habilidades sociales y negativas altas, al contrario).
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Inventario de aserción. AI (Gambrill y Richely, 1975)
Consta de cuarenta ítems relacionados con las peticiones, expresión de limitaciones, comienzo
de contactos sociales, expresión de sentimientos positivos, capacidad para recibir críticas,
expresión de desacuerdos, aserción en situaciones de servicio y de dar feedback negativo.
Evalúa la frecuencia con la que se presentan cogniciones negativas en relación con los distintos
niveles de las habilidades sociales.
Evalúa los siguientes doce factores (Caballo, 1993; citado en Caballo, 2013):
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Nota
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1.2.1. Evaluación de los trastornos de ansiedad
Nota
Para un mayor estudio de los criterios diagnósticos de los trastornos de ansiedad, consulta el
DSM-5 y la CIE-10.
Los trastornos de ansiedad son uno de los motivos de consulta más frecuentes en psicología
clínica. Existen datos que afirman que una de cada cinco personas padecerá una crisis de ansiedad
en su vida.
Sabías que:
La ansiedad es algo que se siente desde bebés y la respuesta que se ofrezca desde el entorno
afecta al desarrollo cerebral. Se incluye un artículo para la reflexión.
Los principales trastornos que se incluyen dentro de este grupo son la fobia específica, la ansiedad
social, el trastorno de pánico y el trastorno de ansiedad generalizada.
La publicación del DSM-5 (APA, 2013) ha incluido algunos cambios en este grupo de trastornos
como:
• El trastorno de ansiedad por separación y el mutismo selectivo han pasado a formar parte
de estos trastornos (en la anterior edición formaban parte del grupo de trastornos de inicio
habitual en la infancia y la adolescencia).
• Se han excluido de este grupo el trastorno de estrés postraumático, el trastorno obsesivo-
compulsivo y los trastornos disociativos.
• Evaluación categorial.
• Evaluación dimensional.
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En la evaluación dimensional de los trastornos de ansiedad juega un papel muy importante el
análisis funcional. Es fundamental realizar una evaluación y descripción topográfica detallada de
los trastornos de ansiedad, teniendo en cuenta el triple sistema de respuesta:
• Respuesta motora.
• Respuesta fisiológica.
• Respuesta cognitiva.
A su vez, se deberán determinar las consecuencias que mantienen el trastorno y los estímulos
antecedentes que inducen las respuestas.
Existen distintas escalas de evaluación de la ansiedad, tanto a nivel general como instrumentos
específicos según el tipo de trastorno.
Permite evaluar el nivel de ansiedad presente en la persona, así como la tendencia de respuesta
ante el estrés. Consta de cuarenta ítems de los cuales algunos evalúan el estado de la persona
en el momento de la evaluación (ansiedad estado) y otros evalúan el rasgo o la forma en la
que normalmente la persona se siente.
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Se trata de una escala que permite evaluar el nivel de ansiedad de la persona a través de
síntomas de ansiedad y de la observación de cómo se comporta durante la entrevista. Permite
obtener una puntuación de ansiedad psíquica y de ansiedad somática.
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Inventario de ansiedad de Beck. BAI (Beck et al., 1988)
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Recuerda
Esta prueba permite la evaluación del triple sistema de respuesta ante distintas situaciones y
ofrece información sobre el estilo de reacción individual. Se compone de distintos factores
referidos a:
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Evaluación de los trastornos de ansiedad (III)
En relación con las escalas específicas según el tipo de trastornos, podemos mencionar algunos
ejemplos como:
Permite evaluar el miedo y las conductas de evitación ante situaciones sociales y la intensidad
de la respuesta fisiológica a través de once ítems. Se trata de una prueba rápida y de fácil
aplicación.
Realiza una evaluación del nivel de ansiedad que la persona experimenta en situaciones sociales
y la evitación de estas. Consta de veintiocho ítems, de los cuales unos se centran en la evitación
(componente conductual) y otros en la ansiedad que la persona experimenta.
Permite evaluar el miedo ante diversos estímulos como animales, interacciones sociales,
enfermedad, muerte, etc., a través de setenta y dos ítems.
Permite evaluar la gravedad del trastorno de pánico con o sin agorafobia. Consta de los
siguientes ítems:
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• Interferencia a nivel laboral.
• Interferencia a nivel social.
A través de sesenta y nueve ítems evalúa el triple sistema de respuesta de personas con
agorafobia en distintas situaciones, en soledad, con compañía y la variabilidad individual.
Viaja
En el siguiente enlace podréis consultar un artículo que amplía información sobre ello.
En la evaluación de los trastornos de ansiedad es importante recordar las fases del estrés
recogidas en el síndrome general de adaptación: reacción de alarma, estado de resistencia y
estado de agotamiento. En la fase de agotamiento es cuando ocurren las principales
manifestaciones de patología psicosomática, entre ellas, la ansiedad. Por ello, es preciso recoger
en una historia clínica amplia las vivencias —incluso a medio y largo plazo— que las personas han
podido tener previamente a la solicitud de ayuda.
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2. Resumen
• Trastornos afectivos.
• Trastornos de ansiedad.
La evaluación de estos grupos de trastornos debe hacerse de forma exhaustiva, dada su gran
variabilidad, el alto índice de comorbilidad que presentan, su prevalencia, etcétera.
El DSM-5 ha supuesto cambios en relación con los trastornos afectivos y los trastornos de
ansiedad que afectan a su diagnóstico.
La evaluación debe basarse en dos niveles, para cada uno de los cuales se usarán métodos o
instrumentos de evaluación concretos:
Existen diferentes cuestionarios de evaluación tanto para los trastornos depresivos y otras áreas
de interés respecto a estos como para los bipolares y los trastornos de ansiedad. Es preciso
recoger en la evaluación si los consultantes están tomando medicación psicofarmacológica, dados
los efectos que pueden provocar en la conducta.
El clínico o psicólogo sanitario deberá decidir el instrumento de evaluación que utilizará en estos
casos basándose en diferentes criterios; los objetivos que persiga o las características de la
persona que vaya a evaluar.
Es preciso valorar la historia de vida de los consultantes para conocer posibles eventos que hayan
dado lugar a situaciones de falta de recursos, apoyo… y, en consecuencia, sentimientos de
depresión o ansiedad.
La fase de agotamiento (tercera fase) del síndrome general de adaptación lleva asociadas
patologías psicosomáticas como sintomatología que se aborda en esta unidad. Es preciso recoger
de forma detallada aquellos acontecimientos vitales que las personas han ido experimentando,
incluso hace años.
Asimismo, prestar especial atención al contexto en el que las personas se desenvuelven puede
ofrecer información importante sobre si están en situaciones complicadas en las que los síntomas
ansiosos y depresivos sean adaptativos. Por ejemplo, pueden estar experimentando situaciones
de maltrato.
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3. Mapa conceptual
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4. Recursos bibliográficos
Bibliografía básica
Caballo, V. E. (2013). Manual para la evaluación clínica de los trastornos psicológicos. Madrid:
Pirámide.
Bibliografía complementaria
Vázquez, C. (1990). Trastornos del estado de ánimo (I): aspectos clínicos. Madrid: McGraw Hill.
Otros recursos
Biblioteca de Guías de Práctica Clínica del Sistema Nacional de Salud. (s. f.). Recuperado de
http://www.guiasalud.es
Consejo General de la Psicología de España. (2013). Cambios que incluye el DSM-5. Recuperado
de http://www.infocop.es/view_article.asp?id=4578
Rodríguez Testal, J. F., Senín Calderón, C. y Perona Garcelán, S. (2014). Del DSM-IV-TR al
DSM-5: análisis de algunos cambios. International Journal of Clinical and Health Psychology,
14(3). Recuperado de http://www.redalyc.org/html/337/33731525008/
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