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Grado en Psicología

Psicodiagnóstico

Unidad didáctica 5. Evaluación y diagnóstico de diferentes


trastornos (II)
UD 5. Evaluación y diagnóstico de diferentes trastornos (II) ................................................. 3

1. Desarrollo del contenido ............................................................................................... 4

1.1. Los trastornos afectivos .......................................................................................... 4

1.1.1. El diagnóstico de los trastornos afectivos en el DSM-5. Principales cambios .............. 4

1.1.2. Líneas generales para la evaluación de los trastornos afectivos ............................... 6

Líneas generales para la evaluación de los trastornos afectivos (II) .................................. 8

1.1.3. Evaluación de los trastornos afectivos ............................................................... 10

Evaluación de los trastornos afectivos (II) ................................................................... 10

Evaluación de los trastornos afectivos (III) .................................................................. 11

Evaluación de los trastornos afectivos (IV) .................................................................. 15

Evaluación de los trastornos afectivos (V) ................................................................... 16

Evaluación de los trastornos afectivos (VI) .................................................................. 18

1.2. Los trastornos de ansiedad .................................................................................... 19

1.2.1. Evaluación de los trastornos de ansiedad ........................................................... 20

Evaluación de los trastornos de ansiedad (II) ............................................................... 21

Evaluación de los trastornos de ansiedad (III) ............................................................. 23

1.2.2. Otros elementos importantes en los trastornos de ansiedad ................................. 24

2. Resumen .................................................................................................................. 25

3. Mapa conceptual ....................................................................................................... 26

4. Recursos bibliográficos ............................................................................................... 27

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UD 5. Evaluación y diagnóstico de diferentes trastornos (II)

Esta unidad se centra en la evaluación de los trastornos emocionales (trastornos depresivos y de


ansiedad). Los trastornos emocionales presentan una gran prevalencia y frecuencia. Según datos
de la Organización Mundial de la Salud (en adelante OMS), más de 300 millones de personas
padecen depresión en el mundo.

A pesar de que, en el lenguaje cotidiano, la palabra depresión se usa a menudo para hacer
referencia a la tristeza, al desánimo o a la apatía, esta patología supone un grave problema
cuando se mantiene en el tiempo y la intensidad de los síntomas interfiere de forma significativa
en la vida de la persona.

A lo anterior, hay que añadir el riesgo de suicidio que supone presentar un cuadro depresivo
grave. Según la OMS, el suicidio supone la segunda causa de muerte en personas de 15 a 29
años.

La gravedad de la patología hace necesario realizar un buen proceso de evaluación que permita
identificar los casos y realizar adecuados diagnósticos, de manera que la evaluación de estos sea
exacta. Los errores en los diagnósticos de estos trastornos se traducen en falsos positivos (con
la consecuente instauración de tratamiento farmacológico) y hacen que no se ofrezca tratamiento
en casos que deberían ser atendidos adecuadamente.

La evaluación de la depresión y de la ansiedad requiere que se analice el síndrome en sentido


amplio. Tendríamos que explorarlo: tristeza, estado de ánimo bajo, inquietud, tensión, falta de
apetito, alteración en el sueño, problemas para conciliar el sueño, etcétera.

Dicha evaluación se realiza tanto a nivel dimensional (cuantificando la gravedad, la frecuencia,


etc.) como a nivel categorial (emitiendo un diagnóstico con base en los sistemas de clasificación
internacionales, DSM-5 y CIE-10).

En esta unidad realizaremos una revisión de los trastornos emocionales incluyendo los trastornos
afectivos (sobre todo los trastornos depresivos) y los trastornos de ansiedad.

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1. Desarrollo del contenido

1.1. Los trastornos afectivos

1.1.1. El diagnóstico de los trastornos afectivos en el DSM-5. Principales


cambios

Al igual que con otros trastornos, la publicación del DSM-5 (American Psychiatric Association
[APA], 2013) también supuso cambios en relación con los trastornos emocionales.

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Nota

Para un estudio más profundo de los criterios diagnósticos de los trastornos emocionales
(trastornos afectivos y trastornos de ansiedad), consulta el manual DSM-5.

En este sentido, respecto a los trastornos afectivos, el manual separa o divide este grupo de
trastornos en dos:

• Trastornos del espectro bipolar y trastornos relacionados. Incluye trastorno bipolar I,


trastorno bipolar II y trastorno ciclotímico.
• Trastornos depresivos. Incluye trastornos como trastorno de desregulación disruptiva
del estado de ánimo, trastorno de depresión mayor, trastorno depresivo persistente
(distimia) o trastorno disfórico premenstrual.

Esta división permite atender a la diversidad y heterogeneidad que presentan estos trastornos.

Se diferencian:

a) En el trastorno de depresión mayor se establecen especificadores como:

Especificadores del DSM-5

Especificador de gravedad/curso: leve, moderado, grave.

Especificador con características psicóticas.

Especificador remisión: remisión parcial, remisión total.

Otros especificadores:

• Con ansiedad.
• Con características mixtas.
• Con características melancólicas.
• Con características atípicas.
• Con características psicóticas congruentes con el estado de ánimo.
• Con características psicóticas no congruentes con el estado de ánimo.
• Con catatonia.
• Con inicio en el periparto.
• Con patrón estacional.

Tabla 1. Especificadores del DSM-5.

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Los especificadores más novedosos son con ansiedad, con características mixtas, con
características psicóticas congruentes con el estado de ánimo y con características no
congruentes con el estado de ánimo.

b) Otro de los cambios está relacionado con el duelo. En el anterior manual, la presencia de
un proceso de duelo en los dos meses anteriores a la presentación de la sintomatología
depresiva excluía el diagnóstico de depresión, sin embargo, en el DSM-5 el duelo no
excluye dicho diagnóstico. Este cambio ha resultado ser uno de los que más polémica ha
suscitado. En este sentido, hay que ser prudentes a la hora de diagnosticar para evitar
etiquetar (y que conlleve consecuencias como, por ejemplo, la prescripción de medicación)
en momentos vitales como el duelo, ya que este presenta muchas diferencias en la forma
de afrontarlo según la persona, la cultura, etcétera.
c) Por su parte, el trastorno depresivo mayor incluye dos elementos nuevos relacionados con
el suicido:
a. Desorden del comportamiento suicida.
b. Autolesión no suicida.
d) Estos dos elementos permiten una aproximación más exacta a la ideación suicida.

Se incluye un nuevo trastorno, el trastorno de desregulación disruptiva del estado de


ánimo. La inclusión de este trastorno se realiza con la finalidad de diferenciar los casos en
los que la sintomatología del niño era incipiente para el diagnóstico de trastorno bipolar o
aquellos otros en los que la irritabilidad crónica era considerada como una manifestación
de manía y se incluía a estos niños dentro del trastorno bipolar. Es decir, que incluir este
trastorno pretende afinar en el diagnóstico en casos de niños con irritabilidad crónica,
grave y persistente, evitando el sobrediagnóstico de trastorno bipolar.

En cuanto a los trastornos de ansiedad, se separan en categorías diferentes los trastornos


disociativos, el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno por estrés postraumático.

1.1.2. Líneas generales para la evaluación de los trastornos afectivos

Para llevar a cabo una evaluación exhaustiva y completa de los trastornos afectivos debemos
obtener información de una serie de elementos que nos permitan establecer correctamente el
diagnóstico. Además de la identificación de los criterios diagnósticos incluidos en los sistemas de
clasificación (DSM-5/CIE-10), es importante realizar el diagnóstico diferencial (tal y como se
indicó en la Unidad didáctica 2). En este sentido, descartaremos que la sintomatología que
presente la persona se deba a una enfermedad médica, al consumo de sustancias o a la presencia
de otro trastorno mental.

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En los trastornos depresivos debemos recopilar información no solamente sobre los síntomas
centrales (tristeza, ánimo decaído), sino también sobre los síntomas concomitantes, de manera
que se identifique si la persona presenta un síndrome en el que están presentes otros síntomas
(falta de apetito, alteración en el sueño, etc.). En este sentido, las áreas de afectación que pueden
estar alteradas en las personas con depresión se pueden agrupar en las siguientes categorías
(Vázquez, 1990):

Síntomas anímicos

Disforia, infelicidad, abatimiento, irritabilidad, tristeza, desamparo.

Síntomas motivacionales

Anhedonia, apatía, indiferencia.

Síntomas cognitivos

Alteraciones en la atención, memoria, concentración, culpa, alteración en la capacidad para


resolver problemas, incapacidad para tomar decisiones, ideación suicida, pensamientos
automáticos y distorsiones cognitivas, etcétera.

Síntomas físicos

Alteraciones en el apetito, el sueño, la sexualidad, dolores.

Síntomas interpersonales

Retraimiento social, falta de interés, evitación de contactos.

A las anteriores áreas, se sumarían las manifestaciones conductuales propias de la depresión,


tales como descuido del aseo personal, llanto, agresividad verbal o física, postura decaída o
consumo de sustancias (por ejemplo, alcohol).

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Líneas generales para la evaluación de los trastornos afectivos (II)

Todas estas áreas deben ser exploradas durante el proceso de evaluación, de manera que se
obtenga una información completa del estado de la persona que permita emitir un diagnóstico y
establecer las pautas adecuadas de intervención y tratamiento.

Es necesario tener en cuenta que, según los objetivos que se planteen en dicho proceso de
evaluación, será necesario obtener información de una serie de elementos:

Objetivos de la evaluación Áreas que evaluar

Exploración de síntomas. Identificación y exploración de síntomas depresivos emocionales,


motivacionales, cognitivos, conductuales y somáticos.

Diagnóstico. ¿Se trata de un trastorno depresivo?

¿Se trata de un cuadro provocado por fármacos, sustancias


psicoactivas o por una enfermedad médica?

Análisis de la comorbilidad. ¿Existen patologías concomitantes? ¿Presenta síntomas


característicos de otro trastorno?

Consecuencias en el Malestar subjetivo.


funcionamiento psicosocial.
Relaciones interpersonales.

Área sociolaboral.

Ocio y tiempo libre.

Grado de incapacidad.

Nivel de actividad actual de la persona.

Análisis de la demanda. Motivo de consulta expresado.

Listado de problemas y análisis descriptivo de estos: intensidad,


frecuencia, duración.

Atribución causal del problema.

Locus de control sobre el problema.

Motivación para el cambio.

Soluciones previas intentadas.

Expectativas de cambio.

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Historia del problema. Duración del problema.

Episodios anteriores y recaídas.

Tratamientos previos.

Posibles razones de fracasos/éxitos terapéuticos previos.

Análisis de factores asociados Acontecimientos vitales estresantes.


al inicio y/o mantenimiento
Estímulos estresantes crónicos.
del problema.
Cambios vitales.

Factores de vulnerabilidad.

Antecedentes próximos y remotos de los problemas psicológicos,


sociales y biológicos.

Características del paciente y Estilo de afrontamiento habitual ante los problemas.


su contexto relevantes para la
Nivel de reactancia o autodeterminación.
comprensión y tratamiento
del caso. Estilo interpersonal. Habilidades sociales.

Recursos positivos (aspectos funcionales).

Red social y apoyo social percibido.

Habilidades para el procesamiento emocional.

Formulación del caso y Integración de la información obtenida con modelos


entrevista de devolución. psicopatológicos de la depresión.

Análisis funcional ideográfico.

Contraste de la formulación con el paciente mediante devolución


estructurada, resumida y comprensible.

Propuesta de tratamiento.

Evaluación del proceso Consecución de objetivos.


terapéutico.

Evaluación de la eficacia del Dificultades surgidas en el proceso de tratamiento.


tratamiento.
Mantenimiento y generalización de los cambios conseguidos en
terapia.

Tabla 2. Objetivos generales de la evaluación: propuesta sistemática del proceso de evaluación en la depresión. Fuente:
Caballo, 2013.

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Tanto en los trastornos afectivos como en los trastornos de ansiedad es importante evaluar si la
persona está tomando medicación psicofarmacológica y los efectos, tanto principales como
secundarios, que provoca en la conducta.

1.1.3. Evaluación de los trastornos afectivos

Los instrumentos de evaluación de este grupo de trastornos son variados y permiten recoger
información amplia. Se exponen, sobre todo, aquellos dirigidos a la evaluación de trastornos
depresivos.

Entre los más destacados se encuentra la entrevista personal, los cuestionarios heteroaplicados
y autoaplicados, la observación, la obtención de información a través de familiares, etc. Ahora
bien, a la hora de elegir las pruebas de evaluación, es necesario atender a las hipótesis que el
profesional formula sobre el caso, por tanto, la evaluación debe centrarse en aquellos elementos
o áreas que han sido considerados como centrales por dicho profesional.

La evaluación siempre debe responder a los objetivos marcados y, según el nivel sobre el que se
pretenda evaluar, serán de mayor utilidad unos instrumentos u otros.

Evaluación de los trastornos afectivos (II)

A. Entrevistas diagnósticas

La entrevista es una de las herramientas de mayor utilidad en la evaluación de los trastornos


afectivos. Independientemente de la modalidad utilizada, permite registrar información esencial
referida a estos trastornos. Es fundamental destacar también que en la evaluación de estos se
debe recopilar información mediante entrevista de informantes clave (familia, amigos, pareja),
ya que, dependiendo de la gravedad que presente la persona respecto a su sintomatología, puede
perderse información relevante (por ejemplo, por las alteraciones cognitivas a nivel de memoria
o la falta de motivación).

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Entre las entrevistas diagnósticas que podemos utilizar en la evaluación de los trastornos
emocionales nos encontramos:

Entrevistas para los trastornos afectivos y la esquizofrenia. SADS (Spitzer y Endicott,


1978)

Descrita en la anterior unidad didáctica.

Entrevista diagnóstica. DIS (Robins y Helzer, 1991)

Entrevista estructurada que permite la exploración de distintas secciones relacionadas con la


psicopatología de la persona (entre las que se encuentran los trastornos afectivos). Se compone
de preguntas cerradas que minimizan la subjetividad del evaluador.

Entrevista diagnóstica internacional. CIDI (Organización Mundial de la Salud, 1993)

Entrevista estructurada con dos versiones que permiten la exploración de los distintos
trastornos, entre ellos, los afectivos (sección E de la entrevista). Existen dos variantes, una
referida a la vida completa de la persona y otra que se centra en el último año. La última versión
es la CIDI versión 2.1.

Evaluación de los trastornos afectivos (III)

B. Cuestionarios y escalas

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Uno de los aspectos destacables respecto a las escalas y cuestionarios es la utilidad que tienen
para la realización de una evaluación a nivel dimensional. En muchas ocasiones, la presencia de
la sintomatología de estos trastornos es más que evidente y lo complicado es establecer la
gravedad e intensidad de esta. En este sentido, las escalas y cuestionarios se convierten en los
instrumentos de evaluación de mayor interés.

1. Sintomatología depresiva

Inventario de depresión de Beck. BDI (Beck et al., 1961), BDI-II (Beck et al., 1996)

Viaja

En el siguiente enlace podréis acceder al BDI:


http://www.depresion.psicomag.com/test_beck.php

Se trata del instrumento más utilizado para la evaluación de la depresión y su gravedad. Se


compone de ítems que evalúan los síntomas más característicos y de mayor frecuencia en las
personas con depresión. Se aplica a partir de los 13 años y es una prueba sencilla y de fácil
aplicación. La evaluación del BDI gira en torno a:

• Ánimo.
• Pesimismo.
• Sensación de fracaso.
• Insatisfacción.
• Culpa.
• Castigo.
• Decepción.
• Autocrítica.
• Ideas suicidas.
• Llanto.
• Irritabilidad.
• Interés.
• Toma de decisiones.
• Aspecto físico.
• Capacidad de trabajo.
• Sueño.
• Cansancio.
• Apetito.

Se considera grave la puntuación a partir de 30 y moderada a partir de 17.

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Escala de evaluación de Hamilton para la depresión. HDRS (Hamilton, 1960 y 1967)

Viaja

En el siguiente enlace podréis acceder a la HDRS:


http://www.meiga.info/escalas/depresion-escala-hamilton.pdf

Permite evaluar la gravedad de los síntomas en personas diagnosticadas de depresión. Presenta


diecisiete ítems en una versión reducida que evalúa las siguientes dimensiones:

1. Humor depresivo.
2. Sentimiento de culpa.
3. Suicidio.
4. Insomnio precoz.
5. Insomnio intermedio.
6. Insomnio tardío.
7. Trabajo y actividades.
8. Inhibición psicomotora.
9. Agitación psicomotora.
10. Ansiedad psíquica.
11. Ansiedad somática.
12. Síntomas somáticos gastrointestinales.
13. Síntomas somáticos generales.
14. Síntomas genitales.
15. Hipocondría.
16. Pérdida de peso.
17. Introspección.

Permite obtener una puntuación global en relación con la gravedad y otra relacionada con la
melancolía, la ansiedad y el sueño.

A partir de 23 puntos se considera muy grave, grave a partir de 19 y moderada a partir de 14.

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Escala autoaplicada de depresión de Zung. ZSDS (Zung, 1965)

Viaja

En el siguiente enlace podréis acceder a la ZSDS:

http://www.mentalhealthministries.net/resources/flyers/zung_scale/zung_scale_sp.pdf

Esta escala deriva de la HDRS y se compone de enunciados relacionados con la depresión,


formulados de forma positiva y negativa (del total de veinte enunciados, diez se formulan en
términos positivos y diez en términos negativos). Presentan un gran peso la sintomatología
somática y la cognitivo-conductual. Al responder, la persona indica la frecuencia con la que se
presentan los síntomas (nunca o casi nunca, a veces, con bastante frecuencia, siempre o casi
siempre). Es una escala heteroaplicada y su duración es breve (entre 10-15 minutos).

Escala de depresión del centro de estudios epidemiológicos. CES-D (Radloff, 1977)

Se trata de una escala autoaplicada que evalúa la sintomatología depresiva en la última


semana. Los veinte ítems de evaluación se agrupan en torno a las siguientes dimensiones:

• Humor depresivo.

• Sentimientos de culpa e infravaloración.

• Enlentecimiento psicomotor.

• Pérdida de apetito.

• Trastornos del sueño.

Escala de evaluación de la depresión de Montgomery y Asbert. MADRS (Montgomery y


Asbert, 1979)

Evalúa la presencia y la gravedad de la depresión a través de diez ítems:

• Tristeza aparente.
• Tristeza referida.
• Tensión interna.
• Disminución del sueño.
• Disminución del apetito.
• Dificultades de concentración.
• Laxitud.
• Incapacidad para sentir.
• Pensamientos pesimistas.
• Pensamientos suicidas.

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Para cada ítem la puntuación máxima es de 6. La puntuación global se sitúa entre 0 y 60
puntos, considerándose grave a partir de 35 y moderada a partir de 20.

2. Sintomatología maniaca

En el trastorno bipolar hay que aplicar cuestionarios de depresión en la fase depresiva y de manía
para la fase maníaca. Los cuestionarios para la fase de manía son:

Escala para la valoración de la manía administrada por el clínico, CARS-M (Clinician Administered
Rating Scale for Mania). Versión castellana de Livianos, 1999.

Catorce ítems que se responden en una escala Likert 5 puntos. Evalúa la intensidad de
sintomatología en dos subescalas: manía y psicótica. Excluye la sintomatología ansiosa y
depresiva.

Cuestionario de trastornos afectivos, MDQ (Mood Disorder Questionnaire). Hirschfeld


et al., 2000 y 2005.

Instrumento de cribado para el trastorno bipolar 1. Consta de trece ítems sobre sintomatología
con escala dicotómica y dos ítems generales.

Escala para la evaluación de la manía. Adaptación española de Bobes et al., 2004

Escala heteroaplicada de once ítems con escala Likert.

Escala de Young para la evaluación de la manía, YMRS (Young Mania Rating Scale).
Adaptación española de Colom et al., 2002

Once ítems que evalúan la sintomatología maniaca relativa a la última semana. Heteroaplicada.

Evaluación de los trastornos afectivos (IV)

La evaluación de los trastornos afectivos debe contemplar otras áreas que juegan un papel
crucial tanto en el inicio como en el mantenimiento de estos.

Estas áreas o factores deberán ser considerados en cada caso en relación con el significado que
adquieren en la historia personal del paciente e incluirlos en la planificación del tratamiento y
prevención de recaídas (Caballo, 2013). Destacan:

• Estilo atribucional: un estilo atribucional interno, global y estable ante sucesos negativos
se ha considerado un importante predictor de reacciones depresivas ante situaciones
estresantes (Vázquez et al., 2001; citado en Caballo, 2013). En la evaluación de los
trastornos depresivos se debe recopilar información sobre el estilo atribucional, tanto en
relación con las causas de los sucesos como en relación con los pensamientos relacionados
con las consecuencias de estos. La entrevista es la herramienta más útil para obtener este
tipo de información.
• Manejo emocional: la forma en la que la persona maneja sus emociones debe ser un
elemento de evaluación en este grupo de trastornos. En este sentido, se debe indagar
tanto en relación con las emociones negativas como las positivas, dada la incapacidad que

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presentan estas personas para disfrutar y experimentar experiencias agradables (unido al
sesgo cognitivo que interfiere directamente en la correcta interpretación de situaciones
positivas). Cuando se evalúan las emociones, se debe estar seguro de que la persona es
capaz de expresar exactamente cómo se siente sin confundir emociones tanto básicas
como complejas (enfado, odio, vergüenza, etc.). A su vez, es especialmente importante
conocer la estrategia de afrontamiento o reacción de la persona ante estas emociones y
las estrategias de regulación emocional (evitación, negación, control, reevaluación,
aceptación, etcétera).

Evaluación de los trastornos afectivos (V)

• Habilidades sociales (HHSS): la forma que la persona tiene de relacionarse con los
demás es un elemento clave en el abordaje de los trastornos afectivos, máxime si tenemos
en cuenta que el apoyo social es fundamental en el tratamiento de este tipo de trastornos.
En ocasiones, la evaluación de las habilidades sociales puede presentar sesgos derivados
del estado de la persona en el momento de la consulta. Es importante realizar una buena
evaluación relacionada con la capacidad para afrontar las críticas, recibir halagos, formular
una queja, etc. El nivel de asertividad de la persona es esencial en la evaluación de las
habilidades sociales, ya que, en ocasiones, estilos pasivos y sumisos se relacionan con
determinados cuadros psicopatológicos. Algunas investigaciones sitúan a las personas con
estilos dependientes en mayor riesgo de desarrollar sintomatología depresiva ante una
situación estresante (Lakey, Thomson Ross, 1994; citado en Caballo, 2013).

Nota

En la evaluación de las habilidades sociales deben ser tenidos en cuenta tanto los aspectos
cognitivos como los conductuales, así como los elementos verbales y no verbales que las
caracterizan.

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La evaluación de las habilidades sociales puede hacerse mediante entrevista o instrumentos de
evaluación (escalas e inventarios) que permiten evaluar y medir distintos grupos de dificultades:

a) Medidas de la habilidad social: suelen ser instrumentos que registran la frecuencia con
la que se lleva a cabo la conducta social, el grado de malestar, etcétera.
b) Medidas de las cogniciones: evalúan el grado de miedo a las evaluaciones de otras
personas y la frecuencia de autoverbalizaciones tanto negativas como positivas. Entre los
elementos cognitivos de evaluación de las habilidades sociales destacan:

Elementos cognitivos en la evaluación de las habilidades sociales

• Conocimiento de la conducta habilidosa inapropiada.


• Conocimiento de las costumbres sociales.
• Conocimiento de las diferentes señales de respuesta.
• Saber ponerse en el lugar de otra persona.
• Capacidad de solución de problemas.
• Percepción social o interpersonal adecuada.
• Estereotipos inadecuados.
• Creencias poco racionales.
• Expectativas de autoeficacia.
• Expectativas positivas sobre las posibles consecuencias de la conducta.
• Sentimientos de indefensión o desamparo.
• Autoinstrucciones adecuadas.
• Autoobservación apropiada.
• Autoevaluaciones manifiestamente negativas de la actuación social.
• Fracaso para discriminar las acciones apropiadas y eficaces de las no eficaces.
• Patrones patológicos de atribución y fracaso social.
• Autoverbalizaciones negativas.
• Patrones de actuación excesivamente elevados.
• Falta de autoestima.
• Esquemas desadaptativos sobre otras personas y sobre uno mismo.
• Atribuciones internas del funcionamiento social inadecuado.

Tabla 3. Algunos de los principales elementos cognitivos considerados en la evaluación y entrenamiento de las
habilidades sociales. Fuente: Caballo, 2013.

Entre las escalas de evaluación de las habilidades sociales podemos señalar:

Inventario de asertividad de Rathus. RAS (Rathus, 1973)

Está compuesto por treinta ítems y las puntuaciones altas en este inventario permiten situar a
la persona en relación con sus habilidades sociales (puntuaciones positivas altas señalan buenas
habilidades sociales y negativas altas, al contrario).

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Inventario de aserción. AI (Gambrill y Richely, 1975)

Recoge información sobre:

• Grado de malestar en situaciones sociales.


• Probabilidad de que la persona realice una conducta asertiva concreta.
• Situaciones en las que a la persona le gustaría ser asertiva.

Consta de cuarenta ítems relacionados con las peticiones, expresión de limitaciones, comienzo
de contactos sociales, expresión de sentimientos positivos, capacidad para recibir críticas,
expresión de desacuerdos, aserción en situaciones de servicio y de dar feedback negativo.

Escala multidimensional de expresión social, parte cognitiva. EMES-C (Caballo, 1987)

Evalúa la frecuencia con la que se presentan cogniciones negativas en relación con los distintos
niveles de las habilidades sociales.

Escala multidimensional de expresión social, parte motora. EMES-M (Caballo, 1987)

Evalúa los siguientes doce factores (Caballo, 1993; citado en Caballo, 2013):

• Hablar en público/enfrentarse a superiores.


• Defensa de los derechos de consumidor.
• Expresión de molestia, desagrado, enfado.
• Expresión de sentimientos positivos hacia el sexo opuesto.
• Expresión de molestia y enfado hacia familiares.
• Rechazo de peticiones provenientes del sexo opuesto.
• Aceptación de cumplidos.
• Tomar la iniciativa en las relaciones con el sexo opuesto.
• Hacer cumplidos.
• Preocupación por los sentimientos de los demás.
• Expresión de cariño hacia los padres.

Test de autoverbalizaciones asertivas. ASST (Schwartz y Gottman, 1976)

Diseñado para evaluar las autoverbalizaciones asertivas tras la realización de ensayos


conductuales o role playing de situaciones sociales en las que se produce un rechazo.

Evaluación de los trastornos afectivos (VI)

• Identidad depresiva (Caballo, 2013).

En la evaluación de la depresión es importante identificar si existe algún tipo de beneficio


secundario de la enfermedad que está manteniéndola. Es esencial, a su vez, identificar el papel
que esta juega en la percepción que tiene la persona de sí misma, es decir, si la persona lo
considera un estado que pasará y que es puntual o se percibe a sí misma como persona deprimida
con un cariz más estable e interno.

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Nota

Además de lo anterior, es fundamental indagar sobre el autoconcepto, el nivel de


autoexigencia y perfeccionismo, así como en factores externos significativos de carácter
negativo que haya pasado o esté pasando la persona.

• Factores externos significativos

Muchas personas que sufren maltrato en cualquiera de sus manifestaciones (intrafamiliar,


filioparental, violencia de género, etc.) presentan, a menudo, sintomatología que podría ser
diagnosticada de depresión. Así, estas personas se presentan con bajo ánimo, desmoralizadas,
tienen problemas para dormir o manifestaciones somáticas, entre otras. Es preciso atender
siempre a los factores contextuales que pueden estar influyendo en la salud mental que presenta
el consultante.

1.2. Los trastornos de ansiedad

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1.2.1. Evaluación de los trastornos de ansiedad

Nota

Para un mayor estudio de los criterios diagnósticos de los trastornos de ansiedad, consulta el
DSM-5 y la CIE-10.

Los trastornos de ansiedad son uno de los motivos de consulta más frecuentes en psicología
clínica. Existen datos que afirman que una de cada cinco personas padecerá una crisis de ansiedad
en su vida.

Sabías que:

La ansiedad es algo que se siente desde bebés y la respuesta que se ofrezca desde el entorno
afecta al desarrollo cerebral. Se incluye un artículo para la reflexión.

Los problemas de ansiedad pueden llegar a interferir notablemente en la vida de la persona y, en


algunos casos, pueden llegar a cronificarse, sin olvidar la alta comorbilidad que este grupo de
trastornos presenta con los trastornos depresivos o los trastornos del espectro de la esquizofrenia
(entre otros), por lo que una adecuada evaluación e intervención es esencial para minimizar el
impacto de los trastornos de ansiedad.

Los principales trastornos que se incluyen dentro de este grupo son la fobia específica, la ansiedad
social, el trastorno de pánico y el trastorno de ansiedad generalizada.

La publicación del DSM-5 (APA, 2013) ha incluido algunos cambios en este grupo de trastornos
como:

• El trastorno de ansiedad por separación y el mutismo selectivo han pasado a formar parte
de estos trastornos (en la anterior edición formaban parte del grupo de trastornos de inicio
habitual en la infancia y la adolescencia).
• Se han excluido de este grupo el trastorno de estrés postraumático, el trastorno obsesivo-
compulsivo y los trastornos disociativos.

Los trastornos de ansiedad representan un grupo amplio y con unas características y


manifestaciones específicas, por lo que establecer un buen diagnóstico diferencial es fundamental.
Identificar el foco del miedo permite afinar en su diagnóstico.

Tal y como se ha mencionado en relación con la evaluación de los trastornos depresivos, la


evaluación de los trastornos de ansiedad también implica varios niveles:

• Evaluación categorial.
• Evaluación dimensional.

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En la evaluación dimensional de los trastornos de ansiedad juega un papel muy importante el
análisis funcional. Es fundamental realizar una evaluación y descripción topográfica detallada de
los trastornos de ansiedad, teniendo en cuenta el triple sistema de respuesta:

• Respuesta motora.
• Respuesta fisiológica.
• Respuesta cognitiva.

A su vez, se deberán determinar las consecuencias que mantienen el trastorno y los estímulos
antecedentes que inducen las respuestas.

Además de la entrevista, los autorregistros y la observación son muy utilizados en la evaluación


de los trastornos de ansiedad.

Evaluación de los trastornos de ansiedad (II)

Existen distintas escalas de evaluación de la ansiedad, tanto a nivel general como instrumentos
específicos según el tipo de trastorno.

Entre las escalas generales de evaluación de la ansiedad se encuentran:

Escala de ansiedad estado/rasgo. STAI (Spielberger et al., 1982)

Permite evaluar el nivel de ansiedad presente en la persona, así como la tendencia de respuesta
ante el estrés. Consta de cuarenta ítems de los cuales algunos evalúan el estado de la persona
en el momento de la evaluación (ansiedad estado) y otros evalúan el rasgo o la forma en la
que normalmente la persona se siente.

Escala de valoración de la ansiedad de Hamilton. HAS (Hamilton, 1959)

Viaja

En el siguiente enlace tenéis acceso a la escala HAS.

Se trata de una escala que permite evaluar el nivel de ansiedad de la persona a través de
síntomas de ansiedad y de la observación de cómo se comporta durante la entrevista. Permite
obtener una puntuación de ansiedad psíquica y de ansiedad somática.

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Inventario de ansiedad de Beck. BAI (Beck et al., 1988)

Viaja

En el siguiente enlace tenéis acceso al inventario BAI.

Este instrumento se desarrolló para afinar en el diagnóstico diferencial entre ansiedad y


depresión. Incluye síntomas emocionales, cognitivos y fisiológicos. Es una prueba de fácil
aplicación. Consta de veintiún ítems referidos a los síntomas presentes en la persona durante
la semana previa a la aplicación de la prueba.

Inventario de situaciones y respuestas de ansiedad. ISRA (Miguel Tobal y Cano Vindel,


1988)

Recuerda

La evaluación de los trastornos emocionales se puede realizar mediante entrevistas,


autorregistros, observación, cuestionarios o escalas. El evaluador deberá decidir los
instrumentos que utilizar según sus objetivos, las áreas que explorar y las características
de la persona.

Esta prueba permite la evaluación del triple sistema de respuesta ante distintas situaciones y
ofrece información sobre el estilo de reacción individual. Se compone de distintos factores
referidos a:

• Situaciones en las que la persona pueda ser evaluada.


• Situaciones de carácter sexual y de interacción social.
• Situaciones de carácter fóbico.

Se trata de un instrumento de aplicación larga, ya que se compone de doscientos veinticinco


ítems.

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Evaluación de los trastornos de ansiedad (III)

En relación con las escalas específicas según el tipo de trastornos, podemos mencionar algunos
ejemplos como:

• Evaluación de la fobia social

Escala breve de fobia social. BSBP (Davidson et al., 1991)

Permite evaluar el miedo y las conductas de evitación ante situaciones sociales y la intensidad
de la respuesta fisiológica a través de once ítems. Se trata de una prueba rápida y de fácil
aplicación.

Escala de ansiedad ante la interacción social. SIAS (Matrick y Clarke, 1998)

Permite evaluar el miedo ante situaciones de interacción social habituales a través de


diecinueve ítems. Es útil para evaluar también la agorafobia o el trastorno de pánico.

Escala de evitación y malestar social. SAD (Bobes, 1999)

Realiza una evaluación del nivel de ansiedad que la persona experimenta en situaciones sociales
y la evitación de estas. Consta de veintiocho ítems, de los cuales unos se centran en la evitación
(componente conductual) y otros en la ansiedad que la persona experimenta.

• Evaluación de la fobia específica

Cuestionario de miedos. FQ (Mark y Mathews, 1979)

Permite realizar una evaluación de la fobia a la sangre/inyecciones, la agorafobia y la fobia


social. A través de veinticuatro ítems ofrece puntuación de escala de fobia total, escala de
depresión-ansiedad y un índice de malestar fóbico.

Cuestionario de temores. FSS-III (Wolpe y Lang, 1986)

Permite evaluar el miedo ante diversos estímulos como animales, interacciones sociales,
enfermedad, muerte, etc., a través de setenta y dos ítems.

• Evaluación de la agorafobia y el trastorno de pánico

Escala de severidad del trastorno de pánico. PDSS (Barlow et al., 1997)

Permite evaluar la gravedad del trastorno de pánico con o sin agorafobia. Consta de los
siguientes ítems:

• Frecuencia de los ataques.


• Angustia que provocan los ataques.
• Ansiedad anticipatoria.
• Miedo agorafóbico y evitación.
• Miedo y evitación de situaciones parecidas a las que desencadenan el ataque.

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• Interferencia a nivel laboral.
• Interferencia a nivel social.

Inventario de agorafobia. IA (Echeburúa et al., 1992)

A través de sesenta y nueve ítems evalúa el triple sistema de respuesta de personas con
agorafobia en distintas situaciones, en soledad, con compañía y la variabilidad individual.

1.2.2. Otros elementos importantes en los trastornos de ansiedad

Viaja

En el siguiente enlace podréis consultar un artículo que amplía información sobre ello.

En la evaluación de los trastornos de ansiedad es importante recordar las fases del estrés
recogidas en el síndrome general de adaptación: reacción de alarma, estado de resistencia y
estado de agotamiento. En la fase de agotamiento es cuando ocurren las principales
manifestaciones de patología psicosomática, entre ellas, la ansiedad. Por ello, es preciso recoger
en una historia clínica amplia las vivencias —incluso a medio y largo plazo— que las personas han
podido tener previamente a la solicitud de ayuda.

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2. Resumen

En los denominados trastornos emocionales se pueden incluir los siguientes:

• Trastornos afectivos.
• Trastornos de ansiedad.

La evaluación de estos grupos de trastornos debe hacerse de forma exhaustiva, dada su gran
variabilidad, el alto índice de comorbilidad que presentan, su prevalencia, etcétera.

El DSM-5 ha supuesto cambios en relación con los trastornos afectivos y los trastornos de
ansiedad que afectan a su diagnóstico.

La evaluación debe basarse en dos niveles, para cada uno de los cuales se usarán métodos o
instrumentos de evaluación concretos:

• Evaluación categorial: la entrevista supone la herramienta básica a este nivel.


• Evaluación dimensional: permite una evaluación del nivel de gravedad o intensidad de
los síntomas, por lo que las escalas y cuestionarios suponen las herramientas elementales
a este nivel.

Existen diferentes cuestionarios de evaluación tanto para los trastornos depresivos y otras áreas
de interés respecto a estos como para los bipolares y los trastornos de ansiedad. Es preciso
recoger en la evaluación si los consultantes están tomando medicación psicofarmacológica, dados
los efectos que pueden provocar en la conducta.

El clínico o psicólogo sanitario deberá decidir el instrumento de evaluación que utilizará en estos
casos basándose en diferentes criterios; los objetivos que persiga o las características de la
persona que vaya a evaluar.

Es preciso valorar la historia de vida de los consultantes para conocer posibles eventos que hayan
dado lugar a situaciones de falta de recursos, apoyo… y, en consecuencia, sentimientos de
depresión o ansiedad.

La fase de agotamiento (tercera fase) del síndrome general de adaptación lleva asociadas
patologías psicosomáticas como sintomatología que se aborda en esta unidad. Es preciso recoger
de forma detallada aquellos acontecimientos vitales que las personas han ido experimentando,
incluso hace años.

Asimismo, prestar especial atención al contexto en el que las personas se desenvuelven puede
ofrecer información importante sobre si están en situaciones complicadas en las que los síntomas
ansiosos y depresivos sean adaptativos. Por ejemplo, pueden estar experimentando situaciones
de maltrato.

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3. Mapa conceptual

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4. Recursos bibliográficos

Bibliografía básica

American Psychiatric Association (APA). (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los


trastornos mentales. Barcelona: Masson.

Caballo, V. E. (2013). Manual para la evaluación clínica de los trastornos psicológicos. Madrid:
Pirámide.

Bibliografía complementaria

Fernández Ballesteros, R. (2002). Introducción a la evaluación psicológica. Tomo 2. Madrid:


Pirámide.

Carrasco, M. A., et al. (2013). Evaluación clínica. Diagnóstico, formulación y contrastación de


los trastornos psicológicos. Madrid: Sanz y Torres.

Bas, F. y Andrés, V. (1996). Evaluación de la severidad y análisis funcional de la depresión. En


G. Buela-Casal, V. E. Caballo y J. C. Sierra (dirs.), Manual de evaluación en psicología clínica y
de la salud. Madrid: Siglo XXI.

Caballo, V. E. (1998). Teoría, evaluación y entrenamiento de las habilidades sociales. Valencia:


Promolibro.

Olivares, J. y Méndez, F. X. (1998). Técnicas de modificación de conducta. Madrid: Biblioteca


Nueva.

Vázquez, C. (1990). Trastornos del estado de ánimo (I): aspectos clínicos. Madrid: McGraw Hill.

Otros recursos

Biblioteca de Guías de Práctica Clínica del Sistema Nacional de Salud. (s. f.). Recuperado de
http://www.guiasalud.es

Consejo General de la Psicología de España. (2013). Cambios que incluye el DSM-5. Recuperado
de http://www.infocop.es/view_article.asp?id=4578

Muñoz, L. F. y Jaramillo, L. E. (2015). DSM-5: ¿Cambios significativos? Revista Terapia


Psicológica, 35 (125). Recuperado de
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352015000100008

Rodríguez Testal, J. F., Senín Calderón, C. y Perona Garcelán, S. (2014). Del DSM-IV-TR al
DSM-5: análisis de algunos cambios. International Journal of Clinical and Health Psychology,
14(3). Recuperado de http://www.redalyc.org/html/337/33731525008/

World Health Organization. (s. f.). Recuperado de http://www.who.int

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