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La creación artística desde la perspectiva de Goleman.

Durante los procesos de creación artística, la persona se encuentra en el deber de ejercitar


sus capacidades psicofísicas, llevándose hacia un proceso psicológico que le exige el tomar
decisiones. Para ello, el artista debe realizar un autorreconocimiento que le permita ser
consciente de sus emociones, sentimientos y deseos durante la interacción social, debe
ejercer la escucha activa, y fortalecer sus lazos con otros. Para ello, el artista puede utilizar
ciertos recursos, como la empatía, el autocontrol y la expresión. Estos recursos son los
explicados por Daniel Goleman.

Para Goleman (1997), la empatía significa una inteligencia necesaria para el ser humano, a
fin de entablar relaciones. Esta se puede conseguir a partir del debido reconocimiento y
reflexión de las propias emociones. Así, al identificar nuestros propios procesos, podemos
hacer lo mismo al observar al otro.

Del mismo modo, sucede con el autocontrol. A partir del ahondamiento en nuestras propias
emociones, podemos aprender a controlar el cómo las actuamos diariamente. No se trata
de una represión, sino de un acercamiento sano a estas, a permitirlas ser sin necesidad de
un desborde o un daño. Eso, finalmente, desemboca en la expresividad sana de las
emociones.

La unión de estos dos recursos (1995) deviene en el fortalecimiento de una inteligencia


emocional. Sin esta, el individuo fracasa, a pesar de su inteligencia cognitiva, en alcanzar
un éxito social.

El autocontrol en la práctica artística permite evitar el daño desmedido hacia el compañero


en ejercicios practicados en clase, en la recepción del feedback, en el desarrollo del juego
escénico, entre otros. Asimismo, cuando se trata de ejercicios físicos, sea dentro de clase o
un laboratorio, el autocontrol nos permitirá el trato respetuoso con el cuerpo del otro.

La empatía se ejercita en todo momento. Desde la interiorización del personaje, la


búsqueda del entendimiento a este y evitar el juzgamiento, hasta la relación entre
compañeros o director-actor. Funciona para poner en práctica la asertividad e incluso el
correcto liderazgo.

El tener en cuenta el proceso de las emociones, la empatía y la capacidad del autocontrol,


las trabas de la expresión pueden eliminarse para que surja de manera natural en el actor,
sea desde su expresión verbal o no verbal (el cómo, el cuerpo, lo que dice o surge en la
exploración, etc.). Sobre todo, la que más pesará, será la del cuerpo. Esta facilidad de
expresión también permitirá que el actor se encamine a procesos más complejos, como el
trabajar la contradicción en escena, trabajar la mentira en el personaje, entre otras cosas.

Gordon Craig, según Borja Ruiz (2008), realiza trabajos desde la improvisación junto a la
máscara neutra, anulando por completo la palabra y gesto del actor en una primera etapa.
De esa manera, el laboratorio se da desde lo que su cuerpo decida expresar. Jacques
Lecoq lo utilizó como herramienta pedagógica, posteriormente, para eliminar las trabas de la
expresión de sus actores.
Por otro lado, también desde Ruiz (2008), directores como Meyerhold, Chéjov, Grotowski,
entre otros, daban mayor importancia al autocontrol de las emociones en el actor, para su
posterior expresión mediante lo no verbal. En el caso de Meyerhold, la posición no natural
de sus actores permitía la explosión de la emoción del personaje. Es por ello que el
autocontrol era necesario en sus prácticas.

Finalmente, Strasberg también hacía uso de la emoción como herramienta para la


construcción del personaje, aunque de una manera mucho más realista y cotidiana. Sus
ejercicios eran extremadamente peligrosos, por la gran probabilidad de desborde emocional
que existía. Asimismo, el trabajo de la empatía al intentar comprender la emoción del
personaje, trasladándola a sucesos familiares para los actores, era vital para sus
construcciones de personaje.

Como conclusión final, estamos de acuerdo que los recursos de la inteligencia emocional
que menciona Goleman (autocontrol, autorreconocimiento, expresión y empatía) son
imprescindibles para el actor, sea que este busque alinearse a un teatro psicológico o no.
De todas maneras, cobrarán un papel importante dentro de sus procesos artísticos, más allá
del tipo de actuación que vaya a ser utilizada en escena.

Referencias:

Ruiz, B. (2008). El Arte del Actor en el Siglo XX. Bilbao: Artezblai SL.
Goleman, D. (1995) La inteligencia emocional. New York: Vergara.
Goleman, D. (1997). La Psicología del Autoengaño. Editorial Adántida. México.

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