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Grupo: 7
1. Las crisis industriales o comerciales, por las quiebras que son otras
rupturas parciales de la solidaridad orgánica producen efectos sociales, las cuales
se manifiestan como antagonismo del trabajo y del capital, esto debido a lo
obligado y forzado de la actividad productiva, lo cual conduce a luchas
desintegradoras dando pie a una mayor fatiga del sistema nervioso, con la
aglomeración y el trabajo mecánico, las cuales exigen una nueva organización.
2. La coacción en la división del trabajo: es otro tipo de manifestación mórbida
que se expresa en reglamentaciones que imponen disciplinas, impidiendo la
naturaleza normal del hombre, al romper la espontaneidad del trabajo según las
desigualdades sociales y naturales; esta situación se presenta incluso en los
“contratos” ya que no se tienen en los mismos la igualdad entre las partes, donde
es normal ver que una parte impone sus intereses a la otra.
3. La incoordinación de las funciones: esto impide la actividad de los
individuos, lo que produce un relajamiento, incoherencia y desorden, aunque
exista poder directivo, incidiendo sobre la solidaridad orgánica, la cual disminuye
sustancialmente y es incidida por la creciente especialización.
Cabe mencionar que, para Emilio Durkheim, la anomia puede indicar un factor
que lleva al cambio social y pone como ejemplo el caso de Sócrates, quien con su
actitud propuso una nueva moral. También hay que mencionar que los tratadistas
contemporáneos consideran a la anomia con los siguientes criterios:
Además, Emilio Durkheim sostenía que el delito es algo “natural” en todas las
sociedades, ya que este no aparece sólo en la mayoría de las sociedades de una
determinada especie, sino que aparece en todas las sociedades de todos los
tipos. Lo cual se puede comprobar de forma fácil al estudiar la historia de todas las
sociedades. Si bien para Durkheim “el delito es un hecho social normal”, también
es patológico cuando la tasa de incidencia es alta, siendo el delito funcional a la
sociedad expresado en el rechazo al mismo, lo cual lleva a la reafirmación de la
pertenencia a la sociedad por sus miembros, reafirmando “cohesión social” a favor
de una “conciencia colectiva”.
Según Merton, las estructuras sociales ejercen una presión definida sobre
ciertas personas en la sociedad induciéndolas a una conducta de rebeldía antes
que de conformidad.
A diferencia de Durkheim, Merton no consideraba la naturaleza biológica del
ser humano como importante para explicar la desviación. Al explicar la anomia y la
conducta desviada, Merton no se enfocaba precisamente en el individuo, sino en
el orden social. Postulaba una dicotomía entre las metas culturales y los medios
institucionales para lograr esas metas, cualquier meta cultural muy apreciada en
una sociedad, era también muy probable que afectara los medios
institucionalizados. Por lo que un equilibrio eficiente entre estas dos fases suele
mantenerse, siempre y cuando los individuos obtengan satisfacciones al
conformarse tanto con las metas culturales como con los medios
institucionalizados.
Esta definición de Merton hace énfasis en el desequilibrio entre las metas
culturales y las normas institucionales en una sociedad. Concibe la anomia como
un derrumbe de la estructura cultural que acaece sobre todo cuando existe una
discrepancia aguda entre las normas, las metas culturales y las capacidades
sociales estructurales de los miembros del grupo de obrar en concordancia con las
mismas.
Esta relación entre anomia y estructura social puede detallarse como:
Las metas sociales son los objetivos que la sociedad establece para que los
individuos alcancen una vida de éxito o de mucho dinero, las mismas no siempre
son fáciles de conseguir por lo que surge la pregunta de si las mismas ponen de
manifiesto la desigualdad entre los miembros de la sociedad.
Para Merton la anomia es una especie de quiebra de la estructura cultural, que
tiene lugar cuando hay una separación grave entre las normas y los objetivos de
una cultura, y las capacidades o el compromiso de los individuos por obrar de
acuerdo con aquéllos.
Además, sostiene que la probabilidad de caer en la anomia difiere entre los
individuos debido a la estructura social donde conviven, haciendo a unos más
propensos y con más posibilidades de caer en un estado de anomia, que según
Merton es característico de los estratos más bajos de la sociedad, donde las
posibilidades para acceder a los fines prescriptos por la cultura y la sociedad en
general son escasos.
De esta manera, las personas de menores recursos, sin poder encontrar los
medios (ya sea el trabajo, la empresa, entre otros) para los fines culturalmente
impuestos (cabe mencionar que esto en la sociedad norteamericana del siglo XX
en la que vivió Merton, se refería a hacer dinero), serían más propensas a, si
quieren cumplir con ese objetivo, a buscar soluciones alternativas (las cuales no
necesariamente eran legales) para llegar a la meta de éxito material.
No obstante, esta situación anómica es típica de la sociedad norteamericana y
afecta a todas sus instituciones, grupos e individuos. Todos son incitados desde el
hogar, frecuentemente en las iglesias protestantes, en la escuela, el trabajo, los
medios de comunicación, etc. a cumplir sin nada que lo impida el llamado “Sueño
Norteamericano”, la consigna ideológica y el mito de la igualdad y el éxito
económico para todos. Lo cual significaba en esos tiempos, que para alcanzar la
cima sólo sería cuestión de perseverar y trabajar duro; y el fracaso se debía
únicamente a la falta de esfuerzo o a los defectos del individuo.
No obstante, hay sociedades donde hay un cierto equilibro entre los objetivos y
la capacidad de la gente para llegar a ellos. Por ejemplo, en una sociedad de
esquimales en la que la meta socialmente impuesta sea, ser una persona pacífica
y ser buen pescador, no existen objetivos culturales que pueden conducir a un
estado de anomia, como sí es el caso cuando la meta social es el conseguir
dinero.
Esto quiere decir que la sociedad es un factor importante a la hora de
considerar por que motivos las personas se decantan por cometer delitos, esto al
verse en la necesidad de conseguir dinero o viéndolo de una forma más profunda,
por la necesidad de encajar en lo que la sociedad ve como correcto.
Según Merton existen cinco tipos de adaptaciones a una situación en que los
medios legítimos para alcanzar una meta son inalcanzables para ella: