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sus propios términos de la actividad que veía. Presentamos el laboratorio como un sistema de
inscripción gráfica, uno de cuyos resultados es convencer ocasionalmente a otros de que algo es
un hecho. Tal convencimiento implica la percepción de que un hecho es algo que simplemente
está registrado en un artículo y que ni ha sido construido socialmente ni posee una historia propia
de construcción.
La especificidad cultural del laboratorio son las configuraciones concretas del aparato que hemos
denominado instrumento de inscripción. La importancia fundamental de esta disposición material
es que ninguno de los fenómenos «sobre los que» hablan los participantes podría existir sin ella.
Por ejemplo, sin un bioensayo no se podría decir que existe una sustancia. El bioensayo no es
simplemente un medio de obtener una entidad independientemente dada; el bioensayo
constituye la construcción de la sustancia. De modo similar, no se puede decir que exista una
sustancia sin las columnas fraccionadoras (Fotografía 7), ya que una fracción sólo existe en virtud
del proceso de discriminación. Del mismo modo, el espectro producido por el espectrómetro de
resonancia magnética nuclear (RMN) (Fotografía 8) no existiría sino en virtud del espectrómetro.
No se trata sólo de que los fenómenos dependen de ciertos instrumentos materiales, sino que el
escenario material del laboratorio constituye completamente los fenómenos. La realidad artificial,
que los participantes describen en término de una entidad objetiva, ha sido de hecho construida
utilizando instrumentos de inscripción. Semejante realidad, que Bachelard (1953) denomina la
«fenomenotécnica», adquiere la apariencia de un fenómeno en virtud de su construcción
mediante técnicas materiales.
Así pues, está claro que hay elementos del equipo que son más cruciales para los procesos de
investigación que otros. De hecho, el vigor del laboratorio no depende tanto de la disponibilidad
de aparatos como de la presencia de una cierta configuración de máquinas adaptadas
específicamente a una tarea determinada. La Fotografía 3 no define el campo particular en el que
se sitúa el trabajo de laboratorio, porque en montones de instituciones de investigación
relacionadas con la biología se pueden encontrar centrifugadoras o evaporadores de rotación. Sin
embargo, la presencia de bioensayos y radioinmunoensayos, las columnas de sephadex y toda la
gama de espectrómetros, muestran que los participantes trabajan en neuroendocrinología. Se ha
reunido en un lugar un amplio abanico de instrumentos de inscripción, utilizados de diversas
maneras en diferentes subcampos. Por ejemplo, el espectrómetro de masas se utiliza para
producir artículos sobre la estructura de una sustancia; los cultivos celulares se utilizan en
investigaciones sobre la síntesis del ADN en la biosíntesis de las mismas sustancias. La
especificidad cultural del laboratorio también resulta evidente porque algunos de sus
instrumentos de inscripción sólo se pueden encontrar en este lugar.
Sería erróneo contrastar los componentes materiales de la actividad del laboratorio con los
intelectuales. Los aparatos de inscripción, habilidades y máquinas que ahora son corrientes
proceden a menudo de la literatura pasada de otro campo. Así, cada secuencia de acciones y cada
ensayo rutinario ha existido en alguna etapa como objeto de debate en otro campo y ha sido el
núcleo de varios artículos publicados. De este modo, el aparato y las habilidades artesanales
presentes en un campo incorporan los resultados finales del debate o la controversia habidos en
otro campo y los pone a disposición del laboratorio. En este sentido se refería Bachelard (1953) al
aparato corno «teoría reificada”. El instrumento de inscripción proporciona inscripciones que se
pueden utilizar para escribir artículos o hacer afirmaciones en la literatura sobre la base de la
transformación de argumentos que permite la generación de nuevas inscripciones. Por ejemplo,
cuando un miembro del laboratorio utiliza un ordenador, moviliza el poder de la electrónica y de la
estadística. Cuando otro miembro maneja el espectrómetro de RMN (Fotografía 8) para
comprobar la pureza de sus compuestos está utilizando la teoría del spin y el resultado obtenido
tras unos veinte años de investigación de física básica. Cada acto en el laboratorio se basa, pues,
de algún modo en otros campos científicos.
Si los aparatos de inscripción son la reificación de teorías y prácticas, las piezas reales de equipos
constituyen las formas comercializadas de estas reificaciones La distribución material del
laboratorio se ha hecho según los elementos del aparato, muchos de los cuales poseen historias
largas y a veces controvertidas. Cada elemento del aparato se ha combinado con ciertas técnicas
para formar aparatos específicos, cuyos estilos y agujas arañan la superficie de las hojas de papel
de gráficos. La cadena de hechos a la que cada curva debe su propia existencia resulta muy larga
para que un observador, un auxiliar o un científico la recuerden. Y, sin embargo, cada etapa es
crucial, pues su omisión o mal manejo puede anular todo el proceso. En vez de «una preciosa
curva» es muy fácil obtener unos cuantos puntos caóticos aquí y allá de curvas que no se pueden
reproducir exactamente. Para contrarrestar estas catastróficas posibilidades se intentan hacer de
forma rutinaria las acciones componentes, bien automatizándolas, bien entrenando a los técnicos
de laboratorio. Una vez se ha rutinizado una serie de operaciones, se pueden mirar las figuras
obtenidas y olvidar tranquilamente que la inmunología, la física atómica, la estadística y la
electrónica fueron las que posibilitaron efectivamente esta figura. Una vez se ha llevado a los
despachos la hoja de datos para discutirla, se pueden olvidar las diversas semanas de trabajo de
los técnicos y los cientos de dólares invertidos en su producción. Después de escribir el artículo
que incorpora estas figuras y de añadir sus principales resultados en un nuevo instrumento de
inscripción, es fácil olvidar que la elaboración del artículo dependió de factores materiales. Se
olvidará el laboratorio y su existencia dejará de tenerse en consideración. Tomarán su lugar
«ideas», «teorías» y «razones». De este modo, parece que los instrumentos de inscripción se
evalúan con la medida en que facilitan una transmisión rápida del trabajo artesanal a las ideas. El
escenario material posibilita los fenómenos, pero se exige que sea olvidado fácilmente. Sin el
entorno material del laboratorio no se podría decir que existiera ninguno de los objetos y, sin
embargo, raras veces se menciona ese entorno material.
Documentos y hechos
Hasta ahora, nuestro observador ha comenzado a dar sentido al laboratorio en términos de una
tribu de lectores y escritores que dedican dos tercios de su tiempo a trabajar con enormes
aparatos de inscripción. Parecen haber desarrollado una considerable habilidad para crear
aparatos que puedan concretar inscripciones, trazos o figuras esquivas en su trabajo, y también en
el arte de la persuasión. Esta última habilidad les permite convencer a otros de que lo que hacen
es importante, que lo que dicen es cierto y que sus propuestas merecen ser financiadas. De hecho,
son tan habilidosos que se las arreglan para convencer a los demás, no de que los están
convenciendo, sino de que simplemente están interpretando de forma consciente los datos
disponibles. Persuaden a los demás de que no están siendo persuadidos, de que no hay mediación
alguna entre lo que se dice ,y la verdad. De hecho, son tan persuasivos que dentro de los límites
de su laboratorio se puede olvidar las dimensiones materiales del laboratorio, las mesas de éste y
el influjo del pasado y centrarse sólo en los «hechos» que se indican. No resulta sorprendente que
nuestro observador antropológico experimentara cierta incomodidad al tratar con semejante
tribu. Mientras otras tribus creen en dioses o en mitologías complicadas, los miembros de esta
tribu insisten en que no hay que asociar su actividad con creencias, cultura o mitología. En cambio,
afirman que sólo les interesan los «hechos concretos». El observador está perplejo precisamente
porque sus informantes insisten en que todo es simple. Además le dicen que si fuera un científico
lo entendería. Este argumento tienta enormemente a nuestro antropólogo. Ha empezado a
entender el laboratorio, ha leído montones de artículos y puede reconocer diversas sustancias.
Además, comienza a entender trozos de conversaciones entre los miembros. Sus informantes
empiezan a influir en él. Comienza a admitir que no hay nada extraño en este escenario y que no
hay nada que exija ser explicado en términos diferentes a los de las explicaciones de los propios
informantes. Sin embargo, en el fondo de su mente queda una cuestión persistente.
“¿Cómo podemos explicar el hecho de que en un año se gaste un millón y medio de dólares para
que veinticinco personas produzcan cuarenta artículos?” Los participantes reconocen que el
principal objetivo de su actividad es producir artículos. La realización de este objetivo necesita una
cadena de operaciones de escritura que va desde un resultado garabateado por primera vez en
una hoja de papel y comunicado de forma entusiasta a los colegas, hasta el registro final de la
bibliografía publicada en los archivos del laboratorio. Todas las muchas etapas intermedias (como
charlas con diapositivas, circulación de borradores, etc.) tienen que ver con la producción literaria
de una u otra manera. De este modo, resulta necesario estudiar cuidadosamente los diversos
procesos de producción literaria que llevan a la elaboración de artículos. Lo haremos de dos
modos:
Conjetura: los elementos que producen un elevado rendimiento son los que tienen una elevada
oportunidad de producir ensayos de interés fuera del laboratorio.
Los enunciados de tipo 5: correspondían a un hecho dado por sentado. Nuestro observador se dio
cuenta de que esos enunciados raras veces aparecían en las discusiones habidas entre miembros
del laboratorio —excepto cuando, recién llegados, solicitaban cierta información sobre ellos—,
debido precisamente a que se daban por supuestos.
Enunciados tipo 4: Los libros de texto contienen un gran número de sentencias con la siguiente
forma estilística: «A tiene determinada relación con B». Por ejemplo, «Las proteínas ribosómicas
comienzan a unirse al preARN inmediatamente después de que comience su copia» (Watson,
1976: 200). Se podría decir que las expresiones de esta clase son enunciados de tipo 4. Aunque la
relación que se presenta en este enunciado no parece controvertida, se explícita en contraste con
lo que sucede en los enunciados de tipo 5. A veces se considera que este tipo de enunciado es el
prototipo de aserción científica. Sin embargo, nuestro observador se dio cuenta de que este tipo
de enunciado raras veces se presenta en el trabajo de los científicos de laboratorio. Usualmente,
los enunciados de tipo 4 formaban parte del conocimiento aceptado diseminado por los textos de
enseñanza.
Enunciados de tipo 1: comprenden conjeturas o especulaciones (sobre una relación) que aparecen
de forma más común al final de los artículos, o en discusiones privadas. En esta etapa, pues,
nuestro observador ha identificado cinco tipos diferentes de enunciados. A primera vista, parecía
que estos tipos de enunciados podrían ordenarse en un continuo amplio de tal modo que los
enunciados de tipo 5 representaran las entidades más cercanas a los hechos y los de tipo 1 las
aserciones más especulativas. Se seguiría que los cambios en el tipo de enunciado se
corresponderían con los cambios en el estatus de facticidad. Por ejemplo, la supresión de
modalidades en un enunciado de tipo 3 produciría un enunciado de tipo 4, cuya facticidad
aumentaría igualmente. En un nivel general parece bastante plausible la idea de que los cambios
en el tipo de enunciado pueden corresponder a cambios en facticidad. Pero nuestro observador
consideró que no podría apostar mucho por la determinación de la correspondencia entre el tipo
de enunciado y el estatus de facticidad. No obstante, se dio cuenta de que la noción de inscripción
gráfica era un instrumento útil. Aunque entendía poco de los artículos que leía, había desarrollado
una técnica gramatical simple para distinguir entre tipos de enunciados. Pensaba que eso le
permitía acercarse a la sustancia misma de los enunciados de los científicos sin tener que confiar
completamente en los participantes para su elucidación o para que le ayuden. Además, en la
medida en que los cambios en la forma gramatical de los enunciados de los científicos
proporcionaban la posibilidad de cambios de contenido (o de estatus de facticidad), podía retratar
la actividad del laboratorio como una lucha constante por la generación y aceptación de
determinados tipos de enunciados.
Ahora el observador era capaz de considerar lo que previamente había parecido una confusa
mezcla de artículos en términos de una red de textos que contenían multitud de enunciados. La
propia red comprendía un gran cuerpo de operaciones sobre y entre estos enunciados. Así sería
posible documentar la historia de una aserción determinada como aquella que se va
transformando de un tipo de enunciado en otro y como la disminución o aumento de su estatus
fáctico como resultado de varias operaciones. Ya hemos especificado, de una forma preliminar, la
naturaleza de las operaciones mediante la que se transforman los tipos de enunciados.
Examinemos a continuación con más detalle un criterio para determinar el éxito de la operación.
Añadiendo o quitando capas de documentos, los científicos podían aumentar o disminuir las
calificaciones y, por tanto, se modificaba proporcionalmente el peso del enunciado.
Conclusión