Está en la página 1de 5

Recordando a Marcelo

Diamand

Los trabajos de Marcelo Diamand sobre la Estructura


Productiva Desequilibrada (EPD) y los cambios
múltiples han vuelto a ser noticia aunque nunca
perdieron vigencia entre los economistas que añoran
encontrar la fórmula para convertir a la Argentina en
una potencia industrial. Marcelo Diamand fue dueño de
Tonomac, empresa dedicada a la fabricación de radios a
transistores, miembro de la Confederación General de la
Industria y quizás el único empresario que intentó
elaborar un modelo económico para explicar las
limitaciones del sector industrial al depender de las
exportaciones agrícolas.

Tuve oportunidad de conocer a Marcelo Diamand en los


años setenta y efectuar un resumen de su libro “Doctrinas
económicas, desarrollo e independencia” en cinco notas
publicadas en El Cronista Comercial. Su principal
contribución fue la necesidad de implementar cambios
múltiples acordes con la productividad de cada sector. La
propuesta estaba basada en su propia experiencia. La
irrupción de las radios y televisores japoneses
amenazaba la subsistencia de su empresa que no
estaba en condiciones de competir con un tipo de
cambio acorde, según Diamand, con la productividad
del sector agropecuario. Si el sector industrial hubiera
tenido un tipo de cambio según su baja productividad no
sólo competiría con las importaciones sino también
hubiera disputado a los japoneses el mercado
internacional. El modelo requería un dólar alto para la
industria y uno bajo para las exportaciones agrícolas que
proveía las divisas para las importaciones de insumos y
bienes de capital para la industria. La propuesta incluyó
los efectos de las devaluaciones en la distribución del
ingreso siguiendo los ensayos de Carlos Diaz Alejandro.

Los trabajos de Diamand se dieron en una coyuntura


internacional compleja. Estados Unidos abandonó en
1972 la paridad fija con el oro, devaluó el dólar, hubo una
fuerte suba de los precios del petróleo y apareció el
mercado de capitales de los petrodólares. Japón irrumpió
como potencia industrial y comenzó la revaluación del yen
después de décadas de un cambio fijo de 360 yenes por
dólar. Marcelo Diamand podría afirmar que Japón
mantuvo un tipo de cambio que favoreció su desarrollo
industrial coincidente con la productividad de los años
cincuenta y sesenta hasta alcanzar la madurez en los
setenta.

El tipo de cambio alto aún sin considerar los aranceles


implica reconocer la baja productividad y promover una
distribución de ingreso a favor del sector industrial. Nada
permite prever que el sector volcará sus excedentes para
la modernización. El supuesto es fuerte porque podrían
producirse desvíos hacia otras actividades de mayor
rentabilidad confiando en la permanencia de la alta
protección. La posibilidad de aumentar la
productividad mediante la incorporación de
tecnología o reducción de costos para mejorar el
salario real pareciera ocupar un plano secundario
respecto a la importancia del tipo de cambio. La
Argentina tuvo planes de desarrollo industrial de las
cuales surgieron la siderurgia, aluminio, papelera,
automotriz, turbinas y petrolera entre otras y siempre
otorgó facilidades para la importación de bienes de
capital no producidos en el país para mejorar la
productividad.

Los años ochenta presenciaron la aparición de Corea,


Taiwán y Hong Kong y una tímida incursión de China
que se consolidaría en los noventa. Con la excepción de
Hong Kong esos países fueron también exportadores
agrícolas. Siguieron Tailandia, Malasia y ahora India,
Vietnam, Indonesia y Filipinas que suplieron la falta de
divisas facilitando el ingreso de inversiones con políticas
estables, seguridad y confianza que fueron
transformándolos en exportadores industriales. Brasil tuvo
un importante desarrollo industrial sin aplicar cambios
múltiples y Australia promovió sectores alternativos de
recursos naturales y servicios.

El modelo de cambios múltiples requiere de una creciente


intervención del Estado que ya lo hace a través de las
retenciones y reintegros. El Ministerio de la Producción
debería, si fuera coherente, tener la capacidad de
evaluar las productividades sectoriales y definir a los
perdedores y defensores de la distribución del
ingreso. Los cambios múltiples en realidad son
subsidios encubiertos. Sería más fácil denominarlos así
pero la presentación perdería la seriedad académica.

Las teorías de Marcelo Diamand evocan los años


setenta cuando los economistas miraban con simpatía
la intervención del Estado en la actividad productiva.
La repetición de esos esquemas no tendría en cuenta los
cambios de la industria tanto a nivel nacional como
internacional y las posibilidades reales de alcanzar
competitividad cuando no existen incentivos a la
inversión, se aplican cepos y el Estado presiona con más
impuestos.

El autor es Licenciado en Economía Política (UBA),


Master in Economics (University of Boston) y fue
embajador argentino en Tailandia. Es Miembro
Consultor del Consejo Argentino para las Relaciones
Internacionales (CARI)

También podría gustarte