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Disertación Jurídica
Disertación Jurídica
Así pues, si bien es cierto que los egresados de nuestras facultades suelen contar con
un cúmulo importante de conocimientos en las diferentes ramas del derecho, también
es sabido que, salvadas excepciones, la mayoría de ellos no son diestros en el manejo
del método jurídico.
1. Algunas aclaraciones.
1
Vid. R., Descartes, Discours de la méthode pour bien conduire sa raison et chercher la
vérité dans les sciences, París, Ed. Bordas, 1988.
En segundo lugar, debemos precisar que, si bien decidimos abordar el examen de la
disertación jurídica y del comentario jurisprudencial empleando para ello líneas
directrices comunes, ciertamente, ambos ejercicios difieren en su concepción,
objetivos y presentación final de manera importante, tal y como lo veremos a lo largo
del presente libro.
En suma, se trata de una obra que invita al estudiante de derecho a atreverse a pensar
por sí mismo, a huir de la simple repetición mecánica de información, y a elaborar sus
propios textos jurídicos luego de un largo, profundo y metódico trabajo reflexivo, o, en
palabras de Descartes, a ejercer la razón de manera autónoma, en tanto que "poder
para juzgar adecuadamente y distinguir lo verdadero de lo falso"2, más allá de
cualquier idea preconcebida, criterio de autoridad o verdad revelada.
2. Plan de la obra.
2
Vid, ibídem, p. 8.
PRIMERA PARTE.
EL MÉTODO DE LA DISERTACIÓN JURÍDICA.
I. ASPECTOS TEÓRICOS.
Ahora bien, como lo enseña la etimología, la palabra "método" proviene del latín
methodus, que significa camino o ruta ( odos ) hacia un fin ( meta ): un conjunto de
pasos racionales que permiten llegar a un objetivo. Nos encontramos, por ende, ante
un instrumento al servicio de un propósito concreto y no frente a un fin en sí mismo.
Pero, en qué consiste exactamente una disertación jurídica?. El profesor francés Jean-
Pierre Gridel procede a definirla, de manera muy general, en los siguientes términos:
“La disertación encarna el discurso francés en su expresión más clásica. Consiste en
presentar la sustancia de un tema mediante el reagrupamiento de sus múltiples
elementos en dos o tres conjuntos homogeneos...”3.
3
J.P. Gridel, La dissertation et le cas pratique. Consultation en droit privé. Méthodes-
examples, Tercera edición, París, Ed. Dalloz, 1993, p. V.
4
Vid. J. Russ, Les méthodes en philosophie, París, Ed., Armand Colin, 1992, p. 72.
más frecuente en el que incurren quienes escriben artículos especializados o, incluso,
obras monográficas. De hecho, es usual toparse con escritos jurídicos que conforman,
a lo más, un simple collage de autores, doctrinas y jurisprudencias.
Así mismo, el discurso jurídico no es, desde un punto de vista material, un ejercicio
literario. En efecto, abordar racionalmente un tema parte de dilucidar y precisar el
contenido y alcance de cada uno de los elementos que lo integran y, seguidamente,
proceder a plantear y desarrollar, in extenso, un problema jurídico concreto.
Desde luego, impera aclarar que, desde una perspectiva meramente formal, se presenta
un cercano parentesco entre ambos ejercicios. En realidad, una buena disertación
jurídica se caracteriza por la riqueza del lenguaje que emplea el autor, los giros que
éste es capaz de darle a una idea y, como no, el empleo de un estilo propio. Pero,
insistimos, lo más importante en un discurso jurídico no son estos aspectos formales
que, en últimas, hacen más agradable la lectura del documento, sino, por el contrario,
la capacidad para sistematizar y presentar, armónicamente, un conjunto de argumentos
jurídicos. En otros términos, se valora el hecho de que el autor haya logrado
demostrar, mediante una trabazón razonable y ordenada de partes que integran un
discurso, la validez de una hipótesis de trabajo, más que la pureza de su estilo literario.
Hasta aquí hemos presentado, en grandes líneas, la esencia de lo que es una disertación
jurídica. Importa ahora explicar, en profundidad, las reglas que deben seguirse para
adelantar, correctamente, un ejercicio académico de este tipo.
Un primer paso que debe darse al momento de dar inicio a un trabajo de disertación
jurídica, consiste en fijar con exactitud los límites temporales y materiales del asunto.
A este propósito se impone distinguir entre dos posibles situaciones: sea que el
profesor asigne, directamente, el tema de disertación al estudiante; sea labor de este
último embarcarse en la compleja misión de buscarlo, sobre todo, cuando se trata de la
elaboración de un trabajo de grado. Puestas así las cosas, centraremos nuestra
atención en el segundo supuesto de hecho, aunque lo cierto es que algunas de las
indicaciones que daremos resultan ser aplicables, mutatis mutandis, al primero de los
casos expuestos.
Desde esta perspectiva, señalemos que, en primer lugar, es preciso desechar aquellos
sujetos que por su vaguedad, extensión o imprecisión resultan ser verdaderamente
inconmensurables. Así, a modo de ejemplo, deben descartarse temas tales como: "los
estupefacientes en el mundo"; "la crisis colombiana"; "el control de
constitucionalidad"; "el Parlamento" o "el caso africano".
Pero, ya que debemos procurar siempre hallar el justo medio, el equilibrio perfecto
entre lo general y lo particular, deben igualmente dejarse de lado, aquellos asuntos que
sean extremadamente puntuales, vgr: "las sentencias de tutela en materia laboral de la
Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional durante el año de 1998".
En tercer lugar, el autor de una disertación jurídica debe tener presente que su tema se
inscribe, por lo general, en una larga evolución normativa, doctrinal y jurisprudencial,
e igualmente, que hace parte, a su vez, de un área de conocimiento mucho más
general. Así, un asunto titulado “Aspectos procesales de la acción de cumplimiento”
está, o bien integrado en otros más amplios o, al menos, guarda una estrecha relación
con éstos, cuales son, a título de ejemplo, los siguientes: el control judicial de la
inactividad administrativa; los poderes del juez frente a la administración pública y la
legalidad en tanto que objeto de protección de la acción de cumplimiento.
Last but not least, si se trata de la elección de un tema para un trabajo monográfico, el
estudiante debe evitar, ante todo, aquellos que no ofrezcan interés alguno debido a la
existencia de abundantes y profundos estudios en la materia. A decir verdad, es
preciso trabajar un sujeto que se enmarque en el epicentro mismo de un debate
histórico, doctrinal o jurisprudencial. Allí donde sea posible hallar posiciones
divergentes, oscuridades o ambigüedades, y obviamente, la última palabra no se haya
dicho.
En suma, el aporte que puede representar una disertación jurídica en el caso de los
trabajos de grado, comienza por la determinación misma del tema. Se trata, por ende,
de dar un paso hacia delante, apoyándose siempre para ello en los hombros de los
grandes juristas que nos han antecedido. Esto presupone, como no puede ser de otra
manera, conocer en profundidad la materia que nos incumbe antes de lanzarse a
precisar, en el tiempo y espacio, un tema de disertación jurídica.
Efectivamente, detrás de cada tema jurídico muchas cosas suelen estar en juego:
intereses de grupo, los principios del Estado Social de Derecho, la garantía a los
derechos fundamentales, el respeto por el principio de legalidad, la vigencia de la
democracia participativa, etcétera. Pasar por alto estos elementos que, implícitamente,
están presentes en cada sujeto, demuestran que el autor del discurso no ha llevado a
cabo una profunda reflexión acerca de un problema jurídico concreto.
Veamos ahora dos casos prácticos. En un primer supuesto, se pide hacer una
disertación sobre “la legitimación activa en sede de acción de tutela”. Se trata de un
tema que toca, directamente, con la eficacia en la protección de los derechos humanos,
y en últimas, con los principios que inspiran al Estado Social de Derecho. En un
segundo ejemplo, la exigencia se incardina hacia “la financiación de las campañas
políticas en Colombia”, en cuyo caso están de por medio el acceso de las minorías
políticas al poder, la alternancia en el ejercicio del poder político, y en esencia, el
principio democrático.
Pues bien, desde un punto de vista gramatical, cualquier materia de disertación está
compuesta por uno o varios conceptos que conforman un todo. De allí, que sea
necesario precisar, a priori, el significado de cada uno de los elementos que integran el
mencionado conjunto. Para ello, el estudiante no debe olvidar que, si bien en
reiteradas ocasiones, el lenguaje jurídico se vale de palabras propias del lenguaje
corriente para expresar sus proposiciones (vgr. frutos, obligación, deber, salario etc. ),
los juristas han ido determinando con detalle, como lo expresa el profesor argentino
Barberis, "las características definitorias de cada palabra y los límites de su
aplicación"5.
Al respecto conviene precisar que, un mismo término puede haber sido empleado de
manera diversa por distintos juristas. A decir verdad, los conceptos de sanción,
responsabilidad, derechos fundamentales, etc., no necesariamente han designado
idénticas realidades para los diversos autores. Así, por ejemplo, R. Alexy, al abordar el
estudio de los derechos subjetivos señala "La variedad de aquello que es llamado
`derecho (subjetivo)´ crea un problema terminológico. ¿Debe reservarse la expresión
`derecho (subjetivo)´, cuya ambigüedad y vaguedad es realmente extraordinaria, sólo
para algunas posiciones o debe ser utilizada en un sentido lo más amplio posible?...es
aconsejable, por ello, utilizar la expresión `derecho (subjetivo)´, siguiendo el uso
existente, como un concepto general para posiciones muy diferentes, y luego, dentro
del marco de este concepto, trazar distinciones y llevar a cabo caracterizaciones
terminológicas"6.
De igual manera, lo conceptos han evolucionado con el paso del tiempo. En tal
sentido, el profesor Zenati, al referirse al concepto de "jurisprudencia", nos indica que
este término "no siempre ha servido para designar el mismo objeto. La evolución de su
sentido es útil de estudiar para establecer su actual significado, que es producto de una
historia compleja"7.
Por consiguiente, no existe una única o verdadera definición de un término, sino unas
más elaboradas que otras, más adecuadas a la realidad social del momento, y por
supuesto, sus cargas axiológicas, en no pocas oportunidades, resultan ser distintas.
Impera igualmente precisar que, más allá de las clásicas definiciones, conocidas como
lexicográficas, algunos autores se decantan por la elaboración de definiciones
estipulativas, entendiendo por ellas, aquellas nociones que son adoptadas en el ámbito
exclusivo de un texto escrito y únicamente para los fines del mismo. En otros
términos, quien elabora una disertación jurídica, o filosófica, goza de la libertad de
crear nuevas nociones o conceptos, a condición, bien entendido, de que respete el
contenido y alcance de los mismos a lo largo de todo el texto. Además, estas
definiciones estipulativas "no tienen carácter informativo, sino directivo. Constituyen
una directiva de cómo utilizar un término nuevo. Por lo tanto, ellas no pueden ser ni
5
Vid, J., Barberis, Los sujetos del derecho internacional actual, Madrid, Ed.,Tecnos, 1984,
p. 18.
6
Vid. R. Alexy, Teoría de los derechos fundamentales, Madrid, Ed. Centro de Estudios
Constitucionales, 1997, p. 185.
7
Vid., F. Zenati, La jurisprudence. Méthodes du droit, París, Ed. Dalloz, 1991, p. 7.
verdaderas ni falsas"8, a diferencia de las definiciones informativas o lexicográficas.
"Entiendo por modo las afecciones de una sustancia, en otros términos, lo que está en
otra cosa, por medio de la cual él está concebido también.
"Entiendo por Dios un ser absolutamente infinito, es decir, una sustancia constituida
por una infinidad de atributos de los cuales cada uno expresa su esencia eterna e
infinita"9.
Una vez elegido un sujeto de disertación jurídica por el alumno, o por el profesor en el
caso de las pruebas escritas, un segundo paso consiste en la elaboración de un plan de
trabajo, actividad esta regida, igualmente, por unas reglas metodológicas, discernidas
por Descartes en su más célebre obra, y que pasaremos a explicar a continuación.
a. La duda metódica.
Para Descartes, la primera regla del método científico consiste en "no recibir cosa
alguna por verdadera, que yo no conozca evidentemente como tal, es decir, de evitar,
cuidadosamente, la precipitación y la prevención, y de no comprender nada más en
mis juicios que aquello que se presente tan claramente a mi espíritu, que no disponga
de ninguna ocasión de ponerlo en duda"10. Se trata de la formulación de la conocida
duda metódica o cartesiana.
En tal sentido, el autor de una disertación jurídica es, ante todo, un escéptico, que
comienza su labor con modestia intelectual, pero, al mismo tiempo, no respetando
oráculo ni autoridad alguna. El propio Discurso del método fue escrito en francés y no
latín, la lengua de los “doctos”, con el fin, precisamente, de dirigirse a todo aquel que
8
Vid, ibídem, p. 19.
9
Vid, Spinoza, "Ethique", Oeuvres de Spinoza, Garnier-Flammarion, París, 1990, p. 24.
10
Vid, R. Descartes, ob.cit., p. 22.
desease atreverse a pensar por sí mismo, a discernir entre lo verdadero y lo falso. En
consecuencia, no se debe aceptar nada que no sea evidente. Ciertamente, muchos
avances que ha conocido la humanidad, tanto en ciencias exactas como sociales, se
han alcanzado merced a las herejías, a las revoluciones copernicanas de aquellos que
osaron poner en duda las verdades reveladas y los criterios de autoridad.
Pues bien, esta labor intelectual nos va a permitir comprender algunos temas jurídicos
particularmente complejos, mediante el estudio detallado de las partes que lo integran.
Para ello, al igual que sucede con la elección del tema, el alumno ha debido llevar a
cabo con antelación un arduo trabajo de investigación que le permita, no sólo conocer
y comprender el estado actual de la cuestión en la doctrina o jurisprudencia tanto
nacional como foránea, sino además, plantear un problema jurídico al cual se pretenda
aportar algunos elementos de respuesta a lo largo del texto de la disertación.
Puestas así las cosas, este trabajo de descomposición consiste, esencialmente, en llevar
a cabo una "lluvia de ideas", entendiendo por ésta, un conjunto de enunciados en los
que se da cuenta de los aspectos principales y secundarios del tema, las dudas e
interrogantes que le haya suscitado al estudiante la lectura de la documentación
recolectada, los problemas jurídicos que haya encontrado, al igual que las constantes,
principios y tendencias que, a su juicio, orientan en la actualidad la discusión en torno
al sujeto de disertación.
En suma, esta labor analítica nos va a permitir elaborar una problemática, que consiste,
siguiendo las enseñanzas de la profesora Russ, en transformar un título,
aparentemente aseverativo o dogmático, en una pregunta principal12, de la cual se van
a derivar, a la par que en una reacción atómica, numerosas preguntas secundarias.
Seguir este camino lógico nos va a conducir, por una parte, a encontrar más fácilmente
el problema jurídico central de nuestra disertación; por otra, a medida que vayamos
planteando las preguntas secundarias, iremos organizando, poco a poco, los
argumentos que componen nuestra demostración jurídica.
Por consiguiente, llevar a cabo un proceso de carácter analítico nos va a garantizar que
no vamos a incurrir en razonamientos circulares, entendiendo por éstos un conjunto de
argumentos que, en vez de desprenderse consecuentemente de varias premisas
fundamentales se limitan a girar en torno a una única idea, sin que se pueda constatar
progreso alguno. Se trata, por ende, de evitar que el estudiante caiga en una lógica
11
Vid, R. Descartes, ob.cit., p. 22.
12
Vid, J., Russ, ob.cit., p. 24.
circular, de verdadero espiral, que no le va a permitir extraer conclusiones válidas. En
contrapartida, la puesta en marcha de un camino analítico puede ser representado
como un árbol frondoso del cual se desprenden grandes ramas, y de éstas, otras más
pequeñas. De esta manera se asegura que, hasta el último argumento que conforme la
disertación guarde una relación o vínculo con la idea central.
Quizá un ejemplo ilustre un poco más estas explicaciones teóricas. Así, supongamos
que nos fue propuesto como tema de disertación el siguiente "La jerarquía entre los
derechos fundamentales en la Constitución de 1991". Un primer paso consistirá en
acordar un significado concreto a los términos "jerarquía" y "derechos fundamentales",
recurriendo para ello a definiciones lexicográficas, o, si se prefiere, a aquellas de
carácter estipulativo. Seguidamente, procediendo de forma analítica,
descompondremos el todo en sus partes, para luego establecer relaciones entre cada
uno de los elementos que lo integran. De esta manera, podríamos plantearnos el
siguiente interrogante principal que se deriva, por lo demás, del propio título: dada la
naturaleza jurídica de los derechos fundamentales ¿es posible establecer una jerarquía
entre éstos?. De esta pregunta desprenderemos otras tales como: ¿cuál sería el
fundamento ético y filosófico que permite establecer tal jerarquización?, y por ende,
¿se justifica que en el estado actual de la doctrina constitucional se continúe hablando
de una jerarquía entre los derechos fundamentales?, y de ser así, ¿qué consecuencias
lleva aparejada esta lógica de categorización para la garantía judicial de esta variedad
de derechos?. Si por el contrario, la respuesta fue negativa, surgen interrogantes como
estos: ¿qué argumentos filosóficos u jurídicos militan en pro de la abrogación de las
tesis que conducen a establecer una jerarquía entre los derechos fundamentales?.
La idoneidad de un plan de trabajo hace alusión a la aptitud del mismo para aportar
una respuesta argumentada y racional a un problema jurídico o filosófico determinado.
Esto por cuanto, en esencia, toda disertación es, a la vez, una labor demostrativa y
argumentativa. Lo primero, por cuanto se trata de llevar a cabo una operación mental
que establezca la verdad de una proposición mediante la concatenación de una
proposición con otra, logrando así un conjunto armónico14; lo segundo, ya que se
persigue, en últimas, convencer a un público o auditorio sobre la veracidad o exactitud
de una respuesta.
La coherencia, por su parte, se refiere a la presencia de una lógica interna que gobierna
la totalidad de la disertación jurídica. Ciertamente, la existencia de una o varias
directrices es lo que diferencia a esta variedad de trabajos de un simple agregado o
collage de doctrinas, autores y jurisprudencias.
De lo anterior se colige que, existen unos planes de trabajo más elaborados que otros.
A decir verdad, no se trata, propiamente, de una cuestión de sencillez o complejidad
de los mismos, y mucho menos, de hacer difícil lo elemental. Por el contrario,
hacemos alusión a que un trabajo de esta naturaleza suele poner en evidencia que el
alumno fue capaz de descubrir las grandes directrices o ideas-fuerza que orientan la
discusión en torno a un tema, y a partir de allí, diseñó su plan de trabajo.
Una segunda regla metodológica es aquella de la plenitud del plan de trabajo, la cual
se sintetiza en el siguiente apotegma “traiter le sujet, rien que le sujet, tout le sujet”,
que traduce: “trabajar el tema, nada más que el tema, todo el tema”. Estamos aquí en
presencia, quizá, de la norma metodológica más elemental, pero al mismo tiempo, más
vulnerada por quienes escriben, incluso, en publicaciones especializadas.
Efectivamente, es usual que los autores de textos jurídicos pierdan el norte y terminen
trayendo a colación ideas, aseveraciones o argumentos que no guardan una relación
directa con el tema de disertación, o, por el contrario, dejan por fuera alguna o varias
13
Vid, J.P., Gridel, ob.cit., p. 47.
14
Vid, J., Russ, ob.cit., p. 48.
partes fundamentales del todo.
Una tercera regla metodológica es aquella del equilibrio. Básicamente consiste en que
entre las dos o tres partes que conforman la disertación jurídica existe una armonía en
el sentido de que ninguna de ellas abarca casi todo el tema, o más de la mitad del
mismo. Nótese que, a priori, es una norma de carácter estético, orientada a la
presentación final del plan; sin embargo, en el fondo, lo que pone en evidencia es que
el alumno logró agrupar sus argumentos de manera tal que ninguna línea directriz del
plan opacó a las demás.
Ahora bien, para llegar a tal estado de cosas, el estudiante hubo de haber recorrido un
largo camino, tanto más cuando se trate de un trabajo de tesis o una monografía. De
allí que recomendemos que, una vez elegido el tema, el alumno proceda a esbozar un
primer plan de trabajo el cual, desde luego, no será más que un esquicio. Conforme
profundice en su investigación, vaya agotando fuentes y avance en sus reflexiones,
podrá crear un segundo plan de trabajo, el cual, muy seguramente, será más detallado
y preciso, hasta arribar a aquel que será definitivo.
El plan de trabajo es, ante todo, una estructura lógica de carácter meramente
instrumental, al servicio de un discurso jurídico. No es, por tanto, un fin en sí mismo,
ni puede convertirse en una simple armazón artificial; por el contrario, su función
principal es la de servir de continente al fondo de un asunto.
a. El plan cronológico.
Una situación, una institución, una noción15 o un fenómeno social suelen atravesar por
diversas fases o llegar a conocer, incluso, y con el correr de los tiempos, profundas
modificaciones en su regulación jurídica.
15
Vid., Gridel, ob.cit., p. 25.
organizado de la manera siguiente: régimen vigente bajo la Constitución de 1886 ( I );
el control de constitucionalidad de los tratados internacionales en la Constitución de
1991 ( II ).
Así pues, si la mayor parte de los elementos del tema se agrupan en una de las dos
fases de un proceso, es aconsejable descartar el empleo de un plan cronológico.
Asimismo, conviene señalar que, un grupo importante de docentes estiman que esta
variedad de planes no resulta ser muy original, e incluso, la rotulan de artificial. A
nuestro juicio, tales críticas tienen cierto asidero en el hecho de que las
transformaciones históricas no suelen ser lineales, ni presentarse, mucho menos, de un
día para otro. En efecto, en el devenir de los cambios sociales, políticos y económicos
suelen experimentarse avances y retrocesos, curvas ascendentes y descendentes, y por
ende, tratar de reagruparlos alrededor de una fecha puede ser algo más aparente que
real.
b. El plan sincrónico.
Los planes sincrónicos constituyen una segunda variedad de estructuras lógicas que se
articulan en función del tiempo. En ellos se da cuenta, no de situaciones o fenoménos
evolutivos, sino de aquellos que se verifican en un mismo instante.
De igual manera, integran esta especie de planes, aquellos que contraponen dos
nociones complementarias y cuya puesta en marcha tiene lugar simultáneamente. A
título ejemplificativo mencionemos los siguientes :
principio/excepción;teoría/práctica;avaces/límites;descripción/funcionamiento.
Nótese que esta variedad de planes resulta ser extremadamente útil cuando se trate de
analizar una institución jurídica, el funcionamiento de un órgano del Estado, la
eficacia real de un sistema jurídico de protección de derechos, e incluso, en el caso de
áreas del derecho público que colindan estrechamente con el derecho privado, la
adopción del esquema “principio/excepción” resulta aconsejable (vgr. el régimen de la
responsabilidad extracontractual del Estado por actividades riesgosas).
c. El plan dialéctico.
16
Vid, ibídem, p. 33.
dialéctica. De ahí, que hayamos decidido dar una visión un poco más elemental del
asunto, limitándonos a dar a conocer la manera cómo se estructura una disertación
jurídica en forma de plan dialéctico.
Desde esta perspectiva, conviene señalar que un plan dialéctico está organizado en tres
partes: a) la tesis defendida (verdad de la tesis ); b) refutación de la tesis (antítesis) y c)
síntesis, que aproxima los dos puntos opuestos, superando las contradicciones internas
y creando una categoría superior.
Adviértase que, la puesta en obra de esta variedad de planes nos asegura que sea
abarcado todo el tema y únicamente el tema. A pesar de ello, no puede caerse en el
yerro de pensar que se trata de un plan passe par tout o comodín, al que puede
recurrirse en cualquier caso, de manera irreflexiva, tal y como lo denunciaba Lévi-
Strauss en la siguiente célebre cita:
“Al llegar a mis clases de filosofía (...), comencé a aprender que todo problema, grave
o fútil, puede ser liquidado merced a la aplicación de un método, siempre idéntico, que
consiste en oponer dos o tres visiones tradicionales de la cuestión, a introducir la
primera mediante las justificaciones del sentido común, después, a destruirlas por
medio de la segunda, y después a volver a traerlas a colación gracias a una tercera
parte...”17.
d. El plan teleológico.
En un primer caso, se nos pide disertar sobre el siguiente tema: “La acción de los
17
Vid., Lévi-Strauss, Tristes Tropiques, París, Presse Pocker, 1950, p. 32, citado por Russ,
ob.cit., p. 87.
grupos de presión en el Congreso colombiano”. Para tales efectos, podríamos
servirnos del siguiente plan de trabajo, orientado por los intereses que están en juego:
una labor de intermediación a favor de unos intereses concretos ( I ); el
mantenimiento del interés general ( II ).
e. El plan comparativo.
Supongamos que se nos indica abordar el siguiente tema de disertación: "El derecho
internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos".
Nótese que se trata de comparar dos sistemas jurídicos que hacen parte del derecho
internacional público, y por ende, existe un claro hilo conductor entre estas dos
disciplinas. No obstante, subsisten algunas diferencias de orden material entre ambas.
De ahí, que propongamos el siguiente plan comparativo: dos sistemas jurídicos con
sensibles diferencias ( I ); dos ordenamientos jurídicos basados en el principio pro
homine ( II ).
Únicamente, a partir del momento en que el alumno cuente con un plan de trabajo, lo
suficientemente depurado, debe proceder a redactar el texto definitivo de su
disertación jurídica. Esta sencilla regla es, con frecuencia, violada por aquellos que se
lanzan a escribir un trabajo de tesis de grado, o incluso de doctorado, sin tener muy
claro para dónde van. De ahí que, las más de las veces, no logren arribar a
conclusiones científicas y rigurosas.
1. Argumento analógico (inspirado en la máxima romana : ubi eadem ratio, idem iu).
3. Argumento sistemático.
- Argumento a cohaerentia.
- Argumento sedes materiae.
4. Argumento a fortiori.
5. Argumento a contrario.
6. Argumento psicológico.
18
Ezquiaga G., F.J., La argumentación en la justicia constitucional española, Oñati, Edit.
Instituto Vasco de la Comunidad Autónoma de Euskadi, 1987.
7. El argumento de la no redundancia.
9. El argumento pragmático.
Nótese que son múltiples y ricas las modalidades de argumentos jurídicos existentes, y
por ende, no se compadece que en el texto de una disertación jurídica el alumno
recurra tan sólo a una de ellas. Adviértase además que el empleo de diversos tipos de
argumentos es propio de los exámenes intelectuales ingeniosos y analíticos, y es quizá
la nota que los distingue de aquellos que son meramente descriptivos y tediosos.
4. Las conclusiones.
Quizá resulte más sencillo abordar este apartado per negationem : qué no deben ser las
conclusiones?. A decir verdad, es frecuente toparse con algunas de éstas que, a lo
sumo, constituyen un buen resumen del trabajo elaborado. Así pues, procedamos a
explicar entonces en qué consisten, a nuestro juicio, unas buenas conclusiones.
En suma, las conclusiones deben ser el vehículo para relanzar un debate jurídico, la
ocasión perfecta para dejar planteados nuevos temas e interrogantes y el espacio para
dejar sentadas algunas reflexiones finales sobre un sujeto concreto.
Ahora bien, esta parte teórica será complementada con otra práctica, cuyo fin último
es presentarle al estudiante varios modelos de disertación jurídica, de conformidad con
los distintos tipos de plan de trabajo que hemos esbozado.
II. PARTE PRÁCTICA.
Esta segunda parte está dedicada a presentar varios ejemplos de disertación jurídica,
sirviéndose para ello de temas propios de la ciencia política, el derecho constitucional
y el derecho internacional público.
Introducción.
19
Vid. N. Bobbio, Teoría General del Derecho, Bogotá, Ed. Temis, 1987, p. 246.
dos ordenamiento jurídicos internacionales20. Con esta
complementariedad se alcanzaría una protección reforzada de
los derechos inherentes al ser humano en tales situaciones de
extremo riesgo para el ejercicio y goce de éstos.
Puestas así las cosas, por DIH entendemos un conjunto de Definición de los
normas jurídicas internacionales (convencionales, términos que
consuetudinarias y principios generales), cuyo fin último es conforman el
garantizarle un mínimo de protección al ser humano durante sujeto.
situaciones de conflicto armado, sea éste de carácter
internacional o interno. Al respecto, cabe añadir que la
noción misma de DIH es evolutiva21, en constante ampliación,
20
Las relaciones entre el DIH y el DIDH ha sido objeto de especial atención por parte de la
doctrina internacionalista. Así en lengua española, es particularmente recomendable el
artículo de la profesora Araceli Mangas Martín, "Derechos Humanos y Derecho
Humanitario Bélico en el marco de los conflictos armados internos", Curso de Derecho
Internacional Vitoria-Gasteiz, 1989, p. 59, así como la obra del profesor Jaime Oraa,
Human rights in states of emergency in international law, Oxford, Ed. OUP. 1992.
21
Vid, Ramelli, A, Derecho internacional humanitario y estado de beligerancia, Bogotá,
De. Universidad Externado de Colombia, Serie de Teoría jurídica y filosofía del derecho,
núm. 12, p. 79.
en especial debido al surgimiento de conceptos tales como
“injerencia humanitaria” o “deber de asistencia humanitaria”,
que parecen estar en tránsito hacia su plena consolidación e
incorporación en el objeto de estudio del DIH.
22
Al respecto ver, especialmente, F. Sudre, Droit International et Européen des Droits de
l´Homme, París, Ed. PUF, 1989.
continuar percibiendo como estancos separados sino más bien
como partes o elementos de un todo.
Presentación del
plan de trabajo.
23
Vid, C. Escobar H., "La protección internacional de los derechos humanos", en M. Díez
de Velasco, Instituciones de derecho internacional público, undécima edición, Madrid, Ed.
Tecnos, 1997, p. 525.
de Francia y Solimán El Magnífico24, a través de las cuales se
les garantizaban a los europeos, inter alia, el goce de derechos
fundamentales tales como las libertades de culto, circulación y
comercio.
24
Vid. F., Sudre, ob.cit., p. 26.
25
Vid. A. Pellet y P. Daillier, Droit International Public, París, Ed. LGDJ, 1999, p. 618.
nacionales, a condición, bien entendido, de que éstos no
hubiesen contado con una adecuada protección judicial en el
Estado infractor. En otros términos, se trata de un mecanismo
mediante el cual un Estado asume la defensa de sus nacionales
ante una instancia judicial internacional, como quiera que
éstos carecen de legitimación activa para hacerlo
directamente.
26
Vid, ibídem, p. 746.
27
Vid, CIJ, affaire Nottembohm, 6 avril 1955, Recueil, 1955, p. 234.
variedad de intervenciones tuvieron un carácter
eminentemente colectivo a lo largo del S.XIX, y en especial,
fueron practicadas por las Potencias europeas (Francia, Reino
Unido y la Rusia Zarista) contra el Imperio Otomano. En
contrapartida, durante el presente siglo, la práctica de los
Estados nos revela que el carácter multilateral ha dejado el
paso a intervenciones unilaterales, cuyo carácter humanitario
ha sido puesto, por lo demás, seriamente en duda. A título de
ejemplo, citemos la intervención americano-belga en el Congo
(1964), la israelí en Uganda (1976), la americana en
República Dominicana (1965), y más recientemente, la
americana en Irán (1980).
28
La profesora A. Mangas Martín, precisa, de la siguiente manera, la función que están
llamadas a cumplir las cláusulas de salvaguardia en materia de derechos humanos "La
función de las cláusulas de suspensión es doble y contradictoria. De un lado, permiten al
Estado sustraerse al cumplimiento de numerosas obligaciones sobre respeto de los derechos
humanos pero, de otro, le exigen, en contrapartida a esa flexibilidad en situaciones
extremas para el Estado, que no sobrepase ciertos límites y que se comprometa con el
sic stantibus, buscan asegurar la vigencia de los derechos
humanos durante situaciones tales como la guerra, el peligro
público o las amenazas contra la seguridad e integridad del
Estado (art. 27 de la CADH). En otros términos, la
problemática de la vigencia y respeto de los derechos
humanos durante circunstancias de anormalidad ha sido
abordada por los autores de las normas convencionales, desde
la óptica de la regulación internacional de los estados de
excepción.
29
El acordar un trato diferente a personas que se encuentran en situaciones jurídicas
similares, con el único fin de alcanzar un propósito concreto del legislador, encuentra su
respaldo en la jurisprudencia de los Tribunales internos, en especial en materias como
derecho fiscal. Es así como, por ejemplo, L. Favoreu y L. Philip, hacen el siguiente
comentario al fallo del Conseil Constitutionnel del 27 de diciembre de 1973, en el asunto
taxation d’office, « le principe d‟égalité ne s‟oppose, ni à ce que le législateur règle de
façons différentes des situations différentes, ni à ce qu‟il déroge à l‟égalité pour des raisons
d‟intérêt général, pourvu que dans l‟un et l‟autre cas, la différence de traitement que en
résulte soit en rapport avec l‟objet de la loi établit ». Sentado tal principio, su aplicación en
materia fiscal conduce a que « le principe d‟égalité est appliqué avec une certaine souplesse
dans la mesure où les différences de régimes sont justifiées par la nécessité de lutter contre
la fraude fiscale ou par la volonté d‟atteindre des objectifs économiques ou financiers »,
ob.cit. pp. 282- 284. Así pues, la consecución de estos fines económicos perseguidos por el
legislador justifican acordar un trato diferente a los contribuyentes, sin que aquello
desconozca el principio de la no-discriminación. Mutatis mutandi, en DIH, la búsqueda de
una mayor protección justifica un trato diferente entre los destinatarios de las normas
convencionales.
30
La doctrina ha hecho uso de una pluralidad de términos para designar a los derechos que
no admiten ser suspendidos durante estados de excepción. Así, por ejemplo, Roberston
alude a los vocablos “ droits absolus”, “derechos fundamentales” o “droits sacro-saints”, en
En tal sentido, los autores concuerdan en afirmar, que este
catálogo mínimo31 de derechos inherentes al ser humano,
constituye una excepción a la aplicación de la teoría de la
imprevisión (cláusula rebus sic stantibus), toda vez que
cualquier Estado que alegue el acaecimiento de un conflicto
armado en su territorio no podrá, a pesar de las “dificultades”
que aquello le comporte, suspender el ejercicio de estos
derechos fundamentales.
Puestas así las cosas, es menester señalar que por la expresión Demostración del
“núcleo duro de protección” se hace alusión a un conjunto de enunciado
derechos y garantías judiciales que siendo garantizados por el principal.
DIH no admiten, a su vez, ningún tipo de suspensión a la luz
del artículo 27 de la CADH y de algunas otras normas
concordantes de este instrumento internacional (Arts. 8, 25.1 y
29 c.). En un esfuerzo de sistematización, podemos afirmar
que el mencionado sistema de cláusulas convencionales que
no admiten suspensión alguna, comprende los siguientes
derechos fundamentales, a saber: derecho a la vida, derechos a
la integridad física, prohibición de la esclavitud e interdicción
de los trabajos forzados. Igualmente, abarca ciertos aspectos
cardinales del derecho a al debido proceso en materia penal,
como el derecho de defensa y el principio de ser juzgado por
un tribunal independiente e imparcial.
asunto Baby Boy. Se trataba, básicamente, de una demanda contra la Corte Suprema de los
EE.UU. y la Corte Suprema Judicial de Massachusetts, por violación no a la CADH por
cuanto aquel Estado no es Parte en este instrumento internacional, sino del artículo I de la
Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, que reza « todo ser humano
tiene derecho a la vida ». Para la mayoría de la CIDH, a la diferencia del texto del Pacto de
San José, tal disposición sólo garantizaba el derecho a la vida a partir del nacimiento y no
desde la concepción. En su voto particular el comisionado colombiano Marco Gerardo
Monroy Cabra, estimó que aquélla norma debería haber sido interpretada en sentido
contrario, por cuanto «el texto no distingue», en CIDH, Informe anual 1980-1981, ob.cit.
pp. 30-47.
33
El DIH busca asegurar una cierta tutela al derecho a la vida de los combatientes en tanto
que limita la elección de los medios y métodos de combate. Tal protección, que se
encuentra reforzada por las normas de la Convención de la Haya de 1907, por otros tratados
internacionales que prohiben el uso de armas químicas o bacteriológicas, así como por los
principios consuetudinarios del DIH tendentes a asegurar un trato humano a las víctimas de
la guerra, es particularmente débil en el caso de los conflictos armados no internacionales.
34
El Pacto de San José se caracteriza por establecer el listado más generoso que se conoce
de derechos fundamentales, cuyo ejericicio no puede ser suspendido bajo estados de
excepción. En efecto, al tenor del artículo 27.2 de la CADH no admiten suspensión los
siguientes derechos humanos: derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica ( art. 3
); derecho a la vida ( art. 4 ); derecho a la integridad personal ( art. 5 ); prohibición de la
esclavitud, servidumbre y trabajos forzados ( art. 6 ); principio de legalidad y de
retroactividad ( art. 9 ); libertad de conciencia y de religión ( art. 12 ); protección a la
familia ( art. 17 ); derecho al nombre ( art. 18 ); derechos del niño ( art. 19 ); derecho a la
nacionalidad ( art. 20 ); derechos políticos ( art. 23 ) y las garantías judiciales
indispensables para la protección de tales derechos.
convencionales que recogen los mecanismos judiciales que
tienen por objeto brindar una tutela efectiva a estos derechos
humanos cuyo ejercicio no admite suspensión alguna. Así
pues, el habeas corpus y el recurso de amparo, consagrados
en el texto del Pacto de San José de Costa Rica, y ausentes en
los textos de DIH, constituyen, a no dudarlo, un valioso
instrumento para asegurar la protección, en los órdenes
internos, de los derechos reconocidos a la persona por la
legalidad internacional y los cuales no admiten suspensión en
ningún tiempo.
CONCLUSIONES.
35
En el caso de los Informes anuales sobre Estados, es frecuente que la CIDH haga
alusiones expresas a las normas y principios del DIH. Así por ejemplo: OEA/Ser.L/V/II.
46, doc. 23, rev. 1 del 17 de noviembre de 1978, Informe sobre la situación de los derechos
humanos en El Salvador, Washington, 1978; OEA/Ser.L/V/II.53, doc. 21 rev.2, 13 october
1981, Report on the situation of Human Rights in the Republic of Guatemala, Washington,
1982; OEA/Ser.L/V/II.62, doc. 10, rev. 3, 29 de noviembre, 1983, informe sobre la
situación de los derechos humanos de un sector de la población nicaragüense de origen
Miskito, Washington, 1984; OEA/Ser.L/V/II.83 doc. 31, 12 de marzo de 1993, Informe
sobre la situación de los derechos humanos en Perú, Washington, 1994;
OEA/Ser.L/V/II/83 Doc. 16 Rev. 1 julio de 1993, Cuarto Informe sobre la situación de los
derechos humanos en Guatemala 1993, Washington, 1994, p.55; OEA/Ser.L/V/II.84, doc.,
39 rev. 14 de octubre de 1993, Segundo informe sobre la situación de los derechos
humanos en Colombia, pp. 1-250; OEA/Ser.L/V/II.88, doc. 9 rev., 17 de febrero de 1995,
Informe anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 1994, Washington,
1995; OEA/Ser.L/V/II. 95, Doc. 7 rev. 14 de marzo de 1997, Informe sobre la situación de
los derechos humanos en la región. Perú., Washington, 1997; OEA/Ser/L VII.95 Doc. 7
rev. 14 de marzo de 1997, Desarrollo de los derechos humanos en la Región. Colombia.,
Washington, 1998, p. 691-693.
Así mismo, la CIDH ha hecho algunas alusiones a las normas del DIH, a propósito de
Informes sobre peticiones individuales. Tal fue el caso del Informe No. 26/92, caso 10.287,
El Salvador, 24 de septiembre de 1992, OEA/Ser.L/V/II.83, doc. 14, 12 de marzo de 1993,
pp. 88 y ss; Informe No. 12/92, caso 10.804, Ríos Montt c. Guatemala, CIDH, informe
Anual 1993, p. 296, parr. 29; Informe No. No. 5/96, caso 10.970, del 1 de marzo de 1996,
asunto Martín c. Perú, en OEA/Ser.L/V/II.91, doc. 7 rev., del 28 de febrero de 1996,
Washington, 1996 e Informe 53/96, caso 8074 Guatemala, 6 de diciembre de 1996,
OEA/Ser. L/V/II. 95 Doc. 7 rev, 14 marzo de 1997, p.384 .
de Derechos Humanos de la ONU o Comisión Interamericana
de Derechos Humanos.
Relanzar el
debate.
SE
1. El vocabulario.
La terminología jurídica o más bien su carácter técnico hace que el
significado y el alcance de las palabras escapen del sentido común.
Toda disciplina científica expresa sus conceptos a través de un vocabulario
específico.
En la ciencia jurídica, existe muy poco sinónimos. Cada término técnico
desarrolla una institución, un mecanismo o un concepto preciso.
Es necesario que el lenguaje utilizado sea inteligible, ya los aplacadores del
derecho, los intérpretes abusen de las palabras, acudiendo algunas veces a
frases arcaicas, formulas inútiles o expresiones latinas.
La utilización del lenguaje jurídico debe simplificarse. Sin embargo el estilo
jurídico sigue estando caracterizado por formulas herméticas, que hacen que
las decisiones de justicia sean cada vez más ambiguas, discursivas, llenas de
falsas o inútiles elocuencias.
I. ASPECTOS TEÓRICOS.
Introducción.
36
Vid, C.C. sentencia del 17 de junio de 1993, demanda de inconstitucionalidad del artículo
217 de la Ley 5 de 1992, C-227/93, demandante: Germán Cavelier, Magistrado Ponente:
Jorge Arango Mejía, Gaceta Constitucional, 1993.
"Artículo 217. Condiciones en su trámite. Podrán presentarse Norma legal
propuestas de no aprobación, de aplazamiento o de reserva demandada.
respecto de Tratados y Convenios Internacionales.
Puestas así las cosas, impera precisar, en un primer momento, Demostración del
el contenido y alcance que poseen estas instituciones propias enunciado
del derecho internacional público, e igualmente, cabe principal.
examinar el manejo que de las mismas ha realizado la Corte
Constitucional.
37
Vid, Anzilotti, D, Corso di Diritto Internationale, 4 edición, Pádova, 1955, p. 335.
38
Vid. A. Pellet, P. Daillier, Droit International Public, París, Ed. LGDJ, 1998, p. 186.
39
Vid. M. Díez de Velasco, Instituciones de Derecho Internacional Público, Madrid, Ed,
Tecnos, 1999, p. 141.
40
Vid., Tribunal Europeo de Derechos Humanos, sentencia del 29 de abril de 1988, asunto
Belilos c. Suiza, Recueil, 1988, p. 23.
Civiles y Políticos, en virtud de la cual "no hay lugar a
aplicarlo en relación con la República"41.
41
Vid. A. Pellet y P. Daillier, ob. cit., p. 174.
declaración interpretativa, propia del derecho internacional
público. En otros términos, si el juez constitucional estima
que una determinada norma convencional se ajusta al Texto
Fundamental de 1991, a condición de que aquélla sea
interpretada de determinada manera, tal decisión equivale a
formular una declaración interpretativa.
42
Vid., González C., J y otros, Curso de Derecho Internacional Público, Madrid, Ed.
Civitas, 1998, p. 207.
43
Esta particularidad de la promulgación de las leyes aprobatorias de tratados internacional
ya había sido puesta de presente por la C.S.J. en su sentencia del 1 de septiembre de 1983,
en los siguientes términos “ Antes del canje de ratificaciones, estas leyes no producen
efecto propio e inmediato alguno como actos de derecho interno, como si lo producen las
leyes ordinarias, ya que simplemente constituyen una formalidad más en el
perfeccionamiento de un tratado público, cumplida la cual queda abierta la posibilidad del
Gobierno para tramitar el canje; solo cuando es realizada esta última fase y como
consecuencia de los actos recíprocos de aprobación y canje del tratado por las otras Partes
que concurrieron a su celebración, empiezan a producirse efectos entre los Estados
celebrantes, y para que obliguen a los nacionales de los respectivos Estados, como es el
caso colombiano, aún se requiere su promulgación, de acuerdo con la Ley 7 de 1944,
mecanismo de incoporación del tratado al derecho interno, momento en el cual sí son
equiparables sus efectos a los de las leyes comunes” (la negrita es agregada), en C.S.J.
Sala Plena, sentencia del 1 de septiembre de 1983, ob.cit. p. 559.
plazo fijado por su texto.
44
Vid., C.S.J., Sala Plena, sentencia del 9 de noviembre de 1989, ob.cit. p. 354.
45
En cuanto a la promulgación de las leyes aprobatorias de tratados internacionales, el
Consejo de Estado ha sentado los siguientes principios: “la promulgación no es un acto
separado del resto de la ley ni tampoco exclusivo del señor Presidente de la República en
cuanto que, según el artículo 89 de la Carta y, cuando quiera que se den las situaciones
previstas en el respectivo título de la Constitución Nacional, esto es “si el Gobierno no
cumpliere el deber que se le impone de sancionar las leyes en los términos y según las
condiciones que este título establece, las sancionará y promulgará el Presidente del
Congreso”. La promulgación es, por tanto, un acto administrativo que puede
calificarse como de simple ejecución de voluntad del Congreso y que no es susceptible
de recurso alguno” (la negrita es agregada), en C.E., Sala de lo Contencioso
Administrativo, sentencia del 9 de abril de 1987, acción pública de nulidad contra “el acto
en virtud del cual el Señor Presidente de la República, el día 14 de diciembre de 1986,
aprobó el Tratado de Extradición entre la República de Colombia y los Estados Unidos de
América, firmado en Washington el 14 de septiembre de 1979”, demandante: Pedro Pablo
Camargo, Magistrado Ponente: José Joaquín Camacho Pardo, Anales del Consejo de
Estado, 1987, pp. 551-554.
Así mismo, en términos de la jurisprudencia del Consejo de Estado colombiano “La Ley
ciudadanos del contenido de ésta, y por ende, sólo una vez
surtido este trámite, el contenido de la norma internacional
será oponible a los particulares46.
tiene que ser conocida por aquellos que van a estar sujetos a ella. No se concibe que una
ley secreta o reservada pueda crear obligaciones para los ciudadanos. De ahí la necesidad
de promulgación de la ley, entendida como el conocimiento que de ella se da por uno u otro
medio, de acuerdo con las distintas legislaciones”, en CE, Sala Plena de lo Contencioso
Administrativo, sentencia de septiembre de 1971, asunto Ossa, Consejero Ponente:
Lucrecio Jaramillo Vélez, Anales del Consejo de Estado, julio/diciembre, Vol. 47, 1971,
pp. 341 y ss. En cuanto a la doctrina foránea, destaca el estudio de Jean- Claude Bécane,
La loi, París, Ed. Dalloz, 1994.
46
Una análisis extensivo de los orígenes y efectos de esta confusión se encuentra en la obra
de G. Cavelier titulada El régimen jurídico de los tratados internacionales en Colombia,
Ed. Kelly, Bogotá, 1985. En cuanto a la doctrina foránea, el profesor P. Level, nos trae la
siguiente definición de publicación interna de los tratados internacionales “ La publication,
phase ultime dún processus unifié d‟élaboration de la règle de droit d‟origine internationale,
se ressent dans ses effects du lien qui l‟unit aux phases précédentes. Mise en oeuvre d‟une
règle de droit en cours de création, elle n‟a pas d‟effet indépendamment de cette fonction.
Phase ultime d‟un processus d‟élaboration du droit, elle en détermine la mise en vigueur”,
en “La publication en tant que condition d‟application des traités par les tribunaux
nationaux”, Revue Critique de Droit International Privé, 1961, janvier-mars, pp. 83-104.
47
Vid. Ramelli, A, “Recepción de las normas del Derecho Internacional Humanitario en el
ordenamiento jurídico colombiano”, Revista Derecho del Estado, núm.6, 1999, p. 107.
parte del Congreso de la República, conoce dos límites principal.
propios de la legalidad interna: de un lado, el principio
constitucional de separación de poderes públicos; de otro, el
ejercicio de lo que parece estructurarse en términos de una
nueva modalidad de control de constitucionalidad, cuya
génesis se halla en una interpretación particularmente amplia
del artículo 241.10 de la Carta Política de 1991.
48
La recepción, entendida en la clásica acepción de Triepel como un fenómeno mediante el
cual “le droit international, coutumier ou conventionnel, peut se réaliser au niveau des
individus sans qu‟une brèche soit faite dans la cloison étanche séparant les deux ordres
juridiques”, en “Les rapports entre le droit interne et le droit international”, R.C.A.D.I.,
1923, p. 92.
49
Vid. C.S.J., Sala Plena, sentencia del 23 de octubre de 1975, acción pública de
inconstitucionalidad contra el artículo 1 de la Ley 7 de 1944, demandante: Jorge Quintero,
Magistrado Ponente: José Gabriel de la Vega, Gaceta Constitucional, enero/diciembre de
1975, pp. 205-208.
50
Vid. CE, Sala de lo Contencioso Administrativo, , sentencia del 13 de noviembre de
1985, acción pública de nulidad contra varias disposiciones del “Tratado de Extradición
entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América”, firmado el 14 de
septiembre de 1979 y aprobado por Ley 27 de 1980, Consejero Ponente: Mario Enrique
Pérez, Anales del Consejo de Estado, julio/diciembre, 1985, vol. 60, p. 729. En el mismo
y como lo sostuvo el Consejo de Estado, en sentencia del 13
de noviembre de 1985, en el asunto del “Tratado de
Extradición entre la República de Colombia y los Estados
Unidos de América”, vale decir, de un procedimiento
riguroso, que en el caso colombiano, se encuentra regulado
tanto por normas internas como internacionales, a saber: “los
principios del derecho internacional aceptados por Colombia”
(Art. 9 de la C.P.); la Convención de Viena sobre Derecho de
los Tratados, aprobada por el Congreso de la República
mediante la Ley 32 de 1985; el Reglamento Interno del
Congreso (Ley 5 de 1992), así como por algunas
disposiciones de la Ley 7 de 1944 “sobre vigencia en
Colombia de los Tratados Internacionales y de su
publicación”.
51
Vid., C.S.J., Sala Plena, sentencia del 1 de septiembre de 1983, acción pública de
inconstitucionalidad contra la Ley 27 de 1980, “por medio de la cual se aprueba el
Tratado de extradición entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América”,
demandante: Fabio Mejía, Magistrado Ponente: Luis Carlos Sáchica, Gaceta Judicial, vol.
175, 1983, pp. 540-589.
52
Vid. C.S.J., Sala Plena, sentencia núm. 60 del 29 de junio de 1987, M.P. Hernando
Gómez Otálora.
caso cuando se observa que la autorización conferida, lejos de
ser amplia, restringió la autonomía del Presidente, pues se le
otorgó para adherir, "en nombre de la República de manera
definitiva" a los tratados, impidiéndole hacer reservas o
establecer condiciones".
I. A modo de conclusión.
Conclusiones.
BIBLIOGRAFÍA.